Artículo publicado en el Boletín “Misioneros Javerianos, número 445, OCTUBRE 2008.
ENTRE NOSOTROS
COMPARTIENDO UNA ILUSIÓN
SALVADOR DAIANA – ALEGRÍA Y DON E SÍ MISMO
1956-1987
El P. Salvador ha sido misionero con «el pie sobre el acelerador», han dicho de él. Murió en un coche, mientras corría a un encuentro con los pobres. El P. Salvador tenía prisa por amar, por hacer, por testimoniar el Evangelio. Tal vez se daba cuenta de que tenía poco tiempo.
El P. Salvador había nacido en Cerdeña, en Arduali, el 17 de julio de 1956, tenía un hermano y tres hermanas y su padre trabajaba en Bélgica como minero, eran tiempos de emigración.
Primeras inquietudes
Salvador comienza sus estudios y los compagina con la ayuda en casa ya que había que arrimar el hombro. Durante el tercer curso de primaria se encuentra. en la escuela, con un misionero que cuando pregunta en el aula ¿queréis ser misioneros'? encuentra la respuesta afirmativa de Salvador. Después de dos años de contactos, por carta, con el misionero y de su participación a un campamento vocacional, Salvador ingresa, en 1967, en el seminario me-nor que los javerianos tienen en Cerdeña.
Formación
Salvador pasa unos años en el seminario menor, estudia, trabaja y hace apostolado con dedicación y entusiasmo; desde pequeño ha tenido una clara inclinación por trabajar por los demás.
En 1978, Salvador llega a Ancona para hacer el noviciado, hace su primera profesión y pasa a Parma para los estudios de teología. Durante la teología trabajará en una parroquia de Parma, con los jóvenes, éstos mantendrán la relación con Salvador hasta su muerte. En septiembre de 1982 es ordenado sacerdote.
La misión
En octubre de 1983, el P. Salvador es destinado a Brasil, más concretamente a Amazonas; llegado allí lo destinan a Bujarú donde aprenderá portugués. Una vez escribe: «Ahora vivo en una pequeña comunidad internacional javeriana. Mi vida transcurre, normalmente, sentado en la mesa acompañado de libros: diccionario, gramática, libros de lectura..., me estoy empeñando fuertemente en el aprender la lengua...». Según va pasando el tiempo y
la legua va entrando, Salvador se dedica a colaborar en la parroquia que tiene un radio cíe unos cincuenta kilómetros, con 150 comunidades de base, donde, en la medida de lo posible, comparte la vida de la gente, anima grupos, atiende a los jóvenes.
Entre los Kaiapó
Terminado el período de aprendizaje de la lengua, el P. Salvador es destinado a Xingú, donde trabajará, con otros javerianos, entre los indios Kaiapó. Salvador escribe entonces: «Soy uno de los pocos afortunados que trabajarán en Xingú, la única zona pastoral indigenista en la que trabajan los ,javerianos. Tendré que comenzar de nuevo: otra lengua, otras costumbres...». La salud del P. Salvador no es buena y es trasladado a Altamira.
Altamira
Altamira tiene unos sesenta mil habitantes, la mayoría provenientes del sur de Brasil, mandados por el gobierno para re-poblar Amazonas; aquí, donde el clima es peor que en el sur, muchos enferman y mueren, las condiciones de vida son pésimas en medio de la selva, sin infraestructuras sanitarias, ni escolares, ni de ningún tipo.
A este respecto los obispos brasileños escriben: «En lugar de las transformaciones prometidas (para la gente que llega del sur a Amazonas) el inmovilismo y la indecisión en el plano social, politico y económico, han terminado por generar inseguridad y perplejidad, agravando los problemas como la miseria, el mantenimiento de salarios de hambre, la creciente violencia en las zonas campesinas, el crecimiento de los sin-tierra y el expolio de los indios...».
Contra esta situación los obispos de Brasil luchan desde siempre; contra esta situación de pobreza, injusticia y violencia comenzará a luchar el P. Salvador.
Pronto comienzan los problemas para el P. Salvador que, después de Pascua, en una carta escribe: «La Pascua ha sido un período duro, de mucho trabajo, visitas, reuniones, viajes...; por otra parte los problemas se agrandan y enquistan: los ricos explotan, cada vez más, a los pobres. La cosa está muy caliente, con frecuencia nos llegan amenazas, hasta el obispo está amenazado de muerte, pero la gente está con nosotros y es interesante y esperanzador ver al pueblo caminando unido y reivindicando sus derechos...».
El final
La voz de la Iglesia, obispo, sacerdotes y creyentes, resultaba cada vez más molesta... Era el 16 de octubre de 1987, en Basil Novo, no lejos de Altamira, un grupo de campesinos protesta y se manifiesta frente a la sede del Gobernador. El obispo de Xingu, Mons. Kráutler (del que hablamos en la página 4 de este número), siempre de parte de los pobres y muchas veces amenazado de muerte, decide ir a estar con ellos y celebrar la Eucaristía; con él van también el P. Mateo, la laica Sonia y el P. Salvador. Parten los cuatro en coche, conduce el obispo, en el kilómetro 23 de la transamazónica el coche se encuentra delante un camión contra el cual se empotra: el obispo, el P. Mateo y Sonia están heridos, el P. Salvador ha muerto en el acto, ha muerto como vivió: con el pie en el acelerador. ¿Accidente o atentado contra el obispo incómodo? El obispo siempre hablará de accidente premeditado, pero nunca las autoridades abrirían una investigación. n
P. Luis Pérez Hernández s.x.