Extracto de escrito sobre Manuel Aparici enviado por Carlos Peinó Agrelo bajo el título "Vocación, Seminario, Ordenación Sacerdotal y Salamanca". Según su Diario Espiritual y otros escrito y testimonios
(1941-1950)
CURSO 1944-1945
TERCER TRIMESTRE
«Hasta ahora no creo que vaya mal mi cuenta de conciencia [...]; más, sin embargo, sólo me da paz pensar en que Jesús me ama. Las consideraciones de mis obras no me da paz, ¡las veo tan imperfectas ... ! No, no puedo descansar en ellas sino en el Corazón de mi Señor Jesús; en Él, sí; en Él descanso [...].
»Sólo ansío amarle cuanto es digno de ser amado; mas para ello necesito de su propio Corazón; pues el mío es tan ruin y mísero que no puede amarle como Él debe ser amado» [1].
«La plática del Director Espiritual me ha llevado a dirigir una ojeada rápida a los casi siete meses de curso transcurrido, pues, si desde ahora debo de comenzar a preparar mis vacaciones y las de todos mis hermanos a quienes debo llevar cobijados en mi corazón, urge ante todo que no viva engañado y que con la ayuda de Jesús recobre el tiempo perdido.
»Los propósitos que Él me hizo concebir al comenzar mi primer curso de Teología eran: vivir cobijado en su Corazón dejándome amar de Él, es decir, una fervorosa atención a sus gracias y manifestaciones de amor para corresponder a ellas y hacerme uno con Jesús: sacerdote, víctima y apóstol [...].
»¿He estado atento a ese amor con que el Padre, que me escogió en Cristo, quería unirme a Él a través de todas las cosas? ¿Le he dado gracias por todo?
»Aunque mi atención no ha sido muy fervorosa Jesús se me ha dado a conocer más y más en este curso.
»Pero ¿he sido el alma víctima que tantas veces le he prometido? ¡Ay! Forzosamente tengo que reconocer que no [...].
»¿He practicado el apostolado del ejemplo? ¿Ha sido ejemplar mi conducta de seminarista? ¿Mi caridad para con los superiores? No, ciertamente no. ¡Cuántas reticencias, cuando no hablillas y disconformidad, cuando se trataba de sus criterios!
»Únicamente con el Sr. Rector me he portado bien, pues le amo y siempre hablo bien de él; ¿pero de los demás? Siempre este necio orgullo. Lo que hay en mí quiere tener razón. Apenas si les trato; no me lleva a ellos el afecto; mi corazón está frío para ellos.
»Todo esto nace de falta de humildad: no tengo siempre delante de los ojos que de mí soy acreedor al desprecio de todos por mis pecados y mi actual infidelidad a la gracia.
»La caridad con los hermanos, afectivamente bien, efectivamente floja pues no les he dado el buen ejemplo que debiera.
»Y el estudio flojo, como para salir del paso en muchas ocasiones.
»Gracias, Señor, porque me pones delante de los ojos mis miserias a fin de que acuda a ti para que me laves con tu gracia» [2].
«[...] Estuve todo el día tristón sin cuidarme de Jesús y de sus amadas almas, con rebeldía interior, árido y seco.
»Perdón ¡Oh Jesús! Hazme tuyo» [3].
«La conducta del tío Gustavo con José Luis [hermano del Siervo de Dios] me ha tenido disgustado y triste, sacando muy poco provecho espiritual de esta pruebecilla» [4].
«Sigue mi alma perezosa y gris. Todavía me duele el yo que se siente herido por la ingratitud de mi tío.
»La clase de catequética con “el abuelo” [D. Rafael García Tuñón, que además era el Rector del Seminario] ha sido un rayo de sol y de luz.
»Hice larga oración a la noche» [5].
«¡Qué ingrato soy contigo, Señor!; pero confío en ti, hazme todo tuyo.
»Total hoy: nueve horas de cilicio.
»Esto no es recuperar terreno; pero Él me ayudará» [6].
«[...] Ante el Señor, medité sobre el valor del Reglamento; vi que si no logro verlo como una manifestación de la Providencia amorosa de Dios me haría esclavo de una materialidad, pues el cumplimiento de cualquier ley o reglamento en sí no es nada, lo es en cuanto me sirve de escalón o medio para unirme con Dios por la caridad.
»Tuvimos después Adoración Nocturna. Cerca de dos horas estuve ante el Señor. Le supliqué al Padre, en nombre de los amados de su Hijo, que me concrucifique con Él.
