VATICANO - El programa del Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Sydney para la 23 Jornada Mundial de la Juventud
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La Sala de Prensa de la Santa Sede ha publicado el programa del Viaje Apostólico del Santo Padre Benedicto XVI a Sydney (Australia) para la celebración de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud.
El Papa partirá el sábado 12 de julio a las 10,00 del aeropuerto romano de Fiumicino y aterrizará el domingo a las 9,15 (hora de Australia) en el aeropuerto Darwin/RAAF Military Air Base. A continuación se trasladará al aeropuerto de Richmond (Sidney) y desde allí se dirigirá a la residencia privada.
El jueves 17, después de celebrar la Santa Misa en privado, por la mañana tendrá lugar la ceremonia de bienvenida en la "Government House" de Sydney. Posteriormente realizará una visita de cortesía al gobernador general y se encontrará con el primer ministro. Tras una breve acogida con danzas y cantos tradicionales por parte de aborígenes, se embarcará en la nave "Sydney 2000" para trasladarse vía mar al muelle de Barangaroo East Darling Harbour de Sydney, dónde llegará por las horas 15,30. Aquí tendrá lugar la Fiesta de acogida de los jóvenes. Al término el Papa le regresará al St. Mary's Cathedral House de Sydney.
Viernes 18 de julio, después de la Santa Misa en privado, el Santo Padre recibirá en separadas audiencias al Gobernador del New South Wales, al Primer ministro del New South Wales y el Alcalde de Sydney, con las correspondientes familias. A las 10,30 horas presidirá un Encuentro Ecuménico en la Cripta del St. Mary's Cathedral de Sydney y a las 11,20 un Encuentro con los representantes de otras religiones en la Sala Capitular. Benedicto XVI almorzará a continuación con los jóvenes y, a primera hora de la tarde, a las 15 horas, presidirá la Oración de inicio del Via Crucis en la plaza frente a la St. Mary's Cathedral. A las 18,45 horas está previsto el encuentro con un grupo de jóvenes con problemas en la Comunidad de recuperación de la universidad de Notre Dame en la Iglesia del Sagrado Corazón de la universidad de Notre Dame de Sydney.
El sábado 19 de julio el Santo Padre presidirá a las 9,30 horas, en St. Mary's Cathedral, la Concelebración de la Santa Misa participarán los Obispos australianos, seminaristas, novicios y novicias, durante la cual consagrará el nuevo altar. Después del almuerzo con los Obispos, por la tarde, a las 19,30horas, Benedicto XVI presidirá la Vigilia con los jóvenes en el hipódromo de Randwick en Sydney.
El domingo el 20 de julio de 2008, a las 10horas, el Papa presidirá la Santa Misa de la Jornada Mundial de la Juventud en el hipódromo de Randwick en Sydney y recitará el ángelus. Por la tarde, a las 18horas, será el Encuentro con los bienhechores y organizadores de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud.
El lunes 21 de julio, después de haber celebrado la Santa Misa en privado, el Santo Padre se despedirá de la St. Mary's Cathedral House de Sydney y saludará a los voluntarios de la Jornada mundial de la Juventud en el Domain de Sydney. A las 9,30 horas tendrá lugar la Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Sydney, y, a las 10horas, la salida. La llegada al aeropuerto de Ciampino está prevista para las 23horas. (S.L) (Agencia Fides 30/5/2008)
Día 31 de Mayo
Fiesta: La Visitación de la Virgen María
Saber escuchar
La vida cristiana es corriente relacionarla con la oración. Para ser buenos cristianos, en efecto, Jesús recordaba que es preciso orar perseverantemente y no desfallecer. Y nos parece bien, pues ya sabemos que orar es hablar con Dios. Lo consideramos necesario para poder decir que somos cristianos y, sin embargo, les parece a muchos una tarea –la oración– difícil si no imposible. "Yo le hablo a Dios, sí; pero ¿cómo sé que me atiende?", dicen algunos. Y otros: "yo rezo: le pido a Dios, le doy gracias..., pero no me responde; le pregunto pero nunca le escucho". Ese supuesto silencio de Dios ha llevado a algunos a pensar que la oración es inútil.
En la fiesta de la Visitación contemplamos a María en casa de Isabel, su prima. Ha decidido ponerse en camino rápidamente, nada más que saber –por Gabriel– que, a pesar de su avanzada edad, va a tener un hijo. María, la esclava del Señor, la que deseaba siempre y en todo cumplir la divina voluntad, decide ponerse en camino hacia Judea, a casa de su prima, en cuanto sabe que está para dar a luz. La esclava del Señor, la que desea hacer siempre según el deseo de Dios, vive para ello con el oído atento a su Creador. ¿Por qué va a María a visitar a Isabel?: porque Dios se lo pide, porque sería agradable a Dios; porque considera que su prima –en su ancianidad, como había dicho el Ángel– necesitaría ayuda y ella podía prestársela. Y esa tarea, con el viaje, el tiempo empleado y todo lo demás del largo desplazamiento, quedaba incluido en la voluntad de Dios para ella.
"Querer es poder", solemos decir. Y ser conscientes de lo que espera el Señor de mí, hoy y ahora, tiene bastante de estar verdaderamente interesados por amarle. Necesitamos vivir con una continua y positiva preocupación por agradar a Dios en todo. Entonces, de la mañana la noche y de la noche a la mañana, escucharemos la voz divina que nos sugiere: esto ahora, no después, ¡ya!, sin retrasos; el trabajo que está aburriendo, hasta terminar con él, sin abandonarlo anticipadamente; con los que me rodean, de buen humor, animándoles en sus cosas y olvidado de las mías; organizar la jornada para que nunca me falte el Pan nuestro de cada día, que muchos, con más graves obligaciones que yo, consiguen asistir a la Santa Misa diariamente; ¿hago lo que deseas, Señor, mientras voy al trabajo, al regresar a casa...?: ya camine o vaya en mi coche o en un medio público, ¿rezo por quienes me cruzo, por quienes me esperan, por lo que haré al llegar, porque no quiero dejar de amarte, Señor?
No sé si, en una primera valoración, tal vez pensemos que sentir la continua presencia de Dios en nuestra vida puede complicarnos excesivamente. Convendrá, sin embargo, que no dejemos a Dios de lado ni queramos consentir con un inconsciente despiste: "no me acordé de Dios en toda la mañana". No puede ser su presencia, en nuestra mente y nuestro corazón, como un asunto que incomoda cuando se tiene prisa: el típico paquete que nos piden trasportar –¿me ayudas?– cuando se nos hace tarde, ya llevamos otra cosa y está lloviendo: una complicación inoportuna. Seguro que no pensamos jamás así de Dios. Es posible, sin embargo, que, más de una vez, actuemos así con Él sin darnos cuenta.
Debemos persuadirnos de lo afortunados que somos al poder pensar que tenemos a Dios muy cerca. Muy cerca y con toda la fuerza de su divinidad. Así lo sentía María en todo momento. Lo manifiesta de modo expreso en casa de Isabel: aquella expansión de su espíritu sería, de algún modo, la conclusión de sus pensamientos durante el largo viaje desde Nazaret hasta la casa de su prima: Proclama mi alma las grandezas del Señor –contesta a Isabel–, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador: porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo.
María entiende su propia grandeza, gracias al don de Dios y a su espíritu contemplativo. Corresponde al Creador queriendo entender, del modo más perfecto que es capaz, lo que espera de Ella. Así llega a saber, junto a la entrega que Dios le pide de todo su ser para ser la Madre del Verbo encarnado, el dolor que le aguarda: una espada te traspasará el alma, le anunciará Simeón. Pero María, Maestra de fe, dispuesta en su sencillez a toda luz de su Dios, entiende sobre todo que, con toda razón, es la Bienaventurada, habiéndose fijado Dios en Ella de un modo tan singular: porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, y se siente inmensamente agradecida y feliz.
Si tratamos más a esta Madre nuestra, nos enseñará a no tener miedo a la entrega ni al dolor, porque nada debemos temer de Dios, que también y de modo continuo derrama su misericordia sobre cada uno.
Día 1 de Junio
IX Domingo del Tiempo Ordinario
Un amor con obras
Como dice un refrán castellano, "obras son amores y no buenas razones". Y nos parece lógico, pues de poco ayudaría un largo discurso de consideraciones afectuosas si, finalmente, nos quedáramos sólo en eso, que de suyo poco aporta a quien tiene necesidad, pudiendo actuar más decidida y eficazmente en favor del necesitado. Jesús lo asegura con claridad, para que lo entiendan bien los que pretenden ser sus discípulos, los que quieren seguir sus pasos, los que de algún modo han recibido la llamada exigente –todos los cristianos– de ser también pregoneros del Evangelio.
La clave, diríamos, está en las obras y no tanto en un conocimiento profundo y detallado de las enseñanzas de Jesús, ni tampoco en ser un maestro en la exposición de la buena doctrina. Claro está que ese conocimiento y exposición son necesarios, lo serán siempre, y habrá que amoldarlos además a los oídos, modo de ser y circunstancias de las personas. Pero el discípulo de Cristo jamás se puede quedar en ser un mero conocedor del Evangelio que, en todo caso, va repitiendo a su alrededor lo que habría que hacer o lo que habría que evitar. El Evangelio, antes que para difundirlo es para vivirlo. Mejor sería decir que vivirlo es propagarlo; que la extensión por el mundo de la enseñanza y la vida de Cristo no es sino la manifestación de la vida de los cristianos.
De hecho, se da una perfecta unidad entre el ser y la actividad en el cristiano. El apostolado es como la respiración del cristiano: no puede vivir un hijo de Dios, sin ese latir espiritual, asegura san Josemaría. ¿Qué sentido tendría la vida de Cristo si tan sólo hubiera sido admirable, si no hubiera procurado nuestra salvación? De hecho, la actividad apostólica en sus innumerables variantes, no es algo más, añadido a la vida cristiana. Es el ser mismo del apóstol de Jesucristo que, sin más, se manifiesta. Son las palabras del Señor, no tanto escuchadas y aprendidas como hechas vida, que para eso las pronunció el Señor. Y el cristiano, bien consciente de esto, no se quiere conformar con ser un teórico, buen conocedor de la Biblia. Sería entonces el vivo retrato de aquella casa edificada sobre arena, que se viene abajo, desencantando a propios y extraños, en la primera contrariedad.
Es un buen momento hoy, como cada día, para preguntarnos por la consistencia de nuestra "casa". No nos vaya a suceder que esa vida de cara a Dios acabe teniendo apenas una apariencia de solidez. Que, a la hora de la verdad, se acabe descubriendo que nuestro edificio espiritual era tan sólo un decorado, tal vez aparente en su fortaleza y belleza para unos ojos ingenuos, pero sin consistencia interior, sin un fundamento sólido que garantice su estabilidad ante los embates y su permanencia en el tiempo. Es muy fácil el autoengaño, alentado por la mayor facilidad de una vida poco exigente y con el beneplácito del entorno que, no pocas veces, piensan y se comportan de modo semejante: unas prácticas de piedad rutinarias –las expresamente mandadas– y poco más.
Así, cuando se presentan circunstancias de una mayor exigencia –es muy conveniente, por ejemplo, realizar un mayor esfuerzo económico para garantizar una formación cristiana de los hijos– o la presión del ambiente social paganizado impulsa a contravenir la coherencia con la fe –un plan de diversión con amigos, pongamos por caso, que no permitiría cumplir con el precepto dominical–, entonces se puede poner de manifiesto la falta de fundamento y solidez de nuestro edificio espiritual: nuestra "casa" se sustentaba sobre arena. Algo, por otra parte, que ya sabíamos, aunque no lo hubiéramos querido pensar con el detenimiento y profundidad necesarios para decidirnos a un cambio de actitud.
La presión social contra nuestra vida cristiana y momentos de una mayor exigencia son inevitables en toda vida normal en medio de un mundo normal. No sería razonable pretender vivir como esas plantas de invernadero: siempre en las condiciones más óptimas para su más esplendoroso desarrollo. Las plantas naturales, como los hombres y las mujeres corrientes, viven, por lo general, en la calle y en medio de un mundo cambiante y, no pocas veces, agresivo, en intensa convivencia con los iguales, aunque diferentes tantas veces en sus ideologías, caracteres, mentalidades, culturas etc. Y es ahí, en contacto con la adversidad, donde nos espera Dios. Ahí se debe probar la autenticidad de cada uno. Y en medio de ese mundo es donde se sienten seguros y donde no tienen miedo los que se creen hijos de Dios y procuran comportarse como tales.
María, madre de Jesús y Madre nuestra, en todo momento está firmemente anclada en la divinidad. Su seguridad y su alegría son consecuencia de saber que "se ha fijado Dios en la humildad de su esclava". Esa realidad configura de continuo su tono vital optimista, radiante y generoso, incluso padeciendo el máximo dolor. "¡Madre nuestra, no dejes que nos apartemos de tu lado para estar siempre con Jesús!".
NOVEDADES FLUVIUM
ZENIT publica la carta que el Santo Padre Benedicto XVI ha enviado a Su Santidad Alejo II, Patriarca [ortodoxo] de Moscú y de todas las Rusias.
En propia mano ha hecho entrega de la misiva, el jueves 29 de Mayo de 2008 en Moscú, el cardenal Walter Kasper -presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos--. La Sala de Prensa de la Santa Sede ha difundido su contenido este viernes.
A Su Santidad Alejo II
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias
La visita a Rusia de Su Eminencia el cardenal Walter Kasper me ofrece la feliz oportunidad de saludarle cordialmente, de expresarle mi estima por su ministerio en la Iglesia ortodoxa rusa y de reafirmar mi aprecio por su compromiso en la promoción de las relaciones entre católicos y ortodoxos. Con alegría pienso en la experiencia de la creciente cercanía entre nosotros, acompañada por el deseo compartido de promover auténticos valores cristianos y de testimoniar a Nuestro Señor en una comunión aún más profunda. Pienso con gratitud en su reciente visita a Estrasburgo y a París y en la afectuosa acogida dispensada al arzobispo católico de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú en el curso de las celebraciones de Navidad del pasado año.
Otro signo de fraternidad y de amistad hacia la Iglesia católica es la invitación formulada al cardenal Kasper por parte de Su Eminencia Kiril, metropolita de Smolensk y Kaliningrado, presidente del departamento de Asuntos eclesiásticos externos del Patriarcado de Moscú, a visitar esa eparquía con ocasión de su onomástico. No es sólo una manifestación de buena voluntad personal, sino también un gesto hacia la Iglesia católica que el cardenal Kasper representa.
Durante su estancia en Rusia, el cardenal Kasper visitará Kazán para venerar el icono de la Madre de Dios que mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, le entregó, Santidad, a través del cardenal Kasper, quien acompañó de nuevo a la imagen sagrada a su tierra de origen. Este icono se parece a todas las demás venerables imágenes de la Madre de Dios y como tal es un poderoso signo de la cercanía que existe entre nosotros. Ofrece también una oportunidad de encuentro con los musulmanes que muestran gran respeto por María, la Madre de Dios. Su Santidad cada vez se ha comprometido más en el diálogo con los demás cristianos y con miembros de otras religiones, y es con profunda gratitud que he seguido, con interés orante, las señales de amistad y de confianza que su Iglesia y sus representantes han manifestado en diversos modos.
Agradecido por su empeño en el diálogo con los diferentes organismos eclesiales, religiosos y sociales, formulo, en este tiempo pascual, mis mejores y afectuosos deseos por su ministerio, confiando al Señor mi oración para que el gran misterio de nuestra salvación, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor, guíe más profundamente su vida y su servicio a la Iglesia. Que el Señor resucitado le conceda salud, paz y alegría interior y nos acerque más los unos a los otros, de forma que podamos recorrer juntos el camino hacia una plena comunión en Él.
En el Vaticano, 19 de mayo de 2008
BENEDICTUS PP. XVI
[Traducción del original en inglés realizada por Marta Lago.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la liturgia de la Palabra del domingo noveno del tiempo ordinario, 1 de Junio de 2008.
IX Domingo del Tiempo Ordinario
Deuteronomio 11, 18.26-28; Romanos 3, 21-25a.28; Mateo 7, 21-27
La casa en la roca
Todos sabían, en tiempos de Jesús, que es de necios construir la propia casa sobre arena, en el fondo de los valles, en lugar de hacerlo en lo alto de la roca. Después de cada lluvia abundante se forma, en efecto, casi de inmediato un torrente que barre las casitas que encuentra a su paso. Jesús se basa en esta observación, que probablemente había hecho en persona, para construir a partir de ella la parábola de este domingo sobre las dos casas, que es como una doble parábola.
"Así pues todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre roca".
Con simetría perfecta, variando sólo poquísimas palabras, Jesús presenta la misma escena en negativo: "Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina".
Construir la propia casa sobre arena quiere decir volver a poner las propias esperanzas y certezas en cosas inestables y aleatorias que no se sustraen al tiempo y a los vuelcos de fortuna. Tales son el dinero, el éxito, la propia salud. La experiencia lo pone ante nuestros ojos cada día: es muy poco lo que basta -un pequeño coágulo en la sangre, decía el filósofo Pascal- para que todo se derrumbe.
Construir la casa sobre roca quiere decir, al contrario, fundar la propia vida y las propias esperanzas en aquello que "los ladrones no pueden robar ni la polilla deshacer", sobre lo que no pasa. "Los cielos y la tierra pasarán -decía Jesús--, pero mis palabras no pasarán".
Construir la casa en la roca significa, muy sencillamente, construir en Dios. Él es la roca. Roca es uno de los símbolos preferidos de la Biblia para hablar de Dios: "Nuestro Dios es una roca eterna" (Is 26,4); "Él es la Roca, perfecta es su obra" (Dt 32,4).
La casa construida sobre la roca ya existe; ¡se trata de entrar en ella! Es la Iglesia. No, evidentemente, la que está hecha a base de ladrillos, sino la formada por las "piedras vivas" que son los creyentes, edificados en la "piedra angular" que es Cristo Jesús. La casa en la roca es aquella de la que hablaba Jesús cuando decía a Simón: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra (literalmente ‘roca')" edificaré mi Iglesia (Mt 16, 18).
Fundar la propia vida sobre la roca significa por lo tanto vivir en la Iglesia; no quedarse fuera apuntando sólo el dedo contra las incoherencias y los defectos de los hombres de Iglesia. Del diluvio universal se salvaron sólo pocas almas, las que habían entrado con Noé en el arca; del diluvio del tiempo que todo engulle se salvan sólo los que entran en el arca nueva que es la Iglesia (cf. 1 P 3, 20). Esto no quiere decir que todos los que están fuera de ella no se salven; existe una pertenencia a la Iglesia de otro tipo, "conocida sólo a Dios", dice el Concilio Vaticano II respecto a quienes, sin conocer a Cristo, obran según los dictados de la propia conciencia.
El tema de la palabra de Dios, que está en el centro de las lecturas de este domingo y sobre el que se celebrará en octubre el próximo Sínodo de los obispos, me sugiere una aplicación práctica. Dios se ha servido de la palabra para comunicarnos la vida y revelarnos la verdad. ¡Los seres humanos usamos a menudo la palabra para dar muerte y esconder la verdad! En la introducción a su famoso Dizionario delle opere e dei personaggi, Valentino Bompiani relata el siguiente episodio. En julio de 1938 tuvo lugar en Berlín el congreso internacional de los editores, en el que él también participó. La guerra se palpaba ya en el aire y el gobierno nazi se mostraba maestro en la manipulación de las palabras con fines de propaganda. El penúltimo día, Goebbels, que era ministro de Propaganda del Tercer Reich, invitó a los congresistas al aula del Parlamento. Se pidió a los delegados de los distintos países una palabra de saludo. Cuando llegó el turno a un editor sueco, éste subió al estrado y con voz grave pronunció estas palabras: "Señor Dios, debo pronunciar un discurso en alemán. Carezco de vocabulario y de gramática, y soy un pobre hombre perdido en el género de los nombres. No sé si la amistad es femenino o si el odio es masculino, o si el honor, la lealtad y la paz son neutros. Así que, Señor Dios, recobra las palabras y déjanos nuestra humanidad. Tal vez lograremos comprendernos y salvarnos". Estalló un aplauso, mientras Goebbels, que había captado la alusión, salía airado de la sala.
Un emperador chino, interrogado sobre qué era lo más urgente para mejorar el mundo, respondió sin dudar: ¡reformar las palabras! Quería decir: devolver a las palabras su verdadero significado. Tenía razón. Hay palabras que, poco a poco, han sido vaciadas completamente de su significado original y colmadas de un significado diametralmente opuesto. Su uso no puede más que resultar perjudicial. Es como poner en una botella de arsénico la etiqueta "digestivo efervescente": alguien se envenenará. Los Estados se han dotado de leyes severísimas contra los falsificadores de moneda, pero de ninguna contra la falsificación de las palabras. A ninguna palabra le ha ocurrido lo mismo que a la pobre palabra "amor". Un hombre abusa de una mujer y se justifica diciendo que lo ha hecho por amor. La expresión "hacer el amor" frecuentemente representa el acto más vulgar de egoísmo, en el que cada uno piensa en su satisfacción, ignorando totalmente al otro y reduciéndole a simple objeto.
La reflexión sobre la palabra de Dios nos puede ayudar, como se ve, también a reformar y rescatar de la vanidad la palabra de los hombres.
[Traducción del original italiano por Marta Lago]
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Aborto: el silencio de la vida
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- Este año se cumplen los 40 años de la aprobación, en Italia, de la conocida Ley 194, que despenaliza el aborto. Un aniversario en el cual no hay nada que festejar. El aborto directo es siempre y como sea la supresión de una vida. Una vida frágil, indefensa, que necesita de cuidados y de protección es suprimida por quien más bien está llamado a defenderla.
Despenalizar un acto significa no atribuirle la pena legal que merecería, mas no equivale, en ningún caso, a reconocer en aquel acto algo legítimo o bondad alguna. Sería interesante, desde este punto de vista, un debate con perfil filosófico y jurídico, sobre la existencia del poder del derecho en declarar “despenalizado” un acto intrínsecamente malo.
El aborto es y sigue siendo un mal. Un drama existencial para millones de mujeres que ni siquiera a décadas de años consiguen liberarse totalmente de la pesadilla de haber suprimido una vida. Porque suprimir la vida, sobre todo aquella germinada dentro de sí es siempre un acto contra la propia naturaleza. Un acto destructivo de “otra” vida, pero también de la propia, del propio equilibrio psicológico, de la propia existencia moral y espiritual.
Con la Ley 194, la sociedad ha puesto solamente sobre las mujeres el grave peso del aborto. Como con frecuencia sucede en ciertos ambientes ideológicos y feministas, se deja a la mujer totalmente sola, con la justificación de dejarla totalmente libre de decidir por sí misma y por su propio cuerpo (vale la pena recordar el slogan: "el cuerpo es mío, yo dispongo de él").
Es obvio que la vida que germina en el vientre materno no puede ser considerada “parte del cuerpo de la madre”, hecho ampliamente demostrado por la moderna ciencia genética que en los últimos años ha llegado a confirmar las tesis clásicas sobre la vida y sobre la irreductibilidad genética del embrión. Este tiene un propio código genético y es por lo tanto otra persona, diferente de su padre y de su madre. Una persona que nadie puede permitirse asesinar.
Es necesario reconocer los límites del poder Estatal, que no puede ir contra la realidad y la justicia ni siquiera con el apoyo democrático. Así mismo siempre es necesario evaluar con gran prudencia los “efectos pedagógicos” de la ley, la cual puede determinar sobre todo una mentalidad y sucesivamente un comportamiento. El punto de partida no es la revisión de la 194, si se diese, pues esta sería el punto de llegada, a menos que no existan “dogmas legislativos” que no conocíamos.
La cuestión verdaderamente urgente es la educación de un pueblo, la respuesta unida y convencida de las mejores fuerzas de la sociedad que debe volver a educar, y en tal perspectiva, debe educar a la vida. En una impresionante profecía, la Beata Teresa de Calcuta reveló que en el mundo continuarán las guerras mientras continúen los abortos. Si fuese el único modo para verdaderamente acabar con las guerras, ¿qué mejor ocasión para todos los pacifistas para mostrar su verdadero amor por la paz? (Agencia Fides 29/5/2008)
ZENIT publica el discurso que dirigió Benedicto XVI el jueves, 29 de Mayo de 2008, a los embajadores de Tanzania, Uganda, Liberia, Chad, Bangladesh, Bielorrusia, República de Guinea, Sri Lanka y Nigeria.
Excelencias:
Con gran alegría os doy la bienvenida en el momento de la presentación de las cartas que os acreditan como embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de vuestros respectivos países: Tanzania, Uganda, Liberia, Chad, Bangladesh, Bielorrusia, República de Guinea, Sri Lanka y Nigeria. Os doy las gracias por las gentiles palabras que me habéis dirigido en nombre de vuestros jefes de Estado. Os pido que les transmitáis mi deferente saludo y mis mejores deseos para sus personas y para la elevada misión que realizan al servicio de su nación. Mi saludo se dirige también a todas las autoridades civiles y religiosas de vuestros países, así como a todos vuestros compatriotas. Vuestra presencia hoy me da asimismo la ocasión para expresar a las comunidades católicas presentes en vuestros países mi afecto y para asegurarles mis oraciones, para que sigan testimoniando con fidelidad y entrega a Cristo, a través del anuncio del Evangelio y de los múltiples compromisos al servicio de todos sus hermanos en humanidad.
En el mundo de hoy los responsables de las naciones tienen un papel importante, no sólo en su propio país, sino también en las relaciones internacionales para que toda persona, allí donde vive, pueda beneficiarse de condiciones de vida decentes. Por este motivo, la medida primordial en materia política es la búsqueda de la justicia para que siempre se respeten la dignidad y los derechos de todo ser humano, y para que todos los habitantes de un país puedan participar en la riqueza nacional. Lo mismo sucede a nivel internacional.
Ahora bien, la comunidad humana también está llamada a ir más allá de la simple justicia, manifestando su solidaridad a los pueblos más pobres, con la preocupación de una mejor distribución de las riquezas, permitiendo en particular a los países que cuentan con bienes en su suelo o en su subsuelo beneficiarse en primer lugar. Los países ricos no pueden apropiarse, por ellos mismos, de lo que procede de otras tierras. Es un deber de justicia y de solidaridad el que la comunidad internacional vigile sobre la distribución de los recursos, prestando atención a las condiciones propicias para el desarrollo de los países que más lo necesitan.
Asimismo, más allá de la justicia, es necesario desarrollar también la fa fraternidad para edificar sociedades armoniosas en las que reinen la concordia y la paz, para resolver los eventuales problemas que surjan a través del diálogo y la negociación, y no a través de la violencia en todas sus formas, que sólo puede afectar a los seres humanos más débiles y pobres.
La solidaridad y la fraternidad revelan, en definitiva, el amor fundamental que debemos dispensar a nuestro prójimo, pues toda persona que tiene una responsabilidad en la vida pública está llamada a hacer que su misión sea, ante todo, un servicio a todos sus compatriotas y más en general a todos los pueblos del planeta.
Por su parte, las Iglesias locales no dejan de hacer todos los esfuerzos posibles para ofrecer su contribución al bienestar de sus compatriotas, en ocasiones en situaciones difíciles. Su deseo más sentido es continuar incansablemente con el servicio al hombre, a todo hombre, sin discriminación alguna.
Vuestros jefes de Estado os acaban de confiar una misión ante la Santa Sede que, por su parte, presta particular atención al bien de las personas y de los pueblos. Al final de nuestro encuentro, señores embajadores, os presento mis mejores deseos para que el servicio que estáis llamados a desempeñar en el marco de la vida diplomática. Que el Altísimo os apoye a vosotros, a vuestros seres queridos, a vuestros colaboradores y a todos vuestros compatriotas en la edificación de una sociedad pacífica, y que sobre cada uno de vosotros descienda la abundancia de las bendiciones divinas.
[Traducción del origina francés realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Palabras del Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos de Tailandia, recibidos en audiencia para la visita quinquenal Ad Limina Apostolorum el 16 de Mayo de 2008.
Queridos Hermanos Obispos,
“Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra” (cf. Sal 104,30). Con estas palabras de la antífona de Pentecostés doy cordialmente la bienvenida a vosotros, los obispos de Theilandia. Doy las gracias al Obispo Phimphisan por sus amables sentimientos expresados de vuestra parte. Calurosamente correspondo a ellos y os aseguro mis oraciones por vosotros mismos y por aquellos encomendados a vuestro cuidado pastoral. Vuestra visita ad Limina Apostolorum es una ocasión para fortalecer vuestro compromiso de hacer que Jesús sea cada más visible dentro de la Iglesia y conocido en la sociedad a través del testimonio del amor y de la verdad de su Evangelio.
La gran fiesta de Pentecostés que hemos celebrado recientemente nos recuerda que el Espíritu del Señor llena todo el mundo y nos impulsa a llevar a Cristo a todos los pueblos. En vuestro país esta misión de la pequeña comunidad cristiana es asumido dentro del contexto de relaciones, muy especialmente con los budistas. De hecho, de buena gana me habéis expresado vuestro gran respeto por los monasterios budistas y la estima que tenéis por la contribución que ellos hacen a la vida social y cultural del pueblo Thai.
La coexistencia de diferentes comunidades religiosas hoy día se desarrolla contra la situación general de globalización. Recientemente observo que las fuerzas de globalización ven a la humanidad colocada entre dos polos. Por un lado está la multitud creciente de lazos económicos y culturales que normalmente realzan un sentido de solidaridad global y responsabilidad compartida por el bien de la humanidad. Por otro lado hay signos inquietantes de una fragmentación y de un cierto individualismo en el que el secularismo toma agarre, empujando lo trascendente y el sentido de lo sagrado a los márgenes y eclipsando la verdadera fuente de armonía y unidad dentro del universo. Los aspectos negativos de este fenómeno cultural, que causa consternación a vosotros mismos y a otros líderes religiosos en vuestro país, de hecho señala la importancia de la cooperación interreligiosa. Claman por un esfuerzo coordinado en mantener el alma espiritual y moral de vuestro pueblo. De acuerdo con los Budistas, podéis promover entendimiento mutuo que se preocupe de la transmisión de tradiciones a las generaciones futuras, de la articulación de valores éticos perceptibles a la razón, de la veneración por la trascendencia, de la oración y de la contemplación. Tales prácticas y disposiciones sirven al bien común de la sociedad y maduran la esencia de cada ser humano.
Como pastores de pequeños y dispersos rebaños, recibís el consuelo del envío del Paráclito, que defiende, aconseja y protege (Cf Jn 14, 16). ¡Animad a los fieles a abrazar todo lo que engendra la nueva vida de Pentecostés! El Espíritu de la verdad nos recuerda que el Padre y el Hijo están presentes en el mundo a través de aquellos que aman a Cristo y mantienen su palabra (cf. Jn 14, 22-23), llegando a ser discípulos enviados a dar fruto (cf. Jn 15, 8). El flujo del Espíritu es por eso un don y una tarea; una tarea que a cambio llega a ser ella misma un don epifánico: la presentación de Cristo y de su amor en el mundo. En Thailandia, ese don se encuentra particularmente a través de las clínicas médicas de la Iglesia y de asuntos sociales así como a través de sus escuelas, porque es ahí que el noble pueblo Thai puede llegar a reconocer y conocer el rostro de Cristo.
Queridos hermanos, habéis apuntado correctamente que las escuelas católicas y colegios hacen una contribución notable a la formación intelectual de numerosos jóvenes Thais. Deberían también hacer una contribución destacada a la educación espiritual y moral de la juventud. En verdad, es por estos aspectos cruciales de la formación de la persona que los padres – sea católicos o budistas – vuelven a las escuelas católicas.
En este aspecto, deseo pedir a los muchos religiosos y religiosas que diligentemente sirven en instituciones católicas de enseñanza en vuestras Diócesis. El suyo no debería ser primeramente un papel de administración sino de misión. Como personas consagradas están llamadas a ser “testigos de Cristo, epifanía del amor de Dios en el mundo”, a exigir “el valor del testimonio y la paciencia del diálogo” sirviendo “a la dignidad de la vida humana, a la armonía de creación, y a la existencia pacífica de pueblos” (Personas Consagradas y su Misión en las Escuelas, 1-2). Es de suma importancia, por eso, que el Religioso permanezca cercano a los estudiantes y a sus familiares, muy especialmente a través de su enseñanza en el aula del catecismo para los católicos y para otros interesados, y a través de la formación moral y el cuidado de las necesidades espirituales de todos en la comunidad escolar. Animo a las Congregaciones en su compromiso al apostolado de la educación, confiando que las estructuras de honorarios sean justas y transparentes, y confiando que las escuelas lleguen a ser cada vez más accesibles a los pobres que tantas veces añoran el abrazo de fidelidad de Cristo.
Un buen ejemplo de la proclamación de las grandezas de Dios (cf. Act 2, 11) es el servicio asumido en vuestras comunidades por los catequistas. Han abrazado con gran celo y generosidad la convicción ardiente de San Pablo: “Hay de mí si no predicara el Evangelio” (1Cor 9, 16). Esta tarea no puede, sin embargo, ser dejada a ellos solos. Está el ministerio de vuestros presbíteros “para anunciar la palabra divina a todos” y para “trabajar en la predicación y la enseñanza” (Rito de la Ordenación, núm. 102). Esta tarea sacerdotal fundamental que, para ser efectiva, requiere una sana formación filosófica y teológica, no puede ser delegada a otros. Además, cuando los catequistas bien preparados trabajan conjuntamente con los párrocos las ramas de la viña llevan mucho fruto (cf. Jn 15, 5). Por ello, vuestros propios informes aluden a las tareas carismáticas que requieren atención, incluyendo la formación de los cónyuges que no son católicos y la solicitud pastoral por las muchas personas y familias católicas que moviéndose de zonas rurales hacia la ciudad corren el riesgo de perder contacto con la vida parroquial.
Finalmente, queridos Hermanos, deseo expresar mi aprecio por los esfuerzos de toda la comunidad católica de Thailandia por defender la dignidad de cada vida humana, especialmente la más vulnerable. De particular preocupación para vosotros es el azote del tráfico de mujeres y niños, y la prostitución. Indudablemente la pobreza es un factor subyacente a estos fenómenos, y en este aspecto sé que se está consiguiendo mucho a través de los programas de desarrollo de la Iglesia. Pero hay un aspecto adicional que debe ser reconocido y colectivamente afrontado si esta aborrecible explotación humana debe ser eficazmente enfrentada. Estoy hablando de la trivialización de la sexualidad en los medios de comunicación e industrias del espectáculo que estimulan un declive en los valores morales y conduce a la degradación de las mujeres, a la debilidad de la fidelidad en el matrimonio e incluso al abuso de niños. ¡Con afecto fraternal ofrezco estas reflexiones, deseando afirmaros en vuestros deseos de recibir la llama del Espíritu de modo que podáis con una sola voz proclamar la Buena Nueva de Jesús! A todos vosotros, a vuestros sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles laicos, os imparto con mucho gusto mi Bendición Apostólica.
(Traducción particular no oficial desde el Inglés)
DOMINGOO 9 DEL TIEMPO ORDINARIO / A
1 de junio de 2008
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
El domingo 11 de mayo concluimos el tiempo de Pascua, con la solemnidad de Pentecostés. Luego, en los dos últimos domingos, hemos celebrado las fiestas de la Santísima Trinidad y el Corpus. Y hoy, al comenzar el mes de junio, comenzamos también la larga serie de domingos que reciben el nombre de "tiempo ordinario", y que iremos siguiendo hasta que a finales de noviembre volvamos a empezar el tiempo de Adviento.
En el tiempo ordinario no celebramos ningún acontecimiento ni ningún aspecto concreto de nuestra fe. Sino que celebramos lo que nos reúne aquí todos los domingos en la Eucaristía: que Jesús resucitado nos convoca, para escuchar su palabra y para participar de su mesa. Domingo tras domingo, escucharemos su evangelio y nos alimentaremos de su cuerpo y su sangre, para ofrecer en el mundo, con nuestra vida, el testimonio de su amor.
A. penitencial: En silencio, oremos y preparémonos para esta celebración.
Tú, que eres el camino que nos conduce al Padre. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la verdad que ilumina a la humanidad entera. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la vida que renueva el mundo. SEÑOR, TEN PIEDAD.
1. lectura (Deuteronomio 11,18.26-29.32): En los domingos del tiempo ordinario, vamos siguiendo, página tras página, la lectura de uno de los evangelios. Este año corresponde el de Mateo. Y ahora, esta primera lectura del Antiguo Testamento, nos prepara para el mensaje de Jesús que luego escucharemos. Hoy es una potente invitación a seguir los caminos de Dios, los caminos que nos ha enseñado Jesús.
2. lectura (Romanos 3,21-25a.28): En los domingos del tiempo ordinario, en la segunda lectura, vamos leyendo los fragmentos principales de las cartas apostólicas. Hoy comenzamos la lectura de la carta de san Pablo a los Romanos, que escucharemos durante bastantes domingos, y nos ayudará a reflexionar sobre nuestra fe y sobre la salvación que hemos recibido.
Oración universal: Presentemos al Padre nuestras plegarias, com una mirada muy amplia hacia el mundo entero. Respondamos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE:
Para que la Iglesia sea siempre, en medio del mundo, semilla de fraternidad y de esperanza. OREMOS:
Para que crezcan entre nosotros las vocaciones a la vida sacerdotal, diaconal y religiosa. OREMOS:
Para que nuestros gobernantes, y los gobernantes de todo el mundo, tengan como primera preocupación el bienestar de los pobres y necesitados. OREMOS:
Para que los enfermos se sientan acompañados en su dolor. OREMOS:
Para que todos nosotros experimentemos, cada día más, el gusto de la oración y de la relación personal con Dios. OREMOS:
Escucha, Padre, nuestra oración, haz que nuestra vida se sostenga sobre la roca firme del evangelio, y derrama tu amor sobre los hombres y mujeres del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padrenuestro: Fieles a la enseñanza de Jesucristo, ahora, antes de comulgar, nos atrevemos a decir:
Entrevista a Mons. Livio Melina, Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, publicada en DOSSIER FIDES "LA CRISIS DE LA FAMILIA EN EUROPA" (segunda parte). 26 abril 2008.
Entrevista a Mons. Livio Melina, Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia
El Pontificio Instituto para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, ha sido fundado en 1981 por el Papa Juan Pablo II, para ofrecer a la Iglesia una contribución de reflexión filosófica, teológica y pastoral, sobre la veracidad respecto a la persona, al matrimonio y la familia, con la ayuda de varias ciencias humanas. El Instituto prepara sacerdotes, religiosos y laicos para desarrollar profesiones en ámbito eclesiástico y civil. Actualmente se proponen los siguientes cursos: Licencia en Teología del Matrimonio y de la Familia; Doctorado en Teología con especialización en Teología del Matrimonio y de la Familia; Máster en Ciencias del Matrimonio y de la Familia: ciclo normal y ciclo especial; Máster en Bioética y Formación; Diploma en Pastoral Familiar. Además de tener sede en Roma , Italia, el Pontificio Instituto Juan Pablo II tiene sedes en México, Brasil, Estados Unidos, España, África, India, Australia. Al presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II, Monseñor Livio Melina, la Agencia Fides le ha hecho algunas preguntas sobre el tema de la crisis de la familia en Europa.
Monseñor Melina, cada veinticinco segundos en Europa hay un aborto, y tiene más víctimas que las enfermedades del corazón, las enfermedades cardiovasculares, los accidentes de la calle y los suicidios. El crecimiento natural de la población es algo más del 1,1%; los divorcios en los últimos 15 años han aumentado del 50% comprometiendo a 21 millones de hijos. Según su parecer, a quién se puede atribuir estos resultados?
Se trata de fenómenos complejos que pertenecen a un mismo contexto socio-cultural, aún manteniendo dinámicas independientes. Relativamente al aborto, cada vez se hace referencia a la necesidad de introducir una contracepción de masa para evitarlo, pero en realidad la observación comparativa de la situación francesa y de la italiana muestra como esta contracepción no es pertinente. De hecho en Francia, de frente a una contracepción muy difundida, se verifica un crecimiento del aborto. Mientras que en Italia, en donde la contracepción se practica menos, hay una disminución del aborto. Esto significa que la causa profunda ya sea de la contracepción como del aborto es la falta de una cultura de la familia y de una concepción de la sexualidad separada del amor.
Asimismo relativamente al divorcio, éste se difunde cuando falta la capacidad de un compromiso fuerte y fiel con el cónyuge y lo hijos y cuando falta la capacidad de afrontar las dificultades y los sacrificios que conlleva la vida con otra persona.
Respecto a la “Propuesta para una estrategia de la Unión Europea para el sostén de las parejas y del matrimonio” redactada por el secretariado de la Comece (Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea) y presentada el 5 de noviembre de 2007 en Bruxelles, se lee “el documento no pretende poner en discusión el actual acuerdo en la UE sobre las competencias de los Estados miembros en materia de derecho de la familia y políticas familiares. Por el contrario entiende promover un debate sobre lo que las instituciones comunitarias pueden hacer en el ámbito de sus propias competencias”. Qué pueden hacer concretamente, según Su parecer, las instituciones comunitarias para la familia?.
Creo que la familia, fundada sobre el matrimonio establecido entre un hombre y una mujer, necesita que la reconozcan como elemento básico del bien común de una sociedad y, por lo tanto, jurídicamente tutelada y sostenida por adecuadas políticas en el ámbito de la educación, del trabajo, de la casa, de la salud y de la organización de la vida social.
De hecho, sólo la familia, que de una manera estable se dedica al crecimiento de los hijos y al bien de sus miembros, contribuye a asegurar a la sociedad aquel “capital social” que le es indispensable: es decir, aquella reserva de comportamientos, actitudes y valores compartidos sobre los cuales se basan las relaciones sociales más cotidianas y necesarias.
Las instituciones comunitarias tendrían que reconocer este rol esencial de la familia, fundada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer y que es conforme al sentir de nuestros pueblos y de nuestras tradiciones, y por consiguiente, favorecido.
No es urgente, según Su parecer, que se promueva una gran campaña para la natalidad en Europa?
Ciertamente el invierno demográfico en el cual se encuentran involucradas muchas naciones europeas es un tema de gran preocupación para el bienestar de la sociedad. Sin embargo, no creo que el problema se pueda resolver con simples exhortaciones, sino más bien por una recuperación cultural de la esperanza en el futuro, que naturalmente tiene que estar sostenida también por adecuadas medidas sociales en favor de la maternidad y de la familia. En este sentido, las políticas, iniciadas en algunas naciones europeas en el último decenio, muestran que es posible invertir una tendencia y superar las consecuencias de una actitud pesimista y replegada sobre sí en la cual se encuentran viviendo frecuentemente algunas poblaciones europeas.
Se trata de salir de una situación en la cual los jóvenes están desalentados para asumir el compromiso de formar una familia, por la precariedad esencial en la cual se encuentra y en la cual, también están las jóvenes familias, que aunque desearan y quisieran abrirse a la vida, están solas y obstaculizadas de mil modos en su deseo generoso y espontáneo.
Cuáles son, para la familia, los efectos del envejecimiento de la población?
Yo no soy un sociólogo, pero me parece que un envejecimiento general de la población, más allá de los aspectos de carácter económico, como la dificultad para asegurar las pensiones y un adecuado sostén a las personas ancianas y enfermas, comporta sobre todo una falta de esperanza y de ímpetu para el futuro.
Ha sido justamente el tema de la esperanza que el Papa Juan Pablo II ha desarrollado en su documento post-sinodal sobre la Iglesia en Europa y que en particular el Papa Benedicto XBI ha tocado en su reciente encíclica “Spe salvi”.
Bien común e identidad cristiana de Europa. Cuáles son sus observaciones al respecto?
La posibilidad de mirar con esperanza el futuro depende de la certeza que se nutre sobre el valor de la propia identidad histórica y de la propia memoria, una esperanza fundada puede radicarse sólo en la memoria. Se nota a menudo en Europa una tendencia a negar las propias raíces cristianas, que, junto con otros factores culturales, constituyen el ADN que puede permitir dirigirse al futuro con una actitud de fe y de diálogo con los otros pueblos.
Un pueblo sin identidad es más fácilmente manipulado por el poder: no sabiendo que es, no sabe donde ir y no encuentra motivaciones suficientes para edificar una vida común orgullosa de la propia historia y abierta al diálogo con los otros.
En un contexto cultural en el cual se pierde una identidad común prevalece la deriva hacia la inmediata satisfacción de los deseos y hacia el individualismo, así como no se encuentran más las razones del vivir común, y desaparece la idea misma que exista un bien común para el cual hay que trabajar y sacrificarse. Para esto creo que sólo la recuperación de una memoria serena y fuerte de la propia identidad cristiana pueda permitir encontrar las razones de la vida social y del ímpetu hacia el futuro.
Consejos publicados en HOJA DE DIFUSIÓN PARROQUIAL DE SANTA RITA DE CASIA DE PUNTA BRAVA Y DE SAN PABLO APÓSTOL EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ "Como las Hormigas", número 156.
ALGUNOS CONSEJOS PARA PONER EN PRÁCTICA
Así como nadie se hace Santo de un día para otro, tampoco cae en la tibieza o se hace un degenerado o un perverso de un día para otro. Se llega a la tibieza poco a poco, lentamente, un día y otro día. No te olvides que la pereza aunque parezca casi inofensiva es un pecado capital zorro, "que las mata callando". Por eso organiza tu tiempo bien, dando a las cosas del espíritu el tiempo proporcionado a su categoría. Revisa tú vida a fondo y mira si se están creando en ti malas costumbres. Pon remedio al principio. Tapa enseguida los salideros. Ahonda en los cimientos. Refuérzalos y edifica sobre la roca. Tapa a tiempo ese boquete que hay en la muralla de tu alma, hasta que sea tarde "tienes que estar alerta". No dejes que el demonio entre dentro de la carne, valiéndose de los criterios y consejos del mundo. Reacciona, pues, a la contra. Lucha por hacer de buena gana las cosas. No seas condescendiente con tu cuerpo. Huye de la comodidad de la vida fácil. Pide fuerzas a Dios. Busca tiempo para orar, haz lo imposible por hablar con Dio que está dentro de ti. Tienes arreglo. Nunca es tarde. Empieza ya. Espabílate.
Me dices que llevabas una vida organizada y metódica y que ahora tienes miedo porque se te ha venido abajo todo y sientes que tu vida está toda desbaratada, toda esconchada y vas como barco a la deriva navegando no sé ni para donde, sin rumbo, que como un castillo hecho con naipes se te ha venido abajo, que te sientes mal, que tienes tristeza y aún ganas de llorar, que cada vez te sientes más débil y hasta rezando pareces que eres un repetidor como un loro. No estoy conforme con esta situación; pero estoy muy enredado y lo tengo muy complicado. Bueno el que te des cuenta que vas mal es una buena señal. Pero no basta con que detectes tu deterioro en la vida espiritual. Tienes ya que parar esa espiral que va arrastrando toda tu vida espiritual al caos. ¿No ves al diablo riéndose a carcajada celebrando su triunfo, porque ha atrapado entre sus garras a una buena presa? Ya el diablo piensa que eres de él y lo celebra. Y aunque no te guste tengo que nombrar-te al diablo, aunque no es él el principal culpable de tu situación horrible. El diablo solamente tienta y si logra hacerte caer, cuando ya estás en el suelo tendido tratará de ponerte el pie encima; pero mientras estés vivo tienes arreglo y puedes salirte de esa situación anómala. Depende de ti porque la gracia de Dios siempre está lista para ayudarte. Todavía estás a tiempo.
Con la tibieza el alma se va endureciendo, y desaparece la devoción. Quizá sigas haciendo de una manera mecánica o automática los rezos que tienes por costumbre; pero ahora lo hace sin vida. A un alma mediocre y tibia todo le molesta, todo le cansa, vive descontenta de todo. En todo ve problemas. Camina rumbo al precipicio. Dice que no soporta a nadie; pero también su vida es in-soportable para los demás. Su actitud amorfa e indolente desanima. Todo lo murmura, todo lo cri-tica. Es pesado y horroroso el tener que convivir con personas tibias que se conforman con la vida ramplona que llevan, sin ánimo, ni ilusión. Solo le importa que no le molesten. No quiere complicar-se la vida. Ha renunciado abiertamente a la santidad. iQué pena que un alma que está hecha para volar alto, termine arrastrándose como una serpiente! No obstante quiero que salgas valiente de esa situación, porque sé que no eres feliz. Has caído lastimosamente tan bajo; pero aún hay esperanzas.
Una persona mediocre, es alguien que vive sin esperanzas y no se hace problema de los pecados, ni le importan los Diez Mandamientos y así comienzan a adueñarse de él todas las pasiones y termina siendo una piltrafa en manos del enemigo. Dormirse es morirse, dice el refrán. No te conformes con una situación así, que te hace infeliz y la vida se vuelve cuesta arriba. No te conformes con ser solamente un cuerpo físico que ocupa un lugar en el espacio, como una piedra o una montaña de arena. Espabílate porque el reloj del tiempo sigue sin pararse. Día vacío, es día perdido. Lo mejor es que te organices y te programes. No andes al tun tun. Ten miedo porque el alma se puede volver dura, y termina abandonando aún las devociones, y luego las obligaciones, sin distinguir entre el pecado mortal o una simple imperfección. La conciencia se puede estropear y crear-se una moral, y una religión a su medida. Termina creyéndose, en la práctica, en ser él mismo, él Dios de sí mismo.
Artículo publicado en el Boletín "Misioneros Javerianos", número 442 - mayo 2008.
ENTRE NOSOTROS
JUAN DIDONE - LA ALEGRIA DE VIVIR
1930-1964
El P. Juan Didoné nació el 18 de marzo de 1930, en Vicenza-Italia. Nace en una familia muy religiosa, tuvo cuatro hermanas religiosas, y otros dos hermanos sacerdotes-religiosos, uno de ellos —como él— javeriano. Es la suya una familia de labradores donde nada abundaba, pero donde no faltaba lo necesario.
En la casa de los Didoné se rezaba con fe y se participaba a las celebraciones litúrgicas con frecuencia y asiduidad, el hablar de Dios, de la religión, de las misiones... era una cosa normal.
Misionero
Juan expresó su deseo de ser misione-ro, su padre no se oponía a que su hijo fuera sacerdote, pero misionero ya era otro cantar. No teniendo el consentimiento del padre, Juan ingresa en el seminario diocesano de Padua, tendrá que esperar a los 20 años para obtener el permiso de su padre. Dicho permiso lo obtiene en una conversación con su padre al cual le dice: «Mira papá, ya sé que te causo un disgusto, pero he decidido hacer-me misionero. Si tú te opones retrasarás el realizar mi deseo unos cuantos meses, los que tardaré en cumplir 21 años, en todo caso, y aunque sé que te cuesta mucho, me gustaría contar con tu bendición». El padre le contesta: «me había ilusionado con la idea de que hubieras desistido de ese propósito, de no ser así sigue tu camino», y aceptó.
