Los Obispos de Nicaragua publicaron una Carta Pastoral en el mes de agosto ante las actuales circunstancias del país y las próximas elecciones municipales que tendrán lugar el 9 de noviembre.
EXHORTACIÓN DE LOS OBISPOS DE NICARAGUA
ANTE LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS DEL PAÍS
Y LAS ELECCIONES MUNICIPALES DEL 2008
“Porque (…) no pediste para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos y pediste sabiduría para escuchar y gobernar, acepto tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha tenido nadie antes ni después de ti”. (1 Re 3,11-12)
A los sacerdotes, religiosos, religiosas y agentes de pastoral, a los electores y candidatos municipales, nicaragüenses, hombres y mujeres de buena voluntad;
I. LUCES Y SOMBRAS DE NUESTRO ENTORNO
Entre las luces de nuestro entorno, vemos con alegría la superación de la dramática crisis energética que sumía al país en una oscuridad que lo paralizaba hasta por más de 8 horas diariamente.
Saludamos el hecho de que se hagan esfuerzos gubernamentales por llegar a los pequeños productores brindándoles asistencia técnica, semillas mejoradas y préstamos que no exponen las propiedades de los campesinos.
Con gozo vemos el esfuerzo enfocado en mejorar la infraestructura de las escuelas, la gratuidad de la educación, la mejora gradual del salario a los docentes, y el apoyo recibido en el aumento de la subvención a los centros educativos parroquiales y a otros centros privados de la nación.
Igualmente es grato constatar el equipamiento adecuado en los centros de salud pública y la gratuidad de estos servicios básicos de salud.
En cuanto a la infraestructura observamos el desarrollo de algunos proyectos habitacionales que tienden a beneficiar a la gente menos favorecida. Hay, además, mejoras notables en la red vial del país, tanto en carreteras como en trochas y caminos de penetración, especialmente en la Costa Atlántica.
Por otro lado, sin embargo, nos apesara reconocer que en este momento existe un ambiente que se puede convertir en “tiniebla y sombra de muerte” (Lc 1,79), el cual impacta a los nicaragüenses de modo que su entorno le resulta “opaco y complejo” (Cfr. A.36).
Es temerosa la sombra oscura que se viene levantando con figura de pobreza extrema y hambre, originada en parte por el alza mundial del precio del petróleo, el deslizamiento de la moneda, el crecimiento desmedido del valor de la canasta básica, las catástrofes como el lamentable incendio que destruyó el Mercado Oriental y el todavía insuficiente salario mínimo. La tensión que esto implica genera, además, otro tipo de problemas como; violencia intrafamiliar, abandono de los estudios, estancamiento cultural, toma de tierras, delincuencia creciente, migración forzada, inseguridad ciudadana, narcotráfico y hasta conflictos armados, entre otros.
A propósito de migración forzada, es preocupante que la crisis empuje a nuestros hermanos hacia otros países, sabiendo que las medidas internacionales ahora se están restringiendo, al punto de llegar a ser injustas en algunos países pues ven al migrante como un delincuente.
La falta de transparencia en el manejo y distribución de algunas ayudas venidas de otros países ha despertado la preocupación de la sociedad nicaragüense y de la comunidad donante internacional, apareciendo una vez más la sombra de la corrupción que deteriora la economía nacional.
Hay una indiferencia cívica ciudadana que se manifiesta de una manera clara en una falta de interés por las elecciones y la participación en otras actividades de la vida pública, debido a que ha bajado notablemente el nivel ético del discurso político, convertido en discurso engañoso, cargado de insulto, descalificación del adversario y hasta calumnioso.
Desalienta la ausencia de un liderazgo de calidad y comprometido que norme la acción política, en la que todo parece estar al servicio de personas, grupos de poder y de partido, en detrimento del bien común.
Vemos con suma preocupación la regresión de formas superadas de autoritarismos (Cfr. A.74). No se pueden ver como acciones desestabilizadoras todas las opiniones de desacuerdo que brotan en los diversos sectores, ni se puede estar insultando y recriminando constantemente a quien no está alineado al pensamiento del grupo gobernante. La libertad de opinión es un derecho fundamental del ser humano y manifiesta la salud de la sociedad democrática, contribuyendo a la transparencia y buen hacer de los gobernantes e instituciones.
