Desde la Comisón Justicia y Paz de Tenerife nos remitan "Claves para combatir la pobreza" de Justicia y Paz.
Claves para Combatir la pobreza, Construir la paz
"Adjuntamos un material elaborado y/o seleccionado por Justicia y Paz que puede servir de ayuda para la reflexión en torno a la situación de pobreza y crisis actual y a nuestra toma de postura, tanto personal como colectiva, ante la misma.
Esperamos que pueda servir como instrumento para nuestro trabajo de sensbilización denuncia y compromiso solidario". COMISIÓN D. JUSTICIA Y PAZ TENERIFE
Índice
Introducción ……………………………………………………………………. 3
Pobreza y deuda externa ……………………………………………………….. 4
Pobreza y alimentación ………………………………………………………… 7
Pobreza y educación …………………………………………………………… 10
Pobreza, burbuja financiera y crisis alimentaria ……………………………….. 13
Introducción
Cuando la oficina de prensa de la Santa Sede hizo público, el día 1 de Julio, que el lema elegido por Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2009 sería “Combatir la pobreza, construir la paz”, puso de manifiesto que el Papa, con la elección de este tema, denuncia nuevamente el escándalo de la pobreza y subraya la necesidad de una respuesta urgente de la familia humana ante esta grave cuestión.
Con Gaudium et Spes, el Papa señala que «el escándalo de la pobreza pone de manifiesto que los actuales sistemas de convivencia no son adecuados para promover la realización del bien común. Ello indica que es necesario reflexionar sobre las raíces profundas de la pobreza material y, por lo tanto, también sobre la miseria espiritual que hace que el hombre permanezca indiferente ante los sufrimientos del prójimo».
Desde la Comisión General de Justicia y Paz, animados por el tema a que se dedica el Mensaje para la Jornada mundial de la Paz de 2009 y conscientes del aspecto multiforme que la pobreza presenta, así como de su relación con muy diversos factores, estamos publicando, semanalmente, a lo largo del último trimestre de 2008, nuestras reflexiones sobre diversos aspectos relacionados con la pobreza, (que se irán incorporando a la publicación que ahora presentamos).
Con independencia de las distintas funcionalidades que se le puedan dar a estos materiales, puede ser de interés su utilización como apoyo o complemento a la presentación y difusión del contenido del Mensaje, que también se incorporará a esta publicación.
Queremos hacer referencia en esta presentación a la Acción Concertada de la Conferencia de Comisiones de Justicia y Paz de Europa que tomando como título el salmo 118, 19 “Abridme las puestas a la justicia”, apela a resistir la tentación de creer que los problemas de la justicia afectan a “otros”. El camino a la humanidad, que merece este nombre, conduce a los pobres y sólo puede ser caminado con ellos. El Reino de Dios está basado en la justicia, que si es auténtica tendrá como fruto la paz.
Desde nuestra convicción de que el combate contra la pobreza es la única manera de construir la paz, que nace de la auténtica justicia, ponemos a disposición de todos esta publicación.
Pobreza y Deuda Externa
Francesc Benítez
Justícia i Pau Barcelona
Para explicar la relación entre la Pobreza y la Deuda Externa, lo primero que hemos de hacer es superar la tentación de caer en los lugares comunes a que nos llevan las palabras, sobre todo cuando son conceptos abstractos. Cuando hablamos de “Pobreza” nos estamos refiriendo a la suma de las vidas de cientos de millones de personas que no tienen garantizados sus Derechos Humanos fundamentales, como la disposición de alimentos y agua, o el acceso a la sanidad, la vivienda y la educación. Sin embargo, al hablar de Deuda Externa, nos estamos refiriendo a un tipo especial de deuda: aquella que tienen los países donde viven los cientos de millones de seres humanos a los que nos referíamos más arriba contraída con los países ricos, en los que sí se garantizan las necesidades básicas y los Derechos Humanos a sus habitantes. Este pago supone para los estados empobrecidos una transferencia anual total aproximada del triple de lo que haría falta para garantizar el acceso a la educación básica, la infraestructura sanitaria, la alimentación adecuada y el acceso al agua potable de todos los seres humanos1.