Javeriano
Juan ingresa con los javerianos y emite su profesión religiosa en octubre de 1951, posteriormente realiza el bachillerato en Desio y la teología en Piacenza. El 20 de septiembre de 1958 es ordena-do diácono y en diciembre, del mismo año, sacerdote. Unos días después de su ordenación escribe a una de sus hermanas: «Lo que experimento por las mañanas, al acercarme al altar, no lo puedo describir. Reza para que no me «acostumbre» nunca a celebrar la Eucaristía, a ser sacerdote; nunca he estado tan convencido, como en estos días, que es gracias a la misericordia de Dios que hoy soy lo que soy: sacerdote misionero».
La misión
El P. Juan parte para misiones, para la actual R. D. del Congo, el 3 de diciembre de 1959. Desde su llegada a su muerte transcurren cinco años en los que trabaja en la diócesis de Uvira, en varias misiones. Todas estas misiones contaban con un buen número de capillas o sucursales, con lo cual, el P. Juan, dedicada muchos días del mes visitándolas para encontrarse con los catequistas, con los fieles, para celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos.
En sus cartas, el P. Juan, habla frecuentemente del inmenso trabajo que siempre hay que hacer: catecúmenos, confesiones, enfermos, Legión de María, Juventud javeriana... a todo se dedica con celo y energía juvenil.
La situación
En el número anterior, escribiendo sobre el P. Luis Carrara, se ha descrito brevemente la situación del Congo en aquellos años, que son los mismos que vive el P. Juan. Escribiendo, desde Fizi, a una de sus hermanas religiosa dice: «A pesar de todo, no todo va mal. Políticamente todo está a ras de tierra, no hay mida que funcione; podemos decir que no hay ninguna autoridad y, por otra parte, también se constata que hay muchas. Todos quieren mandar e imponer su voluntad e intereses. Los soldados ;gracias a Dios! comienzan a ser más disciplinados y a estar en su sitio, lo que hace que todos podamos estar más tranquilos. La comunidad cristiana, después de las últimas dispersiones, se está rehaciendo y la participación en la vida parroquial y en los sacramentos está aumentando...».
Hasta la muerte
Después de asesinar, como decíamos en el número anterior, al P. Luis Carrara y al hermano Faccin en Baraka, el jefe guerrillero Masanga se encamina a la Misión de Fizi. Antes de llegar pasa por el cuartel general del general Shabani, el cual, una vez informado, se muestra contrario al asesina-to de los misioneros de Baraka y pregunta a Masanga qué ventajas se obtienen matan-do misioneros. Masanga responde que «si han muerto los de Baraka ¿por qué deben seguir vivos los de Fizi?» Se impone la lógica de la violencia sin sentido.
Son la seis de la tarde, el jeep de Masanga se para a la puerta de la misión de Fizi, Masanga llama a gritos al P. Juan al cual no le da tiempo de salir de la casa, en la puerta una bala le atraviesa la cabeza. Era el 8 de noviembre de 1964.
Después de su muerte se encontró una carta que acababa de escribir. Era una respuesta a un maestro que le había escrito lamentándose de que hacía mucho que el P. Juan no visitaba su zona y sospechando que los misioneros hubieran dejado el País. En ella el P. Juan decía: «Nosotros, los misioneros, seguimos aquí en Fizi, muy lejos de nuestro país, pero Dios está en todas partes y nos ve. No penséis que regresaremos a nuestra caja, sabed que antes de abandonaras preferimos morir. No creed las mentiras que os cuentan, nosotros nos que-damos. No he ido a visitaros porque, por ahora, no puedo...». n
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Consejos para poner en prática publicados en "Como las Abejas" Boletín Informativo "Hogar Santa Rita", Marzo-Abril - 2008 / N° 38.
Algunos Consejos para poner en Práctica
La sencillez es una virtud de niños inocentes, por eso es encantadora la vida de Santa Teresita del Niño Jesús, con su caminito de vida espiritual y su autobiografía de La Historia de un alma, donde se ve que conserva la sencillez de la niñez, sin malicia ninguna, siempre amable y sonriente. Nunca, pues, andar con astucia y artificios, ni andar con rodeos. Lo que está mal, está mal, hágalo quien lo haga. No andemos justificando el mal según qué persona lo haga. Si somos nosotros los equivocados, entonces hemos de aceptar la corrección y pedir sencillamente perdón y tratar de rectificar y cuando hayamos hecho lo que teníamos que hacer y hayamos rectificado, no volver a darle vueltas al pasado. Ni nos estemos justificando poniendo mil excusas para quitarnos la culpabilidad. Jamás un Santo se creyó Santo, y hasta soportaban con sencillez las injusticias, sin estar echando la culpa a nadie. La sencillez deja todo en manos de Dios.
Cuando hagamos algo, no andemos averiguando si lo hicimos bien. Si agradó o no a todo el mundo. Hemos de evitar de hablar de los éxitos propios, o de las cosas que hemos hecho, o de los títulos o diplomas o distinciones que hemos recibido. Hacer las cosas de la mejor manera que sepamos por amor a Dios, sin estar pensando, si nos van a tener en cuenta o si nos van a aplaudir. Cuando están hablando bien de nosotros nos encanta que se alarguen en elogios, cuando alaban a otros, muchas veces interrumpimos para que no hablen tanto, o nos da envidia y queremos que cambien de rollo. Y hasta a veces le quitamos importancia y decimos "que no es para tanto". Maldita envidia, que nos ciega. Al contrario, deberíamos desear que alaben a los demás, que triunfen, que tengan suerte, que les vaya bien. Qué importa que a ti te ignoren. Dios es el mejor testigo de todo lo bueno que tú hagas y ya llegará el momento en que te premiará.
Si alguien te critica, o dicen barbaridades de tu vida y hasta inventan historias sobre tu vida, que jamás hiciste tú y ni siquiera se te pasó por la cabeza, deja que siga la vida. No vale la pena ponerte a defenderte. A Jesucristo, que era perfecto, lo criticaron y lo odiaron tanto que lo crucificaron y le escupieron en la cara iQué asco y qué horrible verdad! Entonces ¿De qué nos vamos a extrañar? Procura que no sea verdad lo que critican de ti y si hay algo de verdad, pues, acepta el aviso y corrígete. A veces el amor propio nos ciega y nos impide reconocer los propios fallos. Recibir las contrariedades, y las enemistades con delicadeza y mucha paciencia y en silencio. Que no nos falte la sonrisa. Que nuestro mal humor no lo pague nadie. Ni echemos cuatro gritos para desahogar nuestra soberbia y la falta de control.
No hay mayor infelicidad que la de sentirse fracasado. Aún cuando uno esté muy mal por dentro, tenemos que seguir adelante y no es cuestión de ir enseguida en busca de alguien con quién desahogarse. En esos momentos duros pienso que es mejor aceptar el sufrimiento v meternos dentro de nosotros mismos y hablar con Dios y pedirle ayuda. Pienso también que no debemos perder el tiempo en buscar culpables, y darle vueltas a la historia pasada. Si tiene solución el problema, pues, poner los medios, sin perder los nervios, con serenidad y afrontando las consecuencias. Si no tiene solución y no tiene arreglo, pues, para qué sufrir más con un problema pasado. La vida sigue y vendrán nuevas oportunidades.
Uno tiene que tomar en serio la vida. Siempre estamos estrenándola. Es lo más serio que tenemos v el tiempo se nos va. Y no es cuestión de rellenar el tiempo. Uno debe organizarse para aprovechar mejor el tiempo. Uno tiene que tener personalidad y no tener miedo a comprometerse. Tiene uno que definirse. Dice el Señor: El que quiera seguirme que tome su cruz de cada día y que me siga. 0 estás conmigo o estás contra mí. Pero Dios está contigo. Te acompaña siempre, tienes que hacer frente a los problemas reales de cada día, confiando en Dios que es amor, que nunca falla. iVenga! iAdelante!
VATICANO - “AVE MARIA” por mons. Luciano Alimandi - El “mar del Amor”
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Señor usa con frecuencia parábolas para indicar, con similitudes eficaces, los misterios de su Reino, abriendo las mentes y los corazones de sus discípulos y haciéndolos participes de la maravillosa obra a la que los ha llamado: ¡la santidad! Nosotros, sus hijos, podemos imitar al Maestro también utilizando imágenes y ejemplos, tomados de la vida cotidiana, para actualizar el Evangelio. Una de estas imágenes, con frecuencia utilizada por los santos, por los predicadores de la Palabra, por los autores espirituales, etc., es sin duda la del “mar”.
La figura del mar ayuda, por ejemplo, a comprender la inmensidad del Amor de Dios por la humanidad: es basto, profundo e inmenso... en una palabra sin límites como un océano. Ese amor de Cristo, del único e indivisible Cristo, es el mismo “ayer, hoy y siempre” y no hace diferencias de personas, se dona a todos, como en la blanca Hostia. Aquí, la Presencia de Cristo es total, en cada una de las partículas, no importa si consagrada en una Misa celebrada en una gran Basílica o en una minúscula capilla, Jesús es siempre el mismo: ¡Hombre y Dios! Es como el mar: moja a todos los que se sumergen en él. Cuando uno se sumerge en el mar es porque ha dejado la tierra.
Que hermoso es pensar que, cuando recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es como si nos sumergiéramos en un océano sin límites, donde Jesús nos recibe a nosotros, que los hemos recibido a Él. Ser sumergidos en Cristo, como peces en el agua. Este debería ser el estado habitual de cada cristiano. Jesús ha dicho: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él” (Jn 6, 56), “Permaneced en mí, como yo en vosotros” (Jn 15, 4). La comunión eucarística con Jesús es absolutamente necesaria a la existencia cristiana.
Pero, en este “mar de Cristo”, no podemos entrar con la “escafandra”, ese extraño instrumento que les permite a los buzos sumergirse y caminar en las profundidades del mar por largo tiempo. Nuestro egoísmo es como una “escafandra” que nos aísla del mar de la misericordia de Dios aún si estamos sumergidos: ¡no basta recibir el Cuerpo de Cristo para ser transformados en Él! Es necesario renunciar a nosotros mismos cada día. El pecado, que nace del orgullo y del egoísmo, nos “aísla” del “mar de Cristo” porque no nos deja entrar en comunión con la humildad y la bondad de Dios, haciéndonos impermeables a su gracia. ¡Que triste y sola es una vida egocéntrica! Cuando, por el contrario, nos negamos a nosotros mismos, es decir salimos del egoísmo y nos entregamos a Dios y al próximo, entonces nuestros corazones se abren, salen de la “escafandra” y son “tocados” por la gracia del Amor de Dios, que no conoce límites.
El Evangelio, página tras página, nos invita a este progresivo sumergirse en el “mar de Cristo”. “Duc in altum” (Lc 5, 4), “Boga mar adentro” nos repiten Jesús y la Iglesia. ¡Mientras más nos perdamos en Dios más encontraremos la verdadera vida!
Mientras más nos familiaricemos con el Evangelio y crezca nuestra confianza en Jesús, más experimentaremos un cambio en nuestra vida, ésta no será la misma de antes pues el “mar de Cristo” no llevará lejos y nuestras exigencias perderán, poco a poco, los duros contornos y los falsos contenidos típicos del orgullo y del egoísmo.
Cada vez más llegaremos a ser uno con la misericordia del Señor y “su mar”, “su amor”, llegará a ser “nuestro mar”.
Seguramente se necesita una dosis alta de valentía para poder negarse a sí mismo y “sumergirse” en este mar de Dios. Tenemos miedo de bogar mar adentro y de dejar atrás los “viejos” hábitos relacionados a lo corruptible, pero si nos dejamos “aferrar” por Cristo entonces encontraremos siempre en Él nuestro hogar y no nos será posible vivir un día sin Él. Es la experiencia de ese “mar” que le hizo exclamar a San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, (...) ni las potestades, ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8, 35ss)
Sobre este “mar de Cristo” brilla para siempre una Estrella, la Virgen María, que indica a los navegantes el puerto de arribo. El mismo nombre de “María”, en realidad, tiene también el significado de “mar”: como el mar, la bondad de la Virgen es interminable. Así, en el “mar de Cristo” encontramos a Su Madre que nos enseña, como ninguna otra persona, a navegar, a sumergirnos en las profundidades para descubrir riquezas sin fin, al alcance de cada uno. Basta abrir la puerta de nuestra voluntad a Jesús: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). (Agencia Fides 28/5/2008; Líneas 54, Palabras 841)
REDACCIÓN DE “IGLESIA NIVARIENSE”
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BOLETÍN 287
El viernes 30 de mayo, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el obispo Bernardo Álvarez celebrará una Eucaristía en la parroquia de San Antonio de Padua, Granadilla, a las 20 horas. Dicha celebración estará precedida por una Hora Santa para rezar por las vocaciones y santificación de los sacerdotes. Además, el obispo consagrará al Corazón Sacerdotal de Jesús a un grupo de laicos.
Por otro lado, el sábado 7 de junio, en el Seminario Diocesano, se desarrollará la Jornada Diocesana de Catequistas de Adultos bajo el lema: “Enciende la fe”. El catequeta, Juan Sebastián Teruel, será el responsable de guiar el trabajo de esta importante acción pastoral.
Siguiendo con catequesis, del 29 al 31 de Mayo se desarrollará una convivencia de catequistas jóvenes en Vilaflor. Distintas actividades formativas y lúdicas componen estos días de encuentro entre los más jóvenes que participan de esta acción educativa y evangelizadora.
El deán de la Catedral de La Laguna, Julián de Armas, se ha reunido en Madrid con el subdirector general del Instituto de Patrimonio Histórico, Antón Castro Fernández. El motivo del encuentro fue abordar la situación de la Catedral de La Laguna. La conclusión a la que llegaron ambas partes fue que, tanto el Cabildo Catedral como el Instituto Nacional de Patrimonio, aceptarán plenamente la decisión a la que llegue el Instituto Eduardo Torroja. Esta conclusión se presentará en septiembre y, a partir de ese momento, se comenzará el procedimiento legal para asumir el proyecto que sea conveniente.
La Conferencia Episcopal Española ha editado un díptico que lleva por título: “Apunta a tus hijos a clase de religión y moral católica”. En el mismo, se recuerda a los padres que la religión no es sólo una asignatura sino una herramienta básica para la formación integral de la persona. Además, el folleto indica que la Constitución Española obliga al Estado a garantizar el derecho de los padres a la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones.
Responsables nacionales de Acción Católica han realizado una visita a distintos grupos de este movimiento presentes en la diócesis. Acción Católica se encuentra en un proceso de integración y mejor coordinación de los tres sectores que lo componen.
Del 27 al 29 del presente mes se ha desarrollado en la Sede de la UNED de La Laguna un curso titulado “Literatura y libertad: Palabra contra la opresión”, organizado conjuntamente por la Universidad Menéndez Pelayo y el Instituto Superior de Teología.
El próximo 1 de junio, a las 12:30 horas, en la capilla del Seminario Diocesano tendrá lugar el rito de Admisión a las Sagradas Órdenes de: Federico Armas (La Laguna), Airán Expósito (Icod de los Vinos), Víctor Manuel Fernández (Tacoronte), Rubén Herrera (Valle de Guerra) y Jacobo Luis (Icod de los Vinos).
Al término de esta celebración, se desarrollará el tradicional almuerzo “Amigos del Seminario”, una comida a la que están invitadas todas aquellas personas que deseen colaborar y apoyen la labor de este centro.
Se celebra la Infraoctava de Corpus en la Orotava. En las distintas celebraciones del Corpus el Obispo ha venido destacando, principalmente, la realidad de que Jesús y los cristianos con Él, somos ‘Pan partido para la vida del mundo’. El Obispo indicó diversos modos de ser pan partido para los demás, habiendo comulgado con Jesús que nos invita a practicar las llamadas “obras de misericordia”, por ello, no en vano el día de Corpus en la “jornada nacional de Caridad”. Así, señaló que cuando se dedica tiempo, cariño, dinero para los demás, de manera preferente para los ancianos, los inmigrantes, los enfermos, los encarcelados, nuestros niños o convecinos…”nos convertimos, a ejemplo de Jesús, en pan partido para la vida del mundo”.
Una eucaristía y la tradicional procesión fueron los elementos centrales de la celebración de la Fiesta de las Madres en el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves. En la Misa se realizó una ofrenda floral a la Patrona de La Palma y a todas las madres que inició el Diputado del Común, Manuel Alcaide Alonso, al que acompañaron varios niños y jóvenes palmeros. El rector del Seminario Diocesano, Juan Manuel Yanes, puso especial énfasis en el valor de la maternidad, de la que dijo "no es sólo una realidad biológica, sino un sacrificio y un acto de entrega". El Himno a las Madres puso el punto final a la celebración religiosa.
El 2 de junio, en el Seminario Diocesano tendrá lugar una nueva reunión de los Coordinadores Arciprestales de la Delegación Diocesana para el Clero.
La Comisión Insular de Patrimonio Histórico de la isla de El Hierro se ha reunido para estudiar, entre otros asuntos, el proyecto de Sendero de Gran Recorrido que discurre, en parte, por el llamado Camino de la Virgen y un informe sobre obras urgentes en el bien de interés cultural del templo de la Concepción.
Este año se cumple un siglo del Hospital de la Inmaculada Concepción y de la llegada a Puerto de la Cruz de la congregación religiosa que desde 1908 se encarga de su gestión, las Hijas de María Madre de la Iglesia. La conmemoración de ambos centenarios comenzará el 31 de mayo con una Eucaristía en el exterior de hospital, presidida por el obispo.
La Casa América de Madrid acogerá el próximo 30 de mayo, festividad del Día de Canarias, la presentación del poemario de Javier de la Rosa titulado "Hermano Pedro de Vilaflor. La gruta de Dios". La obra está dedicada al santo tinerfeño. Durante el acto de presentación, que comenzará a las siete de la tarde, se recreará el poema titulado "Campana de Guatemala".
El Cabildo de Tenerife, a través del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria, IASS, ha habilitado una dependencia del Hospital Nuestra Señora de Los Dolores, ubicado en La Laguna, como lugar de oración para los usuarios del mismo. Se cumple así con una de las solicitudes que se venían demandando desde hace algún tiempo.
El periódico “Diario de Avisos” ha publicado, en su edición del 28 de mayo, una entrevista a José Sánchez, presidente de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal. En la misma, Sánchez indica que “la Iglesia intenta proclamar la máxima evangélica de "fui extranjero y me acogisteis". Para nosotros, todo extranjero es un hermano, y el servicio al hermano es el servicio al Señor, que se identifica con él, y además es el mandato supremo de hacer con los demás lo mismo que él hizo con nosotros.”
ZENIT Publicamos la intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles, 28 de Mayo de 2008, dedicada -en el ciclo de catequesis que imparte sobre los Padres de la Iglesia-- a la figura del Papa san Gregorio Magno.
¡Queridos hermanos y hermanas!
El miércoles pasado hablé de un Padre de la Iglesia poco conocido en Occidente, Romano el Meloda; hoy desearía presentar la figura de uno de los mayores Padres en la historia de la Iglesia, uno de los cuatro doctores de Occidente, el Papa san Gregorio, que fue obispo de Roma entre el año 590 y el 604, y que mereció de parte de la tradición el título Magnus/Grande. ¡Gregorio fue verdaderamente un gran Papa y un gran Doctor de la Iglesia! Nació en Roma, en torno a 540, de una rica familia patricia de la gens Anicia, que se distinguía no sólo por la nobleza de sangre, sino también por el apego a la fe cristiana y por los servicios prestados a la Sede Apostólica. De esta familia procedían dos Papas: Felix III (483-492), tatarabuelo de Gregorio, y Agapito (535-536). La casa en la que Gregorio creció se alzaba en el Clivus Scauri, rodeada de solemnes edificios que testimoniaban la grandeza de la antigua Roma y la fuerza espiritual del cristianismo. Para inspirarle elevados sentimientos cristianos estuvieron además los ejemplos de sus padres Gordiano y Silvia, ambos venerados como santos, y los de sus tías paternas Emiliana y Tarsilia, que vivían en la propia casa como vírgenes consagradas en un camino compartido de oración y ascesis.
Gregorio ingresó pronto en la carrera administrativa, que había seguido también su padre, y en 572 alcanzó la cima, convirtiéndose en prefecto de la ciudad. Este cargo, complicado por la tristeza de aquellos tiempos, le permitió aplicarse en un amplio radio a todo tipo de problemas administrativos, obteniendo de ellos luz para sus futuras tareas. En particular quedó en él un profundo sentido del orden y de la disciplina: cuando se convirtió en Papa, sugerirá a los obispos que tomen como modelo en la gestión de los asuntos eclesiásticos la diligencia y el respeto de las leyes propias de los funcionarios civiles. Aquella vida no le debía satisfacer, visto que, no mucho después, decidió dejar todo cargo civil para retirarse en su casa y comenzar la vida de monje, transformando la casa de familia en el monasterio de San Andrés al Celio. De este período de vida monástica, vida de diálogo permanente con el Señor en la escucha de su palabra, quedó en él una perenne nostalgia que siempre de nuevo y cada vez más aparece en sus homilías: en medio del acoso de las preocupaciones pastorales, lo recordará varias veces en sus escritos como un tiempo feliz de recogimiento en Dios, de dedicación a la oración, de serena inmersión en el estudio. Pudo así adquirir ese profundo conocimiento de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia del que se sirvió después en sus obras.
Pero el retiro claustral de Gregorio no duró mucho. La preciosa experiencia madurada en la administración civil en un período cargado de graves problemas, las relaciones que tuvo en esta tarea con los bizantinos, la estima universal que se había ganado, indujeron al Papa Pelagio a nombrarle diácono y a enviarle a Constantinopla como su "apocrisiario" -hoy se diría "Nuncio Apostólico"-- para favorecer la superación de los últimos restos de la controversia monofisista y sobre todo para obtener el apoyo del emperador en el esfuerzo de contener la presión longobarda. La permanencia en Constantinopla, donde había reanudado la vida monástica con un grupo de monjes, fue importantísima para Gregorio, pues le permitió ganar experiencia directa en el mundo bizantino, así como aproximarse al problema de los Longobardos, que después pondría a dura prueba su habilidad y su energía en los años del Pontificado. Pasados algunos años fue llamado de nuevo a Roma por el Papa, quien le nombró su secretario. Eran años difíciles: las continuas lluvias, el desbordamiento de los ríos y la carestía afligían muchas zonas de Italia y la propia Roma. Al final se desató la peste, que causó numerosas víctimas, entre ellas también el Papa Pelagio II. El clero, el pueblo y el senado fueron unánimes en elegir como su sucesor en la Sede de Pedro precisamente a él, a Gregorio. Intentó resistirse, incluso buscando la fuga, pero todo fue inútil: al final tuvo que ceder. Era el año 590.
Reconociendo en cuanto había sucedido la voluntad de Dios, el nuevo Pontífice se puso inmediatamente al trabajo con empeño. Desde el principio reveló una visión singularmente lúcida de la realidad con la que debía medirse, una extraordinaria capacidad de trabajo al afrontar los asuntos tanto eclesiales como civiles, un constante equilibrio en las decisiones, también valientes, que su misión le imponía. Se conserva de su gobierno una amplia documentación gracias al Registro de sus cartas (aproximadamente 800), en las que se refleja el afrontamiento diario de los complejos interrogantes que llegaban a su mesa. Eran cuestiones que procedían de los obispos, de los abades, de los clérigos, y también de las autoridades civiles de todo orden y grado. Entre los problemas que afligían en aquel tiempo a Italia y Roma había uno de particular relevancia en el ámbito tanto civil como eclesial: la cuestión longobarda. A ella dedicó el Papa toda energía posible con vistas a una solución verdaderamente pacificadora. A diferencia del Emperador bizantino, que partía del presupuesto de que los Longobardos eran sólo individuos burdos y depredadores a quienes había que derrotar o exterminar, san Gregorio veía a esta gente con los ojos del buen pastor, preocupado de anunciarles la palabra de salvación, estableciendo con ellos relaciones de fraternidad orientadas a una futura paz fundada en el respeto recíproco y en la serena convivencia entre italianos, imperiales y longobardos. Se preocupó de la conversión de los jóvenes pueblos y de la nueva organización civil de Europa: los Visigodos de España, los Francos, los Sajones, los inmigrantes en Bretaña y los Longobardos fueron los destinatarios privilegiados de su misión evangelizadora. Ayer celebramos la memoria litúrgica de san Agustín de Canterbury, guía de un grupo de monjes a los que Gregorio encomendó acudir a Bretaña para evangelizar Inglaterra.
Para obtener una paz efectiva en Roma y en Italia, el Papa se empeñó a fondo -era un verdadero pacificador-- emprendiendo una estrecha negociación con el rey longobardo Agilulfo. Tal conversación llevó a un período de tregua que duró unos tres años (598 - 601), tras los cuales fue posible estipular en 603 un armisticio más estable. Este resultado positivo se logró gracias también a los contactos paralelos que, entretanto, el Papa mantenía con la reina Teodolinda, que era una princesa bávara y, a diferencia de los jefes de los otros pueblos germanos, era católica, profundamente católica. Se conserva una serie de cartas del Papa Gregorio a esta reina, en las que él muestra su estima y su amistad hacia aquella. Teodolinda consiguió, poco a poco, orientar al rey hacia el catolicismo, preparando así el camino a la paz. El Papa se preocupó también de enviarle las reliquias para la basílica de san Juan Bautista que ella hizo levantar en Monza, y no dejó de hacerle llegar expresiones de felicitación y preciosos regalos para la misma catedral de Monza con ocasión del nacimiento y del bautismo de su hijo Adaloaldo. La vicisitud de esta reina constituye un bello testimonio sobre la importancia de las mujeres en la historia de la Iglesia. En el fondo, los objetivos sobre los que Gregorio apuntó constantemente fueron tres: contener la expansión de los Longobardos en Italia, sustraer a la reina Teodolinda de la influencia de los cismáticos y reforzar la fe católica, así como mediar entre Longobardos y Bizantinos con vistas a un acuerdo que garantizara la paz en la península y a la vez consintiera desarrollar una acción evangelizadora entre los propios Longobardos. Por lo tanto fue doble su constante orientación en la compleja situación: promover acuerdos en el plano diplomático-político, difundir el anuncio de la verdadera fe entre las poblaciones.
Junto a la acción meramente espiritual y pastoral, el Papa Gregorio fue activo protagonista también de una multiforme actividad social. Con las rentas del conspicuo patrimonio que la Sede romana poseía en Italia, especialmente en Sicilia, compró y distribuyó trigo, socorrió a quien se encontraba en necesidad, ayudó a sacerdotes, monjes y monjas que vivían en la indigencia, pagó rescates de ciudadanos que habían caído prisioneros de los Longobardos, adquirió armisticios y treguas. Además desarrolló tanto en Roma como en otras partes de Italia una atenta obra de reordenamiento administrativo, impartiendo instrucciones precisas para que los bienes de la Iglesia, útiles a su subsistencia y a su obra evangelizadora en el mundo, se gestionaran con absoluta rectitud y según las reglas de la justicia y de la misericordia. Exigía que los colonos fueran protegidos de los abusos de los concesionarios de las tierras de propiedad de la Iglesia y, en caso de fraude, que fueran resarcidos con prontitud, para que no se contaminara con beneficios deshonestos el rostro de la Esposa de Cristo.
Gregorio llevó a cabo esta intensa actividad a pesar de su incierta salud, que le obligaba con frecuencia a guardar cama durante largos días. Los ayunos que había practicado en los años de la vida monástica le habían ocasionado serios trastornos digestivos. Además su voz era muy débil, de forma que a menudo tenía que confiar al diácono la lectura de sus homilías para que los fieles de las basílicas romanas pudieran oírle. En cualquier caso hacía lo posible por celebrar en los días de fiesta Missarum sollemnia, esto es, la Misa solemne, y entonces se encontraba personalmente con el pueblo de Dios, que le apreciaba mucho porque veía en él la referencia autorizada para obtener seguridad: no por casualidad se le atribuyó pronto el título de consul Dei. A pesar de las dificilísimas condiciones en las que tuvo que actuar, consiguió conquistar, gracias a la santidad de vida y a la rica humanidad, la confianza de los fieles, logrando para su tiempo y para el futuro resultados verdaderamente grandiosos. Era un hombre inmerso en Dios: el deseo de Dios estaba siempre vivo en el fondo de su alma y precisamente por esto estaba siempre muy cerca del prójimo, de las necesidades de la gente de su época. En un tiempo desastroso, más aún, desesperado, supo crear paz y esperanza. Este hombre de Dios nos muestra las verdaderas fuentes de la paz, de dónde viene la esperanza, y se convierte así en una guía también para nosotros hoy.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
San Gregorio, llamado Magno, es decir, "el Grande", fue Obispo de Roma entre el año quinientos noventa y el seiscientos cuatro. Nació en Roma en el seno de una familia rica, noble, de fe firme y estrechamente vinculada a la Sede Apostólica. Entró en la administración pública y llegó a ser Gobernador de Roma. Sin embargo, al poco tiempo, dejó este cometido y se retiró a su casa para iniciar una vida monacal dedicada al estudio de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia. Por su experiencia y cualidades, el Papa Pelagio II lo nombró diácono y lo envió como su embajador a Constantinopla con el fin de afrontar los últimos residuos del monofisismo y obtener el apoyo del emperador para contener la presión de los longobardos. Posteriormente, el Pontífice lo llamó a Roma y lo nombró su secretario. Cuando el Papa Pelagio II murió, Gregorio le sucedió en la Sede de San Pedro. De su pontificado se conserva una copiosa documentación gracias al Registro de sus cartas. Junto a su intensa actividad pastoral, llevó a cabo una amplia labor de asistencia social. No obstante su precaria salud, que le obligaba con frecuencia a guardar cama, la santidad de su vida y la riqueza de su humanidad le ganaron la confianza de su grey, en la que tuvo una notoria autoridad moral.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular, a los fieles procedentes de Alicante, Madrid, Sevilla y Navarra, así como a los venidos de Honduras, Brasil y otros países latinoamericanos. Que San Gregorio Magno os estimule con su ejemplo de santidad en el camino de la vida. Muchas gracias.
[Traducción del original italiano realizada por Marta Lago.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
El primer viernes después de la octava del Corpus se celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Promesas vinculadas a esta celebración:
Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús
1- Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida.
2 - Estableceré la paz en sus hogares.
3- Los consolaré en todas sus aflicciones.
4 - Seré su refugio en su vida y sobre todo en la muerte.
5 - Bendeciré grandemente todas sus empresas
6 - Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia
7 - Las almas tibias crecerán en fervor
8- Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección
9 - Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado.
10 - Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos.
11 - Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de El, nunca serán borrados.
12 - Nueve primeros viernes: Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso le concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán, en desgracia ni sin recibir los sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 28 de Mayo de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino".
Luz en el Camino Fernando Lorente, o.h. *
Estoy enfermo y me siento enfermo
QUIZÁS por esto sean más valoradas las reflexiones que ofrezco desde esta situación a a todos los enfermos y lectores en este espacio semanal Son sencillas, sobre la marcha, durante más de un mes doliente.
La medicina actual reconoce abiertamente que las enfermedades modernas que padecen muchas personas tienen su origen en un nivel más profundo que cualquier trastorno que mina y destruye la salud de tantas personas; que no es sólo un mal funcionamiento bioquímico ni siquiera un psiquismo alterado. El mal es más profundo. Es el mismo ser de esas personas el que está enfermo y necesitado de ser curado. Por eso no es de extrañar que nuestra sociedad esté tomando cada vez mayor conciencia de la importancia de las dietas, de los hábitos de vida y los diferentes métodos de relajación para una vida más sana. Es algo más todavía.
La enfermedad más profunda de todo ser humano es su caducidad, su infidelidad a sí mismo, su limitación y su impotencia para darse a sí mismo, lo que da lugar a considerarse inútil y a sentir miedo en su existencia y más como enfermo. Momento complicadillo. Cuanto antes hay que salir de él.
Por más que nos empeñemos en no sentir nuestro estado de enfermo, la pregunta que hemos de hacernos es ésta: ¿qué es lo que nos puede permitir sentirnos bien desde la raíz misma de nuestro ser en nuestra condición de enfermos?
La respuesta verdadera, muy compartida actualmente por muchos estudiosos del ser humano, apunta en una misma dirección: la verdadera seguridad y curación del ser humano nace de la experiencia de saberse amado de manera total y absoluta. Esta experiencia, en último término, es una experiencia religiosa. Toda persona enferma y no enferma se siente salvada cuando vive la experiencia de que es aceptada y amada de una forma incondicionalmente.
Aquí no se trata de que soy amado porque soy bueno, santo y sin pecado. Es algo mucho más decisivo y asombroso. Soy amado por Dios tal como soy, con mis pecados y mediocridad. Soy amado de Dios aunque no cambie. Esta es una experiencia que nos permite vivir con confianza total a los niveles más profundos de nuestro ser y nuestra conciencia, porque nos ayuda a liberarnos de tantas inquietudes negativas, tanto en la buena salud como en la persistente enfermedad. Aquí, sólo se cotiza el amor, sólo el amor es verdad y sólo el amor (de Dios) es fecundo.
¿Qué más podemos ofrecer cuando estamos enfermos y nos sentimos enfermos? Esto será materia del próximo artículo.
* Capellán de la Clínica S. Juan de Dios.
Capítulo de DOSSIER FIDES "LA CRISIS DE LA FAMILIA EN EUROPA" (segunda parte) publicado el 26 abril 2008.
“Presencia y testimonio de los abuelos en la familia”
El Pontificio Consejo para la Familia ha sido instituído por el Papa Juan Pablo II en 1981. Es responsable para la promoción del ministerio pastoral y del apostolado de la familia, en aplicación a las enseñanzas y a las orientaciones del Magisterio de la Iglesia, para que las familias cristianas sean ayudadas a cumplir la misión educativa y apostólica a la cual están llamadas. Al Dicasterio le corresponde la tarea de promover y coordinar los esfuerzos pastorales en orden a la procreación responsable y animar, sostener y coordinar las iniciativas en defensa de la vida humana en todo la amplitud de su existencia, desde la concepción hasta la muerte natural. Relativamente a la Pastoral familiar y a la defensa de la vida humana, los siguiente temas entran en la esfera de competencia del Consejo: la teología y la catequesis de la familia; la espiritualidad conyugal y familiar; los derechos de la familia y del niño; la formación de los laicos comprometidos en la pastoral familiar; los cursos de preparación al matrimonio. El Dicasterio se ocupa además de otras cuestiones tales como la educación sexual, la demografía, la contracepción y el aborto, la esterilización, las cuestiones éticas y pastorales relativas al SIDA y otros problemas de la bioética; la legislación relativa al matrimonio y a la familia, a las políticas familiares y a la tutela de la vida humana.
El ’8 noviembre de 1990 el Papa Juan Pablo II nombró Presidente del Dicasterio al Obispo colombiano Alfonso López Trujillo, luego creado Cardenal, que lo ha conducido por 18 años, hasta su muerte, el 19 de abril de 2008. El Comité de Presidencia del Dicasterio constituido por 15 Cardenales y 12 Arzobispos y Obispos; 19 parejas de matrimonios, provenientes de todo el mundo, son Miembros del Dicasterio, el cual se sirve también de la colaboración de 43 Consultores y 10 Oficiales. Desde 1994, Año de la Familia, el Dicasterio es responsable de la organización de los Encuentros Mundiales de la Familia desarrollados hasta el momento en: Roma 1994; Rio de Janeiro 1997; Roma 2000 en el contexto del Jubileo de las Familias; Manila 2003; Valencia (España) 2006. El VI Encuentro Mundial de las Familias se tendrá en Ciudad de México en enero de 2009.
A principios del mes de abril de 2008, el Pontificio Consejo para la Familia ha tenido en el Vaticano su XVIII Asamblea Plenaria. “Presencia y testimonio de los abuelos en la familia” ha sido el tema del encuentro. En su audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria, el 5 de abril, el Papa Benedicto XVI ha afirmado también: “Hoy, la evolución económica y social ha producido profundos cambios en la vida de las familias. Los ancianos, entre los cuales figuran muchos abuelos, se han encontrado en una especie de «zona de aparcamiento»: algunos se sienten como una carga en la familia y prefieren vivir solos o en residencias para ancianos, con todas las consecuencias que se derivan de estas opciones. Además, por desgracia, en muchas partes parece avanzar la «cultura de la muerte», que amenaza también la etapa de la tercera edad. Con creciente insistencia se llega incluso a proponer la eutanasia como solución para resolver ciertas situaciones difíciles. La ancianidad, con sus problemas relacionados también con los nuevos contextos familiares y sociales a causa del desarrollo moderno, ha de valorarse con atención, siempre a la luz de la verdad sobre el hombre, sobre la familia y sobre la comunidad. Es preciso reaccionar siempre con fuerza contra lo que deshumaniza a la sociedad. Estos problemas interpelan fuertemente a las comunidades parroquiales y diocesanas, las cuales se están esforzando por salir al paso de las exigencias modernas con respecto a los ancianos. Hay asociaciones y movimientos eclesiales que han abrazado esta causa importante y urgente. Es necesario unirse para derrotar juntos toda marginación, porque la mentalidad individualista no sólo los atropella a ellos —los abuelos, las abuelas, los ancianos—, sino a todos. Si, como en muchas partes se suele decir a menudo, los abuelos constituyen un valioso recurso, es preciso hacer opciones coherentes que permitan valorar lo mejor posible ese recurso. Ojalá que los abuelos vuelvan a ser una presencia viva en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Por lo que respecta a la familia, los abuelos deben seguir siendo testigos de unidad, de valores basados en la fidelidad a un único amor que suscita la fe y la alegría de vivir. Los así llamados «nuevos modelos de familia» y el relativismo generalizado han debilitado estos valores fundamentales del núcleo familiar. Como con razón habéis observado durante vuestros trabajos, los males de nuestra sociedad requieren remedios urgentes. Ante la crisis de la familia, ¿no se podría recomenzar precisamente de la presencia y del testimonio de los abuelos, que tienen una solidez mayor en valores y en proyectos”.
“Las razones últimas del envejecimiento de la población y la disminución de los índices de natalidad son morales y espirituales y están relacionadas con una preocupante pérdida de fe, de esperanza y de amor”
(Benedetto XVI, 28 abril 2006)
En el mensaje envidado el 28 de abril de 2006 a la Sección de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales, que tenía como tema “¿Juventud que desaparece? Solidaridad con los niños y los jóvenes en una época turbulenta”, el Papa Benedicto XVI se expresaba así: “Algunos indicadores demográficos han mostrado claramente la urgente necesidad de una reflexión crítica en este área. Mientras las estadísticas del crecimiento demográfico quedan abiertas a diferentes interpretaciones, generalmente se concuerda en que estamos asistiendo a nivel planetario, y particularmente en los países desarrollados, a dos tendencias significativas e interrelacionadas: por un lado, un aumento de la esperanza de vida y por otro, a una disminución de los índices de natalidad. Ante el envejecimiento de la sociedad, muchas naciones o grupos de naciones carecen de un número suficiente de jóvenes para renovar sus poblaciones”.
Al parecer del Santo Padre la situación es el producto de múltiples causas, a menudo de carácter económico, social y cultural, pero “las razones últimas son morales y espirituales; están relacionadas con una preocupante pérdida de fe, de esperanza y de amor”. “Traer niños al mundo – decía el Papa - exige que el 'eros' centrado en uno mismo se llene con un 'ágape' creativo, arraigado en la generosidad y caracterizado por la confianza y la esperanza en el futuro. Por su naturaleza, el amor tiende a la eternidad. Quizá la falta de un amor creativo y abierto a la esperanza es el motivo por el que muchas parejas no se casan, o explica porqué fracasan tantos matrimonios y porqué los índices de natalidad han disminuido notablemente”.
El Papa consideraba que “con frecuencia los niños y jóvenes son los primeros en experimentar las consecuencias de este eclipse del amor y de la esperanza. Con frecuencia, en vez de sentir cariño y amor, son simplemente tolerados. En una época de turbulencia, con frecuencia no encuentran guías morales adecuados en el mundo de los adultos, en detrimento serio de su desarrollo intelectual y espiritual. Muchos niños crecen ahora en una sociedad que se olvida de Dios y de la dignidad innata de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. En un mundo caracterizado por acelerados procesos de globalización, están expuestos únicamente a una visión materialista del universo, de la vida y de la realización humana. El Papa Concluía: “Los padres, los educadores y los responsables de la sociedad, si son fieles a su propia vocación, no pueden renunciar a su responsabilidad de inculcar en los niños y en los jóvenes el deber de elegir un proyecto de vida dirigido a la felicidad auténtica, capaz de distinguir entre la verdad y la mentira, el bien y el mal, la justicia y la injusticia, el mundo real y el mundo de la 'realidad virtual' (...). Donde falta esta libertad o es puesta en peligro, los jóvenes experimentan frustración y son incapaces de luchar con generosidad por los ideales que plasman sus vidas como individuos y miembros de la sociedad”.
http://www.fides.org/spa/documents/crisis_familia__europa_2.doc
Capítulo de DOSSIER FIDES "LA CRISIS DE LA FAMILIA EN EUROPA" (segunda parte) publicado el 26 abril 2008.
La Iglesia y la evolución demográfica
El 25 de febrero de 1998 el Pontificio Consejo para la Familia difunde una “Declaración sobre la decadencia de la fecundidad en el mundo”. En la Declaración se denunciaba que “de hecho, desde hace casi treinta años, las conferencias patrocinadas por la Organización de las Naciones Unidas tienen como efecto provocar preocupaciones infundadas respecto a cuestiones demográficas, particularmente en los Países del Sur. Sobre esta base alarmante, distintas agencias de la ONU han invertido, medios financieros considerables con el fin de obligar a un importante número de Países a poner en práctica políticas malthusianas. Es evidente que estos programas, siempre monitoreados desde el exterior, aportan generalmente medidas cohercitivas de control de la natalidad. Igualmente, la ayuda al desarrollo está regularmente condicionada a la actuación de programas de control de la población que incluyen esterilizaciones forzadas o cumplidas sin que las víctimas lo sepan. Estas acciones malthusianas de hecho son retomadas por gobiernos nacionales y reforzadas por el aporte de organizaciones no gubernamentales (ONG), entre las cuales la más notable es la Federación Internacional para el Planning familiar (IPF)”.
El Pontificio Consejo para la Familia advertía que “estas políticas desastrosas están en total contradicción con las reales evoluciones demográficas, así como aparecen en las estadísticas y así como resultan en los análisis de los datos. Desde hace treinta años la tasa de crecimiento de la población mundial no cesa de disminuir a un ritmo regular y significativo. Luego de haber registrado una caída impresionante de fecundidad, 51 países del mundo (sobre 185) no logran garantizar más el cambio generacional. Precisamos que estos 51 Países representan el 44% de la población del planeta. En otras palabras, sintéticamente el índice de fecundidad de estos Países, es decir, el número de hijos por mujer, es inferior a 2,1. Se sabe que este es el nivel mínimo indispensable para la renovación generacional en los Países que brindan las mejores condiciones sanitarias. Esta situación se encuentra en casi todos los continentes. De este modo tienen una fecundidad inferior al «límite de la sustitución» en América, Estados Unidos, Canadá, Cuba y la mayor parte de las islas del Caribe; en Asia, Georgia, Tailandia, China, Japón, Corea del Sud; en Oceanía, Australia; y en casi la totalidad de los cuarenta Países de Europa. En este último continente, al agravarse los efectos del envejecimiento ya está llegando a la despoblación, con un número de decesos superior al de los nacimientos. Este resultado negativo ya es un hecho en trece Países, entre los cuales están Estonia, Letonia, Alemania, Bielorrusia, Bulgaria, Hungría, Rusia, España e Italia”.
Las causas de la disminución demográfica indicadas, eran las siguientes: “La nupcias, en un ambiente que no le es absolutamente favorable, disminuye considerablemente; esto significa que las personas que se casan son menos que en el pasado. La edad media neta de la maternidad ha aumentado y continúa a creciendo. Las reglas del trabajo no responden al deseo de las mujeres de conciliar de manera amónica la vida familiar y las actividades profesionales. La ausencia de una verdadera política familiar, en los Países mayormente afectados por la disminución demográfica, hace que las familias en la práctica no puedan tener el número de hijos que desearían tener: se calcula del 0.6 hijos por mujer, la diferencia entre el número de niños que las mujeres europeas les gustaría tener y aquellos que efectivamente tienen”. El Pontificio Consejo para la Familia, agregaba “Al lado de estas causas relacionadas a las condiciones de vida, y a algunas reorganizaciones socio-culturales en los Países industrializados, otros factores vinculan directamente la disminución demográfica a la voluntad de los hombres y consecuentemente a su responsabilidad. Nos referimos a los medios y a las políticas de limitación voluntaria de los nacimientos. La difusión de los métodos químicos de contracepción y a menudo, la legalización del aborto han sido decisivos en el momento en el cual, contemporáneamente, se debilitaban las políticas favorables a la acogida de la vida”.
En la declaración, se subrayaba el “cambio de la pirámide de la edad, con una débil población de adultos jóvenes que tienen que garantizar la producción del País y sostener el peso muerto de una amplia gama de población de personas ancianas e inactivas, que siempre necesitan más curas y material médico. En el interior de la misma población activa se producen desequilibrios entre los jóvenes activos y los activos menos jóvenes, que buscan asegurarse el trabajo a detrimento de las jóvenes generaciones, las cuales como consecuencia, se incorporan en un mercado de trabajo reducido”; asimismo se hacía presente “el impacto ejercido por una población anciana sobre el sistema educativo. De hecho, para afrontar el peso de las personas ancianas, es fuerte la tentación de reducir el budget destinado normalmente a la formación de las nuevas generaciones. Esta debilitación del sistema educativo conlleva a su vez un riesgo importante: la pérdida de la memoria colectiva. La transmisión de datos culturales, científicos, técnicos, artísticos, morales y religiosos resulta gravemente hipotecada. Observamos asimismo que, contrariamente a lo que se divulga, la misma desocupación se agrava por la disminución demográfica”. Se subraya también el cambio psicológico del aumento de la edad media de la población: “la «tristeza», la falta de dinamismo intelectual, económico, científico y social y la ausencia de creatividad, que parecen ya afectar algunas naciones «envejecidas», no harían más que expresar la estructura de su pirámide demográfica”.
Entre las consecuencias más evidentes de la disminución de la fecundidad, es necesario mencionar también los desequilibrios violentos, previsibles ya desde entonces, entre los Países cuyas poblaciones presentan estructuras de edad muy diversas. Si, por ejemplo, se compara la pirámide de la edad de Países como Francia, España e Italia a aquellas de Países como Argelia, Marruecos, Turquía, llama la atención su carácter invertido y las dificultades generadas por tal situación de algunos problemas actuales, relacionados a la imposibilidad para los Países ricos de limitar en modo efectivo la inmigración clandestina de los Países más pobres, no son otra cosa que la prefiguración.
Concluyendo Documento, el Pontificio Consejo para la Familia invitaba a “todos los hombres de buena voluntad, y en particular las asociaciones cristianas, a hacer conocer la realidad objetiva de las evoluciones demográficas. Las invitaba a condenar con coraje los programas malthusianos totalmente injustificados y, más aún, totalmente contrarios a los derechos del Hombre”.
http://www.fides.org/spa/documents/crisis_familia__europa_2.doc
“Para que el Congreso Eucarístico Internacional de Québec, en Canadá, ayude a comprender, todavía más, que la Eucaristía es el corazón de la Iglesia y la fuente de la Evangelización” Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre para el mes de junio
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Eucaristía es la fuente y cima de toda vida cristiana (Cfr. LG, 11). Esta verdad ha sido presentada con nuevo fulgor en el reciente Magisterio de nuestros Pontífices, invitando a toda la Iglesia a dirigir su mirada hacia el misterio pascual de Cristo, renovado en la Eucaristía.
La Eucaristía es un flujo continuo de la vida trinitaria en el mundo. En el designo amoroso de Dios para salvar a los hombres, Él dispuso entregar a su Hijo por nosotros para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cfr. Jn. 10, 10). A través del misterio pascual de Cristo se ha realizado esta revelación del amor de Dios por los hombres. Jesús, el enviado del Padre, envió a sus Apóstoles para manifestar al mundo lo que ellos habían visto y oído.
La celebración cotidiana de la Eucaristía actualiza la muerte y resurrección de Jesucristo, haciendo presente en nuestro hoy toda la potencia salvadora del Hijo, muerto y resucitado. Por eso, la Eucaristía es el corazón de la Iglesia. La Iglesia vive de la Eucaristía, en ella encuentra la fuente de su dinamismo, y sobre todo, la comunión de vida con el Dios Trinitario. Desde la Eucaristía fluye para todos los miembros del Cuerpo Místico la vida divina. Ella hace posible nuestro encuentro personal con Cristo, nos permite comer su carne y beber su sangre para tener vida en nosotros.
En la homilía con la que Benedicto XVI inauguró su Pontificado, decía: “Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él” (AAS (2005), 711). Cuando se produce un auténtico encuentro personal con Cristo, no se puede guardar para sí mismo el entusiasmo de este momento. Basta pensar en los discípulos de Emaús, quienes al reconocer al Señor en la fracción del pan, se dieron cuenta de que su corazón ardía y regresaron aprisa a Jerusalén para compartir con los hermanos la alegría de haber estado con el Señor.
En la Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, el Papa dice, hablando sobre la Eucaristía y la misión: “En efecto, no podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: «Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera »” (SC, 84).
La Eucaristía impulsa a la misión y, a su vez, la misión debe encontrar su fuente en la Eucaristía. Llevar la vida divina y testimoniar el amor de Dios por cada hombre, es el centro de la misión. Darles a conocer el amor de Cristo y su nuevo ser de hijos por el bautismo, es una exigencia indispensable.
En Cristo Eucaristía, Dios se ha hecho cercano a nosotros. Se ha hecho nuestro compañero de camino. Cada misionero debe aprender, en la escuela silenciosa de la adoración eucarística, a dar la vida como Jesús por aquellos que Él mismo le ha confiado.
En la Exhortación Sacramentum caritatis, en número anteriormente citado, continúa diciendo Benedicto XVI: “En la última Cena Jesús confía a sus discípulos el Sacramento que actualiza el sacrificio que Él ha hecho de sí mismo en obediencia al Padre para la salvación de todos nosotros. No podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Así pues, el impulso misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana” (SC, 84).
No puede haber misión sin Eucaristía, no puede haber misioneros sin vida eucarística. Sólo en la contemplación y en la vivencia intensa del Misterio eucarístico, se puede llegar a ser presencia viva de Cristo ante los hermanos. (Agencia Fides 28/5/2008)
Comunicado de los Obispos de México emitido por el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal ante los retos que enfrenta la cultura de la vida. (Fides)
México, D.F., 27 de mayo de 2008
COMUNICADO ANTE LOS RETOS
QUE ENFRENTA LA CULTURA DE LA VIDA
Nuestro pueblo tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta razón, los Obispos consideramos que es nuestra obligación fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los católicos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.
