Lunes, 30 de junio de 2008

Comentario al Evangelio (Mt 8, 28-34) del miércoles de la décimo tercera semana del Tiempo Ordinario, publicado en el libro "Enséñame tus caminos" de Guillermo Gutierrez.

 

Conflicto de intereses

 

Dos hombres violentos sembra­ban en toda la comarca un terror semejante al del legendario «Lobo de Gubbia». Nadie se atrevía a transitar por el camino. Jesús predicaba por allí y esta circunstancia le hizo vivir de cerca la situación para demostrar su poder sobre el mal.

 

Existen muchos males y el malo que los inspira. El malo aparece aquí como un ser concreto, dotado de capacidad para descubrir en Jesús un poder contra el que nada puede. Los demonios de este mundo tienen la extraña facultad de afirmar a Dios en el momento mismo en que le niegan. ¿A qué blasfemar o indignarse contra quien dicen estar seguros que no existe? Sobre Dios o el demonio es incompetente cualquier incrédulo.

 

La exégesis se encuentra ante un extraño episodio teñido de magia al que no parece fácil dar una explicación literal coherente. Los espíri­tus liberan a los dos energúmenos pero se apoderan de los puercos y és­tos se precipitan en el mar. ¿Es esto serio? Como ya hemos indicado (4 Semana: lunes), la explicación más coherente y plausible es la facilitada por C. Gagnon:

 

Probablemente se trata de dos acontecimientos acaecidos indepen­dientemente en distintas fechas pero yuxtapuestas en el relato para ex­plicar el uno por el otro y sacar una conclusión de orden moral. Sucede algo así como cuando, vgr., después de una larga sequía llega de visita un amigo y llueve. Se le dice: «¡Nos has traído la lluvia!». Una manada de cerdos muere ahogada. Aparece Jesús por allí y libera a los energúme­nos. La gente relaciona los dos acontecimientos como causa y efecto. Por eso los damnificados piden a Jesús que se aleje.

 

Para llegar a Dios es preciso liberarse del mal que aparca y posee. Desearíamos un mundo más justo, pacífico, fraternal... Lo difícil no son los deseos sino la lucha contra el mal que nos hace injustos o agresivos. Jesús viene en ayuda de nuestra debilidad porque él se demuestra superior a todas las fuerzas del mal.


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Comentario al Evangelio (Mt 8, 23-27) del martes de la décimo tercera semana del Tiempo Ordinario publicado en el libro "Enseñama tues caminos" de Guillermo Gutiérrez.

 

¿Por qué teméis?

 

Los antiguos atribuían fácilmente las catástrofes naturales a fuerzas personificadas de la naturaleza que llamaban «dioses». El poder de Jesús es superior a esas fuerzas y si él lo ordena incluso el mar y los vientos le obedecen.

 

Nada carece de sentido. ¿Por qué se desencadenó la tormenta mientras Jesús dormía o por qué se quedó dormido si sabía que iba a venir la tormenta? ¿Por qué sigue profundamente dormido a pesar de los ban­dazos de la barca y sólo despierta a los gritos desesperados de los suyos?

 

Los apóstoles tenían fe, de lo contrario no hubieran acudido a él. Pero tenían poca fe, de lo contrario no hubieran tenido miedo. Si la fe ver­dadera es capaz de trasladar las montañas, la fe débil de los apóstoles no pudo ni permanecer serena ante el alboroto del mar. Hay en este pasaje varios elementos superpuestos que completan el episodio en toda su dimensión.

 

Hay en primer lugar una lancha de pescadores que cruza el lago y peligra mientras Jesús duerme y los suyos se angustian. Hay otra barca -la Iglesia, desde los tiempos de Tertuliano— donde los remeros temen mientras el Señor de la barca vela. Los remeros no siempre están de acuerdo sobre la dirección de los vientos o gravedad de la amenaza. Hay discrepancias dentro que agravan los embates de fuera.

 

Importa sentar que el miedo es más psicológico que real. La reac­ción de Jesús en el lago no calma primero los elementos amenazantes para instruir luego a los atemorizados discípulos. Lo más urgente es co­rregir su falta de fe, infundir confianza en su presencia poderosa y vigi­lante aunque parezca que duerme. «¿Por qué teméis, hombres de poca fe?». Restablecida la calma exterior, es el momento de imponer silencio al viento. Navegar en la Iglesia a través de las tormentas del tiempo sig­nifica haberse enrolado con Jesús siguiendo su misma suerte. No hay que temer, fluctuar nec mergitur: No puede hundirse, pero la seguridad no exime del esfuerzo.

 

Las tormentas pueden desencadenarse en cualquier momento y los vientos adversos  pueden soplar de todas las direcciones. Jesús vive en su Iglesia esperando actuar por sus compañeros de singladura que no pue­den esperar pasivos.


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Domingo, 29 de junio de 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - A lo largo de la última Asamblea General anual de las Obras Misionales Pontificias, realizada en Roma del 19 al 21 de mayo, como de costumbre se han examinado las peticiones de ayudas y, en base a la disponibilidad, se han asignado las siguientes:

Pontificia Obra de la Propagación de la Fe

A la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe (POPF) llegan cada año un promedio de 6.000 proyectos de todo el mundo misionero pidiendo subsidios. Estos conciernen principalmente el mantenimiento y la formación de catequistas, la construcción y la manutención de iglesias, capillas y conventos, la actividad de las organizaciones diocesanas, ayuda para el trabajo pastoral y de las congregaciones religiosas. La Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias de mayo del 2008, evaluando los pedidos realizados, ha concedido los siguientes subsidios:

ÁFRICA - subsidios ordinarios 17.109.000 $; catequistas 7.575.433 $; mass media (Signis) 1.035.500 $; subsidios extraordinarios 25.439.800 $; donaciones 1.776 $; subsidios ordinarios anticipados 666.636 $.

AMÉRICA - subsidios ordinarios 2.214.600 $; catequistas 684.300 $; mass media (Signis) 181.000 $; subsidios extraordinarios 1.859.000 $; donaciones 272.563 $; subsidios ordinarios anticipados 32.785$.
ASIA - subsidios ordinarios 10.752.500 $; catequistas 4.271.359 $; mass media (Signis) 910.600 $; subsidios extraordinarios 13.445.000 $; subsidios ordinarios anticipados 449.184 $.

EUROPA - subsidios ordinarios 1.215.500 $; catequistas 27.800 $; subsidios extraordinarios 774.000 $; subsidios ordinarios anticipados 1.680$.

OCEANÍA - subsidios ordinarios 1.458.000 $; catequistas 461.380 $; mass media (Signis) 464.500 $; subsidios extraordinarios 991.500 $; subsidios ordinarios anticipados 25.161 $.

Pontificia Obra de San Pedro Apóstol

La Pontificia Obra de San Pedro Apóstol ha subvencionado un total de 925 seminarios, entre aquellos dependientes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y aquellos no dependientes; 495 seminarios menores y 430 seminarios mayores. El número de seminaristas apoyados por la Obra en el 2007 es de 80.139, subdivididos así: 49.768 seminaristas menores y 30.371 seminaristas mayores. Las nuevas admisiones a los seminarios mayores fueron 9.403. Para la ordenación de sacerdotes, si bien los datos no son completos, resulta que en el 2007 fueron 2.397 subdivididos como cuanto sigue: África 1.237, Asia 859, América 253, Europa 24, Oceanía 24.

La Asamblea general de las Obras Misionales Pontificias, evaluando los pedidos, concedió subsidios de este modo: a los Seminarios menores: subsidios ordinarios 6.396.200 $; a Seminarios mayores: subsidios ordinarios 16.074.370 $; a noviciados masculinos: 848.400 $; a noviciados femeninos: 1.474.800 $.

Pontificia Obra de la Infancia Misionera

Las Obras Misionales Pontificias de la Santa Infancia o de la Infancia Misionera tiene como punto central el rol que tienen los pequeños frente al anuncio del Reino. Los pedidos de subsidios conciernen la realización de programas de instrucción religiosa, asistencia alimenticia y médico sanitaria, proveer vestido y material escolástico, muebles para las aulas catequéticas y los centros para la infancia, adquisición de medicinas, mantenimiento de niños pobres… La Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, evaluando los pedidos, concedió subsidios por un total de 22.662.720 $. La división por continentes es como sigue: África 13.763.220 $; América 964.900 $; Asia 7.305.800 $; Europa 215.200 $; Oceanía 413.600 $. (S.L.) (Agencia Fides 27/6/2008, líneas 50, palabras


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¿Qué es el palio? ¿Quiénes lo llevan? ¿Qué significa?



El palio es una ancha tira de lana blanca en forma circular cerrada, con los dos extremos que cuelgan en el pecho y la espalda, con unas pequeñas cruces bordadas.

Los Arzobispos Metropolitas lo llevan por encima de la casulla. Es símbolo del Obispo buen pastor y a la vez del Cordero inmolado por la salvación de la humanidad. Como explicó Juan Pablo II en la audiencia a los nuevos Arzobispos Metropolitanos, el 30 de junio de 2004, "A partir del siglo noveno, los Arzobispos nombrados en las Sedes metropolitanas reciben del Papa una particular insignia litúrgica, conocida como el "Palio", como certificado de comunión con el Obispo de Roma....

El signo del Palio conserva todavía hoy una particular elocuencia. Expresa el fundamental principio de comunión, que da forma a la vida eclesial en todos sus aspectos; recuerda que tal comunión es orgánica y jerárquica; manifiesta que la Iglesia, para ser una, necesita el peculiar servicio de la Iglesia de Roma y de su Obispo, Cabeza del Colegio Episcopal. El otro aspecto complementario, que manifiesta el ritual del Palio, es el de la catolicidad de la Iglesia. Ella, en efecto, ha sido enviada por Cristo para anunciar el Evangelio a todas las naciones y para servir a toda la humanidad". (S.L) (Agencia Fides 27/6/2008)


VATICANO - En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, el Papa Benedicto XVI impone el palio a los 42 nuevos Arzobispos nombrados en el último año


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El domingo el 29 de junio de 2008, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, el Santo Padre Benedicto XVI celebrará la Eucaristía, a las 9.30horas, en la Basílica Vaticana, con la participación del Patriarca Ecuménico Bartolomé I. Concelebran con el Santo Padre los 40 nuevos Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, a los que el Pontífice impondrá el sagrado Palio en el Altar de la Confesión del apóstol Pedro. A los Arzobispos, William De Souza, S.I, de Patna, India y Edward Tamba Charles, de Freetown and Bo, Sierra Leona, les será entregado el Palio en sus respectivas Sedes Metropolitanas.

A continuación sus nombres, subdivididos por continentes:

EUROPA - Los Arzobispos: Francisco Pérez González, de Pamplona y Tudela (España); Paolo Pezzi, F.S.C.B, de la Madre de Dios en Moscú (Federación rusa); Tadeusz Kondrusiewicz, de Minsk-Mohilev (Bielorrusia); Giancarlo Maria Bregantini, C.S.S, de Campobasso-Boiano (Italia); Reinhard Marx, de München und Freising (República Federal de Alemania); Willem Jacobus Eijk, de Utrecht (Países Bajos); José Francisco Sanches Alves, de Évora (Portugal); Giovanni Paolo Benotto, de Pisa (Italia); Stanislav Zvolenský, de Bratislava (Eslovaquia); Francesco Montenegro, de Agrigento (Italia); Laurent Ulrich, de Lille (Francia); Sławoj Leszek Głodz de Gdansk (Polonia); Marin Srakić, de Djakovo-Osijek (Croacia).

AFRICA - Card. John Njue, Arzobispo de Nairobi (Kenia); Michel Christian Cartatéguy, S.M.A, de Niamey (Níger); Matthew Mano-Oso Ndagoso, de Kaduna (Nigeria); Laurent Monsengwo Pasinya, de Kinshasa (República Democrática del Congo); Richard Anthony Burke, S.P.S, de Benin City (Nigeria); Thomas Kwaku Mensah, de Kumasi (Ghana); Peter J. Kairo, de Nyeri (Kenia).

ASIA - Su Beatitud Fouad Twal, Patriarca de Jerusalén de los latinos; John Hung Shan-Chuan, S.V.D, de Taipei (Taiwán); John Lee Hiong Fun-Yit Yaw, de Kota Kinabalu (Malasia);

AMÉRICA - Arzobispo Edwin Frederick O'Brien, de Baltimore (Estados Unidos); Lorenzo Voltolini Esti, de Portoviejo (Ecuador); Andrés Stanovnik, O.F.M Cap, de Corrientes (Argentina); Anthony Mancini, de Halifax (Canadá); Martin William Currie, de Saint John's, Newfoundland (Canadá); Mauro Aparecido dos Santos, de Cascavel (Brasil); Óscar Urbina Ortega, de Villavicencio (Colombia); Antonio José López Castillo, de Barquisimeto (Venezuela); Agustín Roberto Radrizzani, S.D.B, de Mercedes-Luján (Argentina); Robert Rivas, O.P, de Castries (Santa Lucia); Louis Kébreau, S.D.B, de Cap Haitien (Haití); Joseph Serge Miot, de Port-au-Prínce (Haití); Thomas John Rodi, de Mobile (Estados Unidos); Donald James Reece, de Kingston en Jamaica (Jamaica); John Clayton Nienstedt, de Saint Paul and Minneapolis (Estados Unidos). Luís Gonzaga Silva Pepeu, O.F.M Cap, de Vitória de Conquista (Brasil)

OCEANÍA - Arzobispo John Ribat, M.S.C, de Port Moresby (Papua Nueva Guinea).

El palio es una ancha tira de lana blanca en forma circular cerrada, con los dos extremos que cuelgan en el pecho y la espalda, con unas pequeñas cruces bordadas. Los Arzobispos Metropolitas lo llevan por encima de la casulla. Es símbolo del Obispo buen pastor y a la vez del Cordero inmolado por la salvación de la humanidad. Como explicó Juan Pablo II en la audiencia a los nuevos Arzobispos Metropolitanos, el 30 de junio de 2004, "A partir del siglo noveno, los Arzobispos nombrados en las Sedes metropolitanas reciben del Papa una particular insignia litúrgica, conocida como el "Palio", como certificado de comunión con el Obispo de Roma.... El signo del Palio conserva todavía hoy una particular elocuencia. Expresa el fundamental principio de comunión, que da forma a la vida eclesial en todos sus aspectos; recuerda que tal comunión es orgánica y jerárquica; manifiesta que la Iglesia, para ser una, necesita el peculiar servicio de la Iglesia de Roma y de su Obispo, Cabeza del Colegio Episcopal. El otro aspecto complementario, que manifiesta el ritual del Palio, es el de la catolicidad de la Iglesia. Ella, en efecto, ha sido enviada por Cristo para anunciar el Evangelio a todas las naciones y para servir a toda la humanidad". (S.L) (Agencia Fides 27/6/2008)


El Santo Padre Benedicto XVI ha acogido a los Obispos de Honduras recibidos en audiencia el 26 de junio de 2008 con ocasión de la visita "Ad limina Apostolorum."



Señor Cardenal,


Queridos Hermanos en el Episcopado:


1. Os recibo con gran alegría en esta mañana y agradezco al Señor el poder encontraros para compartir con todos vosotros los proyectos e ilusiones, las preocupaciones y dificultades de vuestro corazón de Pastores de la Iglesia. La Comunidad Católica de Honduras ha sido bendecida con la consagración en poco tiempo de cinco nuevos Obispos; quiera el Señor que esta visita ad limina, cuando se cumplen veinticinco años del viaje pastoral del Papa Juan Pablo II a vuestra tierra, contribuya a fortalecer aún más los estrechos vínculos de comunión entre vosotros y con el Sucesor de Pedro, para reemprender con nuevo ardor la misión que el Señor os ha confiado.

Deseo agradecer vivamente al Señor Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa y Presidente de la Conferencia Episcopal, las amables palabras con las que me ha expresado vuestro afecto y adhesión, así como el de vuestros sacerdotes, religiosos y fieles diocesanos. A todos ellos, pero especialmente a los que sufren a causa de la pobreza, la violencia o la enfermedad, los tengo muy presentes en mi oración manifestándoles toda mi estima y cercanía espiritual.

2. El pueblo hondureño se caracteriza por un profundo espíritu religioso que se manifiesta, entre otras cosas, en las numerosas y arraigadas prácticas de devoción popular, las cuales, debidamente purificadas de elementos extraños a la fe, deben ser un instrumento válido para el anuncio del Evangelio. Por otro lado, y como sucede en otras partes, la difusión del secularismo, así como el proselitismo de las sectas, es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca además una pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia.

 

La constatación de las enormes dificultades que se oponen a vuestra misión pastoral, lejos de llevar al desánimo, ha de servir para impulsar una extensa y audaz labor de evangelización, que se apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos, en el poder de la Palabra de Dios (cf. Hb 4, 12), acogida con fe, vivida con humildad y anunciada con fidelidad.

 

En cuanto sucesores de los Apóstoles, habéis sido llamados a una misión excelsa: «perpetuar la obra de Cristo, Pastor eterno» (Christus Dominus, 2). Cristo es ciertamente el corazón de la evangelización (cf. Pastores gregis, n. 27), por eso el amor a Él y a los hombres os urge a llevar su mensaje hasta los últimos rincones de vuestra querida Nación, para que todos puedan llegar a ese encuentro personal e íntimo con el Señor, que es el comienzo de una auténtica vida cristiana (cf. Deus caritas est, 1).
3. En esta urgente tarea de anunciar la Buena Nueva de la salvación, contáis con la ayuda inestimable de vuestros sacerdotes. Ellos, siendo los primeros colaboradores en vuestra misión pastoral, han de ser también los principales destinatarios de vuestra solicitud de padres, hermanos y amigos, prestando atención a su vida espiritual y a sus necesidades materiales. Asimismo, el cuidado y la atención con la que seguís la formación de los seminaristas es una manifestación elocuente de vuestro amor por el sacerdocio. Con confianza en el Señor, y con generosidad, poned siempre al servicio del Seminario los mejores formadores y los medios materiales convenientes, para que los futuros sacerdotes adquieran esa madurez humana, espiritual y sacerdotal que los fieles necesitan y tienen derecho a esperar de sus pastores.

 

A pesar del incremento de las vocaciones en los últimos tiempos, la escasez de presbíteros en vuestras Iglesias particulares es, con razón, una de vuestras principales preocupaciones. Por eso, el empeño en suscitar vocaciones entre los jóvenes debe ser un objetivo prioritario de vuestros planes de pastoral, en los que se han de implicar todas las comunidades diocesanas y parroquiales. En este sentido, os animo a alentar la oración personal y comunitaria que, además de ser un mandato del Señor (cf. Mt 9,38), es necesaria para descubrir y favorecer una respuesta generosa a la propia vocación.

 

No puedo dejar de reconocer la gran labor evangelizadora que realizan las comunidades religiosas, enriqueciendo vuestras Diócesis con la presencia de sus carismas específicos, y cuya colaboración debéis seguir promoviendo en un espíritu de verdadera comunión eclesial.

 

4. Deseo destacar también el significativo papel que los laicos católicos hondureños están asumiendo en las parroquias como catequistas y delegados de la Palabra. Un aspecto importante del ministerio pastoral consiste en trabajar sin descanso para que los fieles sean cada vez más conscientes de que, en virtud de su bautismo y confirmación, están llamados a vivir la plenitud de la caridad participando en la misma misión salvífica de la Iglesia (cf. Lumen gentium, 33). Ellos, mediante el testimonio de su vida cristiana, pueden llevar a todos los sectores de la sociedad la luz del mensaje de Cristo, atrayendo a la comunidad eclesial a aquéllos cuya fe se ha debilitado o se encuentran alejados de ella. Los fieles laicos necesitan, por tanto, intensificar su relación con Dios y adquirir una sólida formación, especialmente en cuanto se refiere a la doctrina social de la Iglesia. De esta manera, como fermento en medio de la masa, podrán cumplir su misión de transformar la sociedad según el querer de Dios (cf. ibíd., 31).

Asimismo, un ámbito de singular atención pastoral es el matrimonio y la familia, cuya solidez y estabilidad tanto beneficia a la Iglesia y a la sociedad. A este respecto, es justo reconocer el paso importante que se ha dado al incluirse en la Constitución de vuestro País un reconocimiento explícito del matrimonio, aunque bien sabéis que no basta poseer una buena legislación si después no se realiza esa necesaria labor cultural y de catequesis que haga resplandecer en la sociedad la verdad y la belleza del matrimonio, verdadera alianza perpetua de vida y amor entre un hombre y una mujer.

 

5. Al igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, el servicio de la caridad forma parte esencial de la misión de la Iglesia (cf. Deus caritas est, 25). De ahí que los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, sean los primeros responsables de este servicio de caridad en las Iglesias particulares (cf. ibíd., 32). Sé bien cuánto os aflige la pobreza en la que viven tantos compatriotas vuestros, junto al aumento de la violencia, la emigración, la destrucción del medio ambiente, la corrupción o las carencias en la educación, entre otros graves problemas. Como ministros del Buen Pastor habéis desplegado, de palabra y de obra, una intensa labor de ayuda a los necesitados. Os exhorto vivamente a seguir mostrando en vuestro ministerio el rostro misericordioso de Dios, potenciando en todas vuestras comunidades diocesanas y parroquiales un extenso y capilar servicio de caridad, que llegue de modo especial a los enfermos, a los ancianos y a los encarcelados.


6. Amadísimos hermanos, de nuevo os reitero mi afecto y mi agradecimiento por toda vuestra dedicación y solicitud pastoral. Al mismo tiempo, os ruego que transmitáis a vuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles laicos el saludo y el aprecio del Papa.

A la intercesión de la Inmaculada Virgen de Suyapa encomiendo vuestras personas, intenciones y propósitos pastorales, para que llevéis a todos los hijos de Honduras la esperanza que nunca defrauda, Cristo Jesús, el único Salvador del género humano. Con estos deseos os acompaña mi oración y mi Bendición Apostólica.


Publicado por verdenaranja @ 21:21  | Habla el Papa
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Comentario al evangelio (Mt 8, 18-22) del lunes de la décimotercera semana del Tiempo Ordinario, sacado del libro "Enséñame tus caminos" de Guillermo Gutíerrez.

Un estilo nuevo

 

 Leído este pasaje en frío puede hacer pensar que se proponen unas exigencias inhumanas. Hay que leerlo en su contexto. Lo que Jesús pide es una disposición decidida y firme para liberarse de toda clase de ataduras o esclavitudes materiales para llegar a un estilo de vida libre, con una personalidad enriquecida sin depen­dencia de nada, para un compromiso superior.

 

Las condiciones del seguimiento son inequívocas, directas e incisi­vas. Parten del presupuesto que en el fondo de todo hombre existe una gran base de generosidad y capacidad de heroísmo con aspiraciones a más. Altas metas de exigencia potencian la voluntad mientras que unas metas bajas de entrada producen desmoralización y desengaño. El gran atractivo y garra del evangelio consisten en su continua exigencia de más como imperativo del amor. Las renuncias que se piden no son pura renuncia ni represión, sino presupuesto ventajoso: renunciar a todo pa­ra poseer el Todo. Si Jesús se ofrece a sí mismo no es extraño que exija subordinar el resto.

 

Un anónimo entusiasta promete seguimiento incondicional. Jesús advierte que la empresa no es fácil. No debe, por tanto, hacerse depen­der del entusiasmo coyuntural sin valoración de posibilidades y conse­cuencias. Y aconseja reflexión. Seguirle equivale a no poseer nada, ca­recer de lo que no les falta a las aves del cielo ni a las bestias del campo. Pone al entusiasmo sordina de madura reflexión: es racional y humano.

 

A otro innominado, quien sin duda consideró maduro, le dijo sin pa­liativos: «Sígueme». Sorprendido el candidato pide tiempo y rémora. No se significa el acto material de dar sepultura a sus padres, sino el aplazamiento indefinido que exige acompañar a los padres en la vejez. Jesús in­siste en su requerimiento de urgencia. No niega los compromisos sociales. Simplemente los sublima. En el ranking de valores el primer lugar lo ocupa el anuncio del Evangelio. Si Dios lo pide, él llenará el vacío dejado por quien lo deja todo para seguirle. Seguirle es una opción conscien­te para empezar cada día donde se terminó el anterior y seguir adelante.


Publicado por verdenaranja @ 21:13  | Espiritualidad
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D. 14 DEL TIEMPO ORDINARIO / A
6 de julio de 2008

 


Jesús nos ha convocado para llenarnos de su amor. En este mundo nuestro tan marcado por el dolor y la injusticia, Jesús nos invita a llevar a todas partes su modo de actuar: humilde, senci­llo, cercano a los pobres y no a los poderosos. Un modo de actuar que tiene su fundamento en una profunda confianza en Dios.

Con la alegría de seguir a Jesús, empecemos nuestra Eucaristía.


A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios y pidámosle su gracia y su perdón. (Silencio).


Tú, Dios de paz. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Tú, Dios de bondad. CRISTO, TEN PIEDAD.

Tú, Dios de los sencillos. SEÑOR, TEN PIEDAD. Gloria


1. lectura (Zacarías 9,9-10; 13,1): La primera lectura que vamos a escuchar nos recordará el Domingo de Ramos. Nos habla de un rey que llega montado en un asno, que era el animal del trabajo y de la vida cotidiana, en lugar de hacerlo montado en un caballo, que en aquellos tiempos era el animal del poder y de la guerra. Ese es Jesús, el rey de los pobres y los sencillos, el rey a quien nosotros queremos seguir.

2. lectura (Romanos 8,9.11-13): San Pablo nos invita, en la segunda lectura, a vivir según el Espíritu de Jesús.

Oración universal: Llenos de confianza en el amor de Dios hacia los pobres y los sencillos, oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.


Para que la Iglesia sea un hogar acogedor para todos aquellos que se sienten rechazados y maltratados.

OREMOS:


Para que haya cada vez más jóvenes dispuestos a seguir a Jesús en el ministerio sacerdotal. OREMOS:


Para que los padres y madres de familia puedan vivir con paz y alegría su misión educadora. OREMOS:


Para que la riqueza sea mejor distribuida y así todo el mundo pueda vivir dignamente. OREMOS:


Para que los que fabrican armas y hacen negocio con el dolor y la muerte se conviertan. OREMOS:


Para que...
OREMOS:


Para que todos nosotros seamos portadores de la paz de Jesús a nuestros hermanos. OREMOS:


Escucha, Padre, nuestra oración, y haznos fieles seguidores de tu Hijo Jesucristo. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Como Jesús nos ha enseñado, ahora, antes de partir el pan y de comulgar con su Cuerpo, nos atrevemos a decir:

CPL

Que la paz de Jesucristo y la fuerza de su Espíritu estén con todos vosotros.


Publicado por verdenaranja @ 21:02  | Liturgia
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Comentario a las lecturas del domingo décimo tercero de tiempo ordinario - A, publicado en el Diario de Avisos el domingo 29 de Junio de 2008, bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".

El Libro del Buen amor

DANIEL PADILLA

A
unque estoy decididamente de tu lado, Señor, te diré que muchas veces, al leer tu evangelio, pien­so: "Esto es... pasarse... ganas de incordiar". Así,  el fragmento de este domingo. Ponte en mi lugar, Señor. Más de una vez, teniendo a mi padre entre los partici­pantes de la eucaristía, me ha tocado proclamar: "El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es dig­no de mí". Te lo repito: ponte en mi lugar. Porque yo, li­bre y gozosamente, he ido escalando un itinerario de amor hacia mis padres. Primero, por la misma fuerza de la sangre, que tira lo suyo. Después, por humanidad y por lógica: "¿Cómo no tratar de corresponder a quienes tanto me dieron?". También, por un elemental sentido de reparación, ya que nadie está libre de haberse equivoca­do alguna vez. Pero, sobre todo, porque Tú mismo reite­raste el mandato divino: "Honrarás a tu padre y a tu ma­dre". Si de algo estoy, por tanto, contento es de haber su­perado esta asignatura con bastante buena nota. Y ahora, de pronto, Tú me sueltas tu sentencia: "El que ame a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí".

He tenido que leer muchas veces el pasaje completo, para no tener un auténtico cisma interior. Creo que, al fin, lo he entendido bien.

Tú no quieres que deje de amar a mi padre para amarte a Ti.  Lo que Tú quieres es que llegue a amarlo de una manera tan purificada y tan noble, tan transformada e in­tensa, que en él, te vea a Ti: "El que dé de beber a uno de estos pobrecillos, no pierde su paga, ya que me da de be­ber a mí".

Muchas veces, Señor, en plena agitación del trabajo, lo he interrumpido para atender y servir a mis padres. Llevarles a urgencias en plena noche. Asistirles ante un problema, ayudarles en un apuro y, en ocasiones, no te oculto mi contrariedad.

Pero ahora comprendo que "amar a los padres" y "amarte a Ti" no son dos amores, sino un mismo amor. Ocurre como en el cine, cuando dos planos se superpo­nen en una mezcla progresiva y, al fin, prevalece una sola imagen, bella y nítida. Cuando yo me inclinaba ante los problemas de mis padres, para ayudarles y servirles,  allá se  fundían dos imágenes: la de ellos y la tuya. Desde el fondo, emergiendo y entremezclándose con aquel noble rostro, aparecía tu perfil inconfundible: el del "varón de dolores". Por eso, cuando se ama de verdad, es imposible amar a los padres más que a Ti.

Es necesario que todos los hijos entiendan bien esta página. Suele haber, en esto del "amor a los padres", una triple etapa: primero, de entusiasmo; después, de despe­go; al fin, de ternura. Tesis, antítesis, síntesis. De niños,      nos agarrábamos a ellos como a un árbol imprescindible. En la adolescencia y juventud, nos íbamos alejando, dis­traídos y displicentes. Al hacernos mayores, sentimos la necesidad de cobijarnos a la sombra del viejo tronco.

Hay que volver, amigos, cuanto antes, a esta etapa de síntesis. Hay que practicar al máximo eso de "hacer con ellos lo que quisiéramos que hicieran con nosotros". Es necesario que, al mirarlos, pongamos tras ellos, siquiera en la imaginación, la imagen de Jesús. Para que las dos figuras se mezclen y entrecrucen. Podrá ocurrir incluso que la imagen resultante se haga sonora y que la oigamos decir: "Lo que a ellos hacen, a Mí me lo hacen".

Decididamente, Señor, me gusta tu evangelio.


Publicado por verdenaranja @ 11:33  | Espiritualidad
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Carta Pastoral del Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo, con motivo de la celebración del Día del Papa, el domingo 29 de junio de 2008.


Fue el apóstol San Pedro quien recibiera el mandato del Señor: cuida, como buen pastor, de la Iglesia. A lo largo del tiempo se ha ido cumpliendo tan santo y difícil cometido en los sucesores de Pedro, los Papas. Es por eso, que la fiesta de San Pedro es también la del Papa, hoy Benedicto XVI, pues en la sucesión del príncipe de los apóstoles tiene su principio el papado.

Ante todo, el Papa es la señal de vinculación de la Iglesia con el Señor. Quien sigue al Sucesor de Pedro está con Cristo y con la Iglesia, pues el Papa es el maestro y el guía, porque enseña con fidelidad la doctrina que ha recibido, y cumple su oficio de pastor alimentando con su magisterio la comunidad que se le ha confiado.

Por tanto, el Papa es la señal de la unidad: un solo Señor, Jesucristo; una sola fe, la Palabra de Dios. Y, un solo bautismo por el que todos nos incorporamos a la Iglesia. Así, también, el Romano Pontífice es garantía de comunión. Estar con el Papa es sentirse unido a cuanto cree, vive y celebra el nuevo pueblo de Dios.

Sirviendo en la caridad pastoral, el Papa, con su vida y magisterio, ejerce el oficio ministerial del amor fraterno, cuidando especialmente de los más olvidados y pobres. También, y de modo firme y admirable, cumple su deber de defensa de la verdad, la "caridad intelectual", orientando permanentemente con su magisterio.

El Papa es, en fin, el testigo de la esperanza que nos hace recordar las palabras que el Señor dijo a Pedro: "A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 19).

En la fiesta de San Pedro tendremos muy presente en nuestra oración al Papa, a Benedicto XVI, y pediremos al Señor que le conceda larga vida y llena de los dones del Espíritu Santo. No nos olvidaremos tampoco de ofrecerle nuestra ayuda, el "óbolo de San Pedro", la colecta para el Papa, a fin de que pueda cumplir mejor con su ministerio en la fe y en la caridad

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El Delegado Diocesano de Piedad Popular de Tenerife nos envía el número 61 del  documento de Piedad Popular para nuestra reflexión.


ACTITUDES VALIDAS DE LA PIEDAD POPULAR

 

61. La piedad popular tiene un sentido casi innato de lo sagrado y de lo trascendente. Manifiesta una auténtica sed de Dios y "un sentido perspicaz de los atributos profundos de Dios: su paternidad, providencia, presencia amorosa y constante", su misericordia.

 

Los documentos del Magisterio ponen de relieve las actitudes interiores y algunas virtudes que la piedad popular valora particularmente, sugiere y alimenta:

 

  • la paciencia, "la resignación cristiana ante las situaciones irremediables";
  • el abandono confiando en Dios;  
  • la capacidad de sufrir y de percibir el "sentido de la cruz en la vida cotidiana";  
  • el deseo sincero de agradar al Señor, de reparar por las ofensas cometidas contra Él y de hacer penitencia;  
  • el desapego respecto a las cosas materiales;  
  • la solidaridad y la apertura a los otros, el "sentido de amistad, de caridad y de unión familiar".

  

 

Tomado del Directorio de Piedad Popular


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Comunicado emitido por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana este viernes con el título "El derecho a vivir".

 

 

EL DERECHO A VIVIR

 

Muchos ecuatorianos hemos conocido con honda preocupación y ansiedad los artículos aprobados por la Asamblea Constituyente el pasado 24 de junio.


Se ha determinado en el artículo 8 que 'toda persona tiene derecho a decidir cuando y cuántos hijos/as tener'. Tal derecho se ofrece como ilimitado y absoluto, sin la cláusula condicionante del respeto a los derechos establecidos en otros artículos, según la fórmula repetidas veces empleada en este capítulo.


Cualquiera puede entender que se eleva a derecho la posible decisión de abortar, tomada en cualquier momento del embarazo. El padre o la madre de la criatura no nacida, con su derecho a decidir cuándo quieren tener un hijo, podrían optar por no tenerlo en la víspera del parto.


La genérica inviolabilidad de la vida, establecida en el artículo primero, deja paso al derecho absoluto de los progenitores, precisamente porque no ha determinado desde cuándo es inviolable la vida.


Entendemos que se establece así un texto constitucional abortista. Se protegen muchos derechos, menos el derecho a vivir de los seres humanos que no han nacido todavía. Ha pasado a manos particulares, se ha privatizado, la protección del derecho a la vida.


 Hacemos un llamado a la conciencia de los señores asambleístas para que no atropellen de esta forma, muy clara a pesar de que aparece velada, el sentido de amor a la vida que caracteriza a nuestra cultura y a nuestra forma de entender la sociedad y la ley. Todo el resto de la proyectada Constitución, así como el proyecto político del que forma parte, quedarían contaminados de inhumanidad, por la inadmisible indiferencia del Estado ante la muerte deliberada de inocentes.


Los católicos sabemos además que 'la conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la aprobación a una ley que contenga propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral. Es el caso de las leyes civiles en materia de aborto, que deben tutelar el derecho primario a la vida desde su concepción hasta su término natural' (Nota de la Congregación para la doctrina de la Fe, nov. 2002).


Pedimos al Señor de la vida que no lleguemos a la vigencia legal de los textos señalados. Invocamos el buen sentido de todos para fomentar la cohesión social y no lesionar las aspiraciones de centenares de miles de ecuatorianos.


Quito, 27 de junio de 2008

 

+ Antonio Arregui Yarza

Arzobispo de Guayaquil

Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

+ Angel Polivio Sánchez Loaiza

Obispo de Guaranda

Secretario General de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana


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Carta pastoral que ha escrito monseñor  José Manuel Lorca Planes, obispo de Teruel y de Albarracín (España), sobre la solemnidad de San Pedro y San Pablo, que se celebra el 29 de junio.

En la solemnidad de San Pedro y San Pablo, columnas de la Iglesia, celebramos el día del Papa. Ya saben, ha sido el mismo Jesús el que ha puesto a Pedro para apacentar su Rebaño. Las palabras del Señor son graves, solemnes y contundentes:


"Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16,18). Jesús nombra a Pedro como máximo responsable de su Iglesia, y le da el poder de interpretar auténticamente la ley divina, es la cabeza de los apóstoles. Desde los orígenes de la Iglesia se ha aceptado la decisión de Señor con toda normalidad y se ha mantenido siempre la Voluntad de Jesús. En el Concilio Vaticano I se decía que "quién quiera que sea el que suceda a Pedro en esta Cátedra, ése, según la institución de Cristo mismo, obtiene el Primado de Pedro sobre la Iglesia universal" (Concilio Vaticano I, Pastor aeternus, cap. 2). Si el carisma de Pedro pasó a sus sucesores, esto quiere decir que el Papa hace las veces de Cristo y que tenemos que amarle y escucharle, porque en su voz estamos escuchando a Cristo. Con una expresión más dulce y más bella, llena de sentido, le llamaba Santa Catalina de Siena al Papa: "el dulce Cristo en la tierra".


Os pido a todos vosotros, queridos diocesanos, que elevéis hoy una oración especial por nuestro Papa, Benedicto XVI, sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, rogad al Señor que le siga dando la fortaleza para animarnos a mantener la unidad de la Iglesia; la sabiduría que nos enseñe a conocer y amar más al Señor y la santidad para que aprendamos de su testimonio. Donde está Pedro, allí está la Iglesia y su misión fundamental es trabajar por mantener las notas que le caracterizan: una, santa, católica y apostólica. Los cristianos debemos valorar esto y unirnos con todas las fuerzas para que brille siempre la Voluntad de Dios en su iglesia.


¡Cuántas veces nos ha ayudado el Papa a valorar la belleza de la fe! La fidelidad al Papa nos obliga a escuchar sus palabras, leer sus escritos y documentos y comentarlos con los demás, ofrecerlos a los amigos y conocidos, que lleguen a todos los rincones de la tierra, sin deformarlos, para que muchos desorientados puedan ver la luz, el camino que les lleve al Señor y muchos afligidos puedan encontrar la esperanza. No se nos puede pasar por alto cuando el Papa nos ha hablado del amor en su primera encíclica: "El amor será siempre necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo", (DCE, nº 28 b).

¡Muchas felicidades, Santo Padre, esta Iglesia de Teruel y de Albarracín está en comunión con el Sucesor de Pedro y le queremos!


 + José Manuel Lorca Planes,

Obispo de Teruel y de Albarracín


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Carta que ha escrito monseñor Ramón del Hoyo López, obispo de Jaén, con motivo de la apertura del año jubilar en honor de san Pablo.

 

Queridos fieles diocesanos:

Hace un año que Benedicto XVI al final de la homilía que pronunció en la Basílica de San Pablo extramuros y con motivo de las primeras vísperas de la solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, nos exhortaba:


"Me alegra anunciar oficialmente que dedicamos al Apóstol San Pablo un AÑO JUBILAR ESPECIAL, desde el 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009, con ocasión del bimilenario de su nacimiento que los historiadores sitúan entre los años 7 y 10 después de Cristo,"

 El centro de estas celebraciones estará en Roma, y se han programado ya iniciativas pastorales muy ricas y variadas, todas inspiradas en la espiritualidad paulina.


Se nos invita también a los fieles a peregrinar de forma penitencial a la tumba del Apóstol, y ya nuestra Diócesis proyecta una doble peregrinación a Roma y por la ruta de San Pablo, con este fin.


 Sobre todo este acontecimiento debe suponer una ocasión muy propicia para profundizar en los textos de San Pablo en el Nuevo Testamento con el fin de conocer mejor las inmensas riquezas que contienen, en orden a fortalecer nuestra fe. También este objetivo entrará en las acciones pastorales concretas del próximo curso, en nuestra Diócesis, como anunciaremos debidamente.


Con ocasión del día de esta apertura, además de recordarles el anuncio sobre este año Jubilar paulino, y sus finalidades fundamentales, deseo comunicarles también que, en reciente escrito del Cardenal Arcipreste de la Basílica de San Pablo extramuros, nos informa sobre el siguiente alcance de un Decreto de la Penitenciaría Apostólica:


"Los fieles cristianos de las diversas iglesias locales, una vez cumplidas las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice), excluido cualquier apego al pecado, podrán lucrar la indulgencia plenaria si participan devotamente en una función sagrada o en un ejercicio piadoso realizado públicamente en honor del Apóstol de los gentiles: los días de la inauguración solemne y la clausura del Año paulino, en todos los lugares sagrados."


 El Decreto expresado contiene otros matices muy ricos y de mayor extensión, de que serán debidamente informados más adelante.


 Animo e invito a todos los fieles diocesanos a rogar, con esta ocasión, por nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI e invoco la intercesión de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, por toda la Iglesia y en particular por nuestra Diócesis de Jaén.

 Con mi saludo fraterno en el Señor y bendición.


+ RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ

OBISPO DE JAÉN


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S?bado, 28 de junio de 2008

Al conmemorarse este 26 de Junio de 2008  el Día Internacional de Prevención de Drogas, el Presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic Karmelic, invitó a tener miradas más amables y humanizantes a quienes sufren los efectos de este flagelo. Esta es su declaración.


La Iglesia quiere ser discípula y misionera de Jesucristo para que nuestro pueblo, en Él, tenga vida plena. Queremos encontrarnos cada vez más con Cristo, porque es la fuente en la que podemos beber vida verdadera y abundante, como personas y como sociedad. En Él alimentamos la esperanza para superar todos nuestros males personales y sociales.

Al conmemorarse este 26 de Junio el Día Internacional de Prevención de Drogas recordamos que en nuestra patria hay miles de niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que viven las consecuencias del uso problemático de drogas. Y no se trata solamente de una dificultad que golpea a quienes sufren este flagelo, sino de un problema que ya nos afecta a todos como sociedad, aunque se manifiesta en personas concretas. Nos hemos propuesto luchar y derrotar la pobreza en Chile. Pues bien, entre las "nuevas pobrezas" de las que nos habla el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (cfr. Nº 5) se encuentra esta "insidia de la droga" que afecta a menudo no solamente a quienes tienen carencias económicas sino también a quienes poseen recursos, agobiados muchas veces por el sinsentido de su vida. Los obispos del continente han destacado a los adictos dependientes como uno de los "rostros sufrientes" que "nos duelen" en América Latina y el Caribe, porque "el problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas... La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones" (Aparecida 422, 2007).

Los adictos son personas sufrientes que, habiendo perdido su libertad por la droga, han desarrollado una terrible capacidad de disimular su dolor, viviendo muchas veces una situación de exclusión que se torna cada vez más desoladora y dramática.

Quienes vivimos en esta tierra solidaria, y en primer lugar los cristianos, no podemos desentendernos de este problema social y dejar abandonados a estos hermanos. Necesitamos miradas más amables y humanizantes de parte de cada uno de nosotros y de toda la sociedad, para aumentar nuestra preocupación por esta realidad y hacer los esfuerzos necesarios para superarla solidaria y comunitariamente. Si es verdad que la persona es lo más importante entre nosotros, y a ella queremos atender y desarrollar, no podemos descuidar esta situación que daña a tantos de nosotros y por lo mismo nos daña a todos.

En este Día, queremos agradecer y estimular el trabajo de tantas personas que, con gran esfuerzo y sacrificio, buscan dar respuesta a esta dura realidad. Desde el Consejo Nacional contra los Estupefacientes (CONACE), como los numerosos organismos de Iglesia, tales como el Hogar de Cristo, la Fundación Don Bosco, la Pastoral Nacional de Alcohol y Drogas, la Escuela de Estudios y Formación en Abordaje de Adicciones (EFAD) y muchos otros, también en organizaciones de Iglesias y comunidades eclesiales hermanas, así como diversas ONG que, desde distintos niveles y ángulos trabajan por la prevención de esta lacra social y por la rehabilitación de quienes son sus víctimas.

Al mismo tiempo invitamos a todos a profundizar en las causas que hacen posible este mal más que en los paliativos, para enfrentarlas unidos y con coraje, convencidos que sólo así podremos superarlo y que en este caminar podemos encontrarnos con el Señor de la Vida y la Historia.

+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile


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Mensaje hecho público por el Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes para el "Domingo del Mar", que se celebrará el 13 de juliode 2008. 


El Domingo del Mar es, anualmente, un día que se destina al recuerdo y a la oración en favor de todos los marinos, pescadores, trabajadores portuarios, junto con sus familias y dependientes. Ésta es, por consiguiente, una oportunidad que se nos brinda para recordar los problemas que los marinos se enfrentan a diario, con su vida profesional y marítima en el contexto del cuidado pastoral del Apostolado del Mar en todo el mundo. En esta ocasión renovamos también nuestro apoyo a los derechos humanos, al comercio justo y a la defensa del medio ambiente, en contexto marítimo.


Esta jornada, que se lleva a cabo un año después del XXII Congreso Mundial del A.M., celebrado en Gdynia (Polonia) en 2007, aportará sin lugar a dudas un nuevo ímpetu a nuestra promesa de permanecer en solidaridad - como indicaba el tema del Congreso - con la Gente del Mar como testigos de la Esperanza, a través de la Proclamación de la Palabra, la Liturgia y la Diaconía, y de promover en el mundo marítimo un humanismo inspirado por la esperanza cristiana. Su introducción, en el ambiente marítimo, significa por encima de todo la creación de un clima de respeto y de justicia para todos los marinos.

Para ello, el A.M. ha acogido con agrado la adopción, por parte de la OIT, del Convenio sobre el trabajo marítimo 2006 y del Convenio sobre el trabajo en el sector pesquero 2007. Ahora que estos dos Convenios han sido adoptados, la labor de todos los A.M. nacionales continúa, para asegurar su ratificación y su puesta en práctica lo más rápidamente posible, para que puedan aportar una auténtica mejora en las vidas de millones de marinos y pescadores.


Sin embargo, existe un área de la actividad marítima que suscita gran preocupación en todo el mundo, la profesión de la pesca. De hecho, las comunidades pesqueras están luchando contra los aspectos más negativos de la globalización y se enfrentan a problemas económicos, sociales y ecológicos de magnitud internacional. El A.M. tiene que manifestar, en todas partes, su solidaridad con dichas comunidades e intensificar su misión pastoral en esta profesión, puesto que estos próximos años serán decisivos si queremos que los océanos vivan, las comunidades pesqueras sobrevivan y sigan capturando pescado, del que dependen, hasta ahora, más de un billón de personas como principal fuente de proteínas.

Desde esta perspectiva, el Papa Benedicto XVI ha afirmado: "Hoy el gran desafío es ‘globalizar' no sólo los intereses económicos y comerciales, sino también las expectativas de solidaridad". Esto será posible sólo si "la persona, creada a imagen de Dios y querida por él, [se halla en el centro de todos los proyectos económicos destinados a] custodiar y administrar los inmensos recursos de la creación. (Discurso del Santo Padre Benedicto XVI al Congreso Anual de la Fundación ‘Centesimus Annus-Pro Pontifice', 31 de mayo de 2008).


Otro fenómeno, triste y emergente, que debe ser mencionado, es el de la piratería. En algunas partes del mundo, es frecuente y representa una real amenaza a la seguridad de las embarcaciones y de sus tripulaciones. El A.M., por tanto, debe apoyar cada acción de la Comunidad Internacional y de las Autoridades locales destinada a abordar este problema.


Asimismo, nuestra celebración mundial nos brinda este año la oportunidad de expresar nuestro agradecimiento a todos los capellanes, agentes pastorales y voluntarios en activo en el A.M., que proporcionan asistencia pastoral y práctica, junto con hospitalidad a todos los marinos, sin tener en cuenta su raza, credo u opinión política. Una de nuestras grandes fuerzas es el número de laicos que trabajan voluntariamente para el A.M. en las capellanías, junto con una continua formación y entrenamiento, en numerosos lugares, que siguen dando fruto.


En este sentido, recomendamos, si es posible, la traducción a los idiomas locales de nuestro nuevo "Manual para Capellanes y Agentes Pastorales del Apostolado del Mar", todo ello bajo la supervisión del correspondiente A.M. nacional. De esta forma, este instrumento pastoral, que ya ha demostrado ser una excelente guía, beneficiará a un mayor número de personas.


Asimismo, nos alegramos - como se evidenció en Gdynia - de la colaboración ecuménica y del diálogo interreligioso que se da a bordo de los barcos, en los puertos y en los centros de marinos. Nuestra presencia y testimonio expresan la solicitud y la cercanía de la Iglesia hacia todos aquellos que están comprometidos con el ambiente marítimo, sobre todo hacia los más pobres y los más necesitados.

Rezamos para que esta celebración del Domingo del Mar nos permita renovar nuestro compromiso con la promoción humana y la evangelización. Pueda María, Stella Maris, interceder por nosotros rogando a Dios para que nos conceda su gracia, a fin de que el A.M. pueda permanecer aún más comprometido con la construcción del Reino de Dios en el mundo marítimo.



Cardenal Renato Raffaele Martino
Presidente

+ Arzobispo Agostino Marchetto

Secretario


ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, 29 de junio DE 2008, solemnidad de los santos Pedro y Pablo.


Hechos 12, 1-11; 2 Timoteo 4, 6-8.17-18; Mateo 16, 13-19


¡Tú eres Pedro! 

 

El Evangelio de este domingo es el Evangelio de la entrega de la llaves a Pedro. Sobre él siempre se ha basado la tradición católica para fundamentar la autoridad del Papa sobre toda la Iglesia. Alguno podría decir: pero, ¿qué tiene que ver el Papa con todo esto? Esta es la respuesta de la teología católica. Si Pedro tiene el papel de ser "fundamento" y "roca" de la Iglesia, dado que la Iglesia sigue existiendo, entonces debe seguir existiendo también el fundamento. Es impensable que prerrogativas tan solemnes ("te daré las llaves del Reino de los cielos") se refirieran sólo a los primeros veinte o treinta años de vida de la Iglesia y que terminaran con la muerte del apóstol. El papel de Pedro se prolonga, por tanto, en sus sucesores.


Durante todo el primer milenio, este oficio de Pedro fue reconocido universalmente por todas las Iglesias, si bien se interpretó de manera diferente en oriente y occidente. Los problemas y las divisiones nacieron con el milenio terminado recientemente. Y hoy también nosotros, católicos, admitimos que no todos estos problemas han nacido por culpa de los demás, de los así llamados "cismáticos": primero los orientales y después los protestantes. El primado instituido por Cristo, al igual que todas las cosas humanas, fue ejercido a veces bien y a veces menos bien. Al poder espiritual se le mezcló, poco a poco, un poder político y terreno, y de este modo se dieron abusos. El mismo Papa, Juan Pablo II, en la carta sobre el ecumenismo, Ut unum sint, ha previsto la posibilidad de revisar las formas concretas con las que se ha ejercido el primado del Papa para permitir la concordia de todas las Iglesias a su alrededor. Como católicos, deseamos que se continúe cada vez con más valentía y humildad por este camino de la conversión y de la reconciliación, especialmente incrementando la colegialidad querida por el Concilio.


Lo que no podemos desear es que el ministerio mismo de Pedro, como signo y factor de la unidad de la Iglesia, se desvirtúe. Sería privarnos de uno de los dones más preciosos que Cristo ha hecho a su Iglesia, así como contraponerse a su voluntad precisa. Pensar que a la Iglesia le basta tener la Biblia y el Espíritu Santo para interpretarla, para poder vivir y difundir el Evangelio, es como decir que a los fundadores de los Estados Unidos les hubiera bastado escribir la constitución norteamericana y mostrar en sí mismos el espíritu con que se debía interpretar, sin prever algún gobierno para el país. ¿Existirían todavía los Estados Unidos?


Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia": Jesús dice mi Iglesia, en singular, no mis Iglesias. Él ha pensado y querido una sola Iglesia, no una multiplicidad de Iglesias independientes, o peor aún, una lucha entre ellas. Mí, además de ser singular, es un adjetivo posesivo. Jesús, por tanto, reconoce la Iglesia como suya; dice mi Iglesia, como un hombre diría: mi mujer, o mi cuerpo. Se identifica con ella, no se avergüenza de ella. En los labios de Jesús la palabra Iglesia no tiene nada de esos significados sutiles negativos que nosotros hemos añadido.


En esa expresión de Cristo, se da un fuerte llamamiento a todos los creyentes a reconciliarse con la Iglesia. Renegar de la Iglesia es como renegar de la propia madre. "No puede tener a Dios por Padre --decía san Cipriano-- quien no tiene a la Iglesia por madre". Sería un hermoso fruto de esta fiesta de los santos Pedro y Pablo aprender a decir también nosotros, al hablar de la Iglesia a la que pertenecemos: "¡mí Iglesia!".


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]

 


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Disertación del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid al Ingreso en la Real Academia de Doctores: "Las relaciones Iglesia-Estado. Perspectivas actuales" . JUNIO 2008


Las relaciones Iglesia-Estado: una cuestión siempre viva


I. Introducción. La relación Iglesia y Estado: una cuestión siempre viva.

Las relaciones de la Iglesia con el Estado –o del Estado con la Iglesia– pertenecen por su propia naturaleza a un orden de realidades permanentes que trascienden los límites de espacio y de tiempo, porque tienen que ver con aspectos esenciales de la persona humana, vista en la integridad existencial y ontológica de elementos que la constituyen. En primer lugar: con su dimensión religiosa, que emerge siempre, sea en forma de vivencia positiva sea en forma de expresión negativa; al menos, como cuestión que la mueve y con-mueve a lo largo de la historia de la humanidad y que es reflejo de las propias e íntimas preguntas que se hace todo hombre sobre el origen, el destino y el sentido de la vida, más allá de la muerte; preguntas a las que no se puede substraer. Y, en segundo lugar: con su dimensión social. Es verdad que la individualidad de la persona humana caracteriza y fundamenta su condición de ser un sujeto trascendente e irreducible no sólo a cualquier otro ser físico y espiritual, sino, incluso, a los demás hombres; pero es igualmente indiscutible que precisamente por el carácter justamente personal del ser humano se constituye en un ser “relacional” que precisa para su subsistencia del otro, de los otros, desde el ámbito primero de la familia hasta el ámbito último de la sociedad. En virtud de esa doble perspectiva de la persona humana, la relación entre “religión” y “sociedad” y/o “comunidad política” constituye una constante inevitable de la historia universal y de las historias específicas –nacionales, culturales, etc.– del hombre.

Naturalmente la forma concreta en la que esas relaciones entre lo religioso y lo político se han desarrollado, se desarrolla y desarrollará en la realidad viva de la historia, cambia y varía al ritmo de cómo el factor de la libertad individual y social las configura existencial y comunitariamente, las vertebra social e institucionalmente, las modela jurídicamente y las justifica doctrinal o ideológicamente.

Aparece, sin embargo, un momento en la historia universal, en el que en las relaciones entre “lo religioso” y “lo político” se produce un giro radical respecto a la concepción del principio básico que debe iluminarlas intelectual y vivencialmente y en la forma de regularlas social y jurídicamente. Es aquél en que Jesús de Nazareth, ante la pregunta de sus adversarios de por qué sus discípulos no pagan al César el tributo legalmente exigido a todos sus súbditos, y después de pedir que le mostrasen la moneda del tributo, contestase: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Desde ese momento se iniciaba, con la Iglesia por Él fundada, la historia de una fórmula de vida religiosa y social en la que se rechaza y supera simultáneamente el modelo del monismo antropológico, cultural y jurídico en el que lo “religioso” es absorbido por lo “político” y/o viceversa, monismo vigente en todas las culturas y constelaciones jurídico-políticas conocidas hasta entonces, sin excluir la del pueblo de Israel, pueblo portador de una experiencia religiosa singular, expresada en el reconocimiento de un solo Dios verdadero, Creador y Señor del universo y el único Santo. Este mismo monismo religioso-político se mantendría esencialmente igual hasta el presente como el presupuesto no discutido y normal de la concepción vigente social y culturalmente en la vida política normal de los Estados de raíces y tradición no cristianas.

