ZENIT publica a continuación el discurso pronunciado por Benedicto XVI al término de la misa presidida el jueves 30 de Octubre de 2008 por la noche, en la Basílica Vaticana, por el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica (de los Seminarios y de los Institutos de Estudio), en presencia de profesores y alumnos de las Universidades pontificias y eclesiásticas de Roma, con ocasión de la inauguración del nuevo año académico.
venerados hermanos en ele episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas
Para mí es siempre motivo de alegría este encuentro tradicional con las universidades eclesiásticas romanas al inicio del año académico. Os saludo a todos con gran afecto, empezando por el señor cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, que ha presidido la santa Misa y a quien agradezco por las palabras con que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos. Estoy contento de saludar a los otros cardenales y prelados presentes, como también a los rectores, los profesores, los responsables y los superiores de los Seminarios y de los Colegios, y naturalmente a vosotros, queridos estudiantes, que habéis venido a Roma desde distintos países para realizar vuestros estudios.
En este año, en el que celebramos el jubileo bimilenario del nacimiento del apóstol Pablo, quisiera detenerme brevemente con vosotros en un aspecto de su mensaje que me parece particularmente adecuado para vosotros, estudiosos y estudiantes, y sobre el cual me detuve también ayer en la catequesis durante la Audiencia general. Me refiero a cuanto escribe Pablo sbre la sabiduría cristiana, en particular en su primera Carta a los Corintios, comunidad en la que habían estallado rivalidades entre los discípulos. El Apóstol afronta el problema de estas divisiones en la comunidad, señalando en ellas un signo de la falsa sabiduría, es decir, una mentalidad aún inmadura por ser carnal y no espiritual (cfr 1 Cor 3,1-3). Refiriéndose después a su propia experiencia, Pablo recuerda a los Corintios que Cristo le ha mandado a anunciar el Evangelio "no con sabiduría de palabras, para no desvirtuar la cruz de Cristo" (1,17).
De aquí parte parte una reflexión sobre la "sabiduría de la Cruz", es decir, sobre la sabiduría de Dios, que se contrapone a la sabiduría de este mundo. El Apóstol insiste en el contraste existente entre las dos sabidurías, de las cuales solo una es verdadera, la divina, mientras que la otra en realidad es "necedad". Ahora, la novedad sorprendente, que exige siempre ser redescubierta y acogida, es el hecho de que la sabiduría divina, en Cristo, nos ha sido dada, nos ha sido participada. Hay, al final del capítulo 2 de la Carta mencionada, una expresión que resume esta novedad que,m precisamente por esto, nunca deja de sorprender. San Pablo escribe: "Ahora tenemos el pensamiento de Cristo" (2,16). Esta contraposición entre las dos sabidurías no se identifica con la diferencia entre la filosofía, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra. Se trata en realidad de dos posturas fundamentales. La "sabiduría de este mundo" es un modo de vivir y de ver las cosas prescindiendo de Dios y siguiendo las opiniones dominantes, según los criterios del éxito y del poder. La "sabiduría divina" consiste en seguir la mente de Cristo -es Cristo quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor.
Queridos estudiantes, habéis venido a Roma para profundizar vuestros conocimientos en el campo teológico, y también si estudiáis otras materias distintas de la teología, por ejemplo el derecho, la historia, las ciencias humanas, el arte, etc. con todo la formación espiritual según el pensamiento de Cristo sigue siendo fundamental para vosotros, y esta es la perspectiva de vuestros estudios. Por eso son importantes para vosotros estas palabras del apóstol Pablo y las que leemos inmediatamente después, siempre en la primera Carta a los Corintios: "¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado" (2,11-12). Estamos aún dentro del esquema de contraposición entre la sabiduría humana y la divina. Para conocer y comprender las cosas espirituales hay que ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea "docto" y "sutil razonador de este mundo" (1,20).
Podemos ver en este texto paulino un acercamiento muy significativo a los versículos del Evangelio que narran la bendición de Jesús dirigida a Dios Padre, porque -dice el Señor- "has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños"(Mt 11,25). Los "sabios" de que habla Jesús son aquellos a quienes Pablo llama "los sabios de este mundo". Mientras los "pequeños" son aquellos a quienes el Apóstol califica de "necios", "débiles", "plebeyos y despreciables" para el mundo (1,27-28), pero que en realidad, si acogen "la palabra de la Cruz" (1,18), se convierten en los verdaderos sabios. Hasta el punto que Pablo exhorta a quienes se creen sabios según los criterios del mundo a "hacerse necios", para llegar a ser verdaderamente sabios ante Dios (3,18). Ésta no es una postura anti intelectual, no es oposición a la "recta ratio". Pablo - siguiendo a Jesús- se opone a un tipo de soberbia intelectual, en la que el hombre, incluso sabiendo mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad de la actuación divina.
Queridos amigos, esta reflexión paulina no quiere en absoluto conducir a una minusvaloración del empeño humano necesario para el conocimiento, sino que se pone en otro plano: a Pablo le interesa subrayar -y lo hace sin medias tintas- qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede traer la división y la ruina. El Apóstol por tanto denuncia el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. No es por tanto el conocimiento en sí lo que puede hacer daño, sino la presunción, el "vanagloriarse" de adónde se ha llegado -o se presume haber llegado- a saber. Precisamente de aquí derivan las facciones y las discordias en la Iglesia y, análogamente, en la sociedad. Se trata por tanto de cultivar la sabiduría no según la carne, sino según el Espíritu. Sabemos bien que san Pablo con las palabras "carne, carnal" no se refiere al cuerpo, sino a una forma de vivir sólo para sí mismos y según los criterios del mundo. Por eso, según Pablo, es siempre necesario purificar el propio corazón del veneno del orgullo, presente en cada uno de nosotros. También nosotros debemos por tanto elevar con san Pablo el grito: "¿Quién nos liberará?" (cfr Rm 7,24). Y sin embargo, podemos recibir con él la respuesta: la gracia de Jesucristo, que el Padre nos ha dado mediante el Espíritu Santo (cfr Rm 7,25). El "pensamiento de Cristo", que por gracia hemos recibido, nos purifica de la falsa sabiduría. Y este "pensamiento de Cristo" lo acogemos a través de la Iglesia y en la Iglesia, dejándonos llevar por el río de su tradición viva. Lo expresa muy bien la iconografía que presenta a Jesús-Sabiduría en el seno de su Madre María, símbolo de la Iglesia: In gremio Matris sedet Sapientia Patris: en el seno de la Madre está la Sabiduría del Padre, es decir, Cristo. Permaneciendo fieles a ese Jesús que María nos ofrece, al Cristo que la Iglesia nos presenta, podemos empeñarnos intensamente en el trabajo intelectual, interiormente libres de la tentación del orgullo y gloriándonos siempre y solo en el Señor.
Queridos hermanos y hermanas, este es el augurio que os dirijo al inicio del nuevo año académico, invocando sobre todos vosotros la maternal protección de María, Sedes Sapientiae, y del Apóstol Pablo. Os acompañe también mi afectuosa Bendición.
[© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana, traducido por Inma Álvarez]
ZENIT publica el discurso que dirigió el viernes 31 de Octubre de 2008 Benedicto XVI al recibir en audiencia a los participantes en encuentros organizados por la Fraternidad Católica Internacional de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza (Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellowships).
Eminencia,
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas:
Con mucho gusto os doy mi más cordial bienvenida y os doy las gracias por esta visita con motivo del II Encuentro Internacional de Obispos que acompañan a las nuevas comunidades de la Renovación Carismática Católica, del Consejo internacional de la Fraternidad Católica Internacional de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza y, por último, de la XIII Conferencia Internacional, convocada en Asís, sobre el tema "Nosotros predicamos a un Cristo crucificado..., fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (Cf. 1 Corintios 1,23-24), en la que participan las principales comunidades de la Renovación Carismática en el mundo. Os saludo, queridos hermanos en el episcopado, así como a todos los que trabajáis al servicio de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades. Dirijo un saludo especial al profesor Matteo Calisi, presidente de la Fraternidad Católica, que ha manifestado vuestros sentimientos.
Como ya he afirmado en otras circunstancias, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, florecidos después del Concilio Vaticano II, constituyen un don singular del Señor y un recurso precioso para la vida de la Iglesia. Deben ser acogidos con confianza y valorados en sus diferentes contribuciones que han de ponerse al servicio de la utilidad común de manera ordenada y fecunda. Es de gran interés actual vuestra reflexión sobre el carácter central de Cristo en la predicación, así como sobre la importancia de "los carismas en la vida de la Iglesia particular", haciendo referencia a la teología paulina, al Nuevo Testamento y a la experiencia de la Renovación Carismática. Lo que vemos en el Nuevo Testamento sobre los carismas, que surgieron como signos visibles de la venida del Espíritu Santo, no es un acontecimiento histórico del pasado, sino una realidad siempre viva: el mismo Espíritu, alma de la Iglesia, actúa en ella en toda época, y sus intervenciones, misteriosas y eficaces, se manifiestan en nuestro tiempo de manera providencial. Los movimientos y nuevas comunidades son como irrupciones del Espíritu Santo en la Iglesia y en la sociedad contemporánea. Entonces podemos decir adecuadamente que uno de los elementos y de los aspectos positivos de las comunidades de la Renovación Carismática Católica es precisamente la importancia que en ellas tienen los carismas y los dones del Espíritu Santo y su mérito consiste en haberlo recordado a la Iglesia su actualidad.
El Concilio Vaticano II, en varios documentos, hace referencia a los movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales, especialmente en la constitución dogmática Lumen gentium, donde dice: "Los carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo" (n. 12). Después, también el Catecismo de la Iglesia Católica ha subrayado el valor y la importancia de los nuevos carismas en la Iglesia, cuya autenticidad es garantizada por la disponibilidad a someterse al discernimiento de la autoridad eclesiástica (Cf. n. 2003). Precisamente por el hecho de que somos testigos de un prometedor florecimiento de movimientos y comunidades eclesiales es importante que los pastores ejerzan con ellos un discernimiento prudente, sabio y benevolente.
Deseo de corazón que se intensifique el diálogo entre pastores y movimientos eclesiales a todos los niveles: en las parroquias, en las diócesis y con la Sede Apostólica. Sé que se están estudiando formas oportunas para dar reconocimiento pontificio a los nuevos movimientos y comunidades eclesiales y ya muchos lo han recibido. Los pastores, especialmente los obispos, en el deber de discernimiento que les compete, no pueden desconocer este dato --el reconocimiento o la erección de asociaciones internacionales por parte de la Santa Sede para la Iglesia universal-- (Cf. Congregación para los obispos, Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos Apostolorum Successores, Capítulo 4,8).
Queridos hermanos y hermanas: entre estas nuevas realidades eclesiales reconocidas por la Santa Sede se encuentra también vuestra Fraternidad Católica Internacional de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza, asociación internacional de fieles, que desempeña una misión específica en el seno de la Renovación Carismática Católica (Cf. Decreto del Consejo Pontificio para los Laicos, 30 de noviembre de 1990, prot. 1585/S-6//B-SO). Uno de sus objetivos, según las indicaciones de mi venerado predecesor Juan Pablo II, consiste en salvaguardar la identidad católica de las comunidades carismáticas y alentarlas a mantener un cercano lazo con los obispos y con el romano pontífice(Cf. Carta autógrafa a la Fraternidad Católica, 1 de junio de 1998). He sabido, además, con complacencia que se propone constituir un centro de formación permanente para los miembros y responsables de las comunidades carismáticas. Esto permitirá a la Fraternidad Católica desempeñar mejor su propia misión eclesial orientada a la evangelización, a la liturgia, a la adoración, al ecumenismo, a la familia, a los jóvenes y a las vocaciones de especial consagración; misión que se verá favorecida por el cambio de la sede internacional de la asociación a Roma, con la posibilidad de estar en un contacto más cercano con el Consejo Pontificio para los Laicos.
Queridos hermanos y hermanas: la salvaguarda de la fidelidad a la identidad católica y del carácter eclesial por parte de cada una de vuestras comunidades os permitirá ofrecer por doquier un testimonio vivo y operante del profundo misterio de la Iglesia. Y esto promoverá la capacidad de las diferentes comunidades para atraer a nuevos miembros.
Encomiendo los trabajos de vuestros respectivos congresos a la protección de María, Madre de las Iglesia, templo vivo del Espíritu Santo, y a la intercesión de los santos Francisco y Clara de Asís, ejemplos de santidad y de renovación espiritual, mientras os imparto de corazón a todos vosotros y a vuestras comunidades una especial bendición apostólica.
[Traducción del italiano por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]
VATICANO - “AVE MARÍA” por Mons. Luciano Alimandi - La conversión de Pablo y la nuestra
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Al leer el hecho de la conversión de San Pablo, luego del encuentro con el Señor resucitado que se le apareció en el camino a Damasco (cf. Hecho 9,1-9), somos llevados, en cierto sentido, a poner nuestra atención en la “luz del Cielo” que caracteriza el episodio, ciertamente extraordinario, pero descuidando la terrible prueba a la que este hecho sometió a Pablo: “Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada” (Hech 9,8). Es un hecho innegable que para Saulo el encuentro con Jesús fue “desconcertante”: no sólo se encontró caído en tierra, sino en una situación totalmente nueva... llena de inquietud, de angustioso sentimiento de culpa... Pablo, encontrándose frente al Señor experimentó también un gran sentimiento de fracaso personal.
Se volvió ciego, ¡no veía nada! Él, que hasta ese momento estaba tan seguro de sus convicciones, hasta convertirse en un paladín de la persecución contra los cristianos; él, que había sido testigo impasible de la lapidación de Esteban (cf. Hech 7,58), que lanzaba contra los cristianos millones de “piedras”: prejuicios, condenas, sentencias sin posibilidad de apelar... Él, ahora se encontraba por tierra, de manera imprevista, sin ningún signo premonitor, Luego de aquella luz fulgurante y aquellas palabras de absoluta verdad, el poderso Saulo se había convertido en un pobre ciego. Con una expresión muy utilizada hoy en día por los jóvenes, se podría decir que “Saulo se sentía hecho pedazos”.
Sí, se sentía fracasado, pero es precisamente de ese fracaso de donde nació el apóstol Pablo. Aquel que perseguía a su mismo Dios, se convirtió en un perseguido a causa de su nombre, del nombre de “Jesús” que, a partir de aquel encuentro en Damasco, comenzó a escribir en su corazón con letra de fuego”.
El Santo Padre Benedicto XVI, que inauguró para toda la Iglesia el Año Paulino, nos invita a reflexionar sobre la conversión de Pablo con estas palabras: “En este sentido no fue sólo una conversión, una maduración de su "yo"; fue muerte y resurrección para él mismo: murió una existencia suya y nació otra nueva con Cristo resucitado. De ninguna otra forma se puede explicar esta renovación de san Pablo. Los análisis psicológicos no pueden aclarar ni resolver el problema. Sólo el acontecimiento, el encuentro fuerte con Cristo, es la clave para entender lo que sucedió: muerte y resurrección, renovación por parte de Aquel que se había revelado y había hablado con él”. (Benedicto XVI, Audiencia General del 3 de septiembre de 2008).
Cuántas veces detrás de un “fracaso” se esconde una llamado de la Divina providencia a una conversión radical, pero no nos damos cuenta porque no caminamos hacia Jesús. Nos encontramos en un “camino de Damasco”, caídos en “tierra”, heridos por nuestras inseguridades, afectados por una crisis sin nombre... pero, a diferencia de Pablo, no se tiene la humildad de ponerse a escuchar aquella misma voz que Él, por un privilegio especial, había escuchado de manera extraordinaria. También nosotros podrías escucharla, en el silencio de nuestra conciencia, si hiciésemos “silencio” frente a nuestros “fracasos, pequeños o grandes. Aquella “voz” puede ser escuchada en el secreto del confesionario, si se tiene la valentía de hacer una buena confesión.
¡Cuántas “crisis” interiores, pequeñas o grandes, podrían ser transformadas, con la gracia de Dios y la humilde cooperación humana, en momentos de conversión! No debemos olvidar que cada prueba, con la oración y la escucha interior de aquella verdad está siempre presente con Jesús, puede convertirse en un nuevo inicio desde Dios, un verdadero y propio renacimiento, que hace que el alma entre a la comunión más profunda con Aquel que “está en agonía hasta el fin del mundo” (Pascal), pues ha tomado sobre sí todos nuestros fracasos. “El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados” (Is 53,5).
Con frecuencia nos imaginamos la dinámica de la conversión como algo “tranquilo”, motivada por factores exclusivamente “positivos”; ciertamente las cosas pueden darse de este modo, pero ¡cuántas veces las grandes conversiones sacuden el fundamento de la propia existencia, como fue efectivamente el caso de San Pablo! Aquí tenemos a un hombre echado por tierra, que casi pierde su propia identidad, se siente desorientado y perdido, porque todo lo que caracterizó su vida hasta ese momento era absolutamente engañoso. Se abren ante Él tan sólo dos caminos: la desesperación o la confianza en Dios. Pablo dio con la respuesta porque se confió a Jesús. Sólo el Señor Jesús es el camino que conduce inefablemente al encuentro con aquel amor misericordioso del que Pablo debe convertirse en un infatigable anunciador. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: = Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rm 8,35).
