Domingo, 19 de octubre de 2008

Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008


LA MISIÓN EN ASIA : Turquía, Pakistán, Sri Lanka, Myanmar, Filipinas, Corea del Sur.

 

 

Fenómenos económicos como la crisis alimenticia; grandes eventos eclesiales como la JMJ de Sydney o el Año Paulino; preocupantes datos políticos como el Reporte ONU sobre la corrupción en Asia: entre tales realidades, que exigen respuestas complejas y delicadas, se realizó la misión de las Iglesias asiáticas, que viven en contextos de minoría y experimentan cotidianamente la dificultad de profesar la fe cristiana y más aún llevar la Buena Nueva a cuantos aún no han recibido el anuncio. Sacerdotes, misioneros y lacios en Asia, en contextos muy diversos unos de otros –desde el Asia central hasta la meridional, desde el Extremo Oriente al Sudeste- se reúnen por la misma pasión por el Evangelio, por la misma determinación en llevar un testimonio cristiano, en dar esperanza a los pobres y a los marginados en el nombre de Jesús. Lo demuestran las experiencias y las actividades recogidas en la presente panorámica, que ofrece una idea general –necesariamente sintética- sobre los pequeños pasos que ha realizado la misión de la Iglesia en el 2008 en aquel inmenso continente asiático así como en las remotas islas del pacífico en Oceanía.

 

Partiendo del cercano Oriente, las comunidades cristianas en Turquía han vivido particularmente la inauguración y las actividades pastorales y culturales relacionadas al Año Paulino, iniciado el 29 de junio. La comunidad católica ha vivido y vivirá durante todo el Año Paulino un momento de gracia inolvidable: todos los fieles son invitados a vivir un año de gracia sobre los pasos de San Pablo, y anunciar a Cristo junto a él.

El Año Paulino es y será una importante ocasión para la misión de la Iglesia (los católicos somos unos 100 mil, el 0,8% de la población) en una tierra donde, en el pasado, los cristianos fueron víctimas de ataques por parte de fundamentalistas islámicos. Será también ocasión para reforzar los lazos ecuménicos y para el diálogo interreligioso. La Iglesia, en efecto, presentó la personalidad y la obra de San Pablo, poniendo el acento sobre la multiculturalidad de su mensaje: la pertenencia multicultural de Pablo lo ha hecho ciudadano del mundo, haciendo que su mensaje tenga una mayor portada universal y hable a todos los hombres de todos los tiempos y de todas las religiones. Haciendo resonar tal universalidad en medio de la población musulmana de Turquía, la Iglesia nota la sintonía que existe entre algunas de sus expresiones (cfr. Fil y Rm) y la invitación del Corán donde se lee: ‘Luchad por realizar obras buenas, todas estas regresaran a Dios’ (Corán 5, 48).

Según la información recogida por Fides, el clima que se respira en el Año Paulino en Turquía es bueno y la Iglesia es cautamente optimista, afirmando que existen los mejores presupuestos para vivir la fe cristiana, en comunión ecuménica y en dialogo con el mundo musulmán.

De modo especial Tarso y Antioquía serán, durante el Año Paulino, centros de irradiación de la espiritualidad paulina, lugares de infatigables y continuas peregrinaciones que se prevén desde toda Europa y otros continentes, sobre todo con la participación de jóvenes.

En Tarso permanece abierta la cuestión de la iglesia-museo dedicada a San Pablo. En el pasado, las autoridades locales ya han consentido celebraciones religiosas dentro de la estructura, iglesia en el pasado, hoy transformada en museo. La Iglesia turca ha pedido poderla utilizar de manera estable a lo largo del Año Paulino, para celebraciones litúrgicas con grupos de peregrinos, o poder construir una nueva iglesia en la ciudad.

