Oración enviada por la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria de Tenerife con motivo del día de la Merced, 24 de Septiembre.
SANTA MARÍA DE LA MERCED
REDENTORA DE CAUTIVOS Y PRESOS Dios te salve, Madre del Divino cautivo, Señora de la Merced, abogada de nuestras penas, dulce paño de lágrimas y baluarte de nuestra dignidad. A ti acudimos, pedimos por los hombres y mujeres privados de libertad. En tu regazo maternal ponemos nuestros pesares. Dios te salve, Madre del Cristo, libertador de encarcelados, fiel compañero de infortunio y esperanza nuestra. Serenísima Madre, detén la espiral de violencia y ayúdanos a no combatir el mal con el mal. Que la indulgencia venza al odio, y la prudencia encamine nuestros pasos por la senda de la Justicia que tú quieres. Multiplica, Madre de amor infinito, los esfuerzos de quienes se empeñan en dignificar y humanizar las prisiones, y de cuantos no reniegan de la causa del ser humano y de su suprema libertad. Ayúdales a ofrecer más oportunidades, a construir más puentes y a colocar menos rejas. Virgen de los privados de libertad, de los de cerca y de los de lejos, no los abandones ni de noche ni de día. Recuérdanos que nuestro compromiso es abrir las fronteras, superar los muros de las prisiones y humanizar las leyes de extranjería, para que todos nos reconozcamos hijos de un mismo Padre. Libéranos, Señora de gracia, de cuanto nos ata y oprime. Alcánzanos la libertad de los hijos de Dios y los frutos redentores de tu Hijo. Ayúdanos, Señora, a vivir en tu amor, diferentes, juntos y en paz, y haz presentes nuestros anhelos ante tu Hijo. Madre de todas las gracias, no mires nuestros méritos, sino la sinceridad de nuestra oración y llévale al Cristo preso la súplica del buen ladrón: “a pesar de todo, ‘Acuérdate de mi Señor’”. No nos olvides, Madre de la Merced, y regálanos cuanto antes la anhelada libertad. Amén.
24 de septiembre de 2008
Dios te salve, llena de gracia,