Nada ni nadie es capaz de impedir al amor de Cristo alcanzar y transformar a una persona, incluso aunque esté hundida en el abismo de sus pecados. Sólo Él tiene el poder de donarle nuevamente la inocencia, como lo hizo con el malhechor crucificado a su costado. Aquel ladrón halló la bondad en el encuentro con Jesús. Quién sabe cuántos crímenes había realizado para terminar sobre el madero ignominioso de la cruz, pero Jesús perdonó a todos y el ladrón “se robó” el Paraíso (cf. Lc 23,43).
Es a la luz del llamado a la conversión personal que deberíamos leer y releer las pruebas de nuestra vida, sus periodos más o menos oscuros, con sus fracasos y momentos de “quiebre”... Allí, en medio del polvo que se alzaba mientras se caía a tierra, en el sufrimiento que producía el vacío interior, en aquella experiencia que solemos llamar “desgracia” en nuestra vida, estaba siempre presente “Alquien” que quiere alcanzarnos con el rayo de su luz, que quiere levantarnos con la fuerza de su amor, que quiere reanimarnos con el calor de su perdón. Pero es necesario reconocerlo e invocarlo con todo el corazón: “¡Jesús, en ti confío!” (Agencia Fides 29/10/2008; líneas 73 palabras 1078).
ZENIT ofrece a continuación el texto íntegro del discurso del Papa Benedicto XVI a los miembros del International Jewish Committee on Interreligious Consultations, a quienes recibió el jueves 30 de Octubre de 2008 en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano.
Queridos amigos,
estoy contento de dar la bienvenida a esta delegación del International Jewish Committee on Interreligious Consultations. Durante más de treinta años, su Comité y la Santa Sede han mantenido contactos regulares y fructíferos, que han contribuido a un mayor entendimiento y aceptación entre católicos y judíos. Aprovecho de buen grado esta ocasión para reafirmar el compromiso de la Iglesia en la realización de los principios sentados por la histórica declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II. Esta Declaración, que condena firmemente toda forma de antisemitismo, representa tanto un hito en la larga historia de las relaciones entre católicos y judíos, como también un emplazamiento a una renovada comprensión teológica de las relaciones entre la Iglesia y el Pueblo Judío.
Los cristianos hoy son cada vez más conscientes del patrimonio espiritual que comparten con el pueblo de la Torá, el pueblo elegido por Dios en su gracia inefable, un patrimonio que llama a una mayor apreciación, respeto y amor mutuos (cf. Nostra Aetate, 4). Los judíos tienen también el desafío de descubrir lo que tienen en común con todos los que creen en el Señor, el Dios de Israel, quien se reveló a sí mismo en primer lugar a través de su palabra poderosa y capaz de dar vida. Como nos recuerda el salmista, la palabra de Dios es una lámpara y una luz en nuestro camino; nos mantiene vivos y nos da nueva vida (cf. Sal 119,105). Esta palabra nos empuja a dar común testimonio del amor, la gracia y la verdad de Dios. Este es un servicio vital en nuestro tiempo, caracterizado por la pérdida de los valores morales y espirituales que garantizan la dignidad humana, la solidaridad, la justicia y la paz.
En nuestro atribulado mundo, marcado con tanta frecuencia por la pobreza, la violencia y la explotación, el diálogo entre las culturas y las religiones debería cada vez más y más verse como un deber sagrado que incumbe a todos aquellos que están comprometidos en la construcción de un mundo digno del hombre. La capacidad de aceptarnos y respetarnos unos a otro, y de decir la verdad en el amor, es esencial para superar las diferencias, prevenir las incomprensiones y evitar confrontaciones innecesarias. Como ustedes mismos han experimentado a través de los años en los encuentros del International Liaison Committee, el diálogo sólo es serio y honrado cuando respeta las diferencias y reconoce a los otros en su alteridad. Un diálogo sincero necesita tanto apertura como un firme sentido de identidad por ambas partes, en orden a enriquecerse mutuamente son los dones del otro.
En meses recientes, he tenido el placer de encontrar a las comunidades judías en Nueva York, en París y aquí en el Vaticano. Doy gracias a Dios por estos encuentros, y por el progreso de las relaciones entre católicos y judíos que reflejan. Con este espíritu, por tanto, les animo a perseverar en su importante labor con paciencia y con un compromiso renovado. Les ofrezco mis fervientes buenos deseos para la preparación del encuentro del mes que viene en Budapest entre su Comité y una delegación de la Comisión para las relaciones religiosas con los judíos de la Santa Sede, para hablar sobre el tema “La religión y la sociedad civil hoy”.
Con estos sentimientos, queridos amigos, pido al Todopoderoso que continúe velando sobre ustedes y sus familias, y guíe sus pasos por el camino de la paz.
[Traducción del inglés por Inma Álvarez]
Mensaje del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso enviado a todos los hindúes sobre el tema: “Cristianos e hindúes: juntos por la no-violencia”, firmado por el Presidente del Pontificio Consejo, el Card. Jean-Louis Tauran, y por el Secretario, Arzobispo Pier Luigi Celata.
Cristianos e Hindúes: juntos por la no violencia
Queridos amigos Hindúes,
1. De parte del Consejo Pontificio por el Diálogo interreligioso, me agrada enviarles a ustedes y a vuestras comunidades mis cordiales saludos al prepararos para celebrar Diwali, la fiesta de la luz.
2. Tradicionalmente con motivo de esta ocasión, compartimos una reflexión en una materia de común interés. Desearía proponer además el considerar juntos cómo podemos vivir armoniosamente en la sociedad de hoy día, siendo testigos de la verdad, de la luz y de la esperanza que Diwali celebra. Mientras las religiones se echan la culpa muchas veces de los males de la sociedad, sabemos que es más bien la manipulación de la religión, contraria a sus creencias fundamentales, que es usada para llevar a cabo muchas formas de violencia.
3. En este aspecto, Su Santidad el Papa Benedicto XVI dijo: “En el mundo hay también mucha violencia, mucha injusticia, y por tanto esta situación no se puede vencer excepto combatiéndola con más amor, con más bondad”. Él añadió, “Este más viene de Dios. Así por la misericordia de Dios… es posible inclinar el balance del mundo desde el mal al bien, cuando reconocemos que empieza en ese pequeño y decisivo mundo que es el corazón humano” (Discurso, “Angelus”, 18 de Febrero de 2007). Para los cristianos, en el “Sermón de la Montaña” Jesús llamó a sus discípulos a amar a sus enemigos, a rogar por aquellos que los odian, a hacer el bien a aquellos que les hicieron mal, a caminar la milla de extra con sus adversarios (cf. Mateo 5).
4. En la tradición Hindú, la no-violencia es una de las enseñanzas más importantes. Mahatma Gandhi, el Padre de la nación India, es respetado y mantenido en gran estima por el pueblo de diversas generaciones alrededor del mundo por su dedicación completa al servicio de la humanidad. Durante el curso de su lucha por la libertad, él se dio cuenta que “un ojo por un ojo, y pronto todo el mundo estaría ciego”. A lo largo de su vida, él desarrolló entre otros, el concepto de Ahinsa (no-violencia). Él es un modelo para la no-violencia y él enseñó con el ejemplo hasta el punto de dejar su vida por su rechazo a dedicarse a la violencia.
5. La no-violencia no es meramente una maniobra táctica sino es la actitud de uno que, como el Papa afirmó, “está tan convencido del amor y el poder de Dios” (ibid) que no tiene miedo a afrontar el mal con la armas del amor y la sola verdad. El amor a nuestro enemigo es la revolución del amor, un amor que no confía en última instancia en los recursos humanos sino que es un don de Dios.
6. La no-violencia es fomentada por muchas otras religiones. La no-violencia es central a nuestros creyentes como la manera para promover verdad, luz, respeto mutuo, libertad y armonía. Como líderes religiosos llamados a mantener la verdad encontrada en nuestras respectivas religiones, hagamos que todos nosotros promovamos la sacralizad de la vida humana, el bien de los pobres y humildes en nuestro medio y colaboremos, a través del diálogo, a favorecer la dignidad de la persona humana sin importar la raza o casta, credo o clase. Como Hindúes y Cristianos, especialmente en la presente situación, dejémonos conquistar por el amor sin reservas, con la convicción que la no-violencia es el único camino para construir una sociedad global que sea más compasiva, más justa y más solidaria. ¡Esta es nuestra esperanza y nuestra oración!
7. Una vez más, permítanme desearles paz y alegría al reunirse con vuestros seres queridos y vuestra comunidad para celebrar el don de la Luz que ilumina todos los corazones. ¡Feliz Diwali!
Jean-Louis Cardinal Tauran
Presidente
Archbishop Pier Luigi Celata
Secretario
(Tradución paraticular no oficial desde el inglés)
El texto original:
http://www.fides.org/ita/vita_chiesa/2008/pcdir_281008.html
REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
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Boletín 308
El próximo 31 de octubre, en la Cueva del Santo Hermano Pedro, en El Médano, tendrá lugar la “III Vigilia de la Esperanza”, organizada por la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional. La hora de comienzo será a las 9 de la noche.
El Obispo, Bernardo Álvarez celebrará la Eucaristía en conmemoración de los Fieles Difuntos el domingo, 2 de noviembre, en el cementerio de San Luis, en La Laguna, a las 10:00 horas, y en el cementerio de Santa Lastenia, a las 12:00 horas.
La Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Instituto Superior de Teología han venido desarrollando, esta semana, el curso: “El diálogo entre la ciencia y la fe en el contexto de la física actual”. El lugar escogido para la celebración de esta iniciativa fue el Museo de la Ciencia y el Cosmos, en La Laguna. ¿Es posible este diálogo, tiene la filosofía algo que aportar al hacer científico, y la teología? Estas y otras cuestiones ocuparon el centro de este curso.
Esta semana se ha desarrollado una reunión de formación de capellanes del servicio de asistencia religiosa en los hospitales. El tema que sirvió para el análisis y la reflexión fue la Bioética.
El pasado 26 de octubre, dentro de los actos programados para la Bajada de Nuestra Señora de Guadalupe, tuvo lugar un ENCUENTRO MARIANO en Chipude, con motivo de la Visita de la Imagen a la parroquia del lugar. Al encuentro asistieron cientos de personas procedentes de todos los lugares y parroquias de la isla. El vicario judicial de la diócesis, Daniel Padilla fue el encargado de presidir la Eucaristía.
Del 7 al 9 de noviembre, en Madrid, se desarrollará el Fórum de Pastoral con Jóvenes bajo el título “Kminar x Ls alturas”. En dicha jornada participarán 20 jóvenes pertenecientes a la Diócesis Nivariense.
Esta semana se ha llevado a cabo una nueva reunión entre el Gobierno de Canarias, el Cabildo de La Gomera y el Obispado, a fin de agilizar la situación del enclave de Puntallana, en La Gomera. Lo que se pretende es que la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural pueda realizar las labores encaminadas a la ejecución del Proyecto de Restauración de los valores ambientales de la Reserva Natural Especial de Puntallana, mediante el restablecimiento de la realidad física alterada en el entorno de la Ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, situada en el término municipal de San Sebastián de la Gomera.
El Departamento Diocesano de Catequesis de Adultos, ha informado que el material para los animadores perteneciente a la segunda etapa del curso estará disponible a partir del día 10 de noviembre. Dicho material incluye la carpeta, los temas impresos y el CD con las catequesis preparadas para el animador, junto con una variedad de otros recursos.
Responsables de Cáritas diocesana han realizado una jornada de trabajo en la isla de El Hierro, con los voluntarios de esta organización en la isla y con los miembros del proyecto de Cáritas juvenil que se está realizando en la zona de El Pinar.
Los Jesuitas de Canarias y CVX Tenerife, han previsto un retiro para el 15 de noviembre en la Casa Manresa, en Tacoronte. El horario será de 10:00 a 18:00 horas y el encargado de orientar la jornada será el jesuita Lucas López.
El Ayuntamiento de Arona ha firmado un convenio con el Archivo Histórico diocesano para elaborar una base informática con las partidas de bautismo de la parroquia de San Antonio Abad entre 1850 y 1875 que permitirá la digitalización de la documentación histórica de la parroquia más antigua del municipio chasnero.
Como todos los años al comenzar el curso, el Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud ha enviado una comunicación a fin de que no olvidemos en nuestras programaciones parroquiales y arciprestales “esa área de trabajo tan querida por Jesús, a la que dedicó tanto tiempo y en la que puso lo mejor de sí mismo: los enfermos”. Nos invita a “colaborar con Jesús para que él siga haciendo en este curso de gracia lo que desea para todos”. En su carta se dirige a los arciprestes, a los responsables arciprestales, a los asilos, las residencias de ancianos, hogares y a los nuevos agentes de pastoral a ser concretos en acciones a realizar durante el año. Acompaña su carta una hoja con una serie de diez pautas a seguir en esta área titulada “Misión fundamental de los animadores-responsables arciprestales”.
Todos los primeros jueves de mes, de 9 a 10 de la noche, a la llamada “Ven y verás…” se está llevando a cabo en la Ermita de San Roque de Garachico, la Adoración al Santísimo Sacramento pidiendo por las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas.
Se trata de un acto organizado por el Delegado Diocesano de Vocaciones que ejerce su misión pastoral en la parroquia de Santa Ana y en las Monjas Concepcionistas de Garachico.
La Renovación Carismática Canaria celebrará los días 7, 8 y 9 de Noviembre su XVI ASAMBLEA REGIONAL en el Parque San Francisco del Puerto de la Cruz en Tenerife. El lema que acompañará será: “Tengan unos con otros los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Flp 2,5). Contará con la presencia de Phillipe Madre, diácono católico desde 1982, teólogo y médico diplomado en Psiquiatría, fundador de la Obra Madre de Misericordia en 1982, el cual tiene por vocación rescatar a las personas cuya dignidad de vida ha sido violada, menospreciada… Así como con Diego Carmelo, sacerdote de nuestra Diócesis desde 1982, que estudió en Roma Teología Dogmática.
El sábado ocho de noviembre se desarrollará la primera sesión del Consejo Diocesano de Pastoral. El mismo estará, fundamentalmente, dedicado a evaluar la aplicación del Sínodo Diocesano al cumplirse diez años de su finalización.
Por otro lado, la primera semana de noviembre, en la Casa de espiritualidad de la capital tinerfeña, Juan Miguel Rodelas dirige una tanda de ejercicios espirituales para sacerdotes.
La Delegación Diocesana de Liturgia y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) han organizado, como cada año, las Jornadas de Liturgia que se celebrarán los días 14 y 15 de noviembre en el Seminario Diocesano de La Laguna. La mañana del primer día será para los sacerdotes. La tarde y el sábado, para el resto de personas interesadas. El tema central de las jornadas tendrá como título: “Cantad al Señor, Bendecid su nombre” y serán guiadas por Teodomiro Álvarez, sacerdote de la Diócesis de León.
El 15 de noviembre se desarrollará el “Día Mundial Sin Alcohol”. Por tal motivo, Cáritas Diocesana de Tenerife, a través del proyecto Drago (programa de desintoxicación, deshabituación y rehabilitación alcohólica), ha querido hacer llegar un mensaje de aliento y esperanza a tantas y tantas personas que sufren esta enfermedad, conocida como alcoholismo, y no sólo a quienes la padecen sino también a aquellos que sin darse cuenta están cruzando esa fina línea que separa el uso, abuso y dependencia.
El IV Ciclo de Órgano Histórico “Ars Organorum”, organizado por CajaCanarias en colaboración con la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y los obispados de Canarias, ha llegado a su fin con dos actuaciones en La Palma, a cargo de Juan María Pedrero. Las dos últimas citas tuvieron lugar en la ermita de las Angustias de Los Llanos de Aridane y en la parroquia de La Encarnación, en Santa Cruz de La Palma.
El periódico “El Día”, en su edición del domingo 26 de octubre, ha publicado un reportaje sobre la actividad del Complejo Acamán de Geneto. En dicho centro, las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús atienden a personas con todo tipo de discapacidades.
Por otra parte, el periódico la Opinión de Tenerife ha tenido acceso al informe del instituto Eduardo Torroja sobre la Catedral de La Laguna y ha venido publicando distintos aspectos del mismo
Los días 4 y 6 de noviembre, de 18 a 21 Horas, el complejo parroquial de la iglesia de La Concepción de La Laguna llevará a cabo un taller de técnicas básicas para la construcción de belenes. La inscripción para dicho taller se puede realizar hasta el 31 de octubre en la Librería Diocesana o en la propia parroquia de La Concepción.
Congreso sobre la promoción de la Sagrada Liturgia en Asia, celebrado en Colombo del 16 al 21 de setiembre 2008. El evento, organizado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, contó con el apoyo de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka y se sitúa en continuación con el Congreso organizado para África, celebrado en Ghana en julio del 2006 (ver Fides 11/09/2008).