Nuestro país está inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los cárteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oración por todos nuestros hermanos que han muerto víctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de México, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la solución, porque ésta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo logrará erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboración de la sociedad.
Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepción y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran interés las audiencias públicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor común es la preocupación por la vida, la del concebido y la de su madre.
Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra nación. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoción de una cultura de la vida y les pedimos que continúen con mucho ánimo e intensifiquen su trabajo en la formación de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos también que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.
Ante las alzas en los precios de los alimentos básicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupación de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e indígena, por las consecuencias dolorosas que traerán consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el número de personas que pasan hambre en nuestro país. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desafío mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.
Sólo a través de una mayor solidaridad y preocupación por los más vulnerables podremos hacer frente a los desafíos inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un mañana más justo y seguro. Invitamos a todos los católicos a hacerse solidarios con la situación que viven nuestros hermanos más indefensos. La palabra de Jesús no nos permite la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los más vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.
Por los Obispos de México,
+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM
Amigas y amigos:
Desde la Cueva de S Ignacio de Manresa os podemos avanzar, y os pedimos que deis a conocer:
- El PROGRAMA DE SEPTIEMBRE ‘08 A DICIEMBRE '09. Propuestas de Ejercicios de S. Ignacio, espacios de silencio e interioridad, talleres de crecimiento personal, etc.:
http://www.covamanresa.cat/cast/prog_08_09_cast.pdf
- También podéis consultar los EJERCICIOS DE JUNIO, JULIO Y AGOSTO para los que todavía hay algunas plazas disponibles:
http://www.covamanresa.cat/cast/actividades_verano_2008.pdf
MES DE EJERCICIOS:
1-29 septiembre ‘08 FRANCESC RIERA y JOSEP SUGRAÑES, sj.
OCHO DÍAS DE EJERCICIOS (si alguien no pudiese disponer de los 8 días, hablando con secretaría puede coger los días que le convengan)
21-30 junio ‘08 XAVIER ALEGRE sj.
11-20 julio ‘08 DAVID GUINDULAIN sj. (en catalán)
21-30 agosto ‘08 ELÍAS ROYÓN sj.
21-30 agosto ‘08 MARISOL GONZÁLEZ it.
31 ag.-08 sept ‘08 GABRIEL VILLANOVA sj.
- EJERCICIOS EN LA VIDA ORDINARIA EN GRUPO. A comienzos, a la mitad y al final se tendrá un encuentro de Fin de Semana; cada semana se recibirá una ficha para la oración y se ofrece una entrevista personal (semanal o quincenal) con el Acompañante para adaptar el proceso a las propias necesidades.
Dos propuestas (pedir programa)
desde Barcelona: [email protected]
desde Manresa, para la Cataluña Central: [email protected]
Con todo el afecto,
Francesc Riera y Figueras, sj.
www.covamanresa.cat
Capítulo dedicado a la crisis de la natalidad del "DOSSIER FIDES" que lleva por título "LA CRISIS DE LA FAMILIA EN EUROPA".
La crisis de la natalidad, la falta de cambio generacional y el envejecimiento de la población
La Organización Mundial de la salud ha difundido recientemente las estadísticas sobre la expectativa de vida de los 193 Países adherentes. El Japón está a la cabeza, con 82,2, seguido por el Principado de Mónaco (81,8), San Marino (81,7), Suiza (81,4), Australia (81,4), Islandia (81), Italia (80,9), Suecia (80,9), Canadá (80,5), Francia (80,4), Andorra (80,3), España (80,3), Israel (80,2), Singapur (80,2), Noruega (80), Nueva Zelanda (79,7), Austria (79,6), Grecia (79,5), Alemania (79,3), Chipre (79,3), Irlanda (79,2), Holanda (79,2), Finlandia (79,1), Luxemburgo (79,1), Malta (78,9), Gran Bretaña (78,9), Bélgica (78,6), Corea del Sud (78,5), Portugal (78,2), Dinamarca (78), Estados Unidos (77,9).
Ogama, una aldea rural de Japón, hace algunos años se había reducido a ocho habitantes. Ahora ya no existe más. Los últimos que quedaron se fueron y la aldea se ha vendido a una sociedad que la trasformará en un basural. Hace dos años, el gobierno japonés estaba pensando permitir a las agencias matrimoniales hacer publicidad en televisión, con la esperanza de favorecer los matrimonios y los nacimientos. De los datos del Ministerio de salud japonés resulta que la edad media del primer matrimonio, para las mujeres, es de 27,8 años, respecto a los 25,8 del 1998. La población japonesa ha alcanzado el ápice en el 2005, con 128 millones de personas, algunas previsiones estiman una merma de alrededor de los 100 millones antes del 2050. Un estudio conducido en Japón por la OMS y la Universidad Nihon revela que en 2007 una pareja japonesa sobre cuatro no ha tenido una relación sexual.
En Alemania, hace dos años, se dieron cuenta, con la publicación de datos oficiales, que habían nacido entre los 680.000 y los 690.000 niños, una cifra inferior a aquella del último año de la segunda guerra mundial. Según los datos publicados por la Oficina estadística federal, el número de familias con al menos un hijo por debajo de los 18 años ha caído del 7% entre el 1996 y el 2006, alcanzando los 8,8 millones. Otro gran cambio de los últimos 10 años es el aumento del 30% del número de padres solteros y no casados, que han alcanzado los 2,3 millones. También el número de niños por familia resulta en disminución. Poco más de la mitad de las familias tiene solamente un hijo, mientras que el 36% tiene 2 y sólo el 11% tiene tres o más hijos. La familia media alemana hoy tiene 1,61 hijos. La población alemana ha comenzado a mermar en el 2003, con una disminución de 5.000 unidades, mientras que en el 2006 el decrecimiento ha alcanzado las 130.000 unidades.
En Irlanda, el número de padres solteros ha aumentado casi del 40% en solamente cuatro años. De las estadísticas del censo del 2006 resulta un total de 112.900 familias con un único padre, respecto al total de 81.600 del 2002. Los padres solteros representan hoy alrededor del 12% de las familias irlandesas.
Rumania tiene 4 millones de personas en edad laboral, mientras 6 millones son pensionados.
China, tiene el índice de envejecimiento más alto del mundo. El número de personas que han superado los sesenta y cinco años de edad aumenta casi del 3% al año, respecto a un aumento total de la población inferior al 1%. Alrededor del 20% de las mujeres inglesas alcanza el final de la edad fértil sin haber tenido hijos, según el British Office of National Statistics, respecto al 10% de los años '40. Y en el 2004 la tasa de fertilidad en el Reino Unido ha sido de 1,77 hijos por mujer, muy por debajo del 2,95de los años '60.
En toda Europa la situación de la natalidad es dramática y hace entrar fuertemente en crisis la cuestión del cambio generacional. A finales del 2006 la población europea contaba con alrededor de 500 millones de personas. Irlanda (con un crecimiento del 16,3%), Luxemburgo (11,6%) y España (11%), son los países que presentan un crecimiento mayor. Mientras Alemania (con un crecimiento del 0,8%), Suecia (2,4%) y Finlandia (2,7%), son los países que presentan el crecimiento menor.
Entre 1994 y 2006 la población europea ha crecido de 19 millones de personas. El 80% del crecimiento de la población durante ese período, se ha debido a la presencia de quince millones de inmigrantes, no por el crecimiento natural que ha quedado estacionario (solamente alrededor de 310.000 personas al año), muy por debajo del de Estados Unidos, en donde el crecimiento de la población es de 12 veces superior al europeo. Solamente Francia y Holanda presentan un crecimiento natural superior a la propia inmigración. A partir del 2025, Europa comenzará lentamente a desploblarse, mientras que los Estados Unidos continuarán creciendo y, con los ritmos actuales, en el 2060 Estados Unidos y Europa tendrán la misma población (alrededor de 454 millones de habitantes). En la primera mitad del 2005, la población rusa ha disminuido 400.000 unidades. El número de niños por mujer ha bajado desde el 2,19 del 1986-87, al 1,17 de 1999. Desde entonces, ha aumentado al 1,3. La situación se ha agravado por la disminución de los matrimonios y el aumento de los divorcios. Los hombres rusos tienen una expectativa de vida alrededor de los 60 años. Consecuentemente, algunos prevén que la población de 146 millones en el 2000 podría reducirse a sólo 100 millones antes de la mitad del siglo.
Hasta los Países que tradicionalmente tienen muchos hijos están viviendo una fuerte disminución en el índice de natalidad. Hace algunos decenios las mujeres mexicanas tenían en promedio familias con casi 7 hijos, pero hoy tienen alrededor de 2 hijos. En el 2050 la edad media de la población mexicana – actualmente de 25 años – aumentará a 42 años, según los datos de la División población de las Naciones Unidas.
Los Estados Unidos actualmente tienen una edad media de 36 años, que tendría que aumentar a 41 antes de la mitad del siglo. La tasa de natalidad, en los Estados Unidos, entre las mujeres no casadas, en el 2006 ha aumentado, según una relación del ente nacional Centers for Disease Control and Prevention. La relación demuestra un aumento del 3% en los nacimientos de jóvenes entre 15 y 19 años. En su conjunto, los nacimientos de mujeres no casadas aumentan al 38,5% de un total de los nacimientos en Estados Unidos en el 2006, con un aumento respecto al 36% del año precedente.
La Organización Mundial de la Salud afirma que algunos países “envejecen antes de volverse ricos”. Una reciente relación de la División población del Departamento de Asuntos económicos y sociales de las Naciones Unidas da una visión de conjunto del envejecimiento demográfico. En este estudio, que lleva por título “El envejecimiento de la población mundial”, la agencia evidencia el hecho que la rapidez del envejecimiento de la población de muchos Países no tiene precedentes. A nivel mundial, la superación del número de los niños por parte de los que han superado los sesenta años tendrá lugar por primera vez en la historia en el año 2047. Ya en 1998, en las regiones más desarrolladas, el número de niños menores de 15 años ha disminuido por debajo de los más ancianos. En el 2000, la población de los que superaban los sesenta llegaba a 600 millones, el triple de la del 1950. En el 2006 el número de ancianos ha superado los 700 millones. En el 2050 habrá dos millares de ancianos en el mundo, tal es así que estos habrán nuevamente triplicado el número en un lapzo de 50 años.
En las regiones más desarrolladas más de un quinto de la población actualmente tiene más de sesenta años y en el 2050 un tercio de la población de los Países desarrollados tendría que colocarse en aquella edad. En las regiones menos desarrolladas, los ancianos hoy son sólo el 8% de la población, pero en el 2050 estos tendrían que llegar a representar un quinto de la población. La División población también ha advertido que el índice de envejecimiento de la población es más alto en los Países en vía de desarrollo respecto a los Países desarrollados. Además, en los Países en vía de desarrollo se ha verificado un envejecimiento demográfico a pesar de los niveles bajos de desarrollo socio económico. Además está la relación entre las personas en edad laboral y los jubilados. El número de personas entre los 15 y los 64 años por cada uno que supera los sesenta y cinco años ya ha disminuido de los 12 a los 9 en el arco temporal que va desde el 1950 y el 2007. En el 2050 tendría que disminuir a sólo 4 trabajadores por anciano, lo que tendrá un grave impacto sobre el control de las políticas fiscales y de la seguridad social. Más allá del impacto económico, los cambios que derivan del envejecimiento tendrán una gran influencia sobre las cuestiones inter-generacionales de la equidad y de la solidaridad, observa la relación de la ONU.
http://www.fides.org/spa/documents/crisis_familia__europa_2.doc
Publicados por HOJA DE DIFUSIÓN PARROQUIAL DE SANTA RITA DE CASIA DE PUNTA BRAVA Y DE SAN PABLO APÓSTOL EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ, AÑO 4 - N° 156
EJEMPLOS QUE NOS AYUDAN, TRAIDOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ
TROMPLÓNG. Presidente del Senado francés, al recibir los últimos sacramentos en su lecho de muerte, (1869) dijo a los que le rodeaban: "Después que uno ha leído, estudiado y vivido mucho, reconoce, al acercarse el momento de la muerte, que la única verdad es el catecismo".
LACORDAIRE. Cuenta que en una reunión un alto dignatario exclamaba, enseñando un catecismo: "Señores, esperanza si Sócrates hubiese conocido este libro, lo habría estudia-do de rodillas".
Un astrónomo, muy enamorado de su ciencia, caminaba siempre mirando a las estrellas. Al pasar un día por un puente sin pretil, no advirtió el peligro, cayó y se ahogó en el río. En los funerales se pronunciaron en honor suyo pomposos discursos, ponderando su ciencia. Un buen hombre que lo observaba, se retiró murmurando entre si "¿Para qué le valió saber tantas cosas? Mejor le hubiera sido aprender a pasar el puente sin caer al río". Y tenía razón. ¿No podríamos decir lo mismo del tantos y tantos, que saben muchas cosas e ignoran el catecismo, y cuando les llega la hora de la muerte caen en el infierno? Bien dice aquella copla.
La ciencia más alabada es que el hombre bien acabe; porque al fin de la jornada, aquel que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada.
En 1898 murieron bien dos ajusticiados por asesinos. Al otro domingo explicaba el P. Creixell, S. J., que había asistido a los reos, el catecismo en la iglesia de la Compañía. Se le acerca una mujer enlutada con dos niños, uno de cinco, otro de siete años, y le dijo al Padre: "Yo soy la madre de los ajusticiados que usted vio. Estos son los hijos del mayor, mis nietos; enséñeles usted la doctrina. Si su padre la hubiera sabido, no hubiera parado donde paró".
Al insigne escritor Alejandro Manzoni, un joven le pidió un libro que le guiase en el camino, no del arte, sino de la vida. Manzoni le entregó un catecismo, diciendo: "He aquí el mejor libro para que aprendas a vivir".
El párroco de Voirán, cerca de Grenoble, en Francia, dijo un día de 1890 a una madre: "Mande usted con regularidad su hijo al catecismo, pues de los contrario no podrá recibir la Primera Comunión". La madre insensata respondió: "Mi hijo no necesita instrucción religiosa ni Primera Comunión; las encinas, sin necesidad de Primera Comunión, crecen perfecta-mente en el bosque". "Ciertamente, replicó el sacerdote; tampoco la necesitan las terneras del establo". Más tarde en 1910, el tribunal del territorio condenaba a muerte a aquel hijo, porque, exasperado por no darle su madre dinero para ir a la taberna, la había ahogado con sus propias manos.
Artículo publicado en el Boletín mensual de información misionera "MISIONEROS JAVERIANOS", Nº 441 - ABRIL 2008.
DIÁLOGO, CONVERSIÓN Y COLABORACIÓN
P Carlos Collantes
En el número anterior aludíamos a una serie de actitudes: la escucha, el respeto, el conocimiento de la propia identidad religiosa, el progreso en el conocimiento mutuo y en la liberación de prejuicios, entre otras. El concilio Vaticano II, al valorar de forma positiva las religiones no cristianas, introdujo algunos presupuestos necesarios para el diálogo: la actitud de estima y de valoración positiva, de amistad y de colaboración. Actitudes que deben hacerse presentes en la tarea evangelizadora.
La profunda actitud de respeto de la que hablamos, brota de la fe-convicció en la presenci universal del Espíritu en las religiones, presencia reconocida y acogida. Como nos recuerda Juan Pablo II: «La relación de la Iglesia con las demás religiones está guiada por un doble respeto: «Respeto por el hombre en su búsqueda de res-puesta a las preguntas más profundas de la vida, y respeto por la acción del Espíritu en el hombre».» (RM 29)
Peregrinos de la verdad
La plenitud de la verdad sólo la alcanzaremos al final, entre tanto todos estamos en camino, peregrinos somos hacía el único Dios, sólo en El confluiremos; caminamos con interrogantes, entre luces y sombras y nuestras preguntas sólo entonces desaparecerán. Y en ese camino hacia la verdad no caminamos solos, la experiencia religiosa de otros hermanos nos acompaña, enriquece e ilumina. Peregrinos en una Iglesia peregrina que forma parte de una humanidad también peregrina, Pueblo de Dios en marcha hacia el Reino. Y el peregrino no se aferra, camina libre, despojándose cada vez más de realidades accidentales, accesorias, buscando lo esencial: el rostro de Dios en Jesucristo, en el hermano. Dios habita también en mi hermano, aunque piense distinto o crea de forma distinta o exprese su fe de forma, para mí, extraña. Se trata de caminar _juntos, humildemente hacia la Verdad. Viajamos juntos descubriéndonos mutuamente hacia el único Dios, la única Verdad; y cuando le veamos cara a cara no habrá preguntas sólo comunión, entre tanto nuestros caminos son paralelos, a veces divergentes pudiendo ser hermanados o «humanados», sólo Dios ve el corazón, nosotros las apariencias.
Diálogo e identidad
La Iglesia camina en la historia, a veces con lucidez, otras con paso lento y desconcertado, en esa historia que Dios ha querido que sea de salvación; Iglesia samaritana y solidaria con la humanidad dolorida y esperanzada de la que forma parte y que se autodefine como «sacramento universal de salvación», como signo e instrumento de esa voluntad salva-dora de Dios en el camino hacia la meta que anhelamos, y siempre al servicio del Reino de Dios.
Si la fe es un don de Dios, es necesaria una actitud de sincera humildad para dialogar y para caminar juntos y, mientras caminamos, apertura para conocer y reconocer a Dios en el hermano. Vaya por delante que ni podemos ni debemos renunciar a lo que somos, a nuestra identidad más profunda, en ese caso no habría diálogo, ya que no se trata de llegar a posiciones sincretistas en el nombre de una falsa y cómoda paz, de un falso e imposible consenso. Ningún diálogo se puede construir sobre la renuncia u ocultamiento de la propia identidad. Las diferencias están ahí no para ocultarlas sino para conocerlas y respetarlas, exigiéndonos una actitud de permanente honradez.
Las formas de diálogo son variadas. Cuatro evoca el documento Diálogo y Anuncio en el n° 42: El diálogo de la vida, un diálogo que va más allá de la coexistencia pasiva o indiferente, o de una tolerancia interesada, calculada: te acepto mientras no me molestes; se trata de establecer relaciones humanas cordiales, de convivencia positiva. El diálogo de las obras, más allá de la convivencia, se trata de establecer relaciones de colaboración en importantes dimensiones de la vida humana buscando trabajar juntos en proyectos humanizadores. El diálogo de los intercambios teológicos, que se realiza a nivel de «expertos» y permite una comprensión renovada de tradiciones y herencias religiosas. Y finalmente el diálogo de la experiencia religiosa, al alcance de todos para compartir dones, valores y riquezas espirituales, como vi-vimos a Dios o como El vive en nosotros. Al estar más cerca de Dios, los místicos dialogan mejor, entre ellos las diferencias y fronteras se borran más fácilmente por-que están más cerca de la Fuente, y aun así persisten, fronteras de una humanidad limitada, en camino.
Diálogo y conversión
Cuando hablamos, por tanto, de diálogo interreligioso no tenemos que pensar en el diálogo estrictamente teológico realizado por un grupo de expertos, en ese caso sería una tarea de unos pocos, un privilegio, «un producto de lujo para la misión de la Iglesia»; el diálogo no es una actividad reservada a un grupo selecto y reducido de especialistas, a una elite quedan-do excluidos todos los demás, el pueblo sencillo, los creyentes de a pie. No podemos olvidar el inmenso campo lleno de posibilidades que se abre para una colaboración entre creyentes en ámbitos tales como la defensa de los derechos humanos, el compromiso a favor de la justicia y la paz, la exigencia de leyes más justas en el comercio internacional, leyes que protejan los derechos de los más desfavorecidos, o la promoción de valores humanos, valores no exclusivamente pero sí profundamente evangélicos, la defensa de la creación, el respeto por el medio ambiente.
Al eliminar prejuicios y permitirnos un mayor y mejor conocimiento mutuo, el diálogo elimina tensiones y posibles conflictos, es por ello un camino que exige purificación personal, un cultivo permanente de nuestras raíces, un contacto fresco y renovado con la Fuente de la Vida que hace posible nuestro ser. Un contacto -en nuestro caso- con el Espíritu de Jesucristo en la oración. Un compromiso de purificación también de nuestras culturas o visiones parciales siempre limitadas, una purificación de todo lo inhumano presente en nosotros, en nuestras culturas (Cf. DA 46). El diálogo es un camino hacia la conversión, de todos a Dios.
Jesucristo por y en su encarnación ha asumido toda la variada y rica experiencia humana, dándole un sentido misterio-so, escondido, real. Siendo el camino, acompaña a todos los que caminan a tientas, siendo la vida plena, la ofrece a quienes de ella están hambrientos y viven in-satisfechos, siendo la verdad, la muestra a quienes la buscan en el claroscuro de la vida, entre intuiciones y fracasos, entre anhelos y decepciones, a quienes la necesitan, la persiguen honradamente o la imploran con humilde sinceridad. Y Dios nos encuentra a todos en su Hijo, rostro suyo y búsqueda nuestra, anhelo humano y divino, porque Dios también suspira por encontrarnos, hasta ese día en que «Dios será todo en todos». La gracia de Dios, adquirida por Cristo, actúa en el corazón de todos de un modo que sólo Dios conoce, la salvación en Cristo está abierta —como su costado— y ofrecida —como su espíritu— a todos. Podemos entrar y respirar esperanza. n
«Es preciso destacar la importancia del diálogo en lo que respecta al desarrollo integral, la justicia social y la liberación humana. Las Iglesias locales, como testigos de Jesucristo, están llamadas a empeñarse en este campo desinteresada e imparcialmente. Tienen que lu-char en favor de los derechos humanos, proclamar las exigencias de la justicia y denunciar las injusticias no sólo cuando son víctimas de ellas sus propios miembros, sino también independientemente de la pertenencia religiosa de las víctimas. Es imprescindible, además, que todos se asocien para resolver los grandes problemas que la sociedad y el mundo deben afrontar, así como para promover la educación en favor de la justicia y la paz». (Diálogo y Anuncio 44)
«No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8). Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan». (Vaticano II Nostra Aetate 5)
Artículo publicado en el Boletín mensual de información misionera "MISIONEROS JAVERIANOS", Nº 441 - ABRIL 2008.
EMIGRANTES, UNA LLAMADA A LA SOLIDARIDAD
«Necesitamos un nuevo concepto de calidad de vida, porque la senda del consumismo es insostenible; siempre querremos más y más, seremos infelices y nunca nos daremos por satisfechos». Lo reconocía el Worldwatch Institute, en su informe «El estado del mundo 004». La advertencia no era gratuita: el 20% de la Humanidad acapara el 80% de los recursos del planeta, y esta voracidad es el motor que mantiene un sistema de injusticia que sume en la pobreza a millones de personas.
En los años 70 y 80 se defendía qu! el desarrollo la modernización de la sociedad tenían una dirección única: mediante el crecimiento económico y el consumo, todos llegaríamos a dis-frutar del bienestar, tanto las personas como los países. Era una simple cuestión de tiempo: poco a poco todos disfrutarían del bienestar del desarrollo. En los llamados países desarrolla-dos se instauró el «Estado de Bienes-tar» y a los países empobrecidos se les llamaba «países en vías de desarrollo». La sociedad tenía una dirección incluyente.
Pero ese sistema ideal de crecimiento económico no ha funcionado como pensaban sus defensores. Aquel modelo de desarrollo tenía graves defectos de fondo. Aparecieron las altas tasas de paro y la ex-tensión de la pobreza; se acabó el sueño de aquellos países que un día esperaban poder entrar en el club de los ricos, pero que se despertaron con el peso de una deuda externa agobiante.
Origen de la inmigración
Esa realidad es la que ha llevado a que unos 200 millones de personas en todo el mundo, una tercera parte de ellas africanas, se
vean afectadas hoy día por el fenómeno migratorio, frente a los 80 millones que existían en 1970. Sin duda, un desafío para las sociedades occidentales y el equilibrio humano del planeta.
La inmigración, en sus múltiples y variadas formas, no es un fenómeno nuevo, ni siquiera moderno. El hombre, desde la más remota prehistoria, ha sido un emigrante en busca del sustento, de mejores condiciones de vida. Lo que sí es novedoso —y lacerante— es la desigualdad entre los hombres, ese «Muro de Berlín» que separa un hemisferio de otro. El intento de llegar a Europa es la consecuencia del marasmo económico y de una ausencia total de perspectivas para los jóvenes de los países del Sur.
Causas de la inmigración
Aunque las causas de las migraciones pueden ser de muy diversa naturaleza, las que generan la actual presencia de inmigrantes en España son casi exclusivamente de origen económico: subdesarrollo, hambrunas, pobreza, injusticia, paro...; la búsqueda de unas mejores condiciones de vida que satisfagan las carencias económicas, la búsqueda de la paz o el lícito propósito de la unidad que supone el reencuentro familiar.
El fenómeno migratorio, cada vez más amplio, constituye hoy un importante elemento de la interdependencia creciente entre los esta-dos, que contribuye a definir el evento de la globalización, que ha abierto los mercados pero no las fronteras, ha derrumbado las barre-ras a la libre circulación de la información y de los capitales, pero no lo ha hecho en la misma medida con las de la libre circulación de las personas. Y, sin embargo, ninguna nación puede sustraerse a las consecuencias de alguna forma de migración, a menudo extremamente vinculada a factores negativos, como el retroceso demográfico que se da en los países industrializados, el aumento de las desigualdades entre el norte y el sur, la existencia en los intercambios internacionales de barreras de protección que impiden que los países emergentes puedan colocar sus propios productos, en condiciones competitivas, en los mercados de los países occidentales y, en fin, la proliferación de conflictos y guerras civiles.
Interpelaciones
La actual realidad de las migraciones en Europa y en España supone una seria interpelación a todos: individuos, sociedad y sus organizaciones, administraciones públicas e Iglesia. Nadie puede permanecer ajeno ni indiferente ante un fenómeno de tal envergadura.
Las respuestas que se están dando por parte de la sociedad son muy di-versas. A veces condicionadas por prejuicios o estereotipos o por el te-r mor a lo extraño y desconocido. Es la reacción que revela actitudes xenófobas, racistas, violentas o discriminatorias.
La Iglesia, con un compromiso económico, social y político, ha de defender, con gesto y palabra, la dignidad del inmigrante.
En cuanto a la respuesta de las administraciones públicas, las leyes de extranjería son, por regla general, restrictivas y tendentes a priorizar los llamados «intereses nacionales», como la demanda interna de mano de obra, la «seguridad nacional»... El trabajador extranjero puede convertirse en factor de equilibrio, en «colchón de la economía» o en «ejército de reserva para la economía sumergida» del país receptor, sometido a los vaivenes del mercado de trabajo.
Solidaridad y respeto
La inmigración, en la forma en que está teniendo lugar,
desempeña un papel económico y laboral de carácter dual.
?or un lado está contribuyendo al crecimiento económico de España y, de manera particular, está permitiendo cubrir determinadas actividades y servicios, generalmente con notables reba1s en los costes laborales. Por otra parlas restricciones que viven muchos inmigrantes en sus derechos laborales y sociales, sus menores niveles salarias y la carencia de derechos políticos y jurídicos, da lugar a que muchos de ellos sean de facto ciudadanos de segunda o tercera categoría; lo cual abre el riesgo de evolución hacia un modelo dual de sociedad, con un doble circuito de ciudadanía, con derechos, oportunidades y niveles de vida diferencia-dos entre sí.
Si la inmigración se ve como un problema de orden público por parte de nuestros políticos, se corre el riesgo de que las medidas que adopten para resolverlo vulneren los derechos más ele-mentales. Los problemas que plantea la inmigración no se verán realmente re-sueltos sí no se apuesta por la solidaridad y el respeto.
Desmontemos tópicos que pretenden convencernos, contra toda evidencia, de que los inmigrantes vienen a quitarnos algo nuestro. Asumamos el mestizaje como una revitalización de la cultura y fortalecimiento de la dimensión de futuro, para normalizar el hecho de la inmigración.
Si no nos planteamos la gran meta de la igualdad en los derechos —primer paso para la integración—, seguiremos manteniendo para los inmigrantes posiciones de esclavitud o, al menos, de infraciudadanía. Si no trabajamos por este gran objetivo, se agudizarán los procesos de exclusión social; más aún, los procesos de violencia simbólica y real (xenofobia y racismo) se instalarán como un cáncer incurable en nuestras sociedades occidentales. n
Si cuarenta mil niños sucumben diariamente
en el purgatorio del hambre y de la sed;
sí la tortura de los pobres cuerpos
envilece una a una las almas;
y si el poder se ufana de sus cuarentenas
o si los pobres de solemnidad
son cada vez menos solemnes y más pobres,
ya es bastante grave que un solo hombre o una sola mujer
contemplen distraídos el horizonte neutro,
pero en cambio es atroz, sencillamente atroz,
si es la humanidad la que se encoge de hombros.
(Mario Benedettí)
ZENIT publica el discurso que dirigió Benedicto XVI a la sesión plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, en la Sala del Consistorio del Vaticano el 15 de mayo de 2008, reunida sobre el tema «La familia emigrante e itinerante».
Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
Me alegra acogeros con ocasión de la sesión plenaria del Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes. Saludo, en particular, al presidente, señor cardenal Renato Raffaele Martino, al que agradezco las palabras con las que ha introducido nuestro encuentro, ilustrando los diversos aspectos del interesante tema que habéis afrontado durante estos días. Saludo también al secretario, arzobispo Agostino Marchetto, al monseñor subsecretario, a los oficiales y a los expertos, a los miembros y a los consultores. Dirijo a todos un cordial saludo lleno de gratitud por el trabajo realizado y por el empeño puesto en concretar cuanto se ha debatido y vislumbrado durante estos días para el bien de todas las familias.
Durante mi reciente visita a Estados Unidos, animé a este gran país a proseguir en su compromiso de acogida de los hermanos y hermanas que llegan allí procedentes, en general, de países pobres. En particular, señalé el grave problema de la reunificación familiar, tema que ya había afrontado en el Mensaje para la 93ª Jornada mundial del emigrante y el refugiado, dedicado precisamente al tema de la familia emigrante. Me complace recordar aquí que en diversas ocasiones he presentado el icono de la Sagrada Familia como modelo de las familias emigrantes, refiriéndome a la imagen propuesta por mi venerado predecesor, el Papa Pío XII, en la constitución apostólica Exsul familia, que constituye la charta magna de la pastoral de los emigrantes (cf. AAS 44, 1952, p. 649). Además, en los Mensajes de los años 1980, 1986 y 1993, mi venerado predecesor Juan Pablo II subrayó el compromiso eclesial en favor no sólo de la persona emigrante, sino también de su familia, comunidad de amor y factor de integración.
Ante todo, quiero reafirmar que la solicitud de la Iglesia por la familia emigrante no quita nada al interés pastoral por la familia itinerante. Más aún, este compromiso de mantener una unidad de visión y de acción entre las dos "alas" (emigración e itinerancia) de la movilidad humana puede ayudar a comprender la amplitud del fenómeno y, al mismo tiempo, servir de estímulo para todos con vistas a una pastoral específica, animada por los Sumos Pontífices, recomendada por el concilio ecuménico Vaticano II (cf. Christus Dominus, 18) y sostenida adecuadamente por los documentos elaborados por vuestro Consejo pontificio, así como por congresos y reuniones.
No hay que olvidar que la familia, incluida la emigrante y la itinerante, constituye la célula originaria de la sociedad, y no sólo no se la debe destruir, sino que se la debe defender con valentía y paciencia. La familia representa a la comunidad en la que desde la infancia nos enseñan a adorar y amar a Dios, asimilando la gramática de los valores humanos y morales, y aprendiendo a hacer buen uso de la libertad en la verdad. Por desgracia, en muchas situaciones esto sucede con dificultad, especialmente en el caso de quienes se ven afectados por el fenómeno de la movilidad humana.
Además, en su acción de acogida y de diálogo con los emigrantes e itinerantes, la comunidad cristiana tiene como punto de referencia constante a la persona de Cristo, nuestro Señor. Él dejó a sus discípulos una regla de oro, según la cual orientar la propia vida: el mandamiento nuevo del amor. Cristo sigue transmitiendo a la Iglesia, mediante el Evangelio y los sacramentos, especialmente la santísima Eucaristía, el amor que vivió hasta la muerte y muerte de cruz.
A este propósito, es muy significativo que la liturgia prevea la celebración del sacramento del matrimonio en el corazón de la celebración eucarística. Así se pone de relieve el profundo vínculo que une esos dos sacramentos. En la vida diaria, el comportamiento de los esposos debe inspirarse en el ejemplo de Cristo, que "amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5, 25). Este supremo gesto de amor se renueva en toda celebración eucarística.
Por tanto, la pastoral familiar debe remitir oportunamente a este dato sacramental como a su referente de fundamental importancia. Quien va a misa -y es necesario facilitar su celebración también a los emigrantes e itinerantes- encuentra en la Eucaristía una fortísima referencia a su familia, a su matrimonio, y se siente estimulado a vivir su situación en la perspectiva de la fe, buscando en la gracia divina la fuerza necesaria para lograrlo.
Por último, es de todos conocido que la movilidad humana, en el actual mundo globalizado, representa una frontera importante para la nueva evangelización. Por eso, os aliento a proseguir en vuestro compromiso pastoral con renovado celo, mientas, por mi parte, os aseguro mi cercanía espiritual. Os acompaño con la oración, para que el Espíritu Santo haga fecundas todas vuestras iniciativas. Con este fin, invoco la protección materna de María santísima, Nuestra Señora del Camino, para que ayude a todo hombre y a toda mujer a conocer a su Hijo Jesucristo y a recibir de él el don de la salvación. Con este deseo, os imparto de corazón la bendición apostólica a vosotros y a vuestros seres queridos, así como a todos los emigrantes e itinerantes en el vasto mundo y a sus familias.
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Entrevista publicada en el Boletín "Xtantos" MAYO 2008 y recibido en la parroquia con motivo de su difusión ante la declaración de la renta.
La participación de los
seglares en la Iglesia
JOSÉ IGNACIO RIVARÉS
Ángel María Cañadillas Moyano lo tiene claro. "Cada euro que se entrega a la Iglesia rinde como dos". Su afirmación no está hecha a humo de pajas. Su vinculación con la Iglesia es la misma que tienen en este país millones de cristianos de a pie. "La Iglesia forma parte de mi familia, de mi educación y de mis vivencias", afirma. Su esposa Inmaculada y sus dos hijos (Inma, de ocho años, y Ángel, de cinco), pueden corroborarlo.
-Pregunta: Desde su experiencia personal, y como cristiano de a pie, ¿por qué cree que hay que colaborar con la Iglesia?
-Respuesta: Yo lo veo corno algo natural. Desde que tengo uso de razón, la Iglesia ha formado parte de mi familia, de mi educación y de mis vivencias. Una anécdota que me gusta recordar es que mi hija Inma comenzó a andar en misa. Fue algo muy especial. Creo que los católicos vivimos en la Iglesia y que colaborar con ella da plenitud y llena de sentido una vida que sin la Providencia se vuelve demasiado atribulada.
-P: El nuevo sistema de financiación supone que, en adelante, el sostenimiento económico de la Iglesia va a depender exclusivamente de las aportaciones de los católicos. ¿Qué conlleva realmente este cambio?
-R: La asunción por nuestra parte de una gran responsabilidad, cual es el sostenimiento de la institución. Ello debe estimulamos y hacernos colaborar más. Y está también el reto que supone tener que explicar mejor las actividades de la Iglesia a esas personas de buena voluntad que, como us-ted dice, sin compartir nuestro credo, están de acuerdo y en-tienden la labor eclesial como esencial en cuanto a la mejora del tejido social.
-P: Gran parte de la opinión pública comparte ese planteamiento. ¿Qué piensa usted?
R: Bueno, hay que precisar que esto ya ocurre en gran parte, pues la actividad pastoral está financiada en un 80% por los católicos, quedando el resto a cargo del presupuesto que se obtiene de la recaudación del Estado. Con el nuevo sistema, serán los propios miembros de la Iglesia los que asuman de forma voluntaria toda la responsabilidad en cuanto a la financiación.
-P: ¿Es así, existe ese desconocimiento?
-R: Efectivamente. Puede inducir a error el que nos den dos opciones. Implícitamente, tendemos a pensar que son excluyentes y no es así. Se pueden marcar las dos casillas y, en ese caso, el porcentaje se duplica: cada una de las opciones se lleva lo estipulado sin que tenga lugar ningún reparto.
-P: ¿Conocen realmente los ciudadanos la labor que realiza la Iglesia?
-R: Dar a conocer esa labor es nuestra gran asignatura pendiente. Hasta ahora no hemos comunicado con la suficiente claridad ni intensidad la realidad que supone la Iglesia en nuestra sociedad.
-P: ¿Cómo calificaría esa labor en su diócesis cordobesa?
-R: Respecto a nuestra diócesis cordobesa, la Delegación de Medios mantiene una significativa presencia divulgativa en los medios de comunicación, así como la revista semanal La Iglesia en Córdoba, la cual, con una presencia destacada del señor obispo, D. Juan José, acerca la actividad pastoral y hace partícipes a la comunidad de todas las actividades diocesanas.
-P: ¿Son conscientes los ciudadanos de las necesidades económicas que, como toda institución, tiene la Iglesia?
-R: Probablemente, no. Como ciudadanos, tendemos a no valorar adecuadamente el coste de un servicio que se nos ofrece de forma libre y gratuita. Parece que aquello que es gratis tiene menos valor.
-P: Hay quienes no entienden que la Iglesia pueda tener un presupuesto de varios millones. E incluso, quienes piensan que dispone de ese dinero en su propio beneficio. ¿Qué se puede decir a estas personas?
-R: Que no se pueden abrir 22.700 templos a diario para atender a unos diez millones de personas a la semana, ni impar-tir catequesis a casi un millón de niños, sin tener un presupuesto con el que hacer frente a estas necesidades. Los estudios que hemos realizado dicen que el coste de la actividad pastoral, siendo significativo, puesto que atiende necesidades de la citada dimensión, es la mitad -¡sí, la mitad!- del que tendría a precios de mercado. Me gustaría resaltar este dato, porque ello supone, y tenemos que saberlo, que cada euro que se entrega a la Iglesia rinde como dos.
-P: ¿Qué podemos hacer los católicos en esta nueva etapa?
-R: Además de colaborar económicamente, yo pediría a los católicos, que tienen ganas de arrimar el hombro, que se acercasen a su parroquia y se ofreciesen para trabajar en la pastoral o a formar parte de su Consejo de Economía. Me parece que es ahí donde comienza el cambio que debemos realizar, en la participación de los seglares.
Información de los centros atendidos por los MISIONEROS POBRES DE LOS SIERVOS DEL TERCER MUNDO - OPUS CHRISTI SALVATORIS MUNDI, recogida en CIRCULAR EXTRAORDINARIA de Mayo de 2008.
Actuales centros atendidos por los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo
Casa "Nuestra Señora del Silencio": los miembros contemplativos del Movimiento, reunidos en una comunidad de vida austera, en un régimen de clausura, se consagran a dar gloria a Dios, a interceder por todos los miembros de la iglesia y a reparar los pecados de la humanidad.
Casa Hogar Santa Teresa de Jesús (Cuzco): acoge a los niños más pequeños, asistidos por nuestras hermanas Misioneras Siervas de los Pobres del Tercer Mundo; esta casa hospeda también a un buen número de niñas y muchachas pobres que de esta manera pueden crecer en un ambiente sano. Actualmente el número de los niños enfermos acogidos y de las niñas y muchachas hospedadas y educadas aquí es de aproximadamente 80. En esta casa vive también la comunidad de las Hermanas Misioneras Siervas de los Pobres TM, cuyo número total es de aproximadamente 80 entre aspirantes, postulantes, novicias y hermanas ya consagradas. Cada sábado este centro es visitado por más de un centenar de niños y niñas pobres, para las diferentes actividades del Oratorio organizadas y dirigidas por nuestras mismas hermanas. En este centro trabajan 32 personas externas retribuidas.
Centro Educativo Benéfico "Santa María Goretti" (Cuzco): acoge a 400 niñas y muchachas pobres, que aquí reciben gratuitamente la instrucción escolar y la correspondiente educación y formación integral, además de, naturalmente, todo el material didáctico y de útiles escolares, una buena alimentación y una indispensable asistencia sanitaria. En este centro se han instalado algunos talleres profesionales (cerámica, corte y confección, cocina, etc.) donde las muchachas más grandes, bajo la guía de maestras especializadas, son formadas desde el punto de vista laboral. En este centro trabajan 33 personas externas retribuidas.
Casa San Tarcisio (al interior de la Ciudad de los Muchachos - Andahuaylillas): acoge a niños a partir de los 6 años de edad: se trata de huérfanos o de niños con problemas familiares muy graves.
Actualmente la casa acoge a 35 niños. Esta casa, además de los niños y de la comunidad de los Sacerdotes y de los Hermanos Misioneros, desde este año de 2008 hospeda también a 10 chicos que han inaugurado nuestro Seminario Menor. En este centro trabajan 6 personas externas retribuidas.
Centro Educativo Benéfico "Francisco y Jacinta Martel" (al interior de la Ciudad de los Muchachos - Andahuaylillas) acoge gratuitamente a cerca de 200 entre niños y muchachos (35 de los cuales son huéspedes de la Casa San Tarcisio) que, por el hecho de ser huérfanos o sin recursos económicos, son considerados "no suficientemente preparados" por los centros educativos públicos. Nuestro objetivo es llevar pronto su número a cerca de 400 alumnos. En este centro trabajan 21 personas externas retribuidas.
Talleres ocupacionales (al interior de la Ciudad de los Muchachos - Andahuaylillas): en estos talleres, después del medio día, los muchachos de los grados superiores aprenden un oficio, gracias a las orientaciones de maestros profesionales.
En estos talleres y en toda la manutención de la Ciudad de los Muchachos trabajan 30 personas externas retribuidas.
Obra Buen Samaritano (Cuzco): está en condiciones de ofrecer asistencia sanitaria, sea con intervenciones directas, sea poniendo a su disposición medicinas en forma gratuita, a todos los pobres que tocan a nuestras puertas.
Casa Hogar S. Teresa de Jesús (Lima), abierta en la capital del Perú para poder acoger a los niños que deben ser sometidos a operaciones quirúrgicas delicadas. A ello se dedica una pequeña comunidad de nuestras hermanas Misioneras Siervas de los Pobres T.M.
En este centro trabajan también 3 personas externas retribuidas.
Casa de Formación Sacerdotal Santa María Madre de los Pobres (Ajofrín, Toledo — España): está destinada a acoger y formar a los jóvenes que desean ser Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo. En este centro trabajan 3 personas externas, retribuidas.
Misiones en la Alta Cordillera: no podemos olvidar el trabajo de evangelización y de apoyo que nuestras comunidades desarrollan semanalmente en 7 pueblos de la Cordillera. La comunidad de nuestras Hermanas Misioneras visita cada semana 4 pueblos; nuestros Padres y Hermanos Misioneros se ocupan de otros dos pueblos, y el séptimo es visitado por miembros de nuestra fraternidad de parejas de esposos misioneros.
Todos estos centros, que diariamente abren sus puertas a tantos niños, son sostenidos sólo y exclusivamente por la Divina Providencia, no recibiendo nosotros ayuda de parte de ningún gobierno y de ninguna organización; hay que tener en cuenta además el hecho que actualmente son 125 las personas que trabajan regularmente en nuestras casas en el Perú, recibiendo no sólo un adecuado salario, sino también un apoyo familiar y una formación humana y cristiana.
Centro de acogida de Budapest (Hungría), para niños gitanos provenientes de diversos barrios de la capital húngara.
ZENIT publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo, 25 de Mayo de 2008, en el día en que muchos países celebran el Corpus Christi, con motivo de la oración mariana del Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas:
En Italia y en varios países, hoy se celebra la solemnidad del Corpus Christi, que en el Vaticano y en otras naciones ya se celebró el jueves pasado. Es la fiesta de la Eucaristía, don maravilloso de Cristo, que en la última cena quiso dejarnos el memorial de su Pascua, el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, prenda de inmenso amor por nosotros.
Hace una semana, nuestras miradas eran atraídas por el misterio de la Santísima Trinidad; hoy se nos invita a poner la mirada en la Hostia santa: ¡es el mismo Dios! ¡El Amor mismo! Esta es la belleza de la verdad cristiana: el Creador y el Señor de Todas las cosas se ha hecho "grano de trigo" para ser sembrado en nuestra tierra, en los surcos de la historia; se ha hecho pan para ser partido, compartido, comido; se ha hecho alimento nuestro para danos la vida, su misma vida divina. Nació en Belén, que en hebreo significa "Casa del pan", y cuando comenzó a predicar a las muchedumbres reveló que el Padre le había enviado al mundo como "pan vivo bajado del cielo", como "pan de la vida".
La Eucaristía es escuela de caridad y de solidaridad. Quien se alimenta con el Pan de Cristo no puede quedar indiferente ante quien, incluso en nuestros días, carece del pan cotidiano. Muchos padres logran a duras penas encontrarlo para sí y para sus niños. Es un problema cada vez más grave, que le cuesta resolver a la comunidad internacional. La Iglesia no sólo reza "danos hoy el pan de cada día", sino que, siguiendo el ejemplo del Señor, se compromete de todas las maneras por "multiplicar los cinco panes y los dos peces" con innumerables iniciativas de promoción humana, compartiendo lo imprescindible para que a nadie le falte lo necesario para vivir.
Queridos hermanos y hermanas: que la fiesta del Corpus Christi sea una ocasión para crecer en esta atención concreta a los hermanos, especialmente los pobres. Que nos alcance esta gracia la Virgen María, de quien el Hijo tomó su carne y sangre, como repetimos en un célebre himno eucarístico, llevado a la música por los más grandes compositores: "Ave verum corpus natum de Maria Virgine", y que se concluye con la invocación: "O Iesu dulcis, o Iesu pie, o Iesu fili Mariae!".
Que María, quien al llevar en su seno a Jesús fue el "sagrario" viviente de la Eucaristía, nos comunique su misma fe en el santo misterio del Cuerpo y de la Sangre de su Hijo divino para que se convierta verdaderamente en el centro de nuestra vida. En torno a la Virgen nos volveremos a encontrar el próximo sábado, 31 de mayo, a las 20.00 horas, en la plaza de San Pedro, con motivo de una celebración especial de clausura del mes mariano.
[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano comenzó diciendo:]
Saludo con mucho afecto a los peregrinos de lengua china, que se han reunido en Roma procedentes de toda Italia con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China. Confío al amor misericordioso de Dios a todos vuestros compatriotas que en estos días han fallecido a causa del terremoto, que ha golpeado una amplia área de vuestro país. Renuevo mi cercanía personal a quienes están viviendo horas de angustia y tribulación. Que gracias a la fraterna solidaridad de todos, las poblaciones de esas zonas puedan regresar pronto a la normalidad de la vida cotidiana. Junto a vosotros le pido a María, auxilio de los cristianos, nuestra señora de Sheshan, que apoye "el compromiso de quienes en China, en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando, para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús", siendo "siempre testigos creíbles de este amor, manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia".
[En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de las Parroquias de Santa Teresa, de Toledo, y de Santa María, de Los Yébenes, así como a los miembros de la Obra de la Iglesia, que participan en esta oración mariana. En este día, en el que en algunos lugares se celebra la solemnidad del Corpus Christi, os invito a participar activamente en la Eucaristía y a venerar con devoción el Santísimo Sacramento, para que experimentemos constantemente el fruto de la redención. Feliz domingo a todos.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
ASIA/CHINA - La historia del Santuario de Nuestra Señora de She Shan
Shang Hai (Agencia Fides) - El Santuario se encuentra en el distrito de Song Jiang, en las cercanías de la gran metrópolis de Shang Hai, y está dedicado a Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, “Our Lady Help of Christians” de She Shan.
En 1863 el entonces Superior de la comunidad Jesuita en Shang Hai compró la parte sur de la montaña de She Shan, desde la cual se ve un bellísimo panorama y un bosque de bambú. Aquí fue construida una casa de reposo para los Jesuitas, y junto a esta una pequeña capilla. Entonces comenzaron los trabajos para la construcción del Santuario. El 1º de marzo de 1868, el entonces Obispo de Shang Hai, Mons. Adrien Languillat SJ, consagró la capilla y bendijo la imagen de María Auxilio de los Cristianos. Cada año, el 24 de mayo con ocasión de la fiesta de María Auxiliadora, llegan al Santuario muchísimos fieles.
Durante el ataque de los rebeldes del Ejército de Tai Ping, el Superior de la comunidad Jesuita, p. Gu Zhen Sheng, se dirigió a la montaña de She Shan invocando a la Virgen: “Si la diócesis se salva del ataque de los rebeldes, construiremos una Basílica para dar gracias por la protección especial de Nuestra Señora”. La diócesis no fue destruida. En septiembre de 1870, p. Gu hizo pública la petición que le hizo a la Virgen y la promesa de construir un nuevo templo como agradecimiento: mediante un comunicado explicó a los fieles todos los detalles de la fachenda, pidiendo donaciones para la construcción de la basílica. El 24 de mayo de 1871, fiesta de María Auxilio de los Cristianos, y ante más de 6.000 personas, el Obispo de Shang Hai, Mons. Languillat pudo presidir la posición de la primera piedra de la nueva iglesia, construida gracias a las generosas donaciones de los fieles. El 15 de abril de 1873 Mons. Languillat consagró e inauguró la gran Basílica en la cima de la montaña. Desde entonces “Nuestra Señora de She Shan” se ha convertida en la Protectora de la diócesis de Shang Hai. Cada 1º y 24 de mayo la Basílica acoge a numerosos peregrinos provenientes de la China y de otros países de Asia.
A pedido de Mons. Languillat, el Papa Pío IX en 1874 concedió el don de la indulgencia a todos los peregrinos que realizaran una peregrinación a este Santuario durante el mes de mayo. El año después la comunidad de Shang Hai instaló diversas campanas.
En medio de la montaña los católicos construyeron en 1894 la iglesia de Zhong Shan "que significa "en medio de la montaña") dedicada a María Mediadora. Seguidamente construyeron tres capillas dedicadas a la Virgen María, a San José y al Sagrado Corazón de Jesús. Sobre la puerta de la iglesia, siguiendo una tradición china, se aprecian dos escritos: “Rest a while by the small chapel half-way up the hill and offer your filial homage. The sanctuary is up at the mountain top. Climb a few steps more and implore the mercies of the Mother of God” (traducción del chino de “Guide to the Catholic Church in China 2004"). A lo largo de los senderos han sido puestas también las 14 estaciones del Via Crucis.
