Extracto de DOSSIER FIDES “El tráfico de órganos humanos” publicado por Agencia Fides el mes de Agosto de 2008.
El Magisterio de la Iglesia Católica y el trasplante de los órganos humanos
El 29 de agosto del 2000, Juan Pablo II dio un discurso al 18º Congreso Internacional de la Sociedad de los trasplantes, que tenía lugar en Roma, Después de mencionar una parte de la Evangelium Vitae (n.86), “merece especial reconocimiento la donación de órganos, realizada según criterios éticamente aceptables, para ofrecer una posibilidad de curación e incluso de vida, a enfermos tal vez sin esperanzas” el Papa subrayó: “Respecto a la transmisión de otras formas de vida en el universo, la comunicación de la vida humana posee una originalidad propia, derivada de la originalidad misma de la persona humana. "Y como la vida humana se propaga a otros hombres de una manera consciente y responsable, se sigue de aquí que esta propagación debe verificarse de acuerdo con las leyes sacrosantas, inmutables e inviolables de Dios, las cuales han de ser conocidas y respetadas por todos. Nadie, pues, puede lícitamente usar en esta materia los medios o procedimientos que es lícito emplear en la genética de las plantas o de los animales" .Los progresos de la técnica hacen posible en la actualidad una procreación sin unión sexual, mediante el encuentro in vitro de células germinales extraídas previamente del varón y de la mujer. Pero lo que es técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible. (Congregación para la Doctrina de la fe, Donum vital, 4)”
El Papa Giovanni Paolo II, afirmó que “cada intervención de trasplante de órgano, como ya he subrayado en otras ocasiones, tiene generalmente en el origen una decisión de gran valor ético: “la decisión de ofrecer, sin recompensa, un parte del propio cuerpo, para la salud y el bienestar de otra persona” (Enseñanzas de Juan Pablo II: XIV/1, 1991, p. 1711). Precisamente en esto reside la nobleza del gesto, que se configura como un auténtico acto de amor. No se dona solamente algo propio, se da algo de sí, desde el momento que “En virtud de su unión sustancial con un alma espiritual, el cuerpo humano no puede ser reducido a un complejo de tejidos, órganos y funciones, ni puede ser valorado con la misma medida que el cuerpo de los animales, ya que es parte constitutiva de una persona, que a través de él se expresa y se manifiesta” (Congregación para la Doctrina de la fe, Donum vital, 3)
Como consecuencia, cada práctica que conduce a la comercialización de órganos humanos o a considerarlo como unidad de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, ya que, a través de un uso “como objeto” del cuerpo, viola la misma dignidad de la persona”.
El Catequismo de la Iglesia Católica, en el número 2296, dice: “El trasplante de órganos no es moralmente aceptable si el donante o sus representantes no han dado su consentimiento consciente. El trasplante de órganos es conforme a la ley moral y puede ser meritorio si los peligros y riesgos físicos o psíquicos sobrevenidos al donante son proporcionados al bien que se busca en el destinatario. Es moralmente inadmisible provocar directamente para el ser humano bien la mutilación que le deja inválido o bien su muerte, aunque sea para retardar el fallecimiento de otras personas”