Jueves, 27 de marzo de 2008

Artículo de Carlos Pérez publicado en la revista de la diócesis de Tenerife "Iglesia Nivariense", número 81, FEBRERO 2008

Carlos Pérez


«Dios se me ha mostrado

en los rostros de los refugiados»


Elías López, jesuita palmero, lleva más de 14 años trabajando en campos de refugiados en distintos países del continente africano. Se ordenó diácono en Burundi, en una celebración de más de cinco horas a la que acudieron alrededor de 5000 personas. Actualmente trabaja en la oficina internacional del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Roma. Una organización íntimamente ligada a la Compañía de Jesús que está presente en más de 50 países.

  

 

Elías López. Jesuita palmero, lleva más de 14 años trabajando en campos de refugiados en distintos países del continente africano. Se ordenó diácono en Burundi, en una celebración de más de cinco horas a la que acudieron alre­dedor de 5000 personas. Actualmente trabaja en la oficina internacional del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Roma. Una organización íntimamente ligada a la Compañía de Jesús que está presente en más de 50 países.

 

"El Servicio Jesuita a Refugiados —comenta López- es una organización iniciada en 1980 por el padre Pedro Arrupe, anterior superior general de la Compañía de Jesús. cuando se produjo la crisis de lo que se llamaba en Asia "boat people", que era toda la gente que escapaba del régimen de Vietnam en barcos y botes". El jesuita palmero compara esta situación a la que se vive actualmente en Canarias con las pateras. "Hay que pensar que en los cayu­cos podrían venir refugiados. Si fuera así, se les tendría que dar la posibilidad de que se acogieran al derecho interna­cional y si esto no se hace,

 tendrían que intervenir instituciones como el Defen­sor del Pueblo".

 

Aún, hoy día, la definición de refu­giado es: toda persona que huye de su tierra y cruza la frontera porque su estado no lo puede defender y siente que su vida corre peligro. En cualquier caso, según López, este concepto no es exacto. "Cada vez se va ampliando más porque está muy reducido para abordar la problemática de migraciones forzo­sas. En la actualidad, por ejemplo, se está hablando de refugiados medioam­bientales o ecológicos. Además, a esta problemática hay que sumarle todas las personas que huyen de su país por temas de sequía."


El Servicio Jesuita a Refugiados está presente, prácticamente, en todo el mundo, pero, sobre todo, en aquellas zonas en donde permanecen los conflic­tos desde hace mucho tiempo y ya no son actualidad informativa. "Uno de los criterios fundamentales que nos guía a la hora de discernir y elegir los sitios donde intervenir --indica López- es normalmente los conflictos olvidados. Es decir, aquellos refugiados que no son atendidos por ninguna otra agencia humanitaria, ONG o por ACNUR que es el Alto Comisionado de las Nacio­nes Unidas para los refugiados. Cuando ellos no están presentes en un sitio, nosotros intentamos ir ahí."


Ha pasado 2007 y una zona de las más castigadas por diversos factores ha sido la región de Darfur, en Sudán. Un buen número de campañas llevadas a cabo por cantantes, actores y famo­sos de todo tipo, han levantado la voz de alarma para ayudar a esta zona del país africano. Sin embargo, una cierta desidia informativa ha provocado que mucha gente aún desconozca el drama que se está viviendo en Darfur. Elías López lo ha palpado de forma directa. "Hay un conflicto étnico y religioso —señala-. El gobierno del país es musulmán pero en el sur hay africanos cristianos. Ambos sectores mantienen un conflicto cruzado étnico-religioso al que hay que sumarle otra cuestión: el medioambiente. Se trata de una zona que se ha ido desertificando con el tiempo y los recursos económicos para llevar adelante la vida de estas pobla­ciones es cada vez más difícil. Lo que ha ocurrido es que estas facciones de grupos rebeldes, apoyadas algunas por el gobierno y otras en contra de él, han causado la muerte de unas 200.000 personas y el desplazamiento de otras 2.000.000 al Chad del Este."


Elías López habla con mucha pasión sobre todo lo que tiene que ver con su trabajo y se muestra satisfecho de haber optado por su vocación de jesuita. "Todo comenzó desde muy pequeño --comenta-. Por La Palma pasaban muchos jesuitas invitados por el sacerdote Juan Dionisio Pérez Álva­rez y contaban numerosas historias. Yo soñaba con recorrer esos mismos paí­ses de los que hablaban. Con el tiempo, esas vivencias me fueron abriendo el corazón y la mente hasta el punto que me llevaron a ordenarme diácono en Burundi, ante la expectación de 50.000 burundeses y bajo el ritmo de cien-tos de enormes tambores. Estoy muy contento, hoy día,  de esa decisión que tomé hace 18 años, mucho más cuando dedicas tu vida a echar una mano a gente que no ha tenido la suerte que muchos de nosotros hemos tenido. Yo siento que mi vida entregada a estas personas, intentando aportar algo, tiene mucho sentido. Además, aunque suene a tópico, ellos me dan más a mí de lo que yo les doy a ellos. En los campos de refugiados yo he tenido las experiencias más duras pero al mismo tiempo las más hondas en cuanto a fe y solidaridad. Muchas veces Dios se me ha mostrado en los rostros de los refugiados."

 


Publicado por verdenaranja @ 22:26  | Misiones
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