Debe notarse también el aprecio recibido por la Carta pastoral difundida por los Obispos con ocasión del Año Paulino (cfr. Fides 28/1/2008), que tuvo un amplio eco. Ha sido acogida y recibida por las comunidades católicas locales, así como por las otras comunidades cristianas. Esta invita a los fieles de todas las religiones a trabajar juntos para construir la paz, en un esfuerzo que será aún más visible y claro a lo largo del Año Paulino.

 

Dirigiéndonos hacia el subcontinente índico, una situación delicada para el equilibrio político de la región es la de Pakistán. Desde el 2007 se ha venido dando un proceso de transición democrática que ha desembocado, en el 2008, en las elecciones para la renovación del Parlamento y de las asambleas provinciales, por lo tanto en la dimisión de Musharraf, seguidas brevemente por nuevas elecciones presidenciales que condujeron a Asi Ali Zardari al vértice del país. En esta fase de transición, donde la lucha con el terrorismo y grupos radicales islámicos que parece ser un punto determinante para los equilibrios internos, la Iglesia siempre ha condenado, junto a otras organizaciones de la sociedad civil y otras minorías religiosas, los actos de violencia extrema (como el atentado al Hotel Marriott en septiembre), destacando que el desprecio de la vida es un acto aberrante, que muestra la perversidad de toda ideología a la base de tales actos terroristas que afectan a personas inocentes.

En particular, la Iglesia Católica en Pakistán indica las prioridades para el país, pidiendo reformas, garantías y derechos, estabilidad política y económica. La comunidad católica destacó también recientemente la urgencia de un proceso de reformas democráticas, la lucha contra el fundamentalismo, intervención en economía para garantizar el bienestar de la población, especialmente de los más necesitados. En este cuadro permanece abierta la cuestión de las minorías religiosas, como aquella cristiana, para las cuales es necesario garantizar derechos, libertad de culto y el respeto del que gozan todos los ciudadanos.

Dirigiéndose al nuevo Presidente, la Iglesia hizo notar el peligro de la inestabilidad y la presencia de grupos extremistas que amenazan el normal desarrollo democrático de la vida social y el respeto de los derechos elementares de las personas, en un clima de intimidación y hostilidad que sufren las minorías religiosas, entre estas la comunidad cristiana. En particular en el noroeste del Pakistán los fieles son objeto de continuas violencias y amenazas, y sus vidas corren peligro cada día, atacados por grupos terroristas que arrecian en el área. La Comisión Nacional “Justicia y Paz”, al interior de la Conferencia Episcopal, ha recogido numerosos testimonios y pedidos de ayuda de las comunidades de fieles en la provincia de frontera del noroeste, lugar donde desarrollan sus actividades los grupos radicales islámicos.

Los puntos más delicados, señalados al nuevo Presidente, son: la prospectiva de las minorías religiosas en un sistema democrático; el rol, las funciones y la potencialidad de la sociedad civil en Pakistán; los derechos humanos, libertad religiosa, instrucción y ley sobre la blasfemia.

 

Si en Pakistán las minorías cristianas son amenazadas por grupos radicales islámicos, en la cercana India, otro “gigante regional”, el 2008 no ha sido seguramente un año feliz para estas minorías, que han sido objetivo de organizaciones radicales hinduistas promotoras de una ideología exclusivista definida “hindutva” (“hinduitat”), que quiere eliminar del país a los grupos religiosos no hinduistas.

La violencia anticristiana explotó particularmente en el estado de Orissa (donde hubo 26 muertos y miles de refugiados) y se extendió peligrosamente a otros estados de la federación. El Cardenal Varkey Vithayathil, Presidente de la Conferencia Episcopal India, condenó firmemente tales episodios de violencia afirmando: “Los ataques contra los cristianos son manifestaciones de una creciente intolerancia de algunos sectores de la sociedad que continúan desafiando los derechos constitucionalmente garantizados a los ciudadanos de esta nación. Como nación no podemos permitir instintos primitivos de conflicto y destrucción. La comunidad cristiana vive en India de modo pacífico incluso en este momento, y está expuesta a provocaciones y violencias. Esta actitud no debe ser interpretada como debilidad, sino como una opción preferencial basada en los principios del vivir civil. La comunidad cristiana continúa haciendo propio el servicio a todos los sectores de la sociedad índica, sin discriminación alguna” y sin dejarse influenciar por cuantos “con infundadas acusaciones de conversiones fraudulentas” quieren generar “una polarización social sobre la base del credo religioso”. “Como ciudadanos responsables, no sucumbiremos a esta estrategia de la división, mas continuaremos trabajando en el espíritu de Cristo, nuestro Maestro, por la unidad, la integridad y el progreso de la nación”.

