Viernes, 12 de septiembre de 2008

Extracto de escrito sobre Manuel Aparici enviado por Carlos Peinó Agrelo  bajo el título "Vocación, Seminario, Ordenación Sacerdotal y Salamanca".  Según su Diario Espiritual y otros escrito y testimonios

(1941-1950)


CORRESPONDENCIA DE SEMINARISTA DE MANUEL APARICI
 

        
Presentamos por orden cronológico la llegada hasta nosotros.

 

        El 2 de diciembre de 1943 le dice a José Rivera:

 

        «¡Tantas y tan grandes gracias se encuentran simbolizadas para mí en tu persona que es imposible que te olvide! En primer término, nuestros queridos hermanos mártires, entre los que descuella Antonio, hermano tuyo, en la carne y en la sangre, y mío en el afecto de un mismo Cristo a quien amar y prójimo a quien servir, y en un segundo lugar, la generación juvenil fruto de esa sangre de mártires. No, yo no olvido ni aquellas Jornadas de Acción Católica de Aranda, cuando yo vi brillar en tus ojos la esperanza de tu vocación, ni la Semana de Estudios de 1940 en Toledo, ni las Jornadas de Presidentes de Madrid del 41, ni las de mi despedida de Valladolid, ni las palabras que cruzamos en ésa el 42, cuando los cursillos de universitarios, pues en todos los momentos yo veía crecer esa esperanza hasta que al fin Él te dio a conocer, con mirada honda y amante, de que habla San Marcos, que te quería sólo para Él.

        »Te supongo en plena luna de miel en tu vida de seminarista, respirando a pleno pulmón esa fragancia del buen olor de Cristo que se respira en todos los Seminario de nuestra Santa Madre la Iglesia sin tiempo ni corazón suficiente para agradecerle al Señor tanto amor. Vive querido Pepe, al estilo de tu hermano Antonio, esa contemplación para alcanzar amor […]. Sé feliz, emborráchate del amor del Señor y después piensa en los que Él ama y nada saben de la ternura suya. Ahora también, como cuando Antonio y yo hablábamos, hay almas que se pueden perder si no somos fieles. Vivamos escondidos en Cristo y, dentro de Él, a través de sus ojos o de la llaga de amor vivo de su costado, contemplemos esta pobre humanidad. ¡Cuánto joven comprado por Él, muere en campo de batalla lejos de Cristo! Pidámosle que, por ellos, nos haga fieles, a fin de que nuestra obras satisfagan por ellos y le alcancen la gracia de la penitencia final.

        »Ese ha de ser aquel vivir de Vanguardia de Cristian-dad de que algunas veces os hablé cuando yo era vuestro Presidente y vosotros erais mis jóvenes. Vivamos así en comunión de vida y oración con nuestro Pontífice Cristo y su Vicario en la tierra, S.S. Pío XII, y haremos avanzar esa Vanguardia de Cristiandad con que soñamos para que Cristo sea amado por todos y a todos llegue la maravillosa aventura de su Amor» [1].

         A principios de 1945, le pregunta a Antonio Santamaría:

         «¿[...] Qué tal van aquellos anhelos de Vanguardia de Cristiandad de que me escribías el pasado enero? […]. Lo primero para hacer de nosotros mismos Vanguardia es vivir el dogma de la Comunión de los Santos y de la Universalidad de la Redención, haciendo que, a semejanza del Corazón de Cristo, los pensamientos de nuestro corazón de día en día, mes a mes y curso en curso sean librar sus almas de la muerte y saciar su hambre» [2].


        En marzo de 1946, día 24, a la petición que le hace Carmen Rivera [3], le contesta:

         «Muy difícil es complacerte como deseas; el Señor quiere utilizarme a mí, pobre instrumento, para difundir ese Ideal de “España y todo lo hispánico Vanguardia de la Cristiandad ejemplar”. Y la doctrina, si así puede llamarse, está esparcida a lo largo de mis discursos y artículos de los siete años de mi Presidencia. Sin embargo, te adjunto unas cuartillas que dicté a un taquígrafo del Consejo Superior a fin de verano en las que se hace una síntesis histórica del desarrollo del pensamiento […].

        »[...] Sigue encomendándome para que el “Capitán” no detenga por sus miserias a todos los peregrinos» [4].

