VATICANO - “AVE MARIA” por Mons. Luciano Alimandi - Renuncia a tí mismo y encontrarás a Jesús
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra” (Mt 13,44-46). Las parábolas del tesoro escondido en el campo y de la perla preciosa, que el Señor propone para ayudarnos a entender el Reino de Dios, nos revelan –como sucede siempre con la Palabra de Dios– verdades muy profundas, las cuales se nos presentan como verdades salvadoras para nuestra vida de fe.
Sin la conciencia de la Verdad andaríamos a tientas en medio de una profunda oscuridad (cf. Jn 8,12), seríamos como ciegos que no saben de dónde vienen ni adónde van. Por ello Jesús vino al mundo, para que conozcamos la verdad y la verdad nos haga libres (Jn 8,32). Y, ¿cuál es la verdad sobre el Reino de Dios, sobre Aquel que nos trae el Reino de Dios? Jesús nos lo explica fundamentalmente a través de las parábolas. Sus enseñanzas se dirigen a todos, y por ello utiliza el lenguaje de los simples y no el de los doctos, que son una pequeña minoría de la humanidad.
Él se ha hecho pobre con los pobres, pequeño con los pequeños, para así poder llegar a todos los hombres. Quien quiere tener acceso a su doctrina debe necesariamente recorrer su camino (cf. Jn 14,6), que está hecho de sencillez y humildad: “Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios” (1Cor 1,27-29).
Cuidado con despreciar el lenguaje y las explicaciones sencillas de Jesús: ello llevaría inevitablemente a perder la ruta. Quien espera de Dios solamente manifestaciones “grandiosas” o cosas “grandes”, queda decepcionado, ya que Él da preferencia a la grandeza que se esconde en las cosas pequeñas. ¡Dios ama revelarse a través de la pequeñez!
Así pues, las parábolas de Jesús son como “pequeñas” historias, que sin embargo revelan grandes verdades; quien las minusvalora, ayer como hoy, pierde de vista el Reino de Dios, que Él regala a aquellos que entran a través de la puerta de la humildad: “En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito” (Mt 11,25-26).
Las parábolas del tesoro escondido en el campo y de la perla preciosa nos dicen que el Reino, es decir, el Señor, no puede ser verdaderamente “encontrado” si no se le busca seriamente. Es así, por lo demás, como sucede con cualquier cosa que consideramos seria en nuestra vida: a ella se le dedica más tiempo y atención que a las otras. ¡Cuánto más si nos referimos al mismo Señor! ¿Cómo podríamos encontrarlo si no lo deseáramos y lo buscáramos poniendo todo de nosotros mismos? Y una vez encontrado, ¿cómo podremos “poseerlo” si no estamos dispuestos a dejarnos “poseer” por Él? En efecto, en las dos narraciones en cuestión Jesús subraya que tanto aquel que encuentra un tesoro en el campo como aquel que encuentra la perla “va y vende lo que tiene” para poder “poseer” aquello que en definitiva ha encontrado.
Lamentablemente, una gran tentación para el cristiano que ha “encontrado” a Jesús, es la de quererlo “poseer” sin renunciar al amor propio. Y ello es imposible, ya que para poseer al Señor, es decir para entrar en profunda comunión con Él y ser transformados por Él, es necesario abandonar el propio egoísmo, para poder ser como Él: ¡portadores del amor de Dios, o sea santos!
“Sed santos porque yo soy santo” (Lv 11,45). “sed pues perfectos como vuestro Padre celestial” (Mt 5,48). La verdad de nuestro llamado a la santidad, revelada en el Antiguo Testamento y anunciada con más fuerza por Jesús en el Nuevo Testamento, es de una importancia crucial: quien quiere ser discípulo de Jesús, debe primero renunciar a sí mismo, pues de otra manera será incapaz de seguirlo cargando con su propia cruz (cf. Mt 16,24). Esta cruz, es decir el sufrimiento que forma parte de la existencia humana, si no se acepta el hecho de que nuestro propio “yo” debe purificarse y liberarse de sí mismo, haciendo espacio al “yo” de Jesús, será acogida no ya como una bendición, sino como una maldición. Esta purificación es impulsada sobretodo por el sufrimiento, es decir por las pruebas que cada cristiano encuentra en su propio camino mientras intenta seguir al Señor. “No hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia a sí mismos, de la transformación y purificación del yo por la verdadera libertad” (Benedicto XVI, homilía del 28 de junio del 2008).
El proceso de “venderlo todo” para “comprar el tesoro” encuentra su máximo significado en la cruz, ya que el hombre, en la escuela del sacrificio por amor, es educado cada vez más en el verdadero significado de su existencia: ser santo. Lo demás, usando las palabras del Eclesiastés, es “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eccl 1,2). ¡Santa María Liberadora, ruega por nosotros! (Agencia Fides 30/7/2008)
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BOLETÍN 296
La Universidad de Verano de La Gomera ha desarrollado esta semana un curso titulado: Hacia la paz desde los monoteísmos, ¿las religiones, factor de paz o de guerra en nuestro mundo? El mismo estuvo dirigido por Manuel E. Barrios Prieto, Doctor en Teología (Pontificia Universidad Gregoriana de Roma), Licenciado en Psicología Clínica (UNED), Master en Psicoterapia (Comillas) y Sacerdote. Entre sus numerosos ponentes se han encontrado Mons. José María Serrano Ruiz, Presidente de la Corte de Apelación del Vaticano.
José María Contreras, director general de Relaciones con las Confesiones, fue el encargado de abrir estas jornadas. Contreras reflexionó en su exposición sobre el concepto de la religión y su utilización en la sociedad actual. “Cuando en occidente se recurre a la religión, se hace para dotar de legitimidad a acciones políticas que carecerían de ella en el orden internacional”, señaló Contreras, refiriéndose a un retorno importante al fenómeno religioso, que se utiliza con otros fines. Contreras Mazario recalcó igualmente la idea de la protección de los derechos humanos y la libertad democrática. "Los estados europeos tienen que proteger los derechos fundamentales y uno de esos derechos fundamentales es, sin lugar a dudas, la libertad religiosa y de conciencia. La religión supone una fuente importante de inspiración directa de moral social e individual", dijo. El director general de Relaciones con las Confesiones del Gobierno español incidió en la necesidad de incluir la religión en el proceso de unificación de la Unión Europea. Y en el caso de España, comentó que la diversidad cultural y religiosa de la sociedad obliga a plantearse la homogeneidad histórica del país.
Monseñor José María Serrano Ruiz, presidente de la Corte de Apelación del Estado Vaticano, lanzó el mensaje de que "Dios es paz y sin paz no hay amor". El prelado apuntó que "el problema de la paz en la religión cristiana no se propone en línea de ideal, sino como esfuerzo presente y dinámico, todavía inacabado, de hacerle llegar a una actuación lo más amplia y duradera posible en la vida real, esfuerzo de la iglesia y esfuerzo de la sociedad". A continuación se preguntó: "¿Quién sabe si el ateismo se hace tan presente porque nuestro mundo vive en un ambiente de violencia que no es compatible con la presencia de Dios?". Serrano Ruiz hizo referencia la encíclica de Juan XXIII “Pacem in Terris” en su planteamiento relativo a la necesidad de fundamentar la paz en cuatro pilares que se pueden compartir entre todos los credos religiosos: "La verdad, la justicia, la libertad y el amor". El ponente también dijo que "la fe es libre, absolutamente libre y no hay que imponerla a nadie", e incidió en la idea de que si se quiere la paz hay que preparar la paz, enfatizando la afirmación de la Populorum Progressio de que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”.
En cuanto al responsable del Seminario, Manuel E. Barrios Prieto, Doctor en Teología, señaló, al final del mismo algunos puntos que para él sería importante destacar y profundizar: La religión ayuda al ser humano a ser mejor. En definitiva, le hace mejor persona. Otra cuestión es la necesaria la relación entre fe y razón y aceptar las conquistas de la Ilustración, así como favorecer la libertad religiosa y de conciencia dentro del real pluralismo. Igualmente indicó que los creyentes defienden lo que consideran verdad objetiva.
Las fiestas de la Patrona de Canarias, la Virgen de Candelaria, se iniciarán con la lectura del pregón, a cargo de Fernando Delgado. El prior de la Basílica, el padre Jesús Mendoza, destacó, en rueda de prensa, la amplitud de actos que festejarán en esta edición las Fiestas de la Virgen. Asimismo, aprovechó la oportunidad para señalar que la Basílica de Candelaria no tiene aluminosis y los trabajos que se están haciendo tienen que ver con actuaciones precisas de mejora.
Por otro lado, los palmeros también se aprestan a celebrar la Fiesta de Las Nieves durante el mes de agosto bajo el lema: Santa María, vida dulzura y esperanza nuestra”. El martes cinco de agosto, el obispo presidirá la Eucaristía solemne de las once y media de la mañana que será emitida en directo por COPE La Palma.
Ya han regresado a Canarias los participantes en el Encuentro Mundial de la Juventud celebrado en Sydney, Australia. Los mismos se mostraron satisfechos de haber disfrutado de esta experiencia en la que pudieron sentir a la Iglesia como una gran familia. Asimismo, señalaron que la alegría se desbordó entre los españoles al conocer que el próximo Encuentro Mundial de la Juventud se celebraría Madrid.
Los peregrinos por “la Ruta de S. Pablo” ya han retornado a la diócesis, tras haber seguido las huellas del apóstol de las gentes cuando se cumple el bimilenario de su nacimiento.
Ángel Luis Pérez, celebrará sus bodas de plata sacerdotales el próximo 31 de julio, a las 20:30 horas, en San José (Breña Baja) y el 2 de agosto, a las 19:00 horas en San Pedro (Breña Alta).
El Cabildo insular de La Palma ha anunciado una inversión de 125.000 euros para la realización de una recuperación pormenorizada de archivos pertenecientes a los 25 últimos años del siglo XIX, incluidos en las inscripciones bautismales de las parroquias históricas de los catorce municipios de la Isla de La Palma. Para la realización de este trabajo, la Administración palmera ha firmado un acuerdo con el Archivo Histórico Diocesano que se encargará de realizar las labores de ordenación y catalogación de los fondos históricos parroquiales, lo que permitirá, entre otros aspectos, su mejor conservación, consulta y estudio.
La pasada semana se produjeron dos nuevos robos en templos tinerfeños. El primero de ellos se registró en la iglesia de San José, en el municipio de Candelaria. Concretamente, la supuesta autora del robo, sustrajo diferentes piezas valoradas en 6.000 euros, así como 2.000 euros en efectivo. Por otro lado, la ermita de San Telmo en Santa Cruz de Tenerife, también sufrió un lamentable suceso de este tipo. En este templo, los ladrones se llevaron 600 euros y un anillo de oro.
El barrio de El Amparo en Icod de los Vinos acogió recientemente la bendición de las andas de la Virgen, que a partir de ahora presentan una imagen renovada. La iglesia acogió durante unas cuatro horas a decenas de fieles que asistieron al rezo del Santo Rosario y a la solemne misa de bendición de la basa de la Virgen, con imágenes y símbolos de El Amparo, labrados sobre la madera.
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) ha invitado a los seminaristas y sacerdotes de la Diócesis Nivariense a las jornadas de verano que se celebrarán en Madrid los días 8, 9 y 10 de septiembre.
La ermita de San Isidro Labrador, en Granadilla de Abona, ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento por parte del Gobierno de Canarias. Igualmente, ha obtenido esta declaración la iglesia del Convento de Santo Domingo en Güímar.
Artículo de Monseñor Adrian Smith, arzobispo de Honoria, publicado en Voice Katolika, con motivo del Año de San Pablo. El Papa Benedicto XVI ha declarado desde Junio de 2008 hasta 2009 un Año de San Pablo para preparar nuestras mentes para el Año de San Pablo. Fr. Ambrosio Pereira sdb, editor de la Voz Katolika me pidió escribir un corto artículo sobre San Pablo y yo le dije, lo titularé: “Por qué amo a San Pablo”. Durante largo tiempo tuve miedo de San Pablo, pero ahora me he enamorado de él. Más tarde, encontré sus escritos difíciles pero según pasaba el tiempo, comencé a ver a San Pablo de modo diferente. Pasé a verle como un gran misionero, como una persona que tendió sus brazos a cada grupo que él evangelizó. Los instruyó, les requirió; confió en ellos, y les dio responsabilidad para sus propias comunidades locales. Rogó constantemente por las comunidades que él condujo a la Buena Nueva. Amó a aquellos que llevó a la fe en Cristo Jesús. “Por supuesto, estamos alegres de ver a Tito, pero lo que nos hizo realmente alegres es el modo cómo levantasteis su ánimo. Nos dijo qué tristes estabais y qué preocupados por mí. Y esto me hizo aún más feliz” (2Cor 7, 7). Las relaciones fueron muy importantes para San Pablo. Quiso estar dispuesto a corregir a las personas si ellas se distanciaban de lo que les enseñó, pero nunca quiso romper sus relaciones con ellos.
Por qué amo a San Pablo
Su amor por aquellos que él convirtió no le impidió corregirles si oía que se habían apartado del mensaje que les predicó. Cuando oía que alguno estaba causando división en sus comunidades, era rápido en condenar la división que estaba teniendo lugar. Que él hablara fuertemente contra la división era porque les amaba como sus hijos e hijas, como sus hermanos y hermanas en Cristo. San Pablo era un verdadero padre para ellos.
“Pido que Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo sea amable con vosotros y que os bendiga con la paz” (Rom 1, 7b). “Dios siempre ha visto cómo nunca he cesado de rogar por vosotros” (Rom 1, 9b). “En todas mis oraciones, pido a Dios que haga lo posible para visitaros” (Rom 1, 10a). Leyendo frases como éstas vemos a Pablo como un hombre de una preocupación auténtica, que tiene aquellos a los que está escribiendo muy cercanos a su corazón.
“Tengo buenas cosas que decir de Febe… Acogedla de un modo que es propio para alguien que tiene fe… Ayudadla del modo que podáis…” (Ver Romanos 16, 1-2) Dad mis saludos a Priscila y a Aquila… arriesgaron su vida por mí. Acoged a mi querido amigo Epéneto, que fue la primera persona que tuvo en Asia fe en Cristo” (Rom 16, 3-5). Pablo tuvo un amor personal por aquellos con los que él compartió su fe y recordó la amabilidad que ellos le mostraron. Ten un momento para leer Romanos 16, 1-24 y descubre a San Pablo como una persona que ama.
Cuando escribí las líneas de arriba, vino a mi casa Sr. Tarsisia DMI. “Obispo, el niño de Eremina ha muerto”, ella informó. Gracias a Dios que Sr. Tarsisia tuvo la maravillosa previsión, ella reconoció que el niño estaba luchando por la vida y lo bautizó de tres días. Murió un poco tiempo después. Pude oír a San Pablo susurrándome: “Vete a ver a Eremina al Hospital Central. Lo hice y encontré a una madre desolada pero aceptando. Antony su esposo había vuelto a casa a organizar para el entierro. Estos nos son momentos para respuestas. Gracia a Dios por la fe que compartimos juntos. Ereminia había sido mi secretaria durante casi dos años.
“Cuando Timoteo llegue, dadle una cordial acogida… no permitáis que nadie le maltrate” (1Cor 16; 10-11). Pablo muestra la preocupación que tiene por sus colaboradores. Pide a las personas de Corinto que sean agradables con Timoteo. “Sabéis que Estéfanas y su familia fueron los primeros que en Acaya tuvieron fe en el Señor” (1Cor 16, 15). Pablo quiere mantener vivo en la comunidad un agradecimiento de aquellos que son sus padres y madres espirituales. Tales recuerdos ayudan a la comunidad a permanecer inquebrantable en su fe. “¡Haced un lugar para nosotros en vuestros corazones!... Estaréis siempre en nuestros pensamientos… Estoy siempre orgulloso de vosotros y estoy muy animado” (2Cor 7, 2-4). Estas palabras son las palabras de una persona que ama de una manera profunda. Ha sido una gran alegría para mí llegar a conocer a San Pablo de este modo. Como un misionero, como un sacerdote, como obispo, San Pablo tiene mucho que enseñarme. ¡Me he enamorado de mi maestro!
“Adiós, mis amigos. Perfeccionaos y poned atención a lo que he dicho. Procurad progresar y vivid pacíficamente unos con otros” (2Cor 13, 11a). Estas son las palabras de un padre espiritual, las palabras de uno que quiere que aquellos que ama progresen en su conocimiento del mensaje que le trajo. “Estoy escandalizado de que os hayáis apartado tan rápidamente de Dios, que os eligió por su maravillosa benevolencia. Habéis creído otro mensaje” (Gal 1, 6). Aquí vemos un misionero verdaderamente preocupado. Está experimentando desilusión. Aquellos que aman conocen muy bien la pena de su desilusión. “Estoy preocupado, he gastado mi tiempo trabajando con vosotros” (Gal 4, 11). “Ojalá estuviera ahora con vosotros. Entonces no tendría que hablar de este modo. Me habéis realmente confundido” (Gal 4, 20). San Pablo no está rechazando a las personas que ama, además de su amor por ellos los está corrigiendo.
Si ustedes tienen tiempo, cojan vuestra Biblia y lean de nuevo las cartas de San Pablo. Pongan especial atención en sus comentarios personales a sus lectores. Si ustedes pueden hacer esto entonces estoy seguro que también se enamorarán del gran San Pablo. Puedo terminar con esas bellas palabras de San Pablo: “En cada momento pienso en vosotros, doy gracias a mi Dios. Y dondequiera que os mencione en mi oración, me hace feliz”. Estas palabras nos dan una percepción de la espiritualidad de San Pablo. Amó de un modo muy profundo a todos aquellos que con él encontraron la fe en Cristo Jesús. (Ver Fil 1, 3-4). Para San Pablo conducir a otro a la fe en Cristo Jesús es construir una relación de amor, preocupación y compromiso a nuestros hermanos y hermanas en Cristo Jesús. Me agrada que me hayan pedido escribir: Por qué amo a San Pablo.
(Traducción particular no oficial desde el Inglés)
Mensaje que ha enviado el cardenal Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, a los sacerdotes con motivo de la fiesta de San Juan María Vianney, que se celebra el 4 de agosto.
Mis queridos sacerdotes:
Para el día 4 de agosto, fiesta de San Juan María Vianney, el cura de Ars, os envío de corazón los más calurosos saludos y este mensaje fraterno. La Iglesia hoy sabe que hay una urgencia misionera, no sólo "ad gentes", sino también en las regiones y ambientes donde desde hace siglos la fe cristiana fue predicada, implantada y las comunidades eclesiales establecidas. Se trata de una misión o evangelización misionera (Redemptoris Missio, 2) dentro del propio rebaño, que tenga por destinatarios aquellos que nosotros bautizamos pero, por diversas circunstancias, no conseguimos evangelizar suficientemente o perdieron el primer fervor y se alejaron. La cultura post-moderna de la sociedad actual, una cultura relativista, secularizada, agnóstica y laicista, también ejerce una fuerte acción erosiva sobre la fe religiosa de muchos.
La Iglesia es por naturaleza misionera. "El sembrador salió a sembrar" (Mt 13,3), dice Jesús. Salió de casa y no se limitó a echar desde la ventana la semilla. Así, la Iglesia sabe que no puede permanecer en casa y limitarse a acoger y evangelizar a los que la buscan en sus comunidades e iglesias. Es preciso levantarse e ir en búsqueda, allá donde las personas y las familias residen, viven y trabajan. Ir también a todos los servicios, organizaciones, instituciones y ámbitos de la sociedad humana. Para esta misión, todos los miembros de la comunidad eclesial son llamados, pastores, religiosos y laicos.
Por otro lado, la Iglesia reconoce que los presbíteros son la gran fuerza propulsora de la vida cotidiana de las comunidades locales. Cuando los presbíteros se mueven, la Iglesia se mueve. De lo contrario, será muy difícil realizar la misión. Vosotros, queridos hermanos presbíteros, sois la gran riqueza, el dinamismo, la inspiración pastoral y misionera, allá en la base, donde viven en comunidad nuestros bautizados. Sin vuestra determinante decisión de remar mar adentro ("Duc in altum") para la grande pesca, a la cual el propio Señor os convoca, poco o nada acontecerá en el ámbito de la misión urgente, sea "ad gentes" sea en los territorios de antigua evangelización. Pero, la Iglesia tiene certeza de poder contar con vosotros, porque sabe y reconoce explícitamente que la inmensa mayoría de nuestros sacerdotes, no obstante las flaquezas y limitaciones humanas, que todos tenemos, son sacerdotes dignos, que donan cada día su vida al Reino de Dios, que aman a Jesucristo y el pueblo que les fue confiado, sacerdotes que se santifican en el ejercicio diario de su ministerio, que perseveran hasta el fin en la mies del Señor. Hay, sí, una pequeña parte de sacerdotes, que se desvió, a veces muy gravemente. La Iglesia quiere reparar el mal por ellos realizado. Pero, por otro lado, se alegra y se enorgullece de la inmensa mayoría de sus presbíteros, que son buenos y sumamente loables.
En este Año Paulino y en la expectativa del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, que se realizará en Roma, en octubre próximo, queremos todos disponernos para la urgente misión. Que el Espíritu Santo nos ilumine, nos envíe, nos impulse para que andemos y anunciemos de nuevo a todos la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, y su Reino! Os saludo, una vez mas, queridos hermanos, permaneciendo siempre a vuestro servicio. Rezo por todos vosotros, en especial por los que están sufriendo, por los enfermos y ancianos.
Vaticano, 15 de julio de 2008.
Cardenal Claudio Hummes
Arzobispo Emérito de San Pablo
Prefecto de la Congregación para el Clero
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 30 de Julio de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino".
Fernando Lorente, o.h. *
La sencillez en el obrar
PARA ENCONTRAR a Dios. Muchas veces nos sentimos, consciente e inconscientemente, que hay algo como un velo que nos mantiene oculto o camuflado el misterio de Dios en su Reino salvador en la tierra. No es que esté escondido bajo siete llaves en un lugar inaccesible. Está ahí, cerca y dentro de nosotros. Pasamos por él muchas veces la mirada sin saberlo; nuestras manos lo tocan, pero no lo reconocen; forma parte de nuestra diaria aventura, sin que lleguemos a descubrirlo. Es Dios mismo, entremezclándose en nuestra vida, llevando siempre adelante su plan de salvación por entre nuestros miopes planes a corto plazo, enderezando nuestros torpes renglones tantas veces torcidos. Pero no lo vemos, porque nos falta la clave. Basta que recordemos aquellos dibujos en los que el juego consistía en descubrir al cazador, presente pero invisible, o al conejo semiescondido en la maleza. Algo así -salvadas todas las distancias nos ocurre con el Reino de Dios: no sabemos de qué manera poner los ojos para descubrirlo, cuáles son los trazos que habría que destacar, cuáles los puntos en los que apoyarnos para ir formando su imagen.
Desde luego, para "ver" ese Reino no nos sirve sólo la clave de la ciencia: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos". Aquí nos encontramos con esta realidad, presente en todos los tiempos y que tanto importa descubrirla: es como una nube tóxica que se va desprendiendo de la entraña misma del mocho saber y entender y va haciendo a quien lo respira envanecerse tanto que lo torna incapaz de barajarse, de comprender la perfecta sabiduría de lo sencillo. Tampoco nos sirve la clave del poder, porque ¿puede un ejército frenar el avance de la brisa? Y sin embargo, muchas personas siguen buscando a Dios. En lo más íntimo de su corazón sospechan que Dios es más grande, más vivo, más alegre que todo lo que se escucha acerca de Él como ciencia solamente o como curiosidad o, incluso, como mera cultura histórica.
Lo importante y decisivo es ser personas honestas, sinceras, sencillas ante Dios, y saber que el valor de esta calidad de vida no depende de la claridad de ideas que tengamos en la cabeza, sino de la sinceridad con que vivamos la verdad -la verdad de Dios- en nuestra relación con Él y con el prójimo. Si queremos creer así en Dios -y no hay otro camino-, tenemos que hacer constantemente la experiencia de ser sinceros con Él. Vivir así, abiertos a Él, nos hará ser personas sencillas en todos los momentos y circunstancias.
(*) Capellán de la Clínica S. Juan de Dios
Extracto de hoja explicativa de la campaña de 2007-2008 de caritas, en la que "el día de caridad 2008" incidió sobre el derecho a la igualdad de género.
Qué es el derecho a la igualdad de género
Significa que los derechos, responsabilidades y oportunidades de las personas no dependan de si han nacido hombre o mujer. Que las aspiraciones, comportamientos y necesidades de unos y otros se consideren, valoren y promuevan de igual manera.
La igualdad entres hombres y mujeres constituye un principio jurídico universal. La Constitución Española reconoce la igualdad de hombres y mujeres como un derecho fundamental de todos los españoles, acorde con la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 10.2) y prohíbe cualquier tipo de discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión cualquier otra condición o circunstancia personal o social (art.14). Por su parte, el art. 9.2 consagra la obligación de los poderes públicos de promover condiciones para que la igualdad del individuo y de las agrupaciones en que se integra sean reales y efectivas.
En nuestro país y en el entorno de la UE se han dado pasos importantes en el camino de lograr el reconocimiento de los mismos derechos para hombres y mujeres, y en concreto en la participación de la mujer en todas las esferas de la vida social, política, cultural y económica. Pero estos logros son aún insuficientes. La violencia de género, la discriminación salarial, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, es todavía hoy una tarea pendiente. La reciente Ley de Igualdad quiere prevenir esas conductas discriminatorias promoviendo políticas activas para hacer efectivo este principio.
Sin embargo, estos avances y retos que constituyen una realidad en las sociedades del primer mundo, son todavía un sueño por desarrollar en la otra gran parte del mundo pobre donde a la mujer no se le reconoce el derecho a tener derechos, y mucho menos oportunidades.
En el caso de mujeres pobres la situación se agudiza. Los efectos negativos de la globalización de la economía mundial repercuten desproporcionadamente sobre la mujer, hablando así de feminización de la pobreza como el aumento de la proporción de mujeres sobre el total de personas pobres. Las cargas familiares, las dificultades en el acceso al empleo y la escasa formación la convierten en una persona con menos posibilidades para integrarse en la sociedad como sujeto de plenos derechos. De esta forma:
- Dos tercios de los habitantes analfabetos del planeta son mujeres. De los 137 millones de jóvenes analfabetos en todo el mundo, un 63% son de sexo femenino (E. Población Mundial 2005).
- La tasa de empleo femenina equivale a dos tercios de la tasa de empleo masculina.
- Las mujeres representan la mitad de los 40 millones de personas infectadas con VIH en el mundo, y debido a su vulnerabilidad, en muchas sociedades de África la cifra va en aumento.
- En los países en desarrollo hay todavía un 60% más de mujeres analfabetas que hombres analfabetos y en la escuela primaria la matriculación femenina sigue siendo un 6% inferior a la masculina.
Algunas constataciones en nuestro entorno
- En España hay ocho millones de pobres, de los cuales la mayoría son mujeres.
- El 40,3% de los hogares monoparentales se encuentran en situación de riesgo de pobreza económica.
- El 55,4% de los hogares donde residen mujeres solas mayores de 65 años se encuentra por debajo del umbral de riesgo de pobreza (Encuesta de Condiciones de Vida, ECV 2004).
- El número total de hogares monoparentales es de 367.000, de los cuales el 86,4% está a cargo de mujeres (Encuesta de Población Activa, EPA de l/2006).
- La esperanza de vida de las mujeres es de un 83,7 frente al 77,1 de los hombres (INE 2005).
- Hay una tendencia creciente de la violencia doméstica, con 100 muertes en 2004. Las estimaciones de ser víctima de maltrato en el entorno familiar es de un 12% en las mujeres, partiendo de que la mayor parte de las veces la violencia no se comunica.
- En las familias con escasos recursos económicos y educativos las tareas domésticas y el cuidado de los hijos recaen en las niñas y en el resto de mujeres de la casa.
- El 44% de las mujeres en situación laboral irregular señalan que el hecho de estar en un trabajo irregular dificulta la posibilidad de encontrar un empleo regularizado.
- En 2005 el número de denuncias interpuestas por mujeres por malos tratos de su pareja o ex pareja ascendió a 59.758, lo que supone un incremento del 38% respecto a 2002. El número de denuncias interpuestas por mujeres menores de 21 años aumentó un 86% de 2002 a 2005 (Instituto de la Mujer).
Acciones y propuestas: por una equidad de género
No hay equidad social si no hay equidad de género encaminada a promover la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, en base a la justicia social y la dignidad de todas las personas. Necesitamos tomar conciencia de las desigualdades que se producen en nuestro entorno y en especial las que afectan a los colectivos de mujeres más empobrecidos y vulnerables. Para ello, podemos:
X Promocionar acciones de sensibilización y concienciación dirigidas a educar y formar a los más jóvenes en la necesidad de construir una sociedad basada en la equidad de relaciones hombre-mujer.
X Instar a las administraciones locales y autonómicas para que sigan fomentando y promoviendo políticas y acciones que aseguren una igualdad real por razón de género, obligando a un efectivo equilibrio entre ambos sexos.
X Reconocer y valorar social y económicamente el trabajo de la mujer.
X Denunciar las situaciones de injusticia y desigualdad por razones de género que afectan a los colectivos más vulnerables de nuestro entorno (mujeres inmigrantes, gitanas, prostitutas, sin hogar...) y promover acciones que mejoren su calidad de vida y autoestima.
X Reclamar una regulación justa y equitativa de la situación laboral que afecta principalmente a las mujeres que trabajan en el servicio doméstico (condiciones laborales, pagas, vacaciones) que en la mayor parte de los casos son mujeres inmigrantes.
X Reivindicar la educación gratuita de 0-3 años para una mejor incorporación de la mujer en el mercado de trabajo y avanzar en la conciliación laboral y familiar.
INTENCION MISSIONERA - “Para que se promueva y alimente la respuesta de todo el pueblo de Dios a la común vocación a la santidad y a la misión, con un atento discernimiento de los carismas y un constante empeño de formación espiritual y cultural” Comentario a la Intención Misionera indicada por el Santo Padre para el mes de agosto del 2008
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Concilio Vaticano II trabajó para ayudar a toda la Iglesia a tomar conciencia de su vocación de santidad. La Constitución Lumen gentium tiene su quinto capítulo dedicado a la vocación universal a la santidad: “Todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG, 40).
Esta vocación a la santidad nace del designio de Dios: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (1 Tes. 4, 3). En su amor misericordioso, Dios ha querido hacernos partícipes de su gracia, de su vida, de su misma santidad. Por definición, la Iglesia es Santa, porque Cristo la amó y se entregó por ella como víctima de suave olor, para santificarla (cf. Ef. 5, 25-26). De la plenitud de vida y santidad de Jesucristo, la Iglesia recibe su santidad.
No hay cristianos de “segunda categoría”. Todos los miembros de la Iglesia tienen vocación de plenitud, de comunión de vida con Cristo, y en Él, con el Padre y el Espíritu Santo.
De igual modo la Iglesia es esencialmente misionera. Como continuadora de la misión del Hijo, ha sido enviada al mundo para anunciar el amor de Dios a cada hombre. “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa” (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 14).
Para participar en esta común misión de toda la Iglesia, Dios otorga dones distintos a cada miembro en beneficio de todo el Cuerpo eclesial. Por eso, es necesario un atento discernimiento, de tal modo que se puedan conocer los carismas personales o comunitarios para bien de todos. La Constitución Lumen gentium dice al respecto: “El mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al Pueblo de Dios por los Sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que "distribuye sus dones a cada uno según quiere" (1 Cor., 12,11), reparte entre los fieles de cualquier condición incluso gracias especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia según aquellas palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad (1 Cor., 12,7)” (LG, 12).
Hablando a los Movimientos eclesiales en Pentecostés, Benedicto XVI recuerda que los dones o carismas que el Espíritu suscita, están dirigidos a la unidad de la Iglesia, no a su dispersión: “A Nicodemo que, buscando la verdad, va de noche con sus preguntas, Jesús le dice: "El Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3, 8). Pero la voluntad del Espíritu no es arbitraria. Es la voluntad de la verdad y del bien. Por eso no sopla por cualquier parte, girando una vez por acá y otra vez por allá; su soplo no nos dispersa, sino que nos reúne, porque la verdad une y el amor une” (Benedicto XVI, Homilía Primeras Vísperas de Pentecostés, 3 de junio de 2006).
Esta vocación a la santidad y a la misión, exige un esfuerzo de capacitación humana. La gracia de ser evangelizadores es, al tiempo, una tarea que requiere una preparación espiritual y cultural. Sin duda, la unión con Cristo es la regla de oro de todo evangelizador: “Sin Mí, no podéis hacer nada” (Jn. 15, 5). Pero al mismo tiempo, debe existir una progresiva capacitación para el ejercicio de la misión. Todos los misioneros, tanto los laicos como los consagrados o sacerdotes, deben actualizar y profundizar la fe por el estudio y la reflexión para ser, de un modo más creíble, anunciadores de la verdad. Junto al imprescindible testimonio de vida, hace falta la capacitación intelectual para ser predicadores de la Palabra. Esta necesidad se siente hoy de un modo especial ante los retos culturales que vivimos. La Iglesia debe estar dispuesta al diálogo con otras religiones y culturas, manteniendo al mismo tiempo la integridad de la fe recibida. No podríamos ser anunciadores si traicionamos el mensaje evangélico movidos por un falso irenismo. Sólo la verdad libera. No podremos anunciar la libertad de Cristo si no somos fieles a su mensaje, a la fe que la Iglesia ha recibido y custodia para anunciarla en integridad. (Agencia Fides 29/7/2008)
Comunicado emitido el lunes, 28 de Julio de 2008, por la secretaría general de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana sobre el proyecto de nueva constitución que será sometido a referéndum popular en septiembre.
Los Obispos de la Iglesia Católica en el Ecuador nos hemos reunido para conocer el proyecto de nueva Constitución que será sometido a referéndum popular el próximo mes de septiembre.
No nos corresponde como Obispos asumir una actitud política. Nos corresponde, en cambio, iluminar las conciencias de los católicos con la doctrina del Evangelio para que tomen una decisión responsable y en conciencia, ante Dios y la sociedad.
En sintonía con un sentir mayoritario, ajenos a los pronunciamientos y a la propaganda de los diversos grupos políticos, nos apoyamos ahora en el Concilio Vaticano II: "Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina sobre la sociedad y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas". No nos alineamos con nadie, somos los mismos desde hace dos mil años.
En el contexto del servicio a los valores humanos fundamentales, hemos de afirmar, sin ceder a presiones del entorno, el valor sagrado de la dignidad de cada ser humano. La dignidad de la persona y la defensa de los derechos que de tal dignidad se derivan deben ser el objetivo de todo proyecto social y de todo esfuerzo por llevarlo a cabo.
Hemos apreciado los Obispos en forma unánime que el proyecto de Constitución ha recogido enunciados generosos acerca de la centralidad de la persona entre los fines de la sociedad, en la economía, la educación y la salud, con énfasis en la promoción de los pobres. Se trata de aspectos en que ha insistido siempre la Iglesia. Aunque echamos de menos la mención de los procesos para la lucha contra la pobreza y la corrupción.
Se han notado, sin embargo, inconsecuencias respecto a otros fundamentales enunciados, como el del aborto, la familia, la educación y la libertad religiosa.
Los Obispos del Ecuador consideran que se trata de puntos - tal como los ha definido el Papa Benenedicto XVI - "no negociables", que exigen una actitud clara de parte de los creyentes y personas de buena voluntad. Marcamos aquí esquemáticamente las razones de nuestro desacuerdo con el texto constitucional, sabiendo que éste rechazo es compartido con más de 800.000 firmas entregadas a la Asamblea Constituyente y también por los hermanos cristianos evangélicos y otros ecuatorianos de buena voluntad:
1. La persona humana existe antes que el Estado. En una democracia real el Estado está al servicio de la persona y de la sociedad y no las personas y la sociedad al servicio de Estado. Descubrimos que el estatismo parece ser un hilo conductor de la nueva Constitución. En ella se habla, por supuesto, de derechos; pero muchos de estos derechos fluyen del Estado, violentando así la creatividad y responsabilidad de las personas y de la sociedad.
2. No se reconoce claramente el derecho a la vida desde la concepción. Sin mencionar el término "aborto", el proyecto constitucional deja la puerta abierta a la supresión de la nueva creatura en el seno de la madre. En un contexto ambiguo, el art. 46 establece el reconocimiento y garantía de la vida, sin referencia a la concepción, y el cuidado y protección del niño desde su concepción, sin referencia a la vida.
Luego, en el marco de los "derechos sexuales y reproductivos", el mismo texto reconoce a toda persona el poder de decidir cuando y cuántos hijos "tener" (se entiende aún después de haberlos procreado), asumiendo así la aceptación del aborto.
3. Se atenta en contra de la familia como célula fundamental de la sociedad y del bien común. La nueva Constitución desdibuja la familia, cuando rechaza la existencia de la "familia tipo", para sustituirla con distintos "tipos de familia". De ahí se pasa a equiparar a la familia la unión de personas del mismo sexo. Hacemos notar que los derechos de las personas homosexuales se encuentran garantizados en la legislación común, en el marco de la no discriminación.
4. En la educación es más patente aún el estatismo. El derecho de los progenitores y el reconocimiento de la libertad de enseñanza vienen contradichos cuando el Estado se arroga el derecho de determinar lo que se tiene que enseñar y lo que se tiene que ignorar. Bajo la afirmación de que la educación es un servicio público, se considera la educación particular y fiscomisional como una mera concesión del Estado y no como una expresión del derecho de los padres de familia. Aunque el Gobierno actual siga todavía "delegando" a establecimientos particulares la facultad de educar, no hay ninguna garantía de futuro, cuando el Estado adquiere la facultad de regulación y control de todos los aspectos de la educación.
No agotamos en este análisis los puntos que son de importancia para una conciencia cristiana. Es preciso que cada ciudadano con derecho al voto profundice sobre estas y otras razones, implorando la sabiduría divina. Seremos, en el referendum, tan responsables como los propios legisladores respecto de las estructuras jurídicas y sociales que regirán al Ecuador del futuro.
Elevemos nuestras oraciones al Señor, por la intercesión de nuestros santos, para que nos bendiga siempre.
SECRETARIA GENERAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA
Quito, julio 28 de 2008
Comunicado final de la XXXIV Asamblea General de la Juventud Estudiante Católica (JEC). Julio de 2008
“CONSTRUIMOS UN PROYECTO, MOVIÉNDONOS”
Más de cien jóvenes de distintas diócesis españolas nos hemos reunido en el Seminario Menor de Palencia para reflexionar sobre la importancia de la organización hoy en la vida de los jóvenes y de la sociedad, para profundizar en la organización de nuestro movimiento y, también, para celebrar los sesenta años de vida de la JEC.
Durante los cinco días de Asamblea, militantes de secundaria, universidad y graduados, hemos redactado las líneas de orientación que marcarán las prioridades para la JEC en los próximos tres cursos.
La Juventud Estudiante Católica surgió hace 60 años en España con la inquietud de convertirnos en estudiantes protagonistas de un proceso educativo y evangelizador. A lo largo de estos años somos muchos los jóvenes que hemos vivido experiencias inolvidables que han dado sentido a nuestras vidas y han hecho de nosotros ciudadanos responsables, profesionales dispuestos a servir al bien común y creyentes adultos en la fe.
La JEC como movimiento especializado de Acción Católica responde a la necesidad de encarnarse en aquellos ambientes donde se juega el dinamismo de la sociedad, desde un talante de servicio, acogida, escucha y acompañamiento, ofreciendo la fe como propuesta de sentido sin imposiciones y haciendo camino con los jóvenes.
A lo largo de 60 años nuestra sociedad ha cambiado de una forma vertiginosa. Los militantes de JEC hemos participado de forma activa en todos estos cambios. En nuestros institutos y facultades hemos sembrado la semilla del inconformismo, la lucha por una sociedad más justa, el servicio al bien común, la denuncia de la brecha entre el norte y el sur, el estudio solidario, la participación, el debate, la tolerancia…
Dice el evangelio que “el Espíritu sopla donde quiere”. Hoy releyendo procesos e historias concretas descubrimos que en cada reunión, en cada encuentro, en cada acción, en logros y fracasos, en los debates, en los documentos… descubrimos el aliento del Espíritu de Dios que nos ha acompañado.
Nuestras escuelas de hoy como las de Ayer necesitan de humanidad para ser un lugar donde todo el mundo se sienta acogido y potenciado. Nuestras universidades de hoy como las de ayer necesitan que la ciencia vaya unida a la conciencia, que la técnica tenga rostro humano, que el saber sea precursor del cambio y no un privilegio. Nosotros, jóvenes de hoy, igual que los de ayer queremos saber qué propuesta es capaz de generar proyectos de vida llenos de sentido y de contribuir a hacer de la escuela un lugar más habitable y humano.
Aún así, sabemos que somos débiles, que tenemos dificultades, que nuestra organización no es perfecta, pero que queremos seguir enamorados de este proyecto de vida, repensando modos y motivaciones, para servir más y mejor. A tiempo completo, a veces perdido, pero de fondo siempre ganado.
Al finalizar nuestra XXXIV Asamblea General nos sentimos corresponsables con nuestro movimiento y comprometidos en el anuncio de Jesucristo en nuestra vida y nuestros ambientes. Nuestras obras y palabras son signo de un Dios encarnado que apuesta por la vida y se fija especialmente en los más necesitados. La JEC nos sigue alentando a compartir nuestra vida, a celebrar nuestra fe y a implicarnos en la transformación de la sociedad.
Ésta es nuestra vocación y nuestra misión. Y a ella nos dedicaremos dando lo mejor de nosotros mismos. En comunión con la Iglesia y colaborando con toda aquellas personas y colectivos que buscan mejorar nuestra sociedad.
ZENIT publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo, 27 de Julio de 2008, a mediodía antes y después de rezar la oración mariana del Ángelus en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
Queridos hermanos y hermanas:
El lunes pasado regresé de Sydney, en Australia, sede de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud. Todavía tengo ante los ojos y en el corazón esta extraordinaria experiencia, en la que he podido encontrar el rostro joven de la Iglesia: era como un mosaico multicolor, formado por muchachos y muchachas provenientes de todos los rincones de la tierra, reunidos por la única fe en Jesucristo. "Young pilgrims of the world, jóvenes peregrinos del mundo", así les llamaba la gente con una hermosa expresión que expresa lo esencial de estas Jornadas internacionales iniciadas por Juan Pablo II. De hecho, estos encuentros constituyen las etapas de una gran peregrinación a través del planeta para manifestar cómo la fe en Cristo nos hace a todos hijos del único Padre que está en los cielos y constructores de la civilización del amor.
La característica del encuentro de Sydney ha sido la toma de conciencia del carácter central del Espíritu Santo, protagonista de la vida de la Iglesia y del cristiano.
El largo camino de preparación en las Iglesias particulares había tenido como tema la promesa hecha por Cristo a los apóstoles "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hechos 1, 8). Entre el 16, 17 y 18 de julio, en las iglesias de Sydney, los numerosos obispos presentes ejercieron su ministerio, proponiendo catequesis en varios idiomas: estas catequesis son momentos de reflexión y recogimiento indispensables para que el acontecimiento no se quede en una simple manifestación externa, sino que deje una huella profunda en las conciencias.
La vigilia nocturna, en el corazón de la ciudad, bajo la Cruz del Sur, fue una invocación conjunta del Espíritu Santo; y por último, durante la celebración eucarística del domingo pasado, administré el sacramento de la Confirmación a 24 jóvenes de varios continentes, entre ellos 14 australianos, invitando a todos los presentes a renovar las promesas bautismales.
De este modo, esta Jornada Mundial se transformó en un nuevo Pentecostés, con el que se ha relanzado la misión de los jóvenes, llamados a ser apóstoles de sus coetáneos, al igual que muchos santos y beatos, y en particular, el beato Piergiorgio Frassati, cuyas reliquias colocadas en la catedral de Sydney, fueron veneradas por una peregrinación ininterrumpida de jóvenes. Se invitó a cada muchacho y muchacha a seguir su ejemplo, a compartir la experiencia personal de Jesús, que cambia la vida de sus "amigos" con la fuerza del Espíritu Santo, el Espíritu de amor de Dios.
Quiero dar las gracias de nuevo a los obispos de Australia, en particular al arzobispo de Sydney, el cardenal Pell, por el gran trabajo de preparación y por la cordial acogida que me dispensaron, así como a los demás peregrinos. Doy las gracias a las autoridades australianas por su preciosa colaboración. Manifiesto un agradecimiento especial a todo los que desde todas las partes de del mundo han rezado por este acontecimiento, asegurando su éxito. Que la Virgen María recompense a cada uno con sus gracias más hermosas. Encomiendo también a María el período de descanso que transcurriré a partir de mañana en Bresanona, entre las montañas de Alto Adige. ¡Permanezcamos unidos en la oración".
[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana y a los que se unen a ella a través de la radio y la televisión. En este domingo, os invito a acoger en vuestro corazón la Palabra de Dios, en donde Cristo aparece como el verdadero tesoro. El que se encuentra con Él de forma auténtica, personal y convencida, descubre el sentido pleno de su vida. Dejémonos enriquecer por el amor del Señor para amar a los demás como Él nos enseñó. Que Dios os bendiga.
[Antes de despedirse, volviendo a habla en italiano, dijo:]
Saludo, por último, a cuantos se encuentran en las localidades de vacaciones, desando que pasen días serenos de fecundo descanso físico y espiritual. No me olvido de quienes no pueden disfrutar de un tiempo de descanso y de vacaciones: pienso en los enfermos en los hospitales, en los encarcelados, en los ancianos, en las personas solas, y en quienes pasan el verano en el calor de las ciudades. A cada uno le aseguro mi afectuosa cercanía y un recuerdo en la oración. ¡Bueno domingo a todos!
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]
ZENIT publica la carta que envía el domingo, 27 de Julio de 2008, monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con el título "Los abuelos, un gran don de Dios", en conmemoración de la festividad que tuvo lugar el sábado 26 de Julio san Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.
Ayer, festividad de san Joaquín y santa Ana, se celebró el «Día del Abuelo». «Edad Dorada-Mensajeros de la Paz», responsable nacional de la misma, ha sintetizado en dos frases el hondo sentido que este año se le ha querido dar: «Acércate a ellos» y «Haz que este día sea muy especial para ellos». En realidad son dos lemas que se complementan mutuamente.
En nuestra diócesis hay algunas parroquias que celebran esta fiesta, aunque lo hagan en otras fechas. En , por ejemplo, a partir de este año, el último día de de estará dedicado a ellos de modo especial, sin perjuicio de que la parroquia designada corra con la organización y desarrollo de toda la ceremonia. Desde aquí quiero invitar a todos las personas mayores, especialmente a los abuelos, a hacerse presente en este día de , para pedir a por sus nietos y por sus propias necesidades.
Los ancianos han sido siempre punto de referencia en todas las civilizaciones. La cultura y religión judías, por ejemplo, sentía verdadera devoción por ellos. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, la figura de Tobías, el cual, con humildad y valentía se compromete a observar la ley de Dios, a ayudar a los necesitados y a soportar con paciencia la ceguera, hasta que experimenta la intervención sanadora de Dios?
En la cultura griega y romana también eran tenidos en gran consideración. El poeta latino Ovidio escribió: «En un tiempo, había una gran reverencia por la cabeza canosa». Y, siglos antes, el poeta griego Focílides amonestaba: «Respeta el cabello blanco: ten con el anciano sabio la misma consideración que tienes con tu padre».
En el Nuevo Testamento encontramos abundantes testimonios. Por ejemplo, cuando María y José presentan al Niño en el Templo de Jerusalén, se encuentran con el anciano Simeón, que proclama a Jesús como «el Mesías», que él había esperado durante tanto tiempo. Junto a él, la profetisa Ana, anciana de ochenta y cuatro años, se puso a alabar a Dios y hablaba a todos del Salvador. Anciano era también Nicodemo, miembro notable del Sanedrín, que visita a Jesús de noche, pero da la cara en el momento de su muerte.
Actualmente, en algunos pueblos la ancianidad sigue siendo tenida en gran estima y aprecio; en otros, en cambio, lo es en mucho menor grado, debido sobre todo a una concepción utilitarista y productiva. A causa de esta actitud, la tercera o cuarta edad son frecuentemente infravaloradas y hasta despreciadas, juzgando que su existencia ya no es útil y proponiendo incluso la eutanasia.
Pienso que entre nosotros, aunque existen personas que tienen esta mentalidad utilitarista y materialista, son mucho más numerosos los casos en los que los abuelos son tratados con respeto, amor y -en no pocas ocasiones- verdadero mimo. De todos modos, es urgente recuperar una adecuada perspectiva de la vida, descubriendo que la ancianidad tiene una misión que cumplir en el proceso de la progresiva madurez del ser humano en el camino hacia la eternidad.
Además, no se puede olvidar que los ancianos ven los acontecimientos como expertos en sensatez y, por ello, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes consejos y enseñanzas preciosas. Su misma precariedad física o psíquica es una llamada y una oportunidad para la solidaridad que une a las diversas generaciones entre sí.
Por último, los ancianos con frecuencia prestan impagables servicios a sus hijos y nietos, cuidando de los niños, llevándolos al colegio, dándoles de comer, educándoles en las virtudes humanas y cristianas, dando por segunda vez los mimos y castigos que dieron a sus hijos. Realmente, el aprecio, amor y reverencia hacia nuestros mayores no es sólo un deber de justicia sino una garantía de humanidad. Que el Día del Abuelo sea, por tanto, un día para acercarnos a ellos con más cariño y un día que deseamos sea muy especial para ellos.
Artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Trampas para los jóvenes".
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 23 de julio de 2008
TRAMPAS PARA LOS JÓVENES
VER
Nos quejamos de la juventud. Decimos que los jóvenes están desorientados. Muchos padres ya no se atreven a dar consejos a sus hijos, porque éstos tienen más estudios que ellos; han viajado más y conocen otros mundos; menosprecian la sabiduría tradicional de su familia. Al salir de sus comunidades, copian modelos de vida ajenos a su cultura, para no sentirse menos que los otros jóvenes, evitar ser discriminados y darse valor a sí mismos; caen hipnotizados por falsos dioses, por los nuevos ídolos.
En los “Desiertos Juveniles”, que son retiros espirituales y pastorales que damos a los jóvenes, uno de los temas es sobre las tentaciones que les asechan. Lo imparte uno del equipo, para compartir su experiencia y advertir los peligros de dejarse llevar por la corriente. Si hacen lo que todos hacen, se “acorrientan”, van de bajada, pues ninguna corriente de los ríos va hacia arriba. Contagiarse del ambiente pecaminoso, es contaminarse.
JUZGAR
En Sidney, Australia, el Papa Benedicto XVI dijo a los jóvenes: “A veces la gente adora a ‘otros dioses’ sin darse cuenta. Los falsos ‘dioses’, cualquiera que sea el nombre, la imagen o la forma que se les dé, están casi siempre asociados a la adoración de tres cosas: los bienes materiales, el amor posesivo y el poder. Permitidme que me explique.
Los bienes materiales son buenos en sí mismos. No podríamos sobrevivir por mucho tiempo sin dinero, vestidos o vivienda. Para vivir, necesitamos alimento. Pero, si somos codiciosos, si nos negamos a compartir lo que tenemos con los hambrientos y los pobres, convertimos nuestros bienes en una falsa divinidad. En nuestra sociedad materialista, muchas voces nos dicen que la felicidad se consigue poseyendo el mayor número de bienes posible y objetos de lujo. Sin embargo, esto significa transformar los bienes en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, traen la muerte.
El amor auténtico es evidentemente algo bueno. Sin él, difícilmente valdría la pena vivir. El amor satisface nuestras necesidades más profundas y, cuando amamos, somos más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Pero, qué fácil es transformar el amor en una falsa divinidad. La gente piensa con frecuencia que está amando cuando en realidad tiende a poseer al otro o a manipularlo. A veces trata a los otros más como objetos para satisfacer sus propias necesidades que como personas dignas de amor y de aprecio. Qué fácil es ser engañado por tantas voces que, en nuestra sociedad, sostienen una visión permisiva de la sexualidad, sin tener en cuenta la modestia, el respeto de sí mismo o los valores morales que dignifican las relaciones humanas. Esto supone adorar a una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El poder que Dios nos ha dado de plasmar el mundo que nos rodea es ciertamente algo bueno. Si lo utilizamos de modo apropiado y responsable nos permite transformar la vida de la gente. Toda comunidad necesita buenos guías. Sin embargo, qué fuerte es la tentación de aferrarse al poder por sí mismo, buscando dominar a los otros o explotar el medio ambiente natural con fines egoístas. Esto significa transformar el poder en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El culto a los bienes materiales, el culto al amor posesivo y el culto al poder, lleva a menudo a la gente a ‘comportarse como Dios’: intentan asumir el control total, sin prestar atención a la sabiduría y a los mandamientos que Dios nos ha dado a conocer. Este es el camino que lleva a la muerte. Por el contrario, adorar al único Dios verdadero significa reconocer en él la fuente de toda bondad, confiarnos a él, abrirnos al poder saludable de su gracia y obedecer sus mandamientos: este es el camino para elegir la vida”.
ACTUAR
¡Basta de quejas contra los jóvenes! Ofrezcámosles alternativas, caminos, luces. No son malos de por sí. Muchos son generosos de corazón y están abiertos a retos nobles. Advirtámosles de las trampas de este mundo de pecado, pero invitémosles a vocaciones entusiasmantes, como el sacerdocio y la vida consagrada. Presentémosles a Jesús y se apasionarán por él y por los pobres.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
http://www.diocesisancristobal.com.mx
© 2008 CEM :: CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO
Comentario a las lecturas del Décimo Séptimo domingo del Tiempo Ordinario - A, publicado en Diario de Avisos el domingo 27 de Julio de 2008 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
La isla del tesoro
DANIEL PADILLA
Con qué deleite leíamos en nuestra adolescencia la apasionante novela de Robert Louis Stevenson. Tanto la descripción de sus personajes, como el suspense crea-do en tomo a la búsqueda del tesoro, nos encandilaban. Pienso que nos crecía esta emoción porque, en el fondo, todos andamos buscando un tesoro que nos satisfaga, un quehacer que nos llene, un "status" que nos traiga la felicidad. "Un tranvía llamado deseo", tituló Tenesse Williams su drama. Pero muy bien pudo titularlo: "Un hombre llamado deseo".
