Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008
MISIÓN EN ASIA: Japón, Vietnam, Camboya, Laos, Indonesia, Timor Oriental.
En el vecino Japón la comunidad católica está exultante por el gran evento que se realizará en Nagasaki el 24 de noviembre de 2008: la beatificación de 188 mártires japoneses, presidida por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
La Conferencia Episcopal del Japón ha difundido un mensaje que afirma que la Iglesia nipona busca “conservar en el corazón el significado auténtico del tesoro que nuestros antepasados en la fe nos han dejado”.
Los Obispos destacan cuán precioso es hoy en día el ejemplo de los mártires, en tiempos en que la libertad de religión está en peligro y se atenta contra la condición de la familia. Ellos murieron por defender su derecho a profesar libremente la religión cristiana, oponiendo una resistencia pacífica a sus perseguidores. “No eran activistas por los derechos humanos o militares políticos, que se rebelaban contra un régimen. Eran tan sólo personas de una fe profunda y genuina, que sacrificaron su vida por aquello en lo que creían. Los mártires nos dejan mucho para reflexionar”, afirmaron los Obispos japoneses.
De los 188 mártires, asesinados en el siglo XVII, 183 eran laicos; hay también 5 sacerdotes, entre los cuales el jesuita Petro Kibe. La causa para su Beatificación, iniciada en los años 80, concluyó el 1º de junio de 2007 con la aprobación de la Congregación para las Causas de los Santos y la firma de Benedicto XVI.
Los católicos japoneses sostienen que los ejemplos del martirio son un aliento para todos los cristianos en el país del Sol Levante, donde los católicos son una minoría (450 mil fieles locales y 550 mil inmigrantes, sobre 127 millones de habitantes). Entre los mártires del Japón reconocidos por la Iglesia están ya San Pablo Miki y sus compañeros, Grazia Hosawaka, Ludovico Ibaragi, Michael Kozaki y Takayam Ukon.
La Iglesia local expresó su gratitud a la Santa Sede por el reconocimiento a los japoneses que murieron testimoniando la fe, además de la certeza de que el evento será una oportunidad para la evangelización de los no creyentes.
Otro campo fecundo de misión para los fieles del Sol Levante está constituido por el carácter internacional de la comunidad católica del país: efectivamente, a causa del gran flujo de inmigrantes filipinos, coreanos, chinos, peruanos y sudamericanos, que llegan en busca de trabajo, hay en Japón un consistente número de católicos extranjeros: cerca de 565.000, más que los mismos fieles japoneses. Sus fuertes tradiciones católicas se pueden compartir, volviéndose ellos mismos un instrumento de evangelización. Ellos, afirma la Iglesia, representan una esperanza para la comunidad católica japonesa, en parte porque tienen muchos jóvenes y niños. La inmigración –nota la Iglesia– es un fenómeno sumamente relevante en Japón, con el cual es necesario confrontarse para hacer que produzca frutos por el bien de la evangelización.
La Conferencia Episcopal, en efecto, ha evaluado los resultados de una encuesta conducida de manera capilar, durante un año, en todos los niveles de la Iglesia japonesa en un programa denominado “Iniciativa Nacional de Evangelización”, lanzado hace algunos años, que apuntaba a revitalizar las iniciativas misioneras en el territorio. Una de ellas será la nueva iglesia inaugurada recientemente en Chofu, una zona de la capital japonesa Tokio, signo visible de una pequeña comunidad que medita, celebra y da testimonio del Evangelio de la Caridad.
La Iglesia, dedicada a San Juan Bosco es administrada por los misioneros Salesianos, ha sido consagrada el 2008 en una solemne Eucaristía presidida por Su Excelencia Mons. Pietro Okada Takeo, Arzobispo de Tokio, que expresó toda su alegría por el evento, en la esperanza de que la nueva Iglesia de Chofu pueda convertirse en un centro de irradiación del Evangelio. En el territorio parroquial se encuentran cerca de 1300 fieles que participan en la celebración de los sacramentos y siguen regularmente cursos de profundización en la Biblia. Además, se han lanzado iniciativas de solidaridad en Japón y actividades de apoyo para la misión ad gentes.