¿Por qué los países pobres que solemos denominar del “Sur” pagan anualmente a los países ricos, del “Norte”, estas brutales cantidades de recursos económicos cuando sus habitantes no tienen garantizado su sustento, su salud y su educación? Seguramente, la mayoría de los lectores no necesitará más análisis socioeconómicos ni geopolíticos para intuir que existe una gran injusticia implícita en esta situación.
El origen de la Deuda Externa de los países pobres a los países ricos se encuentra en los préstamos que los gobiernos de aquellos recibieron en el pasado por parte de los gobiernos del “Norte”, de bancos privados extranjeros, o de Instituciones Financieras Internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o los Bancos Regionales de Desarrollo. El pago anual de estos préstamos por parte de los países empobrecidos que incluye los intereses y amortizaciones del capital prestado es lo que se denomina Servicio de la Deuda. Para hacernos una idea de la magnitud de las cifras, en 2005 los países pobres debían unos 2,8 billones de dólares USA, y ese mismo año pagaron aproximadamente unos 450.000 millones de dólares USA en cuanto al Servicio de la Deuda2.
Lejos de lo que podría parecer teniendo en cuenta el compromiso adquirido por la comunidad internacional en la definición de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la tendencia de la Deuda Externa y del Servicio de la Deuda observada en el periodo entre 1995 y 2005 es de aumento. El hecho de que casi la mitad de lo que los países del Sur pagan anualmente a los del Norte sean los intereses del préstamo, que también se han incrementado, hace que sea prácticamente imposible frenar la tendencia al crecimiento del total de la deuda, con lo que ésta resulta impagable a efectos prácticos.
Las consecuencias de estos pagos para los países pobres del Sur son catastróficas. Existen significativos casos en que las cantidades que los estados abonan en cuanto al Servicio de la Deuda superan varias veces lo que destinan a salud y educación3. Así mismo, si se compara lo que se paga anualmente debido a la deuda con lo que se recibe en concepto de ayuda por parte de los países del Norte, las cifras siguen siendo incongruentes: en 2005 los países del Sur pagaron al Norte por la deuda casi cinco veces más de lo que recibieron en concepto de Ayuda Oficial al Desarrollo. Por tanto, volvemos al foco inicial de nuestra reflexión: los ciudadanos de los países pobres son las principales víctimas de la presión y estrangulamiento que suponen para sus gastos públicos y economías la tiranía del pago anual de la Deuda Externa.
Si la situación anterior ya sería suficiente para calificar la Deuda Externa de inmoral, el aspecto más grave es que en la mayor parte de los casos, la deuda es ilegítima y se sustenta en su origen en préstamos contraídos en contra de los intereses de los ciudadanos y del bienestar de la población. Así, podríamos encontrar multitud de casos en que inicialmente los préstamos fueron realizados para financiar una dictadura, para comprar armas que se usaron para amedrentar a las poblaciones civiles, para financiar infraestructuras cuyo principal beneficiario eran empresas transnacionales del Norte, para proyectos amparados en un falso desarrollo con graves impactos económicos y medioambientales; o se perdieron en el camino sin llegar nunca al estado receptor debido a la corrupción o al soborno de sus élites.
Una vez que hemos examinado muy por encima los aspectos de injusticia, inmoralidad, e ilegitimidad que envuelven la Deuda Externa para los seres humanos que habitan en los países empobrecidos, no podemos dejar de plantear qué actuaciones pueden ser propuestas desde la sociedad civil comprometida con la solidaridad y la erradicación de la pobreza en el mundo.