El actual Santuario dedicado a “Our Lady Help of Christians” de She Shan es de estilo románico, con 56 metros de largo, 25 de ancho y 17 de alto, y un campanil de 38 metros. Sobre el campanil se observa una estatua de bronce de la Virgen, que pesa 2 toneladas y mide 3,87 metros. La Basílica de la Virgen de She Shan acoge a más de 3000 fieles y es conocida como la primera basílica de Asia oriental. Después de la revolución y con el regreso de la comunidad católica, la basílica recobró vida: cada año en el mes de mayo llegan fieles de todas las partes de China y de Asia para homenajear a la Virgen. (N.Z.) (Agencia Fides 23/5/2008; líneas 42, palabras 629)
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - La relación entre el yo y el nosotros, en la Iglesia y en la liturgia
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el conocido libro “Informe sobre la fe” (1985), el entonces Cardenal Joseph Ratzinger observaba que la oración que precedía a la comunión, en la liturgia romana, “Domine Iesu Christe... ne respicias peccata mea, sed fidem Ecclesiae tue...”, había sido cambiada en la versión italiana de la siguiente manera: No mires “nuestros” pecados ... Luego de subrayar que un cambio de esa naturaleza es síntoma de la disolución de las culpas de cada uno en la Santa Misa, pasaba a afirmar que “ ‘tal vez inconscientemente’ se comience a entender como “no mires el pecado de tu Iglesia, sino mi fe”... Si esto realmente sucediese las consecuencias serían nefastas: las culpas de los individuos se convertirían en la culpa de la Iglesia y la fe se reduciría a un hecho personal, a “mi” modo de comprender y de reconocer a Dios y su llamada. Es de temer que esto sea hoy en día un modo muy difundido de sentir y de razonar: es un signo de cuánto la conciencia común católica se ha alejado en muchos puntos de la recta concepción de la Iglesia”.
“¿Qué hacer entonces?” se preguntaba Messori, “Debemos volver a decir al Señor: ‘Pecamos nosotros y no la Iglesia que es tuya y es portadora de fe’. La fe es la respuesta de la Iglesia a Cristo; ella es Iglesia en la medida en que es acto de fe. La dicha fe no es una acto individual, solitario, una respuesta individual. Fe significa creer juntos, con toda la Iglesia” (pp. 51-53).
Esto es una demostración de cuánto la mentalidad que diluye la responsabilidad del individuo ha penetrado en la Iglesia hasta el punto de encontrar expresión en la liturgia. La Iglesia es el “nosotros” del cristiano, dice San Jerónimo. Sin embargo, un sacerdote que peca, ensucia y escandaliza, pero no cambia la moral católica; uno que tiene ideas relativistas, se equivoca pero no expresa la doctrina de la Iglesia. Una distinción análoga vale para el plano histórico cuando se sostiene que la Iglesia no se identifica con todo lo que se hizo durante la Inquisición.
El hombre tiene un deseo desmesurado de dominar y de poseer, realidad que puede tentar también a los eclesiásticos. Un ejemplo: en la liturgia sucede frecuentemente que asistimos a verdaderos “shows” en los que la homilía es una verdadera exposición de opiniones teológicas y morales, a menudo banales y hasta erróneas. En el caso de que hagan falta argumentos, ¿no se debería recurrir más bien al Catecismo de la Iglesia Católica o al magisterio pontificio?
La reforma de la Iglesia (y de la Liturgia) parte siempre de nosotros: es una invitación a ser más humildes, para que Jesucristo crezca en nosotros. Para Charles de Foucauld “el sacerdote es un ostensorio, su tarea es mostrar a Jesús. Él debe desaparecer y dejar que se vea sólo a Jesús... Jamás un hombre podrá imitar más plenamente a Nuestro Señor que cuando ofrece el sacrificio -se hace ‘hostia’, es decir víctima- o administra los sacramentos”. Tal humildad del sacerdote es significada, en la liturgia, por la pobreza y la sencillez de los gestos, por la virginidad o celibato que renuncia a todo exhibicionismo, por la obediencia a la ley litúrgica, ya que administramos y servimos a la liturgia como algo sagrado, del Señor.
La liturgia tiene necesidad de ascesis, de renovación espiritual, para ayudar a la gente a llegar a Jesucristo, Dios presente en medio de nosotros; pero de la manera en que suele celebrarse corre el riesgo de asemejarse más a un recorrido de sensaciones al estilo “New Age”, en el que simplemente hay que dejarse llevar. En ese sentido, cuando se habla de inculturación de la liturgia, el objetivo debe ser el que los hombres entren en contacto con Jesucristo, no con símbolos abstractos, que dan lugar a sensaciones subjetivas.
El Concilio Vaticano II señala una verdad acerca de los signos: sólo Cristo es la verdad y los signos o dirigen a Él o se limitan a expresar nuestro narcisismo. El culto cristiano es lógico y espiritual porque cuando es celebrado en el “nosotros” de la Iglesia y no por un “yo” arbitrario, conduce al hombre a la verdad de Dios Padre: es culto como adoración en espíritu y verdad. También en la liturgia entran en relación la fe de la Iglesia y la razón del ser humano. La fe permite a la razón acoger mejor la verdad sobre el misterio de Jesucristo, de manera que el “yo” y el “nosotros” se unen armónicamente. (Agencia Fides 23/5/2008; líneas 50, palabras 787)
(Fuente de la Guancha - Mayo 2008)
CELEBRACIÓN DE SANTA RITA
22 de Mayo
Como en años anteriores la familia Álvarez se encargó de recordarnos la fiesta litúrgica de Santa Rita de Casia a la que le tributa especial veneración. Una pequeña imagen de la santa adornada con rosas rojas presidía un lateral de la iglesia. A las siete de la tarde dio comienzo la santa Misa y al terminar se bendijeron las rosas que se repartieron entre los asistentes.
CARITAS ARCIPRESTAL ORGANIZA CUESTACIÓN
23 de Mayo
En la mañana del viernes 23 de Mayo miembros de Caritas Arciprestal de Icod colocaron stand en la calle de San Sebastián frente al Ayuntamiento con carteles alusivos al lema “Lo único que nos diferencia son las oportunidades” con motivo de la celebración del Día Nacional de Caridad en la solemnidad del Corpus. Durante toda la mañana colocaron adhesivos y repartieron claveles a los que pasaban invitándoles a interesarse por la labor de caritas al mismo que pedían su colaboración económica.
CARITAS ARCIPRESTAL SE HACE PRESENTE EN SANTO DOMINGO DE LA GUANCHA
24 de Mayo
También, con motivo del Corpus Christi, Cáritas Arciprestal de Icod llevó a cabo un encuentro lúdico-festivo para niños y jóvenes en la Plaza de Santo Domingo de La Guancha. El acto se desarrolló bajo el lema “Lo único que nos diferencia son las oportunidades” y se desarrolló con juegos y talleres distribuidos por edades.
CORPUS EN SAN JOSÉ
24 de Mayo
Nuestra parroquia de San José de San Juan de la Rambla celebró la solemnidad del Corpus en la tarde del sábado. Desde la mañana grupos de niños y jóvenes dirigidos por sus monitores confeccionaron varias alfombras. En la procesión participaron la Banda de Música XIX de Marzo, niños de Primera Comunión, autoridades y un grupo numeroso de fieles.
CENA BENÉFICA PARA IGLESIA DE SAN JOSÉ
24 de Mayo
Ciento ochenta personas participaron en la cena que a beneficio de las obras de la nueva iglesia de San José en el restaurante “Caramba”. Muchos de ellos habían asistido primero a la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesús que se viene celebrando desde años la víspera en nuestra parroquia.
Al terminar la cena se rifaron entre los asistentes importantes regalos donados por los comercios del pueblo.
Ottawa (Agencia Fides) - La Comisión Episcopal de Asuntos Sociales de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá ha publicado una Carta Pastoral titulada “Nuestra relación con el ambiente: Necesidad de conversión” en el marco del Año Internacional del Planeta Tierra convocado por las Naciones Unidas, en la que los Obispos realizan un llamamiento a la conciencia colectiva para hacer frente a los problemas ambientales que afectan a la tierra.
Nuestra relación con el medio ambiente:
La necesidad de conversión
Comisión para Asuntos Sociales de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos
En Octubre de 2003, nuestra Comisión para Asuntos Sociales hizo público una carta sobre el imperativo ecológico cristiano titulada “Tú amas todo lo que existe… todas las cosas son tuyas, oh Dios, amante de la vida” (Sabiduría 11, 26). Desde entonces, las Naciones Unidas han declarado 2008 como el Año Internacional del Planeta Tierra. Queremos tomar esta oportunidad para continuar nuestra reflexión con los católicos de nuestra nación.
El Informe Síntesis del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) demuestra claramente la magnitud de los retos que se deben afrontar.1 Los desarrollos científicos y técnicos pueden ayudar, pero no tendremos éxito sin una conversión personal y colectiva. Es con este espíritu que proponemos esta reflexión que tiene por objeto inspirarnos.
Visión bíblica de la Creación y de la Humanidad
Con el fin apreciar la extensión de esta conversión, vamos a recordar el plan de Dios para la naturaleza y para la humanidad. Dios el creador sacó la creación desde el caos hacia el cosmos, esto es, de un universo marcado por el desorden a uno donde reina el orden y la belleza. Orgulloso de esto, Dios dice: “Esto es bueno” (Génesis 1, 4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). Estamos llenos de este mismo sentimiento cuando vemos fotografías de nuestro planeta tomadas por los astronautas. Lo vemos como un pequeño, azulado balón rodeado por una capa frágil de agua y aire nublado… uno pudiera decir como una piedra preciosa.
En este minúsculo planeta, un ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios: capaz, como Dios, de conocer, amar y actuar libre y responsablemente. “El Señor Dios tomó al hombre y le puso en el Jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara” (Génesis 2,15). Cultivar es desarrollar y estimular el crecimiento: mantener y cuidar de los medios para asegurar la durabilidad de recursos. La noción de “desarrollo sostenible” está así descrita en las primeras páginas del Génesis. La tierra es confiada a la humanidad como un jardín que es administrado pero no poseído. Los humanos son responsables de ser guardianes para las especies de plantas y buenos pastores para las especies de animales. La humanidad es responsable, no sólo de administrar el campo a él confiado, sino también para que los humanos reflejen la imagen de Dios por medio de su administración.
El término “medio ambiente” sugiere que hay un centro que es el ser humano. Sin embargo, la humanidad es parte del equilibrio físico y ecológico y también parte de la muy compleja red de relaciones que caracterizan el medio ambiente. Interviniendo en una u otra relación modifica el equilibrio de otros. Como ha dicho el Arzobispo Renato Martino, “La Teología, la Filosofía y la ciencia hablan todos de un universo armonioso, de un ´cosmos´ dotado de su propia integridad, de su propio equilibrio interno y dinámico. Este orden debe ser respetado”.2
Ruptura y armonía con la Naturaleza
A pesar de que los desarrollos científicos y tecnológicos nos han traído beneficios indiscutibles, también han tenido efectos devastadores sobre la naturaleza incluyendo el aire, el agua y la contaminación de la tierra, aumentados los gases del efecto invernadero, destrucción de la capa de ozono, deterioro de grandes ecosistemas, desaparición de un número de especies y biodiversidad reducida. El IPCC, que recibió el Premio Nobel de la Paz 2007, afirma que todas las naciones estarán afectadas por el incremento en los gases del efecto invernadero. Los expertos prevén una multiplicación de olas calientes, sequías e inundaciones. La acelerada fusión del hielo en los polos incrementará significativamente los niveles del océano y tendrá efectos devastadores, especialmente en el hemisferio sur, habitáculo de las naciones más pobres del mundo.
Después de la firma del Protocolo de Kyoto, en el que acordamos disminuir nuestros gases del efecto invernadero al seis por ciento menos que en 1990, los hemos aumentado en su lugar en aproximadamente un 25 por ciento. El último informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo humano describe Canadá como un “caso extremo” que está descuidando sus compromisos.3
Los problemas ecológicos recientes son esencialmente testigos del proceso, testificando que hemos violado las leyes de la vida. Hemos olvidado que “nosotros ordenamos a la naturaleza sólo obedeciéndola”. ¡Aparece ser más difícil respetar las leyes de la naturaleza que transportar humanos a la luna y devolverlos! El veredicto es simple: hemos administrado mal “la casa” que nos ha sido confiada.
Ruptura de armonía con nuestros prójimos
Esta ruptura de armonía con la naturaleza trae consecuencias no menos dramáticas para aquellos que participan de nuestra humanidad común. El Concilio Vaticano Segundo afirmó: “Dios previó la tierra con todo lo que contiene para el uso de todos los seres humanos y pueblos” (Gaudium et Spes, número 69). El Papa Juan Pablo II comentando esta declaración ha dicho: Es manifiestamente injusto que unos pocos privilegiados continúen acumulando bienes excesivos, malgastando los recursos disponibles, mientras masas de personas viven en condiciones de miseria en los más bajos niveles de subsistencia. Hoy día, la masiva amenaza de crisis ecológica nos está enseñando hasta qué punto la codicia y el egoísmo –individual y colectivamente- son contrarios al orden de la creación, un orden que se caracteriza por la mutua interdependencia.4
En vez de fomentar esta interdependencia, hemos permitido fragmentar el planeta en el Tercer Mundo y el Cuarto Mundo, como si rotara a diferentes velocidades. Los expertos del IPCC nos dicen que los países más pobres serán aquellos más afectados por el cambio climático.
Hay también injusticia mirando a las futuras generaciones. Nuestros líderes actuales desean evitar legar una pesada carga de deuda a nuestros descendientes. Después de gastar más allá de nuestros medios, debería ser inaceptable por parte nuestra esperar que ellos paguen el precio. Pero un medio ambiente dañado representa una deuda incomparablemente mayor y más difícil de reducir. Los costes económicos requeridos para restaurar el medio ambiente son inconmensurables. Sólo tenemos que pensar en los costes que se relacionan con los días de niebla tóxica, problemas de salud y alteraciones del clima.
Un artículo en la Convención sobre los Derechos del Niño establece que cada sociedad tiene el deber de buscar los mejores intereses de los niños. ¿Cómo podemos sentirnos orgullosos dejando a nuestros hijos la herencia de un medio ambiente dañado? ¡Estaba en mejores condiciones cuando lo recibimos!
Medidas que están en proceso
Al mismo tiempo, se debe reconocer que los temas del medio ambiente forman parte cada vez más de la agenda de los gobiernos, municipios, industrias, negocios y medios de comunicación. Métodos más racionales se están usando para administrar los recursos de los océanos, selvas y tierra. Las industrias están reduciendo sus emisiones de polución; los municipios están instalando costosamente instalaciones de tratamiento de aguas residuales. El porcentaje de recuperación residual y de reciclaje está gradualmente incrementándose. Números crecientes de individuos están poniéndose de acuerdo en hacer esfuerzos personales a favor del medio ambiente, que incluye reducir límites de velocidad de la carretera, usar el transporte público, disminuir y reciclar residuos, comprar productos locales y regionales, y reducir las temperaturas residenciales. La conciencia ecológica está surgiendo y llegando a ser un factor de cultura.
Además, diez años después de la firma del Protocolo de Montreal sobre las Sustancias que reducen la Capa de Ozono (1997), los científicos están observando con satisfacción que la emisión de substancias que reducen la capa de ozono está siendo eliminada, a efectos prácticos. Un número de ciudades grandes, preocupadas con la reducción de la frecuencia de niebla tóxica y con asegurar la calidad del aire, están realizando los objetivos de Kioto. Lo mismo se mantiene positivamente por diversas jurisdicciones políticas en los Estados Unidos y en la Unión Europea.
Todos estos pasos son importantes. Pero, los científicos nos dicen, que estamos dando cabezazos hacia una pared de hormigón, y los pasos que estamos tomando actualmente servirán sólo para disminuir la fuerza del impacto. Nuestros líderes han hecho compromisos en Río (1992), en Kioto (1997), Johannesburgo (2002), y más recientemente en Bali (2007). Pero tienen grandes dificultades en pasar de las palabras a la acción. Cuando nuestra seguridad está amenazada, encuentran caminos para protegerla, sin embargo está puesta en peligro todavía más en el presente por los efectos del deterioro medioambiental.
El Papa Juan Pablo II nos recordó que la crisis no es sólo ecológica, sino moral y espiritual. Una crisis moral se debe afrontar con la conversión, que es un cambio de perspectiva, actitudes y conducta. Esencialmente, esta conversión es dirigida a las rupturas que nosotros hemos creado con la naturaleza, con nuestros vecinos y con Dios. Tiene que mirar hacia el restablecimiento de una relación, esto es, a crear un clima de reconciliación.
Restableciendo vínculos con la naturaleza
Debemos restablecer los vínculos con la naturaleza que hemos dañado. Ahora conocemos que estamos atados mucho más íntimamente al medio ambiente en el que vivimos que el que habíamos imaginado. Nuestro planeta es una nave espacial en la que navegamos juntos con el medio ambiente, para lo mejor y para lo peor. Como San Pablo dice, “toda la creación ha estado gimiendo con dolores de parto hasta ahora”, con la esperanza “de llegar a ser libre de su servidumbre a descomponerse” (Rom 8, 22 y 21). ¿El desarrollo que es más respetuoso de las leyes y ritmos de la naturaleza no es un primer paso hacia su libertad?
En este aspecto, cada uno de nosotros es responsable de tener una actitud adecuada hacia el medio ambiente. Podemos creer que las acciones de los individuos, grupos y comunidades son gotas de agua en el océano en comparación con los retos globales que estamos afrontando, pero el efecto acumulativo de simples gestos implica importancia. Debemos sólo recordar la historia de la bella fábula de Jean Giono, El Hombre que Plantó Árboles, tan brillantemente filmada por Frederic Bach. Como un ejemplo, muchos de nosotros podíamos disminuir probablemente en una tonelada de los gases de invernadero que producimos anualmente.5
Convertirse es también recuperar un sentido de límite. Significa adaptar nuestro estilo de vida a los recursos disponibles del planeta. Muchos no son renovables, y aquellos que existen tienen un ritmo de regeneración demasiado lento para nuestras impacientes naturalezas. Un planeta limitado no puede encontrar necesidades ilimitadas, especialmente cuando sus grandes ecosistemas están sufriendo prematuro envejecimiento.
Desde que el sobre consumo y el despilfarro han llegado a ser una forma de vida, la conversión implica que nos libremos colectivamente de nuestra obsesión a poseer y a consumir. Con las palabras del reconocido ecologista Pierre Dansereau; “una austeridad alegre” o simplicidad voluntaria nos ayudará a reorientarnos en el ser, antes que en el tener. Nuestra humanidad ganará en el proceso.
Entonces será más fácil para nosotros mirar a la naturaleza con nuevos ojos. En vez de considerarla primeramente como un recurso para ser explotado, estaremos más inclinados a admirar su belleza y grandeza. En su propio sentido, la naturaleza nos abrirá al misterio de la Vida y a su Creador. Como San Juan de la Cruz dice, “… a través de estos campos él pasó… vistiendo todo lugar con el más querido reflejo de su rostro”. Una actitud de contemplación contribuye grandemente a renovar lazos y establecer una nueva alianza con el medio ambiente.
Renovando lazos con nuestros hermanos y hermanas
El tema del medio ambiente, ahora tal crucial, nos une uno a otro como nunca antes.
El egoísmo ya no es meramente inmoral, está llegando a ser suicida. No tenemos por más tiempo una alternativa de nueva solidaridad y nuevas formas de participación.
La Conferencia de Johannesburgo en 2002 manifestó claramente que es imposible proteger el medio ambiente si áreas enteras de los continentes continúan viviendo en la miseria. Muchos hermanos y hermanas nuestros están obligados a un estilo de vida que es inaceptable e indigno de la condición humana. Somos más conscientes que nunca de esto, pero nos comportamos como si estuviéramos ciegos, sordos e insensibles.
En el pasado, nuestro país hizo el compromiso de donar el 0,7 por ciento de nuestro Producto Nacional Bruto (GNP) en la forma de ayuda internacional. Actualmente se está dando menos del 0,3 por ciento: migajas cayendo de la mesa del hombre rico, mientras Lázaro se está muriendo de hambre (Lc 16, 19-30). El mensaje del Evangelio nos recuerda, sin embargo, que el camino para encontrar a Dios pasa por el camino de nuestros hermanos y hermanas.
Debemos también establecer lazos, por adelantado, con futuras generaciones. Recordamos el episodio del Evangelio en el que los Apóstoles discutían entre ellos acerca de quien sería el más grande. Jesús cogió a un niño y lo colocó en medio de ellos. Invitó a sus discípulos a ver la realidad a través de los ojos de un niño. Los padres y los abuelos experimentan esta conversión de perspectiva que les lleva de nuevo a lo que es esencial. Esperamos que nuestros representantes elegidos recuerden lo primero de todo la herencia que estamos dejando a nuestros hijos cuando hacemos decisiones importantes. Porque amamos a nuestros hijos, qué medio ambiente, qué sociedad deseamos legarles? Un poeta español escribió, “Es maravilloso amar el mundo a través de los ojos de aquellos que están todavía para nacer” (Castillo)
Renovando nuestros lazos con Dios
¿No somos como el hijo pródigo que pidió a su padre su herencia y luego dejó su casa y procedió a derrocharla? (Lc 15, 11-32) En nuestro instinto de ganar más, de poseer más, de consumir siempre más, hemos sacrificado mucho a la economía todopoderosa, que ha llegado a ser como la sustancia de la vida moderna. Hemos administrado mal el Jardín del Edén que nos fue confiado. Ha perdido parte de su integridad y belleza.
Además, aunque tenemos el conocimiento y los medios de participación de los bienes de la tierra a los que todos tienen derecho, como niños mimados preferimos asegurar nuestro propio confort y estilo de vida. Hemos cedido al egoísmo innato que nos marca a cada uno como una cicatriz. Incluso hoy día, Dios nos está preguntando: “¿Dónde está tu hermano?” (Genesis 4, 9).
Igualmente, hemos empañado la imagen de Dios que está dentro de nosotros. Al recibir su bendición original, la humanidad está invitada a ser la portadora de la imagen de Dios que es un amigo de la vida, preocupado con la verdad y la belleza de la vida, lleno de amor y compasión para todos, en particular para los pobres y aquellos que sufren. ¿Somos verdaderamente la imagen de Dios?
Algunas de nuestras elecciones provienen de nuestro comportamiento habitual, otras de lo que el Papa Juan Pablo II llamó “estructuras de pecado” – en las que nosotros participamos de una manera más o menos responsable. 6 Llevamos dentro de nosotros el peso de la muerte y del rechazo. Los retos ecológicos nos ofrecen una oportunidad de embarcarnos una vez más en los caminos del Evangelio. En el sentido bíblico del término este es el “tiempo favorable” para fortalecer nuestros lazos con Dios permitiéndonos ser infundidos con la frescura del Evangelio.
Conclusión
Nuestra fe en Cristo nos ofrece una radical elección: “Elegir entre la vida y la muerte” (Deuteronomio 30, 15). Ésta no pudiera ser una invitación más oportuna. Sólo una conversión genuina nos ayudará a reparar las rupturas y restablecer nuestra relación de vida con la naturaleza, con nuestras hermanas y hermanos, y con el Creador de la Vida. Para esto, San Francisco de Asís representa un bello modelo de humanidad renovada y de armonía redescubierta.7
Miembros de la Comisión Episcopal para Asuntos Sociales
Roger Ébacher, Presidente, Arzobispo de Gatineau
Bertrand Blanchet, Arzobispo de Rimouski
Daniel J. Bohan, Arzobispo de Regina
Brendan M. O´Brien, Arzobispo de Kingston
1 Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), Cambio Climático 2001: Informe Síntesis, Naciones Unidas, Noviembre 2001. Establecido por la Naciones Unidas, el IPCC está compuesto de expertos de un número de países. Sus informes Síntesis Resumen unas 3.000 páginas de informes previos.
2 Juan Pablo II, Mensaje por el Día Mundial de la Paz, el 1 de Enero de 1990, citado por el Arzobispo Renato Martino, Declaración en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, Brasil, 4 de Junio de 1992.
3 Naciones Unidas, Informe de Desarrollo Humano de 2007/2008, Enfrentamientos del Cambio Climático 2007.
4 Juan Pablo II, Mensaje para el Día Mundial de la Paz, 1 de Enero de 1990.
5 El promedio de Canadá es de 20 toneladas, uno de los mayores en el mundo.
6 En su Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Juan Pablo II habla acerca de “la verdadera naturaleza del mal que nos enfrenta con el respeto al desarrollo de los pueblos: es una cuestión de un pecado moral, el fruto de muchos pecados que llevan a “estructuras de pecado” (n. 37).
7 Para otra reflexión:
. La Comisión de la CCCB para Asuntos Sociales: Amad Todo lo que Existe… Todo es tuyo, Dios, el Amante de la Vida, Carta Pastoral sobre el Imperativo Ecológico Cristiano.
. Kairos – Iniciativas de la Justicia Ecuménica Canadiense, Vigorizando el Futuro: Fe y Justicia en el Mundo del post Petróleo, Toronto, Septiembre de 2007 (www.kairoscanada.org)
Nuestra Relación con el Medio Ambiente: La necesidad de Conversión. © Concacan Inc., 2008. All rights reserved
(Traducción particular no oficial desde el Inglés)
Texto original: “Our Relationship with the Environment: The Need for Conversion.”
Bajo el lema "Somos piedras vivas del Templo Espiritual 1608 - 2008" la iglesia de San Juan Bautista de la Orotava conmemora el 400 aniversario de su fundación.
PROGRAMA DE ACTOS CONMEMORATIVOS DE LOS 400 AÑOS DE LA IGLESIA DE SAN JUAN
· Jueves 15 de mayo: Apertura de los actos conmemorativos con una conferencia sobre patrimonio, a cargo del subdelegado diocesano de Patrimonio Cultural, D. Pablo Jesús Martínez Marrero. Descubrimiento de un gran cartel anunciador de la efeméride en la fachada de la iglesia.
· Sábado 14 de junio: Inauguración de la Exposición Conmemorativa de los 400 años de la iglesia y Presentación del Libro catálogo de la misma.
· Martes 24 de junio. FESTIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA (patrón de la parroquia): Eucaristía y procesión en honor a San Juan Bautista, con la asistencia del clero arciprestal, cofradías y hermandades de la parroquia, banda de cornetas y tambores y banda de música.
· Lunes 8 de septiembre. FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS (copatrona de la parroquia): Eucaristía y procesión conjunta de los patrones de la parroquia: San Juan Bautista y Nuestra Señora de los Remedios. Acompañan cofradías y hermandades de la parroquia, banda de cornetas y tambores y banda de música.
· Septiembre: Conferencia de arte a cargo de la Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Da Margarita Rodríguez.
· Sábado 20 de Septiembre: Celebración de una Eucaristía de Acción de Gracias por estos 400 años. Clausura de la Exposición. Descubrimiento de una placa conmemorativa. Concierto de la Agrupación Musical Orotava.
· Domingo 5 de Octubre: Almuerzo de confraternidad y clausura de los Actos conmemorativos de estos 400 años.
Imagen gráfica para la conmemoración del 400 aniversario de la
fundación de la Iglesia de San Juan Bautista
La iglesia de San Juan Bautista de la Villa de La Orotava conmemora este año de 2008 los 400 de su fundación desde que comenzara como pequeña ermita en 1608. Es por ello que se consideró conveniente crear una marca gráfica conmemorativa que sirviera como imagen oficial de esa efeméride.
El logograma es resultado de la reducción a la mínima expresión de un elemento de cantería aún hoy existente, concretamente uno de los pináculos de corte manierista que posee la portada de la primitiva ermita, hoy en la cabecera del templo. Se optó por simplificar el elemento pétreo sin que perdiera sus proporciones originales: se partió de una imagen digital que luego fue silueteada. Una vez hecho este proceso se mantuvo el contorno y se rellenó de un color plano.
El logotipo de este proyecto se conforma por la cifra "400", y las palabras "años" e "Iglesia de San Juan / Villa de La Orotava".
En cuanto a la gama cromática, se utilizó un burdeos sin degradar, haciendo alusión a la sangre del mártir San Juan Bautista, titular del templo.
La imagen resultante pretende ser una marca innovadora valiéndose simplemente de un elemento de la arquitectura del siglo XVII, aunando así tradición y modernidad.
Eduardo Zalba González
Lic. en Historia del Arte
Imagen gráfica para la conmemoración del 400 aniversario de la
fundación de la Iglesia de San Juan Bautista
La iglesia de San Juan Bautista de la Villa de La Orotava conmemora este año de 2008 los 400 de su fundación desde que comenzara como pequeña ermita en 1608. Es por ello que se consideró conveniente crear una marca gráfica conmemorativa que sirviera como imagen oficial de esa efeméride.
El logograma es resultado de la reducción a la mínima expresión de un
El logotipo de este proyecto se conforma por la cifra "400", y las palabras "años" e "Iglesia de San Juan / Villa de La Orotava".
En cuanto a la gama cromática, se utilizó un burdeos sin degradar, haciendo alusión a la sangre del mártir San Juan Bautista, titular del templo.
La imagen resultante pretende ser una marca innovadora valiéndose simplemente de un elemento de la arquitectura del siglo XVII, aunando así tradición y modernidad.
Eduardo Zalba González
Lic. en Historia del Arte
PROGRAMA DE ACTOS CONMEMORATIVOS DE LOS 400 AÑOS DE LA IGLESIA DE SAN JUAN
· Jueves 15 de mayo: Apertura de los actos conmemorativos con una conferencia sobre patrimonio, a cargo del subdelegado diocesano de Patrimonio Cultural, D. Pablo Jesús Martínez Marrero. Descubrimiento de un gran cartel anunciador de la efeméride en la fachada de la iglesia.
· Sábado 14 de junio: Inauguración de la Exposición Conmemorativa de los 400 años de la iglesia y Presentación del Libro catálogo de la misma.
· Martes 24 de junio. FESTIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA (patrón de la parroquia): Eucaristía y procesión en honor a San Juan Bautista, con la asistencia del clero arciprestal, cofradías y hermandades de la parroquia, banda de cornetas y tambores y banda de música.
· Lunes 8 de septiembre. FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS (copatrona de la parroquia): Eucaristía y procesión conjunta de los patrones de la parroquia: San Juan Bautista y Nuestra Señora de los Remedios. Acompañan cofradías y hermandades de la parroquia, banda de cornetas y tambores y banda de música.
· Septiembre: Conferencia de arte a cargo de la Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Da Margarita Rodríguez.
· Sábado 20 de Septiembre: Celebración de una Eucaristía de Acción de Gracias por estos 400 años. Clausura de la Exposición. Descubrimiento de una placa conmemorativa. Concierto de la Agrupación Musical Orotava.
· Domingo 5 de Octubre: Almuerzo de confraternidad y clausura de los Actos conmemorativos de estos 400 años.
elemento de cantería aún hoy existente, concretamente uno de los pináculos de corte manierista que posee la portada de la primitiva ermita, hoy en la cabecera del templo. Se optó por simplificar el elemento pétreo sin que perdiera sus proporciones originales: se partió de una imagen digital que luego fue silueteada. Una vez hecho este proceso se mantuvo el contorno y se rellenó de un color plano.Comentario a las lecturas de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo publicado en Diario de Avisos el domingo 25 de Mayo de 2008 bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".
Dios está aquí
DANIEL PADILLA
Tres palabras, tres. Tres palabras para reafirmar nuestra fe en ese Dios doblemente encarnado. Tres palabras para saborearlas cada día cuando entramos en una iglesia, bien sea para participar comunitariamente en el misterio de esa "presencia" y en la presencia de ese "misterio", bien sea para alimentar individualmente nuestra radical soledad con esa total compañía: "Dios está aquí".
Pero esto ya lo sabíamos. Desde aquel primer Jueves Santo en que Cristo, tomando el pan y el vino dijo: "Yo estoy aquí: ESTO ES MI CUERPO; ESTA ES MI SANGRE", nosotros ya lo sabíamos. Todos los niños cristianos, desde el umbral del uso de razón, se han acercado a nuestros templos para recibir su primera comunión y para iniciar la costumbre de visitar a Jesús, su mejor amigo. Y todos los cristianos adultos han escuchado con gozo la llamada de la pequeña espadaña o de la gran torre para la cita eucarística. "Dios está aquí".
Pero he aquí que, en la Edad Media, surgieron vientos de error, que pretendían reducir la presencia de Cristo a "mero símbolo, más o menos dinámico". Se encendió, como contrapeso, el fervor popular. Había, por tanto, necesidad de encauzar esa piedad popular y exaltar públicamente la eucaristía.
Así es como nació el Corpus Christi. No "las fiestas de las flores", como ahora se le quiere llamar. Y ha sido hermoso, que, durante siglos, los cristianos en ese día hayan renovado su fe y hayan purificado sus rutinas pensando: "Él se ha quedado con nosotros todos los días hasta la consumación de los siglos".
Y la fe se hizo canción y plegaria: "Adoro te devote". Y el fervor se hizo arte y maravilla. ¿Han mirado con detenimiento esas custodias en forma de sol que irradia rayos de luz en todas direcciones desde la blanca forma? Y la maravilla salió a las calles, a las plazas, a los campos. Como queriendo dar a entender que ese Dios anonadado, escondido en el pan, no es sólo un foco de adoración, sino, sobre todo "un vínculo de caridad". Alguien que quiere llegar, con su vida a todos los hombres. Alguien que busca darse a todos en comunión, en común unión. Alguien que, por otra parte, al entregarse a nosotros, no se convierte en nosotros, sino que nos convierte en Él: "Ya no soy yo; es Cristo quien vive en mí". Alguien, por tanto, que nos incorpora y nos transforma en El.
Pienso en el gran Cristo cósmico que soñaba Teilhard de Chardin: "Desde las manos que amasan la pasta hasta las que la consagran, la gran Hostia universal sólo debería ser preparada y manipulada con adoración". Él se refería a ese "gran Cristo" que debe resultar de la unión de todas las tareas humanas y de todos los movimientos del mundo.
Me gusta pensar en este día en esa incorporación total a Cristo.
El trigo se hace harina. Y la harina masa. Y la masa, pan. Y el pan se convierte en Cristo. Y yo, al comulgar, me convierto en Cristo. Y así, convertido en Cristo por maravilloso milagro y en unión con mis hermanos, ir transformando el mundo en una Hostia total y única: "Instaurar todas las cosas en Cristo: las del cielo y las de la tierra", como soñaba Pablo. En fin, trabajar cada día, sabiendo, como también él decía, que "todas las cosas son de ustedes, ustedes de Cristo y Cristo es de Dios".
Y luego, ante este mundo así transfigurado, ponernos de rodillas y cantar: "DIOS ESTÁ AQUI".
La Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española (CEE) llama a los fieles a hacer concreto el amor manifestado por Cristo en la Eucaristía, "de manera muy particular" apoyando la campaña de Cáritas para que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres sea un derecho real.
La Eucaristía, esperanza para el pobre
25 de mayo de 2008
La festividad del Corpus Christi nos invita a entrar en el corazón del misterio de la Eucaristía, que se ha de creer, celebrar y vivir. “Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesús hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito para cada hombre”[1].
Este año, a la luz de la última encíclica de Benedicto XVI –“Spe salvi; Salvados en la esperanza”-, contemplamos la Eucaristía descubriendo en ella un verdadero sacramento de esperanza para toda la humanidad y, de manera muy especial, para los más pobres y excluidos de los bienes necesarios.
Nos unimos a la campaña que viene desarrollando Cáritas sobre derechos humanos e igualdad de oportunidades. Dentro de ella, este año dedicó la campaña de Navidad al derecho a la salud; y ahora, cuando nos sentamos juntos hombres y mujeres en la misma mesa del Señor, la dedica a los derechos de la mujer y nos invita a poner de manifiesto la igualdad entre hombres y mujeres[2] y la importancia de que se reconozcan oportunidades equitativas para ambos sexos como expresión de la común dignidad humana que compartimos y como base de una sociedad más justa y más fraterna.
La Eucaristía, sacramento de esperanza
La Eucaristía, sacramento del amor, aviva en nosotros la conciencia de que donde hay amor brilla, también, la esperanza, de que donde el ser humano experimenta el amor se abren para él puertas y caminos de esperanza.
Así nos lo ha recordado Benedicto XVI cuando dice: « No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. Eso es válido incluso en el ámbito intramundano. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de “redención” que da un nuevo sentido a su existencia»[3]. Y porque el amor es lo que salva, salva tanto más cuanto más grande y fuerte es. Por eso, no basta el amor frágil que nosotros podemos ofrecer. El hombre, todo hombre, también el pobre, en palabras del Papa, «necesita un amor incondicionado». Ese es el amor absoluto que Dios nos ha manifestado en Jesús: «Por medio de Él estamos seguros de Dios, de un Dios que no es una lejana “causa primera” del mundo, porque su Hijo unigénito se ha hecho hombre y cada uno puede decir de Él: “vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí” (Gal 2,20)»[4].
Este amor absoluto e incondicionado de Dios que el hombre necesita para encontrar sentido a la vida y vivirla con esperanza, se ha manifestado en Cristo y tiene su máxima expresión sacramental en el misterio de la Eucaristía.
Cuando se descubre y vive la Eucaristía, como misterio de presencia de Cristo acompañando al hombre en el camino de la vida, como misterio de vida entregada por el “Otro” y como servicio humilde y generoso al hermano necesitado, como misterio de comunión que nos hace sentar en la misma mesa superando toda diferencia, resulta fácil descubrir que la Eucaristía es el gran sacramento de la esperanza, anticipo de los bienes definitivos a los que todos aspiramos en lo hondo de nuestro corazón y que esperamos alentados por la fe[5].
Celebremos la Eucaristía ofreciendo a los pobres signos de esperanza
Vivida y celebrada la Eucaristía como el gran sacramento del amor, la fe en ella se traduce inevitablemente en gestos y signos de esperanza. Lo dice el Papa con otras palabras: «Toda actuación seria y recta es esperanza en acto. Lo es ante todo en el sentido de que así tratamos de llevar adelante nuestras esperanzas más grandes o pequeñas; solucionar éste o aquel otro cometido importante para el porvenir de nuestra vida: colaborar con nuestro esfuerzo para que el mundo llegue a ser un poco más luminoso y humano, y se abran así también las puertas hacia el futuro»[6].
Según las palabras del Papa, toda nuestra acción en favor de la justicia y de los pobres, es “esperanza en acto”, es decir, es un signo y un testimonio de esperanza. Afortunadamente, podemos ofrecer al mundo muchos signos de esperanza.
Es verdad que cuando miramos el momento histórico que nos toca vivir y la sociedad que estamos construyendo, hay muchas sombras que oscurecen y debilitan la esperanza. Baste recordar algunas de ellas que es necesario denunciar y que están demandando la luz de nuestro compromiso abierto y decidido:
La igualdad original entre hombres y mujeres se ha constituido en un principio jurídico universal; sin embargo, asistimos en el mundo a una feminización de la pobreza que se caracteriza por el creciente empobrecimiento de las mujeres, al empeoramiento de sus condiciones de vida y a la vulneración de sus derechos fundamentales. Entre nosotros, los logros en este campo, aun siendo muchos, resultan todavía insuficientes. La violencia doméstica, la discriminación salarial, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social y económica, las cargas familiares que tienen que soportar en situaciones de escasos recursos y los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar, muestran cómo la igualdad, siendo diversos el hombre y la mujer, es todavía una tarea muy incompleta[7].
La trata de mujeres es una de las formas más crueles de violencia y de esclavitud. Son miles las mujeres extranjeras que son captadas y traídas a España por personas, grupos de delincuentes o redes criminales organizadas, a través de engaño, amenazas o coacción, con el fin de someterlas a explotación, en la prostitución, en la agricultura, en el servicio doméstico, en la construcción, la hostelería o los talleres clandestinos[8].
Todo ello, sin olvidar otros datos como que hemos rebasado la escalofriante cifra de 100.000 abortos al año en España; que unos 20.000 niños son objeto en España de la trata de personas y están sometidos a diversas formas de explotación sexual y laboral[9]; que miles de inmigrantes llegan a nuestras fronteras huyendo del hambre y sin ser reconocidos en su derechos humanos.
No obstante, si son muchas las sombras también hemos de reconocer las luces y los signos de esperanza que apuntan entre nosotros y que hemos de cuidar y potenciar. Seríamos injustos si no reconociéramos algunos de ellos:
El compromiso de muchas comunidades parroquiales con su entorno cercano, siendo activas en la formación de un tejido social solidario y responsable ante los más pobres.
El servicio de las Cáritas y de otros grupos eclesiales, asistiendo a las víctimas de la explotación en su proceso de recuperación física, psicológica, económica y de integración social, así como brindándoles asistencia jurídica.
La implicación de cristianos en movimientos sociales diversos en defensa de los derechos humanos, personales y sociales, de las personas y de los pueblos empobrecidos.
El compromiso de personas e instituciones en la promoción de políticas sociales que eviten formas de discriminación ofensivas a la dignidad y vocación de la mujer en la esfera social[10].
El protagonismo que están asumiendo las mujeres en muchos países del sur empobrecido, para sacar sus familias adelante y abrir caminos hacia un orden social nuevo, como reconocen los Obispos africanos[11].
Contemplando el don de la Eucaristía en este Día de la Caridad, os invitamos a entrar en su misterio y a dejaros configurar por él, para que todo el caudal de amor y de vida generosamente entregados por el Señor, y ofrecido por cuantos entran en comunión con él, constituyan para todos, especialmente para los más pobres, una fuente permanente de esperanza.
De manera muy particular os invitamos este año a secundar la campaña de Cáritas trabajando decididamente para que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres pase de ser un derecho formal a ser un derecho real que configure relaciones personales y sociales de igualdad en los distintos ámbitos de la vida.
Lo hacemos confiando en la fuerza que nos da la comunión en el Señor y con la esperanza cierta de que, como dice Benedicto XVI, “la injusticia de la historia no puede ser en absoluto la última palabra”[12].
NOTAS
[1] Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, 1
[2] Cfr Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, n.1.
[3] Benedicto XVI, Spe salvi, n. 26.
[5] Cfr. Mt 26, 26-28; Jn 15,3; 1Cor 10,17; 11, 17-34; Cfr. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 59.
[6] Benedicto XVI, Spe salvi, n. 35.
[7] Consejo Pontificio Justitia et Pax, Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, nº 146.
[8] Entre 40.000 y 50.000 mujeres son explotadas en España todos los años, la mayor parte de ellas extranjeras, según informó en Viena la Red Española contra la Trata de Personas.
[9] Son datos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
[10] Consejo Pontificio Justitia et Pax, Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, nº 295.
[11] Cfr Jean Zerbo, Carta Pastoral El desarrollo en África, principales actores, Barnako, mayo 2007. Esta carta fue ratificada posteriormente por la Conferencia Episcopal Maliense y, en octubre de 2007, por las Conferencias Episcopales Africanas.
[12] Benedicto XVI, Spe salvi, n. 43.
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ZENIT publica el discurso que, a mediodía del viernes, 23 de Mayo de 2008, dirigió Benedicto XVI al recibir en audiencia a los participantes del encuentro que, del 22 al 24 de mayo, promueve el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales sobre "La identidad y la misión de una Facultad de Comunicación en la Universidad Católica. Una mirada al futuro de la comunicación junto a toda la Iglesia".
[En italiano:]
Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
ilustres señores y señoras:
Me alegra mucho daros mi bienvenida a todos -académicos y educadores de las instituciones católicas de enseñanza superior--, reunidos para reflexionar, junto a miembros del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, sobre la identidad y la misión de las Facultades de Comunicación en las Universidades Católicas. A través de vosotros, deseo saludar a vuestros colegas, a vuestros estudiantes y a cuantos forman parte de las Facultades que representáis. Doy especialmente las gracias a vuestro presidente, monseñor Claudio Maria Celli, por las amables palabras que me ha dirigido. Junto a él, saludo al secretario y al subsecretario del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales.
Las distintas formas de comunicación -diálogo, oración, enseñanza, testimonio, proclamación-- y sus diversos instrumentos -prensa, electrónica, artes visuales, música, voz, gestualidad y contacto-- son manifestaciones de la naturaleza fundamental de la persona humana. Es la comunicación la que revela a la persona, crea relaciones auténticas y comunidad, y permite a los seres humanos madurar en conocimiento, prudencia y amor. La comunicación, sin embargo, no es un simple producto de una mera y fortuita casualidad o de nuestras capacidades humanas; a la luz del mensaje bíblico, aquella refleja más bien nuestra participación en el Amor trinitario creativo, comunicativo y unificador que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios nos ha creado para estar unidos a Él y nos ha dado el don y la tarea de la comunicación, porque Él quiere que obtengamos esta unión, no solos, sino a través de nuestro conocimiento, nuestro amor y nuestro servicio a Él y a nuestros hermanos y hermanas en una relación comunicativa y amorosa.
[En inglés:]
Es evidente que en el centro de cualquier reflexión seria sobre la naturalaza y el propósito de las comunicación humana debe haber un compromiso con las cuestiones de la verdad. Un comunicador puede intentar informar, educar, entretener, convencer, consolar, pero el valor final de cualquier comunicación reside en su veracidad. En una de las primeras reflexiones sobre la naturaleza de la comunicación, Platón subrayó los peligros de cualquier tipo de comunicación que busque promover los objetivos y los propósitos del comunicador o de aquellos para quienes trabaja sin considerar la verdad de cuanto se comunica. Vale la pena también recordar la sabia definición de orador aportada por Catón el Viejo: vir bonus dicendi peritus, un hombre bueno y honesto, hábil en comunicar. El arte de la comunicación está por naturaleza ligado a un valor ético, a las virtudes que son el fundamento de la moral. A la luz de esa definición os aliento, como educadores, a que alimentéis y recompenséis la pasión por la verdad y la bondad que siempre es fuerte en los jóvenes. ¡Ayudadles a dedicarse plenamente a la búsqueda de la verdad! Pero enseñadles también que la propia pasión por la verdad, que también puede ayudarse de cierto escepticismo metodológico, en particular en cuestiones de interés público, no debe distorsionarse ni convertirse en un cinismo relativista según el cual toda apelación a la verdad y a la belleza es habitualmente rechazada o ignorada.
[En francés:]
Os aliento a poner mayor atención en los programas académicos del ámbito de los medios de comunicación social, en especial en las dimensiones éticas de la comunicación entre las personas, en un período en que el fenómeno de la comunicación está ocupando un lugar a cada vez mayor en todos los contextos sociales. Es importante que esta formación jamás se considere como un sencillo ejercicio técnico o como mero deseo de dar informaciones; es oportuno que sea mucho más una invitación a promover la verdad en la información y a hacer reflexionar a nuestros contemporáneos sobre los acontecimientos, a fin de ser educadores de los hombres de hoy y edificar un mundo mejor. Es igualmente necesario promover la justicia y la solidaridad, y respetar en toda circunstancia el valor y la dignidad de cada persona, que tiene derecho a no ver lesionado lo que concierna a su vida privada.
[En español:]
Sería una tragedia para el futuro de la humanidad si los nuevos instrumentos de comunicación, que permiten compartir el conocimiento y la información de manera más rápida y eficaz, no fueran accesibles a los que ya están marginados económica y socialmente, o sólo contribuyeran a agrandar la distancia que separa a estas personas de las nuevas redes que se están desarrollando al servicio de la socialización humana, la información y el aprendizaje. Por otro lado, sería igualmente grave que la tendencia globalizante en el mundo de las comunicaciones debilitara o eliminara las costumbres tradicionales y las culturas locales, de manera especial las que han logrado fortalecer los valores familiares y sociales, el amor, la solidaridad y el respeto a la vida. En ese contexto, deseo expresar mi aprecio a aquellas comunidades religiosas que, no obstante los altos costos financieros o los innumerables recursos humanos, han abierto Universidades Católicas en los países en vías de desarrollo, y me complace que muchas de estas instituciones estén hoy aquí representadas. Sus esfuerzos asegurarán a los países donde se encuentran el beneficio de la colaboración de hombres y mujeres jóvenes que reciben una formación profesional profunda, inspirada en la ética cristiana, que promueve la educación y la enseñanza como un servicio a toda la comunidad. Valoro de manera particular su compromiso por ofrecer una esmerada educación para todos, independientemente de la raza, condición social o credo, lo cual constituye la misión de la Universidad Católica.
[En italiano:]
En estos días estáis examinando la cuestión de la identidad de una Universidad o de una escuela católica. Al respecto desearía recordar que tal identidad no es sencillamente una cuestión de número de estudiantes católicos; es sobre todo una cuestión de convicción: se trata de creer verdaderamente que sólo en el misterio del Verbo hecho carne se esclarece el misterio del hombre. La consecuencia es que la identidad católica está en primer lugar en la decisión de confiarse uno mismo -inteligencia y voluntad, mente y corazón-- a Dios. Como expertos en la teoría y en la práctica de la comunicación tenéis un papel privilegiado no sólo en la vida de vuestros estudiantes, sino también en la misión de vuestras Iglesias locales y de sus Pastores para dar a conocer la Buena Nueva del amor de Dios a todas las gentes.
Queridísimos: confirmando mi aprecio por vuestro sugestivo encuentro que abre el corazón a la esperanza, deseo aseguraros que sigo vuestra preciosa actividad con la oración y la acompaño de una especial Bendición Apostólica, que extiendo de corazón a todos vuestros seres queridos.
[Traducción de los textos originales por Marta Lago.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la liturgia de la Palabra del domingo, 25 de Mayo de 2008, Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Deuteronomio 8,2-3.14b-16a; 1 Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-59
Los dos cuerpos de Cristo
En la segunda lectura san Pablo nos presenta la Eucaristía como misterio de comunión: "El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?". Comunión significa intercambio, compartir. La regla fundamental de compartir es ésta: lo que es mío es tuyo, y lo que es tuyo es mío. Probemos a aplicar esta regla a la comunión eucarística y nos daremos cuenta de la "enormidad" del tema.
¿"Qué tengo yo específicamente 'mío' "? La miseria, el pecado: esto es exclusivamente mío. ¿Y qué tiene "suyo" Jesús que no sea santidad, perfección de todas las virtudes? Entonces la comunión consiste en el hecho de que yo doy a Jesús mi pecado y mi pobreza, y Él me da su santidad. Se realiza el "maravilloso intercambio", como lo define la liturgia.
Conocemos diversos tipos de comunión. Una comunión bastante íntima es la que se produce entre nosotros y el alimento que comemos, pues éste se hace carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. He oído a madres decir a su niño, estrechándole hacia su pecho y besándole: "¡Te quiero tanto que te comería!".
Es verdad que la comida no es una persona viva e inteligente con la que podemos intercambiar pensamientos y afectos, pero supongamos por un momento que lo fuera. ¿acaso no se tendría la perfecta comunión? Pues es lo que precisamente sucede en la comunión eucarística. Jesús, en el pasaje evangélico, dice: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo... Mi carne es verdadera comida... El que come mi carne tiene vida eterna". Aquí el alimento no es una simple cosa, sino una personas viva. Se tiene la más íntima, si bien la más misteriosa, de las comuniones.
Observemos qué sucede en la naturaleza, en el ámbito de la nutrición. Es el principio vital más fuerte el que asimila al menos fuerte. Es el vegetal el que asimila al mineral; es el animal el que asimila al vegetal. También en las relaciones entre el hombre y Cristo se verifica esta ley. Es Cristo quien nos asimila; nosotros nos transformamos en Él, no Él en nosotros. Un famoso materialista ateo dijo: "El hombre es lo que come". Sin saberlo dio una definición óptima de la Eucaristía, gracias a la cual el hombre se convierte verdaderamente en lo que come, esto es, ¡en el cuerpo de Cristo!