Regresando al área del sudeste asiático, otra comunidad católica exulta por el inicio del camino de beatificación de uno de sus miembros. En Vietnam, en efecto, hay mucha alegría por la apertura del proceso de beatificación del Card. Francois Nguyen Van Thuan, inolvidable apóstol y pastor de la iglesia en Vietnam, muerto el 16 de septiembre del 2002. Se ha abierto la fase diocesana de la Causa de Beatificación del Cardenal vietnamita, ex presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Pax”. La abogada argentina Silvia Correale ha sido nombrada “postuladora” del proceso, y es la encargada de recoger la documentación y escuchar los testimonios que en un segundo momento serán enviados a la Congregación para las Causas de los Santos. El Cardenal Van Thuan había llegado al Vaticano luego de haber pasado 13 años en cárceles de Vietnam, unificada bajo el control de las autoridades comunistas. Dicha experiencia tan difícil y sufrida hizo madurar en su corazón un gran testimonio de perdón evangélico y de “amor al enemigo”, que ha ejercido una gran influencia para los años sucesivos en la relación entre la Iglesia y las autoridades comunistas en el país.
Es también gracias a su ejemplo que la comunidad local se está comprometiendo cada vez más en la misión “ad gentes”: en particular los Salesianos de Vietnam, recordando la primera expedición de los misioneros salesianos enviados por Don Bosco a la Patagonia (Argentina), cada año promueven diversas iniciativas con sabor misionero, involucrando a sacerdotes, religiosos, laicos y jóvenes.
Una celebración “estrictamente misionera” se tuvo en Dalat, ciudadela de Vietnam central, donde hace cerca de 80 años llegó el Evangelio con la presencia de los primeros misioneros, que impulsaron a llevar la Buena Nueva hasta las minorías étnicas de Vietnam. Hoy la población local tiene una fe cristiana ferviente y vive las dificultades confiando en la Providencia Divina. Con ocasión del 80° aniversario de presencia misionera entre la población de la zona, la diócesis de Dalat ha querido celebrar una “Jornada de la juventud” centrada en el tema: “Ser misioneros amando y sirviendo al prójimo, en particular a los pobres y a las minorías étnicas”. Ha sido un momento de fiesta extraordinario para la diócesis, en el que participaron más de 4 mil jóvenes provenientes de diversas parroquias y asociaciones laicales animadas por ordenes religiosas presentes en la diócesis, en la que trabajan actualmente 25 congregaciones religiosas. Los jóvenes presentes expresaban con frecuencia el deseo de vivir la experiencia de comunión con todos los otros jóvenes del mundo, en la JMJ de Sydney 2008.
Otra buena noticia para el trabajo de evangelización en Vietnam viene de la diócesis de My Tho, donde la pequeña comunidad católica se ha comprometido a construir una nueva casa para la catequesis y la formación cristiana. En la diócesis de My Tho, de Vietnam del Sur, hay parroquias muy pobres, en zonas rurales o montañosas, donde los fieles frecuentemente no tienen una iglesia y se deben movilizar por muchos kilómetros para poder participar en una Santa Misa o recibir los Sacramentos. La parroquia de Vinh Hung es una de ellas: fue instituida oficialmente en el 2006 y cubre un territorio extremadamente pobre y subdesarrollado, en la frontera con Camboya. Surge en una zona donde faltan casi del todo la instrucción y a la asistencia sanitaria, donde no hay escuelas ni hospitales y los jóvenes están en su mayoría desocupados.
Viven allí cerca de 1.400 fieles que por años no han tenido la posibilidad de celebrar ni siquiera la Eucaristía dominical y no tenían un lugar donde reunirse. Hasta el 2006 recorrían cerca de 60 kilómetros para llegar a la iglesia de Moc Hoa, donde había un sacerdote y podían así participar en la Santa Misa. En el 2006 los fieles iniciaron la construcción de una pequeña capilla, erigiéndola con sus propios esfuerzos. Junto con eso han construido también una pequeña aula para la catequesis y las actividades de formación, destinadas sobre todo a jóvenes y niños.
Hoy, según las intenciones del párroco de Vinh Hung, aquella simple construcción deberá ser renovada y volverse una verdadera y propia casa de catequesis y formación. Para alegría de la comunidad local, el párroco ha ya obtenido de las autoridades civiles los permisos para construir. Todos los fieles están participando alegremente en el proyecto, poniendo cada uno su propio trabajo, sus propias habilidades, consiguiendo materiales y donando su mano de obra.
Pasando a la cercana Camboya, la comunidad católica ha tenido un gran signo de esperanza gracias a un evento histórico: se ha festejado la consagración y apertura al culto de una nueva iglesia, dedicada al Niño Jesús. Se trata de la primera nueva iglesia abierta en la capital desde el tiempo de la revolución comunista del khmer rouge. La comunidad católica camboyana (cerca de 15 mil fieles) continúa su obra, viviendo en la fe, la esperanza y la caridad, y dando testimonio del Evangelio de Cristo, poniéndose al servicio del desarrollo integral de la persona.