         La Iglesia respondió con una iniciativa no violenta, celebrando una Jornada de ayuno y oración en todas las comunidades cristianas de India por la paz en Orissa y recibiendo el apoyo y la solidaridad de creyentes de otras religiones. Y, mientras los episodios de violencia anticristiana continuaban dándose de manera preocupante en diversos estados de India, desde la diócesis de Varanasi partió hacia Orissa una misión de paz conducida por una delegación interreligiosa, formada por líderes hindúes, sikh, musulmanes, budistas y cristianos de diversas confesiones. La delegación inició una labor de reconciliación para traer paz y armonía entre la población, como dijo a Agencia Fides Su Exc. Mons. Raphy Manjaly, Obispo de Varanasi.

Se debe notar que la segunda ola de ataques anticristianos en Orissa, dada a fines de agosto del 2008, es mucho más grava que la del diciembre del 2007, más violenta e inmotivada. Esta constituye un auténtico “plan para eliminar a los cristianos de Orissa”, orquestado gracias a intereses individuales para desencadenar la violencia, como afirma Su Exc. Mons. Raphael Cheenath, Arzobispo de Cuttack-Bhubaneshwar (capital de Orissa) en un detallado reporte enviado y publicado por Agencia Fides (ver Fides  /9/2008  y  30/1/2008).

         Se trata, según la Conferencia Episcopal, del peor ataque hacia las comunidades cristianas en India en los últimos años, una “grave violación de los derechos humanos, de la libertad religiosa, del mismo derecho a la vida”, por lo que se pide una movilización internacional. Aún no ha sido derrotado –se afirma- el virus de la “cristianofobia” (ver Fides 2/4/2008)

No obstante las agresiones, la Iglesia en India continua anunciando el Evangelio, siguiendo en la línea de los Congresos Misioneros en Karnataka (noviembre 2007), y del que se celebrará en el mismo estado índico Gujarat (noroeste de India en noviembre del 2008) con el tema “Caminar sobre los pasos de Cristo”.

 

El subcontinente índico no encuentra la paz: también la isla del Sri Lanka pasa por un conflicto civil que en el 2008 ha empeorado y que ha tenido su resultado más radical y sanguinario en el enfrentamiento entre el ejército regular y los rebeldes tamil.

         Ante tal conflicto civil la comunidad católica, en todas sus componentes, se ha comprometido en esforzarse por la paz y la reconciliación. Cada día numerosos sacerdotes, religiosos, misioneros y laicos, se disponen a curar las heridas frutos del conflicto y al mismo tiempo difundir así una cultura de paz. Como narró a Agencia Fides Sr. Christobel Wijesekera, de la Congregación de las Franciscanas Misioneras de María, los cristianos del Sri Lanka están comprometidos en mostrar solidaridad y asistencia humanitaria a los refugiados y a las personas víctimas del conflicto en el norte y el este del país. Numerosos miembros de diversas congregaciones religiosas trabajan en cooperación con el “Centro para la Sociedad y la Religión” existente en la capital Colombo, dirigido por el P. Rohan Silva, misionero de los Oblatos de María Inmaculada.