En primer lugar, exigir a nuestros gobiernos la cancelación incondicional de la Deuda Externa a los países deudores empobrecidos del Sur. Lo que deben estos países representa aproximadamente un 4% de la deuda total mundial, con lo que el sistema financiero internacional prácticamente no se vería afectado por esta cancelación. En esta línea ya existe un notable precedente como el de Noruega en 2006, que ha sido el primer país en cancelar una deuda que afectaba a Egipto, Ecuador, Perú, Jamaica y Sierra Leona debido a su ilegitimidad manifiesta. En nuestro caso, cabe recordar que España, que aprobó una insuficiente Ley Reguladora de la Gestión de la Deuda Externa en noviembre de 2006, es acreedora de unos 9.500 millones de euros que deben un conjunto de unos 80 países entre los que están Cuba, Argentina, Egipto, Indonesia, Angola y Costa de Marfil4.
En segundo lugar, desde los estados del Norte se debe facilitar y colaborar plenamente en la ejecución de las denominadas Auditorías Públicas Integrales de Deuda por iniciativa propia o por parte de los estados deudores del Sur para determinar la legitimidad o ilegitimidad de la misma estudiando detalladamente cual fue su origen, quien tomó el préstamo, qué intereses había detrás, en qué circunstancias se realizó, o como se gestionó.
En conclusión, la Deuda Externa es uno de los ejemplos actuales más evidentes de cómo los países del Norte impiden explícitamente al Sur la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, afectando transversalmente a la mayoría de los mismos (erradicación de la pobreza, salud, educación y desarrollo), y por tanto, uno de los principales focos sobre los que la sociedad civil debe presionar a los estados e Instituciones Financieras Internacionales para conseguir la erradicación de la pobreza en el mundo.
Para saber más:
Ramos, Laura (2006) Los Crímenes de la Deuda. Barcelona: Icaria Editorial
Observatorio Internacional de la Deuda (http://www.oid-ido.org)
Observatorio de la Deuda en la Globalización (http://www.odg.cat)
Pobreza: Alimentación
Tica Font
Comisión General de Justicia y Paz
Justícia i Pau Barcelona
Los entendidos en agricultura afirman que a lo largo de la historia de la humanidad nunca se han producido tantos alimentos como hasta ahora, en cambio más del 10% de la humanidad sufre desnutrición y hambre. Desde la FAO informan que 854 millones de personas sufren hambre, al mismo tiempo que 1.600 millones de personas sufren de sobrepeso y 400 millones son obesos. El hambre y el sobrepeso son síntomas de un mismo problema, tanto los famélicos como los obesos están relacionados entre sí por el sistema de producción y consumo de alimentos; por esta razón la búsqueda de soluciones para erradicar el hambre en el mundo podría ayudar a prevenir o mejorar las próximas pandemias mundiales (diabetes II y las afecciones cardíacas) ligadas a la obesidad.
La misma FAO nos informa que las principales causas de la pobreza y la subnutrición están ligadas a catástrofes humanas como la guerra o a catástrofes naturales como la sequía persistente y no a la falta de alimentos. También destaca que las principales bolsas de pobreza y hambre se concentran en zonas rurales, un 70% de los pobres de los países en desarrollo vive en zonas rurales y dependen de la agricultura como medio de subsistencia, es decir, en el medio rural los problemas de subnutrición los padecen los agricultores; a la vez que la pobreza y subnutrición está aumentando en la periferia de las zonas urbanas, debido a la emigración de agricultores hacia las ciudades.
Entre las razones por las cuales los agricultores de las zonas rurales representan el grueso de personas pobres y subnutridas, están la falta de recursos vitales como tierras, agua o semillas, la falta de créditos para pagar semillas, abonos, pesticidas, agua, máquinas…; también porque la agricultura actual es eminentemente de monocultivo, con lo cual el agricultor vive de su venta y depende del precio que marquen las multinacionales y de las reglas internacionales de comercio.
El estilo de vida urbano con largos desplazamientos laborales, falta de tiempo, etc. junto con una mayor implantación de la industria agroalimentaria y de sus comidas y bebidas elaboradas, ha comportado cambios en la dieta incorporando un aumento del consumo de carbohidratos refinados, grasas y aceites procesados. Estos cambios en la dieta de las personas humildes tanto de países ricos como de países en desarrollo, han provocado un aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad.