En el campo de la instrucción, gracias al acuerdo realizado entre la universidad Real de Agricultura y la Iglesia Católica camboyana, ha nacido en la provincia de Takeo un nuevo instituto universitario de estudios con el nombre de San Francisco de Asís. El nuevo complejo universitario comprende aulas para lecciones, una biblioteca, un laboratorio agro-alimentario y estructuras de acogida para más de 100 estudiantes. El Ministerio de Cultura camboyano agradeció a la Iglesia por su esfuerzo en el campo de la instrucción y de la formación de las jóvenes generaciones.
En efecto, los estudios de instrucción y las escuelas de formación profesional son verdaderos y propios “instrumentos de caridad”, a través de los cuales la comunidad católica contribuye concretamente al crecimiento y al desarrollo socio-cultural de los jóvenes camboyanos, poniendo así los cimientos para edificar una sociedad justa, abierta, libre, caracterizada por el respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales de la persona. Es ésta la visión que inspira el trabajo en el campo de la instrucción y de la formación de diversas congregaciones en Camboya. Dicho empeño, que se explica en la creación de nuevos institutos sobre todo el territorio nacional, caracterizados por la competencia en la oferta educativa, está siendo premiada por la población (de mayoría budista), que se dirige cada vez más hacia las escuelas católicas.
Lo demuestra el “boom” registrado en las inscripciones a los institutos dirigidos por los Salesianos, que continúan su obra en el sector, tratando de proporcionar instrucción y nuevas posibilidades de ocupación a los jóvenes camboyanos. En los meses pasados han sido cerca de 2 mil los jóvenes que, desde varias provincias camboyanas, llegaron a Phnom Penh y Sihanoukville para presentar su pedido de admisión en las dos escuelas técnicas Salesianas. Las “Don Bosco Technical Schools” de Camboya ofreces cursos de electricidad, mecánica general, mecánica automovilística, secretaría, turismo y comunicaciones sociales. Las escuelas, de acuerdo con el Ministerio de Educación camboyano, acogen a candidatos de edad comprendida entre los 16 y los 21 años, y que viven en situación de pobreza o marginación.
Los Salesianos han inaugurado también en el distrito de Siem Reap, a 300 km de Phnom Penh, otro instituto: la “Bosco Bakery School”, realizada gracias a la efectivo apoyo del “Voluntariado Internacional para la Mujer, la Educación y el Desarrollo”.
También de la pequeña Laos, llegan buenas noticias para la evangelización: una nueva ordenación sacerdotal que alegra a la comunidad católica del país (35-40 mil católicos sobre una población de cerca de 6 millones de habitantes). El p. Benedict Bennakhone Ithirath, de 35 años, Oblato de María (OMI), fue ordenado sacerdote en Pakxan, su parroquia de origen, por Mons. Jean Khamse Vithavong, Vicario Apostólico de Vientiane. El p. Bennakhone realizó sus estudios superiores en Australia, donde fue ordenado diácono el 14 de junio del 207. Con su ordenación sube a 5 el número de sacerdotes laosianos (todos Oblatos de María Inmaculada) ordenados en estos últimos dos años con el visto bueno de las autoridades laosianas, luego de tres décadas de impedimentos y ausencia de vocaciones. Según la comunidad local, parece confirmarse el nuevo curso del régimen comunista, en el poder desde 1975, que empezó a conceder tímidas aperturas al tema de la libertad religiosa sólo a partir de 1991, con la aprobación de una nueva Constitución.
Además, para ayudar a la pequeña Iglesia laosiana en su desarrollo, en el trabajo pastoral, en la formación de sacerdotes, religiosos y laicos, y para suscitar nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, los misioneros Redentoristas tailandeses también se preparan para ir a apoyar a la comunidad local, que viven en medio de dificultades, falta de medios, estructuras y personal.
Fue Su Excelencia Mons. Sommeng Vorachak, Vicario Apostólico de Savannakhet, quien invitó a Laos a los religiosos redentoristas de la provincia de Tailandia, donde ya algunos hermanos han prestado su servicio pastoral, enseñando y dando formación a algunos seminaristas. El Obispo ha expresado su deseo de una presencia estable de los religiosos en el Vicariato, que podría dar un nuevo impulso a la evangelización en el área, instaurando la familia religiosa de la Congregación del Santísimo Redentor (C.Ss.R.), compuesta de sacerdotes, religiosas y fieles laicos.
