Extracto de escrito sobre Manuel Aparici enviado por Carlos Peinó Agrelo bajo el título "Vocación, Seminario, Ordenación Sacerdotal y Salamanca". Según su Diario Espiritual y otros escrito y testimonios
(1941-1950)
TERCER TRIMESTRE
«¡Qué poco he vivido en Jesús! Me veo pobre y solo. Y el Señor en la cruz» [...]» [1].
«Señor Jesús, ya lo ves: Caín y Judas a un tiempo, eso soy yo. Por un momento he dudado en estampar en éste mi Cuaderno de espíritu la impresión de mi coloquio contigo; ¡Es tan triste!
»Cuatro semanas de cuaresma perdidas. Tú en oración y penitencia por mí, y yo ... con espíritu aburguesado y comodón. No ya alguna penitencia especial, sino ni siquiera bien hecho lo ordinario. Mucho prometer en la oración y luego ... esto: Incumplimiento de tu voluntad, no caminar en tu presencia, erigir mi yo en idolillo.
»Pero ya ves; eso soy yo: miseria, tanta, que hasta puedo resistir a tu gracia.
»Por algo dudaba en ponerme frente a ti ... pero tú me haces ver que precisamente esa miseria mía es mi tesoro pues el título que puedo presentarte para que me mires con misericordia. Sí, mírame, ¡oh Jesús!, y apiádate de mí, para que aproveche estas tres semanas de cuaresma que quedan. Amén» [2].
«He aquí que está casi terminando la cuaresma y que casi la he desperdiciado.
»Ciertamente que llevo varias semanas viviendo un poco de la agonía de Getsemaní. Me duelen las almas. Mas ¿qué hago por ayudarlas? Una crucifixión oculta y continua es lo que tú me pides; pero no te la doy ... me resisto, mi yo en todo quiere anteponerse ...
»Y siento ... que esta ingratitud mía, que este resistir a tu amor, fue motivo a tu tristeza hasta la muerte ... Cuando tantos te olvidan y te niegan y te injurian y tantísimas almas se pierden ... yo, a quien has amado con predilección, ¿qué hago ... ?
»Dame la gracia de serte fiel ... » [3].
«[...] Pero y ¿yo, Señor, yo?, ¿cuándo seré totalmente tuyo y seré llaga de amor en la llaga de amor vivo de tu Corazón? Porque si, efectivamente, quieres valerte de la miseria mía para renovar esta época, cada resistencia mía a tu gracia al retardar el pleno dominio tuyo sobre mi alma retarda también esa renovación.
»Sí, efectivamente, la bendición de tu Vicario para llevar sobre mí la cruz por la Iglesia y el Pontífice, significa que me escoges por “víctima”, que en tu Corazón atraiga gracias sobre toda la Iglesia y su Jefe; cada fallo mío, cada negativa repercute terriblemente multiplicada en tu Iglesia.
Y “llevarles en mi corazón” o quiere decir que me iba a sacrificar para que ellos se santificaran o era un tópico hipócrita ... » [4].
«Gracias, ¡oh Jesús!, por estos dolores y amarguras con los que quieres purificarme.
»Me dueles tú, ¡oh Amado!, y me duelen tus almas. Me dueles tú [...]» [5].
«Mi primera Semana Santa de seminarista. El Señor es pródigo con su siervo. Me ha hecho empezar a comprender su palabra: “Como mi Padre me amó, así os he amado a vosotros” [...].
»Me ha hecho vislumbrar su amor al seminarista, le ama tanto que no sólo está dispuesto a confiarle su Cáliz, sino a darle su propio Corazón para que en Él, con Él y por Él, ame al Padre y a las almas.
»Año 1943 de la era de Cristo, ¿cuántas almas vivirán un poco sinceramente estos Misterios de la Semana Mayor? Cómo se viene al corazón la triste queja de Jesús: ¿De qué ha servido tanta sangre?