CONVENCIÓN PARA LA PROMOCIÓN
DE LA SAGRADA LITURGIA EN ASIA
Declaración de Colombo
20 de Septiembre de 2008
Los representantes de la diecinueve Conferencia de Obispos de Asia se reunieron juntamente en una Convención con el Cardenal Prefecto junto con el Secretario y otros representantes de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos en Colombo desde el 16 al 21 de Septiembre de 2008 sobre el tema “Promoción de la Sagrada Liturgia en Asia: Liturgia como un Destello de los Cielos en la Tierra”. La convención estuvo animada estimulando liturgias, provocando conversaciones y discusiones vivas en los grupos y asamblea general.
Su Eminencia el Cardenal Francis Arinze introdujo la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina para los Sacramentos como expresión de la preocupación del Sumo Pontífice por la animación litúrgica de la Iglesia. Según determinado por la Constitución Apostólica, Pastor Bonus, son sus áreas de competencia la promoción de la acción pastoral litúrgica, la preparación de los textos para el uso en la Sagrada Liturgia y su recognitio en las lenguas vernáculas, vigilancia sobre la observancia de las normas litúrgicas, promoción de la música sagrada y arte sagrado, de devociones populares y algunas cuestiones canónicas que pertenecen a las ordenaciones y al matrimonio.
Otros oradores trataron de la enseñaza magisterial del Papa Benedicto XVI sobre Liturgia, las normas que guían la inculturación, la traducción de libros litúrgicos, el encuentro del Evangelio con culturas, el proceso de recognitio por la Santa Sede, el papel de las comisiones nacionales y diocesanas para la promoción de la liturgia y formación litúrgica en seminarios y casas de formación de religiosos y religiosas.
El culto en un contexto asiático
1. Uno de los principales fines de la convención fue recuperar el fervor religioso antiguo de Asia y llevarlo al servicio de la renovación litúrgica como fue ardientemente deseado por el Concilio Vaticano Segundo. Al regocijarnos por la fidelidad del “pequeño rebaño” de cristianos de este gran continente al Evangelio y las formas de culto que les fueron transmitidas, los participantes expresaron un profundo deseo por una renovación del espíritu basada por la necesidad siempre urgente de promover la vida litúrgica en la Iglesia junto con el con cultural de las comunidades que representaban.
2. El “sentido de lo sagrado” permanece en el corazón de los valores culturales a los que todas las personas de Asia están muy unidas. Un aura de santidad se espera al rodear cada elemento relatado para el culto. En orden a vivir mejor el Evangelio, la comunidad cristiana obtiene fuerza espiritual y motivación de sus firmes tradiciones propias de oración que adoptó su forma presente e identidad después de centurias de experiencia. Originándose dese el mismo Señor Jesucristo estas tradiciones constituyen la rica herencia de la Liturgia Católica. La liturgia ha desarrollado una inconfundible identidad de sí misma y es orgánica en naturaleza y venerable en su continuidad histórica durante dos milenios. El Papa Benedicto XVI resalta esta continuidad y puntualiza que la Iglesia es la guardiana de esta gran herencia (cf. Sacramentum caritatis, n. 3)
3. La visión del Santo Padre y su profundo conocimiento de la Liturgia Sagrada es evidente tanto en sus enseñanzas magisteriales como en el ejemplo que él da al celebrar los Divinos Misterios. Su teología cósmica del culto de toda la Iglesia resuena en el contexto de Asia y su afirmación de una hermenéutica de continuidad es acogida en las culturas que tienen un profundo sentido de tradición viviente y e desarrollo orgánico.
4. Los asiáticos están profundamente apegados a sus culturas y orgullosos de su herencia de civilización. Los delegados recordaron cómo en pasadas épocas la Iglesia tocó con el poder del Evangelio el genio cultural de los germanos, celtas, eslavos, sirios y egipcios, por ejemplo, los estimuló a una nueva vida en Cristo y les ofreció la salvación y cómo ella a cambio fue enriquecida por la riqueza cultural de estos pueblos. De manera igual existe un momento histórico hoy día cuando la gran civilización de Asia con enormes posibilidades para el futuro está en encuentro con la Iglesia y el Evangelio que ella anuncia. Este encuentro les conduce paso a paso a tener un “destello de los cielos en la tierra” en el culto divino.
5.La Iglesia considera que el empleo efectivo de culturas puede mejorar y ayudar a enriquecer la liturgia cristiana. La inculturación en materias de lengua, gesto, posturas, arte y música es importante. Pero este proceso tiene que ser llevado y fortalecido más y especialmente con un gran sentido de responsabilidad, nunca ignorando la naturaleza orgánica de las culturas involucradas y la continuidad histórica de la Liturgia católica. El buscar la guía del Espíritu Santo en la oración, una prudente sensibilidad hacia el sensus fidei del pueblo católico se necesita mantener en el pensamiento.
6. Cuando el celo pastoral se mezcla con sensibilidad cultural y religiosa un terreno nuevo se abre. Por el contrario, rápidos e irreflexivos cambios debilitan o dañan el significado religioso y el poder transformador de la vida del culto. Los valores asiáticos de contemplación. Misticismo y silencio pueden encontrar expresión más fuerte en la Liturgia cristiana.
Reflexiones sobre la situación litúrgica en Asia
7.Los participantes se alegraron por los muchos logros en estos países en aspectos como la participación litúrgica, traducción, implicación de la comunidad, capacitación de personal así como cuidadosas formas de inculturación, La calidad de la Liturgia católica, su sentido de oración, su rico simbolismo y música no sólo aumentan la vida de las iglesias particulares sino que ayudan con eficacia a evangelizar a muchos pueblos.
8. Dan realce a la compleja situación en lo cotidiano de la vida de la Iglesia en muchos países. Algunos países continúan sufriendo desde la pobreza, la inseguridad debida a la inmigración, violencia y extremismo religioso y otras formas de extremismo. Algunos no disfrutan de la libertad de religión, y otros han acabado de salir de las “Catacumbas”. En casi todos los países, la Iglesia constituye una minoría de la población y está marginada e incluso perseguida.
9. Estas diversas situaciones dificultan la promoción de la vida litúrgica. Las iglesias bajo la persecución tienen poca posibilidad de expresar su identidad como comunidades cultuales. Aquellas que han salido recientemente de la persecución están luchando por establecer las estructuras básicas.
10. Algunas iglesias locales carecen de personal cualificado de origen nativo que pueda favorecer el crecimiento de un profundo sentido de adoración así como de una renovación espiritual y moral en sus comunidades. Otras no tienen personal cualificado para coordinar el trabajo de traducir los textos litúrgicos, organizar programa de formación y promover la vida litúrgica.
Sugerencias prácticas
(a) Congregación para el culto divino y Comisiones Nacionales para la Liturgia
11. Hubo un amplio consenso entre los delegados sobre las siguientes materias:
(b) Federación de las Conferencias de Obispos de Asia
12. Fue muy deseado que la Federación de Conferencias d Obispos de Asia (FABC) considerara establecer una oficina específica o escritorio para ayudar a promover la vida litúrgica en Asia.
(c) Abusos litúrgicos
13. Los delegados expresaron su preocupación acerca de los muchos abusos litúrgicos particularmente relativos a la sagrada Eucaristía. Se expresó consenso sobre las siguientes materias que:
(c) Formación Litúrgica
14. La celebración adecuada de la Liturgia depende de la formación de los sacerdotes, religiosos y laicos.
(e) Prácticas litúrgicas
15. Los delegados también hicieron sugerencias en las siguientes áreas de la vida litúrgica.
Conclusión
Las tareas en adelante para la Iglesia en Asia que forma una comunidad minoritaria son desafiantes sin duda. Nuevos horizontes se están abriendo ante la comunidad cristiana para llevar un testimonio impactante del Evangelio. Estos incluyen: inculturizar el mensaje en los diversos contextos culturales estimulando comunidades de vida con la gracia del Evangelio, desarrollando formas de oración manteniendo la genialidad del pueblo, llevando experiencia de oración más íntima al pueblo a través de traducciones y del uso de simbolismo culturalmente significativo. Los esfuerzos por una inculturación genuina y auténtica están destinados a ser éxitosos dondequiera que un sano consenso se pueda acordar con una iglesia local, bajo la guía de pastores que estén alertas a las sensibilidades religiosas, culturales y pastorales del pueblo, y bajo la guía de las Conferencias de Obispos que estén más deseosas a preservar el sentido de la continuidad sagrada e histórica de la liturgia católica. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos continuará ofreciendo asistencia fraternal a estos más edificantes esfuerzos.
La Liturgia es la oración eterna de Cristo el Sumo Sacerdote, ofreciéndose a sí mismo por el Espíritu Santo en su cuerpo viviente la Iglesia. Confiamos con seguridad nuestro trabajo de promover el culto loable de Dios a la intercesión de Nuestra Señora de Lanka, a cuyo santuario los participantes hicieron una peregrinación durante la convención en Colombo.
Cardenal Francis Arinze
Prefecto
Malcolm Ránjith
Arzobispo Secretario
Cardenal Joseph Zen Ze-kium, S.D.B.
Obispo de Hong Kong
Orlando Quevedo, O.M.I.
Arzobispo de Cotabato y secretario General de FABC
Romulo G. Valles
Arzobispo de Zamboanga, Las Filipinas
Tomás Menamparampil, S.D.B.
Arzobispo de Guwahati, India
Colombo, 20 de Septiembre de 2008
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
El texto de la “Declaración de Colombo” en inglés
http://www.fides.org/eng/documents/Allegato_SRI_LANKA.doc
ZENIT publica el discurso que pronunció Benedicto XVI tras la celebración eucarística que presidió a las 18.00 horas del martes, 28 de Octubre de 2008, en la Basílica de San Pedro del Vaticano el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, para celebrar el quincuagésimo aniversario de la elección como Papa de Juan XXIII.
Señor cardenal secretario de Estado,
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas:
Me complace poder compartir con vosotros este homenaje al beato Juan XXIII, mi querido predecesor, en el aniversario de su elección a la cátedra de Pedro. Me alegro con vosotros por la iniciativa y doy gracias al Señor que nos permite revivir el anuncio de "gran alegría" (gaudium magnum) que resonó hace cincuenta años en este día a esta hora desde el balcón de la Basílica Vaticana.
Fue un preludio y una profecía de la experiencia de paternidad, que Dios nos habría ofrecido abundantemente a través de las palabras, los gestos y el servicio eclesial del Papa Bueno. La gracia de Dios preparaba una estación comprometedora y prometedora para la Iglesia y para la sociedad, y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, el buen terreno para hacer germinar la concordia, la esperanza, la unidad y la paz, para el bien de toda la humanidad. El papa Juan presentó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo. De este modo, en las fuertes contraposiciones de su tiempo, el Papa fue un hombre y pastor de paz, que supo abrir en Oriente y en Occidente inesperados horizontes de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos.
La diócesis de Bérgamo está de fiesta y no podía perderse el encuentro espiritual con su hijo más ilustre, "un hermano convertido en padre por voluntad de nuestro Señor", como él mismo dijo. Junto a la confesión del apóstol Pedro descansan sus venerados restos mortales. Desde este lugar amado por todos los bautizados, él os repite: "Soy Giuseppe, vuestro hermano". Habéis venido para reafirmar los lazos comunes y la fe los abre a una dimensión verdaderamente católica. Por este motivo, habéis querido encontraros con el obispo de Roma, que es padre universal. Os guía vuestro pastor, monseñor Roberto Amadei, acompañado por vuestro obispo auxiliar. Doy las gracias a monseñor Amadei por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos y expreso a cada uno mi gratitud por vuestro afecto y devoción. Me siento alentado por vuestra oración, mientras os exhorto a seguir el ejemplo y la enseñanza del Papa, vuestro coterráneo. El siervo de Dios Juan Pablo II lo proclamó beato, reconociendo que las huellas de su santidad de padre y de pastor seguían resplandeciendo ante toda la familia humana.
En la santa misa presidida por el señor cardenal secretario de Estado la Palabra de Dios os ha acogido e introducido en la acción de gracias perfecta de Cristo al Padre. En Él encontramos a los santos y beatos, y a cuantos nos han precedido en el signo de la fe. Su herencia está, pues, en vuestras manos. Un don verdaderamente especial, ofrecido a la Iglesia con Juan XXIII, fue el Concilio Ecuménico Vaticano II, decidido por él, preparado e iniciado. Todos estamos comprometidos en acoger de manera adecuada ese don, meditando en sus enseñanzas y traduciendo en la vida sus indicaciones operativas. Es lo que vosotros mismos habéis tratado de hacer en estos años, como individuos y como comunidad diocesana. En particular, recientemente, os habéis comprometido en el Sínodo diocesano, dedicado a la parroquia: en él habéis vuelto al manantial conciliar para sacar la luz y el calor necesarios para volver hacer de la parroquia una articulación viva y dinámica de la comunidad diocesana. En la parroquia se aprende a vivir concretamente la propia fe. Esto permite mantener viva la rica tradición del pasado y volver a proponer los valores en un ambiente social secularizado, que se presenta con frecuencia hostil e indiferente. Precisamente, pensando en situaciones de este tipo, el Papa Juan dijo en la encíclica Pacem in terris: los creyentes "sean como centellas de luz, viveros de amor y levadura para toda la masa. Efecto que será tanto mayor cuanto más estrecha sea la unión de cada alma con Dios" (n. 164). Este fue el programa de vida del gran pontífice y en esto puede convertirse el ideal de todo creyente y de toda comunidad cristiana que sepa encontrar, en la celebración eucarística, la fuente del amor gratuito, fiel y misericordioso de Crucificado resucitado.
Permitidme que mencione en particular a la familia, sujeto central de la vida eclesial, seno de educación en la fe y célula insustituible de la vida social. En este sentido, el futuro Papa Juan escribía en una carta a los familiares: "La educación que deja huellas más profundas siempre es la de casa. Yo me he olvidado de mucho de lo que he leído en los libros, pero recuerdo muy bien todavía todo lo que aprendí de los padres y ancianos" (20 de diciembre de 1932). En particular, en la familia se aprende a vivir el precepto cotidiano y fundamental del amor. Precisamente por este motivo la Iglesia atribuye tanta importancia a la familia, pues tiene la misión de manifestar por doquier, por medio de sus hijos, "la grandeza de la caridad cristiana, para lo cual no hay nada más válido para extirpar las semillas de discordia, no hay nada más eficaz para favorecer la concordia, la justa paz y la unión fraterna de todos" (Gaudet Mater Ecclesia, 33).
Concluyendo, vuelvo a referirme a la parroquia, tema del Sínodo diocesano. Vosotros conocéis la solicitud del Papa Juan XXIII por este organismo tan importante para la vida eclesial. Con mucha confianza el Papa Roncalli confiaba a la parroquia, familia de familias, la tarea de alimentar entre los fieles los sentimientos de comunión y de fraternidad. Plasmada por la Eucaristía, la parroquia podrá convertirse --según él creía-- en levadura de sana inquietud en el difundido consumismo e individualismo de nuestro tiempo, despertando la solidaridad y abriendo en la fe la mirada del corazón para reconocer al Padre, que es amor gratuito, deseoso de compartir con los hijos su misma alegría.
Queridos amigos: os ha acompañado en Roma la imagen de la Virgen que el Papa Juan recibió como don en su visita a Loreto, pocos días antes de la inauguración del Concilio. Quiso que la estatua fuera colocada en el seminario episcopal dedicado a su nombre en la diócesis natal, y veo con alegría que hay muchos seminaristas entusiasmados con su vocación. Pongo en las manos de la Madre de Dios a todas las familias y parroquias, proponiéndoles el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret: que ellas sean el primer seminario y sepan hacer crecer en su ámbito vocaciones al sacerdocio, a la misión, a la consagración religiosa, a la vida familiar, según el corazón de Cristo. En una famosa visita durante los primeros meses de su pontificado, el beato preguntó a quienes le escuchaban cuál era sentido de aquel encuentro y el Papa mismo dio la respuesta: "El Papa ha puesto sus ojos en los vuestros y su corazón junto a vuestro" (en su primera Navidad como Papa, 1958). Pido al Papa Juan que nos permita experimentar la cercanía de su mirada y de su corazón para sentirnos verdaderamente familia de Dios.
Con estos deseos, imparto con gusto mi afectuosa benedición a los peregrinos de Bérgamo, en particular a los de Sotto il Monte, cuna del beato pontífice, que tuve la alegría de visitar hace unos años, así como a las autoridades, a los fieles romanos y orientales aquí presentes, y a todas las personas queridas.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT ofrece a continuación el texto íntegro de la catequesis pronunciada, el miércoles 29 de Octubre de 2008, por el Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas:
en la experiencia personal de san Pablo hay un dato incontrovertible: mientras al principio había sido un perseguidor y había utilizado la violencia contra los cristianos, desde el momento de su conversión en el Camino de Damasco, se había pasado a la parte de Cristo crucificado, haciendo de Él la razón de su vida y el motivo de su predicación. La suya fue una existencia enteramente consumida por las almas (cfr 2 Cor 12,15), para nada tranquila y resguardada de insidias y dificultades. En el encuentro con Jesús se había aclarado el significado central de la Cruz: había comprendido que Jesús había muerto y resucitado por todos y por él mismo. Ambas cosas eran importantes; la universalidad: Jesús había muerto realmente por todos, y la subjetividad: Él ha muerto también por mí. En la Cruz, por tanto, se había manifestado el amor gratuito y misericordioso de Dios. Este amor Pablo lo experimentó ante todo en sí mismo (cfr Gal 2,20) y de pecador se convirtió en creyente, de perseguidor en apóstol. Día tras día, en su nueva vida, experimentaba que la salvación era "gracia", que todo descendía del amor de Cristo y no de sus méritos, que por otro lado no existían. El "evangelio de la gracia" se convirtió así en la única forma de entender la Cruz, el criterio no sólo de su nueva existencia, sino también la respuesta a sus interlocutores. Entre estos estaban, ante todo, los judíos que ponían su esperanza en las obras y esperaban de estas la salvación; estaban también los griegos, que oponían su sabiduría humana a la cruz; finalmente, había ciertos grupos heréticos, que se habían formado su propia idea del cristianismo según su propio modelo de vida.
