Mi?rcoles, 03 de septiembre de 2008


AMERICA/COSTA RICA - “¡La Familia es un tesoro, cuídala!”: exhortación del Arzobispo de San José a cien mil personas participantes en la Gran Marcha por la Familia

 

 

 

HOMILÍA DEL SEÑOR ARZOBISPO EN LA MARCHA POR LA FAMILIA

 

CATEDRAL METROPOLITANA, SAN JOSÉ

31 DE AGOSTO DEL 2008

 

+Mons. Hugo Barrantes Ureña.  Arzobispo Metropolitano.

 

1.-    Un Tesoro:

Nos encontramos reunidos alrededor del altar del Señor, después de  una entusiasta marcha, por las avenidas de la capital,  para proclamar que la familia es el más hermoso tesoro y la más preciosa perla de nuestra sociedad.

          La familia es uno de los dones más valiosos que Dios  ha dado a la humanidad.  No hay que ir a la Isla del Coco a buscar el tesoro; el tesoro son ustedes, queridas  familias.

          Estamos convencidos que no hay alternativa para la familia.  La familia es la primera escuela de virtudes que todas las sociedades necesitan.

          Para que la sociedad siga existiendo, es indispensable que siga existiendo también la familia.  La familia es la célula primera y fundamental de la sociedad.  La sociedad será lo que sea la familia. Por eso hemos venido hoy aquí, al Parque Central,  para proclamar  a pulmón lleno nuestra fe en la familia. Hay quienes piensan que pueden ser felices sin Dios, que pueden cambiar y mejorar el mundo sin Dios.  Sin Dios,  la familia se desmorona y se derrumba la sociedad.

          Hoy  nosotros proclamamos que sólo sobre la roca que es Cristo podremos construir un mundo nuevo.  Si quitamos a Dios de la familia,  la sociedad se quedará  como un pobre peregrino sin norte, ni meta.  Sin fe,  las familias se quedan sin luz y amenazan en convertirse en agujeros negros. La peor tentación es volver añicos los valores éticos y establecer estilos de vida que hoy se llaman “neo-paganos”.

          Un aspecto grandioso de la familia es que es la primera evangelizadora en la fe.  Los padres son, por un derecho originario, los primeros educadores de sus hijos.  Y deben educarlos conforme a sus convicciones morales y religiosas.   En la familia aprendemos quiénes somos y cuál es nuestra  meta final.  Es en la familia donde se nos entrega la brújula que guiará nuestro destino hacia el puerto de la salvación.   Por lo mismo, los padres  cristianos tienen el derecho de elegir qué educación quieren para sus hijos en las escuelas.  Deben exigir que la enseñanza se ajuste a la doctrina de la Iglesia.

 

2.-    Faro de luz:

          Quiero insistir en que las familias cristianas son un símbolo especial en el mundo actual.  Son un faro de luz en medio de la oscuridad.  Son  una fuente de agua en medio del desierto.

Cito un texto del Cardenal Daneels:

          “Durante los primeros siglos, se reconocía ante todo el testimonio de los mártires …  Más tarde, son los monjes y las monjas los que entregaron a la sociedad su cultura, la liturgia, la enseñanza, los cuidados del cuerpo y del alma …  Después, la credibilidad de la Iglesia se manifestó  en el ámbito escolar y sanitario … Todo ello perdura, pero cada vez estoy más convencido de una cosa: hoy en día, es el testimonio de la familia cristiana el que le da credibilidad a la Iglesia.  Es aquí donde nuestra civilización  encontrará sus pozos de Jacob para saciar su sed y protegerse del calor”.

          Las familias cristianas tienen que ser hoy pozos llenos de agua viva, donde otros beban.  Tienen que ser misioneras, tienen que ser evangelizadoras, tienen que ir a los alejados,  tienen que ser testigos de Dios en el mundo.  Tienen que proclamar, con su testimonio, la buena noticia de la vida.  No deben tener miedo de hacerlo.  Hay que seguir el ejemplo del profeta Jeremías que siente la voz de Dios como fuego ardiente en sus entrañas.  Por eso no le importan las persecuciones  y proclama la Palabra de Dios a los cuatro vientos.  Gracias, queridas familias, por haber caminado hoy en esta impresionante marcha,  para proclamar su fe en la familia.  Como Pedro y Juan ante el sanedrín han dicho: “No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” ( Hechos 4, 20).