Efectivamente, el hombre es un cofre de deseos. Los deseos nos mueven, los deseos abren nuevos horizontes cada mañana en nuestra vida. "Yo voy soñando caminos", decía Machado. Y, aunque en ese incesante "desear", envejecemos, paradójicamente y al mismo tiempo, cada nuevo deseo re-nueva nuestra vida.
Es bueno tener deseos. Es bueno concebir la vida como la conquista de un tesoro, que mueva suficientemente nuestra tendencia, que, por otra parte, tiende a la pereza. Deseos, que den sentido a todos nuestros pasos.
Pues, bien. Resulta que Jesús nos dijo que "el Reino de los cielos se parece a alguien que encontró un tesoro y, por conseguirlo, vendió todo lo que tenía para poder adquirirlo". Como si nos dijera: "Existe una isla, con un tesoro único y total, capaz de llenar las aspiraciones del corazón humano. El que lo encuentra, ya puede abandonar todas las demás aventuras. Que ése es el único necesario. Entiendo que ese es el tema central de nuestra existencia: dar con una "pista", que nos haga dejar de ser, ya para siempre, "des-pistados". Poder distinguir de una vez el "oro", del "oropel". Saber que "no es oro todo lo que reluce". Y aquí es donde quería detenerme. Porque, a pesar de ese torbellino de deseos que es el corazón del hombre, uno tiene la sensación de que el hombre de hoy está hastiado, saturado. Ha probado tantas cosas y de tantos modos, que ya no le apetece nada. Ha gustado tantas golosinas que, como los niños, está "empalagado". Hoy es frecuente encontrar a hombres que no esperan nada del "mañana", porque se han saturado del "hoy".
Y esa es una realidad alarmante, la gran paradoja de nuestros días con todo su inmenso poder de atracción, la sociedad de consumo nos ha ofrecido lo "máximo": felicidades rotundas, tesoros deslumbrantes, técnicas ultramodernas, placeres sin límites y la fascinación del poder. El hombre ha seguido su reclamo. Pero, ¿el resultado? El hombre no es feliz. Crece la "soledad", por mucho que vivamos apiñados en las grandes urbes. Crece la "tristeza", por mucho que nuestros aires se llenen de ritmos y músicas estentóreas. Crecen las "angustias", por mucho que de todo hagamos "chiste". Crecen las muertes desesperadas, por mucho que creemos "paraísos artificiales". En los países de la vieja Europa, demasiada gente se suicida. ¿Qué está pasando? ¿Detrás de qué tesoros vamos caminando? Parece como si se hubiera puesto como símbolo de nuestra actualidad aquel titulo de Francois Sagán: "Bon jour tristesse".
Hubo otros hombres que se fueron tras otros tesoros. Son los santos. San Pablo decía: "Busquen las cosas de arriba..." o "llevamos tesoros muy grandes en vasijas de barro". San Agustín cantó esta experiencia: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". Y el gran San Francisco Javier, se dejó ganar por esta frase de Jesús: "¿De qué vale ganar todo el mundo, si pierdes tu alma?". Por fin, nuestro Santo Hermano Pedro, parafraseando la frase evangélica anterior, nos dejó esta caritativa advertencia: "Recuerda, hermano, que un alma tenemos y, si la perdemos, no la recobramos". ¡Que sí, amigos. Que hay una "isla del tesoro"!
Artículo publicado en el Boletín "MIsioneros Javerianos", núm 443/JUNIO-JULIO 2008, en la sección "la misión: gozo y esperanza"
MISIÓN: LA UTOPÍA DE LA MESA C0MPARTIDA
P. Carlos Collantes
Jesús compartía la mesa con todos porque nadie está excluido del amor de Dios. Y a quienes le critican Jesús responde desde su profunda y singular experiencia de Dios: no se puede legitimar en nombre de Dios un orden social excluyente. Hay que construir un nuevo mundo, en el que la misericordia sustituya a la pureza ritual o legal de la ortodoxia farisaica. Y la justicia sea real.
Como los profetas del AT, Jesús se pronuncia contra un culto vacío, desligado de la justicia. La parábola del buen samaritano nos enseña que la verdadera pureza es la solidaridad efectiva con los necesitados, y solidaridad significa acogida, acompañamiento, también denuncia de las causas de tanta injusticia insoportable y el consiguiente compromiso decidido a favor de la justicia.
En la parábola de los invitados al banquete que encontramos en Lucas 14, 15-24, Dios envía a los suyos a los caminos del mundo para invitar a todos los que están en los márgenes de la vida y de la sociedad. Todos invitados al banquete del Reino, al banquete de una vida más justa, digna y feliz.
«El orden mundial no es sólo ase-sino, sino absurdo, pues mata sin necesidad. Hoy ya no existen las fatalidades. Un niño que muere de hambre hoy, muere asesinado», nos recordaba no hace mucho Jean Ziegler, exrelator de la ONU. Frente a la situación de injusticia global, creciente e hiriente que algunos llaman orden establecido, frente a tanta explotación sutil y despiadada que otros llaman sustanciosos negocios, la Iglesia, enviada por Jesús y al estilo de Jesús, debe ser una luchadora a favor de la justicia.
¿Comida
o combustible?
Agrocombustible. Algunos decían que eran la solución. Por ahora, lo que han provocado han sido problemas más graves. Al transformar los cereales en combustible para alimentar millones y millones de coches —máquinas— que entran en competencia con la dieta de millones de personas, la producción de agrocombustibles ha disparado el precio de los alimentos. Combustible limpio, —nos prometían o ¿engañaban?—. Suena bien, ¿y qué se ha conseguido? Disparar el precio de los cereales, condenando al hambre a millones de personas en todo el mundo. Es cierto que hay otras causas que han provocado el alza de los precios, la más perversa el «sucio trabajo» de los especuladores. (La especulación se produce especialmente en la Bolsa de materias primas agrícolas de Chicago, donde se establecen los precios de casi todos los productos alimenticios del mundo. Todos los productos de primera necesidad son controlados por al menos ocho grandes multinacionales). Queriendo mantener nuestro estilo de vida, nos ha parecido adecuada la opción por los agrocombustibles «limpios» fabricados con cereales. ¿No estaremos buscando soluciones a la medida de nuestro egoísmo? Parece claro que el mundo rico no quiere poner en discusión su propio sistema económico y su estilo de vida. Algunas decisiones en materia económica y monetaria tomadas o seguidas por algunos técnicos, burócratas, multinacionales, organismos no pretenden repartir con justicia los bienes de la tierra, sino eliminar comensales como si fueran material sobrante y desechable.
Banquete de la vida
El neoliberalismo asfixiante con su lógica de competencia exacerbada, de acumulación y concentración de poder y riquezas cada vez en menos manos, con su lógica de exclusión, debe hacernos descubrir y vivir nuevas y urgentes tareas para la misión de la Iglesia. Surgen interpelaciones dirigidas a la Iglesia para que viva con más pasión y concreción su dimensión profética y comunitaria, dejándose conducir por el Espíritu, que es fuerza para renovar corazones, actitudes y estructuras sociales injustas. La misión es la capacidad de producir signos de justicia y de esperanza, a partir de la justicia manifestada por Dios en la resurrección de Jesucristo.
Dios no es neutral ante tanto sufrimiento fruto de la injusticia, por eso defiende a los que nadie defiende, no porque tengan méritos particulares sino por «humanidad», porque lo necesitan más, dada su condición de víctimas de la injusticia. Hoy en nuestra sociedad Dios parece ausente social y cultural-mente. ¿Dónde se hace Dios presente? y ¿cómo hacerle presente? En el grito de justicia de los numerosos empobrecidos. Si escuchamos ese grito y lo escuchamos colectivamente como Iglesia buscando respuestas daremos entonces visibilidad social a Dios. ¿En qué peregrinaciones se hace Dios más presente: en las peregrinaciones sólo posibles para bolsillos pudientes o en ese éxodo de pobres hacia Europa? ¿En qué procesiones: en las numerosas que pasean sus santos por nuestras calles y ciudades o en esas otras de gente excluida que se dirigen a nuestras caritas parroquiales o a otros organismos asistenciales públicos o privados? Hermanos empobrecidos —sacramentos vivos del Señor— que llaman a las puertas-fronteras de Europa y quieren participar legítimamente en el banquete de la vida.
Milagros sencillos
Participar en el cuerpo y la sangre del Señor, en su mesa, exige una verdadera redistribución justa de los bienes de la tierra. Si todas las comunidades cristianas del mundo tomásemos conciencia de ello y actuáramos al mismo tiempo, unidas por el mismo amor, las mis-mas convicciones, la misma fuerza, al unísono ¿no supondría ello una revolución pacífica e inmediata que terminaría con tantas situaciones de sufrimiento, de injusticia hiriente?
«Cuando le doy comida al pobre, me llaman un santo. Cuando pregunto porqué el pobre no tiene comida, ellos me llaman un comunista», decía el célebre obispo brasileño, Heider Cámara. Mientras unos malviven o mueren de hambre, otros duermen —dormimos— inconscientes en la abundancia. Partir el pan eucarístico nos exige luchar no únicamente por nuestros derechos, sino por los derechos, reivindicaciones y justas aspiraciones de las víctimas de tanta injusticia. Jesús multiplica el pan con la colaboración humana y los discípulos lo distribuyen y comparten ¿Qué milagros podemos hacer? ¿Cómo podemos actualizar hoy en nuestro mundo los signos del Reino?
Al contemplar los sufrimientos de los más débiles y escuchar el grito de los humillados y explotados las entrañas del Dios-Padre y Madre se conmocionan. Dios no puede permanecer insensible ante el sufrimiento de tantos hijos e hijas excluidos de la sociedad y del banquete preparado para que fuera compartido por todos. Dios quiere un banquete sin epulones ni lázaros (Lucas 16, 19-31). Por ello su actitud no puede ser más que la protesta y la predilección por los más desfavorecidos. ¿Cómo anunciar y creer en ese Dios en nuestro mundo hoy? No podemos ni anunciar ni creer en un Dios distante. La misión tiene una indudable dimensión de profecía dirigida contra quienes desde su opulencia y poder no afrontan las causas que generan la injusticia y la opresión. Lo que está en cuestión es nuestro modelo de desarrollo, claramente insostenible, depredador, contaminante, insolidario. Podemos ser más felices, incluso más personas y no sólo mejores, teniendo menos y compartiendo más. n
«La comunidad internacional, está llamada a actuar por encima de la simple justicia, manifestando su solidaridad con los pueblos más pobres, preocupándose por una mejor distribución de las riquezas, permitiendo especialmente a los países que tienen riquezas en su territorio o en su subsuelo que sean los primeros beneficiados. Los países ricos no se pueden apropiar de lo que proviene de otra tierras», —decía recientemente el Papa al recibir a un grupo de nuevos embajadores—. «Es un deber de justicia y de solidaridad que la comunidad internacional vigile la distribución de los recursos», agregó el Papa, «poniendo atención a las condiciones propicias para el desarrollo de los países que tienen mayores necesidades». En el mundo actual, añadió, «los responsables de las naciones juegan un papel importante no sólo en sus propios países, sino en las relaciones internacionales, para que todas las personas, allí donde vivan, puedan beneficiarse de condiciones de vida dignas. Por eso, la medida primordial en materia de política, es la búsqueda de la justicia, para que sean siempre respetados la dignidad y los derechos de todo ser humano y todos los habitantes de un país puedan tener acceso a la riqueza nacional». Benedicto XVI
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA de don Nicola Bux y don Salvador Vitiello - Transmitir la fe a las jóvenes generaciones
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En Australia el Papa ha recordado que "al promover los valores cristianos, no podemos descuidar proclamar su fuente dando común testimonio de Jesucristo Señor. Es Él quien confió la misión a los apóstoles, es Él de quien hablaron los profetas y es Él a quien nosotros ofrecemos al mundo". (Encuentro ecuménico del Santo Padre Benedicto XVI con algunos líderes de otras Iglesias y Confesiones cristianas, 18/7/2008).
Se sabe que después del Concilio, sea en el ámbito misionero sea en el ámbito pastoral, se ha abierto paso la idea de que solo se debe anunciar a Cristo después de haber solucionado los problemas humanos o, en el caso de los jóvenes, al final de la propuesta educativa. Una tesis que semeja consiguiente a la del cristianismo anónimo de Karl Rahner. Pecado que haya fue experimentada por San Pablo en el areópago, con las consecuencias que sabemos. El Cardenal Angelo Bagnasco afirma a este respecto: "El anuncio de Cristo no es un cumplimiento final, el acontecimiento conclusivo de un recorrido. Es el fundamento. Es hay donde está la referencia educativa visible, concreta. Y que la fascinación por Cristo esté al inicio del recorrido educativo - no como un método académico, sino como experiencia completa -, lo vemos todos. Es el impacto de ese atractivo el que da a luz un movimiento interior, un impulso, una intuición ante las exigencias de la vida. Y esto pone en marcha una conversión, un camino; porque se intuye que allí está la plenitud del hombre" (Tracce n 7,2008, p 113).
O nos fiamos de la potencia de Jesucristo - y de Cristo crucificado - como Pablo después del fracaso en el areópago de Atenas, o pensamos que nuestra sabiduría y metodología valen más. Así se comprende lo que quería decir el Papa a la asamblea de los Obispos italianos el pasado mayo, cuando dijo que el problema educativo para la Iglesia coincide con transmitir la fe a las jóvenes generaciones: sólo encontrando a Cristo el hombre se redescubre como hombre, como había ya dicho el rector de la antigüedad latina, Vittorino. No hay un anuncio humano distinto de un anuncio cristiano para quien ha consagrado la vida a Cristo en la misión y en el sacerdocio. El anuncio de Jesús, verdadero Dios hecho hombre por nosotros hombres y por nuestra salvación, contiene y manifiesta la concepción plena del hombre.
Juan Pablo II lo enseñó en sus veinticinco años de pontificado, empezando por la Encíclica Redemptor hominis, donde retomaba el conocido pasaje de la Gaudium et spes 22: "En realidad el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado…Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación……El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre" (n 8).
Sacerdotes y misioneros, saben que sólo anunciando a Jesús y no los valores de moda, incluso aquellos de la justicia y la paz, son fieles a su llamada. De otro modo se convierten en asistentes sociales. Sólo trabajando para construir la Iglesia como el lugar de los reconciliados y no promoviendo marchas e iniciativas por la legalidad, son ministros de la reconciliación, no sindicalistas. Sólo construyendo la Iglesia se contribuye a la humanización del mundo. Todo Obispo comprende la importancia de esta impostación en el camino educativo para que los jóvenes no se vean inducidos a errores de perspectiva, a condición de que desarrolle su misión de doctor y maestro en el exhortar y corregir, en el animar y reprochar.
Transmitir la fe a las jóvenes generaciones significa en una palabra retomar el traditio: aquella que en el catecumenado viene enfatizada por los símbolos del Credo y del Padre Nuestro y que en la realidad significa transmitir a Jesucristo como el que da sentido a la vida - Él me dice "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" – de la que reciben valor todo pequeño fragmento del universo, sensible o sobrenatural. Estén atentos los adultos - los presbiterios - a esta responsabilidad. (Agencia Fides 24/7/2008)
ZENIT Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, XVII Domingo del Tiempo Ordinario, 27 de Julio de 2008.
1 Reyes 3,5.7-12; Romanos 8,28-30; Mateo 13, 44-52 ¿Qué quería decir Jesús con las dos parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa? Más o menos esto: ha sonado la hora decisiva de la historia. ¡Ha llegado a la tierra el Reino de Dios! En concreto, se trata de Él, de su venida a la tierra. El tesoro escondido, la perla preciosa no es otra cosa que el mismo Jesús. Es como si Jesús con esas parábolas quisiera decir: la salvación os ha llegado gratuitamente, por iniciativa de Dios, tomad la decisión, aprovechad la oportunidad, no dejéis que se os escape. Es el tiempo de la decisión. Creo que Jesús, con esas dos parábolas, quería crear un clima así. Quería decir: ¡Corred mientras estáis a tiempo! Hay un tesoro que os espera gratuitamente, una perla preciosa. No os perdáis la oportunidad. Sólo que, en el caso de Jesús, lo que está en juego es infinitamente más serio. Se juega el todo por el todo. El Reino es lo único que puede salvar del riesgo supremo de la vida, que es el de perder el motivo por el que estamos en este mundo. [Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]
El tesoro escondido y la perla preciosa
Me viene a la mente lo que sucedió el día en el que acabó la segunda guerra mundial. En la ciudad, los partisanos y los aliados abrieron los almacenes de provisiones que había dejado el ejército alemán al retirarse. En un instante, la noticia llegó a los pueblos del campo y todos corrieron a toda velocidad para llevarse todas esas maravillas: alguno regresó a casa lleno de mantas, otro con cestas de alimentos.
Vivimos en una sociedad que vive de seguridades. La gente se asegura contra todo. En ciertas naciones, se ha convertido en una especie de manía. Se hacen seguros incluso contra el riesgo de mal tiempo durante vacaciones. Entre todos, el seguro más importante y frecuente es el de la vida. Pero, reflexionemos un momento, ¿de qué sirve este seguro y de qué nos asegura? ¿Contra la muerte? ¡Claro que no! Asegura que, en caso de muerte, alguien reciba una indemnización. El reino de los cielos es también un seguro de vida y contra la muerte, pero un seguro real, que beneficia no sólo al que se queda, sino también a quien se va, al que muere. "Quien cree en mí, aunque muera, vivirá", dice Jesús. De este modo se entiende también la exigencia radical que plantea un "negocio" como éste: vender todo, dejarlo todo. En otras palabras, estar dispuesto, si es necesario, a cualquier sacrificio. Pero no para pagar el precio del tesoro y de la perla, que por definición no tienen "precio", sino para ser dignos de ellos.
En cada una de las dos parábolas hay en realidad dos actores: uno evidente, que va, vende, compra, y otro escondido, dado por supuesto. El autor que es dado por supuesto es el viejo propietario que no se da cuenta de que en su campo hay un tesoro y lo malvende al primero que se lo pide; es el hombre o la mujer que poseía la perla preciosa, no se da cuenta de su valor y la cede al primer mercante que pasa, quizá por una colección de perlas falsas. ¿Cómo no ver en esto una advertencia que se nos dirige a quienes malvendemos nuestra fe y nuestra herencia cristiana?
Ahora bien, en la parábola no se dice que "un hombre vendió todo lo que tenía y se puso a buscar un tesoro escondido". Sabemos cómo terminan las historias que comienzan así: uno pierde lo que tenía y no encuentra ningún tesoro. Historias de soñadores, visionarios. No, un hombre encontró un tesoro y por esto vendió todo lo que tenía para comprarlo. Es necesario, en pocas palabras, haber encontrado el tesoro para tener la fuerza y la alegría de venderlo todo.
Dejando a un lado la parábola: hay que encontrar antes a Jesús, encontrarlo de una manera personal, nueva, convencida. Descubrirle como su amigo y salvador. Después será un juego de niños venderlo todo. Es algo que se hará "llenos de alegría", como el campesino del que habla el Evangelio.
Carlos Peinó Agrelo no envía la siguiente información:
A los 60 años de la peregrinación, nos sentimos de nuevo llamados.
Estatutos de Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad
El Movimiento de Cursillos de Cristiandad nació en España, concretamente en la isla de Mallorca, entre los años 1940 y 1949. Numerosos laicos y algunos sacerdotes, iluminados por el Espíritu Santo, descubrieron muy claramente el hecho de que también los laicos, en virtud de los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, desempeñan un papel activo y propio en la misión de la evangelización de la humanidad. De este grupo de iniciadores tuvieron parte muy importante sobre todos laicos guiados por Eduardo Bonnín Aguiló, además de varios pastores, entre los que se encontraban el entonces Obispo de Mallorca, Mons. Juan Hervás Benet y Mons. Sebastián Gayá Riera.
Para ser fieles a la verdad , es de justicia que figure también Manuel Aparici como acabamos de ver, ya que sin sus Cursillos de Peregrinos ¿hubieran sido posible los Cursillos de Cristiandad? Por todo escrito y leído, creemos que no. De haber existido algo, hubiese sido otra cosa, pero nunca los Cursillos de Cristiandad tal como hoy se les conoce. Éstos llevan en sus entrañas, entre otros elementos como veremos, el espíritu peregrinante y el anhelo de Vanguardia de Cristiandad de aquella Juventud presidida por Manuel Aparici que él inspiró.
A Manuel Aparici y los Cursillos de Cristiandad está dedicada la Segunda y Tercera Parte del trabajo de investigación, análisis, etc. ya citado.
Algunos pensamientos sobre la Ultreya (pp. 26 y 27)
«Resulta que se descubre que lo que le encanta a Dios Nuestro Señor es [...] recordar juntos las maravillas de la gracia y animarse mutuamente a seguir peregrinando por los troches y las veredas del mundo [...].
»El Movimiento de Cursillos de Cristiandad es Movimiento de Iglesia ¡De Iglesia ancha! ¡Peregrinante! [...]».
Manuel Aparici ya hablaba de la Iglesia peregrina cuando en toda la Iglesia se hablaba de Iglesia Militante. Porque Manuel Aparici «hizo brotar de su genio de apóstol un estilo peregrinante que impregnaba nuestras vidas … y nos decía: la peregrinación espiritual es una marcha ascética que hay que realizarla día a día» [1][36]. Y les enseñó a entender y a vivir la vida como una peregrinación. Porque, para él «Peregrinar es caminar por Cristo al Padre, a impulsos del Espíritu Santo, con la ayuda de María y llevando consigo a los hermanos».
Precisamente a la Iglesia peregrina está dedicado el punto 8 de la Carta apostólica “Novo millennio ineunte” de S.S. Juan Pablo II al Episcopado, al clero y a los fieles, al concluir el Gran Jubileo del año 2000, del 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, del año 2001. Y en la introducción se lee: «La alegría de la Iglesia, que se ha dedicado a contemplar el rostro de su Esposo y Señor, ha sido grande este año. Se ha convertido, más que nunca, en pueblo peregrino, guiado por Aquel que es el gran Pastor de las ovejas (Hb. 13,20)».
Sin otro particular, recibe un cordial saludo de Colores.
Carlos Peinó Agrelo
Carlos Peinó Agrelo sigue envíándonos información de Manuel Aparici. Esta vez testimonios después de la gran peregrinación a Santiago en el año 1948
Así que se encuentran sorprendidos y admirados, sin buscarlo ni pretenderlo, con un instrumento de eficacia apostólica comprobada ... !! ¡Sorprendidos y admirados con los Cursillos de Peregrinos creados por Manuel Aparici debido al contenido y el método empleado, método original, “revolucionario”, portadores de una fuerza de consecuencias imprevisibles!! Más alto se podría decir, más claro no. Son obra de Manuel Aparici. Y cumplieron brillantemente el objeto para el que los había creado.
Después de Santiago, ¿Qué?
Ésta era la pregunta que se hacían muchos.
1. Eduardo Bonnín
«No podía sustraerme –le dice Bonnín a Mons. Cordes– a la preocupación de lo que sucedería tras la gran peregrinación, y con otros amigos nos preguntábamos: Y después de Santiago, ¿qué pasará? [...]» [25]; palabras que recoge más tarde Bibiloni casi literalmente. Escribe: «Habla Eduardo: “Yo no podía sustraerme de ninguna manera a la preocupante idea de lo que pasaría después de la magna peregrinación, y con algunos amigos más, nos preguntábamos: ¿Y después de Santiago, qué? [...]» [26].
2. Bartolomé Riutort [27]
«[...] Se hizo la peregrinación. La meta estaba ya casi alcanzada [...], pero al terminar la meta “¿Iba a acabarse todo?” Después de Santiago “¿qué?” Debía fermentar y concretarse en algo todo el movimiento peregrinante, no tanto natural pero sí espiritual.
»El hecho de ir a Santiago era ya lo de menos si se había logrado la peregrinación del espíritu y fue cuando surgió algo que se llevaba muy dentro: “hacer de cada hombre, de cada joven un templo del Espíritu Santo; que en todas las líneas de la sociedad se viviera Cristo, se sintieran todos Hijos de Dios por la Gracia –desde el primer hasta el último ciudadano–, el hombre de cualquier raza o nación; se sintieran todos Hijos de Dios de verdad. Hacía falta que la doctrina y el estilo de Cristo llegara genuinamente a todos los rincones.
»¿Cómo hacerlo? Las filas de la Acción Católica se nutrían de los que sentían la llamada del apostolado y la idea de llevar y caminar a Santiago; las estrofas del himno eran subyacentes por sí “llevar almas de joven a Cristo ...”. La espiritualidad de Santiago se consiguió con los Cursillos de Guías y Adelantados de Peregrinos e inyectar nueva sabia en las filas de quienes militábamos en Acción Católica. Así se consiguió preparar unos cuadros para que la peregrinación a Santiago llegara a buen fin. Repito que no dejaba de preocupar la idea de que después de Santiago no se podía colgar el bordón de peregrino y a vegetar. Se debía hacer algo; claro que no se podía hablar de peregrinar de nuevo, pero sí de un eterno peregrinar de todos los que estaban fuera de la línea de Cristo, pesaba sobre todos esta imponente misión, pero que haremos, pues que vamos a decir: QUE VIVAN EN GRACIA, que es lo único que vale la pena» [28].
3. Eduardo Suárez del Real
«Precisamente –le pregunta Eduardo Suárez a Bonnín– en una carta que te dirigió el 3 de mayo de 1997, y a la cual he podido tener acceso porque, como tú sabes, le ha interesado darle difusión, el padre Cesáreo te señala [entre otras muchas cosas] que [...] “ese joven [Bonnín] fue también a Santiago. Y, al regresar, cuando los del Consejo de la Juventud de Acción Católica Mallorquina (CJACM), se preguntaron ¿qué hacemos? Esos cursillos que han dado tanto fruto, ¿por qué no los continuamos? Y alguien replicó: “No pude ser porque esos Cursillos eran para conquistar jóvenes para una Peregrinación a Santiago, que ya se hizo. Otro puntualizó. Pero pueden organizarse para conquistar para la Acción Católica”.
»La historia sigue por sus propios derroteros, a pesar de que es muy sencillo comprobar documentalmente que aquello no fue así. Sin embargo, me he permitido leerte todo esto para conocer tu opinión» [29].
La pregunta de Eduardo Suárez a Bonnín consta de dos partes perfectamente diferenciadas. Una, el texto de la carta del Padre Cesáreo; otra, sus palabras. No acepta la versión del Padre Cesáreo. Se limita a decir que es muy sencillo comprobar documentalmente que aquello no fue así, pero no aporta prueba alguna que acredite lo contrario ni siquiera hace comentario alguno. Sin embargo, desea conocer la opinión de Bonnín. Éste nada le dice sobre este particular.
4. Mons. Hervás
«[...] Aquella siembra del Ideal Peregrinante y de anhelos de santidad [por parte de Manuel Aparici] –escribe Mons. Hervás– había de proyectarse más allá del objetivo material de la peregrinación, con ansias de hacer perenne este Ideal y mantener en continua vibración a la juventud española» [30] .
5. Manuel Vigil y Vázquez
Al anochecer de aquel día, de la magna Peregrinación mundial juvenil a Santiago en agosto de 1948 «[...] las ondas de la radio trajeron ante la enfervorizada muchedumbre juvenil la palabra del Papa, que habló en un dulce español, acordando el esplendoroso pasado de Santiago y preguntándose si toda esa gloria católica iba a quedar en un recuerdo añejo, y añadiendo él mismo que los jóvenes católicos de España, con su deseo de forjar una Cristiandad ejemplo, están respondiendo que no. Los añejos recuerdo son renovada realidad» [31].
6. Radiomensaje de S.S. Pío XII
En su mensaje, tras una bella evocación histórica de Compostela, del Camino de Santiago y del término de las peregrinaciones con el abrazo a la imagen del apóstol, se preguntaba como acabamos de ver: «Pero ¿habría de quedarse todo en recuerdos añejos o en memorias muertas?». Y el Papa se respondía, diciendo: «Y he aquí que vosotros, para mostrar vuestra juventud intacta, para proclamar la sublime locura de un Dios crucificado y para forjar en vosotros mismos una Cristiandad ejemplar, habéis respondido rotundamente que no. Los añejos recuerdos y las vetustas memorias, al conjuro de vuestro vibrante entusiasmo juvenil, se han convertido de nuevo en realidad» [32].
7. Mons. Pla y Deniel
Cardenal Arzobispo de Toledo
«En 1958, al cumplirse los diez años de la histórica peregrinación a Compostela, el Cardenal Primado, D. Enrique Pla y Deniel, reitera la vigencia del Ideal Peregrinante al escribir en SIGNO [33] que: “al rememorar la Peregrinación de los jóvenes acampados en Santiago, representando a todos los Jóvenes de Acción Católica Española, con verdadero espíritu de “peregrinos”, que es espíritu de piedad, de entusiasmo idealista, de penitencia y de sacrificio, ¿yo qué os voy a decir, yo qué os puedo y debo decir? “Conservad el espíritu” ... el espíritu de aquella Peregrinación, pues sólo así seguirá siendo lo que debe ser la Juventud de Acción Católica Española”».
8. Juan Candela Martínez
En el prólogo del libro Compromiso de Peregrino, modesta edición, 1948, –al que dedicamos el Capítulo XVIII de esta Primera Parte–, que recoge el pensamiento de Manuel Aparici, Juan Candela Martínez, a la sazón Presidente del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Murcia [34], cuando Manuel Aparici era Presidente Nacional, escribe:
«La aportación en este sentido de Manuel Aparici es valiosísima para la Juventud de Acción Católica de España. Con ello se responde también a la pregunta de muchos: ¿Qué hacer, qué decir, qué pensar cuando regresemos de Santiago? Para quienes planteen el problema de forma radical y casi angustiosa, él da una visión de la peregrinación como tarea permanente […]».
9. SIGNO
«Pero tras Santiago, ¿qué?. El semanario editorializa que no fue un fin sino un comienzo para “el retorno a nuestros mejores ideales”. La tensión peregrinante con su acerado sentido espiritual se mantiene en alto [...]. Pero al cabo de los años [...] ya se ve que Santiago de Compostela sigue en el punto de mira de la Cristiandad. Los hechos cantan.
»Aquella dinámica peregrinante que [...] Manuel Aparici supo despertar hace más de medio siglo en la juventud española de entonces, persiste a pesar de los pesares; persiste pese a los más bien durmientes años 50 y los alborotados años 60 [...]» 35].
Año 1949:
Por vez primera se abren los horizontes a la acción del Cursillo; ya no va a ser exclusivo para los numerarios, para los mejores, ni para miembros de la Acción Católica. El Cursillo pierde sus títulos. No lo es ni de Adelantados ni de Jefes. Ya sólo es Cursillo.
En enero de este año, 21 jóvenes de varios puestos de Mallorca viven en San Honorato un Cursillo de formación y apostolado. A este Cursillo celebrado entre los días 7 al 10 de Enero se le señala como el primer Cursillo.
ZENIT publica el comunicado que emitió el viernes, 25 de Julio de 2008, la Oficina de Información de la Santa Sede, tras la audiencia que Benedicto XVI concedió al primer ministro de Irak, Nouri Kamel Al-Maliki.
Hoy, en el palacio apostólico de Castel Gandolfo, el Santo Padre Benedicto XVI ha recibido en audiencia a su excelencia el señor Nouri Kamel Al-Maliki, primer ministro de la República de Irak. Antes, el primer ministro había visitado al secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, quien estaba acompañado por el secretario para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti.
Los coloquios, que han tenido lugar en un clima de cordialidad, han permitido examinar algunos aspectos fundamentales de la situación iraquí, tomando en cuenta también el contexto regional. Se ha prestado particular atención al tema de los numerosos refugiados iraquíes, dentro y fuera del país, que tienen necesidad de asistencia, de cara también a un deseado regreso.
Se renovó la condena de la violencia que casi todos los días sigue golpeando diferentes partes del país, sin perdonar a las diferentes comunidades cristianas, que sienten intensamente la necesidad de mayor seguridad.
Se ha expresado el deseo de que Irak pueda encontrar el camino de la paz y del desarrollo a través del diálogo y de la colaboración de todos los grupos étnicos y religiosos, incluidas las minorías, para que en el respeto de las respectivas identidades, y con espíritu de reconciliación y búsqueda del bien común, contribuyan juntas a la reconstrucción moral y civil del país.
En este sentido, se ha subrayado la importancia el diálogo interreligioso como senda para la comprensión religiosa y la convivencia civil. El primer ministro invitó al Santo Padre a visitar Irak.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]
EUROPA/ESPAÑA - Entrevista de la Agencia Fides al Obispo de Cuenca: “La labor de acogida, en la Iglesia, no puede limitarse a un trabajo de caridad, aunque éste sea necesario. El modo de afrontar el tema de las migraciones no puede reducirse a Caritas. La Iglesia tiene la misión de Evangelizar”
De la Encíclica Redemptoris Missio: “Entre los grandes cambios del mundo contemporáneo, las migraciones han producido un fenómeno nuevo: los no cristianos llegan en gran número a los países de antigua cristiandad, creando nuevas ocasiones de comunicación e intercambios culturales, lo cual exige a la Iglesia la acogida, el diálogo, la ayuda y, en una palabra, la fraternidad. Entre los emigrantes, los refugiados ocupan un lugar destacado y merecen la máxima atención. Estos son ya muchos millones en el mundo y no cesan de aumentar; han huido de condiciones de opresión política y de miseria inhumana, de carestías y sequías de dimensiones catastróficas. La Iglesia debe acogerlos en el ámbito de su solicitud apostólica. Finalmente, se deben recordar las situaciones de pobreza, a menudo intolerable, que se dan en no pocos países y que, con frecuencia, son el origen de las migraciones de masa. La comunidad de los creyentes en Cristo se ve interpelada por estas situaciones inhumanas: el anuncio de Cristo y del Reino de Dios debe llegar a ser instrumento de rescate humano para estas poblaciones” (RM 37)
Cuenca (Agencia Fides) – España. Estamos en las tierras descritas por Miguel de Cervantes: entre antiguos molinos de viento, completamente restaurados, y nueve grandes torres eólicas productoras de energía. En Cuenca nos encontramos con su Obispo, S.E. José María Yanguas Sanz. Estamos aquí para hablar del tema “migración y evangelización de los pueblos”. De esta zona de España, hasta hace poco tiempo, se partía con las maletas amarradas con cuerdas hacia tierras desconocidas en busca de esperanzas y de una nueva vida, recorriendo caminos ya abiertos por muchos misioneros: sayo, Crucifijo y Evangelio. Hoy ya no se parte, más bien llegan, procedentes del norte y del sur, enteras familias desde tierras desconocidas, padres en búsqueda de aquello que, en los lugares de donde provienen, nunca han tenido. La ciudad de Cuenca es espléndida. Medieval. Pequeñas calles y palacios con escudos.
Es Domingo. Una Iglesia, Una Santa Misa para un matrimonio en una de las lenguas de los pueblos del este. Al mismo tiempo, en la extraordinaria Catedral, entran en procesión el Obispo, seguido de su pueblo. Familias llenas de devoción. Turistas detrás de una cuerda tomas fotografías, luego algunos de ellos se unen a los cantos y a las oraciones. Olor a incienso. La luz de los vitrales. El órgano. Todo ayuda a vivir la Misa con devoción. Todos llegan ordenadamente a su puesto. Todas las bancas están ocupadas. En la parte de atrás algunos permanecen de pie. Dos niños corretean y luego se ubican a los pies del altar. Parecen dos ángeles mandados del Cielo. Permanecerán allí hasta el final de la función litúrgica. Su silencio, su compostura, nos recuerdan el valor de la inocencia que hemos perdido. Son dos niños claramente no europeos: hijos de inmigrantes. No fue fácil al final de la Santa Misa seguir al Obispo. Todos desean una palabra, la bendición para sus niños y para ellos mismos. Una palabra de consuelo para quien no pudo participar. La multitud es muy numerosa y si no fuese por el báculo que sobrepasa a todos, sería muy difícil seguir el camino hacia la sacristía. Entramos. El Obispo, que se está quitando los paramentos litúrgicos, se dirige amablemente hacia nosotros: “La Catedral es vuestra casa y la de todos”, nos dice. “Siéntense, por favor”. Palabra, no circunstancial, sino de afecto paterno. Quien está delante de nosotros no es simplemente una autoridad, sino un Obispo, un Apóstol. Más que una entrevista es un diálogo que nos dejará una riqueza y una enseñanza.
Ag. Fides: Estimado Monseñor, hoy el fenómeno migratorio está conociendo dimensiones desconocidas hasta hace pocos años, es un fenómeno que involucra a la Iglesia y a su dimensión misionera en todos sus aspectos, en primer lugar el de la Evangelización de los Pueblos. En el pasado se trataba sobre todo de pueblos que desde naciones de raíces y tradición cristianas se movían hacia territorios adonde se habían dirigido en avanzada, si se me permite, nuestros misioneros, con su valentía, su decisión, su impulso de amor a la difusión de la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy todo ha cambiado. A territorios como el de su diócesis ingresan y se establecen pueblos de tradiciones e historias diferentes. La Evangelización presenta un nuevo desafío. ¿Estamos preparados?
S. E. Mons. Yanguas: El fenómeno de la migración es nuevo para España, como sucede en nuestra diócesis de Cuenca, así como para otros países de Europa. Tal vez no sea tan fuerte como en Inglaterra o Francia, pero es naturalmente un fenómeno que se percibe en las calles y en la sociedad española. Es un fenómeno que alcanza dimensiones notables en muchos ambientes. Hasta el 10 a 15 por ciento.
En la costa de Levante de España, la migración es todavía más evidente. Es un desafío para nuestra sociedad española, y para Cuenca en particular. Una ciudad que tenía una tradición de migración más que de inmigración. Una ciudad que no estaba acostumbrada a recibir personas que vienen de fuera, de otras naciones, de otras culturas, de otros continentes.
Ag. Fides: Ciertamente para la Iglesia ésta es también una gran ocasión para acercar y propiciar el encuentro de credos y culturas distintas.
S. E. Mons. Yanguas: Si la migración representa un desafío desde el punto de vista cultural, pero también político, económico, lo es todavía más desde el punto de vista religioso. La Iglesia ha sabido hacer frente a este fenómeno fundamentalmente renovando el sentido de la acogida.
Ag. Fides: Excelencia, me permita, la acogida puede significar tantas cosas, ¿pero qué significa en modo particular para la Iglesia?
S.E. Mons. Yanguas: Acogida significa ponerse a disposición de estas personas que tienen carencias sobre todo en los primeros momentos: idioma, cultura. Son personas que se encuentran en situaciones laborales nuevas, con dificultades y problemas, que a veces tocan sus derechos fundamentales, que son además los derechos fundamentales de la “persona”.
Acogida, para la Iglesia, no puede limitarse a un trabajo, ciertamente necesario, de caridad. La relación con el mundo de la emigración no puede limitarse a la Caritas. La Iglesia tiene la misión de evangelizar.
En otros tiempos hemos ido de Europa hacia los nuevos países en los nuevos continentes, con nuestros misioneros, para evangelizar aquellas tierras. Ahora son muchas las personas de aquellas tierras que vienen a este “viejo” continente, a España, a esta diócesis de Cuenca, y la Iglesia debe sentir el desafío de la evangelización.
Muchos de ellos provienen de países de tradición cristiana y muchos de ellos son católicos. Otros son ortodoxos. Otros provienen del norte de África y del África Subsahariana.
Ag. Fides: Excelencia, Vd tiene una gran experiencia no sólo pastoral, ya que ha trabajado asimismo en Roma, en el corazón de la Iglesia Universal, ¿puede decir que estamos preparados para esta nueva Evangelización de los Pueblos justamente aquí, donde son más fuertes las tradiciones y las raíces
cristianas?
S.E. Mons. Yanguas: Pienso que la Iglesia, la Iglesia de Cuenca, tiene como primer desafío el de predicar sobre todo a estas personas que no tienen nuestra misma fe, la Fe cristiana, anunciándoles el Evangelio. Son personas que vienen a un país de antiguas y ricas tradiciones cristianas, embebido de la fe que hemos recibido de nuestros antepasados. Fe que en formas y modos ha alcanzado nivel técnicos y artísticos altísimos en sus diversas expresiones.
Estos nuevos ciudadanos que llegan a nuestras tierras, vienen también con sus valores, sus culturas. La actitud de todos aquellos que acogen a los que vienen a nosotros, debe ser de apertura. Esto significa tener un intercambio, recibir lo mejor de cada cultura.
¿Y qué hay mejor en nuestra cultura, en nuestra herencia histórica, que nuestra Fe?
De aquí la necesidad de anunciarla y de proclamarla y de dar a estos hermanos nuestros, a estos nuevos conciudadanos aquella herencia y aquella tradición que está representada en las obras de arte, y que ha sido la matriz del progreso para nuestras sociedades.
Ag. Fides: ¿Pero todo esto cómo se puede articular concretamente, vistas las diferencias, cuando no las hostilidades declaradas, de ciertas culturas?
S.E. Mons. Yanguas: El desafío de los nuevos fenómenos de la migración obliga a tener comportamientos y programas nuevos, que sepan ofrecer al mismo tiempo la acogida cordial, sincera, leal, característica de la vida cristiana, junto a la predicación, la proclamación, el anuncio gozoso, alegre, decidido, convencido de la Fe cristiana.
Sería un error, un gran error, pensar en una especie de cultura o religión universal válida para todos. No. En mi opinión lo que se nos pide en estos tiempos, como siempre, es la fidelidad a nuestras raíces. Fidelidad a nuestra fe, que es anuncio sincero, gozoso, familiar, sabiendo que es un bien para toda la humanidad. Sabiendo que es un bien la verdad de Jesucristo que está por encima y que lleva a la plenitud cualquier otra verdad, cualquier otro resplandor que existe en el corazón de los hombres. Las nociones de Persona, de derechos fundamentales de la Persona de dignidad de la Persona, de derecho natural son una sola cosa.
Todo esto constituye una parte muy notable de la tradición occidental, de aquellas raíces cristianas de nuestra tradición, en las que pueden insertarse valores autóctonos de las personas que vienen a nosotros. Este es el modo de alcanzar la veta de aquellos nobles valores que pueden llevar consigo estas Personas. Repito, en mi opinión, esta situación constituye un momento espléndido para el ejercicio de la caridad, pero constituye al mismo tiempo un momento también espléndido y una oportunidad espléndida para predicar y anunciar la Fe a estos hermanos nuestros que vienen en busca de medios de subsistencia mejores.
Ag. Fides: Gracias Excelencia y buen trabajo para Usted y toda su, me permita repetir sus palabras, “Espléndida Comunidad”. (Desde Cuenca, Luca de Mata)
Ficha - Mons. José María Yanguas Sanz nació el 26 de octubre de 1947 en Alberite (La Rioja), diócesis de Calahorra y La Calzada – Logroño (España). En 1971 terminó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Calahorra. Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1971 para la diócesis de Calahorra. En 1978 concluyó el Doctorado en Teología en la Universidad de Navarra, y en 1991 el de Filosofía en la misma Universidad. Después de su ordenación sacerdotal ha realizado numerosos encargos: 1971-1972: colaborador en diversas parroquias de Logroño; 1972-1976: profesor de Teología en la Universidad de Navarra para los universitarios de las Facultades Civiles; 1976-1981: profesor adjunto de Teología Dogmática en la misma Universidad; 1981-1989: profesor adjunto de Teología Moral; 1988-1989: miembro de la “Dirección de Investigación” de la Facultad de Teología; 1971-1989: colaborador pastoral en la parroquia de S. Nicolás en Pamplona durante el año académico, y en varias parroquias de Logroño durante las vacaciones de verano; 1989-2001: agregado en la Congregación para los Obispos; 2001-2006: Jefe de oficina de la Congregación para los Obispos. El 23 de diciembre de 2005 es nombrado Obispo de Cuenca. Recibe la Ordenación Episcopal en la Catedral de Cuenca y toma posesión de la Diócesis el 25 febrero de 2006. (1 - sigue) (Agencia Fides 24/7/2008)
Artículo introductorio del párroco al Programa de Actos con motivo del 250 aniversario de la Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de la Columna en la parroquia de San Juan de la Orotava.
Reproducir la imagen de su Hijo
Son ya 250 años de existencia de fa generable Esclavitud del Stmo. Cristo a La Columna.
La comunidad-parroquial felicita a una cofradía que ha velado tantos años por el culto y la veneración a esta imagen tan querida por todos los feligreses, y por los católicos de nuestra tierra y de otros lugares.
San Pablo escribe en su Carta a los Romanos unas palabras, que pueden ser claramente un lema para cada uno de los miembros la Esclavitud, para cualquier cofrade o cristiano en general
"Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos" (Rm 8,29).
Como cristianos, como bautizados, estamos unidos a Cristo, y tenemos el deber de reproducir en nuestra vida los valores del vangelio. Si nos llamamos cristianos, es decir, discípulos de Cristo, nuestro estilo de vida, nuestras acciones, nuestra manera de ver las cosas, todo en nosotros debe ser imitación de Cristo.
'Y un cofrade, realiza este asemejarse a Cristo, motivado por la veneración a su imagen titular. En cada imagen de Cristo se presenta un aspecto de su vida, del misterio de nuestra redención. La imagen del Cristo a La Columna representa un momento del sufrimiento padecido por Jesús en bien nuestro, por nuestra salvación. Por tanto, debemos considerar continuamente este sufrimiento redentor de Cristo y estar dispuesto a llevar la cruz como El por la salvación del mundo.
Para saber venerar la imagen del Santísimo Cristo a La Columna, para que su contemplación nos lleve a un compromiso de amor padecido escuchemos estas palabras de Santa Teresa de Jesús:
"Acaecióme que entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado, y tan devota, que en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle". (Libro de fa 2ida 9,1)
Esta contemplación no es simplemente ver y emocionarse. Contemplar una imagen de Cristo es dejar que cale en nuestro corazón, es permitir que su mensaje llegue al corazón y lo haga arder, es dejarnos modelar interiormente por el Espíritu Santo para reproducir en nuestra vida la imagen de Cristo.
Ante esta celebración de los 250 años de la Venerable Esclavitud quiero animarles a perseverar en la vivencia de una verdadera devoción al Cristo atado a La Columna. Y quiero también animarles a ser testigos del Evangelio de Jesús con obras y palabras. Nuestro mundo de hoy necesita conocer a Aquel que es Buena Noticia, a Aquel que nos dio buena prueba de su amor sufriendo atado a una columna, entregando su vida por nosotros siendo capaz de entregar su vida. Dejemos transparentar el rostro de Cristo en una auténtica vida cristiana para que lo vean los hombres y mujeres de hoy.
Pedro Jorge Benítez
Párroco de San luan Bautista.
250 años
de
historia
VATICANO - “AVE MARÍA”, por Mons. Luciano Alimandi - La “mirada” de Jesús hacia nosotros
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – ¡Qué distinta es la mirada de Jesús, hacia el mundo y hacia la humanidad, que la de los hombres, quienes frecuentemente no logran ver más allá de las apariencias! La conversión del corazón consiste en aprender de Jesús a mirar la realidad con una mirada nueva, la suya, “totalmente otra” que la del mundo. Seguirlo significa además poner la mirada donde Él la pone, dar importancia a lo que verdaderamente proviene de su Amor y no a lo que proviene del amor propio, que es por su propia naturaleza “miope”, no siendo capaz de mirar más allá de sí mismo. Situarse en la escuela del Evangelio significa aprender día a día a caminar por encima del propio horizonte, no pocas veces limitado por el egoísmo, para mirar en la misma dirección de Jesús y para compartir las mismas aspiraciones de bondad, verdad y belleza contenidas en Su Palabra.
Cuando nos pide que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34), nos exige al mismo tiempo que tengamos hacia nuestro prójimo una “mirada” nueva, es decir renovada por la caridad. Tal vez sea precisamente éste el reto más grande para un cristiano: vivir “dentro” de la palabra-mandamiento de Jesús, para que cada día ella se encarne en la vida y la renueve mediante la caridad.
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Sólo es posible amar de esta manera si “veo” al otro como lo “ve” Jesús. Si juzgo, si condeno, mi situó fuera de la “mirada” de Cristo y me vuelvo “ciego”, incapaz de ir más allá de mi propio juicio, que me hace “ver” al otro como inferior a mí mismo: “¿cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? (Lc 6,41)
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Un corazón puro, un corazón que ama a Dios olvidándose de sí mismo, mira en la misma dirección que Jesús y “ve” en el otro la semejanza divina “impresa” en él, lo reconoce lleno de dignidad, “vislumbra” las grandes potencialidades de bien, incluso cuando parecen estar “enterradas” a causa del pecado, el cual puede llegar a deformar al hombre pero jamás arrancarle la dignidad de hijo de Dios.
En la parábola del hijo pródigo o, mejor dicho, del “padre misericordioso”, están presentes las dos distintas “miradas” del padre y del hijo mayor que se proyectan sobre el menor hijo que regresa a su casa humillado bajo el peso de sus propios pecados (cf. Lc 15,18-19). El primero ve en el hijo pródigo una realidad totalmente distinta a la que percibe, por otra parte, el segundo. Los dos llegan a conclusiones opuestas: el padre, lleno de misericordia, hace fiesta por el hijo menor, porque “estaba muerto y ha regresado a la vida”, “estaba perdido y ha sido hallado” (Lc 15,24), mientras el hijo mayor, sin compasión, “se irrita” (Lc 15,28); sus “ojos” son incapaces de “ver” lo que “ve” el padre. Se opone a la alegría del padre porque no es capaz de ver las razones, creyendo tener él la razón. Si se hubiese encontrado con su hermano antes de que éste llegara al padre, probablemente no le habría permitido acercarse a su casa; pero no sucedió así. En esta estupenda parábola de Jesús, no de manera casual se nos dice que es la mirada del padre la primera en fijarse en el hijo pródigo (cf. Lc 15,20).
¡Qué hermoso y qué consolador saber que quien nos ve primero es siempre el Señor! ¡Que su mirada se posa sobre nosotros con una inimaginable benevolencia! Si le creemos, tendremos la fuerza en los encuentros y acontecimientos de cada día, de tener también nosotros una mirada de misericordia, capaz de “encontrar” al prójimo para “revestirlo” de bondad.
Es necesario pedir cada día al Espíritu Santo que nos dé la gracia de tener los mismos sentimientos de Jesús: mansedumbre y paciencia, humildad y benevolencia. De esta manera se realizará todo lo que expresa el Apóstol: “que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo” (Flp 2,2-5), pues nosotros “no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas” (2Cor 4,18).
El Espíritu Santo quiere regalarnos este inmenso don, pero para ello debemos rezar intensamente, como recientemente lo recordó el Santo Padre en la Jornada Mundial de la Juventud: “Sin embargo, esta fuerza, la gracia del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don. El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo. Sólo entonces podemos permitirle encender nuestra imaginación y modelar nuestros deseos más profundos. Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia. Ésta es pura receptividad de la gracia de Dios, amor en acción, comunión con el Espíritu que habita en nosotros y nos lleva, por Jesús y en la Iglesia, a nuestro Padre celestial” (Benedicto XVI, Homilía del 20 de julio de 2008 en Sydney).
La Virgen tenía la mirada siempre orientada hacia Jesús y miraba en su misma dirección; por esta razón fue capaz de darse cuenta en Caná de que faltaba el vino (cf. Jn 2,3). Su intercesión fue decisiva para el milagro realizado por el Señor, como también para todos los demás milagros de nuestra vida. Ella es, en efecto, nuestra Mediadora y Abogada ante Dios. ¡Consagremos toda nuestra vida a la Madre de la Misericordia y abandonémonos a Ella con confianza filial, pues con una Madre así estaremos siempre seguros, en Dios! (Agencia Fides 23/7/2008; líneas 68 palabras 1051)
REDACCIÓN DE “IGLESIA NIVARIENSE”
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BOLETÍN 295
Esta semana, todos los ecónomos y vicarios de asuntos económicos de España se reunieron en Madrid para conocer los resultados de la agencia estatal de la administración tributaria sobre las declaraciones de 2006. En la provincia de Santa Cruz de Tenerife hubo un total de 88.148 personas que marcaron la X para la Iglesia (26’5% del total de declarantes). Esta cantidad supone un aumento de 6574 personas con respecto a 2005.
Por otro lado, los ecónomos valoraron la campaña llevada a cabo este año bajo el lema: “POR TANTOS”. En este sentido, se informó que la página web de la campaña tuvo casi medio millón de visitas. En cuanto al número de suscripciones para el sostenimiento de la Iglesia, éste aumentó en un 25%. Dicha campaña tendrá una nueva fase en noviembre, en torno al día de la Iglesia Diocesana. Con el lema: “Tú eres testigo de la fe de tu Iglesia” se transmitirán nuevos mensajes, en diversos medios de comunicación, sobre los bienes que aporta la Iglesia a la sociedad.
La Universidad de Verano de La Gomera organiza los días 28 y 29 de Julio un curso titulado: Hacia la paz desde los monoteísmos, ¿las religiones, factor de paz o de guerra en nuestro mundo? El mismo estará dirigido por Manuel E. Barrios Prieto, Doctor en Teología (Pontificia Universidad Gregoriana de Roma). Licenciado en Psicología Clínica (UNED). Master en Psicoterapia (Comillas) y Sacerdote. Entre sus numerosos ponentes se encuentra Mons. José María Serrano Ruiz, Presidente de la Corte de Apelación del Vaticano.
Cáritas Diocesana desarrolló en el Seminario Diocesano, un encuentro con Benoit Boulange, uno de los responsables de Cáritas Mauritania. Boulange, afirmó que desde hace dos años, la parroquia católica de Nuadibú se ha visto obligada a atender a un elevado número de inmigrantes que han llegado a la ciudad buscando salir en cayuco y se les explica los peligros a los que se enfrentan, así como las pocas posibilidades que tienen de salir adelante en Europa, con el fin de disuadirles de la travesía, “pero muy pocos se dan la vuelta y, a pesar de conocer los riesgos, siguen con la idea de salir”.
Un día más tarde, Boulange viajó a La Palma para tener allí un encuentro similar. El mismo tuvo lugar en el monasterio del Císter, en Breña Alta.
Los peregrinos por “la Ruta de S. Pablo” están a punto de regresar a la diócesis, tras haber seguido las huellas del apóstol de las gentes cuando se cumple el bimilenario de su nacimiento.
Ángel Luis Pérez, celebrará sus bodas de plata sacerdotales el próximo 31 de julio, a las 20:30 horas, en San José (Breña Baja) y el 2 de agosto, a las 19:00 horas en San Pedro (Breña Alta).