Impera la creencia que el hambre es un problema de pobres y la obesidad un problema de ricos. Parte de esta creencia es falsa, dos terceras partes de las personas obesas o con sobrepeso, viven en países con ingresos bajos o medios; en los países ricos las comunidades afroamericasnas y los latinos padecen más obesidad que la comunidad blanca. El sobrepeso y la subnutrición afectan mayoritariamente a las personas con menores recursos económicos.
En esta historia sobre los alimentos, tanto los agricultores como los consumidores estamos unidos frente a las grandes corporaciones, que con su obsesión por los beneficios económicos controlan las variedades y la producción de alimentos que después los consumidores encuentran en las estanterías de los supermercados. Aunque un consumidor quiera comprar comida sana y suponiendo que pueda hacerlo (cosa casi imposible) éste se encuentra atrapado por el agronegocio. Cuando un consumidor intenta comprar aquellos tomates con el sabor que recuerda de pequeño, le resulta imposible, solamente encuentra las variedades de tomate canario, de pera o de ensalada, ya no se ven en el mercado ni en los estantes del supermercado los tomates o las manzanas que comíamos de pequeños; tenemos recuerdos de sabores de manzanas y peras que ahora no encontramos. De manzanas no hay más de seis variedades que se puedan comprar Golden, Fuji, Gala...; estas mismas variedades las encuentras en todos los supermercados de España, Europa, etc. ¿Por qué? Para el consumidor, estas variedades son más atractivas, tienen la piel más bonita y brillante; pero para la industrial estas variedades soportan mejor el transporte de largas distancias, la piel no se daña con tanta facilidad, toleran los productos de encerado y limpieza mecánica, responden bien a los pesticidas y a la producción industrial, etc. estas características hacen disminuir las pérdidas de piezas de fruta desde su recolección en el campo hasta el consumidor. Estas son las razones por las que no encontramos manzanas reineta o tomates de Montserrat, etc. aquellas variedades que no son tan vistosas o que dan problemas a la industria, no se producen.
En definitiva, no somos nosotros los consumidores los que escogemos lo que queremos comer. El consumidor solamente puede escoger entre las tres variedades de tomates que hay en las estanterías y no son los agricultores los que escogen la variedad a sembrar, es la agroindustria quien decide por los dos, agricultores y consumidores, en función de sus intereses económicos. Ahora bien el consumidor ante la abundancia de comida en los estantes, solemos pensar que tenemos la libertad de escoger lo que comemos, pero en definitiva nuestro menú no se confecciona a partir de lo que escogemos, o la estación del año o del país en el que vivimos, el menú es el mismo en cualquier parte del mundo, independientemente de la geografía y la estacionalidad.
La situación actual de producción y comercialización de los alimentos en el mundo globalizado, se revela insostenible por sus graves repercusiones sociales (migraciones campo-ciudad, explotación laboral, pobreza creciente,...), económicas (destrucción de mercados locales y regionales, destrucción de puestos de trabajo en la agricultura,...) y ambientales (destrucción de recursos agroecológicos, pérdida de biodiversidad, contaminación,...).
Los movimientos sociales más grandes del mundo están descubriendo maneras diferentes de pensar y vivir la comida, uno de los movimientos sociales más importantes del Sur Vía Campesina, agrupa a miles de organizaciones de agricultores que reniegan de las políticas de producción de alimentos y del papel que se les asigna en su producción. Por otra parte en los entornos urbanos, eminentemente del Norte, han aparecido movimientos que critican y plantean alternativas a los alimentos industrializados como los grupos ligados al Movimiento Slow Food, cooperativas o redes de consumo orgánico, la revista Opcions,…
Solucionar el problema del hambre y las enfermedades relacionadas con la dieta pasa por nutrirnos y cultivar alimentos de una manera diferente, pasa por cultivar alimentos ecológicamente sostenibles y socialmente justos. Comer alimentos frescos, orgánicos, producidos localmente, de temporada y a un precio justo para el agricultor resulta caro y no todas las personas se lo pueden permitir. Comer bien, de manera saludable para nuestro organismo, con respeto hacia la naturaleza, etc., es caro y aquellos que no tienen suficientes recursos o no tienen tiempo para escoger y cocinar los alimentos, quedan relegados a comer alimentos de baja calidad y procedentes de la agroindustria.