Se debe hacer, por otra parte, una consideración especial para Indonesia, país sumamente importante en el ajedrez del sudeste asiático, en el que la comunidad cristiana se confronta con una gran mayoría musulmana en la población, en las instituciones, en los partidos. En efecto, continúan los pasos –a veces fatigosos o caracterizados por obstáculos de distinta índole–, hacia la democracia en Indonesia. El país musulmán más poblado del mundo (más de 220 millones de personas, con un 85% musulmán) ha experimentado los inicios de una democracia luego de la caída del dictador Suharto, en 1998. A diez años de dicho acontecimiento, que podría ser considerados el momento de inicio del camino democrático indonesio, el país anunció las nuevas elecciones legislativas y administrativas, que se realizarán en abril del 2009. Y el testimonio cristiano es particularmente urgente en el campo político: en vista de las próximas elecciones del 2009, los cristianos indonesios han sido alentados a comprometerse y competer activamente en la vida política nacional, para promover los valores de la unidad, el pluralismo, la libertad y los derechos humanos, como afirmó el Forum de la Comunicación Cristiana, asociación ecuménica fundada en 1996, que ha reunido también a espontáneos católicos, en un convenio titulado “La política cristiana con ocasión de las elecciones del 2009”.
Las Iglesias cristianas han remarcado la importancia del compromiso público de los cristianos por construir una nación mejor, pero también para hacer contraste a las ideologías y movimientos de corte fundamentalista que son una amenaza para los principios constitucionales de la Pancasila, sobre la cual se basa la pacífica convivencia entre etnias o religiones diferentes en Indonesia. Dicha aproximación debe involucrar a todos los ciudadanos indonesios, dados que la libertad y la democracia son valores y principios comunes de los que todos deben beneficiarse.
Con ocasión de las elecciones, la Iglesia Católica de Indonesia ha tenido siempre y continuará teniendo en alto la bandera de la transparencia, del respeto por la dignidad de la persona, del diálogo interreligioso, del rechazo de cualquier tipo de fundamentalismo, de la atención al desarrollo social y económico equitativo y solidario; denunciando, por otra parte, sin titubeos, las violaciones y abusos a la libertad religiosa: de 1994 al 2007, según señalan algunas organizaciones cristianas, más de cien iglesias cristianas han sido obligadas a cerrar sus puertas a causa de las discriminaciones y de la violencia perpetradas por grupos de extremistas islámicos en relación a la población cristiana. Un fenómeno al que las autoridades políticas indonesias están llamadas a hacer frente de manera concreta, garantizando protección, tutela y libertad de culto.
Pero no obstante esto, en Indonesia, el diálogo interreligioso funciona y da frutos. Las buenas relaciones entre los líderes se han consolidado y los cristianos son bien estimados y apreciados en la sociedad, no obstante algunos episodios negativos, que no anulan el cuadro general positivo.
El marco que garantiza el diálogo es la “Pancasila”, la filosofía que está en la base del estado, zanjada por la Constitución. Es la filosofía de los cinco principios (panca = cinco, sila = principio): fe en un único Dios supremo; humanidad justa y civil; unidad de Indonesia; democracia guiada por la sabiduría; justicia social. La Pancasila indica lo que hay de bueno en cada religión, los principios comunes como la solidaridad, el respeto, la justicia y, por lo tanto, de la ayuda mutua en el camino del diálogo. La Pancasila es un instrumento para servir: sirve para reafirmar la unidad de Indonesia y el esfuerzo común de la población por el respeto y la promoción de algunos valores fundamentales, que garantizan la paz y la estabilidad.
Los creyentes en Cristo desarrollan en la nación un espíritu de fraternidad, igualdad entre comunidades de cultura, etnia y fe diferentes, como base referencial para una coexistencia pacífica.
Un capítulo que en el 2008 ha avanzado es el relativo a la pequeña Timor Oriental, la más joven nación asiática. En efecto, durante el año los líderes políticos de Indonesia y de Timor Oriental aceptaron y suscribieron el Informe Final de la “Comisión para la Verdad y la Amistad” entre los dos países, instituida en el 2005, que contiene un reporte sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por las milicias filo-indonesias sobre la población timorense, al día siguiente del voto por la independencia de Timor Oriental, en 1999.