         Con fecha 12 de diciembre de 1946 le dice a José Rivera:

         «Doy gracias al Señor  por esta decisión de mi Sr. Obispo, puesto que me servirá para ahondar en mi formación y, por tanto, en lo que considero que es la gracia fundamental de nuestra vocación. Pues si las palabras que el Señor dirigió a sus Apóstoles han de tener realidad en nosotros “Sicut me misit Pater, et ego misso vos”, nosotros hemos de alcanzar por la oración y el estudio un hondo conocimiento de la Caridad Divina que resplandece en todo el Misterio de Cristo, pues ese conocimiento, al par que nos haga anhelar la Ordenación Sacerdotal por la cual podremos ofrecer en correspondencia de amor a nuestro Dios el amor de su propio Hijo, es el que nos llevará a anunciar su amor de una forma semejante a la suya; es decir, concrucificados con Él a fin de que los hombres conozcan su amor y se hagan uno con nosotros en la acción de gracias y en el gozo y la paz de la fruición de su amor, aunque sea bajo velos de fe.

        »¿Y a ti, mi buen Pepe, cómo te va?

        »He sabido también que tu hermana Carmen ha entrado en las Carmelitas de Fuenterrabía. ¡Buenos frutos da la muerte santa de Antonio! [“El Ángel del Alcázar”]» [5].

         En fecha que se desconoce, pero próxima ya su Ordenación Sacerdotal por el texto de la carta, le dice a Joaquín Ruiz-Giménez:

         «[...] Mi prelado, el Sr. Patriarca, ha pedido a Roma la dispensa para ordenarme al terminar el tercer curso de Teología, que ahora estudio, pues quiere que vaya a terminar los estudios y a doctorarme en Teología a Salamanca» [6].

         Del escrito incompleto y sin fecha aportado por el Rvdo. D. Antonio Santamaría en el momento de su declaración en la Causa de Canonización de Manuel Aparici, éste le dice que ha soñado con «nuestro ministerio futuro: […] Vivir de Vanguardia de Cristiandad».

         «Debe ser –le dice Manuel Aparici a Antonio Santamaría, entonces seminarista los dos– “ut umum simus in corde Jesu”, ahora y siempre para que también todas esas almas que nos esperan y a las cuales pertenecemos ya desde ahora también sean uno en el Corazón del Redentor. Todos esos sueños nuestros de un Pueblo Vanguardia de Cristiandad serán realidad algún día aunque nosotros no lo veamos con estos ojos de carne, si nosotros vivimos hondamente esta idea de que uno sólo es Sacerdote: Cristo Jesús y de que toda nuestra labor es no poner obstáculos a su gracia que quiere prepararnos para hacernos partícipes de su Sacerdocio y esta participación, como tú sabes muy bien, requiere cierta semejanza, aunque nosotros no vayamos a ser más que instrumentos, y la semejanza es la razón de la amistad y del amor y de la unión; por ello cuanto más su gracia nos transforme en Él más unidos estaremos con Él y en Él y por Él con todos los que participan de su sacerdocio, sea éste diocesano o regular.

        »También he soñado con nuestro ministerio futuro y lo veo centrado en hacer Parroquia, Diócesis, Vanguardia de Cristiandad e Hispanidad y todo esto mediante la administración de los sacramentos y la predicación de la palabra de Dios que alguien ha llamado “octavo sacramento”. Si, hoy casi no se predica la palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo, los que predican beben ya de fuente cansada –como dice un poeta– no van a beber en vivo y en su manantial; y tú y yo sabemos por propia experiencia que fue ese oír la palabra de Jesús en nuestros Círculos de Estudio lo que nos dio nueva vida y hambre y sed de ser justos» [8].

         A primeros de enero de 1947 le dice a José Rivera lo qué piensa sobre «nuestro futuro apostolado sacerdotal»:

         «[...] Tú sabes perfectamente que toda mi vida espiritual quiso el Señor fundamentarla en la doctrina del Cuerpo Místico; pues bien, así concibo nuestra futura actuación: con relación a mi Obispo, la misma adhesión, amor y subordinación que mi mano tiene para con mi mente; en relación con mis comiembros de sacerdocio, pues, claro es, amor, solidaridad y ayuda semejante a la que hay entre los miembros de mi cuerpo […].

        »Nuestra divisa debe ser un “corazón y un alma sola con el Papa y los Obispos y con todos los sacerdotes de todos los cleros”, pues éste es el deseo de Cristo “Ut omnes unum sint” ... » [9].

         Próxima ya su Ordenación Sacerdotal, Ángel Herrera le dice el día 22 de enero de 1947:

         «[...] Me alegro lo que no puedes figurarte de saber que pronto serás sacerdote. Creo que Dios te pide mucho, y, por eso mismo, te ha dado muchísimo y te prepara más abundantes gracias. España necesita de una docena de auténticos apóstoles que la recorran e inflamen. Hay que despertar en las almas buenas una piedad muy honda, nacida de la íntima unión con el Señor, y cuyos frutos han de ser obras, obras, obras; obras de caridad y de justicia. ¡Cuánta falta hacen ambas virtudes! ¡Pobre justicia social, en cuantos labios, ... en qué pocos corazones!».