         Durante el sangriento conflicto, los religiosos católicos continúan creando puentes de paz y de reconciliación, trabajando en colegios, centros pastorales, lugares públicos. La comunidad católica ceilandesa no deja de rezar por la paz, en una campaña que se realizada en todas las realidades eclesiales, en todos sus niveles. Los Obispos repiten que “la guerra y la violencia no son caminos para obtener una paz duradera: es necesario encontrar una solución política para la crisis”.

Frente al aumento de la violencia y de víctimas, Su Exc. Mons. Oswald Gomis, Arzobispo de Colombo,  pidió a los fieles y a todos los ciudadanos de Sri Lanka perdonarse unos a otros y rezar intensamente por la paz en la atormentada nación. Los Obispos han exhortado más de una vez a construir la paz (ver Fides 15/4/2008 y 13/6/2008), declarando la propia disponibilidad y el empeño de la Iglesia, en todos sus niveles, al servicio de la paz y la reconciliación pidiendo a los rebeldes tamil que desistan a seguir sembrando violencia y alentando a las partes a retomar el camino del dialogo, en el interés por el bien común del país.

         Particular importancia reviste la zona de Madhu, Santuario mariano atacado en el 2008 durante los enfrentamientos, un lugar sacro que los cristianos siempre han pedido preservar como área externa al conflicto. El Santuario fue cerrado a lo largo del 2008 y la estatua mariana fue llevada a un lugar seguro, lejano de los enfrentamientos. El Obispo de Mannar, Mons. Rayappu Joseph había pedido al gobierno de Colombo declarar el Santuario “zona desmilitarizada” para consentir el regreso de la estatua de Nuestra Señora de Madhu.

         Un punto de referencia importante para la misión de la Iglesia ceilandés es el Beato Joseph Vaz, reconocido por la Iglesia como quien permitió el renacimiento del cristianismo en la isla, y considerado el “fundador” de la Iglesia ceilandesa. Una figura que el Papa Juan Pablo II definió “el San Pablo de Sri Lanka”. La Iglesia ceilandesa inició en enero del 2008 el trienio de preparación para el tercer centenario de su muerte, que se celebrará en enero del 2011. Con ocasión del Año Paulino, los Obispos han invitado a los fieles a “imitar, estudiar y seguir a estas dos grandes figuras de hombres de Dios”, mediante encuentros y seminarios a nivel diocesano, en colegios, parroquias, movimientos y asociaciones.

 

También las poblaciones de los estados del sudeste asiático han pasado pruebas y sufrimiento, experimentando la cercanía de la comunidad católica. En Myanmar el pueblo birmano sufrió los efectos devastadores de una catástrofe natural en el 2008: el ciclón Nargis, que el 2 y 3 de mayo azotó el sudoeste de la nación, afectando a más de 2 millones de personas. Y mientras la junta militar en el poder demoró en conceder las autorizaciones para consentir a las ONG’s internacionales traer ayuda, el trabajo de los voluntarios católicos birmanos, iniciado tempestivamente y continuado sin detenerse, dio un importante aporte para afrontar la emergencia. Muchas de las personas afectadas habrían muerto de no ser por la intervención de la Iglesia y de Caritas, que no obstante las dificultades y los pocos medios a disposición, consiguieron llevar alimentos, frazadas y medicinas a los prófugos, acogiéndolos en muchas iglesias y tratando de hacer llegar la ayuda a las aldeas más aisladas.

         Tras el paso del ciclón Nargis, durante la fase de ayuda de emergencia, “el lenguaje común de la población birmana, que reúne budistas, cristianos y fieles de otras religiones, fue el de la compasión”, afirmó su Exc. Mons. Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangón. Los monjes budistas se pusieron manos a la obra salvando vidas humanas y ayudando a los sobrevivientes en aldeas cristianas; y los voluntarios católicos llevaron su ayuda, alimentos y medicinas a las personas afectadas en áreas completamente budistas.