Este sábado se celebra la festividad de los patrones del movimiento apostólico de personas mayores Vida Ascendente, S. Joaquín y Santa Ana.
Por otro lado, el Obispo ha dispensado el precepto del día del Apóstol Santiago, al no ser festivo laboralmente en la Comunidad Autónoma de Canarias. No obstante, algunas comunidades de la diócesis celebran especialmente esta jornada, como Santiago del Teide, los Realejos o la capital tinerfeña.
El próximo 27 de julio se celebra el 511 aniversario de la fundación de la ciudad de Aguere y el día de su patrón, horas San Cristóbal de La Laguna. A las 19:00tendrá lugar la Eucaristía en el Monasterio de las Claras. A continuación se desarrollará una procesión hasta la plaza del Adelantado con la imagen del patrón.
El cartel que promocionará las fiestas en honor del Cristo de La Laguna que ha elegido el jurado ha sido el titulado “Atardecer en septiembre”, presentado por Alejandro Almenar Ávila. En esta convocatoria han sido presentados 23 trabajos, por lo que éste ha sido el año en el que más carteles han participado.
Por otro lado, cabe destacar que el actual Premio Canarias de Bellas Artes, Patrimonio e Investigación Matías Díaz Padrón será el pregonero de las Fiestas del Cristo de La Laguna este año.
Los trabajos de restauración de la imagen de San Pedro, en Güímar, perteneciente a la iglesia del mismo nombre, han concluido tras tres días de intenso trabajo. La persona que se ha encargado de la restauración de la figura ha sido Elisa Campos.
La Obra Social La Caixa ha presentado en el teatro Guimerá los conciertos participativos de El Mesías de Händel que tendrán lugar por primera vez en Tenerife. Esta iniciativa que invita a las agrupaciones corales de las islas a cantar el célebre oratorio, junto a intérpretes de reconocido prestigio, tendrá lugar en la capital tinerfeña los días 12 y 13 de diciembre.
Oración colocada en un lampadario de una de las iglesias visitadas en nuestras excursiones.
ORACIÓN AL ENCENDER UNA LAMPARITA
Señor,
Que esta luz que enciendo sea
Luz con la que tú me iluminas en mis dificultades,
Fuego que queme todos mis egoísmos,
Llama, que me enseñe a amar y a servir.
Señor, hoy no tengo tiempo para más,
pero te dejo algo de mí mismo en este símbolo.
Ayúdame a prolongar mi oración a lo largo de la vida.
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Criterios de C. Justo
- Salarios para una vida digna: Los sueldos que reciben los trabajadores del Sur les condenan a ser esclavos de la pobreza.
Unos 100 millones de personas viven del café. La mayoría son jornaleros o pequeños campesinos que cultivan sus parcelas. Cuando caen los precios del café, los pequeños propietarios deben aumentar el área dedicada a este cultivo en detrimento de los productos para el autoconsumo. Los jornaleros deben andar varios kilómetros para llegar hasta las plantaciones y cargar los sacos de café de vuelta.
- No a la explotación infantil: Los niños y niñas trabajan como adultos en muchos países del Sur.
Los jornaleros son ayudados por sus hijos e hijas para así aumentar los ingresos. Las situaciones de extrema pobreza que viven las familias les fuerzan a ello. Sin una escuela que les facilite un mejor futuro, trabajan demasiadas horas y viven en condiciones insalubres y expuestos a enfermedades. Además, cobran menos por su trabajo y sufren trastornos que les afectan física y psíquicamente.
- Igualdad entre hombres y mujeres: Es habitual que la mujer cobre un salario inferior por realizar el mismo trabajo que un hombre.
Desde la cuna hasta la tumba, las mujeres están sistemáticamente discriminadas en el plano social y económico. Esto les supone carecer de posibilidades de alcanzar un empleo seguro, ingresos propios, formación y por tan-to tomar decisiones sobre su propio futuro. El 70% de los que viven en la pobreza absoluta son mujeres y hay un abismo entre la retribución que las mujeres reciben y el papel que desempeñan en la sociedad.
— Respeto al medio ambiente: La sobreexplotación de los recursos naturales compromete el desarrollo de los países del Sur.
En los últimos años se ha intensificado el uso de pesticidas y fertilizantes en las plantaciones. Se estima que en los países del Tercer Mundo se utilizan sin control unas 400.000 toneladas anuales de pesticidas, muchos de ellos prohibidos en los países del Norte. Aunque a corto plazo eliminan las plagas, estos productos afectan a la piel y a las vías respiratorias, y provocan la degradación de los suelos y la contaminación del medio ambiente, con la consiguiente recesión de los cultivos. Una producción de café sin productos químicos supondría un ahorro de entre 600 y 1.200 euros por año y hectárea, aunque la productividad de las tierras sería menor.
— Derechos laborales: La ausencia de derechos laborales dificulta la obtención de unas condiciones de vida y trabajo más dignas.
En muchos países de Sudamérica y África, los capataces van armados; los temporeros se hacinan en alojamientos precarios; no hay ninguna cobertura sanitaria para prevenir enfermedades o accidentes; las leyes no permiten la asociación o sindicación y, si la permiten, los sicarios se en-cargan de perseguir a los activistas...
Consumo responsable
El Consumo Responsable es aquel acto de consumo realizado con con-ciencia e información suficiente sobre las condiciones laborales, ecológicas y sociales en las que han sido elaborados los productos y servicios que adquirimos.
Como consumidores y consumidoras tenemos el derecho de adquirir productos que no perjudiquen al medio ambiente y que no conlleven condiciones laborales o comerciales injustas e indignas. Debemos exigir información y transparencia en todo lo que concierne a nuestras compras. Se trata de reivindicar un derecho conocido: el derecho a estar informados. Como consumidores críticos y responsables tanto si se trata de particulares como si representamos a empresas o a la administración pública, reivindicamos produc
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Conviene preguntarse
¿De verdad necesito este producto?
¿Quién ha producido estos productos?
¿En qué lugares y circunstancias se han producido?
¿La producción ha sido respetuosa con el medio ambiente?
¿Y con la salud de los productores?
¿Se han respetado los derechos sindicales?
¿Estamos seguros de que no hay explotación infantil en la producción?
¿Ha habido discriminación de trabajadores por razones étnicas o culturales?
¿Ha habido discriminación hacia la mujer?
¿Los trabajadores y trabajadoras han recibido un salario digno?
¿Sabemos cuántos intermediarios hay?
¿El producto es seguro para el consumidor?
¿Está sobre-envasado o lleva el mínimo envase necesario?
¿Conocemos los costes rea-les de producción?
¿Sabemos cómo se reparten los beneficios empresariales?
¿Qué cualidades tiene el producto?
¿Su calidad ética?
Perspectiva cristiana
1. Los cristianos vivimos en sociedad y, en buena medida, nos hemos habituado a las sociedades de consumo en las que vivimos. Sin duda, uno de los datos más reveladores de muchos cristianos de nuestro entorno, de nosotros mismos, es el dinamismo consumista que nos envuelve y arrastra. Constituye la gran religión de las sociedades desarrolladas, seduce y atrae de forma irreversible.
2. El consumo está en la médula de la sociedad. Pero hablar de sociedad consumista no significa hablar de una sociedad en la que todo el mundo consume, sino de una sociedad en la que unas gentes consumen bienes fundamentalmente superfluos y otras no alcanzan los bienes básicos para subsistir dignamente.
3. Además, la excesiva posibilidad de alcanzar toda clase de bienes materiales hace a los hombres esclavos de la posesión y del goce inmediato. Ante el afán consumista, Jesús proclama, como el poeta, que nada es nuestro ya; el tener, el consumir se ha convertido en nuestro amo. Nos volvemos siervos. Cuanto más posees menos te posees. El Evangelio nos plantea una opción: No podéis servir a Dios y al dinero. (Lc 16, 13). El dinero es un dios falso e injusto, un amo implacable: ahoga la Palabra (Mt 13,22), hace olvidar la soberanía de Dios (Lc 12, 15-21), impide el camino del Evangelio a los corazones mejor dispuestos (Mt 19, 21-22), abre abismos sociales entre ricos y pobres (Lc 16, 19-31). El Evangelio nos invita a dar señales claras de que nuestro dios no es el dinero, de que somos libres ante él (Mt 6,24). Se da también una actitud opuesta, la de los fariseos, amigos del dinero: oyendo estas cosas, se burlaban de Jesús.
4. Los cristianos nos tenemos que replantear esa equiparación plena entre placer y felicidad. ¿Es ese el Camino que Jesús nos muestra hacia la Verdad, hacia la Vida?
5. Debemos ser críticos con algunas formas de pensar no cristianas que nos están conquistando: «la austeridad es sinónimo de mediocridad o de fracaso; el deseo genera necesidad; el precio es la medida del valor nuestra identidad se forja por lo que consumimos...»
6. Nuestra identidad como cristianos tiene mucho que ver con el mundo y con cómo nos comportamos en él, cuáles son nuestras opciones. Nuestro mayor testimonio debe ser el del servicio en base a la máxima del amor al prójimo. «Dios es amor», un amor inteligente, un amor que discierne, un amor audaz que se compromete y no se deja atrapar por la seducción del mundo. Invertir éticamente, fomentar el comercio justo, consumir responsablemente y favorecer la justicia en las relaciones sociales, pueden ser tres formas concretas de ser hoy cristianos en este mundo tan complejo.
7. El Evangelio es, sigue siendo, la clave de nuestro compromiso, de nuestra forma de ser y estar en este nuevo mundo que es don y tarea, reto constante, marco sagrado en el que hemos de hacer significativa nuestra opción de vida cristiana. Consumir responsablemente, favorecer relaciones comerciales justas, e invertir nuestro dinero éticamente, pueden ser tres formas, tres lenguajes, de seguir haciendo de nuestra vida un signo elocuente en esta sociedad tan marcada por el mundo del dinero, las relaciones comerciales y el consumismo, y tan necesitada de alma. Seamos pues, tal y como Jesús sugería, «dóciles como palomas y astutos como serpientes». Seamos samaritanos.
Biografía del padre Mario veronesi, nacido en Italia, misionero javeriano, publicada en el Boletín "Misioneros Javerianos" 443 JUNIO-JULIO 2008.
ENTRE NOSOTROS
compartiendo una ilusión
MARIO VERONESI - CON LOS BRAZOS ABIERTOS
1912-1971
El P. Mario Veronesi nace en Rovereto-Trento-Italia el 10 de noviembre de 1912. Su infancia transcurre en malos tiempos: entre el 1915 y el 1918 se combate en la primera guerra mundial. Toda guerra trae consigo lutos, pobreza, hambre...
Mario comienza la escuela al final de la guerra y terminados los estudios primarios se pone a trabajar, primero en una droguería y después como conserje en un banco.
Vida Cristiana
Mario participa en las actividades de la parroquia y, a los 19 años, es presidente de la Acción Católica de la zona. La parroquia, el oratorio y la Acción Católica son su segunda familia, aquí va creciendo y afianzándose en la fe y en su compromiso con Cristo.
Rovereto, su ciudad natal, se va quedando pequeña para Mario y comienza a pensar en compromisos más grandes. Probablemente es en este momento cuando comienza a sentir la vocación misionera.
Javeriano
En abril de 1940 Mario escribe al superior de los Javerianos de Parma: «Sintiendo en mí la llamada del Señor a la vocación misionera, me dirijo con-fiadamente a Usted para que me admita en su instituto misionero. Tengo confianza en que mi petición será acepta-da». Después de varios intentos y peticiones, los javerianos le responden afirmativamente. Mario se dispone a ingresar con los javerianos.
No pudo ser: Mussolini, presidente de Italia, mete al país en la segunda guerra mundial. Mario es reclutado y enviado a luchar a Libia.
El sí definitivo
Mario regresa a Italia y le falta el tiempo para seguir la llamada del Señor; en agosto de 1941 ingresa en el noviciado javeriano y se entrega al seguimiento del Señor con generosidad y empeño, emite su primera profesión religiosa, en septiembre de 1945 hace la profesión perpetua y es ordenado sacerdote en 1948. Se cumple así su deseo: «la voluntad decidida de querer vivir cada vez más y con más totalidad la vida religiosa-misionera».
Misiones
El P. Mario es destinado a Bangladesh (entonces Pakistán oriental). Marcha en 1952 y, nada más llegar a la misión de Jessore, se pone a estudiar la lengua, a visitar aldeas..., es grande su deseo de conocer todo lo que tiene relación con su nueva vida y servicio.
Posteriormente es mandado a la parroquia de Khulna, en un distrito que tiene más de tres millones y medio de habitantes y 1.500 católicos. Más tarde, de esta parroquia se crearán dos, en una de ellas, la de Baniarchok se quedará el P Mario.
En las dos parroquias donde ha trabajado, el P. Mario se dedica totalmente al apostolado: catequesis, grupos, sacramentos, obras sociales, escuela, jóvenes, enfermos, visita a las pequeñas comunidades dispersas.
Shimulia
En 1966, el P. Mario es destinado a Shimulia en ella se entrega al máximo con una gran creatividad. En esta zona viven los últimos de los últimos entre los intocables, los fuera de casta llam-dos Muci. El primer problema de estos grupos es el hambre por lo tanto, junto a su acción evangelizadora, el E Mario se empeña en la promoción humana: cooperativas, pequeñas industrias, artesanado... «Cuando en el plato hay un puñado de arroz...se puede hablar mejor de las cosas de Dios», decía frecuentemente. El P. Mario quería que Shimulia se convirtiera en una aldea de esperanza.
Guerra y muerte
La situación del país era delicada: I)el 1969 al 1971 estalla la guerra civil en Pakistán Oriental, el pueblo bengalí se alza contra el ejército de Pakistán Oriental..., la muerte, la represión y la destrucción se hacen presentes y, por la fuerza de las armas, la «paz» es impuesta. Pakistán oriental será Bangladesha en diciembre de 1971.
El P. Mario, comparte el sufrimiento del pueblo entre el cual vive, tanto fue así que él también se encontró entre las víctimas: el domingo de Ramos el P. Mario se encontraba en Jessore, llegaron los soldados, el P. Mario sale a su encuentro y abre los brazos intentando proteger a la gente, un balazo le atraviesa el pecho, cae al suelo con los brazos abiertos: Es el 4 de abril de 1971, tenía 58 años. En Bangladesh se quedó, está enterrado frente a la Iglesia de Shimulia, la misión que tanto quiso, por la que tanto trabajó y que deseaba se convirtiera en la aldea de la esperanza. n
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 23 de Julio de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe "Luz en el Camino".
Luz en el Camino. Fernando Lorente, o.h. *
El mundo, Dios y la Iglesia
CONCEBIR el mundo como lo opuesto del hombre, o del espíritu o de la Iglesia, implica afirmar un dualismo que es falso además de ser pernicioso. El mundo es el hombre, la humanidad en el contexto de todas aquellas realidades entre las que vive; "es el teatro de la historia del género humano, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador". Redimido por Cristo y destinado, según el proyecto divino, a transformarse y alcanzar su cumplimiento, como nos ha declarado el Vaticano II. GS 2. Así, el Concilio, volviendo a la tradición más original, afirma la distinción entre Dios y el mundo y la unidad de la historia en la que Dios obra. Reconoce además que el mundo camina hacia su plenitud. Dios mismo, al fin de los tiempos, cuando Él hará los nuevos cielos y la nueva tierra.
En esta visión se sitúa esta reflexión. Conscientes de que el mundo avanza hacia su cumplimiento, conduciendo misteriosamente por el amor de Dios, nos ofrece ver cómo el hombre, en su esfuerzo por estar y por construir el mundo, de hecho procede hacia el reino de Dios, y cómo la Iglesia, siendo ella misma parte del mundo, está llamada precisamente a servir al hombre para que entre en el reino de Dios. Por eso, el mundo, en perspectiva antropológica, es el hombre en cuanto centro de toda la creación, en quien se sintetizan todas las realidades físicas, biológicas, psíquicas y espirituales mediante su inteligencia y su libertad. En la perspectiva cultural, el mundo es también el hombre, la humanidad en cuanto da un sentido, una dirección no sólo a su propia vida, sino a toda la realidad creada mediante opciones libres. Por último, este mundo "los cristianos lo creen creado y conservado por el amor del Creador. Hacemos tantas cosas, vivimos agitados por tantas preocupaciones, que no tenemos tiempo ni fuerzas para hacer un alto en el camino en nuestra vida, dejarnos coger por la sinceridad y decir con nuestro corazón y con nuestros labios las palabras de aquel hijo de la parábola: "Volveré hacia mi Padre".
En la medida en que serenamente nos detengamos a ahondar en lo más profundo de nosotros mismos, allí donde estamos solos y liberarnos de "los personajes" -que somos cada uno de nosotros- y escuchemos con sinceridad y con paz la voz divina, descubriremos lo que es el mundo verdadero y el verdadero Dios.
Denunciamos y nos quejamos constantemente del silencio y de la ausencia de Dios. Sería más justa esta postura nuestra si reconociéramos sinceramente que la voz de Dios sólo resuena en el silencio de los corazones ávidos de oírle para saber lo que es el mundo que debemos vivir, lo que es Él y lo que es la Iglesia, no el que nos figuramos o nos empeñamos en creer, que deben ser el hombre (la humanidad), Dios y la Iglesia; o a lo que quieran que se reduzcan en los países donde los poderes políticos -por más democrático que se consideren- no admiten el valor y sentido religioso de la Iglesia católica en la vida humana y, todavía menos, como principio fundamental de libertad en las naciones que están gobernando.
* Capellán de la Clínica
S. Juan de Dios
Reflexión sobre la muerte escrita por el padre Antonio María Hernández Hernández y publicada en la HOJA DE DIFUSIÓN PARROUIAL DE SANTA RITA DE CASIA Y DE SAN PABLO EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ, número 268. Febrero 2008.
LA MUERTE
La muerte no la entendemos nadie, ni el orden que Dios sigue para esta hora. ¿Por qué yo tantos años viviendo mientras otros tan pocos? No es por ser bueno, ni por ser malo. Solo Dios sabe ¿por qué? Cuándo y dónde. La muerte no es el final. Todo comienza con la muerte. Nos vamos a la casa de Padre Dios, al Hogar del Cielo. Nos podemos reír de todo; pero creo que de la muerte no puede reírse nadie. Cuantos familiares nuestros se han marchado ya a la casa del Padre. iDios mío! Cuantos amigos ya están gozando del cielo. Por eso pienso que lo importante en estos cuatro días que estamos aquí es el comportarnos bien, luchar por vivir en gracia de Dios, llevarnos bien realmente como hermanos, y que Dios nos perdone todos nuestros pecados.
Aprovechar que vivimos aún en el Planeta Tierra y que ninguno de nosotros vaya a ser para siempre desgraciado y en el infierno. Al llegar la hora de la muerte, llega la hora de las cuentas. Desnudos llegamos al mundo y desnudos vamos al cementerio. Los que no cabíamos en la Tierra, por nuestro orgullo y nuestra soberbia, nos meten en un nicho dentro de cuatro tablas. Aquí se nos acaba el cuento a todos, porque al final de la jornada el que salva sabe mucho y el que no se salva no sabe nada.
iAmigos! Qué tétrico, qué aburrido, qué triste y sombrío puede parecer este día. Pero es que la muerte también forma parte de los planes de nuestra vida y hay que pensar en ella para estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora. iQué pena! Tanto luchar, tanto trabajar, tanto sufrir, para que encima eternamente seamos unos desgraciados en el infierno. A luchar pues, amigos. Y no reírnos ni de nada ni de nadie. Hasta de esto que estoy diciendo puede alguien reírse, o pasar de ello. Que te rías de mi, que te rías de mis palabras, ¿que más da? Ese es tu problema; pero que te rías de la muerte, que te rías del infierno, que lástima me da. Tu que piensas así, me das pena.
Vamos a animarnos, vamos a ayudarnos para encontrar el camino de la salvación y un día nos encontremos en el Hogar del Cielo en casa de Padre Dios.
La vida que Dios nos dio, no la dio para descansar, sino para trabajar, para aprovechar el tiempo para utilizarla haciendo buenas obras, ayudando a los demás, colaborando, animando. Precisamente la muerte es el final del dolor, el final de los sufrimientos, el final del trabajo y comienza el descanso.
Hace unos días, alguien al tomar el periódico, para leerlo, me dijo: voy a ver cuántos dejaron de comer hoy. Yo creí que había algún escrito sobre los que mueren de hambre, cada día en alguna parte del mundo, y cuando me fijo, veo que abrió el periódico en la hoja en que están las esquelas. Y seguimos con las bromas. Sin embargo es la verdad más sería y evidente que podemos afirmar. Nadie escapa de la muerte. Está es una realidad indiscutible.
No obstante, el cómo ver la muerte, el cómo considerarla, el cómo afrontarla, el cómo esperarla es muy distinto, según quien la vea, la considere, la afronte o la espere. La gente pasa todo. Desde aquel que acelera ese día por su cuenta, poniendo punto y final por la vía rápida del suicidio, hasta la persona santa que desea con ilusión este momento tan real. Yo creo que debemos contar positivamente con este episodio más de la vida y más que pensar en el punto hemos de pararnos a pensar seriamente, en lo que viene después de la muerte corporal. La muerte no la podemos evitar, eso está clarísimo, aunque no quieras mencionar el nombre de la muerte, y que venga cuando quiera venir.
A muchos les he oído decir que les gustaría morir durante la noche. O séase, acostarse vivo y amanecer muerto sin tener que pasar por una enfermedad larga y dolorosa. A otros les he oído decir, que hay que disfrutar de esta vida y sacarle todo el jugo que tengan los placeres que tiene la vida corporal, porque tienes cuatro días y que hay que vivir bien y gozar todo lo que más se pueda, y jamás negarle al cuerpo lo que él cuerpo pida. Hay quien tiene pánico a la muerte y no quiere ni pensar en ella, también hay quien va de frente por la vida y conscientemente se prepara para recibir, aún con alegría este momento.
Ahora que estoy muy lúcido y dueño de mis actos he querido, también yo, pensar sobre la muerte de un modo realista. Sé que llegará un momento, cuando el Señor disponga, en que ya no pueda más escribir, ni hablar, ni leer, ni pensar. Sé que llegará el momento en que también yo, Antonio María, sacerdote, tenga que presentarme ante un Padre Dios, a dar cuentas de mi vida aquí en la Tierra, y escuchar atento el veredicto final: cielo o infierno. Muchos Santos, como San Luis Beltrán, temblaban pensando en este momento. Otros, como Santa Teresa del niño Jesús, o Santa Rosa de Lima y San Pablo, entre otros, esperaban ilusionados y deseosos este momento crucial en que, se encontraran con Cristo.
Otros piensan desesperados y desconcertados en la muerte y la miran como la peor y más injusta de las desgracias. Como ves, cuántas maneras de ver una misma realidad palpable, como la muerte, que hasta el mismo nombre causa diferentes reacciones.
Pienso seriamente, que ahora que estamos cuerdos, hemos de ver la muerte como un capitulo más de nuestra vida, aunque lo veamos como el último capitulo de la historia de nuestra vida personal, y siempre el último capitulo de cualquier novela, trata del desenlace de la trama de la historia o leyenda que estemos contemplando. Mírala como el final de la película de nuestra vida y creo que es interesante, que el final de nuestra historia sea un episodio, bonito, encantador, hasta alucinante y esto puede ser cuando uno mismo prepara el guión y escribe con antelación la escena para que quede bonita como un broche de oro y diamantes. Que sea como un des-enlace natural, un paso normal triunfante desde el país de los muertos al país de la vida.
Antonio María Hernández y Hernández
Ejemplos que nos ayudan, publicados en la HOJA DE DIFUSIÓN PARROQUIAL DE SANTA RITA DE CASIA Y DE SAN PABLO APÓSTOL EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ . Número 168, Febrero 2008.
EJEMPLOS QUE NOS AYUDAN, TRAÍDOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ
En las actas del martirio de SAN PIONIOA y sus compañeros, se lee el siguiente interrogatorio: "Por qué no sacrificas? - Porque soy cristiano - ¿Qué Dios adoras? - El Dios Todopoderoso, que ha hecho el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto éstos producen y con-tienen; a Aquel que nos creó a todos, dándonos con abundancia todas las cosas".
Antes de la creación sólo existía Dios. Preguntaba un niño: "Sí Dios ha hecho el mundo, ¿qué había antes que lo hiciese?" - "Nada: solamente Dios" - "¿Y qué hacía? ¿No estaba triste?" - "Dios no puede estar triste porque es feliz en Sí mismo. Nuestro Dios es un Dios único; pero no es un Dios solitario, ya que en Él hay tres Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En conocerse y amarse está la suprema felicidad de Dios". - "Y si no había nada, ¿de qué hijo Dios el mundo?" - "De nada; sin nada. Con sólo su querer. El poder de Dios es infinito y no le tiene igual ni los ángeles ni la misma Virgen Santísima por eso sólo Dios puede crear, sacar las cosas de la nada".
SAN IGNACIO DE LOYOLA, pegando a las florecillas con su bastón, les decía: "Callad, callad, que ya os oigo. Me decís que me ama mi Dios".
La creación nos la da a conocer al Creador. "El firmamento, tachonado de estrellas, es un espejo gigantesco en donde se refleja la imagen de Dios invisible...; un librito abierto, en donde podemos leer su santo nombre con letras resplandecientes de soles... Es un reloj gigantesco, a quien una mano omnipotente dio cuerda duradera, pero esa cuerda indefectiblemente tiende a acabarse, y llegará el día en que se habrá acabado del todo. Es también un incendio vastísimo en que arden millones de inmensos globos en espantosa conflagración. Como el combustible no es infinito, ha de ir necesariamente agotándose, hasta que al fin se agotará del todo, y se apagará definitivamente la hoguera". Por las maravillas del universo venimos en conocimiento de la infinita sabiduría y poder del Dios que lo creó.
Santa Teresa de Jesús escribe: "Aprovechábame también a mí ver campo, agua, flores; en estas cosas hallaba yo memoria del Creador; digo que me despertaban y servían de libro". De ella escribió la BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ, su secreta-ria, que una tarde, yendo de viaje, se paró a descansar con sus monjitas en un lugar donde había una florecillas silvestres. Y tan embebida estaba en su contemplación, que cuando fue hora de proseguir el camino, no podía sacar a la Madre de allí.
Consejos para poner en práctica publicados en la HOJA DE DIFUSIÓN PARROQUIAL DE SANTA RITA DE CASIA DE PUNTA BRAVA Y DE SAN PABLO APÓSTOL EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ. Número 168: Febrero 2008.
ALQUNOS CONSEJOS PARA PONER EN PRACTICA
La fidelidad es día a día. No es cuestión de un día dar una carrerita y luego parar. Es la constancia, la perseverancia hasta el final, la que nos salva y la que nos lleva a la Santidad. No discutas con la tentación, porque llevas la de perder. Es cuestión de tener las ideas bien claras y no darle más vueltas a las cosas. A la hora de repasar tu vida, no te vayas por las ramas. Tienes que ir a la raíz y no estar excusándote y perdonándote a ti mismo y justificando todos tus fallos. Desde luego, eres un verdadero artista para hacer propósitos y que luego todo se quede en nada. No has tomado aún "la de-terminada determinación" de la que habla Santa Teresa. Te pasas el día como una máquina programada y que funciona automáticamente. Haces las cosas sin vida. Vas realizando las cosas como un robot. Simplemente estás llenando días. iQué poca vida espiritual estás llevando! Sencillamente cumples y la vida se está pasando. Examina físicamente tu oración, el rezo del Santo Rosario, la visita al Santísimo, la lectura de un buen libro, tus confesiones, tu dirección espiritual. iQué pena! ¿Verdad?
Qué horrible son los chismes y los cuentos, los dimes y diretes. iCómo se enredan las cosas! Dónde digo "digo" dicen que dice "Diego" iQué viejo es esto! ¿Verdad? Pero sigue totalmente actual. Por culpa de los "dichosos chismes", cuántas buenas amistades, aún antiguas, se han venido abajo y más nunca se vuelven a recuperar. Qué injustos somos, llevas treinta años con una amistad que tu crees ya consolidada y de confianza. De pronto un malentendido, o una imprudencia lo echa todo por tierra y ya no te tendrán en cuenta los años de amistad. Has acertado en 999 ocasiones y te equivocaste en una y ya todo se desploma, ni creen en ti, ni creen en tu amistad y hasta ponen un velo oscuro a todo lo anterior y todos los aciertos quedan anulados por "una posible imprudencia", o "un malentendido". Otra amistad que se va para el piso y, a veces, todo el antiguo amor se convierte ahora hasta en odio y tú que caías simpático y resultabas gracioso, ahora de un día para otro, te conviertes en un hipócrita y un antipático. Gracias que Dios no es así. Antes quizá exageraban quitándote o pasando por alto tus defectos. Parece que todo lo hacías bien. Te miraban con "ojos de madre", ahora resulta que todo lo haces mal, te ignoran, te marginan y casi te han dado por "persona non grata" iCómo cambian las cosas! iQué injustos somos!
Ya ni les importa que te hundas o te mueras. Pero tienes que reaccionar "a la contra" Dios te quiere y jamás te fallará. Esto es verdad.
Me dices que has quedado al descubierto, que le contaste algo a alguien, en secreto y te contestó, que podías hablar abiertamente, porque era como una "tumba", y sin esperar al día siguiente la historia o decisión que has contado de un modo confidencial, ya la sabe todo el mundo y encima bastante cambiada con respecto al original. Yo te diré más aún: Ahora está empezando a rodar la noticia de boca en boca y cada uno va añadiendo algo propio de "su cosecha", a lo que le contaron y sabe Dios a donde llegará esta bola de nieve. Ahora quieres arreglarlo; pero ya es tarde y ojalá que la zanja no se haga más ancha. Tú mismo has dicho en otras ocasiones que si uno no quiere que alguien se entere de algo, lo más seguro es no contarlo a nadie, y mejor aún, no hacerlo. Cuando se rompe una amistad, cuando alguien bajo el acaloramiento, te desprecia o rechaza tu amistad, ponte en manos de Dios, que El te comprenderá. ¿Qué vas a hacer con esa amistad perdida? Ya no está en tus manos porque la amistad se elige libremente y tu no la puedes imponer, si el otro no quiere. Esta es la cruda realidad del planeta Tierra, en donde nos toca vivir estos cuatro días.
A veces estás nervioso, te sientes disgustado, de mal humor y te encuentras con un malestar incomodo y general, y ni tú mismo te entiendes. Ten cuidado con las palabras melosas que te dicen, no te lo creas, posiblemente en el fondo no sien-ten lo que dicen y buscan cómo alimentar tu vanidad y tu orgullo personal. Tienes que luchar por conseguir la virtud de la prudencia y tener mucho tacto y guardar mucho silencio. Cuántos disparates se cometen bajo los efectos de una rabieta, o como una reacción de autodefensa, porque han herido tu amor propio y entonces salta el insulto de la agresividad y te vuelves violento e inflexivo. Te ciegas, no piensas, se te acaba la simpatía y "sacas los rejos", llenos de veneno, cuantas amistades perdidas por un momento de locura, cuan-tos desatinos y cuando la ira conduce al odio iQué horrible! iQué espantoso! Mira a tu alrededor, escucha las noticias de tantos maltratos, de tanta tortura, de tanta muerte iQué animal tan horripilante es el ser humano!
Artículo del Padre Lorente, o.h., publicado en la revista "Familia Hospitalaria" número 70 ENERO-ABRIL 2008.
UN REGALO A LA HUMANIDAD:SAN JUAN DE DIOS
Fernando Lorente, o. h.
EN El CORRER DE LA HISTORIA, la Iglesia, experta en humanidad y a través de su doctrina, con distintas manifestaciones, proclama con fuerza este fundamental principio de ética cristiana: la persona es sagrada porque ha sido creada a imagen de Dios. Por eso, debe ser respetada, y todo cuanto atente contra su vida y su dignidad debe ser rechazado. Coherente con este principio, la Iglesia se ha esforzado siempre en ser humana y humanizadora. Su misión es evangelizar humanizando y humanizar evangelizando. La buena noticia que Jesús proclamó –su Evangelio– es esencialmente humano y humanizador, dador de sentido y de salvación. A esta misión estamos llamados todos los seres humanos que conociendo y viviendo la fe cristianas, e igualmente aquéllos que, con su conducta, se estén acercando a esta meta. Por eso, el Evangelio es siempre un punto de convergencia, pero igualmente es un foco de irradiación. En el correr de los tiempos siempre ha habido personas que, buscando al mismo Cristo en el Evangelio, cada una ha elegido su camino: S. Francisco de Así, Santa Clara, S. Agustín, Santa Teresa de Jesús, S. Juan de Dios, Santo Domingo de Guzmán S. Juan Bosco, Santo Hermano Pedro, Beata Madre Matilde (....)
Es así, cómo la santidad de la Iglesia —nos dice el Concilio Vaticano II— se manifiesta y sin cesar debe distinguirse por los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en sus fieles... que con edificación en los demás, se acercan a la perfección de la caridad —la santidad—en su propio género de vida. La vitalidad de la Iglesia, por tanto, responde a su efectividad santificadora. "La perfección de la Iglesia y su verdadero progreso se miden por los frutos de vida, bendición y santificación que produce; es decir, por el número, grandeza y excelencias singulares de los santos y de las santas instituciones que en su seno encierran" (P. Arintero). "Los santos, dice este religioso dominico, parecen mucha veces inútiles, por vivir como absortos en Dios; y sin embargo, como la piedad para todo es útil, para todo valen y en todo obran maravillas..." Esta singularidad diferencial de vida personal que encontramos en cada uno de los santos, es la que intentamos resaltar en S. Juan de Dios, cuya festividad celebramos hoy.
Dios, en su providencia, que inspira y dirige a su pueblo, su Iglesia, provee a sus necesidades con estas gracias especiales que concede a personas –y éstas responden a esta llamada– y las conduce por caminos distintos de santidad y en circunstancias nuevas. Es así cómo se constituyen estas personas en verdaderos modelos de conducta que la Iglesia denomina santos fundadores. Centrándonos ahora en la vida de S. Juan de Dios, su espiritualidad viene definida como un modo existencial que no es posible amar a Dios sin amar al prójimo. Consecuente con esta doctrina, él la vivía y la recomendaba de una forma invariable como exigente en todos los tiempos y para todos los estados de vida: "Tened siempre caridad, que donde no hay caridad no está Dios, aunque Dios está en todo lugar.
SAN JUAN DE DIOS
Nació en Portugal, en Montemayor el Nuevo, el año 1495. Pasando por una milicia llena de peligros, terminó buscando un ideal más elevado, entregándose al servicio de los enfermos y necesitados. En 1539 fundó un hospital en Granada. Supo vincular a esta obra un grupo de compañeros, los cuales constituyeron, después de su muerte -8 III 1550—, la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios. Fue beatificado en 163o y canonizado en 1690. El papa León XIII le declaró Patrono de los hospitales y de los enfermos. Pió XI, en 1930, lo declaró Patrono de los enfermos de ambos sexos y de sus asociaciones.
Esta fue la espiritualidad de S. Juan de Dios. La que vivía primero y la que después recomendaba con sus obras, palabras y escritos, pocos, seis cartas. Aquí estaba el gran secreto de su irradiación a todos los demás en lo social, de entonces y en lo apostólico de todos los tiempos. Todos los medios de salvación que nos dejó Cristo en la Tierra: su Iglesia, carismas, sacramentos, jerarquía, todo lo ordenaba para vivir y fomentar la caridad con estos hechos evidentes: acercarse y asistir al enfermo y necesitado. Toda su vida se desarrolla en esa autodonación entre Dios y el ser humano, que implica necesariamente el amor verdadero a todas las personas sin distinción alguna. La vida de este hombre, recorriendo calles y plazas de Granada y caminos de España, es aún hoy, el gran pregón de la verdad de Dios frente a la mentira del hombre: "Si alguno dice, que yo amo a Dios y aborrezco o no atiendo a mi hermano, soy un mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y este es el mandamiento que de Él tenemos: "quien ama a Dios, ame también a su hermano" (1 Jn. 4,20).
¿QUÉ HA DICHO LA HISTORIA DE SAN JUAN DE DIOS?
"Que fue tan hombre antes de su conversión, como después. Aunque sin preparación cultural, llega precisamente por este vacío, a un soberano simplísimo que se sintetiza en amar a Dios y a todas las personas. En escala de valores no pasó del primer Mandamiento: amor a Dios; el cumplimiento de los demás preceptos evangélicos fue una consecuencia. No pasó a la historia por saber mucho ni por peder mucho, sino por querer con todo corazón, plasmando el amor a Dios en amar a las criaturas más desamparadas. No nació para ser teólogo ni para predicar el Evangelio en dilatadas tierras, sino para amar intensamente a Dios en los enfermos y necesitados. Terminó su vida con una lección de caridad de plena actualidad en todos los tiempos y para todas las personas.
Con este espíritu yen esta misión "vivo —dice y escribe este Santo—empeñado, preocupado y fiado sólo en Jesucristo, comprometido en todo momento con la salvación de todos: sanos y enfermos, pobres y ricos y sin distinción de religión, porque en todos está Dios"
Esta misión iniciada en Granada donde el Santo atiende a inválidos, mentales, leprosos, mudos, niños, enfermos, ancianos y huérfanos y faltos de comida; y todos se mantienen con las limosnas que le daban y las que él pedía. Para que ninguno, desde el propio estado y vocación se quedara privado de vivir esta espiritualidad, ni nosotros tampoco, recordemos todos, no sólo esta espiritualidad de S. Juan de Dios, también la contenida en la Regla y Constituciones para su Hospital en Granada (1587): "Trabajad y manifestad que el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio permanece vivo entre las personas, y colaborad con Él en la salvación de todos"
Capellán de la Clínica San Juan de Dios
Carta que ha enviado el obispo de Tarazona, monseñor Demetrio Fernández, a los fieles de su diócesis con motivo del fallecimiento de su madre.
También los obispos tienen madre, gracias a Dios. Han venido al mundo como fruto del amor de unos padres, santificados por el sacramento del matrimonio, sobre el que se ha construido una familia cristiana. Doy gracias a Dios por haberme dado la vida en el seno de una familia cristiana.
En ella he nacido, he crecido, he aprendido a amar y a sufrir, he visto buenos ejemplos, he recibido prudentes consejos y oportunas correcciones, he compartido momentos de felicidad y de dolor. Mis padres y mis hermanos son un capítulo fundamental en mi vida personal.
Pues en esa zona de mi vida, la vida familiar, la muerte de mi madre ocurrida el pasado 12 de julio es un acontecimiento importante que quiero compartir hoy con todos vosotros, queridos diocesanos. Lo hago con emoción, con gratitud a Dios y con gratitud a todos vosotros.
Doy gracias a Dios porque me ha concedido poder atender a mi madre hasta su último día en la tierra, y espero encontrarme con ella, con mi padre y con mis seres queridos de nuevo en el cielo. Desde que murió mi padre, hace 17 años, mi madre vino a vivir conmigo. Yo había vivido hasta ese momento con plena libertad el ministerio sacerdotal, entregado de lleno a las tareas que se me habían encomendado, sin horarios y sin ningún otro cuidado añadido. Pero al morir mi padre, comprendí que Dios quería que atendiera también a mi madre, y la traje a vivir conmigo. En muchos momentos he tenido que armonizar estas dos obligaciones: atender el ministerio como tarea primordial y cuidar de mi madre, como gesto de gratitud y de piedad, que agrada a Dios.
Ella ha gozado mucho con su hijo sacerdote. Siendo una mujer de fe, entendía que el don de un hijo sacerdote merecía todo tipo de sacrificios. Mi madre ha sido siempre una gran ayuda, nunca un obstáculo para mi ministerio. Ella recibió con alegría la noticia de mi elección para el episcopado. Se sentía muy contenta de tener un hijo cura, que después ha sido obispo. Pero, al mismo tiempo a ella le ha tocado en el final de su vida vivir el desarraigo, que todos antes o después tendremos que experimentar. Uno está habituado a su entorno, sus costumbres, sus familiares, a los puntos de referencia de toda su vida. Y de pronto te arrancan, como se arranca una planta para transplantarla en otro lugar, y además lejos del punto de origen. Y eso duele, tanto más si a la persona la arrancan en los últimos años de su ancianidad. Todo esto ella lo ha vivido con paz y con amor hacia Dios, hacia su hijo, hacia la Iglesia, y en concreto hacia la diócesis de Tarazona. En este punto, una ayuda imprescindible ha sido mi hermana religiosa y su comunidad, que han podido atenderla con todo cariño en los tres últimos años, y han permitido al obispo estar más disponible para la atención a la diócesis encomendada.
Y es aquí donde quiero hoy daros las gracias a todos, queridos diocesanos de Tarazona. Lo que habéis hecho por mi madre me agrada infinitamente más que lo que pudierais hacer por mí. Y he recibido de vosotros multitud de atenciones y detalles, que nunca os podré agradecer suficientemente. Ella se ha sentido muy querida por parte del ecónomo diocesano, de los superiores y los empleados del Seminario donde vivimos, de un grupo de personas amigas que la han acompañado en muchos momentos, de tantas personas que la han honrado como a la madre del obispo. Gracias, Tarazona querida. Habéis tenido la oportunidad de mostrar con sencillez vuestra nobleza y vuestro cariño al obispo y a su madre. Y habéis dado la talla con creces. Dios os lo pagará.
Os pido una oración por mi madre. Los que creemos que la vida no termina con la muerte, sino que se transforma para vivirla en plenitud más allá, oramos por nuestros difuntos para que la misericordia de Dios les conceda el gran perdón de todos sus pecados y les dé el gozo preparado desde toda la eternidad. Gracias a todos.
Con mi afecto y bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona
AMERICA - Caritas de América Latina y el Caribe realiza un llamamiento al Parlamento Europeo para que desista de criminalizar a los emigrantes (Fides)
Las Caritas de América Latina y el Caribe frente a la Directiva
del Parlamento Europeo
Los representantes de la Red de Caritas de América Latina y el Caribe nos congregamos para hacer un llamado al Parlamento Europeo, y a nuestros representantes en los gobiernos de la Unión Europea, a que desistan de la tendencia a la criminalización de las migraciones y a la expulsión de las personas en situación irregular, que desde la política migratoria común vienen impulsando; tendencia que se concreta estos días en la Directiva aprobada el 18 de junio por el Parlamento Europeo. Esta Directiva, es contraria a un sistema migratorio global, seguro, humano y coherente con los Derechos fundamentales de la persona humana.
Rechazamos categóricamente que se considere a los migrantes en situación irregular como delincuentes, promoviendo su expulsión, medidas privativas de libertad y la prohibición de entrada. De manera especial nos oponemos a que se apliquen estas medidas a los menores de edad, ya que consideramos violan los Derechos fundamentales de los mismos. No estamos de acuerdo con el blindaje de economías y de sistemas de protección social que durante años se han beneficiado del esfuerzo de una población trabajadora, en busca de mejorar las condiciones de vida de sus familias.
Nuestras tradiciones religiosas nos enseñan a acoger a nuestros hermanos y hermanas con amor. Todos los días somos testigos del sufrimiento de familias inmigrantes que han perdido a sus seres queridos, muertos en el mar, o de inmigrantes mismos que han experimentado explotación en su trabajo o abuso en manos de traficantes de personas y de otra gente inescrupulosa. Vemos también el dolor de los que quedan, vemos a los niños y ancianos asumir responsabilidades que no les corresponde para cuidar de los hogares, y también vemos el sacrificio diario, lleno de amor y ternura por cuidar a la familia desde la distancia.
Resulta alarmante que la Europa culta, tradicional tierra de asilo y muy rica, haya aprobado esta Directiva para expulsar a los inmigrantes irregulares. Es doloroso constatar que representantes de países como Francia, Italia, España, Alemania, Holanda, Inglaterra, etc., cuyas migraciones en tiempos coloniales hacia América, Asia y Africa representaron para ellos no sólo una inmensa apertura de horizontes sino también la concreta posibilidad de crecimiento económico, hayan olvidado esa historia reciente y voten y aprueben ahora, de manera tan intempestiva, esta Directiva inhumana.
Alertamos que de no abordarse el fenómeno en su globalidad, los migrantes latinoamericanos, africanos y asiáticos expulsados ahora, retornarán en los siguientes años, si las condiciones para vivir dignamente en sus países de origen no cambian y mejoran sustancialmente.
Solicitamos al Parlamento Europeo considere implementar medidas que tengan en cuenta cuanto sigue:
Promover, junto a los países de origen de las personas migrantes, el desarrollo justo y equitativo, la creación de fuentes de empleo con inversiones, cooperación y transferencia de tecnología en los países de origen de la migración.
Generar oportunidades para que los inmigrantes que ya están contribuyendo con su esforzado trabajo al continente europeo, salgan de las sombras y regularicen su situación migratoria satisfaciendo criterios razonables, y con el tiempo puedan optar por convertirse en residentes permanentes legítimos o, dado el caso, en ciudadanos europeos.
Reducir significativamente, gracias a adecuadas reformas en el sistema migratorio europeo, el tiempo que las familias deben esperar para volver a reunirse como tales,
Arbitrar canales jurídicos y legales para que los trabajadores, y sus familias, que migran a Europa, puedan ingresar y trabajar de manera segura, legal y ordenada, con sus derechos sociales plenamente protegidos,
Implementar políticas de seguridad fronteriza que sean coherentes con los derechos humanos, de manera que la tarea crucial de identificar y prevenir la violencia y el terrorismo pueda realizarse sin que por ello se falte el respeto a la dignidad de cada individuo.
Con nuestra intervención en la problemática migratoria procuramos alentar un sistema justo que facilite la regularización migratoria en el respeto y valoración de la dignidad de cada persona y de su familia. Y, al mismo tiempo, que asegure que el sacrificio realizado por millones de seres humanos lejos de su patria se revierta en bienestar y crecimiento para sus familias en los países de origen.
Como organizaciones y redes de índole religiosa, de solidaridad y de caridad llamamos la atención sobre la dimensión ética de la Directiva Europea y a poner en práctica políticas que resguarden la dignidad humana de todas las personas.
Mons. Fernando Bargalló
Presidente
Cáritas América Latina y el Caribe
Pbro. José Antonio Sandoval
Secretario Ejecutivo SELACC
Reflexión publicada en la revista "Iglesia Nivariense" MAYO 2008 número 84 en la sección "La calle opina".
SALVADOR FERNÁNDEZ
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
No descubro nada al afirmar que estarnos viviendo vertiginosamente, persiguiendo disfrutar de todos los productos que nos son ofrecidos constantemente y de forma inteligente por los medios publicitarios.
Ese constante ofrecimiento nos lleva a tener que optar por aquellos que nos interesan, renunciando a aquellos otros que nos impiden gozar de ese hedonismo que proclama como fin supremo de la vida la consecución del placer.
Nadamos en un mundo materialista, y vamos borrando de nuestras vidas esos códigos que nos resultan incómodos. Y renunciamos a Dios, y le sustituimos por los ídolos del dinero, del hedonismo, de lo material, del egoísmo. Relegamos a segundo plano a la propia familia (hay que ganar dinero), nuestro eslogan es el de "tanto tienes tanto vales", y protestamos cuando la televisión nos hace llegar la noticia de los millones de seres humanos que están muriendo de hambre y sed, impidiéndonos disfrutar de nuestra opípara comida.
Y como nuestra religión nos recuerda las obras de misericordia --dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo, etc - nos alejamos de la eucaristía, apuntándonos a eso de "creo pero no practico".
Pero mira tú por donde llama a nuestra puerta el fallecimiento de un ser querido, una seria enfermedad, un hijo discapacitado, el fracaso de la empresa, el paro, el divorcio, la cárcel... Y ese mundo materialista, donde el hedonismo era el rey, se viene abajo. Y en esos momentos de dolor, es cuando descubres la riqueza de la familia, el valor de la amistad, la visita
al amigo enfermo. Y descubres que el botellón no tiene futuro, y aprendes a valorar lo que tienes, comenzando por la familia, la amistad y terminando con esos tenis de marca a los que te crees con derecho.
Cuando el dolor llama a nuestra puerta, lo normal es que maduremos como seres humanos, y que nuestra escala de valores cambie total-mente, descubriendo el valor del Amor, sabiéndonos amados por Dios. El dolor purifica y nos hace volver los ojos hacia ese Dios que tal vez habíamos arrinconado. Y tal vez volvamos a dialogar con El. buscando respuestas a nuestra desgracia, sintiéndonos confortados en la seguridad de que somos escuchados.
Haber pasado por ese trance nos prepara para saber animar a ese familiar, a ese amigo, a ese vecino que ha sido visitado por el dolor.
Por eso comenzaba estas líneas con ese conocido refrán del " no hay mal que por bien no venga".
Y tal vez nuestra reacción sea la de increpar a Dios, quizá con rabia, preguntándole "por qué me ha pasado a mí", y —más tarde o más temprano— la respuesta llega, y descubramos a ese Dios que nos invita con el "venid a Mí los que estáis cansados y agobiados que Yo os aliviaré".
Entrevista al arzobispo de Toledo Don Antonio Cañizares realida por Carlos Pérez, publicada en la revista "Iglesia Nivariense" - MAYO 2008 núm 84.
"LA IGLESIA ES UN SI PERMANENTE
A LA PERSONA"
Carlos Pérez
El arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares estuvo recientemente en Tenerife con motivo del Congreso Fe y Cultura. Aprovechando su presencia en nuestra Diócesis, quisimos conocer su parecer sobre diferentes cuestiones de actualidad.
P.- Usted ha afirmado que la Iglesia necesita una reconstrucción, ¿en qué sentido?
R.- Actualmente vivimos una revolución cultural en todos los ámbitos que supone un cambio en la visión del hombre y que no favorece a su grandeza. Ahora se quiere encontrar esa grandeza al margen de Dios, como si el hombre fuera independiente y autónomo y no tuviera otro lazo que no fuera él. Esto esta produciendo una quiebra profunda de humanidad. Si se prescinde de lo objetivo, no existe ni un bien ni un mal que nos preceda. La dignidad de la grandeza del hombre es la que le otorga la sociedad. Los derechos fundamenta-les son los que la mayoría parlamentaria conceden al hombre puesto que la persona siempre está a merced de lo que señalan los poderosos. La consecuencia de este hecho es una quiebra de humanidad muy grande, que se manifiesta en una quiebra moral. Lo comprobamos en aspectos como la multiplicación del aborto, cada año, legalmente establecido y legalmente realizado. Además invirtiendo una cantidad desmesurada de dinero. En España, se practicaron más de 100.000 abortos el pasado año. Además, se manipula al ser humano con la experimentación de embriones, se recurre a la eutanasia, y a múltiples situaciones donde el hombre no cuenta. En definitiva, se trata de una revolución muy grande la que nos está aconteciendo y ahí los cristianos tenemos que estar presentes.
P.- ¿Se está pretendiendo reducir al ámbito de lo privado la Fe?
R.- Sí, y además cuando la Iglesia hace afirmaciones sobre la vida y el amor se le tilda de que estamos en contra de todo. La Iglesia es un "Sí" permanente al hombre. El "Sí" de Dios a la vida. a la verdad, a la libertad, a la grandeza inigualable del ser humano y a sus derechos por, sencillamente, haber venido a la tierra. El Papa nos dio un ejemplo extraordinario en las Naciones Unidas. Su discurso fue aplaudido por todos; católicos y no católicos. Benedicto XVI utilizó un lenguaje no confesional entcndible y válido para todo el mundo. Habló sobre la razón que el evangelio reclama, la razón que se ve engrandecida e iluminada por la Fe. La clave del discurso estuvo en la alusión a la obra salvadora de Jesucristo y en su mensaje a los cristianos, los cuales, indicó Benedicto XVI "no nos podemos callar porque nuestra aportación es necesaria para que el mundo sea verdaderamente humano."
P.- En este mundo globalizado, una de las mayores "enfermedades", ¿podría ser la soledad?
R.- La soledad y la falta de esperanza. El hombre vive muy solo. No encuentra ese amor que le lleve a reconocerse a sí mismo y que le proporcione confianza en los otros. Lo que nos están diciendo los últimos Papas es una llamada y un mensaje para abrirnos a esa cavilación del amor. Benedicto XVI es el Papa de lo esencial yen su encíclica "Deus Caritas Est", nos dice que Dios amores el futuro del hombre. Sólo Cristo nos lleva a salir de la soledad profunda y con él es posible un mundo de paz y fraternidad.
P.- ¿Cuál es el parecer de la Iglesia con respecto a la asignatura "Educación para la Ciudadanía"?
R.- Los obispos no nos oponemos a una asignatura de Educación para la Ciudadanía. Creemos que debe haber en la escuela una asignatura que contribuya a la convivencia. Por eso decirnos que vernos bien que se informe y se eduque en los principios constitucionales, en la participación ciudadana, en el respeto de unos a otros, etc. Pero donde no esta-mos de acuerdo es en los reales decretos que van más allá de la LOE al establecer unas enseñanzas que son morales e impuestas y obligatorias para todos. Esto se contradice en la Constitución Española cuando establece que la formación moral y religiosa debe ser elegida por los propios padres. Garantiza el derecho inviolable que los padres tienen para elegir la educación o la formación moral y religiosa que deseen. Esta Educación para la Ciudadanía contradice la enseñanza misma de la Iglesia que los padres católicos solicitan. Por ejemplo, la visión del hombre está separada total-mente de Dios. No hay ni un bien y ni un mal previo, sino que todo se decide con las relaciones humanas. Por otro lado, hay un relativismo moral muy grande. Es la carcoma de la educación, imposibilita que el hombre se realice en la verdad. Trata de educar las emociones, y además evalúa los comportamientospara comprobar si se manifiestan las competencias que se han adquirido. Todo eso está en contradicción con lo que reclama la Constitución en el artículo 27 donde reconoce la no posibilidad del Estado de formar moralmente la conciencia de los alumnos de una forma obligatoria.
P.- Siguiendo con el tema de la educación, hay quienes apuntas que la enseñanza religiosa acabará por desaparecer de los colegios. ¿Qué opina sobre esto?
R.- Para eso debe cambiar la Constitución. El artículo 27 fue probable-mente uno de los más debatidos en su momento. Lo que se decidía era a quien le tocaba el papel de educar. La Constitución afirmó que esta función debía hacerla la familia y el Estado sería subsidiario de esta labor. Además se reconocieron unos derechos fundamentales. Yo creo que la enseñanza religiosa no desaparecerá pero se le plantearán muchas dificultades y será sometida a tanta presión que, efectivamente, puede quedar muy imbuida y correr grandes riesgos. Sin embargo, vemos como países como Francia que tienen una educación laicista, están pensando en volver a la educación religiosa.
