Viernes, 12 de septiembre de 2008

Extracto de escrito sobre Manuel Aparici enviado por Carlos Peinó Agrelo  bajo el título "Vocación, Seminario, Ordenación Sacerdotal y Salamanca".  Según su Diario Espiritual y otros escrito y testimonios

(1941-1950)

 

 

CURSO 1946/1947

(Desde el 1/10/1946 hasta el 31/5/1947,

fecha de su Ordenación Sacerdotal).

 

 

 

 

         «¡Para qué quiero la vida sino he de ser sacerdote santo!» [1].

 

         PRIMER TRIMESTRE

 

         El día 5 de octubre, al releer los apuntes de los Retiros de las Órdenes menores, anota:

 

         «Tu infinita caridad, ¡oh Jesús!, me ha conservado la vocación y la vida de gracia; pero ¡qué pena más honda al releer los apuntes de los Retiros de las Órdenes menores que recibí!

         »Entonces eran sinceras mis primeras promesas; mas qué pronto las olvidé.

         »¡Qué vulgar, por no decir ¡qué tibia!, ha sido mi vida cristiana del pasado verano! ¿Dónde ha estado la cruz ... !

         »Y, sin embargo, tú me amas. En el retiro de comienzo de curso  renovaste tu fuego en mi alma y tu gracia me ha urgido durante toda esta semana forzándome suavísimamente a serte más fiel en la oración, el estudio y la obediencia. Me has llevado a hacer de hora y media a dos horas de oración y me has hecho aprovechar casi todos los momentos de estudio y me has devuelto el amor a la penitencia.

         »Pero todo esto aún es poco. Si tú me indicas por tu Obispo que dentro de siete meses y veinticinco días debo ser sacerdote, no puedo llegar a tu altar sino hecho víctima contigo.

         »Mas como si no es dentro de siete meses y veinticinco días será con tu gracia dentro de diecinueve meses y dieciocho días, no debo hacerte esperar más, y el día de la Virgen del Santo Rosario debo consagrarme con toda sinceridad a tu Sacratísimo Corazón por medio del de tu Madre Santísima para que en él me hagas víctima de amor penitente y reparador.

         »Nada me debe detener ni asustar ni siquiera las consideraciones sobre la salud. Consultaré a mi Director Espiritual, porque la obediencia es lo que más te agrada; pero le diré: ¡para qué quiero la vida sino he de ser sacerdote santo!».

 

         Cinco días después, escribe:

 

         «El Señor me sigue urgiendo; pero no me decido a dejar el tabaco y mal se compagina hacer alguna que otra mortificación y darme ese gusto voluntario.

         »Esa debe ser la primera batalla que gane la gracia en mí. Sin ella, cilicio y lo demás me parece hipocresía.

         »Espero en su amor que llegaré pues me va manteniendo en la oración, aunque ahora debe de llegar al espíritu de oración en las clases»[2].

 

         «Con la ayuda de Dios, sigo atento a las manifestaciones de su amor. Dos horas de oración y aprovechados todos los tiempos de estudio. Flojeo un poco a la intención de víctima por todas las almas.

         »Hoy ha querido él que releyera los propósitos que su gracia me hizo hacer en los Ejercicios que hice para entrar en el Seminario el año 42. Decía que no podría subir al altar sino subía totalmente crucificado y ahora el altar está ya muy cerca.

         »Empezaré, pues, con decisión: esta semana que precede al domingo universal de misiones es buena para vivir en cruz» [3].

         El 21 de octubre comienza los Ejercicios. En su Diario nos ofrece, una vez más, sus meditaciones.

 

         Las meditaciones –dicen los Peritos Teólogos en su Informe [4]– tienen un tono intelectual fruto de los estudios recibidos. El Plan de Ejercicios es para cinco días, con meditación de salida. En la meditación de los propios pecados describe los datos y fechas de importancia en su vida.

         Particularmente les ha impresionado la respuesta espiritual que recibe como una voz en el interior de su corazón que nos permite ver el grado de intimidad en la comunicación espiritual del diálogo de amor con Jesús. Es un diálogo que descubre la confianza, sencillez y humildad que brota de su vida: Cómo entendió la santidad, lema de santidad, espíritu de abandono en la voluntad de Dios, espíritu de santificación, diálogos de amor, oración íntima, testimonio de vida para los vocacionados, etc.