 

3.-  La cruz:

Hoy Cristo nos habla de la cruz en el Evangelio.

          Un adagio del Talmud afirma:  “La unión del hombre y la mujer es un milagro más grande que el del Mar Rojo”.  Sí, la vida conyugal es un viaje y su duración es un prodigio.  La unidad, la vida en pareja no transcurre sin dificultades, sin crisis, sin momentos que se superan, sin renuncias.  Dentro de la fe, los esposos vivirán estas renuncias como parte de la participación en el misterio de la Cruz.  La participación en el misterio de la muerte y la resurrección, la verdad según la cual es necesario morir para volver a nacer, reside en el corazón del sentimiento cristiano del matrimonio.  Aquí se recoge una verdad universal:  “Si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto”.

          No olvidemos que en la cruz lo que cuenta no es el dolor, sino el amor.  Sólo el amor da sentido al dolor.  Cristo muere por amor, y ese amor nos salvó.

          El matrimonio no es el cuento de Alicia en el país de las maravillas.  Los que se casan deben recordar que no hay éxito cuesta abajo, ni felicidad verdadera que sea barata.

          “El que quiere venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”, nos ha dicho Cristo en el Evangelio.   Esto nos recuerda que la vocación del hombre a ser hijo de Dios choca siempre con las tendencias a satisfacciones superficiales y egoístas introducidas por el pecado. Los esposos deben orar con frecuencia delante de la cruz.  Deben pedir la gracia y la fuerza que vienen de la cruz, deben ponerse bajo la protección de la cruz y deben seguir a Cristo por el camino de la  cruz. Pero, hay que  recordar que el madero clavado sobre el monte es la exaltación, es el triunfo de Cristo, es la hora de su glorificación.  Pensemos que Jesús, levantado en el madero, es como una saeta que abre el camino de los hombres hacia Dios, que  marca  la senda de los matrimonios hacia la Salvación.

 

4.-  Una preocupación compartida:

          Quiero compartir con ustedes mi preocupación por algunos proyectos de ley que están en trámite en la Asamblea Legislativa.  Hay aspectos en dichos proyectos que van contra la familia.            Mi opinión al  respecto no nace de una actitud  discriminatoria.  Lo hago como pastor y como maestro de la fe, iluminado por la Palabra de Dios.  Como ciudadano me inspiran la Constitución Política y el Código de Familia, pues también son garantes de la defensa de la familia.        Considero que los siguientes cinco proyectos de ley van contra la dignidad y la existencia de la familia, tal como se entiende desde la fe cristiana y se refleja en nuestro ordenamiento jurídico.

          A.-  El  proyecto de ley 16182 que es una reforma al Código de Familia, ampliando las uniones de hecho. En esta reforma se amplia la unión de hecho de un hombre y una mujer a la unión de hecho que nace del encuentro de dos voluntades.

          B.-  El  proyecto de ley  16390 que reforma el Código Civil y otras leyes que propone legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo y otorgarles los mismos derechos del matrimonio. Cuando se lee el texto y su articulado se desprende que es una homologación de derechos de estas personas a los de los cónyuges, lo cual es de suyo inconstitucional a la luz de la jurisprudencia constitucional.

          C.-  El  proyecto de ley 16.687 que Reforma la Ley General de Salud, para incluir un capítulo de derechos sexuales y reproductivos.- El proyecto separa la sexualidad de la reproducción humana y dispone que cada ser humano es dueño absoluto de su propio cuerpo.

          D.- El proyecto de ley 16970,  Ley para la Prevención y Eliminación de la Discriminación, que pretende “normalizar” estilos de vida en contra de los valores cristianos.