P.- Estamos en plena campaña de la renta. La Iglesia ha pedido a los católicos especialmente, pero también a todas aquellas personas y ven positiva la labor de la Iglesia. que marquen la X para los fines eclesiales. ¿Cuál es la respuesta para quines critican que la Iglesia siempre está pidiendo?
R.- Hay un quinto mandamiento que dice ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Tenernos que pensar que somos una gran familia. La Iglesia necesita anunciar el evangelio, necesita realizar tareas educativas, etc. Esto no lo puede pagar el Estado ni se puede acudir a ayudas q están fuera de los que formamos la Iglesia. Nosotros tenemos que ser cada día más conscientes de que la Iglesia vive pobremente y de que rea-liza una cantidad de obras asistenciales y educativas, enorme. Hay un capítulo fundamental en la Iglesia que es la formación. Por ejemplo, de sacerdotes. Sin Seminarios no hay sacerdotes, y sin sacerdotes no hay Iglesia. Esos costes tenemos que atenderlos nosotros. Además los curas han de recibir una retribución digna. La media está en 800 euros, uno de los salarios más bajos. La Iglesia no pide para enriquecerse sino para poder atender el anuncio y la presencia de Jesucristo. ¿Qué seria de mundo sin Jesucristo? En los países del tercer mundo, donde no hay nadie allí está presente la Iglesia de Cristo. Yo les pido a todos que seamos generosos, que nos sintamos verdaderamente Iglesia. En esta declaración de la renta tenemos que ser no generosos, sino justos.
Reseña de entrevista realizda a Don José Sánchez, presidente de la Comisión de MIgraciones de la Conferencia Episcopal Española, publicad en revista "Iglesia Nivariense" - MAYO 2008 Núm 48.
«Si la sociedad próspera no tiene respuestas para
la inmigración, es que algo falla»
EI periódico "Diario de Avisos" ha publicado, en su edición del 28 de mayo, una entrevista a José Sánchez, presidente de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal. En la misma, Sánchez indica que "la Iglesia intenta pro-clamar la máxima evangélica de "fui extranjero y me acogisteis". Para nosotros, todo extranjero es un hermano. y el servicio al hermano es el servicio al Señor, que se identifica con él, y además es el mandato supremo de hacer con los demás lo mismo que él hizo con nosotros."
A preguntas de José Luis Cámara en relación a si las actuales medidas migratorias son más restrictivas, Sánchez sostuvo que "Todos los países, incluido el nuestro, han votado en esa dirección. Por ejemplo, hablar de internamiento no deja de ser un eufemismo, porque hablar de internamiento, retención, detención, etc, es similar a hablar de campos de concentración; son palabras que se intercambian, porque el hecho es que son personas privadas de libertad y retenidas hasta solucionar su expulsión. Esto no es más que la demostración evidente de que el mundo está mal organizado, porque si la sociedad próspera y desarrollada no tiene otra respuesta para estas personas, que sólo buscan un futuro mejor, es que algo no funciona. La solución es difícil y muy a largo plazo, pero no se están dando los pasos adecuados. Hay que arreglar las inmensas diferencias que hay entre el mundo pobre y el próspero, que son las que generan estos flujos de los países de abundancia demográfica sobre los que ofrecen ofertas de trabajo que no pueden cubrir los propios nacionales".
En cuanto a qué se puede hacer, el Obispo, José Sánchez insistió en que
"Al menos hay que reclamar que estas personas siempre tengan un trato humano, que se respeten sus derechos y que se controlen mejor estos flujos, para evitar la proliferación de mafias y minimizar los riesgos que conlleva esta peligrosa aventura. En los últimos años ha habido una gran generosidad de apertura, que dio lugar a regularizaciones, y ahora que las cosas empiezan a ponerse un poco más oscuras se endurecen las medidas del trato a las personas. Es una actitud hipócrita. No es fácil encontrar soluciones, pero si no se hayan en origen, difícilmente las habrá en llegada".
Entrevista que hace Juan Hernández a Agustín Yanes Valer, publicada en la revista de la diócesiss de Tenerife "Iglesia Nivariense" MAYO 2008 núm 84.
Juan Hernández
«Me decían que no podía ser cura porque no oía»
El sacerdote Saturnino Agustín Yanes Valer, ha sido nombrado por el Papa Benedicto XVI, Prelado de honor, como reconocimiento a su medio siglo dedicado a la atención pastoral de las personas con discapacidad auditiva. Don Agustín quedó sordo a los cinco años y a los treinta y tres ingresó en el seminario. Se ordenó sacerdote el 30 de abril de 1967.
Ha realizado su trabajo pastoral no sólo en esta Diócesis, sino en toda España, a través de la Conferencia Episcopal. También ha hecho más de treinta viajes apostólicos y misioneros a distintos países de Latinoamérica, ocupándose siempre de los más pobres y necesitados. Por todos estos motivos don Agustín recibió un homenaje en Madrid y en su tierra natal de los Silos.
-Yo fui a Madrid para operarme del oído, pero la operación fue un fracaso. Pasé muchas dificultades, pero pensaba que prefería caer luchando allí que volver al pueblo, para ser un inútil.
Y así, siempre con un enorme esfuerzo personal por superarse, don Agustín fue intentando y consiguiendo un camino personal de formación y superación. que le llevó a estudiar hasta seis carreras universitarias.
-Yo no me tengo por muy inteligente, soy una persona normal con mucha fuerza de voluntad y mucha fe. Y siempre, aunque tenía que trabajar y estudiar, alternando ana cosa con otra, iba alcanzando metas. Recuerdo que a veces, por la noche, llegaba a la pensión, no tenía más que un trozo de pan para cenar, y me encontraba un sobre de una tía, y dentro un billete de cien pesetas que me permitía bajar de nuevo a la calle a cenar. Pero me había propuesto terminar los estudios de Bellas Artes, y encontré mucha gente buena alrededor: Compañeros que me pasaban apuntes, profesores que me daban clases particulares, y yo estudiaba a veces toda la noche. Tan sólo cortaba a las ocho de la mañana, hora en la que me iba a misa, a eso no fallaba nunca. Yo sentía que el Señor era mi fuerza y mi salvación. Esos fueron mis primeros estudios, los (le Bellas Artes, luego me hice profesor de educación especial Me fui a Salamanca, para hacer la licenciatura en Teología. En el Año de la discapacidad, una Universidad de Washington me nombró Doctor Honoris Causa, y el Ayuntamiento de los Silos me hizo Hijo Predilecto.
Agustín Yanes Valer nació en La Habana, Cuba. el 26 de febrero de 1929. hijo de padres españoles que regresaron a Tenerife cuando el niño tenía siete meses. A los cinco años tuvo una enfermedad infecciosa y quedó sordo. A los siete años empezó el colegio del pueblo, y el maestro, teniendo en cuenta su discapacidad, le sentaba en su mesa para que pudiera entenderle. Eso suponía un gran esfuerzo, pero él quería aprender y se pasaba las horas leyendo libros que le prestaba el maestro. En aquellos años, y en el ambiente de su pueblo, ser sordo equivalía era una minusvalía grave, equiparable casi a una discapacidad psíquica, tal y como refleja una anécdota de su infancia, que nos recuerda don Agustín.
-Era el tiempo de la emigración a Venezuela, en el que todos los jóvenes del pueblo se marchaban. Yo fui a cortarme el pelo a la barbería, y me dice el peluquero: "Ahora, todos se van. Los únicos que no ve pueden marchar son Juanito el Bobo y tú, porque son los inútiles del pueblo". La suerte es que él tenía la navaja de afeitar en la mano, porque si no...
Terminó la escolarización y le pusieron a trabajar en el comercio de un tío, pero por las tardes asistía a clases particulares, y así pudo terminar el Bachillerato Superior.
En su familia hubo varios sacerdotes, y cuando Agustín tenía once años, al saber que uno de sus primos ingresaba en el Seminario Diocesano, él también quiso seguir este camino, y fue con su madre a hablar con el párroco, pero el cura del pueblo, un buen sacerdote que siempre le acogió con cariño y le animó, le dijo que no era posible debido a su sordera. A los catorce años se celebraron en Tenerife unas misiones populares, y volvió a surgir en él la idea del sacerdocio, pero los padres jesuitas que daban la misión le hicieron ver la imposibilidad debido a que no oía.
Tuvo contacto con franciscanos, jesuitas, escolapios, y en todas las puertas donde llamó se las cerraron con una negativa. Don Agustín nos recuerda el final feliz de esa lucha personal de muchos años.
- Yo, desde pequeño, tuve la ilusión de ser sacerdote, porque en mi familia ha habido siete curas, pero siempre me decían que no podía ser porque no oía. Luego, el Concilio Vaticano 11 quitó ese impedimento, y el Arzobispo de Valladolid, después de escucharme, me dijo que podía presentar la solicitud personalmente en Roma, y al mes me llegó la autorización para poder entrar en el Seminario.
Y ahora, cuando debemos llamarle Monseñor, pues es Prelado de Honor, se sigue viendo a sí mismo corno "un cura barato". Los que le conocemos sabemos muy bien de cuales son sus muchas riquezas.
- Cuando el Obispo anunció el nombramiento me dejó en fuera de juego, porque no lo esperaba. Después, yo he seguido siendo igual. Antes, era Agustín. Y ahora sigo siendo Agustín. Creo que soy "un cura barato": Si el Papa o la Comisión Episcopal piensan que soy merecedor de esto, yo lo acepto, pero a mí me dejan en el mismo sitio donde estaba.
En la actualidad, Don Agustín, como cariñosamente le llamarnos todos, desarrolla su labor en Tenerife, atendiendo a la formación de personas con discapacidad auditiva. Entre las últimas iniciativas que ha puesto en marcha destaca el blog que se puede visitar en la página Web ww.pastoraldelsordo.blogspot.com, donde se ofrecen las lecturas de la misa en lenguaje sencillo y la homilía de cada domingo en lenguaje de signos.
La Pastoral del Sordo de Tenerife está ubicada en el Convento de Las Clarisas de La Laguna y ofrece catequesis de Primera Comunión o de Confirmación, preparación al Bautismo o al Matrimonio, formación catequética de adultos, cursos de Orientación Familiar, visitas a enfermos, celebraciones exequiales y asistencia social, entre otras.
Palabras que dirigió Benedicto XVI el lunes, 21 de Julio de 2008, a unos ocho mil voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud.
Queridos amigos en Cristo:
Agradezco al Obispo Fisher y al Cardenal Pell sus amables palabras y me alegra tener esta oportunidad para dirigir un saludo final a todos vosotros y deciros lo espléndida que ha sido la experiencia de esta semana. En estos días hemos sido testigos directos de la alegría que encuentran en la propia fe tantos miles de jóvenes, y hemos podido expresar nuestra alabanza y nuestra gratitud a Dios por su bondad para con nosotros. Hemos podido comprobar el calor y la generosidad de la hospitalidad australiana y contemplar juntos el magnífico paisaje de este hermoso continente. Ha sido una semana realmente memorable.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin un gran esfuerzo de preparación y de trabajo diligente durante el período que ha precedido a la Jornada Mundial de la Juventud. Deseo agradeceros a todos la generosidad del tiempo y las energías empleadas para permitir el desarrollo sin percances de cada uno de los actos que hemos celebrado juntos. Tales eventos han tenido necesidad de una esmerada coordinación, en la que han participado Autoridades civiles, policía y asociaciones de primeros auxilios, así como personal eclesiástico y un grupo enorme de voluntarios, responsables y ayudantes. Vuestros esfuerzos han preparado el terreno para que el Espíritu descendiera con fuerza, estableciendo vínculos de unidad y amistad entre los jóvenes provenientes de ambientes culturales muy diversos, y reforzando su amor por Cristo y por su Iglesia. En las multitudes que se han congregado aquí en Sidney hemos visto una manifestación elocuente de la unidad en la diversidad de la Iglesia universal, hemos tenido una visión en pequeño de la unidad de la familia humana que anhelamos. Que estos jóvenes, con la fuerza del Espíritu, hagan de esta visión una realidad en el mundo del mañana.
En el aeropuerto tendré ocasión de dar las gracias a los representantes de las Autoridades civiles. Aquí quiero expresar mi profunda gratitud a todos los Obispos, los sacerdotes, los consagrados y consagradas, los capellanes, los profesores, las asociaciones laicales, los movimientos eclesiales, las familias de acogida, las escuelas y las comunidades parroquiales que tanto han contribuido para que la Jornada Mundial de la Juventud fuera un éxito. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que «más vale dar que recibir» (20,35). Sin embargo, espero que vosotros hayáis recibido más de lo que habéis servido generosamente en el curso de nuestras celebraciones. A todos os digo sincera y cordialmente «gracias».
Al disponerme a regresar a Roma, llevo conmigo como un tesoro la memoria de muchos acontecimientos llenos de gracia que hemos vivido juntos: mi primer encuentro con los jóvenes en Barangaroo, los encuentros posteriores en Darlinghurst y en la Catedral de Santa María, la vigilia de la Juventud en la explanada de la Cruz del Sur y la Misa final de ayer. Rezo para que también vosotros llevéis en vuestra alma muchos recuerdos preciosos e intuiciones espirituales, de modo que regreséis a vuestras casas y a vuestras familias con ardor renovado para difundir el Evangelio de Jesucristo. Con la fuerza del Espíritu, id ahora a renovar la faz de la tierra.
A la vez que os saludo de corazón, os encomiendo a todos a la amorosa intercesión de la Virgen de la Cruz del Sur, Auxilio de los cristianos. Invoco sobre vosotros los siete dones del Espíritu Santo y os aseguro mi plegaria constante. Dios bendiga a los jóvenes del mundo y bendiga al pueblo de Australia.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Discurso que pronunció Benedicto XVI en la mañana del lunes, 21 de Julio de 2008, durante la ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Sydney.
Queridos amigos:
Antes de despedirme de vosotros, deseo decir a los que me han hospedado lo grata que ha sido mi visita aquí y lo agradecido que estoy por la hospitalidad recibida. Quedo muy agradecido al Señor Primer Ministro, Kevin Rudd, por la amabilidad que ha tenido conmigo y con todos los participantes en la Jornada Mundial de la Juventud. Agradezco también al Gobernador General, el General Mayor Michael Jeffery, su presencia aquí y la gentileza de haberme acogido en el Almirantazgo General al comienzo de mis compromisos públicos. El Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de Nuevo Gales del Sur, y también los habitantes y la comunidad empresarial de Sydney, han colaborado generosamente en apoyo de la Jornada Mundial de la Juventud. Un acontecimiento de este género requiere un inmenso trabajo de preparación y organización, y estoy seguro de hablar en nombre de muchos miles de jóvenes al expresar mi aprecio y gratitud a todo vosotros. Habéis ofrecido con el característico estilo australiano una calurosa bienvenida, a mí y a innumerables jóvenes peregrinos que han confluido aquí desde todos los rincones del mundo. Estoy muy agradecido, en particular, a las familias que en Australia y Nueva Zelanda han hecho hueco en sus casas para acoger a los jóvenes. Habéis abierto vuestras puertas y vuestros corazones a la juventud del mundo y, en nombre de estos jóvenes, os lo agradezco.
En los días pasados, los actores principales en el escenario han sido, obviamente, los jóvenes mismos. La Jornada Mundial de la Juventud les pertenece a ellos. Ellos han sido los que han hecho de esta Jornada un acontecimiento eclesial de carácter global, una gran celebración de la juventud, una gran celebración de lo que significa ser Iglesia, el Pueblo de Dios en medio del mundo, unido en la fe y en el amor, y que el Espíritu ha hecho capaz de llevar el testimonio de Cristo resucitado hasta los confines de la tierra. Les doy las gracias por haber venido, les doy las gracias por su participación, y ruego para que tengan un viaje seguro de regreso. Sé que los jóvenes, sus familias y personas amigas, han hecho en muchos casos grandes sacrificios para que pudieran llegar a Australia. Por todo eso, toda la Iglesia les está reconocida.
Al volver la vista atrás hacia estos días emocionantes, pienso en escenas significativas. Me ha impactado mucho la visita a la tumba de Mary MacKillop, y agradezco a las Hermanas de San José la oportunidad que he tenido de orar en el Santuario de su co-fundadora. Las estaciones del Viacrucis por las calles de Sydney nos han recordado con vigor que Cristo nos ha amado «hasta el extremo» y que ha compartido nuestros sufrimientos para que nosotros pudiéramos compartir su gloria. El encuentro con los jóvenes en Darlinghurst ha sido un momento de alegría y gran esperanza, un signo de que Cristo puede levantarnos de las situaciones más difíciles, reponiendo nuestra dignidad y permitiéndonos mirar adelante hacia un futuro mejor. El encuentro con los responsables ecuménicos e interreligiosos ha estado marcado por un espíritu de auténtica hermandad y de un deseo profundo de mayor colaboración en el compromiso de edificar un mundo más justo y pacífico. Y, sin duda, los puntos culminantes de mi visita han sido los encuentros de Barangaroo y la Cruz del Sur. Aquellas experiencias de oración, nuestra jubilosa celebración de la Eucaristía, han sido un testimonio elocuente de la obra vivificante del Espíritu Santo, presente y activo en el corazón de nuestros jóvenes. La Jornada Mundial de la Juventud nos ha enseñado que la Iglesia puede alegrarse con los jóvenes de hoy y estar llena de esperanza por el mundo del mañana.
Queridos amigos, mientras me despido de Sydney, pido a Dios que dirija su mirada amorosa sobre esta ciudad, sobre este País y sobre sus habitantes. Le ruego que muchos de ellos se inspiren en el ejemplo de compasión y servicio de la Beata a Mary MacKillop. Y, a la vez que os saludo, llevando en el corazón sentimientos de profunda gratitud, digo una vez más: que Dios bendiga al pueblo de Australia.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
DOMINGO17 DEL TIEMPO ORDINARIO / A
27 de julio de 2008 1. lectura (1 Reyes 3,5.7-12); Sentémonos y escuchemos con atención las lecturas de hoy. El rey Salomón, lejos de pedirlo que más cómodo haría su mandato (como por ejemplo victorias sobre los enemigos, larga vida, o riqueza), pide a Dios discernimiento para gobernar bien al pueblo de Israel. Por eso Dios se lo concede.
2. lectura (Romanos 8,28-30): Continuamos hoy la lectura de la carta de Pablo a los cristianos de Roma. Hoy el apóstol nos muestra la llamada de Dios a que seamos imagen de Cristo. AL SEÑOR. OREMOS AL SEÑOR. OREMOS AL SEÑOR. Dios. OREMOS AL SEÑOR.
El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos vosotros.
Hermanos y hermanas. Nos reunimos un domingo más para celebrar la Eucaristía, en nuestro camino hacia Dios. Un Dios que nos ama y que ha entregado a su propio Hijo, Jesús, por todos nosotros. Para llegar hasta él, nosotros también renunciamos a lo que nos sería mas cómodo, porque creemos firmemente que hemos encontrado el verdadero tesoro: el Reino de Dios prometido. Porque creemos firmemente que Dios todo lo dispone en beneficio nuestro, porque nos ama. Aunque nuestro corazón no se muestre siempre dispuesto a la voluntad de Dios. La Eucaristía, cada domingo, fortalece nuestra esperanza.
A. penitencial: Humildes y pecadores, acerquémonos a Dios, justo y misericordioso, para que se apiade de nosotros y nos perdone los pecados.
Defensor de los pobres: SEÑOR, TEN PIEDAD.
Refugio de los débiles: CRISTO, TEN PIEDAD.
Esperanza de los pecadores: SEÑOR, TEN PIEDAD.
Oración universal: Oremos a nuestro Padre del cielo, que desea la salvación de todo lo creado. Unámonos a cada petición diciendo: TE LO PEDIMOS, SEÑOR.
Por la Iglesia. Para que sea signo de esperanza en medio de los sufrimientos que nos rodean. OREMOS
Por el papa, por nuestro obispo, por los presbíteros y los diáconos. Para que sean mensajeros del gozo y la esperanza que Cristo nos trae. OREMOS AL SEÑOR.
Por todos los pueblos del mundo. Oremos especialmente por los que están en guerra o sufren el terrorismo. Para que nazcan iniciativas en favor de la paz, la justicia y el respeto entre todos los ciudadanos.
Por los enfermos, por los prisioneros, por los angustiados, por los marginados de toda clase. Para que se vean consolados en su soledad y en su sufrimiento. OREMOS AL SEÑOR.
Por los difuntos, en especial los de nuestra comunidad. Para que vean cumplidas todas sus esperanzas.
Por todos nosotros. Para que, con nuestra vida, seamos testigos de la santidad y la misericordia de
Dios todopoderoso, acoge nuestras oraciones, pon remedio a las necesidades de esta vida, y concédenos la recompensa eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
Padrenuestro: Con la confianza puesta en el Dios que prepara casa a los desvalidos, deseamos la venida de su Reino, y nos atrevemos a decirle:
CPL
SANTIAGO, APÓSTOL
25 de julio de 2008 Celebramos hoy la fiesta del apóstol Santiago. El fue uno de los primeros a los que Jesús invitó a seguirle. Él formó parte del grupo de los doce elegidos por Jesús como fundamento de su comunidad. Él fue el primero de los apóstoles que dio su vida por el Evangelio. Según la tradición, Santiago predicó este Evangelio en España. Y su sepulcro en Compostela ha sido, desde hace muchos siglos, punto de referencia de visitas y peregrinaciones. Comencemos con alegría nuestra celebración, y reafirmemos nuestra voluntad de seguir el camino cristiano del que los apóstoles dieron testimonio. A. penitencial: Ante Dios, en silencio, pidamos gracia y fortaleza para avanzar en la fidelidad al Evangelio de Jesucristo. (Silencio). Tú, que fortaleces a la Iglesia con el testimonio de los apóstoles. SEÑOR, TEN PIEDAD. Tú, que por medio de los apóstoles nos anuncias la gran noticia de la salvación. CRISTO, TEN PIEDAD. Tú, que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Oración universal: Unidos en la fe y en la esperanza, oremos a Dios nuestro Padre diciendo: PADRE,
La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo estén con todos vosotros.
ESCÚCHANOS.
Oremos por la Iglesia entera. Para que viva siempre la alegría renovadora de la fe de Jesucristo, y sepa transmitirla como hicieron los apóstoles. OREMOS:
Oremos por los cristianos de nuestro país: por los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Para que nuestra vida sea un fiel reflejo del amor de Jesucristo. OREMOS:
Oremos por todos los ciudadanos. Que en todos crezca el espíritu de generosidad, de servicio, de buena convivencia. OREMOS:
Oremos por nuestros gobernantes. Para que trabajen siempre al servicio de la justicia, la paz y el bienestar de todos, y especialmente de los más débiles. OREMOS:
Oremos por los que viven en la soledad y la tristeza. Para que sientan muy cercana la fuerza de Dios y la ayuda de los hermanos. OREMOS:
Oremos por todos nosotros. Para que el testimonio del apóstol Santiago nos empuje a ser verdaderos seguidores de Jesucristo. OREMOS:
Padre, escucha la oración que te hemos presentado en la fiesta del apóstol Santiago, y derrama sobre nosotros los dones de tu bondad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Padrenuestro: Los apóstoles, reunidos en torno a Jesús, le pidieron que les enseñara a orar. Y Jesús les enseñó a llamar a Dios con el nombre de "Padre". Por eso ahora nosotros, fieles a esa enseñanza, nos atrevemos a decir:
CPL
Palabras que Benedicto XVI dirigió a los bienhechores y organizadores de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud en la audiencia que les concedió a las 18 horas del domingo, 20 de Julio de 2008, en la sala de recepción y en la sala capitular de la catedral de Sydney.
Señor Cardenal,
Queridos amigos
En el momento en que mi visita a Australia está por concluir, deseo expresar mi agradecimiento a todos los que han contribuido al éxito de esta Jornada Mundial de la Juventud. Esta tarde, en particular, mi gratitud se dirige a vosotros, que con tanta generosidad habéis ayudado material y espiritualmente a la realización de este evento. El Cardenal Pell se ha referido a los grandes sacrificios que habéis afrontado en la organización de esta Jornada maravillosa para la vida de la Iglesia. Deseo daros las gracias a todos y cada uno, no sólo por los sacrificios, sino sobre todo por la confianza que habéis demostrado hacia nuestros jóvenes y por vuestra fe en la gracia de Dios que actúa en sus corazones. Oremos para que todo lo que habéis invertido en ellos dé fruto en su vida, para la vida de la Iglesia de Cristo y para el futuro de nuestro mundo. © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
En estos días, gracias al trabajo del comité organizador y a la cooperación de tantas personas, empresas, asociaciones y autoridades locales, los jóvenes procedentes de todas las partes del mundo han tenido la oportunidad de experimentar la belleza de este País y la calurosa hospitalidad del pueblo australiano. Por su parte, ellos han enriquecido esta tierra con el testimonio que han dado de su amor a Cristo y de la fuerza de su Espíritu que actúa en la Iglesia.
Estoy seguro, queridos amigos, que vuestra participación en los preparativos de esta Jornada Mundial de la Juventud os ha permitido experimentar especialmente la fuerza del Espíritu Santo. Sin duda, en la preparación de este gran encuentro internacional, y en el compromiso de afrontar cualquier eventualidad, habéis tenido momentos de inquietud y preocupación, e incluso momentos de temor y agitación por el éxito final de este evento. Ahora, mirando hacia atrás, podéis constatar la cosecha abundante que el Espíritu ha suscitado a través de vuestras oraciones, vuestra perseverancia y vuestro duro trabajo. ¡Cuántas buenas semillas se han sembrado en estos pocos días!
Queridos amigos, San Pablo, que gastó toda su vida al servicio del Evangelio, nos recuerda que «más dichoso es el que da que el que recibe» (cf. Hch 20,35). Vuestra generosidad y vuestro sacrificio han sido una contribución esencial, también a menudo escondida, para el éxito de esta Jornada Mundial de la Juventud. Que el gozo espiritual, la satisfacción y la dicha, que todos hemos experimentado en estos días, sean una fuente inagotable de bendiciones para vuestras vidas. No dudéis jamás de la verdad de la promesa de nuestro Señor, cada vez que le ofrezcamos nuestra creatividad, energía, recursos y nuestra propia personas, recibiremos una recompensa abundante (cf. Mt 16,26).
Con estos sentimientos renuevo la expresión de mi profundo agradecimiento a cada uno de vosotros. Os encomiendo, a vosotros y a vuestras familias, a la amorosa intercesión de Nuestra Señora de la Cruz del Sur, Auxilio de los cristianos, y de corazón os imparto la Bendición Apostólica como prenda de fuerza y paz en Jesús, su divino Hijo.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
Alocución que dirigió Benedicto XVI, el domingo 20 de Julio de 2008, al final de la misa de clausura de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en el hipódromo de Randwick, con motivo del rezo de la oración mariana del Ángelus. Tras la oración, el Papa anunció que Madrid será la sede de la próxima JMJ en 2011.
Queridos jóvenes amigos
Nos disponemos ahora a recitar juntos la hermosa oración del Angelus. En ella reflexionaremos sobre María, mujer joven que conversa con el ángel, que la invita, en nombre de Dios, a una particular entrega de sí misma, de su vida, de su futuro como mujer y madre. Podemos imaginar cómo debió sentirse María en aquel momento: totalmente estremecida, completamente abrumada por la perspectiva que se le ponía delante.
El ángel comprendió su ansiedad e inmediatamente intentó calmarla: «No temas, María... El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,30.35). El Espíritu fue quien le dio la fuerza y el valor para responder a la llamada del Señor. El Espíritu fue quien la ayudó a comprender el gran misterio que iba a cumplirse por medio de Ella. El Espíritu fue el que la rodeó con su amor y la hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios.
Esta escena es quizás el momento culminante de la historia de la relación de Dios con su pueblo. En el Antiguo Testamento, Dios se reveló de modo parcial y gradual, como hacemos todos en nuestras relaciones personales. Se necesitó tiempo para que el pueblo elegido profundizase en su relación con Dios. La Alianza con Israel fue como un tiempo de hacer la corte, un largo noviazgo. Luego llegó el momento definitivo, el momento del matrimonio, la realización de una nueva y eterna alianza. En ese momento María, ante el Señor, representaba a toda la humanidad. En el mensaje del ángel, era Dios el que brindaba una propuesta de matrimonio con la humanidad. Y en nombre nuestro, María dijo sí.
En los cuentos, los relatos terminan en este momento: «y desde entonces vivieron felices y contentos». En la vida real no es tan fácil. Fueron muchas las dificultades que María tuvo que superar al afrontar las consecuencias de aquel «sí» al Señor. Simeón profetizó que una espada le traspasaría el corazón. Cuando Jesús tenía doce años, Ella experimentó las peores pesadillas que los padres pueden tener, cuando tuvo a su hijo perdido durante tres días. Y después de su actividad pública, sufrió la agonía de presenciar su crucifixión y muerte. En las diversas pruebas Ella permaneció fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y por ello tuvo como recompensa la gloria.
Queridos jóvenes, también nosotros debemos permanecer fieles al «sí» con que acogimos el ofrecimiento de amistad por parte del Señor. Sabemos que Él nunca nos abandonará. Sabemos que Él nos sostendrá siempre con los dones del Espíritu. María acogió la propuesta del Señor en nombre nuestro. Dirijámonos, pues, a Ella y pidámosle que nos guíe en las dificultades para permanecer fieles a esa relación vital que Dios estableció con cada uno de nosotros. María es nuestro ejemplo y nuestra inspiración; Ella intercede por nosotros ante su Hijo, y con amor materno nos protege de los peligros.
[Después del Ángelus, el Papa dijo:]
Queridos amigos
Llega ahora el momento de deciros adiós o, más bien, hasta la vista. Os doy las gracias a todos por haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud 2008, aquí en Sidney, y espero que nos volvamos a ver dentro de tres años. La Jornada Mundial de la Juventud 2011 tendrá lugar en Madrid, en España. Hasta ese momento, recemos los unos por los otros, y demos ante el mundo un alegre testimonio de Cristo. Que Dios os bendiga.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana del domingo, 20 de Julio de 2008, durante la celebración eucarística que presidió con motivo de la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en el hipódromo de Randwick.
Queridos amigos
«Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza» (Hch 1,8). Hemos visto cumplida esta promesa. En el día de Pentecostés, como hemos escuchado en la primera lectura, el Señor resucitado, sentado a la derecha del Padre, envió el Espíritu Santo a sus discípulos reunidos en el cenáculo. Por la fuerza de este Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En cada época y en cada lengua, la Iglesia continúa proclamando en todo el mundo las maravillas de Dios e invita a todas las naciones y pueblos a la fe, a la esperanza y a la vida nueva en Cristo.
En estos días, también yo he venido, como Sucesor de san Pedro, a esta estupenda tierra de Australia. He venido a confirmaros en vuestra fe, jóvenes hermanas y hermanos míos, y a abrir vuestros corazones al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones. Oro para que esta gran asamblea, que congrega a jóvenes de «todas las naciones de la tierra» (Hch 2,5), se transforme en un nuevo cenáculo. Que el fuego del amor de Dios descienda y llene vuestros corazones para uniros cada vez más al Señor y a su Iglesia y enviaros, como nueva generación de Apóstoles, a llevar a Cristo al mundo.
«Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza». Estas palabras del Señor resucitado tienen un significado especial para los jóvenes que serán confirmados, sellados con el don del Espíritu Santo, durante esta Santa Misa. Pero estas palabras están dirigidas también a cada uno de nosotros, es decir, a todos los que han recibido el don del Espíritu de reconciliación y de la vida nueva en el Bautismo, que lo han acogido en sus corazones como su ayuda y guía en la Confirmación, y que crecen cotidianamente en sus dones de gracia mediante la Santa Eucaristía. En efecto el Espíritu Santo desciende nuevamente en cada Misa, invocado en la plegaria solemne de la Iglesia, no sólo para transformar nuestros dones del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino también para transformar nuestras vidas, para hacer de nosotros, con su fuerza, «un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo».
Pero, ¿qué es este «poder» del Espíritu Santo? Es el poder de la vida de Dios. Es el poder del mismo Espíritu que se cernía sobre las aguas en el alba de la creación y que, en la plenitud de los tiempos, levantó a Jesús de la muerte. Es el poder que nos conduce, a nosotros y a nuestro mundo, hacia la llegada del Reino de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús anuncia que ha comenzado una nueva era, en la cual el Espíritu Santo será derramado sobre toda la humanidad (cf. Lc 4,21). Él mismo, concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, vino entre nosotros para traernos este Espíritu. Como fuente de nuestra vida nueva en Cristo, el Espíritu Santo es también, de un modo muy verdadero, el alma de la Iglesia, el amor que nos une al Señor y entre nosotros y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas de la gracia de Dios que nos rodean.
Aquí en Australia, esta «gran tierra meridional del Espíritu Santo», todos nosotros hemos tenido una experiencia inolvidable de la presencia y del poder del Espíritu en la belleza de la naturaleza. Nuestros ojos se han abierto para ver el mundo que nos rodea como es verdaderamente: «colmado», como dice el poeta, «de la grandeza de Dios», repleto de la gloria de su amor creativo. También aquí, en esta gran asamblea de jóvenes cristianos provenientes de todo el mundo, hemos tenido una experiencia elocuente de la presencia y de la fuerza del Espíritu en la vida de la Iglesia. Hemos visto la Iglesia como es verdaderamente: Cuerpo de Cristo, comunidad viva de amor, en la que hay gente de toda raza, nación y lengua, de cualquier edad y lugar, en la unidad nacida de nuestra fe en el Señor resucitado.
La fuerza del Espíritu Santo jamás cesa de llenar de vida a la Iglesia. A través de la gracia de los Sacramentos de la Iglesia, esta fuerza fluye también en nuestro interior, como un río subterráneo que nutre el espíritu y nos atrae cada vez más cerca de la fuente de nuestra verdadera vida, que es Cristo. San Ignacio de Antioquía, que murió mártir en Roma al comienzo del siglo segundo, nos ha dejado una descripción espléndida de la fuerza del Espíritu que habita en nosotros. Él ha hablado del Espíritu como de una fuente de agua viva que surge en su corazón y susurra: «Ven, ven al Padre» (cf. A los Romanos, 6,1-9).
Sin embargo, esta fuerza, la gracia del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don. El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo. Sólo entonces podemos permitirle encender nuestra imaginación y modelar nuestros deseos más profundos. Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia. Ésta es pura receptividad de la gracia de Dios, amor en acción, comunión con el Espíritu que habita en nosotros y nos lleva, por Jesús y en la Iglesia, a nuestro Padre celestial. En la potencia de su Espíritu, Jesús está siempre presente en nuestros corazones, esperando serenamente que nos dispongamos en el silencio junto a Él para sentir su voz, permanecer en su amor y recibir «la fuerza que proviene de lo alto», una fuerza que nos permite ser sal y luz para nuestro mundo.
En su Ascensión, el Señor resucitado dijo a sus discípulos: «Seréis mis testigos... hasta los confines del mundo» (Hch 1,8). Aquí, en Australia, damos gracias al Señor por el don de la fe, que ha llegado hasta nosotros como un tesoro transmitido de generación en generación en la comunión de la Iglesia. Aquí, en Oceanía, damos gracias de un modo especial a todos aquellos misioneros, sacerdotes y religiosos comprometidos, padres y abuelos cristianos, maestros y catequistas, que han edificado la Iglesia en estas tierras. Testigos como la Beata Mary Mackillop, San Peter Chanel, el Beato Peter To Rot y muchos otros. La fuerza del Espíritu, manifestada en sus vidas, está todavía activa en las iniciativas beneficiosas que han dejado en la sociedad que han plasmado y que ahora se os confía a vosotros.
Queridos jóvenes, permitidme que os haga una pregunta. ¿Qué dejaréis vosotros a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis construyendo algo que durará? ¿Estáis viviendo vuestras vidas de modo que dejéis espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la «fuerza» que el Espíritu Santo está ahora dispuesto a derramar sobre vosotros? ¿Qué herencia dejaréis a los jóvenes que os sucederán? ¿Qué os distinguirá?
La fuerza del Espíritu Santo no sólo nos ilumina y nos consuela. Nos encamina hacia el futuro, hacia la venida del Reino de Dios. ¡Qué visión magnífica de una humanidad redimida y renovada descubrimos en la nueva era prometida por el Evangelio de hoy! San Lucas nos dice que Jesucristo es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, el Mesías que posee en plenitud el Espíritu Santo para comunicarlo a la humanidad entera. La efusión del Espíritu de Cristo sobre la humanidad es prenda de esperanza y de liberación contra todo aquello que nos empobrece. Dicha efusión ofrece de nuevo la vista al ciego, libera a los oprimidos y genera unidad en y con la diversidad (cf. Lc 4,18-19; Is 61,1-2). Esta fuerza puede crear un mundo nuevo: puede «renovar la faz de la tierra» (cf. Sal 104,30).
Fortalecida por el Espíritu y provista de una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está invitada a contribuir a la edificación de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada amorosamente, no rechazada o temida como una amenaza y por ello destruida. Una nueva era en la que el amor no sea ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie gozo y belleza. Una nueva era en la cual la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y el egoísmo que degrada nuestras almas y envenena las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos, el Señor os está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad.
El mundo tiene necesidad de esta renovación. En muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está expandiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros semejantes han cavado aljibes agrietados y vacíos (cf. Jr 2,13) en una búsqueda desesperada de significado, de ese significado último que sólo puede ofrecer el amor? Éste es el don grande y liberador que el Evangelio lleva consigo: él revela nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. Revela la llamada sublime de la humanidad, que es la de encontrar la propia plenitud en el amor. Él revela la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la vida.
También la Iglesia tiene necesidad de renovación. Tiene necesidad de vuestra fe, vuestro idealismo y vuestra generosidad, para poder ser siempre joven en el Espíritu (cf. Lumen gentium, 4). En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos recuerda que cada cristiano ha recibido un don que debe ser usado para edificar el Cuerpo de Cristo. La Iglesia tiene especialmente necesidad del don de los jóvenes, de todos los jóvenes. Tiene necesidad de crecer en la fuerza del Espíritu que también ahora os infunde gozo a vosotros, jóvenes, y os anima a servir al Señor con alegría. Abrid vuestro corazón a esta fuerza. Dirijo esta invitación de modo especial a los que el Señor llama a la vida sacerdotal y consagrada. No tengáis miedo de decir vuestro «sí» a Jesús, de encontrar vuestra alegría en hacer su voluntad, entregándoos completamente para llegar a la santidad y haciendo uso de vuestros talentos al servicio de los otros.
Dentro de poco celebraremos el sacramento de la Confirmación. El Espíritu Santo descenderá sobre los candidatos; ellos serán «sellados» con el don del Espíritu y enviados para ser testigos de Cristo. ¿Qué significa recibir la «sello» del Espíritu Santo? Significa ser marcados indeleblemente, inalterablemente cambiados, significa ser nuevas criaturas. Para los que han recibido este don, ya nada puede ser lo mismo. Estar «bautizados» en el Espíritu significa estar enardecidos por el amor de Dios. Haber «bebido» del Espíritu (cf. 1 Co 12,13) significa haber sido refrescados por la belleza del designio de Dios para nosotros y para el mundo, y llegar a ser nosotros mismos una fuente de frescor para los otros. Ser «sellados con el Espíritu» significa además no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor.
Al elevar nuestra oración por los confirmandos, pedimos también que la fuerza del Espíritu Santo reavive la gracia de la Confirmación de cada uno de nosotros. Que el Espíritu derrame sus dones abundantemente sobre todos los presentes, sobre la ciudad de Sydney, sobre esta tierra de Australia y sobre todas sus gentes. Que cada uno de nosotros sea renovado en el espíritu de sabiduría e inteligencia, el espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y piedad, espíritu de admiración y santo temor de Dios.
Que por la amorosa intercesión de María, Madre de la Iglesia, esta XXIII Jornada Mundial de la Juventud sea vivida como un nuevo cenáculo, de forma que todos nosotros, enardecidos con el fuego del amor del Espíritu Santo, continuemos proclaman] do al Señor resucitado y atrayendo a cada corazón hacia Él. Amén.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana del sábado, 19 de Julio de 2008, al presidir la celebración eucarística en la catedral de Santa María en Sydney en presencia de sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas novicios y novicias de la archidiócesis.
Queridos hermanos y hermanas
Me complace saludar en esta noble catedral a mis hermanos Obispos y sacerdotes, a los diáconos, a los consagrados y a los laicos de la Archidiócesis de Sidney. De un modo especial dirijo mi saludo a los seminaristas y a los jóvenes religiosos que están con nosotros. Como los jóvenes israelitas de la primera lectura de hoy, ellos son un signo de esperanza y de renovación para el Pueblo de Dios; y, también como aquellos, tienen igualmente el deber de edificar la casa de Dios para las próximas generaciones. Mientras admiramos este magnífico edificio, ¿cómo no pensar en la muchedumbre de sacerdotes, religiosos y fieles laicos que, cada uno a su manera, han contribuido a construir la Iglesia en Australia? Pienso particularmente en las familias de colonos a las que el Padre Jeremías O'Flynn confió el Santísimo Sacramento en el momento de partir, un «pequeño rebaño» que tuvo en gran estima aquel tesoro precioso y lo conservó, entregándolo a las generaciones posteriores que edificaron este gran tabernáculo para gloria de Dios. Alegrémonos por su fidelidad y perseverancia, y dediquémonos a continuar sus esfuerzos por la difusión del Evangelio, la conversión de los corazones y el crecimiento de la Iglesia en la santidad, la unidad y la caridad.
Nos disponemos a celebrar la dedicación del nuevo altar de esta venerable catedral. Como nos recuerda de forma elocuente el frontal esculpido, todo altar es símbolo de Jesucristo, presente en su Iglesia como sacerdote, víctima y altar (cf. Prefacio pascual V). Crucificado, sepultado y resucitado de entre los muertos, devuelto a la vida en el Espíritu y sentado a la derecha del Padre, Cristo ha sido constituido nuestro Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros eternamente. En la liturgia de la Iglesia, y sobre todo en el sacrificio de la Misa ofrecido en los altares del mundo, Él nos invita, como miembros de su Cuerpo Místico, a compartir su auto-oblación. Él nos llama, como pueblo sacerdotal de la nueva y eterna Alianza, a ofrecer en unión con Él nuestros sacrificios cotidianos para la salvación del mundo.
En la liturgia de hoy, la Iglesia nos recuerda que, como este altar, también nosotros fuimos consagrados, puestos «aparte» para el servicio de Dios y la edificación de su Reino. Sin embargo, con mucha frecuencia nos encontramos inmersos en un mundo que quisiera dejar a Dios «aparte». En nombre de la libertad y la autonomía humana, se pasa en silencio sobre el nombre de Dios, la religión se reduce a devoción personal y se elude la fe en los ámbitos públicos. A veces, dicha mentalidad, tan diametralmente opuesta a la esencia del Evangelio, puede ofuscar incluso nuestra propia comprensión de la Iglesia y de su misión. También nosotros podemos caer en la tentación de reducir la vida de fe a una cuestión de mero sentimiento, debilitando así su poder de inspirar una visión coherente del mundo y un diálogo riguroso con otras muchas visiones que compiten en la conquista de las mentes y los corazones de nuestros contemporáneos.
Y, sin embargo, la historia, también la de nuestro tiempo, nos demuestra que la cuestión de Dios jamás puede ser silenciada y que la indiferencia respecto a la dimensión religiosa de la existencia humana acaba disminuyendo y traicionando al hombre mismo. ¿No es quizás éste el mensaje proclamado por la maravillosa arquitectura de esta catedral? ¿No es quizás éste el misterio de la fe que se anuncia desde este altar en cada celebración de la Eucaristía? La fe nos enseña que en Cristo Jesús, Verbo encarnado, logramos comprender la grandeza de nuestra propia humanidad, el misterio de nuestra vida en la tierra y el sublime destino que nos aguarda en el cielo (cf. Gaudium et spes, 24). La fe nos enseña también que somos criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza, dotadas de una dignidad inviolable y llamadas a la vida eterna. Allí donde se empequeñece al hombre, el mundo que nos rodea queda mermado, pierde su significado último y falla su objetivo. Lo que brota de ahí es una cultura no de la vida, sino de la muerte. ¿Cómo se puede considerar a esto un «progreso»? Al contrario, es un paso atrás, una forma de retroceso, que en último término seca las fuentes mismas de la vida, tanto de las personas como de toda la sociedad.
Sabemos que al final -como vio claramente san Ignacio de Loyola- el único patrón verdadero con el cual se puede medir toda realidad humana es la Cruz y su mensaje de amor inmerecido que triunfa sobre el mal, el pecado y la muerte, que crea vida nueva y alegría perpetua. La Cruz revela que únicamente nos encontramos a nosotros mismos cuando entregamos nuestras vidas, acogemos el amor de Dios como don gratuito y actuamos para llevar a todo hombre y mujer a la belleza del amor y a la luz de la verdad que salvan al mundo.
En esta verdad -el misterio de la fe- es en la que hemos sido consagrados (cf. Jn 17,17-19), y en esta verdad es en la que estamos llamados a crecer, con la ayuda de la gracia de Dios, en fidelidad cotidiana a su palabra, en la comunión vivificante de la Iglesia. Y, sin embargo, qué difícil es este camino de consagración. Exige una continua «conversión», un morir sacrificial a sí mismos que es la condición para pertenecer plenamente a Dios, una transformación de la mente y del corazón que conduce a la verdadera libertad y a una nueva amplitud de miras. La liturgia de hoy nos ofrece un símbolo elocuente de aquella transformación espiritual progresiva a la que cada uno de nosotros está invitado. La aspersión del agua, la proclamación de la Palabra de Dios, la invocación de todos los Santos, la plegaria de consagración, la unción y la purificación del altar, su revestimiento de blanco y su ornato de luz, todos estos ritos nos invitan a revivir nuestra propia consagración bautismal. Nos invitan a rechazar el pecado y sus seducciones, y a beber cada vez más profundamente del manantial vivificante de la gracia de Dios.
Queridos amigos, que esta celebración, en presencia del Sucesor de Pedro, sea un momento de reedificación y de renovación de toda la Iglesia en Australia. Deseo hacer aquí un inciso para reconocer la vergüenza que todos hemos sentido a causa de los abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos de esta Nación. De verdad estoy profundamente mortificado por el dolor y el sufrimiento soportados por las víctimas y les aseguro que, como su Pastor; comparto su sufrimiento [esta frase fue pronunciada por el Papa improvisando, dejando a un lado los papeles, ndr.]
Estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco. Éstos han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia. Os pido a todos que apoyéis y ayudéis a vuestros Obispos, y que colaboréis con ellos en combatir este mal. Las víctimas deben recibir compasión y asistencia, y los responsables de estos males deben ser llevados ante la justicia. Es una prioridad urgente promover un ambiente más seguro y más sano, especialmente para los jóvenes. En estos días, marcados por la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, estamos invitados a reflexionar sobre el precioso tesoro que nos ha sido confiado en nuestros jóvenes, y cómo gran parte de la misión de la Iglesia en este País ha estado dedicada a su educación y cuidado. Mientras la Iglesia en Australia continúa con espíritu evangélico afrontando con eficacia este serio reto pastoral, me uno a vosotros en la oración para que este tiempo de purificación traiga consigo sanación, reconciliación y una fidelidad cada vez más grande a las exigencias morales del Evangelio. © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Deseo ahora dirigir una especial palabra de afecto y aliento a los seminaristas y jóvenes religiosos que están aquí. Queridos amigos, con gran generosidad os estáis encaminando por una senda de especial consagración, enraizada en vuestro Bautismo y emprendida como respuesta a la llamada personal del Señor. Os habéis comprometido, de modos diversos, a aceptar la invitación de Cristo a seguirlo, a dejar todo atrás y a dedicar vuestra vida a buscar la santidad y a servir a su pueblo.
En el Evangelio de hoy el Señor nos llama a «creer en la luz» (cf. Jn 12,36). Estas palabras tienen un significado especial para vosotros, queridos jóvenes seminaristas y religiosos. Son una invitación a confiar en la verdad de la Palabra de Dios y a esperar firmemente en sus promesas. Nos invitan a ver con los ojos de la fe la obra inefable de su gracia a nuestro alrededor, también en estos tiempos sombríos en los que todos nuestros esfuerzos parecen ser vanos. Dejad que este altar, con la imagen imponente de Cristo, Siervo sufriente, sea una inspiración constante para vosotros. Hay ciertamente momentos en que cualquier discípulo siente el calor y el peso de la jornada (cf. Mt 20,12), y la dificultad para dar un testimonio profético en un mundo que puede parecer sordo a las exigencias de la Palabra de Dios. No tengáis miedo. Creed en la luz. Tomad en serio la verdad que hemos escuchado hoy en la segunda lectura: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y siempre» (Hb 13,8). La luz de la Pascua sigue derrotando las tinieblas.
El Señor nos llama a caminar en la luz (cf. Jn 12,35). Cada uno de vosotros ha emprendido la más grande y la más gloriosa de las batallas, la de ser consagrados en la verdad, la de crecer en la virtud, la de alcanzar la armonía entre pensamientos e ideales, por una parte, y palabras y obras, por otra. Adentraos con sinceridad y de modo profundo en la disciplina y en el espíritu de vuestros programas de formación. Caminad cada día en la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y litúrgica, alimentados por la meditación de la Palabra inspirada por Dios. A los Padres de la Iglesia les gustaba ver en las Escrituras un paraíso espiritual, un jardín donde podemos caminar libremente con Dios, admirando la belleza y la armonía de su plan salvífico, mientras da fruto en nuestra propia vida, en la vida de la Iglesia y a lo largo de toda la historia.
Por tanto, que la plegaria y la meditación de la Palabra de Dios sean lámpara que ilumina, purifica y guía vuestros pasos en el camino que os ha indicado el Señor. Haced de la celebración diaria de la Eucaristía el centro de vuestra vida. En cada Misa, cuando el Cuerpo y la Sangre del Señor sean alzados al final de la liturgia eucarística, elevad vuestro corazón y vuestra vida por Cristo, con Él y en Él, en la unidad del Espíritu Santo, como sacrificio amoroso a Dios nuestro Padre.
De este modo, queridos jóvenes seminaristas y religiosos, llegaréis a ser altares vivientes, sobre los cuales el amor sacrificial de Cristo se hace presente como inspiración y fuente de alimento espiritual para cuantos encontréis. Abrazando la llamada del Señor a seguirlo en castidad, pobreza y obediencia, habéis emprendido el viaje de un discipulado radical que os hará «signo de contradicción» (cf. Lc 2,34) para muchos de vuestros contemporáneos. Conformad cotidianamente vuestra vida a la auto-oblación amorosa del Señor mismo en obediencia a la voluntad del Padre. Así descubriréis la libertad y la alegría que pueden atraer a otros a ese Amor que va más allá de cualquier otro amor como su fuente y su cumplimiento último. No olvidéis jamás que la castidad por el Reino significa abrazar una vida completamente dedicada al amor, a un amor que os hace capaces de dedicaros vosotros mismos sin reservas al servicio de Dios, para estar plenamente presentes entre los hermanos y hermanas, especialmente entre los necesitados. Los tesoros más grandes que compartís con otros jóvenes -vuestro idealismo, la generosidad, el tiempo y las energías- son los verdaderos sacrificios que pondréis sobre el altar del Señor. Que tengáis siempre en cuenta este magnífico carisma que Dios os ha dado para su gloria y para la edificación de la Iglesia.
Queridos amigos, permitidme que concluya estas reflexiones dirigiendo vuestra atención hacia la gran vidriera del coro de esta catedral. En ella, la Virgen, Reina del Cielo, está representada sobre el trono con majestad, al lado de su divino Hijo. El artista ha representado a María como la nueva Eva, que ofrece a Cristo, nuevo Adán, una manzana. Este gesto simboliza que Ella ha invertido la desobediencia de nuestros progenitores, ofreciendo el rico fruto que la gracia de Dios ha dado en su vida y los primeros frutos de la humanidad redimida y glorificada, que Ella ha precedido en la gloria del paraíso. Pidamos a María, Auxilio de los cristianos, que sostenga a la Iglesia en Australia en la fidelidad a la gracia mediante la cual el Señor crucificado continúa atrayendo hacia sí a toda la creación y a todo corazón humano (cf. Jn 12,32). Que el poder del Espíritu Santo consagre a los fieles de esta tierra en la verdad, produzca abundantes frutos de santidad y de justicia para la redención del mundo y guíe a toda la humanidad hacia la plenitud de vida alrededor de aquel altar donde, en la gloria de la liturgia celestial, seremos invitados a cantar las alabanzas de Dios eternamente. Amén.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
Comentario a las lecturas del domingo XVI - A del Tiempo Ordinario publicado en Diario de Avisos el domingo 20 de de Julio de 2008 bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".
¡Centinela, Alerta!
DANIEL PADILLA
El día y la noche. La luz y la tiniebla. Lo blanco y lo negro. El bien y el mal. La gracia y el pecado. El trigo y la cizaña. No pretendo predicar un nuevo maniqueísmo. Simplemente constato que "están ahí". Y aquí. Y allá. Y fuera de mí. Y dentro de mí.
También constato que existen el sueño y la vigilia, la actitud de "estar dormidos" o la de "vivir despiertos". Jesús habló de aquellas doncellas, de las cuales unas, se durmieron despreocupadamente, mientras las otras se preocuparon de sus lámparas. Y a sus propios apóstoles, que no supieron "acompañarle en la oración", les advirtió: "Vigilad y orad, para no caer en la tentación".
Ese es el tema del Evangelio de hoy. "El sembrador sembró buena simiente en su campo, pero, mientras dormía, un enemigo suyo sembró la cizaña". Ahí, pues, los tienen: el bien y el mal. El que siembra "lo bueno" y el que siembra "lo malo". Y, como consecuencia, el riesgo de estar a un lado u otro. La vida, por tanto, como campo de batalla. Quizá nos convenga puntualizar algunas cosas:
la. Que existe el enemigo. Llámenle como quieran: el mal, el "malo", Satán, el "príncipe de las tinieblas", el diablo. No sólo existe en nosotros la tendencia al mal, efecto del primer pecado. Es que, además, existe "alguien" que busca el "mal por el mal" y se dedica a "sembrar cizaña".