 

         Primer día de Ejercicios

 

         Meditación del principio y fundamento

 

         «Dios me hizo para la alabanza de la gloria de su gracia […]. Pero además [...] me ha elegido para sacerdote suyo [...].

         »En nombre de todos los hombres dentro de muy poco tiempo deberé de entonar la alabanza divina y de ofrecer a mi Dios el Santo Sacrificio.

         »Pero si yo cobijo en mí, por la caridad que Dios me da, y quiere darme, a toda la humanidad, tengo que dolerme de los pecados de ella y hacer penitencia por ella. Mas como los pecados de los hombres son incontables, tampoco deberá tener límite mi penitencia.

         »Esto es ser víctima propiciatoria y llegar a la crucifixión total. Esto es lo que Jesús me viene pidiendo desde hace años […].

         »Cuando el 16 de marzo de 1934 en Roma me hizo pedirle que se dignara vestirse de mi miseria para lavar a la juventud de mi patria de la mancha de su desamor a Cristo.

         »Cuando el 22 de diciembre de 1936 me hizo decir públicamente que debíamos con una vida santa amparar el vivir en gracia de toda las juventud española que estaba en frentes, checas y hospitales.

         »Cuando en febrero de 1938 ofrecí mi vida con el Papa por la pacificación de la tierra.

         »Cuando el 1 de septiembre de 1940 juré a la Jerarquía de la Iglesia unir mi sangre, en forma de sacrificio y oración, a la de los mártires para ultimar la reconquista espiritual de España.

         »Cuando el 20 de octubre de 1941 dije que éramos los mártires de la segunda hora de la Cruzada.

         »Además, de mi fidelidad a este llamamiento que Él me hace a su amistad íntima dependen muchísimas almas.

         »Millares de seglares beneméritos tienen puestos sus ojos en mí.

         »Millares de seminaristas que fueron jóvenes de Acción Católica, igualmente esperan que Manolo vaya en cabeza por el camino de la cruz.

         »Todas las voces dicen lo mismo. Hasta ahora, Jesús ha tenido paciencia, me ha mimado y ha esperado; pero no debo hacerle esperar más.

         »Yo sé que soy basura y miseria, todo mí ser tiembla; pero sé que Él es omnipotencia amorosa que está deseando verme dar el primer paso sincero en busca de la cruz mayor para derramar su omnipotencia en mí.

         »En ti confío, Señor. Desde este momento te doy el sí total y espero de tu amor que en el curso de estos Santos Ejercicios tú me irás mostrando en qué debe consistir mi crucifixión voluntaria» [5].

 

         «Por de pronto exacto cumplimiento de mi deberes de estado con espíritu de víctima.

         »Oración para que el Señor me manifieste las perfecciones suyas que debo alabar con mi vida y con la vida de los que me rodean.

         »Estudio para alcanzar el mayor conocimiento de mi Dios y más amarle y ser suyo y también para ver cómo puedo ayudar a los demás a ser de Cristo.

         »Reglamento, buscando en todo el contento de mi Dios.

         »Pero además de estas mortificaciones que me vienen señaladas por la mano de Dios, debo ir a la mortificación total de mis potencias internas y externas y sobre todo a las de la vanagloria por lo que el Señor se haya dignado de hacer por medio de mi miseria.

         »Habré de hacer un plan para que lo vea mi Director y apruebe o modifique [6]».

 

         Segundo día de Ejercicios

 

         Meditación sobre el pecado

 

         «[...] Sí, yo recuerdo aquellos años tristes de mi vida en los que para luchar contra mis indomadas pasiones no tenía sino un débil recuerdo de la instrucción religiosa de mi infancia; y recuerdo que me estorbaba el recuerdo de Dios y que lo fui obscureciendo más y más hasta que casi llegué a decir en mi enfermo corazón, como el insensato, no existe Dios. ¡Cómo ofendí entonces a mi Dios! Pero Él no hizo caso de mis irracionales deseos y siguió amándome y me mostró tanto amor que me venció [...].