         La solidaridad no hizo distinciones de religión: todos los grupos religiosos fueron víctimas del ciclón. Todos los lugares de culto, iglesias, monasterios y templos budistas, conventos, fueron afectados por Nargis, que destruyó algunos de los lugares más sacros y famosos de la región. Muchas de las personas que sobrevivieron se dedicaron a ayudar al prójimo. En un país de mayoría budista “la compasión se desencadenó cual remedio tras el diluvio del mal. Iglesias y monasterios se han convertido en campos para refugiados, donde muchas víctimas han encontrado ayuda y consolación”, afirmó el Arzobispo.

         Los voluntarios católicos han sido los primeros en auxiliar a madres que perdieron a sus hijos, en reunir a los huérfanos, en consolar a las comunidades rurales con la oración y con su sencilla presencia.

Una gran consolación para una población, que sufre a causa de las imposiciones y las limitaciones de un régimen militar opresivo, llegó en el Año Paulino de manos del Apóstol Pablo, palabras que son y serán un aliento real, un punto de referencia para la pequeña comunidad católica birmana: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo  es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gal 6,14). El paso en el que el Apóstol dice: “Nada podrá separarnos del amor de Cristo” (Rm 8,35-39) será el tema central de la vida pastoral de la Iglesia en Myanmar para los próximos años y constituye el punto de partida para la reflexión y profundización que, durante el Año Paulino, será realizado en las parroquias, comunidades católicas, movimientos y congregaciones religiosas.

         Los fieles birmanos han sido invitados a tomar como modelo al Apóstol de los gentiles por la tarea de la evangelización y su total dedicación a Cristo, no obstante las persecuciones sufridas. El tema escogido por la comunidad “Nada podrá separarnos del amor de Dios” –destacó a Agencia Fides el P. Dominic Thet Tin, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Episcopal- es “un impulso para la misión de la Iglesia en Myanmar: San pablo nos exhorta a poner nuestra mirada en la gloria que nos espera y por esto a no desesperar nunca ante el dolor y el sufrimiento cotidiano”.

 

La población de Filipinas tuvo que afrontar otra crisis humanitaria  como aquella de los estados del Asia oriental, teniendo que afrontar la terrible crisis alimenticia que afectó a numerosos países del sur del mundo. Aquella que ha sido definida la “crisis del arroz” ha sido generada por el aumento de los precios de alimentos básicos a nivel mundial, incidiendo en modo cada vez más dramático en las condiciones de vida de millones de personas en diversas naciones asiáticas. El arroz es un alimento del que depende la vida de 2,5mil millones de personas en Asia, donde se cultiva el 90% de la producción mundial. La población de Filipinas ha sido gravemente afectada por la crisis: es esta situación la Iglesia en Filipinas se ha puesto manos a la obra velozmente, poniendo a disposición todos sus recursos para vencer la crisis alimenticia. Ayuda a la red de distribución capilar del precioso alimento; aporte moral y espiritual para evitar desórdenes y asaltos; sensibilización de la opinión pública y de las instituciones para buscar medidas que resuelvan el problema: son estas las líneas de acción sobre las cuales la comunidad católica filipina, en sus diversas ramificaciones y diversos niveles, está trabajando.

La Iglesia ha puesto a disposición su capilar presencia en el territorio (con Caritas, las asociaciones y las parroquias) y, de acuerdo con el Departamento de la Agricultura, se ha comprometido en distribuir a los pobres unos 50mil sacos de arroz cada semana en diversas parroquias de Manila. El gobierno filipino ha pedido la intervención de la Iglesia para evitar especulaciones y corrupción, visto que, en el proceso de distribución del arroz, parte de los alimentos era robado antes de ser dado a los necesitados, apareciendo posteriormente en el mercado negro.

         La Iglesia ha insistido en apoyar a los agricultores. Potencialmente, en efecto, Filipinas puede ser autosuficiente y cubrir la necesidad nacional de arroz, pero el gobierno debería sostener a los agricultores, ayudándolos con los fertilizantes, irrigación y transporte de productos.