Es evidente, sin embargo, que el planteamiento cristiano del problema no sólo nos afecta a nosotros, al mundo de las sociedades y Estado europeos y americanos, sino que se ha convertido, por lo que respecta a la teoría y a la práctica moderna y contemporánea de la comunidad internacional, en un referente ineludible y decisivo para la recta comprensión del mismo y su fructífera solución. Todavía impresiona con fuerza cómo los primeros cristianos de la primitiva Iglesia, guiados por Pedro y los demás Apóstoles, van pagando con su sangre martirial el precio de la libertad del acto de fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor del hombre, frente al mandato del culto imperial en los tres primeros siglos de su historia y cómo luego en el Imperio Constantiniano prosigue la pugna de la Iglesia, conducida por Pastores insignes, por su libertad en forma, en ocasiones, no menos martirial y heroica. Mantener y consolidar esta libertad a lo largo de todo el primer Milenio de su historia fue uno de los grandes, permanentes y sacrificados empeños pastorales, sobre todo de los Papas, frente a las tentaciones de retornar a fórmulas paganas por parte de los emperadores, primero de Roma, después y siempre de Bizancio.

Esa historia del nacimiento y de la progresiva consolidación de la libertad de la Iglesia en los primeros mil años de cristianismo ha quedado genialmente documentada en la obra clásica de Hugo Rahner sobre “Iglesia y Estado en el temprano cristianismo” . El gran maestro de la Facultad de Teología de la Universidad de Innsbruck había publicado por primera vez esta obra en 1943 con otro y muy significativo título, “Libertad de la Iglesia en Occidente” –“Abendländische Kirchen freiheit”–, cuando la Alemania nacionalista en pleno apogeo se percibía todavía triunfante en el escenario de la II Guerra Mundial desencadenada por sus dirigentes en 1939. Tiempo éste que caracteriza el autor en 1960 como de lucha entre la Iglesia y el Estado al escribir el prólogo de la nueva versión de su obra. “Los tiempos se han vuelto desde entonces –desde 1943– más tranquilos, quizá sólo aparentemente o de momento”, confiesa el autor . Y, añade, en todo caso, “el problema de la relación Iglesia y Estado permanece tan excitante como siempre. Está mortalmente vivo en América y en Rusia y puede ocurrir lo mismo en cualquier momento entre nosotros –los alemanes– que nos encontramos comprimidos entre las dos potencias mundiales” . Este diagnóstico histórico de la situación del problema de las relaciones Iglesia y Estado a comienzos de los años sesenta del pasado siglo, formulado en términos un tanto cargados de dramatismo por el Prof. Hugo Rahner, puede ser no aplicable sin más al estado actual de la cuestión. Muchos son, sin embargo, los grandes y trascendentales acontecimientos que tuvieron lugar en la Iglesia y en el mundo de la política en este casi ya medio siglo transcurrido desde 1961, fecha de la publicación de su libro, que han dejado profunda huella en el planteamiento de ese problema bimilenario, condicionante tan duradera y vitalmente de la historia de los países europeos y americanos y, con peculiaridades muy propias, de la historia de España. La Iglesia Católica ha vivido un Concilio Ecuménico, el Concilio Vaticano II, concluido el 1965, y cuyo significado ha transcendido los límites internos de su propia realidad espiritual y pastoral; y en 1978 recibía a un Papa, venido de Polonia, el primer Papa no italiano de los últimos cinco siglos de su historia, Juan Pablo II, que en su extraordinariamente largo y prolongado pontificado la introduciría con un dinamismo apostólico y una proyección misionera sin precedentes en el segundo milenio de la historia cristiana y en el siglo XXI. La humanidad, entre tanto, continuó su proceso de “globalización” con un ritmo a veces trepidante y siempre en la misma dirección de la intercomunicación generalizada sin fronteras físicas y políticas, sorprendida ante la caída insospechada del Muro de Berlín en 1989 y el derrumbamiento inesperado del sistema soviético en Europa, el lugar cultural y político originario de su nacimiento, forzado militarmente.

La irrupción del terrorismo fundamentalista, especialmente en la conocida versión islamista, sumaba en el nuevo contexto del mundo globalizado un inédito elemento cultural y político sumamente influyente en el planteamiento contemporáneo del problema, al obligar a situarse con el trasfondo general –más allá de lo específicamente confesional– de la relación entre “lo religioso”, “lo temporal” y “lo político”. Por lo que respecta a España y a su vivencia actual del problema, resultó decisiva su configuración como un Estado libre, social y democrático de derecho sobre la base de la Constitución del año 1978. Sí, parece que “el actual sitio en la vida” de la permanente cuestión de las relaciones Iglesia y Estado muestra una viveza y una complejidad en sus términos históricos reales no menos dramática que la mostrada por Hugo Rahner al iniciarse la década de los años sesenta. Años que culminarán con la revolución estudiantil de “mayo del sesenta y ocho”, calificada y valorada por ensayistas e intérpretes de la historia contemporánea como una verdadera revolución cultural, cuyos efectos alcanzaron también la valoración social de la Iglesia y del cristianismo e incluso la dimensión religiosa de la existencia humana, radicalmente cuestionada . ¿Cuáles serían pues las perspectivas intelectuales y existenciales con las que se debería abordar de la forma más adecuada a la realidad el planteamiento actual del problema y más fructuosa desde el punto de vista de la posibilidad de hallar soluciones teóricas y prácticas justas y beneficiosas para el momento presente de las relaciones Iglesia y Estado?

II. La perspectiva jurídica.

Ya en el primer milenio de la Historia cristiana, la forma de discernir intelectualmente el problema y, sobre todo, de ofrecer soluciones prácticas eficaces, fue la ofrecida por el derecho y la comprensión doctrinal de sus posibilidades positivas y filosófico-teológicas según el conocimiento científico de la época. La doctrina clave para entender la respuesta que ha dominado la historia del problema tanto en el Occidente como en el Oriente de Europa, en ese período histórico, con repercusiones teóricas que llegan hasta nuestros días, la formula el Papa Gelasio en una carta que dirige al Emperador Anastasio de Bizancio el año 494: “Duo quippe sunt, imperator auguste, quibus principaliter mundus hic regitur: auctoritas sacrata pontificum et regalis potestas. In quibus tanto gravius est pondus sacerdotum, quanto etiam pro ipsis regibus hominum in divino reddituri sunt examine rationem”: “Dos son, emperador Augusto, por los que principalmente es regido este mundo: la autoridad sagrada de los pontífices y la potestad real. En lo cual tanto más grave es el peso de los sacerdotes, cuanto también por los mismos reyes de los hombres habrán de dar cuenta ante el tribunal de Dios” . El Papa tenía a la vista en un primer plano a los Obispos y, en un último y decisivo plano, al Romano Pontífice. Lo que se debatía apasionadamente en esos siglos de la consolidación política del Imperio de Oriente y de su Capital Constantinopla frente a Roma era ciertamente la libertad de la Iglesia en general y la del Obispo de Roma en particular: Sucesor de Pedro y Pastor de la Iglesia Universal con jurisdicción propia y suprema también sobre la Iglesia de Oriente y sobre el Patriarcado de Constantinopla, la Capital oriental del Imperio. Se trataba, en último término, de salvaguardar la libertad de la Iglesia universal frente al intento de convertirla en una Iglesia estatal, sometida al Imperio y al Emperador que pretendía dominarla a través de unos métodos de ejercicio del poder político que han pasado a la historia caracterizados como “Cesaropapismo”.

La fórmula gelasiana de distinguir “materias” propias de la autoridad eclesial y de la autoridad política y de definir los límites del ejercicio jurídico de una y otra potestad, marcaría decisivamente el desarrollo futuro del problema en los siglos clásicos de la Edad Media, con los que se abre el camino histórico del segundo Milenio del Cristianismo. Consumado el cisma de la Iglesia de Bizancio, que rompe con el Papa, el Obispo de Roma, en 1954, siendo Patriarca Miguel Cerulario, y consolidada jurídicamente la nueva forma política del “Sacro Imperio Romano Germánico” en el Occidente latino de Europa, la cuestión de las dos potestades, “la potestad espiritual” y “la potestad temporal”, se concentra en sus máximos titulares, el Papa y el Emperador, y sobre el grado de superioridad o subordinación en sus mutuas relaciones según los asuntos o materias sometidas a sus respectivos ordenamientos jurídicos ?el “ius canonicum” o el “ius civile”?. En el caso de persistentes discrepancias ¿a quién correspondía la última palabra en la determinación jurídica de la materia como canónica o civil? ¿De quién era la competencia para la decisión última y definitiva? La disputa de juristas y teólogos en torno a la superioridad de la autoridad espiritual del Romano Pontífice o de la potestad temporal del Emperador llenará toda la Edad Media hasta bien entrada la nueva época del Renacimiento en el siglo XV cuando comienza a dibujarse en el horizonte político-jurídico la figura del Estado nacional y soberano.

El recurso a un posible derecho superior o pactado entre ambas potestades se abre con el llamado Concordato de Worms de 1122 entre el Papa Calixto II y el Emperador Enrique V: ¡camino histórico que ya no se abandonará nunca hasta la época presente bajo formulaciones que evolucionan al compás de la problemática viva que van planteando los acontecimientos tanto políticos como eclesiales y pastorales de cada época! Por la vía técnico-jurídica de conexión armonizadora de los respectivos derechos, canónico y civil, madura, a través de la reflexión filosófica y teológica sobre la categoría y las posibilidades del “ius gentium”, la idea y el marco de un ordenamiento jurídico positivo de raíces ético-jurídicas trascendentes, en el que la teoría y la práctica de la relación Iglesia y Estado se situarían lo más objetiva y lo más justamente posible. Maduración que pertenece ya a otras épocas: las de la historia moderna y contemporánea de la Iglesia y del Estado. Una historia que se extiende más allá de Europa; primero, al Continente americano y a sus Naciones independientes y libres y, luego, a finales del siglo XX, a todos los demás Continentes.

El Estado Moderno, que alumbran el Renacimiento y la filosofía política que lo acompaña –recuérdese “El Príncipe” de Maquiavelo–, se articula sobre la base de una categoría política de soberanía que modifica profundamente la concepción del poder temporal, tanto considerado en sí mismo como configurador de su orden jurídico-político interno como por lo que se refiere a la vertebración orgánica con la institución del Imperio, heredada de la cristiandad medieval. Categoría que incide, por supuesto, en el tratamiento doctrinal y efectivo de sus relaciones con el poder espiritual de la Iglesia, especialmente con el Papa. El Rey –o el Príncipe– se considera soberano absoluto en su territorio en virtud de una pretendida legitimación teológica, la cual le constituye en superior último para sus súbditos respecto al Emperador en todos los asuntos propios de la potestad real e, incluso, respecto a los Obispos y al Papa, en las materias propias del gobierno de la Iglesia. La argumentación de teólogos y juristas “regalitas” maneja hábilmente el origen trascendente de la autoridad legítima en la comunidad política, como la entendía la clásica enseñanza de la Escolástica, para atribuir al Príncipe o Monarca una legitimación directa por “la Gracia de Dios”. En este contexto jurídico-político resultaba obvia la pretensión por parte de los Reyes y Príncipes europeos de los siglos XVI y XVII de controlar y constreñir no sólo el ámbito de influencia de la Iglesia y de sus Pastores en la vida civil de sus súbditos, cada vez más polivalente, sino también los terrenos propios e internos de la comunidad eclesial. Se limitan drásticamente los clásicos privilegios de los clérigos –de fuero, de exención y de competencia– y se intenta con éxito, por la vía del “Patronato real”, hacerse con el derecho de presentación de los candidatos para todos los oficios eclesiásticos, desde la provisión de las sedes episcopales –los llamados “beneficios consistoriales”– hasta las de las parroquias más insignificantes –los beneficios no consistoriales–. El grado de intromisión del poder real en los asuntos internos de la Iglesia llega en esta época hasta la forma administrativa de la aplicación de los decretos de reforma del Concilio de Trento. Los conflictos con la Santa Sede se suceden en todos los Estados Católicos, aunque el cauce político-eclesiástico para resolverlos continuará siendo el de la negociación bilateral y el instrumento concordatario, es decir, el del pacto entre ambas “potestades”. En este marco histórico-espiritual de la nueva figura jurídica del Estado moderno de los siglos del Renacimiento y del Barroco europeos, lo más urgente para los canonistas y teólogos, fieles a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia, se cifraba en mantener actualizada la tesis de la superioridad indiscutible de la potestad eclesiástica en el campo propio de la vida y de la misión de la Iglesia. No podía ser discutible la supremacía de la potestad de la Iglesia en “spiritualibus” y tampoco podía ser negada su competencia en aquellos asuntos temporales en los que estaban implicadas la ley de Dios y la salvación de las almas. El concepto de “potestas indirecta in spiritualibus” –muy lejos de cualquier tentación teocrática de reclamo de una “potestas directa in temporalibus”– es desarrollado y afinado por los mejores pensadores, juristas y teólogos de la Escuela de Salamanca y de la jovencísima Compañía de Jesús. Sin embargo, el proceso de concepción absolutista del poder político y de sus titulares, los Reyes y Príncipes europeos, siguió su curso inexorable tanto desde el punto de vista de lo formal-jurídico como de la definición del campo de las competencias concretas de gobierno. En el siglo XVIII, el Regalismo francés y el Josefinismo austriaco representan los dos ejemplos más exitosos de esta teoría y praxis política que aspira a convertir a la Iglesia en “Iglesia nacional” y/o “Departamento del Reino”. Ciertamente no llegan tan lejos como lo habían hecho los Estados protestantes formados durante y después de la reforma luterana en los que “el Soberano” asume el “Summum Episcopatum” y se erige en cabeza de la Iglesia en su territorio, convirtiéndola en “Landeskirche” –en Iglesia territorial–. Al Duque de Clever se le atribuye la famosa sentencia “Dux Cliviae est Papa in territorio suo”.

Hay que anotar, sin embargo, que el proceso jurídico-político que determina la génesis histórica del Estado moderno en España, el primero en formarse en Europa, no cae nunca, ni siquiera en el siglo XVIII con la Casa de Borbón, en los mencionados excesos regalistas de la Monarquía francesa y del Emperador de Austria. Sus intervenciones en los campos específicos y propios de la competencia de la Iglesia fueron siempre respetuosas formalmente con las exigencias del derecho canónico. El Concordato de 1753 entre Benedicto XIV y Fernando VI consagra ciertamente el Patronato universal del Rey de España sobre todos los beneficios de sus Reinos; pero en virtud del reconocimiento de que se trata de un privilegio otorgado por la Santa Sede . Además, todo este proceso “regalista” ocurría cuando, simultáneamente, en la Escuela de Salamanca, ya citada, pensadores insignes abrían un nuevo capítulo de la filosofía y teología clásica del derecho, abierto al reto histórico del descubrimiento de América y de la crisis en la que se había sumergido la homogeneidad espiritual de la Europa latina, perdida irremisiblemente la unidad católica de la cristiandad medieval. Su concepción del “ius gentium”, fundada en la dignidad de toda persona humana, ponía los fundamentos doctrinales para el desarrollo de la teoría contemporánea de los derechos fundamentales del hombre y, simultáneamente, para el nacimiento y formación del derecho internacional moderno.

Con los acontecimientos revolucionarios de la Francia de finales del siglo XVIII, el Estado monárquico tradicional, el del “Ancien Régime”, entra en un período histórico de crisis definitiva y, con él, perece la categoría de “soberanía” personal e institucional que sustentaba su lógica jurídica y su realidad y aceptación sociales. Para los teóricos de la Revolución Francesa, inspirados en los modelos racionalistas, radicalmente laicistas e inmanentistas de la filosofía moral y política más de moda en Inglaterra y en la propia Francia, “la soberanía” es un atributo del pueblo en su conjunto; más aún, en la versión radical “jacobina”, que es la que se impone finalmente, el pueblo es su sujeto primero y último. No conoce superior ni en el orden de las realidades mundanas ni en el de las trascendentes. El Estado revolucionario se organiza, por consiguiente, a través de una renovada forma de la “res publica” sobre cuya constitución, gobierno y funcionamiento deciden libremente todos los ciudadanos, sujetos iguales de unos derechos individuales, políticos y sociales inalienables. Este esquema jurídico-político triunfa imparablemente en toda Europa. Lo imponen la fuerza del pensamiento político liberal y el reconocimiento generalizado del principio constitucional como esencial e imprescindible para la configuración jurídica de un Estado –ya concebido como plenamente nacional– a la altura del progreso científico y cultural, propio de la sociedad contemporánea de los siglos XIX y XX.

¿Qué lugar cabía para la Iglesia –y la religión– en una ordenación jurídica del Estado inspirada por una concepción de la comunidad política, de sus fines y fundamentos pensada y proyectada de forma tan laicista? La Iglesia iniciaba, además, este período histórico privada de una parte esencial de su milenario y valiosísimo patrimonio económico, cultural y artístico que en buena medida fue perdido también e irremediablemente ¡para siempre! por todos los pueblos de Europa, a causa de una “desamortización” llevada a efecto apasionada e irresponsablemente por ejecutores demagógicos. El plan “desamortizador” no termina en el desmantelamiento económico de las estructuras eclesiásticas sino que se propone como objetivo último la destrucción de la propia organización canónica y pastoral de la Iglesia. Se obstaculiza la elección del sucesor de Pío VI, se suspenden y dilatan “sine die” las provisiones de las sedes episcopales, se suprimen los centros eclesiásticos de la formación intelectual y de la vida espiritual del clero secular y se prohíben las instituciones de vida consagrada de todo tipo. El intento de convertir a los sacerdotes en funcionarios del Estado revolucionario francés en base a la conocida Constitución Civil del Clero fracasó ante la fidelidad heroica y martirial de la inmensa mayoría de los obispos y de los sacerdotes de Francia. El nuevo Estado liberal, por otra parte, extiende de forma monopolizadora su campo de acción a la enseñanza, al matrimonio y a la familia y a los servicios sociales. Nacían la escuela estatal única laica, el matrimonio civil obligatorio, la beneficencia estatalizada. “El sitio en la vida”, histórico-espiritual, de las relaciones Iglesia-Estado había cambiado substancialmente. Discutir en este medio-ambiente político e ideológico, en directo, la competencia última del Estado respecto a la regulación de sus relaciones con la Iglesia, aparentemente inerme y socialmente insignificante; negar lo que algunas teorías del derecho público de la época formularon como la “Staatskirchenhoheit”, la jurisdicción del Estado sobre la Iglesia, no parecía lo más útil para asegurar la libertad de la Iglesia ni siquiera en su propio campo y, mucho menos, respecto a la posibilidad de su presencia en ese orden ya citado de las realidades sociales y jurídicas nuevas en las que, por la misma naturaleza de las cosas, quedaba implicada la conciencia religiosa y moral de las personas. El constitucionalismo liberal dejaba, no obstante, una puerta intelectual y cultural abierta para la libertad de la Iglesia: los derechos del hombre y, en concreto, el derecho a la libertad religiosa. Las confesiones protestantes en Norteamérica entrarían por ella sin vacilación; también la Iglesia Católica desde el momento inicial de su implantación en los Estados Unidos, sobre todo, cuando se erigen las primeras diócesis. Por ella van a entrar también, en último término, la Santa Sede y los Episcopados europeos en los siglos XIX y XX en medio de vicisitudes varias y cambiantes y con acentos doctrinales diversos según las tradiciones religioso-políticas de cada país.

Las circunstancias no fueron siempre fáciles ni propicias para proyectar y adoptar un modelo nuevo de relaciones Iglesia y Estado que respondiera a las exigencias jurídicas y sociales del principio de libertad religiosa dentro de un orden político laico, inmanentista y pluralista en la visión del hombre y del mundo. Con todo, la evolución interna del Estado liberal en la dirección del reconocimiento de la primacía constitucional de la persona y de sus derechos fundamentales y en la de la autocorrección de su concepto de soberanía absoluta en favor de la prevalencia normativa del derecho internacional, favorecieron la lenta y valiosa evolución de un nuevo derecho concordatario en el que se concretan y regulan por igual tanto el campo propio de la presencia y actividad libres de la Iglesia y de su servicio a la sociedad como las formas de su cooperación con la autoridad pública. Ayudó decisivamente a alcanzar este objetivo el prestigio creciente de los Papas y de su Magisterio en los foros de la opinión pública mundial y entre los hombres de Estado. Los Pontífices de ese período histórico, desde Pío IX hasta Pío XI, no sólo no pierden reconocimiento moral y jurídico en su condición de “prisioneros del Vaticano” sino que crecen en “autoridad” interna y externa. La mayor parte de los Estados europeos mantuvieron sus Embajadores acreditados ante la Santa Sede en esas difíciles décadas entre el final del siglo XIX y los comienzos del XX, antes de los Pactos de Letrán de 1929, y no interrumpieron en ningún momento las negociaciones encaminadas al establecimiento de nuevos acuerdos concordatarios. Los autores coetáneos del derecho público eclesiástico hablarán de esos años hasta la II Guerra Mundial como los de “una nueva era de Concordatos”. Sin embargo, hay otra cara histórica en este proceso intelectual, tan espiritual y políticamente complejo de la regulación de las relaciones Iglesia y Estado contemporáneo: la de la persistencia y vigor político y cultural de la versión liberal del Estado constitucional en clave radicalmente laicista, especialmente en Francia, con la que conecta cronológicamente el triunfo de los totalitarismos políticos del siglo XX en Rusia, Italia y Alemania, acompañados de cruentas persecuciones de la Iglesia y de los cristianos en proporciones desconocidas hasta entonces y que, en el caso de la Alemania nazi, se ven superadas por la versión racista tan terrible de “la Shoah” del pueblo judío. El curso final de los acontecimientos terminaría en la catástrofe apocalíptica de la II Guerra Mundial.

Esta terrible experiencia conmovió dramáticamente la conciencia moral de toda la humanidad y la impulsó a la convicción político-jurídica del carácter inviolable de los derechos humanos y sobre su superioridad no sólo ética sino también jurídica frente al derecho positivo estatal, con la implícita afirmación de la necesidad de la limitación de la soberanía de los Estados en función de su paz interna y de la paz internacional. El nuevo rumbo de las relaciones Iglesia y Estado parecía en aquellos momentos graves de la historia mundial claramente fijado. La Iglesia apelará al principio de la libertad religiosa y al de cooperación en función del bien común cuando concrete los criterios doctrinales y los principios jurídicos en la negociación de nuevos acuerdos o convenios con el Estado en la segunda mitad del siglo XX, antes y después del Concilio Vaticano II. Se situará para ello en el plano del derecho internacional, acogedor y propiciador del reconocimiento de la personalidad jurídica internacional de entidades e instituciones no estatales o supraestatales de implantación mundial o, al menos, ampliamente supranacional. Condición que cumplía y cumple con creces la Iglesia Católica como la organización de una presencia mundial, la más antigua y arraigada históricamente en el pasado de la humanidad, y la más eficazmente implantada en todo el mundo. Personalidad jurídica internacional de la Iglesia Católica, subrayada y potenciada diplomáticamente –que no causada– por la personalidad jurídica internacional del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este nivel jurídico-internacional de los instrumentos legales para la regulación de las relaciones Iglesia Católica y Estado se veía, y se ve, además, confirmado por la creciente “internacionalización” de las garantías legales, procesales y ejecutivas a cargo de las Naciones Unidas en la observancia de los derechos humanos por parte de los Estados. Se podría concluir este “exkursus” por la historia y el presente del problema con la tesis de que la perspectiva jurídica, para tratarlo y resolverlo positivamente en la teoría y en la praxis del derecho actual, se encuentra suficiente y positivamente aclarada.

El caso particular de España no varía cualitativamente respecto al común denominador europeo en lo esencial de las fórmulas jurídicas con las que se trata de asumir y aclarar en este período histórico –siglos XIX y XX– nuestra propia problemática, a pesar de que presente perfiles muy singulares, acordes con la singularidad de la historia milenaria de la relación del pueblo y de la sociedad española con el catolicismo. El Concordato de 1853 entre Pío IX e Isabel II alivió y normalizó una situación lastrada por las medidas desamortizadoras, las Guerras Carlistas y el difícil itinerario ideológico y político del liberalismo español interrumpido intermitentemente por irrupciones radicales, a veces violentas, del progresismo anticlerical. El Concordato de 1951, a pesar de la justificada impresión de un constatable anacronismo histórico, contribuyó a profundizar en la libertad interna de la Iglesia y en su presencia en el mundo de las realidades educativas, culturales y sociales de su tiempo, con efectos apreciables de formación cristiana de las conciencias y de la apertura de nuevos horizontes apostólicos en el mundo del trabajo y de la comunidad política, cuyos frutos madurarían y aparecerían más tarde. Finalmente, los Acuerdos de 1976 y 1979 adoptan para la España del Estado democrático, libre y social de derecho, de la Monarquía parlamentaria, los principios éticos y jurídicos fundados en la doctrina de los derechos fundamentales de la persona humana y en la práctica de la inserción limitadora de la soberanía del Estado en el marco normativo del derecho internacional. Una adopción cuidadosa y matizada en sus términos jurídicos concretos a la vista de la realidad histórica y del presente de la sociedad española. No se ve hoy razón ni teórica ni de buena práctica política que justifique el cuestionamiento del actual sistema español de regulación jurídica de las relaciones Iglesia y Estado; antes al contrario, merece ser respetado y mejorado al servicio del bien común. No hay duda, la perspectiva jurídica del problema en España se enmarca en las fórmulas de tratamiento de las relaciones Iglesia y Estado vigentes en la Europa libre y democrática de la segunda mitad del siglo XX y que han encontrado, por lo demás, aplicación inmediata en los países del centro y del este europeos, al hilo de la coyuntura histórica de la recuperación de su libertad política, jurídica y cultural. La actual perspectiva jurídica española aporta una buena solución para la problemática actual de las relaciones Iglesia y Estado tanto si se la valora a la luz de historia jurídica del problema como si se la ve y considera dentro del horizonte científico del derecho eclesiástico comparado de las naciones con mayor tradición democrática de Europa y de América.

Es obvio que toda fórmula jurídica positiva para la regulación de situaciones y realidades sociales, sean cuales sean, pero, sobre todo, si se han generado en historias tan complejas como la de las relaciones Iglesia y Estado, ha de someterse a la prueba de la vida, es decir, al contraste con la realidad viva de los problemas humanos y sociales con los que se enfrentan. Por eso la perspectiva jurídica de la cuestión de las relaciones Iglesia-Estado ha de completarse con la perspectiva sociológica.

III. La perspectiva sociológica

Las relaciones Iglesia y Estado en la actualidad presentan en las sociedades europeas, y muy particularmente en la española, unos rasgos nuevos que no pueden ignorarse en el momento de un examen intelectual del tema que lo contemple y estudie en la integridad de todos aquellos aspectos –al menos, de los más principales– que conforman hoy la realidad europea.

En primer lugar, hay que destacar el paso de un tipo de sociedad homogéneamente cristiana –en España, católica– a otro, religiosamente, más plural. La presencia de otros credos religiosos no cristianos, singularmente del Islam, aunque con un peso cuantitativo y un significado social cualitativo diverso, es un hecho sociológico innegable. El cambio afecta no sólo a las expresiones y vivencias específicas de la religiosidad personal y de sus manifestaciones organizadas y públicas, sino también a todos los ámbitos de la existencia humana donde el factor de la fe y de su traducción teórica y práctica en modelos éticos de conducta juega un papel decisivo. Citemos algunos: el matrimonio y la familia, la salud y la enfermedad, la enseñanza y la formación intelectual, cultural y artística de las personas, la práctica de la solidaridad y del amor al prójimo en las situaciones de carencias y de pobrezas materiales y espirituales, los criterios y principios morales, inspiradores de la concepción del orden jurídico y político de la sociedad… Este pluralismo religioso de la actual sociedad europea, más o menos extendido y variado y de mayor o menor incidencia ética y cultural en las costumbres y convicciones personales y sociales, coexiste y convive con la tradición de una visión del hombre y del mundo no religiosa, laica, aclimatada desde la Ilustración en la conciencia europea con distinto grado de impregnación social según los países y los períodos y vicisitudes de la dramática historia por los que han atravesado la Europa y la España contemporáneas. Sus manifestaciones van desde el agnosticismo social y políticamente indiferente hasta el ateísmo militante.

En segundo lugar nos encontramos con la realidad jurídico-política de un Estado que interviene con su derecho y con su acción de administración y gobierno de la sociedad prácticamente en todos los órdenes de la vida. El Estado contemporáneo, el nuestro, concibe el campo de las materias de su competencia jurídica poco menos que ilimitadamente. La interpretación de las categorías ético-jurídicas de libertad, igualdad, justicia, paz y solidaridad se realiza, sobre todo en la práctica, con una amplísima discrecionalidad tanto en la fijación de sus contenidos como en la forma y técnicas jurídicas de su tratamiento. A penas se encuentra hoy un aspecto o dimensión de la existencia de las personas que no esté regulado por alguna normativa legal; más aún, son muchas las áreas de las necesidades y relaciones sociales donde el Estado y su Administración intervienen directamente a través de su propio personal como los agentes y productores de los servicios y obras realizadas. Desde la caída del “Antiguo Régimen”, el del Estado tradicional anterior a la Revolución Francesa, no ha dejado de crecer hasta el día de hoy la intervención legal y administrativa estatal en la vida de los ciudadanos. La institución del matrimonio y de la familia, los sistemas educativos, el mundo de la investigación y de la ciencia, la cultura y el deporte, los servicios sociales de todo orden, etc., han sido y son en la actualidad los campos preferentes del pensamiento y de la acción política.

Si a este fenómeno del intervencionismo estatal, por la vía del ordenancismo de la vida diaria de los ciudadanos y de la disciplina administrativa, añadimos el hecho de un sistema fiscal extraordinariamente absorbente que apenas deja resquicios económicos para una disposición más libre de sus ingresos por parte de los ciudadanos, nos encontramos con la medida sociológica completa que caracteriza hoy en día la realidad social del Estado en Europa.

Este fenómeno político-jurídico de un Estado crecientemente celoso de su soberanía, concebida con apenas limitaciones materiales y formales, contrasta con la interdependencia ?igualmente en un alza histórica imparable?, estructural y funcional con las más variadas instituciones y organizaciones sociales que lo condicionan en cualquiera de los sectores cubiertos por su actividad legislativa y administrativa.

En tercer lugar, presenciamos cómo en los distintos foros donde se crean, cultivan y difunden las ideas más influyentes en la opinión pública ha vuelto a surgir la cuestión o pregunta teórica por los fundamentos antropológicos y los principios éticos de un Estado concebido al servicio de la persona humana y de su realización integral en el marco del bien común y del destino universal del hombre y de la humanidad. El estudio del problema conlleva lógica y existencialmente al tema del significado ético-jurídico de la dimensión religiosa, innata al hombre, para la constitución y funcionamiento de la comunidad política y del Estado que la vertebra jurídicamente; y, consiguientemente, a un reavivado tratamiento del problema concreto de las relaciones Iglesia y Estado en los términos no sólo técnico-jurídicos, sino también en los doctrinales de la expresión. Este dato, a primera vista de naturaleza puramente intelectual, se está convirtiendo, sin embargo, por sí mismo, en un elemento inseparable del resto de la problemática sociológica de las relaciones Iglesia y Estado en la actualidad europea y española. Una novedad del momento de la teoría política y de la concepción del Estado en España, que sorprende por su difusión en los medios de comunicación social y por un cierto anacronismo histórico –tuvieron su expresión doctrinal y política más influyente en el siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX–, es la de la reaparición de una concepción radicalmente laicista de la naturaleza y la finalidad del orden político y del Estado que lo encarna, y que se formula, indisimuladamente, como su indiscutible horizonte ideológico sobre la base de un absoluto relativismo moral –valga la paradoja– y, por consiguiente, ético-político y ético-jurídico.

Si siempre que se analiza la bondad real de las fórmulas jurídicas a la hora de juzgar su valor ético y su utilidad práctica para la solución de los problemas de la sociedad, se hace preciso recurrir al contraste con las exigencias de la verdad de los principios que las explican y las rigen, cuánto más urgirá en este momento de la historia de las relaciones Iglesia y Estado abrirse a la perspectiva teológica ?que incluye en una buena teoría católica de la ciencia teológica, la filosófica? para poder situarnos en una perspectiva intelectual integradora que nos oriente en el presente y nos prepare para el futuro de esas relaciones, teniendo como objetivo último la verdad y el bien del hombre y de la sociedad.

IV. La perspectiva teológica

La perspectiva intelectual con la que la Teología católica y la teoría general del derecho público, que en ella se inspira, trata actualmente el problema de las relaciones Iglesia y Estado, ha sido hondamente renovada por las enseñanzas del Concilio Vaticano II, más concretamente, por la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes” sobre la Iglesia en el mundo de nuestro tiempo y por la Declaración “Dignitatis humanae” sobre la libertad religiosa.

Vista a la luz de la perspectiva teológica trazada por el Concilio, hay que centrar la cuestión dentro del esquema antropológico y ético-jurídico del derecho de la persona humana a la libertad religiosa. Derecho que ha de ser entendido, por tratarse de un derecho inherente a la dignidad inviolable del hombre, como fundamental y, por lo tanto, como previo y anterior en su vigencia al ordenamiento jurídico-positivo del Estado, sin exceptuar el de rango constitucional. Un derecho no sólo de ámbito de aplicación individual, sino también de significado y de contenido sociales. Un derecho no sólo a no ejercer y a no practicar la religión, sino, sobre todo, a que pueda ser activado y actuado positivamente en la vida personal y social de los ciudadanos; en el campo de su aplicación social, no limitado exclusivamente a las conocidas expresiones fenomenológicas de lo religioso, sino incidiendo, además, cualitativamente, en otros espacios de la existencia humana intrínsicamente inseparables y dependientes de las conciencias personales, como son, de forma destacada, el matrimonio y la familia, la enseñanza, los servicios sociales de la caridad y de la solidaridad, y la creación y difusión de los bienes culturales.

En esta perspectiva teológica del derecho a la libertad religiosa y de la forma positiva de llevarlo a la práctica individual y social, los ciudadanos son titulares no sólo de derechos, sino también sujetos de deberes. Son responsables del valor de su fe para el bien común de todos con su palabra y con su conducta. A la institución religiosa en cuanto tal –en nuestro caso, a la Iglesia Católica y a su Jerarquía– le compete acompañar y guiar a los fieles laicos en la realización de esa tarea propia de su vocación en la Iglesia y en el mundo; tarea de iluminar y de fermentar las realidades temporales con “la luz” y “la sal” del Evangelio sin excluir ninguna, ni siquiera la política. Todavía más, es responsabilidad propia e irrenunciable de la Iglesia, en virtud de las exigencias entrañadas en el principio de libertad religiosa, cumplir con el aspecto esencial de su misión de ser “signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humana”, según bella, novedosa y expresiva formulación del Concilio Vaticano II . El mismo Concilio precisa y concreta el modo práctico de observar este deber en términos ético-jurídicos nuevos, adaptados al moderno derecho constitucional del Estado y distantes de la terminología heredada del derecho público eclesiástico “ilustrado”. Enseña el Vaticano II que “la Iglesia debe poder, siempre y en todo lugar, predicar la fe con verdadera libertad, enseñar su doctrina social, ejercer sin impedimentos su tarea entre los hombres y emitir un juicio moral también sobre cosas que afectan al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas, aplicando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y condiciones” . No se habla ya de “potestas indirecta” competente en lo temporal “ratione pecati” como modo y título ético-jurídico para caracterizar y fundamentar la intervención de la Iglesia en los asuntos propios de la sociedad civil y de la comunidad política, sino de derechos innatos, reconocidos expresamente como derechos fundamentales por las leyes constitucionales de los Estados; más en concreto, se apela a los derechos de libertad religiosa y de libertad de expresión.

Las competencias propias y específicas del Estado en el radio de vida social amparado y protegido por el derecho a la libertad religiosa, se deben ceñir al mantenimiento y garantía del justo orden público. Noción jurídica, mal entendida y manipulada en no pocas ocasiones al servicio del poder en la historia de la teoría y, sobre todo, de la práctica del derecho político contemporáneo. El Concilio la entiende como la “tutela eficaz” de este y otros derechos fundamentales procurando “la pacífica armonización de éstos” y como “la ordenada convivencia en la auténtica justicia y la necesaria custodia de la moralidad pública”, conforme “al orden moral objetivo” . En materia de realidades temporales, compete originariamente a los órganos soberanos de la autoridad del Estado, en función del bien común, la ordenación jurídica positiva y la acción de administración y gobierno con independencia de cualquier otra instancia o autoridad humana, con la obvia reserva, cada vez más actual y de mayor vigencia socio-política y jurídica, de la transferencia de soberanía a unidades políticas superiores supraestatales, establecidas por Estados de una misma región geopolítica, y de la que se está efectuando crecientemente en favor de la comunidad internacional y de su órgano de gobierno, la Organización de las Naciones Unidas. Cuestión distinta, pero también de importancia incluso doctrinal, es la de la concepción de la soberanía del Estado y/o de la comunidad política y del pueblo, que “de facto” y “de jure” la sostiene, en relación con el orden moral objetivo. Cuestión que repercute muy sensiblemente en aquellos ámbitos de las sociedades contemporáneas donde los derechos de las personas y de sus instituciones básicas se ven especialmente comprometidos, entre los que señalamos de nuevo el matrimonio y la familia, la enseñanza y el sistema educativo, la cultura y los medios de comunicación social, el servicio y la atención a los necesitados. ¿Cuál sería la responsabilidad de la Iglesia, apoyada originariamente en el principio de libertad religiosa, de cara a estas situaciones y cómo se encauzaría en la práctica? Es evidente, y la enseñanza conciliar lo pone de manifiesto, que no podía ser la de las vías técnicamente políticas, pero tampoco las de la total inhibición respecto a las posibilidades y fórmulas pastorales variadas en las que podría y debería ser ejercida. Veamos cómo se expresa el Vaticano II.

El Concilio parte de la tesis antropológica y eclesiológica de la autonomía de las realidades temporales, más concretamente, del hombre, de la sociedad y de la ciencia, pero no de su independencia o soberanía respecto a la ética y la moral: “Si por autonomía de las realidades terrenas –enseña la “Gaudium et Spes”– entendemos que las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar gradualmente, exigir esa autonomía es completamente lícito… Pero si con las palabras «autonomía de las realidades temporales», se entiende que las cosas creadas no dependen de Dios y que el hombre puede utilizarlas sin referirlas al Creador, todo el que conoce a Dios siente hasta qué punto son falsas las opiniones de este tipo”. Una primera consecuencia de moral social se sigue de este principio: “el orden social y su progreso deben de subordinarse al bien de las personas… fundarse en la verdad, edificarse en la justicia, vivificarse por el amor; debe encontrar en la libertad un equilibrio cada vez más humano”. El respeto, el cuidado y la promoción del bien integral de la persona humana constituyen para la doctrina conciliar el primer y fundamental postulado que ha de regir todo el orden social y político y del cual se sigue el carácter inviolable de sus derechos fundamentales inherentes a su dignidad, fundada en la naturaleza trascendente del hombre; derechos, por tanto, superiores a cualquier ordenamiento jurídico positivo. La búsqueda y la realización del bien pleno de la persona humana como el fin supremo del orden socio-político pertenece a la esencia del bien común, al que se debe toda autoridad en el Estado y en la comunidad internacional .

De esta visión trascendente del hombre y de la sociedad, que el Vaticano II actualiza con hondura cristológica y con una renovada comprensión de la filosofía social, se deduce para la actuación de la Iglesia ?y, especialmente, de sus Pastores, los Obispos, presididos por su Cabeza, el Sucesor de Pedro? el imperativo primero e insoslayable de proclamar la dignidad de toda persona humana desde que es concebida en el vientre de su madre hasta el momento de su muerte natural, la inviolabilidad de sus derechos fundamentales y la primacía ética del mandato de la justicia y del amor. Responsabilidad que conlleva, consecuentemente, la de la enseñanza teórica y práctica de esta doctrina y la de su promoción por todos los medio legítimos a su alcance. Responsabilidad de la que participan los fieles en la forma concreta del compromiso temporal que les es propio según su vocación específica dentro de la Iglesia. Las implicaciones mutuas, fundadas en la misma naturaleza de las cosas, entre el principio de la dignidad de la persona humana y de sus derechos y el de las instituciones básicas ya mencionadas, más aún, la interdependencia estructural entre unas y otras realidades, explican, justifican y postulan ética y jurídicamente la presencia de la Iglesia en ellas .

La comprensión teológica de la misión de la Iglesia en relación con las realidades de este mundo, más específicamente, con la comunidad política y el Estado, renovada por el Vaticano II, no incluye fórmulas y elementos técnico-jurídicos, extraídos de lo que podría llamarse hoy la sociología del poder… Al proclamar, en el texto ya citado más arriba, el “debe poder” predicar la fe, enseñar su doctrina social y emitir un juicio moral sobre asuntos políticos cuando están en juego los derechos de la persona o la salvación de las almas, explicita, a la vez, que lo hará sirviéndose sólo de aquellos medios conforme el Evangelio y al bien de todos. El Concilio llega a afirmar que la Iglesia no pone “su esperanza y privilegios otorgados por la autoridad civil; más aún, renunciará al ejercicio de algunos derechos legítimamente adquiridos cuando conste que con su uso se pone en tela de juicio la sinceridad de su testimonio o que las nuevas condiciones de vida exigen otra ordenación”. Pero, simultáneamente, recuerda que “con su adhesión al Evangelio y con el ejercicio de su misión en el mundo, la Iglesia a la que corresponde fomentar y elevar todo lo verdadero, bueno y hermoso que se encuentra en la comunidad humana, consolida la paz entre los hombres para Gloria de Dios”.

En este cuadro ético-jurídico de las competencias propias del Estado y de las inherentes a la naturaleza y la misión de la Iglesia, finamente iluminadas y discernidas por el Vaticano II a la luz de una renovada filosofía y teología del hombre, de la sociedad y de la propia Iglesia, es como hay que entender la clásica tesis del derecho público eclesiástico, que el Concilio reitera, de que “la Comunidad política y la Iglesia son entre sí independientes y autónomas en su propio campo. Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres. Este servicio lo realizarán tanto más eficazmente en bien de todos cuanto procuren mejor una sana cooperación entre ambas, teniendo en cuenta también las circunstancias de lugar y de tiempo”, porque “ciertamente, las realidades temporales y las que en la condición humana trascienden este mundo están estrechamente unidas entre sí”. La Iglesia contribuye, por su parte, decisivamente a la toma de conciencia social de los grandes valores e ideales de la justicia, de la solidaridad y de la paz, imprescindible para la subsistencia misma de la comunidad política, y los difunde. Y del Estado depende principalmente que la Iglesia pueda vivir y realizar su misión en condiciones de libertad personal, social y jurídica, plena .

La libertad en el desarrollo de la propia vida y misión y la cooperación al servicio del bien personal y social del hombre, asumidas como los criterios máximos en la regulación de las relaciones de la Iglesia y el Estado, postulan hoy, probablemente con más sentido histórico que en otras épocas, que se utilice generosamente el diálogo mutuo y prejurídico y que se acuda a los instrumentos jurídicos bilaterales para lograr su recta y justa ordenación de acuerdo con la doctrina y la praxis constitucional de los Estados libres, sociales y democráticos de derecho y con las reglas del derecho internacional vigente. Para cualquier ciudadano europeo resulta hoy absolutamente normal el recurso a los acuerdos de las instituciones y fuerzas sociales con las autoridades públicas con anterioridad a su toma de medidas, ya sean legislativas ya administrativas, en los múltiples campos de la vida social que les afectan. De hecho, en la regulación de las relaciones con las confesiones cristianas y con la Iglesia Católica –la mayor de las instituciones históricas en la vida religiosa de los países europeos– se ha procedido en la gran mayoría de las veces, renovando y actualizando tradiciones jurídico-eclesiásticas multiseculares, por la vía del establecimiento de acuerdos o convenios entre ambas partes muy provechosos para el bien común de los ciudadanos. Los firmados con la Iglesia Católica, al gozar de personalidad jurídica internacional, reconocida hoy universalmente como la forma jurídica más justa con su realidad e implantación universales, han seguido las normas del derecho internacional. Forma y nivel jurídico, por lo demás, coherente con su historia y su presente marcados por su real e indiscutible universalidad. Ésta ha sido también la dirección de las ideas políticas y de la praxis jurídica tomada por España en su historia moderna y contemporánea, renovadas profundamente en nuestra Transición política de acuerdo con la doctrina del Vaticano II y con los principios básicos de la Constitución vigente. El método teórico y práctico del derecho concordatario y de su inserción en el derecho internacional no ha perdido ni un ápice de su valor ético y jurídico para el presente y el futuro de Europa y de España.


CONCLUSIÓN

Las perspectivas actuales de las relaciones Iglesia y Estado, contempladas desde la problemática europea y, sobre todo, desde la situación española, se muestran favorables para un desarrollo presente y futuro de las mismas puesto inequívocamente al servicio del bien superior de la persona humana y del bien común; con tal de que se cumpla una condición: la de que se valoren y respeten las doctrinas jurídicas y filosófico-teológicas que las han iluminado y conformado a partir de la doble experiencia del tiempo fundacional de las Naciones Unidas y del Concilio Vaticano II y que han quedado reflejadas, con una rica y viva sensibilidad espiritual y social, en la mayor parte de los instrumentos jurídicos bilaterales que regulan esas relaciones en la actualidad. En nuestras manos se encuentra un patrimonio humano y social de gran valor. Su importancia histórica trasciende el día a día de la actualidad socio-política y cultural. ¡No debemos perderlo! Más aún, deberíamos apreciarlo y enriquecerlo entre todos en el presente y en el futuro.


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 Con ocasión de la publicación del primer número de la versión en malayalam de la edición en lengua inglés de “L’Osservatore Romano", el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido el siguiente saludo:


"Queridos amigos, la publicación de la primera edición de L’Osservatore Romano en lengua malayalam es un acontecimiento sumamente significativo en la vida de la Iglesia en India ya que informará a más de seis millones de católicos en el estado de Kerala acerca del ministerio del Papa y de la labor de la Santa Sede y reforzará los vínculos de fe y comunión eclesial que ligan la comunidad católica a la Sede de Pedro. Aprovecho la ocasión para expresar mis mejores auspicios a esta importante iniciativa y doy las gracias de todo corazón a los directores de Carmel International Publishing House, y a todos los que han contribuido a realizarla.


Espero que esta nueva traducción de la edición inglesa que ahora se une a las ediciones en otros idiomas de "L'Osservatore Romano", sea fuente de instrucción y enriquecimiento en la fe e incentive una fraternidad y una cooperación aún más grandes en la comunidad católica de Kerala, rica en diversidad, y sea una ayuda indispensable a la continua tarea de la evangelización


A vosotros y a vuestras familias imparto de corazón mi Bendición Apostólica como prenda de alegría y paz en nuestro Señor Jesucristo. Bendito PP. XVI". (S.L) (Agencia Fides 26/6/2008)


Links:
Texto original del saludo del Santo Padre, en inglés

http://www.evangelizatio.org/portale/adgentes/pontefici/pontefice.php?id=1165


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Viernes, 27 de junio de 2008


VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello- invitación al Cristocentrismo

 

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- El destacar, a veces unilateralmente, el elemento humano y su centralidad incluso cuando “se hace teología”, tiene sus raíces en una relación mal entendida, casi de oposición, entre las legítimas y absolutamente irrenunciables aspiraciones del hombre y las también legítimas “exigencias” de Dios.

Paradójicamente, más de dos mil años de Cristianismo aún no han inmunizado suficientemente al hombre, y lo que piensa de Dios, de la tentación de concebirse en “oposición” al propio Creador, como si la plenitud de sí mismo, la propia realización humana, debiese o pudiese darse “contra” o “sin” Dios. En la doctrina católica, esta tentación, tiene un nombre antiguo, tal vez algo olvidado por una cierta predicación, pero absolutamente central para elaborar cualquier discurso teológico, antropológico, y moral: se llama pecado original.


La reflexión sobre este dato doctrinal, ampliamente presentada por el catecismo de la Iglesia Católica en los n. 396-409, invita a evidenciar como toda “antropología”, que pretende fundar de nuevo la teología partiendo únicamente del hombre, o de afirmar al hombre y sus exigencias, “contra” las presuntas “exigencias” de Dios”, corre el riesgo casi inexorablemente de transformarse en un “antropocentrismo”, que pone al hombre, solitario, al centro del cosmos, frustrando su natural apertura al Misterio infinito.
Por el contrario, el Cristocentrismo, parte del único punto de la historia en el que el conflicto entre hombre y Dios es totalmente superado, tanto en sí mismo como en cuanto efecto salvífico único y universal del sacrificio redentor de Cristo Señor, cuyos “frutos” son ofrecidos a la libertad de todos los hombres y que por ello es para todos los hombres.


Sería muy interesante si, después de muchos años desde el “cambio antropológico”, se pudiese finalmente tener un gran “cambio Cristológico”, hasta Cristocéntrico. El Concilio Ecuménico Vaticano II ciertamente invita a toda la Iglesia a recorrer este camino y el reciente magisterio de los Pontífices tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI invita constantemente al pensamiento, a la vida y al corazón de los fieles a reconocer y hacer propia esta centralidad.


Redescubrir a Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, como el verdadero centro de la historia de la humanidad, de la vida y de la Iglesia, es una necesaria consecuencia, y también causa, de la vida de cada cristiano, sería el verdadero “cambio antropológico”. El hombre sería profundamente iluminado, consolado, liberado: en una palabra, podría experimentar efectivamente aquella salvación que Cristo nos ha conquistado y que es ofrecida a la libertad de cada uno y, al mismo tiempo, la teología podría reencontrar su originaria vocación, tan luminosamente presente en los Padres de la Iglesia, de exponer los misterios de la salvación, en modo accesible y saludable para la inteligencia de la misma vida. Ningún hombre se interesa más por el hombre que Cristo mismo: el Cristocentrismo es el verdadero “cambio antropológico” de la historia. Nunca antes el hombre estuvo tan “al centro” como con Cristo. (Agencia Fides 26/6/2008; líneas 35; palabras 501)


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VATICANO - Domingo del Mar 2008: tutelar las comunidades de pescadores en el proceso de globalización, proteger los océanos y contrastar la piratería

 

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La defensa de las comunidades de pescadores frente a los procesos de globalización que también invierten el sector íctico, el salvaguardia ecológica de los Océanos para las futuras generaciones, el peligro que constituye de modo creciente la piratería marítima, es algunos de los temas más significativos afrontados en el Mensaje para el domingo del mar 2008, que se celebra el próximo 13 de julio, por el Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes.
"El Domingo del Mar - se afirma en el Mensaje firmado por el presidente del Consejo Pontificio, el Cardenal Renato Raffaele Martino, y el Secretario del mismo, el Arzobispo Agostino Marchetto - es, anualmente, un día que se destina al recuerdo y a la oración en favor de todos los marinos, pescadores, trabajadores portuarios, junto con sus familias y dependientes. Ésta es, por consiguiente, una oportunidad que se nos brinda para recordar los problemas que los marinos se enfrentan a diario, con su vida profesional y marítima en el contexto del cuidado pastoral del Apostolado del Mar en todo el mundo. En esta ocasión renovamos también nuestro apoyo a los derechos humanos, al comercio justo y a la defensa del medio ambiente, en contexto marítimo”.

El Mensaje se difunde a un año de distancia del Congreso mundial del apostolado del Mar, que tuvo lugar en Gdynia, Polonia en el 2007 (ver Fides 2/7/2007; 5/9/2007). En el texto se subrayan algunos de los temas y problemas que hoy de modo particularmente urgente afectan a quienes trabajan y viven en contacto directo con el mar. El Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes afirma: “existe un área de la actividad marítima que suscita gran preocupación en todo el mundo, la profesión de la pesca. De hecho, las comunidades pesqueras están luchando contra los aspectos más negativos de la globalización y se enfrentan a problemas económicos, sociales y ecológicos de magnitud internacional". "El apostolado del mar - continúa el texto - tiene que manifestar, en todas partes, su solidaridad con dichas comunidades e intensificar su misión pastoral en esta profesión, puesto que estos próximos años serán decisivos si queremos que los océanos vivan, las comunidades pesqueras sobrevivan y sigan capturando pescado, del que dependen, hasta ahora, más de un billón de personas como principal fuente de proteínas”.


A este propósito se recuerdan algunas importantes afirmaciones del Papa Benedicto XVI pronunciadas durante el discurso en la Fundación Centesimus Annus-pro Pontificios el pasado 31 mayo: "Hoy el gran desafío - explicó en aquella ocasión el Papa - es ‘globalizar’ no sólo los intereses económicos y comerciales, sino también las expectativas de solidaridad". En este sentido, continuó el Pontífice, es necesario “la persona, creada a imagen de Dios y querida por él, se halle en el centro de todos los proyectos económicos destinados a custodiar y administrar los inmensos recursos de la creación”.


En el Mensaje se destaca además el grave problema de la piratería definido como "otro fenómeno, triste y emergente que cada vez se difunde más. En algunas partes del mundo, es frecuente y representa una real amenaza a la seguridad de las embarcaciones y de sus tripulaciones. El Apostolado del Mar, debe, por tanto, debe apoyar cada acción de la Comunidad Internacional y de las Autoridades locales destinada a abordar este problema”.


Por último, el Mensaje agradece "a todos los capellanes, agentes pastorales y voluntarios en activo en el Apostolado del Mar que proporcionan asistencia pastoral y práctica, junto con hospitalidad a todos los marinos, sin tener en cuenta su raza, credo u opinión política. Una de nuestras grandes fuerzas es el número de laicos que trabajan voluntariamente para el Apostolado del Mar en las capellanías, junto con una continua formación y entrenamiento, en numerosos lugares, que siguen dando fruto. (Mtp) (Agencia Fides 26/6/2008)

 

Links:
Texto completo del Mensaje, en italiano, inglés, francés, español


http://www.fides.org/ita/vita_chiesa/2008/pcpmi_ita_260608.html


Celebración realizada en el arciprestazgo de Icod de los Vinos, Tenerife, con motivo de un encuentro arciprestal de agentes de pastoral y colaboradores parroquiales.

 

Celebración de final de curso

 

INTRODUCCIÓN

 

Nos encontramos reunidos los cristianos de todas las parroquias del arciprestazgo de Icod de los Vinos. San Juan y San José en San Juan de la Rambla; El Dulce Nombre de Jesús y Santo Domingo de Guzmán en la Guancha; Santa Ana, El Sagrado Corazón de Jesús, San Pedro Apóstol, San Juan Bautista, Ntra. Sra. De la Candelaria y San Andrés Apóstol en Garachico; Ntra. Sra. De la Luz y Ntra. Sra. De Lourdes en Los Silos; San Antonio de Padua, La Sagrada Familia, San José y El Santísimo Cristo del Calvario en el Tanque; y San Marcos Evangelista, El Santísimo Cristo del Calvario, San Juan Bautista, El Inmaculado Corazón de María, Ntra. Sra. de Candelaria, San Andrés Apóstol, Ntra. Sra. del Amparo, San Bernabé Apóstol, San Isidro Labrador, Ntra. Sra. de Buen Paso, Ntra. Sra. del Carmen y Santa Bárbara Mártir en Icod de los Vinos.

 

Nos encontramos por segunda vez para rezar juntos entorno a Él, Jesús, nuestro Señor y Salvador. Para sentir su presencia en nuestras comunidades, para sentir su aliento en todas nuestras empresas y proyectos.

 

Cuando estamos terminando el primer año del nuevo plan de pastoral, cuyo lema es "Acuérdate de Jesucristo Resucitado", nos cruzamos la mirada con la de Él y le presentamos todos los esfuerzos, trabajos, fracasos y éxitos de este año.

Nosotros, que somos la Iglesia que peregrina en Icod de los Vinos, ponemos todo en sus manos y escuchamos otra vez su llamada a remar adentro.

Hemos llevado un gran tesoro en vasijas de barro con asombro y hasta con miedo. Recordamos nuestros comienzos, cuando le decíamos al Señor: "No me elijas a mí, mira que no se hablar", "que hay otros más preparados que yo". Y recordamos que El nos decía siempre: "Venga, no temas, que Yo estoy contigo".

