Viernes, 24 de octubre de 2008

Entrevista publicada en la revista "Iglesia Nivariense" de la diócesis de Tenerife, número 86, OCTUBRE 2008.

JOSÉ CERVANTES: DE LA ESCRITURA A LA CARIDAD


Pepe Cervantes es un cura, un sacerdote diocesano de Murcia, que, traspasado por el sentido de la llamada, derrama su vida entre clases de Sagrada Escritura y de Griego, y en la labor de "padre" de una Casa para chicos de la calle en Bolivia. Las dos orillas unidas por una misma vida y por el servicio a los favoritos de Dios.

 

¿Pero, quién es Pepe Cervantes?

Soy un sacerdote misionero de la dió­cesis de Cartagena y me dedico a tra­bajar por el Reino de Dios y su justicia, por haber sido cautivado por la persona de Jesús, el Señor de mi vida. Vivo mi vocación sacerdotal con una gran alegría y llevo a cabo mi tarea misio­nera en estos momentos en dos ámbi­tos diferentes pero complementarios. Actualmente trabajo desde Febrero hasta Septiembre en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) como vicario en la Parroquia de Cristo Misionero y como director del proyecto Oikía, un centro de acogida para niños de la calle en el barrio "Plan 3000" de esa ciudad. Allí también soy profesor de Exégesis del Nuevo Testamento en el Semina­rio Arquidiocesano de San Lorenzo en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Esta misma función docente la ejerzo en el Instituto Teológico San Fulgencio (Murcia-España) donde estoy desde Octubre hasta Enero. Llevo este plan de vida desde hace seis años.

 

¿Qué papel tiene en su vida la Sagrada Escritura?


Hace 28 años que soy sacerdote y desde el origen de mi vocación descubrí que la palabra de Dios y particu
larmente el Evangelio era una Palabra potente para transformar el mundo empezando por cambiar a cada per­sona. Junto con otras personas res­ponsables de la iglesia, cuando estaba en el seminario, antes de ser sacer­dote, fui descubriendo que la mejor forma de servir a Dios era dedicarme por completo a él y la mejor manera de entregarle mi vida era ponerla a servi­cio de los demás, dándoles lo mejor que yo he recibido en la vida, esto es, dar a conocer a Jesucristo, trans­mitir su mensaje y dedicar todas mis fuerzas, mi tiempo, mis energías, mis facultades y capacidades personales a este objetivo prioritario en mi vida. Por eso, además me he dedicado a estudiar especialmente la Biblia, y el Evangelio sobre todo, a nivel de inves­tigación, con el fin de conocer cada vez más a Jesucristo y su palabra y poder difundirla...Esto es ser misionero y lo ejerzo de múltiples maneras, como profesor cuando enseño a los alumnos, como predicador en las homilías de la misa, como investigador cuando estudio en profundidad los textos grie­gos y hebreos de la Biblia, como escri­tor cuando difundo lo que investigo a través de mis libros, de la revista que dirijo o de los artículos periodísticos.


Pero la palabra de Dios se transmite sobre todo con el testimonio de nues­tra vida, especialmente en el servicio a los pobres del mundo y por eso, en la madurez de mi vida, desde hace seis años, estoy haciendo compatible mi trabajo como profesor y estudioso de la palabra de Dios con mi trabajo como misionero en Bolivia.

 

¿Por qué la necesidad de ir a Bolivia? ¿Por qué Bolivia?


Cuando maduré la idea de trabajar en la misión busqué uno de los paí­ses más pobres de Latinoamérica. Empecé trabajando en la Parroquia de Hombres Nuevos, en el barrio del Plan 3000 de Santa Cruz de la Sierra. Y ahora estoy como vicario coadjutor en ese mismo barrio, pero en la parroquia de Cristo Misionero, por encargo de mi Obispo, el Cardenal de Bolivia, Mons. Julio Terrazas. Ya sabes que a los curas nos cambian de vez en cuando.

 

¿En qué momento nace en ti el deseo de trascender las aulas y hacer de la calle un aula?


Yo he tenido siempre la ilusión de ir a trabajar como misionero en un país del tercer mundo. Todo empezó con la historia de un chico que me encontré en la calle y creo que allí se inició un nuevo camino en mi vida para atender este fenómeno social de los niños de la calle. "No tengo a nadie en el mundo", ésa fue la expresión de un muchacho de la calle que me hizo tomar conciencia de lo que Dios me pedía.

Cuando un miércoles regresaba a la casa en la que vivo en el Plan 3000 de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), me encontré a un muchacho joven, que estaba tirado por el suelo. Tenía la cara pegada a la arena, medio dur­miendo: cualquiera habría dicho que estaría borracho, su boca parecía mor der el polvo. Al verlo, me acerqué para preguntarle qué le pasaba. Apenas podía contestar, era como si no supiera hablar. Le pregunté por su nombre y me lo dijo. No estaba borracho, sino hambriento. Dice que tiene diecisiete años y, conmocionado, revienta entre gemidos: "No tengo a nadie en el mundo". Unas lágrimas inmensas como puños llenaron sus ojos.


En Bolivia hay miles niños en la calle, que viven como este amigo mío. Ellos deambulan por los centros de abasto. Por aban­dono de sus padres o por ser víctimas de la violencia doméstica están en la calle. El 80% de ellos consumen clefa (pegamento) y algunos se vuelven alcohólicos. La calle es su modo de vida, su morada y su libertad.

 

¿Por qué el nombre de Oikía?


El nombre del proyecto OIKÍA tiene su origen en el Nuevo Testa-mento y en los Evangelios. Oikía es una palabra griega que sig­nifica CASA, HOGAR, FAMILIA. El sentido del este nombre es el objetivo de todo el Proyecto: Es una Casa de Acogida para niños de la calle y es una institución educativa de la Iglesia Católica

 

¿Cómo es posible que combine todas las actividades que desempeña, (como sacerdote, misionero o profesor) a la vez?

Yo creo que hace falta, en primer lugar, la ayuda de Dios para poder afrontar tantos problemas humanos y tantas tareas, pero el Espíritu de Dios me ayuda a seguir adelante, en medio de muchísi­mas dificultades, y él es la fuente inagotable de mi alegría y de mi entrega a los demás. En segundo lugar, hace falta la luz de la razón para saber organizarme el tiempo, las fuerzas, los trabajos y para que tanto trabajo no me desborde ni me cree ansiedad. Al mismo tiempo tener una gran confianza en Dios y una gran humildad.

 

¿Se considera viviendo dos vidas o tan sólo una que cambia? ¿O quizás no es tan distinta?


Creo que ya he respondido a esa pregunta con las anteriores. Yo sólo vivo una única vida, concentrada en Dios y al servicio de los más pobres.


Publicado por verdenaranja @ 22:58  | Entrevistas
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