         «[...] Ayúdame –le dice a la Rvda. Madre Carmen Teresa de Jesús en la Festividad de la Cátedra de San Pedro en Roma en 1947– porque dentro de 131 días llegará mi Pentecostés sacerdotal y es preciso que el Espíritu encuentre mi alma totalmente llena de la sed de la gloria de la Trinidad Santísima. Yo espero en Cristo y en María; a Ella consagré mis pasos de seminarista cuando el 26 de octubre de 1941 le ofrendé la insignia que durante trece años guió mis pasos de apóstol seglar, pidiéndole que aquella cruz me la convirtiera en la del sacerdote de su divino Hijo y precisamente el día 31 de mayo, fiesta de la Madre del Amor Hermoso y de la Mediación Universal de María, recibiré la Ordenación Sacerdotal. Creo que no puede estar más clara la respuesta de nuestra Santísima Madre. Pero espero en Él precisamente porque sé que con su amor hará que mis infidelidades y miserias las suplan las oraciones vuestras y de tantas almas como piden por mí» [10].

         Días después, el 11 de mayo, le dice:

        «[...] ¿Comprendes lo que significa esa fecha del 31? Estoy seguro que seré la obra de la Mediación de María ... Dentro de mi pequeñez, pero poniendo toda mi alma, le juré en Zaragoza al frente de nuestros muchachos consagrar mi vida a la defensa de la piadosa creencia en su Mediación y que bien paga» [11].

         Ese mismo le dice a su buen amigo José Rivera:

         «[...] !Qué piadosa y fiel es María! Como le juré en Zaragoza defender con mi vida su Mediación, ha mediado para que su divino Hijo me conceda la inmensa gracia del sacerdocio el día en que con nuestra Santa Madre la Iglesia festejamos su Mediación Universal de todas las gracias» .

 

        Días antes le había dicho a su buen amigo Antonio Santamaría:

         «¿Verdad  qué  paga  bien la Señora los pequeñillos esfuerzos del Capitán de Peregrinos» [13].

         Entretanto, sigue contando los días que le faltan para subir al altar de Dios. Ya sólo le faltan 83 días y con estas palabras deja constancia en su Diario el 8 de marzo: «El Señor, en su bondad, le anticipa un año el soñado momento de subir al altar de Dios».

         En sus reflexiones de seminarista sobre el «Ideal Sacerdotal», expone este ideal en los siguientes términos –según los Peritos Archivistas en su Informe [14]–. Destacamos:

         «Cristo, consuma y completa su Sacerdocio, único y eterno, en lo alto de la Cruz, al ofrecerse a sí mismo como víctima propiciatoria al Padre. Y lo continúa por manos de sus sacerdotes, miembros de su Cuerpo Místico Sacerdotal, por los que se sigue ofreciendo como víctima incruenta al Padre, “a fin de hacer partícipes a sus escogidos de los frutos de su Pasión” […].

        »Mi ideal, o la vocación a la que Jesús me llama, debe consistir en ser perfecto miembro de su Cuerpo Místico Sacerdotal. Y no tendré unión perfecta con Cristo si no me identifico con Él. Él consuma su Sacerdocio en lo alto de la Cruz; el sacerdote es para el sacrificio. No seré perfecto miembro suyo, si no ejerzo su sacerdocio también crucificado. Esta crucifixión debe ser morir a todo lo humano; un cuerpo con dos cabezas o corazones sería un monstruo […].

        »No pida  más que cruz para mí; pues si le soy fiel a esto, lo demás vendrá sólo, aunque sea en el silencio y aparente reposo del “grano de trigo” que se pudre y muere para dar fruto”».

         En fecha que se desconoce, pero próxima a su Ordenación por el texto de la carta, le dice a su amigo Joaquín Ruiz-Giménez.

         «Mi beneficioso encierro, como decías en tu última carta, está, por la bondad de Dios, para terminar. El día 31 de mayo, Festividad de la Mediación Universal de Nuestra Señora, Dios mediante, recibiré la sagrada orden del presbiteriado [...].

        »De esta forma, la Santísima Virgen, a quien consagré mi vida de seminarista al ofrendarle mi insignia en Zaragoza, me ha alcanzado que se me anticipe un año el soñado momento de subir al altar de Dios, que es mi alegría desde mi juventud y para que no me quepa duda de su protección recibiré la Ordenación Sacerdotal el día de la Fiesta de la Mediación Universal de Nuestra Señora; el Misterio de su Asunción y el Dogma de la Inmaculada fue el objeto de los propagandistas y trabajos de la Juventud de Acción Católica durante la peregrinación al Pilar y de mi último año de Presidente» [15].

