Martes, 30 de septiembre de 2008

Consejos para poner en práctica publicados en HOJA DE DIFUSIÓN DE SANTA RITA DE CASIA DE PUNTA BRAVA Y DE SAN PABLO APÓSTOL EN LAS DEHESAS - PUERTO DE LA CRUZ "COMO LAS HORMIGAS",  Número 170 , 2 de Marzo de 2008

ALGUNOS CONSEJOS PARA PONER EN PRÁCTICA

No se trata de que te eches a correr y luego te tumbes a dormir, es preferible ir paso a paso; pero con cons­tancia un día y otro día, sin pasarte como la famosa fábula de la liebre y la tortuga ¿quién hubiera apos­tado a favor de la tortuga en ese desafió? Y sin embargo ya conoces la historia. Vence la tortuga por su perseverancia hasta cruzar la meta estable­cida. Supongo que la tortuga también tendría ganas de pararse a descansar y hasta de echarse una cabezadita; pero se trata de la responsabilidad de aceptar el desafió de una larga y pesada carrera. Así es la vida. Témenos que estar luchando contra la pereza, contra las ganas de elegir el camino fácil, los deseos de seguir los consejos de los que te dicen, que necesitas dos causas, de que no hace falta tanto; que Dios no exige tanto para salvarse, o ceder ante el pretexto de que otros hacen menos. Que hay que cuidarse mucho para no enfermarse, que todavía hay tiempo, que se puede dejar para mañana o para la semana que entra. Y así siembras la tentación del menor esfuerzo, siguiendo los criterios meramente racionales y quizá olvidando de que tienes un alma espiritual con muchas energías y que precisamente tu cuerpo no es el mejor consejero. La lucha de espíritu contra la carne como todos los Santos.


Tan pronto te despiertes y por tanto te des cuenta de que Dios te ha concedido otro día vivo en este planeta, ponte contento, dale gracias a Dios y no le des ni un solo minuto a la pereza. No lo pienses dos veces. No discutas con la almohada porque siem­pre tendrás motivos y excusas para seguir durmien­do. Hazle caso a lo que te pide tu cuerpo con sus instintos y pasiones y me contarás en qué vas a parar. No te olvides que no hay animal más animal que el hombre. No te puedes poner a la altura de un animal. Tu tienes que mandar sobre ese animal, no te dejes dominar, no cedas a sus caprichos porque terminara siendo un tirano y con tal que cedas, te irá pidiendo cada vez más y allí donde noté más tu flojera allí te pedirá más, porque está claro como dice San Pablo, que se traba una lucha titánica entre el cuerpo y el espíritu. Tu ponte en tu puesto y no cedas al chantaje del cuerpo. Que se note bien quien manda en tu vida, sí tu alma o tu cuerpo con sus pasiones. Si se trata de estar echado si es por el cuerpo, estarás descansando todo el día. Sí se trata de comer hasta reventarse los hemos de contar su comida y cuando hablan su estómago saben reti­rarse de carne. En el hombre está la gula.


Ser fiel a la propia vocación, consiste en cumplir con las obligaciones de su propia condición; pero ha de cumplirlos bien y sólo por amor a Dios, refiriéndolo todo a la Gracia de Dios. A ti te van a juzgar por las normas de la congrega­ción aprobadas por la Iglesia. No le des más vueltas. Dios te quiere hacer Santo con la for-ma de vida que tu has elegido, al franciscano le han de juzgar por las reglas de los Francisca-nos y por sus constituciones, y así a ti por las constituciones o normas de tu congregación. Otros serán juzgados por los mandamientos y las normas propias de su Estado, según la res­ponsabilidad que tenga. A un maestro le pre­guntarán por sus alumnos, aun párroco por sus feligreses, a un padre por su esposa y sus hijos y a cada uno le pedirán responsabilidad de todo cuanto hagan. iSeñorl Qué quieres que haga, dijo San Pablo, y Samuel "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad". Háblame Señor, que tu sier­vo te escucha. Se trata de cumplir en todo la voluntad de Dios monjes todo por los superio­res, por los propias constituciones, los propias deberes y esto hasta el final.

No me digas que no tienes tiempo para ir a con­fesarte, o que no encuentras a un sacerdote para confesarte, porque siempre llega justo a la hora de decir misa y luego se marcha enseguida, quizá para otra ocupación. Primero tengo que decirte que si estuvieras enfermo y peor aún enfermo grave, no me dirías que no tienes tiem­po para ir al médico. Lo que pasa es que la enfermedad del cuerpo es una cosa que se ve o que duele físicamente, o tienes fiebre o la tensión alta o el azúcar por las nubes y la en­fermedad del alma que es el pecado no se ve físicamente y cuando te vas acostumbrando a pecar ni siquiera sientes dolor espiritualmente. Cometes un pecado mortal tan tranquilo como si nada pasará. Ya no tienes miedo a ir al infier­no. Actúas como si no existiera. Obras como si Dios tampoco existiera y si existe no pinta nada; por lo visto no puede poner ni normas. Tiene que estar a tu servicio, te quejas del dolor de cabeza o de la dentadura y te levantas vivo cada día como si todo te lo merecieras. A Dios lo utilizas solamente para tu interés y si las cosas no te salen como quieres te quejas. ¿Qué clase de Dios te has fabricado?


Publicado por verdenaranja @ 23:05  | Espiritualidad
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