 

Y es cierto. Hoy nos reunimos para dar gracias al Señor por confiar en nosotros sin merecerlo, para agradecerle el trabajo realizado en su nombre, por haberse sentido tan cercano a nosotros, y por haber disfrutado de su presencia en los niños con los que hemos trabajado.

 

CANCIÓN INICIAL SOBERANO

 

Manos que fueron clavadas por mí.

Heridas que hablan de tu inmenso amor.

Por eso te llamo mi Cristo,

Por eso te canto.

 

Dios del universo, salvador eterno,

rey de toda la creación.

Redentor divino, Dios a ti me rindo, gloria te doy.

 

Santo Dios, plan soberano es,

el enviar tu hijo por la humanidad.

Por eso te llamo mi Cristo,

Por eso te canto.

 

Dios del universo, salvador eterno,

rey de toda la creación.

Redentor divino, Dios a ti me rindo

Santo, santo, santo Dios

Santo, santo, santo Dios

 

Manos que se entregaron por amor,

lo que soy siempre te daré, Señor.

Por eso te llamo mí Cristo,

Por eso te canto.

 

Dios del universo, salvador eterno,

rey de toda la creación.

Redentor divino, Dios a ti me rindo,

gloria te doy

 

Santo, santo, santo Dios

Santo, santo, santo Dios

Dios del universo, salvador eterno,

rey de toda la creación.

Redentor divino, Dios a ti me rindo,

gloria te doy

 

Santo, santo, santo Dios

Santo, santo, santo Dios

 

ORACION COMUN (a dos coros).

 

Padre, TE DOY GRACIAS por la alegría de existir, te doy gracias por el amor que me das cada día.

 

Te doy gracias por la amistad que me haces encontrar.

 

Soy uno que camina; uno que busca siempre, uno que te busca a Ti

 

Tú eres todo lo que amo, todo lo que creo, todo lo que espero, todo lo que no tengo todavía, todo lo que todavía no soy. Siempre te necesito.

 

Tú estás en todo lo que vive, en todo lo que nace, en todo lo que crece.

 

Eres el futuro de todas las cosas.

 

Te doy gracias porque Tú vives, aunque yo no te vea. Eres amor, aunque yo no te conozca.

 

Me amas y me buscas, aunque yo no me preocupe de Ti. LECTOR:

 

"No me elegisteis vosotros a Mí, fui yo quien os eligió a vosotros y os destiné a que os pongáis en camino y deis fruto, y un fruto que dure. Así, lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo dará.

Esto es lo que os mando: que os améis unos a otros". (Jn.15,16-17).

 

ORACION COMUN (a dos coros).

 

Señor, mi corazón rebosa de agradecimiento por tantos dones y bendiciones tuyas.

 

No bastaría el canto del corazón y de los labios, si no pusiera mi vida a tu servicio para darte testimonio con mis acciones.

 

A Ti la gratitud y la alabanza.

 

Tú me has sacado de la nada y me has hecho tu elegido; me has hecho feliz con tu amor y tu presencia.

 

ACCIÓN DE GRACIAS (un lector)

 

Gracias y perdón, son las dos palabras que quiero pronunciar al final de este curso.

Gracias... por tu luz para encontrarte...Perdón, por mi miedo para seguirte.

Gracias... por la seguridad de tu evangelio...Perdón, por sentirme ante

El tan defectuoso, tan imperfecto, tan apegado al mundo.

Gracias... por detenerme... Perdón, por mí ofuscación y mi

insistencia.

Gracias... por darme libertad... Perdón por no usarla siempre para Ti.

Gracias... por demostrarme el amor... Perdón, por no saber corresponderlo.

Gracias... por una doctrina tan completa, tan plena, tan clara... Perdón,

por una interpretación tan egoísta, tan vacía, tan pobre.

Gracias... por dejarme vivir... Perdón, por no saber aprovechar.

Gracias... por querer utilizarme... Perdón, por no saber servirte.

Gracias... porque quisiste ser pan para alimentarme... Perdón,

porque ni siquiera pude ser leña para "consumirme"

Gracias... porque quisiste ser vino vivificador... Perdón, porque no supe

entregarme y acatar.

Gracias... porque me concediste un año más para Verte nacer...

Perdón, porque deje a mi lado muchas estrellas sin encender.

Gracias...por haberme llamado un año más a tu viña por haberme

dejado empujar tu arado por tantas cosas...gracias, Señor

 

CANTO

 

HOY, SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS POR LA VIDA, LA TIERRA Y EL SOL. HOY, SEÑOR, QUEREMOS CANTAR LAS GRANDEZAS DE TU AMOR.

 

Gracias, Padre, mi vida es tu vida, tus manos amasan mi barro. Mi alma es tu aliento divino, tu sonrisa en mis ojos está.

 

Gracias, Padre, tú guías mis pasos, tú eres la luz y el camino. Conduces a ti mi destino, como llevas los ríos al mar.

 

LECTOR:

 

"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Para nada vale ya, sino para tirarla fuera y que la pisen los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para taparla con una vasija de barro; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que, al ver vuestras buenas obras, den gloria vuestro Padre del cielo". (Mt.5,13).

 

PRESENTACIÓN DEL SIGNO (lector)

 

Este fragmento que hemos escuchado forma parte del capítulo V del evangelio de san Mateo, y se encuentra a continuación de las bienaventuranzas, que nos describen una imagen, nos presentan un perfil de ser humano de elevada perfección.

 

En el mundo material el sol es la luz. Sín esta luz no se distingue el color, ni se percibe la belleza de las cosas. El Santo Padre nos recuerda en su mensaje que cuando la luz va menguando o desaparece completamente, ya no se consigue distinguir la realidad que nos rodea. En el corazón de la noche podemos sentir temor e inseguridad, esperando sólo con impaciencia la llegada de la luz de la aurora.

 

Esta imagen de la luz está muy presente en la Biblia. Según el profeta Isaías, la luz de Israel y de todas las naciones será el Mesías. En el evangelio de san Juan (8,14), Jesús afirma de sí mismo que es la luz del mundo: Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida. Posteriormente, él mismo afirma de los discípulos: Vosotros sois la luz del mundo.

 

Vosotros sois la luz del mundo. Esta expresión contiene una significación profunda y un compromiso enorme. Vosotros sois "la luz" del mundo. No dice Jesús que somos "una luz", una luz más entre otras muchas posibles, sino que somos "la luz". Según nos explican los expertos en el lenguaje, cuando se pone el artículo determinado ante el predicado de una oración sustantiva, significa que el sujeto agota la capacidad de significación del mismo.

 

Ahora bien, el discípulo sólo puede ser luz en la medida que viva unido a Cristo-luz, en la medida que reciba de él la luz. Para vivir esa unión personal profunda, para avanzar en esa experiencia inefable, es decir, que no

se puede explicar con palabras, para ir entendiendo — que no comprendiendo-cada vez más esa vida de Dios en nosotros, es condición indispensable experimentar un encuentro personal con Cristo.

 

El encuentro personal con Cristo, nos recuerda el Santo Padre:

 

  • ilumina la vida con una nueva luz,
  • nos conduce por el buen camino
  • nos compromete a ser sus testigos

 

Con el nuevo modo que El nos proporciona de ver el mundo y las personas, nos hace penetrar más profundamente en el misterio de la fe, que no es sólo acoger y ratificar con la inteligencia un conjunto de enunciados teóricos, sino asimilar una experiencia, vivir una verdad; es la sal y la luz de toda la realidad.

 

El Santo Padre nos llama a comprometer toda la existencia desde nuestra opción creyente. Es la hora de la misión. El sentido de la existencia de la luz es iluminar. Una luz que no ilumina no tendría sentido. Una luz que no ilumina ha dejado de ser luz. Los jóvenes han de ser centinelas de la mañana que anuncien la llegada del sol que es Cristo resucitado; la llegada de Cristo resucitado, luz y vida de toda la humanidad.

 

Por eso, ahora nos vamos a ir acercando los que están en los extremos de los bancos y encender la vela en el cirio pascual. El cirio representa a Jesús. Nos llenamos de la luz de Jesús y luego llenamos de esa luz a los demás. Por eso, luego, en el banco, encenderemos la luz de los que están a mi alrededor. Mientras, cantamos.

 

 

CANTO (todos)

 

QUE SEA MI VIDA LA SAL

 

El que me sigue en la vida, sal de la tierra será; mas si la sal se adultera, los hombres la pisarán.

 

QUE SEA MI VIDA LA SAL, QUE SEA MI VIDA LA LUZ. SAL QUE SALA, LUZ QUE BRILLA SAL Y FUEGO ES JESUS.

 

Sois como la luz del mundo, que a la ciudad alumbra; ella se pone en la cima y en el monte se encumbra.

 

Que brille así nuestra luz, ante los hombres del mundo; que palpen las buenas obras de lo externo y lo profundo.

 

ORACION COMUN (a dos coros).

 

Señor, danos fuerzas. Es fácil predicar el Evangelio, pero es difícil vivir el Evangelio.

 

A veces nos apartamos de Ti, creemos que estamos convertidos del todo, pero o es así.

 

Nos dejamos llevar de la ira, por el egoísmo y la envidia, nos sentimos superiores, no nos acordamos de Ti, ni de cómo actuaría Jesús en cada situación.

No ponemos la otra mejilla, respondemos con la misma moneda.

 

Señor, que tu Espíritu esté siempre con nosotros.

 

Que nos ayude a caminar a tu lado, y te pedimos nos perdones por los fallos cometidos durante este curso.

 

Que nuestra Madre, la Virgen María, interceda por nosotros, y nos acompañe en nuestro caminar diario.

 

Sabemos, por tu palabra, que veremos la justicia floreciendo, y la Pascua y el Reino progresando.

 

Que así sea. Señor, danos fuerzas. Amén.

 

 

CANTO FINAL.

 

Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino Santa María va.

Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven.(Bis).

 

Aunque te digan algunos que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad

Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven. (Bis).


Publicado por verdenaranja @ 23:40  | Liturgia
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El delegado diocesano de Tenerife nos remite algunos puntos que hacen referencia a ciertos peligros que desvían la piedad popular.

Algunos peligros que pueden desviar la piedad popular


65. El Magisterio, que subraya los valores innegables de la piedad popular, no deja de indicar algunos peligros que pueden amenazarla:


- presencia insuficiente de elementos esenciales de la fe cristiana, como el significado salvífico de la Resurrección de Cristo, el sentido de pertenencia a la Iglesia, la persona y la acción del Espíritu divino;


- la desproporción entre la estima por el culto a los Santos y la conciencia de la centralidad absoluta de Jesucristo y de su misterio;


- el escaso contacto directo con la Sagrada Escritura;


- el distanciamiento respecto a la vida sacramental de la Iglesia;


- la tendencia a separar el momento cultual de los compromisos de la vida cristiana;


- la concepción utilitarista de algunas formas de piedad;


- la utilización de "signos, gestos y fórmulas, que a veces adquieren excesiva importancia hasta el punto de buscar lo espectacular";


- el riesgo, en casos extremos, de "favorecer la entrada de las sectas y de conducir a la superstición, la magia, el fatalismo o la angustia".


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Jueves, 26 de junio de 2008

Discurso que dirigió Benedicto XVI el jueves, 26 de Junio de 2008,  a los obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras, después de haberlos recibido en audiencias personales con motivo de su quinquenal visita "ad limina apostolorum".

 


Señor Cardenal,

Queridos Hermanos en el Episcopado:


1. Os recibo con gran alegría en esta mañana y agradezco al Señor el poder encontraros para compartir con todos vosotros los proyectos e ilusiones, las preocupaciones y dificultades de vuestro corazón de Pastores de la Iglesia. La Comunidad Católica de Honduras ha sido bendecida con la consagración en poco tiempo de cinco nuevos Obispos; quiera el Señor que esta visita ad limina, cuando se cumplen veinticinco años del viaje pastoral del Papa Juan Pablo II a vuestra tierra, contribuya a fortalecer aún más los estrechos vínculos de comunión entre vosotros y con el Sucesor de Pedro, para reemprender con nuevo ardor la misión que el Señor os ha confiado.


Deseo agradecer vivamente al Señor Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa y Presidente de la Conferencia Episcopal, las amables palabras con las que me ha expresado vuestro afecto y adhesión, así como el de vuestros sacerdotes, religiosos y fieles diocesanos. A todos ellos, pero especialmente a los que sufren a causa de la pobreza, la violencia o la enfermedad, los tengo muy presentes en mi oración manifestándoles toda mi estima y cercanía espiritual.


2. El pueblo hondureño se caracteriza por un profundo espíritu religioso que se manifiesta, entre otras cosas, en las numerosas y arraigadas prácticas de devoción popular, las cuales, debidamente purificadas de elementos extraños a la fe, deben ser un instrumento válido para el anuncio del Evangelio. Por otro lado, y como sucede en otras partes, la difusión del secularismo, así como el proselitismo de las sectas, es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca además una pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia.


La constatación de las enormes dificultades que se oponen a vuestra misión pastoral, lejos de llevar al desánimo, ha de servir para impulsar una extensa y audaz labor de evangelización, que se apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos, en el poder de la Palabra de Dios (cf. Hb 4, 12), acogida con fe, vivida con humildad y anunciada con fidelidad.


En cuanto sucesores de los Apóstoles, habéis sido llamados a una misión excelsa: «perpetuar la obra de Cristo, Pastor eterno» (Christus Dominus, 2). Cristo es ciertamente el corazón de la evangelización (cf. Pastores gregis, n. 27), por eso el amor a Él y a los hombres os urge a llevar su mensaje hasta los últimos rincones de vuestra querida Nación, para que todos puedan llegar a ese encuentro personal e íntimo con el Señor, que es el comienzo de una auténtica vida cristiana (cf. Deus caritas est, 1).


3. En esta urgente tarea de anunciar la Buena Nueva de la salvación, contáis con la ayuda inestimable de vuestros sacerdotes. Ellos, siendo los primeros colaboradores en vuestra misión pastoral, han de ser también los principales destinatarios de vuestra solicitud de padres, hermanos y amigos, prestando atención a su vida espiritual y a sus necesidades materiales. Asimismo, el cuidado y la atención con la que seguís la formación de los seminaristas es una manifestación elocuente de vuestro amor por el sacerdocio. Con confianza en el Señor, y con generosidad, poned siempre al servicio del Seminario los mejores formadores y los medios materiales convenientes, para que los futuros sacerdotes adquieran esa madurez humana, espiritual y sacerdotal que los fieles necesitan y tienen derecho a esperar de sus pastores.


A pesar del incremento de las vocaciones en los últimos tiempos, la escasez de presbíteros en vuestras Iglesias particulares es, con razón, una de vuestras principales preocupaciones. Por eso, el empeño en suscitar vocaciones entre los jóvenes debe ser un objetivo prioritario de vuestros planes de pastoral, en los que se han de implicar todas las comunidades diocesanas y parroquiales. En este sentido, os animo a alentar la oración personal y comunitaria que, además de ser un mandato del Señor (cf. Mt 9,38), es necesaria para descubrir y favorecer una respuesta generosa a la propia vocación.


No puedo dejar de reconocer la gran labor evangelizadora que realizan las comunidades religiosas, enriqueciendo vuestras Diócesis con la presencia de sus carismas específicos, y cuya colaboración debéis seguir promoviendo en un espíritu de verdadera comunión eclesial.


4. Deseo destacar también el significativo papel que los laicos católicos hondureños están asumiendo en las parroquias como catequistas y delegados de la Palabra. Un aspecto importante del ministerio pastoral consiste en trabajar sin descanso para que los fieles sean cada vez más conscientes de que, en virtud de su bautismo y confirmación, están llamados a vivir la plenitud de la caridad participando en la misma misión salvífica de la Iglesia (cf. Lumen gentium, 33). Ellos, mediante el testimonio de su vida cristiana, pueden llevar a todos los sectores de la sociedad la luz del mensaje de Cristo, atrayendo a la comunidad eclesial a aquéllos cuya fe se ha debilitado o se encuentran alejados de ella. Los fieles laicos necesitan, por tanto, intensificar su relación con Dios y adquirir una sólida formación, especialmente en cuanto se refiere a la doctrina social de la Iglesia. De esta manera, como fermento en medio de la masa, podrán cumplir su misión de transformar la sociedad según el querer de Dios (cf. ibíd., 31).


Asimismo, un ámbito de singular atención pastoral es el matrimonio y la familia, cuya solidez y estabilidad tanto beneficia a la Iglesia y a la sociedad. A este respecto, es justo reconocer el paso importante que se ha dado al incluirse en la Constitución de vuestro País un reconocimiento explícito del matrimonio, aunque bien sabéis que no basta poseer una buena legislación si después no se realiza esa necesaria labor cultural y de catequesis que haga resplandecer en la sociedad la verdad y la belleza del matrimonio, verdadera alianza perpetua de vida y amor entre un hombre y una mujer.


5. Al igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, el servicio de la caridad forma parte esencial de la misión de la Iglesia (cf. Deus caritas est, 25). De ahí que los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, sean los primeros responsables de este servicio de caridad en las Iglesias particulares (cf. ibíd., 32). Sé bien cuánto os aflige la pobreza en la que viven tantos compatriotas vuestros, junto al aumento de la violencia, la emigración, la destrucción del medio ambiente, la corrupción o las carencias en la educación, entre otros graves problemas. Como ministros del Buen Pastor habéis desplegado, de palabra y de obra, una intensa labor de ayuda a los necesitados. Os exhorto vivamente a seguir mostrando en vuestro ministerio el rostro misericordioso de Dios, potenciando en todas vuestras comunidades diocesanas y parroquiales un extenso y capilar servicio de caridad, que llegue de modo especial a los enfermos, a los ancianos y a los encarcelados.


6. Amadísimos hermanos, de nuevo os reitero mi afecto y mi agradecimiento por toda vuestra dedicación y solicitud pastoral. Al mismo tiempo, os ruego que transmitáis a vuestros sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles laicos el saludo y el aprecio del Papa.


A la intercesión de la Inmaculada Virgen de Suyapa encomiendo vuestras personas, intenciones y propósitos pastorales, para que llevéis a todos los hijos de Honduras la esperanza que nunca defrauda, Cristo Jesús, el único Salvador del género humano. Con estos deseos os acompaña mi oración y mi Bendición Apostólica.


[Texto original en español

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


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VATICANO - “AVE MARÍA” por mons. Luciano Alimandi - Sólo Dios libra de todo temor


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El miedo es una dimensión natural de la vida. Desde pequeños experimentamos formas de miedo que se revelan luego imaginarias y desaparecen; sucesivamente surgen otras, que tienen fundamentos precisos en la realidad: estas deben ser enfrentadas y superadas con el esfuerzo humano y con la confianza en Dios. Pero existe también, hoy sobre todo, una forma de miedo más profunda, de tipo existencial, que a veces limita con la angustia: esta nace de un sentido de vacío, vinculado a una cierta cultura impregnada por un difundido nihilismo teórico y práctico. Frente al amplio y diversificado panorama de los miedos humanos, la Palabra de Dios es calara: quien ‘teme’ a Dios ‘no tiene miedo’. El temor de Dios, que las Escrituras definen como ‘el principio de la verdadera sabiduría’, coincide con la fe en Él, con el sagrado respeto por su autoridad sobre la vida y sobre el mundo. Vivir ‘sin temor de Dios’ significa ponerse a su altura, sentirse dueños del bien y del mal, de la vida y de la muerte. En cambio, quien teme a Dios advierte en sí la seguridad que tiene el niño en brazos de su madre (cf Sal 130,2): quien teme a Dios está tranquilo incluso en medio a las tormentas, porque Dios, como Jesús nos reveló, es un Padre lleno de misericordia y de bondad. Quien lo ama no tiene miedo…” (Benedicto XVI, Ángelus del 22 de junio de 2008).

Con estas palabras el Santo Padre quiso comentar el pasaje del Evangelio del Domingo pasado, que iniciaba justamente con esta invitación de Jesús: “no tengáis miedo”. Una invitación que la Iglesia ha lanzado de nuevo a lo largo de la historia y, especialmente, en el paso de Milenio, a través de la voz de Juan Pablo II, que hizo de ella uno de los temas dominantes de su largo Pontificado: “¡No tengáis miedo, abrid de par en par las puertas a Cristo!” (Juan Pablo II, homilía del 22 de octubre de 1978).

Benedicto XVI, recordando estas palabras, en la homilía para la Misa de inauguración de su Pontificado, el 25 de abril de 2005, afirmaba: “Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida” (Benedicto XVI, 25 de abril de 2005).

La Providencia Divina nos exhorta una y otra vez, a través de los Sumos Pastores, a dejar de lado todo miedo en nuestra vida, a través del abandono en Dios, porque nuestros tiempos están particularmente marcados por un miedo “de tipo existencial” que toca al hombre en lo profundo de su ser. Cada vez más frecuentemente, a lo largo de los últimos decenios, la Iglesia ha denunciado una “cultura de muerte”, una vida bajo el signo del “sinsentido”, que no puede sino generar desesperación y angustia en quien es víctima de ella. La dinámica del miedo es clara: normalmente entra a través de la puerta de la emotividad, de los sentidos superficiales del hombre, de lo irracional y, poco a poco, baja hacia el “corazón” de la persona, hacia su mente, para deformar el pensamiento y la visión de la vida, yendo a paralizar las fuerzas vivas que Dios ha puesto allí dentro. Por este motivo en vez de amar al prójimo, se le tiene miedo: se tiene miedo del vecino de casa, del colega del trabajo, del superior, del hermano de comunidad, de la hermana de comunidad… Se tiene miedo de todo: del pasado, del presente y del futuro. Se llega incluso a tener miedo de la propia sombra.

El miedo es como un déspota: toma para sí todos los espacios, ocupa el conjunto y no se contenta con una parte. Éste es el reino del mal, que se opone infatigablemente al Reino del Bien, es decir al Reino de Dios. Se caracteriza por el “miedo existencial”, que se convierte en régimen de vida. Se podría decir que el infierno es el lugar del dominio absoluto del miedo sobre todos los que allí habitan; es un miedo elevado a la extrema potencia, que hace incapaces de amar y sólo capaces de odiar todo y a todos. Se comprende, entonces, la absoluta necesidad para nosotros redimidos de acoger con brazos abiertos la Presencia de Jesús, su gracia santificante que es la única capaz de alejar de nosotros el Mal. “Líbranos del mal”, nos hace rezar el Señor al final de cada “Padre nuestro”. La Iglesia está completamente lanzada a anunciar y a llevar al mundo la Palabra de Dios, que es el antídoto contra todo miedo. La Palabra de Dios tiene el poder de obrar aquello que afirma. Ninguna otra palabra puede hacerlo, sino sólo la de Dios. He aquí que se puede, entonces, hablar de un auténtico poder de sanación, podríamos decir “terapéutico”, de la Palabra de Dios, como aquella contenida en los salmos.

¡Cuánto es liberador rezar con auténtica confianza los Salmos! Se puede decir que existe uno para cada “miedo existencial”. Jesús amaba y rezaba los salmos. Incluso sus últimas palabras sobre la cruz, “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46), están inspiradas en el salmo 30: “el Salmo del afligido que prevé su liberación y da gracias a Dios que la va a realizar: ‘A tus manos encomiendo mi espíritu, tú el Dios leal me librarás’ (Sal 31,6). Jesús, en su lúcida agonía, recuerda y balbucea también algún versículo de ese Salmo, recitado muchas veces durante su vida” (Juan Pablo II, Audiencia general del 7 de diciembre de1988).

Si aprendemos a recitar los Salmos entenderemos cuánta serenidad podrán dar a la vida de cada día. Frente a los miedos inevitables que la existencia humana no nos ahorra, sabremos sacar fuerzas y liberación de los himnos y de los cánticos espirituales contenidos en el salterio. Para los sacerdotes y para los fieles laicos la oración de los Salmos llega a ser, de este modo, un antídoto para mil miedos, porque es aliento continuo a poner la propia vida en las manos de Dios y a reconocer, siempre, incluso en medio de las oscuridades, la luz de Su Amor por cada uno de nosotros: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza (…) Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida…” (salmo 22). (Agencia Fides 25/6/2008; líneas 71 palabras 1143)


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REDACCIÓN DE “IGLESIA NIVARIENSE”

C. San Agustín, nº 28

38201. La Laguna. Tenerife.

Tfno. 922-314961 / Fax. 922-256362

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BOLETÍN 291 

 

 

Don Bernardo Álvarez cumplirá tres años de su nombramiento como obispo electo de la Diócesis Nivariense el próximo 29 de junio. Ese día pero de 2005, tras ser aceptada la renuncia de Felipe Fernández por la Santa Sede, se hacía público que Bernardo Álvarez sería el nuevo prelado.

 

También el 29 de junio se cumple otro aniversario aunque en este caso no tan grato. Se trata de los siete años que lleva la Catedral de La Laguna cerrada por los daños en sus cubiertas. La decisión sobre qué hacer en este emblemático edificio se tomará en septiembre.

 

 

Esta semana La Palma ha acogido una oferta formativa dirigida a los catequistas bajo el título: Orígenes Bíblicos de la comunidad cristiana. Dicha jornada estuvo guiada por José Francisco Checa.

 

Esta semana se han desarrollado en el Seminario Diocesano, unas nuevas Jornadas del Profesorado de religión. En esta ocasión se abordó el tema del fracaso escolar.

 

Asimismo, el sábado se desarrollará, en la Sede del Instituto de Teología, el Consejo de profesores de este centro. Durante el mismo se presentará el tema: “La promoción de la Formación Teológica en nuestras iglesias particulares”.

 

Lici Cruz, misionera permanente laica de Argentina, ha estado estos días en Tenerife para visitar a su familia. Lici lleva trabajando desde hace trece años en una diócesis cercana a la República de Chile en labores como la pastoral aborigen, pastoral rural, etc.

 

Con motivo de la onomástica del Santo Hermano Pedro, el próximo 29 de junio, se celebrará una Eucaristía en la Cueva del Santo Hermano Pedro, en El Médano.

 

El pasado 21 de junio tuvo lugar el último Consejo Diocesano de Cáritas de este curso pastoral. En el mismo se evaluó el trabajo de cada uno de los arciprestazgos y se plantearon las mejoras de cara al futuro.

 

Por otro lado, Cáritas Diocesana ha organizado para el 18 de julio a las 19:00 horas, en el Seminario Diocesano, un encuentro con uno de los responsables de Cáritas Mauritania. Esta iniciativa se encuadra dentro de las diferentes acciones que llevan en conjunto las dos Cáritas (Tenerife-Mauritania) y está abierta a cualquier persona interesada. Desde hace unos años Cáritas Diocesana de Tenerife viene financiando varios proyectos en las zonas rurales de Brakna Sur y el Aftout.

 

Tras casi un año de obras, la casa-hogar del movimiento FRATER  en La Laguna, será bendecida y reinaugurada el próximo 28 de junio.

 

Desde el 30 de junio al 2 de julio se desarrollarán, en el Seminario Diocesano, las “Jornadas de Formación para el Clero” bajo el título “El Espíritu Santo en la vida y misión sacerdotal”. En esta ocasión, dichas sesiones estarán dirigidas por el decano de la facultad de Teología de Burgos, Santiago del Cura.

 

El sábado 28 de junio, a las 17:00 horas, comienza la jornada de Clausura del Curso del Movimientos de Familias Cristianas, en la Casa de la Iglesia. El acto contará con un momento dedicado al encuentro y al compartir y finalizará con la Eucaristía.

 

También el 28 de junio, a las 13:00 horas, en la Catedral de La Laguna, se desarrollará el acto de clausura del Centenario de la Adoración Nocturna.

 

Otro acto de clausura será el que realizará el Aula de Teología Padre Torres Padilla este viernes.

 

Otro movimiento de la diócesis, en esta ocasión el compuesto por los mayores de “Vida Ascendente”, ha organizado para el 29 de junio una excursión a La Cruz Santa (Los Realejos), lugar en donde celebrarán la Eucaristía. Además, este movimiento ha invitado a sus integrantes a una peregrinación a Santiago de Compostela del 10 al 17 de julio.

 

Por otro lado, en La Palmas tuvo lugar hace escasos días, un encuentro de este movimiento. Tras una charla sobre la evangelización por parte de dos miembros de Vida Ascendente a nivel nacional, el obispo Francisco Cases presidió la Eucaristía. A la celebración acudieron los consiliarios de ambas diócesis: Paco Suárez y Domingo Navarro.

 

El Instituto de Atención Social y Sociosanitaria (IASS) del Cabildo de Tenerife ha hecho entrega de 3.750 euros a beneficio de la Fundación Canaria Hogar Santa Rita II, para la creación del Centro Internacional, Residencial y de Investigación Santa Leonor y Santa Rita, cuyo objetivo es el tratamiento y la lucha contra el alzheimer.

 

 

Coincidiendo con la consagración del sitio histórico o Cueva de Chinguaro, el próximo 19 de octubre tendrá lugar el acto de coronación canónica de Nuestra Señora del Socorro. A tal fin, recientemente fue presentada la comisión gestora por Rubén Fagundo, párroco y arcipreste de Güímar. Fagundo García explicó que la imagen lleva en el municipio más de 400 años y el obispo, Bernardo Álvarez, accedió a coronarla como símbolo "de que el pueblo de Güímar lleva más de 300 años venerándola como su Reina y Señora e intercesora poderosa".

 

El periódico “Diario de Avisos”, en su edición del 22 de junio, ha publicado un reportaje sobre las fiestas lustrales en Puntallana, La Gomera. El 6 de octubre la Virgen de Guadalupe volverá a partir en romería marinera desde Puntallana hasta la playa de San Sebastián.

 

El próximo 2 de julio, tendrá lugar en Los Llanos de Aridane, La Palma, una Eucaristía en honor de la patrona, la Virgen de los Remedios. Dicha celebración estará presidida por Baltasar Porras, arzobispo metropolitano de Mérida, Venezuela.

 

Con motivo del 250 Aniversario de la Esclavitud del Santísimo Cristo a La Columna, en La Orotava, el 27 de junio en la iglesia de San Juan Bautista, tendrá lugar la lectura del pregón a cargo de Santiago González, rector del Seminario de la Diócesis de Canarias. Un día más tarde, a las 18:00 horas, se desarrollará una Eucaristía y una posterior procesión. En la misma intervendrán la Coral Liceo Taoro y el obispo emérito, Damián Iguacen con una alocución.

 

Por otro lado, la iglesia de San Juan Bautista continúa con sus actos de celebración del 400 aniversario de su fundación. Precisamente, el pasado martes se festejó el día del patrón de esta parroquia con una Eucaristía y una procesión conjunta de los patrones de la parroquia: San Juan Bautista y Nuestra Señora de los Remedios.

 

 

El Orfeón “La Paz” de La Laguna viajará a tierras aragonesas el 3 de julio, invitado por el Cabildo de Tenerife, para actuar en la Semana de Tenerife en la Expo Zaragoza 2008. El viernes, 4 de julio, a las 20:30 horas, tendrá lugar la Ofrenda Musical a la Virgen del Pilar, con actuaciones antes, durante y después de la Eucaristía que se desarrollará a partir de las 21:00 horas.


Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o. h., publicado en EL DÍA, el miércoles 25 de Junio de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino".


La vida cristiana, antes, ahora y siempre


LA VIDA CRISTIANA, en todos los tiempos, es toda ella un don gratuito de Dios que se define como fe en Cristo. Ser cristiano, por tanto, es el que cree en Cristo. Es por esto que las certezas que da la fe al ser humano le constituyen en una atmósfera de libertad amplia precisamente en los problemas para los que la inteligencia humana no propone soluciones satisfactorias. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma de las dificultades de la existencia humana, y las más decisivas son la misma vida y la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Esto vale no solamente para las personas cristianas, sino también para todos los seres humanos de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema de todo ser humano en realidad es una es una sola, es decir, divinas. (cf. Vaticano II. GS, 22) Para madurar esta vivencia cristiana, ¿qué dificultades hay que vencer? Cada época tiene las suyas. Esclarecer algunas de las que estamos viviendo es el intento de este breve comentario.


En primer lugar estamos viviendo en una sociedad indiferentista del bienestar, que actúa como un poder -aunque sea democrático- disolvente de las estructuras cristianas, que durante muchos siglos han protegidos la fe religiosa del pueblo. La sociedad cristiana, como toda sociedad rectamente ordenada, fue un su constitutivo primario una sociedad familiar; hoy, en los países más progresivos que se nos presentan como paradigma del futuro, la familia es una realidad conflictiva, fundada sobre un matrimonio inestable y que parece en trance de extinción. Si se sigue avanzando por la pendiente del divorcio, la anticoncepción y el aborto, como parece -por los hechos del Gobierno español actual-; y se sigue generalizando una llamada emancipación de la mujer que signifique su equiparación laboral con el hombre, el abandono del hogar y la renuncia a educar a sus hijos, e incluso a tenerlos, quizás se incremente la productividad social y se alcance la igualdad entre los sexos, pero será a costa de la muerte de la familia y de su suplantación por la "comuna". Y la "comuna" - que quede claro- nunca podrá ser célula de una sociedad cristiana.


Existen otros factores de indeferentistas: a) La pérdida del sentido femenino del pudor, un hecho de tan amplias proporciones que puede considerarse como uno de los fenómenos que caracterizan a nuestro tiempo y que, como tal fenómeno, quizás no tenga precedente en la historia humana. Pero lo que tal vez se lleve la palma en cuanto a eficacia disolvente sea el insensible acostumbramiento a los que es deforme y pecaminoso, hasta el extremo de llegar a considerar como normal y corriente lo que contradice y quebranta la ley divina, natural y evangélica. Esta pérdida del sentido moral es producida, sobre todo, por la presión de los diversos medios de comunicación social que, día a día, van conformando las conciencias de las personas sencillas e imponiéndoles sus criterios y juicios de valor. Los "ídolos" modernos son de carne y huesos, no de piedra o metal, como los de antes. Unos opinan sobre la existencia de Dios; otros, desde su influencia olímpica sobre el matrimonio y sus puntos de vistas, muchas veces disparatados, impresionan y confunden a las muchedumbres fervientemente entusiastas y sencillas. b) Ciertos periódicos y ciertas revistas de sociedad, aún sin abrigar ningún concreto propósito antirreligioso, deforman las conciencias de las gentes sencillas y contribuyen a que se extienda en la práctica la inobservancia de la ley de Dios.


Ahora bien, sería un error sacar de cuanto venimos diciendo la conclusión de que todo es malo en la nueva sociedad y de que, comparado con la época en que vivimos, cualquier tiempo pasado fue mejor. Esto, ciertamente, no es así, pero aunque lo fuera, de nada serviría la nostalgia y las lamentaciones, porque la historia nunca retrocede y estos tiempos -no los de ayer- son además los nuestros, los que Dios nos tenía reservados como escenario de nuestra vida y palenque para nuestra lucha de cristianos. La sociedad actual supera a la del pasado desde casi todos los puntos de vista: en instrucción y en higiene. En alimentación y en sanidad, en el vestir y en las vivienda. En muchos países, la mortalidad infantil jamás fue tan escasa, la vida humana nunca fue tan larga, todo el mundo sabe leer y escribir, se lava más, se come mejor y le queda tiempo para la diversión y el descanso. El bienestar material y el nivel social en nuestras tierras occidentales, al menos, superan ampliamente a las sociedades del pasado… Pero como el Cristianismo no es un humanismo -por muy noble que puedan ser los ideales humanistas- sería equivocado asignarle como fin la consecución de la más perfecta forma de existencia humana en la tierra. Una cosa hay cierta para los creyentes -y no creyentes-: la actividad humana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios.


Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad. Esta es la vida cristiana antes, ahora y siempre.


* Capellán de la clínica S. Juan de Dios


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Mi?rcoles, 25 de junio de 2008

 

 

 


Artículo publicado en la Revista "Iglesia Nivariense", número 84 MAYO 2008.


LA ADORACION

NOCTURNA ESPAÑOLA (y II)

 

PEDRO García Mendoza

CONSEJO NACIONAL DE ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA

 

Terminaba la primera parta de este artículo con oca­sión del Centenario de la Adoración Nocturna en la Diócesis Nivariense, recordando que ser adorador nocturno es disfru­tar, especialmente, del regalo infi­nito de la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento. Es con-versar personalmente con El, en su domicilio terrestre, durante el silen­cio de la noche, como Nicomdemo. Es sentir la alegría de hospedarle en nuestra propia casa. Es, en defi­nitiva, comprometerse activamente con Jesús para realizar entre los hombres su mandamiento de amor y construir el Reino de Dios en la tierra.

 

La identidad del adorador se define por lo que cree, por lo que practica y por los compromisos que acepta en el quehacer eclesial.

 

"Dichosos los siervos que el Señor al venir encuentre despiertos; yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y yendo de uno a otro, les servirá. Y si viene en la segunda vigilia o en la tercera, y los encuentra así, dichosos ellos." (Le. 12, 37-38)

 

En la primera visita que S.S. Juan Pablo II, de feliz memoria, realizó a España, en 1982, presidió en la pri­mera noche de su estancia en nuestro país, una Vigilia de

 

Adoración Nocturna, y en su alocución a los adorado-res de España, dijo, entre otras cosas:

 

"La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este Sacramento de Amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. ¡No cese nunca nuestra adoración!"

 

Y cuando, al año siguiente, devol­vimos la visita de Su Santidad, celebrando una Vigilia en la Basílica de San Pedro, en Roma, nos dijo:

 

"La adoración es un quehacer ineludible de la Iglesia. Vosotros, adorando a Jesús Sacramentado, cumplís en las Iglesias locales el encargo que el Apóstol nos hizo de orar sin interrupción (1 Tes 5, 17), imitando al Maestro que frecuente-mente pasaba la, noche en oración. (Le. 6, 12)."

 

"La Iglesia necesita de hom­bres y mujeres como vosotros, convencidos del valor insustitui­ble de la oración y consecuentes con la obligación de todo hombre de dar gloria a Dios, como premisa indispensable de cualquier acción que quiera ser beneficiosa para los demás."

 

En la actualidad, en España, la Adoración Nocturna está presente en todas las Diócesis de nuestra nación, y hay en torno a cincuenta y dos mil adoradores nocturnos, entre activos y honorarios, repartidos en un total de cerca de ocho­cientas Secciones, y formando un total de más de mil novecientos Turnos.


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Artículo publicado en la revista "Iglesia Nivariense", número 83 ABRIL 2008.



HOY TENGO UN MAL DÍA

 

 

 SALVADOR FERNÁNDEZ



Quién no ha pasado unos días con "mal cuerpo", días en que haces las cosas sin ana, donde todo lo que puedes lo dejas para mañana? Días grises, oscuros, donde las preocu­paciones te hacen ver todo el futuro en negro, especialmente al llegar la noche.

 

Tu paz se ve arrollada por diversas preocupaciones, tu esposa, tus hijos, la paz mundial, el mañana de tus nietos, la desesperanza...

 

Pienso que tal vez la causa prin­cipal es mi poca Fe, acaso motivada por mi escasa oración, por mi poco dialogo con Jesús, por las desgracias que diariamente llegan a nuestros oídos, por la difícil y peligrosa situa­ción de diversos países que están dando lugar a sangrientos enfrenta­mientos. con el serio peligro de terminar en una brutal contienda que puede terminar con la Humanidad.

 

Dicen que casi todos pasamos por situaciones depresivas, que normal-mente se resuelven sin necesidad de acudir a un profesional que te ayude a salir de ella. Y creo que es verdad, y, por mi experiencia, he contado con la ayuda del mejor especialista, de ese Espíritu Santo que en los evan­gelios te va dando tratamientos para descubrir la felicidad pese a las preocupaciones, donde en mis visitas al Santísimo dialogo con El, le escucho, y sales de la visita confortado.

 

Un Dios que tenemos cercano, no solo en la Eucaristía sino también en el Sacramento de la Reconciliación, donde sus gracias te hacen sentirte perdonado, en paz.

 

Y que paz siento también cuando pongo en manos de nuestra Madre, la Virgen, a nuestra familia.

 

Pienso que si los medios de difu­sión, en lugar tanto concurso insulso, dedicaran más tiempo a que la cató­lica España conozca y viva la doctrina de Jesús, las riquezas espirituales que encierra, la felicidad que tenemos al alcance de la mano, nuestro vivir de cada día mejoraría sensiblemente..

 

Se acercan días de Primeras Comuniones y acaso el mejor regalo que se puede hacer a ese hijo es el vivirlo en familia, donde lo impor­tante no es el ágape o los regalos sino recibir a Jesús, acompañado de sus padres y su familia, de forma que no se dé esa pobre celebración de "la Primera y Última Comunión".

 

Comprendo que cuando nos estamos moviendo en una sociedad tre­mendamente materialista, remar solo contra corriente, tener otros fines y principios, resulta difícil, y para ello la solución está en apoyarse en un grupo que tenga los mismos fines, insertarse en un grupo de iglesia donde, además de formarse y crecer como cristiano, poder resistir y ser luz y fermento allá donde se vive: familia, trabajo, y ciudad, algo que a todos debe preocuparnos.

 

Corremos el grave peligro de dejarnos llevar por el "todo el mundo lo hace", dejando que otros intereses —normalmente económicos- mani­pulen nuestras vidas y, cuando perdemos la escala de valores que debe presidir nuestra vida de cada día, no debe extrañarnos el deterioro social que se está viviendo en nuestras islas.

 

Hoy tengo un mal día ¿y mañana? ¡Mañana será otro día!


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ZENIT publica la intervención de Benedicto XVI en la audiencia general del miércoles, 25 de Junio de 2008, dedicada a presentar la figura de san Máximo, heroico "confesor" y monje del siglo VI.


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quisiera presentar la figura de uno de los grandes padres de la Iglesia de Oriente del período tardío. Se trata de un monje, san Máximo, al que la tradición cristiana le ha atribuido el título de "confesor" por la intrépida valentía con la que supo testimoniar --"confesar"--, incluso con el sufrimiento, la integridad de su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, salvador del mundo.


Máximo nació en Palestina, la tierra del Señor, en torno al año 580. Desde que era pequeño se orientó hacia la vida monástica y al estudio de las Escrituras, en parte a través de las obras de Orígenes, el gran maestro que ya en el siglo III había estructurado la tradición exegética alejandrina.


De Jerusalén se trasladó a Constantinopla y de allí, a causa de las invasiones bárbaras, se refugió en África, donde se distinguió por su gran valentía en la defensa de la ortodoxia. Máximo no aceptaba el que se redujera la humanidad de Cristo. Había nacido la teoría, según la cual, Cristo sólo tendrá una voluntad, la divina. Para defender la unicidad de su persona, muchos negaban el que tuviera una auténtica voluntad humana. Y, a simple vista, podría parecer algo bueno el que Cristo tuviera una sola voluntad. Pero san Máximo comprendió inmediatamente que esto habría acabado con el misterio de la salvación, pues una humanidad sin voluntad, un hombre sin voluntad, no es un verdadero hombre, es un hombre amputado. Por tanto, el hombre Jesucristo no habría sido un verdadero hombre, no habría vivido el drama de ser humano, que consiste precisamente en la dificultad para conformar nuestra voluntad con la verdad del ser.


De este modo, san Máximo afirma con gran decisión: la Sagrada Escritura no nos muestra a un hombre amputado, sin voluntad, sino a un verdadero hombre, completo: Dios, en Jesucristo, realmente asumió la totalidad del ser humano --obviamente excepto en el pecado--, por tanto, también una voluntad humana. Dicho así, parecería claro: Cristo, ¿es o no es hombre? Si es hombre, tiene también voluntad. Pero entonces surge el problema: de este modo, ¿no se cae en una especie de dualismo? ¿No se acaba presentando dos personalidades completas: razón, voluntad, sentimiento? ¿Cómo superar el dualismo, conservar la plenitud del ser humano y defender la unidad de la persona de Cristo, que no era esquizofrénico? San Máximo demuestra que el hombre encuentra su unidad, su integración, la totalidad en sí mismo, pero superándose a sí mismo, saliendo de sí mismo. De este modo, en Cristo, al salir de sí mismo, el hombre se encuentra a sí mismo en Dios, en el Hijo de Dios.


No hay que amputar al hombre para explicar la encarnación; basta comprender el dinamismo del ser humano que sólo se realiza saliendo de sí mismo; sólo en Dios nos encontramos a nosotros mismos, nuestra totalidad y plenitud. De este modo, se puede ver que el hombre que se encierra en sí mismo no está completo; por el contrario, el hombre que se abre, que sale de sí mismo, logra la plenitud y se encuentra a sí mismo en el Hijo de Dios, encuentra su verdadera humanidad.


Para san Máximo esta visión no es una especulación filosófica; la ve realizada en la vida concreta de Jesús, sobre todo en el drama de Getsemaní. En este drama de la agonía de Jesús, en la angustia de la muerte, de la oposición entre la voluntad humana de no morir y la voluntad divina, que se ofrece a la muerte, se realiza todo el drama humano, el drama de nuestra redención. San Máximo nos dice, y sabemos que es verdad: Adán (y Adán somos nosotros) pensaba que el "no" era la cumbre de la libertad. Sólo quien puede decir "no" sería realmente libre; para realizar realmente su libertad el hombre debería decir "no" a Dios; sólo así cree que es él mismo, que ha llegado al culmen de la libertad. La naturaleza humana de Cristo también llevaba en sí esta tendencia, pero la superó pues Jesús comprendió que el "no" no es lo máximo de la libertad humana. Lo máximo de la libertad es el "sí", la conformidad con la voluntad de Dios. Sólo en el "sí" el hombre llega a ser realmente él mismo; sólo en la gran apertura del "sí", en la unificación de su voluntad con la divina, el hombre llega a estar inmensamente abierto, llega a ser "divino". Ser como Dios era el deseo de Adán, es decir, ser completamente libre. Pero no es divino, no es completamente libre el hombre que se encierra en sí mismo; lo es si sale de sí, en el "sí" llega a ser libre; este es el drama de Getsemaní: que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Transfiriendo la voluntad humana en la voluntad divina nace el verdadero hombre, así somos redimidos. En pocas palabras, este era el punto principal que quería comunicar san Máximo y vemos que está en juego todo el ser humano; está en juego toda nuestra vida.


San Máximo ya tenía problemas en África cuando defendía esta visión del hombre y de Dios; después fue llamado a Roma. En el año 649 participó en el Concilio Lateranense, convocado por el Papa Martín I, en defensa de la voluntad de Cristo, contra el edicto del emperador, que por el bien de la paz --pro bono pacis-- prohibía discutir sobre esta cuestión. El papa Martín tuvo que pagar un caro precio por su valentía: si bien estaba enfermo, fue arrestado y llevado a Constantinopla. Procesado y condenado a muerte, se le conmutó la pena en el exilio definitivo de Crimea, donde falleció el 16 de septiembre del año 655, tras dos largos años de humillaciones y tormentos.


Poco tiempo después, en el año 662, le tocó el turno a Máximo, quien también se opuso al emperador al repetir: "¡Es imposible afirmar en Cristo una sola voluntad!" (Cf. PG 91, cc. 268-269). De este modo, junto a dos discípulos --ambos se llamaban Anastasio--, Máximo fue sometido a un extenuante proceso, a pesar de que ya había superado los ochenta años. El tribunal del emperador le condenó, con la acusación de herejía, a la cruel mutilación de la lengua y de la mano derecha, los dos órganos de expresión, la palabra y los escritos, con los que Máximo había combatido la doctrina errada de la voluntad única de Cristo. Por último, el santo monje, mutilado, fue exiliado en la Cólquida, en el Mar Negro, donde murió, agotado por los sufrimientos, a los 82 años, el 13 de agosto del mismo año 662.

Hablando de la vida de Máximo, hemos mencionado su obra literaria en defensa de la ortodoxia. En particular, nos referimos a la Disputa con Pirro, antiguo patriarca de Constantinopla: en ella, logró persuadir de sus errores al adversario. Con mucha honestidad, de hecho, Pirro concluía así la Disputa: "Pido perdón de parte mía y de parte de quienes me han precedido: por ignorancia hemos llegado a estos pensamientos y argumentaciones absurdos; y pido que ese encuentre la manera de cancelar estas absurdidades, salvando la memoria de aquellos que han errado" (PG 91, c. 352).

Nos han llegado, además, algunas decenas de obras importantes, entre las que destaca la Mistagogia, uno de los escritos más significativos de san Máximo, que recoge su pensamiento teológico con una síntesis bien estructurada.


El pensamiento de Máximo nunca es sólo teológico, especulativo, replegado en sí mismo, pues siempre tiene como punto de llegada la realidad concreta del mundo y de la salvación. En el contexto en que tuvo que sufrir, no podía evadirse en afirmaciones filosóficas meramente teóricas; tenía que buscar el sentido de la vida, preguntándose: ¿quién soy? ¿Qué es el mundo? Al hombre, creado a su imagen y semejanza, Dios le ha confiado la misión de unificar el cosmos. Y como Cristo ha unificado en sí mismo al ser humano, en el hombre el Creador ha unificado al cosmos. Nos ha mostrado cómo unificar en la comunión de Cristo el cosmos y de este modo llegar realmente a un mundo redimido. A esta poderosa visión salvífica se refiere uno de los teólogos más grandes del siglo XX, Hans Urs von Balthasar, quien --"relanzando" la figura de Máximo-- define su pensamiento con la incisiva expresión de Kosmische Liturgie, "liturgia cósmica". En el centro de esta solemne "liturgia" siempre está Jesucristo, único salvador del mundo. La eficacia de su acción salvadora, que ha unificado definitivamente el cosmos, está garantizada por el hecho de que Él, a pesar de ser Dios en todo, también es íntegramente hombre, incluyendo la "energía" y la voluntad del hombre.


La vida y el pensamiento de Máximo quedan poderosamente iluminados por una inmensa valentía para testimoniar la realidad íntegra de Cristo, sin reduccionismos ni compromisos. De este modo presenta lo que es realmente el hombre, cómo debemos vivir para responder a nuestra vocación. Tenemos que vivir unidos a Cristo para quedar de este modo unidos a nosotros mismos y al cosmos, dando al mismo cosmos y a la humanidad su justa forma.


El "sí" universal de Cristo nos muestra claramente cómo dar el valor adecuado a todos los demás valores. Pensemos en valores hoy justamente defendidos como la tolerancia, la libertad, el diálogo. Peo una tolerancia que dejara de saber distinguir el bien del mal sería caótica y autodestructiva. Del mismo modo, una libertad que no respetase la de los demás y no hallase la medida común de nuestras libertades sería anárquica y destruiría la autoridad. El diálogo que no sabe sobre qué dialogar se convierte en una palabrería vacía.


Todos estos valores son grandes y fundamentales, pero pueden ser verdaderos únicamente si tienen un punto de referencia que les une y les confiere la verdadera autenticidad. Este punto de referencia es la síntesis entre Dios y el cosmos, es la figura de Cristo en la que aprendemos la verdad sobre nosotros mismos, así como el lugar de todos los demás valores, para descubrir su significado auténtico. Jesucristo es el punto de referencia que ilumina todos los demás valores. Este el el punto de llegada del testimonio de este gran confesor. De este modo, al final, Cristo nos indica que el cosmos debe ser liturgia, gloria de Dios y que la adoración es el inicio de la verdadera transformación, de la verdadera renovación del mundo.


Por este motivo, quisiera concluir con un pasaje fundamental de las obras de san Máximo: "Adoramos a un solo Hijo, junto con el Padre y el Espíritu Santo, como era antes de los tiempos, ahora y por todos los tiempos, y por los tiempos después de los tiempos. ¡Amén!" (PG 91, c. 269).


[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

San Máximo, que mereció el título de Confesor por la valentía con que dio testimonio y confesó su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nació en Palestina, en torno al año quinientos ochenta. De allí marchó a Constantinopla y luego a África, en donde se distinguió por la ortodoxia de su fe, que nunca aceptó la reducción de la humanidad de Cristo y siempre defendió que Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios encarnado, conserva su voluntad divina, pero posee también íntegra la voluntad humana. Esta verdad la expuso asimismo en Roma, participando en el Concilio Lateranense, convocado por el Papa Martín Primero para defender las dos voluntades de Cristo contra el edicto imperial que prohibía discutir esta cuestión. Por este motivo, poco tiempo más tarde, fue juzgado y, tras ser acusado de hereje, le amputaron la lengua y la mano derecha, ya que había combatido de palabra y con sus escritos la doctrina errónea de la única voluntad de Cristo. Después, lo mandaron exiliado a Colchide, en donde murió a causa de los terribles sufrimientos padecidos, el trece de agosto del año seiscientos sesenta y dos. El ejemplo de san Máximo, que dio testimonio de su fe sin ambages, nos anima a confesar a Cristo como el único Salvador del mundo y a encontrar en Él el valor más alto de nuestra vida.


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de diversos lugares de España, así como a los fieles procedentes de México, Paraguay y otros países de Latinoamérica. Que la intercesión de San Máximo el Confesor os ayude a seguir las huellas de Jesucristo con fe firme. Muchas gracias.


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

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Martes, 24 de junio de 2008

Carta semanal del Azobispo de Valencia Don Agustín García-Gasco Vicente para el Domingo 27 de Abril de 2008.

 

El amor es el mejor impulso para el conocimiento

 

 

 

En su viaje pastoral a los Estados Unidos, Benedicto XVI mantuvo un encuentro con los educadores católicos en la Universidad Católica de América. El contenido de su discurso enlaza directamente con las pretensiones del I Congreso Internacional de Educación Católica para el siglo XXI, que la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir» ha organizado para los próximos días 28 al 30 de abril.

El encuentro con los educadores católicos permite compartir reflexiones de fondo sobre la naturaleza y la identidad de la educación católica, hoy. Es una urgencia redescubrir la importancia y la belleza de la misión educadora que forma parte de la misión que la Iglesia tiene de proclamar la Buena Nueva. Cada centro educativo católico es un lugar para encontrar al Dios vivo, al Dios que revela en Jesucristo la fuerza transformadora de la verdad.

La relación con Dios suscita el deseo de crecer en el conocimiento y en la comprensión de Cristo y de su enseñanza. Cuando amamos a alguien deseamos conocerle mejor, y eso mismo pasa cuando hacemos de nuestra relación con Dios una relación verdaderamente personal: deseamos conocerle mejor para amarle más. El amor es el mejor impulso para el conocimiento.

Quienes encuentran a Cristo se ven impulsados por la fuerza del Evangelio a llevar una nueva vida, marcada por todo lo que es bello, bueno y verdadero. Se trata de una vida de testimonio cristiano, continuamente alimentada y fortalecida en la comunidad de los discípulos de Nuestro Señor, que es la Iglesia.

El servicio a la verdad que la Iglesia ejerce en medio de la humanidad se realiza de un modo principal a través del encuentro personal, del conocimiento y del testimonio cristiano. Es un servicio vivo, activo, que necesita ser continuamente renovado, ya que la revelación de Dios ofrece a cada generación la posibilidad de descubrir la verdad última sobre la propia vida y sobre el fin de la historia.

Se comprueba a diario que el deber educativo no es fácil. Es necesario que toda la comunidad cristiana se implique con los educadores cristianos para garantizar que el poder de la verdad de Dios impregne todas las dimensiones de las instituciones a las que sirven. Los padres y demás familiares que se implican en la educación de sus hijos, fortalecen y refuerzan la labor de los centros. Este es el camino para que la Buena Noticia de Cristo pueda actuar y guíe tanto al docente como al estudiante hacia la verdad objetiva.

La verdad objetiva no es particular, no es creación de un ser humano, ni del consenso social, sino que apunta a lo que es de todos, a lo universal, a lo que no pasa de moda, a lo absoluto, a la que coincide con el ser de Dios. Es la única Verdad que nos capacita para proclamar con confianza la esperanza que no defrauda.

Los nobles fines de la formación académica y de la educación están fundados en la unidad de la verdad, y en el servicio a la persona y a la comunidad. Son un poderoso instrumento de esperanza que permite superar los conflictos personales, la confusión moral y la fragmentación del conocimiento.

