Articulo semanal del padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA, el miércoles 2 de Julio de 2008, en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino".
Luz en el Camino Fernando Lorente *
Dos palabras: intolerantes y tolerantes
¿CUÁNTOS MITOS y tópicos estamos viviendo en nuestros tiempos con estas dos palabras, expresadas en esta frase?: La intolerancia de los tolerantes. Ser tolerante en nuestros tiempos -como algo que está de moda- es algo equivalente a "vive y deja vivir" o "no te metas en los asuntos de los demás y que ellos no se metan en los tuyos". Ser tolerantes, por tanto, no es ser comprensivo con los defectos ajenos, sino aceptar que, como para el otro eso puede no ser un defecto, hay que permitirle que haga lo que quiera y cuando quiera. Aquí, el viejo esquema de comportamiento católico, que aconsejaba condenar el pecado, pero al mismo tiempo darle una oportunidad al pecador para enmendarse, ya no sirve y debe ser sustituido por otro que implica no calificar ni siquiera de "pecado", "error" o "conducta equivocada" a nada o casi nada de lo que haga el prójimo. Valgan estos hechos, entre otros, del mismo alcance por su gravedad social y moral: el aborto y la eutanasia.
Los tolerantes reclaman el derecho a matar a los no nacidos y el de suicidarse legalmente cuando así lo decida el interesado. En el primer caso, los tolerantes no tienen en cuenta la opinión del sujeto paciente y sufriente -el bebé que está custodiado y formándose en el vientre de su madre-, mientras que en el segundo supuesto consideran que el interesado debe dar su permiso antes de que lo ejecuten.
El argumento de los tolerantes a favor de la legalización de la eutanasia y de la aún más plena permisión del aborto consiste, sobre todo, en decir que para ellos eso n o es malo, sino que es un derecho. A continuación, afirman que son víctimas de los intolerantes cristianos, que quieren imponer a los que no comparten su fe, su anticuario ético. Por último, dicen que lo que ellos desean es poder hacer uso de lo que reclaman, pero sin inmiscuirse en la vida de nadie; es decir, alegan que ellos no están pidiendo que el aborto sea obligatorio o que la eutanasia se aplique al anciano o enfermo en contra de sus deseos. Con esta triple argumentación, el apoyo descarado de la práctica totalidad de los medios de comunicación. Están seguros de conseguirlo.
Ante esta situación, hay que proclamar con sinceridad y valentía que en ninguna tabla de los derechos humanos -como es la Constitución española- universalmente aceptada se habla del derecho al aborto o del derecho al suicidio, mal llamado eutanasia. Si los cristianos no vivimos y no proclamamos la Ley de Dios -no matar de la forma que sea- y los políticos españoles no respetan su propia Constitución democrática, ¿qué sociedad estamos haciendo y cuál será su futuro? Si en ella no se respetan y se hacen respetar el derecho a nacer y el derecho a vivir ¿dónde está el valor de los demás derechos que nos ofrecen muchos de nuestros políticos, si realmente son los mismos de la Constitución en los artículos 1-3; 4, 15, 16, 27...?
* Capellán de la Clínica S. Juan de Dios