Leamos cómo prosigue el texto inicial de san Pablo: "Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan". Está claro que en este segundo caso la palabra "cuerpo" no indica ya el cuerpo de Cristo nacido de María, sino que nos indica a "todos nosotros", indica aquel cuerpo de Cristo más amplio, que es la Iglesia. Esto significa que la comunión eucarística es siempre también comunión entre nosotros. Comiendo todos del único alimento, formamos un solo cuerpo.
¿Cuál es la consecuencia? Que no podemos tener verdadera comunión con Cristo si estamos divididos entre nosotros, nos odiamos, no estamos dispuestos a reconciliarnos. Si has ofendido a tu hermano, decía san Agustín, si has cometido una injusticia contra él, y después vas a recibir la comunión como si nada hubiera pasado, tal vez lleno de fervor ante Cristo, te pareces a quien ve llegar a un amigo al que no ve desde hace mucho tiempo. Corre a su encuentro, le echa los brazos al cuello y se pone de puntillas para besarle en la frente. Pero al hacer esto no se percata de que le está pisando los pies con su calzado embarrado. Los hermanos, en efecto, especialmente los más pobres y desvalidos, son los miembros de Cristo, son sus pies posados aún en la tierra. Al darnos la sagrada forma, el sacerdote dice: "El cuerpo de Cristo", y respondemos: "¡Amén!". Ahora sabemos a quién decimos "Amen", o sea, sí, te acojo: no sólo a Jesús, el Hijo de Dios, sino también al prójimo.
En la fiesta del "Corpus Domini" no puedo ocultar un pesar. Hay formas de enfermedad mental que impiden reconocer a las personas cercanas. Es cuando hay quien grita durante horas: "¿dónde está mi hijo? ¿dónde está mi esposa? ¿qué fue de ellos?", y tal vez el hijo o la esposa están ahí, le toman de la mano y le repiten: "Estoy aquí, ¿no me ves? ¡Estoy contigo!". Así le ocurre también a Dios. Los hombres, nuestros contemporáneos, buscan a Dios en el cosmos o en el átomo; discuten si hubo o no un creador en el inicio del mundo. Seguimos preguntando: "¿Dónde está Dios?", y no nos percatamos de que está con nosotros y se ha hecho comida y bebida para estar aún más íntimamente unido a nosotros. Juan el Bautista debería repetir tristemente: "En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis". La solemnidad del "Corpus Domini" nació precisamente para ayudar a los cristianos a tomar conciencia de esta presencia de Cristo entre nosotros, para mantener despierto lo que Juan Pablo II llamaba "estupor eucarístico".
[Traducción del original italiano por Marta Lago]
Día 25 de Mayo
Domingo. Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
El Alimento para esa vida eterna
Considerábamos hace poco que Dios nos creó para una vida de relación íntima con las tres personas divinas. Esta vocación es lo verdaderamente propio del hombre, lo que tienen los hombres de peculiar y los caracteriza y eleva sobre el resto de la creación de este mundo.
Conducidos maternalmente por la Iglesia, al paso de las sucesivas celebraciones litúrgicas, vamos reflexionando sobre esta vida, que es sobrenatural, puesto que no está al alcance de nuestras fuerzas naturales. Sentimos insatisfacción por mucho que logremos de este mundo –nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti, diría Agustín de Hipona–, pero no vemos cómo lograr esa paz del espíritu, ese descanso en Dios que necesariamente anhelamos.
Como ya recordábamos, san Juan comienza su Evangelio advirtiendo a sus lectores que el Verbo Eterno se hizo hombre y que los hombres que le acogen son hechos hijos de Dios. Esta filiación divina requiere, según explicó el Señor a Nicodemo, un nuevo nacimiento, no a la vida humana sino del Espíritu. El ideal de esta vida en Dios es de hecho, no pocas veces, contrario a un ideal solamente humano. Gran parte de la enseñanza de Jesucristo se centra precismente en establecer la diferencia entre bienaventurados; es decir, los que logran la vida eterna con Dios o bienaventuranza, y los que son felices sólo según este mundo.
Después de haber predicado el Reino de Dios al que somos llamados los hombres, que no es de este mundo, Jesucristo, como primogénito de los hijos de Dios, muere en redención por los pecados de los hombres. Y al resucitar al tercer día como había anunciado, nos precede como hombre en la vida gloriosa e inmortal para la que Dios nos pensó. Una vida que actúa movida por el Espíritu Santo, según hemos considerado a menudo, y que es una permanente relación de cada uno con las Personas divinas de la Trinidad.
Hoy deseamos recordarlo de modo expreso, no vayamos a acostumbrarnos a tan excelsa verdad. Y agradecemos la Eucaristía que Jesús prometió, como nos recuerda la liturgia de este día. Dios nos ama ofreciéndonos el alimento que mantiene y desarrolla la vida sobrenatural para la que nos ha elegido. Así se expresó el Señor ante cuantos le escuchaban cierto día en la sinagoga de Cafarnaún. Sólo con ese Alimento de su cuerpo sería posible vivir plenamente de acuerdo con nuestra dignidad: Si alguno come de este pan vivirá eternamente. Ese Pan, afirma, es mi carne para la vida del mundo.
¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, se preguntaban extrañados los judíos. Pero Jesús, sin entrar en explicaciones, no sólo reafirma lo que habían escuchado, sino que asegura que alimentarnos de su Cuerpo y Sangre es la única opción adecuada a nuestra condición: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Sin la Eucaristía, aunque parezca que llevamos una existencia saludable y hasta muy dichosa en ocasiones, no sería, sin embargo, nuestra vida realmente plena, aquella para la que nos hizo Dios capaces, y a la que nos invita Cristo con su venida al mundo. Éste en su Evangelio, la noticia definitiva que nos debía trasmitir y por la que se hizo hombre: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.
Las palabras de Jesús no admiten otra interpretación: alimentándonos de Él llevamos una vida divina. Una vida que se asemeja más a la del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que a la de las otras criaturas que vemos junto a nosotros en este mundo. Sin hacernos dioses, lo cual sería contradictorio, Dios nos ofrece su misma vida, y por eso somos relevantes para Él. Se comprende así la alegría de María, que se siente la más dichosa de las criaturas, pues el Creador puso los ojos en Ella. Queramos considerar y valorar adecuadamente el hecho de que merecemos la atención de Dios a toda hora. ¿Procuramos ser agradecidos, conscientes de que Dios está sienpre con nosotros, y más aún que a nuestro lado?: en El vivimos, nos movemos y existimos, afirma san Pablo.
En la solemnidad del Corpus Christi celebramos además su presencia en el sacramento de la Eucaristía. Oculto en nuestros sagrarios se reserva como alimento de nuestra vida sobrenatural, como verdadera energía espiritual para el alma. Por ella –sin ella no– alcanzamos la vida abundante que Cristo nos ha ganado.
Como niños que deben desarrollarse, deseamos alimentarnos con hambre de ese manjar celestial que nos diviniza y fortalece. Y con esa sencillez, que es propia de los pequeños, insistimos sin miedo: Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
NOVEDADES FLUVIUM
Desde la oficina de Prensa del Obispado de Tenerife nos remiten el siguiente artículo.
"Por si les parece sugerente para el diálogo y el debate actual, les envío la columna en la Tercera de ABC de hoy de don Fernando Sebastián. Saludos. Buen día de Corpus".
Iglesia libre en una sociedad libre
Por Fernando Sebastián Aguilar. ABC
QUIENES vivimos los tiempos de la transición pensábamos que la nueva Constitución garantizaba la posibilidad de una convivencia pacífica y tranquila entre católicos y no católicos en la nueva sociedad española. El artículo 16 de nuestra Constitución estableció las líneas generales de esta cuestión y al amparo de este artículo hemos tratado de vivir y de actuar pacíficamente durante estos años de vida democrática.
En estos últimos años parece que algunas fuerzas políticas consideran que la Constitución de 1978 es excesivamente condescendiente con la religión, en especial con la Iglesia católica. No quieren un Estado aconfesional, que respeta y favorece la libertad religiosa como parte del bien común, sin hacer suya ninguna confesión ni intervenir en la vida religiosa de los ciudadanos. Prefieren un Estado laicista, que no valora la religión como parte del bien común de los ciudadanos y por tanto trata de excluirla de la vida pública recluyéndola al ámbito de lo estrictamente privado, sin influencia en los asuntos públicos ni en el comportamiento social de los ciudadanos y de las instituciones. Entiendo que la clarificación de las relaciones de la Iglesia católica con las instituciones políticas, en España, es de primera importancia para el bienestar y la estabilidad de nuestra sociedad, bueno para los católicos y bueno para la sociedad en general.
Sin ánimo de polemizar con nadie, buscando simplemente la claridad y el mutuo entendimiento, bajo mi estricta responsabilidad personal, me parece oportuno formular de nuevo cómo entendemos los católicos la presencia y la posible influencia de la Iglesia, y de cualquier otra organización religiosa, en la vida social y pública, en un ordenamiento democrático.
No se trata inicialmente de una cuestión acerca de las relaciones del Estado con la Iglesia, sino de la actitud del Estado y de los gobiernos respecto de las libertades y derechos de los ciudadanos. El punto de partida es la sociedad civil y no el Estado. Aunque no lo sea necesariamente en un orden cronológico, sí en un orden de naturaleza, la persona y la sociedad son anteriores y más importantes que el Estado. Los ciudadanos organizamos el Estado para proteger y favorecer nuestra vida y nuestra convivencia, no al revés. No es el Estado, ni el gobierno quienes deciden qué tipo de religiosidad conviene a la sociedad, qué confesiones han de practicar los ciudadanos y en qué proporción, sino que es la sociedad, y más en concreto los ciudadanos quienes deciden cómo quieren vivir su religiosidad, qué fe quieren profesar y de qué comunidad o de qué Iglesia quieren formar parte. El derecho de las personas al ejercicio de su libertad en materia religiosa es anterior a cualquier forma de Estado, y exige de los gobiernos que protejan y favorezcan este derecho de los ciudadanos que así lo quieran a practicar, privada y públicamente, la religión que ellos prefieran, y pide también que respeten el libre funcionamiento de aquellas instituciones y comunidades en las que los ciudadanos expresan y ejercitan su vida religiosa. Esto vale para cualquier religión y para cualquier comunidad religiosa.
La Iglesia católica es una comunidad universal que está secularmente presente en España. El proceso de implantación pudo ser complejo, pero el caso es que, hoy, un buen número de ciudadanos españoles profesan libremente la fe cristiana y quieren, con mayor o menor coherencia, vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo y la doctrina católica. Este es un hecho indiscutible, que desde el punto de vista social, tiene su origen en la libre voluntad de los ciudadanos, con clara anterioridad y plena independencia respecto de cualquier institución política. Quiere esto decir que un régimen que quiera ser democrático y pretenda actuar a favor del bien de las personas, debe admitir la presencia de esas actividades e instituciones religiosas dentro de la sociedad, y debe respetarlas y favorecerlas como parte del bien común de los ciudadanos, sin caer en la tentación de intervenir en su vida interior ni alterar su libre desarrollo en provecho propio. Las Iglesias, o las comunidades religiosas en general, no son un cuerpo extraño en el tejido social, ni necesitan apoyarse en un régimen de privilegios, están al servicio de la vida religiosa de los ciudadanos y se apoyan jurídicamente en el derecho sagrado de los ciudadanos a profesar y practicar libremente la religión que mejor les parezca. Sólo la defensa de algún elemento del bien público que se viera amenazado por una actividad pretendidamente religiosa, justificaría una intervención de la autoridad política en defensa del bien general amenazado.
Los españoles católicos tienen los mismos derechos civiles que los demás, y pueden, por tanto, intervenir en la vida pública, como los demás ciudadanos, según sus propias convicciones. Los dirigentes de la comunidad católica, es decir, los obispos, respetando los derechos de los demás, pueden actuar como crean conveniente para orientar a los miembros de su comunidad en el cumplimiento de sus obligaciones sociales y políticas de acuerdo con la moral cristiana, y tienen también el derecho de proponer a los demás miembros de la sociedad española sus puntos de vista, confesionales y no confesionales, para que cada uno, libremente, los pueda tener en cuenta como mejor le parezca, según su recta conciencia.
Todo esto está claramente reconocido en nuestra Constitución. Y es actualmente doctrina común en la Iglesia católica. Para entendernos y vivir en paz, respetándonos unos a otros en un proyecto común de vida nacional, conviene que hablemos a partir de estas bases. Dejemos a un lado cómo hayan podido ser las cosas anteriormente. Nadie está en condiciones de tirar la primera piedra. Ahora estamos en donde estamos, y esto es lo que interesa.
A la vez, la Iglesia tiene que ser consciente de sus propios límites y no entrar en los terrenos propios de la acción política. La finalidad de las intervenciones de la Iglesia en estas materias no es que los cristianos voten a un partido o a otro, actúen en política de una manera u otra. Lo que a la Iglesia le corresponde es ayudar a los cristianos a actuar «cristianamente» en las materias políticas, como en los demás órdenes de la vida. Si los cristianos somos coherentes en aplicar los principios morales en estas cuestiones, los dirigentes políticos tendrán que pensar dónde se sitúan y cómo actúan para recibir la confianza y el apoyo de los católicos. De ellos dependerá la mayor o menor distancia entre unos y otros. ¿Llegaremos los españoles a ponernos de acuerdo en que todos, creyentes y no creyentes, podemos convivir pacífica y respetuosamente en una sociedad democrática, sobre unas bases más o menos parecidas a éstas?
Por nuestra parte los católicos tenemos que ser pacientes. El ejemplo de Jesús nos obliga a serlo. La Iglesia representa en el mundo la presencia misericordiosa de Dios, creador y salvador de todos los hombres. Anunciamos un mensaje de vida ofrecido a todos y no impuesto a nadie. Al margen de las cuestiones políticas, la religión, y en concreto la fe cristiana, es buena para quien la acepta libremente y la vive con coherencia. La palabra y la ayuda de Dios promueven el bien de las personas, iluminan nuestra conciencia en el conocimiento de la justicia y ponen límites a nuestras ambiciones. ¿Qué mal nos puede venir de eso? Por eso es bueno que los gobiernos y la sociedad acepten la presencia de la Iglesia y le dejen ejercer su misión a favor del bien temporal y eterno de las personas. Puede incluso estar justificado que desde las instituciones públicas se apoye la vida religiosa de los ciudadanos, como se apoya cualquier otra actividad que dignifica y enriquece la vida cultural o moral de la sociedad.
Detrás de los debates sobre el lugar de la Iglesia en la democracia, queda latente el debate sobre la naturaleza de la religión, si es razonable o absurda, si es servidora o destructora de la humanidad en nuestras vidas. Nosotros los cristianos creemos que la adoración de Dios, tal como la inició y anunció Jesucristo, es condición para el descubrimiento y la realización en plenitud de la humanidad del hombre. La fe cristiana nos ayuda a ver en qué consiste la justicia y nos mueve a realizarla con fortaleza en todas las circunstancias de la vida. Por eso la profesamos y nos sentimos movidos a anunciarla, aunque a veces no lo hagamos con el acierto, la coherencia y la diligencia que corresponde a un fiel seguidor de Jesucristo. Pero eso ya es otra cuestión.
FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR
Arzobispo emérito de Pamplona y Obispo emérito de Tudela
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la Solemnidad de la Santísima Trinidad, recién celebrada, hemos elevado nuestros corazones a Aquél que nos ha creado a Su imagen y semejanza para ser, como afirmaban los Padres griegos de la Iglesia, “capaces de Dios”. Qué maravillosa creación es la persona humana: capaz de entrar en comunión con el propio Creador, de llegar a ser, realmente, familiar suyo. Lo dice San Pablo a los cristianos de Éfeso: “ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios” (Ef 2, 19).
Tener a Dios como compañero en la propia vida es la más hermosa “aventura” que se pueda imaginar, porque el Señor no nos falla nunca. Él, en efecto, nos ha llamado a la más completa participación a Su vida divina. ¿Qué hace, a veces, tan difícil la relación con Jesús? ¿Por qué la vida aparece, frecuentemente, un guerrear con armas desiguales contra el mundo, contra los demás, contra nosotros mismos…?
La respuesta nos viene, como siempre, de la Palabra de Dios. Si leyésemos con más atención la Biblia, con los maravillosos cometarios que de ella han hecho, ante todo, los Padres de la Iglesia, encontraríamos la solución a cualquier pregunta que tengamos.
Santiago, a propósito de las pasiones que agitan al corazón humano, afirma con claridad cristalina: “¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros? ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir? Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones. (…) Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios. ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros? Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: ‘Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes’. Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. (…) Humillaos ante el Señor y él os ensalzará” (Stgo 4, 1 ss).
Aquello que obstaculiza verdaderamente la comunión con el Señor, es decir nuestra verdadera felicidad, no es otra cosa que nuestras pasiones. Todo aquello que no se ordena al mandamiento del amor, querido por Jesús, causa en el hombre desorden y, por lo tanto, infelicidad. El signo de esta infelicidad es el mal que sale del corazón del hombre, de sus labios, pero antes incluso de su pensamiento, que rechaza someterse a Dios, que Lo ignora o Le es indiferente, creyendo estúpidamente que puede dejarlo de lado.
Jesús dice abiertamente en el Evangelio que “sin Él no podemos hacer nada” (Jn 15, 5), nada bueno. Solamente si nos sometemos al Señor podremos dominar las pasiones que nos hacen la guerra cada día. No son los “demás” la causa de nuestros males, sino nuestras pasiones, que llevan el nombre de: orgullo, soberbia, envidia, celos, ambición, prepotencia… De los Santos aprendamos esta gran lección de vida: nadie puede quitar la paz del corazón a quien ha aprendido a dominar las propias pasiones. Si el otro nos hiere con sus ofensas es porque no estamos suficientemente arraigados en Jesús con el amor. Si lo estuviésemos, incluso sintiéndonos maltratados, tendríamos la fuerza para pasar por encima de las pasiones y elevarnos hacia Dios.
Cuando se ofendía a los Santos, ellos hasta agradecían al Señor, porque así eran “obligados” a ejercitar la virtud de la misericordia, que los hacía más misericordiosos y, por lo tanto, más semejantes a Dios. “Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear” (Stgo 1, 2-4).
El secreto de la felicidad, es decir de la plena realización humana, es justamente este: hacerse semejantes a Dios. No hay felicidad más grande que la de asemejarse a Jesús, verdadero Hombre y verdadero Dios: “bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (…) Bienaventurados los misericordiosos, porque encontrarán misericordia. Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios …” (Mt 5, 3ss).
Puede llegar a ser bienaventurado quien renuncia a sus pasiones, por amor a Jesús, y gracias a este amor es, poco a poco, transformado en otra criatura, llegando a ser discípulo del Señor. El discípulo auténtico es solamente quien asemeja a su Maestro; más se asemeja y más será semejante. La única criatura que ha vivido la perfecta semejanza con el Señor es sin duda la Virgen María. A Ella, Reina del mes de mayo, le queremos confiar el camino de nuestra vida, para que sea un “camino de transformación” en Jesús y sea así, por lo tanto, fuente de alegría y de paz.
El Santo padre Benedicto XVI, después de haber visitado el Santuario de la Virgen de la Guardia, en Génova, refiriéndose a la historia del Santuario, ha dicho: “la tradición cuenta que a Benedetto Pareto, inquieto porque no sabía como responder a la invitación a construir una iglesia en aquél lugar tan remoto de la ciudad, la Virgen, en su primera aparición, le dijo: ‘Confía en mí. Los medios no te faltarán. Con mi ayuda todo será fácil. Mantén sólo firme tu voluntad’. ‘Confía en mí’. Esto nos repite hoy María” (Benedicto XVI, homilía del 18 de mayo de 2008).
Estas palabras fortalecen asimismo nuestra confianza, sobre todo cuando nos parece imposible superar nuestras pasiones. Entonces, sobre todo rezando el Rosario, vendrá sobre nosotros la fuerza para ir adelante y realizar el maravillosos proyecto de Dios en nuestra vida: hacernos semejantes a Él” (Agencia Fides 21/5/2008; líneas 65, palabras 983)
Caritas Diocesana de Tenerife ha informado sobre la pobreza en Canarias con motivo de la presentación de la Memoria anual.
· En España hay actualmente ocho millones de pobres, la mayoría mujeres y jóvenes, según informó Cáritas con motivo de la celebración, el próximo 25 de mayo, fiesta del Corpus Christi. Coincidiendo con esta fiesta litúrgica, Cáritas lanzó la campaña del 'Día de caridad', con la que pretende sensibilizar sobre las dificultades que existen en el reconocimiento de derechos sociales, especialmente en el ámbito de la salud y la igualdad de género. A través del lema 'Lo único que nos diferencia son las oportunidades', Cáritas pretende visibilizar problemas como la violencia de género, la discriminación salarial, el "alto desempleo femenino" o los problemas de conciliación entre la vida personal, familiar, y laboral.
· También, con motivo del Corpus Christi, Cáritas Diocesana llevó a cabo un encuentro festivo en la Plaza de Candelaria, Santa Cruz de Tenerife. El acto se desarrolló bajo el lema “Lo único que nos diferencia son las oportunidades” y constó de actuaciones musicales y lúdicas.
· Por otro lado, Cáritas Diocesana ha presentado su Memoria Institucional correspondiente al pasado año 2007. El acto tuvo lugar en el Seminario Diocesano presidido por el Obispo. De ella se desprende que el pasado año se atendieron más de veinticuatro mil personas, de ellas, el 81% se hizo en las Cáritas parroquiales y arciprestales y el 19% en proyectos específicos. Los colectivos de personas que mayores acciones requirieron fueron por este orden: población inmigrante, colectivo de mujer y familia y personas sin hogar.
· Por otro lado, la pobreza en Canarias está alcanzando niveles importantes. Según el responsable de Cáritas, Leonardo Ruiz, el rostro de la pobreza sigue siendo el de una "mujer joven, con problemas de salud mental y con baja cualificación profesional". Igualmente, es muy preocupante la situación de las personas mayores de sesenta y cinco años.
· En este sentido, cabe apuntar que durante el pasado año casi dos millones de personas recibieron atención en los 4.492 centros sociales y de caridad que Cáritas tiene repartidos por todo el Estado. En Canarias se ha logrado que en el último año 2.969 personas hayan participado en acciones preferentes al empleo. De ellas 2.108 se insertaron con éxito en el mercado de trabajo. Cáritas desarrolla talleres de orientación y asesoramiento laboral, en ellos incluye talleres pre-laborales para que las personas que lo requieran realcen sus habilidades y logren visualizar su objetivo. Además, se establecen itinerios individualizados de mediación laboral. Una vez que estos trabajadores se integran se realiza también un seguimiento de dicha inserción.
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BOLETÍN 286
· En España hay actualmente ocho millones de pobres, la mayoría mujeres y jóvenes, según informó Cáritas con motivo de la celebración, el próximo 25 de mayo, fiesta del Corpus Christi. Coincidiendo con esta fiesta litúrgica, Cáritas lanzó la campaña del 'Día de caridad', con la que pretende sensibilizar sobre las dificultades que existen en el reconocimiento de derechos sociales, especialmente en el ámbito de la salud y la igualdad de género. A través del lema 'Lo único que nos diferencia son las oportunidades', Cáritas pretende visibilizar problemas como la violencia de género, la discriminación salarial, el "alto desempleo femenino" o los problemas de conciliación entre la vida personal, familiar, y laboral.
· También, con motivo del Corpus Christi, Cáritas Diocesana llevó a cabo un encuentro festivo en la Plaza de Candelaria, Santa Cruz de Tenerife. El acto se desarrolló bajo el lema “Lo único que nos diferencia son las oportunidades” y constó de actuaciones musicales y lúdicas.
· Por otro lado, Cáritas Diocesana ha presentado su Memoria Institucional correspondiente al pasado año 2007. El acto tuvo lugar en el Seminario Diocesano presidido por el Obispo. De ella se desprende que el pasado año se atendieron más de veinticuatro mil personas, de ellas, el 81% se hizo en las Cáritas parroquiales y arciprestales y el 19% en proyectos específicos. Los colectivos de personas que mayores acciones requirieron fueron por este orden: población inmigrante, colectivo de mujer y familia y personas sin hogar.
· Por otro lado, la pobreza en Canarias está alcanzando niveles importantes. Según el responsable de Cáritas, Leonardo Ruiz, el rostro de la pobreza sigue siendo el de una "mujer joven, con problemas de salud mental y con baja cualificación profesional". Igualmente, es muy preocupante la situación de las personas mayores de sesenta y cinco años.
· En este sentido, cabe apuntar que durante el pasado año casi dos millones de personas recibieron atención en los 4.492 centros sociales y de caridad que Cáritas tiene repartidos por todo el Estado. En Canarias se ha logrado que en el último año 2.969 personas hayan participado en acciones preferentes al empleo. De ellas 2.108 se insertaron con éxito en el mercado de trabajo. Cáritas desarrolla talleres de orientación y asesoramiento laboral, en ellos incluye talleres pre-laborales para que las personas que lo requieran realcen sus habilidades y logren visualizar su objetivo. Además, se establecen itinerios individualizados de mediación laboral. Una vez que estos trabajadores se integran se realiza también un seguimiento de dicha inserción.
· El sábado a las 19:00 horas, en la parroquia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife y el domingo a las 17:00 horas en la sede Catedralicia, el Obispo preside la Eucaristía y la procesión en el día del Corpus.
· Siguiendo con la celebración del Corpus Christi, unas 80 alfombras de flores, arroz y sal darán esplendor a esta festividad en Tacoronte, prevista para el día 25 de mayo. Los tapices embellecerán todo el recorrido que discurre entre la parroquia matriz de Santa Catalina y el Santuario del Santísimo Cristo de Los Dolores. El municipio cumple este año 111 años de alfombrismo, lo que convierte a Tacoronte en la segunda localidad de Tenerife en cuanto a la antigüedad de esta tradición, después de La Orotava.
· Por su parte, la Villa de Mazo celebró la Fiesta en honor de Cristo Sacramentado con una Eucaristía presidida por el obispo, Bernardo Álvarez. Posteriormente, tuvo lugar la procesión por el recorrido engalanado con los tradicionales arcos, pasillos, alfombras y tapices.
· Por último, en relación a esta festividad, apuntar que la Infraoctava del Corpus Christi de la Orotava se celebrará el próximo 29 de mayo. La imagen central de la alfombra del ayuntamiento estará representada por el corazón de Jesús Misericordioso, cuadro que se encuentra en la ciudad polaca de Cracovia, cuyo autor es Adolfo Hyla. Esta figura estará acompañada por las de San Pedro, San Pablo, Santo Tomás y San Andrés, siguiendo algunos cuadros de Rubens expuestos en el Museo del Prado.
· Popular TV de Tenerife emitirá el próximo lunes 26 de mayo, a las 20:15 horas, una entrevista a Fernando Jiménez Barriocanal, vicesecretario de Economía de la Conferencia Episcopal. La redifusión de dicha entrevista será ese mismo día a las 23:35 horas y el 27 de mayo, a las 11:35 horas. Entre los diferentes temas abordados, Barriocanal expondrá la importancia que tiene poner la X en la Declaración de la Renta para el sostenimiento de la Iglesia.
· El colegio Santo Domingo de Guzmán, conocido por "La Palmita", ha recibido la medalla de oro de Santa Cruz de La Palma, con motivo de su centenario y en reconocimiento a su labor formativa, marcada por los valores del Evangelio. Además, durante esta semana se han venido desarrollando distintos actos con ocasión de esta efemérides, entre ellos, el viernes, preside una Eucaristía de acción de gracias el Obispo.
· “Nos reunimos para celebrar lo que somos: Familia”. Con estas palabras comenzaba, el obispo la Misa que presidía en la Basílica de Candelaria, en el marco del Encuentro de ‘Familias Cristianas’ que se desarrolló en la Villa Mariana. Bernardo Álvarez, en una homilía de marcado carácter bíblico, señaló que no se trata de lamentarse porque otros se organicen según su propio criterio, sino que lo que tienen que hacer los católicos es “trabajar por la familia, por su identidad, sus valores, derechos y deberes”.
· El profesor del Instituto Superior de Teología y miembro de la Delegación de Catequesis, Juan Carlos Díaz, ha publicado en la revista nacional ‘Vida Nueva’, un “pliego” que versa sobre las Implicaciones teológicas y pastorales del sacramento de la Confirmación. El texto íntegro se puede consultar en la Web de la revista www.vidanueva.es.
· Las parroquias del Arciprestazgo de Taco contarán en el Parque de la Gallega con ocasión de la celebración del día del vecino del distrito suroeste de la capital tinerfeña, con una Carpa en la que se expondrá la misión de la iglesia en esta zona.
· Este año se cumple un siglo del Hospital de la Inmaculada Concepción y de la llegada a Puerto de la Cruz de la congregación religiosa que desde 1908 se encarga de su gestión, las Hijas de María Madre de la Iglesia. La conmemoración de ambos centenarios comenzará el 31 de mayo con una Eucaristía en el exterior de hospital, presidida por el obispo.
· Del 29 al 31 de Mayo se desarrollará una convivencia de catequistas jóvenes en Vilaflor.
· El Real Santuario Insular de Nuestra Señora de las Nieves, en La Palma, celebrará el próximo 25 de mayo la Fiesta de las Madres, a partir de las 11:30 horas. Juan Manuel Yanes, rector del Seminario Diocesano será el encargado de presidir la Eucaristía.
· Los miembros de la Adoración Nocturna celebraron el día de su patrón, San Juan Bailón, con una Eucaristía en la iglesia de San Marcos, en Icod de los Vinos. Al término de la misma, los integrantes de este movimiento cristiano disfrutaron de un pequeño agasajo compartido.
· “Literatura y Libertad: La palabra contra la opresión” es el título del nuevo curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que se desarrollará del 27 al 29 de mayo, en la sede de la UNED.
· La Casa América de Madrid acogerá el próximo 30 de mayo, festividad del Día de Canarias, la presentación del poemario de Javier de la Rosa titulado "Hermano Pedro de Vilaflor. La gruta de Dios". La obra está dedicada al santo tinerfeño. Durante el acto de presentación, que comenzará a las siete de la tarde, se recreará el poema titulado "Campana de Guatemala".
· El Gobierno de Canarias ya ha aprobado la concesión de las Medallas de Oro de Canarias 2008. Entre los galardonados se encuentra el sacerdote Agapito Martín Zarcero, natural de Córdoba. En 1996 este cura se hizo cargo de la parroquia de Valterra y Altavista, en Arrecife (Lanzarote), y al mismo tiempo fue nombrando capellán del centro penitenciario de Tahíche. Desde entonces, ha desarrollado una importante labor social entre los reclusos y sus familiares.
· El próximo 1 de junio, a las 12:30 horas, en la capilla del Seminario Diocesano tendrá lugar el rito de Admisión a las Sagradas Órdenes de: Federico Armas (La Laguna), Airán Expósito (Icod de los Vinos), Víctor Manuel Fernández (Tacoronte), Rubén Herrera (Valle de Guerra) y Jacobo Luis (Icod de los Vinos).
ZENIT publica la homilía que pronunció Benedicto XVI en la tarde del jueves, 22 de Mayo de 2008, solemnidad del Corpus Christi, al presidir la celebración eucarística en la plaza de la Basílica de San Juan de Letrán.
Queridos hermanos y hermanas:
Tras el tiempo fuerte del año litúrgico, que centrándose en la Pascua se extiende durante tres meses --primero los cuarenta días de la Cuaresma, después los cincuenta días del Tiempo Pascual--, la liturgia nos permite celebrar tres fiestas que tienen un carácter "sintético": la Santísima Trinidad, el Corpus Christi, y por último el Sagrado Corazón de Jesús.
¿Cuál es el significado de la solemnidad de hoy, del Cuerpo y la Sangre de Cristo? Nos los explica la misma celebración que estamos realizando, con el desarrollo de sus gestos fundamentales: ante todo, nos hemos reunido alrededor del Señor para estar juntos en su presencia; en segundo lugar, tendrá lugar la procesión, es decir, caminar con el Señor; por último, vendrá el arrodillarse ante el Señor, la adoración que comienza ya en la misa y acompaña toda la procesión, pero que culmina en el momento final de la bendición eucarística, cuando todos nos postraremos ante Aquél que se ha agachado hasta nosotros y ha dado la vida por nosotros.
Analicemos brevemente estas tres actitudes para que sean realmente expresión de nuestra fe y de nuestra vida.
Reunirse en la presencia del Señor
El primer acto es el de reunirse en la presencia del Señor. Es lo que antiguamente se llamaba "statio". Imaginemos por un momento que en toda Roma sólo existiera este altar, y que se invitara a todos los cristianos de la ciudad a reunirse aquí, para celebrar al Salvador, muerto y resucitado. Esto nos permite hacernos una idea de cuáles fueron los orígenes de la celebración eucarística, en Roma y en otras muchas ciudades, a las que llegaba el mensaje evangélico: en cada Iglesia particular había un solo obispo y, a su alrededor, alrededor de la Eucaristía celebrada por él, se constituía la comunidad, única, pues uno era el Cáliz bendecido y uno era el Pan partido, como hemos escuchado en las palabras del apóstol Pablo en la segunda lectura (Cf. 1 Corintios 10,16-17).
Pasa por la mente otra famosa expresión de Pablo: "ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3, 28). "¡Todos vosotros sois uno!". En estas palabras se percibe la verdad y la fuerza de la revolución cristiana, la revolución más profunda de la historia humana, que se experimenta precisamente alrededor de la Eucaristía: aquí se reúnen en la presencia del Señor personas de diferentes edades, sexo, condición social, ideas políticas. La Eucaristía no puede ser nunca un hecho privado, reservado a personas escogidas según afinidades o amistad. La Eucaristía es un culto público, que no tiene nada de esotérico, de exclusivo. En esta tarde, no hemos decidido con quién queríamos reunirnos, hemos venido y nos encontramos unos junto a otros, reunidos por la fe y llamados a convertirnos en un único cuerpo, compartiendo el único Pan que es Cristo. Estamos unidos más allá de nuestras diferencias de nacionalidad, de profesión, de clase social, de ideas políticas: nos abrimos los unos a los otros para convertirnos en una sola cosa a partir de Él. Esta ha sido desde los inicios la característica del cristianismo, realizada visiblemente alrededor de la Eucaristía, y es necesario velar siempre para que las tentaciones del particularismo, aunque sea de buena fe, no vayan en el sentido opuesto. Por tanto, el Corpus Christi nos recuerda ante todo esto: ser cristianos quiere decir reunirse desde todas las partes para estar en la presencia del único Señor y ser uno en Él y con Él.
Caminar con el Señor
El segundo aspecto constitutivo es caminar con el Señor. Es la realidad manifestada por la procesión, que viviremos juntos tras la santa misa, como una prolongación natural de la misma, avanzando tras Aquél que es el Camino. Con el don de sí mismo en la Eucaristía, el Señor Jesús nos libera de nuestras "parálisis", nos vuelve a levantar y nos hace "pro-ceder", nos hace dar un paso adelante, y luego otro, y de este modo nos pone en camino, con la fuerza de este Pan de la vida. Como le sucedió al profeta Elías, que se había refugiado en el desierto por miedo de sus enemigos, y había decidido dejarse morir (Cf. 1 Reyes 19,1-4). Pero Dios le despertó y le puso a su lado una torta recién cocida: "Levántate y come -le dijo--, porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Reyes 19, 5.7). La procesión del Corpus Christi nos enseña que la Eucaristía nos quiere liberar de todo abatimiento y desconsuelo, quiere volver a levantarnos para que podamos retomar el camino con la fuerza que Dios nos da a través de Jesucristo. Es la experiencia del pueblo de Israel en el éxodo de Egipto, la larga peregrinación a través del desierto, de la que nos ha hablado la primera lectura. Una experiencia que para Israel es constitutiva, pero que para toda la humanidad resulta ejemplar. De hecho, la expresión "no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor" (Deuteronomio 8,3) es una afirmación universal, que se refiere a cada hombre en cuanto hombre. Cada uno puede encontrar su propio camino, si encuentra a Aquél que es Palabra y Pan de vida y se deja guiar por su amigable presencia. Sin el Dios-con-nosotros, el Dios cercano, ¿cómo podemos afrontar la peregrinación de la existencia, ya sea individualmente ya sea como sociedad y familia de los pueblos?
La Eucaristía es el sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos indica la dirección. De hecho, ¡no es suficiente avanzar, es necesario ver hacia dónde se va! No basta el "progreso", sino no hay criterios de referencia. Es más, se sale del camino, se corre el riesgo de caer en un precipicio, o de alejarse de la meta. Dios nos ha creado libres, pero no nos ha dejado solos: se ha hecho él mismo "camino" y ha venido a caminar junto a nosotros para que nuestra libertad tenga el criterio para discernir el camino justo y recorrerlo.
Arrodillarse en adoración ante el Señor
Al llegar a este momento no es posible de dejar de pensar en el inicio del "decálogo", los diez mandamientos, en donde está escrito: "Yo, el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí" (Éxodo 20, 2-3). Encontramos aquí el tercer elemento constitutivo del Corpus Christi: arrodillarse en adoración ante el Señor. Adorar al Dios de Jesucristo, que se hizo pan partido por amor, es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy. Arrodillarse ante la Eucaristía es una profesión de libertad: quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Nosotros, los cristianos, sólo nos arrodillamos ante el santísimo Sacramento, porque en él sabemos y creemos que está presente el único Dios verdadero, que ha creado el mundo y lo ha amado hasta el punto de entregar a su unigénito Hijo (Cf. Juan 3, 16).
Nos postramos ante un Dios que se ha abajado en primer lugar hacia el hombre, como el Buen Samaritano, para socorrerle y volverle a dar la vida, y se ha arrodillado ante nosotros para lavar nuestros pies sucios. Adorar el Cuerpo de Cristo quiere decir creer que allí, en ese pedazo de pan, se encuentra realmente Cristo, quien da verdaderamente sentido a la vida, al inmenso universo y a la más pequeña criatura, a toda la historia humana y a la más breve existencia. La adoración es oración que prolonga la celebración y la comunión eucarística, en la que el alma sigue alimentándose: se alimenta de amor, de verdad, de paz; se alimenta de esperanza, pues Aquél ante el que nos postramos no nos juzga, no nos aplasta, sino que nos libera y nos transforma.
Por este motivo, reunirnos, caminar, adorar, nos llena de alegría. Al hacer nuestra la actitud de adoración de María, a quien recordamos particularmente en este mes de mayo, rezamos por nosotros y por todos; rezamos por cada persona que vive en esta ciudad para que pueda conocerte e ti, Padre, y a Aquél que tú has enviado, Jesucristo. Y de este modo tener la vida en abundancia. Amén.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
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Las parábolas de Jesús tratan de empujarnos más allá de los límites que nos imponemos y de desbordarnos con algo insólito, y lo que resulta insólito es que para eso no tenemos que separarnos de la vida corriente, sino que es precisamente de ahí de donde él sacaba todos sus ejemplos.
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Novena al santo adolescente, alumno de san Juan Bosco, con un fondo bíblico y catequético.
LA INMACULADA DE DON BOSCO
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María es para Don Bosco, y él desea que para todos, una maravilla pasmosa, obra maestra de Dios
ZENIT publica la intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles, 20 de Mayo de 2008, dedicada a presentar la figura de Romano el Meloda, escritor bizantino.
En la serie de catequesis sobre los padres de la Iglesia, quisiera hablar hoy de una figura poco conocida: Romano el Meloda, nacido en torno al año 490 en Emesa (hoy Homs) en Siria. Teólogo, poeta y compositor, pertenece al grupo de teólogos que ha transformado la teología en poesía. Pensemos en su compatriota, san Efrén de Siria, quien vivió doscientos años antes que él. Y pensemos también en teólogos de Occidente, como san Ambrosio, cuyos himnos todavía hoy forman parte de nuestra liturgia y siguen tocando el corazón; o en un teólogo, un pensador de gran vigor, como santo Tomás, que nos ha dejado los himnos de la fiesta del Corpus Christi de mañana; pensemos en san Juan de la Cruz y en otros muchos. La fe es amor y por ello crea poesía y crea música. La fe es alegría y por ello crea belleza.
Romano el Meloda es uno de éstos, poeta y teólogo compositor. Aprendió las bases de la cultura griega y siríaca en su ciudad natal, se transfirió a Berito (Beirut), perfeccionando la instrucción clásica y los conocimientos retóricos. Ordenado diácono permanente (en torno al año 515), fue predicador en esa ciudad durante tres años. Después se transfirió a Constantinopla, hacia el final del reino de Atanasio I (en torno al año 518), y allí se estableció en el monasterio en la iglesia de la Theotókos, Madre de Dios.
Allí tuvo lugar un episodio clave en su vida: el Sinaxario nos informa sobre la aparición en sueños de la Madre de Dios y sobre el don del carisma poético. María, de hecho, le pidió que se tragara una hoja enrollada. Al despertar, a la mañana siguiente, era la fiesta de la Navidad, Romano se puso a declamar desde el ambón: «Hoy la Virgen da a luz al Trascendente» (Himno sobre la Navidad I. Proemio). De este modo, se convirtió en predicador-cantor hasta su muerte (tras el año 555).
Romano ha pasado a la historia como uno de los autores más representativos de himnos litúrgicos. La homilía era entonces, para los fieles, prácticamente la única oportunidad de enseñanza catequética. Romano se presenta como un testigo eminente del sentimiento religioso de su época, así como de un método vivo y original de catequesis. A través de sus composiciones podemos darnos cuenta de la creatividad de esta forma de catequesis, de la creatividad del pensamiento teológico, de la estética y de la himnografía sagrada de aquella época.
El lugar en el que predicaba Romano era un santuario de las afueras de Constantinopla: se subía al ambón, colocado en el centro de la iglesia, y se dirigía a la comunidad recurriendo a una representación bastante elaborada: utilizaba representaciones en las paredes o iconos sobre el ambón y se servía también del diálogo. Pronunciaba homilías métricas cantadas, llamadas Kontákia. El término kontákion, «pequeña vara», parece que hace referencia al pequeño bastón en torno al que se envolvía el rollo de un manuscrito litúrgico o de otro tipo. Los Kontákia, que se han conservado bajo el nombre de Romano, son 89, pero la tradición le atribuye mil.
En Romano, cada kontákion se compone de estrofas, en su mayoría de 18 a 24, con el mismo número de sílabas, estructuradas según el modelo de la primera estrofa (irmo); los acentos rítmicos de los versos de todas las estrofas se modelan según los del irmo. Cada estrofa concluye con un estribillo (efimnio), en general idéntico, para crear la unidad poética. Además, las iniciales de cada estrofa indican el nombre del autor (acrostico), precedido frecuentemente con el adjetivo «humilde». Una oración que hace referencia a los hechos celebrados o evocados concluye el himno. Al terminar la lectura bíblica, Romano cantaba el Proemio, en general en forma de oración o súplica. Anunciaba así el tema de la homilía y explicaba el estribillo que se repetía en coro al final de cada estrofa, declamada por él con una modulación de voz elevada.
Un ejemplo significativo es el kontakion con motivo del Viernes de Pasión: es un diálogo entre María y el Hijo, que tiene lugar en el camino de la Cruz. María dice: «¿Adónde vas, hijo? ¿Por qué recorres tan rápidamente el camino de tu vida?/ Nunca habría pensado, hijo mío, que te vería en este estado,/ ni podría imaginar nunca que llegarían a este nivel de furor los impíos/echándote las manos encima contra toda justicia». Jesús responde: «¿Por qué lloras, madre mía? [...]. ¿No debería irme? ¿No debería morir?/ ¿Cómo podría salvar a Adán?». El hijo de María consuela a la madre, pero le recuerda su papel en la historia de la salvación: «Depón, por tanto, madre, depón tu dolor:/ no es propio de ti el gemir, pues fuiste llamada "llena de gracia"» (María a los pies de la cruz, 1-2; 4-5). En el himno sobre el sacrificio de Abraham, Sara se reserva la decisión sobre la vida de Isaac. Abraham dice: «Cuando Sara escuche, Señor mío, todas tus palabras,/ al conocer tu voluntad, me dirá:/-Si quien nos lo ha dado lo vuelve a tomar, ¿por qué nos lo ha dado?/[...] -Tú, anciano, déjame mi hijo,/y cuando quiera quien te ha llamado, tendrá que decírmelo a mí» (El sacrificio de Abraham, 7).
Romano no usa el griego bizantino solemne de la corte, sino un griego sencillo, cercano al lenguaje del pueblo. Quisiera citar un ejemplo de la manera viva y muy personal con la que hablaba del Señor Jesús: le llama «fuente que no quema y luz contra las tinieblas», y dice: «Yo anhelo tenerte en mis manos como una lámpara;/ de hecho, quien lleva una luz entre los hombres es iluminado sin quemarse./ Ilumíname, por tanto, Tú que eres Luz inapagable» (La Presentació o Fiesta del encuentro, 8). La fuerza de convicción de sus predicaciones se fundaba en la gran coherencia entre sus palabras y su vida. En una oración dice: «Aclara mi lengua, Salvador mío, abre mi boca/ y, después de haberla llenado, penetra mi corazón para que mi actuar/ sea coherente con mis palabras» (Misión de los Apóstoles, 2).
Examinemos ahora algunos de sus temas principales. Un tema fundamental de su predicación es la unidad de la acción de Dios en la historia, la unidad entre creación e historia de la salvación, unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento. Otro tema importante es la pneumatología, es decir, la doctrina sobre el Espíritu Santo. En la fiesta de Pentecostés subraya la continuidad que se da entre Cristo, ascendido al cielo, y los apóstoles, es decir, la Iglesia, y exalta su acción misionera en el mundo: «[...] con virtud divina han conquistado a todos los hombres;/ han tomado la cruz de Cristo como una pluma,/ han utilizado palabras como redes y con ellas han pescado por el mundo,/ han tenido el Verbo como agudo anzuelo,/ para ellos ha servido de cebo/ la carne del Soberano del universo» (Pentecostés 2;18).
Otro tema central es, claro está, la cristología. No se mete en el problema de los conceptos difíciles de la teología, sumamente discutidos en aquel tiempo, y que también laceraron la unidad no sólo entre los teólogos, sino incluso entre los cristianos en la Iglesia. Predica una cristología sencilla, pero fundamental, la cristología de los grandes Concilios. Pero sobre todo se acerca a la piedad popular, de hecho los conceptos de los Concilios han surgido de la piedad popular y del conocimiento del corazón cristiano, y de este modo Romano subraya que Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios, y al ser verdadero Hombre-Dios es una sola persona, las síntesis entre creación y Creador: en sus palabras humanas escuchamos la voz del mismo Verbo de Dios. «Era hombre -dice-- Cristo, pero también era Dios,/ ahora bien, no estaba dividido en dos: es Uno, hijo de un Padre que es uno solo» (La Pasión 19).
Por lo que se refiere a la mariología, en acción de gracias a la Virgen por el don del carisma poético, Romano la recuerda al final de casi todos los himnos y le dedica sus kontákia más bellas: Natividad, Anunciación, Maternidad divina, Nueva Eva.
Por último, las enseñanzas morales están relacionadas con el juicio final (Las diez vírgenes [II]). Nos lleva hacia ese momento de la verdad de nuestra vida, la comparecencia ante el Juez justo, y por ello exhorta a la conversión en la penitencia y en el ayuno. El cristiano debe practicar la caridad, la limosna. Acentúa el primado de la caridad sobre la continencia en dos himnos, las Bodas de Caná y Las diez vírgenes. La caridad es la más grande de las virtudes: «[...] Diez vírgenes poseían la virtud de la virginidad intacta,/ pero para cinco de ellas el duro ejercicio no dio fruto./ Las otras brillaron para las lámparas del amor por la humanidad,/ por eso las invitó el esposo» (Las diez vírgenes, 1).
Humanidad palpitante, ardor de fe, profunda humildad rezuman los cantos de Romano el Meloda. Este gran poeta y compositor nos recuerda todo el tesoro de la cultura cristiana, nacida de la fe, nacida del corazón que se ha encontrado con Cristo, con el Hijo de Dios. De este contacto del corazón con la Verdad, que es Amor, nace la cultura, toda la gran cultura cristiana. Y si la fe sigue viva, esta herencia cultural tampoco muere, sino que sigue estando viva y presente. Los iconos siguen hablando hoy al corazón de los creyentes, no son cosas del pasado. Las catedrales no son monumentos medievales, sino casas de vida, donde nos sentimos «en casa»: donde encontramos a Dios y nos encontramos los unos con los otros. Tampoco la gran música --el gregoriano o Bach o Mozart-- es algo del pasado, sino que vive en la vitalidad de la liturgia y de nuestra fe .
Si la fe está viva, la cultura cristiana no se queda en algo «pasado», sino que sigue viva y presente. Y si la fe está viva, también hoy podemos responder al imperativo que siempre se repite en los Salmos: «Cantad al Señor un cántico nuevo».
Creatividad, innovación, cántico nuevo, cultura nueva y presencia de toda la herencia cultural en la vitalidad de la fe no se excluyen, sino que son una sola realidad: son presencia de la belleza de Dios y de la alegría de ser hijos suyos.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy nos detenemos en una figura importante del siglo sexto en tierra siriana, Romano el Meloda, diácono permanente establecido en un monasterio de la periferia de Constantinopla. Allí desarrolló una actividad de predicador, con la cual enseñaba a los fieles el plan de Dios para salvar a los hombres en Cristo, con gran creatividad, con metáforas, cantos e iconos. Son especialmente famosas sus homilías poéticas cantadas, llamadas "kontákia", que han hecho de él uno de los autores más representativos de himnos litúrgicos de la Iglesia cristiana de Oriente. De su capacidad comunicadora forma parte también el dirigirse directamente a sus interlocutores y, sobre todo, mostrar un comportamiento coherente con lo que predicaba.
Por su fe, humildad y arte, ha quedado como modelo del diácono que estudia, asimila y encarna la Escritura.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a la peregrinación diocesana de Mondoñedo-Ferrol, con su Obispo, y las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, así como a los grupos de España, Venezuela y otros países latinoamericanos. Invito a todos a inspirarse en Romano el Meloda para impulsar la comunicación de la fe precisamente en nuestra civilización de la imagen.
Muchas gracias por vuestra visita.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Mensaje del padre Giovanni Salerno publicado en circular extraordinaria de los MISIONEROS SIERVOS DE LOS POBRES DEL TERCER MUNDO - OPUS CHRISTI SALVATORIS MUNDI
Queridos amigos:
Os escribo esta carta desde la Ciudad de los Muchachos "San Tarcisio", deseando de todo corazón que llegue a vuestros hogares acompañada de las gracias que más necesitáis.
Este mes mariano suscita en mi corazón y en el corazón de todos los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo, así como en los corazones de los niños y niñas que acogemos en nuestras casas, una constante oración a Santa María Madre de los Pobres, para que Ella sea la verdadera Reina protectora de vuestras casas, de vuestras familias.