»Mil cuatrocientos millones de almas que no saben nada de Él ... Aunque le buscan a ciegas y le invocan sin conocerle bajo el nombre de Mahoma, Buda, Confucio, etc., ellos buscan a su Supremo Hacedor, al que tiene sus vidas en sus manos y puede ayudarles en sus tribulaciones ... Pero, ¿cuántos sacerdotes y aspirantes a sacerdotes urgidos por la caridad de Cristo se adentran espiritualmente entre esas masas de infieles para unir a esa harina de su orar a ciegas la levadura de la oración de la Iglesia? ¿No pone Jesús su Corazón en nuestras manos? ¿No nos ha dado a María por Madre? Pues ¿por qué no meter esa oración natural en el Corazón de María y de Jesús unida a la oración de toda la Iglesia, triunfante y militante? Así en el Corazón de su Hijo, esa oración sería grata al Padre ...
»Jueves Santo. Oficios, comuniones, sermones, salmodias, todo sobre un fondo terrible de pecados y guerra. Mas si los hombres quisieran y nosotros tuviéramos fe cómo quedaría anegada esa culpa en el mar de los amores de Cristo.
»Más y más el Señor me repite sus juramentos de amor. Desde ahora he de ser todo para mi Amado. A Él se lo entrego todo: Salud del alma y del cuerpo, madre, hermanos, almas que Él me ha hecho amar; sólo quiero ocuparme de sus intereses. Empezar a vivir como S. Pablo: “No yo, sino que Cristo viva en mi”.
»Jesús no puede fracasar, sólo mi libertad resistiéndole; pero como Él me da gracia para que incesantemente le pida me haga ser fiel, tampoco, pues mi libertad también se la he entregado y Él me la guarda».
»«¡Oh Señor!, en nombre de ellos, de esa inmensa muchedumbre de almas que no te conocen, he pasado gran parte de esta noche de Jueves a Viernes Santo. En nombre de ellas te velé ante tu monumento. Me decías que tenías sed de que se te acercaran a pedirte luz de gracia y de fe y te las presenté en mi corazón [...] y tomé en mi corazón los balbuceos de sus plegarias y les mezclé las oraciones de tus santos, de tu Madre y tuyas (pues que si todas me las has dado habrá sido para que las use) y en mi corazón te las presenté ¡oh Buen Jesús!
»Luego en la adoración de la Cruz, la besé por los que tal vez no la besarán jamás [...]. Y tu gracia empieza a hacerme otro; ahora sí empiezo a ser aspirante al sacerdocio porque empiezo a vivir para ti y tus almas.
»¡Cuánto amor me tiene el Padre en ti! A mí, el último de los pecadores, me escoge en ti para que anuncie a las gentes ese infinito amor con que el Padre nos ama en Jesucristo; y al escogerme el Padre, por Jesucristo, me promete darme a conocer, en medida adecuada a mi flaqueza, el amor que tiene a los hombres en su Hijo, a fin de que también esté mi corazón en apreturas, hasta que hecho llaga de amor vivo todo mi ser, sea una sola e inmensa voz que diga a las almas: Dios nos ama.
»Sí, esta es la gracia grande del sacerdote: Que Jesús con su cáliz le da su Corazón para que pueda amar a las almas como Él las ha amado» [6].
El 27 de abril resume en unas líneas en su Diario las inmensas gracias que le ha concedido Jesús.
»1º Conocer que para hurtarme a la justicia vengadora del Padre me escondió en su Corazón aún sabiendo que esto le haría morir en la cruz que merecían mis pecados.
»2º Que ya estoy muerto y mi vida está escondida con Jesucristo en Dios; y que si estoy muerto no debo de preocuparme de mí sino sólo de lo que Cristo, en quien vivo, se preocupa: de la gloria del Padre y la salvación de las almas.