El hombre moderno se resiste a creer en el diablo. Piensa que es una patraña que se han inventado quizá los mismos malvados, para justificar sus maldades; o quizá los buenos, para no cargarle a Dios las inexplicables maldades del mundo; o quizá los "seudo-psicólogos", que, lejos de la teología, personifican así en ese "ser" todos los oscuros y torcidos meandros de nuestra psique, los inescrutables laberintos del alma humana. Sí, al hombre le cuesta creer en el demonio. Pero ya decía Baudelaire: "El gran triunfo del diablo es hacernos creer que no existe".
2ª. Su existencia, por encima de todo, consiste en engañar. Disfrazar las cosas. Hacer que lo malo parezca bueno, y lo bueno, malo. Separar y disgregar lo que Dios ha unido. O sea, disimular el trigo entre la cizaña.
Una de las características de nuestro tiempo es esa: la confusión. ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? Y ¿quién es bueno o malo? Ya Jesús decía: "Vendrán a ustedes con vestiduras de oveja, pero, por dentro son lobos rapaces". Y como, en el fondo, no nos ataca a nosotros, sino a Dios, que está en nosotros, su tentación, más o menos solapadamente, consiste en proponernos "ser como dioses" en el poder, en el placer, o en el tener. Jesús le llamó, ya lo saben, el "príncipe de la mentira".
3ª. No podemos eliminarlo de una vez. Siempre vuelve. Cuando Jesús venció las tres tentaciones, dice el evangelio que "el tentador se retiró temporalmente". Efectivamente, el mismo Jesús reconoció la víspera de su pasión: "Esta es la hora del poder de las tinieblas". En esa batalla estamos, amigos. Se va, pero vuelve. Con otro traje y con otra canción. Pero Jesús dijo que "el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la siega". San Pablo reconocía que "tenía un ángel de Satanás que le humillaba".
Concluyendo. Puesto que la Sagrada Escritura nos dice que "milicia es la vida del hombre sobre la tierra", permítanme que termine este comentario con una consigna militar y de sabia estrategia: "¡Centinela, alerta!".
Discurso del Papa en la Vigilia con los jóvenes en el Hipódromo de Randwick Sydney el 19 de Julio de 2008. |
Discurso del Santo Padre 19 julio 2008
Queridos jóvenes:
Una vez más, en esta tarde hemos oído la gran promesa de Cristo, «cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza», y hemos escuchado su mandato: «seréis mis testigos... hasta los confines del mundo» (Hch 1, 8). Éstas fueron las últimas palabras que Cristo pronunció antes de su ascensión al cielo. Lo que los Apóstoles sintieron al oírlas sólo podemos imaginarlo. Pero sabemos que su amor profundo por Jesús y la confianza en su palabra los impulsó a reunirse y esperar en la sala de arriba, pero no una espera sin un sentido, sino juntos, unidos en la oración, con las mujeres y con María (cf. Hch 1, 14). Esta tarde nosotros hacemos lo mismo. Reunidos delante de nuestra Cruz, que tanto ha viajado, y del icono de María, rezamos bajo el esplendor celeste de la constelación de la Cruz del Sur. Esta tarde rezo por vosotros y por los jóvenes de todo el mundo. Dejaos inspirar por el ejemplo de vuestros Patronos. Acoged en vuestro corazón y en vuestra mente los siete dones del Espíritu Santo. Reconoced y creed en el poder del Espíritu Santo en vuestra vida.
El otro día hablábamos de la unidad y de la armonía de la creación de Dios y de nuestro lugar en ella. Hemos recordado cómo nosotros, que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, mediante el gran don del Bautismo nos hemos convertido en hijos adoptivos de Dios, nuevas criaturas. Y precisamente como hijos de la luz de Cristo, simbolizada por las velas encendidas que tenéis en vuestras manos, damos testimonio en nuestro mundo del esplendor que ninguna tiniebla podrá vencer (cf. Jn 1, 5).
Esta tarde ponemos nuestra atención sobre el «cómo» llegar a ser testigos. Tenemos necesidad de conocer la persona del Espíritu Santo y su presencia vivificante en nuestra vida. No es fácil. En efecto, la diversidad de imágenes que encontramos en la Escritura sobre el Espíritu –viento, fuego, soplo– ponen de manifiesto lo difícil que nos resulta tener una comprensión clara de él. Y, sin embargo, sabemos que el Espíritu Santo es quien dirige y define nuestro testimonio sobre Jesucristo, aunque de modo silencioso e invisible.
Ya sabéis que nuestro testimonio cristiano es una ofrenda a un mundo que, en muchos aspectos, es frágil. La unidad de la creación de Dios se debilita por heridas profundas cuando las relaciones sociales se rompen, o el espíritu humano se encuentra casi completamente aplastado por la explotación o el abuso de las personas. De hecho, la sociedad contemporánea sufre un proceso de fragmentación por culpa de un modo de pensar que por su naturaleza tiene una visión reducida, porque descuida completamente el horizonte de la verdad, de la verdad sobre Dios y sobre nosotros. Por su naturaleza, el relativismo non es capaz de ver el cuadro en su totalidad. Ignora los principios mismos que nos hacen capaces de vivir y de crecer en la unidad, en el orden y en la armonía.
Como testigos cristianos, ¿cuál es nuestra respuesta a un mundo dividido y fragmentario? ¿Cómo podemos ofrecer esperanza de paz, restablecimiento y armonía a esas «estaciones» de conflicto, de sufrimiento y tensión por las que habéis querido pasar con esta Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud? La unidad y la reconciliación no se pueden alcanzar sólo con nuestros esfuerzos. Dios nos ha hecho el uno para el otro (cf. Gn 2, 24) y sólo en Dios y en su Iglesia podemos encontrar la unidad que buscamos. Y, sin embargo, frente a las imperfecciones y desilusiones, tanto individuales como institucionales, tenemos a veces la tentación de construir artificialmente una comunidad «perfecta». No se trata de una tentación nueva. En la historia de la Iglesia hay muchos ejemplos de tentativas de esquivar y pasar por alto las debilidades y los fracasos humanos para crear una unidad perfecta, una utopía espiritual.
Estos intentos de construir la unidad, en realidad la debilitan. Separar al Espíritu Santo de Cristo, presente en la estructura institucional de la Iglesia, pondría en peligro la unidad de la comunidad cristiana, que es precisamente un don del Espíritu. Se traicionaría la naturaleza de la Iglesia como Templo vivo del Espíritu Santo (cf. 1 Co 3, 16). En efecto, es el Espíritu quien guía a la Iglesia por el camino de la verdad plena y la unifica en la comunión y en servicio del ministerio (cf. Lumen gentium, 4). Lamentablemente, la tentación de «ir por libre» continúa. Algunos hablan de su comunidad local como si se tratara de algo separado de la así llamada Iglesia institucional, describiendo a la primera como flexible y abierta al Espíritu, y la segunda como rígida y carente de Espíritu.
La unidad pertenece a la esencia de la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 813); es un don que debemos reconocer y apreciar. Pidamos esta tarde por nuestro propósito de cultivar la unidad, de contribuir a ella, de resistir a cualquier tentación de darnos media vuelta y marcharnos. Ya que lo que podemos ofrecer a nuestro mundo es precisamente la magnitud, la amplia visión de nuestra fe, sólida y abierta a la vez, consistente y dinámica, verdadera y sin embargo orientada a un conocimiento más profundo. Queridos jóvenes, ¿acaso no es gracias a vuestra fe que amigos en dificultad o en búsqueda de sentido para sus vidas se han dirigido a vosotros? Estad vigilantes. Escuchad. ¿Sois capaces de oír, a través de las disonancias y las divisiones del mundo, la voz acorde de la humanidad? Desde el niño abandonado en un campo de Darfur a un adolescente desconcertado, a un padre angustiado en un barrio periférico cualquiera, o tal vez ahora, desde lo profundo de vuestro corazón, se alza el mismo grito humano que anhela reconocimiento, pertenencia, unidad. ¿Quien puede satisfacer este deseo humano esencial de ser uno, estar inmerso en la comunión, de estar edificado y ser guiado a la verdad? El Espíritu Santo. Éste es su papel: realizar la obra de Cristo. Enriquecidos con los dones del Espíritu, tendréis la fuerza de ir más allá de vuestras visiones parciales, de vuestra utopía, de la precariedad fugaz, para ofrecer la coherencia y la certeza del testimonio cristiano.
Amigos, cuando recitamos el Credo afirmamos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». El «Espíritu creador» es la fuerza de Dios que da la vida a toda la creación y es la fuente de vida nueva y abundante en Cristo. El Espíritu mantiene a la Iglesia unida a su Señor y fiel a la tradición apostólica. Él es quien inspira las Sagradas Escrituras y guía al Pueblo de Dios hacia la plenitud de la verdad (cf. Jn 16, 13). De todos estos modos el Espíritu es el «dador de vida», que nos conduce al corazón mismo de Dios. Así, cuanto más nos dejamos guiar por el Espíritu, tanto mayor será nuestra configuración con Cristo y tanto más profunda será nuestra inmersión en la vida de Dios uno y trino.
Esta participación en la naturaleza misma de Dios (cf. 2 P 1, 4) tiene lugar a lo largo de los acontecimientos cotidianos de la vida, en los que Él siempre esta presente (cf. Ba 3, 38). Sin embargo, hay momentos en los que podemos sentir la tentación de buscar una cierta satisfacción fuera de Dios. Jesús mismo preguntó a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» (Jn 6, 67). Este alejamiento puede ofrecer tal vez la ilusión de la libertad. Pero, ¿a dónde nos lleva? ¿A quién vamos a acudir? En nuestro corazón, en efecto, sabemos que sólo el Señor tiene «palabras de vida eterna» (Jn 6, 67-69). Alejarnos de Él es sólo un intento vano de huir de nosotros mismos (cf. S. Agustín, Confesiones VIII, 7). Dios está con nosotros en la vida real, no en la fantasía. Enfrentarnos a la realidad, no huir de ella: esto es lo que buscamos. Por eso el Espíritu Santo, con delicadeza, pero también con determinación, nos atrae hacia lo que es real, duradero y verdadero. El Espíritu es quien nos devuelve a la comunión con la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo ha sido, de modos diversos, la Persona olvidada de la Santísima Trinidad. Tener una clara comprensión de él nos parece algo fuera de nuestro alcance. Sin embargo, cuando todavía era pequeño, mis padres, como los vuestros, me enseñaron el signo de la Cruz y así entendí pronto que hay un Dios en tres Personas, y que la Trinidad está en el centro de la fe y de la vida cristiana. Cuando crecí lo suficiente para tener un cierto conocimiento de Dios Padre y de Dios Hijo –los nombres ya significaban mucho– mi comprensión de la tercera Persona de la Trinidad seguía siendo incompleta. Por eso, como joven sacerdote encargado de enseñar teología, decidí estudiar los testimonios eminentes del Espíritu en la historia de la Iglesia. De esta manera llegué a leer, en otros, al gran san Agustín.
Su comprensión del Espíritu Santo se desarrolló de modo gradual; fue una lucha. De joven había seguido el Maniqueísmo, que era uno de aquellos intentos que he mencionado antes de crear una utopía espiritual separando las cosas del espíritu de las de la carne. Como consecuencia de ello, albergaba al principio sospechas respecto a la enseñanza cristiana sobre la encarnación de Dios. Y, con todo, su experiencia del amor de Dios presente en la Iglesia lo llevó a buscar su fuente en la vida de Dios uno y trino. Así llegó a tres precisas intuiciones sobre el Espíritu Santo como vínculo de unidad dentro de la Santísima Trinidad: unidad como comunión, unidad como amor duradero, unidad como dador y don. Estas tres intuiciones no son solamente teóricas. Nos ayudan a explicar cómo actúa el Espíritu. Nos ayudan a permanecer en sintonía con el Espíritu y a extender y clarificar el ámbito de nuestro testimonio, en un mundo en el que tanto los individuos como las comunidades sufren con frecuencia la ausencia de unidad y de cohesión.
Por eso, con la ayuda de san Agustín, intentaremos ilustrar algo de la obra del Espíritu Santo. San Agustín señala que las dos palabras «Espíritu» y «Santo» se refieren a lo que pertenece a la naturaleza divina; en otras palabras, a lo que es compartido por el Padre y el Hijo, a su comunión. Por eso, si la característica propia del Espíritu es de ser lo que es compartido por el Padre y el Hijo, Agustín concluye que la cualidad peculiar del Espíritu es la unidad. Una unidad de comunión vivida: una unidad de personas en relación mutua de constante entrega; el Padre y el Hijo que se dan el uno al otro. Pienso que empezamos así a vislumbrar qué iluminadora es esta comprensión del Espíritu Santo como unidad, como comunión. Una unidad verdadera nunca puede estar fundada sobre relaciones que nieguen la igual dignidad de las demás personas. Y tampoco la unidad es simplemente la suma total de los grupos mediante los cuales intentamos a veces «definirnos» a nosotros mismos. De hecho, sólo en la vida de comunión se sostiene la unidad y se realiza plenamente la identidad humana: reconocemos la necesidad común de Dios, respondemos a la presencia unificadora del Espíritu Santo y nos entregamos mutuamente en el servicio de los unos a los otros.
La segunda intuición de Agustín, es decir, el Espíritu Santo como amor que permanece, se desprende del estudio que hizo sobre la Primera Carta de san Juan, allí donde el autor nos dice que «Dios es amor» (1 Jn 4, 16). Agustín sugiere que estas palabras, a pesar de referirse a la Trinidad en su conjunto, se han de entender también como expresión de una característica particular del Espíritu Santo. Reflexionando sobre la naturaleza permanente del amor, «quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él» (ibíd.), Agustín se pregunta: ¿es el amor o es el Espíritu quien garantiza el don duradero? La conclusión a la que llega es ésta: «El Espíritu Santo nos hace vivir en Dios y Dios en nosotros; pero es el amor el que causa esto. El Espíritu por tanto es Dios como amor» (De Trinitate 15,17,31). Es una magnífica explicación: Dios comparte a sí mismo como amor en el Espíritu Santo. ¿Qué más podemos aprender de esta intuición? El amor es el signo de la presencia del Espíritu Santo. Las ideas o las palabras que carecen de amor, aunque parezcan sofisticadas o sagaces, no pueden ser «del Espíritu». Más aún, el amor tiene un rasgo particular; en vez de ser indulgente o voluble, tiene una tarea o un fin que cumplir: permanecer. El amor es duradero por su naturaleza. De nuevo, queridos amigos, podemos echar una mirada a lo que el Espíritu Santo ofrece al mundo: amor que despeja la incertidumbre; amor que supera el miedo de la traición; amor que lleva en sí mismo la eternidad; el amor verdadero que nos introduce en una unidad que permanece.
Agustín deduce la tercera intuición, el Espíritu Santo como don, de una reflexión sobre una escena evangélica que todos conocemos y que nos atrae: el diálogo de Cristo con la samaritana junto al pozo. Jesús se revela aquí como el dador del agua viva (cf. Jn 4, 10), que será después explicada como el Espíritu (cf. Jn 7, 39; 1 Co 12, 13). El Espíritu es «el don de Dios» (Jn 4, 10), la fuente interior (cf. Jn 4, 14), que sacia de verdad nuestra sed más profunda y nos lleva al Padre. De esta observación, Agustín concluye que el Dios que se entrega a nosotros como don es el Espíritu Santo (cf. De Trinitate, 15,18,32). Amigos, una vez más echamos un vistazo sobre la actividad de la Trinidad: el Espíritu Santo es Dios que se da eternamente; al igual que una fuente perenne, él se ofrece nada menos que a sí mismo. Observando este don incesante, llegamos a ver los límites de todo lo que acaba, la locura de una mentalidad consumista. En particular, empezamos a entender porqué la búsqueda de novedades nos deja insatisfechos y deseosos de algo más. ¿Acaso no estaremos buscando un don eterno? ¿La fuente que nunca se acaba? Con la Samaritana exclamamos: ¡Dame de esta agua, para que no tenga ya más sed (cf. Jn 4, 15)!
Queridos jóvenes, ya hemos visto que el Espíritu Santo es quien realiza la maravillosa comunión de los creyentes en Cristo Jesús. Fiel a su naturaleza de dador y de don a la vez, él actúa ahora a través de vosotros. Inspirados por las intuiciones de san Agustín, haced que el amor unificador sea vuestra medida, el amor duradero vuestro desafío y el amor que se entrega vuestra misión.
Este mismo don del Espíritu Santo será mañana comunicado solemnemente a los candidatos a la Confirmación. Yo rogaré: «Llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del espíritu de tu santo temor». Estos dones del Espíritu –cada uno de ellos, como nos recuerda san Francisco de Sales, es un modo de participar en el único amor de Dios- no son ni un premio ni un reconocimiento. Son simplemente dados (cf. 1 Co 12, 11). Y exigen por parte de quien los recibe sólo una respuesta: «Acepto». Percibimos aquí algo del misterio profundo de lo que es ser cristiano. Lo que constituye nuestra fe no es principalmente lo que nosotros hacemos, sino lo que recibimos. Después de todo, muchas personas generosas que no son cristianas pueden hacer mucho más de lo que nosotros hacemos. Amigos, ¿aceptáis entrar en la vida trinitaria de Dios? ¿Aceptáis entrar en su comunión de amor?
Los dones del Espíritu que actúan en nosotros imprimen la dirección y definen nuestro testimonio. Los dones del Espíritu, orientados por su naturaleza a la unidad, nos vinculan todavía más estrechamente a la totalidad del Cuerpo de Cristo (cf. Lumen gentium, 11), permitiéndonos edificar mejor la Iglesia, para servir así al mundo (cf. Ef 4, 13). Nos llaman a una participación activa y gozosa en la vida de la Iglesia, en las parroquias y en los movimientos eclesiales, en las clases de religión en la escuela, en las capellanías universitarias o en otras organizaciones católicas. Sí, la Iglesia debe crecer en unidad, debe robustecerse en la santidad, rejuvenecer y renovarse constantemente (cf. Lumen gentium, 4). Pero ¿con qué criterios? Con los del Espíritu Santo. Volveos a él, queridos jóvenes, y descubriréis el verdadero sentido de la renovación.
Esta tarde, reunidos bajo este hermoso cielo nocturno, nuestros corazones y nuestras mentes se llenan de gratitud a Dios por el don de nuestra fe en la Trinidad. Recordemos a nuestros padres y abuelos, que han caminado a nuestro lado cuando todavía éramos niños y han sostenido nuestros primeros pasos en la fe. Ahora, después de muchos años, os habéis reunido como jóvenes adultos alrededor del Sucesor de Pedro. Me siento muy feliz de estar con vosotros. Invoquemos al Espíritu Santo: él es el autor de las obras de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 741). Dejad que sus dones os moldeen. Al igual que la Iglesia comparte el mismo camino con toda la humanidad, vosotros estáis llamados a vivir los dones del Espíritu entre los altibajos de la vida cotidiana. Madurad vuestra fe a través de vuestros estudios, el trabajo, el deporte, la música, el arte. Sostenedla mediante la oración y alimentadla con los sacramentos, para ser así fuente de inspiración y de ayuda para cuantos os rodean. En definitiva, la vida, no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito. Estar verdaderamente vivos es ser transformados desde el interior, estar abiertos a la fuerza del amor de Dios. Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones. Liberad estos dones. Que la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza.
* * *
Cari giovani italiani! Un saluto speciale a tutti voi! Custodite la fiamma che lo Spirito Santo ha acceso nei vostri cuori, perché non abbia a spegnersi, ma anzi arda sempre più e diffonda luce e calore a chi incontrerete sulla vostra strada, specialmente a quanti hanno smarrito la fede e la speranza. La Vergine Maria vegli su di voi in questa notte ed ogni giorno della vostra vita.
Chers jeunes de langue française, vous êtes venus prier ce soir l’Esprit-Saint. Sa présence silencieuse en votre cœur vous fera comprendre peu à peu le dessein de Dieu sur vous. Puisse-t-Il vous accompagner dans votre vie quotidienne et vous conduire vers une meilleure connaissance de Dieu et de votre prochain! C’est Lui qui du plus profond de votre être vous pousse vers l’unique Vérité divine et vous fait vivre authentiquement en frères.
Einen frohen Gruß richte ich an euch, liebe junge Christen aus den Ländern deutscher Sprache. Der Heilige Geist, der Botschafter der göttlichen Liebe, will in euren Herzen wohnen. Gebt ihm Raum in euch im Hören auf Gottes Wort, im Gebet und in eurer Solidarität mit den Armen und Leidenden. Bringt den Geist des Friedens und der Versöhnung zu den Menschen. Gott, von dem alles Gute kommt, vollende jedes gute Werk, das ihr zu seiner Ehre tut.
Queridos amigos, el Espíritu Santo dirige nuestros pasos para seguir a Jesucristo en el mundo de hoy, que espera de los cristianos una palabra de aliento y un testimonio de vida que inviten a mirar confiadamente hacia el futuro. Os encomiendo en mis plegarias, para que respondáis generosamente a lo que el Señor os pide y a lo que todos los hombres anhelan. Que Dios os bendiga.
Meus queridos amigos, recebei o Espírito Santo, para serdes Igreja! Igreja quer dizer todos nós unidos como um corpo que recebe o seu influxo vital de Jesus ressuscitado. Este dom é maior que os nossos corações, porque brota das entranhas da Santíssima Trindade. Fruto e condição: sentir-se parte uns dos outros, viver em comunhão. Para isso, jovens caríssimos, acolhei dentro de vós a força de vida que há em Jesus. Deixai-O entrar no vosso coração. Deixai-vos plasmar pelo Espírito Santo.
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Y ahora, mientras nos preparamos para adorar al Santísimo Sacramento en el silencio y en la espera, os repito las palabras que pronunció la beata Mary MacKillop cuando tenía precisamente veintiséis años: «Cree en todo lo que Dios te susurra en el corazón». Creed en él. Creed en la fuerza del Espíritu de amor. |
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo XVI Domingo del tiempo ordinario, 19 de Julio de 2008.
XVI Domingo del tiempo ordinario
Lecturas: Sabiduría 12, 13.16-19; Romanos 8, 26-27; Mateo 13, 24-43
El trigo y la cizaña
Con tres parábolas, Jesús presenta en el Evangelio la situación de la Iglesia en el mundo. La parábola del grano de mostaza que se convierte en un árbol indica el crecimiento del Reino, no tanto en extensión, sino en intensidad; indica la fuerza transformadora del Evangelio que "levanta" la masa y la prepara para convertirse en pan.
Los discípulos comprendieron fácilmente estas dos parábolas; pero esto no sucedió con la tercera, la del trigo y la cizaña, y Jesús tuvo que explicársela a parte.
El sembrador, dijo, era él mismo; la buena semilla, los hijos del Reino; la cizaña, los hijos del maligno; el campo, el mundo; y la siega, el fin del mundo.
Esta parábola de Jesús, en la antigüedad, fue objeto de una memorable disputa que es muy importante tener presente también hoy. Había espíritus sectáreos, donatistas, que resolvían la cuestión de manera simplista: por una parte, está la Iglesia (¡su iglesia!) constituida sólo por personas perfectas; por otra, el mundo lleno de hijos del maligno, sin esperanza de salvación. A estos se les opuso san Agustín: el campo, explicaba, ciertamente es el mundo, pero también en la Iglesia; lugar en el que viven codo a codo santos y pecadores y en el que hay lugar para crecer y convertirse. "Los malos --decía-- están en el mundo o para convertirse o para que por medio de ellos los buenos ejerzan la paciencia".
Los escándalos que de vez en cuando sacuden a la Iglesia, por tanto, nos deben entristecer, pero no sorprender. La Iglesia se compone de personas humanas, no sólo de santos. Además, hay cizaña también dentro de cada uno de nosotros, no sólo en el mundo y en la Iglesia, y esto debería quitarnos la propensión a señalar con el dedo a los demás. Erasmo de Roterdam, respondió a Lutero, quien le reprochaba su permanencia en la Iglesia católica a pesar de su corrupción: "Soporto a esta Iglesia con la esperanza de que sea mejor, pues ella también está obligada a soportarme en espera de que yo sea mejor".
Pero quizá el tema principal de la parábola no es el trigo ni la cizaña, sino la paciencia de Dios. La liturgia lo subraya con la elección de la primera lectura, que es un himno a la fuerza de Dios, que se manifiesta bajo la forma de paciencia e indulgencia. Dios no tiene simple paciencia, es decir, no espera al día del juicio para después castigar más severamente. Se trata de magnanimidad, misericordia, voluntad de salvar.
La parábola del trigo y de la cizaña permite una reflexión de mayor alcance. Uno de los mayores motivos de malestar para los creyentes y de rechazo de Dios para los no creyentes ha sido siempre el "desorden" que hay en el mundo. El libro bíblico de Qoelet (Eclesiastés), que tantas veces se hace portavoz de las razones de los que dudan y de los escépticos, escribía: "Todo le sucede igual al justo y al impío... Bajo el sol, en lugar del derecho, está la iniquidad, y en lugar de la justicia la impiedad" (Qoelet 3, 16; 9,2). En todos los tiempos se ha visto que la iniquidad triunfa y que la inocencia queda humillada. "Pero --como decía el gran orador Bossuet-- para que no se crea que en el mundo hay algo fijo y seguro, en ocasiones se ve lo contrario, es decir, la inocencia en el trono y la iniquidad en el patíbulo".
La respuesta a este escándalo ya la había encontrado el autor de Qoelet: "Dije en mi corazón: Dios juzgará al justo y al impío, pues allí hay un tiempo para cada cosa y para toda obra" (Qoelet 3, 17). Es lo que Jesús llama en la parábola "el tiempo de la siega". Se trata, en otras palabras, de encontrar el punto de observación adecuado ante la realidad, de ver las cosas a la luz de la eternidad.
Es lo que pasa con algunos cuadros modernos que, si se ven de cerca, parecen una mezcla de colores sin orden ni sentido, pero si se observan desde la distancia adecuada, se convierten en una imagen precisa y poderosa.
No se trata de quedar con los bazos cruzados ante el mal y la injusticia, sino de luchar con todos los medios lícitos para promover la justicia y reprimir la injusticia y la violencia. A este esfuerzo, que realizan todos los hombres de buena voluntad, la fe añade una ayuda y un apoyo de valor inestimable: la certeza de que la victoria final no será de la injusticia, ni de la prepotencia, sino de la inocencia.
Al hombre moderno le resulta difícil aceptar la idea de un juicio final de Dios sobre el mundo y la historia, pero de este modo se contradice, pues él mismo se rebela a la idea de que la injusticia tenga la última palabra. En muchos milenios de vida sobre la tierra, el hombre se ha acostumbrado a todo; se ha adaptado a todo clima, inmunizado a muchas enfermedades. Hay algo a lo que nunca se ha acostumbrado: a la injusticia. Sigue experimentándola como intolerable. Y a esta sed de justicia responderá el juicio. Ya no sólo será querido por Dios, sino también por los hombres y, paradójicamente, también por los impíos. "En el día del juicio universal --dice el poeta Paul Claudel--, no sólo bajará del cielo el Juez, sino que se precipitará a su alrededor toda la tierra".
¡Cómo cambian las vicisitudes humanas cuando se ven desde este punto de vista, incluidas las que tienen lugar en el mundo de hoy! Tomemos el ejemplo que tanto nos humilla y entristece a nosotros, los italianos, el crimen organizado, la mafia la ‘ndrangheta, la camorra..., y que con otros nombres está presente en muchos países. Recientemente el libro "Gomorra" de Roberto Saviano y la película que se ha hecho sobre él han documentado el nivel de odio y de desprecio alcanzado por los jefes de estas organizaciones, así como el sentimiento de impotencia y casi de resignación de la sociedad ante este fenómeno.
En el pasado, hemos visto personas de la mafia que han sido acusadas de crímenes horrorosos defenderse con una sonrisa en los labios, poner en jaque a jueces y tribunales, reírse ante la falta de pruebas. Como si, librándose de los jueces humanos, habrían resuelto todo. Si pudiera dirigirme a ellos, les diría: ¡no os hagáis ilusiones, pobres desgraciados; no habéis logrado nada! El verdadero juicio todavía debe comenzar. Aunque acabéis vuestros días en libertad, temidos, honrados, e incluso con un espléndido funeral religioso, después de haber dado grandes ofertas a obras pías, no habréis logrado nada. El verdadero Juez os espera detrás de la puerta, y no se le puede engañar. Dios no se deja corromper.
Debería ser, por tanto, motivo de consuelo para las víctimas y de saludable susto para los violentos lo que dice Jesús al concluir su explicación sobre la parábola de la cizaña: "De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre".
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]
Discurso que dirigió Benedicto XVI el viernes, 18 de Julio de 2008, a los jóvenes de la comunidad de recuperación de la Universidad Notre Dame de Sydney, en el encuentro que mantuvo con ellos en la iglesia del Sagrado Corazón de esta institución.
Queridos jóvenes:
Me alegro de estar hoy aquí con vosotros en Darlinghurst, y saludo con afecto a los que participan en el programa "Alive", así como al personal que lo dirige. Ruego para que todos podáis disfrutar de la asistencia que ofrece la Archidiócesis de Sydney a través de la Social Services Agency, y para que siga adelante la buena labor que aquí se hace.
El nombre del programa que seguís nos invita a hacernos la siguiente pregunta: ¿qué quiere decir realmente estar "vivo", vivir la vida en plenitud? Esto es lo que todos queremos, especialmente cuando somos jóvenes, y es lo que Cristo quiere para nosotros. En efecto, Él dijo: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). El instinto más enraizado en todo ser vivo es el de conservar la vida, crecer, desarrollarse y transmitir a otros el don de la vida. Por eso, es algo natural que nos preguntemos cuál es la mejor manera de realizar todo esto.
Esta cuestión es tan acuciante para nosotros como le era también para los que vivían en tiempos del Antiguo Testamento. Sin duda ellos escuchaban con atención a Moisés cuando les decía: "Te pongo delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida" (Dt 30, 19-20). Estaba claro lo que debían hacer: debían rechazar a los otros dioses para adorar al Dios verdadero, que se había revelado a Moisés, y obedecer sus mandamientos. Se podría pensar que actualmente es poco probable que la gente adore a otros dioses. Sin embargo, a veces la gente adora a "otros dioses" sin darse cuenta. Los falsos "dioses", cualquiera que sea el nombre, la imagen o la forma que se les dé, están casi siempre asociados a la adoración de tres cosas: los bienes materiales, el amor posesivo y el poder. Permitidme que me explique. Los bienes materiales son buenos en sí mismos. No podríamos sobrevivir por mucho tiempo sin dinero, vestidos o vivienda. Para vivir, necesitamos alimento. Pero, si somos codiciosos, si nos negamos a compartir lo que tenemos con los hambrientos y los pobres, convertimos nuestros bienes en una falsa divinidad. En nuestra sociedad materialista, muchas voces nos dicen que la felicidad se consigue poseyendo el mayor número de bienes posible y objetos de lujo. Sin embargo, esto significa transformar los bienes en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, traen la muerte.
El amor auténtico es evidentemente algo bueno. Sin él, difícilmente valdría la pena vivir. El amor satisface nuestras necesidades más profundas y, cuando amamos, somos más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Pero, qué fácil es transformar el amor en una falsa divinidad. La gente piensa con frecuencia que está amando cuando en realidad tiende a poseer al otro o a manipularlo. A veces trata a los otros más como objetos para satisfacer sus propias necesidades que como personas dignas de amor y de aprecio. Qué fácil es ser engañado por tantas voces que, en nuestra sociedad, sostienen una visión permisiva de la sexualidad, sin tener en cuenta la modestia, el respeto de sí mismo o los valores morales que dignifican las relaciones humanas. Esto supone adorar a una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El poder que Dios nos ha dado de plasmar el mundo que nos rodea es ciertamente algo bueno. Si lo utilizamos de modo apropiado y responsable nos permite transformar la vida de la gente. Toda comunidad necesita buenos guías. Sin embargo, qué fuerte es la tentación de aferrarse al poder por sí mismo, buscando dominar a los otros o explotar el medio ambiente natural con fines egoístas. Esto significa transformar el poder en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El culto a los bienes materiales, el culto al amor posesivo y el culto al poder, lleva a menudo a la gente a "comportarse como Dios": intentan asumir el control total, sin prestar atención a la sabiduría y a los mandamientos que Dios nos ha dado a conocer. Este es el camino que lleva a la muerte. Por el contrario, adorar al único Dios verdadero significa reconocer en él la fuente de toda bondad, confiarnos a él, abrirnos al poder saludable de su gracia y obedecer sus mandamientos: este es el camino para elegir la vida.
Un ejemplo gráfico de lo que significa alejarse del camino de la muerte y reemprender el camino de la vida, se encuentra en el relato del Evangelio que seguramente todos conocéis bien: la parábola del hijo pródigo. Al comienzo de la narración, aquél joven dejó la casa de su padre buscando los placeres ilusorios prometidos por los falsos "dioses". Derrochó su herencia llevando una vida llena de vicios, encontrándose al final en un estado de grande pobreza y miseria. Cuando tocó fondo, hambriento y abandonado, comprendió que había sido una locura dejar la casa de su padre, que tanto lo amaba. Regresó con humildad y pidió perdón. Su padre, lleno de alegría, lo abrazó y exclamó: "Este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado." (Lc 15, 24).
Muchos de vosotros habéis experimentado personalmente lo que vivió aquél joven. Tal vez, habéis tomado decisiones de las que ahora os arrepentís, elecciones que, aunque entonces se presentaban muy atractivas, os han llevado a un estado más profundo de miseria y de abandono. El abuso de las drogas o del alcohol, participar en actividades criminales o nocivas para vosotros mismos, podrían aparecer entonces como la vía de escape a una situación de dificultad o confusión. Ahora sabéis que en vez de dar la vida, han traído la muerte. Quiero reconocer el coraje que habéis demostrado decidiendo volver al camino de la vida, precisamente como el joven de la parábola. Habéis aceptado la ayuda de los amigos o de los familiares, del personal del programa "Alive", de aquellos que tanto se preocupan por vuestro bienestar y felicidad.
Queridos amigos, os veo como embajadores de esperanza para otros que se encuentran en una situación similar. Al hablar desde vuestra experiencia podéis convencerlos de la necesidad de elegir el camino de la vida y rechazar el camino de la muerte. En todos los Evangelios, vemos que Jesús amaba de modo especial a los que habían tomado decisiones erróneas, ya que una vez reconocida su equivocación, eran los que mejor se abrían a su mensaje de salvación. De hecho, Jesús fue criticado frecuentemente por aquellos miembros de la sociedad, que se tenían por justos, porque pasaba demasiado tiempo con gente de esa clase. Preguntaban, "¿cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?". Él les respondió: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos... No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt 9, 11-13). Los que querían reconstruir sus vidas eran los más disponibles para escuchar a Jesús y a ser sus discípulos. Vosotros podéis seguir sus pasos; también vosotros, de modo particular, podéis acercaros particularmente a Jesús precisamente porque habéis elegido volver a él. Podéis estar seguros que, a igual que el padre en el relato del hijo pródigo, Jesús os recibe con los brazos abiertos. Os ofrece su amor incondicional: la plenitud de la vida se encuentra precisamente en la profunda amistad con él.
He dicho antes que cuando amamos satisfacemos nuestras necesidades más profundas y llegamos a ser más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Hemos sido hechos para amar, para esto hemos sido hechos por el Creador. Lógicamente, no hablo de relaciones pasajeras y superficiales; hablo de amor verdadero, del núcleo de la enseñanza moral de Jesús: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser", y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (cf. Mc 13, 30-31). Éste es, por así decirlo, el programa grabado en el interior de cada persona, si tenemos la sabiduría y la generosidad de conformarnos a él, si estamos dispuestos a renunciar a nuestras preferencias para ponernos al servicio de los demás, y a dar la vida por el bien de los demás, y en primer lugar por Jesús, que nos amó y dio su vida por nosotros. Esto es lo que los hombres están llamados a hacer, y lo que quiere decir realmente estar "vivo".
Queridos jóvenes amigos, el mensaje que os dirijo hoy es el mismo que Moisés pronunció hace tantos años: "elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor tu Dios". Que su Espíritu os guíe por el camino de la vida, obedeciendo sus mandamientos, siguiendo sus enseñanzas, abandonando las decisiones erróneas que sólo llevan a la muerte, y os comprometáis en la amistad con Jesús para toda la vida. Que con la fuerza del Espíritu Santo elijáis la vida y el amor, y deis testimonio ante el mundo de la alegría que esto conlleva. Esta es mi oración por cada uno de vosotros en esta Jornada Mundial de la Juventud. Que Dios os bendiga.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Los Obispos de Venezuela han publicado al termino de su Asamblea Plenaria celebrada del 7 al 12 de julio una Exhortación Pastoral sobre el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia Católica en Venezuela para lanzar el “Plan Pastoral Iglesia solidaria”.
Exhortación Pastoral sobre el Sostenimiento de la Obra Evangelizadora
de la Iglesia Católica en Venezuela
“DA AL ALTÍSIMO COMO EL TE HA DADO A TI, CON GENEROSIDAD,
DE ACUERDO A TUS CAPACIDADES,…” (Eclo 35,9)
PLAN IGLESIA SOLIDARIA
AL CLERO, A LOS RELIGIOSOS Y A LAS RELIGIOSAS, A LOS FIELES LAICOS Y A TODOS LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DE BUENA VOLUNTAD
INTRODUCCIÓN
1.- Desde su inicio la Iglesia recibió el mandato de continuar la Misión evangelizadora del Señor Jesús y para esto le prometió su presencia y su Espíritu, al decir: “Yo estaré siempre con Ustedes, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20)
Este mandato, además de ser dirigido a los obispos, a los sacerdotes y a las personas consagradas, se refiere también a demás miembros del Pueblo de Dios. De ahí que Cristo exige nuestra participación, como la requirió de los Doce Apóstoles, de los setenta y dos discípulos, y de aquellas santas mujeres que lo seguían como el Mesías y al mismo tiempo lo ayudaban (Lc 8, 1-3).
COMUNIÓN DE BIENES
2.- Tomemos conciencia de que la necesidad de vivir en comunión de bienes, es objetivo indispensable para entender la vida de la Iglesia, porque esto implica vivir “en comunión unos con otros” (1 Jn. 1,7).
Existen en algunas organizaciones eclesiales, experiencias exitosas de autogestión y solidaridad, que podrían ser compartidas para el aprendizaje de todos (CPV-ICM 69). Una verdadera comunidad católica debe ser partícipe de los gozos, penas y necesidades de las otras comunidades cristianas.
3.- Hemos de recordar con agradecimiento a tantos cristianos y cristianas, que han colaborado en la evangelización, desde sus diócesis y parroquias a través de los voluntariados, en múltiples servicios sociales y pastorales.
La Iglesia en su doctrina ha buscado clarificar cada vez mejor la conceptualización sobre los bienes materiales. Así, en la legislación eclesial, se dice que los bienes temporales, que la Iglesia adquiere y administra están al servicio de tres fines: "la organización del culto divino, el procurar la honesta sustentación del clero y demás ministros, el ejercicio de las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo respecto a los necesitados" (CIC 1254 parágrafo 2).
4.- Es necesario que los creyentes conozcan el origen de los fondos económicos que utiliza la Iglesia; ya que estos provienen de tres fuentes: contribución de los fieles, ayudas de Iglesias hermanas y algunos aportes del Estado. Conocer el origen de los fondos servirá para asumir mejor las responsabilidades en cada nivel específico.
5.- El principal aporte económico a nuestra Iglesia proviene de los mismos fieles desde sus comunidades, lo cual se debe cuantificar, agradecer e informar periódicamente, en aras de mantener el clima de confianza necesario sobre el uso de los bienes que se reciben con toda transparencia. La Iglesia recibe también colaboraciones de Iglesias hermanas, de otros países, para atender parte de proyectos específicos, en el marco eclesial de la comunión de bienes. Finalmente, la ayuda que se recibe de entes gubernamentales o del Estado va dirigida fundamentalmente al área educativa y para construcciones al servicio de la Iglesia.
GUIADOS POR EL ESPÍRITU
6.- La palabra de Dios nos ilumina al decir: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35); “Cada uno debe dar lo que ha decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9, 6-8)
7.- El espíritu nos capacita para el servicio recíproco, muy especialmente a través de los talentos personales. Así todos podemos dar, recibir y experimentar la alegría de compartir. De esta manera, desde la parábola de los talentos (Mt 23, 14-30), Jesús nos invita a tomar conciencia de la importancia de dichos dones y del deber de acrecentarlos y compartirlos; ya que “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común” (1Cor 12, 7).
8.- Jesús expuso una rica doctrina sobre el buen uso del dinero y de las demás riquezas materiales, cuando dice: “Acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla" (Lc. 12, 33). La enseñanza de Cristo nos hace conscientes, además, de que la abundancia de unos, debía suplir la pobreza de otros, ya que Dios es el dueño absoluto de las riquezas que nos da. Y nos las dona para que las administremos no sólo en provecho nuestro, sino, en especial para compartirlas con los más necesitados.
CRITERIOS PASTORALES
9.- Para facilitar esta integración de los cristianos, en la obra evangelizadora de la Iglesia, los Obispos venezolanos hemos estructurado el Plan Iglesia Solidaria, que busca precisamente que cada fiel venezolano se sienta parte integrante de la misma y corresponsable de su buena marcha en todos los sentidos. Conscientes de que nuestra Iglesia vive situaciones difíciles, particularmente en lo que se refiere al ámbito económico y social, nos hace sentir la urgencia de proponer al Pueblo de Dios, una doctrina y práctica de la SOLIDARIDAD con los bienes que tenemos, según el designio de Dios Creador del mundo.
10.- El principio de la comunión es válido para todos los órdenes de la vida eclesial, incluyendo el económico. Cuando hablamos de bienes a compartir, en orden a la evangelización, incluimos nuestras personas, con todo lo que somos y tenemos: talento, tiempo y tesoro, y recordemos lo que nos dice al respecto el Evangelio: "Zaqueo, puesto en pie dijo, daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más” (Lc 19, 8).
11.- Al deber de los fieles de ayudar económicamente a la Iglesia en sus necesidades, corresponde también el deber correlativo de los Pastores, de disponer que sean correctamente administrados. Jesús nos dio ejemplo de ello cuando, después de la multiplicación de los panes, ordenó: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada" (Jn 6, 12).
12.- Tomemos en cuenta el quinto desafío: para propiciar la comunicación cristiana de bienes del documento Instancias de Comunión del Pueblo de Dios para la Misión (Concilio Plenario de Venezuela).
12.1.- “Todos los miembros de Pueblo de Dios contribuyan decididamente en aquellas iniciativas tendientes a lograr una más justa distribución de los recursos humanos y materiales en el seno de la Iglesia”. CPV-ICM 224
12.2.- “Cada uno de los organismos e instancias de la Iglesia particular contribuya, desde su posibilidad y especificidad, a promover una catequesis referente a la comunicación cristiana de bienes y la responsabilidad de los bautizados en el sostenimiento económico de la acción evangelizadora”. CPV-ICM 226
12.3.- “Los diversos organismos e instancias eclesiales busquen mecanismos para superar el secreto en que se encuentra envuelto lo económico a través de oportunos informes, de manera que se cambien las imágenes deformadas que se tienen sobre la posesión y uso de los bienes de la Iglesia. CPV-ICM 227
13.- La transparencia en la rendición de cuentas ante las comunidades cristianas será un signo de credibilidad. También la solidaridad concreta entre los que tienen más, hacia los que tienen menos, será el signo más concreto de nuestro amor fraterno: “Hijitos míos, no amemos solamente con los labios y de palabras, sino con obras y de verdad” (1Jn 3, 17-18).
CONCLUSIÓN
14.- La CEV invita a poner en práctica este “Plan Iglesia Solidaria” en todas las Circunscripciones eclesiásticas de nuestro país. Que la Virgen María de Coromoto, Madre de Jesucristo, interceda ante su Hijo para que nuestra Iglesia obtenga la gracia de crecer en el espíritu de comunión y solidaridad
Caracas; 12 de julio de 2008
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Ecología, fe y ateísmo
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Ha sido una verdadera sorpresa para la opinión pública y para los diversos medios el que las primeras palabras del Santo Padre en su viaje a Sydney, con ocasión de la JMJ 2008, hayan sido dirigidas al tema de la salvaguardia de la creación. En realidad, es siempre prudente leer por entero los Discursos Papales, sin dar jamás por descontado que el “centro temático”, identificado por el periodista de turno, sea el verdadero corazón del mensaje que se intentaba transmitir.
Sin embargo, no es algo que deba maravillar el interés de la Iglesia, y de su Cabeza visible, por la salvaguardia de la Creación y la promoción de todas aquellas iniciativas que van, para tal fin, en la dirección correcta. Los cristianos creen en Dios “Creador y Señor del Cielo y de la Tierra, de todas las cosas visibles e invisibles”. En la plena conciencia de que el hombre “no ha creado el mundo” y “no se ha creado ni se crea a sí mismo”, sería inconcebible una actitud diferente en relación a la Obra que Dios ha puesto en las manos de la más alta de sus criaturas.
El desastre ecológico hacia el cual se está caminando, y que pide medidas urgentes, es fruto de una concepción del mundo antropocéntrica, que ve sólo al hombre como centro, y que ha excluido, o quiere excluir a Dios del horizonte de significado de todo. Ciertamente la modernidad, con todos sus elementos, teóricos o no, con la secularización y con “cierta interpretación” del cristianismo, ha tenido y tiene un rol propio: la superación, debida a la tecnología, de toda “fatiga cósmica”, que imponía al hombre una relación física con la tierra para poder sobrevivir y, por ello, una relación “justamente obligada” con la realidad no es irrelevante en dicho contexto. La inimaginable facilidad de cambio y la inmediatez de las comunicaciones, están progresivamente y constantemente rediseñando, no sólo la concepción del tiempo y del espacio, sino la misma antropología humana.
En dicho contexto, el tema de la ecología sigue siendo uno de los ámbitos en los cuales, con mayor evidencia, se ve cómo el hombre quiere eliminar a Dios, para simultáneamente destruirse a sí mismo.
El ateismo tiene un rol que no es irrelevante en relación a la situación ecológica contemporánea. No tanto el ateísmo teórico que, paradójicamente, no reconociendo a Dios, ha elaborado una concepción neopagana y casi sagrada de la tierra, como forma de “verdadero ateísmo práctico”, según el cual se vive “como si Dios no existiese”, como si no fue Él el Creador del Cosmos y, sobretodo, como si cada hombre fuese el centro del tiempo y del espacio, casi un ser inmortal, y por ello irresponsable en relación a los demás hombres y “al lugar de su morada”.
Es urgente, también en este ámbito, recuperar una sana Teología de la Creación, en el contexto de una también sana Antropología Cristiana, evitando prudentemente, por el lado cristiano, dos extremos opuestos e igualmente nocivos: por un lado la absoluta distancia o indiferencia frente al tema de la justa salvaguardia de la Creación, y por otro el excesivo peso dado al ecologismo, que excluye al Autor de la Creación y, con un “naturalismo” totalmente extraño a la concepción cristiana del mundo, lleva consigo posiciones totalmente inaceptables desde el punto de vista moral, sobretodo sobre los temas del inicio y el fin de la vida.
También en la predicación y en la catequesis es urgente recuperar, con convicción y competencia, el tema de la Creación, frente al cual no se debe tolerar la ingenuidad de muchos cristianos, que se encuentran totalmente desorientados frente a las objeciones más elementales del darwinismo o de la teoría del Big Bang. “La catequesis sobre la creación es de capital importancia. Concierne a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: en efecto, explicita la respuesta de la fe cristiana a los interrogantes fundamentales que los hombres de todo tiempo se han planteado: “¿De dónde venimos?” “¿Cuál es nuestro origen?” “¿Cuál es nuestro fin?” “¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?”. Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y de nuestro actuar” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 282). (Agencia Fides 17/7/2008)
En una reunión con más de 40 representantes de diferentes religiones en la casa de la Catedral de Saint Mary, el Papa Benedicto XVI habló de la necesidad de que se considere la religión no como una causa de división sino como una causa de unidad.
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Sala capitular de la Catedral de Santa María de Sydney Queridos amigos:
Dirijo un cordial saludo de paz y amistad a todos los que estáis aquí en representación de las diversas tradiciones religiosas presentes en Australia. Me alegra tener este encuentro y doy las gracias al Rabino Jeremy Lawrence y al Mohamadu Saleem por las palabras de bienvenida que me han dirigido, en su nombre y en nombre de vuestras respectivas comunidades.
La armoniosa correlación entre religión y vida pública es especialmente importante en una época en la que algunos han llegado a pensar que la religión es causa de división en vez de una fuerza de unidad. En un mundo amenazado por siniestras e indiscriminadas formas de violencia, la voz concorde de quienes tienen un espíritu religioso impulsa a las naciones y comunidades a solucionar los conflictos con instrumentos pacíficos en el pleno respeto de la dignidad humana. Una de las múltiples modalidades en que la religión se pone al servicio de la humanidad consiste en ofrecer una visión de la persona humana que subraya nuestra aspiración innata a vivir con magnanimidad, entablando vínculos de amistad con nuestro prójimo. Las relaciones humanas, en su íntima esencia, no se pueden definir en términos de poder, dominio e interés personal. Por el contrario, reflejan y perfeccionan la inclinación natural del hombre a vivir en comunión y armonía con los otros.
El sentido religioso arraigado en el corazón del ser humano abre a hombres y mujeres hacia Dios y los lleva a descubrir que la realización personal no consiste en la satisfacción egoísta de deseos efímeros. Nos guía más bien salir al encuentro de las necesidades de los otros y a buscar caminos concretos para contribuir al bien común. Las religiones desempeñan un papel particular a este respeto, en cuanto enseñan a la gente que el auténtico servicio exige sacrificio y autodisciplina, que se han de cultivar a su vez mediante la abnegación, la templanza y el uso moderado de los bienes naturales. Así, se orienta a hombres y mujeres a considerar el entorno como algo maravilloso, digno de ser admirado y respetado más que algo útil y simplemente para consumir. Un deber que se impone a quien tiene espíritu religioso es demostrar que es posible encontrar alegría en una vida simple y modesta, compartiendo con generosidad lo que se tiene de más con quien está necesitado.
Amigos, estos valores –estoy seguro que estaréis de acuerdo– son particularmente importantes para una adecuada formación de los jóvenes, que frecuentemente están tentados de considerar la vida misma como un producto de consumo. Sin embargo, también ellos tienen capacidad de autocontrol. De hecho, en el deporte, en las artes creativas o en los estudios, están dispuestos a aceptar de buena gana estos compromisos como un reto. ¿Acaso no es cierto que, cuando se les presentan altos ideales, muchos jóvenes se sienten atraídos por el ascetismo y la práctica de la virtud moral, tanto por respeto de sí mismos como por atención hacia los demás? Disfrutan con la contemplación del don de la creación, y se sienten fascinados por el misterio de lo trascendente. En esta perspectiva, tanto las escuelas confesionales como las estatales podrían hacer más para desarrollar la dimensión espiritual de todo joven. En Australia, como en otros lugares, la religión ha sido un factor que ha motivado la fundación de muchas instituciones educativas, y por buenas razones sigue teniendo hoy un puesto en los programas escolares. El tema de la educación aparece con frecuencia en las deliberaciones de la Organización Interfaith Cooperation for Peace and Harmony, y aliento vivamente a los que participan en esta iniciativa a continuar en su análisis de los valores que integran las dimensiones intelectuales, humanas y religiosas de una educación sólida.
Las religiones del mundo dirigen constantemente su atención a la maravilla de la existencia humana. ¿Quién puede dejar de asombrarse ante la fuerza de la mente que averigua los secretos de la naturaleza mediante los descubrimientos de la ciencia? ¿Quién no se impresiona ante la posibilidad de trazar una visión del futuro? ¿Quién no se sorprende ante la fuerza del espíritu humano, que establece objetivos e indaga los medios para lograrlos? Hombres y mujeres no solamente están dotados de la capacidad de imaginar cómo podrían ser mejores las cosas, sino también de emplear sus energías para hacerlas mejores. Somos conscientes de lo peculiar de nuestra relación con el reino de la naturaleza. Por tanto, si creemos que no estamos sometidos a las leyes del universo material del mismo modo que el resto de la creación, ¿no deberíamos hacer también de la bondad, la compasión, la libertad, la solidaridad y el respeto a cada persona un elemento esencial de nuestra visión de un futuro más humano?
La religión, además, al recordarnos la limitación y la debilidad del hombre, nos impulsa también a no poner nuestras esperanzas últimas en este mundo que pasa. El hombre «es igual que un soplo; sus días una sombra que pasa» (Sal 143, 4). Todos nosotros hemos experimentado la desilusión por no haber logrado cumplir aquel bien que nos propusimos realizar y la dificultad de tomar la decisión justa en situaciones complejas. La Iglesia comparte estas consideraciones con las otras religiones. Impulsada por la caridad, se acerca al diálogo en la convicción de que la verdadera fuente de la libertad se encuentra en la persona de Jesús de Nazaret. Los cristianos creen que es Él quien nos revela completamente las capacidades humanas para la virtud y el bien; Él es quien nos libera del pecado y de las tinieblas. La universalidad de la experiencia humana, que transciende las fronteras geográficas y los límites culturales, hace posible que los seguidores de las religiones se comprometan a dialogar para afrontar el misterio de las alegrías y los sufrimientos de la vida. Desde este punto de vista, la Iglesia busca con pasión toda oportunidad para escuchar las experiencias espirituales de las otras religiones. Podríamos afirmar que todas las religiones aspiran a penetrar el sentido profundo de la existencia humana, reconduciéndolo a un origen o principio externo a ella. Las religiones presentan un tentativo de comprensión del cosmos, entendido como procedente de dicho origen o principio y encaminado hacia él. Los cristianos creen que Dios ha revelado este origen y principio en Jesús, al que la Biblia define «Alfa y Omega» (cf. Ap 1, 8; 22, 1).
Queridos amigos, he venido a Australia como embajador de paz. Por eso me alegra encontrarme con vosotros que también compartís este anhelo y el deseo de ayudar al mundo a conseguir la paz. Nuestra búsqueda de la paz procede estrechamente unida a la búsqueda del sentido, pues descubriendo la verdad es como encontramos el camino hacia la paz (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2006). Nuestro esfuerzo para llegar a la reconciliación entre los pueblos brota y se dirige hacia esa verdad que da una meta a la vida. La religión ofrece la paz, pero –lo que es más importante aún– suscita en el espíritu humano la sed de la verdad y el hambre de la virtud. Que podamos animar a todos, especialmente a los jóvenes, a contemplar con admiración la belleza de la vida, a buscar su último sentido y a comprometerse en realizar su sublime potencial.