Para san Pablo la Cruz tiene un primado fundamental en la historia de la humanidad; representa el punto principal de su teología, porque decir Cruz quiere decir salvación como gracia dada a toda criatura. El tema de la cruz de Cristo se convierte en un elemento esencial y primario de la predicación del Apóstol: el ejemplo más claro tiene que ver con la comunidad de Corinto. Frente a una Iglesia donde estaban presentes de forma preocupante desórdenes y escándalos, donde la comunión estaba amenazada por partidos y divisiones internas que comprometían la unidad del Cuerpo de Cristo, Pablo se presenta no con sublimidad de palabras o de sabiduría, sino con el anuncio de Cristo, de Cristo crucificado. Su fuerza no es el lenguaje persuasivo sino, paradójicamente, la debilidad y el temblor de quien se confía solo al "poder de Dios" (cfr1 Cor 2,1-4). La Cruz, por todo lo que representa y también por el mensaje teológico que contiene, es escándalo y necedad. Lo afirma el Apóstol con una fuerza impresionante, que es mejor escuchar de sus mismas palabras: "La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios... quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles" (1 Cor 1,18-23).
Las primeras comunidades cristianas, a las cuales Pablo se dirige, saben muy bien que Jesús ahora está resucitado y vivo; el Apóstol quiere recordar no solo a los Corintios y a los Gálatas, sino a todos nosotros que el Resucitado es siempre Aquel que ha sido crucificado. El "escándalo" y la "necedad" de la Cruz están precisamente en el hecho que ahí donde parece haber solo fracaso, dolor, derrota, precisamente allí está todo el poder del Amor ilimitado de Dios, porque la Cruz es expresión de amor y el amor es el verdadero poder que se revela precisamente en esta aparente debilidad. Para los judíos la Cruz es skandalon, es decir, trampa o piedra de tropiezo: parece obstaculizar la fe del pío israelita, que no consigue encontrar nada parecido en las Sagradas Escrituras. Pablo, con no poco valor, parece decir aquí que la apuesta es altísima: para los judíos, la Cruz contradice la esencia misma de Dios, que se ha manifestado con signos prodigiosos. Por tanto, aceptar la Cruz de Cristo significa realizar una profunda conversión en el modo de relacionarse con Dios. Si para los judíos el motivo de rechazo de la Cruz se encuentra en la Revelación, es decir, en la fidelidad al Dios de sus padres, para los griegos, es decir, los paganos, el criterio de juicio para oponerse a la Cruz es la razón. Para estos últimos, de hecho, la Cruz es moría, necedad, literalmente te insipidez, alimento sin sal; por tanto, más que un error, es un insulto al buen sentido.
Pablo mismo en más de una ocasión tuvo la amarga experiencia del rechazo del anuncio cristiano juzgado "insípido", irrelevante, ni siquiera digno de ser tomado en consideración en el plano de la lógica racional. Para quien, como los griegos, buscaba la perfección en el espíritu, en el pensamiento puro, ya era inaceptable que Dios se hiciera hombre, sumergiéndose en todos los límites del espacio y del tiempo. ¡Por tanto era decididamente inconcebible creer que un Dios pudiera acabar en una Cruz! Y vemos como esta lógica griega es también la lógica común de nuestro tiempo. El concepto de apátheia, indiferencia, como ausencia de pasiones en Dios, ¿cómo habría podido comprender a un Dios hecho hombre y derrotado, que incluso luego habría recuperado su cuerpo para vivir como resucitado? "Te escucharemos sobre esto en otra ocasión" (Hch 17,32) le dijeron despreciativamente los Atenienses a Pablo, cuando oyeron hablar de la resurrección de los muertos. Creían que la perfección era liberarse del cuerpo, concebido como prisión; ¿cómo no considerar una aberración recuperar el cuerpo? En la cultura antigua no parecía haber espacio para el mensaje del Dios encarnado. Todo el acontecimiento "Jesús de Nazaret" parecía estar marcado por la más total insipidez y ciertamente la Cruz era el punto más emblemático.
¿Pero por qué san Pablo precisamente de esto, de la palabra de la Cruz, ha hecho el punto fundamental de su predicación? La respuesta no es difícil: la Cruz revela "el poder de Dios" (cfr1 Cor 1,24), que es diferente del poder humano; revela de hecho su amor: "Porque la necedad divina es más divina es más sabida que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres" (ivi v. 25). A siglos de distancia de Pablo, vemos que ha vencido la Cruz y no la sabiduría que se opone a Cruz. El Crucificado es sabiduría, porque manifiesta de verdad quien es Dios, es decir poder de amor que llega hasta la Cruz para salvar al hombre. Dios se sirve de modos e instrumentos que a nosotros nos parecen a primera vista sólo debilidad. El Crucificado desvela, por una parte, la debilidad del hombre, y por otra, el verdadero poder de Dios, es decir, la gratuidad del amor: precisamente esta gratuidad total del amor es la verdadera sabiduría. De esto san Pablo ha hecho experiencia hasta en su carne, y nos da testimonio de ello en varios pasajes de su recorrido espiritual, que se han convertido en puntos de referencia precisos para todo discípulo de Jesús: "Él me dijo: Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza" (2 Cor 12,9); y aún: "ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte" (1 Cor 1,28). El Apóstol se identifica hasta tal punto con Cristo que él también, aunque en medio de tantas pruebas, vive en la fe del Hijo de Dios que le amó y se entregó por los pecados suyos y de todos (cfr Gal 1,4; 2,20). Este dato autobiográfico del Apóstol es paradigmático para todos nosotros.
San Pablo ofreció una admirable síntesis se la teología de la Cruz en la segunda Carta a los Corintios (5,14-21), donde todo está contenido en dos afirmaciones fundamentales: por una parte Cristo, a quien Dios ha tratado como pecado a favor nuestro (v. 21), ha muerto por todos (v. 14); por otra, Dios nos ha reconciliado consigo, no imputándonos a nosotros nuestras culpas (vv. 18-20). Por este "ministerio de la reconciliación" toda esclavitud ha sido rescatada (cfr 1 Cor 6,20; 7,23). Aquí aparece cómo todo esto es relevante para nuestra vida. También nosotros debemos entrar en este "ministerio de la reconciliación", que supone siempre la renuncia a la propia superioridad y la elección de la necedad del amor. San Pablo ha renunciado a su propia vida dándose totalmente a sí mismo para el ministerio de la reconciliación, de la Cruz que es salvación para todos nosotros. Y esto debemos saber hacer también nosotros: podemos encontrar nuestra fuerza precisamente en la humildad del amor y nuestra sabiduría en la debilidad de renunciar para entrar así en la fuerza de Dios. Debemos formar nuestra vida sobre esta verdadera sabiduría: no vivir para nosotros mismos, sino vivir en la fe en ese Dios del que todos podemos decir: "Me ha amado y se ha dado a sí mismo por mí".
[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
La experiencia de Pablo camino de Damasco cambió totalmente su existencia que quedó marcada por el significado central de la Cruz: entendió que Cristo había muerto y resucitado por él y por todos. La Cruz tiene un lugar principal en la historia de la humanidad y es objeto continuo de la teología paulina. La Cruz es "escándalo y necedad" (1 Co 1,18-23): donde parece reinar sólo el dolor y la debilidad, es donde está todo el poder del Amor infinito de Dios. La Cruz es el "centro del centro" del misterio cristiano. Ciertamente la encarnación y la resurrección son misterios centrales del cristianismo; pero San Pablo ve en la Cruz la manifestación más elocuente del Amor de Dios por nosotros.
Para el Apóstol, Cristo crucificado es sabiduría, porque manifiesta en verdad quién es Dios, y nos muestra el amor que salva al hombre de manera gratuita. Esta total gratuidad es la verdadera sabiduría. En la segunda carta a los Corintios (5,14-21), Pablo expresa en dos afirmaciones su experiencia del Crucificado. En primer lugar, Dios ha tratado como pecado a Cristo que ha muerto por todos, ha expiado nuestro pecado. En segundo lugar, Dios nos ha reconciliado consigo, sin imputarnos nuestras culpas. Los creyentes podemos decir con San Pablo: "¡Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de Cristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo!" (Ga 6, 14).
Saludo a los peregrinos de lengua española, especialmente a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países de Latinoamérica. Que Dios, en este Año Paulino, os ayude a profundizar en el misterio de Cristo, muerto y resucitado por todos.
Muchas gracias.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h. publicado en EL DÍA el 29 de Octubre de 2008 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “Luz en el Camino
Luz en el Camino Fernando Lorente, h.o.
Las relaciones de la persona humana
CON EL ORDEN divino, natural y moral. Para comprender mejor este enunciado es preciso querer entender bien que, los principios ordenadores de la vida del ser humano en sociedad nos los da a conocer la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). El ser humano es destinatario principal de la enseñanza social católica. Por eso, esta centralidad de la persona humana se ha reforzado a partir de la época del Papa Juan XXIII y de los textos del Concilio Vaticano II. Conozcamos esta realidad histórica.
Este Papa, tan anciano y tan vivo en lo humano y en lo divino, en su carta encíclica "Mater e Magistra", de 1961, ya pudo proclamar sin reparo alguno que "toda doctrina social se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana". Y Juan Pablo II, en su encíclica "Centesimus agnus", de 1991, reafirmó que "el hombre, comprendido en su realidad histórica concreta, representa el corazón y el alma de la naturaleza social católica. A partir, pues, del Concilio Vaticano II, la doctrina social de la Iglesia ha subrayado, de una manera muy singular, el papel de la persona humana. Pero esto no equivale a antropocentrismo, porque, como bien recuerda, en 1966, la Constitución pastoral "Gaudium et espes", "la exaltación y afirmación del ser humano constituye una forma de ateísmo". Y en l993, en su otra encíclica "Véritas Splendor", afirma también: "El ser humano es ciertamente libre, desde el momento en que puede comprender y acoger los mandamientos de Dios. Y posee una libertad muy amplia, porque puede comer de cualquier árbol del jardín. Pero esta libertad no es ilimitada: el ser humano debe detenerse ante el árbol de la ciencia del bien y del mal, por estar llamado a aceptar la ley moral que Dios le da. En realidad -concluye Juan Pablo II-, la libertad del ser humano encuentra su verdadera y plena libertad y plena realización en esta aceptación".
Por tanto, la persona humana está vinculada, en primer lugar, al orden divino y natural. Juan Pablo II, en esta última encíclica suya de 1993, deja subrayado que "el ejercicio de la libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y aúna todos los derechos y deberes". Esta ley natural, según nos dice santo Tomás en su "Suma Teológica", "no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que no se debe evitar. Esta luz o Ley de Dios la ha donado a la creación". En otras palabras, y como nos dice el mismo santo Tomás, la ley natural consiste "en la participación en la ley eterna, que se identifica con Dios mismo".
Esta ley se llama natural porque la razón que la promulga es propia de la naturaleza humana. Y es universal porque se extiende a todos los seres humanos en cuanto establecida por la razón. En sus preceptos principales, el orden divino y natural, está expuesto en el Decálogo "la Ley de Dios".
En segundo término, la persona humana está vinculada a un orden moral, que trae causa de la aplicación del orden divino y natural de la vida del ser humano en sociedad. De este modo, el recto ejercicio de la libertad personal exige unas determinadas condiciones de orden económico, social, jurídico y cultural. Todos estos órdenes no son sino manifestaciones particulares de un único orden moral A ellos, en todo caso, va consagrada buena parte de la doctrina social de la Iglesia.
Terminamos, recogiendo esta luz conciliar: la Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo espíritu a todos los seres humanos de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que preemite y consolida el diálogo sincero. Esta meta insustituible requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el diálogo entre todos los que integran el único Pueblo de Dios (Constitución "Gaudium et spes", nº 92) y el pueblo político legitimado. En uno y en otro, por parte de seguidores que este presente la gran advertencia pastoral del recordado Papa Juan XXIII (en l959): "Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo".
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
Desde la Comisón Justicia y Paz de Tenerife nos remitan "Claves para combatir la pobreza" de Justicia y Paz.
Claves para Combatir la pobreza, Construir la paz
"Adjuntamos un material elaborado y/o seleccionado por Justicia y Paz que puede servir de ayuda para la reflexión en torno a la situación de pobreza y crisis actual y a nuestra toma de postura, tanto personal como colectiva, ante la misma.
Esperamos que pueda servir como instrumento para nuestro trabajo de sensbilización denuncia y compromiso solidario". COMISIÓN D. JUSTICIA Y PAZ TENERIFE
Índice
Introducción ……………………………………………………………………. 3
Pobreza y deuda externa ……………………………………………………….. 4
Pobreza y alimentación ………………………………………………………… 7
Pobreza y educación …………………………………………………………… 10
Pobreza, burbuja financiera y crisis alimentaria ……………………………….. 13
Introducción
Cuando la oficina de prensa de la Santa Sede hizo público, el día 1 de Julio, que el lema elegido por Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2009 sería “Combatir la pobreza, construir la paz”, puso de manifiesto que el Papa, con la elección de este tema, denuncia nuevamente el escándalo de la pobreza y subraya la necesidad de una respuesta urgente de la familia humana ante esta grave cuestión.
Con Gaudium et Spes, el Papa señala que «el escándalo de la pobreza pone de manifiesto que los actuales sistemas de convivencia no son adecuados para promover la realización del bien común. Ello indica que es necesario reflexionar sobre las raíces profundas de la pobreza material y, por lo tanto, también sobre la miseria espiritual que hace que el hombre permanezca indiferente ante los sufrimientos del prójimo».
Desde la Comisión General de Justicia y Paz, animados por el tema a que se dedica el Mensaje para la Jornada mundial de la Paz de 2009 y conscientes del aspecto multiforme que la pobreza presenta, así como de su relación con muy diversos factores, estamos publicando, semanalmente, a lo largo del último trimestre de 2008, nuestras reflexiones sobre diversos aspectos relacionados con la pobreza, (que se irán incorporando a la publicación que ahora presentamos).
Con independencia de las distintas funcionalidades que se le puedan dar a estos materiales, puede ser de interés su utilización como apoyo o complemento a la presentación y difusión del contenido del Mensaje, que también se incorporará a esta publicación.
Queremos hacer referencia en esta presentación a la Acción Concertada de la Conferencia de Comisiones de Justicia y Paz de Europa que tomando como título el salmo 118, 19 “Abridme las puestas a la justicia”, apela a resistir la tentación de creer que los problemas de la justicia afectan a “otros”. El camino a la humanidad, que merece este nombre, conduce a los pobres y sólo puede ser caminado con ellos. El Reino de Dios está basado en la justicia, que si es auténtica tendrá como fruto la paz.
Desde nuestra convicción de que el combate contra la pobreza es la única manera de construir la paz, que nace de la auténtica justicia, ponemos a disposición de todos esta publicación.
Pobreza y Deuda Externa
Francesc Benítez
Justícia i Pau Barcelona
Para explicar la relación entre la Pobreza y la Deuda Externa, lo primero que hemos de hacer es superar la tentación de caer en los lugares comunes a que nos llevan las palabras, sobre todo cuando son conceptos abstractos. Cuando hablamos de “Pobreza” nos estamos refiriendo a la suma de las vidas de cientos de millones de personas que no tienen garantizados sus Derechos Humanos fundamentales, como la disposición de alimentos y agua, o el acceso a la sanidad, la vivienda y la educación. Sin embargo, al hablar de Deuda Externa, nos estamos refiriendo a un tipo especial de deuda: aquella que tienen los países donde viven los cientos de millones de seres humanos a los que nos referíamos más arriba contraída con los países ricos, en los que sí se garantizan las necesidades básicas y los Derechos Humanos a sus habitantes. Este pago supone para los estados empobrecidos una transferencia anual total aproximada del triple de lo que haría falta para garantizar el acceso a la educación básica, la infraestructura sanitaria, la alimentación adecuada y el acceso al agua potable de todos los seres humanos1.
¿Por qué los países pobres que solemos denominar del “Sur” pagan anualmente a los países ricos, del “Norte”, estas brutales cantidades de recursos económicos cuando sus habitantes no tienen garantizado su sustento, su salud y su educación? Seguramente, la mayoría de los lectores no necesitará más análisis socioeconómicos ni geopolíticos para intuir que existe una gran injusticia implícita en esta situación.