         »Y el Señor me destina a ser cabeza de una generación nueva, de almas que le conozcan y le amen.

         »¡Oh Señor! aleja de mí el pecado, dame un odio mortal al pecado y a todo lo que pueda parecerse, para que no haya nada en mí que pueda dañar a esa generación nueva que quieres hacer surgir de mi desposorio contigo en el tálamo bendito de tu cruz.

 

         Meditación del infierno

 

         «[...] Hace treinta años que, a no haberlo impedido la infinita misericordia de Dios, debería de estar mi alma en el infierno.

         »Y después durante aquellos nueve años en que me iba hundiendo más y más en la culpa; ¡cómo mi Señor Jesucristo le diría al Padre, déjalo unos años más, déjame que lo cave y lo cuide y lo abone y si después no da fruto lo echaremos al fuego eterno ...

         »¡Oh Señor Jesús! que si no estoy en el infierno para siempre apartado de ti, sólo a tu amor te lo debo ... [...].

         »¡Cuántas [almas] habrá de las que yo escandalicé con mi indiferencia religiosa cuando vivía lejos de Dios!

         »¡Y cuántos de muchachos españoles a los que debía yo haber ayudado con un vivir penitente y no ayudé!

         »No hay otra resolución que tomar, sino afirmarme, y esta vez de verdad, en la ya tantas veces tomada: Vivir crucificado a las puertas del infierno para que no caiga en él ningún alma.

 

         Meditación de los propios pecados

 

         «¡Cuánto pecado, Dios mío! ¡Cuánto pecado en mi vida! ¡Triste adolescencia y juventud la mía envuelta en el fango asqueroso del pecado! Y luego en mi caminar hacia ti, ¡cuánta recaída!

         »¡Si parece, Señor, que hice cuanto pude porque tú no me amaras! Pero tú, imagen y resplandor del glorioso amor del Padre, tú mi Señor Jesús, después de cada traición mía, venías a mí con mayores muestras de amor para doblegarme y vencerme.

         »¡Qué soy yo, Señor, sino miseria, no-ser y pecado!

         »1917 a 1925, ocho años, ocho años de progresivo alejamiento de ti, de hundirme más y más en la culpa.

         »En la Semana Santa de 1925 tú me miraste y me dijiste: “Ven a mí”. Y hasta la Santa Cuaresma de 1927, ¡cuanto caer y volver a caer! Pero al fin me obligaste con tu gracia a no querer caer y me así a ti, fui a recibirte todos los días. Luego, el 8 de diciembre me pusiste bajo el amparo de tu Madre. Año 1928, seis o siete recaídas, pero tu empezaste a poner en mi alma el celo de tu gloria: Catequesis, clases en el Patronato de los Luises, Juventud Católica. Mayo de 1929, Asamblea de Juventud Católica en el Cerro de los Ángeles. Abandono de mis estudios de derecho por servir a tus almas. Noviembre, ingreso en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. 3 diciembre, mi primera vigilia de Adoración Nocturna. 1930, ingreso en la Adoración Nocturna, empiezo a entregarme al apostolado; mis primeros Ejercicios internos en los que me consagro al apostolado. Marzo de 1931, segundos Ejercicios internos; 14 de abril, cambio de Régimen y ante el incendio de tus templos, te juro consagrar mi vida a dar a conocer tu amor. Actividades políticas por espíritu de Acción Católica; diciembre, me llevas al Consejo Central de la Juventud Católica. En 1932, en los Ejercicios de Vitoria me da a conocer el Señor que me llama al sacerdocio pero antes en Algorta tuve varias caídas. 1933, empiezo a estudiar latín; pero mi voluntad no era fuerte, el apostolado me aburre; en el verano del 33 varios actos de propaganda; pero después nuevas caídas; leo las Confesiones de S. Agustín que levantan mi alma; Asamblea de Toledo; peregrinación a Roma; el apostolado me va apartando de mí y me obliga a orar. 16 marzo 1934, en Roma en la hora santa sacerdotal le ofrecí mi vida al Señor; regreso a España, me lanzo con nuevo brío a la oración y al apostolado; pero el 25 de agosto caigo otra vez. Voy a Ejercicios, antes de entrar se me pregunta en nombre de la Jerarquía si estoy dispuesto a aplazar mi entrada en el Seminario para aceptar la Presidencia de la Juventud. Contesto que se me deje meditarlo en Ejercicios. Acepto y mis propósitos consisten en entregarme del todo a Jesús, para que El presida a través mío; desde septiembre de 1934 a febrero de 1936 vivo consagrado a Cristo en los jóvenes» [7].

