Comentario al evangelio (Mt 8, 18-22) del lunes de la décimotercera semana del Tiempo Ordinario, sacado del libro "Enséñame tus caminos" de Guillermo Gutíerrez.
Un estilo nuevo
Leído este pasaje en frío puede hacer pensar que se proponen unas exigencias inhumanas. Hay que leerlo en su contexto. Lo que Jesús pide es una disposición decidida y firme para liberarse de toda clase de ataduras o esclavitudes materiales para llegar a un estilo de vida libre, con una personalidad enriquecida sin dependencia de nada, para un compromiso superior.
Las condiciones del seguimiento son inequívocas, directas e incisivas. Parten del presupuesto que en el fondo de todo hombre existe una gran base de generosidad y capacidad de heroísmo con aspiraciones a más. Altas metas de exigencia potencian la voluntad mientras que unas metas bajas de entrada producen desmoralización y desengaño. El gran atractivo y garra del evangelio consisten en su continua exigencia de más como imperativo del amor. Las renuncias que se piden no son pura renuncia ni represión, sino presupuesto ventajoso: renunciar a todo para poseer el Todo. Si Jesús se ofrece a sí mismo no es extraño que exija subordinar el resto.
Un anónimo entusiasta promete seguimiento incondicional. Jesús advierte que la empresa no es fácil. No debe, por tanto, hacerse depender del entusiasmo coyuntural sin valoración de posibilidades y consecuencias. Y aconseja reflexión. Seguirle equivale a no poseer nada, carecer de lo que no les falta a las aves del cielo ni a las bestias del campo. Pone al entusiasmo sordina de madura reflexión: es racional y humano.
A otro innominado, quien sin duda consideró maduro, le dijo sin paliativos: «Sígueme». Sorprendido el candidato pide tiempo y rémora. No se significa el acto material de dar sepultura a sus padres, sino el aplazamiento indefinido que exige acompañar a los padres en la vejez. Jesús insiste en su requerimiento de urgencia. No niega los compromisos sociales. Simplemente los sublima. En el ranking de valores el primer lugar lo ocupa el anuncio del Evangelio. Si Dios lo pide, él llenará el vacío dejado por quien lo deja todo para seguirle. Seguirle es una opción consciente para empezar cada día donde se terminó el anterior y seguir adelante.