Los recursos que la Iglesia dedica a la educación están justificados porque todas sus actividades nacen de su conciencia de ser portadora de un mensaje que tiene su origen en Dios mismo, en su bondad y en su sabiduría. Dios ha elegido revelarse.

Dios no permanece indiferente hacia la inquietud de sus hijos que preguntan por el significado de la vida. Está atento en lo que acontece en los corazones de los jóvenes y de los que sufren cuando se ven inquietos y apesadumbrados. El encuentro entre el deseo de Dios de darse a conocer y el deseo de cada ser humano por conocer la verdad está sostenido por la comunidad cristiana: quien busca la verdad se transforma en uno que vive de fe, y que por ella experimenta el movimiento del “yo” al “nosotros”, el paso del individuo a formar parte del pueblo de Dios.

La educación católica tiene la misión de contribuir a llenar de sentido la vida de los que se acercan a ella. Los profesores, los estudiantes y las familias acuden a ella para encontrar respuesta a muchas de sus preguntas, para hacer frente a los retos que plantea la vida. La Iglesia ofrece con sus comunidades educativas una sabiduría humana decididamente abierta a la esperanza que no defrauda: la que nace del indefectible Amor de Dios por sus hijos.

Con mi bendición y afecto,


Publicado por verdenaranja @ 23:29  | Hablan los obispos
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ZENIT publica el videomensaje que dirigió Benedicto XVI a los jóvenes reunidos en Quebec este fin de semana con motivo del Congreso Eucarístico Internacional.


[En francés]

Queridos jóvenes:

Estoy muy contento de saludaros desde Roma y de aseguraros mi oración en estos momentos en los que estáis reunidos con motivo del 49º Congreso Eucarístico Internacional de Quebec. Me alegra costatar vuestra atención por el misterio de la Eucaristía, "don de Dios para la vida del mundo", como lo subraya el tema del Congreso. Os invito a meditar sin cesar en este "gran misterio de la fe", como lo proclamamos en cada misa, después de la consagración.


Ante todo, en la Eucaristía revivimos el sacrificio del Señor en la tarde de su vida, con la que salva a todos los hombres. De esta manera, estamos junto a él y recibimos en abundancia las gracias necesarias para nuestra vida cotidiana y nuestra salvación. La Eucaristía es, por excelencia, el gesto de amor de Dios por nosotros. ¿Qué hay más grande que dar la vida por amor? En esto, Jesús es el modelo del don total de sí mismo, camino por el que nosotros debemos caminar siguiéndole.


La Eucaristía
es, también, un modelo de vida cristiana, que debe conformar toda nuestra existencia. Cristo nos convoca para reunirnos, para constituir la Iglesia, su Cuerpo en el mundo. Para acceder a las dos mesas, la de la Palabra y la del Pan, tenemos que acoger antes el perdón de Dios, don que nos vuelve a poner de pie en nuestro camino cotidiano, que restablece en nosotros la imagen divina y que nos muestra hasta qué punto somos amados. Después, como en el caso del fariseo Simón, en el Evangelio de Lucas, Jesús nos dirige sin cesar la palabra a través de la Escritura: "tengo algo que decirte" (7, 40).


En efecto, toda palabra de la Escritura es para nosotros una palabra de vida, que debemos escuchar con suma atención. En particular, el Evangelio constituye el corazón del mensaje cristiano, la revelación total de los misterios divinos. En su Hijo, la Palabra hecha carne, Dios nos lo ha dicho todo. En su Hijo, Dios nos ha revelado su rostro de Padre, un rostro de amor, de esperanza. Nos ha mostrado el camino de la felicidad y de la alegría. Durante la consagración, momento particularmente intenso de la Eucaristía, pues en él recordamos el sacrificio de Cristo, estáis llamados a contemplar al Señor Jesús, como santo Tomás: "Señor mío y Dios mío" (Juan 20, 28).


Después de haber recibido la Palabra de Dios, después de haberos alimentado con su cuerpo, dejaos transformar interiormente y recibir de él vuestra misión. En efecto, os envía al mundo para llevar su paz y ser testigos de su mensaje de amor. No tengáis miedo de anunciar a Cristo a los jóvenes de vuestra edad. Enseñadles que Cristo no es un impedimento para vuestra vida ni para vuestra libertad; por el contrario, mostradles que os da la verdadera vida, que os hace libres para luchar contra el mal y hacer de vuestra vida algo bello.

 

[En inglés]

No olvidéis que la misa dominical es un encuentro de amor con el Señor sin el cual no podemos vivir. Cuando le reconocéis "al partir el pan", como los discípulos de Emaús, os convertís en sus compañeros. Os ayudará a crecer y a dar lo mejor de vosotros mismos. Recordad que en el pan de la Eucaristía Cristo está real, total y substancialmente presente. En el misterio de la Eucaristía, en la misa y durante la adoración silenciosa ante el santísimo Sacramento del altar, podréis encontrarle de una manera privilegiada. Si abrís todo vuestro ser y toda vuestra vida a la mirada de Cristo, no quedaréis oprimidos; por el contrario, descubriréis que sois amados de una manera infinita. Recibiréis el poder que necesitáis para edificar vuestras vidas y tomar las decisiones que se os presentan en la vida diaria. Ante el Señor, en el silencio de vuestros corazones, algunos de vosotros os sentiréis llamados a seguirle de una manera más radical en el sacerdocio o en la vida consagrada. No tengáis miedo de escuchar esta llamada y de responder con alegría. Como dije en la inauguración de mi pontificado, Dios no les quita nada a aquellos que se entregan totalmente a él. Por el contrario, les da todo. Saca lo mejor de cada uno de nosotros, de manera que nuestras vidas puedan florecer verdaderamente.


[En francés]

A vosotros, queridos jóvenes, y a todos los participantes en el Congreso Eucarístico Internacional de Quebec, os imparto afectuosamente mi bendición apostólica.


[Traducción del original francés e inglés realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


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Lunes, 23 de junio de 2008

Homilía del Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México en  la Misa celebrada el domingo 22 de junio de 2008 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe durante la celebración de la Gran Marcha por la Vida.





HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL NORBERTO RIVERA CARRERA, ARZOBISPO PRIMADO DE MÉXICO EN BASÍLICA

 

 

domingo, 22 de junio de 2008

 

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que levanta la voz en medio de la historia humana para invitarnos a proclamar la verdad. Su palabra resuena para invitarnos a que no temamos proclamar la verdad en medio de la sociedad. Este es el motivo de la peregrinación con la que Uds. llegan hoy a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe: agradecer el don de la vida y reafirmar la verdad de la vida humana, en un mundo que aparta la vista de lo que la ciencia reconoce: que la vida del embrión es humana desde el primer momento de la concepción, hasta el último instante de su existencia natural. Que no hay discontinuidad desde los momentos iniciales de la vida, cuando el embrión ya genéticamente es un ser humano, hasta el momento en que la muerte da fin natural a la existencia. Esta es la verdad que hemos de proclamar en la sociedad y es la verdad que tenemos que defender, con la claridad de la razón, ante las disyuntivas legales que una sociedad plural pone sobre la mesa del debate y sobre la conciencia de las personas.

 

Esta proclamación no nace de la prepotencia, o del afán de imponer las propias ideas a los demás. Nace de la certeza de que la verdad es la base de la convivencia social. La comunidad humana no está arraigada en la veleidad de la opinión, que hoy es válida y mañana, no, sino en la razón humana que llega a conclusiones firmes, cuando se desarrolla con sinceridad y no es servil a otro tipo de intereses. Incluso las verdades de la fe no son ciegos dogmas producto de un fanatismo exacerbado, sino que buscan la racionalidad que no contradiga la naturaleza investigadora del ser humano. El ser humano sin la verdad es enormemente frágil. La verdad es la fortaleza de los hombres y mujeres que viven en la sociedad y la justicia debe ser la primera aliada de la verdad.

 

Todos sabemos que en estos días se esta debatiendo la inconstitucionalidad de la ley que despenaliza el aborto, primero en el Distrito Federal, pero con seguras repercusiones legales en el resto de los Estados de la República.

 

Nuestro estado es un estado laico, que reclama la clara separación y respeto entre las realidades temporales y las realidades religiosas. La verdadera laicidad es la que escucha la razón, no la que se deja llevar por la sinrazón de una imposición de tipo político. Si se rechazan los dogmas religiosos, ¿se deben aceptar los dogmatismos ideológicos? El evangelio de hoy nos reclama a no negar la verdad, porque para nosotros sería negar a Cristo. En eso la palabra del Señor es tajante: el que me niegue delante de los hombres yo le negaré delante de mi padre que está en los cielos.

 

El cristiano no es un ser alejado de la sociedad. Ya desde los primeros años del cristianismo, en un escrito llamado “la carta a Diogneto” se nos dice que: Los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Residen en sus propios países, comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desembarazan de su descendencia. Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas.

 

El cristiano vive dentro del mundo moderno y es un ciudadano más con los mismos derechos y deberes de cualquier otro ciudadano. El cristiano no pide fueros particulares, sólo pide que su voz se escuche sin el prejuicio que de antemano descalifica. Quiere ser oído con el respeto que merecen las verdades que nacen de sus convicciones. El cristiano quiere que se le respete el derecho a defender sus puntos de vista con racionalidad, con tolerancia y con respeto, sin ser señalados como oscurantistas por no ir siempre de acuerdo con la opinión del pensamiento oficial de una autoproclamada intelectualidad.

 

Hoy nos reunimos a pedirle a María Santísima que nos ayude a descubrir la verdad del don de la vida. Agradecemos a Nuestra Señora de Guadalupe que hasta hoy haya concedido a los mexicanos la claridad para ver que la vida humana es intangible. La verdad que el cristiano tiene que afirmar es también la verdad respecto a la mujer y a su dignidad, al respeto que se le debe y sobre todo al apoyo que se le ha de dar cuando se encuentra en la dramática disyuntiva de seguir adelante el embarazo o de eliminar la vida humana que ya late en su seno.

 

La mujer no puede atentar contra el ser humano que lleva en su vientre, sin graves consecuencias físicas y psicológicas para su persona, e incluso su propia muerte.

 

El evangelio nos dice que no hay nada oculto que no llegue a salir a la luz. Las ofensas a la vida humana, acaban por herir gravemente a quienes las llevan a cabo y por desgracia a quienes son víctimas: en primer lugar a los embriones humanos que son privados de la vida y además a las madres que se ven enfrentadas, una vez que han abortado, a una segunda soledad. Primero estaban solas, y les faltó apoyo para tener la fortaleza afectiva y psicológica que les permitiría llevar adelante un embarazo no previsto o a veces forzado. Luego se ven solas porque la sociedad, que no les acompañó para sacar adelante una vida humana, permite que se les quite la compañía de un hijo que, aunque no fuera deseado, habría sido un consuelo al dolor con el que quizá comenzó su existencia.

 

La promoción del don de la vida no se reduce al doloroso drama del aborto, sino que interpela a otro flagelo de nuestra sociedad que arranca vidas humanas. Me refiero a la violencia organizada, a la que se ceba en personas inocentes, secuestradas por culpa de un desprecio de la vida humana y del derecho a la libertad que tiene todo ser humano. Es preocupante que la sociedad no reaccione con valor ético y cívico ante estos grandes daños y no se oponga de modo frontal a quienes de modo impune siguen lucrando con el dolor y la vida de cientos de personas.

 

Hoy a los pies de la Virgen de Guadalupe queremos pedir también por las víctimas de esta violencia. Desde aquí hacemos un llamado a quienes han hecho de esta actividad una forma de ganarse la existencia, para que recuerden que ese no es un modo de vida, sino un camino de muerte. Muerte de sus conciencias y de sus corazones y también muerte de sus familias involucradas en un círculo de vicio que las hiere moralmente y, a veces, cobra el altísimo impuesto de las vidas de los hijos y las esposas de quienes se dedican a estos delitos.

 

Queridos participantes en la peregrinación por el don de la vida, ejerzan su derecho a mostrar, con razones y elementos legales, que la vida humana debe ser defendida y custodiada desde el primer momento. Apoyen a la mujer embarazada para que supere la difícil tentación de eliminar la nueva vida que comienza en su seno. Sean testigos en medio de una cultura plural y democrática, de que la convivencia humana necesita de los valores que garantizan la vida de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, tanto de los que se pueden defender por si mismos, como de los que no lo pueden hacer, de los que pueden hablar para reclamar sus derechos y de los que no pueden hablar, de los que son útiles para nuestra sociedad y de los que no se pueden valer por sí mismos. Todos ellos tienen el don de la vida y ese don lo tenemos que agradecer, lo tenemos que respetar y lo tenemos que apoyar.

 

Jesucristo, como nos dice la segunda lectura de hoy de la carta de San Pablo a los Romanos, vino a destruir el poderío que la muerte ejercía sobre los seres humanos a causa del mal que reinaba en el mundo. Este es el gran mensaje que los cristianos, desde nuestra fe, usando la razón, podemos y debemos proclamar al mundo moderno: que el mal no vence al bien, que la muerte no vence a la vida, que la muerte no es la única salida que tiene el ser humano, que no es el único ni el último camino que tiene la mujer que se encuentra esperando un hijo, que no es el único ni el último camino que tiene quien se ve envuelto en la red de la violencia organizada.

 

Hay otro camino y es el camino que nos muestra la virgen de Guadalupe. Ese camino es Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida. Jesucristo que, como nos dijo nuestra madrecita del cielo, “es el verdadero Dios por quien se vive, el Dios del junto y del cerca, el señor del cielo y de la tierra”. El es el Dios de la vida, el creador de la vida, el que sacrificó su vida para entregarnos el don de la vida.

 

Que la Virgen de Guadalupe, madre de todos los mexicanos, ilumine a quienes tienen en sus manos las decisiones sobre la vida de otros mexicanos, para que tomen con valor, justicia y sabiduría, la decisión que brota de la verdad, y que se convierte en certeza de que, en el mutuo respeto, todos podemos vivir seguros en la casa común que es nuestra patria, que para todos es México.


Santiago (Agencia Fides) - La Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogadicción (PANAD) ha convocado a todas las diócesis a celebrar el Día Internacional de la Prevención de Drogas el próximo jueves 26 de junio. El Obispo presidente de la PANAD, Mons. Luis Infanti De la Mora y el Director de la PANAD, p. Sergio Naser, a través de una carta dirigida a todos los obispos diocesanos han pedido que se celebre una eucaristía en ese día en los templos mayores de cada diócesis en horario vespertino.




COMPROMISO DEL MUNDO CRISTIANO CON LA PREVENCIÓN DE DROGAS


En Santiago, a 21 de abril de 2008, el Consejo Nacional para el Control de

declaran lo siguiente:


1. Reconocemos que el consumo problemático de drogas y el abuso de alcohol

son temas transversales en nuestra sociedad, pero son aún más dolorosos y difíciles, cuando se le asocian problemas tan  rofundos como pobreza, exclusión social, discriminación e individualismo, situación que demanda una respuesta participativa de toda la sociedad.


2. Reconocemos que esta dramática realidad tiene una dimensión espiritual, que

llega a poner en cuestión el sentido de la vida. Es ahí en donde el Mundo Cristiano hace una enorme y valiosa contribución.


3. Por respeto a su dignidad, nos comprometemos a continuar acogiendo con

amor fraternal a las personas afectadas, escuchándolas sin prejuicios. Para ellas abrimos nuestras instituciones, Iglesias y templos, nuestras comunidades y organizaciones, nuestros programas y nuestros corazones.


4. Seguiremos contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de todos y todas,

pero especialmente de los niños y niñas, los y las jóvenes, las familias y los sectores que más sufren las consecuencias físicas, sociales y espirituales provocadas por las drogas y el alcohol.


5. Nos proponemos promover con más fuerza el fortalecimiento de las familias

como principal factor protector para la prevención, generando espacios de intercambio intergeneracional en donde padres, madres, hijos e hijas vivan experiencias relacionales significativas.


6. Valoramos a los y las jóvenes como constructores de presente y de futuro,

abriendo más oportunidades para su desarrollo físico, espiritual y social, incorporándolos de manera activa a programas, acciones y procesos para que sean un aporte al bien de Chile.


7. Llamamos a recuperar creativamente los espacios públicos locales, para

8. Buscamos que más personas se comprometan en la prevención a través de la capacitación y el testimonio, mostrando el trabajo y las múltiples expresiones, que para abordarla, desarrollan las distintas comunidades.


Todas las personas e instituciones, pueden y deben comprometerse a facilitar los

espacios y los recursos humanos y materiales necesarios.


Propiciaremos que los servicios públicos y programas tengan una mirada integral y

que se fortalezca la coordinación con el mundo privado desde la perspectiva de la responsabilidad social.


9. Valoramos todos los esfuerzos que desarrollan las organizaciones e

propiciar cambios en las personas y las comunidades.


10. Los representantes de las distintas Iglesias Cristianas y CONACE expresan la

voluntad de trabajar en conjunto para generar mecanismos cada vez más efectivos de cooperación, reconociendo y respetando la identidad de cada actor, en el desafío de asumir la multiplicidad de programas posibles.


Invitamos a todos y todas a actuar, a dar fuerza y concreción a esta voluntad; a

reflexionar y enriquecer los alcances de este Compromiso, a llevarlo a las distintas comunas y a cada región del país; a propiciar y multiplicar las buenas prácticas para reinstalar la esperanza en las personas y comunidades que hoy sufren.


EL GOBIERNO DE CHILE, CONACE Y LOS REPRESENTANTES DEL MUNDO

CRISTIANO, ABAJO FIRMANTES, ADHIEREN A ESTE DOCUMENTO Y SE

COMPROMETEN A TRABAJAR POR LA PREVENCIÓN DEL CONSUMO DE

DROGAS.

instituciones del Mundo Cristiano, que permiten atender de manera individual o colectiva a personas que padecen sufrimiento, entre ellas, a las que usan drogas y abusan del alcohol. Valoramos las diversas formas de acoger, acompañar y

generar mayor vida comunitaria y encuentro de las personas, favoreciendo el desarrollo de actividades en que todos y todas puedan participar; fortaleciendo la organización social, las redes y la participación de la comunidad.

Estupefacientes (CONACE), dependiente del Gobierno de Chile y la Mesa de trabajo constituida por obispos, pastores, sacerdotes, religiosos y religiosas, agentes pastorales y laicos, para reflexionar sobre el problema de las drogas,

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Homilía que pronunció el nuevo patriarca de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, el domingo, 22 de Junio de 2008, al entrar solemnemente en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Su Eminencia el cardenal John Patrick Foley, gran maestro de la Orden del Santo Sepulcro,   
Su Excelencia monseñor Antonio Franco, nuncio y delegado apostólico,   
Excelencias Reverendísimas, muy queridos monseñores Selim Sayegh y Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispos auxiliares,   
Muy reverendo padre Pierbattista Pizzaballa, OFM, custodio de Tierra Santa,
Reverendos padres, religiosos y religiosas,   
Queridos hermanos y hermanas:


Quisiera agradecer ante todo a monseñor Selim Sayegh que, a nombre del Patriarcado Latino de Jerusalén, me ha prometido la oración y la comunión fraterna. Va también mi agradecimiento al padre Pierbattista Pizzaballa, OFM, Custodio de Tierra Santa que tan buena acogida me ha dado a la entrada del Santo Sepulcro.


Hoy, después de casi tres años de espera y preparación, recibo de la Santa Iglesia el encargo de conducir nuestro querido Patriarcado Latino de Jerusalén, "Madre de las Iglesias". Heredo al mismo tiempo desafíos a realizar y numerosos problemas, internos o externos, acumulados. Estoy lleno de confianza porque sé que no estoy solo, apoyándome en la gracia de Dios "que no ha sido vana en mí" (1 Co 15, 10), y sobre el poder del Salvador que "se ha desplegado en mi debilidad" (2 Co 12, 9).


¡Queridos Hermanos y Hermanas!

Hemos pasado delante del Gólgota y de la piedra de la Unción, antes de llegar al sitio de la Resurrección.
 
Antes que nosotros, el Señor ha conocido los más duros dramas humanos y ha gustado los más amargos sufrimientos: privación, injusticia, soledad y agonía. Ha caminado por las estrechas calles de Jerusalén llevando su cruz, cayendo muchas veces, levantándose siempre, hasta la muerte. Él se ha dejado sepultar en tierra, envueltos sus pies, como el grano de trigo que se siembra y que muere.
Nosotros también, en cuanto pueblo, Iglesia e individuos, conocemos cuales cruces, cuales desafíos y cuales dificultades nos esperan. Sabemos de antemano que habrá caídas y duros golpes.
Tu muerte, Señor, sigue realizándose en nosotros y en cada persona que sufre, que es perseguida, que tiene miedo o que está errante.

Nuestro pueblo de Tierra Santa, como todos los pueblos de Medio Oriente, no cesa de gemir y de sufrir esperando la hora de su liberación, la hora de su resurrección, pues su Vía Crucis continúa aún... todavía.

Sin embargo, así como es corta la distancia que separa el Gólgota de la Tumba vacía, igualmente sabemos que es corta la distancia de la muerte a la Resurrección. Es por esto que no hay razón por la cual tener miedo.


Mi confianza también se nutre de todas las riquezas espirituales, humanas y eclesiales de esta diócesis, cuyas riquezas más eminentes son:


- La presencia de numerosas Órdenes religiosas y Congregaciones que nos sostienen con sus ruegos, nos enriquecen con sus carismas específicos y nos hacen el don de su amor fraterno, de su amistad, de sus servicios y de sus talentos, comenzando por la Orden de san Francisco de Asís, Custodia de la Tierra Santa desde el siglo del XIV;

- La presencia de numerosos amigos, de todos lados vienen -y a veces de muy lejos- para los cuales la Tierra Santa y el Patriarcado Latino ocupan el primer sitio en su corazón;

- La presencia de numerosos amantes de esta Iglesia de Dios, entre gente de todas las confesiones y denominaciones;
   
- La presencia a mi lado de mis hermanos sacerdotes del Patriarcado Latino, llenos de celo apostólico, de amor fraterno y de solicitud pastoral y esto desde la restauración de nuestro Patriarcado Latino en el 1847.


"Mi Dios, tu gracia me basta". "En tu Nombre echo las redes".


Desde aquí, por la gracia del Resucitado:


- Lanzamos un llamado a los Jefes de las Naciones en conflicto, Naciones queridas a nuestro corazón: "Tened temor de Dios y piedad de vuestros pueblos, de sus jóvenes, de sus niños y de sus ancianos. Tened la valentía de encontrar las soluciones justas, para que vivamos en paz y en seguridad.

- Lanzamos un llamado a la Comunidad internacional para que, movida por el sentido de la responsabilidad, la valentía y la justicia, ayude a las poblaciones de la región a tomar decisiones justas. Estamos seguros que la Paz es posible, que la Justicia es posible, que la Confianza recíproca es posible.

- Lanzamos un llamado a los fieles de las tres religiones monoteístas y de las diversas confesiones cristianas de esta ciudad santa a fin que continuemos profundizando nuestro diálogo, reforzando nuestra solidaridad en la caridad y a continuar nuestros encuentros en este espíritu.     
   
"¡El Señor ha resucitado como lo había anunciado!"


La última palabra de nuestra historia no será dejada al odio, a las separaciones y a la violencia. La alegría de hoy reaviva en nosotros la gran esperanza de la mañana de Pascua: ¡Cristo ha resucitado! ¡Él ha triunfado! ¡El amor es más fuerte!


Resucitados con Cristo, emprendemos la marcha.

Con Cristo, trabajamos por un mundo basado sobre la justicia, la paz y la seguridad.

Que la Virgen María que ha acompañado a su Hijo sobre el camino del sufrimiento y de la muerte, colaborando a su plan de Salvación, nos acompañe en nuestra misión. Amén

 

[Traducción del patriarcado latino de Jerusalén]


Publicado por verdenaranja @ 22:42  | Hablan los obispos
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ZENIT publica la alocución que pronunció Benedicto XVI el domingo 22 de Junio de 2008 a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

 


 

Queridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de este domingo presenta dos invitaciones de Jesús: por una parte, "no tengáis miedo de los hombres" y, por otra, "temed" a Dios (Cf. Mateo 10, 26.28). Nos estimula a reflexionar sobre la diferencia que existe entre los miedos humanos y el temor de Dios. El miedo es una dimensión natural de la vida. Desde que uno es pequeño experimenta formas de miedo que luego se revelan imaginarias y desaparecen; y surgen sucesivamente otras, que tienen un fundamento en la realidad: tienen que ser afrontadas y superadas con el empeño humano y con la confianza en Dios. Pero sobre todo hoy se da una forma de miedo más profunda, existencial, que acaba en ocasiones en angustia: nace de un sentido de vacío, ligado a una cierta cultura penetradas por la influencia del nihilismo teórico y práctico.


Ante el amplio y variado panorama de los miedos humanos, la Palabra de Dios es clara: quien "teme" a Dios "no tiene miedo". El temor de Dios que las Escrituras definen como "el principio de la verdadera sabiduría" coincide con la fe en Él, con el respeto sacro por su autoridad sobre la vida y sobre el mundo. No "tener temor de Dios" equivale a ponerse en su lugar, sentirse dueños del bien y del mal, de la vida y de la muerte. Por el contrario, quien teme a Dios experimenta en sí la seguridad del niño en brazos de su madre (Cf. Salmo 130,2): quien teme a Dios está tranquilo incluso en medio de las tempestades, pues Dios, como Jesús nos ha revelado, es un Padre lleno de misericordia y de bondad. Quien le ama no tiene miedo: "No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor" (1 Gv 4,18). El creyente, por tanto, no se asusta con nada, pues sabe que está en las manos de Dios, sabe que el mal y lo irracional no tienen la última palabra, sino que el único Señor del mundo y de la vida es Cristo, el Verbo de Dios encarnado, que nos ha amado hasta sacrificarse a sí mismo, muriendo en la cruz por nuestra salvación.


Cuanto más crecemos en esta intimidad con Dios, impregnada de amor, más fácilmente superamos toda forma de miedo. En el pasaje evangélico de este día Jesús repite varias veces la exhortación a no tener miedo. Nos tranquiliza, como hizo con los discípulos, como hizo con san Pablo, cuando se le apareció en una visión una noche, durante un momento particularmente difícil de su predicación: "No tengas miedo --le dijo-- porque yo estoy contigo" (Hechos 18,9). Fortalecido por la presencia de Cristo y confortado por su amor, el apóstol de las gentes, de quien nos disponemos a celebrar los dos mil años de nacimiento con un año jubilar especial, no tuvo miedo ni siquiera del martirio. Que este gran acontecimiento espiritual y pastoral suscite también en nosotros una nueva confianza en Jesucristo, que nos llama a anunciar y testimoniar su Evangelio, sin tener miedo de nada.


Os invito, por tanto, queridos hermanos y hermanas, a prepararos para celebrar con fe el Año Paulino que, si Dios quiere, inauguraré solemnemente el próximo sábado, a las 18.00 horas, en la Basílica de san Pablo Extramuros, con la liturgia de las primeras vísperas de la solemnidad de los santo Pedro y Pablo.

Encomendamos ya desde ahora esta gran iniciativa eclesial a la intercesión de san Pablo y de María santísima, reina de los apóstoles y madre de Cristo, manantial de nuestra alegría y de nuestra paz.


[Tras rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano, dijo:]

Con profunda conmoción he recibido esta mañana la noticia del naufragio, en el archipiélago de Filipinas, de un trasbordador tocado por el tifón Fengshen, que ha azotado aquella zona. Asegurando mi cercanía espiritual a las poblaciones de las islas golpeadas por el tifón, elevo una oración especial al Señor por las víctimas de esta nueva tragedia del mar, en la que, según parece, han quedado involucrados también numerosos niños.


Hoy en Beirut, capital del Líbano, es proclamado beato Yaaqub da Ghazir Haddad, cuyo nombre de pila era Jalil, sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y fundador de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano. Expresando mis felicitaciones a sus hijas espirituales, deseo de todo corazón que la intercesión del beato Abuna Yaaqub, unida a la de los santos libaneses, alcance para ese amado país, que ha sufrido demasiado, la gracia de avanzar finalmente hacia una paz estable.


[En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. Os invito a vivir cimentados en el sólido fundamento del amor a Jesucristo, para que no os dejéis vencer por el temor y seáis sus testigos en medio del mundo, superando las dificultades o el ambiente hostil que podáis encontrar. Os acompañe en esta hermosa misión la maternal protección de la Virgen María. Feliz domingo a todos.


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


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Domingo, 22 de junio de 2008

 

SAN PEDRO Y SAN PABLO

29 de junio de 2008

 

Que Jesús, el Señor, el Hijo de Dios vivo, esté con todos vosotros.

 

Celebramos en este domingo una de las grandes fiestas de la familia cristiana: la de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Ellos son un punto de referencia para todos nosotros. Recordamos su fe, su testimonio, su ilusión de creyentes en Jesús. Y nos alegramos de su fidelidad, porque gracias a ellos y a los demás apóstoles y discípulos de los primeros tiempos la Buena Noticia ha llegado hasta nosotros.

Con su misma fe, con su misma ilusión, celebramos hoy aquella Eucaristía que ellos recibieron del Señor y celebraron en sus comunidades.

 

A.     penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios.

 

Tú, que por medio de los apóstoles nos has hecho llegar tu Buena Noticia. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Tú, que eres el Hijo del Dios vivo. CRISTO, TEN PIEDAD.

Tú, que eres nuestra resurrección y nuestra vida. SEÑOR, TEN PIEDAD.

 

Antes de las lecturas (vigilia y día): Que las lecturas de hoy nos hagan sentir muy cerca de nosotros a los apóstoles Pedro y Pablo. Que nos transmitan su fe, su esperanza, su fidelidad profunda al Señor. La primera lectura que vamos a escuchar nos hablará del apóstol Pedro. En la segunda el propio apóstol Pablo nos explicará cual era el fundamento de toda su existencia. Y en el evangelio vamos a oír aquella profesión de fe y de amor en la que debe reflejarse nuestra fe y nuestro amor. Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.

 

Oración universal: Por Jesucristo, el Hijo de Dios, presentemos al Padre nuestras plegarias. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

 

Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos; para que vivamos cada día más intensamente la fe y el amor de Jesucristo que nos han transmitido los apóstoles. OREMOS:


Por el papa Benedicto, sucesor de Pedro; para que con su testimonio llene de esperanza y de alegría a todo el pueblo cristiano. OREMOS:


Por los que son perseguidos a causa de Jesucristo y del Evangelio; que sientan siempre en ellos la fuerza de Dios que los acompaña. OREMOS:


Por los que no conocen a Jesucristo o no se sienten atraídos por él; para que puedan vivir un día la alegría de la fe. OREMOS:


Por los que celebramos en esta Eucaristía los miste­rios de la Pascua del Señor; para que nos alegremos de compartir su pasión para alcanzar la vida nueva de la resurrección. OREMOS:

 

Acoge, Padre del cielo, las oraciones de tu Iglesia que recuerda hoy la palabra y el martirio de san Pedro y san Pablo; y que ellos nos ayuden a ser cada día más fieles al evangelio de Jesucristo, que ellos anunciaron y que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.


Prefacio: Unámonos ahora en la acción de gracias. Demos gracias por el testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo, y por la comunidad que nos reúne, y por la Iglesia entera. Y demos gracias, por encima de todo, por el amor de Dios y por el cuerpo y la sangre de Cristo que nos alimentará una vez más en este domingo.

 

Padrenuestro: Digamos ahora, con fe, el padrenuestro, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos.


CPL

 


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ZENIT publica la intervención que pronunció el arzobispo Silvano M. Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante las oficinas de las Naciones Unidas en Ginebra, durante la octava sesión del Consejo de Derechos Humanos, el 4 de junio de 2008.


En la lucha contra la pobreza, en especial la pobreza extrema, la comunidad internacional se ha puesto objetivos específicos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que son una importante ruta que llevará a un desarrollo más universal. Los diversos "instrumentos pertinentes de las Naciones Unidas y de sus organismos especializados relativos al desarrollo integral del ser humano y al progreso y desarrollo económicos y sociales de todos los pueblos" (Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, Res. 41/128, de 4 de diciembre de 1986) mantienen, de hecho, una cultura de justicia y solidaridad global.


El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR) sirve de importante marco para el logro de estos objetivos. Los pasos que se han dado para aumentar su eficacia a través de nuevos mecanismos son un signo de la permanente determinación de buscar la implementación de todos los derechos humanos de forma equilibrada.


El valor universal de la dignidad humana requiere la promoción y la protección de todos los derechos humanos sin distinción de ninguna clase. El nuevo Protocolo Opcional del ICESCR, por tanto, representa un paso positivo hacia un orden social e internacional justo.


Históricamente, los derechos económicos, sociales y culturales se consideraban demasiado vagos para ser objeto de la justicia y base de un procedimiento de queja individual. De alguna forma eran vistos como derechos humanos de segunda clase. Ahora, el texto presentado en la 8ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos es un buen compromiso. El nuevo Protocolo Opcional, a través de su sistema de Investigación y Comunicación, da la posibilidad a los individuos y a los grupos de buscar justicia por las violaciones, y refuerza los mecanismos existentes para un control eficaz de la actividad de los estados.

La experiencia de otros cuerpos del Tratado muestra que estos procedimientos pueden ayudar a aclarar y a implementar el contenido normativo de un precepto particular; a llevar a los sistemas de control una visión legal más centrada y ordenada; a concentrarse en una violación concreta de los derechos humanos, teniendo en mente que es necesaria una coherencia que evite su fragmentación.


Aunque pueden surgir diversas posturas ante los derechos humanos, a la luz de "la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana" (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Preámbulo, 1), es posible llegar a un acuerdo justo. De este modo, las diferencias deberían abrirse camino a un reconocimiento, promoción y protección más dinámicas de los derechos humanos y no sofocar su implementación universal. En conexión con esto, existe la necesidad de adoptar una postura comprehensiva y holística bajo la cual se ampararan todos los derechos humanos y no se permitieran reservas.


Señor Presidente,

El nuevo Protocolo completará un vacío en el sistema internacional de derechos humanos. No obstante, nuestra labor no estará terminada hasta que cada persona goce del derecho "un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar" (Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 25).


Gracias, Señor Presidente.


[Traducción del original inglés realizada por Justo Amado]


Publicado por verdenaranja @ 21:08  | Hablan los obispos
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Carta pastoral que han publicado el cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo de Toledo, primado de España, y monseñor Carmelo Borobia Isasa, obispo auxiliar de Toledo, sobre la educación.



Llegamos al final del año escolar 2007-2008. Escuelas, institutos y colegios interrumpirán este mes sus labores educativas y prepararán el próximo curso, que, entre otras, en la Comunidad de Castilla-La Mancha, tendrá la novedad del comienzo de la implantación de la materia "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos", en la Educación Secundaria Obligatoria; en la Comunidad de Extremadura ya ha comenzado su impartición en este curso que ahora finaliza.

Es éste un hecho importante, ante el que hay que actuar con lucidez, verdad, responsabilidad y libertad y conforme a los deberes y derechos que tienen los padres en materia educativa: deberes y derechos fundamentales e inviolables, primarios, que deben ser enteramente atendidos y cuyo ejercicio, tutelado por la Constitución Española, debe ser garantizado.

Os corresponde a los padres elegir y determinar el tipo de formación religiosa y moral que deseéis para vuestros hijos. Éste es vuestro derecho primordial, insustituible e inalienable. Os lo reconoce la Constitución en el artículo 2 7.3. Queda tutelado también por el artículo 16.1, que consagra la libertad ideológica y religiosa. Por tanto, el Estado no puede imponer legítimamente ninguna formación de la conciencia moral de los alumnos al margen de la libre elección de vosotros, sus padres.

Como es sabido por todos, la materia "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos" es una materia obligatoria para todos los alumnos y todos los centros. No habría nada que objetar, en principio, a esto: es deseable y necesario una formación de los alumnos en los principios constitucionales y en cuanto entraña convivir en una sociedad democrática como la nuestra.

Pero los Reales Decretos de enseñanzas mínimas obligatorias y las correspondientes Normas de nuestra Comunidad Autónoma, por las que se establece, regula y aplica esta nueva materia, van más allá de esto deseable e imponen obligatoriamente a todos los alumnos y a todos los centros, de hecho -en los objetivos, contenidos, competencias y evaluaciones-, una formación moral no elegida por vosotros, los padres, e incluso en abierta contradicción con lo que muchísimos de vosotros habéis elegido ya para vuestros hijos al solicitar "Formación religiosa y moral católica".

También entran en contradicción tales Reales Decretos y Normas con el carácter propio confesional de algunos Centros escolares, establecido en virtud del derecho que asiste a sus titulares. Estos centros, se diga lo que se diga, se ven obligados igualmente a impartir esta materia en su totalidad, es decir en sus objetivos, contenidos, competencias, y evaluaciones, mientras no se determine nada en contrario a través de normas legales explícitas, indubitables y precisas.
En todo esto hay que tener en cuenta y no se puede olvidar que "la autoridad pública no puede imponer ninguna moral a todos: ni una supuestamente mayoritaria, ni la católica ni ninguna otra. Vulneraría los derechos de los padres y/o de la escuela libremente elegida por ellos según sus convicciones. Son los padres y es la escuela, como colaboradora de aquéllos, quienes tienen el derecho y el deber de la educación de las conciencias, sin más limitaciones que las derivadas de la dignidad de la persona y del justo orden público" (Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española).

Por ello, al encontrarnos al final de un curso y con la perspectiva del próximo en que ya se impartirá esta materia, es nuestro deber de Obispos apoyar y alentar a los padres y a los centros escolares con carácter propio en el cumplimiento de sus deberes y derechos y en la defensa de los mismos. Por eso mismo recordando lo que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal afirmó en su Declaración de febrero de 2 007, los padres haréis muy bien en defender con todos los medios legítimos a vuestro alcance (incluida, por tanto, la objeción de conciencia, legítima) que os asisten de ser vosotros quienes determinéis la educación moral que deseáis para vuestros hijos. Los centros católicos de enseñanza, por vuestra parte, sabéis muy bien que si admitieseis en vuestra programación, los contenidos previstos en los Reales Decretos entraríais en contradicción con vuestro carácter propio, informado por la moral católica; el Estado no puede obligaros a hacerlo, ni los centros podríais hacerlo tampoco, si no fuese vulnerando el derecho a la libertad de enseñanza y a la libertad religiosa. Los centros estatales, a su vez, al tener que impartir esta asignatura, perderían su obligada neutralidad ideológica, si impusieran a los alumnos una formación moral no libremente elegida por vosotros, padres, o incluso expresamente contradictoria con vuestra voluntad cuando, por ejemplo, en la diócesis de Toledo, habéis elegido tan ampliamente para vuestros hijos la enseñanza de la Religión y Moral Católica en los centros públicos o estatales. Los padres y los centros educativos deben actuar de modo responsable y comprometido en favor de sus derechos educativos.

Es una lástima que esto que es tan obvio no sea reconocido suficientemente, o que el reclamar y ejercer estos derechos garantizados constitucionalmente estén encontrándose con tantas dificultades en las Administraciones Educativas. Padres y Centros educativos, profesores y titulares de los centros católicos tenéis el deber de defender a los hijos y de exigir lo que les corresponde en derecho propio e inalienable. Vuestros deberes y derechos deben ser respetados. Así es como se edifica una sociedad democrática y en verdadera convivencia. Todavía hay tiempo para rectificar. Nunca es tarde. Pero, si no se rectifica, podría ser tarde para la educación de los niños y jóvenes. Sois vosotros los padres quienes debéis y podéis reclamar lo que es vuestro y pertenece, además, al bien común. Nosotros, como obispos vuestros, estamos a vuestro lado, y, como vosotros, no queremos otra cosa que vuestros hijos sean bien formados en todos los órdenes como personas, también en sus deberes cívicos, pero que no sean instrumentalizados fuera de lo que son esos deberes cívicos exigibles por el bien común y en correspondencia con el bien de la persona y la verdad del hombre.

Aprovechamos esta ocasión para exhortaros a los padres católicos a que cumpláis el deber que tenéis de pedir para vuestros hijos la Formación Religiosa y Moral Católica. Como Obispos os damos las gracias y reconocemos públicamente lo bien, lo admirablemente, que estáis cumpliendo en nuestra diócesis con este deber vuestro: cada año estáis pidiendo y renovando la petición de esta enseñanza religiosa y moral, tan fundamental para vuestros hijos, para el hombre y su futuro. Por eso, vosotros que con tanta claridad y constancia venís eligiendo esta formación sed congruentes y reclamad que ninguna otra enseñanza moral impuesta distorsione vuestra elección: en el interior de vuestros hijos se generaría, de hecho, una contradicción que no podría educar su personalidad.

Agradecemos también a los profesores de Religión vuestra gran labor y os pedimos que no os desalentéis ante las dificultades: sin duda alguna, estáis llevando a cabo una de las tareas más decisivas para el futuro de vuestros alumnos. Cierto que la enseñanza religiosa está tropezando con escollos importantes, pero es fundamental y no la dejaremos morir: la defenderemos siempre, porque no es privilegio alguno sino un derecho fundamental. Vosotros ofrecéis un testimonio espléndido de coherencia y de servicio. ¡Animo!

También nuestro total agradecimiento a tantísimos profesores cristianos y educadores que estáis actuando conforme a la razón y a la verdad, y os esforzáis tanto en esa nobilísima tarea de la educación, donde se edifica en buena medida el futuro de los hombres y de la sociedad por el aprendizaje de ser hombres conforme a la verdad del ser personas.

No queremos dejar de mostrar también nuestra gratitud más plena a los colegios católicos, tanto de titularidad diocesana como de otras instituciones religiosas. A todos los que trabajáis en ellos que Dios os pague la obra y el servicio que en nombre de la Iglesia estáis llevando a cabo: la educación cristiana, que es sin duda obra de evangelización y de renovación de la humanidad, escuela y aprendizaje de ser hombres libres en la verdad y constructores de una sociedad justa, fraterna y en paz. En todo seguid las enseñanzas de la Iglesia sobre la escuela católica. Secundad también lo que los Obispos estamos pidiendo tan encarecidamente a los colegios de la Iglesia, por ejemplo, a propósito de la "Educación para la ciudadanía": secundar estas orientaciones de vuestros Obispos y actuar en comunión con ellos también es propio de la escuela católica y pertenece a su misma identidad; en vuestros propios colegios, facilitad a los padres el ejercicio de sus derechos y deberes ante esta materia.

Agradecemos y alentamos de todo corazón a tantos padres que sintiendo vuestra responsabilidad y deber de padres, reclamáis lo que es justo y exigible en materia educativa. No desfallezcáis en modo alguno. Sabemos que al actuar como lo estáis haciendo no os mueve otra cosa que vuestros hijos. No son vuestras posturas de rebeldía o de oposición a nadie, sino de reclamo, exigencia y defensa de vuestros justos derechos con los que cumplís, nada más y nada menos, con los deberes que tenéis para con vuestros propios hijos y para con la sociedad misma. ¡No tengáis miedo alguno! No pedís nada que no os corresponda. Sabéis muy bien que, como obispos, nos sentimos muy cercanos y os apoyamos.

Finalmente, pensamos también en la Administración Educativa de la Comunidad de Castilla-La Mancha y de la provincia de Toledo. Agradecemos con total sinceridad lo mucho y bueno que innegablemente están haciendo por mejorar la enseñanza entre nosotros, y les felicitamos abiertamente por sus logros, que a todos benefician. Agradecemos también su gran atención no sólo a los centros estatales sino también a los de iniciativa social, en concreto, a la escuela católica. Nuestra gratitud, así mismo, por su gran sensibilidad, respeto y ayuda para con la enseñanza de la religión y moral católica. Agradecemos su disponibilidad para el diálogo y su buena disposición en orden a encontrar soluciones ante problemas y cuestiones que siempre surgen. Sabemos que en el tema que motiva principalmente esta carta, el de la materia de "Educación para la Ciudadanía", se ven ante una normativa de carácter estatal que obliga a las Comunidades Autónomas. Es deber de justicia y de fidelidad a la verdad reconocer públicamente que hemos sido escuchados en este asunto, aunque no se haya podido alcanzar, al menos hasta ahora, lo que correspondería satisfactoriamente a lo que tantos padres reclaman justamente.

Con todo respeto, nos permitimos pedir tanto al Gobierno de la Comunidad de Castilla-La Mancha como de Extremadura, que no se cierren puertas y se prosiga el camino para encontrar soluciones justas y precisas que respeten y garanticen eficazmente el derecho que los padres están reclamando y defendiendo amparados en la Constitución, tanto en los centros estatales como en los de iniciativa social, con medios legítimos a su alcance.

Esta materia, es decir, la necesaria educación de los niños y jóvenes para vivir como ciudadanos de España y del mundo, nunca debería ser objeto de confrontación y de división; si esto está sucediendo es señal de que algo no se ha hecho, o no se está haciendo bien. Es tiempo de buscar el encuentro y llegar al acuerdo; para eso habrá que rectificar en lo que sea justo y necesario. Ante tanta dificultad y duda, ante tanto sufrimiento como se está originando o se puede originar, ante tanta polémica como se ha desatado, ¿no cabría una moratoria en su aplicación, no se podría parar su implantación tal como ha sido programada en los Reales Decretos y en Normas de aplicación en Comunidades Autónomas?. Con toda sencillez, estamos convencidos de que si así se procediese ganaríamos todos; sería, incluso, una gran lección de la ciudadanía para la que se pretende educar.

Elevamos a Dios nuestra plegaria, para que Él nos ayude a cuantos estamos implicados de una manera u otra en la decisiva e importantísima labor educativa. Con nuestra bendición para todos.


Cardenal Antonio Cañizares Llovera
Arzobispo de Toledo, Primado de España

Mons.Carmelo Borobia Isasa
Obispo Auxiliar de Toledo


Publicado por verdenaranja @ 21:03  | Hablan los obispos
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Carta que ha enviado el obispo de Tehuacán (México), monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, con motivo del Año de san Pablo que comenzará el próximo 28 de junio.

 

Con ocasión de celebrar los dos mil años del nacimiento del Apóstol San Pablo, el Papa Benedicto XVI ha concedido la posibilidad de ganar la indulgencia plenaria. Buen número de personas me han hecho algunas preguntas al respecto. Trato brevemente el tema en mi mensaje de hoy.

Cristo Jesús fundó la Iglesia sobre el grupo de los Doce Apóstoles, a cuyo frente puso a San Pedro. San Pablo no perteneció al grupo de los Doce Apóstoles, incluso en un principio fue perseguidor de los que creían en Jesucristo; pero tuvo un notable cambio en su vida, convirtiéndose en un apasionado discípulo y misionero de Cristo Jesús, difundiendo con valentía y convicción su Evangelio en muchas ciudades del Imperio romano. No se puede entender la vida de la Iglesia en sus primeros años sin la vida y la misión de San Pablo. Quien ahonda en la figura y el testimonio de San Pablo, no puede quedar insensible ante él, pero especialmente ante Aquel que lo transformó: Cristo Jesús. Efectivamente, San Pablo llega a decir: "Todo lo considero basura, con tal de ganar a Cristo" (Flp 3, 8); y "ya no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mí" (Gal 2, 20); por Cristo y por el anuncio de Cristo, San Pablo padece cárceles, azotes, naufragios, peligros de ríos, de salteadores, días sin comer, noches sin dormir (cf. 2Cor 11, 22-31); pero su fuerza y su gloria está en Cristo Jesús, por eso exclama "todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Flp 4, 13).

Si el Acontecimiento y el Documento de Aparecida nos lanza a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, este Año Jubilar paulino nos da el testimonio de un admirable discípulo y misionero. Veamos ahora qué significa la indulgencia, que el Papa favorece que podamos ganar.

Por el sacramento de la penitencia Dios nos perdona los pecados que hayamos cometido; pero queda la pena temporal, de la cual podemos ser purificados mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia y obras de misericordia en la tierra, o después de la muerte en el purgatorio.

La indulgencia es el perdón que Dios nos concede de esa pena temporal, al aprovechar el "tesoro de la Iglesia", que es el valor infinito de la redención de Cristo y las oraciones y buenas obras de la Virgen María y de los Santos, unidos a Cristo. Efectivamente, si con Adán somos solidarios en el pecado original, con Cristo somos solidarios en la gracia.

Cada quien puede ganar la indulgencia para sí mismo o también para algún difunto, una sola vez cada día. Se requiere confesión sacramental, participación en alguna Celebración eucarística y comunión o alguna Celebración piadosa en honor del Apóstol San Pablo, oraciones por las intenciones del Papa (Padre Nuestro, Credo, invocaciones a María Santísima y San Pablo) y excluir cualquier apego al pecado, o sea luchar con firmeza por despojarnos del "hombre viejo", como dice San Pablo, revistiéndonos del "hombre nuevo" (cf. Ef 4, 17-24; Col 3, 5-15), en otras palabras, con firme propósito de vencer la inclinación al pecado y de crecer en las virtudes.

En la Diócesis de Tehuacán he dispuesto que se pueda ganar la indulgencia plenaria en este Año Jubilar paulino -que va del 29 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009- en los domingos de ese tiempo y en los días 29 de junio y 25 de enero, sea en la Iglesia Catedral como en los cuatro pueblos que tienen como Patrono ante Dios a San Pablo, y son: San Pablo Tepetzingo, San Pablo Zoquitlán, San Pablo Ameyaltepec y San Pablo Tetitlán.

Reitero a usted la invitación para que crezcamos en el conocimiento y la difusión de la vida, la misión y la doctrina de San Pablo, además de ganar muchas veces la indulgencia plenaria.


+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán


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Comentario a las lecturas del Tiempo Ordinario publicado en el Diario de Avisos el domingo 22 de Junio de 2008 bajo el epígrafe "el domingo, fiesta delos cristianos".

Sentir Vergüenza

DANIEL PADILLA

S
olo hay que sentir vergüenza para hacer el mal, hijo mío". Nos lo dijeron muchas veces nuestros educadores, al entrar en la adolescencia. Cuando un tor­

bellino de sensaciones, ideas y sentimientos estallaban en nuestro interior. Cuando, sintiéndonos "mayores", luchá­bamos, entre el desparpajo y la timidez, por dejar a un la­do las cosas infantiles.


De niños, era otra cosa. De niños, lo hacíamos todo

con intensidad, apasionadamente, sin complejos. Reíamos con entusiasmo. Llorábamos desconsoladamente. Pataleá­bamos con rabia. Admirábamos con frenesí a nuestros pa­dres. Y amábamos al Dios de Jesús con toda el alma. To­do era al cien por cien. Pero, ¡amigos!, al llegar la adoles­cencia –y más la juventud- empezábamos a "dosificar" las cosas. Nos llenábamos de "prudencia". O de "miedo al ridículo". O de "falsa vergüenza". Cortamos de raíz el be­so que dábamos a nuestros padres antes de acostarnos. Sentíamos un cierto pudor de salir con ellos a la calle. Sin llegar a "groseros", pero nos daba apuro ser "delicados". Y se paralizaron bastante, por supuesto, nuestras manifes­taciones religiosas.


-¿Por qué no vas a Misa, hijo mío?


He ahí una pregunta, cuya respuesta seguramente tie­
ne muchas ramificaciones. En parte, por pereza. En parte, porque nuestra fe no se desarrolló en sintonía con otros crecimientos: culturales, sociales, políticos. En parte, por contagio colectivo. Y en parte, ¡ay!, por esa extraña vergüenza. No lo dudemos: muchos chicos y chicas deja­ron de "practicar" porque les resultaba "duro" exponerse al comentario y la sonrisita de los "supuestos" amigos. Suele ser más dificil el heroísmo de los trances sencillos y diarios que la "bravata" de un momento aislado. Da pena, pero es así.


Y ésa es justamente la gran advertencia de este do­
mingo: "Si se avergüenzan de mí ante los hombres, tam­bién yo me avergonzaré de ustedes ante mi Padre celes­tial". El cristianismo, amigos, requiere la valentía de las "minucias"; con ellas, vamos construyendo nuestro futu­ro. El cristianismo es una continua opción entre las cosas "que valen" y las que son "hojarasca". El cristianismo es saber elegir entre "la hora de la verdad" y los fáciles aplausos "de un momento". "Para mí, lo de menos es que vosotros, o un tribunal humano, me pida cuentas", decía Pablo, que "se había puesto por montera" todos los respe­tos humanos. Y añadía, "mi juez es el Señor; la concien­cia no me remuerde".


Es importante tenerlo en cuenta. Y si esta aventura nos resulta cuesta arriba y agobiante, confiemos en la prome­sa del Señor: "Nada hay oculto, que no llegue a saberse". Y me pongo a pensar en los humildes trabajadores sin "aureola": madres abnegadas de cada día, padres "sin tí­tulo", hijos corrientes y molientes que sólo han hecho "lo que tenían que hacer", seres que no han aparecido en ningún reparto importante, en ninguna lista electoral: ni siquiera en la alineación de un equipo de colegio. Solda­dos desconocidos. Campeones de lo vulgar. Héroes de la nada. Incluso, acaso recogieron las bromas de los vecinos.


Pero ¡ojo! ¡Ojo con las apresuradas calificaciones!

Ellos hicieron únicamente "lo que interesaba": "amar a Dios en su sencillez y al prójimo como a sí mismos". Es decir: "no se avergozaron de Jesús". Habrá que mirarles con respeto.Porque pienso que les veremos un día, "sentados sobre tronos, juzgando alas tribus de Israel". Porque, ya lo saben: "Al que es fiel en los poco, Dios le confía lo mucho".

 


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S?bado, 21 de junio de 2008

 

Alfonso Aguiló

www.interrogantes.net

 

 

 

 Vivimos quizá una época histórica en la que hemos visto cómo grandes utopías han quebrado. Ahora, se mantiene vigente más bien –como señala José Antonio Marina– una utopía sin pretensiones, que había permanecido latente, oscurecida por la prepotencia de las demás. Se trata de la utopía ingeniosa. La nueva humanidad se siente cómoda en un ambiente poco agresivo, tolerante, en el que los individuos, liberados por desligación de la influencia de los demás, se disponen a probarlo todo. Se ha abolido lo trágico y se navega con soltura en una afectividad ingeniosa: divertida, no comprometida, y devaluadora de lo real.


        Nuestro siglo (el pasado), que ha sido, posiblemente, el más sangriento y trágico de la historia, justifica el descrédito de la seriedad, porque en el origen de las grandes tragedias que nos han conmovido aparece siempre alguien que se tomó algo demasiado en serio, fuese la raza, la nación, el partido o el sistema. La sociedad desconfía, con razón, de todo fanatismo. Hay un valor máximo, que es la libertad, y el resto son procedimientos para conseguirla. Le cuesta admitir cualquier afirmación sostenida con vigor. Cualquier norma excesivamente definida le asusta. Busca el vagabundeo incierto, el buen humor. Odia los tonos regañones y gruñones. Una consigna tácita nos ordena no tomar nada en serio, ni siquiera a nosotros mismos. Hemos descubierto las ventajas de la anestesia afectiva, todos somos divertidos, la publicidad adopta un tono humorístico, las costumbres son desenfadadas, las modas ingeniosas. Nada se libra de la atracción de la levedad.


        Es cierto que hay que reconocer grandes conquistas a esta mentalidad. Entre otras cosas, haber barrido —literalmente— a toda una fauna de personajes bastante ridículos y prepotentes. Hay que reconocerlo y agradecerles sus servicios.


        Sin embargo, es fácil comprobar que esa actitud de levedad produce frutos ambivalentes: pretende fortalecer el Yo, y acaba, sin embargo, propugnando un Yo débil, fluido e insolidario; en vez de exaltar la creatividad, que es lo que pretendía, engendra un sujeto errático y pasivo.


 La huida de la realidad convierte al hombre en simple espectador de su vida. El rechazo del compromiso abre paso a una espontaneidad aleatoria, gracias a la cual el hombre es lo que le da la gana, es decir, lo que se le ocurre, es decir, una ocurrencia imprevisible. Las equivalencias impiden la elección, porque aunque hay abundantes solicitaciones, todas son equiparables y de carácter efímero.


        Eludir el compromiso es eludir la realidad. Es ineludible comprometerse porque la vida está llena de compromisos: compromisos en el plano familiar, en el profesional, en el social, en el afectivo, en el jurídico y en muchos más. La vida es optar y adquirir vínculos: quien pretenda almacenar intacta su capacidad de optar, no es libre: es un prisionero de su indecisión.


