Comentario a las lecturas del cuarto domingo de Pascua - A publicado en Diario de Avisos el trece de Abril de 2008 bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de os cristianos".
Pastor que con
fus silbos
DANIEL PADILLA
L a resurrección de Jesús es el hecho que pone el estigma de la autenticidad a toda su vida y a todo su mensaje. Algo así como su "denominación de origen", como el "contraste" de un oro de ley. Es el final de todas las dudas - "¡Era verdad: ha resucitado!"- y el principio de todas las esperanzas: "Si Cristo ha resucitado, también nosotros resucita-remos". Por eso, en los días siguientes, no hizo otra cosa que "aparecerse", mostrarse, revelarse. Es decir, enseñar la "tarje-ta de garantía". Por eso, ante el asombro, siempre decía: "Soy yo, no teman". Y después: "¡Tanto tiempo con vosotros y aún...!„
Pero son días también de pinceladas maestras y definitivas. Así, por ejemplo, con respecto al "sacerdocio". A los apóstoles, al llamarles, les había dicho: "Les haré pescadores de hombres". Luego, durante tres años, los preparó, los instruyó, los formó, y con muchos signos, confirmó toda su doctrina. Al fin, en la última cena, los hizo sacerdotes.
Pero, ¡amigos!, un artista nunca está contento con su obra. Sino que, acercándose otra vez a ella, añade tres o cuatro pinceladas últimas. Eso hizo Jesús. A aquellos sacerdotes recién consagrados, después de la resurrección, les dio un cursillo intensivo de pastoral aplicada. En tres pin-celadas, les dibujó el modelo sobre el que tendrían que trabajar. He aquí esas pinceladas.
Primera. "El verdadero pastor entra siempre por la puerta... y yo soy la puerta de las ovejas". Ya pueden, amigos, darle vueltas a la frase. Pero, desde ese momento, quedó claro que no podemos predicar otra cosa que "a Cristo, y éste, crucificado", como resumió Pablo. Bienvenidos por tanto los pluralismos a la iglesia. Son signo de los talentos y carismas que Dios da a cada uno. Pero, al final, todas esas adversidades han de entrar por la misma "puerta". Pablo otra vez: "Y si yo mismo, o un ángel, les anuncia otro evangelio distinto al que les prediqué, que sea anatema". Y lo razonaba: "Porque el evangelio que yo les prediqué no es de hombres, sino recibido por revelación divina". Y en otro lu-gar: "Yo no llegué a ustedes con argumentos de humana sabiduría, pues nunca me precié de saber nada, sino que les hablé de Cristo...".
Segunda. "El pastor llama a las ovejas por su nombre". ¿Saben qué quiere decir eso? Que no nos va a bastar una teología aérea y de libro. Que tendrá que encamarse en los problemas de hoy, de este entorno y de este momento. Que deberá enfocar esos problemas con la luz del evangelio, ofreciendo pistas desde él.
Tercera. "Cuando saca a las ovejas, él camina por delante". O sea al revés de lo que hacemos en las precesiones, que nos ponemos detrás. Como puntos finales de una página que han escrito otros. Nada de eso. Tenemos que ir delante. Dando la cara y abriendo brecha. Sirviendo de ejemplo y arrastrando con nuestro testimonio. Expuestos incluso a caer los primeros cuando llegue el lobo. Como lo hizo él: "He aquí que subimos a Jerusalén...".
No seguir estas pincelas, amigos, sería caer en la denuncia que hizo Jesús: "Todos los que han venido antes que yo eran ladrones y bandidos". ¿Por qué? Porque no entra-ron por la verdadera puerta. Por eso, para que no confundamos puertas y evitemos lamentables equivocaciones, añadió: "Yo soy la puerta. Quien entra por mí se salvará. Porque yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante". ¡Más claro que el agua!