Entrevista a Luis Arguello, profesor de la Escuela Diocesana de Formación de Valladolid, publicada en la revista de la diócesis de Tenerife "Iglesia Nivariense", número 82, MARZO 2008. GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD
Carlos Pérez
HUMANIZAR LA GLOBALIZACIÓN,
Se ha desarrollado en el ISTIC, una nueva jornada gressio). El director de esta edición fue Luis Argue-de "Ética y Política" centrada, en esta ocasión, en la llo, profesor de la Escuela Diocesana de Formación cuestión del desarrollo, al cumplirse cuarenta años de Valladolid. Arguello explicó para nuestra revista de la publicación de la encíclica del Papa Pablo VI algunas cuestiones relacionadas con el fenómeno de sobre el desarrollo de los pueblos (Populorum Pro- la globalización.
P.- ¿Cómo se puede definir el concepto de "globalización"? ¿Tiene más de positivo o más de negativo?
R.- Yo creo que es sobre todo un hecho. La interdependencia entre los pueblos, las posibilidades de comunicación y la expansión de la economía son cuestiones reales. Hoy día, podernos observar que la globalización tiene aspectos positivos y negativos. Positivos en la medida que permite acercar a muchas personas en diferentes ámbitos pero, por otro lado, se han resaltado las diferencias entre países, lo que algunos han definido corno la globalización asimétrica. Además, esto tiene tras de sí, lo que se conoce como mundialización, es decir, el "control del mundo", en definitiva. Se trata de un concepto totalitario.
P.- ¿Qué cambios deberían darse para que un continente como África pueda desarrollarse?
R.- Las claves para que un desarrollo sea integral y solidario, utilizando las palabras de la encíclica Populorum Progressio, tienen que ver, no solo con las ayudas exteriores, sino sobre todo con las aportaciones para que estos países desfavorecidos fomenten su propia economía, sus propios recursos, etc. Desde la doctrina social de la Iglesia no se trata tanto de decir qué soluciones técnicas podernos ofrecer, sino un aliento y una apuesta por el crecimiento ético y moral para que estos países lleguen a ser los protagonistas de su propia historia.
P.- ¿Nosotros qué podemos hacer?
R.- Hay una responsabilidad básica. El riesgo mayor del proceso globalizador actual es que se está implantando una especie de super poder mundial sin rostro. El reto tanto en el tercer mundo como aquí es crear sociedad ante las administraciones públicas. No hay que pensar que estos problemas son sólo de los Estados. Es importante aplicar el
principio de subsidiariedad. La Iglesia, que es universal, tiene la capacidad de compartir capital humano y bienes con los más desfavorecidos. Por eso, recordando a un sacerdote español de los años cincuenta, creo que hacer Iglesia es la mejor forma de hacer sociedad, y hacer sociedad es la mejor forma de contribuir a la causa de los empobrecidos.
P.- Es paradójico que las Islas Cana-rias, a pesar de la cercanía geográfica con el continente africano, nos separe un abismo en cuanto a desarrollo posibilidades. ¿No cree?
R.- Nos deberíamos plantear cómo poner en contacto las fronteras, cómo hacer de puente en lugar de muro. A Juan Pablo II le gustaba decir que el reto actual es humanizar la globalización y globalizar la solidaridad. Yo creo que a nosotros nos falta humanizar nuestro propio desarrollo para llevar a cabo ayudas, no sólo paternalistas, sino profundamente arraigadas en los problemas que vive la sociedad.
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