Pobreza y Educación
Melchor Prats Munarriz
Justicia y Paz de Cádiz
Ríos de tinta se han gastado en artículos, informes y libros hablando de la pobreza.
Constituciones, declaraciones, convenciones, cumbres y tratados persiguen la eliminación de la pobreza.
Organismos internacionales, fundaciones, ONG y asociaciones se crean para erradicar esta lacra, sus causas (las injusticias) y sus manifestaciones (muerte o exclusión social).
Carta de las Naciones Unidas. NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS…a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas
UNESCO. El objetivo de la Organización es construir la paz en la mente de los hombres mediante la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación.
Declaración de los Derechos Humanos (DDHH). Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…La Asamblea General proclama: Artículo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Artículo 26:
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Const. Past. Gaudium et spes, 69. La Iglesia manifiesta el uso justo de los bienes creados: “Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene para el uso de todos los hombres y pueblos de modo que los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la guía de la justicia y el acompañamiento de la caridad.”
DATOS:
10 millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años por causas evitables.
800 millones de personas no tienen acceso a la comida suficiente para alimentarse.
1.100 millones sobreviven con menos de 1 € diario.
1.200 millones de personas no tienen agua potable.
50 millones de infectados por el sida y la gran mayoría sin ningún tratamiento ni atención.
El 70% de pobres del planeta son mujeres.
75 millones de niños no reciben enseñanza primaria.
774 millones de adultos no han tenido oportunidad de aprender a leer y escribir.
La “brecha” de pobreza va en aumento. Los países ricos son cada vez más ricos y los países pobres, son cada vez más pobres. Esta “brecha” se repite en el interior de cada país.
¿Por qué no se cumple la resolución de la ONU de ¡1970!, de destinar el 0,7 del PIB al desarrollo humano sostenible de los países empobrecidos?. Hoy sólo cinco países lo cumplen
¿Por qué hay hambre si, según la FAO, se podría alimentar en condiciones normales con 2.700 calorías por día, a 12.000 millones de personas y somos 6.000 millones de seres humanos?
¿Por qué no se pone el empeño suficiente en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)?
Porque tenemos un sistema, el capitalismo liberal, que No está centrado en la dignidad de la persona, sino en la obtención del máximo beneficio, no importa cómo. La persona es una mercancía más de la economía de mercado.
A los que de verdad gobiernan el mundo, a los que mueven los hilos de la economía, política y poder mediático, les interesan personas que no les den problemas, que tengan poca capacidad de crítica e influencia, que se dediquen a vivir su vida, sometidos a los miedos de pérdida del trabajo y otras calamidades que periódicamente van anunciando.
Hemos pasado de una cultura del Ser a una cultura del Tener. De unos valores profundos al subjetivismo y pragmatismo, donde la Verdad ni siquiera se busca; lo que pienso es la verdad, si me es útil; además andamos un poco miedosos porque el trabajo es inestable e inseguro. La Unión Europea, la región más rica de la tierra, permite tener 19 millones de ciudadanos en el paro.
La respuesta, creo, debe estar en la Educación; tanto para salir de la “pobreza de espíritu” del mundo rico, como de la pobreza material del mundo empobrecido. Y mucho me temo que no se cumplirán los ODM, mientras no profundicemos en la dignidad de la persona, en la que se basa la declaración de los derechos humanos y nos sintamos libres para ver y actuar contra los manipuladores que nos llevan a una sociedad inhumana. Entonces podremos exigirle, con rotundidad, a nuestros gobiernos, que cumplan los compromisos que hemos adquirido con el tercer mundo, con la misma celeridad con la que han actuado en la crisis financiera.