Ya pasó un año desde que nos instalamos en la Ciudad de los Muchachos. Podemos decir que Dios, con la inauguración de esta Ciudad, ha demostrado una vez más el inmenso amor que guarda en su corazón para con los más pobres; en ella, en efecto, tantos niños y muchachos pobres encuentran la posibilidad de gozar gratuitamente de una residencia digna, un colegio, talleres profesionales, bibliotecas, campos deportivos, etc.
Lo que más me infunde alegría es ver la importancia que en la Ciudad de los
Muchachos se ha reservado a la Santa Eucaristía. ¡Cómo es hermoso ver que, mientras se trabaja en los diferentes talleres o se dictan clases en las aulas del colegio, el Santísimo no se queda solo; los niños, por turnos, le adoran, conscientes del hecho que la construcción de esta Ciudad ha sido y es un don de Dios, un Dios enamorado de los pobres, que ha suscitado en vuestros corazones su mismo amor, haciéndoos partícipes de esta Obra suya.
Seguramente muchos de estos muchachos que estudian y trabajan aquí serán un día padres de familia, y otros -aunque pocos- llegarán a ser Sacerdotes o Hermanos Misioneros: nuestra preocupación es la de hacer todo lo posible para asegurar a todos estos muchachos un futuro digno.
Para la mayoría de los niños y muchachos que acogemos, la única dolorosa alternativa sería la de entrar en el mundo del trabajo ilegal, que en el Cuzco adquiere las características de una verdadera esclavitud. Paseando por el Cuzco, podemos fácilmente encontrar avisos como éste: "Se ofrece trabajo a niños menores de diez años, sin instrucción".
No se trata en absoluto de una agencia caritativa que quiera ofrecer trabajo a niños pobres, sino de verdaderos explotadores que les proponen trabajos duros, durante 12/15 horas diarias, con un sueldo de 2/3 soles diarios (medio euro). Sólo niños pobres y sin instrucción pueden caer en estas trampas.
La Ciudad de los Muchachos quiere ser una respuesta concreta a estas situaciones vergonzosas que, lamentablemente, no son casos puntuales, sino que se presentan con mucha frecuencia.
Pensemos tan sólo en las numerosas niñas y muchachas que frecuentan nuestro colegio "Santa María Goretti"; ellas nos cuentan cómo durante las vacaciones de verano, para intentar ayudar económicamente a sus familias, intentan conseguir algún trabajo, y lo más común es el de prestar servicio en alguna familia rica de la ciudad de Cuzco: allí, alojadas en pequeños cuartuchos, trabajan durante dos meses, 12 horas al día, limpiando pisos, cocinando, lavando ropa a mano, etc.; y, al final, la dueña de la casa les entrega menos de la mitad del sueldo contratado, justificando esto con el gasto sostenido para las comidas y el alojamiento ofrecidos.
Nos pueden parecer situaciones absurdas, pero son los reales dramas vividos por muchos pobres.
Frente a todo esto, me pregunto: ¿Qué sería de estos chicos si no hubiese la Ciudad de los Muchachos? ¿Cuál sería el futuro de nuestras niñas y muchachas si, por lo menos durante diez meses al año, no tuviesen el colegio "Santa María Goretti"? ¿Qué sería de las muchachas internas que asistimos día y noche en nuestro Orfanato "Santa Teresa"?
Frente a todas estas situaciones que no sólo gritan justicia ante el trono de Dios, sino que interpelan a todos los cristianos para una entrega total en favor de los hermanos más pobres, ¿cómo no agradecer a Dios por los jóvenes que dejan su país para venir a servir gratuitamente a los pobres? Aún más, ¿cómo no agradecer a Dios por fas familias misioneras que con sus hijos vienen al Perú desde diferentes países, dejan su bienestar y su seguridad y empiezan esta aventura de amor y servicio a los más pobres?
Como todos vosotros sabéis, la Ciudad de los Muchachos, inaugurada el pasado 25 de agosto en la localidad de Andahuaylillas, no es nuestra única presencia en la Cordillera del Perú.
Queridos amigos:
Os escribo esta carta desde la Ciudad de los Muchachos "San Tarcisio", deseando de todo corazón que llegue a vuestros hogares acompañada de las gracias que más necesitáis.
Este mes mariano suscita en mi corazón y en el corazón de todos los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo, así como en los corazones de los niños y niñas que acogemos en nuestras casas, una constante oración a Santa María Madre de los Pobres, para que Ella sea la verdadera Reina protectora de vuestras casas, de vuestras familias.
Ya pasó un año desde que nos instalamos en la Ciudad de los Muchachos. Podemos decir que Dios, con la inauguración de esta Ciudad, ha demostrado una vez más el inmenso amor que guarda en su corazón para con los más pobres; en ella, en efecto, tantos niños y muchachos pobres encuentran la posibilidad de gozar gratuitamente de una residencia digna, un colegio, talleres profesionales, bibliotecas, campos deportivos, etc.
Lo que más me infunde alegría es ver la importancia que en la Ciudad de los
Muchachos se ha reservado a la Santa Eucaristía. ¡Cómo es hermoso ver que, mientras se trabaja en los diferentes talleres o se dictan clases en las aulas del colegio, el Santísimo no se queda solo; los niños, por turnos, le adoran, conscientes del hecho que la construcción de esta Ciudad ha sido y es un don de Dios, un Dios enamorado de los pobres, que ha suscitado en vuestros corazones su mismo amor, haciéndoos partícipes de esta Obra suya.
Seguramente muchos de estos muchachos que estudian y trabajan aquí serán un día padres de familia, y otros -aunque pocos- llegarán a ser Sacerdotes o Hermanos Misioneros: nuestra preocupación es la de hacer todo lo posible para asegurar a todos estos muchachos un futuro digno.
Para la mayoría de los niños y muchachos que acogemos, la única dolorosa alternativa sería la de entrar en el mundo del trabajo ilegal, que en el Cuzco adquiere las características de una verdadera esclavitud. Paseando por el Cuzco, podemos fácilmente encontrar avisos como éste: "Se ofrece trabajo a niños menores de diez años, sin instrucción".
Podría decir que la Ciudad de los Muchachos llega a ser como una colmena de donde salen volando las abejas para evangelizar en la alta Cordillera a tantos hermanos nuestros indígenas que sufren el mayor abandono.
"Si un hermano o una hermana están desnudos -escribe Santiago- y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: `Andad en paz, calentaos y hartaos', pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?" (St 2, 15-16).
"Hoy en día nadie puede ya ignorarlo: en continentes enteros son innumerables los hombres y mujeres torturados por el hambre, son innumerables los niños subalimentados, hasta tal punto que un buen número de ellos muere en la tierna edad. El crecimiento físico y el desarrollo mental de muchos otros se ven así condenados al más triste desaliento" (Populorum progressio, 45).
Humanamente hablando, el trabajo apostólico de evangelización de la Cordillera es no sólo inmenso, sino imposible: por eso, desde el inicio del Movimiento, Dios me ha inspirado la fundación de una Fraternidad Monástica que, viviendo en silencio y en adoración, sepa sostener, como Moisés en el monte, las duras batallas para la difusión del Evangelio.
¡Cuánto dolor causa en el corazón de nuestros hermanos y hermanas misioneros el comprobar la difusión cada vez más amplia de las sectas que con sus errores doctrinales provocan desorden y confusión en el corazón de los pobres indígenas! ¿Y por qué todo esto? Por la falta de misioneros católicos.
Desde su fundación, estos hermanos nuestros contemplativos están viviendo en Urubamba, a unos sesenta kilómetros de Cuzco, en un pequeño monasterio, donde lamentablemente el silencio de su vida monástica es constantemente violentado por el ruido que causan los vecinos cada vez más numerosos y bulliciosos que se han ido instalando alrededor.
Gracias a Dios, los Padres Jesuitas de Cuzco, que nos han apoyado desde el inicio de nuestra fundación, nos han transferido un terreno de 15 hectáreas (distante sólo 4 Km. de la Ciudad de los Muchachos).
¡Qué bueno es Dios! Ahora contamos con un terreno hermoso, lejos de cualquier ruido, para que nuestros hermanos contemplativos puedan seguir su vida de silencio y de Adoración Eucarística y a la vez puedan cultivar frutas y verduras para todos los niños que asistimos.
El 22 de agosto del año pasado, con ocasión de la inauguración de la Ciudad de los Muchachos, Monseñor Michele Pennisi, Obispo de Piazza Armerina, -diócesis a la cual pertenezco, no solamente por haber nacido en Gela (Caltanissetta, Italia), sino también por estar incardinado en ella- puso la primera piedra para la construcción del pequeño Monasterio para nuestros hermanos contemplativos del que he hablado líneas arriba.
Aquel mismo día, en un terreno poco distante de la Ciudad de los Muchachos, Monseñor Pennisi puso también la primera piedra de la futura Villa Nazaret, proyecto de una pequeña aldea de modestas construcciones, capaz de acoger parejas de esposos misioneros del Movimiento, que en la actualidad son siete.
Como podéis ver, el Señor Jesús se hace presente en la historia, y es conmovedor ver cómo cada uno de estos matrimonios con sus hijos deja todo para servir a los pobres y ser entre ellos una estrella de luz y de fidelidad al Sacramento del Matrimonio y un ejemplo para tantas familias que, a causa del liberalismo y el materialismo, dejan de lado este sacramento o lo mancillan o desintegran con gravísimas consecuencias para todos.
Para seguir a Jesús que nos guía, necesitamos una gran fe y una gran confianza en la Divina Providencia, y por eso necesitamos rezar asiduamente, no sólo para que Dios siga alentando la generosidad de los que nos han seguido durante estos años de vida misionera, sino también para que El inspire generosidad en los corazones de muchas otras personas.
Estoy convencido de que Dios no dejará de escuchar a tantos y tantos niños pobres, enfermos y abandonados que rezan, no sólo para que pronto se hagan realidad las construcciones de Villa Nazaret -destinada a hospedar la Fraternidad de parejas de esposos misioneros- y del Monasterio -destinado a hospedar la Comunidad contemplativa de nuestro Movimiento-, sino también para que nunca falte el apoyo necesario para la manutención ordinaria (alimentación, educación, pago a los maestros de los colegios y de los talleres, mantenimiento de la infraestructura, etc. etc.) de la Ciudad de los Muchachos.
Con gran afecto os saludo y pido a Santa María, Madre de los Pobres del Tercer Mundo -que el 8 de septiembre del año pasado hemos coronado con el título de Reina de los Pobres y de los Misioneros Siervos de los Pobres- os dé sus gracias a manos llenas.
P. Giovanni Salerno, msp
Artículo publicado en Boletín Informativo "Xportantos.es" Mayo 2008 recibido con motivo de la Campaña de la colocación de la "X" a favor de la Iglesia en la declaración de la renta.
portantos.es, nueva página web
Podemos encontrar información sobre lo que la Iglesia es, hace y cómo se financia
SUSANA GARCÍA
El programa del Sostenimiento Económico de la Iglesia ha puesto en marcha una nueva página web, tiene un diseño sencillo y de fácil navegación, con cinco apartados de información:
1.- Lo que somos subraya la razón principal de ser de la Iglesia: el anuncio del Evangelio de Jesucristo a todos los hombres.
2.- Lo que hacemos expone la aportación de la Iglesia a la sociedad, contribuyendo al desarrollo cultural y educativo de sus miembros.
3.- Nuestros recursos in-forma de las fuentes de financiación, el sistema de asignación tributaria y la fiscalidad de la Iglesia.
4.- Historias reales, una serie de testimonios de personas que forman parte de la Iglesia y de aquellos que alguna vez han encontrado ayuda en ella, ilustra el incalculable valor de la labor de la Iglesia en ámbitos muy diversos.
5.- Colabora con nosotros invita a la aportación económica directa, mediante un buscador de diócesis a la que cada uno pertenece, se puede formalizar una colaboración económica para el sostenimiento de la misma.
También se pueden ver los spot de la Campaña de Comunicación difundidos en noviembre de 2007.
Un apartado especial para facilitar la Declaración de la Renta.
En la home de la página podrá encontrar el apartado de la Renta, por medio de él conocerá:
•¿Cómo se modifica el borrador de la Declaración para poner la X en la casilla de la Iglesia Católica?
•¿Se pueden poner la X en las dos casillas, Iglesia Católica y otros fines de interés social?
•¿Tengo que pagar más impuestos si marco la X?
Estas y otras muchas cuestiones aparecen en la página para informar de lo que Vd. puede hacer y lo que significa poner la X para la Iglesia.
Posible homilía para funeral.
Que no tiemble vuestro corazón
El Señor ya sabía que este problema de la muerte nos iba a hacer daño. Que íbamos a vivir pendientes y a veces hasta con miedo a este problema.
Por eso nos dice "que no tiemble vuestro corazón. Creed en mi Padre y creed en mi. En la Casa de mi Padre hay sitio para todos. Quiero que estéis conmigo, donde yo estaré".
Los cristianos no temblamos. Es verdad que todos tenemos miedo a la muerte, pero cuando llega ese momento no perdemos la serenidad. Estamos tranquilos. De hecho nos hemos reunido hoy para "celebrar" la muerte de nuestro hermano N.
La Iglesia se reúne muchas veces para celebrar el nacimiento a la fe de un niño, para celebrar el proyecto de amor de dos personas y también, para celebrar la muerte de un hermano que ha ido a la Casa del Padre.
Creemos en ese Padre de Jesús y estamos serenos. Creemos que este hombre ha llegado a la meta y vive con Dios. El ha sido creyente sincero. El vive con Dios, no es un desaparecido. Esto es lo que celebramos: la llegada al Cielo de este hermano, su entrada en el Cielo. Esto ciertamente es un consuelo para los que tenemos fe.
Hoy también hay muchas personas que no tienen fe y estás pueden decir: pues nosotros que no tenemos fe estamos hechos polvo. Estamos muy tristes y dolidos. Ciertamente tienen derecho a estar tristes y dolidos. La muerte es separación y ruptura y eso siempre es penoso.
Entonces, los que no tienen fe ¿qué?. Yo os digo, amigos, que la fe es algo maravilloso. La fe es un don que Dios da. No se trata de poner argumentos, razones, pruebas, evidencias.. Porque no es este el camino. Tenemos que tener en cuenta de que lo más esencial no se puede demostrar, como se demuestra un teorema o una operación matemática.
Tenemos muchos motivos para creer que Dios recoge nuestra vida, que hay un más allá, que el espíritu no se destruye... No es lógico que un mundo tan bien hecho, tan hermoso, con tantas cosas que son tan curiosas. No sería lógico que una persona que es vida, corazón, sonrisa, ilusión, acabase en el sepulcro de esa forma reduciéndose a unos huesos a un poco de polvo.
En todas las cosas de la tierra hay una lógica. No sería justo, no sería lógico que el hombre que es una máquina perfecta termine como esos coches apilados, unos encima de otros para chatarra.
Ya desde los primeros tiempos el hombre intuyó que tras la muerte sigue viviendo, eso sí, de otra manera que aquí. Es un argumento pero no es el resultado de una comprobación matemática que no tiene vuelta de hoja.
Tenemos la Palabra de Dios, la Vida y Obra de Jesús de Nazaret en quien creemos, que nos dijo todo lo que leemos en el Evangelio, que murió y fue resucitado por el poder del Padre, como ese primer grano maduro que anuncia que tras él viene el resto de la cosecha.
Tenemos que apostar por una de las dos cosas: Creo o no creo. No se trata de convencer a nadie. Pero si damos razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Por eso estamos serenos. Creemos que nuestro hermano N. vive y eso nos llena de alegría y lo celebramos.
Lo malo es que el Evangelio de hoy tiene una segunda parte. Dice el Señor que se va al Cielo por el Camino que ya conocemos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí". ¿Cómo es-tamos viviendo? ¿De cara a Dios que es Padre? ¿De espaldas a su amor? El camino de Jesús está claro.
Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres, bienaventurados los pacíficos. Bienaventurados los que trabajan por una justicia mayor, por un mundo mejor. Bienaventurados los que saben darse a los demás". ¿Lo estamos haciendo así?
La muerte de un familiar es una celebración para tomar conciencia de una certeza. N. vive. Ha llegado a la Casa del padre. Leed el Evangelio de Jesús, veréis cómo os ayuda, cómo os ilumina el camino.
Ojalá tengamos todos la serenidad, la suerte de escoger el Camino que conduce a la Vida.
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado el EL DÍA el miércoles 21 de Mayo de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino". La hogaza de pan
RECUERDO con grata emoción aquella gran figura del padre de familia, cómo cogía la hogaza de pan con su mano izquierda, mano grande de campesino castellano. En la mano derecha el cuchillo de puño de madera y hoja gastada de afilarla tantas veces. Toda una familia, sentada alrededor de la mesa, espera el gesto acostumbrado. Sin mediar palabra, el hombre traza con su cuchillo la señal de la cruz sobre el reverso del pan, y empieza a partirlo y repartirlo a su gente. Constituía todo un rito -ya casi perdido totalmente- muy interesante. ¿Por qué? ¿Hemos ido descuidando, quizás, el darle contenido? ¿Es que nos va faltando la fe? ¿Es que va perdiendo cohesión nuestra familia? Todos los años, en la fiesta del Cuerpo de Cristo, es buen momento para ahondar en el sentido cristiano del pan, de este Pan:
Acción de gracias. Bendecir el pan, bendecir la mesa, es bendecir al Señor que nos ha dado, un día más, el alimento para seguir caminando. Es el "pan de cada día", que el cristiano debe siempre pedir y agradecer. Es reconocer que todo lo que tenemos es don generoso del Padre. Melquisedec, sacerdote, sale al encuentro de Abraham, ofrece pan y vino, y bendice a Dios por haberle dado la victoria. El que no es agradecido no es bien nacido.
Compartir. El gesto de partir el pan nos lleva a sentirnos hermanos, a acordarnos de los que no tienen. "Dadles vosotros de comer". "Los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirviesen a la gente".
Hay muchos que no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca. Verse delante de un hogaza y no sentirse llamado a compartirla es no haber entendido una palabra de todo el mensaje de Jesús.
Un cuerpo que se entrega. Lo de Jesús es "el colmo". Su gesto de partir el pan "en la noche en que iba a ser entregado" tiene, sí, el sentido, y el de formar una familia de hermanos que se sientan a la mesa. Pero Él llega mucho más. Él mismo se mete en ese pan que reparte. "Esto es mi cuerpo"; el Cuerpo de Cristo, hecho alimento de caminante. Pero hay todavía más: es un cuerpo que se está entregando a la muerte para dar vida; un grano de trigo que se está enterrando para producir espigas: "Mi cuerpo se entrega por vosotros".
Aquí no se trata de una consideración piadosa, sino de una realidad espiritual.. El último Concilio lo afirma con esta claridad: "La participación del cuerpo y sangre de Cristo hace que pasemos a ser aquello que recibimos". Hay en la comunión del manjar eucarístico una diferencia esencial con los otros alimentos. Y es que, al comer, convertirnos en sustancia propia lo que comemos. Pero, al comulgar el cuerpo y sangre de Jesús, nos convertimos en él. Al comulgar, nos cristificamos. Y todavía más: "Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia la admirable prenda de amor, lazo de paz y unidad, que es el sacramento de la eucaristía". (León XII. 1897).
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
Hemos recibido los títulos de las novedades editoriales con sus enlaces pertenecientes a Mayo de 2008 de Editorial San Pablo.
Mayo de 2008
Materia Soporte Título Autor
DVD-Vídeo-CDROM - DVD DVD
ORAR CON LOS CANTOS DE TAIZÉ Comunidad de Taizé
Infantil y juvenil - Cuentos y ficción LIBRO
CUENTOS DEL BOSQUE Silvia Roncaglia, Maria Agnese Mignani (Ilus.)
Infantil y juvenil - Cuentos y ficción LIBRO
LA LLAMA Y LA JIRAFA Sandra Bersanetti (Ilus.)
Infantil y juvenil - Educativos LIBRO
DESCUBRIR LA ARQUEOLOGÍA Simon Adams
Infantil y juvenil - La Biblia y los niños LIBRO
JUEGA CON EL ARCA DE NOÉ Allia Zobel-Nolan, Luana Rinaldo (Ilus.)
Libro Religioso - Biografías LIBRO
EL HERMANO ROGER DE TAIZÉ Christian Feldmann
Libro Religioso - Biografías LIBRO
VIDA DE PABLO DE TARSO Antonio Marcos García
Libro Religioso - Espiritualidad LIBRO
EL CAMINO ESPIRITUAL DE BERNARDO DE CLARAVAL Nicolás Sáiz Gómez
Libro Religioso - Espiritualidad LIBRO
EL CAMINO ESPIRITUAL DE SØREN KIERKEGAARD Francesc Torralba Roselló
Libro Religioso - Teología LIBRO
DISCERNIR LA LLAMADA Luis María García Domínguez
Libro Religioso - Teología LIBRO
LA VERDAD DE LA VIDA Amedeo Cencini
Libro Religioso - Vida religiosa LIBRO
CONS@GRADOS ON LINE Vincenzo Comodo
Música - Música Contemporánea COMPACT-DISC
BETANIA Andrés Tejero
Música - Música Instrumental COMPACT-DISC
MOMENTOS DE PAZ 20 Varios autores
Música - Música Litúrgica LIBRO + CD
CANTAD A DIOS Basilio Suances
Carta que ha escrito el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera a los sacerdotes de la Arquidiócesis de México con motivo de la celebración del VI Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en la ciudad del México del 13 al 18 de enero del 2009. (Fides)
CARTA DEL SR. CARDENAL NORBERTO RIVERA CARRERA
A LOS SACERDOTES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MÉXICO
CON MOTIVO DEL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS.
Muy estimados hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal:
Es de todos nosotros sabido que el Santo Padre Benedicto XVI, al final de las celebraciones del V Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en Valencia, España, anunció que nuestra Arquidiócesis de México sería la anfitriona del siguiente Encuentro Mundial, el cual habrá de celebrarse con el favor de Dios, del 13 al 18 de Enero del 2009.
Para todos nosotros es motivo de alegría y una gracia está designación del Santo Padre, pero es también una gran responsabilidad que nos compromete, ante los ojos del mundo entero, no sólo a preparar este importante acontecimiento de Iglesia y hacer un papel decoroso, ya que todos nosotros hemos de considerarnos anfitriones, sino -sobre todo- a prepararnos como personas y como Familias, promoviendo todo aquello que ayude a que haya mejores Matrimonios y mejores Familias.
El Encuentro Mundial de las Familias. Cada Encuentro Mundial de las Familias se caracteriza por tener un tema específico, elegido por el Santo Padre, que nos invita a una reflexión, para que las Familias crezcan en la vivencia de su amor, de su unidad, de su fe, de sus valores, etc. El tema que el Papa Benedicto XVI ha señalado para este VI Encuentro Mundial de las Familias es: “LA FAMILIA FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”.La Arquidiócesis de México, por tanto, ha asumido el reto que supone preparar y prepararnos para este acontecimiento, en el que esperamos poder contar con la bendición de la presencia del Santo Padre entre nosotros, y para este fin le he pedido a S.E. Mons. Jonás Guerrero Corona, Obispo Auxiliar, que encabece y coordine una Comisión Central Coordinadora, encargada de preparar todos los aspectos logísticos y de promover y convocar a todos los Decanatos, Parroquias, Movimientos y grupos de Iglesia, en orden a irnos todos preparando a través de la reflexión y diversas actividades.
Información de los trabajos y de la página web. El Pontificio Consejo para la Familia ha preparado diez catequesis, en forma de talleres, que habrán de servir, especialmente para las Familias, como preparación a la celebración de este Encuentro. Igualmente, en la Arquidiócesis hemos preparado 13 subsidios de reflexión que pueden ayudar para este mismo fin. Todo este material se está imprimiendo para ser repartido a todas las Diócesis de México y en todas las parroquias de Nuestra Arquidiócesis, para que llegue a todas las Familias. Es de desear que en cada Vicaría, Decanato y Parroquia se organicen actividades para promover este acontecimiento; para esto, será de gran ayuda la peregrinación que se comenzará en cada una de las Vicarías del Icono oficial de los Encuentros Mundiales de las Familias. Este Icono recorrerá todas las parroquias y será una oportunidad para promover todos estos aspectos antes mencionados. Todo el material catequético ha sido subido a la página web del VI Encuentro Mundial de las Familias, donde también podrán encontrar más información. La dirección de la página web es: www.emf2009.com Se estará realizando también durante este tiempo una campaña promocional a través de los diferentes medios de comunicación social.
La importancia de la Familia ante la problemática social y los retos pastorales que nos presenta nuestra Ciudad. Ya desde la celebración del II Sínodo Diocesano, la Arquidiócesis reflexionaba sobre la importancia que la Familia tiene, especialmente ante la problemática social que percibimos en nuestra Ciudad de México, donde muchos de los problemas sociales se agudizan. Todos estos problemas nos presentan retos muy graves que debemos asumir con mucha seriedad y responsabilidad pastoral. Nadie debe quedarse con los brazos cruzados sobre todo al tener ante nosotros la oportunidad de despertar en la conciencia de todos los hombres y mujeres de buena voluntad la trascendencia que tiene el trabajar por la vivencia de los Valores humanos y cristianos en las Familias. Todo lo que sembremos en las Familias lo cosecharemos en la Sociedad y en la Iglesia.
La Familia formadora en los valores. Un convencimiento que hemos de tener en relación a la Familia es precisamente en la perspectiva que el Santo Padre ha señalado como tema de reflexión para el VI Encuentro Mundial de las Familias: ‘La Familia formadora en los valores humanos y cristianos’. Hablar de la Familia como formadora en los valores hace referencia a una serie de acciones que implican todo un proceso orientado a lograr una definición, una configuración, una firmeza y una perfección en cada una de las personas que conforman la Familia, procedimientos que permiten alcanzar una mayor reciedumbre y un mejor ‘acabado’ en las personas. Es universalmente aceptado que la persona se configura, especialmente en los primeros años de su vida, en el seno de la propia Familia; aquí es donde la Familia tiene un lugar insustituible en la ‘forja’ de la personalidad humana y cristiana de las personas. El momento histórico que vivimos nos señala cómo la Familia ha abdicado de su propio ser y de su misión de formar a las personas, con las consecuencias que conocemos de relativismo, subjetivismo, sensualismo y carencia de valores en la sociedad. Los valores tienen como escena natural la vida cotidiana. Es muy importante comprender este escenario real de los valores Familiares. Por eso mismo, la vida Familiar es la profunda y constante ocasión real, el vasto horizonte de la más excelente aventura humana, que no es otra, al fin, que el amor verdadero, bueno y bello, como el más elevado valor. Por eso, la Familia tiene una importante y significativa misión: ser formadora en los valores.
Los Valores. Los valores definen la ‘cualidad’ de las personas, no sólo desde el punto de vista moral, sino también ontológico. Los valores se identifican con las virtudes. La virtud implica una fuerza, un vigor y una valía para actuar con integridad y rectitud en función de un logro de vida. Los valores tienen por eso una riqueza y una jerarquía que enriquecen a las personas en diferentes dimensiones:
• Humanamente. La naturaleza humana tiene unos fines, y cuando se consiguen, el hombre alcanza su perfección o plenitud. La naturaleza humana consta de dos elementos, uno natural y otro racional. Los valores hacen referencia a la totalidad de la persona. Aquí caben los aspectos psicológicos y sociológicos. El enfoque psicológico estudia, por ejemplo, el modo de ser de la persona (sus facultades, sus talentos, sus motivaciones, etc.) y determina no sólo cómo “son” los actos humanos, sino cómo “deben ser”. Es decir, se va configurando el ‘deber ser’ de la persona. La reflexión sobre los valores es también “ciencia de comportamientos sociales”. Efectivamente, hay muchas y variadas conductas sociales que se van forjando en la Familia. Aquí se enfocan las relaciones de un “yo” con otro “yo” teniendo en cuenta su dignidad de personas.
• Espiritualmente. La persona es una totalidad biológica y espiritual (inteligente y libre) que tiende a su fin último mediante el desarrollo armónico de sus facultades. De ahí que abarque otros ámbitos: Los deberes de la persona relativos a su espíritu (formación o cultura de la inteligencia y de la voluntad) y los deberes de la persona relativos a su Creador (culto interior o religión).
Si tenemos en cuenta que el Cristiano de hoy tiene que ser un verdadero discípulo y misionero en la Iglesia y en el mundo -así lo afirma el Documento del Episcopado Latinoamericano en Aparecida- hemos de devolverle a la Familia el lugar que ocupa en la formación de los Discípulos y Misioneros que la Iglesia nos pide hoy, apostando todos juntos al futuro de las Familias en nuestra Ciudad de México y en nuestra Patria.
Los sacerdotes, agentes cualificados de la Pastoral Familiar. Todos en la Iglesia somos Promotores y agentes de la pastoral de los matrimonios y de las Familias. El Obispo, como primer agente de Pastoral Familiar en la Diócesis, “es el que brinda no sólo el apoyo efectivo de las estructuras eclesiales en esta Pastoral, sino también el apoyo afectivo de todos los participantes en el apostolado de las Familias” (Directorio Nacional de Pastoral Familiar, 545). Pero en la organización de la pastoral de la Diócesis, los presbíteros –y especialmente los párrocos- tienen un papel preponderante en la promoción, impulso y acompañamiento de las diversas iniciativas que se refieren a la Pastoral Familiar, por ejemplo la adecuada preparación de los novios a casarse, la atención a las madres solteras, las viudas, los niños de la calle, las Familias en situaciones especiales e irregulares, la promoción y defensa de la vida en todas sus etapas, los matrimonios jóvenes, los matrimonios en conflicto y, sobre todo, la formación y promoción de agentes de Pastoral Familiar. La Celebración del VI Encuentro Mundial de las Familias nos brinda la oportunidad única de retomar con entusiasmo, con unidad de criterios, con proyectos concretos, con creatividad y con mucho espíritu evangelizador la tarea de la Pastoral Familiar. Cada parroquia procure, por tanto, la implementación de un equipo, impulsado y promovido por su párroco como responsable de esta Pastoral y secundada y apoyada por la Comisión Diocesana de Pastoral Familiar y por los Movimientos Laicales y de Familia, aprovechando los recursos propuestos en la misma Parroquia, en el Decanato o en la zona pastoral e igualmente los propuestos a nivel regional y nacional. Tenemos que trabajar juntos para llegar a todos los ambientes: familias, escuelas, mundo del trabajo, jóvenes, cárceles, comunidades religiosas, seminarios, etc. Un buen fruto y signo de este empeño por la promoción del Matrimonio y la Familia será el surgimiento de nuevas vocaciones sacerdotales, misioneras, religiosas y laicales en nuestra querida Arquidiócesis de México.
Invito, pues, a todos –especialmente a los sacerdotes- a trabajar en conjunto y con mucho entusiasmo para prepararnos y celebrar este próximo VI Encuentro Mundial de las Familias, del que todos somos anfitriones.
Invoco la Intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe para que bajo su maternal mirada vivamos este tiempo de preparación y encontremos en Ella las gracias para servir a su Hijo amado en bien de las familias.
Su hermano y servidor que les bendice.
En la Solemnidad del Corpus Christi, 22 de mayo de 2008.
+ Norberto Card. Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 21 de mayo de 2008
¿POR QUÉ TANTOS LADRONES, ASESINOS Y NARCOS?
VER
En un solo día, el pasado lunes 19, fueron ejecutadas 24 personas, por cuestiones de narcotráfico. Esto sucedió en estados del norte y centro del país, regiones económicamente consideradas como las más desarrolladas. Por ahora, el sur, en que viven los más pobres, no fue afectado. Esto no significa que en esta parte no haya delincuencia común y organizada; el pecado sienta sus reales también entre indígenas y campesinos, por ambición de tierras, por divisiones internas ideológicas, políticas y hasta religiosas.
Los medios informativos resaltan asaltos, robos, asesinatos, secuestros, ejecuciones, corrupción, pleitos partidistas, tráfico de drogas, etc. Pareciera que esta ola es como un tsunami, que todo lo envuelve y destruye, y que no hay quien pare los ilícitos, a pesar de más policías y de mayor presencia del ejército en calles y carreteras. Líderes políticos culpan de todo a sus contrarios, como si en sus propias filas no hubiera pecado.
¿A qué se debe esta degradación? ¿Por qué hay personas que no respetan vidas y propiedades ajenas? ¿Cuál es la raíz y cuál la solución?
JUZGAR
Caín no tolera que su hermano Abel sea mejor, y lo mata (cf Gén 4,8). San Pablo dice que “la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar por él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores” (1 Tim 6,10). La ambición de poder y de tener más, corrompe personas, familias, partidos y sociedades.
Dice el apóstol Santiago: “¿De dónde vienen las luchas y los conflictos entre ustedes? ¿No es, acaso, de las malas pasiones, que siempre están en guerra dentro de ustedes? Ustedes codician lo que no pueden tener y acaban asesinando. Ambicionan algo que no pueden alcanzar, y entonces combaten y hacen la guerra… Sométanse a Dios; resistan al diablo y se alejará de ustedes… Humíllense ante el Señor y él los enaltecerá” (4,1-10).
Una de las raíces más profundas de esta descomposición social es la falta de familias bien cimentadas en el amor, en la fe, en valores humanos y cristianos. Cuando los hijos crecen sin un padre que los vaya formando en el respeto a los demás, en el sano temor de Dios, en la fraternidad y solidaridad, se está sembrando la semilla del egoísmo y de la violencia. Cuando las mamás consienten todos los gustos de los hijos, sin enseñarles a renunciar a sus caprichos e instintos, y hasta tienen miedo de corregirlos y aún de castigarlos, los están orientando a vivir a merced de sus inclinaciones, a destruir todo aquello que se les oponga, a no ser dueños de sí mismos. Cuando ambos padres salen a trabajar y los dejan al cuidado de otras personas, no siempre se aseguran criterios y actitudes que sean cimiento de una convivencia civilizada.
Quienes promueven el libertinaje sexual, la homosexualidad, el divorcio, la infidelidad conyugal, el aborto, la falta de respeto a la autoridad y a las instituciones, no se dan cuenta del daño que hacen al bienestar social. Los llamados artistas e intelectuales, que alientan toda clase de libertades, no advierten que están socavando las bases de la sociedad. Culpan de todos los males al gobierno, y no reconocen su propia responsabilidad en la destrucción de valores tradicionales, que nunca pasarán de moda.
ACTUAR
Dice el Papa Benedicto XVI: “No hay que descuidar el peligro de verdaderas ‘guerras de bienestar’, es decir, causadas por la voluntad de extender o conservar el dominio económico en perjuicio de los demás. El simple bienestar material, sin un coherente desarrollo moral y espiritual, puede cegar al hombre hasta el punto de impulsarlo a matar a su hermano” (10-IV-08). “Cuando parece que ya no hay esperanza”, la fe en Dios nos sostiene y alienta (cf Spe salvi, 36).
Por tanto, padres de familia, no se preocupen sólo de que a sus hijos nada les falte en lo material; den prioridad a educarlos en valores humanos y, sobre todo, a asentarlos firmemente en su fe en Dios. Sólo así no sufrirán después por verlos asesinados o en la cárcel. La religión no es un estorbo, ni sólo una costumbre tradicional, sino un cimiento sólido de armonía interior y de paz social.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
http://www.diocesisancristobal.com.mx
© 2008 CEM :: CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO
ZENIT publica el discurso que dirigió Benedicto XVI el sábado 17 de mayo, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a los participantes en la Asamblea General Anual de las Obras Misionales Pontificias y les dirigió el discurso que presentamos a continuación de manera integral.
Señor cardenal,
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas:
estoy particularmente contento de encontrarme con todos vosotros, que estáis directamente comprometidos en las Obras Misionales Pontificias, organismos al servicio del Papa y de los Obispos de las Iglesias locales para realizar el mandato misionero de evangelizar a las gentes hasta los confines de la Tierra. Al Señor Cardenal Ivan Dias, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, dirijo, en primer lugar, mi cordial agradecimiento por las palabras que me ha dirigido a nombre de todos los presentes. Extiendo mi saludo al Secretario y a todos los Colaboradores de este Dicasterio Misionero, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas. Es gracias a vuestro intenso trabajo que la afirmación del Concilio, según la cual «toda la Iglesia es por su naturaleza misionera», se hace efectiva realidad.
Las Obras Misionales Pontificias tienen el carisma de promover entre los cristianos la pasión por el Reino de Dios, que ha de instaurarse en todas partes a través de la predicación del Evangelio. Nacidas con este carácter universal, fueron un instrumento precioso en las manos de mis Predecesores, quienes las elevaron al rango de Pontificias, alentando a los Obispos a instituirlas en las diversas diócesis. El Concilio Vaticano II justamente les reconoció el lugar primordial que ocupan en la cooperación misionera, «porque son medios tanto para infundir en los católicos, desde la infancia, un espíritu verdaderamente universal y misionero, como para favorecer la conveniente recolección de subsidios en favor de todas las misiones y según la necesidad de cada una» (Ad Gentes, 3e). El Concilio profundizó de manera especial en la naturaleza y misión de la Iglesia particular reconociendo su plena dignidad y responsabilidad misionera.
La misión es tarea y deber de todas las Iglesias, que como vasos comunicantes comparten personas y recursos para realizarla. Cada Iglesia local es el pueblo elegido entre las gentes, convocado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para «dar a conocer los prodigios de Aquel que de las tinieblas los llamó a su luz admirable» (Lumen Gentium, 10). Ella es el lugar en el que el Espíritu se manifiesta con la riqueza de sus carismas, dando a cada fiel el llamamiento y la responsabilidad de la misión. Su misión es la de buscar la comunión. A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia cotidiana nos muestra profundamente enraizado en la humanidad a causa del pecado, la Iglesia local contrapone la fuerza generadora de unidad del Cuerpo de Cristo.
El Papa Juan Pablo II podía afirmar con alegría que «se han multiplicado las Iglesias locales, dotadas de un Obispo propio, clero y personal apostólico; ... la comunión entre las Iglesias lleva a un vivo intercambio de bienes espirituales y de dones; se está afirmando una nueva conciencia: que la misión es tarea de todos los cristianos, de todas las diócesis y parroquias, de todas las instituciones y asociaciones eclesiales» (RMI, 2). Las Obras Misionales Pontificias, gracias a la reflexión que se ha desarrollado en ellas en los últimos decenios, han podido insertarse en el contexto de los nuevos paradigmas de evangelización y del modelo eclesiológico de comunión entre las Iglesias. Es claro que son Pontificias, pero por derecho son también Episcopales, en cuanto instrumentos en las manos de los Obispos para realizar el mandato misionero de Cristo. «Aún siendo las obras del Papa, las Obras Misionales Pontificias son también del Episcopado entero y de todo el Pueblo de Dios» (Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de 1968). Son el instrumento específico, privilegiado y principal para la educación en el espíritu misionero universal, para la comunión y la colaboración inter-eclesial en el servicio del anuncio del Evangelio (cf. Estatutos, 18).
También en esta fase de la historia de la Iglesia, considerada misionera por naturaleza, el carisma y el trabajo de las Obras Misionales Pontificias no se han agotado, y no deben faltar nunca. Sigue siendo necesaria y urgente la misión de evangelizar a la humanidad. La misión es un deber al que es necesario responder: «¡Ay de mí si no predico el Evangelio!» (1Co 9,16). El Apóstol Pablo, al que la Iglesia dedica un año especial en el recuerdo de los dos mil años de su nacimiento, comprendió en su camino hacia Damasco y luego también a lo largo de todo su ministerio que la redención y la misión son actos de amor. Es el amor de Cristo el que lo impulsa a recorrer las calles del Imperio Romano, a ser heraldo, apóstol y defensor del Evangelio (cf. 2Tm 2,1-11) y a hacerse todo a todos, para ganar a los más que pudiera (cf 1Cor 22). «Quien anuncia el Evangelio participa en la caridad de Cristo, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (cf. Ef 5,2), es su embajador y suplica en nombre de Cristo: ¡dejaos reconciliar con Dios! (cf. 2Cor 5,20)». (Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota sobre algunos aspectos doctrinales de la Evangelización, n. 10). Es el amor que nos debe impulsar a anunciar con franqueza y valentía a los hombres la verdad que salva (cf. Gaudium et Spes, 28). Un amor que debe irradiarse en todas partes y alcanzar cada corazón humano. Los hombres, en efecto, esperan a Cristo.
Las palabras de Jesús, «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el hombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20), constituyen aún un mandato obligatorio para toda la Iglesia, así como para cada uno de sus fieles. Este compromiso apostólico es un deber y un derecho irrenunciable, expresión de la libertad religiosa, que tiene sus propias dimensiones ético-sociales y ético-políticas (cf. Dignitatis Humanae, 6). Las Obras Misionales Pontificias están llamadas a hacer de la Missio ad Gentes el paradigma de toda la actividad pastoral. A ella, y de manera particular a la Pontificia Unión Misional, corresponde la tarea de «promover, es decir, difundir cada vez más en el pueblo cristiano el misterio de la Iglesia, su eficaz espíritu misionero» (Pablo VI, Graves et Increscentes). Estoy seguro de que continuaréis trabajando con todo vuestro entusiasmo, para que vuestras Iglesias locales asuman cada vez con más generosidad su parte de responsabilidad en la misión universal. Imparto a todos mi Bendición.
[Traducción del original italiano realizada por la agencia Fides
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Artículo publicado en el Boletín "Xtantos" MAYO 2008, recibido en la parroquia para su difusión en la Jornada de la colocación de la "X" en favor de la Iglesia en la declaración de la renta.
¿A qué destina la Iglesia
lo recaudado por el IRPF?
Los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado Español establecen que el importe obtenido por la Asignación Tributaria se destinará a la financiación básica de la Iglesia
CARLOS GONZÁLEZ GARCÍA
Entre las múltiples actividades que lleva a cabo la Iglesia en la sociedad, los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado Español señalan como principal destinatario de estos tondos: culto, clero y acciones pastorales y asistenciales.
1. Celebrar el Culto
La celebración de la Santa Misa y de los sacramentos: Bautismo, Confirmación, Comunión, Matrimonio, Orden Sacerdotal. También las demás celebraciones: Funerales, celebraciones de piedad ordinaria y popular, fiestas, etc. Hay que mantener los templos: parroquias y ermitas.
En estos momentos, la Eucaristía Dominical cuenta en España con la asistencia de unos diez millones de católicos distribuidos en más de 23.000 parroquias. Sin embargo, estas importantes cifras se quedan pequeñas cuando nos referimos a los fieles que, sin considerarse "practicantes", lo son de facto, pues requieren servicios religiosos con cierta frecuencia para sí o para sus familiares.
Para todo ello, la Iglesia debe disponer de inmuebles y templos adecuados a las menciona-das necesidades. De la misma forma que en nuestros hogares gozamos de ciertas comodidades, es necesario acondicionar los centros de culto: limpieza, temperatura agradable, armonía y ambiente imprescindibles para el digno desarrollo de las celebraciones y actividades que en ellos se realizan. De la misma manera, hay que dotar de medios técnicos a estos edificios para una mejor atención pastoral y personal de cuantos acuden a ellos.
Capítulo aparte -y no precisamente el menos importante–, es el de la restauración del gran patrimonio que, por razones históricas y culturales, posee la Iglesia. Su conservación, protección y embellecimiento supone un coste elevado para la Iglesia a pesar de la colaboración económica que las Administraciones prestan.
2. Retribución del clero
Retribución de los sacerdotes. Sostener los Seminarios donde se forman los sacerdotes. Sueldos del personal que está di-rectamente al servicio de la pastoral.
El sueldo medio de los cerca de 20.000 sacerdotes que hay en nuestro país oscila entre los 650 y 900 E; es decir, entre las 100 y las 150 mil pesetas al mes, según lo estipulado por cada diócesis. No llega, pues, al nivel de los llamados "mileuristas".
Salvando el ejemplo que, como pastor debe dar, en términos estrictamente de consejos evangélicos, el sacerdote debe vivir la "pobreza" como cualquier cristiano, ya que, salvo si es religioso, no ha hecho votos. Sin embargo, más allá de estos términos que atañen a su sentido trascendental, para los que no se reconocen creyentes, el sacerdote debe ser valorado y respetado como un profesional altamente cualificado que realiza una labor insustituible en la sociedad. Y no nos referimos solamente a los servicios religiosos que presta, sino también a su cercanía para escuchar y atender los problemas de la gente y a la labor asistencial, caritativa que desarrolla.
3. Acciones pastorales y caritativas
Sería imposible enumerar, una por una, todas las activida des que llevan a cabo las diferentes instituciones eclesiales, destacamos las siguientes:
Cercanía para los que necesitan una atención personalizada en situaciones de conflicto personal, familiar, etc, o ante situaciones de enfermedad, soledad, etc
Información y formación teológica sistemática en diferentes lugares, como son: universidades, escuelas, encuentros, convivencias, peregrinaciones, retiros espirituales, etc., tanto en el ámbito de la diócesis como en el de la propia parroquia.
Preparación catequética y teológica, adecuada y precisa, a todos aquellos que se acercan para recibir los sacramentos.
Acción caritativa y social desde el mismo ámbito de la parroquia. Lo lleva a cabo mediante programas de sensibilización y acciones de lucha por conseguir un mundo más justo, promoción humana y profesional, búsqueda de trabajo para los parados, integración y pro-moción de los emigrantes etc.
Compromiso del voluntariado. En las distintas instancias de la iglesia los voluntarios son indispensables para la realización de los distintos proyectos de trabajo pastoral. Ellos son el testimonio de la gratuidad en un mundo regido por relaciones mercantiles. Los más de 70.000 que se dedican a la catequesis y los cerca de 60.000 que trabajan en cáritas, son buena muestra de ello.
Con nuestra aportación a través de la X en la Declaración de la Renta, estamos re-conociendo la labor y el papel de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad, labor que no puede ser suplida por ninguna otra institución.
Los católicos y cuantos valoren la labor de la Iglesia tienen el compromiso unos y la oportunidad otros, de asignar el 0,7% de sus impuestos a la Iglesia católica.
Artículo publicado en Boletín "Xtantos" MAYO 2008 recibio en la parroquia para su difusión en la Campaña para poner la "X" en la casilla para la Iglesia. en la declaración de la renta.
La autofinanciación
y los nuevos retos de la Iglesia
La mayoría de los ciudadanos desconoce por completo la labor de la Iglesia
MARÍA S. VARGAS
Una colaboración de 30 años. España firmó en 1979 un acuerdo con la Santa Sede por el que se comprometía a garantizar el sostenimiento económico de la Iglesia. Cuando se hizo efectivo en 1988, la Iglesia comenzó a recibir de los contribuyentes que así lo expresaran al hacer la Declaración de la Renta el 0,5% de sus impuestos, junto con un complemento anual a cargo de los Presupuestos Gene-rales del Estado y una serie de ventajas fiscales. Desde 2000, los contribuyentes tie-nen la opción de seleccionar a la vez en su declaración del IRPF la asignación a la Iglesia y la destinada a otros fines sociales, sin que disminuya la cantidad de las diferentes partidas. Una ley posterior, la de Mecenazgo de 2002, pasaba a equiparar a efectos fiscales a la Iglesia con las entidades no lucrativas.
A finales de 2006, Gobierno y Nunciatura Apostólica firmaron una reforma del sistema de asignación tributaria de la Iglesia que supuso un paso adelante hacia su autofinanciación. Surgió entonces una polémica que atacó cada punto del acuerdo, hasta que finalmente vio la luz una nueva etapa de la Iglesia que confirma el papel primordial desempeñado por los fieles. Ellos han sido históricamente su principal sustento. Pero esta nueva fase también requiere una apertura hacia el total de la sociedad, por lo que el reto que se le plantea ahora a la Iglesia es el de dar a conocer su extensa labor social, de forma que todos los ciudadanos participen en ella.
Reforma del sistema de asignación tributaría
Ese año, el Gobierno español y la Nunciatura Apostólica, la institución que representa a la Santa Sede en nuestro país, sellaron la reforma del sistema de asignación tributaria de la Iglesia, un acuerdo que estuvo rodeado de controversia y discusiones de todo tipo desde el principio, ya que preveía que el Estado dejaría de apoyar directamente a la Iglesia. Finalmente, ésta ha sido una las principales modificaciones, de tal forma que el Estado no vol-verá a complementar la asignación de la Iglesia a través de sus Presupuestos Generales.
El otro cambio sustancial afecta al IVA. Desde la entrada en vigor de este acuerdo a principios de 2007, la Iglesia debe abonar su parte correspondiente de IVA al adquirir inmuebles y material para el culto, algo de lo que estaba exenta hasta el momento. Ade-más, la campaña de la Renta de 2008 será el punto de partida para la última de las cuestiones revisadas, ya que será entonces cuando la Iglesia comience a recibir el 0,7% de la contribución de cada ciudadano que marque su casilla en la declaración del IRPF. Antes, el porcentaje apenas superaba 0,5%.
En esta relación recién estrenada entre Gobierno e Iglesia, el primero actúa como un simple gestor que recauda de cada contribuyente lo que le corresponde, para luego repartirlo entre las entidades seleccionadas, Iglesia católica o fines de interés social, con la famosa "X" en la Declaración de la Renta. Este sistema, que respeta la libertad religiosa, encamina definitivamente a la Iglesia hacia su autofinanciación.
En el fondo, los fieles sostienen a la Iglesia
¿Cómo se mantiene la Iglesia a partir de ahora? En realidad, la reforma no supone un gran cambio cuantitativo en la financiación de la Iglesia, ya que la partida que des-aparece, el complemento por parte de los Presupuestos Generales del Estado, significaba una pequeña porción del sostenimiento total de la Iglesia. El grueso, en torno al 75%, pro-viene de la aportación directa de los fieles en forma de colaboraciones periódicas fijas, colectas, donativos, legados, herencias, etc.
El rendimiento del patrimonio eclesiástico, la realización de algunas actividades económicas subvencionadas por convocatorias públicas... son algunas de las contribuciones que la Iglesia recibe y luego distribuye para que el enorme engranaje humano y material siga funcionando correcta-mente y desarrollar así la in-gente tarea humanitaria que la Iglesia presta a la sociedad.
La Iglesia debe dar a conocer su labor
Es aquí cuando nos topamos con el nuevo y gran reto de la Iglesia: dar a conocer los pormenores de un trabajo faraónico que alcanza todos los rincones del mundo y todas las esquinas de la sociedad. De esta forma, los ciudadanos querrán contribuir, con su cesión fiscal anual o cualquier otra forma de colaboración, y apoyar a una institución que siempre ha vigilado el bienes-tar de la sociedad. El pilar que sustente la autofinanciación de la Iglesia estará entonces respaldado por la aportación de creyentes y no creyentes.
Artículo del Padre Antonio María Hernández publicado en la HOJA DE DIFUSIÓN PARROQUIAL DE SANTA RITA DE CASIA DE PUNTA BRAVA Y DE SAN PABLO APÓSTOL DE LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ, número 156.