Se trata de un paso decisivo en la historia de las relaciones entre los dos países, pues es sobre el reconocimiento de los errores del pasado que se puede establecer un ambiente de reconciliación nacional y de buenas relaciones entre los dos estados: Indonesia, ex colonizador, y el pequeño Timor Oriental, la nación más joven de Asia, proclamada República en mayo del 2002, luego de un periodo bajo la administración transitoria de las Naciones Unidas.
El Informe realizado por la Comisión informa sobre los abusos cometidos por amplios sectores del ejército indonesio que armaron a las milicias para-militares, utilizándolas en una vasta campaña de atrocidades y destrucciones, golpeando sobretodo a movimientos, grupos y familias que se habían distinguido por estar a favor de la independencia de Timor Oriental. En pocas semanas se produjeron más de mil muertos y otros cientos de personas fueron torturadas durante los enfrentamientos de 1999.
En aquella época el gobierno indonesio rechazó todas las imputaciones contra el ejército, definiéndolas como infundadas. Hoy en día el gobierno reconoce que el ejército indonesio, la policía e incluso oficiales públicos, estuvieron involucrados en graves violaciones de los derechos humanos, incluidos homicidios, violaciones, torturas, detenciones ilegales y deportaciones.
Por otra parte, el Informe nota que también las milicias pro-independencia, organizadas por los ciudadanos timorenses, fueron autoras de abusos y violaciones de los derechos humanos.
La Comisión tiene la tarea de encontrar una vía de reconciliación a través de la búsqueda de la verdad, pero sin indicar responsabilidades individuales. Los resultados del informe de la Comisión para la Verdad no tienen, en ese sentido, un valor legal y no pueden iniciar procesos penales contra los sospechosos.
Los líderes políticos de los dos países subrayaron que es necesario cerrar las cuentas con el pasado, reconociendo los errores, y mirar al futuro para construir relaciones de buena vecindad: es ésta, por otra parte, la posición que ha tenido siempre la Iglesia de Timor Oriental, la cual ha indicado que la búsqueda y la aceptación de la verdad es un paso fundamental, propedéutico, a la reconciliación.
En Timor Oriental, la tan deseada reconciliación nacional ha tenido también en el 2008 un impulso simbólico: en efecto, allí donde el Papa Juan Pablo II celebró la Santa Misa delante de una densa platea de jóvenes timorenses, el 12 de octubre de 1989, llevando un mensaje de paz y de esperanza, hoy se levanta una capilla y una estatua dedicada a él. La nueva estructura, en el suburbio de Tasi-Tolu, en la periferia de la capital Dili, fue inaugurada y bendecida por el Nuncio Apostólico en Indonesia y Timor Oriental, Mons. Leopoldo Girelli. El suburbio Tasi-Tolu es símbolo del sufrimiento del pueblo timorense. Cuando el Santo Padre visitó la isla, en 1989, Timor Oriental estaba bajo la dominación indonesia y luchaba por su libertad, obtenida luego en 1999. En aquel entonces Juan Pablo II besó por tierra la cruz, mostrando su amor y su cercanía a los sufrimientos de la población.
La erección del monumento y de la capilla pretende recordar ad sempiternam memoriam la visita de Juan Pablo II. “Este monumento quiere ser un signo de esperanza para un futuro mejor del pueblo timorense, en el que todos los ciudadanos puedan encontrar un puesto con dignidad. La justicia es un factor clave en este futuro y los timorenses están luchando por la justicia”, comentó a la Agencia Fides el p. Filomeno Jacob, sacerdote local y Director de las Obras Misionales Pontificias en Timor Oriental.
También el Nuncio Apostólico fue claro en su mensaje: “No debemos olvidar los sufrimientos del pasado, sino aprender de la memoria histórica para no repetir los errores que causaron tanto dolor y sufrimiento a los timorenses. Por ello no podemos olvidar la justicia: para los cristianos el perdón no significa impunidad. El perdón requiere justicia. La justicia es una prioridad en todo el mundo, especialmente en la amada nación de Timor Oriental”.
La justicia –continuó el Nuncio– “requiere la realización de todos los procedimientos judiciales. Requiere el respeto por los derechos fundamentales de cada individuo. Pero, al mismo tiempo, la justicia no puede estar separada del amor, de la fraternidad y de la solidaridad, factores que son promotores de la reconciliación. He ahí porqué hoy, en el mundo, justicia y reconciliación van de la mano. No puede haber una paz definitiva y auténtica sin justicia”.