»Jesús volvió a insinuarme que no temiera, que Él me ama infinitamente y que me llenará de su gracia para hacerme todo suyo.
»Debo de preparar con oración mi entrevista con el Director Espiritual» [7].
«Hoy el Señor me ha concedido la gracia de hacer el santo retiro espiritual.
»Ante todo debo de pedirle luz para ver el marco de acontecimientos en que su amor ha querido encuadrar mi vida [...].
»El marco no puede ser más aleccionador: mientas la guerra mundial camina a su fin [...] a mí el Señor me concede esta paz material que reina en España y esta otra espiritual con que me regala en el Seminario y además me propone que medite y considere en su luz esta virtud de la obediencia.
»Y no puede ser más aleccionador porque el principio y raíz de toda guerra y, por lo tanto, de ésta es la rebelión del hombre contra Dios, la desobediencia o inobediencia. Luego si quiero contribuir a curar los grandes males que padecen los hombres tengo que ayudarles prácticamente a vivir esta virtud y para ello tengo que vivirla yo [...].
»¿Cuál es el deber del alma ante un precepto, consejo, inspiración o reglamento? ¿Sólo obedecer? Desde luego obedecer; ¿pero además no estoy obligado a inquirir el amor que Dios quiere manifestarme con él? Ciertamente que sí ya que mi principal obligación es crecer por la fe en la caridad.
»Mi Padre Dios en toda su acción sobre mí busca y quiere asemejarme a su Verbo Encarnado, porque siendo Jesucristo manifestación de su amor tanto cuanto me asemeje a Él conoceré ese amor divino que mueve a mi alma a apegarse y hacerse una sola cosa con Él [...].
»Jesús se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz [...]. Así, pues, siendo el amor lo que le movió a obedecer, cuando yo al obedecer experimento el trabajo y la fatiga y la violencia costosa que mi pobre naturaleza tiene que hacerse, vengo en conocimiento del amor que Jesús quiso mostrarme obedeciendo [...]» [8].
«[...] Todavía no he empezado la crucifixión total que siento que Él me pide.
»A mi pobre carne le asusta ese porvenir de buscar siempre y en todo lo que más me duela; aún las luces que sobre el dolor, lenguaje y expresión del amor de Dios que se nos revela en Jesucristo, me viene dando el Señor, aún no han clarificado del todo mi ser. Y estoy triste, la tragedia de Europa me abruma al par que clama en lo hondo de mi alma por la entrega total.
»Confío en Jesús y en María; ellos me alcanzarán del Padre la gracia para amar locamente a Jesús y a su Cuerpo Místico» [9].
«Hoy estoy triste, veo a unos hermanos recelosos de los otros y además porque siento que aquí no puedo tener más verdadero amigo que mi Señor Jesús» [10].
«[...] En el fondo de mi alma me he sublevado varias veces contra la soledad y el abandono, pero he tratado de no faltar a la caridad en mis juicios internos» [11].
«[...] Lloré mucho sobre mis pasadas culpas y mis actuales regateos e ingratitudes y Él volvió a decirme, sin palabras, que me amaba infinitamente.
»A la tarde me hizo ver su delicadeza y amor al haberme dado estas almas tan hermosas de seminaristas por hermanos. Ellos, ¡tan puros, amándome a mí que fui tan pecador! Señor, ya que no puedo ofrecerte la inocencia de mi alma, dame tu gracia para que te la ofrezca abrasada en amor penitente» [12].
«Día grande el de hoy: el Señor ha volcado su corazón sobre mi alma. A la mañana las sagradas Órdenes conferidas a mis hermanos de vocación en éste y todos los Seminario de la tierra.
»...] Gracias, Señor, porque embelleces y hermoseas y santificas y dilatas en unos tu santa Iglesia y así no sólo seré ayudado y santificado por todos los miembros de ella, sino que con los corazones de ellos, de todos mis comiembros en tu Cuerpo Místico, podré amarte más y en ti y por ti y contigo a impulsos del Divino Espíritu al Padre.
»Y a la noche, la Adoración Nocturna. ¡Cuántas gracias y cuántas voluntades libres compaginadas para mostrarme tu amor! Y tú me dices que no puedes revelarme, que todo signo es pequeño, porque todo signo como creado es finito y tu amor es infinito.