La educación es, por tanto, la puerta para romper el círculo vicioso de ambas pobrezas.
“La cultura y la educación dan lugar a cambios en las personas necesarios para garantizar la paz y el desarrollo” anunciaba el ex director de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza.
Pobreza, la burbuja financiera y la crisis mundial de alimentos
Jaime García Neumann
Justicia y Paz de Valencia
La desintegración de la burbuja financiera global que comenzó en las últimas semanas y sus consecuencias por venir, tienden a agravar dramáticamente la situación de hambre en el mundo y los limitados esfuerzos que se están haciendo para revertirla. De hecho, este derrumbe comienza ya a afectar la economía real y refuerza la crisis mundial de alimentos que empezó a finales de 2007 con el aumento desmesurado de los principales productos alimenticios y ha provocado hambrunas y revueltas por hambre en más de 40 países.
El problema es trágicamente simple. El maíz, el arroz y el trigo, entre otros, que son precisamente el alimento básico diario de centenares de millones de personas en África, Asia e Iberoamérica, han duplicado sus precios en el último año, de manera que aquella franja de 1.400 millones de personas que según los organismos internacionales sobreviven hoy con menos de 1,25 dólares diarios, mucho menos pueden atender ahora sus necesidades básicas de alimento diario, con las secuelas apocalípticas de hambre, enfermedades, guerras y muerte. Y están inmediatamente amenazados más de 2.000 millones, según esos mismos organismos.
¿Sabe esto la población mundial, especialmente los grandes consumidores de los países desarrollados? ¿Lo saben sus gobiernos? ¿Lo saben los defensores de los derechos humanos y del derecho a la vida? ¿Es noticia de primera plana en los medios de comunicación?
La noticias diarias de la realidad que nos llegan, de un tiempo para acá, se refieren a los altibajos de las bolsas de valores, las megafusiones de grandes corporaciones y bancos del mundo para apalancarse y no caer, los llamados ‘paracaídas de oro’ de los altos ejecutivos que hasta ahora dirigían el planeta y la ayuda multi-billonaria de los gobiernos y bancos centrales al sistema financiero de los principales países occidentales, incluidos los ‘fondos compensatorios’ responsables de la ‘ingeniería financiera de casino’ mundial y su enorme burbuja de derivados.
Por supuesto que el sistema de créditos y la liquidez monetaria deben ser preservados como parte fundamental de toda economía; pero lo que está ocurriendo detrás de este propósito, es otra cosa. Hay una profunda inmoralidad, injusticia e irracionalidad en la forma en que se está llevando a cabo el llamado ‘salvataje’ financiero, sobre todo si se compara con la crisis alimentaria con la cual, además, está relacionada.
La Reunión Cumbre de Alto Nivel que organizó la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en junio de este año en Roma, con más de 50 jefes de Estado y de Gobierno, tuvo que ocuparse de la nueva crisis alimentaria, pero no logró otra cosa que ratificar la necesidad de cumplir los Objetivos del Milenio del año 2000: reducir a la mitad para el año 2015, la pobreza extrema que afectaba a cerca de 800 millones de personas.
Pero según el director general de la FAO, Jacques Diouf, en su mensaje del día mundial de la alimentación el pasado 16 de octubre, sólo se ha conseguido un 10% de los 22.000 millones de dólares que se requieren para establecer un programa de seguridad alimentaria en los países más pobres, no sólo para la ayuda de emergencia en casos de malnutrición grave e inanición, sino para la duplicación de la producción existente y la promoción de la agricultura familiar. Compárense estas cifras con los 700.000 millones de dólares otorgados por el gobierno estadounidense a las corporaciones financieras privadas (más de un millón de millones, si se suma lo dispuesto al comienzo de la crisis), o los aportes de los principales países europeos, cuyos gobiernos ofrecieron cifras que suman el doble de las norteamericanas, para apuntalar a los grandes bancos y corporaciones financieras privadas. Por ahora, ¡y para cumplir el compromiso de reducir el hambre en el mundo sólo se han conseguido dos mil millones!