        Saint-Exupéry dijo que la valía de una persona puede medirse por el número y calidad de sus vínculos. Por eso, aunque todo compromiso en algún momento de la vida resulta costoso y difícil de llevar, perder el miedo al compromiso es el único modo de evitar que sea la indecisión quien acabe por comprometernos. Quien jamás ha sentido el tirón que supone la libertad de atarse, no intuye siquiera la profunda naturaleza de la libertad.


NOVEDADES FLUVIUM


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Madrid, 19 de junio de 2008


La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado su CCIX reunión, en la Casa de la Iglesia, en Madrid, durante los días 17 y 18 de junio.

Como es habitual, las Comisiones Episcopales han informado sobre el cumplimiento del Plan Pastoral y los obispos han estudiado distintos asuntos de seguimiento y temas económicos. Entre ellos, han revisado los balances y liquidación presupuestaria del año 2007 del Fondo Común Interdiocesano, de la CEE y de sus organismos e instituciones, que se someterán para su aprobación a la Asamblea Plenaria del próximo mes de noviembre.

La Cadena COPE

En el momento previsto en el orden del día para los asuntos de seguimiento, los obispos de la Comisión Permanente recibieron amplia información sobre la situación actual y perspectivas de futuro de la Cadena COPE y mantuvieron un extenso y rico diálogo sobre el tema.

Conscientes de su responsabilidad y convencidos de la necesidad y utilidad de este importante medio de comunicación social, los obispos se proponen intensificar la relación de la Conferencia Episcopal, a través de su Comité Ejecutivo, con la Dirección y el Consejo de Administración de la Cadena en orden a seguir velando por el respeto al Ideario de la COPE y a la exigencia de su cumplimiento. El Ideario señala como objetivos de este medio el servicio a la verdad, a la libertad y al bien común, y es para todos, norma de orientación obligada.

Los obispos de la Comisión Permanente mantienen el compromiso de la Conferencia de que la COPE realice los objetivos de todo medio de comunicación social, además del específico, previsto en el Ideario, de ser “presencia evangelizadora en el ámbito de la opinión pública”.

Nota de la Comisión para la Doctrina de la Fe

La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha pedido a la Permanente autorización para publicar una Nota de clarificación sobre el libro de José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica (Madrid 2007). Tras una atenta lectura del texto presentado, se ha concedido la autorización solicitada. La Nota será publicada oportunamente.

Documento sobre la actualidad de la Misión Ad Gentes en España

Mons. D. Ramón del Hoyo López, Obispo de Jaén y Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, ha presentado para su estudio un documento sobre la actualidad de la Misión Ad Gentes en España. Se trata de una propuesta que toma como base las conclusiones del Congreso Nacional de misiones, celebrado en Burgos en 2003, y las intervenciones más destacadas y recientes del magisterio pontificio, incluida la reciente Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 3 diciembre de 2007.

La Comisión Permanente ha remitido el texto a la Asamblea Plenaria para su estudio y eventual aprobación.

Congreso Eucarístico Nacional de 2010

Se han iniciado las gestiones para determinar qué diócesis será la anfitriona del Congreso Eucarístico Nacional, que se celebrará en 2010. Este Congreso reflejará y potenciará hacia el futuro las iniciativas y las acciones que las distintas Comisiones Episcopales y otros organismos están llevando a cabo como cumplimiento del Plan Pastoral de la CEE para el quinquenio 2006-2010, “Yo soy el pan de vida (Jn 6, 35). Vivir de la Eucaristía”, aprobado por la Asamblea Plenaria el 30 de marzo de 2006.

Jornada Mundial de la Juventud en Sidney

La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar ha informado a los obispos sobre los preparativos de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Sydney del 15 al 20 de julio. En breve se darán a conocer a la opinión pública los detalles de la participación española en la Jornada.

Calendario de reuniones de los órganos de la CEE para 2009

La Comisión Permanente ha aprobado el calendario de reuniones de los órganos de la CEE para el año 2009. Las Asambleas Plenarias tendrán lugar del 20 al 24 de abril y del 23 al 27 de noviembre y las reuniones de la Comisión Permanente, del 17 al 19 de febrero; del 16 al 18 de junio y del 29 de septiembre al 1 de octubre.

Nombramientos de Directores de Secretariados de la CEE

De acuerdo con el artículo 10,3 del Reglamento de las Comisiones Episcopales de la CEE, los Directores de Secretariado son nombrados por un plazo de tres años, pasado el cual, dentro de los seis meses siguientes, se decidirá si se les renueva el nombramiento por otro plazo de la misma duración. El nombramiento corresponde a la Comisión Permanente a propuesta del Presidente de la Comisión Episcopal interesada, después de haber oído al Secretario General (Estatutos, art. 23, 14º).

La Comisión Permanente, como es habitual tras la Asamblea de renovación de cargos, ha renovado a los Directores de los siguientes Secretariados:

Mons. D. Antonio Cartagena Ruiz, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar

Rvdo. D. Javier Igea López-Fando, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero

Rvdo. D. José Rico Pavés, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe

Rvdo. D. Modesto Romero Cid, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis

P. Juan María Canals Casas, CMF, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia

Rvdo. D. José María Gil Tamayo, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social

Rvdo. D. Anastasio Gil García, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias

Rvdo. D. Sebastián Taltavull Anglada, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral

Rvdo. D. Fernando Fuentes Alcántara, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Rvdo. D. Manuel Iñiguez Ruiz de Clavijo, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural

Rvdo. D. Carlos de Francisco Vega, como Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales

Dª Lourdes Grosso García, M.Id., como Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada

Otros nombramientos:

Dña. Rosario Vicente Durá, laica de la Diócesis de Ciudad Real, como Presidenta de la “Confederación de Federaciones y Asociaciones de Viudas Hispania” (C.O.N.F.A.V.).

Dña. Esther Álvarez Prieto, laica de la Diócesis de Bilbao, como Presidenta de la “Federación de Entidades Cristianas de Tiempo Libre-DIDANIA”.

Rvdo. P. José Luis Guzón Nestar, SDB, sacerdote salesiano perteneciente a la Inspectoría Salesiana “Santiago el Mayor” de León, como Asesor Religioso de la “Federación de Entidades Cristianas de Tiempo Libre-DIDANIA”.

Don Rodrigo Bello González, laico de la Archidiócesis de Zaragoza, como Coordinador Nacional de la Asociación “Renovación Carismática Católica de España” (RCCE).

Rvdo. D. Eduardo Toraño López, sacerdote de la Archidiócesis de Madrid, como Asesor Espiritual Nacional de la Asociación “Renovación Carismática Católica de España” (RCCE).

Don Guillermo Aparicio García, laico de la Archidiócesis de Madrid, como Presidente General del Movimiento de Apostolado Seglar, Jubilados y Mayores “Vida Ascendente”.

Rvdo. D. Antonio Matilla Matilla, sacerdote de la Diócesis de Salamanca, como Consiliario General del “Movimiento Scout Católico” (MSC).

Rvdo. D. José Ramón Peláez Sanz, sacerdote de la Archidiócesis de Valladolid, como Asesor Espiritual del “Movimiento Cultural Cristiano”.

Don Santiago Álvarez Cabezón, laico de la Diócesis de Osma-Soria, como Presidente General del “Movimiento Rural Cristiano de Acción Católica”.

Rvdo. D. Enrique Gómez Rodríguez, sacerdote de la Diócesis de Plasencia, como Consiliario General del “Movimiento Rural Cristiano de Acción Católica”.

Dña. María Dolores Ferrández Espinosa, laica de la Diócesis de Orihuela-Alicante, como Presidenta Nacional del Movimiento de Acción Católica “Mujeres Trabajadoras Cristianas” (MTC) (Reelección).

Además, la Comisión Permanente ha confirmado al P. Emilio Alberich Sotomayor, SDB, salesiano de la Inspectoría “María Auxiliadora”, con sede en Sevilla, como Presidente de la Asociación Española de Catequetas.

 


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Día 22 de Junio
XII Domingo del Tiempo Ordinario

 

Criterios cristianos


El pasaje de san Mateo que nos ofrece hoy la Iglesia recoge una serie de criterios que el cristiano, como hombre que es de fe, debe tener en cuenta. De la fidelidad a estos criterios va a depender que su vida sea coherente; es decir, que llegue a ser responsable con los dones que ha recibido en los que radica su dignidad, y que pueda mantener con razón, como consecuencia, el tono interior optimista que le corresponde como hijo de Dios. Son afirmaciones escuetas del Señor, que nos resultan muy razonables habiendo reconocido previamente que, como cristianos, confiamos plenamente en Él. El punto de partida presupuesto en cada afirmación es la divinidad de Jesucristo. A partir de la fe en la divinidad del Señor, que incluye implícitamente el reconocimiento de su infinita bondad y de su omnipotencia, estos criterios propiamente son conclusiones que todo cristiano sostiene con firmeza si es segura su fe.


        Nada hay oculto que no vaya a ser descubierto. Es un convencimiento elemental que arranca de la fe en la eternidad, inmensidad y omnipotencia divinas; pues, aunque no sepamos cómo, Dios actúa en cada movimiento de sus criaturas, aunque no sea por ello temporal como nosotros, que sólo conocemos la verdad según acontece y actuamos a lo largo del tiempo de modo sucesivo. No podemos entender cómo es Dios, pero creemos, como dice san Pablo, que en El vivimos, nos movemos y existimos. Es inmenso y sostiene a todo en su ser. Toda la realidad le está presente y nada puede escapar al alcance de su poder.


        No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ¡Qué consecuencia más lógica para quien ha captado la realidad de nuestra vida en Dios! Bien sabemos que, para todos, la muerte es una cuestión de tiempo: algo acabará matándonos. Ciertamente podríamos sentirnos por peculiares circunstancias gravemente amenazados de muerte, como cuando alguien padece una enfermedad mortal o, lo que es menos frecuente, si uno ha recibido amenazas de muerte. Parece importante, en todo caso, no tener miedo a la muerte, que llegará relativamente pronto. Basta que consideremos los miles y miles de generaciones que se han sucedido desde que existen hombres sobre la tierra. Por más adheridos que nos sintamos al momento presente, vale la pena reconocer lo habitual que viene siendo morirse: abandonar todo lo terreno con la sepultura, para quedar en este mundo únicamente en el recuerdo de unos cuantos seres queridos, y apenas por un tiempo.


        Queramos entonces estar, más bien, prevenidos contra el peligro de sucumbir para el destino para el que Dios nos creó. Morirse no es un fracaso. Diríamos, por el contrario, que es un trámite necesario para acceder a la vida eterna, en que consiste la plena realización humana. Algo muy bueno, por consiguiente. Puestos los ojos en ese espléndido destino de intimidad permanente y para siempre con la Trinidad, tomemos medidas seguras; pues, así como la muerte del cuerpo es inapelable y nos afectará a toda esta generación relativamente pronto, queramos o no; no debe suceder así con la claudicación integral de la persona, o "muerte del alma", de aquellos que pierden el sentido de su existencia en una vida al margen de Dios.

        A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Esta última afirmación de Jesucristo que consideramos hoy, es una advertencia bien clara y precisa que no podemos olvidar, si queremos vivir de cara a la eternidad, contemplando esperanzados en toda circunstancia nuestra vida más allá de la muerte.


        Confesar al Señor delante de los hombres es algo bien preciso, aunque pueda tener rmultiples manifestaciones. Consiste en mantener una conducta de acuerdo con el Evangelio, que deje patente ante todos la propia condición cristiana. Dejar claro que somos cristianos y animar a otros a seguir a Cristo, no es un requisito más aparte de vivir el Evangelio. Es otra de las manifestaciones, tal vez la más noble –el apostolado– de la caridad. Y la caridad, como sabemos, condensa de hecho todo el Evangelio.


        Suenan duras e intransigentes las últimas palabras de Jesucristo. Nuestro Señor –que es todo amor– no aboga por los condenados. Podría parecer que para ellos no tiene piedad ni misericordia. Sin embargo, ¡qué más querría el Señor que poder perdonarlos! Pero tendría que violentar la libertad del hombre, lo que supondría una contradicción esencial. El hombre, sin libertad, dejaría de ser humano. Los condenados pierden el sentido de su vida. Pierden su alma por su decisión de oponerse a Dios que el propio Creador respeta. Con ello se manifiesta hasta qué punto es grande el don otorgado al hombre, que siendo imagen de Dios, además de ser espiritual, posee, de acuerdo con su naturaleza, capacidad de autodeterminación a semejanza del mismo Dios, totalmente libre de coacción.


        ¡Concédenos, Madre Santa, conocer cada día un poco mejor la dignidad de nuestra condición y ser coherentes con ella!


NOVEDADES FLUVIUM


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ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, 22 de junio de 2008.


XII Domingo del tiempo ordinario

Jeremías 20, 10-13; Romanos 5, 12-15; Mateo 10, 26-33


¡Tened temor, pero no tengáis miedo!

 

 

El Evangelio de este domingo ofrece varias sugerencias, pero todas se pueden resumir en esta frase aparentemente contradictoria: "¡Tened temor, pero no tengáis miedo!". Jesús dice: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna". No debemos tener temor ni miedo de los hombres; de Dios debemos tener temor, pero no miedo.


Por tanto hay una diferencia entre miedo y temor; tratemos de comprender por qué y en qué consiste. El miedo es una manifestación de nuestro instinto fundamental de conservación. Es la reacción a una amenaza para nuestra vida, la respuesta a un verdadero o presunto peligro: desde el peligro más grande, que es el de la muerte, a los peligros particulares que amenazan la tranquilidad o la incolumidad física, o nuestro mundo afectivo.


Según se trate de peligros reales o imaginarios, se habla de miedos justificados y de miedos injustificados o patológicos. Como las enfermedades, los miedos pueden ser agudos o crónicos. Los miedos agudos han sido determinados por una situación de peligro extraordinario. Si estoy a punto de ser atropellado por un coche, o comienzo a sentir que la tierra tiembla bajo mis pies a causa de un terremoto, entonces estoy ante miedos agudos. Estos sustos surgen improvisadamente, sin avisar, y así desaparecen al terminar el peligro, dejando quizá un mal recuerdo. Los miedos crónicos son los que conviven con nosotros, se convierten en parte de nuestro ser, e incluso acabamos encariñándonos de ellos. Los llamamos complejos o fobias: claustrofobia, agorafobia, etc.


El evangelio nos ayuda a liberarnos de todos estos miedos, revelando el carácter relativo, no absoluto, de los peligros que los provocan. Hay algo de nosotros que nadie ni nada en el mundo puede quitarnos o dañar: para los creyentes se trata del alma inmortal, para todos el testimonio de la propia conciencia.

Algo muy diferente del miedo es el temor de Dios. El temor de Dios se aprende: "Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor" (Salmo 33,12); por el contrario, el miedo, no tiene necesidad de ser aprendido en el colegio; la naturaleza se encarga de infundirnos miedo.


El mismo sentido del temor de Dios es diferente al miedo. Es un elemento de fe: nace de la conciencia de quién es Dios. Es el mismo sentimiento que se apodera de nosotros ante un espectáculo grandioso y solemne de la naturaleza. Es el sentimiento de sentirnos pequeños ante algo que es inmensamente más grande que nosotros; es sorpresa, maravilla, mezcladas con admiración. Ante el milagro del paralítico que se alza en pie y camina, puede leerse en evangelio, "El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: 'hoy hemos visto cosas increíbles'" (Lucas 5, 26). El temor, en este caso, es otro nombre de la maravilla, de la alabanza.


Este tipo de temor es compañero y aliado del amor: es el miedo de disgustar al amado que se puede ver en todo verdadero enamorado, también en la experiencia humana. Con frecuencia es llamado "principio de la sabiduría", pues lleva a tomar decisiones justas en la vida. ¡Es nada más y nada menos que uno de los siete dones del Espíritu Santo (cf. Isaías 11, 2)!


Como siempre, el evangelio no sólo ilumina nuestra fe, sino que nos ayuda además a comprender nuestra realidad cotidiana. Nuestra época ha sido definida como una época de angustia (W. H. Auden). El ansia, hija del miedo, se ha convertido en la enfermedad del siglo y es, dicen, una de las causas principales de la multiplicación de los infartos. ¿Cómo explicar este hecho si hoy tenemos muchas más seguridades económicas, seguros de vida, medios para afrontar las enfermedades y atrasar la muerte?

El motivo es que ha disminuido, o totalmente desaparecido, en nuestra sociedad el santo temor de Dios. "¡Ya no hay temor de Dios!", repetimos a veces como una expresión chistosa, pero que contiene una trágica verdad. ¡Cuanto más disminuye el temor de Dios, más crece el miedo de los hombres! Es fácil comprender el motivo. Al olvidar a Dios, ponemos toda nuestra confianza en las cosas de aquí abajo, es decir, en esas cosas que según Cristo, el ladrón puede robar y la polilla carcomer (Cf. Lucas 12, 33). Cosas aleatorias que nos pueden faltar en cualquier momento, que el tiempo (¡la polilla!) carcome inexorablemente. Cosas que todos queremos y que por este motivo desencadenan competición y rivalidad. (el famoso "deseo mimético" del que habla René Girard), cosas que hay que defender con los dientes y a veces con las armas en la mano.


La caída del temor de Dios, en vez de liberarnos de los miedos, nos ha impregnado de ellos. Basta ver lo que sucede en la relación entre los padres y los hijos en nuestra sociedad. ¡Los padres han abandonado el temor de Dios y los hijos han abandonado el temor de los padres! El temor de Dios tiene su reflejo y su equivalente en la tierra en el temor reverencial de los hijos por los padres. La Biblia asocia continuamente estos dos elementos. Pero el hecho de no tener temor alguno o respeto por los padres, ¿hace que sean más libres o seguros de sí los muchachos de hoy? Sabemos que no es así.


El camino para salir de la crisis es redescubrir la necesidad y la belleza del santo temor de Dios. Jesús nos explica precisamente en el evangelio que la confianza en Dios es una compañera inseparable del temor. "¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos".

 

Dios no quiere provocarnos temor sino confianza. Justamente lo contrario de aquel emperador que decía: "Oderint dum metuant" (¡que me odien con tal de que me teman!). Es lo que deberían hacer también los padres terrenos: no infundir temor, sino confianza. De este modo se alimenta el respeto, la admiración, la confianza, todo lo que implica el nombre de "sano temor".


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


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Editorial San Pablo nos comunica las novedades editoriales para el mes de Junio.


Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantil LIBRO  LA NAVIDAD

Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantil LIBRO  LOS AMIGOS DE JESÚS

Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantilLIBRO   LOS PRIMEROS CRISTIANOS Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantil LIBRO  MI LIBRO DE MISA  

Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantil LIBRO  ROSARIO PARA NIÑOS

Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Catequesis - Materiales

complementarios catequesis infantil LIBRO  VÍA CRUCIS PARA NIÑOS

Juliette Levivier, Anne Gravier, Anne Gravier

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            ANIMALES              

Angela Lambert

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            APRENDER A CONTAR

Autores varios

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            APRENDER A ESCRIBIR

Autores varios

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            COMIDA                 

Angela Lambert

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            DISFRACES            

Angela Lambert

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            EL PUEBLO ELEGIDO POR DIOS Gustavo Mazali

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            LA MARAVILLOSA CREACIÓN DE DIOS

Gustavo Mazali

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            MI MALETÍN DE PALABRAS

Varios autores, Marie-Anne Didierjan (Ilust.)

                                                                                              

Infantil y juvenil – Educativos LIBRO            PROFESIONES        

Angela Lambert

                                                                                              

Infantil y juvenil - La Biblia y los niños LIBRO                              MI BIBLIA Milagros Moleiro (Textos), Oswaldo Rosales (Ilust.), Oswaldo Rosales (Ilust.)

                                                                                              

Libro Religioso - Agendas  LIBRO                EVANGELIO 2009   

Equipo San Pablo

                                                                                              

Libro Religioso – Espiritualidad LIBRO          EL DIOS DE PABLO 

Bruno Maggioni

                                                                                              

Libro Religioso – Espiritualidad LIBRO          LA AMISTAD CON DIOS     

Pablo VI

                                                                                              

Libro Religioso – Espiritualidad LIBRO          ORAR CON PABLO VI

Giovanni Battista Montini

                                                                                              

Libro Religioso - Obras especiales LIBRO     JESÚS DE NAZARET

Marco Sonseri (Guión), Alessandro Borroni (Dibujos)

                                                                                              

Libro Religioso - Obras especiales LIBRO     PABLO, MENSAJERO DEL EVANGELIO

Renzo Sala

                                                                                              

Libro Religioso - Teología   LIBRO                ACOGER EL ESPÍRITU        

Ugo Vanni

                                                                                              

Libro Religioso - Teología   LIBRO                EN LOS ORÍGENES DE LA IGLESIA

Benedicto XVI

                                                                                              

Música - Música Antigua    COMPACT-DISC SHEMA ISRAEL       

SAVAE (Conjunto Vocal de San Antonio)

                                                                                              

Música - Música Contemporánea COMPACT-DISC BIENESTAR TOTAL

Fridrik Karlsson

                                                                                              

Música - Música Contemporánea COMPACT-DISC EQUILIBRIO TOTAL  

Fridrik Karlsson

                                                                                              

Música - Música Litúrgica   COMPACT-DISC EN TI VIVIMOS       

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ZENIT publica el discurso que pronunció el arzobispo Silvano Maria Tomasi, observador permanente ante las Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales en Ginebra, en la clausura de la Conferencia Diplomática sobre Bombas de Racimo celebrada en Dublín del 19 al 30 de mayo de 2008.


La protección y el cuidado de las víctimas de las bombas de racimo, la prevención de su sufrimiento, y la suma de un nuevo capítulo relacionado en el derecho humanitario internacional, han sido objetivos claros y obligados de la Santa Sede desde el mismo comienzo del Proceso que condujo a esta Conferencia Diplomática. Estos objetivos se han logrado.


El éxito de la Conferencia se debe a los esfuerzos convergentes de todos los participantes cuya buena voluntad y su preocupación primordial por la situación dramática de muchas víctimas, y de las familias y comunidades de las víctimas, les han llevado a adoptar una actuación decidida.


Mi Delegación reconoce con gran aprecio la valiosa aportación de todos y quiere subrayar en particular el papel de liderazgo que usted, Señor Presidente, ha ejercido de forma eficaz con el apoyo de un equipo capaz y el pleno respaldo del gobierno irlandés.


Entre las muchas voces alzadas en el mundo a favor de las víctimas de las bombas de racimo, de la paz y el desarrollo en los países afectados pero no ahogados por estas terribles armas, ha estado la del Papa Benedicto XVI que pidió "un instrumento internacional fuerte y creíble".


Avanzando a lo largo de esta senda, muchos países, así como organizaciones no gubernamentales e individuos, se han implicado con determinación y un sentido de solidaridad y compasión en un duro trabajo por una Convención sobre bombas de racimo. El Proceso ha avanzado sin pausa desde Oslo, hasta Lima, Viena, Wellington y, finalmente, Dublín.


Señor Presidente,


Entre los resultados positivos logrados permítame que subraye tres de ellos. Primero, la nueva Convención propone un cuidado más amplio de las víctimas de las bombas de racimo al incluir a sus familias y comunidades. También apela al sentido de solidaridad de la comunidad internacional al asumir la responsabilidad de su asistencia psicológica y material y la limpieza de los territorios contaminados por estas municiones.


Segundo, la nueva Convención reconoce "el papel y la aportación específicas de los actores relevantes" (artículo 5.2(c)). De hecho muchos actores están proporcionando cuidado a las víctimas así como cooperación humana, económica y técnica en las diversas actividades recordadas por esta Convención: los estados miembro, los organismos de Naciones Unidas, las organizaciones internacionales, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la sociedad civil. En conexión con esto, querríamos rememorar nuestra comprensión e interpretación del artículo 5.2(c), cuando un estado miembro desarrolla un plan y un presupuesto nacional para llevar a cabo actividades de asistencia según la Convención "con la visión de incorporarlas dentro de la carencias, desarrollo y marco y mecanismos de derechos humanos existente en la nación", debería garantizar el pluralismo, que es inherente a cualquier sociedad democrática, y la variedad de actores no gubernamentales relevantes. Esta forma respetuosa de coordinación de las diversas actividades de los actores gubernamentales y no gubernamentales está en línea con lo que indica el preámbulo (PP 10).


Tercero, la nueva Convención es un logro en sí misma pero también un mensaje positivo para proseguir, por parte de la comunidad internacional, los esfuerzos de desarme total y las negociaciones de control de armas. La tarea no está concluida. De hecho, comienza ahora el desafío de poner en práctica este instrumento y dirigir los recursos materiales y humanos hacia las obras de la paz, la solidaridad y el desarrollo.


Señor Presidente,


La Delegación
de la Santa Sede no puede concluir sin destacar una vez más cuánto valora el espíritu de compañerismo compartido con los miembros del Grupo Central y los de las demás Delegaciones, el Comité Internacional de la Cruz Roja, y la Coalición contra las Bombas de Racimo.

El espíritu de compañerismo ha logrado que el proceso concluya con éxito, un éxito que no estaba asegurado cuando un puñado de estados lo comenzó. El mismo espíritu puede asegurar una implementación con igual éxito y un futuro esperanzador para las víctimas y los países afectados.

Gracias, Señor Presidente.

 

[Traducción del original inglés realizada por Justo Amado]


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ZENIT publica el discurso que dirigió Benedicto XVI el viernes, 20 de Junio de 2008, a los participantes en el Congreso internacional de responsables de canales de radio católicos, organizado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales sobre el tema: "La identidad y la misión de las radios católicas hoy. Del pensamiento sobre el hombre a una información al servicio de la persona".

 

[En italiano]

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,

señoras y señores:

Con alegría os doy la bienvenida en esta casa, que es la casa de Pedro, y os saludo directores, redactores y administradores que representáis a muchas radios católicas de todo el mundo, reunidos en Roma por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales para reflexionar sobre la identidad y la misión de las radios católicas hoy. Por medio vuestro deseo saludar con afecto a muchos de vuestros oyentes de los diferentes países y continentes que diariamente escuchan vuestra voz y gracias a vuestro servicio informativo aprenden a conocer mejor a Cristo, a escuchar al Papa y a amar a la Iglesia. Doy las gracias profundamente al presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el arzobispo Claudio Maria Celli, por las gentiles palabras que me ha dirigido. Junto a él, saludo a los secretarios, al subsecretario, y a todos los oficiales del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales.


Las muchas y diferentes formas de comunicación con las que contamos manifiestan con claridad evidente que el hombre, en su estructura antropológica esencial, está hecho para entrar en relación con el otro. Lo hace a través de la palabra. En su sencillez y aparente pobreza, la palabra, enmarcándose en la gramática común del lenguaje, se presenta como instrumento que realiza la capacidad de relación de los hombres. Ésta se fundamenta en la riqueza compartida de una razón creada a imagen y semejanza del Logos eterno de Dios, es decir, de ese Logos en el que todo es creado libremente y por amor. Nosotros sabemos que ese Logos no es ajeno a las vicisitudes humanas sino que, por amor, se ha comunicado a los a sí mismo --ho Logos sarx egheneto (Juan 1,14)-- y, en el amor revelado por él y entregado en Cristo, sigue invitando a los hombres a relacionarse con él y entre sí de una manera nueva.


[En español]

Al haberse encarnado en el seno de María, el Verbo de Dios ofrece al mundo una relación de intimidad y amistad - "ya no les llamo siervos... sino amigos" (Juan 15,15) -, que se transforma en fuente de novedad para el mundo y se pone en medio de la humanidad como comienzo de una nueva civilización de la verdad y del amor. En efecto, "el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida" (Spe salvi, 2). Esta autocomunicación de Dios es la que ofrece un nuevo horizonte de esperanza y de verdad a las esperanzas humanas, y de esta esperanza es de donde surge, ya en este mundo, el inicio de un mundo nuevo, de esa vida eterna que ilumina la oscuridad del futuro humano.


[En inglés]

Queridos amigos, al trabajar en estaciones de radio católicas os ponéis al servicio de la Palabra. Las palabras que transmitís cada día son un eco de la Palabra eterna que se hizo carne. Vuestras propias palabras darán fruto sólo si están al servicio de Palabra eterna, Jesucristo. En el plan de salvación y en la providencia de Dios, esta Palabra vivió entre nosotros, o como dice san Juan, "puso su morada entre nosotros" (Juan 1, 14), con humildad. La Encarnación tuvo lugar en un pueblo alejado, lejos del ruido de las ciudades imperiales de la antigüedad. Hoy, si bien utilizáis las modernas tecnologías de la comunicación, las palabras que transmitís son también humildes y a veces os podrían parecer totalmente perdidas en medio de la competencia de otros ruidos y de otros medios de comunicación más poderosos. ¡Pero no os desalentéis! Estáis sembrando la Palabra "a tiempo y a destiempo" (2 Timoteo 4, 2), y esto responde al mandamiento de Jesús de que el Evangelio sea anunciado a todas las naciones (Mateo 28, 19). Las palabras que transmitís llegan a innumerables personas, muchos de ellas están solas y para ellas vuestra palabra se convierte en un don consolador, algunas tienen curiosidad y quedan intrigadas por lo que escuchan, algunas nunca van a la iglesia pues pertenecen a diferentes religiones o a ninguna religión, y otras, que nunca han escuchado el nombre de Jesucristo, gracias a vuestros servicio escuchan por primera vez las palabras de salvación. Este trabajo de siembra paciente, llevado día tras día, hora tras hora, constituye la manera en que cooperáis con la misión apostólica.


[En francés]

Si las múltiples formas de comunicación pueden ser un don de Dios al servicio del desarrollo de la persona humana y de toda la humanidad, la radio con la que ejercéis vuestro apostolado ofrece una cercanía y una escucha de la palabra y de la música para informar y entretener, para anunciar y denunciar, pero sobre todo en el respeto de la realidad y con una clara perspectiva de educación en la verdad y la esperanza. De hecho, Jesucristo nos ha ofrecido la Verdad sobre el hombre y la verdad para el hombre, y a partir de esta verdad, una esperanza para el presente y para el futuro de las personas y del mundo.

Desde esta perspectiva, el Papa os alienta en vuestra misión y os felicita por el trabajo realizado. Pero como subraya la Redemptoris missio, "No basta, pues, usar los medios de comunicación para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta 'nueva cultura' creada por la comunicación moderna" (número 37).


En virtud de su lazo con la palabra, la radio participa en la misión de la Iglesia y en su visibilidad, pero al mismo tiempo genera una nueva manera de vida, de ser y de hacer Iglesia; comporta desafíos eclesiológicos y pastorales. Es importante hacer atrayente la Palabra de Dios, dándole cuerpo a través de vuestras producciones y emisiones, para tocar el corazón de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, y para participar en la transformación de la vida de nuestros contemporáneos.


[En italiano]

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: ¡qué perspectivas tan entusiasmantes se abren ante vuestro compromiso y trabajo! Vuestras redes pueden representar, ya desde ahora, un pequeño pero concreto eco en el mundo de esa red de amistad que la presencia de Cristo resucitado, Dios-con-nosotros, inauguró entre el cielo y la tierra y entre los hombres de todas las épocas y continentes. De este modo, vuestro mismo trabajo pasará a formar parte a pleno título de la misión de la Iglesia, a la que os invito a amar profundamente. Ayudando al corazón de cada hombre a abrirse a Cristo, ayudaréis al mundo a abrirse a la esperanza y a esa civilización de verdad y amor que es el fruto más elocuente de su presencia entre nosotros. ¡A todos mi Bendición!


[Traducción del original italiano, inglés y francés, realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


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Viernes, 20 de junio de 2008

VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Pío XII y la doctrina católica: si no se sabe promover y defender, no se puede difundir


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Se acerca el Cincuentenario del tránsito del grande Papa Pío XII, ocurrido en Castelgandolfo el 9 de octubre de 1958. La Iglesia católica debe a él no menos que al Papa Juan XXIII. “Aquello que continúa siendo en gran parte desconocido – afirmó el Rector de la Universidad Lateranense, Mons. Rino Fisichella, presentando el Congreso y la Exposición que se realizarán en otoño en el Vaticano – es el influjo que Pío XII tuvo sobre el Concilio Vaticano II. Su enseñanza profunda y de largas miras se verifica en la secuencias de las 43 Encíclicas que marcaron su Pontificado y en los numerosísimos discursos con los que afrontó los temas más controversiales de la época”.

Los rasgos de este magisterio son la promoción y la defensa de la doctrina, la individuación de los errores. En efecto, aquello que no se sabe defender no se puede difundir. A alguien le podrá sonar triunfalista: el hecho es que la ambigüedad y la confusión crecen allí donde no se puede distinguir lo verdadero de lo falso.

Como pudo demostrar el historiador jesuita P. Peter Gumpel, si se miran las minutas de las discusiones de los Padres Conciliares su nombre es citado en más de 1500 intervenciones. En las notas de los documentos conciliares Pío XII es citado más de 200 veces. Es la citación más recurrente, después de la Sagrada Escritura.

El reconocimiento unánime de las virtudes heroicas del Siervo de Dios por parte de la Congregación para la Causa de los Santos, el 8 de mayo de 2007, espera ser sancionada por Su Santidad Benedicto XVI. Será un señal elocuente para la correcta hermenéutica del Concilio Vaticano II. En efecto, según algunos, existiría una línea de discontinuidad entre la Iglesia preconciliar y la sucesiva al Concilio, pero han caído en contradicción: por un lado lo han definido como el “nuevo inicio” de la Iglesia, por otro lado lo han reducido a “Concilio general de la Iglesia católica romana”, incluyéndolo entre los otros medievales y modernos (desde el Constantinopolitano IV hasta el Vaticano I) arbitrariamente considerados no ecuménicos como los primeros siete (cf. la intervención de W.Brandmuller, Quando un Concilio è davvero ecumenico? en Avvenire del 13 de julio de 2004, p. 24).

Aquellos que privilegian esta interpretación tienden a contraponer a Pío XII a Juan XXIII, olvidando entre otras cosas el gran reconocimiento que este último hizo de su Predecesor en la oración fúnebre y en la primera encíclica Ad Petri Cathedram definiéndolo “Doctor optimus, Ecclesiae sanctae lumen, divinae legis admonitor”. Son los tres títulos que una antífona litúrgica del Misal Romano confiere a los doctores de la Iglesia.

En realidad, como ha recordado el Papa Benedicto XVI en el discurso a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005, no existe una discontinuidad entre la historia de la Iglesia, sino un proceso lineal. El Papa Pío XII anticipó y preparó el Concilio. Basta pensar solamente a la reforma litúrgica iniciada por él con la encíclica Mediator Dei o a la encíclica Divino afflante Spiritu sobre el estudio de la Sagrada Escritura. El Concilio llevó por lo tanto a su conclusión lo que había sido iniciado bajo su Pontificado. No existe una “contraposición” entre Pío XII y Juan XXIII, como quiso indicar el Papa Pablo VI iniciando al mismo tiempo la causa de Beatificación de sus dos predecesores.

Recordamos finalmente que Pío XII luchó contra las ideologías y las dictaduras de su tiempo, permaneciendo en Roma cuando todas las demás autoridades huyeron. El lema de su pontificado “opus iustitiae pax” sintetiza el sacrificio de su vida por la paz, a través de la promoción de la justicia hacia los más discriminados, consumado con humildad y prudencia. Los fieles y ciudadanos de Roma lo esculpieron en su memoria definiéndolo Defensor Civitatis como lo atestigua la placa en la plaza a él titulada, frente a San Pedro. (Agencia Fides 19/06/2008; líneas 44 palabras 650)


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DOMINGO 12 DEL TIEMPO ORDINARIO / A

22 de junio de 2008

 

El Señor esté con vosotros.

 

Acabamos de empezar el verano, yen este tiempo sin duda va a cambiar el ritmo de vida de muchas familias, y también de nuestra parroquia. Pero hay algo que no cambia: no podemos faltar a la cita del Señor para celebrar con los demás creyentes el don de la salvación que él nos ha alcanzado. Por eso no hacemos vacación de la celebración de la Eucaristía. No debemos faltar ningún domingo a ella. Estemos donde estemos: aquí o en otra parte. En verano como en invierno.

 

A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios y pidamos perdón por nuestros pecados. (Silencio).

 

Tú, que salvas a los pobres. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Tú, que sostienes a tus fieles. CRISTO, TEN PIEDAD.

Tú, que nos prometes tu felicidad para siempre. SEÑOR, TEN PIEDAD.

 

1. lectura (Jeremías 20,10-13): El profeta Jeremías fue perseguido, porque criticaba en nombre de Dios la forma de actuar de los gobernantes del pueblo de Israel. Escuchemos ahora la súplica angustiada que dirige a Dios para que le salve.

 

Salmo (68): Unámonos ahora a las palabras del salmo. Es la oración de un hombre perseguido. Un hombre como Jeremías, o como Juan Bautista (que celebramos este martes), o como tantos otros que han tenido que sufrir por su fidelidad al camino de Dios.

 

2. lectura (Romanos 5,12-15): La carta a los Romanos que estamos leyendo durante estos domingos, nos invita a reflexionar sobre el mal y el pecado que hay en el mundo, y sobre la salvación que hemos recibido gracias a Jesucristo.

 

Oración universal: Presentemos nuestras plegarias a Dios nuestro Padre, diciendo: TE ROGAMOS, ÓYENOS.


Por nuestra comunidad cristiana, por los que cada domingo nos reunimos aquí para celebrar la Eucaristía y crecer en la fe y la esperanza. OREMOS:


Por los chicos y chicas que, aquí entre nosotros y en cualquier lugar del mundo, están descubriendo a Jesucristo en las catequesis, en los grupos de revisión de vida, en las actividades parroquiales. OREMOS:


Por los que son perseguidos a causa de su fe o a causa de su lucha por la justicia. OREMOS:


Por las mujeres que son maltratadas, en nuestro país y en todos los países. OREMOS:


Por...
OREMOS:


Por nuestros familiares y amigos difuntos. OREMOS:


Escucha, Padre, nuestra oración, y danos tu Espí­ritu Santo. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Padrenuestro: Somos la familia de Dios, hijos amados del Padre. Por eso, como Jesús nos enseñó, nos atrevemos a decir:


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Jueves, 19 de junio de 2008

VATICANO - AVE MARIA por Mons. Luciano Alimandi - Solo Dios nos puede salvar


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?” (Mt 6, 26-30).

Las palabras de Jesús, a lo largo de los siglos, llegan a nuestros tiempos con una actualidad y atractiva irresistible para quien tiene el corazón abierto a Su Verdad. Cuántas veces vemos las aves en el cielo, vemos las flores del campo y quedamos sorprendidos de la belleza de sus colores, de los precisos detalles de sus formas, “estudiadas” en sus mínimos particulares. Y a veces, tan distraídos que vamos, no pensamos que aquellos colores, aquellas formas originales, aquella vida en miniatura que está frente a nosotros, es una de las potentes enseñanzas, que la creación nos ofrece sobre su Creador que también es el nuestro: ¡Dios cuida de cada uno de nosotros!

Jesús lo recuerda y hace una invitación personal: “Mirad como vuestro Padre celeste nutre las aves y viste la hierba del campo”. Se tomásemos seriamente estas palabras, bastaría observar un ave que toma una migaja de pan, para concluir: también esta migaja de pan la ha “calculado” la Divina Providencia, y si el infinito Dios también ha pensado en la migaja, entonces ¿qué no hará por mí, que soy llamado a vivir eternamente por Él y con Él?

Se Dios ha querido tan bellos colores para la flor, ¿con cuánta más belleza sobrenatural adornará un alma que confía en Él, que vive de Su gracia? La Sagrada Escritura nos revela claramente que el origen de todos los males del hombre está en el hecho que él ha querido prescindir de Dios, ha querido ignorar que todo el universo se sostiene gracias a la Divina Providencia. El orgullo del hombre ha crecido al punto que pretende sustituir a Dios, en ámbitos como la bioética, cuando no se respeta las leyes del Creador: “los progresos de la ciencia y de la técnica en el ámbito de la bioética se transforman en amenazas cuando el hombre pierde el sentido de sus límites y, en la práctica, pretende ponerse en el lugar de Dios Creador” (Benedicto XVI, Discurso del 13 de mayo del 2006).

La creación, sin embargo, no puede seguir al hombre en su abierta rebelión a la obra de Dios y continúa sirviendo al Creador. Por esto los santos, como Francisco de Asís, tenían un profundo respeto por lo creado, por los animales, por los elementos de la naturaleza, como el fuego y el agua. En todo ellos alababan a Dios y agradecían por su fidelidad, opuesta a la infidelidad que los hombres habían sembrado por todas partes.

Al hombre que ofende al Creador, la naturaleza responde continuamente con un ejemplo de fidelidad a las leyes que Dios ha dado. A veces parece que la naturaleza se rebela, ciertamente no ante Dios, sino ante el hombre que se ha rebelado al Señor.

Entonces el hombre se siente impotente, no puede dominar mas es dominado por violentas fuerzas naturales que van contra de él. Cuantos ejemplos a lo largo de la historia de la Iglesia testimonian que solo gracias a la ayuda de Dios se ha evitado una tragedia: como cuando la lava de un volcán se detuvo a los pies de una ciudad o una tormenta se calmó antes que fuera demasiado tarde. En todos estos casos “milagrosos”, se realizaba la palabra del salmo “Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.” (sal 123,8), pronunciada por los humildes de Dios que han recurrido con fe a Él.

El Santo Padre Benedicto XVI, en su reciente visita pastoral a Santa María de Leuca y Brindisi, invitó a toda la Iglesia a recurrir con confianza a la Virgen para que el mundo entero sea defendido “de las tormentas que amenazan la fe y los verdaderos valores”: “Desde este pedazo de Europa a orilla del Mediterráneo, entre Oriente y Occidente, nos dirigimos una vez más a María, Madre que nos “muestra el camino” –Odigitria- donándonos a Jesús, camino de la paz. La invocamos con todos los títulos con los que es venerada en los Santuarios de Puglia, y en particular aquí, este antiguo puerto, le pedimos que sea “puerto de salvación” para cada hombre y por toda la humanida. Que su maternal protección defienda siempre vuestra ciudad y región, Italia, Europa y el mundo entero de las tormentas que amenazan la fe y los verdaderos valores; que permita a las jóvenes generaciones asumir los desafíos sin miedo, para afrontar con cristiana esperanza el viaje de la vida. ¡María, puerto de salvación, ora por nosotros!” (Benedicto XVI, Ángelus del 15 de junio del 2008) (Agencia Fides 18/6/2008; 54 líneas, 874 palabras)


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REDACCIÓN DE “IGLESIA NIVARIENSE”

C. San Agustín, nº 28

38201. La Laguna. Tenerife.

Tfno. 922-314961 / Fax. 922-256362

e-mail: [email protected]

 

BOLETÍN 290

 

- El Obispo ha comunicado el nombramiento de un nuevo equipo de formadores para el Seminario Diocesano. Juan Pedro Rivero, director del Instituto Superior de Teología y doctor en Teología, pasa a ser nuevo rector. El nuevo equipo estará formado, además de por el mencionado rector, por los formadores: Ismael Pérez González y Juan Antonio Guedes Suárez. Asimismo, habrán dos nuevos directores espirituales: Miroslaw Karol y Alejandro González Rodríguez.

 

- El pasado miércoles tuvo lugar  en el Seminario Diocesano un nuevo Consejo Presbiteral que continuó abordando distintos aspectos de la vida y el ministerio de los sacerdotes. Además, el Consejo recibió un informe del actual rector del seminario sobre el estado del mismo.

 

- “La parroquia, hogar de la catequesis”, es el título del curso que se llevará a cabo en los salones parroquiales de Adeje, durante los días 21 y 22 de junio. El mismo estará dirigido por Jesús Sastre.

 

- Por otro lado en La Palma, también los catequistas tienen una oferta formativa los días 23 y 24 de junio titulada: Orígenes Bíblicos de la comunidad cristiana. El mismo estará dirigido por José Francisco Checa.

 

- Este domingo, las delegaciones diocesanas de catequesis y pastoral misionera van a desarrollar un seminario de estudio sobre el Primer Anuncio

 

- Tras casi un año de obras, la casa-hogar del movimiento FRATER  en La Laguna, será bendecida y reinaugurada el próximo 28 de junio.

 

- Desde el 30 de junio al 2 de julio se desarrollarán, en el Seminario Diocesano, las “Jornadas de Formación para el Clero” bajo el título “El Espíritu Santo en la vida y misión sacerdotal”. En esta ocasión, dichas sesiones estarán dirigidas por el decano de la facultad de Teología de Burgos, Santiago del Cura.

 

- Precisamente un sacerdote será especialmente recordado el jueves, 19 de junio. Ese día se descubrirá la placa que da el nombre de “Francisco Arteaga, sacerdote”, a la actual plaza chicharrera de la Cruz del Señor. Este presbítero sirvió durante años a la citada comunidad y se distinguió, además, por su servicio caritativo-social en Cáritas Diocesana, de la que fue Delegado.

 

- Las distintas parroquias de la isla de El Hierro, organizan este domingo, en la zona recreativa del Morcillo, distintas actividades a fin de clausurar en la isla el presente curso pastoral

 

- La parroquia de San Pedro Apóstol, en Güímar, acogerá el próximo 21 de junio, a las 12:00 horas una Misa en acción de gracias por los 475 años de la creación de la parroquia matriz y de los 400 años de la terminación del primer templo del “Señor San Pedro”. La misma estará presidida por el Vicario General, Antonio Pérez.

 

- El Instituto Superior de Teología ya tiene previstos los cursos con motivo de la IV Escuela de Verano. “Introducción a la Bioética: principios fundamentales”, es el título del primero de ellos y estará dirigido por Teodoro Julián Francisco, Máster Interuniversitario en Bioética y Capellán del HUC. Dicho curso se impartirá durante los días 8, 9 y 10 de julio y tendrá como fin ofrecer un marco teórico suficiente que ayude a los participantes a tener criterios desde la razón y desde la fe para abordar la complejidad de los temas relacionados con la vida.

 

 

- Los miembros de la Acción Católica en Tenerife se reunirán el próximo 21 de junio, con el obispo, Bernardo Álvarez para reforzar las tres realidades que conforman este movimiento: niños, jóvenes y adultos. Actualmente, Acción Católica se encuentra en un proceso de unificación de estos tres sectores.

 

 

- El periódico “La Gaceta de Canarias” ha publicado, en su número del 15 de junio, un reportaje sobre Dionisio Rodado, capellán del Centro Penitenciario Salto del Negro, el cual lidera un proyecto de inserción de reclusos. Rodado les ayuda a desarrollar habilidades sociales y a subirle la autoestima.

 

- Por otro lado, el diario “La Opinión”, publicó ese mismo día un extenso reportaje sobre la Iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. El patrimonio artístico, el archivo sacramental y algunas curiosidades son los temas que recoge este reportaje.

 

- Ya se han enviado los dípticos para el Cursillo de Selección y Discernimiento de los candidatos al Seminario Diocesano que se desarrollará del 1 al 8 de julio. El rector de este centro, Juan Manuel Yanes, ha incidido en la importancia de que todos los cristianos se preocupen por las vocaciones, especialmente los sacerdotes, ya que suelen ser los referentes de los que Dios se vale para hacer resonar “Su Voz” en el corazón de muchos jóvenes.

 

- Por su parte, la delegación de catequesis ha elaborado un tríptico en donde se detalla el objetivo de la catequesis de adultos: un periodo intensivo del proceso evangelizador de la Iglesia para poner las bases firmes del Evangelio. Además, se adjuntan dos números de teléfono para que las personas interesadas se pongan en contacto con esta delegación. (922 314 968 y 650 645 468)

 

- El movimiento “Juventud Estudiante Católica” (JEC), celebrará su XXXIV Asamblea General de Militantes del día 22 al 28 de julio. Con estas jornadas el movimiento quiere profundizar en las claves de la organización en la JEC y servir más y mejor a los jóvenes, al Escuela y la Iglesia. Además, esta asamblea será especial porque la JEC se encuentra celebrando los 60 años de su nacimiento.

 

- Otro movimiento de la diócesis, en esta ocasión el compuesto por los mayores de “Vida Ascendente”, ha organizado para el 29 de junio una excursión a La Cruz Santa (Los Realejos), lugar en donde celebrarán la Eucaristía. Además, este movimiento ha invitado a sus integrantes a una peregrinación a Santiago de Compostela del 10 al 17 de julio.

 

- El obispo, Bernardo Álvarez ha consagrado  la capilla de la Clausura del Asilo  “Hogar Nª Sª de Candelaria”, en Santa Cruz Tenerife. El pequeño templo es obra del artista canario Enrique Oramas.

 

- El periódico “Diario de Avisos”, en su edición del 16 de junio, ha publicado un reportaje sobre el jesuita palmero Fernando López, el cual lleva más de 20 años defendiendo los derechos de los pueblos indígenas del Amazonas. Actualmente, forma parte del llamado Equipo Itinerante, un grupo interinstitucional que apoya a las comunidades indígenas, riberiñas y de las periferias urbanas de la región amazónica. "Ahora estamos apoyando toda la lucha por la tierra de los indígenas de la Raposa Serra do Sol, en Roraima, en la frontera con la Guyana inglesa y Venezuela", señala López en el reportaje. Más de 20 personas han muerto en esta zona, en los últimos meses debido a los continuos ataques y presiones por parte de los poderes económicos y fácticos del lugar.

 

- El sábado 28 de junio, a las 17:00 horas, comienza la jornada de Clausura del Curso del Movimientos de Familias Cristianas, en la Casa de la Iglesia. El acto contará con un momento dedicado al encuentro y al compartir y finalizará con la Eucaristía.

 

- El Gobierno de Canarias ha aprobado el decreto por el que se declaran Bien de Interés Cultural al hospital e iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de La Laguna, contemplando la protección de los bienes muebles de dicho edificio de gran relevancia en el conjunto histórico de la ciudad. El hospital fue fundado en 1515.

 

- El Instituto de Atención social y Sociosanitario del Cabildo de Tenerife, concedió una subvención de 150.000 euros al Asilo de Santa Cruz, gestionado por la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados.  

 

- Esta semana en la parroquia de San Juan Bautista de La Orotava, tuvo lugar la presentación del programa de actos de la conmemoración del 250 aniversario de la fundación de la Hermandad del Santísimo Cristo Atado a la Columna, que ha permanecido activa, ininterrumpidamente, desde 1758. Por otro lado, el próximo 24 de junio tendrá lugar el acto principal previsto para conmemorar el 400 aniversario de la fundación de San Juan Bautista, en La Orotava. A las 20:30 horas se celebrará la Eucaristía y, posteriormente, tendrá lugar la procesión.

 

- Por su parte, el Ayuntamiento de La Orotava confeccionará en la plaza del consistorio una alfombra con tierra del Teide para conmemorar los 250 años de la fundación de la hermandad de la Esclavitud del Santísimo Cristo atado a la Columna. Su responsable será el director de la Escuela de Arte y uno de los principales artífices del magno tapiz que se elabora en la plaza central del Ayuntamiento en la Infraoctava del Corpus Christi, Domingo Expósito.


Reflexión del obispo de Tarahumara,  en el Estado mexicano de Chihuahua, monseñor Rafael Sandoval Sandoval, sobre el estado de necesidad espiritual y material que guardan los indígenas de la zona, una de las más deprimidas del país.

 


NECESIDAD DE PAN ESPIRITUAL Y PAN MATERIAL


1. Hechos

Dos carencias hacen sufrir a nuestra gente: la de alimentos y la de la Palabra de Dios. En Tarahumara notamos las dos carencias como urgentes. ¿A cuál darle prioridad? Quien piense que sólo en África hay niños desnutridos, que se dé una vuelta por acá. Pero quien crea que la falta de Dios es problema de lugares lejanos, asómese a cualquier lugar.

Algunos agentes de pastoral, preocupados por la falta de alimentos, de salud, de trabajo, se dedican ejemplarmente a buscar caminos para solucionar tales problemas, pero no le dan a la Palabra de Dios el lugar que le corresponde. Hay quienes, años enteros, se esmeran por la salud, ecología, maíz..., pero dejan como secundario el conocer la Palabra de Dios, los Sacramentos de la Reconciliación, la Eucaristía; a pesar de que la gente pide prepararse mejor espiritualmente. Es como si dijeran que "primero está el estómago y luego vendrá llenar el espíritu". El caso es que hay lugares donde por años enteros no se ha impartido la Confirmación. Hay una pobreza mayor que la material: la del vacío de Dios.

Algunos otros, preocupados por la proliferación de las sectas, por falta de catequesis y de una necesaria ilustración en la fe, se dedican a dar Palabra de Dios. Pero no ven suficientemente la dimensión social de la fe. No les importa mucho que la gente viva con hambre, en la pobreza y exclusión. Se olvidan que la mayor preocupación son los débiles, y que la oportunidad única de salvación de los fuertes son los de abajo.

Hay instituciones empresariales que, cuando se les pide apoyo, dicen que sólo lo hacen ante problemas sociales, pero no religiosos. Olvidan que el ser humano es una unidad que no se puede dividir.

2. Pensar

En su libro, "Jesús de Nazaret", el Papa Benedicto XVI, explicando la primera tentación, afirma que el tentador le dice a Jesucristo: "Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes" (Mt 4, 3). El desafío, tanto para Cristo como para la Iglesia, es grande: Si dices ser la Iglesia de Dios, preocúpate ante todo del pan para el mundo, lo demás viene después. Pero la respuesta de Jesús es clara y tajante: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4, 4).

El Señor no es indiferente al hambre de los hombres, a sus necesidades materiales, pero las sitúa en el contexto adecuado y les concede la prioridad debida. El milagro de la multiplicación de los panes, no está tanto en la multiplicación, sino en el compartir. El problema alimentario es importante, la libertad es más importante, pero el Señor que está en la Palabra y Sacramentos es lo más urgente. Por aquí está la jerarquía de valores.

Cuando a la Palabra y Sacramentos se les deja al último, entonces tenemos menos pan material. Si no dejamos que Dios cambie los corazones, más injusticias habrá. Donde Dios ocupa el primer lugar, entonces crecen los sentimientos que nos hacen compartir el pan para todos. El problema no está en la falta de alimentos - sabemos que hay de sobra -, sino en el corazón duro que no permite compartirlos con quien no los tienen. Pero nadie compartirá sus bienes, si antes no ha sido tocado por la Palabra.

3. Actuar

Jesucristo no es un reformador social, sino un integrador del hombre. Él transforma la interioridad de la persona, y la cambia. Si no dejamos que Él habite dentro, no habrá solución posible en el problema alimentario. Sólo dejándonos invadir por Él, acabaremos con todo mal, también con el mal de falta de alimentos materiales.

Un buen gobernante, empresario, pastoralista, etc., si quiere hacer el bien, ha de promover y defender valores perennes; empezar siendo congruente en el compartir los bienes espirituales y materiales. Si no lo hacemos así, mentimos o caemos en paternalismos o populismos que agravan más la situación.

No es aquí lugar para ver el fondo del problema alimentario y del problema de falta de evangelización. Basta apuntar algo: Reconocemos los esfuerzos del gobierno en Tarahumara, pero no existe una atención al campo ni hay fuentes de trabajo suficientes y adecuadas que eviten que muchos se dediquen al narcotráfico. No existe una universidad completa que impida que los jóvenes salgan de su tierra y que casi ninguno vuelva. Existen dos cárceles en situaciones infra humanas, donde, a pesar de tantas peticiones, siguen peor que antes.

En la Iglesia deberíamos compartir todo. Hay diócesis con abundantes vocaciones sacerdotales, pero no las comparten con otras más necesitadas. También hay quienes no permiten que entren evangelizadores porque "no van con nuestro caminar". Hay templos lujosos - lo cual no es malo- mientras otras Iglesias locales no tienen ni techo para cubrirse de las inclemencias. Hay agentes de pastoral que se dan ejemplarmente a los pobres, pero no les dan una celebración litúrgica digna y solemne que les llene sus corazones. No saben, o no quieren saber, que la gente pobre también tiene necesidad de una liturgia digna.