»Fiel amador, ¡cuán amoroso te muestras conmigo, que fui tu verdugo! Comprendo que quieres llegar a hablarme sin palabras en la esencia del alma; que, pues, me escogiste para que predicara tu amor, quieres dármelo a conocer para que así tu amor engendre en mí la nueva creatura que quieres que sea: tu sacerdote, tu otro, que irradie el olor de tu caridad infinita» [13].
Y llega el fin de curso y con él el retiro.
«El último examen y el más importante. El juicio de los hombres nada vale, lo que importa es el juicio del Señor.
»Examen que debo hacerlo como Jesús me enseñó, no de mis obras, sino de las gracias que Él me ha ido ofreciendo durante estos nueve meses y de mi correspondencia a ellas.
Tema: Perseverancia.
«Gracia grande del Señor haber perseverado durante todos estos meses del curso; gracia grande compuesta de innumerables gracias: todas las que amoroso me concedió para que hiciera oración todos los días y asistiera a la Santa Misa y recibiera su santo beso de paz en la sagrada comunión, y para que estudiara y me dejara llevar por el suave yugo de la disciplina y sobre todo para que me alzara hasta el conocimiento de su amor en todas y cada una de las pruebas y cruces que su amor me concedió; gracia de manifestarme su amor a través de mis hermanos de Seminario y de las actuaciones de mis superiores.
»Ha terminado de exponer sus pensamientos el Director del retiro espiritual; mas ahora de todo lo que ha dicho debo yo seleccionar lo que más conviene a mi alma.
»S. Juan nos dice que lo que triunfa, que la victoria que vence al mundo, es nuestra fe, y puesto que ahora quiere el Señor que durante tres meses viva en medio del mundo, aunque no para el mundo, sino para que por mi medio se manifieste la gloriosa voluntad salvífica de Dios, quiere también el Señor aumentar mi fe en Él a fin de que triunfe del mundo y regrese al Seminario enriquecido de ansias de salvación de esas pobres almas que mueren aprisionadas en la tupida y sutil red de los mentidos halagos del mundo. Y si quiere el Señor que crezca en la fe de que Él es mi Salvador, que murió de amor por amarme, síguese, como primera y principalísima consecuencia, que quiere que crezca también en espíritu de oración, que viva estos tres meses cobijado en el inexpugnable y sagrado recinto de su Corazón amorosísimo a fin de que todo cuanto me rodee y acontezca lo contemple en los pensamientos de su Corazón que fueron y son librar mi alma de la muerte y saciar su hambre.
»Mas para conocer a Cristo [...], que es ser Amor Infinito, debo comenzar por contemplar así, en la luz de su amor este mismo día de retiro. ¿Qué es este retiro sino el acto de clausura del curso? y ¿qué ha sido el curso, sino un continuo fluir de su amor y su gracia sobre mi alma? Por eso Jesús, como es tan amoroso, ha querido cobijarme en su Corazón para cerrar este rosario de gracias suyas y de ingratitudes mías con una gracia mayor: la de hacer desfilar ante mi pobre alma todo ese cúmulo de gracias que su mano amorosa ha ido esparciendo en mi vida durante nueve meses para decirme que, pese a mis descuidos y negligencias, pese a mis regateos e ingratitudes, Él no ha disminuido en nada su amor.
»Porque en mi Cuaderno anoté el día del retiro de comienzo de curso: “Oración, oración y oración. Que mi estudio sea oración; que mi obediencia sea oración; que mi trato con los hermanos sea oración. Pero además es preciso que reanude mi vivir de víctima; para lograrlo deberé contemplar lo que el Padre ama en su Cristo a las almas y lo que las almas desaman al Padre, a fin de amar en nombre de ellas, manifestándole al Padre su amor como su Hijo: con estrecho abrazo a la cruz de la obediencia y a todas las mortificaciones y sacrificios posibles”.
»Y después de terminar los Santos Ejercicios volvía a notar: “Aún no has llegado a la mitad de la distancia en el tiempo que te separa del altar, pero ¿puedes decir, ¡oh alma!, que fuera de algún día suelto has vivido abrazada a la cruz por las almas? Ahora Jesús te pide que te abraces, que no pierdas ni un sólo día de los 1.298 que te separan de la Ordenación. ¿No quieres que en ese momento Jesús te bendiga y ame por los doscientos veinticinco millones de almas que en ese tiempo se han de presentar ante Él y por las que tú viviste con Él concrucificado?”