 

Tercer día de Ejercicios

 

Meditaciones del Reino de Cristo, de la Encarnación del Verbo y del

Nacimiento del Redentor

 

         «Tres maneras de seguir a Cristo: una, en la apariencia y con la boca; otra, a medias, y la que vale, a su lado, mejor dicho, en Él.       

         »[...] Otra vez Cristo, sobre un dolor que me oprime el alma de haberle apenado con mis negligencias y frialdades, ha dicho por boca de su ministro: “Ego te absolvo a pecatis tui”. Creo en Él, en su amor infinito que más y más con su gracia sacramental va rompiendo el vínculo que me ata a este hombre viejo fuente de mis pecados y de mis faltas.

         »Es clarísimo que si Él me hace desear llegar a ser una humanidad complementaria de la suya, he de abrazarme a todo lo que su Humanidad Sacratísima se abrazó. Pero en vez de hacerlo con miedo y tristeza, debo hacerlo con valor y alegría y dando continuamente gracias al Padre porque se haya dignado elegirme, pese a mis innumerables pecados, para tal vida y estado en el que quiere hacerme vocero de su amor infinito.

         »Elegido en Jesús y por Jesús para anunciar con Él, mediante la cruz de la obediencia, el amor infinito de Dios a las almas.

         »Otro pensamiento: vivir intensamente recogido en mi alma en comunión con la Trinidad Santísima, como lo hizo María cuando caminaba hacia Belén, los días que me queden hasta que Él nazca en mis manos» [8].

 

         Cuarto día de ejercicios

 

         «En la comunión me ha dado gran paz. Me decía en el fondo del alma: Oye a mis ángeles: “Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis”. ¿Acaso no crees que me encarné para manifestaros los adorables designios de mi Padre? ¿Acaso no crees que aun bajo apariencias de vino y de pan soy el Omnipotente? ¿Acaso no crees que te amo como el Padre me amó a mí? Pues si he venido a tu alma ¿cómo puedes creer que me desintereso de ella? No ves, hijo amado, que si la Trinidad Beatísima quiso que me quedara en la Eucaristía fue para anticipar el momento de abrazarte y cobijarte en mi Corazón? ¿No ves que soy yo quien pone en tu alma más ansias de cruz, de ser totalmente mío? Hasta ahora tu libertad cohibía un poco mi omnipotencia, y digo un poco, porque desde que te recogí del fango hemos andado ya mucho trecho; pero ahora me estás suplicando que te tome tu libertad y que la clave en mi cruz ¿cómo puedes creer que desoiga la súplica que mi Espíritu levanta en tu alma? No, ahora te tomaré la libertad que me entregas y ya no habrá obstáculos a mi omnipotencia que hará lo que es propio que yo obre en ti.

         »Creo, pues, que mi esfuerzo debe seguir la línea de la acción del Espíritu Santo, y si lo propio del Divino Espíritu, como nos anunció Jesús, es revelarnos y sugerirnos todas las cosas, mi esfuerzo debe consistir en estar atento a estas manifestaciones que del amor del Padre quiere hacerme Jesucristo en quien recapituló todas las cosas. De tal forma que si todo en mi vida lo ha previsto la amorosa solicitud de Dios y en todo lo que quiere es atraerme a Él por el amor, en todo la fe, que Él me da, debe descubrir ese amor suyo para darle gracias. Esto es al fin y al cabo el espíritu de oración y la realización del salmo: “Mis ojos miran siempre al Señor porque Él librará de trabas mis pies”.

         »Y, sin embargo, algo tiene que haber que corregir en mí.

         »Tengo que examinar todas las criaturas que entran en mi vida para ver a cual o cuales están apegada a mi alma.