Las instituciones habrían de hacer un examen serio de conciencia. Los empresarios, pero también cada uno, deberíamos hacer el examen: mientras muchos no tienen alimento necesario para vivir, ¿en qué gastamos lo que tenemos?, ¿cómo compartimos los carismas?...

Habría que buscar a Jesucristo para pedirle el pan material, pero hay que escucharlo cuando nos dice: "Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo... Yo soy el pan de vida..." (Jn 6, 32-34). Él quiere que le pidamos otro Pan que es Él mismo. Porque el que come el pan material morirá, pero el que lo coma a Él, vivirá para siempre.


+ Rafael Sandoval Sandoval
Obispo de Tarahumara


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ZENIT publica la intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles, 18 de Junio de 2008, dedicada a san Isidoro de Sevilla.


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quisiera hablar de san Isidoro de Sevilla: era hermano menor de Leandro, obispo de Sevilla, y gran amigo del Papa Gregorio Magno. Esta observación es importante, pues constituye un elemento cultural y espiritual indispensable para comprender la personalidad de Isidoro. En efecto, le debe mucho a Leandro, persona muy exigente, estudiosa y austera, que había creado en torno a su hermano menor un contexto familiar caracterizado por las exigencias ascéticas propias de un monje y por los ritmos de trabajo exigidos por una seria entrega al estudio. Además, Leandro se había preocupado por disponer lo necesario para afrontar la situación político-social del momento: en aquellas décadas los visigodos, bárbaros y arianos, habían invadido la península ibérica y se habían adueñado de los territorios que pertenecían al Imperio Romano. Era necesario conquistarlos a la romanidad y al catolicismo. La casa de Leandro y de Isidoro contaba con una biblioteca sumamente rica de obras clásicas, paganas y cristianas. Isidoro, que sentía la atracción tanto de unas como de otras, aprendió bajo la responsabilidad de su hermano mayor una disciplina férrea para dedicarse a su estudio, con discernimiento.


En la sede episcopal de Sevilla se vivía, por tanto, en un clima sereno y abierto. Lo podemos deducir a partir de los intereses culturales y espirituales de Isidoro, tal y como emergen de sus mismas obras, que comprenden un conocimiento enciclopédico de la cultura clásica pagana y un conocimiento profundo de la cultura cristiana. De este modo se explica el eclecticismo que caracteriza la producción literaria de Isidoro, el cual pasa con suma facilidad de Marcial a Agustín, de Cicerón a Gregorio Magno. La lucha interior que tuvo que afrontar el joven Isidoro, que se convirtió en sucesor del hermano Leandro en la cátedra episcopal de Sevilla, en el año 599, no fue ni mucho menos fácil. Quizá se debe a esta lucha constante consigo mismo la impresión de un exceso de voluntarismo que se percibe leyendo las obras de este gran autor, considerado como el último de los padres cristianos de la antigüedad. Pocos años después de su muerte, que tuvo lugar en el año 636, el Concilio de Toledo (653) le definió: "Ilustre maestro de nuestra época, y gloria de la Iglesia católica".


Isidoro fue, sin duda, un hombre de contraposiciones dialécticas acentuadas. E incluso, en su vida personal, experimentó un conflicto interior permanente, sumamente parecido al que ya habían vivido san Gregorio Magno y san Agustín, entre el deseo de soledad, para dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios, y las exigencias de la caridad hacia los hermanos de cuya salvación se sentía encargado, como obispo. Por ejemplo, sobre los responsables de la Iglesia escribe: "El responsable de una Iglesia (vir ecclesiasticus) por una parte tiene que dejarse crucificar al mundo con la mortificación de la carne, y por otra, tiene que aceptar la decisión del orden eclesiástico, cuando procede de la voluntad de Dios, de dedicarse al gobierno con humildad, aunque no quisiera hacerlo" (Libro de las Sentencias III, 33, 1: PL 83, col. 705 B).


Y añade un párrafo después: "Los hombres de Dios (sancti viri) no desean ni mucho menos dedicarse a las cosas seculares y gimen cuando, por un misterioso designio divino, se les encargan ciertas responsabilidades... Hacen todo lo posible para evitarlas, pero aceptan aquello que no quisieran y hacen lo que habrían querido evitar. Entran así en el secreto del corazón y allí, adentro, tratan de comprender qué es lo que les pide la misteriosa voluntad de Dios. Y cuando se dan cuenta de que tienen que someterse a los designios de Dios, agachan la cabeza del corazón bajo el yugo de la decisión divina" (Libro de las Sentencias III, 33, 3: PL 83, col. 705-706).


Para comprender mejor a Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones políticas de su tiempo, que antes mencionaba: durante los años de la niñez había tenido que experimentar la amargura del exilio. A pesar de ello, estaba lleno de entusiasmo: experimentaba la pasión de contribuir a la formación de un pueblo que encontraba finalmente su unidad, tanto a nivel político como religioso, con la conversión providencial del heredero al trono, el visigodo Ermenegildo, del arrianismo a la fe católica.


Sin embargo, no hay que minusvalorar la enorme dificultad que supone afrontar de manera adecuada los problemas sumamente graves, como los de las relaciones con los herejes y con los judíos. Toda una serie de problemas que resultan también hoy muy concretos, si pensamos en lo que sucede en algunas regiones donde parecen replantearse situaciones muy parecidas a las de la península ibérica del siglo VI. La riqueza de los conocimientos culturales de que disponía Idisodoro le permitía confrontar continuamente la novedad cristiana con la herencia clásica grecorromana. Más que el don precioso de la síntesis, parece que tenía el de la collatio, es decir, la recopilación, que se expresaba en una extraordinaria erudición personal, no siempre tan ordenada como se hubiera podido desear.


En todo caso, hay que admirar su preocupación por no dejar de lado nada de lo que la experiencia humana produjo en la historia de su patria y del mundo. No hubiera querido perder nada de lo que el ser humano aprendió en las épocas antiguas, ya fueran éstas paganas, judías o cristianas. Por tanto, no debe sorprender el que, al perseguir este objetivo, no lograra transmitir adecuadamente, como él hubiera querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de la fe cristiana. Sin embargo, según las intenciones de Isidoro, las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, defendida por él con firmeza. Percibe la complejidad en la discusión de los problemas teológicos y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Esto ha permitido a creyentes a través de los siglos hasta nuestros días servirse con gratitud de sus definiciones.


Un ejemplo significativo en este sentido es la enseñanza de Isidoro sobre las relaciones entre vida activa y vida contemplativa. Escribe: "Quienes tratan de lograr el descanso de la contemplación tienen que entrenarse antes en el estadio de la vida activa; de este modo, liberados de los residuos del pecado, serán capaces de presentar ese corazón puro que permite ver a Dios" (Diferencias II, 34, 133: PL 83, col 91A).


El realismo de auténtico pastor le convence del riesgo que corren los fieles de vivir una vida reducida a una sola dimensión. Por este motivo, añade: "El camino intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una alternancia de las dos formas" (o.c., 134: ivi, col 91B).


Isidoro busca la confirmación definitiva de una orientación adecuada de vida en el ejemplo de Cristo y dice: "El Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el día se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración" (o.c. 134: ivi). A la luz de este ejemplo del divino Maestro, Isidoro ofrece esta precisa enseñanza moral: "Por este motivo, el siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación, sin negarse a la vida activa. Comportarse de otra manera no sería justo. De hecho, así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra" (o.c., 135: ivi, col 91C).


Considero que esta es la síntesis de una vida que busca la contemplación de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura, así como la acción al servicio de la comunidad humana y del prójimo. Esta síntesis es la lección que nos deja el gran obispo de Sevilla a los cristianos de hoy, llamados a testimoniar a Cristo al inicio del nuevo milenio.


[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

San Isidoro, amigo del Papa Gregorio Magno, fue el hermano menor de san Leandro, al que sucedió en la Sede episcopal de Sevilla el año quinientos noventa y nueve. Es considerado el último de los Padres cristianos de la antigüedad. Poco después de su muerte, acaecida en el año seiscientos treinta y seis, el Concilio de Toledo lo definió como "gloria de la Iglesia católica". Isidoro, que en su infancia conoció el exilio, se educó en un ambiente de disciplina y estudio. Su casa contaba con una nutrida biblioteca repleta de obras clásicas, paganas y cristianas. En su vida personal experimentó un permanente conflicto interior entre el deseo de dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios y las exigencias procedentes de la caridad por los hermanos, de cuya salvación, como Obispo, se sentía encargado. La vastedad de su cultura le permitió confrontar continuamente la novedad cristiana con la herencia clásica greco-romana. Más que dado a la síntesis, Isidoro poseyó el don de la collatio, es decir, de la recopilación, siendo admirable su preocupación por no descuidar nada de lo que la experiencia humana había producido en la historia de su patria y del mundo entero.


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular, a las Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón y a los fieles procedentes de España, Portugal, México y de otros países latinoamericanos. Que el ejemplo de San Isidoro de Sevilla os ayude a dar testimonio de Cristo al comienzo de este milenio. Muchas gracias.


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


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(Fuente de la Guancha)

PIEDAD POPULAR: LAS PROCESIONES, SU ORIGEN Y SU SENTIDO


16 de junio


La Delegación Diocesana de Piedad Popular ha editado un tríptico bajo el título “Las Procesiones: su origen y su sentido” como sugerencias a los que organizan o participan en las procesiones. En él se hace una descripción breve sobre las procesiones en varios capítulos como las procesiones y su vinculación a la vida, las procesiones y la Eucaristía, variedad y sugerencias.

Nos previene de los riesgos de convertirlas en actos principales de una fiesta, o en un acto folklórico, mero espectáculo o manifestación de lujo. Se nos sugiere procurar el carácter evangelizador, recorridos cortos, devoción y el silencia, etc. Aboga por una catequesis adecuada sobre su sentido.

 

 

CURSILLO DE SELECCIÓN Y DISCERNIMIENTO AL SEMINARIO


15 de junio


“Es deber de todos los cristianos la preocupación por las vocaciones al sacerdocio ministerial pero son los sacerdotes los principales implicados” nos comunica el Rector del Seminario Diocesano de La Laguna al anunciarnos el Cursillo de Selección y Discernimiento para los candidatos al Seminario. Nos invita a estar atentos para descubrir gérmenes de vocación en los niños y cita al cardenal Don Antonio María Rouco Varela que recientemente ha dicho: “las vocaciones tempranas no son fruto de la imaginación infantil”.

Un díptico nos informa sobre destinatarios, aptitudes de los candidatos, materiales a llevar y documentación necesaria.

 

 

 


REUNIÓN ARCIPRESTAL DE AGENTES DE PASTORAL


11 de Junio


La Comunidad Parroquial de Santa Bárbara de Icod de los Vinos será este año la anfitriona de la reunión arciprestal de agentes de pastoral y colaboradores parroquiales como final del curso pastoral 2007-2008.

La iglesia y locales de la parroquia acogerán a los participantes el viernes 27 de Junio en horario de 7 a 9 de la noche. Se contará con la presencia del Vicario de Zona y sacerdotes del arciprestazgo.

 

 

PROGRAMA DE FIESTAS DE SAN ANTONIO DE PADUA EN EL PINALETE


10 de Junio


La Comisión de Fiestas 2008 de San Antonio del barrio del Pinalete en La Guancha ha distribuido el programa con sus actos religiosos y profanos.

En lo que a los actos religiosos se refiere se tendrá la celebración de la santa Misa el día litúrgico del santo el 13 de Junio. El día central es el sábado 14  de Junio con  la Eucaristía cantada y procesión concluyendo con quema de fuegos artificiales. El párroco en el Prólogo afirma: “Cuando nos detengamos ante su imagen o lo saquemos en procesión, no nos limitemos a admirarlo, porque antes que nada San Antonio fue un héroe de la práctica de las virtudes, héroe del Evangelio, alguien que obró el bien incansablemente, una guía segura de la humanidad en medio de las tinieblas del mundo”.


(Estamos construyendo un templo)

 

 

 

 


Comentario al Evangelio (Mt 6, 19-23) del viernes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario sacado del libro "Enséñame tus Caminos" de Gustavo Gutiérrez.


 
Polarizar la vida


 
Dime cuánto ganas y te diré lo que vales; dime de qué te vistes y te diré qué piensan de ti... Este tipo de valo­raciones parecía ser ya cierto en tiempo de Jesús que nos aconseja pen­sar más en lo que somos –o debemos ser– que en lo que poseemos.

 

Alguna vez en la vida todo el mundo se ha preguntado sobre la va­lidez de sus aspiraciones y objetivos. ¿Vale la pena afanarse? ¿No tienen nuestras más vivas aspiraciones algo de ensueño, algo de irrealidad? Los criterios del Evangelio tienden a abrir los ojos para establecer una justa jerarquía de valores y elegir lo mejor. Ahora bien, elegir es al mismo tiempo renunciar. Por eso resulta dolorosa toda elección, necesaria, sin embargo, porque es imposible poseerlo simultáneamente todo.

 

Hay falsos señuelos que atraen nuestra atención. Reciben varios nombres pero todos se relacionan con el tener (dinero, salud, imagen, vacaciones, coche...). No es lícito desdeñar estas realidades relacionadas íntimamente con la vida del hombre y que pueden hacerle más feliz. Pero, ¿completamente feliz? El evangelio da pistas de reflexión. El centro de nuestros deseos nunca puede ser lo irreal ni lo imposible. Las reali­dades afectan a nuestro ser o a nuestro tener. El engaño consiste en ci­frar la dicha en el tener, cuando la raíz de la felicidad está en el ser. La paz interior, el gozo espiritual, el don libre de sí... son bienes asequibles, no canjeables por dinero ni expuestos a ladrones. Lo que da peso espe­cífico a nuestra vida es la calidad de nuestros deseos.

 

No se puede comprometer la verdadera personalidad con lo inesta­ble y limitado. La vida tiene poco de valor si no está al servicio de los valores permanentes. Jesús invita a poner la vida al servicio de esos valores. Son los valores del espíritu, como la causa del hombre y el Reino de Dios. Todo ello en colaboración con Cristo que es ideal de perfección, tesoro no robable  que sirvió hasta la muerte a estos valores.


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 Artículo semanal del Arzobispo de Valencia Don Agustín García-Gasco Vicente para el   Domingo 20 de Abril de 2008.


 

El Evangelio es fecundo para el progreso

 

  

   La educación católica arranca de una convicción profunda: el mensaje cristiano es especialmente fecundo para la cultura, de la que el hombre vive.

Quien pretende eliminar a Dios y a la dimensión religiosa del hombre concluye en alguno de los distintos tipos de materialismos que someten al ser humano. La luz de Cristo reivindicando el amor y el perdón como fuerzas transformadoras de cada ser humano es capaz de producir las mejores energías de cada persona y de cada cultura. La educación católica, y de modo singular la Universidad Católica, permite a la Iglesia establecer un diálogo de profundidad con todos los hombres de cualquier cultura y convicción.

En el mundo de hoy, caracterizado por un progreso acelerado en la ciencia y en la tecnología, las tareas de la Universidad Católica asumen una importancia y una urgencia crecientes, especialmente en lo que se refiere a la búsqueda del significado de los descubrimientos científicos y tecnológicos. La aplicación de la ciencia resulta susceptible de valoración ética y moral. No es lo mismo inventar un veneno mortal que descubrir un antídoto o vacuna. Lejos de ser compartimentos estancos e incomunicados, la ciencia y la cultura son permeables a la promoción de la dignidad de cada ser humano y de sus derechos fundamentales, tal como defendemos los cristianos.

El Evangelio no puede ser confinado al estrecho margen de las convicciones privadas, a la que se les intenta prohibir penetrar en el campo de la acción pública ciudadana y del progreso científico y cultural. No hay una cultura de lo público y una cultura de lo privado que puedan ser contradictorias. Sólo hay una única cultura merecedora de este nombre: la que ayuda a todos los seres humanos, de toda raza y condición, a disfrutar de su verdadera dignidad humana.

Las escuelas y las universidades católicas tienen como finalidad, por un lado, hacer que se logre una presencia pública, continua y universal del pensamiento cristiano en todo su esfuerzo por promover la cultura superior. En segundo lugar, las escuelas y las universidades católicas están llamadas a formar a todos los estudiantes de manera que lleguen a ser personas insignes en el saber, preparadas para desempeñar funciones de responsabilidad y a testimoniar su fe ante el mundo.

No hay contradicción entre la función docente y la función investigadora de la Universidad. Nunca habrá verdadero progreso de la investigación sin personas bien formadas en todas sus dimensiones que sepan conseguir y comunicar sus resultados para el bien de la persona y del conjunto de la sociedad.

El I Congreso Internacional de Educación Católica que se desarrollará en la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir» es una magna ocasión para expresar la confianza y la esperanza que merece la insustituible tarea de las universidades y escuelas católicas. Su misión aparece cada vez más necesaria para que la fuerza del Evangelio renueve el encuentro de la Iglesia con el desarrollo de las ciencias y con las culturas de nuestro tiempo.

Durante siglos, la Iglesia ha propiciado la creación de Universidades y centros de enseñanza y el siglo XXI depara importantes retos en los que la enseñanza católica tiene mucho que aportar en las sociedades avanzadas en las que si embargo nacen peligrosos brotes de violencia en múltiples ambientes que ponen de manifiesto la pobreza de miras, las frustraciones y contradicciones evidentes que se generan. En educación, nada solucionan los parches. Es preciso y urgente una intervención educativa completa capaz de seducir por la fuerza atractiva de la razón y de la responsabilidad a los jóvenes y adultos. La educación es una medicina preventiva necesaria para evitar muchas de las enfermedades que sufren las sociedades del siglo XXI.

Con mi bendición y afecto,


Publicado por verdenaranja @ 0:55  | Hablan los obispos
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La Delegación Diocesana de la Piedad Popular de la  diócesis de Tenerife ha confeccionado un tríptico sobre las Procesiones, su origen y su sentido para su difusión y cuyo contenido colocamos a continuación.


LAS PROCESIONES: SU ORIGEN Y SENTIDO

La Procesión
y la vida

 

El hombre es un ser en camino. Se va hacien­do mientras camina. No puede permanecer quieto; necesita metas que pongan en movi­miento todas sus capacidades. El hombre es el ser permanentemente insatisfecho, el que no se conforma, el que camina impulsivamen­te tras la felicidad.

 

Y no es posible la aventura de la vida caminando en soli­tario. Vamos todos en el mismo barco y nuestra suerte está vinculada a la de los demás. Por eso, la fiesta y la procesión son un fuerte correctivo al individualismo insolidario.

 

En una sociedad tan secularizada como la nues­tra, las fiestas y las procesiones siguen gozando de buena salud. No hay fiesta popular que se precie sin su correspondiente procesión.

 

La gente acude masivamente a las fiestas y a las procesiones porque: hay en ellas un rito que cumplir, un camino que recorrer, una música que disfrutar, una belleza que admi­rar, un santo a quien implorar, una memoria que acoger, una identidad que reconocer, un futuro que labrar...

 

Cada fiesta y cada procesión es como una
respuesta a la pregunta del salmista: «Señor,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?»

 

Procesiones, ¿para qué?

 

Quien las observa desde fuera, puede pregun­tarse para qué sirve mover una imagen de un sitio a otro o hacer con ella un recorrido por la calle. Nos convendrá explicar un poco el signifi­cado de la palabra "procesión".

 

La palabra "procesión" viene del verbo latino "pro­cedere", que significa marchar, ir hacia delante.

 

Cuando esta marcha se realiza con otros, en grupo, suele manifestar el deseo de ir hacia el mismo sitio, la misma meta, alcanzar el mismo objetivo.

 

 

Crea en el grupo lazos de unión y se convierte en un lenguaje común de mucha expresividad: manifestaciones, marchas de protesta, desfiles festivos, peregrinaciones, procesiones, etc.

 

La procesión es una expresión de culto de carácter universal en la que la piedad y la litur­gia establecen una relación muy peculiar.

 

Crea en el grupo lazos de unión de uno u
otro tipo, y se convierte en un lenguaje
común de mucha expresividad.

 

La Eucaristía y la Procesión

 

La Eucaristía arroja una luz potente so­bre el sentido de la procesión: toda procesión parte y al mismo tiempo nos conduce al encuentro de Cristo Salvador, salvación que se hace real y eficaz en la Eucaristía.

 

 

De hecho, dentro de la celebración de la Euca­ristía tienen lugar una serie de procesiones que son necesarias para el desarrollo de la misma:

 

* la procesión de en­trada del ministro y los celebrantes;

* la procesión hacia el ambón para proclamar el Evangelio;

* la procesión para presentar las ofrendas;

* el momento de recibir la comunión, que también se considera procesión.

 

De la Eucaristía parten todas las procesiones
y hacia ella tienen que dirigirse. La Procesión
tiene su culmen en la Eucaristía

 

 

Variedad de procesiones

 

Las procesiones cristia­nas se inician llevando al recién bautizado desde la pila bautismal hasta el altar, signo de que la vida que ha comenzado en el

Bautismo ha de ser alimentada en la Eucaristía y en la que encontrará su plenitud.

 

La piedad popular amplió con el tiempo el nú­mero de procesiones, tanto para honrar a la Virgen y a los santos como para meditar los as­pectos de la pasión.

 

Riesgos

 

Pero las procesiones pueden conllevar también, si no se cuidan, ciertos riesgos, como pueden ser:

 

Que estas manifestaciones religiosas prevalezcan sobre los sacramentos.

 

Considerar la procesión como el acto principal de la fiesta.

 

Convertirla en un acto folclórico o cultural.

 

Convertirla en mero espectáculo. Convertirla en manifestación de lujo y ostentación.

 

 

Se hace necesaria una catequesis
adecuada sobre su sentido sagrado.

 

Sugerencias

 

La procesión no es una marcha sin rumbo. Nos convoca, a través de una imagen, alguien que nos conecta con algo que hemos oído, leído o celebrado en la Eucaristía. Ese alguien vive, no es un icono sin vida.

 

Por eso, algo tan simple como

 

* el respeto a la imagen y lo que representa,

* los adornos y el enrame que lleva,

* las joyas que porta y la forma de colocarlas,
* la devoción y el silencio en el recorrido,
* la dignidad en el vestir y en las palabras,
* la música o los cantos que suenan,
* los bailes o los movimientos...

 

tienen que ser acordes con el Misterio de Dios, de la Virgen o de los Santos a los que se recuerdan, y a la dignidad de la persona que lo porta sobre sus hombros o lo acompaña.

 

Además, sobre las procesiones, hemos de tener en cuenta:

 

  • Han de tener carácter evangelizador.
  • Con recorridos cortos, concretos y fijos.
  • La organización de los actos religiosos de las fiestas patronales compete a la Parroquia.
  • Es a la parroquia a la que corresponde editar los programas de las fiestas religiosas que organiza.
  • Evitar la multiplicación de procesiones
  • Evitar varias imágenes de la Virgen o de Crucificados en la misma procesión.
  • Consultar al Párroco sobre las procesiones de promesa.

 

Teléfono: 922 84 00 19 Correo: [email protected] http://piedadpopular.blogspot.com/


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Puntos para la reflexión sacerdotal sobre la fraternidad sacerdotal.

FRATERNIDAD PRESBITERAL

 

Nunca debemos olvidar que es de la gracia del propio ministerio de donde el sacerdote debe extraer las aguas de su espiritualidad y encontrar la fuente de su santidad.

 

San Pablo recuerda a Timoteo: "Aviva el fuego de la gracia de Dios que está en ti porque te impuse las manos" Y una de las dimensiones de esta gracia es la FRATERNIDAD PRESBITERAL. Imita lo que conmemoras. Confiesa lo que crees y, de tanto creerlo, hazlo ensayo, camino de la vida cotidiana con mis gestos.

 

Dice P. O: "Los presbíteros, constituidos por la ordenación en el Orden del Presbiterado, están unidos todos entre sí por la íntima fraternidad sacramental y forman un presbiterio especial en la Diócesis, a cuyo servicio se consagran bajo el Obispo propio".

 

¿EN QUÉ CONSISTE ESTA FRATERNIDAD

SACRAMENTAL?

 

El Concilio entiende que la comunión en el ejercicio de los poderes sacramentales deriva de la naturaleza misma del Sacramento y desde esta clave teológica, el servicio apostólico aparece como un servicio colegial.

 

Desde esta perspectiva, esta realidad teológica hace que el presbiterado no pueda vivirse ni proyectarse más que desde una autonomía condicionada, que no tiene por qué limitar la libertad personal, pero la regula y la religa a la solidaridad con los demás hermanos en función de la única misión de la Iglesia, que es la única misión de Jesús.

 

De este modo, no se es apóstol sino con; no se es presbítero, sino con. Y esto no es puro juego de palabras. La realidad teologal tiene que hacerse estilo, tiene que configurar nuestro talante, los modales. Tiene que abrimos a otra comprensión y visión de las cosas, educándonos el corazón para que en el ejercicio del ministerio signifiquemos y desarrollemos lo que afirmamos y creemos como realidad teológica.

 

Esta coordinación presbiteral pone de manifiesto que la misión es de Jesús, es única y sólo en función de la misma, todos los presbíteros tenemos que integramos y cohesionamos para no introducir ni fisuras y ni parálisis en el dinámica salvadora de la misión de Jesús.

 

Según esta clave, nosotros, sacerdotes diocesanos, tenemos que vivir la fraternidad diocesana como camino, como latido, como tarea, como encargo.

 

El presbiterio diocesano, desde esta perspectiva, no consiste fundamentalmente en una combinación estructural, sino que cada sacerdote tiene que "vivirse" dentro del presbiterio y el presbiterio tiene que "vivirse" como una realidad sacramental dentro de la Iglesia particular.

 

La diocesaneidad no es un elemento puramente - jurisdiccional. Tiene un contenido místico, una realidad carismática, tiene una fuerza dinamizadora, que debe configurar el estilo y la propia espiritualidad del sacerdote diocesano.

 

¿EN QUÉ CONSISTIRÍA ESTA MÍSTICA DE LA

FRATERNIDAD SACRAMENTAL?

 

Partiendo de la insistencia de san Pablo: "Avivad el fuego de la gracia recibida", podríamos poner en boca del Apóstol en nombre de todo el presbiterio diocesano: Extraed de esa conciencia de la fraternidad sacramental un latido común, un estilo de comportamiento, una capacidad de cooperación y una educación de la propia entraña, para no sabernos vivir más que haciendo camino con otros y para no saber trabajar sino concertando con el resto de los hermanos las tareas en función de la única misión.

 

EXIGENCIAS MÍSTICAS, COMO CAMINO ESPIRITUAL Y CONFIGURACIÓN DEL PROPIO ESTILO, NACIDAS DE ESTA FRATERNIDAD SACRAMENTAL

 

PRIMERA CLAVE: Hacer de todo, ámbito fraterno. Hacer de todo encuentro fraterno, hogar de hermanos, donde cada una se sienta reconocido, como en su casa, sin tenerse que cuidar sus modales o ponerse la careta. Y se está en el hogar, cuando nos creemos, nos queremos, nos tenemos tanta esperanza que siempre nos esperamos.

 

SEGUNDA CLAVE: La cooperación. Se es con otros, se es junto a los otros. Esto exige en ocasiones reconvertirnos, educar el corazón desde la comprensión de que soy junto a, que no tengo razón de ser más que viviéndome "con ".

 

TERCERA CLAVE: Vivir la parcela encomendada en combinación de la única Viña del Señor. Es necesario concentrar en la parcela encomendada toda nuestra capacidad creadora, pero no como propiedad, porque nadie puede adueñarse de ella.

 

CUARTA CLAVE: Considerar la pastoral de conjunto como un ejercicio práctico de cooperación.

 

El esfuerzo pastoral de conjunto no es sólo exigido por los nuevos condicionamientos sociológicos, ni está solamente en función de la rentabilidad pastoral, aunque los incluye. Es un signo cuasi-sacramental, una visibilización de esa co-misión, de esa corresponsailidad, nacida de la fraternidad sacramental.

 

QUINTA CLAVE: Caminar de dos en dos. Es más que una realidad sociológica o psicológica. Podemos estar en un lugar junto a otros compañeros, por casualidad. Pues bien, tendríamos que transformarlo en gracia. Y, por ello, hacer camino "de dos en dos" hasta que el grupo fraterno vaya logrando un alma gemela de sintonía, de cariño, de comprensión, de purificación de actitudes.

 

Desde esta perspectiva de la fraternidad,

podríamos decirle al Señor:

 

Señor Jesús: - ¿Cómo está mi corazón respecto a mis hermanos? - ¿Cómo me sorprendo ante ellos?

¿Qué les aporto con mi carácter, con mi silencio, con mi palabra, con mi transparencia al comunicarme con ellos, con mi diálogo entrañable? ¿O qué les niego?

-¿Cómo me sitúo ante el proceso colectivo? ¿Me inhibo del esfuerzo solidario? ¿O aporto ánimo, esperanza, sabiduría e iniciativa?

-¿Me sorprendo acogiendo las sugerencias de los otros hermanos y, en ocasiones, las interpelaciones? ¿O soy excesivamente autónomo, interiormente parapetado? ¿Me muestro agradecido de que me hagan luz y reconocido porque me ayudan a ponerme en verdad?

-¿Cómo encajo el dolor e integro la lógica penalidad del camino solidario y cotidiano con los demás hermanos? ¿Eso dolor lo vivo como aprendizaje de comunión, como ejercicio de fraternidad, como expresión de estar compartiendo la misma misión de la Iglesia, que es la misión de Jesús?

-¿Cómo es mi mirada sobre los hermanos? ¿Tengo capacidad para fijarme en lo bueno que tiene cada uno y agradecerlo o me paro más bien en lo negativo, hurgando en ello?

 

-¿Cómo se halla mi libertad ante la concertación diocesana desde el enclave concreto donde vivo? ¿Me siento libre para sugerir, para interrogar, para sugerir con el fin de adentrarme en la espesura de la-misión de la Iglesia, de la misión de Jesús?

-¿Se me conmueve el corazón por la ternura, cuando por alguna circunstancia tengo que usar "el bisturí", con el fin de no hacer daño, sino curar?

 

A la luz de estas sugerencias, nos vendría bien ponemos a orar al Espíritu,
diciendo:

 

"En tu luz, queremos ver nuestra luz. Espíritu Santo, ayúdanos a ver si
tenemos corazón de hermano".

 

Lo que veamos de bueno, apuntalémoslo y urjamos al Espíritu a que nos siga ayudando a fortalecer esas actitudes y comportamientos.

Que la comprensión en el Espíritu de la fraternidad sacerdotal nos haga generosos para querernos "a muerte ", para cubrirnos las espaldas, para adentramos cada día más en la espesura del Misterio del Evangelio y para servir, en una concertación inteligente y cordial, a nuestro pueblo.


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Mi?rcoles, 18 de junio de 2008

VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello — La sintonía efectiva y afectiva con el Papa


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La autolesión, es decir el hacerse mal a uno mismo, continua marcando la bimilenaria vida de la Iglesia. Comenzó con Judas que pensaba a su manera de hacer más asequible al poder mundano la persona y la propuesta de Jesucristo. Quizás no tuvo el tiempo para conocer y abrirse plenamente al misterio de Dios hecho hombre por nosotros.

Después del Concilio Vaticano II, a pesar de dos mil años de reflexión e investigación sobre Jesucristo, en la teología hemos experimentado algo similar: sobretodo Karl Rahner realizó un “giro radical’, —que se mostró después como una ruptura y una transformación— tomando distancia de la época precedente, considerando que la reflexión teológica desarrollada hasta ese momento desatendía, o peor aún, que no tomaba en cuenta la realidad del hombre.


¿En que consistía este giro?


En síntesis: todo discurso sobre Dios y sobre su revelación no tendría su origen en Él, sino en una pregunta que el hombre se hace sobre si mismo. Por consiguiente, la teología debería siempre hablar del hombre y de su salvación, plantear la pregunta sobre él y sobre el mundo. Se sabe que las críticas a dicha teoría no faltaron: se pueden recordar las de Leo Scheffczyck, muerto hace unos años después de haber sido nombrado Cardenal.

Dicha posición no se ha quedado solamente en un “pensamiento teológico” sino que se ha convertido en una práctica que ha impregnado, poco a poco, muchos sectores de la doctrina y de la vida eclesial. Una de las consecuencias más clamorosas ha sido el modo de entender la doctrina sacramental: en la actualidad el sacramento no es considerado como proveniente de lo Alto, de Dios, sino como la participación en algo que el cristiano ya posee. La conclusión a la que ha llegado Häuβling es que el hombre en los sacramentos terminaría participando en una acción que no corresponde realmente a su exigencia de ser salvado.


La respuesta a esta tesis “sacramentaria”, siguiendo el giro antropológico de cierta teología, ha sido dada por Joseph Ratzinger cuando tuvo que enfrentar la desviación litúrgica que tiende a prescindir de una acción divina precedente a cualquier pensamiento o acción del hombre, es decir, que tiende a prescindir del “antes” de Jesucristo. El discurso sobre Dios, y el mismo culto a Dios, es posible sólo porque Él se ha dirigido primero a nosotros, al hombre, con su revelación.


La liturgia no es otra cosa que la continuación de esta revelación, como Joseph Ratzinger-Benedicto XVI ha escrito en “Jesús de Nazareth”. Sin el “antes” del descenso de Dios, su Encarnación y, por lo tanto en la liturgia, cualquier discurso teológico y cualquier liturgia pueden ser una alienación o una proyección del hombre.


Se puede ver la proliferación de ensayos de antropología litúrgica, hasta reducir la dimensión de los mismos signos sacramentales, llamados preferiblemente símbolos, al sentido débil actual de signos evocativos pero vacíos.

La situación es grave, no tanto porque todo esto se enseñe incluso en algunas facultades de teología, sino porque parece que no pude ser enfrentando en un debate franco y científico sin ser censurado.
Ya que hoy se busca siempre mirar a Oriente —al menos por educación ecuménica— habría que decir que para la teología oriental “el giro antropológico” es una falsa pista por la que se ha encaminado la teología occidental.

El único tema fundamental de toda la teología de todos los tiempos es, y debe permanecer, la Encarnación del Verbo, el principio humano-divino que ha entrado en el mundo “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. El hombre, separado de Dios, no tiene ninguna posibilidad de sobrevivencia.
De otra manera, insistiendo o concentrado nuestros discursos prácticamente sólo sobre el hombre, como está sucediendo, no se habla más de Dios.

Guiándonos por el camino de la doctrina católica de siempre, el Papa Benedicto XVI, está reconduciendo la atención al “antes” de Dios. Es indispensable, si se quiere que la barca de Pedro permanezca afianzada en la verdad y proceda segura en la paz (cf. Colecta de San León Magno). (Agencia Fides 17/6/2008 líneas 51 palabras 697)


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Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 18 de Junio en la sección CRITERIOS baja el epígrafe "Luz en el Camino". 


Luz en el Camino Fernando Lorente, o.h. *

 

 

Madurar juntos

Madurar juntos


RECOGEMOS de un gran escritor y pensador inglés católico, Chesterton, la afirmación siguiente: "El divorcio es, en el mejor de los casos, un fracaso, y nos interesa mucho más buscar y curar sus causas que completar sus defectos".

En relación con el libelo de repudio, Cristo admite una única excepción, el caso de fortificación adulterio. Pero ¿se trata de una excepción o debe entenderse que el divorcio no es permitido sino exigido por la ley judía en ese caso?

¡Divorcio!, qué palabra más llevada y traída por la sociedad y, particularmente, por muchos de nuestros políticos desde el poder y desde fuera de él. La buena política de un Estado, en esta materia como en tantas otras, es la de enseñar y ayudar a vencer las dificultades de la vida de los ciudadanos, no aumentárselas. El divorcio es una palabra que ha protagonizado y sigue protagonizando más debates frontales y está haciendo correr largos ríos de tinta en esta vida nuestra de cada. En este caso, no entramos hoy en la discusión de un estudio técnico, sino que vamos a contar una bella historia de amor y de larga fidelidad, entre las que me han narrado los ancianos pacientes en esta clínica (hoy hospital) de San Juan de Dios.

Se trata de una pareja de avanzada edad, rayando los cien años. Con qué gozo me contaban la fiesta familiar de su ochenta aniversario de boda. La parte "más" de esta historia matrimonial queda contenida en la declaración que me hicieron estos esposos: "Para ser sinceros, hemos tenido buenos y malos momentos, como cualquier otra pareja. Lo mejor, de todas formas, es que hemos madurado juntos". Y terminaron con esta sincera y profunda manifestación, ofreciendo esta otra rectitud de conducta: "El truco es que nunca nos hemos dado por vencidos en nuestras relaciones. Madurar así juntos, supone, en primer lugar, aceptar que el amor, como los frutos en la primavera, no está todavía en sazón, no ha llegado a granar en la hora temprana de un matrimonio recién estrenado. Supone comprender que el amor no se cogió nunca adulto en la cima del desarrollo, sino que hay que ir construyéndolo hora a hora, como se levantan todas las construcciones, colocando un ladrillo sobre el otro, un esfuerzo sobre otro esfuerzo, la renuncia y la dicha de hoy sobre la dicha y la renuncia de ayer".

Ante esta vivencia y ante otras similares que he escuchado de ancianos, hospitalizados o en sus domicilio uno piensa que, junto al largo frente de los que esperan una solución oficial para su problema, hay otra amplia representación de divorciados anónimos que, compartiendo hace tiempo la tragedia de una soledad en compañía, nunca llegarán, desde sus criterios religiosos o censuras sociales, a ampararse en una salida que no les vale. Pero el último extremo de un divorcio legal o de una soledad largamente arrastrada en compañía puede estar gritando la urgencia, como última experiencia, del truco de estos viejos, pacientes en este centro hospitalario o visitados en su domicilio de Los Sauces (La Palma) durante el período de más de 20 años: "Nunca nos hemos dado por vencidos en nuestras relaciones".

Terminamos estas entrañables referencias con esta reflexión desprendida del recuerdo de mis padres y del encuentro apostólico con tantos ancianos fieles a sus compromisos sociales y cristianos: "¡Cuántas veces los conflictos matrimoniales son fruto de una reclusión crónica en los propios puntos de vista que han impedido que el yo y el tú hayan madurado en el nosotros!".

Finalmente, escuchemos la llamada de un viejo pastor apostólico: "Creed en vuestra vocación, en esa hermosa vocación al matrimonio y a la paternidad que Dios os ha dado. Creed que está con vosotros, porque toda paternidad en los cielos y en la tierra recibe su nombre de él. No penséis que hay algo que podáis hacer en vuestra vida que sea más importante que ser un padre y una madre verdaderamente cristianos. El futuro de la Iglesia, el futuro de la Humanidad depende en gran parte de los padres y de la vida familiar que construyen en sus hogares. La familia es la verdadera medida de la grandeza de una nación, del mismo modo que la dignidad del hombre y de la mujer es la auténtica medida de la civilización" (Juan Pablo II. 1979).

* Capellán de la clínica S. Juan de Dios


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Martes, 17 de junio de 2008

 

 

ANTE  LA  APROBACION  DE  LOS  LINEAMIENTOS  CURRICULARES PARA  LA  EDUCACION  SEXUAL INTEGRAL

(Programa Nacional de Educación Sexual Integral - Ley Nacional 26.150)


Ante la aprobación de los “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral” en las escuelas, la Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina, se dirige a padres de familia, autoridades educativas en general, directivos y docentes de institutos, alumnos y a toda persona de buena voluntad preocupada por la educación, a fin de esclarecer aspectos importantes acerca de los contenidos del Documento aprobado.

La Iglesia, a lo largo de todo el proceso de concertación y elaboración de los Lineamientos Curriculares, ha participado activamente de distintas maneras a través de sus representantes con sugerencias, críticas y aportes propositivos, para que el Documento final contribuyera a consolidar la formación armónica y equilibrada de la persona, en un tema tan delicado como es la educación sexual.

Muchos de esos aportes no fueron incluidos en el Documento y otros han quedado sumamente desdibujados, lo cual nos lleva a no compartir planteos y formulaciones de relevancia relacionados con la concepción y la forma como en las escuelas debe ser abordada la educación de la sexualidad. Entre los planteos y formulaciones objetados, señalamos principalmente los siguientes: 

1.     Omite el ordenamiento de la sexualidad humana al amor, oscureciendo el sentido de la complementariedad física, espiritual y moral del hombre y de la mujer y soslaya la concepción del matrimonio como una opción de vida.

2.     Omite el rol de la familia como agente natural y primario de la educación de sus hijos y sus consecuentes derechos, reconocidos en nuestra Constitución y en la Ley de Educación Nacional [1], aunque reconoce la necesidad de su participación. El carácter de obligatoriedad de los lineamentos, no deja mayor margen de acción a los padres para objetar aquellos contenidos que pudiesen atentar contra sus convicciones religiosas y morales.

3.     Sobredimensiona el modelo biológico-higienista al proponer como eje prioritario la promoción de la salud en general y reproductiva en particular [2].

4.     Presenta como derecho fundamental de niños/as y adolescentes el acceso a los métodos anticonceptivos
[3] y prevé aprendizajes para que los menores hagan exigible ese derecho [4], sin mencionar que tal derecho se inscribe en el marco del ejercicio de los derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad, tal como prescribe La Ley 25.673 de salud sexual y procreación responsable [5].

5.     Minimiza la dimensión ética de la sexualidad centrada en valores y virtudes morales.

6.     Enfatiza el uso único y obligatorio de elementos de prevención para evitar el contagio del HIV-SIDA[6] que, además de ser moralmente objetables, han producido resultados negativos e insuficientes en todo el mundo. Al mismo tiempo, se omite por completo la educación en la abstinencia y en la fidelidad mutua como conductas preventivas del contagio del HIV- SIDA, a pesar de que en la actualidad tienen prioridad para los más destacados especialistas médicos como es de público conocimiento [7].


7.     Concibe la identidad sexual como una construcción socio-histórico-cultural, relegando el hecho de que la persona humana desde su concepción biológica es sexuada, varón o mujer [8].


8.     La aprobación de los lineamientos curriculares como “piso común obligatorio”  [9] para implementar la educación sexual integral en todas las escuelas del país, socava los ámbitos propios de decisión de las instituciones educativas y de las jurisdicciones. No se advierte cómo adaptará cada comunidad educativa los aprendizajes a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros, tal como prevé la misma ley [10] sí aquellos, aprobados como pautas comunes obligatorios, los contradicen, debilitan u omiten.

Renovamos como Pastores de La Iglesia nuestro compromiso con el hombre y con la educación como aspecto esencial del bien común de nuestra patria.

Exhortamos a todo cristiano y hombre de buena voluntad, especialmente a padres y educadores, a asumir la responsabilidad que les cabe en esta instancia, sintiéndose acompañados por La Iglesia, Madre y Maestra.

Comisión Episcopal de Educación Católica de la

Conferencia Episcopal Argentina

17 de junio del 2008





[1] Cf. “Ley de Educación Nacional N° 26.206”, Arts 6 y 128 a y 129.
[2] “Que los lineamientos curriculares propuestos se enmarcaran en una perspectiva o enfoque que atenderá principalmente a los siguientes criterios: la promoción de la salud...”, Cf. Resolución CFE, 29 de mayo de 2008, por la que se aprueban los Lineamientos Curriculares, Pág.5. Cf. “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral”, Educación Primaria - II Ciclo (Ciencias Naturales), y Educación Secundaria - Ciclo orientado (Ciencias Naturales - Educación para la Salud).
[3] “El conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y de regulación de la fecundidad existentes, y el análisis de sus ventajas y desventajas para permitir elecciones conscientes y responsables”, Cf. Ministerio de Educación de la Nación, Consejo Federal de Educación, “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral;”Programa Nacional de Educación Sexual Integral - Ley Nacional N° 26.150” (para la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual en las Escuelas), Pág. 27.

[4] “El desarrollo de competencias relacionadas con la exigibilidad de estos derechos”, Cf. Ibid  Págs. 25 y 27.

[5] “La presente ley se inscribe en el marco del ejercicio de los derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad”, Cf. “Ley Nacional N° 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable”, Art. 4.

[6] “El conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y de regulación de la fecundidad existentes, y el análisis de sus ventajas y desventajas para permitir elecciones concientes y responsables, enfatizando en que el preservativo es el único método existente  para prevenir el VIH/Sida”, Cf. “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral...”, Pág. 27.

 [7] Cf. “Informe del Ministerio de Salud de Uganda, junio 2000;  Informe OMS,  año 2003”; Documento firmado por 150 expertos provenientes de 36 países, noviembre 2004.
[8] La “identificación de representaciones estereotipadas en la construcción de la masculinidad en los varones”; “y en la construcción de la feminidad en las mujeres”, Cf. Ministerio de Educación de la Nación, Consejo Federal de Educación, “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral”; ”Programa Nacional de Educación Sexual Integral - Ley Nacional N° 26.150”, (para la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual en las Escuelas), Educación Secundaria - Ciclo Orientado, Pág. 32.

[9] “El presente documento acuerda un piso común obligatorio para el abordaje de la educación sexual integral en todas las escuelas del país. Tomando estas pautas comunes y obligatorias, cada jurisdicción podrá realizar ajustes y /o adecuaciones de acuerdo a sus realidades y necesidades”, Cf. Ibid. Pto. 2, Pág. 4.

[10] “Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”, Cf. “Ley Nacional N° 26.150” (que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral), Art. 5.

 

 


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ZENIT publica el decreto de aprobación definitiva de los estatutos del Camino Neocatecumenal, entregado el 13 de junio del Consejo Pontificio para los Laicos.

 

 

PONTIFICIUM CONSILIUM PRO LAICIS

1140/08/AIC-110

 

DECRETO

 

El Camino Neocatecumenal comenzó en 1964 entre los habitantes de las barracas de Palomeras Altas, en Madrid, por obra del señor Francisco José (Kiko) Gómez Argüello y de la señorita Carmen Hernández quienes, a petición de los mismos pobres con quienes vivían, comenzaron a anunciarles el Evangelio de Jesucristo. Con el transcurso del tiempo este kerygma se concretó en una síntesis catequética fundada sobre el trípode "Palabra de Dios-Liturgia-Comunidad" y cuya finalidad es conducir a las personas a la comunión fraterna y a una fe madura.


Este nuevo itinerario de iniciación cristiana, nacido en la estela de la renovación suscitada por el Concilio Ecuménico Vaticano II, suscitó el vivo interés del entonces arzobispo de Madrid, Su Excelencia monseñor Casimiro Morcillo, que animó a los iniciadores del Camino a llevarlo a las parroquias que lo solicitaran. Éste se difundió así gradualmente en la archidiócesis de Madrid y en otras diócesis españolas.


En 1968 los iniciadores del Camino Neocatecumenal llegaron a Roma y se establecieron en el Borghetto Latino. Con el consenso de Su Eminencia el cardenal Angelo Dell'Acqua, entonces Vicario General de Su Santidad para la ciudad de Roma y Distrito, se comenzó la primera catequesis en la parroquia de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento y Santos Mártires Canadienses. A partir de aquella fecha el Camino se ha ido poco a poco difundiendo en diócesis de todo el mundo.


El Camino Neocatecumenal es un itinerario de formación católica que "está al servicio del Obispo como una de las modalidades de realización diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe" (Estatuto, art. 1 § 2). El mismo está dotado de personalidad jurídica pública (cfr. Decreto del Pontificio Consejo para los Laicos del 28 de octubre de 2004).


El Camino Neocatecumenal - vivido en el seno de las parroquias, en pequeñas comunidades constituidas por personas de diversa edad y condición social - se realiza según las líneas propuestas por los iniciadores, contenidas en el Estatuto y en los volúmenes titulados Orientaciones a los Equipos de Catequistas (cfr. Estatuto, art. 2, 2º); tiene como fin último el llevar gradualmente a los fieles a la intimidad con Jesucristo y de convertirlos en sujetos activos en la Iglesia y testigos creíbles de la Buena Noticia del Salvador; promueve la misión ad gentes no solo en los países de misión, sino también en aquellos de antigua tradición cristiana hoy por desgracia profundamente secularizados; es un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el Bautismo según las normas contenidas en el Ordo Initiationis Christianae Adultorum (Sagrada Congregación para el Culto Divino, 6 de enero de 1972).


En muchas ocasiones y de diversas maneras el siervo de Dios Juan Pablo II subrayó la abundancia de frutos de radicalismo evangélico y de extraordinario impulso misionero que el Camino Neocatecumenal lleva a la vida de los fieles laicos, a las familias, a las comunidades parroquiales, y la riqueza de las vocaciones que el mismo suscita al sacerdocio y a la vida religiosa, revelándose como "itinerario de formación católica válida para la sociedad y los tiempos actuales" (AAS 82 [1990] 1513-1515).


A su vez, el Santo Padre Benedicto XVI, dirigiéndose a los miembros del Camino Neocatecumenal el 12 de enero de 2006, afirmó: "Vuestra acción apostólica se coloca en el corazón de la Iglesia, en total sintonía con sus directivas y en comunión con las Iglesias particulares en las que iréis a actuar, revalorizando plenamente la riqueza de los carismas que el Señor ha suscitado a través de los iniciadores del Camino" (Enseñanzas de Benedicto XVI II, 1 [2006], 58-59).


Por lo tanto:


Transcurrido el quinquenio de aprobación "ad experimentum" del Estatuto del Camino Neocatecumenal (cfr. Decreto del Pontificio Consejo para los Laicos del 29 de junio de 2002);

Tenido en cuenta la preciosa contribución - corroborada por numerosos obispos - que el Camino continúa aportando a la obra de la nueva evangelización, mediante una praxis acogida y valorada en sus ya cuarenta años de vida en muchas Iglesias particulares;

Vista la instancia dirigida a este Dicasterio por el señor Francisco José (Kiko) Gómez Argüello, por la señorita Carmen Hernández y por don Mario Pezzi, miembros del Equipo responsable internacional del Camino Neocatecumenal, para solicitar la aprobación definitiva de dicho Estatuto;

Acogiendo favorablemente los cambios aportados a la redacción del Estatuto;


Vistos los artículos 131 y 133, § 1 y § 2, de la constitución apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana, el Pontificio Consejo para los Laicos


DECRETA


la aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal debidamente compulsado por el Dicasterio y depositado en copia en sus archivos. Ello en la confianza que estas normas estatutarias constituyen líneas guía firmes y seguras para la vida del Camino y que las mismas sean de ayuda a los Pastores para su paternal y vigilante acompañamiento de las comunidades neocatecumenales en las Iglesias particulares.


Dado en el Vaticano el 11 de mayo de 2008, solemnidad de Pentecostés.


+Josef Clemens

Secretario

+Stanislaw Card. Rylko

Presidente

 

[Traducción del original italiano realizada por Inmaculada Álvarez]


La Plata (Agencia Fides) - En una carta dirigida a los sacerdotes, a las personas consagradas y a todos los fieles de la arquidiócesis con motivo del Año Jubilar en honor del Apóstol San Pablo el Arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recuerda que si bien las celebraciones principales se desarrollarán en Roma es toda la Iglesia la que “es convocada a vivir este jubileo mediante asambleas litúrgicas y diversos actos de devoción, iniciativas pastorales, culturales y sociales inspiradas en la teología y la espiritualidad paulinas”.

 

 
EL AÑO JUBILAR EN HONOR DEL APÓSTOL SAN PABLO
 

Carta de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata 

(11 de junio de 2008)

 

A los sacerdotes del presbiterio platense, a las personas consagradas y a todos los fieles de la arquidiócesis:

 

El Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado un Año Jubilar especial para conmemorar el bimilenario del nacimiento del apóstol San Pablo, que se extenderá desde el 28 de junio de 2008 hasta el 29 de junio de 2009. Este período ha sido elegido teniendo en cuenta que, según el juicio de los historiadores, el Apóstol de los Gentiles nació entre los años 7 y 10 de la era cristiana.

 

Las celebraciones principales se desarrollarán en Roma, y más precisamente en la basílica papal de la via Ostiense, bajo cuyo altar se conserva el sarcófago con los restos del Apóstol, según lo atestiguan una incontrovertible tradición y el parecer concorde de los expertos.

 

Pero la Iglesia toda es convocada a vivir este jubileo mediante asambleas litúrgicas y diversos actos de devoción, iniciativas pastorales, culturales y sociales inspiradas en la teología y la espiritualidad paulinas. Es mi deseo que la Iglesia particular de La Plata responda con diligencia a esta iniciativa y pueda vivir con sincero fervor este acontecimiento de gracia.

 

Solicito encarecidamente a los amados sacerdotes, a las personas consagradas empeñadas en responsabilidades pastorales y a los laicos comprometidos en tareas educativas, que durante el año jubilar procuren difundir entre los fieles el conocimiento de la vida, la misión y la doctrina de San Pablo, mediante la predicación, la catequesis o la enseñanza religiosa escolar, según las circunstancias y las posibilidades de las respectivas comunidades. Que todos los fieles se sientan invitados a alimentar su fe y su amor a Cristo a través de la lectura y meditación de las cartas paulinas; brindémosles la ayuda necesaria para concretar ese objetivo organizando diversas actividades: retiros, cursillos, grupos de estudios bíblicos y sesiones de lectio divina.

 

En el orden diocesano procuraremos inspirarnos en las enseñanzas y el ejemplo del Apóstol para definir los modos y los tiempos de la misión que hemos de retomar incesantemente y que corresponde dirigir sobre todo a aquellos lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, a los ambientes difíciles y olvidados (cf. Mensaje de la V Confer. Gral. a los pueblos de América Latina).

 

Refiriéndose a la actualidad del ejemplo de San Pablo, decía Benedicto XVI: Los extraordinarios resultados apostólicos que pudo conseguir no se deben atribuir a una brillante retórica o a refinadas estrategias apologéticas y misioneras. El éxito de su apostolado depende, sobre todo, de su compromiso personal al anunciar el Evangelio con total entrega a Cristo, entrega que no temía peligros, dificultades ni persecuciones (Homilía del 28.06.07). Quiera Dios que el año jubilar que iniciaremos dentro de unos días nos ayude a crecer en el amor a Cristo, en la comunión eclesial y en la adhesión a su centro visible, el Papa, sucesor de Pedro y portador del espíritu de Pablo.

 

La Penitenciaría Apostólica ha comunicado, en nombre del Romano Pontífice, la concesión del don de la indulgencia a todos los fieles, para que participando de los tesoros espirituales de la Iglesia podamos renovar y fortalecer nuestros propósitos de purificación interior y nuestra aspiración a la santidad. Es ésta una oportunidad propicia para que los sacerdotes recuerden a todos la doctrina sobre las indulgencias, tal como está expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 1471-1479), y las condiciones generales para obtener la indulgencia plenaria: confesión sacramental y comunión eucarística, excluyendo todo apego al pecado, y oración según las intenciones del Santo Padre. Les pido también que faciliten especialmente el acceso de los fieles al sacramento de la Reconciliación.

 

En la arquidiócesis de La Plata se podrá obtener la indulgencia plenaria, supuesto el cumplimiento de las condiciones generales, en las siguientes ocasiones:

 

 

1. En el inicio del año jubilar, en todas las iglesias y capillas en las que se celebre la misa de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo el sábado 28 de junio por la tarde y  el domingo 29.

 

2. Desde el 1° de julio de 2008 hasta el 28 de junio 2009:

          2.1. En la Iglesia Catedral, el primer domingo de cada mes.

          2.2. En las parroquias San Pablo Apóstol y Santos Pedro y Pablo, el segundo domingo de  cada mes.

          2.3. En la Basílica de San Ponciano, el día 29 de cada mes.

 

3. Como corresponde al obispo, en cuanto pastor de la Iglesia local, determinar otros días para la obtención de la indulgencia según la utilidad de los fieles, exhorto a los párrocos a organizar celebraciones y ejercicios de piedad en honor del Apóstol de los Gentiles y a comunicarme con la debida anticipación las fechas sugeridas, para emitir la autorización necesaria.

 

 

Por mi parte, daré solemne inicio al año jubilar en la Santa Misa que celebraré el domingo 29 de junio a las 20 horas en la Iglesia Catedral. En esa oportunidad rogaré por todos ustedes, para que sean abundantemente enriquecidos con los frutos espirituales que podemos esperar de este jubileo extraordinario.