         En carta al Rvdo. D. Anastasio Granados, 1946, le habla de que el próximo curso irá a Salamanca; del Colegio Mayor Santiago Apóstol, de las muchísimas cosas buenas que tienen los Seminario, etc. [16]

         «Pocos datos tengo del Colegio Mayor Santiago Apóstol de Salamanca. Sé que se inauguró en noviembre, que tiene nueve alumnos escogidos y que es objeto de todo el cariño del Sr. Obispo de Salamanca y que su conveniencia y necesidad la encarecen el Sr. Cardenal y el Sr. Nuncio.

        »¿Qué se trata de hacer? Lo que el Señor quiera. Hace dos o tres años tuve una larga conversación con el Sr. Obispo de Salamanca. Me pidió mi opinión sobre la formación que se daba a nuestras vocaciones en los Seminario y yo se la expuse con toda sencillez y sinceridad. Es como quien toma un tranvía en marcha –le dije– que en él tienes que ir apretujado e incómodo hasta el fin del trayecto.

        »Muchísimas cosas buenas tienen los Seminario, pero, a mi juicio y por mi propia experiencia, he visto que a estas vocaciones no se las ha atendido adecuadamente. ¿Por qué razón mi compañero de Consejo Manolo Úbeda, que siente la llamada del Señor y va a los Dominicos, tiene en ellos a uno de los mejores Padres de la Provincia como Maestro de Novicios y nosotros no habríamos de tener a un Maestro de Seminaristas?

        »Toda esa leyenda que se está formando en torno a nosotros que no sabemos obedecer, etc, me parece una inconveniencia lógica; si algún tanto puede apuntarse la Acción Católica Española, y especialmente la Juventud, es haber iniciado una corriente de devoción, afecto y obediencia a la Jerarquía y resulta que ahora cuando el Señor triunfa en las almas de las que se valió para iniciar esa corriente, esos mismos jóvenes, a quienes la gracia hacía ver en el Obispo a Jesucristo, con más gracia van a tener menos fe. Total que el Sr. Obispo de Salamanca se ha decidido a hacer la Obra que era necesaria y eso es lo que se trata de hacer, todo lo que sea necesario para que los valores que el Señor puso en esas almas lleguen a su perfección dentro del espíritu sacerdotal.

        »Creo que en el próximo curso le convendrá a Pepe [Rivera] ir a Salamanca. Allí se quiere un grupo pequeño de aspirantes al Sacerdocio de Cristo que estén dispuestos a cooperar a la gracia hasta llegar a las cumbres de la santidad.

        »En el curso próximo también iré yo a Salamanca a terminar la Teología y a doctorarme en ella; probablemente estaré en el Colegio de Santiago, pues iré ya ordenado de presbítero y aún no sé si mi madre se decidirá o no a ir conmigo [17].

        »Pero quien le puede dar todos los detalles es el Rvdo. D. Vicente Puchol Montes, que está ahora al frente del Colegio, cuya dirección es Gibraltar 12.

        »Le ruego que si algo más quiere escribirme sobre el citado Colegio me dirija su carta a mi domicilio particular, Plaza de Isabel II núm. 1, pues providencialmente no abrieron la carta que me dirigió, pues aquí ven, según mis noticias, con algún recelo al Colegio y cuando ya se han disipado los recelos con que se recibió mi vocación, no desearía que reapareciera» [18].


 

 

 [1]  C.P. pp. 1760-1761.

 [2]  C.P. p. 1597.

 [3]  Todavía no había entrado en religión. Lo hacía a finales de este año de 46 en las Carmelitas de Fuenterrabía.

 [4]  C.P. pp. 1576-1577.

 [5]  C.P. pp. 1749-1750.

 [6]  C.P. pp. 1737-1740.

 [7]  C.P. pp. 540-579.

 [8]  C.P. pp. 1737-

 [9]  C.P. pp. 1733-1736.

 [10]  C.P. pp. 1741-1744.

 [11]  C.P. pp. 1745-1746.

 [12]  C.P. pp. 1747-1748.

 [13]  C.P. p. 1748.

 [14]  C.P. pp. 9504-9638.

 [15]  C.P. pp. 1737-1740.

 [16]  C.P. pp. 1757-1759.

 [17]  «De ti he hablado largamente hace algunos días con los amigos de Salamanca, donde he estado dando Ejercicios a los alumnos del Colegio Mayor de Santiago [...]. Sigo con mucho interés todos tus pasos en la carrera sacerdotal», le dice D. Ángel Herrera a Manuel Aparici días antes de su Ordenación Sacerdotal, concretamente el día 11 de abril de 1947.

 [18]  C.P. pp. 1757-1759.

 


Publicado por verdenaranja @ 23:08  | Espiritualidad
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