         »Me parece que sin gran examen aparece ante todo mi sensualidad».

 

         Meditación de la vida oculta

 

         «Jesús pasó treinta años en Nazaret. Pasó desapercibido entre los vecinos de Nazaret; si en algo se distinguió fue en su virtud. Obediente, trabajador, humilde y recogido.

         »Y, sin embargo, en aquella monotonía de su vida gris, está lleno de gozo, sabe que está haciendo la voluntad del Padre: santificar nuestras obras cotidianas, las de todos los hombres de todos los tiempos. Y ¡qué lógica es esta conducta de Jesús! [...].

         »Y como tenía que redimir a todos los hombres de todos los tiempos escogió para declararnos su amor un lenguaje universal, perfectamente inteligible, porque todos los pecadores lo habrían de poseer: el trabajo, el dolor y la muerte. Y que congruente es este medio con el amor que le movió a encarnarse [...].

         »Y así cuando en el curso de algún trabajo, escondido y silencioso como el suyo de Nazaret o público e incomprendido como los de su predicación y su ir tras de las almas como los suyos de Palestina; cuando en el curso de algún trabajo, digo, experimente la fatiga, la humillación y el tedio, ya sé que a eso mismo se abrazó Él, ya sé que a eso mismo se abrazó Él [...] y se abrazó para darme a conocer su amor y que así [...] me vaya segregando más y más de mi hombre viejo concebido en pecado y me apegue más y más a lo único que me interesa, que es que en todo mi obrar, en todas y cada una de las palpitaciones de mi ser resplandezca la gloria de la Beatísima Trinidad a quien plugo sacarme del no ser para destinarme, por su infinita caridad, a vivir en y de su amor.

         »¡Oh dulce canción del trabajo escondido en el Corazón de mi Amado, que me cantas tus requiebros de amores, hasta ahora tan poco comprendido y tan mal practicado, haz-me salir de las tinieblas de mi hombre viejo y de mis afectos de carne para ir a la tierra de la cruz en la que por medio del dolor acabará mi Señor y mi todo por enloquecerme de amores!».

 

         Meditación de Jesús Niño en el templo

 

         «¿Qué significaban María y José para Jesús? ¿Podrá ningún humano tener amor mayor que el que Jesús tenía a María y a José?

         »¿Qué significaba Jesús para María ... ? ¿Podrá ninguna madre querer más a su hijo que lo que María quería a Jesús?

         »Y para S. José ¿qué significaba Jesús ... ? ¿Podrá nadie querer más que lo que S. José quería a Jesús?

         »Pues Jesús sabiendo que iba a traspasar de dolor el corazón de su Madre y de S. José y, por lo tanto, que iba a traspasar el suyo propio, pudiendo haberles avisado, porque era voluntad del Padre que me mostrara en su sufrir el amor divino para así atraerme a su amor y fortalecerme con Él, cuando en su amor me pidiera prueba semejante a la suya al tener que desprenderme y aun traspasar de dolor a mis seres más queridos, Jesús pasó esta agonía por mí.

         »Después de esto no me cabe más que decir: “Fiat mihi secundum voluntatem tuam Domine”.

         »Y por de pronto dejar todo lo que regala mi sensualidad y amor propio.

         »Sensualidad: Tabaco, café en mi casa, posturas cómodas, conversaciones innecesarias, abrigo exagerado, lecturas no formativas, etc.

         »Amor propio: No consentir en lisonjas; someter al juicio de D. Hernán la publicación del libro que preparan de mis discursos. Meditar bien y aconsejándome de sacerdotes muy santos el modo de celebrar mi primera Misa.

         »Y cuidado con lo que me pidan mis hermanos» [9].


 

 [1]  Diario 5/10/1946.

 [2]  Diario 10/10/1946.

 [3]  Diario 13/10/1946.

 [4]  C.P. pp. 9639-9784.

 [5]  Diario 21/10/1946).

 [6]  Diario 22/10/1946.

 [7]  Diario 22/10/1946.

 [8]  Diario 23/10/1946.

 [9]  Diario 24/10/1946.

 


Publicado por verdenaranja @ 0:23  | Espiritualidad
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