 

Los saludo afectuosamente y les envío una cordial bendición.

 

En la sede arzobispal de La Plata, 11 de junio de 2008, fiesta del apóstol San Bernabé.

 

 

P.S.: Este mensaje deberá ser leído en las misas vespertinas del sábado 21 y en todas las misas del domingo 22 de junio de 2008.

 

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


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Artículo publicado en el Boletín Oficial del Obispado de Tenerife en la Sección "Departe del Obispo", número 1, 2 y 3 - ENERO, FEBRERO MARZO  2008.


LA IGLESIA Y
LOS INMIGRANTES

- Día del inmigrante y del refugiado - 


De nuevo, un año más, y con este van 94, el próximo domingo 20 de enero, la Iglesia Católica celebra el "Día del Emigrante y del Refugiado", en esta ocasión bajo el lema "Los jóvenes migrantes". Es una Jornada en la que la Iglesia pide a sus fieles, y a todos los que quieran escuchar su mensaje, que presten una mayor atención al fenómeno de las migraciones, tomando con-ciencia de la situación personal, familiar, social y religiosa de las personas emigrantes e implicándose directamente en todo lo que sea necesario para mejorar sus condiciones de vida. Es una Jornada en la que se educa y exhorta a los fieles en la acogida y amor a los emigrantes y, también, se realiza una colecta en todas las misas del sábado y domingo para ayudarles en sus necesidades a través de las obras sociales de la Iglesia. Colecta a la que invito a todos a con­tribuir con generosidad, bien directamente en las misas del próxi­mo domingo o en cualquier otro momento entregando un donativo a Cáritas con esa finalidad.

 

Actualmente, se calcula que en todo el mundo, entre migrantes y refugiados, hay 190 millones de personas, además de unos 25 millones de desplazados internos. Constituyen una multitud inmensa que, por razones económicas, políticas y de conflictos bélicos, tienen que abandonar su tie­rra, sus familias, sus costumbres, su lengua, su cultura... para buscar la supervivencia personal y de los suyos en otros lugares.

 

En España, en un solo año, el número de personas inmigrantes ha aumentado en 751.958, dando un total de 4.482.568 el número de los pre­sentes en nuestro país en 2007 (un 9,9% de la población total). Es un dato que no debemos pasar por alto: el año pasado entraron en España más de 750.000 personas inmigrantes. De éstos, ¿cuántos han llegado a Canarias vía cayucos o pateras? Unos 11.000 (no llega al 1,5 %). Ahora bien, apro­ximadamente la mitad han sido repatriados a sus países de origen y el resto enviados a la Península, salvo los menores que permanecen en las islas. Digo esto porque, a veces, como lo que se visualiza en los Medios de Comunicación es el drama -y a veces la muerte- de estos hermanos de África, da la impresión de que estamos siendo invadidos desde el vecino conti­nente y se corre el peligro de sembrar entre los canarios un infundado temor hacia estas personas que se juegan la vida en busca de un futuro mejor para sus familias -con el mismo derecho que lo hemos hecho los canarios en otras épocas- y que, lejos de ser una amenaza, su presencia puede tener repercusiones muy positivas, pues con su fortaleza de ánimo, con su traba-jo, con sus valores... seguro que harán mucho bien en nuestra sociedad. No lo olvidemos, sólo el 1,5% llega en pateras y cayucos (y aquí sólo perma­necen los menores); el 98,5 % restante han llegado a España (también a Canarias) por otras vías. Todos los cristianos, y particularmente los agentes de pastoral, debernos promover el respeto y la acogida positiva de los inmi­grantes sean de la nación que sean.

 

Precisamente, para llevar a cabo una adecuada tarea en este campo, el 22 de noviembre pasado, los obispos españoles hemos publicado el documento "La Iglesia en España y los inmigrantes", en el que se hace una reflexión -desde la fe cristiana- sobre los inmigrantes y se dan orientacio­nes prácticas para una acción pastoral con ellos. Como decimos en el pro­pio texto, "va dirigido principalmente a todas las personas, instituciones y organizaciones de la Iglesia que se ocupan de la atención pastoral, en su sentido más amplio, de este sector de la población. Incluimos obviamente a nuestras comunidades cristianas. También incluimos a los propios inmi­grantes en cuanto que están llamados a ser, junto con nosotros, agentes de transformación de nuestras comunidades y de nuestra sociedad. No exclui­rnos como destinatarios de nuestra palabra, menos aún de nuestra acción, a la misma sociedad, al menos en lo que respecta a su sensibilización ante un fenómeno que a todos nos afecta e interpela". Su lectura, sin duda, nos ayuda a comprender mejor el complejo fenómeno de la inmigración, con sus causas y consecuencias, y nos orienta para actuar convenientemente a fin de posibilitar sus repercusiones positivas y atenuar las negativas, de modo que la inmigración constituya un factor positivo en los aspectos sociales, económicos, políticos y religiosos. El documento se puede adqui­rir en las librerías diocesanas o leerlo directamente en Internet:

 

Por otra parte, los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones, bajo el lema "Joven inmigrante, la parroquia sale a tu encuen­tro", han publicado un breve mensaje en el que nos dicen que "ante la espe­cial situación de los inmigrantes en nuestro país, de la problemática de los indocumentados o "sin papeles", nuestras parroquias y comunidades cris­tianas deben adoptar una postura activa para dar una respuesta en la medi­da de sus posibilidades. La razón última ha de ser siempre no tanto la situa­ción legal o jurídica, sino la igual dignidad de toda persona, sus derechos fundamentales y el mandato del Señor". En nuestra Diócesis ya se está tra­bajando en este sentido, pero debemos hacer mayores esfuerzos, no ya sólo para acoger a los que acuden a nosotros, sino para salir al encuentro de todos, especialmente de los más necesitados, y ofrecerles nuestro apoyo y solidaridad y, particularmente, a los que son cristianos invitarles a partici­par como un fiel más en la vida de la parroquia, en la seguridad de que con su presencia y acción las comunidades cristianas se renuevan y se enriquecen.

 

Además de lo que hacen las parroquias con sus Cáritas respecti­vas, también Cáritas Diocesana tiene dos centros de acogida de inmigran tes. Uno en Cranadilla para Inmigrantes adultos y otro en la vuelta de los Pájaros para inmigrantes jóvenes, que actualmente está ocupado por jóve­nes que, una vez cumplida la mayoría de edad, abandonan los centros tute­lados por el Gobierno de Canarias. En estos centros, que son de tránsito o de temporalidad limitada hasta que puedan independizarse, además de la atención básica de alimentación, salud y vestido, se les ofrece formación, orientación jurídica y se les ayuda a conseguir algún trabajo acorde con sus capacidades. Dios quiera que, con el apoyo de todos, estos centros puedan seguir realizando esta magnífica labor y ojalá contáramos con más medios y personas para realizar otros proyectos de acogida digna y trato humano a los inmigrantes que lo necesiten.


Artículo publicado en el Boletín Oficial del Obispado de Tenrife en la sección "Del Obispo Diocesano", números 1, 2 y 3 - ENERO, FEBRERO MARZO 2008.


"LA FAMILIA Y LA PAZ"

- Jornada Mundial de las Paz -

 

 

Han pasado 41 años desde que el Papa Pablo VI propusiera la celebración anual de una Jornada Mundial de la Paz coinci­diendo con el día de Año Nuevo. Así comenzaba el primer Mensaje para la celebración de esta Jornada por él instituida: "Nos dirigi­mos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar "El Día de la Paz" en todo el mundo, el primer día del año civil, 1 de enero de 1968. Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa. al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura".

 

Desde entonces "El Día de la Paz" ha celebrado ininterrumpidamente y se han ido sucediendo cada año los mensajes de los Papas, tratando distintos temas relacionados con la paz (11 mensajes Pablo VI, 27 Juan Pablo II y 3 Benedicto XVI). El lema de este año es "Familia humana, comunidad de paz" y, en el Mensaje, el Papa hace un paralelismo entre la familia natural y la familia humana global, proponiendo la familia corno "la primera e insustituible educadora de la paz". Benedicto XVI parte del hecho de que "la familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es el "lugar primario de 'humanización' de la persona y de la sociedad", la "cuna de la vida y del amor" [...]. En efecto, en una vida familiar "sana" se experi­mentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo".

 

El Mensaje que abarca cuatro folios (y que este domingo repartimos en todas las iglesias de la Diócesis) se desarrolla en seis apartados en los que el Papa va exponiendo su pensamiento con agudeza y claridad: 1. Familia, sociedad y paz; 2. La humanidad es una gran familia; 3. Familia, comunidad humana y medio ambiente; 4. Familia, comunidad humana y economía; 5. Familia, comunidad humana y ley moral; 6. Superación de los conflictos y desarme. La temática tratada por el Papa es muy sugerente y con un gran sentido práctico, les recomiendo la lectura completa del docu­mento, así como la participación en la "Peregrinación a Candelaria en ora­ción por la paz" que este año será el sábado 23 de febrero, partiendo de la Iglesia de Santo Domingo de La Laguna.

 

Por otra parte, hoy la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. Es una celebración, dentro de la Navidad, para recordar que el Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de una familia y vivió la vida fami­liar como cualquiera de nosotros. Es una ocasión para valorar y dar gracias por nuestras familias y por todos los dones que hemos recibido a través de ella. Sin duda lo que somos, lo que tenemos, lo que sabemos y lo que cre­emos se lo debemos en gran medida a nuestra familia, entendida ésta como una cadena de generaciones que se han ido sucediendo a lo largo del tiem­po. Somos herederos del saber y del esfuerzo de nuestros antepasados, por eso también este día hacemos un recuerdo agradecido de nuestros familia-res ya fallecidos.

 

La familia es fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social, por eso decimos siempre que es la célula de la sociedad y, por extensión, también lo es de la Iglesia. Esto quiere decir que la familia es la primera sociedad natural a partir de la cual se construye todo el entramado social y, por tanto, la comunidad humana no puede prescindir del servicio que presta la familia. No hacen falta muchos argumentos para comprender que si hay buenas familias se garantiza mejor la convivencia pacífica y el desarrollo de la vida social. Los cristianos ponemos nuestra mirada en la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de vida familiar fijándonos en el testimonio de sus virtudes domésticas y de su unión en el amor, en el trabajo y la oración. Precisamente hoy tiene lugar en la Plaza de Colón de Madrid un encuentro multitudinario bajo el lema "Por la fami­lia cristiana" con la finalidad de afirmar el valor del concepto cristiano de familia. Nosotros, aquí en nuestra Diócesis, también tenemos un encuentro anual de familias. Este año lo haremos el domingo 18 de mayo en Candelaria.

 

"La familia y la paz" son dos realidades que van juntas y se impli­can mutuamente. El Papa ha querido unirlas en su Mensaje para "El día de la paz". A la espera de leer el documento completo, nos quedamos que esta afirmación suya: "La negación o restricción de los derechos de la familia, al oscurecer la verdad sobre el hombre, amenaza los fundamentos mismos de la paz. Por tanto, quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal "agen­cia" de paz. Este es un punto que merece una reflexión especial: todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz. La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz. Concretamente, los medios de comunicación social, por las potencialidades educativas de que disponen, tienen una responsabilidad especial en la pro-moción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza".


Lunes, 16 de junio de 2008

SEMINARIO DIOCESANO DE TENERIFE
LA LAGUNA
www.seminariodetenerife.org

[email protected]



4 de junio de 2008

Querido hermano/a:

 

Próximo ya el final del curso te envío el díptico para el Cursillo de Selección y Discernimiento para los candidatos al seminario que se desarrollará del 1 al 8 de julio. La información y los informes que se piden son muy importantes para conocer, un poco más, a los chicos fuera del ámbito del cursillo y de las convivencias.

 

Es deber de todos los cristianos la preocupación por las vocaciones al sacerdocio ministerial pero, son los sacerdotes los principales implicados ya que suelen ser los referentes o mediaciones de los que Dios se vale para hacer resonar "Su Voz", en el corazón de muchos niños y jóvenes (las familias cristianas y el testimonio gozoso de los sacerdotes han sido siempre estímulo y vivero vocacional). Dios llama a quien quiera y cuando quiera pero es importante estar atentos también en la niñez y en la adolescencia; nos dice el Cardenal Arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela: "las vocaciones tempranas no son fruto de la imaginación infantil" (te adjunto el extracto completo).

 

Todavía, en nuestra diócesis, sigue habiendo chicos cercanos a nuestras comunidades; hay que estar atentos a aquellos que muestren "gérmenes de vocación" para ayudarles a responder. Muchas veces, las inquietudes vocacionales están mezcladas con otros planteamientos pues "el trigo crece con la cizaña" de ahí que estemos vigilantes y diligentes para no llegar tarde a la hora de presentar la propuesta.

 

Terminamos el curso en el Seminario con 31 alumnos en el Menor y 24 en el Mayor. Es necesario, sin descuidar a los jóvenes, que hagamos un esfuerzo por los candidatos al Seminario Menor pues lo ideal es que hubiese en torno a los 50 chicos para que continúe siendo la cantera del futuro presbiterio.

 

En orden a seguir promoviendo las vocaciones cuenta con nuestra ayuda y con los medios que tenemos actualmente a nuestro alcance. Por último, te agradecemos tu cercanía y apoyo al Seminario.

 

Quedamos a tu disposición para cualquier aclaración que necesites. Recibe un saludo fraterno del equipo de formadores.

 

Juan Manuel Yanes Manero


Rector del Seminario

 

SEMINARIO DIOCESANO DE TENERIFE


El Rector del Sminario de Temerife anuncia Cursillo de Selección y Discernimiento vocacional para los candidatos al seminario que se desarrollará del 1 al 8 de Julio.

CURSO DE DISCERNIMIENTO VOCACIONAL

 

Destinatarios: 

 

Jóvenes que estén cursando 4° ESO, Bachillerato o similar, universitarios o adultos.

 

Objetivo General:

 

Que los jóvenes se encuentren consigo mismos para que descubran la voluntad de Dios en sus vidas; su posible vocación sacerdotal.

 

Temática:

 

Presentación, dinámicas de conocimiento e integración.

Descubrimiento de su personalidad: madurez, carácter, complejos, trau­mas, y clarificación del concepto de vocación en sentido general.

La vida como vocación: El seguimiento de Jesús.

La vocación al ministerio sacerdotal.

La respuesta vocacional: Dificultades y soluciones.

Retiro Espiritual.

Consultas e intercambios.

Actividades múltiples y excursiones.

 

Metodología:

 

Encuestas, introducciones temáticas, trabajo personal, trabajo en grupos, puestas en común, síntesis personal de cada uno, diálogo, testimonios, entrevis­tas...

 

Material:

 

Deben traer:

 

Libreta, bolígrafo y Biblia.


Vestimenta adecuada: diario, deporte, playa y algo de abrigo.

 

Aportación económica: 80 € Inscripción:

 

Inscripción

 

Además del informe del párroco, certificado de notas e informe del tutor. debe traer 2 fotografías tamaño carné, fotocopias del DNI y Cartilla de la Seguridad Social.


El Rector del Seminario anuncia el Cursillo de selección y Discernimiento para los candidatos al Seminario que se desarrollará del 1 al 8 de Julio.


CURSO DE SELECCIÓN PARA EL SEMINARIO MENOR        


Destinatarios:

 

Chicos que tengan aprobado 6° de Primaria y aquellos que estén cursando ESO.

 

Aptitudes:

 

Dada la finalidad específica del Seminario, sólo pueden ser admitidos los que den señales de poseer "indicios de vocación" y estén adornados de las dis-posiciones, aptitudes y madurez cristiana conveniente a su edad, a juicio de los formadores y de su párroco, y tras una etapa prudencial de preparación y aten­ción al aspirante. Han de tenerse en cuenta, también, los diversos aspectos de la situación familiar y las disposiciones y motivaciones de los padres en relación con el ingreso del candidato en el Seminario.

 

Material

 

Deben traer:

 

Libreta, bolígrafo y el Nuevo Testamento.

Vestimenta adecuada: diario, paseo, deporte, playa y algo de abrigo

 

Documentación:

 

Informe del párroco lo más exhaustivo posible.

Certificado académico del Centro correspondiente al último curso realiza-do con las calificaciones definitivas.

Fotocopia del Informe del tutor del Centro.

Dos fotografías tamaño carné.

Fotocopia de la cartilla de la Seguridad Social.

Informe del orientador del centro o psicólogo si lo tuviese.

 

Aportación económica: 80 €

 

EL CURSILLO COMIENZA EL DÍA 30 A PARTIR DE LAS 16:00 HORAS

 

Seminario Diocesano de Tenerife
La Verdellada, s/n. 38207 — La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922 252540 / Fax: 922 630016
www. seminariodetenerife.org
E-Mail: [email protected]


Articulo enviado por pa Delegación Diocesana de Vocaciones de Tenerife, de 22-V-2008 - 5 - (Alfa y Omega)


Las vocaciones tempranas
no son fruto de la imaginación infantil

 

Uno de los efectos que produce la iniciación cristiana en los niños, y que se aminora con el retraso del acceso a 1os sacramentos, es, como 'aseguró  Juan Pablo 11, «que favorecen el que surjan vocaciones sacerdotales». Sí, como suena: los niños pueden tener clara su vocación sacerdotal desde una edad muy temprana.

 

 El cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, afirma en el libro Doce entrevistas a obispos españoles (ed. La Esfera de los libros) que el mismo ingresó en el seminario con diez anos, «y puedo afirmar que la parroquia, en esos años primera infancia, junto a mi familia, fue decisiva en mi vocación. No me escondo. Yo quería ser sacerdote por encima de  todo. Esas vocaciones tempranas son muy valiosas, no son fruto de la fantasía infantil».  

Además, el cardenal afirma que «esa semilla de la vocación hay que tenerla en cuenta y debe ser vivida a fondo, porque  puede ser tan madura como la de cualquier chico a otra edad”. Y para los incrédulos, el vendaval posconciliar, el número de bajas fue mucho menor entre los sacerdotes que tuvieron una experiencia vocacional desde niños, que en aquellos que se suponía que por edad y psicología habían dado un consciente y mucho más maduro.


Benedicto XVI a la Plenaria del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso: "el amor exhorta a todo creyente a escuchar al otro y a buscar áreas de colaboración. Anima a los interlocutores cristianos en el diálogo conl os seguidores de otras religiones a proponer, pero no a imponer, la fe en Cristo".



DISCURSO DEL SANTO PADRE A LA PLENARIA DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

 

Me agrada tener la oportunidad de saludaros al final de la Décima Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. A todos vosotros que tomáis parte en esta importante reunión os doy cordiales saludos. Doy las gracias en particular al Cardenal Jean Louis Tauran por sus atentas palabras.

 

“Diálogo en la verdad y caridad: Orientaciones Pastorales” – este es el tema de vuestra Asamblea Plenaria. Me alegra saber que durante estos días habéis buscado llegar a un  más profundo entendimiento del acercamiento de la Iglesia Católica a las gentes de otras tradiciones religiosas.  Habéis considerado el más claro propósito  de diálogo –  descubrir la verdad – y la motivación para ello, que es  caridad, en obediencia a la misión divina confiada  a la Iglesia por Nuestro Señor Jesucristo.

 

En la inauguración de mi pontificado afirmé que “la Iglesia quiere continuar construyendo puentes de fraternidad con los seguidores de otras religiones, en orden a buscar el bien verdadero de cada persona y de la sociedad como un todo” (Discurso a los Delegados de Otras Religiones y Comunidades Eclesiales de Otras Tradiciones Religiosas, 25 de Abril 2005). A través del ministerio del Sucesor de Pedro, incluyendo el trabajo del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, y los esfuerzos de los Ordinarios del lugar y del Pueblo de Dios a través del mundo, la Iglesia continúa dirigiéndose a los seguidores de diferentes religiones. En este sentido expresa aquel deseo de encuentro y colaboración en la verdad y libertad. En palabras de mi venerable Predecesor Pablo VI,  la principal responsabilidad de la Iglesia es servicio a la Verdad – “verdad acerca de Dios, verdad acerca del hombre y de su  oculto destino, verdad acerca del mundo, verdad que descubrimos en la Palabra de Dios”  (Evangelii Nuntiandi, 78). Los seres humanos buscan respuestas a algunas de las cuestiones existenciales fundamentales: ¿Cuál es el origen y destino de los seres humanos? ¿Cuál es el bien y el mal? ¿Qué esperan los seres humanos al final de su existencia terrena? Todas las personas tienen un deber natural y una obligación moral a buscar la vedad. Una vez  que es conocida, están obligadas a adherirse a ella y a ordenar todas sus vidas de acuerdo con sus exigencias (cf. Nostra Aetate, 1 y Dignitatis Humanae, 2).

 

Queridos amigos, “Caritas Christi urge nos” (2 Cor 5,14). Es el amor de Cristo que impulsa a la Iglesia a buscar a cada ser humano sin distinción, más allá de los límites de la Iglesia visible. La fuente de la misión de la Iglesia es el Amor Divino. Este amor es revelado en Cristo y hecho presente a través de la acción del Espíritu Santo. Todas las actividades de la Iglesia deben estar imbuidas con amor (cf. Ad Gentes, 2-5); Evangelii Nuntiandi, 26, y Diálogo y Misión, 9). Así es el amor el que urge a cada creyente a escuchar al otro y a buscar áreas de colaboración. Anima a compañeros cristianos al diálogo con los seguidores de otras religiones a proponer, no a imponer, la fe en Cristo que es “el camino, la vedad, y la vida” (Jn 14, 16). Como dije en mis recientes Encíclicas, la fe cristiana nos ha manifestado que “la verdad, justicia y amor no son simples ideales, sino realidades enormemente importantes (Spe Salvi, 49). Para la Iglesia “la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que pudiera igualmente bien dejarse a otros sino es un parte de su naturaleza, una expresión indispensable de verdadero ser” (Deus Caritas Est, 25). La gran proliferación de encuentros interreligiosos por todo el mundo hoy día clama por un discernimiento. En este aspecto, me agrada notar que durante estos días habéis reflexionado sobre las orientaciones pastorales por un diálogo interreligioso. Desde el Concilio Vaticano Segundo, se está orientando la atención sobre los elementos espirituales que las diferentes tradiciones religiosas tienen en común. En muchos sentidos, esto ha ayudado a construir puentes de entendimiento a todos los niveles religiosos. Tengo entendido que durante vuestras discusiones habéis estado considerando algunos de estos temas de preocupación práctica en las relaciones interreligiosas: la identidad de los compañeros en diálogo, educación religiosa en las escuelas, conversión, proselitismo, reciprocidad, libertad religiosa, y el papel de líderes religiosos en la sociedad. Estos son temas importantes a los que los líderes  religiosos viviendo y trabajando en sociedades plurales deben estar muy atentos.

Es importante hacer hincapié en la necesidad de formación para aquellos que promueven el diálogo interreligioso. Si él debe ser auténtico, este diálogo debe ser un viaje de fe. Cuán necesario es para sus promotores estar bien formados en sus propias creencias y bien formados en la de los otros. Es por esta razón que animo los esfuerzos del Consejo Pontificio por el Diálogo Interreligioso en organizar cursos de formación y programas en el diálogo para  los diversos grupos cristianos, especialmente seminarios y personas jóvenes en instituciones educacionales superiores.

 

La colaboración interreligiosa provee oportunidades de expresar los más altos ideales de cada tradición religiosa. Ayudando a los enfermos, llevando consuelo a las víctimas de desastres naturales o violencia, cuidando de los ancianos y del pobre: estas son algunas de las áreas en las que personas de diferentes religiones colaboran. Animo a todos aquellos que son inspirados por la enseñanza de sus religiones a ayudar a los miembros sufrientes de la sociedad.

 

Queridos amigos, al llegar al final de vuestra Asamblea Plenaria, doy gracias por el trabajo que habéis hecho. Os pido que toméis el mensaje de buena voluntad del Sucesor de Pedro a vuestra grey cristiana y a todos nuestros hermanos de otras religiones. Gustosamente os imparto mi Bendición apostólica  como señal de gracia y paz en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


(Traducción particular no oficial desde el Inglés)


Publicado por verdenaranja @ 18:06  | Habla el Papa
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Mons. Allen Vigneron, Obispo de Oakland (Estados Unidos), ha enviado un Mensaje Pastoral a todos los fieles de la Diócesis para ofrecer su apoyo pastoral y orientación ante la reciente decisión de la Corte del Estado de California de legalizar el "matrimonio" entre personas del mismo sexo.


MENSAJE PASTORAL DEL OBISPO VIGNERON A LOS FIELES DE LA DIÓCESIS DE OAKLAND


16 de Mayo de 2008

 

 

Queridos hermanos y hermanas,

 

Desde la decisión de nuestra Corte Suprema del Estado el último viernes, parece que estamos dirigidos – al menos por un tiempo – hacia un orden social en el que las parejas del mismo sexo podrán contraer matrimonio. Esto es un asunto profundamente significativo.  Yo, como vuestro Obispo, quiero hablaros de ello, para ofrecer mi ayuda pastoral y orientación.

 

Mi mensaje hoy, a causa de las circunstancias, debe ser relativamente breve. No puedo hablar de todo lo que se necesita decir en una discusión total de esta cuestión. No obstante, ofreceré algunos puntos estratégicos que nos dan un sentido de nuestra situación.

 

Empiezo con el punto más fundamental: El matrimonio es una realidad cuyo autor es Dios en su mismo acto de la creación de la raza  humana. De acuerdo con su irrevocable plan, la relación del matrimonio es sólo posible entre un hombre y una mujer. Los propósitos de esta relación  son (1) la mutua ayuda de amor del marido y la mujer y (2) su servicio amoroso de vida al traer hijos al mundo y criarlos para que sean virtuosos y productivos. La experiencia de la historia – la antigua y la de nuestro tiempo – nos ha enseñado que ningún gobierno tiene el poder de cambiar el orden que Dios ha inscrito en nuestra naturaleza.

 

La convicción que las parejas del mismo sexo no pueden contraer matrimonio es una convicción que todos los católicos afirmamos implícitamente cuando, en nuestras promesas bautismales, profesamos que participamos de la fe de la Iglesia que “el Padre Todopoderoso (es) el Creador de cielo y tierra”.

 

Esta convicción acerca del matrimonio, aunque confirmada por la fe, puede ser conocida desde la razón. Por eso,  nuestros esfuerzos a mantener esta creencia acerca del matrimonio en las leyes de nuestra comunidad no son una imposición de una ideología sino un servicio de la verdad que hacemos por el bien común. Esta creencia acerca de la naturaleza del matrimonio no es una forma de discriminación, sino asegurar nuestra libertad al plan de Dios para nosotros.

 

Vuestros sacerdotes y yo, juntamente con los diáconos y nuestros otros colaboradores, nos comprometemos a ayudaros para que ejerzáis vuestra vocación bautismal. Como el Concilio Vaticano Segundo nos recuerda, Dios os dio la misión de conformar el orden civil a su designio. En este sentido, a través de Cristo y con la ayuda de su Espíritu Santo, estáis haciendo de este mundo un don agradable al Padre. Este es el acto más fundamental de vuestro sacerdocio bautismal.

 

Como yo lo veo, los retos en el futuro figuran en dos categorías: (1) unos  a corto plazo y (2) otros de largo recorrido.

 

Mirando al corto plazo: Como ciudadanos fieles los católicos estamos llamados a hacer nuestras leyes que se refieren al matrimonio en conformidad con lo que conocemos acerca de la naturaleza del matrimonio.

 

A largo plazo: Si tales esfuerzos fallan, nuestro camino de vida llegará a ser contra-cultural, siempre una situación difícil para los cristianos – algo a lo que nuestros antepasados se enfrentaron en muchas épocas pasadas, algo que el Señor mismo predijo para nosotros. En verdad, incluso si tales esfuerzos encuentran éxito, nuestro trabajo está lejos de haber sido hecho. Estaríamos todavía  viviendo en una sociedad donde muchos aceptan un conjunto de convicciones que es en última instancia perjudicial para la integridad de vida humana, con consecuencias negativas para nuestra en este mundo y en el próximo. Vuestra misión entonces será, como siempre ha sido, ser una luz y levadura para la nueva creación establecida en Cristo. Los recursos de la Teología del Cuerpo, desarrollada por el anterior Santo Padre, Juan Pablo II, será un recurso de  ayuda especial para este fin.

 

Haré todo lo posible, como el pastor principal de la Iglesia en la Diócesis de Oakland, para guiaros en vuestra respuesta a esta situación en los meses y años en el futuro. Y sé que vuestros sacerdotes son uno conmigo al prometeros este servicio.

 

Por encima de todo, no perdamos el valor. Como el Papa Juan Pablo II constantemente nos recordó: “No tengáis miedo”. Cristo ha resucitado. Su visión de nuestro mundo, y del lugar del matrimonio en él, llegará a ser, de acuerdo al momento que él ha señalado, la verdad de nuestro mundo.

 

Vuestro en Cristo

Allen Vigneron, Obispo


(Traducción particular no oficial desde el Inglés) 

 

 


Publicado por verdenaranja @ 17:56  | Hablan los obispos
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Domingo, 15 de junio de 2008

ZENIT publica el comunicado emitido por el Consejo Pontificio para el Diálogo Intereligioso sobre el 14º encuentro del Comité Islámico Católico celebrado en el Vaticano del 11 al 13 de junio de 2008.

 

Con la ayuda de Dios, el Comité Islámico-Católico ha celebrado su 14º encuentro en el Vaticano, del 11 al 13 de junio de 2008, que corresponde a la fecha 7-9 Jumada 2º 1429 H. La delegación católica estaba presidida por el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente de Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso (Ciudad del Vaticano), mientras que la islámica estaba presidida por el profesor Hamid bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Foro Islámico Internacional para el Diálogo, Yeda, Arabia Saudí.


El tema ha sido "Cristianos y musulmanes, testigos del Dios de la justicia, de la paz y de la compasión en un mundo que sufre violencia". El argumento fue afrontado desde un punto de vista religioso, según la enseñanza de nuestras dos tradiciones.


Los interlocutores han acordado los siguientes puntos:


1. De la dignidad intrínseca de cada ser humano se derivan derechos y deberes fundamentales.


2. La justicia es una prioridad de nuestro mundo. Exige, además de la aplicación de las medidas legales existentes, el respeto de las necesidades fundamentales de los individuos y pueblos a través de una actitud de amor, fraternidad y solidaridad. No puede haber paz auténtica y duradera sin justicia.

3. La paz es un don de Dios que exige también el compromiso de todos los seres humanos, en particular, de los creyentes que están llamados a ser testigos vigilantes de paz, en un mundo afligido por muchas formas de violencia.


4. Cristianos y musulmanes creen que Dios es compasivo y, por tanto, consideran que es su deber ser compasivos con toda persona humana, en particular, con los necesitados y débiles.

5. Las religiones, si se practican de manera auténtica, contribuyen eficazmente a la promoción de la fraternidad y de la armonía en la familia humana.


Los participantes tuvieron el honor de ser recibidos por Su Santidad el Papa Benedicto XVI, quien les alentó a continuar con los esfuerzos a favor de la promoción de la justicia y de la paz.

Cardenal Jean-Louis Tauran, presidente de Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso

Profesor Hamid bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Foro Islámico Internacional para el Diálogo


[Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina]


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ZENIT publica las palabras que pronunció Benedicto XVI el domingo 15 de Junio de 2008  antes de rezar la oración mariana del Ángelus en el muelle del puerto de Brindisi, tras haber presidido la celebración eucarística.



Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir la celebración, expreso mi reconocimiento a quienes la han preparado con tanto cuidado y animado con la música y el canto. Doy las gracias a quienes han organizado este viaje y están ofreciendo su contribución para que se desarrolle de la mejor manera: pienso en las autoridades locales, en las fuerzas del orden, en los voluntarios y en vosotros, queridos habitantes de Brindisi. Como todos los domingos, a todos os invito a uniros conmigo con la oración del Ángelus.


El lugar en el que nos encontramos, el puerto, está lleno de significados simbólicos. Todo puerto habla de acogida, de refugio, de seguridad; habla de un arribo suspirado tras la navegación, quizá larga y difícil. Pero habla también de partidas, de proyectos y aspiraciones, de futuro. En particular, el puerto de Brindisi desempeña un papel de primer nivel para las comunicaciones hacia el mar Mediterráneo y hacia Oriente, y por este motivo acoge también una base de las Naciones Unidas, que desempeña una función importante desde el punto de vista humanitario. Desde este lugar tan sugerente, no lejos del país indicado como el "buen día" de Italia (Calimera), deseo renovar el mensaje cristiano de cooperación y de paz entre todos los pueblos, especialmente entre los que rodean este mar, antigua cuna de civilizaciones, y entre los de Oriente Próximo y Oriente Medio.


Quiero hacerlo con las palabras que pronuncié hace dos meses en Nueva York, al dirigirme a la Asamblea de la ONU: "La acción de la comunidad internacional y de sus instituciones, dando por sentado el respeto de los principios que están a la base del orden internacional, no tiene por qué ser interpretada nunca como una imposición injustificada y una limitación de soberanía. Al contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación" (Cf. Zenit, 17 de abril de 2008).


Desde este extremo de Europa asomado al Mediterráneo, entre Oriente y Occidente, nos dirigimos una vez más a María, Madre que nos "indica el camino"- Odegitria -, al entregarnos a Jesús, Camino de la paz. Le invocamos con todos los títulos con los que es venerada en los santuarios de Apulia, en particular, aquí, desde este antiguo puerto, nos dirigimos a ella como "puerto de salvación" para todo hombre y para toda la humanidad.


Que su protección maternal defienda siempre vuestra ciudad y vuestra región, a Italia y a Europa, así como a todo el mundo de las tempestades que amenazan a la fe y a los valores auténticos: que permita a las nuevas generaciones remar mar adentro sin miedo para afrontar con esperanza cristiana el viaje de la vida. ¡María, puerto de salvación, reza por nosotros!


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


Publicado por verdenaranja @ 22:16  | Habla el Papa
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Cara que ha escrito monseñor Jaume Pujol Balcells, arzobispo de Tarragona, con el título "Cristianos de los primeros siglos".


Al final de su Carta a los Romanos, San Pablo les anuncia que piensa viajar a España con estas palabras: "Me he impuesto el honor de predicar el Evangelio donde Cristo no había sido nombrado, para no edificar sobre fundamentos ajenos (...), deseando ir hacia vosotros desde hace bastantes años, espero veros al pasar, cuando vaya a España y ser allá encaminado por vosotros".


Por su importancia como capital de provincia del imperio romano, Tàrraco era la principal puerta de atraque de los barcos procedentes de Roma, de modo que en caso de hacer el viaje, es muy probable que lo hubiera iniciado aquí. ¿Encontraremos algún día pruebas concluyentes de lo que es ya una presunción tan aceptable?


Esta será una de las cuestiones apasionantes que se tratarán, por personalidades científicas de nivel internacional, durante el Congreso sobre "Pablo, Fructuoso i el cristianismo primitivo en Tarragona. (Siglos I-VIII)" que se desarrollará en Tarragona los días 19, 20 y 21 de junio, casi en el ecuador del Año Jubilar de San Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio. Espero con verdadero entusiasmo esta cita que pondrá en relación a Pablo y Fructuoso, es decir al gran apóstol con el obispo de Tárraco en el marco de una ciudad y una comunidad cristiana de la que tenemos constancia que en el siglo IV era de las más numerosas de la Península.


Providencialmente cuando se celebre el Congreso sólo faltará una semana para que dé comienzo el Año Paulino (28 de junio de 2008 a 29 de junio de 2009) declarado por el papa Benedicto XVI para honrar la memoria del apóstol de los gentiles.


Esta coincidencia entre el Año Jubilar en nuestra Archidiócesis y el Año Paulino, con ámbito en la iglesia universal, no sólo puede aportar datos sobre la expansión del cristianismo primitivo, sino también acerca de la relación entre las iglesias particulares y la Iglesia fundada por Cristo basada en una unidad de comunión.


Ya desde ahora quiero agradecer el trabajo preparatorio de este Congreso llevado a cabo por el Institut Superior de Ciències Religioses Sant Fructuós con la colaboración de la Facultat de Teología de Catalunya y la Universitat Rovira i Virgili. Y extender una invitación a los ciudadanos a la presencia en los actos públicos organizados en estas fechas, con la seguridad de que serán una aportación cultural de gran interés y ocasión de profundizar en la vida espiritual, heredera del testimonio de aquellos apóstoles y mártires.


El cristianismo de los primeros siglos, precisamente por su cercanía a Jesús y a sus discípulos, siempre será una referencia para quienes tratamos de ser fieles a la doctrina de Cristo.


Publicado por verdenaranja @ 21:10  | Hablan los obispos
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Artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, sobre la crisis alimentaria mundial que lleva por título "Reformas, compartir, austeridad".

 

 

VER

Las amas de casa, aún de las poblaciones más lejanas, están resintiendo el alza de precios en alimentos básicos. Los economistas avizoran que este panorama no tiene indicios de cambiar a corto plazo. Es un fenómeno típico de la globalización, que rebasa gobiernos e instituciones. La inestabilidad en los precios del petróleo, los subsidios de los países ricos a sus agricultores, el uso de alimentos para producir combustibles, la especulación financiera de las Bolsas, etc., intentan explicar en parte esta crisis.

¿Qué hacer? Se deben denunciar y atacar las raíces estructurales; pero, ¿qué nos toca a nosotros? Es un recurso fácil culpar de todos los males al gobierno en turno y al sistema neoliberal; pero reducirnos a lamentos y críticas no soluciona el problema. Quizá nos consuela aparecer como muy enterados del asunto y con muchas soluciones, pero el sistema no cambia sólo porque nosotros lo exigimos. Debemos buscar alternativas más cercanas y posibles.


JUZGAR

Jesucristo nos ordena preocuparnos por quienes no tienen con qué alimentarse. Cuando los corazones están dispuestos a compartir lo poco que tienen, se hace el milagro de la multiplicación; alcanza y sobra (cf Mc 6,35-44). Pero el egoísmo, que hace a unos enriquecerse y ser insensibles ante quienes no tienen qué comer (cf Lc 16,19-31), produce un infierno en la sociedad, por las desigualdades injustas, que hasta guerras pueden generar.

Dios da de comer hasta a los pájaros; pero no en el nido. Tienen que salir a buscar, para no morir de hambre. Si trabajan, nada les va a faltar. Quien no trabaja, no tiene derecho ni a comer (cf 2 Tes 3,10-12).

Hace poco, dijo el Papa Benedicto XVI a los participantes en una reunión de la FAO: "La creciente globalización de los mercados no siempre favorece la disponibilidad de alimentos, y los sistemas productivos con frecuencia se ven condicionados por límites estructurales, así como por políticas proteccionistas y fenómenos especulativos que dejan a poblaciones enteras al margen de los procesos de desarrollo. A la luz de esta situación, es necesario reafirmar con fuerza que el hambre y la desnutrición son inaceptables. El gran desafío de hoy consiste en globalizar no sólo los intereses económicos y comerciales, sino también las expectativas de solidaridad.

Os exhorto a continuar las reformas estructurales que son indispensables... La pobreza y la desnutrición no son una mera fatalidad. El derecho a la alimentación responde principalmente a una motivación ética: "dar de comer a los hambrientos" (cf. Mt 25, 35), que apremia a compartir los bienes materiales como muestra del amor que todos necesitamos y permite combatir la causa principal del hambre, es decir, la cerrazón del ser humano con respecto a sus semejantes que disuelve la solidaridad, justifica los modelos de vida consumistas y disgrega el tejido social, preservando, e incluso aumentando, la brecha de injustos equilibrios, y descuidando las exigencias más profundas del bien.

La Iglesia católica quiere unirse a este esfuerzo. Basándose en la antigua sabiduría, inspirada por el Evangelio, hace un llamamiento firme y apremiante, que sigue siendo de gran actualidad: "Da de comer al que está muriéndose de hambre, porque, si no le das de comer, lo matarás".


ACTUAR

Son necesarias reformas estructurales, sí; pero éstas nos rebasan a la mayoría. En cambio, la solidaridad, que es darse al que está solo, está al alcance de todos, incluso de los pobres. Hay que compartir con quien sufre más que nosotros, y abrir el corazón para estar cerca de quien más padece las consecuencias de la crisis alimentaria. Hay que evitar gastos innecesarios, lujos superfluos, modas transitorias, antojos momentáneos. En vez de consumir tanto refresco embotellado, hacer aguas frescas en casa; en vez de tanto uso de celular, moderación; en vez de gastar en caprichos personales, ahorrar; en vez de ir tanto a los centros comerciales, y gastar por gastar, reducirse a lo indispensable. Educar a los niños y jóvenes en la austeridad, asumiendo por convicción un estilo sobrio de vida.

 

 


Publicado por verdenaranja @ 20:59  | Hablan los obispos
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Comentario a las lecturas del domingo undécimo del tiempo ordinario - A, publicado en el Diario de Avisos el domingo 15 de Junio bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".

Cuando Dios se hace medigo


DANIEL PADILLA


¿Demasiado fuerte? Y, sin embargo, es verdad: "Dios tiene necesidad de los hombres". Lean despacio el evangelio de hoy: "La mies es mucha, los trabaja­dores, pocos; rogad al dueño de la mies...".

Lo decía Jesús ante muchas "gentes extenuadas y abandonadas como ovejas sin pastor". En esto, amigos, no ha cambiado la situación. Al contrario, parece que ha aumentado. El cacao mental en que viven muchos -y no hablo de los no creyentes, sino de los mismos creyentes- el confusionismo y subjetivismo práctico a la hora de se­guir la vida moral, tanto personal como familiar, como social, la fuerza arrolladora que tiene esta sociedad que está orientada hacia el placer, hacen que, muchas veces las gentes estén "extenuadas y abandonadas como ovejas sin pastor". Hace falta, por tanto, "trabajadores en la mies". ¿Qué tipo de trabajadores?

Por esta Iglesia de nuestros amores me animo a de­cirles que nuestra Iglesia se parece bastante a una gran sociedad deportiva. Tiene los mismos grupos o estamen­tos. Verán.

Por una parte, están "los directivos". Los que han asumido la responsabilidad de poner en marcha la socie­dad. Cuidan la cantera, en busca de valores, etc. No creo que sea fácil ser directivo.

Jesús a su Iglesia la constituyó en Jerarquía. Y hace­mos muy bien en pedir por el Papa, los obispos y los sa­cerdotes, porque, igual que Pedro y los apóstoles, pueden temblar o esconderse en el cenáculo. Pero, a ellos les di­jo Jesús: "El que a vosotros oye, a mí me oye".

Están también "los socios, los forofos, hasta los del "graderío Sur". Hacen de todo. Brincan y bailan, como los peces en el río. Insultan y blasfeman. Pasan del cero al infinito. Del triunfalismo al catrastrofismo. Dan nor­mas "desde la grada", ven los toros "desde la barrera". Nunca se plantean esta pregunta: "¿Y yo? ¿Qué hago yo?". ¿No conocen en la Iglesia gentes que actúan así: en la eterna protesta, en el "todo está mal" o quizá en el "aquí lo que hace falta es mano dura?" ¡No es lo mismo, amigos, ser "catolicistas" que católicos!

Están también los "estetas". Los que ni sufren ni pa­decen. Los que dicen que van por el "fútbol espectácu­lo" sin importarles quién gane. Impasible el ademán.

También en la Iglesia hay muchos que "no toman partido". Son "invitados de piedra". Están de "cuerpo presente". Gozan sibaritamente y sufren, sí, sufren sibi­linamente. ¡Explíqueles usted qué es "participar"!

Finalmente están "los jugadores, el equipo". Saltan al campo y luchan, fallan penaltis y meten goles, les chillan y les aplauden, reciben patadas y ganan primas. Son los que "ganan o pierden" partidos.

Pues, miren. Dijo Jesús: "Los obreros son pocos. Ha­cen falta operarios en la mies". Y ahí van, en grupos de catequesis o en compromisos temporales, en cáritas o animando la liturgia, ahí van. A veces les aplaudimos, a veces les criticamos. Pero hay que preguntarse siempre: "¿Por qué no hay más?" Ya que, en este tipo de fútbol, no hay limitaciones de número. ¡Caben muchos más que "once"!

¡Ay, amigos! "Dios tiene necesidad de los hombres". Sólo digo, aunque sea "fuerte" afirmarlo, que Dios se hace mendigo del hombre, porque nada quiere hacer sin él. Y es que ¡hay tantas parcelas en la viña del Señor...!


Publicado por verdenaranja @ 11:26  | Espiritualidad
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Ante el próximo curso escolar 2008-2009 Mons. Demetrio Fernández, obispo de Tarazona insta a inscribirse en clase de religón católica.

Religión en la escuela


jueves, 12 de junio de 2008


En estos días los alumnos de secundaria y bachillerato van haciendo sus matrículas para el curso próximo. Es momento de apuntarse a la clase de religión católica para el curso que viene.


La clase de religión es de libre elección por parte de los alumnos o sus padres, y es de obligatoria oferta según la ley para todos los centros públicos y privados. La religión no es una “maría”, sino una asignatura muy importante. Y así lo han concretado las leyes, a pesar de la que está cayendo. La clase de religión y el profesor de religión han quedado afianzados en la nueva ley de educación, en la LOE.

 

Hay muchos factores que confluyen en la clase de religión. Por una parte, están los padres, que quieren lo mejor para sus hijos. Los padres son los primeros responsables, y no pueden ser sustituidos por nadie en esta responsabilidad. Los chicos no son hijos del Estado, sino de una familia. Por eso, que los padres estén atentos para que en diálogo amistoso con sus hijos, les hagan ver las ventajas de esta opción, los bienes que se derivan de elegir esta asignatura de religión en la escuela o en el instituto.

 

Por otra parte están los alumnos. He encontrado en general buena disposición hacia la clase de religión. Los jóvenes buscan la verdad, quieren saber. Siempre hay algún pasota, pero en general les interesan los temas de su religión católica, y tienen que aprender a dar razón de su esperanza y de su fe a otros compañeros, creyentes de otras religiones o no creyentes. Bien es verdad que un alumno tiende a aligerar su trabajo, y a veces la tentación está en no elegir la clase de religión católica para estar más libre. Por eso, hemos de ayudar a estos muchachos a caer en la cuenta de su elección importante.

 

Además, están los profesores. Nuestra diócesis cuenta con un buen equipo de profesores de religión. Profesionalmente capacitados, con buena pedagogía, el profesor de religión es también testigo ante los jóvenes de aquello que enseña. Los profesores tienen que ser personas de fe y de práctica religiosa. Un joven percibe inmediatamente si el profesor le habla de oídas o verdaderamente tiene experiencia de Dios y de la religión católica que están enseñando. Admiro y felicito a los profesores de religión que se han abierto camino entre sus compañeros de claustro, en ambientes a veces hostiles. Hay lugares en nuestra diócesis donde la clase de religión católica es considerada como entre las mejores, y eso se debe a la atención que los profesores prestan no sólo a su materia, sino sobre todo al trato con sus alumnos. Los jóvenes lo valoran y lo agradecen.

 

Por último, está también el ambiente en el que vivimos, que no es nada favorable. Un chico joven vive hoy bombardeado por propuestas engañosas de fácil bienestar. Y no hemos de ignorar que hay una continua incitación a apartarse de Dios y de todo lo religioso. Ser creyente hoy no está de moda. Pero al mismo tiempo el ambiente puede servir de revulsivo. Cuando uno es joven es inconformista. Ayudemos a los jóvenes a ser críticos con todas esas propuestas facilotas, que no construyen el futuro. La clase de religión les ayudará a ser ellos mismos.

 

Por eso, es el momento de apoyar todos la clase de religión. Para muchos, es el único contacto con Jesucristo y con la Iglesia católica. En la formación de nuestros jóvenes, la Iglesia se juega su futuro.

 

Con mi afecto y bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona

 


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S?bado, 14 de junio de 2008

Día 15 de Junio
XI Domingo del Tiempo Ordinario

 

 

La salvación de Jesucristo


 Estos pocos versículos de san Mateo que nos ofrece la Liturgia de este domingo expresan bien los deseos del Corazón de Cristo y cómo pone todos los medios para que podamos lograr la salvación.


        Jesucristo se siente impaciente por ver a los hombres progresar en el camino que les lleve a la Vida Eterna, su único verdadero fin. No estaban la mayoría de los contemporáneos de Jesús bien orientados, de acuerdo con las enseñanzas que, a través de Moisés y los demás profetas, Dios había manifestado al pueblo elegido. El Señor siente compasión por la gente. Le dan pena los hombres porque ama a la humanidad y, en ese estado de desorientación y abandono de Dios –sentido único del hombre– la perdición para ellos sería segura.


        Poco nos hubiera ayudado, sin embargo, con sólo lamentar nuestro estado. Siendo muy conveniente manifestar dolor y compasión ante la vida descarriada de gran parte de la sociedad, no es bastante con eso, si todo se queda en el sentimiento. Porque, además, el hombre no podía por sí mismo recuperar la dignidad perdida ni perseverar sin la ayuda de Dios en el camino hacia Él. Jesús se lamenta, se llenó de compasión por ellas –por las multitudes–, asegura Mateo, y sin duda debía manifestarse de modo notorio ese sentimiento suyo. Los discípulos entendieron así el profundo y lamentable descamino que supone no buscar a Dios en cada instante; estar en la vida en otro plan, con otros proyectos, por interesantes que pudieran parecer. Eso es –lo expresa Jesús con imagen gráfica– ir por la vida como ovejas que no tienen pastor. Y pone manos a la obra: recuerda por él mismo el Decálogo sin cansancio por toda Palestina, confirmando el camino que había trazado Dios por los profetas para que el hombre lo encuentre a Él, Dios, Señor y fin último; y capacita a otros hombres para llevar a cabo esa misma tarea, haciéndoles partícipes de su misma misión.


        Al considerar esta decisión de Jesucristo, no podemos si no sentirnos agradecidos doblemente: porque sólo así es posible que el Evangelio llegue con su poder salvador a muchos hombres, y porque los cristianos, discípulos de Cristo destinados a la misma tarea del Señor, gozamos del honor de poder ser cauce de las misericordias divinas. En efecto, ha previsto Dios que llegue su salvación a otros hombres a través de nosotros y a pesar de nuestra poquedad, incluso de las personales miserias y de nuestros pecados. Agradezcamos sentidamente a nuestro Creador que nos trate así en su providencia. Es un rasgo más de su paternidad. Y es justo que nos gocemos, recreándonos al considerar este otro aspecto de amor con sus hijos. No queramos ser desconsiderados ante su cariño inefable, que además de colmarnos de bien nos hace partícipes de su misma grandeza: nos invita a ser generosos, a ser amor, como Él es generoso y es Amor.


        Posiblemente casi de inmediato, al reflexionar sobre la hondura y relevancia de estas verdades, caemos en la cuenta de que no ha habido mérito alguno por nuestra parte. Somos sencillas personas humanas, cargadas de grandeza por la generosa bondad de Dios, que nada hemos hecho para llegar a este estado. Nuestra condición, gratuitamente conseguida, es muy superior a la de los otros seres que nos rodean y que, de hecho, están justamente a disposición del hombre: nos sirven para que alcancemos nuestro fin. En cambio, nosotros no somos medio o mero instrumento para nadie. Tenemos dignidad propia, pues lo nuestro es lograr a Dios, amándole y siendo amados por Él.


        Sin embargo, algunas personas viven ajenas a Dios que nos dignifica, y han orientado su vida pensando sólo en objetivos temporales e intranscendentes que, a la postre, no sacian, como sabemos bien por la experiencia. Son las modernas multitudes que, como entonces –maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor–, hoy también inspiran compasión. Y por eso, para no caer en una cómoda pasividad, queremos ayudarles cumpliendo el mandato de quien nos ha constituído sobre todo lo demás en este mundo. Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente, nos dice también el Señor a cada cristiano. Y nos lo recuerda con una especial behemencia, a cuantos más conscientes tal vez de nuestra dignidad –aunque también de nuestra pequeñez–, nos esmeramos cada día con decisión por el Reino de los Cielos. Queramos sentir urgentemente la reponsabilidad de ir con otros –¡con muchos!– hacia Dios.


        Es muy patente el interés de Jesucristo por mejorar a cada uno de los que encuentra a su paso. El Señor quiere a los hombres, auténticamente hombres, pero sin defectos. Tanto se preocupa del espíritu como del cuerpo. Hace fácil la orientación hacía la vida que confiere nobleza a la existencia humana; impulsa a salir de situaciones lamentables de abatimiento –como ovejas sin pastor–; y, la vez, interesado por la dimensión material, sana enfermedades, alimenta muchedumbres o colma de eficacia la pesca infructuosa. Así debe ser también nuestro apostolado: fruto de un interés efectivo por cada persona en su totalidad. Conduciremos a nuestros amigos hacia Dios porque nos interesan como personas. Por eso, también procuramos divertirnos con ellos; si es preciso y tenemos posibilidad, les ayudamos en lo material; nos alegramos si triunfan social o económicamente; nos duelen sus penas; y, cuando es necesario, les corregimos. Puestos siempre nuestros ojos ilusionados en la Eternidad que, con ellos, nos aguarda.


        Recordemos a la Madre del Salvador. Plenamente identificada con la misión del Hijo, la aclamamos: Reina de los Apóstoles, pues nadie como Ella ha comprendido que nuestro bien es el amor a Dios. Pero recordamos también a María en Caná de Galilea, ocupada en conseguir el vino que dos jóvenes esposos habían olvidado. Nos enseña así a nosotros a ayudar a los demás en todo lo que podamos.


NOVEDADES FLUVIUM


Publicado por verdenaranja @ 15:44  | Espiritualidad
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ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del  domingo, XI del tiempo ordinario, 15 de Junio de 2008.

XI Domingo del tiempo ordinario

Éxodo 19, 2-6a; Romanos 5, 6-11; Mateo 9, 36-10,8

 

En el Evangelio de este domingo nos encontramos con la presentación oficial del colegio apostólico: "Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro...". Se menciona claramente el primado de Pedro en el colegio de los apóstoles. No dice: "Primero Pedro, segundo Andrés, tercero Santiago...", como si se tratara simplemente de una serie. Se dice que Pedro es el primero en el sentido fuerte de que es cabeza de los demás, su portavoz, quien les representa. Jesús especificará más tarde, en el mismo Evangelio de Mateo, el sentido de ser "primero", cuando dirá "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...".


Pero no quería detenerme a analizar el primado de Pedro, sino más bien el motivo que lleva a Jesús a escoger a los doce y a enviarles. Se describe así: "Jesús al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor". Jesús vio la muchedumbre y sintió compasión: esto le llevó a escoger a los doce apóstoles y a enviarles a predicar, a curar, a liberar...

Se trata de una indicación preciosa. Quiere decir que la Iglesia no existe para ella misma, para su propia utilidad o salvación; existe para los demás, para el mundo, para la gente, sobre todo para los cansados y oprimidos. El Concilio Vaticano II dedicó un documento entero, la Gaudium et spes, a mostrar cómo la Iglesia existe "para el mundo". Comienza con las conocidas palabras: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón".


"Al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor". Los pastores de hoy, desde el Papa hasta el último párroco de pueblo, se presentan, desde esta perspectiva, como los depositarios y continuadores de la compasión de Cristo. El fallecido cardenal vietnamita F.X. Van Thuan, que había pasado trece años en las prisiones comunistas de su país, en una meditación dirigida al Papa y a la Curia Romana, dijo: "Sueño con una Iglesia que sea una 'puerta santa' siempre abierta, que abrace a todos, llena de compasión, que comprenda las penas y los sufrimientos de la humanidad, una Iglesia que proteja, consuele y guíe a toda nación hacia el Padre que nos ama".


La Iglesia
debe continuar, tras su ascensión, la misión del Maestro que decía: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso...". Es el rostro más humano de la Iglesia, el que mejor le reconcilia con los espíritus, y que permite perdonar sus muchas deficiencias y miserias. El padre Pío de Pietrelcina llamó al hospital que fundó en San Giovanni Rotondo "Casa de alivio del sufrimiento": un nombre hermosísimo que sin embargo se aplica a toda la Iglesia. Toda la Iglesia debería ser una "casa de alivio del sufrimiento". En parte, hay que reconocer que lo es, a no ser que cerremos los ojos a la inmensa obra de caridad y de asistencia que la Iglesia desempeña entre los más desheredados del mundo.