Además, según Diouf, el número de hambrientos en el mundo ha aumentado en 75 millones en el último año y suman actualmente 923 millones de personas. Lo más grave es que la hambruna actual es perfectamente evitable. Según la FAO, el mundo tiene hoy la capacidad de producir alimentos para toda la población, pero los pobres no tienen la capacidad monetaria de acceder a los mercados globalizados. Además muchos gobiernos han sido forzados por el FMI y el Banco Mundial a abandonar sus políticas de soberanía alimentaria y protección de sectores agrícolas, en aras del libre comercio global.
Por otra parte, de acuerdo al seguimiento que hace la FAO, las principales causas de la crisis alimentaria actual son la cartelización (10 grandes carteles de alimentos controlan el 80% del comercio mundial), la especulación bursátil de derivados financieros basados en los precios de ciertos alimentos y la burbuja de los biocombustibles, que han desplazado parte de la producción agrícola (sobre todo maíz, cereales, azúcar y aceite) a la industria de bioetanol y biodiésel, para lo cual se reciben además subvenciones oficiales. Según datos de la ONU, la cantidad equivalente de maíz necesaria para llenar de biocombustible el tanque de un vehículo familiar puede alimentar a una persona durante un año.
El informe final del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, presentado a la Asamblea General el 22 de agosto de 2007, recomienda una serie de medidas, cuya urgencia se acentúa con la recesión que está provocando el derrumbe financiero: a) prohibición total de quemar la comida para fabricar biocombustible, o al menos, una moratoria de 5 años mientras se encuentra una alternativa que no afecte la alimentación; b) retirar de la Bolsa la fijación de los precios de los alimentos básicos, e instaurar un sistema en el que el país productor negocie directamente con el país consumidor para excluir la ganancia especulativa; c) que las instituciones internacionales concedan prioridad absoluta en los países más pobres a las inversiones en la agricultura alimentaria, familiar y de subsistencia.
Y algo más: considerar a los que huyen de las zonas de hambruna hacia los países ricos, especialmente desde el África subsahariana, no como inmigrantes ilegales sino como “refugiados del hambre”, que les amenaza mortalmente a ellos y sus familias tanto o más que una persecución política.
El derecho a no tener hambre es uno de los derechos humanos reconocidos internacionalmente desde hace 60 años. Sólo una sociedad indigna de llamarse humana puede permitir que este genocidio silencioso siga ocurriendo.
1 Según cálculos de Naciones Unidas, con una tercera parte de lo que pagan los países pobres en concepto de Servicio de la Deuda anual que asciende a unos 130.000 millones de dólares, se podría garantizar el acceso a la educación básica, el cuidado y la infraestructura sanitarias, la alimentación adecuada y el acceso al agua potable de todos los habitantes del planeta.
2 Informe de Desarrollo Humano 2007-2008 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
3 El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró en su informe de 1999 que los pagos por la deuda superaron el gasto anual en salud y educación en 9 países, y en salud en 29 incluyendo 23 del África Subsahariana. Algunos ejemplos: Senegal destina al Servicio de la Deuda 3,4 veces lo que invierte en salud y educación, Argentina 4,4 veces; Filipinas destina 5,8 veces al Servicio de la Deuda lo que invierte en salud.
4 Entre las principales deficiencias de la Ley observadas por parte de los movimientos sociales está el hecho de que no se reconozca la responsabilidad española en el endeudamiento del Sur; no aporta el contenido de base de las futuras normativas FAD y CESCE, con lo que no se garantiza que sean favorables a los intereses de los pueblos empobrecidos; o no se contempla la participación de la sociedad civil en la gestión de la Deuda. Los datos de la deuda española son de 2006 y proceden del Ministerio de Economía y Hacienda.