Otro motivo de gran sufrimiento para la población civil fue el agudizarse del conflicto en el sur del archipiélago entre el ejército regular y grupos de guerrilleros separatistas islámicos. Los afectados han sido con frecuencia cristianos locales, marginados, empobrecidos, refugiados, e incluso raptados por grupos extremistas como Abu Sayyaf. Pero como afirmó a Fides el misionero PIME P. Sebastiano D’Ambra, que trabaja por el dialogo islamo-cristiano, las familias cristianas que viven en la zona han mantenido una actitud de no violencia, tratando de perdonar, según el espíritu del Evangelio, y construir relaciones amigables con los vecinos. El conflicto entre el ejército de Manila y los separatistas islámicos del Moro Islamic Liberation Front reinició a inicios de agosto, cuando la Corte Suprema de Filipinas rechazó el bosquejo del acuerdo (Memorandum of Agreement) sobre la extensión de la Región autónoma de Mindanao musulmana (Armm). La Iglesia local mantuvo firme su compromiso por la paz y la reconciliación, instaurando y cultivando buenas relaciones con las comunidades musulmanas, confiando especialmente a los jóvenes las iniciativas de diálogo y de encuentro.

 

Un país asiático donde la fe católica está muy presente en la sociedad y la misión ha dado importantes pasos en el 2008 es Corea del sur: en lo que se refiere a la misión ad gentes, se debe notar el envió de los tres primeros misioneros fidei donum de la diócesis coreana de Suwon al martirizado Sudán: se trata de don Giovanni di Dio Han Man-Sam, 36 años; don Antonio Kim Tae-ho, 39 años; don Alex Lee Seung-joon, 37 años, llamados a “vivir por el pueblo sudanés testimoniando el amor de Dios”, como exhortó Mons. Paul Choi Deong-ki, Obispo de Suwon y Presidente de la Comisión Episcopal para la Evangelización. Los tres misioneros han vivido un adecuado periodo de formación espiritual, cultural, técnica y lingüística y llevan a cabo su labor pastoral en la diócesis de Rumbek.

También los laicos católicos coreanos que viven en el extranjero representan una auténtica fuerza evangelizadora. El número de católicos coreanos que regularmente practican su fe en iglesias extranjeras es de 149.966 (de una población total de ciudadanos coreanos que cuenta alrededor de 7millones), una cifra en constante crecimiento respecto a los años pasados. Para el cuidado pastoral de los fieles coreanos de la diáspora se han instituido 165 parroquias y 170 estaciones misioneras en 61 países. Quienes se ocupan de los fieles son en total 203 sacerdotes, 39 hermanos y 131 religiosas, enviados por la Iglesia en Corea para servir pastoralmente en las iglesias frecuentadas por los fieles coreanos.

         Los católicos coreanos en el extranjero dan testimonio de la gran vitalidad de la iglesia en Corea, sobre todo del rol del laicado católico coreano en la misión de la Iglesia. El laicado católico coreano es un ejemplo de vivacidad, dinamismo, madurez y capacidad de evangelizar. La Iglesia coreana está fuertemente basada en la participación y actividades del laicado, que contribuye en modo determinante en el servicio pastoral, como destacó recientemente la asamblea del Consejo del Apostolado de los laicos coreanos.

         Es cuanto afirmó también una Investigación difundida por la Comisión para el Apostolado de los laicos y desarrollada por el Instituto para el Apostolado Social de Seúl. La investigación está basada en entrevistas a más de 3.100 laicos católicos de todas las diócesis coreanas y hace notar que la mayor parte de los fieles laicos han recibido los contenidos fundamentales de la fe católica a partir de las homilías en la Misa dominical. Un importante aspecto que emergió es la necesidad de una cada vez más cuidadosa y eficaz formación de los fieles laicos, no pocas veces obstaculizada por la carencia de planes pastorales apropiados. Por esto el reporte aconseja a las diócesis crear programas específicos y cursos de formación. Entre los aspectos positivos y experiencias en acto, existen diversos institutos teológicos reservados al laicado en Corea, que sirven para formar catequistas, animadores eclesiales, diáconos, ministros de la Eucaristía, personas que se ponen a disposición en la Iglesia local. Los laicos son el motor de la Iglesia coreana: su precioso aporte en todos los campos de la pastoral, hace de la Iglesia en Corea una entre las que mejor han comprendido y puesto en práctica el espíritu del Concilio Vaticano II.