EL RESPETO
Ayer murieron en el mundo más de trescientas mil personas. Aproximadamente, dos millones de personas se marchan de este planeta Tierra cada semana. Más de cien millones de personas mueren cada año y el buen Dios, sólo porque El ha querido, nos conserva aún vivos. Hoy comienza un nuevo día. Otro día en el planeta Tierra. Gracias Padre Dios.
Todos, desde que hemos llegado al vientre de nuestras madres, llevamos el cuño de Dios "MADE IN DIOS" Somos todos de origen divino y de esta procedencia nace nuestra especial dignidad. De aquí nace el derecho que tenemos todos, tú y yo, al respeto a la vida, que es sin duda, el más fundamental de todos los derechos, pues, si no se respeta el derecho a la vida, ¿Para qué queremos los demás derechos? Todos queremos que nos respeten, que no se burlen de uno, que no se rían de uno, aunque a alguien pueda parecerle tontería lo que yo o tú podamos decir, y por supuesto, para yo exigir el respeto a los demás, tengo que empezar yo respetando.
El mundo entero es la casa donde vive la gran familia de Dios en la Tierra. Dios es el Padre común de todos los que vivimos en este Planeta Tierra. Todos hemos venido a este planeta a cumplir una misión y así, a través del trabajo, del cumplimiento del propio deber, del sufrimiento, de los achaques de la vejez, de las mil contrariedades, desengaños, des-ilusiones, tristezas y alegrías y todas las pruebas de la vida iremos un día a la casa del Padre Dios en el cielo, de donde un día salimos.
Sé que es algo que repito de una manera machacona: descubrir que tú, quien quiera que tú seas, eres mi hermano. Descubrir que todos, sin excluir a nadie, somos en verdad hermanos. Por eso tenemos que sobreponernos, por encima de las simpatías o antipatías, por encima de cualquier experiencia desagradable en la familia, por encima de nuestras preferencias, de nuestro genio, por encima de la cultura o incultura que cada uno tenga.
Del amor y de la amistad, nace el respeto a la persona humana. No solamente saber, teóricamente, que tú y yo y todos somos realmente hermanos, sino que nos sintamos realmente hermanos y nos duela de verdad lo que le pasa a los demás. Que nos importe el problema que tienen los otros. Sólo el egoísta, piensa en si mismo y es verdad que si yo tengo un problema hay otros que tienen problemas mucho más fuertes que los míos y que, además, los aceptan y siguen adelante.
De ahí que nadie tiene derecho a burlarse de nadie, ni reírse de nadie. Todos tenemos el derecho al respeto. Qué hermoso sería vivir donde todos francamente nos respetáramos, donde todos buscáramos el bien general de todos antes que el bien propio. Que aprendamos de verdad a ver en cada persona el sello de Dios, lo divino que cada uno lleva en sí mismo, empezando por respetarnos a nosotros mismos, darnos el justo valor. Somos lo que somos ante Dios, ni más, ni menos. iQué hermoso es vivir en la Tierra cuando te sientes querido! iQué hermosa sería la convivencia, cuando sea el amor y la auténtica amistad lo que sobresale por encima de todo!
Pienso que, con muy buena voluntad, podemos conseguir que el lugar donde viva-mos cada uno sea un pequeño paraíso, ayudándonos los unos a los otros, tratando de comprendernos, siendo personas consideradas, sabiendo escuchar. No se trata de huir, de taparte los oídos, de hacer risas y fiestas, y tomaduras de pelos de lo que otros dicen. ¿Verdad que cuando tú estás hablando quieres que te escuchen y que te respeten? ¿Ver-dad que no te agrada de que nadie se ría de ti? ¿Verdad que te gusta que los demás te valoren y te tengan en cuenta? ¿Verdad que no te gusta que nadie te desprecie o te haga un desaire? ¿Verdad que te gusta que te ayuden que te echen una mano, que no te dejen solo? Pues, haz tú lo mismo con los demás. Trata a los demás como te gustaría que te traten a ti, y no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Adelante, amigos, siempre podemos comenzar, siempre podemos rectificar. Piensa que vale la pena hacer el esfuerzo por ser de verdad amigos, soportándonos nuestros defectos, pasando por alto muchas cosas por bien de la paz y de la comunidad, evitando las discusiones que no llevan a ninguna parte, las peleas que no conducen a nada bueno.
Sigamos empeñados y sin desanimarnos nunca por crear un encantador Planeta, donde todos, hombres y mujeres, ancianos y niños estemos empeñados realmente en que reine la amistad por encima de los intereses y problemas personales que tenga cada uno.
Amigo, quien quiera que tú seas, adelante, a sonreír, a respetarnos, a luchar codo con codo, emprendiendo de nuevo la cuesta de la vida, a pesar de los problemas, de las contrariedades, de los sufrimientos de cada uno, de las incomprensiones. A pesar de todo, es hermoso estar vivos, vivos porque Dios ha querido.
Utilicemos pues la vida haciendo buenas obras, poniendo todo el amor en lo que hagamos. íQué importa lo que se haga! Lo que realmente importa es el amor que se ponga en lo que se haga, como dice la Madre Teresa de Calcuta.
Adelante, amigo, adelante hermanos, con ilusión, con buen amor y entusiasmo a recomenzar esta nueva semana. No hagas nada que estropee este mutuo respeto con críticas y chismes. No inventes nada que perjudique el buen nombre de los demás. No seas envidioso, ni celoso, ní actúes nunca con represalias por venganza, por "reajustes de cuentas", para hacer daño. "Agua que no has de beber, déjala correr" Intenta siempre ser respetuoso. No desacredites a nadie aunque no te caiga bien. No guardes nunca rencor. No hagas, ni digas nunca nada que pueda dañar la imagen o buena fama de los demás. Aplica siempre la famosa regla de oro: "No hagas, ni digas nunca de nadie, lo que no te gusta que te hagan o digan de ti". Aprende del mismo Dios que es profundamente respetuoso con el hombre a quien un día creó.
El ser humano, es un ser delicadísimo, muy frágil, como figura de la mejor porcelana, y de un altísimo valor, y hemos de tener un exigente cuidado, para que no se rompa, sabiendo que puede ser irreparable la rotura. El respeto a cada persona se funda radicalmente en su condición de hijo de Dios. Es el mismo maravilloso Dios, el que es profundamente respetuoso con los hijos que El mismo creó. Por eso, en consecuencia, respeta la libertad de todos los hombres, porque es precisamente lo que le distingue de los otros seres creados también por El. De ahí, lo delicado de juzgar a nadie, descalificar a alguien.
Siempre se presume, que el hombre es bueno, es honrado, tiene derecho a gozar de un buen nombre, de su prestigio personal. Podríamos decir que es un ser blindado y protegido por su Creador. Para decir que una persona es mala, o ladrona, o asesina, o que ha cometido cualquier infracción hay que demostrarlo. Uno tiene que tener un especial cuidado con las palabras que suelta por la boca, por lo que escribe, por lo que hace, eliminando totalmente cualquier cosa que pueda dañar en lo más mínimo, el buen nombre, la fama, la reputación, el prestigio de cualquier persona, aún de nuestro mayor enemigo. Uno puede defenderse limpiamente, sin herir a nadie, sin perjudicar a nadie, sin rebajar a nadie en su categoría profesional, en el buen concepto que los demás tengan de ella.
Pienso que es muy práctico el tener como propósito, jamás hablar mal de nadie, ni en comentarios entre amigos, con la ausencia del perjudicado. Que tengas fama de que siempre hablas bien de todo el mundo y, cuando no lo puedas hacer, porque no tienes argumentos a favor, entonces, cállate. Que nadie oiga de ti ni una sola critica, aunque tengas muchos motivos para hacerlo. Si tú quieres que respeten tus ideas, tus acciones y aún tu modo de vivir, es lógico que seas tú el primero en respetar a todo el mundo, como es, con su parte buena y su parte mala y no pretender que todo el mundo piense como tu.
Si quieres convencer, hazlo con tu propia vida, con tu propia conducta y, como siempre, una imagen vale más que mil palabras, y siempre será verdad que "los hechos gritan mucho más fuertes que las mejores palabras.
Respeta, pues, si quieres que te respeten.
Antonio María Hernández y Hernández
VATICANO - Asamblea General anual de las Obras Misionales Pontificias: entrevista a Su Exc. Mons. Henryk Hoser, Presidente de las Obras Misionales Pontificias
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Del 15 al 21 de mayo se realiza en Roma la Asamblea general anual de las Obras Misionales Pontificias (ver Fides 4/4/2008). El 15 y 16 de mayo tuvo lugar la sesión pastoral-formativa, que terminó el 17 de mayo con la Concelebración Eucarística en la Basílica de San Pedro y con la audiencia del Santo Padre. Del 19 al 21 de mayo la Asamblea se centrará en las relaciones de los Secretarios generales de las Obras Misionales Pontificias acerca de la actividad desarrollada en el último año, y examinará los balances y peticiones de ayudas que han recibido. La Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas al Arzobispo Henryk Hoser, Secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales Pontificias.
Excelencia, en estos días se está llevando a cabo en Roma la Asamblea general de las Obras Misionales Pontificias. ¿Quién participa y cuál es el programa de los trabajos?
El Estatuto de las Obras Misionales Pontificias (OMP) establece que cada año, ordinariamente en el mes de mayo, se lleve a cabo la Asamblea General Ordinaria de las OMP. La Asamblea es convocada y presidida por el Presidente de las OMP, participan los Secretarios generales de las cuatro OMP, los Subsecretarios de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, de la Congregación para los Obispos y de la Congregación para las Iglesias orientales. A ellos se suman todos los Directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias del mundo: se trata de 129 Directores nacionales que representan a las naciones de todos los continentes.
La Asamblea se divide en dos partes: una sesión pastoral y una sesión administrativa. En la primera se afrontan algunos temas misionológicos, pastorales y organizativos de particular actualidad e interés, escogidos en precedencia por la misma Asamblea general. Este año hemos hablado de la misión en un mundo globalizado como el nuestro y hemos examinado una experiencia de nueva evangelización. En la sesión administrativa los Secretarios generales de las OMP presentan las relaciones sobre la actividad realizada a lo largo del año, y luego son examinadas las propuestas para las asignaciones de los subsidios según los pedidos recibidos.
Me parece importante subrayar que la Asamblea General anual es ante todo un tiempo particular de comunión, oración, estudio y de intercambio de experiencias que permite a los Directores nacionales regresar luego a sus naciones enriquecidos y fortalecidos, también por el encuentro con el Santo padre, cuyas palabras son siempre fuente de luz y de aliento. Frecuentemente se insiste solamente sobre los aspectos más burocráticos de estos encuentros - en cierto sentido imposibles de eliminar -, olvidando que la Iglesia no es una especie de “multinacional” que periódicamente reúne a sus representantes en el mundo para aprobar balances. La Iglesia es ante todo comunidad de amor, aquel mismo amor recibido del Padre y transmitido por el Hijo que, con la fuerza del Espíritu, estamos llamados a difundir en todo lugar de la tierra. Los Directores nacionales de las OMP por lo tanto no son “recaudadores y distribuidores de fondos” sino que en primar lugar son evangelizadores y animadores pastorales en clave misionera de todo el Pueblo de Dios.
Hablamos comúnmente de Obras Misionales Pontificias, en plural. ¿Puede recordarnos brevemente cuántas son las Obras Misionales Pontificias y cuáles son sus finalidades específicas?
Las Obras Misionales Pontificias son cuatro, y sin embargo, aunque fundadas en épocas diversas, constituyen una institución única y tienen un fin fundamental que las acomuna: promover el espíritu misionero universal en todo el Pueblo de Dios que es la Iglesia.
La Obra Pontificia para la Propagación de la Fe tiene como objetivo principal el de mantener en la Iglesia “el Espíritu de Pentecostés” que abrió a los Apóstoles los confines del mundo y los hizo “misioneros”, promoviendo la participación de todos los bautizados al anuncio del Evangelio con el ejemplo de la propia vida y con el aporte de sus capacidades humanas, presentado también como oferta económica. La Obra Pontificia de la Santa Infancia sostiene a los educadores en el despertar y hacer crecer progresivamente en los niños el conocimiento misionero, para guiarlos hacia una comunión espiritual y un intercambio material de bienes con sus coetáneos de otras Iglesias.
A la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol se le confía la ayuda espiritual y económica de los Seminarios y de los Institutos de formación religiosa en los territorios de misión. La Pontificia Unión Misional, que originariamente se llamaba Unión Misional del Clero, tiene como fin específico “animar a los animadores” del Pueblo de Dios promoviendo la conciencia misionera entre seminaristas, sacerdotes, religiosos y religiosas. El Papa Pablo VI la definió “el alma de las demás Obras Misionales Pontificias”.
Las Obras Misionales Pontificias fueron fundadas en diversos momentos del 1800, y hoy están difundidas en todo el mundo, incluso en aquellos países que un tiempo eran considerados de misión y que hoy envían a su vez misioneros. Se puede por lo tanto decir que se han anticipado a los tiempos en la conciencia de la responsabilidad de todos los bautizados en la misión. ¿Hoy de qué modo responden a este papel “profético” en la Iglesia, cómo miran al futuro?
Los misioneros, hoy como ayer, se hacen frecuentemente la misma pregunta: ¿cómo ser misionero en nuestros días, cómo evangelizar, con qué método, en qué manera? Las relaciones entre el desarrollo material y el anuncio de la Palabra de Dios, el diálogo interreligioso e intercultural, la economía y la política, la nueva ética mundial, la invasión del “pensamiento único”, el relativismo, el ser “políticamente correctos” son temas de simposios, investigaciones y conferencias en todo el mundo, en donde participan también los misioneros.
Creo que es necesario sin lugar a dudas estar atentos a la realidad que nos rodea, siendo capaces de escrutar los “signos de los tiempos”, pero al mismo tiempo tenemos que estar atentos a no dejarnos arrastrar con demasiada facilidad por exámenes extenuantes y por interpretaciones ideológicas de la realidad, que pueden terminar por paralizarnos y desmoralizarnos. Una respuesta a muchas interrogantes viene de la Carta que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió el 27 de mayo de 2007, a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China, que es válida para todas las naciones y todos los continentes. El Santo Padre afirma: “Hoy, como ayer, anunciar el Evangelio significa anunciar y dar testimonio de Jesucristo crucificado y resucitado, el Hombre nuevo, vencedor del pecado y de la muerte. Él permite a los seres humanos entrar en un nueva dimensión donde la misericordia y el amor, incluso para con el enemigo, dan fe de la victoria de la Cruz sobre toda debilidad y miseria humana. También en vuestro País, el anuncio de Cristo crucificado y resucitado será posible en la medida en que con fidelidad al Evangelio, en comunión con el Sucesor del apóstol Pedro y con la Iglesia universal, sepáis poner en práctica los signos del amor y de la unidad” (n.3).
Me parece asimismo importante recordar otros dos conceptos que pueden constituir las líneas guía sobre las que las OMP pueden trabajar en el futuro. El primer concepto lo tomo de la “Nota doctrinal sobre algunos aspectos de la Evangelización”, publicada el 3 de diciembre de 2007, en la que se reafirma que el término evangelización en sentido amplio resume la misión completa de la Iglesia: toda su vida consiste en realizar la “traditio Evangelii”, el anuncio y la transmisión del Evangelio, que en última esencia se identifica con Jesucristo. La evangelización significa por lo tanto no sólo enseñar una doctrina sino más bien anunciar al Señor Jesús con palabras y acciones, es decir, hacerse testigos de su presencia y acción en el mundo.
El segundo tema es la necesidad de hacerse portadores, misioneros de la Esperanza en un mundo que parece cada vez más desesperado y casi envilecido por la cultura de muerte. La última Encíclica del Santo Padre Benedicto XVI, “Spe Salvi”, tiene una clara dimensión misional. La buena nueva de la esperanza se convierte en el signo distintivo de los cristianos respecto a los demás que no tienen este don: “El haber recibido como don una esperanza fiable fue determinante para la conciencia de los primeros cristianos, como se pone de manifiesto también cuando la existencia cristiana se compara con la vida anterior a la fe o con la situación de los seguidores de otras religiones. Pablo recuerda a los Efesios cómo antes de su encuentro con Cristo no tenían en el mundo ‘ni esperanza ni Dios’ (Ef 2,12)” (Spe Salvi n°2). A nosotros misioneros nos corresponde la tarea de traducir, según el contexto en el que trabajamos, la riqueza del contenido de esta Encíclica.
Los aspectos médicos y sanitarios en nuestra época están asumiendo una importancia cada vez mayor, no sólo en los países en vías de desarrollo. Usted es médico y ha sido largo tiempo misionero en África. Según su experiencia, ¿qué cosa vincula a estas dos realidades, la medicina y la misión?
Los aspectos sanitarios en la misión son muy importantes y están siempre presentes, porque provienen de la simple constatación de que el hombre es una persona compuesta de elementos espirituales y materiales, corporales y biológicos. Como el Señor Jesús pasando por los pueblos sanaba el alma y el cuerpo de los hombres, así la Iglesia, que sigue su misión, debe hacer lo mismo. No se puede ignorar un aspecto a perjuicio del otro.
En todos los países de misión existen obras que se dedican específicamente y profesionalmente a curar a las personas también en el cuerpo, de sus enfermedades. Una gran diferencia entre la medicina practicada en los países ricos y la de los países pobres - en su mayoría territorios de misión - está dada por el hecho de que la medicina de los países ricos es más costosa porque usa instrumentos más sofisticados, sobre todo en el campo diagnóstico y de la cirugía. Todo esto no existe en la medicina que podemos llamar “pobre”.
La segunda diferencia es que en las misiones se usan sólo medicinas genéricas, lo menos costosas posible, sin posibilidad de acceso a las nuevas moléculas farmacológicas que cambian la suerte de las personas tocadas por enfermedades de largo término o crónicas, incluido el Sida. A nivel de la cura médica se asiste por lo tanto también a esta “injusticia distributiva” entre pobres y ricos, que además está creciendo.
La “medicina misionera” practicada por centros sanitarios, hospitales, dispensarios… que en estos países tienen que responder a las necesidades de la mayoría de la población, mira siempre a la persona enferma y no sólo a la enfermedad o a sus órganos enfermos. Éste es un principio que hemos conservado también respecto a la medicina demasiado técnica que se convierte incluso en ingeniería médica. Se considera al hombre en el contexto de su vida, por lo tanto con sus problemas económicos, que tienen gran impacto sobre su salud. Basta pensar en la tragedia del hambre, que en los países pobres cosecha víctimas en gran número entre los niños y los jóvenes. La mortalidad infantil en África es por lo menos 10 veces superior a la de Europa.
La medicina puede curar también el alma de las personas. Si vemos el sufrimiento de los enfermos, si podemos valorar este sufrimiento cuando es imposible reducirlo, los enfermos entonces se convierten también en nuestros compañeros de camino, sobre todo de nuestra común Vía de la Cruz. En los países de misión he encontrado a tantas “Madre Teresa”, que trabajan en el anonimato, que no son conocidas, pero que viven el mismo amor y el mismo sacrificio de la Beata Teresa de Calcuta.
Considero que la presencia de la Iglesia en el mundo de la medicina es hoy todavía más importante visto el desarrollo de aspectos que despiertan innumerables preocupaciones a nivel de bioética. Por ejemplo todo aquello que constituye la intimidad de la vida conyugal, de la pareja, es decir la sexualidad, la fertilidad, es casi completamente confiado a los técnicos, que con frecuencia no respetan el carácter humano de estas facultades que sirven a la comunicación del amor y a la transmisión de la vida. Éste es un verdadero drama de nuestra época, y no sólo de los países de misión. (S.L.) (Agencia Fides 19/5/2008; líneas 147, palabras 2064)
Carta desde la Delegación de Catequesis de Tenerife animando a la participación en las Jornadas de Catequesis de Adultos.
Estimado sacerdote:
El motivo de la presente carta es el de informarle que el Sábado 7 de Junio de 2008 celebraremos las Jornadas Diocesanas de Catequesis de Adultos, bajo el lema: “Enciende la Fe”. Tendrán lugar (Dm) en el Seminario Diocesano desde las 10 de la mañana a las 5 de la tarde.
Entre todos le hemos puesto mucha ilusión a este proyecto y, prueba de ello, son los 50 grupos que durante este curso 2007-2008 han venido trabajando la primera etapa del itinerario diocesano. Desde el departamento, hemos acompañado el inicio de cada uno de estos grupos con el desarrollo de una catequesis previa. ¡¡Bendito sea Dios!!
Nuestro objetivo principal es el de seguir apostando por esta acción tan importante en la vida de la Iglesia. Y así lo hemos querido reflejar mediante la elaboración del cartel de este año. Un cartel que nos invita a rebuscar en lo más hondo de nuestro corazón esa luz que encendió nuestro amor primero por Jesucristo. Luz que nos hace vivir no de forma superficial y esquelética, sino de manera fecunda y fructuosa. Sólo así, podremos ser lugar de sombra y cobijo para otros que necesiten descansar en Cristo y su Iglesia.
Por lo tanto, está usted y su comunidad invitados a apretar el interruptor que encienda el farol de la fe… Fe que transforme este invierno pastoral en gozosa primavera pascual…
Un saludo y hasta el sábado 7… GRACIAS!!
10:00 Acogida: (Entrega de carpeta y materiales) 10:15 Oración: “Enciende la Fe… 10:30 Charla: ...desde la Comunidad!! D. Juan Sebastián Teruel (Delegado de Catequesis de la Diócesis de Zaragoza) 11:15 (Descanso) 11:30 Charla: ...desde el Grupo!! D. Juan Sebastián Teruel (Delegado de Catequesis de la Diócesis de Zaragoza) 12:30 Cate-Jazz: …desde el Arte!! (El arte en el anuncio del Evangelio se concretiza en esta idea original en la que se mezclan Fe y Jazz) 13:30 Almuerzo 15:15 “La CdA en la Diócesis” (Información sobre la marcha de los grupos durante el curso 07-08 y del calendario para el curso 08-09) 16:00 EUCARISTÍA
* Aquellas personas que deseen quedarse a almorzar 6€, deberán notificarlo antes del día 30 de Mayo llamando al 650645468 (Víctor) |
II Jornadas Diocesanas
de Catequesis de Adultos
Carta a mi querido Teófilo del Padre Antonio María Herández del Hogar Santa Rita del puerto de la Cruz, publicada en la revista "Como las Abelas", MARZO-ABRIL, número 38.
¡Mi buen Teófilo, mi buen Teófilo! Ahora soy yo el que tengo que decirte iQué grande eres Teófilo, qué grande eres! Qué valiente has sido al contar tu vida, para mí desconocida, y para cuantos conocen personalmente a tu madre. La verdad, que hace unos días los vi a los dos juntos y creí más bien que era hermana tuya. A pesar de los años y de tantos sufrimientos ¡Qué bien se conserva tu madre! ¡Qué guapísima es! Y ahora, conociendo quién está detrás de ese personaje, entiendo que tú la quieras, que adores a tu madre. Y tú, mi amigo Teófilo, has heredado de tu madre, no sólo tu fisonomía, sino más aún, el corazón.
Cómo tu madre con medios rudimentarios y como Dios le ha ayudado, ha hecho de ti un hombre responsable, de altísimos principios, y querido por tantísima gente, no sólo por tus cualidades como un buen profesional en la carrera que desempeñas, sino más aún, por la calidad de tu persona.
Ha sido bueno, aunque nunca te lo hubiera pedido, el que hayas contado tus vivencias. Ahora empiezo a entender muchas cosas en tu vida, que para mí eran un tanto oscuras, y que ahora alcanzo a comprender. La verdad es que cada persona es un mundo y un mundo un tanto complicado y misterioso. Es evidente el que tú exclames, a cada paso ¡qué grande es mi madre! ¡Qué grande es mi madre! Cómo ha cuidado en todo momento tu prestigio personal y que su pasado no estropee, en modo alguno, tu fama ante la sociedad, que, de ordinaria, es muy cruel y juzga despiadadamente, sin importarle herir sentimientos personales.
El drama es para ella, y para ti. Ahora tengo hasta reparo de repetir aquella frase que tantas veces he dicho a lo largo de mi vida, quizá queriendo defender un tanto a mis padres y por eso mismo decía: "Yo soy hijo de tres amores: Dios, mi padre y mi madre". Recuerdo que una vez una niña me dijo con un tanto de tristeza: "Padre Antonio, yo sólo soy hija de dos amores, de Dios y de mi madre, porque yo no sé quien es mi padre, ni le exijo a mi madre que me lo diga". Y yo en aquella ocasión le dije a la tal niña: "Todavía hay quien lo tenga peor que tú, que tenga que decir que sólo es hija de un solo amor, el de Dios, porque su madre la abandonó al nacer en un contenedor de basura, y alguien por suerte, pudo rescatarla y salvar su vida".
De todo hay en el mundo, por desgracia, aunque creo que este último caso entre tantos nacimientos a lo largo y ancho de todo el mundo, es una excepción. Y aún peor, si esa niña no se hubiera salvado. Cuántos niños habrán sido comidos por las ratas, o llevados al camión de la basura, sin que nadie se percate de su existencia. Sin embargo, son multitud de grandes hombres y mujeres hijos de "madres solteras", como el mismo San Martín de Porres, conocido también por "Fray Escoba".
Yo no tengo más que decir en esta carta, que felicitarte por esa madre y felicitar a tu madre por ese gran hijo que ha sacado adelante, que tanto bien está haciendo como catedrático de ginecología en la universidad y médico titular en el Hospital Universitario. A cuántos seguro que habrás salvado, a cuántas madres les habrás aconsejado, que desistan del aborto y salven a la criatura que no tiene culpa de nada.
Ahora mismo estoy acordándome de un amigo mío, catedrático de obstetricia en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid, cuando le invité a que diera una charla a unos jóvenes. Entre otras cosas decía, que él había hecho un juramento, como todos los médicos, de "Salvar Vidas", no de destruirlas ¿quién me quita a mí de la cabeza, decía, que el científico que Dios tenía disponible para inventar una vacuna contra el cáncer, no haya sido uno de esos abortos provocados? Han pasado ya unos treinta y cuatro años de cuando se impartió esa charla y aún sigue el cáncer haciendo estragos.
Por eso, amigo Teófilo, me congratulo contigo, que, entre tanta diversidad de carreras, hayas elegido esa especialidad y que eres ahora un enemigo encarnizado contra la ley del aborto, y no digamos el aborto libre. No entiendo mi buen Teófilo, que una mujer pueda decir que su cuerpo es de ella y que con su cuerpo puede hacer lo que quiera. Entre otras cosas, que aunque pueda afirmar que su cuerpo es de ella, no puede decir en verdad que el cuerpo del niño que lleva en su vientre es de ella, como si fuera un tumor, o la apéndice.
El niño, en el seno de la madre, es como un huésped que vive dentro de un hotel, "a pensión completa", desayuno, almuerzo, merienda, cena y alojamiento. Es evidente que el huésped o turista no es el hotel, sino que vive dentro del hotel. Recuerdo aquellas frases de la "Madre Teresa de Calcuta" en un discurso en un congreso internacional: "por favor no maten ningún niño, no aborten, denme a mí los niños que yo buscaré quien los adopte". "Los niños son como las estrellas, no sobra ninguno".
Cuanto más, amigo Teófilo, podríamos hablar de las madres, lo más grande que hay en la Tierra y la criatura más parecida a Dios. Las madres jamás mueren, amigo Teófilo, esa es la grandeza de las madres, de todas las madres, que han tenido el coraje y la valentía de decir "Sí a la vida", y respetar el más esencial de los derechos: el derecho a nacer. ¿Para qué queremos los demás derechos humanos reconocidos por la carta de las Naciones Unidas, si se nos niega el derecho, básico y fundamental, que es el derecho de nacer?
Es lógico que cuando hablamos de las madres, no acabemos nunca. Chao. Y vaya todo para felicitar en este año a todas las madres; porque todas son un sol, un encanto, lo más maravilloso del Mundo.
En esta carta, mi amigo Teófilo, he preferido explicarte atentamente porque es sencillamente impresionante y emocionante la historia de tu vida. Lo que has hecho hoy, es engrandecer más aún el alto honor de una madre, capaz de luchar sola y a brazo partido para sacar adelante, con uñas y con dientes su más preciado tesoro: el hijo que un día llevó en sus entrañas y que, si no es por su coraje y valentía, la sociedad se hubiera privado de un maravilloso médico como lo eres tú.
Ahora, mi buen amigo, que tu historia y tu ejemplo sirva para salvar muchas vidas. Chao.
Antonio María Hernández
Información sacada de tríptico informativo del Movimiento "Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo" ([email protected])
COMUNIDADES
DEL MOVIMIENTO MISIONEROS SIERVOS
DE LOS POBRES DEL TERCER MUNDO
El movimiento está constituido por diversas comunidades que, aunque viven netamente separadas, alimentan un mismo y único carisma entre las diferentes casas que hemos abierto:
Hermanas consagradas, deseosas de dar todo su amor a la infancia abandonada. Acogen, en la casa "Santa Teresa de Jesús" en Cuzco, Perú, a los niños más pequeños y también a niñas un poco más grandes que pueden así crecer en un clima humano y espiritualmente saludable.
Hermanos consagrados, que ofrecen en su corazón y toda su vida a Cristo, poniendo al servicio del Divino Maestro sus dotes y su profesión.
Parejas de esposos, que con sus hijos han dejado su patria, decididas a abrir su propia familia a los más pobres. Son responsables de varios centros, entre ellos los colegios benéficos: "Francisco y Jacinta Mario" para niños y muchachos pobres, y "Santa María Goretti" para niñas y muchachas pobres.
Sacerdotes, que anuncian el evangelio y llevan los sacramentos de la iglesia a los niños hospedados en nuestros centros y a los pueblos más lejanos y abandonados de la cordillera andina.
Contemplativos a tiempo completo, reunidos en una comunidad de vida austera, en régimen de clausura, consagrados a dar gloria a Dios, interceder por todos los miembros de la Iglesia junto con María nuestra Madre, y reparar los pecados de la humanidad.
Jóvenes en actitud interior de búsqueda que, durante un año vivido en el tercer mundo, con el corazón abierto a la escucha del Señor, se disponen a discernir cuál es la misión a la que Dios los llama.
Lima (Agencia Fides) - Con motivo de la celebración de la V Cumbre de América Latina y Caribe con la Unión Europea celebrada en Lima, Perú, del 13 al 17 de mayo, una delegación del CELAM (consejo episcopal Latinoamericano) han entregado una carta a la canciller alemana, Angela Merkel y al Presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering.
Lima, 15 de mayo de 2008
CARTA DE OBISPOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Como obispos de América Latina y El Caribe abajo firmantes, comprometidos históricamente con la vida digna de nuestros pueblos y una auténtica democracia, consideramos de suma importancia la V Cumbre de Jefes de Estado de América Latina y El Caribe con la Unión Europea en la que se seguirá definiendo el marco de referencia para las relaciones bilaterales y los Acuerdos de Asociación que se encuentran en proceso.
Queremos contribuir a la definición de ese marco de referencia manifestándole lo siguiente:
1. La situación general en que viven los pueblos de la región está marcada por la pobreza, la exclusión, una brecha creciente entre ricos y pobres, la inviabilidad de la pequeña producción agraria y la pequeña empresa, desocupación y precaria situación laboral, sistemas inadecuados de educación y salud pública, inseguridad y violencia, inexistencia de una seguridad alimentaría, migración causada por la falta de oportunidades y el creciente deterioro del equilibrio ecológico.
2. Estos problemas están conduciendo al Continente a graves conflictos que pueden poner en peligro no sólo la paz sino la misma estabilidad política debido a la debilidad de sus sistemas democráticos.
3. Esta situación se agrava a pesar de más de dos décadas de reformas económicas conforme a las pautas de los organismos financieros internacionales.
Nos preocupa de manera especial:
1. Las asimetrías en las relaciones comerciales y en las negociaciones de los Acuerdos de Asociación.
2. Los efectos del cambio climático ante los cuales América Latina y El Caribe son particularmente vulnerables y donde los pobres y excluidos son los más afectados.
3. El daño que se produzca a los recursos hídricos de la región y a su biodiversidad que son de relevancia para la vida y sobrevivencia del planeta.
4. La producción indiscriminada de agrocombustibles que dificulta la pequeña producción rural y la seguridad alimentaría.
5. Los impactos negativos de las industrias extractivas que trabajan por fuera de estándares internacionales con precarias regulaciones, así como el modelo productivo actual: y la demanda de energía que conlleva lo cual es preocupación compartida con Europa.
6. Los altos niveles de corrupción tanto en la gestión pública como en la privada.
7. Los acuerdos comerciales denominados Tratados de Libre, Comercio, los crecientes niveles de endeudamiento interno y externo de nuestros países que amenazan con limitar los recursos fiscales necesarios para dar la debida prioridad a la agenda social y ambiental de nuestros pueblos.
De seguir las cosas as! estaremos muy lejos de lograr las metas del milenio para el año 2015 según lo establecido por Naciones Unidas.
Desde nuestra perspectiva cristiana vemos que: "Nuestra hermana, la madre tierra es nuestra casa común y el lugar de alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación..." (DA*1, 125).
Las situaciones que hemos descrito revelan una grave violación de los derechos humanos especialmente de los más pobres.
Para las relaciones entre América Latina y El Caribe y la Unión Europea necesitamos un marco de referencia que dé prioridad a la vida digna (Jn. 10, 10). En ese sentido debemos ir al encuentro de las personas más marginadas y excluidas en el justo reclamo por su dignidad y dignificación (Génesis l). Un auténtico desarrollo integral "es el paso de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas" (Pablo VI) para todos.
El Evangelio nos impulsa a trabajar con otras instancias para una acción comprometida (cf DA 75):
1. Conscientes que compartimos los mismos valores y principios éticos, proponemos una agenda de trabajo corresponsable en la búsqueda de "un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario basado en una ética que incluya ]a responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere ]a lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos” (DA 474-c; cf CDSI *2 361- 376).
2. Actuar en dirección de áreas sensibles: la subordinaci6n del mercado a un núcleo de referencia ético-cultural; el comercio internacional, dignificación del empleo, derechos de los migrantes y refugiados, políticas sociales coherentes y sostenibles.
3. Esto exige implementar políticas de cooperación internacional que favorezcan la reducción de la desigualdad, garanticen. la paz social y contribuyan a erradicar las causas de la pobreza.
4. Necesitamos una economía ecológica cuya prioridad sea la defensa del ecosistema con el cumplimiento de los estándares internacionales vigentes. Esto implica modificaciones sustanciales en los esquemas de producción, de inversión, comercio y consumo que no son sostenibles ni sustentables a futuro.
5. Abrir espacios de democracia participativa a la sociedad civil principalmente a las organizaciones populares y excluidas. Es necesario potenciar las experiencias de control social, veedurías y auditorías ciudadanas.
Para generar un proceso de intercambio sobre los temas planteados, el CELAM está dispuesto al diálogo a favor de los pobres y excluidos con vistas al bien común, respetando siempre el ámbito de su competencia. Como, dice el Papa Benedicto XVI en si discurso ante la ONU "La Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia "en humanidad , desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional ". *3
+ Raymundo Damasceno Assis
Arzobispo de Aparecida, Brasil
Presidente del CELAM
+ Julio Card. Terrazas Sandoval, C.SS.R.
Arzobispo de Santa Cruz, Bolivia
Presidente del Departamento Justicia
y Solidaridad - CELAM
+ Oscar Andrés Card. Rodríguez M., S.D.B.
Arzobispo de Tegucigalpa, Honduras
Presidente de Cáritas Internationalis
+ Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M.
Arzobispo de Trujillo, Perú
Presidente de la Conferencia Episcopal
Peruana
+ Pedro Ricardo Barreto Jimeno
Arzobispo de Huancayo, Perú
Presidente de la Comisión Episcopal
de Acción Social del Perú
Mons. Josef Sayer
Director de Misereor,
Obra de la Conferencia Episcopal de
Alemania para el Desarrollo
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1 Documento de la V Conferencia del Episcopado de Latinoamérica y El Caribe, celebrada en Aparecida - Brasil, en Mayo 2007.
2 Compendio de Doctrina Social de la lglesia, Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Planeta, Madrid, 2005.
3 Discurso de Benedicto XVI, en la ONU, abril 2008.
Los Obispos de Castilla y León han emitido una nota sobre la asignatura “Educación para la Ciudadanía” en la que defienden el derecho de los padres a objetar contra la asignatura.
Nota de los Obispos de las Diócesis de Castilla y León sobre la asignatura
"Educación para la Ciudadanía"
Los Obispos de la Iglesia en Castilla y León, reunidos en sesión ordinaria, nos dirigimos a los fieles de nuestras Diócesis para recordarles la Doctrina que la Conferencia Episcopal Española ha emitido en diversos documentos sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC):
1.- El Estado no puede imponer legítimamente una formación de la conciencia de los alumnos al margen de la libre elección de los padres, tal como tiene prevista la asignatura EpC y los Decretos que desarrollan la Ley, que pretenden formar con carácter obligatorio la conciencia moral y cívica de los alumnos.
2.- El derecho de los padres a elegir el tipo de formación moral y religiosa para sus hijos es primordial, insustituible e inalienable, como reconoce el artículo 27,3 de la Constitución Española: “Los poderes políticos garantizan el derecho de los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones morales”.
3.- Las enseñanzas orientadas a la formación de la conciencia moral, tanto en el ámbito de la persona como en el de la sociedad, no son competencia del Estado. Son los padres y las escuelas, como colaboradores de los padres, quienes tienen el derecho y el deber de la educación de sus hijos.
4.- Los padres tienen derecho a poner objeción de conciencia a la enseñanza de la asignatura EpC, así como a la denuncia personal de esta Ley, como medios a su alcance para defender el derecho que les asiste de ser ellos quienes determinen la educación moral de sus hijos.
5.- Las diferentes administraciones educativas, así como los colegios públicos y concertados, deben respetar escrupulosamente las decisiones de los padres y no interferir en el ejercicio de sus derechos fundamentales, asesorando y acompañando convenientemente a todos aquellos que lo soliciten.
Los Obispos de la Iglesia en Castilla y León desean contribuir, con todo respeto, a la información de los padres sobre sus derechos, en espera de que la asignatura EpC no se aplique en nuestras Diócesis en la forma que está programada y que ha sido ya desautorizada por las sentencias de varios tribunales civiles.
Valladolid, 16 de mayo de 2008
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El 27 de mayo del año pasado, en la solemnidad de Pentecostés, Benedicto XVI firmó la “Carta a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia Católica en la República Popular China”. A un año de distancia el Santo Padre ha compuesto personalmente el texto de una súplica que todos los católicos del mundo usarán en la Jornada de oración por la Iglesia en China que se celebrará el 24 de mayo, día dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María “Ayuda de los cristianos”, venerada con tanta devoción en el santuario de Sheshan en Shangai.
Oración a Nuestra Señora de Sheshan
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de “Auxilio de los cristianos” en el Santuario de Sheshan,
a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.
Con el dócil “sí” pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios.
Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.
Ante la cercanía del 25 de Mayo recordamos lo afirmado por nuestra Conferencia Episcopal: "La experiencia nos ha enseñado que una sociedad no crece necesariamente cuando lo hace su economía, sino sobre todo cuando madura en su capacidad de diálogo y en su habilidad para gestar consensos que se traduzcan en políticas de Estado, que orienten hacia un proyecto común de Nación. Este sigue siendo un fuerte desafío para nuestra democracia"1
Esta afirmación tiene especial vigencia en estos momentos de tensión en que se hace necesario y urgente que el gobierno y las agrupaciones representativas del campo lleguen a un acuerdo. Lo necesitamos todos los argentinos pero particularmente los pobres, que son quienes más sufren las consecuencias de esta situación.
En democracia los problemas se solucionan en el ámbito de las instituciones privilegiando el diálogo por sobre toda muestra de violencia verbal o física, buscando más las coincidencias que la acentuación de las diferencias y teniendo siempre como horizonte el bien común. Esta búsqueda debe darse en un clima de honestidad y respeto.
Imploremos al Señor que ilumine a los actores involucrados para que se llegue a un acuerdo justo y pacífico.
Una vez más confiamos a la protección maternal de María Santísima esta honda preocupación de nuestro Pueblo.
Buenos Aires, 19 de mayo de 2008.
1. El compromiso ciudadano y las próximas elecciones, 93º Asamblea Plenaria de la CEA (Pilar, 28 de abril de 2007)
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"Me parece que, en estos tiempos en que los cristianos conspiran contra el Señor y su Cristo, el Corazón de Jesús se ha de derramar con redoblado amor hacia los que todavía están envueltos en las tinieblas y sombras de muerte" (Escritos 1.736).
J "El Hijo de Dios no podía revelarnos más luminosamente su infinita sabiduría que al fabricar la Cruz. Las grandes Obras de Dios sólo nacen al pie del Calvario. Le estaré muy agradecido si ruega al Corazón de Jesús que me mande abundantes cruces: será señal de que irán seguidas de un gran número de almas conquistadas para la Fe" (Escritos 2.325).
"Mi Obra es de por sí ardua y penosa, y sólo la omnipotencia divina puede llevarla a cabo. Por eso he puesto toda mi esperanza en el Corazón de Jesús y en la intercesión de María, y estoy dispuesto a sufrir lo que sea por la salvación de las naciones a mí confiadas... (Escritos 3.136)
"Aquí nos aguarda no poco trabajo porque, a excepción de dos familias, todos viven en concubinato. Confío en la gracia del Corazón de Jesús, al que dedicaré solemnemente todo el Vicariato..." (Escritos 3.170).
"Estoy lleno de cruces; pero el fármaco está escondido en el Corazón de Jesús, que además de querer salvos al Papa y a la Iglesia, salvará sin duda a la infeliz Nigricia". (Escritos 3.441).
Reflexión al texto 1Juan 4, 7-16, publicado en Boletín Bimestral - MAYO-JUNIO 2008 de Misioneros de la Tercera Edad. Corazón de la Misión.
AMAR PARA CONOCER
El próximo viernes 30 de mayo la Iglesia celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. La espiritualidad del Sagrado Corazón es uno de los carismas fundamentales que los combonianos hemos heredado de nuestro fundador San Daniel Comboni. Como todo en la Iglesia, también la espiritualidad del Sagrado Corazón está inspirada en la Palabra de Dios. He aquí algún texto para reflexionar.
"Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo único para que vivamos por medio de él. (1 Juan 4,7-16).
En este texto la afirmación fundamental es que "todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios". Y también: "Quien no ama no ha conocido a Dios". El Dios a quien "nadie ha visto nunca" lo podemos conocer si amamos. Para San Juan, el conocimiento es un proceso lento y personal. El conocimiento no es un saber, no es una ciencia, es un fruto del amor incondicional: "si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros". Por eso, el que no ama no conoce a Dios, es ciego. En cambio, el que ama, aunque no haya visto nunca a Dios, quizá sin saberlo, lo conocerá.
En esta descripción de la vida cristiana, ni el conocimiento sin amor tiene sentido ni el amor sin conocimiento. El conocimiento no lleva necesariamente al amor, en cambio el amor sí que llevará al conocimiento. La primacía la tiene el amor. Y el amor, o mejor aún la capacidad de amar, según nuestra concepción occidental, reside en el corazón del hombre. Por eso relacionamos el amor con el corazón hasta el punto de decir de una persona que tiene "buen" o "mal corazón", según sea su comportamiento.
Y en esto de amar a los otros, nadie como Jesús, que derramó su sangre "por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados". El de Jesús es un corazón traspasado, en coherencia con lo que él mismo había enseñado en vida: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).
ZENIT publica las palabras que dirigió Benedicto XVI el domingo, 18 de Mayo de 2008, al introducir la oración mariana del Ángelus en la plaza Matteotti, en Génova.
En el corazón de mi visita pastoral a Génova, hemos llegado a la hora de la habitual cita dominical del Ángelus, y mi pensamiento vuelve naturalmente al Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, donde esta mañana he estado en oración. Peregrino en ese oasis montano, allí se acercó muchas veces el Papa Benedicto XV, vuestro ilustre conciudadano, quien pidió que se colocara una reproducción de la querida imagen de la Virgen de la Guardia en los Jardines Vaticanos. Y como hizo mi venerado predecesor Juan Pablo II, en su primer viaje apostólico a Génova, también he querido iniciar mi visita pastoral con el homenaje a la celeste Madre de Dios, que desde lo alto del monte Figogna vela por la ciudad y por todos sus habitantes.
La tradición relata que a Benedetto Pareto, inquieto porque no sabía cómo responder a la invitación de construir una iglesia en aquel lugar tan distante de la ciudad, la Virgen, en su primera aparición, dijo: «¡Confía en mi! Los medios no te faltarán. Con mi ayuda todo se resultará fácil. Mantén sólo firme tu voluntad». «¡Confía en mí!». Esto nos repite hoy María. Una antigua oración, muy querida a la tradición popular, nos permite dirigirle estas confiadas palabras, que hoy hacemos nuestras: «Acuérdate, oh Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno que haya acudido a tu protección, implorado tu auxilio, reclamado tu socorro, ha sido abandonado». Es con esta certeza con la que invocamos la materna asistencia de la Virgen de la Guardia sobre vuestra comunidad diocesana, sobre sus Pastores, las personas consagradas, los fieles laicos: los jóvenes, las familias, los ancianos. A Ella le pedimos que vele, de manera especial, por los enfermos y todos los que sufren, y que haga fructíferas las iniciativas misioneras que están en marcha para llevar a todos el anuncio del Evangelio. A María confiamos juntos toda la ciudad, con su variada población, sus actividades culturales, socales y económicas; los problemas y los desafíos de nuestro tiempo, y el empeño de cuantos cooperan por el bien común.
Amplio ahora mi mirada a toda Liguria, constelada de iglesias y santuarios marianos, puestos como una corona entre el mar y las montañas. Junto a vosotros doy gracias a Dios por la fe robusta y tenaz de las generaciones anteriores que, en el curso de los siglos, han escrito páginas memorables de santidad y de civilización humana. Liguria, y en particular Génova, es desde siempre una tierra abierta al Mediterráneo y al mundo entero: ¡cuántos misioneros partieron de este puerto hacia América y otras lejanas tierras! ¡Cuánta gente de aquí ha emigrado a otros países, pobre tal vez de recursos materiales, pero rica en fe y en valores humanos y espirituales que después ha trasplantado en los lugares de arribo! Que María, Estrella del mar, siga brillando sobre Génova; que continúe María, Estrella de la esperanza, guiando el camino de los genoveses, especialmente de las nuevas generaciones, a fin de que sigan, con su ayuda, la ruta justa en el mar frecuentemente tempestuoso de la vida.
[Traducción del original italiano realizada por Marta Lago.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
PRIMERAS COMUNIONES EN LA GUANCHA (Fuente de la Guancha)
18 de Mayo
Un segundo grupo de diecisiete niños fueron admitidos por primera vez a la Sagrada Comunión después de haber recibido la catequesis adecuada. El acto reunió a gran cantidad de fieles entre familiares y amigos invitados que participaron en la Eucaristía.
PRIMERAS COMUNIONES EN SAN JOSÉ
18 de Mayo
Veintiocho niños recibieron este año en la Fiesta de la Santísima Trinidad la Primera Comunión en la parroquia de San José. Lamentamos que La pequeñez del templo hiciera que muchos fieles no pudiesen participar en esta celebración tan entrañable.
(Estamos construyendo un templo)
15 de Mayo
(Fuente de la Guancha) Los trabajadores de la empresa e aluminio “Tahoro” se hicieron presentes una año más en nuestro templo parroquial para participar de la Eucaristía en la fiesta litúrgica de San Isidro. El sacerdote en su homilía explicó que el santo patrono se santificó “trabajando y orando” en el ir y venir abriendo surcos en las colinas de Garabanchel o en las orillas del Manzanares.
Después de concluir la Misa la imagen fue llevada a hombros por las calles adyacentes al templo mientras se oída el sonar de las campanas y el estallido de los cohetes.
(Estamos construyendo un templo)
Comentario a las lecturas del domingo de la Santísima Trinidad - A, publicado en Diario de Avisos bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".
Tres en uno
DANIEL PADILLA
Herbert Marcase, el filósofo estadounidense originario de Alemania, queriendo retratar al hombre del siglo XX, dio una definición ya famosa. "Es un ser unidimensional" -dijo-. Se refería a que este hombre de hoy, movido por la sístole y diástole de la producción y el consumo, no tiene otra dirección que ésa: "Producir para consumir". Este es el latido de su corazón. Su única dimensión.
Sin embargo, el niño que viene a este mundo, pronto descubre, desde su mínima experiencia vital, que él, igual que los cuerpos, tiene tres dimensiones: hacia arriba, hacia los lados, hacia dentro. Desde su cuna observa, encima de él, unos ojos brillantes que le miran, una voz recia que le susurra y habla, unos brazos poderosos que le alzan. ¡Aupa! Cuando un niño dice "aúpa" ha descubierto su dimensión vertical. Ahí está su "padre". Cerrarse a esa mirada, a esa voz, a esos brazos, es ignorar la paternidad, la primera dimensión del hombre.
Pero no tardará mucho en descubrir su dimensión horizontal. Mirando a los lados, verá a otros niños, a otros seres, que juegan, que se mueven, que se apoyan. Pronto él también se sentirá inmerso en ese grupo, necesitando a esos seres y reclamado por ellos. Cerrarse a esa comunidad es vivir en una isla solitaria, cortando toda posibilidad de comunicación.
Pero hay más. Un día, quizá adolescente, advierte los caminos de su propio interior. Se percata de que discurre, de que se le ocurren cosas, de que tiene imaginación y creatividad, de que es capaz de soñar un ideal, de que es muy bello el mundo de su espíritu. Es su tercera dimensión. Cuando ha descubierto estas tres dimensiones en su propia vida -altura, anchura y profundidad- es cuando el hombre se siente de verdad "hombre".
Pero es que, además, amigos, nuestra fe, es decir, la óptica que nos trajo Jesús, eleva estas tres dimensiones a unos mundos mucho más amplios y trascendentes. Y así, nuestra mirada a lo alto pronto distingue la existencia de un ser altísimo e inmenso, que ha creado el cosmos para nosotros. Constatamos su ternura, el cuidado asombroso con que nos trata, el detalle de sus desvelos, el mimo con que dirige nuestros pasos. Ignorar esta luminosa filiación es caer en la noche más negra, en el sinsentido del vivir. Del mismo modo, hacia los lados, no sólo descubro a mis hermanos, sino que, entre ellos, veo al "hermano de los hermanos", al que ha querido ser "semejan-te al hombre en todo, menos en el pecado", al que "cargó nuestros dolores y soportó nuestras enfermedades", al que se hizo tan solidario con todos, que dijo: "Lo que hagan a uno de estos pequeños, me lo hacen a mí". ¡Qué egoísmo tan peligroso ignorar esta dimensión!