»3º Que después de haber visto lo que Jesús me ama debo pensar con el Apóstol que nada podrá arrebatarme del amor de Dios en Jesucristo. Pues Él, que me tiene abrazado en su Corazón, es León de Judá para defenderme y Manso Cordero para conllevarme y, pues Él, resucitado, después de haberle yo ofendido tanto, ha venido a mí para decirme: La paz sea contigo, yo soy; no quieras temer, debo tener esa paz y confianza en su amor infinito que no me abandonará jamás.
»4º Esa “sed” que Él me dio hace trece años y que la ha hecho abrasadora y que me exige una crucifixión total; pero también una santa osadía para servirle una vez que todo lo que en el fondo de mi alma siento lo haya con-ferido con Él, representado en mi Director Espiritual».
«Ha querido el Señor que sea toda esta semana turiferario de la Comunidad para que viera que debo ser grano de incienso que se queme en la brasa del Sagrado Incensario del Corazón de mi Señor Jesús» [7].
«Gracias te doy, ¡oh Padre de misericordias!, por el amor que me manifiestas en tu Hijo [...].
»¡Jesús bendito y santo, mi único y mi todo!, hazme todo tuyo, todo y tanto que cesen todos los obstáculos que mi miseria opone a tu misericordia.
»Mas ¿qué obstáculos podrá oponer mi nada a vuestro todo? Tú me das el creer en ti, en tu amor y en tu omnipotencia. Todo lo espero de tu Corazón y nada de mi nada [...]. ¿cómo no llegaré a ser todo suyo? Tu palabra es mi descanso [...]»[8].
Se aproxima el fin de curso; su primer curso interno y hace balance resumen del mismo. Lo hace el martes día 8 de junio, en la Octava de la Ascensión. Y anota en su Diario:
«10 enero
»Entro interno en el Seminario.
»Me dolió profundamente el dolor de mi madre; pero se lo ofrecí a Jesús por las almas.
»Desde Navidad Jesús me estaba haciendo vivir en su Corazoncito de Dios Niño. Me sentía en él amado tiernamente por el Padre que me envolvía en la misma mirada de amor tiernísimo que tenía a su Hijo Niño. Durante este primer mes no pude contemplar más que los once primeros versículos del capítulo primero de la Epístola a los Efesios. Me sentía elegido por el Padre en su Hijo antes de la creación del mundo para ser santo e inmaculado en su presencia por la caridad y que en Cristo había sido enriquecido con toda suerte de bendiciones del cielo. Todo el Seminario: piedras, comidas, escaleras, lecho, superiores, hermanos me hablaban de Dios y mi vida fue un continuo acto de amor y de gracias.
»El primer retiro espiritual versó sobre la amistad con Jesús y vino a aventar la ceniza que la vida uniforme empezaba a poner sobre el fuego de mi alma. En ese retiro Él me hace pensar que no se puede ser varón de deseos sin serlo también de dolores y le pido su cruz.
»A los pocos días empieza a concedérmela pues el Director Espiritual me advierte de que no se comentan bien los permisos que me conceden para ir a ver a mi madre y que utilizo. Hablo con el Sr. Rector y la conversación me deja desconsolado. Comprendo que subsisten muchos recelos y mi “yo”, que se siente incomprendido y despreciado, se queja. Y me encuentro sólo, muy sólo; a ningún superior puedo confiarme y al Director Espiritual es dificilísimo verle.
»Al fin, el buen Jesús me ilumina: Le había pedido cruz y me la concedía y precisamente la que más podría dolerme: que los suyos dudaran de mi amor a Él. Y el 17 de febrero estampo en este mi Diario la aceptación de su cruz. Me había hecho sentirme solo para que acudiera a Él y a Él me vuelvo y le digo: “Manolo se fía de ti, no te fíes tú de Manolo”.
»Pero la carne no acompaña al espíritu. Hablo con el Director, nuevamente con el Rector y el Prefecto y sigue mi amargura.