»Y en cuanto a la oración, es verdad que Jesús me ha concedido gracias inmensas haciéndome barruntar algunas veces algo de su agonía de amor por las almas, y que me ha hecho conocer tanto la miseria e insuficiencia de mi corazón para amarle que Él mismo me impulsaba a pedirle su propio Corazón para amarle después de haberle ofrecido el amor de todos los que le aman en la tierra y en el cielo; pero ¡cuántas gracias he desaprovechado ... !
»Mi estudio, algunos días sí, ha sido oración: ha sido ver que Él asistió con su gracia al autor cuyo libro estudiaba y al profesor a cuya explicación atendía para que mi alma avanzara en el conocimiento de su amor; pero ¡cuán pocos han sido estos días!
»Otros, también fueron oración, porque sin gana y a la fuerza, haciendo violencia a mi pobre naturaleza caída cogía los libros y por amor a Él y a sus almas estudiaba; pero los más de los días el estudio de oración no tenía más que aquella intención virtual de mi entrada en el Seminario, estudiaba como por rutina y a veces por amor propio.
La oración de mi obediencia.
«Es verdad que no ha sido muy fina y perfecta mi obediencia, pero en medio de mis miserias Él ponía en mi alma como una noticia confusa de que aquello le agradaba a Él, de que haciendo todo eso, de que sometiéndome a esa disciplina, que tantas veces me ha parecido poco adecuada a mis años y condiciones y circunstancias, le hacía sonreír a Él. Es verdad que se han levantado rebeldías en mi corazón, que casi he murmurado interiormente y hasta alguna vez la rebeldía se ha translucido un poco al exterior; pero al fin he obedecido y he pedido perdón al Señor.
»Mas mi obediencia no ha sido activa, confiada y alegre como debiera.
La oración del trato con los hermanos.
«En esto sí que ha triunfado más el Señor. A ellos les amo en su Corazón; siempre que he hablado con ellos he buscado al menos hablar de Él, les he hecho cuantos favores pude; ellos son manifestación de su amor para mi alma.
Vida de víctima
«Aquí sigue que tengo que entonar el mea culpa. Es verdad que abracé con amor, pasado el primer movimiento de la naturaleza, todas las mortificaciones que el Señor me ofreció. Sí, en esto he sido fiel al Señor: al sentir el dolor de la cruz, aunque me doliera, le he dicho: “Señor puesto que te estoy pidiendo que me crucifiques no me dejes ser inconsecuente y dame tu gracia para que bese la cruz que ahora me ofreces”. Pero en el ir tras de la cruz, en el buscar todas las ocasiones posibles de padecer y mortificarme, empezando por suprimir los pequeños goces lícitos, como el fumar, en esto no he hecho sino desviar mi atención del grito de sed y de angustia que brota del Corazón rasgado de amor de mi Señor Jesús.
»Pero pese a todo esto Jesús no ha dejado de amarme; por mí ha estado prisionero en el Sagrario; por mí ha mantenido conjugadas con su gracia las voluntades libres de mis hermanos y superiores; por mí ha conservado la paz en nuestra España; por mí se ha estado ofreciendo cuatrocientas mil veces cada día en el inmenso altar de su Iglesia; por mí no cesa de interceder ante el Padre; Él hace latir mi corazón; Él me ha hecho perseverar, Él, en fin, me está amando infinitamente en cada instante y ahora mismo me cobija en su Corazón para decirme que su amor vencerá todos mis desvíos, miserias y flaquezas, porque su amor es infinito y nada ni nadie podrá hacer que disminuya» [14].
Finalizado el Curso hace Ejercicios Espirituales en Aranjuez a mediados de verano. ¿Por qué? El mismo nos lo dice.
[1] Diario 6/4/1945.
[2] Diario 7/4/1945. Restan 1.128 días.
[3] Diario 9/4/1945. Restan 1.126 días.
[4] Diario 10/4/1.945. Restan 1.125 días.
[5] Diario 11/4/1945. Restan 1.224 días.
[6] Diario 11/4/1945. Restan 1.224 días.
[7] Diario 21/4/1945. Restan 1116 días.
[8] Diario 28/4/1945. Restan 1.109 días.
[9] Diario 9/5/1945. Restan 1.098 días.
[10] Diario 12/5/1945. Restan 1.095 días.
[11] Diario 18/5/1945. Restan 1.090 días.
[12] Diario 20/5/1945. Restan 1.088 días
[13] Diario 26/5/1945. Restan 1.082 días.
[14] Diario 12/6/1945. Restan 1.064 días.