Extracto de DOSSIER FIDES “El Pontificio Consejo para la Cultura” publicado por Agencia Fides el 31 de Mayo de 2008
La historia del Pontificio Consejo para la Cultura
El origen del “Pontificium Consilium de Cultura”, Pontificio Consejo para la Cultura, se remonta al Concilio Vaticano II. El Concilio, efectivamente, destacaba –dedicando a ello una sección entera de la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes”–, la importancia fundamental de la cultura para el pleno desarrollo del hombre, los múltiples vínculos entre el mensaje de la salvación y la cultura, el recíproco enriquecimiento de la Iglesia y de las diversas culturas en la comunión histórica con las diversas civilizaciones (Gaudium et Spes, 53-62).
El Papa Pablo VI, recogiendo el fruto de los trabajos de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Evangelización, celebrada en el otoño de 1974, en la Exhortación Apostólica “Evangelii nuntiandi” escribió: “l Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna” (EN n.20).
Recogiendo la rica herencia del Papa Pablo VI, del Concilio Ecuménico Vaticano II y del Sínodo de los Obispos, Juan Pablo II creó en 1982 el Pontificio Consejo para la Cultura (Carta autógrafa al Cardenal Secretario de Estado, 20 de mayo de 1982). Con la Carta Apostólica en forma de Motu proprio “Inde a Pontificatus”, del 25 de marzo de 1993, Juan Pablo II unión el Pontificio Consejo para el Diálogo con los no creyentes (fundado en 1965 por Pablo VI) con el Pontificio Consejo para la Cultura, para formar un único organismo que lleva el nombre de Pontificio Consejo para la Cultura.
Objetivos y tareas
El Consejo Pontificio de la Cultura es el Dicasterio de la Curia Romana que auxilia al Sumo Pontífice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral, para bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, en lo que respecta al encuentro entre el mensaje salvador del Evangelio y las culturas; el estudio de los graves fenómenos de la ruptura entre el Evangelio y las culturas; de la indiferencia religiosa e increencia; las relaciones de la Iglesia y de la Santa Sede con el mundo de la cultura. Para ello, promueve en particular el diálogo con las diversas culturas de nuestro tiempo, a fin de que la civilización del hombre se abra cada vez más al Evangelio, y cuantos cultivan las ciencias, las letras y las artes se sientan reconocidos por la Iglesia como servidores de lo verdadero, lo bueno y lo bello.
El Consejo Pontificio de la Cultura, además, sigue y coordina la actividad de las Pontificias Academias y mantiene contactos periódicos con la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, buscando una recíproca colaboración.
El Consejo tiene encomendadas las siguientes tareas:
- Promover el encuentro entre el mensaje salvífico del Evangelio y las culturas de nuestro tiempo, a menudo caracterizadas por la increencia o la indiferencia religiosa, para que éstas se abran cada vez más a la fe cristiana, creadora de cultura y fuente inspiradora de las artes, las ciencias y las letras. (Cf. Motu Proprio Inde a Pontificatus, art. 1).
- Manifestar la solicitud pastoral de la Iglesia frente a los graves fenómenos de ruptura entre el Evangelio y las culturas. Promover, por tanto, el estudio del problema de la increencia y de la indiferencia religiosa presente de formas diversas en los distintos ambientes culturales, indagando sus causas y consecuencias, en lo respecta a la fe cristiana, con el intento de proporcionar una ayuda adecuada a la acción pastoral de la Iglesia en la evangelización de las culturas y la inculturación del Evangelio. (Cf. Ibid., Art. 2).
- Favorecer las relaciones entre la Iglesia y la Santa Sede con el mundo de la cultura, promoviendo oportunas iniciativas en el ámbito del diálogo entre la fe y la cultura, y el diálogo intercultural. Seguir las iniciativas emprendidas por otras instituciones de la Iglesia y ofrecer la propia colaboración a los organismos correspondientes de las conferencias episcopales (Cf. Ibid., Art. 3).
- Entablar diálogo con los que no creen en Dios o no profesan religión alguna, siempre que estén abiertos a una sincera colaboración. Organizar y participar en encuentros de estudio en este campo por medio de expertos (Cf. Ibid., Art. 4).
- Seguir y coordinar la actividad de las Academias Pontificias (Cf. Ibid., II, y Carta autógrafa de fundación), salva siempre la autonomía de los respectivos programas de investigación, a fin de promover una investigación interdisciplinaria y dar mayor resonancia a la obra de éstas (Normas para la renovación de las Academias Pontificias, n° 7).
- Compartir las preocupaciones culturales de los dicasterios de la Santa Sede; realizar proyectos comunes con otros organismos de la Santa Sede, a fin de facilitar la coordinación de sus tareas en la evangelización de las culturas, y asegurar la cooperación de las instituciones culturales de la Santa Sede (Cf. Carta autógrafa de fundación).
- Dialogar con las conferencias episcopales, las conferencias de superiores y superiores mayores, con el fin de hacer que toda la Iglesia pueda beneficiarse de las iniciativas, investigaciones, realizaciones y creaciones que permitan a ésta una presencia activa en el propio ambiente cultural (Cf. Ibid.).
- Colaborar con las organizaciones internacionales católicas, universitarias, históricas, filosóficas, teológicas, científicas, artísticas, intelectuales, y promover la recíproca cooperación (Cf. Ibid.).
- Seguir la acción de los organismos internacionales que actúan en el campo de la cultura, la filosofía, las ciencias de la naturaleza y del hombre, y asegurar una eficaz participación de la Santa Sede en los foros internacionales que se ocupan de estos asuntos, principalmente la UNESCO y el Consejo de Europa (Cf. Ibid.).
- Seguir la política y la acción cultural de los diversos gobiernos del mundo (Cf. Ibid.).
- Facilitar el diálogo entre la Iglesia y la cultura en la universidad y centros de investigación, especialmente a través de centros culturales católicos, organizaciones de artistas, de especialistas, investigadores y estudiosos, y promover encuentros significativos mediante estos espacios culturales (Cf. Ibid.).
- Acoger en Roma a los representantes de la cultura interesados en conocer mejor la acción de la Iglesia en este campo y en hacer a la Iglesia beneficiaria de su experiencia, ofreciéndoles en Roma un lugar de encuentro y diálogo (Cf. Ibid.).