Con estos sentimientos de respeto y aliento os confío a la providencia de Dios omnipotente, y os aseguro mi oración por vosotros y por vuestros seres queridos, por los miembros de vuestras comunidades y por todos los habitantes de Australia.
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El Papa Benedicto XVI se reunió en la mañana del viernes, 18 de Julio de 2008, con líderes de diferentes iglesias cristianas incluyendo anglicanos, ortodoxos, luteranos, presbiterianos, unitarios y metodistas.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Doy gracias a Dios fervientemente por la oportunidad de encontraros y de orar junto con vosotros, que habéis llegado aquí en representación de varias comunidades cristianas en Australia. Agradecido por las cordiales palabras de bienvenida del Obispo Forsyth y del Cardenal Pell, con sentimientos de alegría os saludo en el nombre del Señor Jesús «la piedra angular» de la «casa de Dios» (cf. Ef 2,19-20). Deseo enviar un saludo particular al Cardenal Edward Cassidy, Presidente emérito del Consejo Pontificio para la Promoción de la unidad de los Cristianos, que no ha podido estar hoy con nosotros a causa de su delicada salud. Recuerdo con gratitud su decidido compromiso de promover la comprensión recíproca entre todos los cristianos y quisiera invitaros a todos a uniros conmigo en la oración por su pronto restablecimiento.
Australia es un País marcado por gran diversidad étnica y religiosa. Los inmigrantes llegan a las costas de esta majestuosa tierra con la esperanza de encontrar en ella felicidad y buenas oportunidades de trabajo. La vuestra es también una Nación que reconoce la importancia de la libertad religiosa. Éste es un derecho fundamental que, si se respeta, permite a los ciudadanos de actuar en base a valores arraigados en sus convicciones más profundas, contribuyendo así al bienestar de toda la sociedad. De este modo, los cristianos contribuyen, junto con los miembros de las otras religiones, a la promoción de la dignidad humana y la amistad entre las naciones.
A los australianos les gusta la discusión franca y cordial. Eso ha proporcionado un buen servicio al movimiento ecuménico. Un ejemplo puede ser el Acuerdo firmado en 2004 por los miembros del Consejo Nacional de las Iglesias en Australia. Este documento reconoce un compromiso común, indica objetivos, declara puntos de convergencia, sin pasar apresuradamente por encima de las diferencias. Un planteamiento como éste no sólo demuestra que es posible encontrar resoluciones concretas para una colaboración fructuosa en el presente, sino también que necesitamos proseguir pacientes discusiones sobre los puntos teológicos de divergencia. Es de desear que las deliberaciones, que haréis en el Consejo de las Iglesias y en otros foros locales, se vean alentadas por los resultados que ya habéis alcanzado.
Este año celebramos el segundo milenario del nacimiento de San Pablo, trabajador incansable en favor de la unidad en la Iglesia primitiva. En el pasaje de la Escritura que acabamos de escuchar, Pablo nos recuerda la inmensa gracia que hemos recibido al convertirnos en miembros del cuerpo de Cristo mediante el Bautismo. Este Sacramento, que es la puerta de entrada en la Iglesia y el «vínculo de unidad» para cuantos han renacido gracias a él (cf. Unitatis redintegratio, 22), es consiguientemente el punto de partida de todo el movimiento ecuménico. Pero no es el destino final. El camino del ecumenismo tiende, en definitiva, a una celebración común de la Eucaristía (cf. Ut unum sint, 23-24;45), que Cristo ha confiado a sus Apóstoles como el Sacramento por excelencia de la unidad de la Iglesia. Aunque hay todavía obstáculos que superar, podemos estar seguros de que un día una Eucaristía común subrayará nuestra decisión de amarnos y servirnos unos a otros a imitación de nuestro Señor. En efecto, el mandamiento de Jesús de «hacer esto en conmemoración mía» (Lc 22,19), está intrínsecamente ordenado a su indicación de «lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14). Por esta razón un sincero diálogo sobre el lugar que tiene la Eucaristía –estimulado por un renovado y atento estudio de la Escritura, de los escritos patrísticos y de los documentos de los dos milenios de la historia cristiana (cf. Ut unum sint, 69-70)– favorecerá indudablemente llevar adelante el movimiento ecuménico y unificar nuestro testimonio ante del mundo.
Queridos amigos en Cristo, creo que estaréis de acuerdo en considerar que el movimiento ecuménico ha llegado a un punto crítico. Para avanzar hemos de pedir continuamente a Dios que renueve nuestras mentes con la gracia del Espíritu Santo (cf. Rm 12,2), que nos habla por medio de las Escrituras y nos conduce a la verdad completa (cf. 2 P 1,20-21; Jn 16,13). Hemos de estar en guardia contra toda tentación de considerar la doctrina como fuente de división y, por tanto, como impedimento de lo que parece ser la tarea más urgente e inmediata para mejorar el mundo en el que vivimos. En realidad, la historia de la Iglesia demuestra que la praxis no sólo es inseparable de la didaché, de la enseñanza, sino que deriva de ella. Cuanto más asiduamente nos dedicamos a lograr una comprensión común de los misterios divinos, tanto más elocuentemente nuestras obras de caridad hablarán de la inmensa bondad de Dios y de su amor por todos. San Agustín expresó la interconexión entre el don del conocimiento y la virtud de la caridad cuando escribió que la mente retorna a Dios a través del amor (cf. De moribus Ecclesiae catholicae, XII,21), y que dondequiera que se ve la caridad, se ve la Trinidad (cf. De Trinitate, 8,8,12).
Por esta razón, el diálogo ecuménico no solamente avanza mediante un cambio de ideas, sino compartiendo dones que nos enriquecen mutuamente (cf. Ut unum sint, 28;57). Una «idea» está orientada al logro de la verdad; un «don» expresa el amor. Ambos son esenciales para el diálogo. Abrirnos nosotros mismos a aceptar dones espirituales de otros cristianos estimula nuestra capacidad de percibir la luz de la verdad que viene del Espíritu Santo. San Pablo enseña que en la koinonia de la Iglesia es donde nosotros tenemos acceso a la verdad del Evangelio y los medios para defenderla, porque la Iglesia está edificada «sobre el fundamento de los Apóstoles y los Profetas», teniendo a Jesús mismo como piedra angular (Ef 2,20).
En esta perspectiva podemos tomar en consideración quizás las imágenes bíblicas complementarias de «cuerpo» y de «templo», usadas para describir la Iglesia. Al emplear la imagen del cuerpo (cf. 1 Co 12,12-31), Pablo llama la atención sobre la unidad orgánica y sobre la diversidad que permite a la Iglesia respirar y crecer. Pero igualmente significativa es la imagen de un templo sólido y bien estructurado, compuesto de piedras vivas, que se apoyan sobre un fundamento seguro. Jesús mismo aplica a sí, en perfecta unidad, estas imágenes de «cuerpo» y de «templo» (cf. Jn 2,21-22; Lc 23,45; Ap 21,22). Cada elemento de la estructura de la Iglesia es importante; pero todos vacilarían y se derrumbarían sin la piedra angular que es Cristo. Como «conciudadanos» de esta «casa de Dios», los cristianos tienen que actuar juntos a fin de que el edificio permanezca firme, de modo que otras personas se sientan atraídas a entrar y a descubrir los abundantes tesoros de gracia que hay en su interior. Al promover los valores cristianos, no debemos olvidar de proclamar su fuente, dando testimonio común de Jesucristo, el Señor. Él es quien ha confiado la misión a los «apóstoles», es Él del que han hablado los «profetas», y es Él al que nosotros ofrecemos al mundo.
Queridos amigos, vuestra presencia hoy aquí me llena de la ardiente esperanza de que, continuando juntos en el arduo camino hacia la plena unidad, tendremos la fuerza de ofrecer un testimonio común de Cristo. Pablo habla de la importancia de los profetas en la Iglesia de los inicios; también nosotros hemos recibido una llamada profética mediante el Bautismo. Confío que el Espíritu abra nuestros ojos para ver los dones espirituales de los otros, abra nuestros corazones para recibir su fuerza y abra de par en par nuestras mentes para acoger la luz de la verdad de Cristo. Expreso mi viva gratitud a cada uno de vosotros por el compromiso de tiempo, enseñanza y talento que habéis prodigado al servicio de «un sólo cuerpo y un sólo espíritu» (Ef 4,4; cf. 1 Co 12,13) que el Señor ha querido para su pueblo y por el que ha dado su propia vida. Gloria y poder para Él por los siglos de los siglos. Amén.
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Discurso que dirigió Benedicto XVI en la fiesta de acogida de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebró en la tarde del jueves, 17 de Julio de 2008, en el muelle de Barangaroo.
Es una alegría poderos saludar aquí, en Barangaroo, a orillas de la magnífica bahía de Sydney, con el famoso puente y la Opera House. Muchos sois de este País, del interior o de las dinámicas comunidades multiculturales de las ciudades australianas. Otros venís de las islas esparcidas por Oceanía, y otros de Asia, del Oriente Medio, de África y de América. En realidad, bastantes de vosotros viene de tan lejos como yo, de Europa. Cualquiera que sea el País del que venimos, por fin estamos aquí, en Sydney. Y estamos juntos en este mundo nuestro como familia de Dios, como discípulos de Cristo, alentados por su Espíritu para ser testigos de su amor y su verdad ante los demás.
Deseo agradecer a los Ancianos de los Aborígenes que me han dado la bienvenida antes de subir al barco en la Rose Bay. Estoy muy emocionado al encontrarme en vuestra tierra, conociendo los sufrimientos y las injusticias que ha padecido, pero consciente también de la reparación y de la esperanza que se están produciendo ahora, de lo cual pueden estar orgullosos todos los ciudadanos australianos. A los jóvenes indígenas -aborígenes y habitantes de las Islas del Estrecho de Torres- y tokelaués les doy las gracias por la conmovedora bienvenida. A través de vosotros envío un cordial saludo a vuestros pueblos.
Señor Cardenal Pell, Señor Arzobispo Mons. Wilson: os doy las gracias por vuestras calurosas expresiones de bienvenida. Sé que vuestros sentimientos resuenan también en el corazón de los jóvenes reunidos aquí esta tarde y, por tanto, doy las gracias a todos. Veo ante mí una imagen vibrante de la Iglesia universal. La variedad de Naciones y culturas de las que provenís demuestra que verdaderamente la Buena Nueva de Cristo es para todos y cada uno; ella ha llegado a los confines de la tierra. Sin embargo, también sé que muchos de vosotros estáis aún en busca de una patria espiritual. Algunos, siempre bienvenidos entre nosotros, no sois católicos o cristianos. Otros, tal vez, os movéis en los aledaños de la vida de la parroquia y de la Iglesia. A vosotros deseo ofrecer mi llamamiento: acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal.
Esta tarde deseo incluir también a los que no están aquí presentes. Pienso especialmente en los enfermos o los minusválidos psíquicos, a los jóvenes en prisión, a los que están marginados por nuestra sociedad y a los que por cualquier razón se sienten ajenos a la Iglesia. A ellos les digo: Jesús está cerca de ti. Siente su abrazo que cura, su compasión, su misericordia.
Hace casi dos mil años, los Apóstoles, reunidos en la sala superior de la casa, junto con María (cf. Hch 1,14) y algunas fieles mujeres, fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hch 2,4). En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado, que ahora llamaban afectuosamente el Señor. Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepentíos, bautizaos, recibid el Espíritu Santo (cf. Hch 2,37-38). Fundada sobre la enseñanza de los Apóstoles, en la adhesión a ellos, en la fracción del pan y la oración (cf. Hch 2,42), la joven comunidad cristiana dio un paso adelante para oponerse a la perversidad de la cultura que la circundaba (cf. Hch 2,40), para cuidar de sus propios miembros (cf. Hch 2,44-47), defender su fe en Jesús ante en medio hostil (cf. Hch 4,33) y curar a los enfermos (cf. Hch 5,12-16). Y, obedeciendo al mandato de Cristo mismo, partieron dando testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte. En su famoso discurso en el areópago, San Pablo presentó su mensaje de esta manera: «Dios da a cada uno todas las cosas, incluida la vida y el respiro, de manera que todos lo pueblos pudieran buscar a Dios, y siguiendo los propios caminos hacia Él, lograran encontrarlo. En efecto, no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos» (cf. Hch 17, 25-28).
Desde entonces, hombres y mujeres se han puesto en camino para proclamar el mismo hecho, testimoniando el amor y la verdad de Cristo, y contribuyendo a la misión de la Iglesia. Hoy recordamos a aquellos pioneros -sacerdotes, religiosas y religiosos- que llegaron a estas costas y a otras zonas del Océano Pacífico, desde Irlanda, Francia, Gran Bretaña y otras partes de Europa. La mayor parte de ellos eran jóvenes -algunos incluso con apenas veinte años- y, cuando saludaron para siempre a sus padres, hermanos, hermanas y amigos, sabían que sería difícil para ellos volver a casa. Sus vidas fueron un testimonio cristiano, sin intereses egoístas. Se convirtieron en humildes pero tenaces constructores de gran parte de la herencia social y espiritual que todavía hoy es portadora de bondad, compasión y orientación a estas Naciones. Y fueron capaces de inspirar a otra generación. Esto nos trae al recuerdo inmediatamente la fe que sostuvo a la beata Mary MacKillop en su neta determinación de educar especialmente los pobres, y al beato Peter To Rot en su firme convicción de que la guía de una comunidad ha de referirse siempre al Evangelio. Pensad también en vuestros abuelos y vuestros padres, vuestros primeros maestros en la fe. También ellos han hecho innumerables sacrificios, de tiempo y energía, movidos por el amor que os tienen. Ellos, con apoyo de los sacerdotes y los enseñantes de vuestra parroquia, tienen la tarea, no siempre fácil pero sumamente gratificante, de guiaros hacia todo lo que es bueno y verdadero, mediante su ejemplo personal y su modo de enseñar y vivir la fe cristiana.
Hoy me toca a mí. Para algunos puede parecer que, viniendo aquí, hemos llegado al fin del mundo. Ciertamente, para los de vuestra edad cualquier viaje en avión es una perspectiva excitante. Pero para mí, este vuelo ha sido en cierta medida motivo de aprensión. Sin embargo, la vista de nuestro planeta desde lo alto ha sido verdaderamente magnífica. El relampagueo del Mediterráneo, la magnificencia del desierto norteafricano, la exuberante selva de Asia, la inmensidad del océano Pacífico, el horizonte sobre el que surge y se pone el sol, el majestuoso esplendor de la belleza natural de Australia, todo eso que he podido disfrutar durante dos días, suscita un profundo sentido de temor reverencial. Es como si uno hojeara rápidamente imágenes de la historia de la creación narrada en el Génesis: la luz y las tinieblas, el sol y la luna, las aguas, la tierra y las criaturas vivientes. Todo eso es «bueno» a los ojos de Dios (cf. Gn 1, 1-2. 2,4). Inmersos en tanta belleza, ¿cómo no hacerse eco de las palabras del Salmista que alaba al Creador: «!Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,2)?
Pero hay más, algo difícil de ver desde lo alto de los cielos: hombres y mujeres creados nada menos que a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). En el centro de la maravilla de la creación estamos nosotros, vosotros y yo, la familia humana «coronada de gloria y majestad» (cf. Sal 8,6). ¡Qué asombroso! Con el Salmista, susurramos: «Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (cf. Sal 8,5). Nosotros, sumidos en el silencio, en un espíritu de gratitud, en el poder de la santidad, reflexionamos.
Y ¿qué descubrimos? Quizás con reluctancia llegamos a admitir que también hay heridas que marcan la superficie de la tierra: la erosión, la deforestación, el derroche de los recursos minerales y marinos para alimentar un consumismo insaciable. Algunos de vosotros provienen de islas-estado, cuya existencia misma está amenazada por el aumento del nivel de las aguas; otros de naciones que sufren los efectos de sequías desoladoras. La maravillosa creación de Dios es percibida a veces como algo casi hostil por parte de sus custodios, incluso como algo peligroso. ¿Cómo es posible que lo que es «bueno» pueda aparecer amenazador?
Pero hay más aún. ¿Qué decir del hombre, de la cumbre de la creación de Dios? Vemos cada día los logros del ingenio humano. La cualidad y la satisfacción de la vida de la gente crece constantemente de muchas maneras, tanto a causa del progreso de las ciencias médicas y de la aplicación hábil de la tecnología como de la creatividad plasmada en el arte. También entre vosotros hay una disponibilidad atenta para acoger las numerosas oportunidades que se os ofrecen. Algunos de vosotros destacan en los estudios, en el deporte, en la música, la danza o el teatro; otros tienen un agudo sentido de la justicia social y de la ética, y muchos asumen compromisos de servicio y voluntariado. Todos nosotros, jóvenes y ancianos, tenemos momentos en los que la bondad innata de la persona humana -perceptible tal vez en el gesto de un niño pequeño o en la disponibilidad de un adulto para perdonar- nos llena de profunda alegría y gratitud.
Sin embargo, estos momentos no duran mucho. Por eso, hemos de reflexionar algo más. Y así descubrimos que no sólo el entorno natural, sino también el social -el hábitat que nos creamos nosotros mismos- tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión».
Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.
Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.
Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.
Por tanto, esta tarde deseo recordar brevemente algo de nuestra comprensión del Bautismo, antes de que mañana consideremos el Espíritu Santo. El día del Bautismo, Dios os ha introducido en su santidad (cf. 2 P 1,4). Habéis sido adoptados como hijos e hijas del Padre y habéis sido incorporados a Cristo. Os habéis convertido en morada de su Espíritu (cf. 1 Co 6,19). Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99).
Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. Cómo cristianos, estáis en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz (cf. ibíd., 100).
La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe "dejar en el banquillo", y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.
Y ¿que decir de nuestro entorno social? ¿Estamos suficientemente alerta ante los signos de que estamos dando la espalda a la estructura moral con la que Dios ha dotado a la humanidad (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, 8)? ¿Sabemos reconocer que la dignidad innata de toda persona se apoya en su identidad más profunda -como imagen del Creador- y que, por tanto, los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia?
Queridos amigos, la creación de Dios es única y es buena. La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable. Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo. Habéis sido recreados en el Bautismo y fortalecidos con los dones del Espíritu en la Confirmación precisamente para dar testimonio de esta realidad. Que sea éste el mensaje que vosotros llevéis al mundo desde Sydney.
[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en italiano, francés, alemán, español, y portugués. En español, dijo:]
Queridos jóvenes de lengua española, la misión de ser testigos del Señor en todos los lugares de la tierra es una apasionante tarea, que exige acoger su Palabra e identificarse con Él, compartiendo con los demás la alegría de haber encontrado al verdadero amigo que nunca defrauda. Que este reto agrande vuestra generosidad. Un saludo muy cordial a todos.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Discurso que dirigió Benedicto XVI en la ceremonia de bienvenida que le ofrecieron el jueves, 17 de Julio de 2008, las autoridades australianas en el Palacio del Gobierno de Sydney.
Ilustrísimos señores y señoras,
queridos amigos australianos:
Os saludo hoy con gran alegría. Deseo agradecer al Gobernador General, el General Mayor Michael Jeffery, y al Primer Ministro Rudd el honor que me hacen con su presencia en esta ceremonia, así como la bienvenida que me han deparado de forma tan cortés. Como sabéis, he podido disponer de algún día de descanso desde mi llegada a Australia el domingo pasado. Estoy muy agradecido por la hospitalidad que me han brindado. Ahora me dispongo a tomar parte esta tarde en la ceremonia de "bienvenida al País" de la población indígena y celebrar después los grandes eventos que son objeto de mi Visita Apostólica a esta Nación: la XXIII Jornada Mundial de la Juventud. Con tantos miles de jóvenes que visitan Australia en estos días, es obligado reflexionar sobre qué tipo de mundo estamos transmitiendo a las futuras generaciones. Según la letra de vuestro himno nacional, esta tierra "abunda en dones naturales, de una belleza rica y rara". Las maravillas de la creación de Dios nos recuerdan la necesidad de proteger el ambiente y llevar a cabo una administración responsable de los bienes de la tierra. A este respecto, noto que Australia se está comprometiendo seriamente para afrontar la propia responsabilidad de cuidar el ambiente natural. De la misma forma, con respecto al ambiente humano, este País ha sostenido generosamente operaciones internacionales para el mantenimiento de la paz, contribuyendo a la resolución de los conflictos en el Pacífico, en Asia del Sureste y en otros lugares. A causa de las muchas tradiciones religiosas representadas en Australia, éste es un territorio particularmente fértil para el diálogo ecuménico e interreligioso. Durante mi estancia, espero con ilusión encontrar a los representantes locales de las diferentes comunidades cristianas y de otras religiones, para animar este compromiso importante, signo de la acción reconciliadora del Espíritu, que nos empuja a buscar la unidad en la verdad y en la caridad. © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Alguien podría preguntarse qué es lo que mueve a miles de jóvenes a emprender un viaje, para muchos de ellos largo y cansado, para participar en un acto de este tipo. Desde la primera Jornada Mundial de la Juventud, en 1986, ha resultado evidente que muchos jóvenes valoran la oportunidad de congregarse para profundizar en la propia fe en Cristo y compartir con otros una experiencia gozosa de comunión en su Iglesia. Desean escuchar la palabra de Dios y aprender más sobre su fe cristiana. Tienen deseos de participar en un evento que pone de relieve los grandes ideales que los inspiran, y regresan a sus casas repletos de esperanza, renovados en su decisión de construir un mundo mejor. Es para mí una alegría estar con ellos, rezar con ellos y celebrar la Eucaristía junto con ellos. La Jornada Mundial de la Juventud me llena de confianza ante el futuro de la Iglesia y el futuro de nuestro mundo.
Es particularmente oportuno celebrar aquí la Jornada Mundial de la Juventud, dado que la Iglesia en Australia, además de ser la más joven entre las Iglesias de los diversos continentes, es también una de las más cosmopolita. Desde la llegada aquí de los primeros europeos a finales del siglo XVIII, este País se ha convertido en la morada no sólo de generaciones de emigrantes europeos, sino también de personas de cualquier rincón del mundo. La inmensa diversidad de la población australiana de hoy da un vigor especial a la que podría considerarse aún, comparándola con la mayor parte del resto del mundo, una nación joven. Sin embargo, miles de años antes de la llegada de los colonos occidentales, los únicos habitantes de este territorio eran personas originales del País, aborígenes e isleños del Estrecho de Torres. Su antigua herencia forma parte esencial del panorama cultural de la Australia moderna. Gracias a la audaz decisión del Gobierno australiano de reconocer las injusticias cometidas en el pasado contra los pueblos indígenas, se están dando ahora pasos concretos con el fin de alcanzar una reconciliación basada en el respeto recíproco. Justamente estáis tratando de colmar la diferencia entre los australianos indígenas y los no indígenas en lo que se refiere a la expectativa de vida, los planes educativos y las oportunidades económicas. Este ejemplo de reconciliación da esperanza en todo el mundo a los pueblos que anhelan ver consolidados sus derechos, así como reconocida y promovida su aportación a la sociedad.
Entre los colonos que venían de Europa había siempre una proporción significativa de católicos, y debemos estar justamente orgullosos por su contribución en la construcción de la Nación, en particular en los campos de la educación y la sanidad. Una de las figuras eminentes de la historia de este País es la Beata Mary Mackillop, ante cuya tumba rezaré después hoy mismo. Sé que su perseverancia frente a la adversidad, sus intervenciones para defender a cuantos eran tratados injustamente y su ejemplo concreto de santidad han llegado a ser fuente de inspiración para todos los australianos. Generaciones de australianos tienen motivos para agradecer a ella, a las Religiosas de san José del Sagrado Corazón y a otras congregaciones religiosas la red de escuelas que han fundado aquí, así como también el testimonio de la vida consagrada. En el actual contexto más secularizado, la comunidad católica sigue ofreciendo una contribución importante a la vida nacional, no sólo a través de la educación y la sanidad, sino de modo especial indicando la dimensión espiritual de las cuestiones más relevantes del debate contemporáneo.
Sin embargo, estoy aquí ante todo para reunirme con los jóvenes, tanto de Australia como de cualquier otra parte del mundo, y para rezar por una renovada efusión del Espíritu Santo sobre todos los que tomarán parte en nuestras celebraciones. El tema elegido para la Jornada Mundial de la Juventud de 2008 está tomado de las palabras dirigidas por Jesús mismo a sus discípulos, tal como aparecen en los Hechos de los Apóstoles: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo para ser mis testigos... hasta los confines del mundo" (1,8). Pido para que el Espíritu Santo otorgue una renovación espiritual a este País, al pueblo australiano, a la Iglesia en Oceanía y realmente hasta los extremos de la tierra. Los jóvenes hoy se encuentran ante una variedad desconcertante de opciones de vida, de modo que a ellos a veces les resulta arduo saber cómo encauzar mejor sus ideales y su energía. Es el Espíritu quien da la sabiduría para discernir el sendero justo y el valor para recorrerlo. Él corona nuestros pobres esfuerzos con sus dones divinos, como el viento, que, inflando las velas, hace avanzar la nave mucho más de lo que los pescadores logran con la fatiga de su remar. Así el Espíritu hace posible que los hombres y mujeres de cada lugar y de cada generación lleguen a ser santos. Que por obra del Espíritu los jóvenes reunidos para la Jornada Mundial de la Juventud tengan la audacia de llegar a ser santos. Esto es de lo que tiene necesidad el mundo, más que de cualquier otra cosa.
Queridos amigos australianos, una vez más agradezco la calurosa bienvenida y me dispongo con alegría a transcurrir estos días con vosotros y con los jóvenes de todo el mundo. Dios bendiga a los que estáis aquí presentes, a todos los peregrinos y a los habitantes de este País. Y bendiga siempre y proteja a la Commonwealth de Australia.
[Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
VATICANO - “AVE MARÍA” por Mons. Luciano Alimandi - Donde “se detiene” María, reina la paz
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En este año 2008, se celebran los 150 años de las apariciones de la Virgen de Lourdes. En todos estos años un flujo constante de peregrinos se ha puesto en marcha hacia ese lugar de gracia, para honrar a la Madre de Dios. Todos los lugares “vistados” por la Virgen María guardan, de manera misteriosa, el “toque” particular de su paso en medio de nosotros. Es como si María, en una perenne “visitación” de pueblos y de naciones, de vez en cuando se detuviese, como cuando se detuvo en casa de su parienta Isabel para quedarse cerca de tres meses (Cf. Lc 1,56).
Donde María “se detiene”, en ese lugar suceden milagros: en Caná, en Lourdes, en Fátima... la Virgen presenta a su Hijo nuestras necesidades, le dirige la palabra suplicante, que tiene el poder de obtener aquello que, de otra manera, sería imposible recibir. “Nada es imposible para Dios” (Lc 1,37) le dijo el Arcángel Gabriel el día del Gran Anuncio, y la humilde sierva de Nasareth jamás tuvo dudas al respecto.
Donde María “se detiene”, se hace visible que existe y perdura una abundancia de paz, de serenidad, y se percibe como en un clima de eternidad, como si el tiempo se detuviese, como si todo se hiciese aparte para dejar lugar a una Presencia del Cielo, la de la Virgen que trae consigo y nos revela la Presencia del Hijo.
“Venid a mí vosotros que estáis cansados y sobrecargados, que yo os daré descanso” (Mt 11,28), estas palabras de Jesús se “encarnan” en lugares como Lourdes, que ofrecen al peregrino de cualquier edad, estado y condición, la paz del corazón que el mundo no puede dar porque no la conoce. Es esta doble Presencia, del Hijo y de la Madre, que hacen de Lourdes, como de todo otro Santuario mariano, un lugar donde “descansar” la mente y el corazón de los afanes que con frecuencia invaden nuestras semanas. Quien va en peregrinación a Lourdes no se cansa de regresar por primera, segunda, enésima vez, ya que cada “visita” a María está acompañada de diversas gracias. Dios, en su omnipotente bondad, no es nunca repetitivo: como el surgir del sol que, pareciendo siempre el mismo es siempre distinto, así también la “visita” de su gracia en nosotros es siempre nueva.
La Virgen recibió una tarea única e inigualable, ningún otro santo como Ella puede visitar pueblos y naciones para “detenerse” en dichos lugares particularmente necesitados. Su permanencia permite al Hijo realizar milagros: sanar las almas y los cuerpos, convertir y santificar, bendecir y perdonar; en otras palabras, transformar el agua de nuestra miseria y superficialidad en el vino de Su divina misericordia y longanimidad. ¡Qué gran privilegio es “visitar” a María, que nos ha visitado a nosotros, que se ha “detenido” en medio de nosotros para escuchar a cada uno, susurrándole al corazón “tu eres mi hijo”!
La maternidad universal de María se vuelve “visible” en lugares como Lourdes, donde llegan personas de toda la tierra para encontrar protección y guía en Ella, que el Señor eligió como Madre suya y nuestra.
Delante de la gruta de Lourdes, donde Nuestra Señora se apareció a Bernardette por primera vez el 11 de febrero y por última vez el 16 de julio de 1858, hay un flujo constante de peregrinos que se detienen en devota oración, que “fluyen” bajo esa gruta casi como imitando la corriente del río Gave, que a pocos metros se hace sentir dulcemente. Delante de esa gruta, el peregrino tiene la impresión de percibir un llamado a dejarse transportar por la “corriente” de gracia, de “dejarse llevar”, de no resistir a lo que hace verdaderamente feliz al corazón, en el vivir dulcemente en la paz de Dios.
La Inmaculada de Lourdes nos invita a hacer de nuestra vida en este mundo un continuo vivir en Dios, a través de una vida hecha de oración, nutrida por los sacramentos, en la escuela del amor a Dios y al prójimo. Si escuchamos su voz, no nos arrepentiremos. Si “hacemos lo que Jesús nos dice” (cf. Jn 2,5), “veremos” el milagro de un cambio en nuestra vida: el más grande milagro que Dios ama realizar y que no excluye a ninguno, sobretodo si es Su Madre Santísima la que se lo solicita. Nuestra Señora de Lourdes, ¡ruega por nosotros! (Agencia Fides 16/7/2008)
Editorial San Pablo nos envía las novedades pertenecientes a julio y Agosto de 2008.
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Libro Religioso - Agendas LIBRO AGENDA 2009 Equipo San Pablo, Álvaro Santos (Coord.)
Libro Religioso - Agendas LIBRO AGENDA BOLSILLO 2009 Álvaro Santos (Coord.), Equipo San Pablo
Libro Religioso - Agendas LIBRO CALENDARIO BÍBLICO-LITÚRGICO 2009 (CICLO B) J. Bohajar y Equipo de Liturgia de las Hermanas Benedictinas de la Fuensanta
Libro Religioso - Agendas LIBRO EVANGELIO 2009 - LETRA GRANDE Equipo San Pablo
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BOLETÍN 294
Se está desarrollando el Encuentro Mundial de la Juventud en Sydney, Australia hasta el 20 de julio. Alrededor de cinco mil jóvenes españoles están disfrutando de esta experiencia junto al Santo Padre. Desde Tenerife, han partido cinco jóvenes junto a su párroco, José Estévez, pertenecientes a la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en Los Cristianos.
Por otro lado, doce jóvenes canarios del Camino Neocatecumenal están en Sydney formando parte de los miles de peregrinos católicos que participan en la Jornada Mundial de la Juventud. Pablo González Martín es el único representante de Tenerife de este grupo. Junto a él hay dos de La Palma y nueve de Gran Canaria. Todos ellos se han integrado en el grupo de 60 personas de Madrid.
En COPE Tenerife y La Palma, así como en Popular TV-Tenerife pueden seguir los principales actos que están teniendo lugar en Sydney a través de los enviados especiales del grupo COPE
Durante los días 17, 18 y 19 de julio, se desarrollará el tercer curso que el Instituto Superior de Teología de Tenerife (ISTIC) ha previsto para su IV Escuela de Verano. El mismo llevará por título: “La Historia de la Iglesia en Canarias: aspectos básicos e introductorios” y estará dirigido por Miguel Ángel Navarro, profesor de Historia de la Iglesia en el Instituto de Teología de Tenerife. Los horarios de las jornadas serán de 17:00 a 21:00 horas y el sábado de 10:00 a 13:00 horas. El próximo curso será en septiembre (15, 16 y 17) y abordará la cuestión: “Orígenes, presente y futuro del Catecumenado”. El encargado de impartir dicho curso será Jordi D’Arquer, miembro del Consejo Asesor del Secretariado de Catequesis. Todos aquellos interesados en participar en estas jornadas pueden abrir su matrícula en el ISTIC.
Cáritas Diocesana ha organizado para el 18 de julio, a las 19:00 horas, en el Seminario Diocesano, un encuentro con Benoit Boulange, uno de los responsables de Cáritas Mauritania. Esta iniciativa se encuadra dentro de las diferentes acciones que llevan en conjunto las dos Cáritas (Tenerife-Mauritania) y está abierta a cualquier persona interesada. Desde hace unos años Cáritas Diocesana de Tenerife viene financiando varios proyectos en las zonas rurales de Brakna Sur y el Aftout.
Un día más tarde, Boulange viajará a La Palma para tener allí un encuentro similar. Será en el monasterio del Císter, en Breña Alta, de 10:00 a 12:30 horas.
Un grupo aproximado de 50 personas de la Diócesis Nivariense participarán, junto al obispo Bernardo Álvarez, en la denominada “Ruta de San Pablo”. Del 17 al 31 de julio visitarán Tarso y otras zonas de Turquía en donde el Santo dejó huella.
La Universidad de Verano de La Gomera organiza los días 28 y 29 de Julio un curso titulado: Hacía la paz desde los monoteísmos, las religiones. El mismo estará dirigido por Manuel E. Barrios Prieto, Doctor en Teología (Pontificia Universidad Gregoriana de Roma). Licenciado en Psicología Clínica (UNED). Master en Psicoterapia (Comillas) y Sacerdote. Entre sus numerosos ponentes se encuentra Mons. José María Serrano Ruiz, Presidente de la Corte de Apelación del Vaticano.
La sección de la Adoración Nocturna de Icod de los Vinos cumplió el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, el 69 aniversario de su constitución. Para conmemorar esta efeméride, en la parroquia de San Marcos Evangelista de Icod de los Vinos, tuvo lugar la exposición del Santísimo Sacramento, el rezo del Santo Rosario y vísperas. Posteriormente, se desarrolló la Eucaristía.
Por otro lado, el próximo 19 de julio, en Buenavista del Norte, la Adoración Nocturna celebrará la fiesta de Las Espigas. Todas las secciones de este movimiento se reunirán con el fin de dar gracias a Dios por el fruto de las cosechas. A las 17:00 horas tendrá lugar la procesión y posteriormente la Eucaristía.
Esta semana se cumplió el aniversario del martirio de los 40 jesuitas que iban al Brasil para anunciar el evangelio. Por tal motivo, se celebró una Eucaristía en honor a estos mártires de Tazacorte. Posteriormente, tuvo lugar la procesión con la urna que alberga diversas reliquias de los santos fallecidos.
La fundación venezolana Nuestra Señora de La Candelaria, continúa llevando adelante acciones para llevar a buen puerto, con la ayuda técnica y de asesoramiento del obispado en la localidad de Teques -al suroeste de Caracas-, un proyecto para la construcción de una Casa de Acogida destinada a los ancianos más necesitados procedentes del Archipiélago Canario. Con tal motivo estos días, sus responsables desarrollaron una reunión con el presidente del Cabildo de El Hierro.
El Vicario de Economía ha desarrollado con responsables de Patrimonio del Cabildo de Tenerife una reunión de trabajo a fin de evaluar el desarrollo de las obras en el presente curso y planificar el futuro inmediato en esta área.
La parroquia de Las Nieves, en Finca España, ha sido el lugar elegido para realizar el encuentro de fin de curso de los tres proyectos de Mayores de Cáritas Diocesana. El Vicario General, Antonio Pérez, preside la Eucaristía a la que sigue un encuentro fraterno.
Por su parte, el Santuario de Las Nieves, en La Palma, ya ha editado el cartel y el programa de las próximas fiestas de la Patrona Palmera, cuyo día central será el próximo cinco de agosto.
Ángel Luis Pérez, celebrará sus bodas de plata sacerdotales el próximo 31 de julio, a las 20:30 horas, en San José (Breña Baja) y el 2 de agosto, a las 19:00 horas en San Pedro (Breña Alta).
La Fundación Caja Rural-Pedro Modesto Campos, representada por Ricardo Isidro, y la Organización Manos Unidas, representada por la presidenta-delegada provincial en Santa Cruz de Tenerife, Gracia Zárate, han suscrito un convenio de colaboración por el que la primera entidad colaborará económicamente en el proyecto de construcción de una maternidad en Touba (Mali), que Manos Unidas emprende para la mejora de la salud de la población, atendiendo a más de 7200 personas.
El Apostolado del Mar de la Diócesis Nivariense ha celebrado esta semana, la festividad de la Virgen del Carmen y el Día de la Gente del Mar.
El Puerto de la Cruz celebró el día grande de sus fiestas de julio con el acto de la Embarcación de la Virgen del Carmen y San Telmo que este año cumplió su 87 aniversario.
Además, el Puerto de la Cruz desarrolló uno de sus actos más solemnes y tradicionales del programa religioso de las fiestas de julio: La Eucaristía y la procesión del Gran Poder de Dios que este año cumplió 114 años de historia.
Ni que decir tiene que en numerosos municipios costeros y no costeros, la celebración del Carmen congregó a numerosos devotos. Así ocurrió, por ejemplo en Santa Cruz de La Palma, San Sebastián de la Gomera, La Restinga, etc.
El calendario festivo estivan es intenso, ahora, pronto comienzan otras celebraciones en honor de Santa Ana o el apóstol Santiago.
La cofradía de la Flagelación de La Laguna celebró un acto de hermanamiento con la Esclavitud del Cristo de la Columna de La Orotava con motivo de sus 250 años de historia. La misa la oficiaron en la iglesia de San Juan Bautista los párrocos Pedro Jorge Benítez y José González, y presidió Juan Ponte Méndez.
La imagen de piedra de la Virgen de la Milagrosa que se encuentra detrás de la ermita de la Virgen del Carmen, en la Cruz del Carmen, ha sido restaurada recientemente por el escultor canario, Fernando Mena.
El movimiento “Juventud Estudiante Católica” (JEC) se encuentra celebrando los 60 años de su nacimiento. Dentro de los actos programados para festejar estas seis décadas de historia, destaca el encuentro que van a tener todos los miembros del movimiento, el 26 de julio, a las 18:00 horas, en el seminario menor de Palencia, dentro de la XXXIV Asamblea General de Militantes.
El próximo 26 de julio, en la ermita de San Cristóbal, en La Laguna, tendrá lugar una Eucaristía en sufragio de todos los fallecidos en accidente de tráfico. Dicha celebración se desarrollará a partir de las 12:00 horas.
Juan Jáuregui nos ofrece materiales muy prácticos para las diversas actividades pastorales de una parroquia.
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Un saludo.
Juan Jáuregui
Casa Parroquial
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AMERICA/VENEZUELA - Mensaje de los Obispos a los 40 años de la II Conferencia General de Medellín de donde surgió “un compromiso de renovación profunda y la necesidad de una mayor presencia y diálogo con el mundo”Los cuarenta años de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín (Fides)
Los cuarenta años de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín
Mensaje de la Conferencia Episcopal Venezolana
Introducción
Del 26 de agosto hasta el 7 de septiembre de 1968 tuvo lugar en la ciudad de Medellín (Colombia) la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Días antes, el 24 de agosto, Pablo VI, primer Papa que visitaba América Latina, desde la Catedral de Santafé de Bogotá, en el marco de la celebración del 39º Congreso Eucarístico Internacional, dirigió un saludo anticipado a las delegaciones de obispos presentes para la magna asamblea. En este año 2008 se cumplen, pues, cuarenta años de este acontecimiento tan significativo para la vida de la Iglesia en nuestra región. Por eso los Arzobispos y Obispos de Venezuela, en unión con los demás miembros del pueblo de Dios, al recordar estas importantes efemérides, se unen al gozo que experimenta la Iglesia en América Latina, que camina, impulsada por el Espíritu, en la fe en Jesucristo, como signo e instrumento de salvación para los habitantes de este “continente de la esperanza”.
A la luz del Concilio Vaticano II y de la realidad latinoamericana
La decisión de celebrar una II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se fraguó al calor del Concilio Vaticano II. En las postrimerías del Concilio, en 1965, tuvieron lugar en Roma encuentros entre los obispos latinoamericanos para acordar y pedir al Papa la celebración de dicha conferencia, que permitiera la adaptación del Concilio a la realidad de nuestra Iglesia en América Latina. Así, pues, Medellín nació, se preparó y realizó como fruto de una coincidencia histórica de dos hechos significativos: Primero, el impacto histórico, renovador, del Concilio Vaticano II que acababa de clausurarse el 7 de diciembre de 1965; segundo, los comienzos del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, que había sido creado en 1955 en Río de Janeiro (Brasil), en el marco de la primera Conferencia General y que ayudó a moldear, incluso antes del Vaticano II, la fisonomía de una identidad eclesial latinoamericana como misterio de comunión al servicio del pueblo de Dios. Estos dos hechos constituyeron el fértil terreno que hizo madurar el fruto de Medellín.
Es preciso recordar que el Concilio fue el principio inspirador e iluminador de esta Conferencia, con miras sobre todo a su aplicación en nuestro continente; el enunciado del tema, acogido después como título de los documentos resultantes, lo expresa claramente: La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II. La fuerza y la novedad la suministraba, en amplia medida, el Concilio, especialmente a través de la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes, de la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, así como los otros documentos del mismo Concilio. Y, con la creación del CELAM, aunque todavía se encontrara en una etapa inicial, se contaba ya con una caja de resonancia y un motor al servicio de pueblos unidos por la Iglesia, con la viva conciencia de su responsabilidad histórica en el anuncio profético del Evangelio.
Un tercer elemento, no menos importante, que va a determinar la convocatoria, preparación, desarrollo y conclusiones de la II Conferencia lo constituye la situación social, política y económica de los pueblos de América Latina en ese entonces. La miseria y la marginación de grandes masas se consideraba fruto de las injusticias y desigualdades, y producía serios interrogantes a la acción pastoral de la Iglesia y demandaba respuestas decisivas. Muchos de los gobiernos del continente eran dictaduras o sistemas autoritarios, y cundía el militarismo. A la par que varias naciones sufrían el impacto y el desgaste de guerrillas de signo ideológico marxista, alentados por la experiencia de la revolución cubana. Por otra parte, en el seno mismo de la Iglesia, particularmente en América Latina, había sido considerable el impacto de la encíclica del Papa Pablo VI, Populorum progressio, de tanta apertura social, que condenaba severamente tanto al marxismo como al capitalismo y sus concepciones acerca del hombre y del desarrollo, y que propugnaba el concepto de desarrollo integral, fundado en una concepción del hombre basada en una antropología coherente y con mucha solidez teórica y doctrinal, muy diversa de la pobreza conceptual que deriva de las ideologías; esto daba consistencia a la doctrina social de la Iglesia que tanta relevancia había adquirido en esos años.
Preparación y desarrollo
Una vez convocada por el Papa la II Conferencia, la directiva del CELAM se dedicó a la preparación de la asamblea con la colaboración activa de un equipo multidisciplinar. Se elaboró un documento base. Éste fue enviado a todas las Conferencias Episcopales para recoger sus reacciones, que fueron muy variadas, y posteriormente se hizo una nueva redacción. En dicho documento, tras la introducción general, se presentaba la realidad latinoamericana en sus diversas facetas, complementada por anexos de corte estadístico que sustentaban la visión; se esbozaba luego una reflexión teológica en la que aparecían ya grandes temas abordados posteriormente en la Conferencia (Reino de Dios como horizonte último, la liberación en su comprensión amplia y teológica) y se apuntaban las líneas pastorales que serían enriquecidas en Medellín mismo.
Finalmente, durante casi dos semanas, los obispos asistentes a la asamblea deliberaron con la ayuda de expertos. La metodología seguida en Medellín fue de gran importancia. Se abría un nuevo esquema mental basado en el -al mismo tiempo clásico- ver, juzgar y actuar. Se comenzó con la reflexión sobre los signos de los tiempos en América Latina, para pasar enseguida a una lectura teológica de los mismos y a sus consecuencias pastorales: la Iglesia que mira hacia el mundo, la Iglesia en su misión evangelizadora y la Iglesia en su propias estructuras. Para la discusión se presentaron siete ponencias. Al final se aprobaron dieciséis documentos agrupados en tres áreas: la promoción humana (justicia, paz, familia y demografía, educación, juventud), la evangelización y el crecimiento en la fe (pastoral de las masas, pastoral de élites, catequesis, liturgia) y la Iglesia visible y sus estructuras (laicos, sacerdotes, religiosos, formación del clero, pobreza de la Iglesia, pastoral de conjunto, colegialidad, medios de comunicación social).
Ideas fundamentales de Medellín
Las ideas fundamentales que durante la preparación, discusión y en las conclusiones, aparecen como características de Medellín, son las siguientes:
La vocación del hombre a su desarrollo integral: Cada hombre es portador de una “semilla divina” que ha sido plantada en él desde el comienzo. Debe desarrollarla hasta la plenitud final en el encuentro definitivo con el Señor de la gloria. Esto exige del creyente una fidelidad personal a la llamada divina. Pero exige también la creación de ciertas condiciones de vida –sociales, económicas y políticas- que hagan posible al hombre su desarrollo integral, participando activamente en los bienes de la civilización y de la cultura, pasando de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. En Medellín la Iglesia latinoamericana centró su atención en el hombre de un continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico, lleno de opresiones, injusticias y marginación. La Iglesia ha buscado comprender este momento histórico a la luz de la palabra, que es Cristo, en quien se manifiesta el misterio del hombre.
La idea de una salvación integral que abarca la totalidad del hombre y del mundo: Esta salvación –que la Iglesia ofrece como signo e instrumento- exige la liberación total del hombre de la servidumbre del pecado y sus consecuencias (ignorancia, opresión, miseria, hambre y muerte) y la incorporación de la vida nueva por la gracia, principio y germen de eternidad. La Iglesia en América Latina mira al hombre concreto, pequeño y frágil, pobre y oprimido, pero rico en posibilidades y esperanzas, y le entrega la totalidad vital del mensaje de salvación: le anuncia el evangelio del Reino, lo congrega en la unidad de la Eucaristía, lo hace partícipe de los frutos del Espíritu.
La Iglesia se manifiesta como sacramento de unidad y al servicio del pueblo de Dios: Ella expresa y realiza en el tiempo la comunión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Lleva a los hombres a la unión íntima con Dios por la Palabra y el Sacramento. Asume las aspiraciones de los hombres a la unidad y los congrega en el único Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Para hacer esto una realidad más tangible se requiere de una profunda renovación de las estructuras eclesiales. En esta línea, Medellín propone asumir las comunidades cristianas de base como “el primero y fundamental núcleo eclesial”, que permita el trato personalizado y fraterno de sus miembros, y exhorta a una renovación de la pastoral que abarque las estructuras diocesanas, la parroquia y demás instancias eclesiales a partir de una visión de conjunto y de una planificación, que incida en la praxis y eficacia de la acción evangelizadora de la Iglesia.
Herencia y vigencia de Medellín
La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano constituye un hito fundamental en la historia y en la pastoral de la Iglesia en nuestra región. Los obispos se propusieron encaminar a la Iglesia hacia la búsqueda de una nueva y más intensa presencia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II. De allí surgió un compromiso de renovación profunda y la necesidad de una mayor presencia y diálogo con el mundo. A la luz del Evangelio, del Concilio Vaticano II y del magisterio pontificio, la Iglesia escrutó e interpretó “los signos de los tiempos” en América Latina. Asumió así su misión salvadora en orden a la promoción integral del hombre latinoamericano. Analizó sus formas de evangelización y decidió revisar sus estructuras visibles y promover una pastoral coordinada.
Medellín dio impulso al concepto y la vivencia de la colegialidad episcopal en América Latina, comenzada trece años antes en Río de Janeiro. En este sentido, la Iglesia latinoamericana, digna heredera del espíritu del Concilio Plenario de Roma, realizado en las postrimerías del siglo XIX, fue pionera en la recuperación de esta dimensión teológica del episcopado, puesta de manifiesto expresamente en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II. Las siguientes Conferencias (Puebla 1979, Santo Domingo 1993 y Aparecida 2007) continuarán las sendas de renovación pastoral de la Iglesia latinoamericana y su compromiso con la promoción integral del hombre trazadas en la II Conferencia. Medellín hizo posible que la Iglesia en América Latina tuviera un mayor reconocimiento, particularmente desde Europa, en cuanto a su propia identidad.
Medellín llamó la atención sobre la pobreza injusta como uno de los hechos más resaltantes de la realidad latinoamericana: “Muchos tienen poco y pocos tienen mucho” (Papa Pablo VI). Hizo una lectura teológica de esta realidad y afirmó que la miseria es una injusticia que clama al cielo, por lo tanto, es pecado, y la liberación de la pobreza es salvación. La lucha contra la injusticia social por parte de los cristianos pertenece a la esencia de la fe. La indiferencia y la explotación son, por el contrario, incompatibles con la fe en Jesucristo. Medellín puso las bases de la opción preferencial por los pobres, realizada por la Iglesia latinoamericana en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979) y significó un estímulo a la llamada “teología de la liberación”. Se dio así inicio a un proceso renovador que produjo grandes tensiones al interior de la Iglesia en América Latina, no exento de interpretaciones ideológicas y radicales, de retrocesos y repliegues, y también de necesarias clarificaciones por parte del magisterio, pero, al mismo tiempo, con frutos bastantes positivos en el campo de la acción social y del compromiso de los cristianos con la transformación y la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Aunque destaca la importancia del ministerio ordenado (obispos, presbíteros, diáconos) como servicio indispensable en la Iglesia y la del laicado organizado, Medellín propuso constituir a la ‘comunidad de base’ en la célula fundamental de la Iglesia, con ello pretendió fomentar la participación amplia de los fieles en la tarea evangelizadora de la Iglesia y en la promoción humana, en un ambiente de acogida fraterna, con un mayor sentido de pertenencia e identidad como miembros del pueblo de Dios, con pastores (obispos y sacerdotes) más cercanos. En este sentido las estructuras eclesiales (diócesis, parroquias) y los movimientos y grupos apostólicos, en el marco de una pastoral planificada y coordinada (pastoral de conjunto), debían ordenarse a la creación y sostenimiento de las comunidades de base. Y aunque los logros alcanzados están muy lejos de lo deseado, ciertamente esta decisión de Medellín produjo un vuelco total en el estilo de la pastoral tradicional. Después de cuarenta años, las comunidades de base y la pastoral de conjunto continúan siendo uno de los mayores retos que se presentan a la misión pastoral de nuestras iglesias en América Latina.
Medellín produjo una gran renovación en el ámbito de la educación católica en América Latina, en su concepción y praxis, al afirmar que la educación es el medio clave para liberar a los pueblos de toda servidumbre; introdujo el concepto de ‘educación liberadora’, que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo; de aquí surgió un mayor compromiso de la Iglesia y de los educadores católicos con la educación de los más pobres. Con referencia a la juventud, al constatar que los jóvenes son mayoría en el continente latinoamericano, y constituyen una fuerza renovadora y llena de esperanza para el mundo y para la Iglesia, Medellín insta a una profunda transformación de la pastoral juvenil, que ciertamente se produjo y preparó el camino a la opción preferencial de Puebla por los jóvenes, que tantos frutos ha dado en este ámbito. Y, en cuanto a la catequesis, Medellín consideró necesaria una profunda renovación de la catequesis, a fin de educar eficazmente la fe de los niños, de los jóvenes y de los adultos, en todos los ambientes; con su afirmación de su ‘carácter dinámico evolutivo’ estimuló la concepción de la catequesis como un proceso progresivo que implica etapas y en el que debe participar -junto al catequista- la familia y la comunidad; esta visión, ciertamente, aportó cambios positivos que sentaron bases sólidas que prepararon el camino emprendido en la actualidad.
Medellín y Venezuela
En Venezuela, la acogida de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano fue desigual. En algunos sectores se hizo una interpretación radical de los documentos. Hubo tensiones. Esto impidió en parte percibir el esfuerzo de aquellos que, desde la fe, intentaban llevar a la práctica las conclusiones de los obispos latinoamericanos. Sin embargo, en algunas áreas pastorales se realizó, con relativo éxito, un gran esfuerzo de renovación, especialmente en la catequesis, la educación, la pastoral social y la pastoral juvenil.
La conmemoración de los cuarenta años de la Conferencia de Medellín encuentra a nuestra Iglesia en Venezuela actualmente empeñada en la tarea de aplicar las orientaciones y normas del Concilio Plenario, reafirmando así “la voluntad de la Iglesia de construir el Reino de Dios en Venezuela, fomentando el compromiso de renovación espiritual, personal y comunitaria, siguiendo la dinámica de la Nueva Evangelización, alentando la proclamación profética del Evangelio y ofreciendo nuestro aporte eclesial a la gestación de una nueva sociedad” (Mensaje final, n. 5). Es otro el contexto, otras las circunstancias, pero es el mismo ímpetu, los mismos anhelos, similares objetivos y retos. Así, pues, Medellín marcó el sendero, continuado en Puebla, Santo Domingo y Aparecida; su inspiración sigue vigente, al igual que sus contenidos y sus desafíos. Por eso, para celebrar este aniversario sería importante que las diversas instancias eclesiales realizaran actividades que permitieran conocer y estudiar los documentos de Medellín.
Invocación final
El Espíritu Santo, que animó el trabajo de la asamblea de obispos latinoamericanos en Medellín, inspire nuestra acción pastoral en el aquí y ahora de América Latina, y particularmente de Venezuela. Y que Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del continente, nos ayude con su intercesión a ser auténticos discípulos del Señor y entusiastas misioneros de su Evangelio.
Caracas, 12 de julio de 2008.
Con nuestro afecto y bendición:
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela
Comunicado emitido por la Conferencia Episcopal Peruana con motivo de la entrada en vigencia de la Ley Nº 29227 que regula el Procedimiento no contencioso de la separación convencional y divorcio ulterior en las municipalidades y notarías de la república.