El origen de la Deuda Externa de los países pobres a los países ricos se encuentra en los préstamos que los gobiernos de aquellos recibieron en el pasado por parte de los gobiernos del “Norte”, de bancos privados extranjeros, o de Instituciones Financieras Internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o los Bancos Regionales de Desarrollo. El pago anual de estos préstamos por parte de los países empobrecidos que incluye los intereses y amortizaciones del capital prestado es lo que se denomina Servicio de la Deuda. Para hacernos una idea de la magnitud de las cifras, en 2005 los países pobres debían unos 2,8 billones de dólares USA, y ese mismo año pagaron aproximadamente unos 450.000 millones de dólares USA en cuanto al Servicio de la Deuda2.
Lejos de lo que podría parecer teniendo en cuenta el compromiso adquirido por la comunidad internacional en la definición de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la tendencia de la Deuda Externa y del Servicio de la Deuda observada en el periodo entre 1995 y 2005 es de aumento. El hecho de que casi la mitad de lo que los países del Sur pagan anualmente a los del Norte sean los intereses del préstamo, que también se han incrementado, hace que sea prácticamente imposible frenar la tendencia al crecimiento del total de la deuda, con lo que ésta resulta impagable a efectos prácticos.
Las consecuencias de estos pagos para los países pobres del Sur son catastróficas. Existen significativos casos en que las cantidades que los estados abonan en cuanto al Servicio de la Deuda superan varias veces lo que destinan a salud y educación3. Así mismo, si se compara lo que se paga anualmente debido a la deuda con lo que se recibe en concepto de ayuda por parte de los países del Norte, las cifras siguen siendo incongruentes: en 2005 los países del Sur pagaron al Norte por la deuda casi cinco veces más de lo que recibieron en concepto de Ayuda Oficial al Desarrollo. Por tanto, volvemos al foco inicial de nuestra reflexión: los ciudadanos de los países pobres son las principales víctimas de la presión y estrangulamiento que suponen para sus gastos públicos y economías la tiranía del pago anual de la Deuda Externa.
Si la situación anterior ya sería suficiente para calificar la Deuda Externa de inmoral, el aspecto más grave es que en la mayor parte de los casos, la deuda es ilegítima y se sustenta en su origen en préstamos contraídos en contra de los intereses de los ciudadanos y del bienestar de la población. Así, podríamos encontrar multitud de casos en que inicialmente los préstamos fueron realizados para financiar una dictadura, para comprar armas que se usaron para amedrentar a las poblaciones civiles, para financiar infraestructuras cuyo principal beneficiario eran empresas transnacionales del Norte, para proyectos amparados en un falso desarrollo con graves impactos económicos y medioambientales; o se perdieron en el camino sin llegar nunca al estado receptor debido a la corrupción o al soborno de sus élites.
Una vez que hemos examinado muy por encima los aspectos de injusticia, inmoralidad, e ilegitimidad que envuelven la Deuda Externa para los seres humanos que habitan en los países empobrecidos, no podemos dejar de plantear qué actuaciones pueden ser propuestas desde la sociedad civil comprometida con la solidaridad y la erradicación de la pobreza en el mundo.
En primer lugar, exigir a nuestros gobiernos la cancelación incondicional de la Deuda Externa a los países deudores empobrecidos del Sur. Lo que deben estos países representa aproximadamente un 4% de la deuda total mundial, con lo que el sistema financiero internacional prácticamente no se vería afectado por esta cancelación. En esta línea ya existe un notable precedente como el de Noruega en 2006, que ha sido el primer país en cancelar una deuda que afectaba a Egipto, Ecuador, Perú, Jamaica y Sierra Leona debido a su ilegitimidad manifiesta. En nuestro caso, cabe recordar que España, que aprobó una insuficiente Ley Reguladora de la Gestión de la Deuda Externa en noviembre de 2006, es acreedora de unos 9.500 millones de euros que deben un conjunto de unos 80 países entre los que están Cuba, Argentina, Egipto, Indonesia, Angola y Costa de Marfil4.
En segundo lugar, desde los estados del Norte se debe facilitar y colaborar plenamente en la ejecución de las denominadas Auditorías Públicas Integrales de Deuda por iniciativa propia o por parte de los estados deudores del Sur para determinar la legitimidad o ilegitimidad de la misma estudiando detalladamente cual fue su origen, quien tomó el préstamo, qué intereses había detrás, en qué circunstancias se realizó, o como se gestionó.
En conclusión, la Deuda Externa es uno de los ejemplos actuales más evidentes de cómo los países del Norte impiden explícitamente al Sur la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, afectando transversalmente a la mayoría de los mismos (erradicación de la pobreza, salud, educación y desarrollo), y por tanto, uno de los principales focos sobre los que la sociedad civil debe presionar a los estados e Instituciones Financieras Internacionales para conseguir la erradicación de la pobreza en el mundo.
Para saber más:
Ramos, Laura (2006) Los Crímenes de la Deuda. Barcelona: Icaria Editorial
Observatorio Internacional de la Deuda (http://www.oid-ido.org)
Observatorio de la Deuda en la Globalización (http://www.odg.cat)
Pobreza: Alimentación
Tica Font
Comisión General de Justicia y Paz
Justícia i Pau Barcelona
Los entendidos en agricultura afirman que a lo largo de la historia de la humanidad nunca se han producido tantos alimentos como hasta ahora, en cambio más del 10% de la humanidad sufre desnutrición y hambre. Desde la FAO informan que 854 millones de personas sufren hambre, al mismo tiempo que 1.600 millones de personas sufren de sobrepeso y 400 millones son obesos. El hambre y el sobrepeso son síntomas de un mismo problema, tanto los famélicos como los obesos están relacionados entre sí por el sistema de producción y consumo de alimentos; por esta razón la búsqueda de soluciones para erradicar el hambre en el mundo podría ayudar a prevenir o mejorar las próximas pandemias mundiales (diabetes II y las afecciones cardíacas) ligadas a la obesidad.
La misma FAO nos informa que las principales causas de la pobreza y la subnutrición están ligadas a catástrofes humanas como la guerra o a catástrofes naturales como la sequía persistente y no a la falta de alimentos. También destaca que las principales bolsas de pobreza y hambre se concentran en zonas rurales, un 70% de los pobres de los países en desarrollo vive en zonas rurales y dependen de la agricultura como medio de subsistencia, es decir, en el medio rural los problemas de subnutrición los padecen los agricultores; a la vez que la pobreza y subnutrición está aumentando en la periferia de las zonas urbanas, debido a la emigración de agricultores hacia las ciudades.
Entre las razones por las cuales los agricultores de las zonas rurales representan el grueso de personas pobres y subnutridas, están la falta de recursos vitales como tierras, agua o semillas, la falta de créditos para pagar semillas, abonos, pesticidas, agua, máquinas…; también porque la agricultura actual es eminentemente de monocultivo, con lo cual el agricultor vive de su venta y depende del precio que marquen las multinacionales y de las reglas internacionales de comercio.
El estilo de vida urbano con largos desplazamientos laborales, falta de tiempo, etc. junto con una mayor implantación de la industria agroalimentaria y de sus comidas y bebidas elaboradas, ha comportado cambios en la dieta incorporando un aumento del consumo de carbohidratos refinados, grasas y aceites procesados. Estos cambios en la dieta de las personas humildes tanto de países ricos como de países en desarrollo, han provocado un aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad.
Impera la creencia que el hambre es un problema de pobres y la obesidad un problema de ricos. Parte de esta creencia es falsa, dos terceras partes de las personas obesas o con sobrepeso, viven en países con ingresos bajos o medios; en los países ricos las comunidades afroamericasnas y los latinos padecen más obesidad que la comunidad blanca. El sobrepeso y la subnutrición afectan mayoritariamente a las personas con menores recursos económicos.
En esta historia sobre los alimentos, tanto los agricultores como los consumidores estamos unidos frente a las grandes corporaciones, que con su obsesión por los beneficios económicos controlan las variedades y la producción de alimentos que después los consumidores encuentran en las estanterías de los supermercados. Aunque un consumidor quiera comprar comida sana y suponiendo que pueda hacerlo (cosa casi imposible) éste se encuentra atrapado por el agronegocio. Cuando un consumidor intenta comprar aquellos tomates con el sabor que recuerda de pequeño, le resulta imposible, solamente encuentra las variedades de tomate canario, de pera o de ensalada, ya no se ven en el mercado ni en los estantes del supermercado los tomates o las manzanas que comíamos de pequeños; tenemos recuerdos de sabores de manzanas y peras que ahora no encontramos. De manzanas no hay más de seis variedades que se puedan comprar Golden, Fuji, Gala...; estas mismas variedades las encuentras en todos los supermercados de España, Europa, etc. ¿Por qué? Para el consumidor, estas variedades son más atractivas, tienen la piel más bonita y brillante; pero para la industrial estas variedades soportan mejor el transporte de largas distancias, la piel no se daña con tanta facilidad, toleran los productos de encerado y limpieza mecánica, responden bien a los pesticidas y a la producción industrial, etc. estas características hacen disminuir las pérdidas de piezas de fruta desde su recolección en el campo hasta el consumidor. Estas son las razones por las que no encontramos manzanas reineta o tomates de Montserrat, etc. aquellas variedades que no son tan vistosas o que dan problemas a la industria, no se producen.
En definitiva, no somos nosotros los consumidores los que escogemos lo que queremos comer. El consumidor solamente puede escoger entre las tres variedades de tomates que hay en las estanterías y no son los agricultores los que escogen la variedad a sembrar, es la agroindustria quien decide por los dos, agricultores y consumidores, en función de sus intereses económicos. Ahora bien el consumidor ante la abundancia de comida en los estantes, solemos pensar que tenemos la libertad de escoger lo que comemos, pero en definitiva nuestro menú no se confecciona a partir de lo que escogemos, o la estación del año o del país en el que vivimos, el menú es el mismo en cualquier parte del mundo, independientemente de la geografía y la estacionalidad.
La situación actual de producción y comercialización de los alimentos en el mundo globalizado, se revela insostenible por sus graves repercusiones sociales (migraciones campo-ciudad, explotación laboral, pobreza creciente,...), económicas (destrucción de mercados locales y regionales, destrucción de puestos de trabajo en la agricultura,...) y ambientales (destrucción de recursos agroecológicos, pérdida de biodiversidad, contaminación,...).
Los movimientos sociales más grandes del mundo están descubriendo maneras diferentes de pensar y vivir la comida, uno de los movimientos sociales más importantes del Sur Vía Campesina, agrupa a miles de organizaciones de agricultores que reniegan de las políticas de producción de alimentos y del papel que se les asigna en su producción. Por otra parte en los entornos urbanos, eminentemente del Norte, han aparecido movimientos que critican y plantean alternativas a los alimentos industrializados como los grupos ligados al Movimiento Slow Food, cooperativas o redes de consumo orgánico, la revista Opcions,…
Solucionar el problema del hambre y las enfermedades relacionadas con la dieta pasa por nutrirnos y cultivar alimentos de una manera diferente, pasa por cultivar alimentos ecológicamente sostenibles y socialmente justos. Comer alimentos frescos, orgánicos, producidos localmente, de temporada y a un precio justo para el agricultor resulta caro y no todas las personas se lo pueden permitir. Comer bien, de manera saludable para nuestro organismo, con respeto hacia la naturaleza, etc., es caro y aquellos que no tienen suficientes recursos o no tienen tiempo para escoger y cocinar los alimentos, quedan relegados a comer alimentos de baja calidad y procedentes de la agroindustria.
Pobreza y Educación
Melchor Prats Munarriz
Justicia y Paz de Cádiz
Ríos de tinta se han gastado en artículos, informes y libros hablando de la pobreza.
Constituciones, declaraciones, convenciones, cumbres y tratados persiguen la eliminación de la pobreza.
Organismos internacionales, fundaciones, ONG y asociaciones se crean para erradicar esta lacra, sus causas (las injusticias) y sus manifestaciones (muerte o exclusión social).
Carta de las Naciones Unidas. NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS…a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas
UNESCO. El objetivo de la Organización es construir la paz en la mente de los hombres mediante la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación.
Declaración de los Derechos Humanos (DDHH). Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…La Asamblea General proclama: Artículo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Artículo 26:
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Const. Past. Gaudium et spes, 69. La Iglesia manifiesta el uso justo de los bienes creados: “Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene para el uso de todos los hombres y pueblos de modo que los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la guía de la justicia y el acompañamiento de la caridad.”
DATOS:
10 millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años por causas evitables.
800 millones de personas no tienen acceso a la comida suficiente para alimentarse.
1.100 millones sobreviven con menos de 1 € diario.
1.200 millones de personas no tienen agua potable.
50 millones de infectados por el sida y la gran mayoría sin ningún tratamiento ni atención.
El 70% de pobres del planeta son mujeres.
75 millones de niños no reciben enseñanza primaria.
774 millones de adultos no han tenido oportunidad de aprender a leer y escribir.
La “brecha” de pobreza va en aumento. Los países ricos son cada vez más ricos y los países pobres, son cada vez más pobres. Esta “brecha” se repite en el interior de cada país.
¿Por qué no se cumple la resolución de la ONU de ¡1970!, de destinar el 0,7 del PIB al desarrollo humano sostenible de los países empobrecidos?. Hoy sólo cinco países lo cumplen
¿Por qué hay hambre si, según la FAO, se podría alimentar en condiciones normales con 2.700 calorías por día, a 12.000 millones de personas y somos 6.000 millones de seres humanos?
¿Por qué no se pone el empeño suficiente en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)?
Porque tenemos un sistema, el capitalismo liberal, que No está centrado en la dignidad de la persona, sino en la obtención del máximo beneficio, no importa cómo. La persona es una mercancía más de la economía de mercado.
A los que de verdad gobiernan el mundo, a los que mueven los hilos de la economía, política y poder mediático, les interesan personas que no les den problemas, que tengan poca capacidad de crítica e influencia, que se dediquen a vivir su vida, sometidos a los miedos de pérdida del trabajo y otras calamidades que periódicamente van anunciando.
Hemos pasado de una cultura del Ser a una cultura del Tener. De unos valores profundos al subjetivismo y pragmatismo, donde la Verdad ni siquiera se busca; lo que pienso es la verdad, si me es útil; además andamos un poco miedosos porque el trabajo es inestable e inseguro. La Unión Europea, la región más rica de la tierra, permite tener 19 millones de ciudadanos en el paro.
La respuesta, creo, debe estar en la Educación; tanto para salir de la “pobreza de espíritu” del mundo rico, como de la pobreza material del mundo empobrecido. Y mucho me temo que no se cumplirán los ODM, mientras no profundicemos en la dignidad de la persona, en la que se basa la declaración de los derechos humanos y nos sintamos libres para ver y actuar contra los manipuladores que nos llevan a una sociedad inhumana. Entonces podremos exigirle, con rotundidad, a nuestros gobiernos, que cumplan los compromisos que hemos adquirido con el tercer mundo, con la misma celeridad con la que han actuado en la crisis financiera.
La educación es, por tanto, la puerta para romper el círculo vicioso de ambas pobrezas.
“La cultura y la educación dan lugar a cambios en las personas necesarios para garantizar la paz y el desarrollo” anunciaba el ex director de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza.
Pobreza, la burbuja financiera y la crisis mundial de alimentos
Jaime García Neumann
Justicia y Paz de Valencia
La desintegración de la burbuja financiera global que comenzó en las últimas semanas y sus consecuencias por venir, tienden a agravar dramáticamente la situación de hambre en el mundo y los limitados esfuerzos que se están haciendo para revertirla. De hecho, este derrumbe comienza ya a afectar la economía real y refuerza la crisis mundial de alimentos que empezó a finales de 2007 con el aumento desmesurado de los principales productos alimenticios y ha provocado hambrunas y revueltas por hambre en más de 40 países.
El problema es trágicamente simple. El maíz, el arroz y el trigo, entre otros, que son precisamente el alimento básico diario de centenares de millones de personas en África, Asia e Iberoamérica, han duplicado sus precios en el último año, de manera que aquella franja de 1.400 millones de personas que según los organismos internacionales sobreviven hoy con menos de 1,25 dólares diarios, mucho menos pueden atender ahora sus necesidades básicas de alimento diario, con las secuelas apocalípticas de hambre, enfermedades, guerras y muerte. Y están inmediatamente amenazados más de 2.000 millones, según esos mismos organismos.
¿Sabe esto la población mundial, especialmente los grandes consumidores de los países desarrollados? ¿Lo saben sus gobiernos? ¿Lo saben los defensores de los derechos humanos y del derecho a la vida? ¿Es noticia de primera plana en los medios de comunicación?
La noticias diarias de la realidad que nos llegan, de un tiempo para acá, se refieren a los altibajos de las bolsas de valores, las megafusiones de grandes corporaciones y bancos del mundo para apalancarse y no caer, los llamados ‘paracaídas de oro’ de los altos ejecutivos que hasta ahora dirigían el planeta y la ayuda multi-billonaria de los gobiernos y bancos centrales al sistema financiero de los principales países occidentales, incluidos los ‘fondos compensatorios’ responsables de la ‘ingeniería financiera de casino’ mundial y su enorme burbuja de derivados.