»Al fin, el 26 de febrero comprendo que aquel encerrarme en mi sufrimiento no agrada a Jesús y su gracia me hace buscar refugio en su Corazón y anegarme en los dolores suyos para que en su océano desaparezca la gota de agua de los míos. Dos días después viene el retiro de fin de mes, sobre la tibieza, y me reafirma la gracia en el propósito de vivir en el Corazón de mi Amado su agonía de Getsemaní.
»12 de marzo
»Día del Papa. Quiso el Señor que yo interviniera en la velada. Mi tema era el Obispo, y durante ocho días hice objeto de mi oración ese tema a la luz del Introito de la Misa del Sagrado Corazón. Y el Señor quiso darme su gracia para que viera la maravilla de la unidad de su Iglesia; sentí cómo toda la santidad que se ha manifestado en su Esposa y mi Madre, la Iglesia, era para mí y que yo era para Él, para ser miembro de su cuerpo sacerdotal, y en aquellas cuartillas que declamé, procurando celar el fuego que me abrasaba, expuse las luces que el Señor me había concedido sobre que Él se perpetúa en el Papa y los Obispos.
»Primer Domingo de Cuaresma 14 marzo
»Siento que Jesús me lleva en su Corazón al desierto para que le acompañe en la penitencia que hace por mí. Le ofrezco entregarme más; pero fuera de llevar cilicio todos los días y de intensificar mi oración de Getsemaní y de procurar ser más fiel en el estudio, nada hago.
»S. José 19 marzo
»Siento en mi alma todo el amor que Jesús manifiesta por medio de su Iglesia; las melodías de la “schola” me hacen embeberme en el amor de Cristo; siento que amó a las almas como jamás podrá expresar mi lenguaje finito y que vio en Getsemaní este terrible cuadro de dolor y de perdición de almas. Por intercesión de S. José vuelvo a pedirle cruz.
»Sigue la cuaresma y no acabo de darme, aunque empiezo a vivir en continua agonía por las almas.
»Domingo de Ramos 18 abril
»Las lágrimas de Jesús ante Jerusalén y este pobre mundo de ahora me abrasan el alma. Al fin me decido a dejar de fumar en Semana de Pasión y en Semana Santa.
»Martes Santo 20 abril
»Me duele Jesús y me duelen las almas. Me duele ver que Jesús no es amado con pasión en su Vicario, sus Obispos y sus almas. Me duelen estos hermanos queridos a quienes se ama con poca inteligencia.
»Jueves Santo 22 abril
»¡Desiderio desideravi!, dice Jesús, y dos mil millones de almas no comerán de ti en esta Pascua!
»Viernes Santo 23 abril
»Venció Jesús. Muriendo mató mi muerte. Mi “yo” ya no me importa. Le entrego a Jesús a las catorce horas y media mi alma y cuanto haya podido merecer y pueda merecer en adelante para sus almas. Desde ese momento las meto a todas en mi corazón y por ellas serán mis oraciones y mis sufrimientos y mis alegrías y mis estudios y mis penitencias; para mi alma nada quiero, lo que Él me quiera conceder, sólo le pediré que no me deje ser infiel; mas no por interés mío sino de ellas. Ya no me asusta ser soberbio; es necesario que Él reine, la Vanguardia de Cristiandad tiene que ser un hecho; mi misión hacer sentir que sólo en la unión efectiva y real con el Papa y los Obispos está la garantía de la eficacia en la salvación de las almas.
»25 abril
»Cristo ha resucitado y yo con Él. Su vida empieza a dejarse sentir en mí; Él me hace sentir que son ciertos sus juramentos y que nada ni nadie podrá arrebatarme de su Corazón, pues Él es León de Judá para defenderme y Mansísimo Cordero para conllevarme. Él me promete que me hará sentir todo lo que ama a las almas para que las ame como Él y que el día de mi Ordenación terminará de darme su sabiduría para dirigirlas, su Corazón para amarlas y su sangre para lavarlas.
»30 abril
»Pongo en el Corazón de mi Madre María el propósito y la petición de hacerme uno con los hermanos.