Con motivo de la entrada en vigencia de la Ley Nº 29227 que regula el Procedimiento No Contencioso de la Separación Convencional y Divorcio Ulterior en las municipalidades y notarías de la república, además de reiterar que lamentamos la dación de dicha norma por debilitar la unión matrimonial, también hemos visto con preocupación que algunos medios de comunicación al momento de difundir esta noticia, transmiten imágenes de matrimonios realizados en templos católicos, provocando en los receptores una confusión sobre los verdaderos alcances de la referida norma.
Por este motivo, vemos conveniente comunicar a los fieles católicos y a todas aquellas personas de buena voluntad que también creen en la indisolubilidad del matrimonio, lo siguiente:
1º Conforme al plan de salvación de Dios, el matrimonio es un vínculo sagrado que consiste en la unión voluntaria de un hombre y una mujer, que deciden constituir entre sí una comunidad permanente de vida y amor: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a la mujer y se harán una sola carne” (Gn. 2, 23).
2º Por su propia naturaleza, esta unión es indisoluble y está orientada al bien de los cónyuges, a la procreación y a la educación de los hijos. La fidelidad a las promesas que hicieron los cónyuges al momento de contraer matrimonio, está intrínsecamente unido al amor fiel y perpetuo de Dios trino y a la dignidad de todo ser humano. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6; Mc 10,9).
3º En consecuencia ninguna norma civil puede afectar el carácter sacramental del matrimonio religioso. El matrimonio es y será siempre un sacramento indisoluble, por lo que no es admisible el divorcio. Atentar contra la perpetuidad del matrimonio significa alejarse del orden natural dispuesto por el Creador en bien de sus hijos.
4° Pedimos a los medios de comunicación cuidar de difundir de manera clara, objetiva, responsable y verazmente los alcances de la norma en cuestión, especialmente en el caso de la publicación de fotografías y edición de videos.
Por último, invocamos a los fieles católicos tener siempre presente y aplicar en sus vidas el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Jesús María, 15 de julio de 2008.
Mensaje que ha enviado Benedicto XVI al cardenal Renato Raffaele Martino, representante de la Santa Sede en la Exposición internacional sobre "Agua y desarrollo sostenible", que se celebra en Zaragoza (España), con motivo de la celebración de la Jornada de la Santa Sede, presente en la Expo con su propio pabellón.
Renato Raffaele Martino,
Representante de la Santa Sede para el día de la Santa Sede en la Exposición internacional de Zaragoza
Me es grato enviar un mensaje de fe y esperanza a cuantos visitan en estos días la Expo Zaragoza 2008, dedicada a los complejos temas relacionados con el valor que tiene el agua para la vida del hombre y el mantenimiento del equilibrio entre los diversos elementos de nuestro mundo. La Santa Sede ha querido estar convenientemente presente en la Expo con un stand, preparado juntamente con la Archidiócesis de Zaragoza, a la cual agradezco su generoso compromiso para promover adecuadas iniciativas culturales que acerquen al visitante al inconmensurable patrimonio de espiritualidad, arte y sabiduría social que se inspira en el agua y que ha sido custodiado por la Iglesia católica.
Hemos de tomar conciencia de que, lamentablemente, el agua -bien esencial e indispensable que el Señor ha dado al hombre para mantener y desarrollar la vida- es considerada hoy, a causa del acoso y la presión de múltiples factores sociales y económicos, como un bien que debe ser especialmente protegido mediante claras políticas nacionales e internacionales, y utilizado según criterios sensatos de solidaridad y responsabilidad. El uso del agua -que es valorado como un derecho universal e inalienable- está relacionado con las necesidades crecientes y perentorias de las personas que viven en la indigencia, teniendo en cuenta que «el acceso limitado al agua potable repercute sobre el bienestar de un número enorme de personas y es con frecuencia causa de enfermedades, sufrimientos, conflictos, pobreza e incluso de muerte» (Consejo Pontificio "Justicia y Paz", Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 484). Respecto al derecho al agua se debe subrayar también que se trata de un derecho que tiene su fundamento en la dignidad de la persona humana; desde esta perspectiva se han de examinar atentamente las posturas de aquellos que consideran y tratan el agua únicamente como un bien económico. Su uso debe ser racional y solidario, fruto de una equilibrada sinergia entre el sector público y privado.
El que hoy en día se considere el agua un bien predominantemente material, no debe hacer olvidar los significados religiosos que la humanidad creyente, y sobre todo el cristianismo, ha desarrollado a partir de ella, dándole un gran valor como un precioso bien inmaterial, que enriquece siempre la vida del hombre en esta tierra. ¿Cómo no recordar en esta circunstancia el sugestivo mensaje que nos llega de las Sagradas Escrituras, tratando el agua como símbolo de purificación (cf. Sal 50,4; Jn 13,8) y de vida (cf. Jn 3,5; Ga 3,27)? La plena recuperación de esta dimensión espiritual es garantía y presupuesto para un adecuado planteamiento de los problemas éticos, políticos y económicos que afectan a la compleja gestión del agua por parte de tantos sujetos interesados, tanto en el ámbito nacional como internacional.
Con los mejores deseos de que la Expo de Zaragoza suscite en todos los que la visiten apropiadas reflexiones y favorezca en las autoridades competentes las decisiones oportunas en favor de un bien tan esencial para la vida del ser humano sobre la tierra, envío a todos, como prenda de abundantes dones celestiales, la Bendición Apostólica.
Vaticano, 10 de julio de 2008
BENEDICTUS PP. XVI
[Texto original en español
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Homilía que pronunció el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, durante la celebración eucarística de inauguración de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que presidió en el embarcadero de Barangaroo.
Todos sabemos que Cristo nuestro Señor es a menudo descrito como el Buen Pastor del salmo responsorial de hoy. Nos han dicho que él nos guía a aguas tranquilas, reaviva nuestros espíritus decaídos y nos permite descansar en paz. Profundizando en esta imagen, Jesús una vez explicó que el buen pastor estaba preparado para dejar sus 99 ovejas e ir a buscar la que se le había perdido. Hoy en día, pocos países tienen pastores que cuidan de sólo 20 ó 30 ovejas, y en Australia con grandes granjas y rebaños, el consejo de Nuestro Señor no es muy práctico.
Si la oveja perdida fuera valiosa y saludable, entonces puede tener sentido dedicar un tiempo para buscarla. De otra manera, usualmente sería abandonada o su ausencia no sería notada. Jesús decía que tanto Él como Su Padre no son así, porque Él conoce cada una de Sus ovejas y como un buen padre va en búsqueda de la oveja perdida que ama, en particular si está enferma, en problemas o si no puede valerse por sí misma. Al inicio de esta Misa les di la bienvenida a todos ustedes a esta semana de la Jornada Mundial de la Juventud y nuevamente se las ofrezco ahora. Sin embargo, no quisiera empezar con las 99 ovejas saludables, aquellos de ustedes que se encuentren ya abiertos al Espíritu Santo y que quizás ya han sido testigos firmes de su fe y amor. Comenzaré dándoles la bienvenida y animando a todos los que se consideren perdidos, en angustia profunda, con pocas esperanzas o incluso exhaustos.
Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos, así como lo ha venido haciendo durante 2.000 años. Las causas de las heridas son secundarias, ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito. El llamado de Cristo es para todos los que sufren, no sólo para católicos o personas de otras religiones, sino especialmente para aquéllos sin religión. Cristo les está llamando para regresar a casa, para vivir el amor, la reconciliación y la comunión.
Nuestra primera lectura hoy fue del libro de Ezequiel, que junto con Isaías y Jeremías, fue uno de los tres grandes profetas judíos. Muchas partes de Australia todavía sufren sequía y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne. Esta visión desalentadora es ofrecida en primer lugar a todos ustedes e incluso a aquellas personas tentadas de decir: "no tenemos más esperanzas, nos sentimos como muertos". Esto nunca es verdad mientras todavía podamos elegir. Mientras haya vida, siempre estará la opción de esperanza y con la esperanza en Cristo llega la fe y el amor. Hasta el final estamos siempre en posición de elegir y actuar. Esta visión del valle de los huesos secos, la más espectacular en toda la Biblia, fue dada cuando la mano de Dios vino sobre Ezequiel mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia, probablemente antes y no después, en el siglo VI antes de Cristo. Durante 150 años el destino político del pueblo judío estuvo en decadencia, primero en manos de los asirios, y luego en el año 587 antes de Cristo llegó la derrota catastrófica final y su viaje al exilio.
El pueblo judío había perdido las esperanzas y se sentía impotente para cambiar su situación. Ésta es la historia de la versión dramática de Ezequiel donde los muertos estaban ciertamente muertos y los esqueletos se habían tornados blanquecinos debido a que las aves de rapiña les habían despojado de sus carnes. Fue el inmenso campo de batalla de los cuerpos no enterrados. Un Ezequiel dubitativo y reacio fue incitado por Dios a profetizar sobre aquellos huesos, y mientras lo hacía, los huesos se precipitaron todos juntos de forma ruidosa creando un terremoto. Los tendones se unieron a los huesos, y carne y piel vistieron los cadáveres. Luego en otro episodio, el aliento o el Espíritu, vino de los cuatro rincones de la tierra mientras los cuerpos "volvían a la vida nuevamente y se paraban sobre sus pies formando un ejército grande e inmenso".
Mientras nosotros vemos esta visión como una prefiguración de la resurrección de los muertos, los judíos de los tiempos de Ezequiel no creían en tal concepto después de la vida. Para ellos, el inmenso ejército resucitado representaba a todo el pueblo judío, a aquéllos del reino del norte llevados a Asiria, a aquéllos en casa y a aquéllos en Babilonia. Los judíos iban a ser reconstituidos como un pueblo en su propia tierra y sabrían que el único verdadero Dios había hecho esto. Y todo esto vino a suceder. Por los siglos nosotros los cristianos hemos usado este pasaje litúrgico en Pascua, especialmente para el Bautismo de catecúmenos en la noche del Sábado Santo y es, por supuesto, una imagen poderosa de la verdadera fuerza regenerativa de Dios para esta vida y la eternidad.
La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios, la capacidad de Cristo y la tradición católica que provoca el nacimiento de nueva vida incluso en circunstancias poco probables. Ese mismo poder vislumbrado en la visión de Ezequiel se nos ofrece hoy, a todos nosotros sin excepción. Ustedes jóvenes peregrinos pueden ver el futuro que se extiende ante ustedes tan rico en promesas.
La parábola evangélica del sembrador les recuerda la gran oportunidad que tienen para abrazar su vocación y producir una abundante cosecha y abundantes frutos. Mateo, Marcos y Lucas ubican a esta historia del sembrador al inicio del conjunto de parábolas de Jesús. La historia explica algunas verdades fundamentales sobre los retos del discipulado cristiano y se enumeran las alternativas para una vida cristiana fructífera. La fidelidad no es automática o inevitable. Un detalle hace que la parábola sea más convincente, porque parece que los judíos en el tiempo de Nuestro Señor tiraban las semillas sobre el terreno antes de que el mismo fuera arado, eso explica un poco mejor el hecho de que las semillas también caen en lugares pocos probables y no sólo en los surcos. ¿Estamos entre aquéllos cuya fe ha sido arrebatada por el diablo, como cuando Nuestro Señor explica la imagen de las aves del cielo engulléndose las semillas? Nadie en esta Misa estaría en esa categoría. Algunos podrían ser como la semilla en terreno rocoso que no puede echar raíces. Aquellas personas en esta segunda categoría es probable que deban esforzarse para volver a empezar en la vida espiritual, o al menos examinar la posibilidad de hacerlo. Pero la mayoría de nosotros estamos en la tercera y cuarta categorías, donde la semilla ha caído en tierra fértil y está creciendo y floreciendo, o estamos en peligro de ser asfixiados por las preocupaciones de la vida.
Todos nosotros, incluidos los que ya no son jóvenes, tenemos que rezar sabiduría y perseverancia. No tengo dudas en creer que Nuestro Señor explicó en detalle el significado de esta parábola a sus seguidores más cercanos y que ellos le hubieran solicitado hacerlo repetidamente. Pero las preguntas de los discípulos provocaron una respuesta desconcertante cuando Nuestro Señor dividió a sus oyentes en dos grupos: aquéllos a quienes los misterios del Reino les fueron revelados y el resto para quiénes las parábolas siguen siendo sólo parábolas. Este segundo grupo se describe en las palabras del profeta Isaías como los que "quizás pueden ver pero no percibir, escuchar pero no entender". Probablemente el trasfondo de esto es el asombro de los discípulos de Nuestro Señor ante el gran número que no acepta su enseñanza. ¿Por qué esto todavía es así? ¿Qué debemos hacer para estar entre los destinatarios de las revelaciones de los misterios del Reino? El llamado del único Dios verdadero sigue siendo un misterio, sobre todo hoy, cuando a muchas personas les resulta difícil creer. Incluso en el tiempo de los profetas, muchos de sus oyentes permanecían espiritualmente sordos y ciegos, mientras que otros a través del tiempo alcanzaban a admirar la belleza de la enseñanza de Jesús, pero nunca fueron inspirados a responder a su llamado. Nuestra tarea es estar abiertos al poder del Espíritu para permitir que el Dios de las sorpresas pueda actuar a través de nosotros. La motivación humana es compleja y misteriosa, ya que a veces católicos y otros cristianos de fuerte devoción pueden rezar y ser buenos, pero también pueden estar decididos a no tomar siquiera un paso hacia adelante. Por otro lado, algunos seguidores de Cristo pueden ser mucho menos entusiastas y fieles, pero abiertos al desarrollo y a cambiar para mejor porque se dan cuenta de su indignidad y su ignorancia. ¿Dónde están ustedes? Sea cual fuera nuestra situación debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso, incluso tenemos miedo de aventurarnos demasiado. Si tomamos la mano de Dios, Él hará el resto. La confianza es la clave. Dios no nos fallará.
¿Cómo podemos trabajar para evitar deslizarnos desde la última y mejor categoría de los que dan mucho fruto a aquéllos que "son asfixiados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida" y que no producen frutos en lo absoluto? La segunda lectura de la carta de Pablo a los Gálatas nos señala la dirección correcta, nos recuerda que cada persona debe tomar postura en la vieja lucha entre el bien y el mal, entre lo que Pablo llama la carne y el Espíritu. No es suficiente ser solamente un observador o tratar de vivir en "tierra de nadie" entre las partes beligerantes. La vida nos obliga a elegir y a la larga destruye cualquier posibilidad de neutralidad.
Vamos a dar buenos frutos si aprendemos el idioma de la Cruz y dejamos que ella selle nuestros corazones. El lenguaje de la Cruz nos da los frutos del Espíritu que Pablo enumera, nos permite experimentar la paz y la alegría, ser amables con regularidad y generosos con los demás. El seguimiento de Cristo no está libre de costos, no siempre es fácil porque requiere luchar contra lo que San Pablo llama "la carne", nuestro ego implacable y el viejo egoísmo. Siempre es una batalla, ¡incluso para las personas mayores como yo! No pasen su vida sentados al borde del camino manteniendo sus opciones abiertas., Sólo el compromiso plenifica.
La felicidad viene de cumplir nuestras obligaciones, haciendo nuestro deber, sobre todo en los pequeños asuntos y de manera regular; de esta forma nos elevamos para hacer frente a desafíos más difíciles. Muchos han descubierto su vocación durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ser un discípulo de Jesús exige disciplina, en particular la autodisciplina, lo que Pablo llama autocontrol. La práctica del autocontrol no hará que ustedes sean perfectos (no lo ha hecho conmigo), pero el autocontrol es necesario para desarrollar y proteger el amor en nuestros corazones y evitar que otros, especialmente nuestra familia y amigos, sean heridos por nuestras fallas o pereza. Pido para que a través del poder del Espíritu todos ustedes se unan a ese inmenso ejército de santos, sanados y reconciliados, como le fue revelado a Ezequiel. Un ejército que ha enriquecido la historia de la humanidad por innumerables generaciones y que recibe la recompensa en el cielo luego de esta vida.
Permítanme concluir con la adaptación de uno de los más poderosos sermones de San Agustín, el mejor teólogo del primer milenio y obispo en la pequeña ciudad de Hipona al norte de África alrededor de 1600 años atrás. En los próximos cinco días de oración y celebración espero que vuestros espíritus se eleven, como el mío siempre lo hace, en el entusiasmo de esta Jornada Mundial de la Juventud. Pidamos a Dios estar alegres de poder participar en este evento, a pesar de los costos, las molestias y las distancias recorridas. Durante esta semana tenemos todo el derecho de regocijarnos y celebrar la liberación de nuestras faltas y la renovación de nuestra fe. Estamos llamados a abrir nuestros corazones al poder del Espíritu.
Y a los jóvenes les doy tan sólo un gentil recordatorio de que en su entusiasmo y emoción ¡no se olviden de escuchar y rezar! Muchos de ustedes han recorrido un largo camino y quizás crean que han llegado, de hecho, ¡a los confines de la tierra! Si es así, eso es bueno, ya que Nuestro Señor les dijo a sus primeros apóstoles que serían sus testigos en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Esta profecía se ha cumplido en el testimonio de muchos misioneros de este vasto continente, y se cumple una vez más por nuestra presencia aquí.
Estos días pasarán muy rápido y la semana próxima volveremos a nuestras tierras. Por algún tiempo algunos de ustedes encontrarán que el mundo real de casa y parroquia, trabajo o estudio, es algo poco excitante y hasta decepcionante. Pronto, demasiado pronto, todos ustedes se irán de aquí. Por muy corto tiempo nos encontramos aquí en Sidney en el centro del mundo católico, pero la semana que viene el Santo Padre regresará a Roma y nosotros como habitantes de Sidney volveremos a nuestras parroquias, mientras que ustedes, ahora peregrinos de visita, volverán a sus casas en lugares cercanos o lejanos. En otras palabras durante la semana próxima nos despediremos. Pero cuando partamos felices después de haber disfrutado de estos días, no dejemos que nos apartemos nunca de nuestro querido Dios y de su Hijo Jesucristo.
Y que María, Madre de Dios, a quién invocamos en esta Jornada Mundial de la Juventud como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, nos fortalezca en esta resolución. Y por eso rezo. Ven, ven O Aliento de Dios, desde los cuatro vientos, de todas las naciones y los pueblos de la tierra y bendice nuestra Gran Tierra Austral del Espíritu Santo. Danos fuerza también para ser otro gran e inmenso ejército de servidores humildes y fieles testigos. Ofrecemos esta oración a Dios nuestro Padre en el nombre de Cristo su Hijo. Amén.
Traducción distribuida por la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud (www.wyd2008.org).
ZENIT publica las dos últimas preguntas y repuestas de Benedicto XVI durante la rueda de prensa que concedió en el avión rumbo a Sydney, el 12 de julio. Las tres preguntas precedentes fueron publicadas en el servicio del 14 de julio.
Martine Nouaille, periodista de Agence France Presse (AFP): Hago la pregunta en italiano. Uno de los argumentos del último G8 de Japón ha sido la lucha contra los cambios climáticos. Australia es un país muy sensible a este tema, a causa de la fuerte sequía y de las dramáticas catástrofes climáticas en esta región del mundo. ¿Piensa que las decisiones tomadas en este campo están a la altura de la situación? ¿Hablará usted de este argumento durante el viaje?
--Benedicto XVI: Como ya he mencionado en mi primera respuesta, ciertamente este problema estará muy presente en esta JMJ, pues hablamos del Espíritu Santo y, por tanto, hablamos de la Creación y de nuestras responsabilidades con la Creación. No pretendo entrar en las cuestiones técnicas que políticos y especialistas tienen que resolver, sino más bien dar impulsos esenciales para ver la responsabilidad, para ser capaces de responder a este desafío: redescubrir en la Creación el rostro del Creador, redescubrir nuestra responsabilidad ante el Creador, por la Creación que nos ha confiado, formar la capacidad ética en un estilo de vida que hay que asumir si queremos afrontar los problemas de esta situación y si queremos realmente llegar a soluciones positivas. Por tanto, despertar las conciencias y ver el gran contexto de este problema, en el que después se enmarcan las respuestas detalladas que no debemos dar nosotros, sino la política y los especialistas.
--Cindy Wooden, periodista de Catholic News Service (CNS), agencia católica de los Estados Unidos. Santo Padre, mientras usted se encuentra en Australia, los obispos de la Comunión Anglicana, que está sumamente difundida en Australia, se encuentran en la Conferencia de Lambeth. Uno de los argumentos principales versa sobre las maneras posibles de volver a lograr la comunión entre las provincias y encontrar una manera de asegurar que una o varias provincias no tomen iniciativas que otros ven como contrarias al Evangelio o a la tradición. Se da un riesgo de fragmentación en la Comunión Anglicana y la posibilidad de que algunos pidan ser acogidos en la Iglesia católica. ¿Cuál es su deseo para la Conferencia de Lambeth y para el arzobispo de Canterbury? Gracias.
--Benedicto XVI: Mi contribución puede ser sólo la oración y con mi oración estaré muy cerca de los obispos anglicanos que se reúnen en la Conferencia de Lambeth. Nosotros no podemos ni debemos intervenir inmediatamente en sus discusiones, respetamos su propia responsabilidad y deseamos que puedan evitarse cismas y nuevas fracturas y que se encuentre una solución en la responsabilidad ante nuestro tiempo, así como en la fidelidad al Evangelio. Estos dos elementos tienen que ir juntos. El cristianismo es siempre contemporáneo y vive en este mundo, en un cierto tiempo, pero hace presente en este tiempo el mensaje de Jesucristo y, por tanto, ofrece una verdadera contribución para este tiempo sólo siendo fiel, de manera madura, de manera creativa, pero fiel, al mensaje de Cristo. Esperamos --y rezo personalmente por ello-- que encuentren juntos el camino del Evangelio en nuestro hoy. Este es mi deseo para el arzobispo de Canterbury: que la Comunión Anglicana, en la comunión del Evangelio de Cristo y e la Palabra del Señor, encuentre las respuestas a los desafíos actuales.
[Traducción del original inglés e italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
(De Fuente de la Guancha)
BOLETÍN INFORMATIVO MENSUAL DEL SANTUARIO DE LAS NIEVES
16 de julio
Se ha recibido en la parroquia el Boletín Informativo del Real Santuario Insular “Nuestra Señora de las Nieves” de la isla de La Palma. En él, su Rector no deja todos los años al llegar esta fecha de hacernos partícipes del extenso programa de actos con los que se honra durante todo el mes de Agosto a la Patrona de La Palma. El día principal, el 5 de Agosto, fiesta litúrgica de Las Nieves, contará con la presencia del obispo diocesano.
La imagen de Nuestra Señora de las Nieves fue canónicamente coronada por privilegio pontificio de su santidad el Papa Pío VI el 22 de Junio de 1930.
75 ANIVERSARIO DEL CENTRO CULTURAL “UNIÓN Y FRATERNIDAD” DE LA GUANCHA
16 de Julio
El Centro Cultural “Unión y Fraternidad” de La Guancha está celebrando el setenta y cinco aniversario de su fundación. Para ello la directiva actual ha confeccionado un programa con la relación no sólo de los actos conmemorativos sino también algunos escritos, fotos y datos recabados sobre la historia de la sociedad. El Casino tendría su inicio en el año 1933 con la denominación “Unión y Fraternidad” y, después de varios cambios, en 1978 se le da el nombre de “Centro Cultural Unión y Fraternidad” como se le conoce hoy día. Durante varias décadas desarrolló toda la actividad cultural del municipio constituyéndose en un auténtico referente para la comarca norte de la isla.
Hojeando el programa podemos encontrar escritos relacionados con su devenir histórico: Denominaciones de la sociedad, lugares de ubicación, primeros asociados, primeras directivas, socios honorarios y relación de presidentes.
ENCUENTRO ARCIPRESTAL DE AGENTES DE PASTORAL Y COLABORADORES PARROQUIALES
27 de Junio
En la tarde del 27 de Junio de 2008 tuvo lugar en la parroquia de Santa Bárbara de Icod de los Vinos el Encuentro Arciprestal de final de curso pastoral de Agentes y Colaboradores parroquiales junto a sus sacerdotes. Se reunieron ciento setenta personas provenientes de las distintas parroquias del arciprestazgo con alguna responsabilidad arciprestal o parroquial. Esta alta participación es signo de una clara conciencia de fraternidad, coordinación y ayuda mutua. En convivencia fraterna compartieron experiencias, la oración y la mesa. La parroquia de Santa Bárbara se encargó de la organización del encuentro.
BODA EN LA GUANCHA
12 de Julio
Dentro de la misa del sábado contrajeron matrimonio los jóvenes Leonel Ravelo Rodríguez, natural de San Juan de la Rambla y Vecino de La Guancha, y María Candelaria Rodríguez González, natal y vecina de La Guancha. Fueron sus padrinos Arturo Pérez Luis y Laura Rodríguez González, hermana de la contrayente.
EXCURSIÓN A HOLANDA Y BÉLGICA
3 AL 10 DE Julio
Durante ocho días un grupo de cincuenta y cuatro personas de Tegueste y de nuestra parroquia de San José de San Juan de la Rambla visitaron las principales ciudades de Holanda y Bélgica. Realmente maravillados fueron recorriendo en Holanda la tierra del agua con sus canales, diques y molinos y en ellos la obra del hombre. Ámsterdam, Edam, Marken, Volendam, Rótterdam, La Haya, Delf serán nombres que permanecerán en el recuerdo.
De Bélgica quedaron impresionados por la ciudad de Brujas con su Plaza Markt y la Plaza del Burg visitando las iglesias de la Santa Sangre y la Iglesia de Nuestra Señora.
16 de Julio
(Fuente de la Guancha) El Centro Cultural “Unión y Fraternidad” de La Guancha está celebrando el setenta y cinco aniversario de su fundación. Para ello la directiva actual ha confeccionado un programa con la relación no sólo de los actos conmemorativos sino también algunos escritos, fotos y datos recabados sobre la historia de la sociedad.
El Casino tendría su inicio en el año 1933 con la denominación “Unión y Fraternidad” y, después de varios cambios, en 1978 se le da el nombre de “Centro Cultural Unión y Fraternidad” como se le conoce hoy día. Durante varias décadas desarrolló toda la actividad cultural del municipio constituyéndose en un auténtico referente para la comarca norte de la isla.
Hojeando el programa podemos encontrar escritos relacionados con su devenir histórico: Denominaciones de la sociedad, lugares de ubicación, primeros asociados, primeras directivas, socios honorarios y relación de presidentes.
(Estamos construyendo un templo)
Con motivo del setenta y cinco aniversario del "Centro Ultural Unión y Fraternidad" de La Guancha se ha distribuido folleto con programa de actos. De él entresacamos estos datos de su devenir histórico.
(Para mayor información: Casino de La Guancha)
DE LAS DENOMINACIONES DE LA SOCIEDAD
Fue constituida en 1933 con la denominación de " SOCIEDAD UNION Y FRATERNIDAD".
A partir de la Junta Gral. Ordinaria de fecha 25-julio-1943, sin especificarse por que razón, se comienza a denominar como CASINO "UNION Y FRATERNIDAD".
De igual forma, a partir de la Junta General Ordinaria, de fecha 22-abril-1956, se retorna a su antigua denominación de "SOCIEDAD UNION Y FRATERNIDAD".
En Junta General Ordinaria celebrada el día 06-07-1958, con motivo de sus "Bodas de Plata", se acuerda cambiar su denominación por "SOCIEDAD XVIII DE ENERO", ..."pues esta fecha, por su carácter de tradición e historia es la que mas define y enorgullece a nuestro Pueblo. Siendo desde hace siglos tal día fiesta local y queriendo hacerse eco esta Sociedad del alto significativo de este nombre, es por lo que le toma para sí"...
En Junta General Ordinaria de fecha 11.02.1978, se acuerda un nuevo cambio de denominación, mas acorde con su actividad como centro de la cultura del Municipio y con las virtudes que pregonara su denominación original, pasando a designarse como "CENTRO CULTURAL UNION Y FRATERNIDAD", que se conserva en la actualidad.
DE LOS LUGARES DE UBICACIÓN DEL CENTRO SOCIAL
Al Parecer, aunque no se tienen datos fehacientes, el primer local de la Sociedad, o al menos, donde tuvieron lugar las primeras reuniones donde se gestó lo que habría de ser la futura SOCIEDAD UNION Y FRATERNIDAD y se redactaron los Estatutos por los que había de regirse, fue en los bajos de la casa donde se encuentra la popular"Cruz de los Claveles"
En Sesión de fecha 22 mayo 1930, dice celebrarse en el local social sito en la Calle de la República (actual C/ La Palmita), sito en la planta alta de la vivienda de D. Victoriano Yanes Pérez.
En la primera acta que aparece después de la guerra civil, 16-04-1941, dice celebrarse en C/ General Dolla, (denominación que se dio, después de la Contienda, a la Cl La República, donde estuvo ubicada anteriormente.
En 1941 pasa a la Hoya Honda, junto a la carretera general, locales sitos en la vivienda de D. Ramón González, según consta en Sesión de fecha 30 de marzo del referido año.
En el año 1947, y por acuerdo de la Junta General Ordinaria de fecha 2 de febrero de dicho año, vuelve a su antigua ubicación en Cl La Palmita, por considerar que:... "el local reúne mejores condiciones que el actual"...
En el año 1954, por acuerdo de Junta General de fecha 9 de abril de dicho año, pasa al local edificado al efecto por su propietario D. Francisco López Pérez, sito en la confluencia de la central Calle de La Alhóndiga con la Travesía de la Ctra. Gral., que posteriormente llevaría el nombre del Presidente Funfador de la Sociedad: "Avda. Hipólito Sinforiano González Mesa".
Por fin, en 1968, tras largos años de sacrificio y arduo trabajo, por parte de Directivos y Asociados, se pasa al nuevo edificio propiedad de la Sociedad, orgullo de los socios y guancheros en general, en el que hoy, llenos de renovada ilusión, nos disponemos a celebrar este SETENTA Y CINCOANIVERSARIO.
DE LOS PRIMEROS ASOCIADOS Y SUS DIRECTIVOS
Existen pocos datos de las dos primeras Directivas, ya que, en el primer libro de actas, la primera que aparece debidamente cumplimentada, está en su página tres y es de fecha 10 de septiembre de 1933, firmada por el presidente D. Benigno Pérez y el Secretario D. Carlos Mesa, mientras que en la página uno aparece un borrador escrito a lápiz y sin firmar de la que fue , al parecer, el acta constitucional fechada en 17 de julio de 1933, convocada al solo efecto de "Dar matiz oficial a esta Asociación y aprobar los Estatutos que la han de regir", donde solo se reseña al Sr. Presidente, D. Benigno Pérez Pérez.
Por otra parte, la diligencia de apertura de dicho libro de actas, fechada el 17 de abril de 1933, aparece firmada por D, Hipólito S. González Mesa, como Presidente, y por D. Carlos Mesa, como Secretario, no constando documentación escrita de esta primera Directiva o Comisión Fundacional de la Sociedad.
Por todo ello, de las referidas dos primeras Directivas, solo podemos reseñar a su Presidente y Secretario, y al Tesorero de la segunda, ya que aparece como reelegido para la tercera.
En cuanto a los primeros asociados, tampoco contamos con datos concretos de los mismos, por lo que de los datos entresacados de las primeras actas: componentes de las Directivas, Comisiones de Orden, relaciones de personas que contribuyeron con sus donativos o adelanto de cuotas, a la compra de un piano-pianola, etc., se ha podido confeccionar un listado, donde muchos de los relacionados solo constan con un solo apellido, que hemos efectuado en orden alfabético, de la que podría ser la PRIMERA RELACION DE ASOCIADOS de aquella naciente Sociedad de Recreo e Instrucción "Unión y Fraternidad". Causa asombro el que, en esa época y en un pueblo tan pequeño, los asociados del Casino superaran posiblemente los ciento veinticinco, lo que supondría que, a socio por casa, entre estos y sus beneficiarios, abarcaría una gran mayoría de los guancheros.
SOCIOS HONORARIOS
Por acuerdo de la Junta General, de fecha 19-02-1950. ;.."por ser fundador y hacer el número uno en la lista de socios"..., D. ORONCIO RODRÍGUEZ REYES.
También, por acuerdo de la Junta General de fecha 15-01-1954, ..."por sus favores para con la Sociedad y Pueblo en general"..., D. JOSÉ VELÁZQUEZ AFONSO.
Asimismo, en sesión de fecha 29-01-1972, se acordó ..."nombrar socios de honor, con los derechos y deberes que les atribuye el Art. 6 — ap. b de los Estatutos de la Sociedad, a aquellos socios fundadores que en el transcurso de la existencia de la Sociedad, no hayan causado baja,, recayendo en los siguientes socios: D. PABLO MESA DOMÍNGUEZ, D. LEÓN J. LÓPEZ PÉREZ, D. FELIPE LUIS RODRÍGUEZ, D. JOSÉ FELIPE LUIS, D. ANTONIO HERRERA MESA, D. TEODORO GONZÁLEZ MESAy D. JUSTO RAFAEL GONZÁLEZ MESA.
Se ha recibido el Programa con los actos a realizar con motivoden setenta y cinco aniversario de la Funfación del "Centro Cultural Unión y Fraternidad" de La Guancha. De él entresacamos la salutación y la relación de los actos. (Para mayor información http://www.casinodelaguancha.com/principal.htm)
SALUTACIÓN
En un lejano año 1933, se estampaba en un libro de actas una diligencia de apertura avalada por alguien que forma ya parte de la pequeña historia de nuestro Pueblo: D. Hipólito Sinforiano González Mesa, en la que se decía que el referido libro pertenecía a la Sociedad de Recreo e Instrucción denominada "Unión y Fraternidad". Casi medio siglo mas tarde, en 1978, después de algún que otro cambio de denominación, se acuerda rebautizarla como "Centro Cultural Unión y Fraternidad".
"Instrucción" y "Cultura", dos palabras íntimamente unidas al nombre de nuestro querido Casino, y que han sido su principal referente, ya que , casi toda la actividad cultural del Municipio, se desarrolló durante muchos años en y por el mismo.
Pero llegaron otros tiempos, donde nuevos elementos como el atractivo de los centros turísticos, la facilidad de transporte y sobre todo la televisión, hicieron que adquiriésemos nuevos hábitos nada saludables para las relaciones sociales, y, los centros de este tipo, incluido el nuestro, cayeran en decadencia y llegaran al borde de su cierre.
No obstante, en los últimos años, personas entusiastas, entre las que nos contamos los componentes de la actual directiva, convencidos de que, hoy mas que nunca, se hace necesaria la existencia de estos centros sociales, nos hemos propuesto en conseguir su relanzamiento.
Para ello, dentro de nuestras posibilidades, ya que solo contamos con los ingresos de las modestas cuotas sociales y algunas pequeñas colaboraciones, hemos venido organizando, con mas entusiasmo que presupuesto, una serie de actos y ciclos culturales con lo que queremos conseguir que el Casino siga siendo ese referente cultural de La Guancha.
Y hoy, ante este importantísimo evento para el Centro: su SETENTA Y CINCO ANIVERSARIO, que orgullosamente nos disponemos a celebrar, hemos confeccionado este modesto Programa, en el que, además de los correspondientes actos conmemorativos, hemos querido incluir algunos escritos, fotos y datos recabados sobre la historia de la Sociedad, que no solo nos sirvan para acercarla a todos un poco mas, sino como sentido homenaje a todas aquellas personas que a lo largo de sus dilatados 75 años de existencia, como asociados, o como simples colaboradores, han conseguido que nuestro querido Casino siga hoy siendo una latente realidad.
Esperamos vernos todos en la celebración de estos actos, los actuales asociados, los familiares de los que son y de los que fueron, vecinos, amigos y simpatizantes, contamos con todos, porque creemos que el Casino es un poquito de todos. Por eso estamos todos de aniversario, y por eso a todos: felicidades, muchas felicidades.
LA DIRECTIVA.
PROGRAMA DE ACTOS
Jueves 17 de Julio:
. A las 18,45 h.- En la Parroquia del Dulce Nombre de Jesús, MISA por los Srs. Socios Difuntos.
. A las 19,30 h.- Descubrimiento de PLACA CONMEMORATIVA, en la fachada del Centro.
. A las 20,00 h.- En el salón principal, ACTO INSTITUCIONAL de la efemérides, presentado por Dácil Abreu, con arreglo al siguiente progama:
- Apertura del Acto por el Sr. Presidente del Centro.
- Lectura, por el Sr. Secretario, del Acta Fundacional de la Sociedad (de 17 de Julio de 1933).
- "El Casino de ayer y de hoy", por Salvador Pérez Pérez.
- Palabras de lasAutoridades invitadas.
- Palabras de la Sr. Alcaldesa de La Guancha.
- Actuación de la Coral Cantares.
- Apertura de la exposición de fotografías sobre la historia del Centro.
- Brindis.
Viernes, 18 de julio:
. A las 19,00 h.- CHARLA COLOQUIO EL TEIDE, de Parque Nacional a Patrimonio Mundial.
. A las 22,00 h.- ENTRE SAMBAS Y BOLEROS,con las actuaciones de MARA y de HUGO.
Sábado, 19 de julio:
. A las 22,00 h.- CENA-BAILEANIVERSARIO, amenizada por la Orquesta COMBO 5.
Domingo, 20 de julio:
. A partir de las 17,00 h.- FIESTA INFANTIL, con castillos hinchables y atracciones.
Lunes, 21 de julio:
. A las 22,00 h.- Noche de CANTAUTORES, con las actuaciones del argentino OSCAR y el canario ALBERTO.
Martes, 22 de julio:
. A las 22,00 h.- " II CERTAMEN DE JÓVENES MONOLOGISTAS ", con la actuación especial del ganador del anterior Certamen, DANIEL DE MARÍA.- Presenta: MERCEDES ALEXANDER, de Radio La Guancha.
Miércoles, 23 de julio:
. A las 21,00 h.- El Grupo PORTADORES DE SUEÑOS, Pondrá en escena: "NHACERES", música y palabra.
Jueves, 24 de julio:
.A las 21,00 h.- La Compañia DELIRIUM TEATRO, pondrá en escena la obra: "CANARIAS".
Viernes, 25 de julio:
. A las 22,00 h.- Actuación del grupo folklóricoABRUNCOS..
Sábado, 26 de julio:
. A partir de las 22,00 h.- Gran FIESTA BAILABLE, con la actuación especial de nuestra entrañable orquesta COIMBRAy El COMBO 5.
Domingo, 27 de Julio:
. A partir de las 17,00 h.- FIESTA DE LOS MAYORES, amenizada por el cantante y organista ELICIO.
. A las 21,00 h.- En el parque del Centro, como colofón de la celebración de estos actos especiales, de la conmemoración del 75 Aniversario, Brindis y exhibición de fuegos artificiales.
ZENIT publica tres de las cinco preguntas y repuestas de Benedicto XVI durante la rueda de prensa que concedió en el avión rumbo a Sydney, el 12 de julio. Las otras dos preguntas serán publicadas en el servicio del 15 de julio.
--Lucio Brunelli, periodista de la RAI, canal público de la televisión italiana: Santidad, esta es su segunda Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la primera, por decirlo de algún modo, totalmente suya. ¿Con cuáles sentimientos se dispone a vivirla y cuál es el mensaje principal que desea dejar a los jóvenes? Por otra parte, ¿piensa que de las Jornadas Mundiales de la Juventud influyen profundamente en la vida de la Iglesia que las acoge? Y, por último, ¿piensa que la fórmula de estos encuentros de masa sigue siendo actual?
--Benedicto XVI: Voy con sentimientos de gran alegría a Australia. Tengo bellísimos recuerdos de la JMJ de Colonia: no fue simplemente un acontecimiento de masas, fue sobre todo una gran fiesta de la fe, un encuentro humano de la comunión en Cristo. Vimos cómo la fe abre las fronteras y tiene realmente una capacidad de unión entre las diferentes culturas, y crea alegría. Y espero que suceda lo mismo ahora en Australia. Por este motivo, estoy contento al ver a muchos jóvenes, y verles unidos en el deseo de Dios y en el deseo de un mundo realmente humano. El mensaje esencial se presenta en las palabras que constituyen el eslogan de esta JMJ: hablamos del Espíritu Santo que nos hace testigos de Cristo. Por tanto, quisiera concentrar mi mensaje precisamente en esta realidad del Espíritu Santo, que se presenta en varias dimensiones: es el Espíritu que actúa en la Creación. La dimensión de la Creación está muy presente, pues el Espíritu es creador. Me parece un tema muy importante en nuestro momento actual. Pero el Espíritu es también inspirador de la Escritura: en nuestro camino, a la luz de la Escritura, podemos caminar junto al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Espíritu de Cristo, por tanto, nos guía en comunión con Cristo y finalmente se muestra según san Pablo en los carismas, es decir, en un gran número de dones inesperados que cambian según los diferentes tiempos y que dan nueva fuerza a la Iglesia. Y, por tanto, estas dimensiones nos invitan a ver las huellas del Espíritu y a hacer visible al Espíritu también a los demás.
Una JMJ no es simplemente un acontecimiento de este momento: se prepara con un largo camino con la Cruz y con el icono de la Virgen. Se prepara desde el punto de vista de la organización, pero también espiritual. Por tanto, estos días no son más que el momento culminante de un largo camino precedente. Todo es fruto de un camino, de ponernos juntos en camino hacia Cristo. La JMJ, además, crea una historia, es decir, se crean amistades, se crean nuevas inspiraciones: de este modo continúa la JMJ. Esto me parece muy importante: no sólo hay que ver estos tres o cuatro días, sino hay que ver todo el camino que precede y el que sigue. En este sentido, me parece, la JMJ, al menos para el próximo futuro nuestro, es una fórmula válida que nos prepara para comprender que desde diferentes puntos de vista y de diferentes partes de la tierra avanzamos hacia Cristo y hacia la comunión. Aprendemos así de nuevo a caminar juntos. En este sentido, espero que también sea una fórmula para el futuro.
--Paul John Kelly, periodista de "The Australian", uno de los grandes periódicos de ese país: Santo Padre, quisiera presentar mi pregunta en inglés. Australia es un país sumamente secularizado, con poca práctica religiosa y mucha indiferencia religiosa. Quisiera preguntarle, ¿es usted optimista ante el futuro de la Iglesia en Australia? ¿Está preocupado o alarmado por el hecho de que la Iglesia en Australia siga el camino hacia el decaimiento de Europa? ¿Qué mensaje dejaría a Australia para superar su indiferencia religiosa?
--Benedicto XVI: Hablaré lo mejor que pueda en inglés, aunque pido su perdón por mis deficiencias en inglés. Creo que Australia, en su configuración histórica actual forma parte del "mundo occidental", económica y políticamente, y por tanto está claro que Australia comparte los éxitos y los problemas del mundo occidental. El mundo occidental ha experimentado en los últimos 50 años grandes éxitos: éxitos económicos, éxitos técnicos; sin embargo, la religión --la fe cristiana-- está en cierto sentido en crisis. Esto está claro, pues se da la impresión de que no tenemos necesidad de Dios, podemos hacerlo todo con nuestras fuerzas, no tenemos necesidad de Dios para ser felices, no tenemos necesidad de Dios para crear un mundo mejor, Dios no es necesario, podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Por otro lado, vemos que la religión está siempre presente en el mundo y siempre lo estará, pues Dios está presente en el corazón del ser humano y no puede desaparecer nunca. Podemos ver que la religión es realmente una fuerza en este mundo y en nuestros países. No hablaría de un decaimiento de la religión en Europa: ciertamente ha una crisis en Europa, algo menos en Estados Unidos, y en Australia. Pero, por otro lado, se da siempre una presencia de la fe en nuevas formas y de nuevas maneras; en minoría, quizá, pero siempre presente para que la vea toda la sociedad. Y ahora, en este momento histórico, comenzamos a ver que tenemos necesidad de Dios. Podemos hacer mucho, pero no podemos crear nuestro clima. Pensábamos que podíamos hacerlo, pero no podemos. Tenemos necesidad del don de la Tierra, del don del agua, necesitamos al Creador; el Creador vuelve a aparecer en su creación. De este modo comprendemos que no podemos ser realmente felices, no podemos promover realmente la justicia para todo el mundo, sin un criterio, sin un Dios que es justo, y nos da la luz y la vida. Por tanto, pienso que en cierto sentido se dará una crisis para nuestra fe en este "mundo occidental", pero siempre tendremos un renacimiento de la fe, pues la fe cristiana es simplemente verdadera, y la verdad estará siempre presente en el mundo humano, y Dios siempre será verdad. En este sentido, en último término, soy optimista.
--Auskar Surbakti del canal de televisión australiano SBS: Santo Padre, disculpe, pero no hablo bien italiano. Por tanto, le presentaré mi pregunta en inglés. Las víctimas de abusos sexuales del clero, en Australia, le han hecho un llamamiento, Santidad, para que afronte la cuestión y pida perdón a las víctimas durante su visita a Australia. El mismo cardenal Pell ha dicho que sería apropiado para el Papa que afronte la cuestión, y usted hizo un gesto semejante en su reciente viaje a los Estados Unidos. Santidad, ¿hablará de la cuestión de los abusos sexuales y pedirá perdón?
--Benedicto XVI: Sí, el problema es esencialmente el mismo que en los Estados Unidos. Me sentí en la obligación de hablar sobre ello en los Estados Unidos pues es esencial para la Iglesia reconciliar, prevenir, ayudar, y reconocer sus culpas en estos problemas. De manera que diré esencialmente lo mismo que dije en Estados Unidos. Como dije, tenemos que aclarar tres aspectos: el primero, es nuestra enseñanza moral. Debe quedar claro, siempre fue claro desde los primeros siglos, que el sacerdocio, ser sacerdote, es incompatible con este comportamiento, pues el sacerdote está al servicio de Nuestro Señor, y nuestro Señor es la santidad en persona, que siempre nos enseña. La Iglesia siempre ha insistido en esto. Tenemos que reflexionar en qué ha faltado en nuestra educación, en nuestra enseñanza en las décadas pasadas: en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta se daba la idea del proporcionalismo en ética, según el cual, no hay nada malo en sí mismo, sino en proporción a los demás. Según el propocionalismo, se pensaba que algunas cosas, incluida la pedofilia, podían ser en una cierta proporción buenas. Ahora debe quedar claro que ésta nunca ha sido la doctrina católica. Hay cosas que siempre son malas, y la pedofilia siempre es mala. En nuestra educación, en los seminarios, en nuestra formación permanente de los sacerdotes, tenemos que ayudar a los sacerdotes a estar realmente cerca de Cristo, aprender de Cristo, y de este modo ser de ayuda y no enemigos para nuestros hermanos los hombres, para los cristianos. Por tanto, haremos todo lo posible para aclarar la enseñanza de la Iglesia y para ayudar en la educación y en la preparación de los sacerdotes, con la formación permanente, y haremos todos lo posible para curar y reconciliar las víctimas. Creo que este es el contenido esencial de la expresión "pedir perdón". Creo que es mejor y más importante el contenido de la fórmula y pienso que el contenido tiene que explicar las deficiencias de nuestro comportamiento, lo que tenemos que hacer en este momento, cómo podemos prevenir y cómo podemos todos sanar y reconciliar.
[Traducción del original inglés e italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Exhortación que realizan los Obispos de Venezuela a todo el pueblo católico invitando a una verdadera renovación espiritual, por medio de un documento de espiritualidad publicado al termino de su Asamblea Plenaria y que lleva por titulo “Renovemos la mente y el Corazón”.
DOCUMENTO DE ESPIRITUALIDAD
"RENOVEMOS LA MENTE Y EL CORAZÓN"
1- Los obispos de Venezuela nos dirigimos a los hermanos sacerdotes y diáconos, religiosos, religiosas y personas consagradas, a los agentes de pastoral y a todo el pueblo católico para invitarlos a una renovación espiritual que nos convierta, con la gracia del Espíritu Santo, en auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo (Cf Aparecida 10).
2- Siguiendo los lineamientos pastorales del Concilio Plenario de Venezuela y de Aparecida, queremos “confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia” (Aparecida, 11), para impulsar la vida en Cristo en todos los órdenes de nuestra vida personal, familiar y social, con palabras y obras, en las actuales circunstancias del mundo y de nuestro país.
EL CAMINO ESPIRITUAL DE NUESTRA IGLESIA
3- La fe nos dice que el Espíritu de Dios sigue actuando en nuestra sociedad, marcada por el cambio de época, la globalización, la búsqueda del sentido de la vida y de Dios, moviéndola interiormente hacia el bien y la verdad. Este Espíritu se ha manifestado en nuestra historia en el inmenso trabajo misionero realizado en Venezuela, cuando nuestros padres con escasez de medios y de agentes, pero con gran mística y fuerza espiritual, lograron no sólo propagar y mantener la fe, sino afianzar la comunidad, la familia y las instituciones en la esperanza cristiana (Cf Concilio Plenario de Venezuela (CPV), El laico católico … en Venezuela (LCV), 6-13).
4- Hoy tenemos, fruto de aquella siembra del Evangelio, modelos heroicos de santidad en las beatas madre María de San José y madre Candelaria de San José, y en cristianos ejemplares como el venerable José Gregorio Hernández, y otros muchos hombres y mujeres que viven en plenitud su entrega a Dios y al prójimo. Ellos han centrado su vida en la Palabra de Dios, en la Eucaristía, en la caridad y en el amor filial a la Santísima Virgen María, en la obediencia a los pastores de la Iglesia, dando muestras de una ferviente y auténtica caridad cristiana.
5- Reconocemos que en tiempos recientes nuestras comunidades parroquiales, movimientos laicales y grupos apostólicos, han incrementado sus esfuerzos pastorales orientados hacia el encuentro con Jesucristo, dando frutos de conversión, solidaridad y reconciliación. Se ha incentivado un mejor conocimiento de la Palabra de Dios y un mayor amor por ella. Se ha avanzado en la renovación de la catequesis y en la vivencia de la liturgia, centrada en el misterio pascual de Cristo Salvador, en la Palabra y en la Eucaristía. Se ha fortalecido la unidad en la Iglesia con la puesta en común de la diversidad de carismas, servicios y ministerios. Las manifestaciones de la religiosidad popular, expresión de sentimientos religiosos muy comunes en todos los pueblos de América y en nuestra patria (Cf LCV 14; Proclamación profética … en Venezuela (PPEV), 126), se han ido orientando hacia la piedad Eucarística y mariana.
6- Sin embargo, también percibimos graves fallas morales en el campo de lo social, familiar y económico, que se reflejan de diversas formas y afectan a los hijos de la Iglesia: relativismo ético, tendencia secularizante, disminución de la práctica religiosa y de la recepción de los santos sacramentos, creciente aumento de las sectas, ideologías y nuevas corrientes espiritualistas: new age, espiritismo, tarot, brujería, santería, esoterismo. Además, el clima de violencia que reina en el país afecta la paz moral y espiritual de nuestra sociedad. A pesar de todas estas dificultades, la fe y la arraigada conciencia religiosa de nuestro pueblo mantiene una vitalidad esperanzadora (Cf Aparecida 127-128).
ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: VIVIR EN CRISTO
7- Toda la predicación de Jesús está centrada en el Reino de Dios (Cf Lc 12, 32), que se hizo presente en su persona. Recibirlo es acoger a Dios como Padre; es asumir las Bienaventuranzas como los nuevos valores que rigen la existencia del cristiano (Cf Mt 5-7). El Reino de Dios es una nueva manera de vivir y de convivir, el reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, el amor y la paz (Cf Prefacio de Cristo Rey). Estas características constitutivas del Reino de Dios desafían nuestra Iglesia en la tarea de construirlo en medio de las transformaciones sociales, culturales y religiosas.
8- La espiritualidad cristiana nace del encuentro personal con Jesucristo vivo, que llena de alegría y de esperanza la vida y nos hace sus testigos. Esa fue la experiencia vivida y testimoniada por los Apóstoles: “no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hech 4,20). San Pablo tuvo este encuentro con Cristo y pudo exclamar: “vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”; “para mí la vida es Cristo” (Gál 2,20). Es un “estilo o forma de vivir según las exigencias cristianas, la cual es la vida en Cristo y en el Espíritu” (Iglesia en América, 20).
9- Jesús nos envía su Espíritu para que escuchemos su mensaje, lo actualicemos y pongamos en práctica. El Espíritu nos capacita para seguirle en fidelidad creadora. Es el Espíritu Santo quien dirige la vida espiritual ya que nos conduce a la comunión con Dios Uno y Trino y llena de gracia y santidad nuestra vida. El Espíritu nos hace descubrir a Jesús como el Señor, nos hace llamar a Dios Padre y nos hace vivir como hermanos.
10- Creer en Cristo es seguirle, es vivir como Él vivió, aceptar su mensaje, asumir sus criterios, abrazar su suerte (Cf PPEV 78; Iglesia en América, 68). No podemos pretender creer en Jesucristo y vivir en la indiferencia, en la permisividad y sin compromiso alguno (…) Jesucristo es camino de conversión, comunión eclesial y de solidaridad con los más débiles (Cf PPEV 76). Ser discípulo de Jesucristo es estar con Él, abrazar su cruz, rechazar el pecado, cumplir los mandamientos de la ley de Dios, vivir las bienaventuranzas y el mandamiento nuevo del amor, perdonar incluso al enemigo; es comprometerse con la causa de la verdad, la paz y la reconciliación.
ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: VIVIR EN COMUNION Y MISIÓN
11- La espiritualidad cristiana es comunión con Dios y con los hermanos. La vida espiritual no es espiritualismo, requiere del testimonio y la acción de una Iglesia comunión y participación, en la que ningún miembro se sienta ajeno a la obra evangelizadora. No nos encierra en nosotros mismos, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el servicio evangelizador y comprometidos con los reclamos de la realidad en que vivimos (Cf Aparecida 284- 285). Ser cristianos es sentirse llamados y enviados por Jesús a continuar la misión que Él comenzó: “Como el Padre me ha enviado así los envío yo” (Jn 20,21). Con el Concilio Plenario de Venezuela invitamos a todos a impulsar “la espiritualidad de comunión y misión como principio fundante de la vida de la Iglesia en Venezuela, con miras a construir instancias eclesiales vivas, misioneras, unidas por el amor y el servicio a todas las personas, en especial a los más pobres” (CPV, Instancias de comunión … para la misión (ICM) 148, Desafío 1).
12- Nuestra vocación es la santidad: “sean santos como el Padre celestial es santo” (Mt 5, 48; Cf LCV 64-70). Dios es caridad. La santidad consiste en la vivencia de la caridad de Dios en nosotros, encuentra su fuente en la unión con Cristo y se expresa en la unión con los hermanos. La santidad es signo de la presencia del Reino y se testimonia en la vida cotidiana de las personas, de las familias, del trabajo, del campo político, económico y cultural.
