S?bado, 29 de marzo de 2008

Artículo semanal del arzobispo de Valencia Don Agústín García-Garsco Vicente para el domingo 24 de Febrero de 2008.

Constructores de la sociedad

 

La existencia de leyes no es incompatible con las reflexiones éticas, morales y filosóficas que proponen pautas de conducta en beneficio del individuo y también de la sociedad. La historia demuestra que muchas normas éticas acaban siendo convertidas en leyes por la voluntad popular o sirven para transformar o derogar leyes que, como toda obra humana, resultan mejorables. La norma ética perfecciona la norma legal.

Minusvalora la democracia quien pretende reducir la participación del individuo y de los agentes sociales al derecho a votar cada cuatro años, para cambiar a unos por los otros. Además del momento verdaderamente importante de las elecciones, los auténticos demócratas admiten muchos otros cauces de participación y alientan la participación de todo tipo de entidades, asociaciones e individuos que con sus ideas pueden crear estados de opinión que redundan en beneficio de una democracia abierta y realmente participativa. Resulta triste comprobar cómo algunos políticos pretenden tener una especie de monopolio u oligopolio de las ideas e intentan negar el derecho de los cristianos y de la Iglesia a expresar consideraciones éticas y morales para que sean libremente aceptadas por quien libremente desee hacerlo.

Los cristianos proclamamos la defensa eficaz de la dignidad de todos los seres humanos, sin marginaciones ni exclusiones, ni por otros individuos ni tampoco por el Estado. El derecho a la vida es un derecho basado en consideraciones éticas y religiosas, que también cuenta con respaldo constitucional. Considerar y reivindicar este derecho en toda su amplitud se hace necesario cuando de nuevo se escuchan voces que presentan el aborto libre como un derecho social. No contentos con la dramática ineficacia y pasividad con la que se ha estado aplicando la legislación en España, quisieran dejar totalmente desprotegido al ser humano en su fase embrionaria, como si se tratase de una cosa, no de un ser humano, de una persona en la fase inicial de su biografía. Los nuevos avances científicos, la constatación de los sentidos de audición del feto, así como que desde su concepción posee un código genético diferenciado de su madre y de su padre, que será el mismo tras su nacimiento y a lo largo de toda su existencia, son nuevos argumentos que ponen en evidencia las falacias abortistas.

Hay que recordar con firmeza que el no nacido es uno de los nuestros, una persona humana que está recorriendo las primeras fases necesarias e imprescindibles de su identidad. No es una cosa, sino un ser humano diferente, con un código genético propio de ser humano, único e irrepetible, que tiene derecho a no ser tratado como una cosa que puede tirarse a la basura, tal como han hecho las clínicas abortistas.

Si vulneramos sus derechos, rompemos las leyes éticas más profundas de la convivencia —“lo que quieras para ti, quiérelo para los demás”; “recuerda que tú también fuiste así”; “el ser humano es una dignidad”— y optamos por las antípodas del Estado de Derecho: el dominio del fuerte sobre el débil, la desigualdad radical entre seres humanos nacidos y no nacidos, el juicio sobre la vida y la muerte de los hijos. Si se enmascara la realidad con expresiones falsas, como la de “pre-embrión”, o manipuladoras, como la de “interrupción del embarazo”, se opta por violentar la verdad y por la mentira interesada.

La defensa de la vida humana en todas sus fases, la cultura de la vida, la defensa de los seres indefensos, es una legítima bandera de hombres y mujeres por encima de las ideologías. La sociedad actual española, con sus estructuras políticas, económicas y sociales, a pesar de diversas iniciativas, sigue sin resultar eficaz en la defensa de los derechos de las mujeres embarazadas. Por encima de las leyes bonitas, y lamentablemente poco eficaces, es una realidad que muchas mujeres se sienten presionadas y coaccionadas a retrasar o impedir su maternidad.

Defender la vida humana naciente, y la relevancia para el futuro de la sociedad de la maternidad no es de derechas ni de izquierdas, es una actitud de un orden moral superior. Los propios partidos políticos deberían favorecer esas actitudes de conciencia, en lugar de instrumentalizarlas con fines electoralistas. Será signo inequívoco de madurez democrática.

Como Pastor de la Iglesia en Valencia, hago un llamamiento a todos los creyentes, hombres, mujeres, empresarios, trabajadores, para que ofrezcan testimonio de su defensa de la vida humana y de los derechos y dignidad de la maternidad con apoyo a todas las instituciones, entidades y asociaciones que fomentan la cultura de la vida. Frente a la pasividad de los poderosos en la defensa de la familia y la vida, los cristianos debemos de transformar la sociedad en los distintos ambientes y circunstancias en los que nos encontremos, antes y después de los periodos electorales.

Con mi bendición y afecto


Publicado por verdenaranja @ 23:20  | Hablan los obispos
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