Se ve crecer la frustración política en la ciudadanía debido a determinaciones institucionales que reducen los espacios de participación, deteriorando el pluralismo político. En efecto, se percibe un malestar creciente por el rumor popular de una posible distribución de cuotas de poder en los poderes Legislativo, Electoral y Judicial que condicionan las determinaciones.
Finalmente consideramos que está deteriorando la estabilidad social y económica del país el hecho de que algunos de los que participan en la vida pública, frecuentemente están utilizando un lenguaje descalificador, violento y confrontativo. Se faltaría a la responsabilidad social, al crecimiento económico, a la reconciliación y a la paz si se promueve la polarización de la sociedad, la desconfianza en la inversión extranjera, el avivamiento del odio de clases, la descalificación, el exclusivismo y la represión.
Estas sombras nos interpelan y queremos aportar nuestra reflexión creyente de la historia, haciendo las exhortaciones respectivas para iluminar el futuro proceso electoral municipal y que el mismo sea una fiesta cívica donde se exalte el valor de la participación ciudadana y la transparencia, no sin antes hacer un llamado para que nos abramos a un diálogo sincero que tenga como objeto común enfrentar la crisis mundial que nos hiere más a nosotros que a otros.
II. IMPORTANCIA DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Partimos del hecho de que “todo ciudadano tiene derecho a elegir y ser elegido...” (Constitución Política de Nicaragua, Arto. 51), para destacar que faltaríamos a nuestra responsabilidad ciudadana si nos mantenemos al margen en el ejercicio de este derecho, dejando en manos de un solo sector el decidir sobre el rumbo de nuestros gobiernos municipales.
La participación más amplia en los asuntos políticos del país se daría a través de elecciones democráticas desarrolladas en condiciones favorables, sin inclinaciones injustas que vayan a favorecer o privilegiar cualquier ideología que se proclamara ser la única intérprete de las aspiraciones del pueblo (Mensaje de la CEN, enero 1988).
La participación más concreta se daría en aquellos que están involucrados directamente en la campaña electoral, sea como candidatos(as), organizadores, promotores y garantes, los cuales no deberán perder de vista que los buenos gobernantes son las personas que dedican su trabajo a la consecución del bien común de todos los ciudadanos (Benedicto XVI, Deus Caritas Est. 26 y 28).
Aunque ocasionalmente en el ambiente social se perciben dudas sobre la transparencia en el proceso electoral, el ciudadano debería persistir con su voto. Al respecto, queremos hacer un llamado al sentido de responsabilidad de los laicos para que estén presentes en la vida pública, y más en concreto en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias (Documento de Aparecida 508). El deber inmediato de actuar a favor de un orden justo en la sociedad es propio de los fieles laicos; como ciudadanos del Estado están llamados a participar en primera persona en la vida pública (DCE 29). Más aún cuando se percibe una notable ausencia en el ámbito político de voces e iniciativas de líderes católicos que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas (Benedicto XVI, Discurso inaugural en Aparecida), es necesario participar plenamente en la ordenación de la comunidad política mediante el ejercicio del voto, seleccionando a los gobernantes más idóneos y rechazar a los que carecen de idoneidad moral y de las cualidades éticas para el gobierno (Juan Pablo II, Centesimus Annus, 46).
III. EL COMPROMISO DE CREAR LAS CONDICIONES ELECTORALES PROPICIAS DESDE LOS ELECTORES:
En las elecciones municipales los votantes tienen la ventaja de conocer mejor a los candidatos y sentir mayor compromiso con su lugar, de modo que no será difícil la participación si se dan las condiciones; por ello, todos debemos apuntar a conseguir ese ambiente que supere el temor al fraude, la apatía provocada, el fanatismo partidista, la inestabilidad, la desilusión ciudadana, el chantaje, la represión y otros factores que podrían repercutir negativamente a la hora de votar.