Finalmente, profundizando en mi "yo", descubro al "Consolador", al "Dulce huésped", al "dulce refrigerio". Va diseñando perfiles en nuestro interior. Y, con su gracia, con sus virtudes, con sus dones, día a día y paso a paso, va trasladando a la dura piedra que soy yo, el ideal que le dio el Padre. Este ideal es Jesús, el modelo de to-t da la perfección.
Pregunta concreta para este día. "¿Me voy pareciendo a ese modelo?". Ya comprenden, amigos, que, vistas así las cosas, el Misterio de la Trinidad cobra vida. Deja de ser un problema teológico y matemático —"tres en uno y uno en tres"- y se convierte en tres espléndidas pistas para aterrizar en Dios. El Dios "en el que vivimos, nos movemos y existimos", como decía Pablo.
Reflexión sobre la "La Palabra en el Silencio" de Lourdes Grosso García, M. Id, Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en la Jornada Pro Orantibus el 18 de Mayo de 2008, solemnidad de la Santísima Trinidad (De los materiales para su celebración).
La Palabra en el silencio
Antes de que el hombre escuchara la Palabra, la Palabra estaba en Dios (Jn 1, 1). Ella era al principio, existía al principio. Existía la Palabra de Dios y el silencio del hombre. Luego se rompió el silencio y vino la revelación del misterio guardado en silencio desde la eternidad (Rm 16, 25). El silencio humano fue una precedencia preparatoria a la Palabra de la Salvación: «Un
silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos» (Sab 18, 14-15). Así la Palabra se encarnó en el seno de una virgen en silencio y en medio de un silencio virginal. Sólo de este modo quedaba de manifiesto que la Palabra es pura Gracia de Aquel que es comunicación por esencia. El Dios Trinitario es comunicación y relación de Amor. Pero para que el hombre pueda conocerlo necesita el silencio de la espera y la expectación: ¡Silencio, tierra entera ante Él! (Hb 2, 20), ¡que calle ante el Señor todo ser vivo, porque sale de su santa morada dispuesto a intervenir! (Zac 2, 17).
Hay un silencio que precede a la Palabra, hay un silencio que interrumpe la Palabra y hay un silencio que prolonga la Palabra. Del primero ya hemos hablado más arriba. Del segundo sólo decir que acontece cuando la misma Palabra pide nuestra conversión y toca nuestras miserias para sacarnos de ellas:
el hombre, denunciado por la Palabra, se silencia para convertirse y solloza dolido hasta balbucear la súplica del perdón y la misericordia del Dios que le
ha herido para curarlo. El tercero es la respuesta orante y agradecida de quien ha comprendido que su silencio adorador es el mejor tributo a la Palabra que le ha visitado sin merecerlo y le ha salvado sin exigir nada a cambio.
Cuando no amamos a alguien, lo primero que le retiramos es la palabra, rehuimos la comunicación y la relación. Dios, en cambio, que nos ama con amor eterno (desde siempre y por siempre, cf. Is 54, 8), no deja de comunicarse con nosotros dirigiéndonos su Palabra, su mirada, su atención. Su amor le ha llevado a buscarnos siempre, ya desde los inicios, cuando el hombre, avergonzado por su pecado se escondió de la presencia de su Hacedor (cf. Gn 3, 8ss).
Dios es Palabra; Palabra de Amor que busca respuesta. Para acogerle es necesario hacer silencio de tantas otras palabras menores que aturden nuestros sentidos y embotan nuestro espíritu. «Escucha Israel» (cf. Dt 6, 4). ¿No es ésta la primera actitud de fe ante la presencia del Altísimo? Esta es la voluntad de Dios sobre cada creyente necesitado de tiempos de silencio y espacios de desierto para acoger la brisa suave y el susurro del Espíritu divino. Sólo quien se retira libre y voluntariamente a los aposentos interiores del alma, en el silencio y la soledad de la vida interior, se capacita para escuchar a Dios en el corazón y darle una respuesta en la dinámica del amor (cf. Os 2, 16).
Sólo quienes han sido visitados por la Palabra del Amor pueden adentrarse en el misterio de un silencio que se convierte en la experiencia de un amor sin palabras.
El fin de la vida de quien ha sido alcanzado por la Palabra del Eterno no es callarse, sino anunciar el Evangelio, con su ser y su quehacer. El silencio no es el refugio de quienes no tienen nada que comunicar o la guarida de aquellos que, saturados de la vaciedad de un mundo con millares de palabras fugaces, no encuentran razones para vivir con alegría, esperanza y plenitud de sentido.
Los que traspasados por la Palabra se han dejado herir por ella son los que han encontrado la perla preciosa y están dispuestos a adquirirla a cualquier precio (cf. Mt 13, 44-46); ellos son los que han comprendido que el Padre busca adoradores en espíritu y en verdad (cf. Jn 4, 22-24).
El fin de la vida de un convocado al silencio orante y contemplativo no es la huida del ruidoso mundo en que nos encontramos, sino amar a los hermanos y glorificar a Dios con todo el ser.
Existe un falso silencio taciturno, ceñudo, triste, tenso o indolente; existe un silencio meramente disciplinario y fríamente sistemático. Existe un silencio que se convierte en mutismo y en el que no hay virtud sino esclavitud. Hay un falso silencio que se utiliza como arma arrojadiza contra otros o sirve de «trinchera» para no sufrir en la relación con el prójimo que resulta incómodo.
En este sentido puede haber un silencio «satánico». Sólo engendra soberbia
y orgullo. A veces vale más hacer reproches que guardar rencor en silencio
(cf. Eclo 20, 2-3). El silencio del cristiano nunca es pasivo. El silencio, si es verdadero, nunca te aísla de los otros ni te desentiende de ellos. El que ama, se comunica. El que ora, intercede.
La Palabra de Dios es ciertamente una espada de doble filo que entra hasta
las junturas del ser y discierne los pensamientos y sentimientos del corazón
(cf. Hb 4, 12). Cuando la recibes tu ser se silencia para comunicarse. Palabra y silencio se reclaman mutuamente. Silencio y Palabra se remiten para darse cabida. La Palabra necesita del silencio; el silencio necesita de la Palabra.
A la Santísima Virgen María, primera consagrada a la contemplación del Amor de Dios y madre de toda consagración, se le anunció una espada que traspasaría su alma y dejaría al descubierto la intención de muchos corazones (cf. Lc 2, 35). En nosotros, pobres pecadores, la espada de la Palabra, recibida en el silencio de una auténtica acogida, nos abre a la sinceridad y a la verdad, visitando nuestras «voces calladas», nuestros «aullidos interiores» y llegando a descubrir los «reclamos» del hombre viejo. Pero también, porque es espada de doble filo, inicia en nosotros una curación sin vuelta atrás, porque ha sido enviada para no volver al Cielo sin cumplir su encargo (cf. Is 55, 11) y, entrando en nosotros, ella hace su camino más allá de nuestra pobre y, a veces, miope percepción.
En la Bendita Madre, el silencio de su virginidad visitado por la Palabra traspasó su vida entera, desde la Anunciación hasta la Cruz, desde Nazareth hasta Jerusalén, desde el pesebre hasta el Calvario. Ella fue la Mujer traspasada, la Madre del Hijo traspasado. Y nosotros, hijos de Eva, pero por la Pascua de Cristo hijos de María engendrados al pie de la Cruz, somos en la Iglesia testigos del poder transformador, curativo y salvífico de la Palabra pronunciada en la historia, acogida en el silencio, guardada en el asombro y constituida, de generación en generación, en la lámpara de nuestro camino hacia la Casa del Padre.
¡Alabado sea Jesucristo, encarnación de la Palabra y salvación para el mundo entero!
Lourdes Grosso García, M. Id
Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal
para la Vida Consagrada
Subsidio litúrgico para la Jornada "Pro Orántibus" en el día de la Santísima Trinidad, sacado de materiales para su celebración. (CEE)
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En este Domingo, Dies Domini, la Iglesia celebra a la Santísima Trinidad, misterio fontal de nuestra fe cristiana. El Santo Dios, Santo Fuerte y Santo Inmortal se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu, Misterio de Amor y de Luz por el cual vivimos, nos movemos y existimos.
Nuestra vida ajetreada y entregada a la misión apostólica que la Iglesia nos ha confiado puede deslizarse, en ocasiones, por la pendiente del activismo. Necesita pues espacios de calma y silencio, tiempos de oración y de paz. Un silencio y una oración donde acontezca con más claridad la Palabra del Señor, a quien se lo hemos entregado todo. Los monasterios y la misma vida monástica y eremítica son estos desiertos santos convertidos en vergel, donde la liturgia, el trabajo y la contemplación conducen al consagrado en Comunidad a ser testigo del Dios Vivo y Verdadero.
La presencia de Cristo Jesús, y el protagonismo de su Espíritu, producen radicalmente la alabanza y la comunión en el silencio de adoración.
Hoy bendecimos al Dios Trinidad por la vida contemplativa; en ella y por ella la Iglesia, Casa de Salvación, monta la guardia incesante del amor que espera al Amor que viene, que vino y que vendrá.
Preces
[A las preces completas de la Solemnidad se propone añadir estas tres específicas.]
• Por todos los consagrados a la contemplación del amor divino, para que el fuego del Evangelio, que arde en sus corazones, se avive de día en día para iluminar las tinieblas del mundo con el testimonio del amor más allá de todo. Oremos.
• Por cada familia cristiana, Iglesia doméstica y tierra de la primera siembra vocacional, para que, abiertas a la vida y al amor, a imitación de la Sagrada Familia de Nazareth, sean lugares donde se escucha con nitidez la llamada de Dios a la santidad bautismal en la consagración religiosa. Oremos.
• Por todos cuantos participamos en la belleza, verdad y bondad de esta Solemnidad, para que recibamos la gracia de ver aumentada nuestra fe, esperanza y caridad, y sigamos con determinación al Cordero de Dios, donde quiera que vaya. Oremos.
Monición de envío
En la comunión de la Iglesia hemos celebrado el Misterio de nuestra fe.
Somos el Pueblo adquirido por Dios, llamados a salir de la tiniebla para entrar en su luz maravillosa. ¡CRISTO, es nuestra Luz y nuestra Salvación! Unidos a todos los redimidos por su sangre y en la comunión de tantos hermanos y hermanas que viven el silencio contemplativo y la soledad sonora en sus conventos, monasterios y eremitorios, exultamos y bendecimos a la Santa Trinidad por el precioso don de sus vocaciones y manifestamos nuestro deseo de vivir para gloria de Dios y bien de todos los hombres, nuestros hermanos.
A la Santísima Virgen María le encomendamos el deseo de nuestro corazón:
¡Que el fuego del Amor divino arda en el mundo entero y todos conozcan su
Salvación!
Introducción a la Jornada "Pro Orántibus" de Monseñor Jesús Sanz Montes, Obispo de Huesca y de Jaca, Presidente de la C.E. para la Vida Consagrada, que se celebra en la solemnidad de la Santísima Trinidad, 18 de Mayo de 2008.
La Palabra en el silencio
Escuchar a Dios en la vida contemplativa
El Evangelio, como Palabra de Buena Nueva que Dios nos ha pronunciado para siempre en su Hijo, se hace fuego que ilumina y verbo que nos habla. Mientras que el silencio posibilita la escucha de una palabra, el mutismo acorrala en el rechazo que censura cualquier hablar. Así como la noche es un tiempo de espera al alba que cada día se nos da, la tiniebla es la imposición oscurecida que nos hurta siempre un deseado clarear. De este modo entendemos el bello relato de la Sabiduría cuando se nos dice: «Cuando un silencio lo envolvía todo, y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, saltó de tu trono real de los cielos a una tierra al exterminio» (Sab 18, 14-15). Toda la Historia de la Salvación pende de esta verdad expresada por el autor sapiencial: un silencio y una noche que han sido vencidos, ganados por una palabra acampada que nos ha traído la luz que no conoce ocaso. Dios ha puesto su tienda en medio de todas nuestras contiendas, salvando cualquiera de nuestros exterminios.
Dios nos acompaña hablándonos. Dios diluye nuestra soledad poniendo discreto su Palabra entre nosotros y en nosotros mismos, como si fuera un fuego hermano que ilumina y caldea los pasos de nuestra aventura humana y creyente. La Palabra de Dios es un fuego que se hace elocuente y luminoso a la vez, un fuego que alumbra sin deslumbrar, que purifica sin destruir.
Siempre estaremos en vilo en el trance de esperar y reconocer la Palabra para la que nacimos, una Palabra que por venir del mismo Dios quiso Él acallarla desde siempre para decírmela a mí y para decirla conmigo.
No en vano, la Palabra es el tema del próximo Sínodo de los Obispos en su XII Asamblea General Ordinaria, «la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». Hay una continuidad con el tema eucarístico del Sínodo anterior, por el estrecho nexo entre Palabra de Dios y Eucaristía.
Cada uno de nosotros somos una palabra del Señor dentro de esa gran conversación que es la Historia, aunque no pocas veces nos empeñemos en quedar mudos por decirnos demasiado a nosotros mismos y por no escuchar otras palabras hermanas, ni escuchar juntos los hablares del Señor. No obstante, hemos nacido para esa Palabra por antonomasia que es palabra de fuego, llama encendida. Esta es la novedad antigua y siempre por estrenar:
que Dios ha hablado, que no ha dejado de hablar y de tantos modos me ha dirigido su Palabra. Dios nos lo dijo todo en su Hijo bienamado como de modo misterioso se testifica a la orilla del Jordán (Mc 1, 11) y sobre el monte Tabor (Mc 9, 7). Era la Palabra por antonomasia en la que todo fue hecho (Col 1, 16) y en quien todo fue dicho (Jn 1, 1-3). Aquella Palabra aparentemente enmudeció en una muerte no fingida, en una muerte de cruz (Filp 2, 8). Pero esa Palabra vive y habla para siempre tras la resurrección.
Jesús mismo nos pidió que guardásemos sus palabras (Jn 14, 23), aunque la pequeñez frágil y vulnerable de nuestra vida hace que no siempre las entendamos o que fácilmente lleguemos a olvidar lo que a duras penas hemos entendido alguna vez. Y esta es la hermosa vocación de tantos hermanos nuestros que en la vida contemplativa claustral hacen de su silencio un espacio donde escuchar la Palabra de Dios. Precisamente en un mundo de tanto ruido y tanta prisa, estos hermanos y hermanas nos recuerdan eso único necesario que es preciso no olvidar jamás, cuando a los pies del Maestro divino escuchan su hablar llenando de sentido un silencio que se hace elocuente para ellos y para toda la Iglesia. Demos gracias al Señor por tan preciosa vocación consagrada.
† Jesús Sanz Montes, OFM
Obispo de Huesca y de Jaca
Presidente de la C.E. para la Vida Consagrada
Discurso que dirigió Benedicto XVI, el 10 de mayo en el Vaticano, a los participantes en el Congreso Internacional sobre la actualidad de la carta encíclica del Papa Pablo VI «Humanae Vitae», en su cuadragésimo aniversario.
Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
Con gran placer os acojo al final de los trabajos, en los que habéis reflexionado sobre un problema antiguo y siempre nuevo como es el de la responsabilidad y el respeto al surgir de la vida humana. Saludo en particular a mons. Rino Fisichella, rector magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense, que ha organizado este Congreso internacional, y le agradezco las palabras de saludo que me ha dirigido. Mi saludo se extiende a todos los ilustres relatores, profesores y participantes, que con su contribución han enriquecido estas jornadas de intenso trabajo. Vuestra aportación se inserta eficazmente en la producción más amplia que, a lo largo de los decenios, ha ido aumentando sobre este tema controvertido y, a pesar de ello, tan decisivo para el futuro de la humanidad.
El concilio Vaticano II, en la constitución Gaudium et spes, ya se dirigía a los hombres de ciencia invitándolos a aunar sus esfuerzos para alcanzar la unidad del saber y una certeza consolidada acerca de las condiciones que pueden favorecer "una honesta ordenación de la procreación humana" (n. 52). Mi predecesor, de venerada memoria, el siervo de Dios Pablo VI, el 25 de julio de 1968, publicó la carta encíclica Humanae vitae. Ese documento se convirtió muy pronto en signo de contradicción.
Elaborado a la luz de una decisión sufrida, constituye un significativo gesto de valentía al reafirmar la continuidad de la doctrina y de la tradición de la Iglesia. Ese texto, a menudo mal entendido y tergiversado, suscitó un gran debate, entre otras razones, porque se situó en los inicios de una profunda contestación que marcó la vida de generaciones enteras. Cuarenta años después de su publicación, esa doctrina no sólo sigue manifestando su verdad; también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema.
De hecho, el amor conyugal se describe dentro de un proceso global que no se detiene en la división entre alma y cuerpo ni depende sólo del sentimiento, a menudo fugaz y precario, sino que implica la unidad de la persona y la total participación de los esposos que, en la acogida recíproca, se entregan a sí mismos en una promesa de amor fiel y exclusivo que brota de una genuina opción de libertad. ¿Cómo podría ese amor permanecer cerrado al don de la vida? La vida es siempre un don inestimable; cada vez que surge, percibimos la potencia de la acción creadora de Dios, que se fía del hombre y, de este modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de la esperanza.
El Magisterio de la Iglesia no puede menos de reflexionar siempre profundamente sobre los principios fundamentales que conciernen al matrimonio y a la procreación. Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en la Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee.
La palabra clave para entrar con coherencia en sus contenidos sigue siendo el amor. Como escribí en mi primera encíclica, Deus caritas est: "El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima; (...) ni el cuerpo ni el espíritu aman por sí solos: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma" (n. 5). Si se elimina esta unidad, se pierde el valor de la persona y se cae en el grave peligro de considerar el cuerpo como un objeto que se puede comprar o vender (cf. ib.).
En una cultura marcada por el predominio del tener sobre el ser, la vida humana corre el peligro de perder su valor. Si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga que quiere someter al otro a los propios deseos e intereses, sin respetar los tiempos de la persona amada, entonces lo que se debe defender ya no es sólo el verdadero concepto del amor, sino en primer lugar la dignidad de la persona misma. Como creyentes, no podríamos permitir nunca que el dominio de la técnica infecte la calidad del amor y el carácter sagrado de la vida.
No por casualidad Jesús, hablando del amor humano, se remite a lo que realizó Dios al inicio de la creación (cf. Mt 19, 4-6). Su enseñanza se refiere a un acto gratuito con el cual el Creador no sólo quiso expresar la riqueza de su amor, que se abre entregándose a todos, sino también presentar un modelo según el cual debe actuar la humanidad. Con la fecundidad del amor conyugal el hombre y la mujer participan en el acto creador del Padre y ponen de manifiesto que en el origen de su vida matrimonial hay un "sí" genuino que se pronuncia y se vive realmente en la reciprocidad, permaneciendo siempre abierto a la vida.
Esta palabra del Señor sigue conservando siempre su profunda verdad y no puede ser eliminada por las diversas teorías que a lo largo de los años se han sucedido, a veces incluso contradiciéndose entre sí. La ley natural, que está en la base del reconocimiento de la verdadera igualdad entre personas y pueblos, debe reconocerse como la fuente en la que se ha de inspirar también la relación entre los esposos en su responsabilidad al engendrar nuevos hijos. La transmisión de la vida está inscrita en la naturaleza, y sus leyes siguen siendo norma no escrita a la que todos deben remitirse. Cualquier intento de apartar la mirada de este principio queda estéril y no produce fruto.
Es urgente redescubrir una alianza que siempre ha sido fecunda, cuando se la ha respetado. En esa alianza ocupan el primer plano la razón y el amor. Un maestro tan agudo como Guillermo de Saint Thierry escribió palabras que siguen siendo profundamente válidas también para nuestro tiempo: "Si la razón instruye al amor, y el amor ilumina la razón; si la razón se convierte en amor y el amor se mantiene dentro de los confines de la razón, entonces ambos pueden hacer algo grande" (Naturaleza y grandeza del amor, 21, 8).
¿Qué significa ese "algo grande" que se puede conseguir? Es el surgir de la responsabilidad ante la vida, que hace fecundo el don que cada uno hace de sí al otro. Es fruto de un amor que sabe pensar y escoger con plena libertad, sin dejarse condicionar excesivamente por el posible sacrificio que requiere. De aquí brota el milagro de la vida que los padres experimentan en sí mismos, verificando que lo que se realiza en ellos y a través de ellos es algo extraordinario. Ninguna técnica mecánica puede sustituir el acto de amor que dos esposos se intercambian como signo de un misterio más grande, en el que son protagonistas y partícipes de la creación.
Por desgracia, se asiste cada vez con mayor frecuencia a sucesos tristes que implican a los adolescentes, cuyas reacciones manifiestan un conocimiento incorrecto del misterio de la vida y de las peligrosas implicaciones de sus actos. La urgencia formativa, a la que a menudo me refiero, concierne de manera muy especial al tema de la vida. Deseo verdaderamente que se preste una atención muy particular sobre todo a los jóvenes, para que aprendan el auténtico sentido del amor y se preparen para él con una adecuada educación en lo que atañe a la sexualidad, sin dejarse engañar por mensajes efímeros que impiden llegar a la esencia de la verdad que está en juego.
Proporcionar ilusiones falsas en el ámbito del amor o engañar sobre las genuinas responsabilidades que se deben asumir con el ejercicio de la propia sexualidad no hace honor a una sociedad que declara atenerse a los principios de libertad y democracia. La libertad debe coROMA, viernes, 16 mayo 2008 (ZENIT.org).- njugarse con la verdad, y la responsabilidad con la fuerza de la entrega al otro, incluso cuando implica sacrificio; sin estos componentes no crece la comunidad de los hombres y siempre está al acecho el peligro de encerrarse en un círculo de egoísmo asfixiante.
La doctrina contenida en la encíclica Humanae vitae no es fácil. Sin embargo, es conforme a la estructura fundamental mediante la cual la vida siempre ha sido transmitida desde la creación del mundo, respetando la naturaleza y de acuerdo con sus exigencias. El respeto por la vida humana y la salvaguarda de la dignidad de la persona nos exigen hacer lo posible para que llegue a todos la verdad genuina del amor conyugal responsable en la plena adhesión a la ley inscrita en el corazón de cada persona.
Con estos sentimientos, os imparto a todos la bendición apostólica.
[Traducción del original italiano distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana
Análisis redactado por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, a un año de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada hace un año en el santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Brasil.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 14 de mayo de 2008
APARECIDA, A UN AÑO
VER
análisis redactado por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, a un año de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada hace un año en el santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Brasil.
Del 13 al 31 de mayo de 2007, realizamos la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe, en Aparecida. Poco después, se publicó el documento conclusivo, con el parecer favorable del Papa. Desde entonces, en todo el Continente se han desarrollado múltiples iniciativas para darlo a conocer, asumirlo y ponerlo en práctica. Los obispos mexicanos le hemos dedicado dos asambleas. Las diócesis lo están difundiendo, cada quien con sus iniciativas y recursos. En nuestra provincia de Chiapas, ya dimos talleres de tres días, aparte, para laicos, religiosas, seminaristas y presbíteros. En nuestra diócesis, lo estamos estudiando por decanatos, con catequistas y servidores, encontrando gran inspiración para fortalecer nuestro proceso de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu.
Sin embargo, muchas personas desconocen este documento, que marcará la pastoral de la Iglesia por diez o quince años al menos. Algunos agentes de pastoral, quizá saturados de trabajo, no le han dado la importancia que merece. Unos pocos, casados con sus esquemas mentales, lo menosprecian; no está abierto su corazón a los caminos nuevos por donde nos lleva el Espíritu Santo. Se consideran de avanzada, pero están muy anclados en el pasado.
JUZGAR
En el documento decimos:“Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza” (362).
Hay que pasar “de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera, … con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (370). “No se trata sólo de estrategias para procurar éxitos pastorales, sino de la fidelidad en la imitación del Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos, deseoso de comunicar vida en cada rincón de la tierra” (372).
ACTUAR
Son múltiples las personas y los ambientes a los que ha de llegar el Evangelio: Familias, niños, adolescentes, jóvenes, ancianos, mujeres, medio ambiente, educación, medios de comunicación, cultura, nuevos areópagos y centros de decisión, católicos en la vida pública, pastoral urbana, personas que viven en las calles, migrantes, adictos dependientes, enfermos, detenidos en las cárceles, infectados por el sida.
“¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de ‘sentido’, de verdad y amor, de alegría y de esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente” (548). “Es un afán y anuncio misioneros que tiene que pasar de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad” (550).
Se nos pide “poner a la Iglesia en estado permanente de misión” (551)… “no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo. Recobremos el valor y la audacia apostólicos” (552).
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
http://www.diocesisancristobal.com.mx
© 2008 CEM :: CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO
ZENIT publica el discurso que dirigió Benedicto XVI en la audiencia que concedió a los participantes del Forum de las Asociaciones Familiares y a la Federación Europa de las Asociaciones Familiares Católicas (FAFCE), el viernes 16 de Mayo de 2008.
[En italiano:]
Queridos hermanos y hermanas:
Gracias por vuestra visita, que me permite conocer la actividad que desarrollan vuestras beneméritas asociaciones, integrantes del Forum de las Asociaciones Familiares y de la Federación Europea de las Asociaciones Familiares Católicas. A cada uno de vosotros, mi cordial saludo; en primer lugar al presidente del Forum, el abogado Giovanni Giacobbe, a quien agradezco las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Este encuentro tienen lugar con ocasión de la celebración anual de la Jornada Internacional de la Familia, señalada el 15 de mayo. Para subrayar la importancia de tal momento, habéis querido organizar un Congreso con un tema de relevante actualidad: «La alianza por la familia en Europa: el asociacionismo protagonista», a fin de confrontar las experiencias entre las diversas formas asociativas familiares, con el objetivo de sensibilizar a los gobernantes y a la opinión pública sobre el papel central e insustituible que tiene la familia en nuestra sociedad. En efecto, como justamente observáis, una acción política que desee mirar previsoramente el futuro, no puede dejar de situar a la familia en el centro de su atención y de su programación.
[En francés:]
Este año, como bien sabéis, se celebra el 40º aniversario de la Encíclica Humanae vitae y el 25º de la promulgación de la Carta de los derechos de la Familia, presentada por la Santa Sede el 22 de octubre de 1983. Dos documentos idealmente ligados entre sí, porque si el primero subraya con fuerza, yendo a contracorriente de la cultura dominante, la calidad del amor de los esposos, no manipulado por el egoísmo y abierto a la vida, el segundo pone en evidencia los derechos inalienables que permiten a la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, ser la cuna natural de la vida humana. En particular, la Carta de los derechos de la Familia, dirigida principalmente a los gobiernos, ofrece, a quien está investido de responsabilidades en orden al bien común, un modelo y un punto de referencia para la elaboración de una adecuada legislación política de la familia. Al mismo tiempo, se dirige a todas las familias inspirando a que se unan en la defensa y promoción de sus derechos. Y vuestro asociacionismo, al respecto, puede representar un instrumento cuánto más oportuno para realizar mejor el espíritu de la citada Carta de los derechos de la Familia.
[En alemán:]
El amado pontífice Juan Pablo II, con razón llamado también el «Papa de la familia», repetía que «el futuro de la humanidad se fragua en la familia» (Familiaris consortio, 86). Subrayaba con frecuencia el valor insustituible de la institución familiar, según el plan de Dios Creador y Padre. También yo, precisamente en el inicio de mi pontificado, al abrir el 6 de junio de 2005 el Congreso de la diócesis de Roma dedicado precisamente a la familia, recalqué que la verdad del matrimonio y de la familia hunde sus raíces en la verdad del hombre y ha tenido su realización en la historia de la salvación, en cuyo centro está la palabra: «Dios ama a su pueblo». La revelación bíblica, en efecto, es ante todo expresión de una historia de amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres. He aquí por qué la historia del amor y de la unión entre un hombre y una mujer en la alianza del matrimonio ha sido asumida por Dios como símbolo de la historia de la salvación. Precisamente por esto, la unión de vida y de amor, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, que constituye la familia, representa un bien insustituible para toda la sociedad, que no hay que confundir ni equiparar a otros tipos de unión.
[En inglés:]
Bien sabemos cuántos desafíos enfrentan hoy las familias, qué difícil es realizar, en las condiciones sociales modernas, el ideal de fidelidad y de solidez del amor conyugal, tener hijos y educarles, conservar la armonía del núcleo familiar. Si gracias a Dios existen ejemplos luminosos de familias firmes y abiertas a la cultura de la vida y del amor, no faltan lamentablemente, e incluso van en aumento, las crisis matrimoniales y familiares. Desde muchas familias, que se encuentran en condiciones de preocupante precariedad, se eleva, a veces hasta inconscientemente, un grito, una petición de ayuda que interpela a los responsables de las administraciones públicas, de las comunidades eclesiales y de las distintas agencias educativas. Por lo tanto es cada vez más urgente el empeño de unir fuerzas para sostener, con todo medio posible, a las familias desde el punto de vista social y económico, jurídico y espiritual. En este contexto me agrada subrayar y alentar iniciativas y propuestas planteadas en vuestro Congreso. Me refiero, por ejemplo, al plausible empeño de movilizar a los ciudadanos en apoyo de la iniciativa «Una fiscalidad a medida de la familia», a fin de que los gobiernos promuevan una política familiar que ofrezca la posibilidad concreta a los padres de tener hijos y educarles en familia.
[En italiano:]
La familia, célula de comunión como fundamento de la sociedad, para los creyentes es como una «pequeña iglesia doméstica», llamada a revelar al mundo el amor de Dios. Queridos hermanos y hermanas: ayudad a las familias a ser signo visible de esta verdad, a defender los valores inscritos en la propia naturaleza humana y por lo tanto comunes a toda la humanidad, esto es, la vida, la familia y la educación. No se trata de principios derivados de una confesión de fe, sino de la aplicación de la justicia que respeta los derechos de cada hombre. ¡Ésta es vuestra misión, queridas familias cristianas! ¡Que jamás desfallezca vuestra confianza en el Señor y la comunión con Él en la oración y en la referencia constante a su Palabra! Seréis así testigos de su Amor, no apoyándoos simplemente en recursos humanos, sino firmemente en la roca que es Dios, vivificados por el poder de su Espíritu. Que María, Reina de la Familia, guíe como luminosa Estrella de esperanza el camino de todas las familias de la humanidad. Con estos sentimientos con sumo agrado os bendigo a cuantos estáis aquí presentes y a cuantos forman parte de las diversas asociaciones que representáis.
[Traducción del original plurilingüe por Marta Lago.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Día 14 de Mayo
Sábado. Fiesta: San Matías, apóstol
Dios nos ama
El breve pasaje del evangelio según san Juan, que la Liturgia nos presenta en la festividad de san Matías, ofrece unas palabras de Nuestro Señor durante la Última Cena con sus Discípulos, cargadas de riqueza, que se podrían comentar largamente. Fijémonos, en esta ocasión, en la idea inicial del breve discurso que hoy consideramos: Dios nos ama. Con toda razón hemos de decir que somos objeto del cariño divino. Nuestro Creador y Señor –sin dejar de serlo– nos ama con un amor personal, con un amor a la manera del amor que el Padre eterno tiene a su Hijo unigénito, Segunda persona de la Trinidad Beatísima.
Es de justicia mostrar a Dios, desde lo más profundo de nuestro ser, una gratitud rendida. Ciertamente no hay palabras que puedan expresar como conviene la bondad de Dios con su criatura humana; como tampoco nuestros sentimientos son capaces de vibrar adecuadamente en consonancia con el inapreciable tesoro recibido. Querríamos, sin embargo, saber corresponder; y, bien consientes de la pequeñez nuestra, se lo decimos sencillamente a nuestro Padre Dios, con las torpes palabras que nos broten del corazón al intentarlo; con nuestros pobres sentimientos –toscos, sin duda–, aunque, a veces, nos llenen el alma.
Es necesario pensarlo muchas veces, volver una y otra vez con la imaginación a esas escenas que nos cuentan los evangelios, cuando Jesús insiste en que Dios ha querido hacernos objeto de su amor. En ocasiones las palabras de Jesús muestran una particular ternura –reflejo de los sentimientos de su corazón–, que, en cierta medida, nos ayuda a entender algo de ese amor de Dios inmenso por sus hijos los hombres: no estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir. (...) No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Fomentemos la fe; pidamos a Dios esa visión sobrenatural de nuestra vida, que nos haga reconocernos contemplados, protegidos, permanentemente estimulados por un Amor tierno y omnipotente.
—¡Dios es mi Padre! —Si lo meditas, no saldrás de esta consoladora consideración.
—¡Jesús es mi Amigo entrañable! (otro Mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón.
—¡El Espíritu Santo es mi Consolador!, que me guía en el andar de todo mi camino.
Piénsalo bien. —Tú eres de Dios..., y Dios es tuyo.
De esta manera se expresaba san Josemaría, ejemplo de confianza y abandono feliz en Nuestro Señor. "Sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte", solía afirmar que vivía, sabiéndose entrañablemente querido por el Señor del mundo y de la historia. Tampoco queremos nosotros abandonar nunca estas consideraciones. Deseemos, por la fe y la esperanza, vivir de ellas. Permaneced en mi amor, aconseja el Señor a los suyos. Claro, que ha de ser un amor con obras, si queremos que sea verdadero amor. Pero antes, posiblemente debemos contemplar a Dios queriéndonos; fijarnos en Él y recrearnos con el pensamiento de que somos objeto de las delicias de un cariño imposible de expresar con palabras, y que, como auténticos infantes, no tenemos capacidad de apreciarlo.
Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos! San Juan, el "discípulo amado", animaba así a un grupo de los primeros cristianos. Por sí mismo había tenido buena experiencia del amor de Jesús durante los tres años de su vida pública. Parecía persuadido de que la caridad entre los hombres –signo inequívoco de los buenos discípulos– sería una consecuencia inmediata en la vida de los que valorasen el amor que nos tiene Dios. En efecto, el cariño nos "arrastra" a los hombres. Sentimos el deseo de corresponder al amor recibido y, en la medida en que lo valoramos, nos sentimos también dispuestos a amar cada vez más generosamente, olvidados de nosotros mismos.
El consejo de san Juan: mirad qué amor..., parece bueno y gratificante, pero es necesario –imprescindible– poner atención, detenerse con la pausa necesaria, hasta apreciar adecuadamente, como dice este apóstol, el amor tan grande que nos han mostrado el Padre. Nos hace falta un momento de sosegada contemplación. Si no, por lamentable y triste que resulte, todo lo que Dios nos quiere, puede ser tan infecundo para nosotros, como la lluvia generosa para una roca dura e impenetrable y, por ello, incapaz de fructificar. Necesitamos cada día unos momentos de oración.
Santa María se admira. Atiende sin perder detalle las palabras de Gabriel y comprende muy bien la singular predilección de que ha sido objeto. Luego, agradecida, exulta de gozo: Mi alma alaba al Señor...
NOVEDADES FLUVIUM
Día 18 de Mayo
VIII Domingo. Solemnidad: La Santísima Trinidad
Dios espera a todo hombre y sólo a los hombres
Hoy, domingo de la Santísima Trinidad, tenemos –conducidos por la Iglesia– una vez más, la ocasión de estallar en acciones de gracias por sabernos tan admirablemente creados. Las palabras del Señor que nos brinda san Juan nos hablan del interés que hemos tenido los hombres para Dios. Jesucristo lo afirma con sencillez: Dios empleó en favor de los hombres para que pudieran salvarse lo más querido para El, su propio Hijo, que también es Dios. Es imposible pensar en un precio mayor por lograr lo que se quiere.
El amor de Dios por nosotros no es, en todo caso, de interés por algo nuestro de lo que El carezca, como si pudiéramos con eso enriquecer a Dios. Su amor, de pura benevolencia, busca nuestro bien. Como Padre que es, habiéndonos concedido la existencia, a una vida inigualable a imagen y semejanza de la suya, quiere el pleno y definitivo establecimiento de esa vida suya –divina– en cada hombre, a pesar del pecado.
La Revelación nos dice que los hombres, menospreciando ese proyecto del Creador, desobedecieron. No quiso el hombre aceptar lo que Dios, su autor bueno, le proponía. Por el contrario, desconfió de Dios, pensando que por sí mismo podría organizarse un destino mejor. Esta desconfianza, consumada por la desobediencia rebelde a Dios, es el pecado. Desde el primer pecado –pecado original– los hombres se dejan arrastrar no pocas veces por el atractivo de imponer su voluntad, aunque sea contraria a la divina. Cada vez que pecamos negamos la sabiduría y bondad infinitas de Nuestro Creador. Aunque no lo pensemos expresamente, actuando contra su voluntad, nos consideremos arrogantemente por encima Él en sabiduría, a la vez que lo tachamos de mal padre que no quiere a sus hijos. Nos permitimos poner en entredicho su amor.
Animados por el ejemplo de nuestra Madre, Virgen Fiel, deseemos ser dóciles cuando descubrimos, movidos internamente por el Espíritu Santo, lo que más agradará a Dios entre las distintas conductas posibles. Le pedimos que aumente nuestra fe para vivir seguros mientras nos esforcemos por hacer sencillamente lo que le agrada. Que nada nos consuele tanto como haber buscado amar a Dios con obras. Que no perdamos la paz entonces, aunque materialmente, ante el mundo –que valora con criterios solamente terrenos–, nuestra vida no sea exitosa. Que sintamos intranquilidad, en cambio, cada vez que, recibiendo el aplauso de la gente o gozando humanamente de la vida, no tengamos claro, sin embargo, si estamos agradando también a Nuestro Padre Dios.
Jesucristo, Dios y modelo humano de cada uno, nos ha precedido en ese camino sobre la tierra al que los hombres hemos sido llamados: el de agradar a Dios, amándole sobre todas las cosas, en cada momento y circunstancia de la vida. Será entonces una existencia trinitaria la nuestra: de amor filial al Padre, imitando al Hijo, movidos por el Espíritu Santo. Para una vida así nos pensó Dios. Para una vida que no es posible vivir con facultades solamente humanas. Por eso aseguró Jesús a sus discípulos: Sin mí no podéis hacer nada. Y san Pablo reconoce: ... porque, sin tu ayuda, Señor, no podemos agradarte.
Demos gracias a Dios en este día. Nuestro Creador se nos ha revelado admirablemente. No sólo nos hizo vivir, como a tantos otros seres. Nos ha mostrado además que en la intimidad de tres personas vive un solo Dios y que se nos ofrece para toda la eternidad. A ese Dios ya lo tenemos al alcance de nuestro afecto y, si le dejamos, plasma más y más su amor en cada uno.
—¡Dios es mi Padre!, aseguraba san Josemaría.—Si lo meditas, no saldrás de esta consoladora consideración.
—¡Jesús es mi Amigo entrañable! (otro Mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón.
—¡El Espíritu Santo es mi Consolador!, que me guía en el andar de todo mi camino.
Piénsalo bien. —Tú eres de Dios..., y Dios es tuyo.
Este domingo de la Santísima Trinidad es tal vez una ocasión especialmente apropiada para fomentar las acciones de gracias desde el silencio de nuestro corazón. Gracias al Padre; que nos acoge con entrañas paternas, mejor que el más cariñoso padre de este mundo: nos ha engendrado a la vida, nos protege, y nos perdona si arrepentidos volvemos a El como el hijo pródigo. Gracias al Hijo; que como Primogénito nos enseña con su ejemplo y, siendo inocente, ha dado –obediente– su vida cargando con las culpas de toda la humanidad. Gracias al Espíritu; Señor y Dador de Vida: de la vida sobrenatural que nos hace vivir en Dios y hace que Dios viva en nosotros.
Gracias, en fin, a Santa María, nuestra Madre, Abogada y Señora. Nadie como Ella –así lo ha querido Dios–, nos conduce, con dulzura y fortaleza, a la Trinidad Beatísima; siendo la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y la Esposa de Dios Espíritu Santo.
NOVEDADES FLUVIUM
ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la Liturgia de la Palabra del domingo, 18 de Mayo de 2008, Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Domingo de la Trinidad
Éxodo 34, 4b-6.8-9; 2 Corintios 13, 11-13; Juan 3, 16-18
La Trinidad, escuela de relación
¿Por qué los cristianos creen en la Trinidad? ¿No es ya bastante difícil creer que existe Dios como para añadirnos el enigma de que es «uno y trino»? A diario aparece quien no estaría a disgusto con dejar aparte la Trinidad, también para poder así dialogar mejor con judíos y musulmanes que profesan la fe en un Dios rígidamente único.
La respuesta es que los cristianos creen que Dios es trino ¡porque creen que Dios es amor! Si Dios es amor debe amar a alguien. No existe un amor al vacío, sin dirigirlo a nadie. Nos interrogamos: ¿a quién ama Dios para ser definido amor? Una primera respuesta podría ser: ¡ama a los hombres! Pero los hombres existen desde hace algunos millones de años, no más. Entonces, antes, ¿a quién amaba Dios? No puede haber empezado a ser amor desde cierto momento, porque Dios no puede cambiar. Segunda respuesta: antes de entonces amaba el cosmos, el universo. Pero el universo existe desde hace algunos miles de millones de años. Antes de entonces, ¿a quién amaba Dios para poderse definir amor? No podemos decir: se amaba a sí mismo, porque amarse a uno mismo no es amor, sino egoísmo, o como dicen los psicólogos, narcisismo.
He aquí la respuesta de la revelación cristiana. Dios es amor en sí mismo, antes del tiempo, porque desde siempre tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. En todo amor hay siempre tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado y el amor que les une. Allí donde Dios es concebido como poder absoluto, no existe necesidad de más personas, porque el poder puede ejercerlo uno solo; no así si Dios es concebido como amor absoluto.
La teología se ha servido del término naturaleza, o sustancia, para indicar en Dios la unidad, y del término persona para indicar la distinción. Por esto decimos que nuestro Dios es un Dios único en tres personas. La doctrina cristiana de la Trinidad no es un retroceso, un pacto entre monoteísmo y politeísmo. Al contrario: es un paso adelante que sólo el propio Dios podía hacer que lo diera la mente humana.
La contemplación de la Trinidad puede tener un precioso impacto en nuestra vida humana. Es un misterio de relación. Las personas divinas son definidas por la teología «relaciones subsistentes». Significa que las personas divinas no tienen relaciones, sino que son relaciones. Los seres humanos tenemos relaciones -entre padre e hijo, entre esposa y esposo, etcétera--, pero no nos agotamos en esas relaciones; existimos también fuera y sin ellas. No así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La felicidad y la infelicidad en la tierra dependen en gran medida, lo sabemos, de la calidad de nuestras relaciones. La Trinidad nos revela el secreto para tener relaciones bellas. Lo que hace bella, libre y gratificante una relación es el amor en sus diferentes expresiones. Aquí se ve cuán importante es que se contemple a Dios ante todo como amor, no como poder: el amor dona, el poder domina. Lo que envenena una relación es querer dominar al otro, poseerle, instrumentalizarlo, en vez de acogerle y entregarse.
Debo añadir una observación importante. ¡El Dios cristiano es uno y trino! Ésta es, por lo tanto, asimismo la solemnidad de la unidad de Dios, no sólo de su trinidad. Los cristianos también creemos «en un solo Dios», sólo que la unidad en la que creemos no es una unidad de número, sino de naturaleza. Se parece más a la unidad de la familia que a la del individuo, más a la unidad de la célula que a la del átomo.
La primera lectura de la Solemnidad nos presenta al Dios bíblico como «misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad». Éste es el rasgo que reúne más al Dios de la Biblia, al Dios del Islam y al Dios (mejor dicho, la religión) budista, y que se presta más, por ello, a un diálogo y a una colaboración entre las grandes religiones. Cada sura del Corán empieza con la invocación: «En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo». En el budismo, que desconoce la idea de un Dios personal y creador, el fundamento es antropológico y cósmico: el hombre debe ser misericordioso por la solidaridad y la responsabilidad que le liga a todos los vivientes. Las guerras santas del pasado y el terrorismo religioso del presente son una traición, no una apología, de la propia fe. ¿Cómo se puede matar en nombre de un Dios al que se continúa proclamando «el Misericordioso y el Compasivo»? Es la tarea más urgente del diálogo interreligioso que juntos, los creyentes de todas las religiones, deben perseguir por la paz y el bien de la humanidad.
[Traducción del original italiano por Marta Lago]
Entrevista a Fernando Giménez, Vicesecretario para Asuntos Económicos de la CEE, publicada en el Boletín "xtantos" MARZO 2008, recibido para su difusión con los materiales para la campalña de concienciación sobre el sosteniemiento de la Iglesia en España.
El valor de un gesto
BENJAMÍN ROMERO
Fernando Giménez Barriocanal fue elegido por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Vicesecretario para Asuntos Económicos, hace cerca de dos años. Es profesor y Decano de la Facultad de Ciencias económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid, está casado y tiene cinco hijos. Él conoce, como pocos, la economía de la Iglesia. Lleva en la Conferencia Episcopal cerca de 20 años en estos temas. Nos da su opinión sobre el sostenimiento económico actual de la Iglesia y el futuro del mismo.
-Pregunta: La financiación de la Iglesia en estos momentos: ¿de qué y de quién depende? -Respuesta: La financiación de la Iglesia depende de la voluntad de aquellos que quieren colaborar con la Iglesia, es decir de los fieles, de los católicos y también a través de la declaración de la renta de aquellas personas que aprecian la labor de la Iglesia.
-P: ¿Qué supone para la Institución eclesiástica poner la X cuando un sujeto se enfrenta a la declaración de la renta?
-R: Supone que de cada 1.000 euros que en teoría tendría que pagar, siete van a ir destinados a la labor de la Iglesia católica. Esto supone al cabo del año 150 millones de euros, de esta manera se cubre casi un 25 por ciento de las necesidades ordinarias de las diócesis españolas.
-P: A parte de la financiación a través del IRPF, ¿qué otros fondos tiene la Iglesia para su financiación?
-R: La mayoría de los fondos de los que dispone la Iglesia dependen de las aportaciones directas de los fieles. Más de un 70 por ciento de los recursos propios de la Iglesia provienen de las aportaciones, ya sean las colectas, también gracias al fomento de las suscripciones periódicas de las personas que deciden, a través de un recibo, que una parte de su dinero vaya destinado a favor de la Iglesia Católica. Sólo un pequeño porcentaje deriva de los fondos propios de la Iglesia.
-P: A lo largo de la historia la financiación de la Iglesia ha sufrido muchos cambios. ¿Este formato con el que se financia la Institución Católica va a cambiar en los próximos años?
–R: El futuro es difícil de prever. Es verdad que hubo una primera parte donde la Iglesia participó básicamente de las aportaciones de los fieles mediante herencias y demás. En el siglo XIX se produce la desamortización y por lo tanto la pérdida de todos los bienes que tenía la Iglesia Católica. Más adelante se sustituyó por un sistema de colaboración directa del estado; finalmente con la firma en el año 1979 ya con un estado aconfesional y con vigencia de la Constitución, se estableció un sistema de colaboración del estado. Ahora mismo se acaba de modificar; la Iglesia sólo recibe lo que los contribuyentes deciden, no existe un complemento por parte del estado y esto es lo que hemos venido desarrollando en los últimos años, crear, en la medida de lo posible, un camino donde la Iglesia pueda obtener los recursos necesarios para su financiación. El futuro está en el aire, lo que sí que es verdad es cada día más la financiación depende de los fieles, de los católicos y de todos aquellos que valoran la actividad de la Iglesia.
-P: ¿Cómo se podría hacer un llamamiento al resto de personas no católicas, pero que sí creen en la labor que realiza la Iglesia Católica y que con su aportación pueden ayudar considerablemente la labor de la Institución eclesiástica?
-R: La Iglesia hace una labor estrictamente pastoral de anuncio de la buena noticia y de vivencia de la Fe, es una labor interna de la Iglesia. Pero todo lleva a desplegar una inmensa labor en beneficio de la sociedad. Hay que pensar en todos los colegios, de los que son beneficiarios muchas personas, que en muchas ocasiones, no son católicas. Hay que pensar en toda la labor social que se desarrolla directamente por la diócesis o a través de instituciones tan importantes como Cáritas o Manos Unidas. Aquellas personas que no son católicas pero que aprecian la inmensa labor a favor de los más necesitados: en las cárceles, en los pobres, de reinserción de tantos colectivos que socialmente están poco protegidos. Esa labor es muy valorada en toda la sociedad por tanto, creo que es lógico que aquellas personas que aun no siendo católicas, sean conscientes de la inmensa labor que llevan a cabo las instituciones de la Iglesia y colaboren con nosotros, ya sea marcando la X en la Declaración de la Renta o con otras vías como suscribirse para otras actividades.
-P: ¿Puede cambiar el modelo de financiación dependiendo del partido que gobierne en España?
-R: Yo creo que no. Hay un acuerdo internacional suscrito entre dos estados con un apoyo masivo del Parlamento. La Iglesia siempre trabaja en régimen de colaboración que es lo que marca la Constitución española con los pode-res públicos, por tanto ya sea el gobierno que se encuentre en el poder en los próximos cuatro años, es obligación de ambas partes llegar a acuerdos. No creo que se produzcan grandes cambios en los años venideros, si bien, el futuro está por venir.
-P: ¿Se podría hacer mejor?
-R: Todo se puede hacer mejor, sin duda alguna. Yo creo que todo es mejorable y en ese sentido nosotros estamos en permanente comunicación tanto con el Ministerio de Economía y Hacienda como con otros para mejorar los sistemas de Declaración de la Renta. Queremos mejorar el sistema para que todo el mundo que quiera, pueda asignar una ayuda a favor de la Iglesia Católica y en ese sentido cada año se introducen algunas mejoras para beneficiar tanto a las Instituciones Católicas como al fiel que necesita de ellas.
-P: Como responsable de Economía de la Conferencia Episcopal: ¿Qué deseo tiene para conseguir una financiación exquisita para la Iglesia durante los próximos años?
-R: Nuestro máximo objetivo sería el de conseguir informar a toda la sociedad sobre la realidad de la Iglesia y concienciar a todas las personas que así lo deseen que entre todos tenemos que sostener a la Iglesia. Estoy absolutamente convencido que si somos capaces de dar esa información y concienciar que el tema de la economía no es un tema tabú, daremos entre todos un paso fundamental para que la Iglesia consiga por sí misma los recursos que necesita para su sostenimiento.
Guión litúrgico para el Día de la Caridad (Corpus Christi) que nos ha sido enviado con los materiales para celebrar esta jornada.
MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy celebramos solemnemente el misterio eucarístico, que es sacramento de cartidad. Todo el amor de Cristo concentrado en el sol del pan y del vino sacramentados. Es un misterio que debemos creer, celebrar y vivir (Sacramentum caritatis). Misterio, porque nos desborda y nos asombra. El Espíritu y la caridad son el alma de este misterio. Por amor se entrega Jesús y se queda con nosotros. En la Eucaristía nos alimentamos de amor, en todas sus dimensiones. Por eso la Eucaristía entraña un compromiso con los pobres, con los excluidos, sin bienes ni derechos.
Entre ellos hoy nos fijamos particularmente en la marginación de la mujer, especialmente vulnerable y "utilizada”. Sin duda la mayor parte de los sin-derecho llevan nombr