Aparentemente las muchedumbres que vemos a nuestro alrededor, al menos en los países ricos, no parecen "cansadas y abatidas", como en tiempos de Jesús. Pero no nos engañemos: tras la fachada de opulencia, bajo los techos de nuestras ciudades, hay mucho cansancio, soledad, desesperanza, y a veces incluso desesperación. No parecemos muchedumbres "sin pastor", dado que muchos luchan en todos los países para convertirse en pastores del pueblo, es decir, en jefes y controladores del poder. Ahora bien, ¿cuántos entre ellos están dispuestos a llevar a la práctica el requisito de Jesús: "Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis"?


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


Publicado por verdenaranja @ 14:21  | Espiritualidad
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Artículo publicado en el Boletín "Misioneros Javerianos", número 442 - MAYO 2008, en la sección INFORME.


EL CAMINO DE LAS FAMILIAS-DE LA PARROQUIA AL MUNDO

 

Ya lo escribía Juan Pablo II°: «La familia es el objeto fundamental de la evangelización y de la catequesis de la Iglesia, pero es también su sujeto creativo. Precisamente por esto, para poder ser este sujeto, no sólo para poder perseverar en la Iglesia y sacar de sus recursos espirituales, sino también para constituir la Iglesia en su dimen­sión fundamental, como una «pequeña Iglesia», la familia debe de manera particular ser consciente de la misión de la Iglesia y de su propia participación a esta misión».

 

Las directrices del Papa son signi­ficativas. Después de decir que la familia cristiana es un sujeto «indis­pensable e insustituible» de la evan­gelización y de la catequesis, añade que es «el sujeto creativo», lo que hace referencia al sujeto institucio­nal: papa, obispos, sacerdotes. En la Iglesia hay un sujeto con el deber propio de continuar la evangelización y de mantener la fidelidad a los orígenes. Es garantía de verdad y de unidad. Y hay un sujeto con el preciso deber de encarnar el mensaje en el momento histórico en el que vivimos: la familia. Si la familia cristiana no cumple con su compromiso de «evangelización creativa», la mi­sión de la Iglesia no tiene gancho, el Evangelio se separa del mundo y se transforma en algo que no es actual y no interpela casi nada. Esto es lo que, desde hace unos siglos, ocurre en la Iglesia.

 

Primera evangelización

 

Por lo tanto hay que devolver a la familia su «don pro­pio», que es el de la escucha y la transmisión de la Palabra de Dios. La Iglesia domés­tica es el princi­pal lugar donde la Palabra debe ser escuchada de forma metódica y habitual, en familia y como familia. Es un punto de partida fundamental, el motor de toda renovación pastoral. Sólo a través de esta escucha familiar, que se hace obediencia de fe y elec­ción de vida, la Palabra pasa de generación a generación. Es a la familia a la que le co­rresponde la misión de la primera evangelización y de la catequesis de los hijos, no sólo en su niñez sino a lo largo de todo su crecimiento, hasta la juven­tud. La más amplia comunidad cristiana con sus ministerios específicos es quien debe sostener a la familia, sin sustituirla en este deber.

 

La acción de los pastores de la Iglesia debe buscar que se mantenga en la familia la conciencia y la habili­dad de comunicar la Palabra. Por lo tanto, la primera acción pastoral no debe ir dirigida tanto a los niños como a las familias de los bautizados. El compromiso de las familias respecto a la Palabra de­bería ser una condición para poder administrar el bautismo a los niños.

 

La relación entre Iglesia doméstica e Iglesia universal y su misión en el mundo se entiende mejor si estudiamos el dinamismo interno que lleva a cada familia a tejer una relación de comunión que se ensancha en círcu­los concéntricos, alcanzando en pri­mer lugar a las demás familias cris­tianas de su entorno y, después, a las demás comunidades cristianas, para terminar con los cristianos de todo el mundo y de la humanidad entera.

 

Deber constante


Con el Vaticano II hemos redescu­bierto que la misión es un deber constante no sólo del Papa sino de todo el Colegio episcopal y que debe encon­trar raíces y expresiones en cada co­munidad local: «Viviendo el pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, pertenece a ellas también dar tes­timonio de Cristo delante de los gentiles. La gracia de la renova­ción en las comunidades no puede

crecer si cada una no expande los campos de la caridad hasta los confines de la tierra y no siente por los que están lejos una preocupación semejante a la que siente por sus propios miembros» (Ad Gentes 37).

Hoy debemos tomar conciencia de que hay una misión de evangelización que hay que realizar entre nosotros, ya que los cristianos somos minoría en un inundo que está volviendo al paganismo. Pero esta misión local no debe disminuir la urgencia de la misión en el mundo. Misión en nuestra tierra y misión fuera de ella no deben ir por caminos diferentes sino complementarse, deben ser estímulo la una de la otra.

 

La misión

 

En esta misión, en su doble dimensión, se integra la familia cristiana por la razón de siempre: su naturaleza ecle­sial. Si la familia es Iglesia y la Iglesia es misionera, tam­bién lo es la familia.

 

Una segunda ra­zón es que la fami­lia es una comuni­dad abierta, crea-dora de una comu­nión siempre nueva y más amplia. El horizonte último de esta comunión es el mundo, porque el amor que circula en las familias cris­tianas es el mismo amor que circula en Dios; el mismo amor con el que el

Padre «tanto ha amado al mundo que ha mandado a su Hijo Unigé­nito para que el mundo se salve por El» (Jn 3,16.17).

 

Un tercer motivo hay que bus­carlo en el hecho de que la familia está siempre en los confines del mundo, incluso podríamos decir que ella misma es mundo. En ella y a través de ella, el Evangelio se adapta a la vida en todos sus as­pectos terrenos.

 

Como comunidad intrínsecamente misionera, la familia debe educar a sus hijos en la vocación misionera y, también, debe aceptar el mandato que la comunidad podría conferirle, en­viándola a los no creyentes.

 

Familias misioneras

 

El tema de las familias misioneras no es un capítulo aparte dentro de la visión global de Iglesia: supone un nuevo modelo de Iglesia que debe conducir a una renovación. No es un simple fenómeno numérico, sino un cambio sustancial dentro de la Igle­sia.

 

Puede sorprender que sólo en es-tos últimos tiempos se haya empe­zado hablar de familias misioneras, después de siglos en los que el tér­mino «misionero» había sido reser­vado a los miembros de congrega­ciones religiosas. ¿Cómo pudo ser esto? Pues porque se había olvidado la naturaleza misionera de todo el pueblo de Dios. El mismo pueblo de Dios había sido dividido en dos categorías: la primera, comprometida con el Reino (los sacerdotes y los re­ligiosos y religiosas); la segunda, activa en los asuntos temporales y encargada de proporcionar los medios a la primera. Además, se olvidó la naturaleza eclesial, y por tanto misionera, de la familia. Si reesta­blecemos estos tres términos (Igle­sia-misión-familia), la Iglesia cam­bia de forma radical y recobra su di­namismo evangelizador.

 

Se puede comprobar que, anti­guamente, la misión entre los no creyentes exigía una dedicación total, con situaciones de incomodidad y peligros, un partir sin previsión de volver. Es decir, algo que difícil-mente podía conjugarse con la vida de una familia normal. También hoy hay —¡y las habrá siempre!— situa­ciones que piden una particular con­sagración para la misión. La misión ad gentes, ad ex­tra y ad vitam, como consagración especial, será siem­pre algo actual pero esto no quita que una parte im­portante de la mi­sión pueda ser asu­mida por las fami­lias. Dios concede­rá a las parroquias y a las diócesis también vocacio­nes específicas, como las de los mi­sioneros y de las misioneras consa­gradas, pero el en­vío de familias de­bería llegar a ser la forma más ha­bitual de la misión: familias conec­tadas entre ellas y con sacerdotes, con religiosos y religiosas misione-ras, en un horizonte más amplio del que ofrece la parroquia. n

 

Francisco Grasselli


La Iglesia que vive en el tiempo es misionera por naturaleza (AG 2): o es misionera o no es Iglesia porque ha sido constituida por el Se-ñor Jesús «sacramento universal de salvación» (LG 48). En nuestras comunidades está muy presente un pecado del que nunca nos confe­samos: el pecado de «no misión». Obedecemos de forma repetida al mandamiento de Jesús: «Haced esto en conmemoración mía»; tam­bién notamos la urgencia de otro mandamiento: «Amaos como yo os he amado»; pero no tenemos la menor percepción de la fuerza obli­gante de sus últimas palabras a los apóstoles: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”. (Mc 16, 15) 

 

Hay que tomar conciencia de que una parroquia sin misioneros en sentido estricto (sacerdotes, religiosas, segla­res, familias...) no ha alcanzado su madurez. No es suficiente, aunque puede ser un buen pri­mer paso, enviar donativos o hacer apadrinamientos o her­manamientos. Hace falta que la parroquia, dependiendo de la diócesis, sea comunidad «que envía». Puede haber enviados (familias o personas indivi­dualmente), pero es la comuni­dad entera la que debe enviar, asumiendo solidariamente la responsabilidad de la misión entre los no creyentes.

 


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El sacerdote Agustín Yanes Valer ha sido nombrado recientemente “Prelado de Honor” por Su Santidad el Papa Benedicto XVI en mérito a su labor en el mundo de la discapacidad auditiva. Los Silos, su pueblo natal, se adhirió a este acontecimiento expresando su reconocimiento con un entrañable acto en la tarde del Domingo 4 de Mayo. Ejemplo de su afición a la poesía es el poema siguiente:





ANIVERSARIO DE PRIMERA MISA


Recuerda, madre, aquel día

cuando me vestí de alba... t

ú me arreglaste los pliegues

y en cada pliegue pusiste

unas perlas transparentes

que surgían de la fuente

del manantial de tu alma.


Yo caminé por el pueblo,

la calle se hacía tan larga...

eran tantos mis deseos,

iba con alas de ansia;

tú, yo no sé como ibas;

 padre con su recia planta;

era orgullo que teníais

viendo como Dios quería

hacerse de pan y vino,

venirse a mis manos blancas.


Tú, una vecina del pueblo

donde transcurrió mi infancia,

donde viviste la historia

que nuestra familia narra:

Junto a la olla de barro,

o lavando ropa ¡tanta!

escribiste, no sé cuantas,

páginas que son de oro

de tu amor de madre santa.


Hoy que han pasado los días

me sumerjo en la añoranza,

y desgrano mi rosario,

quizá con amor más recio,

puede que con fe más amplia,

y voy otra vez al pueblo

y me pongo el alba blanca,

donde a no brillan perlas,

que el tiempo quiso robarlas...


Me acerco al altar de Dios,

meta de todas mis ansias,

y torrente de alegrías

que han bebido tantas almas...

y me vuelvo cara a todos

llevando a Cristo en mis palmas,

y veo sillas vacías,

recuerdo caras que faltan,

algo me surge por dentro,

es la emoción que me embarga,

y mientras voy bendiciendo,

brillantes perlas, surgiendo,

adornan pliegues del alba.

 

Agustín Yanes Valer

 


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Viernes, 13 de junio de 2008

El sacerdote Agustín Yanes Valer ha sido nombrado recientemente “Prelado de Honor” por Su Santidad el Papa Benedicto XVI en mérito a su labor en el mundo de la discapacidad auditiva. Los Silos, su pueblo natal, se adhirió a este acontecimiento expresando su reconocimiento con un entrañable acto en la tarde del Domingo 4 de Mayo. De su afición a la poesía ponemos el siguiente poema titulado "Casas de mi pueblo".


CASAS DE Ml PUEBLO

¡Qué solas se están quedando

tantas casas de mi pueblo!

Frías las veo por fuera,

cómo lo estarán por dentro.

Unos, fueron emigrando.

otros, se fueron muriendo.

y las casas, lentamente,

piedra a piedra van cayendo...

 

 

Piedras que tienen historia,

jirones de mil recuerdos,

cincelados día a día,

la historia se fue escribiendo,

en letras, ayer tan vivas,

borrosas hoy por el tiempo.

 

Ver como crece la hierba,

por las paredes subiendo;

ventanas que dejan paso

a que se cobije el viento,

puertas que gimen, mohosas,

tristeza que encierran dentro.

 

Y yo me voy embargando,

me enternecen sentimientos,

pena que dan esas cosas,

pena que sube por dentro,

pena que va lacerando,

pena que te va mordiendo...

 

Quisiera volver a antaño

y resucitar los muertos...

y dar calor a la casa

afirmando sus cimientos,

y ver tantas cosas gratas

que madre va repartiendo.

 

En cada casa una historia,

cada rincón un recuerdo,

por mi mente van pasando,

mientras voy rememorando

por calles que voy cruzando

cuando el sol de va poniendo..

 

¡Qué pena honda producen

ver tantas casas cayendo!

 

Agustín Yanes Valer


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Carta de Mons. Juan Antonio Reig Pla, obispo de Cartagena (España)  dirigida a todos los sacerdotes, religiosos y fieles cristianos laicos con motivo del año Paulino que comenzará el próximo 28 de junio.




"LLAMADOS A LA MISIÓN"

 

CARTA DEL OBISPO DE CARTAGENA SOBRE EL AÑO PAULINO

 

 

Queridos hijos:

 

El Señor nos regala, por medio de su Iglesia, un nuevo tiempo de gracia.

 

Hace casi un año el Santo Padre nos sorprendió con el anuncio de un año especialmente dedicado a San Pablo, con motivo de los dos mil años de su nacimiento. Es un tiempo oportuno para que toda la Iglesia, con los ojos puestos en la vida y en los escritos del Apóstol de los gentiles, crezca en el conocimiento de su Señor y en el deseo de comunicarlo a todos los que todavía no lo conocen.

 

Debe ser, en esta querida Iglesia de Cartagena, un momento fuerte de conversión. Para todos nosotros este año se ha de convertir en un nuevo Damasco. Un tiempo especialmente propicio para dejarnos derribar de las alturas en las que nosotros mismos nos hemos subido. Para bajarnos hasta el conocimiento de nuestro pecado. Para dejarnos reconciliar con Dios.

 

Por eso será éste un año para celebrar mejor y con más frecuencia el Sacramento de la Reconciliación. Es importante que los sacerdotes estéis disponibles, en la medida de lo posible, para que todo el que os necesite os pueda encontrar. Será bueno cuidar también la celebración comunitaria de la Penitencia, como un signo visible de todo un pueblo en busca de conversión. Es mi deseo tener un gran signo, en torno a la Fiesta de la Conversión de San Pablo, una gran celebración en la Iglesia Catedral en la que toda la Iglesia Diocesana, encabezada por el Obispo y su presbiterio, celebre con seriedad y con alegría el perdón sacramental.

 

Este año debe ser también, un momento propicio para hablar de vocación. En el mismo momento en que Cristo se cruzó con el Apóstol, salió de sus labios la lógica pregunta: ¿Qué he de hacer, Señor? Cada uno de los miembros de la Iglesia, lógicamente, también tienen que hacerle esa misma pregunta. A todos nos ha llamado. A todos nos ha salido al paso derribándonos al suelo. Para todos tiene una misión concreta que realizar. Desde los niños hasta los ancianos, sin excluir a nadie por enfermedad o por situación familiar, todos tienen que buscar su sitio.

 

Es necesario que, con el mismo valor que tenía Pablo de Tarso, así también nosotros vayamos despertando a los que se nos crucen por el camino. El sacerdocio y la vida religiosa no son algo que pertenezcan al pasado o a un grupo pequeño de privilegiados. El Señor sigue llamando, y necesita de nuestra voz para hacerse oír. Si nos dejamos llevar por el Espíritu de Dios, Él hablará por medio de nosotros, y su palabra siempre es eficaz.

 

En este año nuestra Diócesis ha de ser verdaderamente una Iglesia en misión. Igual que el Apóstol dedicó su vida entera a anunciar a todo el mundo a Cristo, y éste Crucificado, así también nosotros. Ese fuego que le quemaba por dentro y que no le dejaba estar quieto, fijo en un solo lugar, nos ha de quemar a todos: ¡Ay de mí si no predicara el evangelio! En muchos detalles, nuestro mundo se parece al que San Pablo recorrió. Incluso nuestra vieja Europa está volviendo a los antiguos tiempos del paganismo a pasos agigantados.

 

Todos tenemos que salir al encuentro de nuestros conciudadanos. Muchos de ellos todavía no han conocido al Único que ha entregado su vida por ellos. Todos, toda la Iglesia está llamada a ponerse en pie en medio de las plazas para anunciar el evangelio que es fuerza de salvación para todo el que cree. Los jóvenes comenzaron el año pasado dándonos ejemplo a los demás. Este año somos todos, cada uno a su modo, los que hemos de gritarles a nuestros vecinos, con la vida primero, pero también con nuestra palabra valiente. Dios ha enviado a su Hijo al mundo para hacernos libres a todos y ellos todavía no lo saben.

 

En este año el Santo Padre nos ha pedido un cuidado especial de la dimensión ecuménica. A ejemplo de aquél que luchó con todas sus fuerzas por la unidad de la Iglesia de Cristo también nosotros tenemos que hacer lo posible por recuperar la unidad perdida, con oraciones y con gestos.

 

Es un momento de renovación de cada una de las parroquias de la Diócesis. Cada una en su realidad propia, con los medios que tenga a su alcance, con las formas tradicionales y con las nuevas realidades con que el Espíritu ha ido enriqueciendo a su Esposa, la Iglesia, en estos últimos tiempos. Cada parroquia, con sus sacerdotes al frente, en estado continuo de misión, anunciando a todos la alegría de la salvación.

 

Estamos trabajando para poder ofreceros ayudas que faciliten la tarea de conocer mejor los escritos del Apóstol para así poder presentarlos mejor. Soy consciente de la gran vitalidad y creatividad de cada una de las parroquias que seguro pondrá en marcha modos antiguos y nuevos de renovarse con motivo de esta ocasión de gracia.

 

La Solemne apertura del año será el próximo día 28 de Junio, sábado, en la Santa Iglesia Catedral, a las 11.00 de la mañana, coincidiendo con la Ordenación de cinco nuevos presbíteros, un precioso regalo para nuestra Iglesia tan necesitada de sacerdotes.

 

En cada parroquia se abrirá solemnemente el año en las misas de ese sábado 28 y del domingo 29, en las que se leerá esta carta. La clausura tendrá lugar el día 29 de junio del año próximo.

 

En su momento oportuno se publicará un decreto concretando las indulgencias que el Santo Padre ha querido dejar a designación del Obispo Diocesano, sin olvidar que en las celebraciones solemnes de apertura y clausura se pueden ganar la indulgencia plenaria, con las condiciones acostumbradas.

 

Queridos hijos, no descuidemos este regalo que nos concede Dios, rico en misericordia, una oportunidad única para sacudirnos la rutina y el polvo que se nos ha ido pegando en nuestro caminar, a veces dificultoso, por los caminos de este mundo. Una oportunidad para renovarnos y salir con un nuevo ardor por los caminos de nuestra sociedad anunciando a tiempo y a destiempo a Jesucristo, el Señor, vencedor del pecado y de la muerte.

 

Con mi bendición y afecto.

 

 

 

Mons. Juan Antonio Reig Pla,

Obispo de Cartagena


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Jueves, 12 de junio de 2008

Carta del Arzobispo de Toledo, Card. Antonio Cañizares Llovera, ante la implantación obligatoria de la materia “Educación para la Ciudadanía” que tendrá lugar en el próximo curso escolar en la Comunidad de Castilla-La Mancha.




CARTA DEL ARZOBISPO DE TOLEDO Y SU OBISPO AUXILIAR
SOBRE "EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA"

 

 

Llegamos al final del año escolar 2007-2008. Escuelas, institutos y colegios interrumpirán este mes sus labores educativas y prepararán el próximo curso, que, entre otras, en la Comunidad de Castilla-La Mancha, tendrá la novedad del comienzo de la implantación de la materia "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos", en la Educación Secundaria Obligatoria; en la Comunidad de Extremadura ya ha comenzado su impartición en este curso que ahora finaliza.

 

Es éste un hecho importante, ante el que hay que actuar con lucidez, verdad, responsabilidad y libertad y conforme a los deberes y derechos que tienen los padres en materia educativa: deberes y derechos fundamentales e inviolables, primarios, que deben ser enteramente atendidos y cuyo ejercicio, tutelado por la Constitución Española, debe ser garantizado.

Os corresponde a los padres elegir y determinar el tipo de formación religiosa y moral que deseéis para vuestros hijos. Éste es vuestro derecho primordial, insustituible e inalienable. Os lo reconoce la Constitución en el artículo 2 7.3. Queda tutelado también por el artículo 16.1, que consagra la libertad ideológica y religiosa. Por tanto, el Estado no puede imponer legítimamente ninguna formación de la conciencia moral de los alumnos al margen de la libre elección de vosotros, sus padres.

 

Como es sabido por todos, la materia "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos" es una materia obligatoria para todos los alumnos y todos los centros. No habría nada que objetar, en principio, a esto: es deseable y necesario una formación de los alumnos en los principios constitucionales y en cuanto entraña convivir en una sociedad democrática como la nuestra.

 

Pero los Reales Decretos de enseñanzas mínimas obligatorias y las correspondientes Normas de nuestra Comunidad Autónoma, por las que se establece, regula y aplica esta nueva materia, van más allá de esto deseable e imponen obligatoriamente a todos los alumnos y a todos los centros, de hecho -en los objetivos, contenidos, competencias y evaluaciones-, una formación moral no elegida por vosotros, los padres, e incluso en abierta contradicción con lo que muchísimos de vosotros habéis elegido ya para vuestros hijos al solicitar "Formación religiosa y moral católica".

 

También entran en contradicción tales Reales Decretos y Normas con el carácter propio confesional de algunos Centros escolares, establecido en virtud del derecho que asiste a sus titulares. Estos centros, se diga lo que se diga, se ven obligados igualmente a impartir esta materia en su totalidad, es decir en sus objetivos, contenidos, competencias, y evaluaciones, mientras no se determine nada en contrario a través de normas legales explícitas, indubitables y precisas.

 

En todo esto hay que tener en cuenta y no se puede olvidar que "la autoridad pública no puede imponer ninguna moral a todos: ni una supuestamente mayoritaria, ni la católica ni ninguna otra. Vulneraría los derechos de los padres y/o de la escuela libremente elegida por ellos según sus convicciones. Son los padres y es la escuela, como colaboradora de aquéllos, quienes tienen el derecho y el deber de la educación de las conciencias, sin más limitaciones que las derivadas de la dignidad de la persona y del justo orden público" (Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española).

 

Por ello, al encontrarnos al final de un curso y con la perspectiva del próximo en que ya se impartirá esta materia, es nuestro deber de Obispos apoyar y alentar a los padres y a los centros escolares con carácter propio en el cumplimiento de sus deberes y derechos y en la defensa de los mismos. Por eso mismo recordando lo que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal afirmó en su Declaración de febrero de 2 007, los padres haréis muy bien en defender con todos los medios legítimos a vuestro alcance (incluida, por tanto, la objeción de conciencia, legítima) que os asisten de ser vosotros quienes determinéis la educación moral que deseáis para vuestros hijos. Los centros católicos de enseñanza, por vuestra parte, sabéis muy bien que si admitieseis en vuestra programación, los contenidos previstos en los Reales Decretos entraríais en contradicción con vuestro carácter propio, informado por la moral católica; el Estado no puede obligaros a hacerlo, ni los centros podríais hacerlo tampoco, si no fuese vulnerando el derecho a la libertad de enseñanza y a la libertad religiosa. Los centros estatales, a su vez, al tener que impartir esta asignatura, perderían su obligada neutralidad ideológica, si impusieran a los alumnos una formación moral no libremente elegida por vosotros, padres, o incluso expresamente contradictoria con vuestra voluntad cuando, por ejemplo, en la diócesis de Toledo, habéis elegido tan ampliamente para vuestros hijos la enseñanza de la Religión y Moral Católica en los centros públicos o estatales. Los padres y los centros educativos deben actuar de modo responsable y comprometido en favor de sus derechos educativos.

 

Es una lástima que esto que es tan obvio no sea reconocido suficientemente, o que el reclamar y ejercer estos derechos garantizados constitucionalmente estén encontrándose con tantas dificultades en las Administraciones Educativas. Padres y Centros educativos, profesores y titulares de los centros católicos tenéis el deber de defender a los hijos y de exigir lo que les corresponde en derecho propio e inalienable. Vuestros deberes y derechos deben ser respetados. Así es como se edifica una sociedad democrática y en verdadera convivencia. Todavía hay tiempo para rectificar. Nunca es tarde. Pero, si no se rectifica, podría ser tarde para la educación de los niños y jóvenes. Sois vosotros los padres quienes debéis y podéis reclamar lo que es vuestro y pertenece, además, al bien común.

 

Nosotros, como obispos vuestros, estamos a vuestro lado, y, como vosotros, no queremos otra cosa que vuestros hijos sean bien formados en todos los órdenes como personas, también en sus deberes cívicos, pero que no sean instrumentalizados fuera de lo que son esos deberes cívicos exigibles por el bien común y en correspondencia con el bien de la persona y la verdad del hombre.

 

Aprovechamos esta ocasión para exhortaros a los padres católicos a que cumpláis el deber que tenéis de pedir para vuestros hijos la Formación Religiosa y Moral Católica. Como Obispos os damos las gracias y reconocemos públicamente lo bien, lo admirablemente, que estáis cumpliendo en nuestra diócesis con este deber vuestro: cada año estáis pidiendo y renovando la petición de esta enseñanza religiosa y moral, tan fundamental para vuestros hijos, para el hombre y su futuro. Por eso, vosotros que con tanta claridad y constancia venís eligiendo esta formación sed congruentes y reclamad que ninguna otra enseñanza moral impuesta distorsione vuestra elección: en el interior de vuestros hijos se generaría, de hecho, una contradicción que no podría educar su personalidad.

Agradecemos también a los profesores de Religión vuestra gran labor y os pedimos que no os desalentéis ante las dificultades: sin duda alguna, estáis llevando a cabo una de las tareas más decisivas para el futuro de vuestros alumnos. Cierto que la enseñanza religiosa está tropezando con escollos importantes, pero es fundamental y no la dejaremos morir: la defenderemos siempre, porque no es privilegio alguno sino un derecho fundamental. Vosotros ofrecéis un testimonio espléndido de coherencia y de servicio. ¡Animo!

 

También nuestro total agradecimiento a tantísimos profesores cristianos y educadores que estáis actuando conforme a la razón y a la verdad, y os esforzáis tanto en esa nobilísima tarea de la educación, donde se edifica en buena medida el futuro de los hombres y de la sociedad por el aprendizaje de ser hombres conforme a la verdad del ser personas.

 

No queremos dejar de mostrar también nuestra gratitud más plena a los colegios católicos, tanto de titularidad diocesana como de otras instituciones religiosas. A todos los que trabajáis en ellos que Dios os pague la obra y el servicio que en nombre de la Iglesia estáis llevando a cabo: la educación cristiana, que es sin duda obra de evangelización y de renovación de la humanidad, escuela y aprendizaje de ser hombres libres en la verdad y constructores de una sociedad justa, fraterna y en paz. En todo seguid las enseñanzas de la Iglesia sobre la escuela católica. Secundad también lo que los Obispos estamos pidiendo tan encarecidamente a los colegios de la Iglesia, por ejemplo, a propósito de la "Educación para la ciudadanía": secundar estas orientaciones de vuestros Obispos y actuar en comunión con ellos también es propio de la escuela católica y pertenece a su misma identidad; en vuestros propios colegios, facilitad a los padres el ejercicio de sus derechos y deberes ante esta materia.

 

Agradecemos y alentamos de todo corazón a tantos padres que sintiendo vuestra responsabilidad y deber de padres, reclamáis lo que es justo y exigible en materia educativa. No desfallezcáis en modo alguno. Sabemos que al actuar como lo estáis haciendo no os mueve otra cosa que vuestros hijos. No son vuestras posturas de rebeldía o de oposición a nadie, sino de reclamo, exigencia y defensa de vuestros justos derechos con los que cumplís, nada más y nada menos, con los deberes que tenéis para con vuestros propios hijos y para con la sociedad misma. ¡No tengáis miedo alguno! No pedís nada que no os corresponda. Sabéis muy bien que, como obispos, nos sentimos muy cercanos y os apoyamos.

 

Finalmente, pensamos también en la Administración Educativa de la Comunidad de Castilla-La Mancha y de la provincia de Toledo. Agradecemos con total sinceridad lo mucho y bueno que innegablemente están haciendo por mejorar la enseñanza entre nosotros, y les felicitamos abiertamente por sus logros, que a todos benefician. Agradecemos también su gran atención no sólo a los centros estatales sino también a los de iniciativa social, en concreto, a la escuela católica. Nuestra gratitud, así mismo, por su gran sensibilidad, respeto y ayuda para con la enseñanza de la religión y moral católica. Agradecemos su disponibilidad para el diálogo y su buena disposición en orden a encontrar soluciones ante problemas y cuestiones que siempre surgen. Sabemos que en el tema que motiva principalmente esta carta, el de la materia de "Educación para la Ciudadanía", se ven ante una normativa de carácter estatal que obliga a las Comunidades Autónomas. Es deber de justicia y de fidelidad a la verdad reconocer públicamente que hemos sido escuchados en este asunto, aunque no se haya podido alcanzar, al menos hasta ahora, lo que correspondería satisfactoriamente a lo que tantos padres reclaman justamente.

 

Con todo respeto, nos permitimos pedir tanto al Gobierno de la Comunidad de Castilla-La Mancha como de Extremadura, que no se cierren puertas y se prosiga el camino para encontrar soluciones justas y precisas que respeten y garanticen eficazmente el derecho que los padres están reclamando y defendiendo amparados en la Constitución, tanto en los centros estatales como en los de iniciativa social, con medios legítimos a su alcance.

 

Esta materia, es decir, la necesaria educación de los niños y jóvenes para vivir como ciudadanos de España y del mundo, nunca debería ser objeto de confrontación y de división; si esto está sucediendo es señal de que algo no se ha hecho, o no se está haciendo bien. Es tiempo de buscar el encuentro y llegar al acuerdo; para eso habrá que rectificar en lo que sea justo y necesario. Ante tanta dificultad y duda, ante tanto sufrimiento como se está originando o se puede originar, ante tanta polémica como se ha desatado, ¿no cabría una moratoria en su aplicación, no se podría parar su implantación tal como ha sido programada en los Reales Decretos y en Normas de aplicación en Comunidades Autónomas?. Con toda sencillez, estamos convencidos de que si así se procediese ganaríamos todos; sería, incluso, una gran lección de la ciudadanía para la que se pretende educar.


         
Elevamos a Dios nuestra plegaria, para que Él nos ayude a cuantos estamos implicados de una manera u otra en la decisiva e importantísima labor educativa. Con nuestra bendición para todos.

 

+ Antonio Cañizares Llovera

Cardenal Arzobispo de Toledo

Primado de España

 

+ Carmelo Borobia Isasa

Obispo Auxiliar de Toledo


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VATICANO - “AVE MARIA” por Mons. Luciano Alimandi - Mirando en nuestros ojos, Jesús nos llama


Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- La Palabra de Dios, que escuchamos en la Misa dominical, debería acompañarnos e iluminar toda la semana, para que la Verdad revelada, contenida especialmente en el Evangelio, continúe su recorrido de luz en nuestros corazones. El Domingo pasado hemos escuchado el Evangelio de la vocación de s. Mateo. Apenas escuchó la palabra “sígueme”, pronunciada por el Señor como testimonia el Evangelio, “se levantó y lo siguió” (Mt 9,9). Sorprende en su respuesta la decisión generosa del publicano, el ponerse sin dudas a seguir a Jesús. Ahora sabemos todos que sin una causa no existe efecto alguno y que este es proporcionado por la causa misma. Si la decisión de Mateo fue tan grande, ¿qué grande debe haber sido la gracia de la llamada de Cristo? ¿Qué intensa fue la fascinación suscitada por la Palabra “sígueme”?

Cuando pensamos en Jesús, leemos su Evangelio y el encuentro, el momento, la situación, que narra la Sagrada Escritura, no debemos jamás olvidar la gracia y la “fascinación” excepcional que irradiaba la persona de Cristo. Todo en Él estaba “lleno” de gracia: Su mirada, Su trato, Su silencio… y Su Palabra era algo extraordinario, al punto que, llenos de asombro, quienes lo escuchaban exclamaban: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!” (Mc 1, 27). ¡Quien se acerca a Jesús, sin prejuicios, no podía sino aprehender la fuerza de la Verdad que Él proclamaba y que Él era! Por ello Simón Pedro se dirige a Jesús diciendo: “Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).

Santa Tomás de Aquino, en su exposición sobre Juan, afirma que: “el hombre desea principalmente dos cosas: en primer lugar el conocimiento de la verdad que es propio de su naturaleza. En segundo lugar la permanencia en el ser, propiedad común a ambas cosas. En Cristo se encuentra ambas. Él es el camino para llegar al conocimiento de la verdad, es la misma verdad: Guíame Señor en la verdad y caminaré en tu camino (cfr. Sal 85, 11)” (de la segunda lectura del Oficio de Lectura de la IX semana del tiempo Ordinario - sábado).

Aquel día, Mateo había percibido claramente que Quien lo estaba llamando poseía la Verdad, que Su palabra era diversa de las otras, porque daba la fuerza para el seguimiento. El resultado de tal encuentro es bien conocido: desde aquel día su vida no fue más la misma: prefirió Jesús en vez de los impuestos, antepuso al Mesías en vez de los intereses, y así, todo cambió.

La fuerza de esta Palabra “sígueme” fue experimentada, a lo largo de los siglos, por numerosas personas que, en vez de “salvar” la propia vida, permanecer apegados a los “impuestos”, escogieron “levantarse” y seguir a Jesús, para imitar su estilo de vida. Cuantos jóvenes que han sido ordenados sacerdotes han percibido en el corazón la dulce fuerza de la invitación a “seguir” a Jesús, librándose de todo apego terreno se lanzaron, como Mateo, en la aventura de pertenecer solo a Dios.

El Señor, hoy como siempre, necesita de estos hombres, que libremente se desapegan de los bienes del mundo, de una profesión humana, y sobre todo de vínculos afectivos, para ponerse totalmente disponibles a Él. Él era libre y quiere personas libres para seguirlo como Mateo. La vocación al celibato “por el reino de los Cielos” (cfr. Mt 19, 12), parte siempre de una llamada de Jesús y cada llamada es un don de Su amor.

Si no hubiese este llamado a “seguirlo” por este camino, sería absurdo para un joven el dejar a la propia familia, con hijos por educar, en la fe y en el amor de Dios. Pero si esta palabra es percibida en lo profundo del corazón, entonces sería un absurdo no seguirla, porque se renunciaría al más grande tesoro que existe en la tierra: el sacerdocio ministerial. Este puede ser considerado tal porque el sacerdote representa a Jesús y, sin este ministerio, no habría modo de acceder al milagro más grande: la Santísima Eucaristía.

San Juan Bosco decía que “el más grande don que Dios puede hacer a una familia es un hijo sacerdote” y San Agustín afirmaba que “el sacerdote es el vértice de todas las grandezas”. En este mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, son tantos quienes en la Iglesia rezan en modo particular por la santificación de los sacerdotes y lo hacen porque quieren sostenerlos en el camino por ser cada vez más semejantes a Jesús. Con este espíritu es hermoso leer las densas expresiones de humildad y amor de San Francisco di Asís, que encontramos en su Testamento, sobre los sacerdotes: “el Señor me dio y me da tanta fe en los sacerdotes que viven según la forma de la santa Iglesia Romana, por el orden de los mismos, que, si me persiguieran, quiero recurrir a ellos. Y si tuviera tanta sabiduría cuanta Salomón tuvo, y hallara a los pobrecillos sacerdotes de este siglo en las parroquias en que moran, no quiero predicar más allá de su voluntad. Y a éstos y a todos los otros quiero temer, amar y honrar como a mis señores. Y no quiero en ellos considerar pecado, porque discierno en ellos al Hijo de Dios, y son señores míos. Y lo hago por esto, porque nada veo corporalmente en este siglo del mismo altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y su santísima sangre, que ellos reciben y ellos solos administran a los otros....” (Testamento di San Francesco, año 1226). (Agencia Fides 11/6/2008)


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           13 de Junio de 2008,

"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar,

creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree" - San Antonio de Padua

 

 

Estimados compañeros sacerdotes


El pasado enero les escribí una carta anunciando mi nombramiento como delegado e invitándoles a detenernos unas horas en las reuniones arciprestales de los miércoles y reflexionar sobre el tema de la Piedad Popular y cómo la estamos integrando en nuestro ministerio y ver qué se puede hacer. Hoy me acerco de nuevo a ti con la misma finalidad y otra nueva: por un lado, retomar el tema, detenerse, analizar, o sencillamente hablar sin mas pretensiones que eso, hablar, pues es necesario que hablemos del tema y veamos los distintos puntos de vista y confrontemos nuestros pareceres, y, si es posible, leer el Directorio de Piedad Popular que editó el Vaticano en el año 2002 que es muy útil y ayuda a discernir (lo puedes encontrar en http://piedadpopular.blogspot.com, que es un blog que tiene nuestra Delegación y en el que puedes consultar las cosas que vamos publicando, e incluso hacer alguna consulta). Y por otra parte, anunciarte que te va a llegar o haz de recoger en el Obispado un tríptico que ha elaborado la Delegación sobre el tema “Las procesiones: Su origen y su sentido”, (se han hecho 60.000 copias) para que lo ANUNCIES, EXPLIQUES Y MOTIVES en tu parroquia durante el tiempo que creas conveniente, y en las reuniones que tengas con el Consejo de Pastoral o con los catequistas, incluso que se los hagas llegar a las comisiones de fiestas, hermandades, enramadoras, mayordomos, sacristanes… para ir dando pasos (con mucho temple y cuidado, pues se trata muchas veces de COSAS de Dios) y lograr en una generación que las procesiones sean verdaderas manifestaciones de fe, evitando aquello que las pueda desvirtuar, y teniendo en cuenta otras cosas que nos ayuden a recuperar su sentido. Ya te digo, con TEMPLE y CUIDADO.


NOTA: no distribuyas el tríptico sin antes haberlo leído y estudiado tú, y sin explicárselo antes a los fieles.


Te seguiré informando de las distintas cosas que vayamos preparando. Consulta de vez en cuando la página de Internet http://piedadpopular.blogspot.com. Quizá algún día te haremos llegar otras hojas o trípticos… para su distribución en las parroquias.


Un saludo cordial y mi fe en que vas a regalarnos tu confianza y tu oración


                                                                  
Argelio Domínguez Rodríguez

 


REDACCIÓN DE “IGLESIA NIVARIENSE”

C. San Agustín, nº 28

38201. La Laguna. Tenerife.

Tfno. 922-314961 / Fax. 922-256362

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BOLETÍN 289 

 

 

El sábado 14 se desarrollará la última sesión del curso del Consejo Diocesano de Pastoral. El mismo estará dedicado a culminar el trabajo que se viene realizando en torno a la parroquia y evaluar el presente curso pastoral, esbozando, a un tiempo, las líneas del venidero.

 

Igualmente, en la misma jornada va a tener lugar el Consejo de profesores del Instituto Superior de Teología.

 

Por otro lado, el miércoles 18 tendrá lugar, en el Seminario Diocesano un nuevo Consejo Presbiteral que continuará abordando distintos aspectos de la vida y el ministerio de los sacerdotes.

 

“La parroquia, hogar de la catequesis”, es el título del curso que se llevará a cabo en los salones parroquiales de Adeje, durante los días 21 y 22 de junio. El mismo estará dirigido por Jesús Sastre.

 

Tras casi un año de obras, la casa-hogar del movimiento FRATER  en La Laguna, será bendecida y reinaugurada el próximo 28 de junio.

 

La Delegación de Piedad Popular ha editado un tríptico que lleva por título “Las Procesiones: Su origen y su sentido”. En él se recogen diferentes sugerencias para aquellas personas que organizan o participan en las procesiones. Además, el folleto recuerda cual es el verdadero sentido de estas expresiones de culto de carácter universal.

 

“¿Se puede vivir así?” es el título del libro que se ha presentado esta semana en el Salón de Actos del Seminario Diocesano. El autor de dicha obra es el fundador del movimiento “Comunión y Liberación”, Luigi Giussani. Durante el acto de presentación intervino el Obispo, Bernardo Álvarez, el miembro del Centro Nacional de Comunión y Liberación, Ettore Pezzuto y el consiliario diocesano de este movimiento, Miguel Ángel Navarro.

 

Por otro lado, en el Instituto Canarias Cabrera Pinto, tuvo lugar otra presentación. En esta ocasión fue el libro “Juan López Agurto de la Mata, Magistral de Puebla, Obispo de Puerto Rico (1631-1634) y de Coro-Caracas (1634-1637)” del sacerdote Julio Sánchez. Según explica el autor, Juan López Agurto de la Mata nació en La Laguna aunque desde que era muy joven viajó a México, donde hizo carrera eclesiástica. Regresó a España años más tarde para obtener la licenciatura en Teología para trasladarse de nuevo a México. Consiguió la plaza de magistral de Puebla, labor que compatibilizó con otras actividades, y diez años después fue nombrado obispo de Puerto Rico, puesto en el que permaneció hasta 1634. Posteriormente fue nombrado Obispo de Coro-Caracas hasta su muerte en 1637.

 

El colegio de las Escuelas Pías de Santa Cruz fue escenario de la llamada fiesta “Amigos del mundo”. Se trata de una iniciativa creada por este centro para recoger fondos a favor de la Fundación Educativa Solidaria (Funeso), una entidad sin ánimo de lucro que pretende llevar a cabo un proyecto de educación vial en Bata (Guinea Ecuatorial).

 

 

El consejo parroquial de San Juan Bautista de La Orotava ha invitado a todos los que lo deseen a la presentación del libro-catálogo y exposición conmemorativa de los 400 años de la fundación del templo. Dicho acto se celebrará en el propio templo, el día 14 de junio, a las 20:00 horas. La publicación lleva por título “El legado de Farrobo” y es obra de Juan Alejandro Lorenzo Lima.

 

Por otro lado, el próximo 24 de junio tendrá lugar el acto principal previsto para conmemorar el 400 aniversario de la fundación de San Juan Bautista. A las 20:30 horas se celebrará la Eucaristía y, posteriormente, tendrá lugar la procesión.

 

La parroquia de San Pedro Apóstol, en Güímar, acogerá el próximo 21 de junio, a las 12:00 horas una Misa en acción de gracias por los 475 años de la creación de la parroquia matriz y de los 400 años de la terminación del primer templo del “Señor San Pedro”. La misma estará presidida por el Vicario General, Antonio Pérez.

 

El consejo arciprestal de La Gomera se ha reunido esta semana, a fin de ultimar la preparación de los actos pastorales con ocasión de la próxima cita lustral con la Virgen de Guadalupe, cuya Bajada se iniciará el próximo mes de octubre.

 

Recientemente, el Centro de Orientación Familiar (COF 2000) desarrolló una reunión de su consejo diocesano. Durante el encuentro, los miembros responsables del centro hicieron balance de la marcha del COF a lo largo de estos 18 meses de vida.

 

Esta semana se ha celebrado la festividad del beato José de Anchieta. Con tal motivo, se hicieron sendas ofrendas florales en la casa en que vivió  (sede provisional del Obispado) y junto a la entrada de la ciudad por la avenida de la Trinidad.

 

Cursillos de Cristiandad llevará a cabo su próxima convivencia durantes los días 13, 14 y 15 de junio, en el Seminario Diocesano.

 

 

El municipio de Los Llanos de Aridane celebra a lo largo de todo un mes sus fiestas patronales en honor a la Virgen de Los Remedios, una jornada en la que los cristianos celebran numerosas actividades religiosas que arrancaron, recientemente, con la izada de la Bandera en el Castillo de la Montaña Tenisca.

 

También estos días se multiplican las fiestas en honor de San Antonio, S. Juan, S. Pedro, etc.

 

El Instituto Superior de Teología ya tiene previstos los cursos con motivo de la IV Escuela de Verano. “Introducción a la Bioética: principios fundamentales”, es el título del primero de ellos y estará dirigido por Teodoro Julián Francisco, Máster Interuniversitario en Bioética y Capellán del HUC. Dicho curso se impartirá durante los días 8, 9 y 10 de julio y tendrá como fin ofrecer un marco teórico suficiente que ayude a los participantes a tener criterios desde la razón y desde la fe para abordar la complejidad de los temas relacionados con la vida.

 

 

Los miembros de la Acción Católica en Tenerife se reunirán el próximo 21 de junio, con el obispo, Bernardo Álvarez para reforzar las tres realidades que conforman este movimiento: niños, jóvenes y adultos. Actualmente, Acción Católica se encuentra en un proceso de unificación de estos tres sectores.


Comentario al evangelio (Mt 5, 27-32) del viernes de la décima semana del tiempo ordinario publicado en el libro "Enséñame tus caminos" de Gustavo Gutiérrez.


No cometer adulterio

 

 Aborda Jesús en profundidad el conflictivo problema de las relaciones sexuales. La ascética pagana de la antigüedad abordaba el problema desde el punto de vista de la pureza y del autocontrol personal, como lo hizo más tarde, por ejemplo, Gandhi. En la sociedad de hoy se considera como un caso más de las relaciones interpersonales sin otra peculiaridad que la de producir placer.

 

Jesús condena con su autoridad todo acto de adulterio y la decisión tomada en el corazón aunque no llegue a consumarse (v. 28). Fiel a su intento de interiorizar la religión y de considerar el mal en sus mismas raíces, llega Jesús a lo más profundo del ser, donde se fragua todo lo bueno y lo malo que sale al exterior y hace bueno o malo moralmente al hombre. Cualquier acción verdaderamente deseada, aunque no llegue a ser ejecutada, es ya un acto humano valorable ante Dios que lee en el corazón.

 

Un caso pertinente es el divorcio. Suele tratarse desde la perspecti­va de la virtud de la castidad y debe tratarse más y primero desde el punto de vista de la fidelidad y caridad. ¿Puede un ser humano considerarse justo sin fidelidad a una promesa dada ante testigos y sellada con un sacramento? Muchos que buscaron con ilusión su felicidad en el matri­monio quedan muy pronto dolorosamente decepcionados. Ironizando sobre el tema se dijo que el matrimonio es un lugar donde los que no es­tán quieren entrar y los que están quieren salir. Es una observación sagaz pero limitada a los matrimonios mal hechos. Se puede perseguir un falso concepto de dicha y un falso concepto de enriquecimiento huma­no, pero nunca un amor verdadero se nutrirá de fantasías ni de egoís­mos. Y cuando se habla con verdad de la felicidad en el amor debe entenderse siempre del amor verdadero como acto libre, no del mero impulso instintivo o sentimental, que no lo es. Quien ha cometido un error en esta materia piensa enseguida que el divorcio es una sabia y fá­cil corrección del error.

 

El pasaje evangélico es de quemante actualidad. En fuerza del «proceso de contrarios» se ha instalado la sociedad erotizante en un extremo antagónico al de las épocas no lejanas, pero igualmente inexacto. No parece ser un verdadero logro la sexualización social, degradante del amor, que debe ser ennoblecido. Y luego lo de vaciarse el ojo...


Publicado por verdenaranja @ 23:17  | Espiritualidad
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ZENIT publica la intervención que pronunció  miércoles, 11 de Junio de 2008, Benedicto XVI durante la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano dedicada a presentar la figura de san Columbano.


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quisiera hablar del santo abad Columbano, el irlandés más famoso de la Alta Edad Media: con razón puede ser llamado un santo "europeo", pues como monje, misionero y escritor trabajó en varios países de Europa occidental. Junto a los irlandeses de su época, era consciente de la unidad cultural de Europa. En una de sus cartas, escrita en torno al año 600, dirigida al Papa Gregorio Magno, se encuentra por primera vez la expresión "totius Europae - de toda Europa", en referencia a la presencia de la Iglesia en el continente (Cf. Epistula I,1).


Columbano había nacido en torno al año 543 en la provincia de Leinster, en el sudeste de Irlanda. Educado en su casa por óptimos maestros que le encaminaron en el estudio de las artes liberales, se encomendó después a la guía del abad Sinell de la comunidad de Cluain-Inis, en Irlanda del norte, donde pudo profundizar en el estudio de las Sagradas Escrituras.


Cuando tenía unos veinte años entró en el monasterio de Bangor, en el nordeste de la isla, donde era abad Comgall, un monje conocido por su virtud y su rigor ascético. En plena sintonía con su abad, Columbano practicó con celo la severa disciplina del monasterio llevando una vida de oración, ascesis y estudio. Allí fue ordenado sacerdote. La vida en Bangor y el ejemplo de abad influyeron en su concepción del monaquismo que Columbano maduró con el tiempo y difundió después en el transcurso de su vida.

A la edad de unos cincuenta años, siguiendo el ideal ascético típicamente irlandés de la "peregrinatio pro Christo", es decir, de hacerse peregrino por Cristo, Columbano dejó la isla para emprender con doce compañeros una obra misionera en el continente europeo. Debemos recordar que la migración de pueblos del norte y del este provocó un regreso al paganismo de regiones enteras que habían sido cristianizadas.


Alrededor del año 590 este pequeño grupo de misioneros desembarcó en la costa bretona. Acogidos con benevolencia por el rey de los francos de Austrasia (la actual Francia), sólo pidieron un pedazo de tierra sin cultivar. Se les entregó la antigua fortaleza romana de Annegray, en ruinas, recubierta por la vegetación. Acostumbrados a una vida de máxima renuncia, los monjes lograron levantar en pocos meses de las ruinas el primer monasterio. De este modo, la reevangelización comenzó a desarrollarse ante todo a través del testimonio de vida.


Con el cultivo de la tierra comenzaron también un nuevo cultivo de las almas. La fama de estos religiosos extranjeros que, viviendo de oración y en gran austeridad, construían casas y roturaban la tierra, se difundió rápidamente, atrayendo a peregrinos y penitentes. Sobre todo muchos jóvenes pedían ser acogidos en la comunidad monástica para vivir como ellos esta vida ejemplar que renovaba el cultivo de la tierra y de las almas. Pronto tuvieron que fundar un segundo monasterio. Fue construido a pocos kilómetros, en las ruinas de una antigua ciudad termal, Luxeuil. El monasterio se convertiría en centro de la irradiación monástica y misionera de la tradición irlandesa en el continente europeo. Se erigió un tercer monasterio en Fontaine, a una hora de camino hacia el norte.


En Luxeuil, Columbano vivió durante casi veinte años. Allí el santo escribió para sus seguidores la Regula monachorum --durante un cierto tiempo más difundida en Europa que la de san Benito--, perfilando la imagen ideal del monje. Es la única antigua regla monástica irlandés que hoy poseemos. Como complemento, redactó la Regula coenobialis, una especie de código penal para las infracciones de los monjes, con castigos más bien sorprendentes para la sensibilidad moderna, que sólo se pueden explicar con la mentalidad de aquel tiempo y ambiente. Con otra obra famosa, titulada De poenitentiarum misura taxanda, que también escribió en Luxeuil, Columbano introdujo en el continente la confesión privada y reiterada con la penitencia, que preveía una proporción entre la gravedad del pecado y la reparación impuesta por el confesor. Estas novedades suscitaron sospechas entre los obispos de la región, una sospecha que se convirtió en hostilidad cuando Columbano tuvo la valentía de reprenderles abiertamente por las costumbres de algunos de ellos.


Este contraste se manifestó con las disputa sobre la fecha de Pascua: Irlanda seguía la tradición oriental, a diferencia de la tradición romana. El monje irlandés fue convocado en el año 603 en Châlon-sur-Saôn para rendir cuentas ante un sínodo de sus costumbres sobre la penitencia y la Pascua. En vez de presentarse ante el sínodo, mandó una carta en la que minimizaba la cuestión, invitando a los padres sinodales a discutir no sólo sobre el problema de la fecha de Pascua, según él un problema pequeño, "sino también sobre todas las normas canónicas necesarias que son descuidadas por muchos, lo cual es más grave" (Cf. Epistula II,1). Al mismo tiempo, escribió al Papa Bonifacio IV --unos años antes ya se había dirigido al Papa Gregorio Magno (Cf. Epistula I)-- para defender la tradición irlandesa (Cf. Epistula III).


Dado que era intransigente en cuestiones morales, Columbano entró en conflicto también con la casa real, pues había reprendido duramente al rey Teodorico por sus relaciones de adulterio. Surgió una red de intrigas y maniobras a nivel personal, religioso y político que, en el año 610, provocó un decreto de expulsión de Luxeuil de Columbano y de todos los monjes de origen irlandés, que fueron condenados a un exilio definitivo. Les escoltaron hasta llegar al mar y fueron embarcados en una nave de la corte rumbo a Irlanda. Pero el barco encalló a poca distancia de la playa y el capitán, al ver en ello un signo del cielo, renunció a la empresa y, por miedo a ser maldecido por Dios, volvió con los monjes a tierra firme. Éstos, en vez de regresar a Luxeuil, decidieron comenzar una nueva obra de evangelización. Se embarcaron en el Rin y remontaron el río. Después de una primera etapa en Tuggen, en el lago de Zurich, se dirigieron a la región de Bregenz, en el lago de Costanza, para evangelizar a los alemanes.


Ahora bien, poco después, Columbano, a causa de problemas políticos, decidió atravesar los Alpes con la mayor parte de sus discípulos. Sólo se quedó un monje, llamado Gallus. De su monasterio se desarrollaría la famosa abadía de Sankt Gallen, en Suiza. Al llegar a Italia, Columbano fue recibido en la corte imperial longobarda, pero muy pronto tuvo que afrontar grandes dificultades: la vida de la Iglesia estaba lacerada por la herejía arriana, todavía mayoritaria entre los longobardos por un cisma que había separado a la mayor parte de las Iglesias de Italia del norte de la comunión con el obispo de Roma.


Columbano se integró con autoridad en este contexto, escribiendo un hermoso libelo contra el arrianismo y una carta a Bonifacio IV para convencerle a comprometerse decididamente en el restablecimiento de la unidad (Cf. Epistula V). Cuando el rey de los longobardos, en 612 ó 613, les entregó un terreno en Bobbio, en el valle de Trebbia, Columbano fundó un nuevo monasterio que luego se convertiría en un centro de cultura comparable al famoso de Montecasino. Allí acabó sus días: falleció el 23 de noviembre de 615 y en esa fecha es conmemorado por el rito romano hasta nuestros días.


El mensaje de san Columbano se concentra en un firme llamamiento a la conversión y al desapego de las cosas terrenas en vista de la herencia eterna. Con su vida ascética y su comportamiento sin compromisos frente a la corrupción de los poderosos, evoca la figura severa de san Juan Bautista. Su austeridad, sin embargo, nunca es un fin en sí misma, sino que no es más que un medio para abrirse libremente al amor de Dios y corresponder con todo el ser a los dones recibidos de El, reconstruyendo en sí la imagen de Dios y al mismo tiempo trabajando la tierra y renovando la sociedad humana.


Dice en sus Instructiones: "Si el hombre utiliza rectamente esas facultades que Dios ha concedido a su alma, entonces será semejante a Dios. Recordemos que debemos devolverle todos los dones que nos ha confiado cuando nos encontrábamos en la condición originaria. La manera de hacerlo nos la ha enseñado con sus mandamientos. El primero de ellos es el de amar al Señor con todo el corazón, pues Él, en primer lugar, nos ha amado, desde el inicio de los tiempos, antes aún de que viéramos la luz de este mundo" (Cf. Instructiones XI).


El santo irlandés encarnó realmente estas palabras en su vida. Hombre de gran cultura y rico de dones de gracia, ya sea como incansable constructor de monasterios, ya sea como predicador penitencial intransigente, dedicó todas sus energías a alimentar las raíces cristianas de la Europa que estaba naciendo. Con su energía espiritual, con su fe, con su amor a Dios y al prójimo se convirtió en uno de los padres de Europa: nos muestra hoy dónde están las raíces de las cuales puede renacer nuestra Europa.