Participar en las elecciones no sólo es un derecho que como ciudadanos nicaragüenses poseemos, es también una obligación con nuestro municipio y con la nación. No votar es ya elegir, es conformarse con aquellos que nos impongan. Evadir la responsabilidad del voto es renunciar a la posibilidad de participar en el desarrollo de nuestros municipios.
Ahora bien, esta exhortación a ejercer su derecho al voto, implica elegir inteligentemente “entre lo malo y lo bueno, entre lo bueno y lo mejor”. (Benedicto XVI, Colonia, 20 de agosto de 2005), teniendo en cuenta el liderazgo y ética de la persona, sus antecedentes de vida, la viabilidad del programa de gobierno que presenta y los caminos para la eficacia de sus promesas. (...)
IV. DESDE LAS AUTORIDADES QUE COMPONEN EL CSE Y OTRAS INSTITUCIONES
La Ley Electoral debería garantizar el buen desarrollo de las elecciones; lamentablemente ha surgido sí un clima de desconfianza e incredulidad frente a la institución llamada a ejecutar esta ley, lo que suscita sospecha en un sector de los participantes y sociedad en general; por ello, exhortamos al fiel cumplimiento de las normas que garanticen un juego limpio y transparente basado en la verdad. Consideramos que es un grave reto moral el de los miembros del Consejo Electoral, tanto a nivel nacional como departamental y municipal recuperar la credibilidad y devolver la confianza a los ciudadanos; por ello insistimos en garantizar la tranquilidad de las elecciones y a fortalecer la confianza de los votantes acelerando el proceso de cedulación y verificación ciudadana, acreditando al mayor número de observadores nacionales e internacionales para que acompañen el proceso electoral, y brindar a la población las garantías esperadas de la transparencia del proceso y de los resultados electorales.
Es claro que otras instituciones que presiden nuestra nación, como la Corte Suprema de Justicia y la Asamblea Nacional, no están al margen de toda esta realidad y hasta pueden ser utilizadas para maniobrar el proceso electoral desde decisiones oscuras; por eso es nuestro deber hacerles un respetuoso llamados a todos los insignes miembros de tan honorables instituciones.
Es tiempo de imponerse sobre las tentadoras propuestas que surgen de las sombras del mal para doblegar las voluntades y sacar a relucir la calidad moral que hay en el interior de cada uno, lo cual evitará prestarse al juego maquiavélico de la manipulación. Nos abocamos a la conciencia cristiana que muchos de ustedes tienen como un regalo de Dios, para que se dejen conducir por ella y no vivan posteriormente con el conflicto interno por no haber hecho lo correcto. Devolvamos la tranquilidad a nuestro pueblo creando un clima favorable.
Reconocemos los logros obtenidos por la Policía y el Ejército en las últimas décadas, esforzándose por mantener la objetividad, el profesionalismo y la fidelidad constitucional, sobre todo en momentos de elecciones. Es sabido que la logística militar y policial ha ayudado invaluablemente al sano desenvolvimiento del clima electoral; por ello exhortamos a que en este momento continúen siendo fieles a la ley y a los más nobles ideales de su institución.
V. DESDE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Estamos viviendo la era de las comunicaciones y reconocemos la influencia que los medios de comunicación tienen en el concepto de los pueblos sobre los acontecimientos. De la manera como se presenten los hechos así serán percibidos por los ciudadanos, de modo que los exhortamos a ser fieles a la verdad, objetividad y el profesionalismo, para no promover el error en el voto del pueblo y la frustración cuando ya no se puede corregir la decisión. En efecto, si la información conceptual que se emita no corresponde a la verdad o se manipula, se es cómplice de una decisión desacertada.
Cuando los medios de comunicación manejan la verdad, el profesionalismo y la objetividad, se convierten en la conciencia de la nación, lo cual implica fidelidad y perseverancia a pesar de posibles determinaciones que atenten contra la libertad de expresión. Desde ahí se crea confianza para que la ciudadanía no se desanime en continuar velando por un ambiente auténticamente democrático desde unas elecciones correctas.
Managua, quince de agosto del año de San Pablo 2008.