          E.-  Y el proyecto  16978 que modifica el Código Penal, aumentando las penas por discriminación sobre orientación sexual. 

          Hago un llamado a los diputados católicos de nuestra Asamblea Legislativa, para que, ante estos proyectos, actúen fieles a su conciencia y no aprueben leyes que  vayan contra la vida, el matrimonio y la familia.

          El común denominador de estos proyectos son los “derechos sexuales”.  La Iglesia está a favor de un sano goce de la sexualidad humana.  En estos proyectos, con el término “derechos sexuales” se quiere imponer una concepción de la persona reducida a lo erótico, sin que esté acompañado por el amor “agape”.

          También me preocupa  un Manual de la Caja Costarricense de Seguro Social, llamado “La sexualidad y la Salud sexual preproductiva de las y los adolescentes con énfasis en prevención del VIH/SIDA”, dirigido a niños de 10 años hasta adolescentes de 19 años.  Se introducen conceptos y prácticas a todas luces inconvenientes en esta etapa de crecimiento.  Además, en ningún momento se toma la opinión a los padres. 

          Siento, una vez considerado todo lo anterior, que se quiere violar el derecho a lo que es sano, el derecho a la inocencia de los niños y las niñas ( que no es ignorancia ),  el derecho a la familia.  Se trata de una amenaza a la salud de la célula fundamental de la sociedad.

          ¿Qué Costa Rica queremos heredar a las futuras generaciones? ¡ Despertemos a tiempo!  Es necesario generar un amplio diálogo y buscar estrategias para que la voz de los católicos sea escuchada, dentro del contexto de un  Estado de derecho.

 

5.-    Conclusión:

          Si se atenta contra la familia se atenta contra Dios.  Se rompen los lazos con Dios porque queremos ser libres, ser dueños de nosotros mismos, como en el paraíso quisieron ser libres Adán y Eva.   Por la misma razón se atenta contra la familia, porque no se quiere obedecer, porque no se quieren compromisos. En muchos casos, se pretende un matrimonio a la carta, como si se tratara de un producto desechable.  No se valoran los vínculos estables que aseguran el bien de la familia.

 

Tenemos que recomponer esos lazos con Dios; la familia es el lugar adecuado para restablecer el vínculo del ser humano  con Dios.

          Ustedes, esposos y esposas, un día colocaron en los dedos de sus manos los anillos, las alianzas matrimoniales, y prometieron amarse hasta que la muerte los separara.  Les invito para que renueven hoy, en su corazón, la promesa de amor y fidelidad que hicieron el día de su boda y que, en esta Eucaristía, vivan su alianza con Dios.

          Así es como vamos a continuar  la gran revolución a favor de la familia.  Empezando por vivir la santidad matrimonial.  En esta lucha a favor de la familia contamos con armas poderosas: la oración, la Eucaristía, la Pastoral Familiar, los grupos y movimientos que trabajan a favor de la familia.  Y sobre todo, la bendición de Dios y la protección de la Virgen. Este será el primer fruto de esta Marcha Arquidiocesana, hacer de cada familia un templo donde reinen la paz y el amor.  ¡ La Familia es un tesoro, cuídala !

 

Que Dios nos bendiga a todos.

 


Publicado por verdenaranja @ 23:58  | Hablan los obispos
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Comentarios
Publicado por leopldocruzr
Jueves, 04 de septiembre de 2008 | 18:15
Yo como cabeza de familia de respeto y comprenci?n de las leyes de Dios, no puedo evitar que mis lagrimas rueden de alegria con estas palabras tan constructivas para la familia, que es el centro de la realidad de la creaci?n.
Publicado por leopldocruzr
Jueves, 04 de septiembre de 2008 | 18:50
Cuando la humanidad esta dirijida por ciegos no hay otra alternativa que el despe?adero; el no valorar la direci?n de Dios y el respeto por una orientaci?n a la familia es perder el sentido, ya que esta es la base fundamental de un orden social.