»Madre del Amor Hermoso 31 mayo
»María lo ha hecho surgir entre nosotros. Nos amamos. Ellos no saben por qué; yo sí, porque medió María. Nos amamos y yo soy padrino de confirmación de sesenta seminaristas.
»Gracias Jesús. Estoy seguro de que me harás todo tuyo. Espero en ti. Tú, con el Padre, me enviarás a tu Santo Espíritu para que me transforme del todo en ti.
»El estudio ha sido flojo.
»La caridad con los superiores y hermanos algunos momentos peligró; pero venciste.
»A ti empiezo a amarte con toda mi alma, con toda mi inteligencia, con todo mi corazón y todas mis fuerzas. Gracias. ¡Bendito seas!».
El día de Corpus Christi, 24 de junio anota en su Diario:
«Día de amor. Desde la mañana me he sentido rodeado del amor de Dios; parecíame como si más deprisa que el sol envía sus rayos de fuego y de luz a la tierra así la Trinidad Santísima enviaba los rayos de su gracia a mi alma. Mi Amado me metió más dentro de su Corazón amorosísimo y en él me hizo ver este día en el seno de la Trinidad Santísima antes de que el tiempo fuese; no existía aún criatura ninguna y en la mente de Dios ya existía el pensamiento de crearme y de abrumarme con su amor. Él sabía cuales habían de ser todos los pasos de la vida que me iba a conceder, y aún sabiéndolos la Trinidad acordó esta maravilla inefable de la Encarnación del Verbo y de la Vida del Verbo Humanado en la Eucaristía y todo para amontonar la brasa infinita de su llama de amor viva sobre este pobre hombre viejo que era su adversario y que su amor está venciendo. Él me hacía sentir que todo lo había hecho para mi bien; que toda la creación, la material y la espiritual, era el camino que su amor había tendido para hacerse dueño y señor de mi alma ingrata.
»Él me hacía ver todas las comuniones del día de hoy sobre la tierra; todas las Misas, todas las procesiones, todos los actos de amor de todas las almas como ordenado a mi bien; y no sólo los de hoy sino los de todos los tiempos desde hoy hasta su Encarnación, desde la Encarnación hasta Adán: Todo el vivir del Cristo Místico Él me lo hacía ver en la Santa Hostia que le encubre a mis ojos pero que lo descubre a mi fe; esos tiempos eran los granitos de trigo de que se formó la Hostia y Él, Jesús, sacerdote eterno, metiéndome en su Corazón, me ofrecía consigo mismo en esa Hostia santa y pura, en la que se contiene a su Iglesia, al Padre.
»Día de amor. La procesión. Todo cae de rodillas ante Él: sacerdotes, ejército, fieles, los mismos rayos del sol venían veloces a besarle en su custodia.
»Y, sin embargo, Él también me decía: “Desiderio desideravi hanc pascha manducare vobiscum”; son dos mil millones de almas las que no me comen; aquí hay paz; pero si afinas los oídos de tu alma te estremecerá el ronco tronar del cañón, el tableteo de las ametralladoras y el horrísono bramido de las bombas de 2.000 kilos, ¿no percibes los ayes desgarradores de los heridos de los frentes, de los cautivos, de los huérfanos, de las viudas ... ?
»Pero quiero que conozcas ni amor para que conozcas la desventura de los que no me conocen y tomes de verdad mis cuidados.
»¡Oh Padre!, por tu Hijo en el Espíritu Santo, te ofrezco en su Corazón la acción de gracias suya y de su Iglesia por todas las almas a quienes así amas y que no te conocen. Amén».
[1] Diario 2/4/1943.
[2] Diario 4/4/1943.
[3] Diario 9/4/1943.
[4] Diario 18/4/1943.
[5] Diario 20/4/1943.
[6] Diario 22/4/1943.
[7] Diario 12/5/1943.
[8] Diario 23/5/1943.