Artículo publicado en Boletín "Xtantos" MAYO 2008 recibido para su difusión con materiales para la campaña con motivo de colocar la "X" en la declaración de la renta para el sostenimiento de la Iglesia.
Sostener a la Iglesia,
servir al bien común
Mucho más que la cita dominical
Pero mucho más allá de la misa dominical, la labor de la Iglesia y la misión que realiza cada templo tiene muchas más facetas. Basta con hacer un sencillo ejercicio de memoria para que cada uno de nosotros constatemos el papel insustituible que en nuestra propia vida desempeña nuestra parroquia: el mismo lugar al que, a partir del día en el que fuimos bautizados y entramos a formar parte de una comunidad cristiana, regresamos una y otra vez para compartir momentos inolvidables, desde nuestra primera comunión a nuestra confirmación, nuestra boda, nuestros aniversarios o la despedida de los seres más queridos. Y es, también, el mismo espacio en el que nos damos cita cuando se trata de celebrar con los demás y con todos los nuestros los ritos que siguen marcando, a la luz de la fe, la biografía de tantos y tantos creyentes, desde el nacimiento a la muerte.
La Iglesia desempeña, además, en el ámbito de cada parroquia y más allá de los momentos específicos de celebración y de culto, una inapreciable labor de compromiso social, como cuando proporciona un espacio físico para que innumerables iniciativas de animación comunitaria o de solidaridad hacia las personas más desfavorecidas puedan desarrollar sus actividades.
Por eso, cuando decidimos poner una "x" en la casilla de la asignación tributaria destinada al sostenimiento de la Iglesia católica, no estamos apoyando solamente el insustituible papel pastoral y litúrgico de cada parroquia y de cada una de las 69 diócesis que existen en España. Con ese gesto estamos garantizando también el soporte económico necesario para que instituciones como Cáritas, Manos Unidas y otras muchas realicen su importante trabajo a favor de los derechos de las personas más pobres. Son incontables los casos de Cáritas Parroquiales que tienen en el propio edificio de las parroquias sus centros y servicios de atención y de acogida. Son innumerables también los casos de grupos de niños, de jóvenes, de mujeres, de familias o de mayores que desarrollan puertas adentro de los templos sus actividades de animación, de acompañamiento o de apostolado seglar.
Desde la educación a la sanidad, pasando por la cultura
El intenso compromiso social de la Iglesia no se agota dentro de los ámbitos parroquiales. En su haber figuran también todos los beneficios que aporta al conjunto de la sociedad en campos como la educación, la sanidad o la de-pendencia, gracias al trabajo de numerosas congregaciones religiosas.
Pero hay más. De hecho, la riqueza de todo lo que aporta la Iglesia al conjunto de la sociedad adquiere una perspectiva casi inabarcable si nos referimos al campo de la cultura, donde su papel es, sin duda, de primer orden. No podemos ignorar la inestimable misión que desde sus primeros tiempos viene desarrollando en nuestro país como custodia de uno de los mayo-res legados histórico-artísticos de Occidente. Junto a este desvelo por la preservación y transmisión de nuestra herencia cultural, que, a costa de un esfuerzo económico y humano con frecuencia heroico, se mantiene con renovada vitalidad en la actualidad, la Iglesia sigue liderando una actividad de primer orden como impulsora de las innumerables iniciativas artísticas de referencia que encuentran cabida a diario dentro de los muros de nuestras catedrales, templos o museos diocesanos.
En nuestras manos tenemos cada año un sencillo instrumento para poder comprometernos con esta realidad diversa, de rostro tan intensamente humano y volcada sin medida al servicio de los demás. Basta, por nuestra parte, con un gesto que no nos cuesta nada: marcar una "x" en el apartado de la Declaración de la Renta destinado a la Iglesia católica. Y, si así lo desea, puede hacerlo simultáneamente, y sin coste añadido alguno para usted, marcando también la casilla correspondiente a otros fines de interés social. Hacer este gesto, por todos y por tantos, es doble-mente obligado, como creyentes y como ciudadanos. Cumplir con nuestra dimensión de católicos a la hora de hacer la declaración fiscal, junto a una nueva invitación para celebrar públicamente la fe, nos demanda también la necesidad de contribuir al sostenimiento de la Iglesia y de su vocación de servicio al bien común.
ANGEL ARRIVÍ DIÉGUEZ