Por supuesto que el sistema de créditos y la liquidez monetaria deben ser preservados como parte fundamental de toda economía; pero lo que está ocurriendo detrás de este propósito, es otra cosa. Hay una profunda inmoralidad, injusticia e irracionalidad en la forma en que se está llevando a cabo el llamado ‘salvataje’ financiero, sobre todo si se compara con la crisis alimentaria con la cual, además, está relacionada.
La Reunión Cumbre de Alto Nivel que organizó la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en junio de este año en Roma, con más de 50 jefes de Estado y de Gobierno, tuvo que ocuparse de la nueva crisis alimentaria, pero no logró otra cosa que ratificar la necesidad de cumplir los Objetivos del Milenio del año 2000: reducir a la mitad para el año 2015, la pobreza extrema que afectaba a cerca de 800 millones de personas.
Pero según el director general de la FAO, Jacques Diouf, en su mensaje del día mundial de la alimentación el pasado 16 de octubre, sólo se ha conseguido un 10% de los 22.000 millones de dólares que se requieren para establecer un programa de seguridad alimentaria en los países más pobres, no sólo para la ayuda de emergencia en casos de malnutrición grave e inanición, sino para la duplicación de la producción existente y la promoción de la agricultura familiar. Compárense estas cifras con los 700.000 millones de dólares otorgados por el gobierno estadounidense a las corporaciones financieras privadas (más de un millón de millones, si se suma lo dispuesto al comienzo de la crisis), o los aportes de los principales países europeos, cuyos gobiernos ofrecieron cifras que suman el doble de las norteamericanas, para apuntalar a los grandes bancos y corporaciones financieras privadas. Por ahora, ¡y para cumplir el compromiso de reducir el hambre en el mundo sólo se han conseguido dos mil millones!
Además, según Diouf, el número de hambrientos en el mundo ha aumentado en 75 millones en el último año y suman actualmente 923 millones de personas. Lo más grave es que la hambruna actual es perfectamente evitable. Según la FAO, el mundo tiene hoy la capacidad de producir alimentos para toda la población, pero los pobres no tienen la capacidad monetaria de acceder a los mercados globalizados. Además muchos gobiernos han sido forzados por el FMI y el Banco Mundial a abandonar sus políticas de soberanía alimentaria y protección de sectores agrícolas, en aras del libre comercio global.
Por otra parte, de acuerdo al seguimiento que hace la FAO, las principales causas de la crisis alimentaria actual son la cartelización (10 grandes carteles de alimentos controlan el 80% del comercio mundial), la especulación bursátil de derivados financieros basados en los precios de ciertos alimentos y la burbuja de los biocombustibles, que han desplazado parte de la producción agrícola (sobre todo maíz, cereales, azúcar y aceite) a la industria de bioetanol y biodiésel, para lo cual se reciben además subvenciones oficiales. Según datos de la ONU, la cantidad equivalente de maíz necesaria para llenar de biocombustible el tanque de un vehículo familiar puede alimentar a una persona durante un año.
El informe final del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, presentado a la Asamblea General el 22 de agosto de 2007, recomienda una serie de medidas, cuya urgencia se acentúa con la recesión que está provocando el derrumbe financiero: a) prohibición total de quemar la comida para fabricar biocombustible, o al menos, una moratoria de 5 años mientras se encuentra una alternativa que no afecte la alimentación; b) retirar de la Bolsa la fijación de los precios de los alimentos básicos, e instaurar un sistema en el que el país productor negocie directamente con el país consumidor para excluir la ganancia especulativa; c) que las instituciones internacionales concedan prioridad absoluta en los países más pobres a las inversiones en la agricultura alimentaria, familiar y de subsistencia.
Y algo más: considerar a los que huyen de las zonas de hambruna hacia los países ricos, especialmente desde el África subsahariana, no como inmigrantes ilegales sino como “refugiados del hambre”, que les amenaza mortalmente a ellos y sus familias tanto o más que una persecución política.
El derecho a no tener hambre es uno de los derechos humanos reconocidos internacionalmente desde hace 60 años. Sólo una sociedad indigna de llamarse humana puede permitir que este genocidio silencioso siga ocurriendo.
1 Según cálculos de Naciones Unidas, con una tercera parte de lo que pagan los países pobres en concepto de Servicio de la Deuda anual que asciende a unos 130.000 millones de dólares, se podría garantizar el acceso a la educación básica, el cuidado y la infraestructura sanitarias, la alimentación adecuada y el acceso al agua potable de todos los habitantes del planeta.
2 Informe de Desarrollo Humano 2007-2008 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
3 El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró en su informe de 1999 que los pagos por la deuda superaron el gasto anual en salud y educación en 9 países, y en salud en 29 incluyendo 23 del África Subsahariana. Algunos ejemplos: Senegal destina al Servicio de la Deuda 3,4 veces lo que invierte en salud y educación, Argentina 4,4 veces; Filipinas destina 5,8 veces al Servicio de la Deuda lo que invierte en salud.
4 Entre las principales deficiencias de la Ley observadas por parte de los movimientos sociales está el hecho de que no se reconozca la responsabilidad española en el endeudamiento del Sur; no aporta el contenido de base de las futuras normativas FAD y CESCE, con lo que no se garantiza que sean favorables a los intereses de los pueblos empobrecidos; o no se contempla la participación de la sociedad civil en la gestión de la Deuda. Los datos de la deuda española son de 2006 y proceden del Ministerio de Economía y Hacienda.
Extracto de DOSSIER FIDES “La Congregación para la Causa de los Santos” publicado por Agencia Fides el 29 de Marzo de 2008
Nuevas normas para las beatificaciones y las canonizaciones
En febrero del 2008, el entonces Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el Card. José Saraiva Martins, ilustró las nuevas normas dictadas por Papa Benedicto XVI para los procesos de beatificación. Se pidió una mayor atención por parte de los Obispos en la apertura de las causas de beatificación de un siervo de Dios, más claridad en el procedimiento para la comprobación de los milagros.
El documento titulado “Instrucción para el desarrollo de la investigación diocesana en las Causas de los Santos” fue aprobado el 23 de febrero del 2007 por el Papa. El Card. José Saraiva Martins había anticipado los contenidos fundamentales al Osservatore Romano, explicando que las nuevas normas derivan del hecho que el mismo Benedicto XVI ha querido llevar nuevamente el rito de beatificación a la tierra natal del santo. De esto deriva la mayor responsabilidad que tendrán que tener los Obispos en las varias fases de la causa diocesana. El documento trata en primer lugar «del proceso de las investigaciones diocesanas que se refieren a las virtudes heroicas o al martirio del Siervo de Dios. Antes de decidir el inicio de la causa, el Obispo tendrá que realizar algunas verificaciones determinantes para tomar su decisión».
«Tras la decisión de iniciar la causa –prosigue el texto- se dará inicio a la verdadera y propia investigación, ordenando las pruebas y los documentos de la causa. De no ser encontradas dificultades insuperables, se procederá con la excusión de los textos y, finalmente, con la clausura de la investigación y el envió de las actas a la Congregación, donde iniciará la fase romana de la causa, o sea, la fase del estudio y del juicio definitivo de la causa misma».
En el documento se hace explícita referencia al tema de los milagros: «En lo que se refiere a las investigaciones sobre los presuntos milagros, la Instrucción destaca algunos elementos del procedimiento que, a lo largo de los últimos veinte años, han sido problemáticos en la aplicación de las normas de las mismas investigaciones sobre los milagros».
La publicación del documento –explicó el Card. Saraiva Martins- ha sido necesaria tras las novedades introducidas por Benedicto XVI en los procedimientos del rito de beatificación. La más importante ha sido sin lugar a duda la de celebrar el rito en la tierra natal del santo. Se trata de una innovación muy importante porque acerca aún más aquella población a la Iglesia universal. Justamente por esto los Obispos locales deben tener en cuenta las nuevas disposiciones al examinar los pedidos para abrir nuevos procesos, y tendrán que «proceder con mayor cautela y con mayor cuidado».
La publicación, de unas veinte páginas, aconseja a los Obispos «mayor sobriedad y rigor en acoger los pedidos de apertura de nuevos procesos diocesanos para beatificaciones y canonizaciones», afirma el Cardenal.
El documento fue presentado en la Sala de Prensa Vaticana «pues merita una amplia difusión, y también porque buscamos llamar la atención de los postuladores. Estoy pensando realizar una jornada de estudios reservada justamente a los postuladores para ilustrar al detalle el documento. Estoy convencido de que deben ser justamente ellos los primeros en conocer perfectamente que es lo que los obispos diocesanos deben hacer».
«Se trata –agregó el purpurado- que se trata de innovaciones muy importantes, capaces de resaltar en modo eficaz la teología de la Iglesia local así como ha sido reafirmada en el Concilio Vaticano II. La beatificación de un siervo de Dios en la Iglesia a la que pertenece es algo que toda la comunidad vive, en un clima de fe que se transforma en gozo y fiesta eclesial por el solo hecho de que uno de ellos es elevado a los honores de los altares. En virtud de esto es necesario proceder con una mayor cautela y con mayor esmero».
Extracto de DOSSIER FIDES “La Congregación para la Causa de los Santos” publicado por Agencia Fides el 29 de Marzo de 2008
Hitos históricos de la Congregación
La Congregación para la Causa de los Santos (Congregatio de Causis Sanctorum) es una de las nuevas Congregaciones de la Curia Romana.
Es el Dicasterio que vela por todo aquello que se refiere al procedimiento para la beatificación y canonización de los Siervos de Dios: además, escuchado el parecer de la Congregación para la Doctrina de la FE, recibe del Papa la atribución del título de Doctor de la Iglesia a los santos; verifica también la autenticidad de las reliquias.
Las normas para la canonización de los santos fueron profundamente reformadas durante el pontificado de Juan Pablo II con la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister del 25 de enero de 1983.
La Congregación fue instituida por el Papa Pablo VI con la Constitución Apostólica del 8 de mayo del 1969 Sacra Rituum Congregatio, separándola de la Congregación para los ritos (instituida el 22 de enero de 1588 por el Papa Sixto V con la Constitución Immensa Aeterni Dei) que originalmente ejercitaba también las funciones hoy atribuidas a la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos.
Con la Constitución Apostólica Pastor Bonus, promulgada el 28 de junio de 1988 por Juan Pablo II, el Dicasterio tomó la actual fisionomía.
Dallas (Agencia Fides) – Dos Obispos de la Conferencia Episcopal Americana, Mons. Kevin J. Farrell, Obispo de Dallas y Mons. Kevin W. Vann, Obispo de Fort Worth han emitido un comunicado conjunto en el que instan a los católicos a votar en las próximas elecciones, de acuerdo a sus convicciones fundamentales, para defender la vida, la familia y el matrimonio natural entre un hombre y una mujer.
8 de Octubre de 2008-10-23
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
El mes de Octubre es el Mes de Respeto a la Vida en nuestras iglesias. Es un tiempo en el que nosotros como católicos estamos llamados a reflexionar sobre el don de la vida que nos ha sido confiado por nuestro Creador y a poner nuestra atención sobre los muchos ataques contra la vida humana que existen en nuestra cultura hoy día. Este año, el Mes de Respeto a la Vida toma un significado más profundo porque nos enfrentamos a una elección en nuestro país donde la protección de la vida humana misma, particularmente aquella del no nacido, está muy en peligro. Por tanto, como obispos, deseamos aprovechar esta oportunidad para proporcionar orientación clara sobre la formación adecuada de la conciencia acerca de la votación como fieles católicos y articular la enseñanza clara e inequívoca de la Iglesia sobre cuestiones de la vida así como las relacionadas a otros temas de preocupación.
La Iglesia enseña que todos los católicos deberían participar como “fieles ciudadanos” en la vida pública, especialmente a través de nuestra voz en la cabina de votación, y que tenemos la responsabilidad de tratar la decisión que votaremos con profunda seriedad moral. Debemos acercamos al derecho y al deber de votar con una conciencia debidamente formada e informada de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. El pasado Noviembre, los obispos de Estados Unidos publicaron un documento titulado Formando Conciencias para la Ciudadanía de los Fieles, en la que nosotros y nuestros hermanos obispos publicamos pautas morales claras para ayudar a los fieles en la formación correcta de la conciencia en lo que se refiere a las muchas cuestiones que afrontamos hoy día en nuestra nación. A través de esta declaración conjunta a los fieles de Dallas y Fort Worth, buscamos resumir brevemente los puntos clave y disipar cualquier confusión o malentendido que se pueda presentar entre vosotros con respecto a la enseñanza contenida en el documento, especialmente aquello que pueda haber surgido de la reciente interpretación pública equivocada en relación a esta enseñanza.
Formando Conciencias para la Ciudadanía de los Fieles enseña claramente que no todas las cuestiones tienen la misma equivalencia moral. Algunas cuestiones implican “males intrínsecos”; esto es, no se pueden nunca justificar moralmente bajo ninguna circunstancia o condición. Preeminente entre estos males intrínsecos está el aborto legalizado, la promoción de uniones y “matrimonios” del mismo sexo, represión de la libertad religiosa, así como políticas públicas que permiten la eutanasia, discriminación racial, investigación destructiva de células madre embrionarias humanas.
Formando conciencias para la ciudadanía de los fieles claramente establece:
“Existen algunas cosas que nosotros jamás debemos hacer, tanto individualmente o como sociedad, porque son siempre incompatibles con el amor de Dios y el prójimo. Tales acciones están tan profundamente dañadas que son siempre opuestas al auténtico bien de las personas. Estas se llaman acciones “intrínsecamente malas”. Deben ser siempre rechazadas y combatidas y nunca deben ser admitidas o justificadas. Un primer ejemplo es quitar intencionadamente la vida humana inocente, como en el aborto y la eutanasia. En nuestra nación, “aborto y eutanasia han llegado a ser amenazas supremas a la dignidad humana porque directamente atacan la vida misma, el bien humano más fundamental y la condición para todos los otros (Viviendo el Evangelio de Vida, n. 5). Es un error con graves consecuencias tratar la destrucción de vida humana inocente meramente como una materia de elección individual. Un sistema legal que viola el derecho básico a la vida en base a una elección está fundamentalmente dañado” (22).
2. La destrucción del más inocente de la vida humana a través del aborto y la investigación de células madre embrionarias no sólo corta el derecho básico a la vida, sino que también trastorna y distorsiona el bien común. Como el Papa Juan Pablo II establece claramente:
“La negación del derecho a la vida, precisamente porque conduce a eliminar la persona en cuyo servicio tiene la sociedad su razón de existir, es lo que se contrapone más directa e irreparablemente a la posibilidad de realizar el bien común… Es imposible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano…” (El Evangelio de Vida, 72; 101)
3. Por tanto, no podemos pronunciar más claro la gravedad del tema primordial del aborto – aunque no el ”único tema” – está el definir el tema moral, no sólo hoy día, sino durante los pasados 35 años. Desde la decisión de Roe v. Wade en 1973, más de 48 millones vidas inocentes se han perdido. Cada año en nuestra nación más de un millón de vidas se pierden por el aborto legalizado. Otras vidas incontables se pierden también por la investigación de células madre embrionarias. En los próximos meses nuestra nación elegirá una vez más a nuestros líderes políticos. Este ciclo electoral nos proporciona una oportunidad de promover la cultura de la vida en nuestra nación. Como católicos estamos moralmente obligados a orar, a actuar, y a votar para abolir el mal del aborto en América, limitándolo tanto como podamos hasta que sea finalmente abolido.
2. Como católicos nos enfrentamos a un número de cuestiones que son preocupantes y se deberían tratar, como la reforma de la inmigración, asistencia sanitaria, la economía y su solvencia, cuidado y preocupación por los pobres, y la lucha contra el terrorismo. Como católicos debemos estar preocupados por estos temas y trabajar para conseguir que se inicien justas soluciones. Hay muchas posibles soluciones a estas cuestiones y puede existir debate razonable entre católicos sobre cómo abordarlas mejor y solucionarlas. Estas son materias de “juicio prudencial”. "Pero seamos claros: temas de juicio prudencial no son moralmente equivalentes a temas que envuelven males intrínsecos. No importa lo acertado que un candidato dado esté sobre cualquiera de estos temas, esto no compensa la posición inaceptable de un candidato a favor de un mal intrínseco tal como el aborto o la protección de los “derechos de aborto”.
Como establece Formando Conciencias para Ciudadanía de los fieles:
“La destrucción directa e intencional de una vida humana inocente desde el momento de su concepción hasta la muerte natural es siempre mala y no es justamente una cuestión entre muchas. Siempre debe ser resistida”. (28)
5. Formando Consciencias para la Ciudadanía de los Fieles, en el parágrafo 34-37, trata la cuestión de si es moralmente permisible para un católico votar por un candidato que ayuda un mal intrínseco – incluso cuando el votante no está de acuerdo con la posición del candidato sobre ese mal. Las posibilidades morales para que un católico de pueda votar con buena conciencia a un candidato que ayuda este mal intrínseco son solamente las siguientes:
a. Si ambos candidatos que se presentan para presidente ayudan el aborto o “derechos del aborto”, un católico estaría forzado a buscar entonces en las otras importantes cuestiones y a través de su voto procurar limitar el mal hecho; o
b. Si otro mal intrínseco fuera mayor que el mal del aborto. Aunque esto sea razonamiento moral sano, no existen razones “morales verdaderamente graves” o “proporcionadas”, excepcionalmente o combinadas, que superen los millones de vidas humanas inocentes que son directamente asesinadas por el aborto legal cada año.