13- Fortalece esta espiritualidad la presencia alentadora de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a la cual debemos mirar para contemplar en ella lo que es la Iglesia y su misterio (Cf CPV, La comunión en la vida de la Iglesia (CVI), 56). Ella es la “colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos” (Aparecida 266). Invitamos a los agentes de pastoral a continuar fomentando la auténtica devoción a nuestra amorosa Madre celestial.
ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: COMPROMISO ECLESIAL
14- Para llegar al encuentro con Jesucristo Salvador y recorrer el camino pastoral propuesto por el Concilio Plenario y el Documento de Aparecida, invitamos a todos los agentes de la acción pastoral a formarse en la espiritualidad de comunión con Dios y con los hermanos, cultivando en las familias, comunidades y parroquias la vida de oración, el diálogo fraterno, y la participación en la vida de la comunidad.
15- Los sacerdotes han de proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo. La escucha y práctica de la palabra de Jesús nos impulsa a seguirlo cargando con la cruz de cada día, renunciando a todo aquello que nos aleja de él y nos hace esclavos del mal (Lc 9,23; Mt 7,13-14). Por esto la importancia de desarrollar una “pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada” (Aparecida 248). Como nos enseña el Papa Benedicto XVI: “La lectio divina,… constituye un verdadero y apropiado itinerario espiritual…, nos ayuda a mantener el corazón atento a la presencia de Cristo. La lectura, el estudio y la meditación de la Palabra tienen que desembocar después en una vida de coherente adhesión a Cristo y a su doctrina” (Cf Mensaje a los jóvenes, 9-4-2006).
16- “Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas escuelas de oración” (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte (NMI) 33c; Cf CPV, La celebración de los misterios de la fe (CMF), 72). A ellas les recomendamos vivamente intensificar el culto eucarístico y el rezo de la liturgia de las horas, en especial los domingos y fiestas, como una forma de orar con la Palabra de Dios y unirse a la oración de toda la Iglesia (Cf CMF 71; 120).
17- Los sacerdotes y los agentes de pastoral animarán al pueblo de Dios para que el domingo sea vivido como día de compartir fraterno, “día especial de la fe, fiesta primordial cristiana y conmemoración semanal de la Pascua e incentivar la participación de los fieles en ella; en particular la del grupo familiar como tal. Comprometer en la tarea de preparar la celebración eucarística dominical al mayor número de agentes de pastoral, sobre todo a los integrantes del equipo de liturgia” (CMF 118).
18- Pedimos a nuestros hermanos sacerdotes, ministros del Sacramento de la Reconciliación, ofrecer con generosidad a los fieles la práctica de este sacramento, fuente única del perdón y de la gracia (Cf Aparecida 354), afrontando de este modo la crisis del pecado; pero sobre todo, mostrando el corazón misericordioso de Cristo (Cf NMI 37; Aparecida 199). “Este sacramento tiene una dimensión personal ineludible que es la conversión como acto interior del hombre, que no puede ser sustituido por los otros. También tiene una dimensión comunitaria. Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y se reconcilian con la Iglesia” (CMF, 69). La dirección espiritual, vinculada con la reconciliación, es un medio eficaz para el crecimiento y maduración del creyente.
19- La práctica penitencial de la Iglesia está orientada al seguimiento de Cristo, exige renuncia y esfuerzo constante (Cf Mt 16, 24). Invitamos a todos los fieles a vivir el espíritu penitencial, especialmente en los tiempos y días de penitencia señalados por la Iglesia a lo largo del año litúrgico, asimismo las prácticas del ayuno y la abstinencia, compartiendo con los pobres nuestro pan (Cf CMF 72), participando activamente en organismos humanitarios, organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y campañas de solidaridad.
20- Además de los espacios de comunión ya exigidos por la ley de la Iglesia, nos comprometemos a promover las comunidades eclesiales, las agrupaciones juveniles, los círculos bíblicos, los grupos de oración y todo aquello que favorezca el crecimiento espiritual y la piedad del Pueblo de Dios en orden a hacer más efectiva la relación con Dios y entre los miembros del mismo pueblo (Cf CVI 43). Esta comunión en el interior de la Iglesia se reflejará en la práctica de un amor activo con cada ser humano, descubriendo el rostro de Cristo en los más pobres (Cf Mt 25, 35-36; NMI 49).
21- Exhortamos que en los planes pastorales diocesanos y parroquiales se favorezca la creación de escuelas de espiritualidad y experiencias de formación permanente, que animen en el pueblo de Dios el desarrollo de una cultura espiritual y de una piedad personal y comunitaria. Los círculos o grupos de oración inspirados en diversas espiritualidades pueden llevar “al seno de los hogares el sentido de Iglesia doméstica que es también orante y contemplativa” (CMF 72). Recomendamos la oración en familia: el rosario, la bendición de los alimentos, la invocación de la presencia del Señor en momentos solemnes de la vida de sus miembros (CF Iglesia en América, 46), la santificación del trabajo y el ofrecimiento diario de las obras y padecimientos al Señor (Cf CMF 121).
22- El crecimiento espiritual del Pueblo de Dios pide que los pastores ofrezcamos a los fieles un mayor conocimiento de las dimensiones interiores y valores innegables de la religiosidad popular, enriqueciéndola con el constante anuncio del Evangelio, a fin de que la fe madure y se haga más fecunda (Cf PPEV 63; Aparecida 262).
CONCLUSION
23- Con la convocatoria a la Misión Continental que nos ha hecho la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe y motivados por nuestro Concilio Plenario, invitamos a toda nuestra Iglesia a dejarnos guiar por el Espíritu Santo en un nuevo Pentecostés, inflamados del nuevo ardor apostólico y misionero que nos pedía el Papa Juan Pablo II, para la renovación espiritual y transformación de nuestra patria. La celebración del Año Paulino y los frutos de la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos en Roma, centrada en la Palabra de Dios, darán mayor impulso a la apasionante tarea de animar y confirmar la fe y la esperanza del pueblo de Dios que desea “un futuro de mayor dignidad, y justicia y ansía los cielos nuevos y la tierra nueva” (Aparecida 536).
24- En este momento de gracia para Venezuela, República consagrada al Santísimo Sacramento, ponemos en manos de Jesucristo a las personas, las instituciones y la nación entera y encomendamos la renovación moral y espiritual de nuestra patria a la intercesión de nuestra madre la Virgen María, que ha acompañado desde sus inicios la fe de nuestro pueblo y ha reafirmado su identidad católica.
Caracas, 11 de julio de 2008
Con nuestra bendición,
Los arzobispos y obispos de Venezuela
Enviado por el Delegado Diocesano de Piedad Popular de la diócesis de Tenerife.
El agua bendita
El uso correcto y saludable del agua bendita empieza cuando comenzamos por relacionarla con el agua del bautismo, puerta de toda la religión cristiana y también de la vida eterna. Recibir el bautismo es entrar en comunión de destino con Cristo. “Porque todos los que han sido bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido” (Ga 3:27), y es por ello hacerse miembro vivo de su Cuerpo, que es la Iglesia “porque en un solo Espíritu hemos sido bautizados todos para formar un solo cuerpo” (1 Cor 12:13).
En la liturgia, el agua es un signo exterior de la pureza interior. El agua es esencial para la celebración del bautismo. Significa la limpieza del pecado. "Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la "inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección de El”
En la Santa Misa, unas gotas de agua se mezclan con el vino para indicar la unión de Cristo y los fieles y la sangre y el agua que brotaron del corazón de Cristo en la cruz.
La bendición con agua, usando acetre e hisopo o ramas de plantas, se utiliza como signo que nos recuerda el bautismo. Se utiliza en la misa en ocasiones especiales, como la Vigilia Pascual, bodas y funerales o para sustituir el acto penitencial, especialmente en los domingos pascuales.
El agua bendita se utiliza también muy frecuentemente como sacramental para bendecir personas o cosas.
La costumbre de hacer la señal de la cruz con el agua bendita contenida en una pila al entrar en las iglesias es un recuerdo del bautismo. No tiene sentido hacerlo al salir, sino al entrar.
Algunas cuestiones sobre el agua bendita.
¿Se puede beber el agua bendita?
La Iglesia no tiene ninguna instrucción que lo prohíba, siempre que no se caiga en superstición ni en atribuirle propiedades mágicas que no posee.
¿Se debe retirar el agua bendita de la pila en Adviento y en Cuaresma?
El agua bendita no se debe quitar ni en Adviento ni en Cuaresma. La Congregación para el Culto Divino ha definido: "No está permitido quitar el agua bendita de las fuentes durante la temporada de la Cuaresma".
Los fieles deben servirse frecuentemente de los sacramentos y sacramentales también en el tiempo de Cuaresma. Aunque la práctica de la Iglesia es vaciar las fuentes de agua bendita para los días del Triduo Pascual (Viernes, Santo) en los que no se celebra la Santa Misa, en preparación para la Vigilia Pascual.
¿Para qué puede usarse el agua bendita?
Con el agua bendita desde luego no repetimos el bautismo sino que hacemos memoria agradecida mientras invocamos la bendición de Dios sobre nosotros y sobre nuestras cosas. De aquí el uso del agua bendita en las bendiciones de casas u otros objetos. Puede lícitamente utilizarse en aquellas cosas que tienen una referencia directa a Dios y la verdadera religión en las que realmente transcurre nuestra vida de bautizados.
No procede usarla en los objetos de simple lujo (joyas, juguetes, mascotas…), ni en los lugares ajenos a nuestra voluntad y dedicados o propicios para lo mundano (discotecas, tabernas…), ni debería usarse con referencia a lo que potencial y gravemente puede contradecir el amor divino (armas, negocios con ánimo de lucro…).
De todo ello se deduce en que no hay en esto superstición sino espíritu de fe y de hijos. Caso distinto es en los que se supone que propiedades intrínsecas de esas aguas benditas son las que van a mejorar la “suerte” de sus usuarios. Bien aprovechada, el agua bendita es hermoso memorial y eficaz remedio.
Tomado del Blog la liturgia
Publicado por Argelio para La Piedad Popular - Puente hacia el Misterio el 7/14/2008 11:09:00 AM
ZENIT Publicamos el videomensaje que ha dirigido Benedicto XVI al amado pueblo de Australia y a los jóvenes peregrinos que participan en la Jornada Mundial de la Juventud 2008.
y a los jóvenes peregrinos que participan en la Jornada Mundial de la Juventud 2008
"Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,
que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hechos 1, 8)
¡La gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo esté con todos vosotros! En unos días comenzaré mi visita apostólica a vuestro país para celebrar la 23a Jornada Mundial de la Juventud en Sydney. Aguardo con emoción los días que pasare con vosotros, especialmente las ocasiones para rezar y reflexionar con los jóvenes de todas las partes del mundo.
Ante todo deseo expresar mi aprecio a todos los que han ofrecido su tiempo, sus recursos y sus oraciones para hacer posible esta celebración. Gobierno australiano y gobierno provincial de Nueva Gales del Sur, organizadores de todos los acontecimientos, miembros de la comunidad de agentes económicos que os habéis ofrecido como patrocinadores: todos vosotros habéis apoyado con generosidad este acontecimiento, y en nombre de todos los jóvenes que participarán en la Jornada Mundial de la Juventud os doy las gracias sinceramente.
Muchos jóvenes han hecho grandes sacrificios para poder emprender el viaje a Australia y rezo para que sean ampliamente recompensados. Las parroquias, las escuelas y las familias han sido muy generosas para acoger a estos jóvenes visitantes. También ellas merecen nuestra gratitud y nuestro aprecio.
"Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hechos 1, 8). Este es el tema de la 23a Jornada Mundial de la Juventud. ¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo de una nueva efusión del Espíritu Santo! Muchos no han escuchado todavía la Buena Noticia de Jesucristo; otros muchos, por diferentes motivos, no han reconocido en esta Buena Nueva la única verdad salvadora que puede satisfacer las expectativas más profundas de sus corazones. El salmista reza: "Envía tu Espíritu creador y renovarás la faz de la tierra" (Salmo 104, 30). Estoy convencido de que los jóvenes están llamados a ser instrumentos de esta renovación, comunicando a sus coetáneos la alegría que han experimentado al reconocer y seguir a Cristo, compartiendo con los demás el amor que el Espíritu infunde en sus corazones para que también ellos queden llenos de esperanza y gratitud por todo el bien que han recibido de Dios, nuestro Padre celestial.
A muchos jóvenes hoy les falta la esperanza. Se quedan perplejos ante las preguntas que se les presentan de manera cada vez más apremiante en un mundo que les confunde, y con frecuencia no saben bien hacia dónde tienen que dirigirse para encontrar respuestas. Ven la pobreza y la injusticia y desean encontrar soluciones. Sienten el desafío de los argumentos de quienes niegan la existencia de Dios y se preguntan cómo responder. Ven los grandes daños perpetrados contra el ambiente natural por la avidez humana y luchan por encontrar estilos de vida en mayor armonía con la naturaleza y con los demás.
¿Dónde podemos buscar respuestas? El espíritu nos orienta hacia el camino que conduce a la vida, al amor y a la verdad. El Espíritu nos orienta hacia Jesucristo. Hay un dicho atribuido a san Agustín: "Si quieres permanecer joven, busca a Cristo". En él encontramos las respuestas que buscamos, encontramos las metas por las cuales vale verdaderamente la pena vivir, encontramos la fuerza para seguir el camino con el que hacer nacer un mundo mejor. Nuestros corazones no encuentran descanso hasta que no descansen en el Señor, como dice san Agustín al inicio de las "Confesiones", la famosa narración de su juventud. Rezo para que los jóvenes que se reúnan en Sydney con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud encuentren verdaderamente descanso en el Señor y puedan quedar llenos de alegría y de fervor para difundir la Buena Noticia entre sus amigos y sus familias, y entre todos los que encuentran.
Queridos amigos australianos: aunque podré pasar pocos días en vuestro país y no podré viajar fuera de Sydney, mi corazón os alcanza a todos, incluidos los que están enfermos o atraviesan cualquier tipo de dificultad. En nombre de todos los jóvenes, os doy las gracias nuevamente por vuestro apoyo en mi misión y os pido que sigáis rezando sobre todo por ellos. Concluyo renovando mi invitación a los jóvenes de todo el mundo para que vengan conmigo a Australia, la "gran tierra del sur del Espíritu Santo". Mi deseo es encontrarme allí con vosotros. Que Dios os bendiga a todos.
Vaticano, 4 de julio de 2008
BENEDICTUS PP. XVI
[Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Carta pastoral escrita por el obispo de Tarazona (España), monseñor Demetrio Fernández, con el título "Sin Dios, el hombre no tiene futuro".
Se quiere construir una sociedad sin Dios, y sin Dios el hombre no tiene futuro. Dios es el futuro de nuestra vida, a nivel personal y a nivel social. Si quitamos a Dios de la existencia humana, el hombre se queda sin horizonte. El hombre sin Dios queda amputado en una de sus principales dimensiones, la dimensión religiosa. Esta dimensión religiosa del hombre no se reduce a la esfera privada de la conciencia, sino que por la propia naturaleza humana tiende a expresarse y a vivirse en sociedad.
Dios no es enemigo del hombre. Dios no estorba para el progreso y para la felicidad del hombre. Dios ha sido y seguirá siendo el principal factor de transformación de la sociedad, de respeto al ser humano, de promoción de sus derechos, de fomento de la convivencia. La religión no ha sido, como tantas veces se nos quiere hacer ver, la causa de los enfrentamientos a lo largo de la historia. Cuando el hombre deja de ser religioso, no por eso cesan las guerras y las ambiciones, sino que por el contrario se multiplican. La historia demuestra que cuando el hombre se acerca a Dios, se hace más capaz de crear una convivencia pacífica entre todos.
Oímos continuamente proclamas en contra de Dios y de la religión, y al hacer estas proclamas, se sueña con un progreso que traerá la paz y la felicidad para todos. Pero junto a estas proclamas y como una consecuencia de las mismas, se anuncia el aborto sin medida, la eutanasia legalizada y otros "progresos" que no respetan los derechos fundamentales del hombre.
La vida es el bien fundamental de la persona. Todos tienen derecho a los que han sido engendrados y todavía no han nacido. Desde el momento mismo de la fecundación, tenemos una nueva persona, dotada de alma y cuerpo, con un proyecto genético y vital propio. Truncar esa vida es matar a un inocente. El sentido común y la fe en Dios nos dicen que nadie tiene derecho a suprimir esa vida que ha brotado en el seno materno. Hoy nos presentan como un progreso la libertad para matar al inocente en el seno materno, poniendo al alcance de quienes lo deseen todo tipo de medios. La vida no es respetada, el hombre no tiene futuro por este camino. Cuando el hombre se aleja de Dios, pierde hasta la luz natural para entender esta verdad elemental.
La vida en todas sus fases debe ser respetada, amada, acogida, alentada. No es ningún progreso poder eliminar a los minusválidos, a los que tienen síndrome de Down, a los que por cualquier accidente viven una vida limitada, a veces vegetativa. No hace bien al hombre y a la sociedad esta falta de protección del más débil, incluidos los que llegan a una edad avanzada y, gracias a la medicina, prolongan sus años. Cuando el hombre se aleja de Dios, se vuelve contra el hombre con toda crueldad. Y eso no constituye ningún progreso.
Por eso, nos llena de esperanza la próxima Jornada Mundial de en Sydney del 15 al 20 de julio, en la que el Papa Benedicto XVI convoca a jóvenes de todo el mundo. Desde el encuentro fuerte con Jesucristo, estos miles y miles de jóvenes se animan a construir la civilización del amor, que respeta y ama al hombre, especialmente al más débil, en todos los momentos de su existencia. Es urgente construir un mundo nuevo. Y esto no podrá hacerse nunca al margen de Dios. Los miles de jóvenes que acudirán a Sydney y los millones de jóvenes que se unirán desde cualquier rincón del planeta a este acontecimiento constituyen una esperanza y una promesa. En ellos tenemos la esperanza de un mundo nuevo donde el hombre será respetado y amado en todas las circunstancias de la vida.
Reflexión de monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán y presidente de la Dimensión Pastoral de la Familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) sobre el año paulino que está viviendo la Iglesia católica universal.
San Pablo y Jesucristo
Hemos iniciado el "Año Paulino", para celebrar los dos mil años del nacimiento de san Pablo.
En las Cartas que el mismo san Pablo escribió, varias veces refiere datos de su propia vida, los cuales son el testimonio más sólido para conocerlo, a los cuales se suman los datos que sobre él menciona el libro de los Hechos de los Apóstoles.
San Pablo nació en Tarso de Cilicia, actualmente Turquía, poco antes del año 10 de nuestra era, de padres judíos pertenecientes a la tribu de Benjamín. Su nombre semítico era Saulo; no sabemos cuándo empezó a usar el nombre latino de Pablo. Por ser Tarso una ciudad "griega", Saulo gozó del privilegio de la ciudadanía romana. Todavía joven, no sabemos exactamente a qué edad, se fue a Jerusalén, donde fue discípulo de Gamaliel el viejo. Para algunos, en esos años sucedió la crucifixión de Jesús; para otros, Saulo llegó a Jerusalén después de la crucifixión de Jesús. Lo cierto es que Saulo nunca hace alusión a un encuentro personal con Jesús antes de su resurrección.
La primera aparición en escena de Saulo es hacia el año 34, como testigo que aprueba la muerte del diácono Esteban. Luego persigue a los discípulos de Cristo Jesús, con autorización para encarcelarlos e intentar hacerlos renegar de su fe. Pero Saulo, o Pablo, no es malo, sino que su fe en Dios Yahvéh le impulsa a destruir esta corriente que acaba de brotar y él juzga herética. Esto lo reconoce claramente: "en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia, en cuanto a la justicia de la Ley, intachable" (Flp 3,6). Con esa intención va camino a Damasco, hacia el año 36, cuando recibe la revelación de Cristo glorioso, encuentro que le convierte de perseguidor en seguidor de Cristo. La conversión de Pablo no es de la noche a la mañana, sino que la va asumiendo lentamente; pero es determinante la visión en el camino de Damasco: se trata de una experiencia mística, una fuerza mayor que la suya le ha aferrado súbitamente y le provoca un cambio brusco en su jerarquía de valores: "Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,7-8).
La excepcional personalidad de Pablo -temperamento apasionado y combativo, fe ardiente, actividad incesante, voluntad siempre tensa con autoridad de padre, pero también sensibilidad exquisita con delicadeza de madre-, tras su conversión la pone totalmente al servicio de Jesucristo, en experiencia de relación con la intimidad de un enamorado, lo cual queda plasmado en la frase de la Carta a los Gálatas: "no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí." (2,20).
Pablo intuye y profundiza una relación entre la vida y la muerte de Cristo y la propia vida y muerte:
--El enamoramiento de Pablo parte del conocimiento de que Cristo "se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20; cf 1,4; Ef 5,2; Jn 10,10). De esta manera, la muerte de Cristo ha generado la vida de Pablo: tu muerte es mi vida.
--Hacerse consciente de esto, hace brotar en Pablo, agradecido y como respuesta, que ese amor lleno de gratuidad de Cristo lo conduce a la propia muerte del "hombre viejo" (cf. Rm 6,6.11; Flp 3,10): tu muerte es mi muerte.
--Ahora bien, en esta fase de la relación de Pablo con Cristo, lo central no es la muerte sino el amor, del cual la muerte es la plenitud, el vértice, garantizando su autenticidad (cf. 2Cor 11,23-29; 12,15). Pablo quiere asemejarse cada vez más con Cristo; si con Cristo ha muerto, Pablo debe afrontar la propia muerte por amor; de esta manera, con Cristo resurgirá a la vida (cf. Col 2,12-13; Rm 6,8; 2Tim 2,11): tu vida es mi vida.
--Esto lo vive en una mezcla de pasividad y de actividad, de autoapropiación y de abandono en Cristo; nace entonces el "hombre nuevo" (2Cor 5,17; Gal 5,1), plenamente identificado con Cristo porque ha sido conquistado por Él (Flp 3,12); Pablo entonces, libre prisionero de Cristo (cf. Hch 20,22), ofrece su vida y se entrega a su Señor en su misterio de pasión, muerte y resurrección (Rm 6,3-4), para completar lo que falta en su propia carne a la pasión de Cristo (cf. Col 1,24): mi vida es tu vida.
--Pablo ya no se pertenece, sino que su vivir, amar y morir es Cristo Jesús (cf. Gal 2,20). Amando a Cristo con amor intenso y apasionado, ama a aquellos que le han sido confiados con el mismo amor de Cristo, ama al estilo de Cristo Jesús, con un amor divino "celoso", "paterno" y "materno" (cf. 1Cor 4,14-17; 2Cor 6,13; 11,2; 12,15; 1Tes 2,7.10-11; Fil 10; Gal 4,19).
En el testimonio de san Pablo tenemos un ejemplo elocuente de aquello a lo que nos invita el Acontecimiento y Documento de Aparecida: ser discípulos enamorados y misioneros apasionados de Jesucristo.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
Mensaje que ha enviado Benedicto XVI con motivo de la VII asamblea general de la Federación Bíblica Católica que se ha celebrado en Dar es Salaam (Tanzania).
Presidente de la Federación bíblica católica
"¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el evangelio de la paz" (Ef 6, 14-15). Con estas palabras del apóstol san Pablo me complace saludar a los delegados y a todos los participantes en la VII asamblea general de la Federación bíblica católica, que se celebra en Dar es Salaam del 24 de junio al 3 de julio de 2008, dedicada al tema: "La palabra de Dios, fuente de reconciliación, de justicia y de paz". La asamblea general es siempre una oportunidad privilegiada para que los miembros de la Federación bíblica católica escuchen juntos la palabra de Dios y renueven su servicio a la Iglesia, llamada a anunciar el evangelio de la paz.
El hecho de que vuestro encuentro se esté celebrando en Dar es Salaam es un gesto importante de solidaridad con la Iglesia en África, sobre todo con vistas al Sínodo especial para África del año próximo. "La Iglesia tiene el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio" (Gaudium et spes, 4). El mensaje que lleváis a Dar es Salaam es claramente un mensaje de amor a la Biblia y de amor a África. El tema de vuestra asamblea general atrae la atención hacia el modo como la palabra de Dios puede restituir a la humanidad la reconciliación, la justicia y la paz. Esta es la palabra de vida que la Iglesia tiene que ofrecer a un mundo quebrantado. "Somos embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!" (2 Co 5, 20). Ojalá que el continente africano establezca el contexto para la lectio divina que os sostendrá durante estos días, y que vuestros esfuerzos ayuden a la Iglesia en África a "proseguir su misión evangelizadora, para atraer a los pueblos del continente al Señor, enseñándoles a observar cuanto él ha mandado (cf. Mt 28, 20)" (Ecclesia in Africa, 6).
El cristianismo es la religión de la palabra de Dios, "no una palabra escrita y muda, sino encarnada y viva" (san Bernardo, S. Missus est 4, 11: PL 183, 86). Sólo Cristo, la Palabra eterna de Dios vivo, por el Espíritu Santo, puede abrir nuestra mente para comprender las Escrituras (cf. Lc 24, 15; Catecismo de la Iglesia católica, n. 108). Por tanto, os animo cordialmente no sólo a seguir dando a conocer la gran importancia de las Escrituras para la experiencia contemporánea de los católicos y particularmente para las generaciones más jóvenes, sino también a ayudarles a interpretarlas desde la perspectiva central de Cristo y de su misterio pascual.
La comunidad de creyentes puede ser fermento de reconciliación, pero sólo lo será si "permanece dócil al Espíritu y da testimonio del Evangelio, sólo si lleva la cruz como Jesús y con Jesús" (Homilía durante la santa misa en la solemnidad de Pentecostés, 11 de mayo de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 16 de mayo de 2008, p. 3). A este respecto, deseo hacer mía una reflexión del siervo de Dios Papa Juan Pablo II, que dijo: "¿Cómo anunciar el evangelio de la reconciliación sin comprometerse al mismo tiempo en la obra de la reconciliación de los cristianos?" (Ut unum sint, 98). Que esta observación también encuentre su camino en vuestras actividades de estos días. Que el Espíritu Santo guíe siempre vuestro corazón con la fuerza unificadora de la palabra de Dios.
Todos los cristianos están llamados a imitar la apertura de María, que, "acogió en su corazón y en su cuerpo la Palabra de Dios y dio la Vida al mundo" (Lumen gentium, 53). Que los pueblos de África reciban esta Palabra como fuente vivificante de reconciliación y justicia, y especialmente de la paz verdadera que sólo viene del Señor resucitado.
Encomendándoos a la misma Virgen María, Sede de la Sabiduría, a todas las personas reunidas para esta asamblea general, os imparto cordialmente mi bendición apostólica.
Vaticano, 12 de junio de 2008.
BENEDICTO PP. XVI
Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana
Ante el proyecto de Ley para aprobar el “matrimonio” entre personas homosexuales los Obispos de Costa Rica han emitido un comunicado con el fin de dar a todas las personas de buena voluntad criterios claros sobre el tema.
COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA
SOBRE UNION CIVIL DE PERSONAS HOMOSEXUALES
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, como Pastores del Pueblo de Dios queremos exponer la Doctrina de la Iglesia con relación a la unión civil entre personas homosexuales, para que, tanto fieles cristianos como personas de buena voluntad cuenten con criterios éticos claros sobre el tema.
1. La Iglesia católica considera que toda persona humana, creada a imagen de Dios, es digna del mayor respeto y rechaza, consecuentemente, toda discriminación contraria a su dignidad. Así, la Iglesia distingue entre el respeto a toda persona independientemente de su orientación sexual y el rechazo al acto sexual homosexual, como acto objetivamente contrario al plan de Dios para el ser Humano.
2. Los legisladores civiles no pueden ni deben legislar contra la recta razón, pues de hacerlo la norma que emiten perdería la fuerza de obligar en conciencia. A este respecto juzga la Iglesia que: “Las legislaciones favorables a la uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas propias de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución esencial para el bien común como es el matrimonio”.
3. Algunas personas plantean este reconocimiento legal para las uniones de personas de un mismo sexo, acudiendo a argumentos de “filantropía” ó “del principio de la autonomía de lo privado”, ó bien de “regular lo que de facto se da en la realidad social”; ante estos argumentos los Obispos recordamos: “ En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre el comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social. Las leyes civiles son principios estructurales de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal”.
4. La unión de personas del mismo sexo carece absolutamente de las características, valores y riquezas que justifican la unión natural del varón y la mujer en la cual se vive la complementariedad del ser humano, mucho más allá de los aspectos puramente reproductivos. Igualmente, estas uniones homosexuales no están dispuestas a la transmisión de la vida y, cuando al forzar la naturaleza se recurre a mecanismos artificiales, éstos irrespetan la dignidad de la persona humana no nacida.
5. La razón de la protección legal al matrimonio se encuentra en la misión de esta institución de ser la base de la familia, y de allí que sea una institución que goza del interés público. Lo anterior, no ocurre con este tipo de uniones que no aportan al tejido social y al aseguramiento futuro de la sociedad, como lo hace la institución matrimonial.
6. El argumento de desarrollar el principio de igualdad en el plano de las relaciones de pareja, entre heterosexuales y homosexuales tampoco es aceptable, pues la sociedad puede dar soluciones ya existentes para regular estas situaciones entre las que podemos mencionar:
• El Código Civil en su artículo 1198 regula ya las sociedades de hecho, para lo referente a las disposiciones de transmisión de bienes “mortis causa”.
• El mismo Código Civil tiene amplios desarrollos en el tema testamentario y de legados, así el artículo 270 regula el tema de copropiedad. En caso contrario, al legislar como se presenta en el discutido proyecto de Ley, “constituye una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizado por vías que no dañen la generalidad del cuerpo social”.
7. Los señores diputados y diputadas deben recordar, que ellos son depositarios de la soberanía popular y representantes del Pueblo de Costa Rica, y en tal sentido, su voto en todo proyecto de Ley, debe buscar el bien común y estar acorde con el sentir general los ciudadanos y así actuar en conciencia.
8. Desde el punto de vista jurídico-constitucional el proyecto propuesto atenta contra los principios constitucionales de nuestra Carta Magna y reconocidos en nuestra jurisprudencia. Al respecto, del artículo 8 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del Principio de Supremacía de la Constitución se deriva la prohibición dirigida a toda la Administración Pública de interpretar o aplicar leyes, otras normas o actos de cualquier naturaleza, de modo contrario a los precedentes o la jurisprudencia de la Sala Constitucional.
En lo referente a la institución matrimonial, la sentencia número 2006-007262, la Sala Constitucional dispuso, con absoluta claridad que el concepto de matrimonio cobijado tanto en el numeral 52 de nuestra Constitución como en los principales instrumentos internacionales que tutelan los derechos humanos se refiere, en exclusiva, a la unión entre hombre y mujer de carácter monogámico. En resumen, la Sala Constitucional expresamente determinó que, por una parte, la voluntad del Constituyente Originario había sido resguardar solamente la unión heterosexual monogámica, y, por otra, la norma constitucional y la realidad antropológica no dan margen para aplicar un criterio interpretativo contrario al sentido normativo original.
Lo anterior significa que desde una perspectiva lógica constitucional es imposible homologar o equiparar el matrimonio a ninguna otra figura que pretenda, con un mero cambio de vocabulario, reunir su mismo contenido jurídico. Una institución así contradice el mandato constitucional unívoco y fundamental contendido en el artículo 52: “El matrimonio es la base esencial de la familia y descansa en la igualdad de derechos de los cónyuges”, porque extendería los efectos y el régimen jurídico del matrimonio a uniones homosexuales, lo que la Sala Constitucional y el Constituyente Originario han proscrito.
En el voto citado, la Sala Constitucional criticó la ausencia de una normativa apropiada para regular los efectos personales y patrimoniales de las uniones homosexuales. Empero, agregó que a los derechos y obligaciones de ese tipo de parejas: “Por razones obvias, no se les puede aplicar el marco jurídico que el constituyente derivado organizó para el tratamiento de las parejas heterosexuales”.
Como consecuencia, a la luz de la Doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y, con base en el orden jurídico costarricense interpretado auténticamente por la Sala Constitucional, es inaceptable e incongruente dar la razón a un proyecto que pretende trasladar todo el régimen jurídico del matrimonio a las uniones entre homosexuales. Por lo cual como Pastores de la Iglesia, les pedimos a los señores diputadas y diputados católicos, que se expresen y voten en contra de tal iniciativa de Ley, y a los que no confiesan nuestra fe, que examinen los argumentos que hemos expuesto, y de conformidad con las reglas de la recta razón y de la naturaleza del ser humano y de la vida en sociedad, no presten su voto a un proyecto que, a todas luces, va en contra del bien común de los habitantes de la República.
Rogamos al Señor para que ilumine a nuestros legisladores para que sean consecuentes con su compromiso con la Patria.
Dado en la Sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica el día 10 de julio de 2008.
Monseñor José Francisco Ulloa
Obispo de Cartago
Presidente Conferencia Episcopal
Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Arzobispo de San José
Vice- Presidente
Monseñor Oscar Fernández Guillén
Obispo de Puntarenas
Secretario
Monseñor Ángel San Casimiro Fernández
Obispo de Alajuela
Monseñor Vittorino Girardi Stelin
Obispo de Tilarán
Monseñor José Rafael Quirós Quirós
Obispo de Limón
Monseñor Guillermo Loría Garita
Obispo de San Isidro de El General
Monseñor Oswaldo Brenes Alvarez
Obispo de Ciudad Quesada
Los Obispos de Venezuela han publicado al termino de su Asamblea Plenaria una Exhortación Pastoral que lleva por titulo: “Unidos en la Justicia y la Rectitud”, en la que exponen algunas inquietudes y propuestas sobre la realidad nacional en este momento histórico.
XC Asamblea Plenaria Ordinaria
Introducción
Los obispos de Venezuela, fieles a la misión recibida de Cristo, en comunión con los sacerdotes, religiosos, religiosas y todo nuestro pueblo, deseamos exponer algunas inquietudes y propuestas sobre la realidad nacional en este momento histórico. Se trata del grave deber pastoral de ofrecer una orientación ética y moral para el discernimiento y la actuación de los fieles. Proponemos estas reflexiones ejerciendo el derecho a expresarnos, sin pretender imponer a otros sectores nuestro modo de considerar y analizar la realidad.
“Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10, 10). Esta expresión del Señor nos interpela ante la grave situación que amenaza la vida de los venezolanos, producto del desprecio a la verdad, de la injusticia, la corrupción, la impunidad, de la inseguridad generalizada, que se manifiesta en el irrespeto a la vida desde sus comienzos; el influjo perverso del tráfico y consumo de estupefacientes; el relajamiento de las costumbres, hasta llegar a la corrupción de los niños, adolescentes y jóvenes en sitios de esparcimiento y planteles educativos; la trata de seres humanos, con fines de prostitución y de explotación. Esta realidad hunde sus raíces en una profunda crisis moral, generadora de dolor y temor, a la cual la Iglesia desea responder con la persona misma de Jesús, que viene a sanar la debilidad del corazón humano, y lo abre a la esperanza, poniendo en él, por medio de su Espíritu, el deseo de vivir según la Ley del amor.
Una realidad oscurecida por la violencia
Actualmente uno de los problemas más graves que sufre el venezolano es el de la inseguridad física, jurídica y económica. Dentro de este contexto, la vida humana no es protegida ni respetada. Hay una violencia desatada y sin control, generada por la delincuencia y la impunidad. Son miles las familias que sufren hoy la desaparición de seres queridos. Esto debilita la esperanza de un pueblo que históricamente se ha caracterizado por su actitud respetuosa de la vida de las personas.
Hace siete años los obispos expresábamos con preocupación que “la población está viviendo con angustia un considerable aumento de la delincuencia que se hace cada vez más violento y siega con saña miles de vidas inocentes cada año” (Exh. Past. “He venido para que tengan vida”, 12-7-2001); hoy nos encontramos en peores condiciones, sin vislumbrar soluciones a corto o mediano plazo, ante la carencia de políticas públicas efectivas de seguridad ciudadana que garanticen la paz social y el derecho a la vida de las personas. A ello se ha sumado de forma alarmante el secuestro y retención indebida de personas, sobre todo en las zonas fronterizas.
Por tanto, hacemos un nuevo llamado a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad ciudadana para que asuman con decisión la urgencia de resolver la problemática de la inseguridad, que ha pasado a ser la mayor preocupación del pueblo venezolano. Exigimos al gobierno nacional todos los esfuerzos posibles para lograr la liberación de las personas que se encuentran actualmente secuestradas. Debe librarse una lucha frontal contra el delito del secuestro. Sin duda, todo lo que contribuya a devolver a una persona secuestrada a su familia y a su vida ordinaria, dejando atrás días, meses o años de forzada e injusta reclusión, ha de ser saludado como un hecho positivo. Los esfuerzos por erradicar el funesto tráfico de seres humanos deben ser realizados a todo nivel y en todo sentido. De la misma manera nos dirigimos a aquellos que por distintas circunstancias han optado por la violencia para que conviertan su corazón al amor y depongan cualquier actitud que lesione la paz y la dignidad de las personas. Hay que decir un no a la muerte y la violencia, y un sí a la vida y a la paz.
Todos los cristianos, como discípulos misioneros del Resucitado, hemos de promover la cultura de la vida y generar actitudes y comportamientos que hagan posible la civilización del amor en el encuentro fraterno y respetuoso entre todos. De esta manera daremos testimonio del amor que Dios nos tiene, ya que “hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte” (1 Jn 3. 14). Esta enseñanza de la Escritura nos muestra que “la vida sólo se desarrolla plenamente en la comunión fraterna y justa” (Documento de Aparecida, 359).
Derecho a la educación.
La Educación es un derecho de todas las personas. Una educación de calidad es fundamental para el desarrollo sostenido de un país. Mucho se ha avanzado en las oportunidades educativas para todos. La Iglesia, con su extensa red de planteles, la mayor parte de los cuales está al servicio de las clases populares, ha contribuido al desarrollo del país mediante una educación de calidad.
Nuestro pueblo siempre ha tenido en alta estima la educación impartida en los centros educativos de la Iglesia. Sus alumnos son tan venezolanos como los que estudian en otros planteles. Sus docentes y trabajadores tienen derecho a equipararse a los que trabajan en las escuelas oficiales. Expresamos nuestra preocupación respecto a las dificultades encontradas para que los organismos oficiales competentes honren los convenios ya establecidos, principalmente en el ajuste anual de los presupuestos para cumplir con las obligaciones salariales del personal.
Es obligante señalar la amenaza que se cierne sobre algunas instituciones educativas católicas y privadas, en el orden presupuestario, por el necesario aumento del costo de la matrícula escolar. Para nadie es un secreto que nuestro país tiene uno de los índices de inflación más altos de América Latina. Esta realidad afecta tanto a las personas como a las instituciones, entre ellas las educativas, poniendo en peligro la existencia de éstas últimas. De esto están conscientes los directivos, los padres y representantes de los alumnos, que temen la desaparición, en la práctica, de la posibilidad de optar por una educación cristiana para sus hijos.
En la búsqueda de la educación que queremos los venezolanos, de acuerdo con los principios constitucionales, es fundamental proceder a la elaboración de una propuesta curricular que incorpore el consenso más amplio, después de una consulta abierta e inclusiva, que respete el derecho de los padres a elegir el tipo de educación integral que ellos anhelan para sus hijos, y que esté encauzada a la formación del ciudadano que requiere el país.
Es necesario que las autoridades educativas favorezcan el diálogo y la concertación con las organizaciones educativas católicas, de tal modo que se encuentren soluciones pertinentes y permanentes en bien de miles de estudiantes que se forman en esos centros educativos.
Clima político-electoral
El actual panorama político del país se caracteriza por una crispación de los ánimos que no es saludable para el importante evento electoral que se avecina. Las elecciones son un proceso normal en el desenvolvimiento de un país democrático. Se hace necesario el diálogo, el respeto a las personas y sus derechos y al ordenamiento jurídico vigente para no entorpecer este proceso.
Como en anteriores ocasiones, exhortamos a los electores a cumplir su obligación cívica de sufragar, uno de los actos que más fortalecen el sistema democrático. A pesar de las dificultades y retrocesos que se han producido en el pasado lejano y reciente en relación a la realización de comicios, éstos siempre constituyen un canal imprescindible de expresión de la ciudadanía y de consolidación de la democracia. Es grande también la responsabilidad de los candidatos o actores políticos: en este proceso electoral, más que unos cargos, están en juego valores esenciales de la democracia, a saber: el pluralismo, la libertad, la honestidad, la justicia, la paz.
A la obligación de participar que tienen los electores corresponde, por parte del Estado, en particular del Consejo Nacional Electoral, el deber de garantizar la pulcritud del proceso, su fácil acceso, la difusión inmediata de los resultados y el acatamiento de los mismos, como voluntad popular que de ese modo se expresa, sin que pueda anteponérsele ningún otro interés, grupal o individual, ideológico o de cualquier otra naturaleza. Sin embargo, dados los acontecimientos del último semestre, en concreto, las inhabilitaciones de centenares de ciudadanos por un órgano administrativo, conviene poner de relieve que entre los presupuestos de un proceso de elecciones imparcial, transparente y libre, está la garantía para todo ciudadano, dentro de los límites establecidos por las leyes, de elegir y de ser elegido. A nadie se puede condenar o privar de sus derechos sin una sentencia judicial firme. Se trata de derechos humanos que sólo excepcionalmente pueden ser limitados, y ello dentro de los cauces constitucionales (Cf. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, arts. 42 y 65). Cualquier lesión de estos derechos por medidas que no estén claramente fundadas en el ordenamiento jurídico vigente, viola la Constitución, pone en entredicho la voluntad democrática de un régimen, y más bien sugiere la intención de sacar del camino a los adversarios que tengan posibilidades de éxito.
Dentro del cuadro político ya descrito, un elemento que agudiza la polarización es la imposición de cualquier tipo de consigna que amenace con la muerte. Este tipo de consigna es éticamente reprobable, y contraviene abiertamente la Constitución vigente y la voluntad expresada en el referéndum del 2 de diciembre. En vez de expresiones como ésta, lo que el pueblo desea es la solución de los graves y muy concretos problemas que vive, como la seguridad, la salud, la vivienda, la educación y otros.
La División de poderes, expresión y garantía de la Democracia
Una auténtica separación de poderes es garantía de ejercicio pleno de la democracia. El argumento de que no puede haber ningún tipo de diferencia porque los poderes deben trabajar en armonía es falaz. Evidentemente, los grandes intereses nacionales piden el logro de acuerdos, pero estos jamás pueden ser automáticos, ni responder a la línea dictada por uno de los poderes públicos, sino fruto, precisamente, del debate, de la confrontación de ideas, en el respeto mutuo de los actores de dicho dialogo. El Poder Judicial, cuya misión es, precisamente, juzgar, incluso eventualmente a quienes detentan los demás poderes públicos, debe hacer valer y respetar su independencia y autonomía.
Conclusión.
Nuestro pueblo quiere la vida, y una vida digna. Ésta se consigue con actitudes y políticas que promuevan el reconocimiento de la dignidad personal, los valores humanos, la paz, el respeto a las diferencias, el diálogo sincero y la apertura a los otros. El progreso de Venezuela no se logrará con una permanente conflictividad, sino mediante un clima de paz, abierto al reconocimiento e inclusión de todos sus habitantes y sectores humanos. La construcción del país es tarea de todos. Nadie debe ser excluido.
Los cristianos no podemos abdicar de esta responsabilidad; antes bien, con la sabiduría del Espíritu de Dios debemos sentirnos llamados a ser mensajeros permanentes de la Buena Noticia de Jesucristo, el Señor, y trabajar por el bien común de todos los venezolanos. Él nos llama a asumir en nuestra nación el gran desafío de construir su Reino de verdad, de justicia, de paz, de amor. Pedimos la intercesión de María Santísima de Coromoto, patrona de nuestra Patria, para que nos acompañe en la construcción de este Reino y el logro de la paz duradera.
Caracas, 10 de julio de 2008
Con nuestra bendición.
Los Obispos de Venezuela
Exhortación PastoralVATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - La presencia del Señor Jesús precede y permanece más allá de la asamblea litúrgica
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Al inicio de la reforma litúrgica postconciliar se hizo camino la idea de que el tabernáculo es un obstáculo para la Misa “de cara al pueblo”, a pesar de que las instrucciones lo retuviesen lícito (cf “Inter Oecumenici” n. 95 y “Eucharisticum Mysterium” n. 54). Se decía: Jesucristo se hace presente con la consagración en la Misa, dejarlo en el tabernáculo significa realizar un conflicto de signos.
Esta idea, en verdad, ha encontrado su lugar en la misma instrucción (cf EM 55) y en apariencia, parece coherente. Pero ha sucedido, poco a poco, que los “diversos” o “modos principales de la presencia” de Jesucristo (cf “Lumen gentium” n. 48; Catecismo de la Iglesia Católica n. 1373; EM n. 9 y n. 55) han sido considerados, más o menos, equivalentes: en pocas palabras se ha hecho camino, en este camino, antes que en otro lugar, el relativismo. Hasta hoy muchos fieles no están en capacidad de distinguir las diversas formas de la “presencia de Cristo” en los santos signos.
Cuando el Concilio estaba por comenzar su último sesión, Pablo VI, el 3 de septiembre de 1965, emanaba la encíclica “Mysterium Fidei”. Para hacer frente al redimensionamiento y a la negación de la presencia real del Señor en el Santísimo Sacramento, reafirmaba que Sacrificio y Sacramento son un único misterio inseparable y que este es la carne de Jesucristo crucificado y resucitado; que es el más grande de los milagros: que gracias a la transubstanciación es una nueva realidad ontológica; que el Santísimo Sacramento debe ser conservado en los templos y oratorios como el centro espiritual de toda comunidad, de toda la Iglesia y de la humanidad.
Pero no fue suficiente. Mientras el Papa, con la encíclica, defendía la Eucaristía, la reducción simbolista entraba en la Iglesia y se verificaba el primer y más vistoso efecto: el desplazamiento del tabernáculo del centro del altar. El motivo aparente era, justamente, el “conflicto de signos” entre Presencia permanente y Sacrificio de la Misa. Tal conflicto aparente, con sus consecuencias relativistas, ha llegado hasta nosotros. ¿Qué hacer?
Es necesario explicar que Cristo está “siempre presente en su Iglesia” (SC n. 7; CCC n. 1088), especialmente en las especies eucarísticas, en las cuales lo está por antonomasia, es decir en modo corporal y sustancial, como Dios y como hombre, todo entero e ininterrumpidamente. La fórmula clásica siempre válida es: cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Él es el Santísimo Sacramento (cf MF en EM n. 10).
Se debe luego explicar que, en los sacramentos, Él está presente con su “virtud” o poder. En tercer lugar, se debe aclarar que en el sacerdote que celebra, en la Iglesia reunida en oración, en la Palabra proclamada, Él está presente en espíritu. Por lo tanto, no hay múltiples presencias sino una única presencia permanente que es, por definición, la presencia eucarística (SC n. 7; CCC nn. 1373-1374).
Entre tanto se ha hecho camino otra teoría: la equiparación de la presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento a la presencia de su Palabra. Y sin embargo el Concilio Vaticano II dice que la presencia de Cristo en la Palabra está “cuando en la iglesia se lee la Sagrada Escritura” (SC n. 7), es decir, a dos condiciones: cuando la lectura se hace “en la iglesia”, - la realidad compuesta de jerarquía y fieles, - no en modo privado, y cuando “se lee” la Sagrada Escritura: no basta, por lo tanto, que esté el libro sagrado sobre el ambón o sobre el altar. (O, incluso, en cualquier otro lugar, como adelante, o incluso encima, del tabernáculo o a los pies de las estatuas).
La presencia en la Palabra está vinculada al uso, es una presencia “moral” vinculada a un acto del espíritu, con la condición espiritual del individuo y limitada en el tiempo. Mientras la presencia en el sacramento eucarístico es sustancial y permanente. Por lo tanto es particularmente importante reafirmar la relación imprescindible, y al mismo tiempo asimétrica, que existe entre Palabra y Eucaristía (cf “Dei Verbum” n. 21, con la indispensable nota explicativa).
En conclusión, no se puede seguir afirmando que la presencia real en la Eucaristía está “vinculada al uso” y “termina con él”, que es una cuestión de grado y no de sustancia, sin incurrir en un grave error doctrinal. Recientemente, después de haber contrapuesto la eclesiología del Vaticano II a la de Trento, se ha escrito una vez más de presencias y gradualidades diversas, lamentando que la presencia sacramental siga siendo comprendida en modo ontológico: quizás se ha olvidado que Pablo VI ya definió que, después de la transubstanciación, el pan y el vino “adquieren un nuevo significado y un nuevo fin puesto que contienen una nueva realidad que con razón denominamos ontológica” (“Mysterium Fidei” n. 47).
Por lo tanto, la presencia de Jesucristo “precede” a la asamblea litúrgica, como la columna de fuego precedía al pueblo de Dios en camino, “permanece” más allá de la asamblea y “no es producida” por la asamblea. (Agencia Fides 10/7/2008; líneas 57, palabras 837)
DOMINGO 16 DEL TIEMPO ORDINARIO / A
20 de julio de 2008 La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos vosotros. Aunque no lo parezca, aunque si nos miramos mutuamente podemos ver que somos muy distintos, hay muchas cosas que nos unen, a los que estamos reunidos en esta iglesia. Muchas más de las que creemos. Queremos ser hombres y mujeres de buena voluntad, queremos ser serviciales para con los demás, queremos creer de verdad en Jesús. Todo esto nos une. Y nos une también la conciencia de que esto a menudo nos cuesta mucho, a menudo fallamos, a menudo somos infieles. Por eso estamos aquí. Necesitamos reunirnos, necesitamos rezar juntos, necesitamos responder a la llamada que Jesús nos hace todos los domingos. Por eso, en pleno verano, nos reunimos de nuevo en la Eucaristía. Tú, que escuchas nuestra oración. CRISTO, TEN PIEDAD. Tú, que eres rico en misericordia. SEÑOR, TEN PIEDAD.
A. penitencial: Recemos ahora unos momentos en silencio, pidiendo perdón y gracia. (Silencio).
Tú, que eres bueno y clemente. SEÑOR, TEN PIEDAD.
1. lectura (Sabiduría 12,13.16-19): Como el domingo pasado, también hoy en el evangelio Jesús nos hablará en parábolas para explicarnos lo que significa el Reino de Dios. Nos hablará de la bondad de Dios. Escuchemos ahora cómo un sabio del Antiguo Testa-mento nos hablaba ya de esta bondad.
2. lectura (Romanos 8,26-2 7): Escuchemos ahora a san Pablo, que nos habla del Espíritu de Dios que actúa en nosotros.
Oración universal: Presentemos nuestras peticiones a Dios, el Padre de todos. Oremos diciendo: TE
ROGAMOS, ÓYENOS.
Por todas las Iglesias cristianas: por los católicos, por los protestantes, por los ortodoxos, por los anglicanos, OREMOS:
Por los que dudan de su fe. OREMOS:
Por los enfermos de nuestra parroquia; por los ancianos que se sienten abandonados. OREMOS:
Por los que han tenido que dejar su tierra y han venido a nuestro país en busca de una vida digna. OREMOS:
Por los países que están en guerra; por los responsables de estos desastres. OREMOS:
Por los que nos hemos reunido en esta Eucaristía para alimentarnos de la Palabra y del Cuerpo y Sangre del Señor. OREMOS:
Escucha, Padre, nuestras peticiones, y derrama tu amor sobre toda la humanidad. Por Jesucristo... * * *
Ofrendas: Oh Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la antigua alianza, recibe y santifica las ofrendas de tus fieles, como bendijiste la de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en honor de tu nombre sirva para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padrenuestro: Siguiendo la enseñanza de Jesucristo, y movidos por su Espíritu, que nos enseña a orar, nos atrevemos a decir:
CPL
Comentario a las lecturas del domingo quinto del Tiempo Ordinario - A, publicado en Diario de Avisos el domingo 13 de Julio de 2008 bajo el epígrafe "el domingo, fiesta de los cristianos".
Los pájaros,
las piedras,
las espinas...
El alumno siempre agradece que el profesor, después de exponer una doctrina, ponga algunos ejemplos. Los ejemplos ayudan a entender las lecciones. Después de la teoría, la práctica.
Jesús, como buen maestro, iba ilustrando toda su doc-trina sobre el Reino con ejemplos, con muchos ejemplos. Eran sus parábolas.
Las parábolas de Jesús era sencillas, transparentes, tomadas del devenir de la vida diaria, algo que todos sus oyentes podían constatar, ya que eran sucesos o actividades que ocurrían ante sus ojos. Páginas de la vida del campo, del mar, del pastoreo, de la vida familiar. Viñetas al alcance de todos para orientar la propia vida en seguimiento de Jesús. Así, la parábola del sembrador: "Salió el sembrador a sembrar su simiente. Y una parte cayó en...; otra parte, en...; otra parte, en...". Esta escena estaba allá, ante los ojos de sus seguidores. No hacía falta por tanto, mucho esfuerzo para hacerles comprender que "según el lugar donde cayera la semilla -el camino, las piedras, las espinas, la tierra-tierra-, así sería la cosecha. Produciría el treinta, el cincuenta o el cien por cien".
Y, sin embargo, ya lo ven, no lo entendían. Los mismos discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Qué has querido con tu parábola?".
Esa es, pues, la cuestión: ¿Qué ocurría para que "miraran sin ver y escucharan sin oír ni entender"?
Conviene tener en cuenta dos cosas. Primera: que Jesús decía sus parábolas en orden a "instruir", por supuesto. Es necesario conocer las "reglas de juego" en cualquier compromiso humano. Ser discípulo significa ser "alguien que aprende". Los discípulos de Jesús deben conocer, por tanto, todas las asignaturas de ese "Reino" que Jesús viene a implantar. Cristo no quiere autómatas, sino seguidores libres y conscientes, movidos únicamente por el resorte del amor.
Pero, segundo: sus parábolas no estaban destinadas únicamente a "instruir", sino a "ser puestas en marcha".
Y así, el discípulo de Cristo, no será "buen discípulo" solamente por "entender" el secreto del crecimiento de la simiente. Hará falta que trabaje en convertir todo en "buena tierra", empezando por su propio "yo".
Y eso es lo que quería decir Jesús cuando, a continuación, citando a Isaías, añadía: "Oirán con los oídos sin en-tender y mirarán con los ojos sin ve