En este ámbito, también las mujeres son cada vez más protagonistas en la pastoral de la Iglesia, que tiene la tarea de valorar el carisma femenino y los recursos humanos existentes en la comunidad. La Comisión para el Laicado de la Conferencia Episcopal de Corea tiene un grupo de trabajo dedicado a la presencia de las mujeres en el servicio pastoral. Numerosas mujeres están reunidas en Corea en la asociación “Catholic Women’s Organization of Korea” que promueve la presencia y la formación de las mujeres en los diversos sectores de la pastoral: catequético, litúrgico, caritativo. El movimiento trabaja para valorizar el “genio femenino”, el carisma específico de la mujer en la Iglesia coreana. Fuente de inspiración y punto de referencia es el documento “Mulieris dignitatem”, Carta Apostólica publicada en 1988 por el Papa Juan Pablo II, que destaca el rol de la mujer en la Iglesia. Mediante una difusión capilar en las diócesis coreanas, el movimiento pone en circulación a mujeres católicas, apuntando su atención a la necesidad de difundir y promover una “cultura de la vida” en la sociedad coreana, sobre todo en contraste con las nuevas disposiciones en materia de bioética.

         En esta línea, en la que la Iglesia coreana está muy comprometida, se registran dos noticias de particular importancia en el 2008: como anunció el cardenal Nicholas Cheoung, Arzobispo de Seúl, la Iglesia católica en Corea instituyó la Comisión por la Vida en el 2005, que tiene la intención de instituir una Academia Internacional por la Vida que pueda unir fuerzas en Asia Oriental e impulsar la investigación sobre las células estaminales adultas.

         La Iglesia católica, respondiendo a los experimentos en embriones en Corea, siempre ha denunciado la manipulación de la vida humana y la violación de la dignidad de la persona, y ha publicado las “Nuevas Líneas guías para la ética de los médicos católicos” fruto del trabajo del Instituto Católico de Bioética, en colaboración con la Comisión para la Vida.

Además en la Universidad Católica de Incheon se abrió el Centro Diocesano “Pontificio Instituto Juan Pablo II para el estudio del matrimonio y la familia”: se trata del primer paso hacia la erección oficial del instituto en territorio coreano, que será en el 2009. Una “Comisión preparatoria” verá al detalle y a nivel burocrático, técnico organizativo y pastoral, la creación del instituto, relacionándolo con las estructuras eclesiales, universitarias y civiles del territorio.

         La oferta educativa del Instituto podrá ser útil para formar operadores pastorales, teólogos, laicos, médicos, profesores, catequistas, así como hombres metidos en política y personas que trabajan en el campo del voluntariado así como en otros sectores de la sociedad.

         La Iglesia coreana prosigue en uno de los aspectos centrales de su misión: la ayuda y la reconciliación con los hermanos de Corea del Norte, comprometiéndose a rezar constantemente y a aumentar el flujo de la ayuda humanitaria. En los años pasados, se han realizado pasos importantes en las relaciones entre norte y sur, y se camina hacia una mejor comprensión recíproca y esto es alentador para la Iglesia que también ha dispuesto nueva ayuda humanitaria a la población de Corea del Norte. Por esto, en la novena de preparación de la Jornada del 22 de junio, fue lanzada una especial colecta de fondos para enviar nuevas cargas de alimento y medicinas a los grupos más vulnerables del norte.


Publicado por verdenaranja @ 21:29  | Misiones
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