Votar por un candidato que ayuda el mal intrínseco del aborto o “derechos del aborto” cuando existe una alternativa moralmente aceptable sería cooperar en el mal – y, por tanto, moralmente intolerable.
6. En conclusión, como estableció Formando Conciencias para la Ciudadanía de los Fieles, las decisiones que hagamos sobre estos temas políticos y morales afectan no sólo a la paz y prosperidad de la sociedad en general, sino también pueden afectar a la salvación de cada individuo. Como católicos, debemos tratar nuestras opciones políticas con la gravedad moral adecuada y al hacerlo, darnos cuenta de la obligación continua e inevitable a ser una voz por el no nacido sin voz, cuya destrucción por el aborto legal es el supremo mal intrínseco de nuestros días. Con conocimiento de la enseñanza de la Iglesia sobre estas graves materias, es incumbencia de cada uno de nosotros como católicos educarnos sobre donde permanecen los candidatos que se presentan para presidente en estos temas, particularmente aquellos que envuelven males intrínsecos. Que Dios os Bendiga.
Fielmente en Cristo,
Reverendísimo Kevin J. Farrell
Obispo de Dallas
Reverendísimo Kevin W. Vann
Obispo de Fort Worth
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Texto completo de la Carta conjunta en ingles
http://www.fides.org/eng/documents/EngFarrellVann.pdf
Homilía que pronunció Benedicto XVI este domingo durante la celebración eucarística presidida en la Basílica de San Pedro para clausurar el Sínodo de los Obispos sobre "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia".
Hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas:
La Palabra del Señor, proclamada poco antes en el Evangelio, nos ha recordado que en el amor se resume toda la Ley divina. El Evangelista san Mateo narra que los fariseos, después de que Jesús respondiera a los saduceos tapándoles la boca, se reunieron para ponerlo a prueba (cfr. 22, 34-35). Uno de éstos, un doctor de la ley, le preguntó: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?" (Mt 22, 36). La pregunta deja adivinar la preocupación, presente en la antigua tradición judaica, por encontrar un principio unificador de las distintas formulaciones de la voluntad de Dios. No era una pregunta fácil, si tenemos en cuenta que en la Ley de Moisés se contemplan 613 preceptos y prohibiciones. ¿Cómo podemos discernir, entre todos éstos, el más grande? Pero Jesús no titubea y responde con prontitud: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento" (Mt 22, 37-38) En su respuesta, Jesús está citando el Shemá, la oración que el fiel israelita reza varias veces al día, sobre todo por la mañana y por la tarde (cfr. Dt 6, 4-9; 11, 13-21; Nm 15, 37-41): la proclamación del amor íntegro y total debido a Dios, como único Señor. El acento se pone sobre la totalidad de esta dedicación a Dios, con la enumeración de las tres facultades que definen al hombre en sus estructuras psicológicas profundas: corazón, alma y mente. El término mente, dianoia, contiene el elemento racional. Dios no es solamente objeto de amor, de compromiso, de voluntad y de sentimiento, sino también de intelecto, y por tanto no debe ser excluido de este ámbito. Nuestro pensamiento debe debidamente adaptarse al pensamiento de Dios. Sin embargo, Jesús añade luego algo que, la verdad, el doctor de la ley no había pedido: "El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22, 39). El aspecto sorprendente de la respuesta de Jesús consiste en el hecho de que Él establece una relación de semejanza entre el primer y el segundo mandamiento, definido también en esta ocasión con una fórmula bíblica sacada del código levítico de santidad (cfr. Lv 19, 18). De esta forma, así pues, en la conclusión del pasaje los dos mandamientos se unen en el papel de principio fundamental en el que se apoya toda la Revelación bíblica: "De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas" (Mt 22, 40).
La página evangélica sobre la que estamos meditando evidencia que ser discípulos de Cristo es poner en práctica sus enseñanzas, que se resumen en el primero y más grande de los mandamientos de la Ley divina, el mandamiento del amor. También la primera Lectura, del libro del Éxodo, insiste en el deber del amor; un amor testimoniado concretamente en las relaciones entre las personas: tienen que ser relaciones de respeto, de colaboración, de ayuda generosa. El prójimo al que debemos amar es también el forastero, el huérfano, la viuda y el indigente, esos ciudadanos que no tienen ningún "defensor". El autor sagrado se detiene en detalles particularizados, como en el caso del objeto dado en prenda por uno de estos pobres (cfr. Ex 22, 25-26). En este caso es Dios mismo quien tutela la situación de este prójimo.
En la segunda Lectura podemos ver una concreta aplicación del supremo mandamiento del amor en una de las primeras comunidades cristianas. San Pablo escribe a los Tesalonicenses, y les da a entender que, aunque los conozca desde hace poco, los aprecia y los lleva con cariño en su corazón. Por este motivo él los indica como "modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya" (1 Ts 1, 6-7). Por supuesto, no faltan debilidades y dificultades en aquella comunidad fundada poco tiempo antes, pero el amor todo lo supera, todo lo renueva, todo lo vence: el amor de quien, consciente de sus propios límites, sigue dócilmente las palabras de Cristo, divino Maestro, transmitidas a través de un fiel discípulo suyo. "Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor -escribe san Pablo-, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones". "Partiendo de vosotros -prosigue el Apóstol-, ha resonado la Palabra del Señor y vuestra fe en Dios se ha difundido no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes" (1 Ts 1, 6.8). La enseñanza que sacamos de la experiencia de los Tesalonicenses, experiencia que en verdad acomuna a todas las auténticas comunidades cristianas, es que el amor por el prójimo nace de la escucha dócil de la Palabra divina y acepta también las duras pruebas por la verdad de la Palabra divina y, de este modo, crece el verdadero amor y se vuelve resplandeciente la verdad.. ¡Qué importante es, entonces, escuchar la Palabra y encarnarla en la existencia personal y comunitaria!
En esta celebración eucarística, que cierra los trabajos sinodales, advertimos de manera singular el especial vínculo que existe entre la escucha amorosa de la palabra de Dios y el servicio desinteresado hacia los hermanos. ¡Cuántas veces, durante estos días pasados, hemos oído experiencias y reflexiones que evidencian la necesidad, hoy cada vez mayor, de escuchar más íntimamente a Dios, de conocer más profundamente su palabra de salvación, de compartir más sinceramente la fe que en la mesa de la palabra divina se alimenta constantemente! Queridos y venerados Hermanos, gracias por la contribución que cada uno de vosotros ha ofrecido a la profundización del tema del Sínodo: "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia". A todos os saludo con afecto. Dirijo un especial saludo a los Señores Cardenales Presidentes delegados del Sínodo y al Secretario General, a quienes agradezco su constante dedicación. Os saludo a vosotros, queridos hermanos y hermanas, que habéis venido de todos los continentes aportando vuestra enriquecedora experiencia. Cuando regreséis a casa, transmitid a todos el saludo afectuoso del Obispo de Roma. Saludo a los Delegados Fraternos, a los Expertos, a los Oyentes y a los Enviados especiales: a los miembros de la Secretaría General del Sínodo, a todos los que se han ocupado de las relaciones con la prensa. Un recuerdo especial va para los Obispos de la China continental, que no han podido estar representados en esta Asamblea sinodal. Deseo ser aquí el intérprete, y doy gracias a Dios por ello, de su amor por Cristo, de su comunión con la Iglesia universal y de su fidelidad al Sucesor del Apóstol san Pedro. Ellos están presentes en nuestras oraciones, junto con todos los fieles que se han confiado a sus cuidados pastorales. Pedimos al "Mayoral" de la grey (1 P 5, 4) que les dé alegría, fuerza y celo apostólico para guiar con sabiduría y amplitud de miras a la comunidad católica de China, a todos nosotros así querida.
Todos nosotros, que hemos participado en los trabajos sinodales, nos llevamos consigo la renovada conciencia de que la tarea prioritaria de la Iglesia, desde el inicio de este nuevo milenio, es ante todo la de alimentarse de la Palabra de Dios, para hacer eficaz el compromiso de la nueva evangelización, del anuncio en nuestros tiempos. Ahora es menester que esta experiencia eclesial sea llevada a todas las comunidades; es menester que se comprenda la necesidad de traducir en gestos de amor la palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio, a pesar de las fragilidades humanas que marcan a las personas. Ello exige en primer lugar un conocimiento más íntimo de Cristo y una escucha de su palabra siempre dócil.
En este Año Paulino, al hacer nuestras las palabras del Apóstol: "Ay de mí si no predico el Evangelio" (1 Co 9, 16), deseo de corazón que en cada comunidad se considere con una más sólida convicción este anhelo de Pablo como vocación al servicio del Evangelio para el mundo. Al comienzo de las labores sinodales recordaba la llamada de Jesús: "la mies es mucha" (Mt 9, 37), llamada a la cual nunca debemos cansarnos de responder, a pesar de las dificultades que podamos encontrar. Mucha gente está buscando, a veces hasta sin darse cuenta, el encuentro con Cristo y su Evangelio; muchos sienten la necesidad de encontrar en Él el sentido de sus vidas. Dar un testimonio, claro y compartido, de una vida según la Palabra de Dios, garantizado por Jesús, se convierte, por tanto, en un indispensable criterio de verificación de la misión de la Iglesia.
Las lecturas que la liturgia ofrece hoy a nuestra meditación nos recuerdan que la plenitud de la Ley, como la de todas las Escrituras divinas, es el amor. Quien entonces cree haber comprendido las Escrituras o, por lo menos, alguna parte de éstas, sin comprometerse a construir, mediante su inteligencia, el doble amor de Dios y del prójimo, demuestra en realidad que está todavía lejos de haber captado su sentido profundo. Pero, ¿cómo podemos poner en práctica este mandamiento?, ¿cómo podemos vivir el amor de Dios y de los hermanos sin un contacto vivo e intenso con las Sagradas Escrituras? El Concilio Vaticano II afirma que "es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura" (constitución Dei Verbum, 22) para que las personas, cuando encuentren la verdad, puedan crecer en el amor auténtico. Se trata de un requisito que hoy se hace indispensable para la evangelización. Y, ya que no pocas veces el encuentro con la Escritura corre el riesgo de no ser "un hecho" de Iglesia, sino que está expuesto al subjetivismo y a la arbitrariedad, se vuelve indispensable una promoción pastoral robusta y creíble de la conciencia de la Sagrada Escritura, para anunciar, celebrar y vivir la Palabra en la comunidad cristiana, dialogando con las culturas de nuestro tiempo, poniéndose al servicio de la verdad y no de las ideologías del momento e incrementando el diálogo que Dios quiere tener con todos los hombres (Cfr. ibid., 21). Con esta finalidad debe tenerse en cuenta de manera especial la preparación de los pastores, dispuestos a la necesaria acción de difundir la práctica bíblica con las ayudas oportunas. Deben estimularse los esfuerzos actuales para suscitar un movimiento bíblico entre los laicos, la formación de animadores de grupos, con especial atención hacia los jóvenes. Debe sostenerse el esfuerzo para hacer conocer la fe a través de la Palabra de Dios, también para quien está "lejos"y especialmente para quienes están a la búsqueda sincera del sentido de la vida.
Muchas otras reflexiones podrían añadirse, pero, para concluir, me limito a destacar que el lugar privilegiado en el que resuena la Palabra de Dios que edifica la Iglesia como ha sido dicho muchas veces en el Sínodo, es, sin duda, la liturgia. En ésta se evidencia que la Biblia es el libro de un pueblo y para un pueblo; una herencia, un testamento entregado a los lectores, para que apliquen en sus vidas la historia de la salvación testimoniada en lo escrito. Existe, por lo tanto, una relación de recíproca y vital dependencia entre pueblo y Libro: la Biblia es un Libro vivo con el pueblo que es su sujeto que lo lee; el pueblo no subsiste sin el Libro porque en éste encuentra su razón de ser, su vocación, su identidad. Esta mutua dependencia entre pueblo y Sagrada Escritura es celebrada en cada asamblea litúrgica, la cual, gracias al Espíritu Santo, escucha a Cristo, ya que es Él quien habla cuando en la Iglesia se lee la Escritura y se acoge la alianza que Dios renueva con su pueblo. Escritura y liturgia convergen, entonces, con el único fin de llevar al pueblo al diálogo con el Señor, a la obediencia de la voluntad del Señor. La Palabra que sale de la boca de Dios y que testimonian las Escrituras regresa a Él en forma de respuesta orante, de respuesta vivida, de respuesta al amor (Cfr. Is 55, 10-11).
Queridos hermanos y hermanas, oremos para que de la escucha renovada de la Palabra de Dios, bajo la acción del Espíritu Santo, pueda brotar una auténtica renovación de la Iglesia universal en todas las comunidades cristianas. Confiamos los frutos de esta Asamblea sinodal a la materna intercesión de la Virgen María. También a Ella confío la II Asamblea Especial del Sínodo para África que tendrá lugar en Roma en octubre del próximo año. Tengo la intención de ir a Camerún el mes de marzo para entregar a los representantes de las Conferencias Episcopales de África el Documento de trabajo de dicha Asamblea sinodal. De allí proseguiré, si Dios quiere, hacia Angola para celebrar solemnemente el 500 aniversario de la evangelización del país. Que María Santísima, que ofreció su vida como "sierva del Señor" para que todo se cumpliese en conformidad a los divinos deseos (Cfr. Lc 1, 38) y que exhortó a hacer todo lo que dijera Jesús (Cfr. Jn 2, 5), nos enseñe a reconocer en nuestra vida el primado de la Palabra, la única que nos puede ofrecer la salvación. ¡Que así sea!
[Traducción del italiano por la secretaría general del Sínodo de los Obispos
© Libreria Editrice Vaticana]
INTENCIÓN MISIONERA - “Para que las comunidades cristianas del Asia, contemplando el rostro de Cristo, sepan encontrar las vías más convenientes para anunciarlo, con plena fidelidad al Evangelio, a las poblaciones de aquel vasto Continente, rico en cultura y en antiguas formas de espiritualidad” Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre para el mes de noviembre 2008
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Es necesario leer con atención la intención misionera de este mes. Cada palabra del Santo Padre tiene sentido profundo y pone de manifiesto algún aspecto importante de la misión en Asia.
En primer lugar, podemos fijarnos en la necesidad de “contemplar el rostro de Cristo”. Esta era la llamada de Juan Pablo II al comienzo del Tercer Milenio: “Nuestro testimonio sería, además, enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contempladores de su rostro” (NMI, 16). No se puede anunciar a quien no se conoce en el trato íntimo de la contemplación.
Resulta imprescindible esta contemplación para el anuncio, puesto que no puede haber verdadera evangelización sin el anuncio explícito de Cristo. No basta la proclamación de los valores humanos. “No puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor. El concilio Vaticano II, y desde entonces el Magisterio, respondiendo a cierta confusión sobre la verdadera índole de la misión de la Iglesia, han subrayado repetidamente el primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (Ecclesia in Asia, 19).
Otro aspecto que se debe señalar es la urgencia misionera de las jóvenes Iglesias. No se puede caer en la tentación de pensar que las Iglesias jóvenes sólo pueden recibir evangelizadores. La misión es tan esencial a la Iglesia, que cualquier Iglesia, por joven que sea, está llamada a anunciar el Evangelio y a ser ella misma misionera. “El buen Pastor invita también a las Iglesias de reciente evangelización a dedicarse generosamente a la misión ad gentes” (Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial Misiones 2007). También las Iglesias de Asia deben asumir la tarea de evangelizar su propio continente. Como decía el Santo Padre, en la Carta a los Católicos Chinos: “igual que durante el primer milenio cristiano la Cruz fue plantada en Europa y durante el segundo en América y en África, así durante el tercer milenio se recogerá una gran mies de fe en el vasto y vital continente asiático” (n.3).
Aunque siempre se tiene la impresión, al mirar con ojos meramente humanos, de que la tarea de evangelización supera nuestras fuerzas, debemos tener confianza en la acción íntima del Espíritu Santo. Él trabaja en el corazón de cada hombre para abrirlo a la verdad y al bien, a la belleza y al amor. “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en Ti” decía S. Agustín en sus Confesiones. Por eso, “la Iglesia está convencida de que en lo más profundo del corazón de los hombres, de las culturas y de las religiones de Asia existe sed de «agua viva» (cf. Jn 4, 10-15), sed que el Espíritu mismo suscita y que sólo Jesús Salvador podrá saciar plenamente (Ecclesia in Asia, 18).
Benedicto XVI hace referencia a la gran variedad y complejidad de situaciones en Asia. Se trata de un continente rico en culturas y religiones. Ni el respeto ni la estima hacia esas religiones implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Debemos actuar siempre “según la verdad en la caridad” (Ef. 4, 15) y proclamar la buena nueva con respeto y estima amorosa hacia los que la escuchan. “Una proclamación que respeta los derechos de las conciencias no viola la libertad, dado que la fe exige siempre una respuesta libre por parte de la persona” (Ecclesia in Asia, 20).
