Jueves, 01 de mayo de 2008

Sugerencias para la homilía de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales publicadas en el Subsidio Litúrgico para su celebración el 4 de Mayo de 2008, solemnidad de la Ascensión. (Recibidas en los materiales para su celebración y publicadas por Conferencia Episcopal Española)

Sugerencias para la homilía

 

¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Jesús asciende al cielo entre el asombro de sus discípulos. Pero inmediatamente se les invita a poner en práctica todo lo que el Maestro les ha enseñado. Hay que vencer la tentación del miedo y la desprotección. «Ese Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto para marcharse».


Y comienza la tarea para todos: asumir lo que el Señor nos ha dado y enseñado para llevarlo a la vida de cada día.


El Espíritu Santo nos ha convertido en testigos. Con nuestras palabras, con nuestros gestos, con nuestra vida, tendremos que hacer presente el Evangelio, que es la Salvación para todos.


Cristo sube al cielo, no para desentenderse de este mundo, sin para glorificarlo con Él, y nosotros, los creyentes, no podremos desentendernos de los hombres, nuestros hermanos, y sus problemas, si queremos ser fieles al mandato recibido.


No estamos solos en esta tarea: si bien es cierto que el Evangelio nos manda a todos los pueblos para hacer discípulos y bautizarlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no es menos cierto que nos promete la presencia y la cercanía amorosa del Señor Jesús hasta el final de los tiempos.

Y si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros? O, en todo caso, ¿quién importa que esté contra nosotros?


Por eso el Apóstol nos invita a comprender la esperanza a la que Dios nos llama y la riqueza de Gloria que nos da en herencia a los que creemos. Necesitamos testigos de esperanza y alegría. Y sabemos que estas no vienen de las cosas, sino que nacen en el corazón cuando uno, por la fe, es capaz de ver más allá del horizonte limitado y de traspasar las medidas
siempre raquíticas de la historia cercana.


La fiesta de hoy abre nuestros ojos y nuestro corazón a la confianza sin límites: Jesús, Cabeza de la Iglesia, Resucitado y sentado con gloria a la diestra del Padre, ha vencido todas las ataduras del hombre, hasta el pecado y la misma muerte. Y su cuerpo, que es la Iglesia está llamado a la misma Gloria. Se ha roto definitivamente el miedo y las causas que lo producen.


Hoy los hombres contamos con los medios de comunicación social como poderosos instrumentos al servicio de la Evangelización. Señala el Papa en su Mensaje para esta Jornada la importancia que estos medios tienen en la vida de las personas y la sociedad.


La humanidad se encuentra ante una encrucijada: el progreso ofrece posibilidades inéditas para el bien y para el mal.


Los medios también están en la encrucijada: convertirse ellos mismos en protagonistas o estar al servicio de la sociedad.


Benedicto XVI nos señala que «es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa –dice él y nosotros apoyamos– que es necesaria en este ámbito una “info-ética”, así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida. Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético,

verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar aconocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla.


Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social» (nn 4-5).


El hombre tiene sed de verdad, busca la verdad. Pero la verdad que nos hace libres es Cristo, porque sólo Él puede responder plenamente a la sed de vida y de amor que existe en el corazón humano.


«Invoquemos al Espíritu Santo –termina diciéndonos el Papa en su Mensaje para esta Jornada– para que no falten comunicadores valerosos y testigos auténticos de la verdad que, fieles al mandato de Cristo y apasionados por el mensaje de la fe, se hagan intérpretes de las actuales exigencias culturales, comprometiéndose a vivir esta época de la comunicación no como tiempo de alienación y extravío, sino como un tiempo oportuno para la búsqueda de la verdad y el desarrollo de la comunión entre las personas y los pueblos» (Juan Pablo II, Discurso al Congreso Parábolas mediáticas, 9 noviembre 2002, 2).

Que Santa María nos ayude y acompañe.


Publicado por verdenaranja @ 0:44  | Homil?as
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios