Extracto de DOSSIER FIDES “Turismo sexual y obra de contraste de los misioneros” publicado por Agencia FIDES el 8 de Agosto de 2008.
La “industria del entretenimiento”.
La Organización Mundial de Turismo define el turismo sexual como “viajes organizados por los operadores del sector turístico o por externos que usan sus estructuras y redes, con el fin primario de hacer emprender al turista una relación sexual de tipo comercial con los residentes del lugar de destino” (Código Mundial de Ética del Turismo). Este tipo de turismo tiene, según la ONU, consecuencias sociales y culturales tanto para los países de origen como para los de destino, particularmente en aquellas situaciones donde se explotan las desigualdades de sexo, edad, condición social y económica de las poblaciones de las metas turísticas.
En algunas áreas del mundo, el turismo sexual, ha asumido características de masa. Asia, Este europeo y América Latina son de las zonas del mundo donde se lleva a cabo un negocio de compraventa del cuerpo de seres humanos con fines sexuales. Al centro de estos tráficos están sobre todo las mujeres, los niños y las niñas. Personas frágiles, pobres, indefensas, objetos de la facilidad con el que el hombre actual consuma sus instintos animalescos. Por turismo sexual, en efecto, se entiende la explotación sexual de sujetos socio-económicamente desaventajados, la mayoría de las veces menores, por parte de turistas extranjeros/as a cambio no sólo o no necesariamente de dinero, sino del acceso a los bienes de consumo y estilos de vida inalcanzables por otra vía.
La práctica del turismo sexual se funda sobre la percepción distorsionada de ciertos países pobres como lugares donde reina la más absoluta libertad en las costumbres y la más completa impunidad con respecto a las prácticas que, en los países ricos, es más difícil realizar como el sexo con menores o el uso de violencia en las relaciones sexuales con mujeres, hombres, transexuales, niños y adolescentes. En virtud de esta percepción, los hombres (y también las mujeres, porque a lo largo de los años se está difundiendo también la práctica del turismo sexual femenino) occidentales buscan aquellos lugares donde piensan que pueden practicar comportamientos criminales gravísimos garantizándose la impunidad, sabiendo que encontrarán cientos de miles de niñas y niños, adolescentes, transexuales, hombres y mujeres dispuestos por necesidad o por fragilidad emotiva a satisfacer todos sus deseos.
Desde el momento en que se basa sobre la explotación de sujetos más débiles, incapaces de decidir autónomamente sobre su propio destino, el turismo sexual es un crimen y como tal es considerado en las legislaciones de diversos países, entre los cuales Italia y Brasil. La ley italiana (número 269 del 1998) afirma dos fundamentales principios en tema de turismo sexual y explotación de la prostitución de menores: 1) la posibilidad de perseguir penalmente toda actividad que comporte la explotación sexual de los menores, declarando así punible no sólo a quien induce a la prostitución a una persona de edad inferior a los 18 años y que desarrolla iniciativas turísticas que apuntan a la explotación de la prostitución de menores, sino también a quien realiza actos sexuales con un menor a cambio de dinero o de otra utilidad económica, a menos que el hecho no constituya un reato más grave; 2) el principio de extraterritorialidad que comporta la punibilidad del ciudadano italiano para estos reatos, tanto cuando son cometidos en Italia, como cuando son cometidos en otras naciones. Este principio debería garantizar una mayor tutela de los menores constituyendo un freno para el ciudadano italiano, que en base a las estadísticas, es el primero en Europa que practica el turismo sexual.
Un elemento ulterior que ha contribuido al crecimiento del fenómeno del turismo sexual y al difundirse de la prostitución infantil, fue determinado por la guerra de Vietnam, que causó a su vez una fuerte presencia de bases militares en Asia, sobre todo en Corea, Vietnam, Tailandia, Filipinas y Okinawa; se ha calculado que al final de la guerra del Vietnam, en Saigón las prostitutas eran 500000. Las bases militares han hecho que se desarrollen las ciudades asiáticas o han hecho incluso surgir nuevas ciudades, simplemente promoviendo la creación de locales públicos provistos de prostitutas. Niñas y adolescentes pueden convertirse en víctimas del mercado de la prostitución incluso después de la llegada de las fuerzas de paz. En Mozambique, por ejemplo, después de la firma del tratado de paz en 1992, soldados del ONUMOZ (United Nations Operations In Mozambique) iniciaron a la prostitución a muchachas entre los 12 y los 18 años. Esta denuncia contenida en el Reporte sobre las Consecuencias de los Conflictos Armados sobre Niños y Adolescentes, preparado por Graça Machel, por encargo del entonces Secretario General de la ONU, Boutros Ghali. El Reporte final ha sido presentado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en agosto del 1996. En la preparación del Reporte Machel se elaboraron 12 estudios de casos en países que han tenido como objeto la explotación sexual de lo menores durante los conflictos armados; surgió que en 6 de los países observados a la llegada de las tropas de paz corresponde un rápido crecimiento de la prostitución de menores.
La “actualización” del reporte de Graça Machel, presentado en New York en diciembre del 2007, afirma que en el último decenio, el impacto de la guerra sobre los niños ha sido más brutal que nunca: víctimas de ataques contra las escuelas y de secuestros para obligarlos a combatir como soldados, para reducirlos a esclavos sexuales o a condiciones de servidumbre. Y en las zonas de conflicto su vulnerabilidad se ve frecuentemente incrementada por el hecho de que la violencia afecta su natural línea de defensa: sus padres. “Las amenazas a los niños atrapados en las guerras siguen creciendo”, declaró el director General del UNICEF Ann Veneman. “Ya no son simplemente víctimas del fuego cruzado, sino que son progresivamente el objetivo predestinado de violencias, abusos y explotación, a la merced de una multitud de grupos armados que vejan a las poblaciones civiles”. El nuevo reporte subraya los progresos realizados en la prevención del reclutamiento de los niños en el proceso de desmovilización y en el apoyo a su reinserción social. Las intervenciones desconcertadas por parte de la comunidad internacional han conducido asimismo a resultados en la lucha contra la violencia sexual. Sobre esto, algunos importantes acontecimientos son los primeros procedimientos judiciales por parte de tribunales internacionales, el compromiso del Consejo de Seguridad de monitorear el desarrollo y la adopción de nuevas leyes y estándares internacionales. Entre estos figuran el Protocolo opcional en la Convención sobre los derechos de la infancia sobre la involucración de los niños en los conflictos armados y la adopción de los Principios de París para prevención del reclutamiento ilegal y del uso de niños en guerra. El nuevo reporte ofrece recomendaciones concretas para los próximos diez años, incluido un llamamiento a los Estados miembros y a las sociedades civiles para que salvaguarden a los niños que viven en las más de 50 zonas de guerra de todo el mundo, así como los niños que luchan por sobrevivir en los países en los que la guerra ha terminado recientemente.