Si en algo es rica la Iglesia de Asia es en testimonio martirial. ¡Cuántos hermanos y hermanas que han dado su vida por el Evangelio, muchos de ellos sólo de Dios conocidos! Su ejemplo es fuente de riqueza espiritual y un gran medio de evangelización. “Con su silencio hablan de una forma aún más fuerte de la importancia de la santidad de vida y de que es preciso estar dispuestos a dar la vida por el Evangelio” (Ecclesia in Asia, 9).
Terminamos con una súplica de Juan Pablo II a María al termino de su Exhortación Apostolica “Ecclesia in Asia” (51): “Oh Madre santa, Hija del Altísimo, Virgen Madre del Salvador y Madre nuestra, dirige tu mirada, llena de ternura, hacia la Iglesia que tu Hijo ha plantado en tierra de Asia. Sé Tú su guía y modelo. Que todos los pueblos de Asia puedan llegar a conocer a tu Hijo Jesucristo, único Salvador del mundo, y a saborear así el gozo de la vida en su plenitud. Ruega por nosotros, tus hijos, ahora y siempre. Amén”. (Agencia Fides 28/10/2008)
VATICANO - Las Proposiciones del Sínodo entregadas al Santo Padre: “Mirando el ejemplo de San Pablo, de los apóstoles y de tantos misioneros que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han llevado el Evangelio a los pueblos, este Sínodo reafirma la urgencia de la misión ‘ad gentes’ también en nuestro tiempo”
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Al final de los trabajos de la Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, fue entregado al Santo Padre un elenco de 55 Proposiciones finales, aprobadas durante la XXIII Congregación general. Por Su benévola decisión, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha concedido que una versión de las Proposiciones, en italiano, provisoria, oficiosa y no oficial, preparada por la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, sea publicada en el Boletín de la Sala de Prensa de la Santa Sede. A continuación ofrecemos amplios fragmentos de algunas Proposiciones presentadas, relacionadas de modo más directo al tema de la misión de la Iglesia (tercera parte del elenco de las Proposiciones).
Proposición 38 – Tarea misionera de todos los bautizados
La misión de anunciar la Palabra de Dios es tarea de todos los discípulos de Jesucristo como consecuencia de su bautismo. Esta conciencia debe ser profundizada en toda parroquia, en toda comunidad y organización católica; se deben proponer iniciativas que hagan llegar la Palabra de Dios a todos, especialmente a los hermanos bautizados, pero no suficientemente evangelizados. Ya que la Palabra de Dios se ha hecho carne para comunicarse a los hombres, un modo privilegiado para conocerla es a través del encuentro con los testigos que la hacen presente y viva.
En la misión aportan una colaboración particular los Institutos misionarios por su propio carisma y experiencia. Además, la realidad de los nuevos movimientos eclesiales es una extraordinaria riqueza de la fuerza evangelizadora de la Iglesia en este tiempo, impulsando así a la Iglesia a desarrollar nuevas formas de anuncio del Evangelio. Los laicos están llamados a descubrir de nuevo la responsabilidad de ejercitar su tarea profética, que deriva para ellos directamente del bautismo, y testimoniar el Evangelio, en la vida cotidiana: a casa, en el trabajo y en cualquier lugar donde se encuentren. Este testimonio lleva muchas veces a la persecución de los fieles por causa del Evangelio. El Sínodo hace un llamamiento a los responsables de la vida pública para que garanticen la libertad religiosa. Es necesario, asimismo, abrir itinerarios de iniciación cristiana en los cuales, a través de la escucha de la Palabra, la celebración de la Eucaristía y el amor fraterno vivido en comunidad, puedan conducir a una fe cada vez más adulta. Debe ser considerada la nueva exigencia que nace de la movilidad y del fenómeno migratorio que abre nuevas perspectivas de evangelización, porque los inmigrantes no sólo tienen necesidad de ser evangelizados, sino que pueden ser ellos mismos agentes de evangelización.
Proposición 39 – Palabra de Dios y compromiso en el mundo
Los Padres sinodales dirigen un pensamiento particular a cuantos, como creyentes, se comprometen en la vida política y social. Esperan que la Palabra de Dios pueda sostener esta forma de testimonio inspirando su acción en el mundo en búsqueda del verdadero bien de todos y en el respeto de la dignidad de toda persona. Es necesario por lo tanto que sean preparados a través de una adecuada educación según los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
Proposición 44 – Medios de comunicación social
La Iglesia está llamada no sólo a difundir la Palabra de Dios a través de los medios de comunicación, sino también y sobre todo a integrar el mensaje de la salvación en la nueva cultura que la comunicación crea y amplifica. El nuevo contexto comunicativo nos consiente de multiplicar los modos de proclamación y de profundización de la sagrada Escritura. Esta, con su riqueza, exige que se puedan alcanzar a todas las comunidades, llegando a quienes están lejos también a través de estos nuevos instrumentos. Se aconseja conocer bien los medios de comunicación, acompañar su veloz cambio e invertir más en la comunicación a través de los diferentes instrumentos existentes como la televisión, la radio, los periódicos, internet… Son, en todo caso, formas que pueden facilitar el ejercicio de la escucha obediente de la Palabra de Dios. Es necesario preparar católicos, convencidos y competentes, en el campo de la comunicación social.
Proposición 46 – Lectura creyente de las Escrituras: historicidad y fundamentalismo
La lectura creyente de la Sagrada Escritura, practicada desde la antigüedad en la Tradición de la Iglesia, busca la verdad que salva para la vida de cada fiel y para la Iglesia. Esta lectura reconoce el valor histórico de la tradición bíblica. Es justamente por este valor de testimonio histórico que ella quiere redescubrir el significado vivo de las Sagradas Escrituras destinadas también a la vida del creyente de hoy. Dicha lectura de la Escritura se diferencia de las “interpretaciones fundamentalistas” que ignoran la mediación humana del texto inspirado y sus géneros literarios.
Proposición 47 – La Biblia y el fenómeno de las sectas
Experimentamos una profunda preocupación en relación al crecimiento y la mutación del fenómeno de las sectas. Las sectas de origen diverso, en efecto, parecen ofrecer una experiencia de la cercanía de Dios a la vida de la persona y prometen una felicidad ilusoria a través de la Biblia, interpretada frecuentemente de manera fundamentalista... Es necesario que los sacerdotes estén adecuadamente preparados para afrontar estas nuevas situaciones, siendo capaces de proponer una animación pastoral bíblica que se adapte a los problemas más comunes de la gente de hoy.
Proposición 58 – Biblia e inculturación
Para una auténtica inculturación del mensaje evangélico debe asegurarse una formación de los misioneros con medios adecuados para conocer en profundidad el ambiente vital y las condiciones socio-culturales, de manera que los misioneros puedan insertarse en el ambiente y en la lengua, así como en la cultura local. En primer lugar, compete a la Iglesia local el llegar a una auténtica inculturación del mensaje evangélico, naturalmente poniendo atención en el riesgo del sincretismo. La cualidad de la inculturación depende del grado de madurez de la comunidad evangelizadora.
Proposición 49 – Missio ad gentes
La Palabra de Dios es un bien para todos los hombres, que la Iglesia no debe guardarse sólo para sí misma, sino compartirla con alegría y generosidad con todos los pueblos y culturas, para que también ellos puedan en encontrar en Jesucristo la vía, la verdad y la vida” (Cf. Jn 14,6). Mirando el ejemplo de San Pablo, así como el de los apóstoles y de muchos misioneros que, a través de la historia de la Iglesia han llevado el Evangelio a los pueblos, este Sínodo afirma la urgencia de la misión “Ad gentes” también en nuestro tiempo. Un anuncio que debe ser explícito, hecho no sólo al interior de nuestras iglesias, sino en todas partes, y debe estar acompañado por un testimonio de vida coherente, lo que hace evidente el contenido y lo refuerza. Obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos deben acercarse a las personas que no participan en la liturgia y no frecuentan nuestras comunidades. La Iglesia debe esforzarse por llegar a todos con la fuerza del Espíritu (Cf. 1Cor 2,5) y continuar proféticamente y defender el derecho y la libertad de las personas a escuchar la Palabra de Dios, buscando los medios más eficaces para proclamarla, incluso ante el riesgo de la persecución.
Propuesta 50 – Biblia y diálogo interreligioso
El diálogo con las religiones no cristianas representa un momento significativo en la vida de la Iglesia y en el diálogo con los hombres. Los monoteísmos, las religiones tradicionales de África y de Australia, las antiguas tradiciones espirituales de Asia, encierran valores de respeto y de colaboración que pueden favorecer inmensamente la comprensión entre las personas y la sociedad. Las líneas guía de este diálogo se las encuentra en la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra Aetate. El Sínodo recuerda igualmente la necesidad de que a todos los creyentes sea asegurada la libertad de profesar su propia religión en privado y en público, además de la libertad de conciencia.
Proposición 52 – Diálogo entre cristianos y hebreos
El diálogo entre cristianos y hebreos pertenece a la naturaleza de la Iglesia... Fiel a sus promesas, Dios no revoca la Antigua Alianza. Jesús de Nazareth fue un hebreo y la Tierra Santa es la tierra madre de la Iglesia. Cristianos y hebreos comparten las escrituras del pueblo hebreo, que los cristianos denominan Antiguo Testamento. En la descendencia de Abraham hebreos y cristianos pueden ser una fuente de bendición para la humanidad. La comprensión hebrea de la Biblia puede ayudar a la inteligencia y al estudio de las Escrituras por parte de los cristianos. La interpretación bíblica cristiana está fundada sobre la unidad de los dos Testamentos en Jesús, Palabra hecha carne. En su Persona se cumple el sentido pleno de las Sagradas Escrituras con continuidad y discontinuidad en relación de los libros inspirados del pueblo hebreo.
Proposición 53 – Diálogo entre cristianos y musulmanes
El diálogo con ellos permite conocerse mejor y colaborar en la promoción de los valores éticos y espirituales. En este diálogo, el Sínodo insiste en la importancia del respeto a la vida, de los derechos del hombre y de la mujer, como también en la distinción entre el orden socio-político y el orden religioso en la promoción de la justicia y de la paz en el mundo. Tema importante en este diálogo será también al reciprocidad y la libertad de conciencia y de religión. (S.L.) (Agencia Fides 27/10/2008)
Links:
El texto integral de todas las Proposiciones, en el Boletín del Sínodo
http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_22_xii-ordinaria-2008/01_italiano/b37_01.html
Extracto de DOSSIER FIDES “La Congregación para la Educación Católica” publicado por Agencia Fides el 27 de Febrero de 2008
La educación según Benedicto XVI
Las palabras más recientes pronunciadas por Benedicto XVI en tema de educación las encontramos en la Carta que envió el pasado mes de enero a la diócesis y a la ciudad de Roma sobre la difícil tarea de la educación. Durante su Pontificado Benedicto XVI ha recordado más de una vez la necesidad esencial de realizar una adecuada obra educativa, explicando cual es el significado de una educación propiamente católica. Pero es en la Carta mencionada donde ha expuesto de manera más completa su pensamiento sobre este tema.
El Papa reconoce que educar «jamás ha sido fácil, y hoy parece cada vez más difícil». Es por eso que se habla de una gran «emergencia educativa», «confirmada por los fracasos en los que muy a menudo terminan nuestros esfuerzos por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar un sentido a su vida».
En esta situación «resulta espontáneo culpar a las nuevas generaciones, como si los niños que nacen hoy fueran diferentes de los que nacían en el pasado». «Además, se habla de una "ruptura entre las generaciones", que ciertamente existe y pesa, pero es más bien el efecto y no la causa de la falta de transmisión de certezas y valores».
Frente a esta difícil tarea educativa, observó el Santo Padre, tanto entre los padres como entre los profesores, y en general entre los educadores es fuerte «la tentación de renunciar; más aún, existe incluso el riesgo de no comprender ni siquiera cuál es su papel, o mejor, la misión que se les ha confiado». «¡No tengáis miedo!» les dijo el Papa a los Romanos.
«Todas estas dificultades no son insuperables. Más bien, por decirlo así, son la otra cara de la medalla del don grande y valioso que es nuestra libertad, con la responsabilidad que justamente implica».
«A diferencia de lo que sucede en el campo técnico o económico –afirmó el Santo Padre–, donde los progresos actuales pueden sumarse a los del pasado, en el ámbito de la formación y del crecimiento moral de las personas no existe esa misma posibilidad de acumulación, porque la libertad del hombre siempre es nueva y, por tanto, cada persona y cada generación debe tomar de nuevo, personalmente, sus decisiones».
Quién creé en Cristo, agregó, «posee un motivo ulterior y más fuerte para no tener miedo, pues sabe que Dios no nos abandona, que su amor nos alcanza donde estamos y como somos, con nuestras miserias y debilidades, para ofrecernos una nueva posibilidad de bien».
«Ni siquiera los valores más grandes del pasado pueden heredarse simplemente; tienen que ser asumidos y renovados a través de una opción personal, a menudo costosa»
Para el Papa «sólo una esperanza fiable puede ser el alma de la educación, como de toda la vida».
El Obispo de Roma constató que «hoy nuestra esperanza se ve asechada desde muchas partes» y precisamente aquí es que nace la «dificultad tal vez más profunda para una verdadera obra educativa, pues en la raíz de la crisis de la educación hay una crisis de confianza en la vida».
Frente a esto el Santo Padre nos invita a «poner nuestra esperanza en Dios». «Sólo él es la esperanza que supera todas las decepciones; sólo su amor no puede ser destruido por la muerte; sólo su justicia y su misericordia pueden sanar las injusticias y recompensar los sufrimientos soportados».
«La esperanza que se dirige a Dios no es jamás una esperanza sólo para mí; al mismo tiempo, es siempre una esperanza para los demás: no nos aísla, sino que nos hace solidarios en el bien, nos estimula a educarnos recíprocamente en la verdad y en el amor».
Una verdadera educación, prosiguió el Papa, necesita ante todo, «la cercanía y la confianza que nacen del amor». «Todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y que solamente así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y capacitarlos para un amor auténtico».
Quizás el punto «más delicado de la obra educativa», según Benedicto XVI es el de «encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina».
«Sin reglas de comportamiento y de vida, aplicadas día a día también en las cosas pequeñas, no se forma el carácter y no se prepara para afrontar las pruebas que no faltarán en el futuro». Pero, la relación educativa es «ante todo encuentro de dos libertades, y la educación bien lograda es una formación para el uso correcto de la libertad». «Por consiguiente, el educador es un testigo de la verdad y del bien –concluyó–; ciertamente, también él es frágil y puede tener fallos, pero siempre tratará de ponerse de nuevo en sintonía con su misión».
Extracto de DOSSIER FIDES “La Congregación para la Educación Católica” publicado por Agencia Fides el 27 de Febrero de 2008
La educación según Juan Pablo II
La Constitución Apostólica “Sapientia christiana” es la segunda Constitución Apostólica de Juan Pablo II y está dedicada a las universidades y a las facultades eclesiales. Fue firmada el 15 de abril de 1979.
Juan Pablo II, en este importante documento, insiste en la necesidad de que el Evangelio impregne la vida cultural del mundo. En esta acción de la Iglesia en relación a la cultura, las universidades católicas han tenido y tienen una particular importancia que por su propia naturaleza – explica el Santo Padre –, «tienden a que se haga, por decirlo así, pública, estable y universal la presencia del pensamiento cristiano en todo esfuerzo encaminado a promover la cultura superior».
De ahí que el Concilio Vaticano II no haya dudado en afirmar que «la Iglesia católica sigue con mucha atención estas escuelas de grado superior», recomendando vivamente «que se promuevan Universidades Católicas convenientemente distribuidas en todas las partes de la tierra» para que en ellas «los alumnos puedan formarse como hombres de auténtico prestigio por su doctrina, preparados para desempeñar las funciones más importantes en la sociedad y atestiguar en el mundo su propia fe». En efecto, la Iglesia sabe muy bien que la «suerte de la sociedad y de la misma Iglesia está íntimamente unida con el aprovechamiento de los jóvenes dedicados a los estudios superiores».
Juan Pablo II recuerda a continuación como, junto al esfuerzo de las universidades católicas está también el de las universidades eclesiásticas, que se ocupan especialmente de la Revelación cristiana y de las cuestiones relacionadas con la misma y por lo tanto están más estrechamente unidas con la propia misión evangelizadora. Propiamente a estas facultades es que está dedicada la “Sapietia christiana”. A ellas les ha sido confiada la misión de preparar con particular cuidado a sus propios alumnos para el ministerio sacerdotal. Una tarea de gran importancia de la que tiene que ser conciente toda la Iglesia.
A partir de estas premisas la Constitución Apostólica “Sapientia christiana” enumera una serie de normas sobre la acción práctica de los profesores, de los estudiantes y de todo el personal que trabaja al interno de dichas facultades. Las normas se ocupan de la organización de los estudios, de los grados académicos, de los subsidios didácticos, de la administración económica etc. A continuación, según el tipo de facultad, se especifican otra serie de normas, sobre las facultades de teología, de derecho canónico, de filosofía y de las otras facultades.
Propiamente a las Universidades Católicas Juan Pablo II les dedica otra Constitución Apostólica, la “Ex Corde Ecclesiae”, firmada el 15 de agosto de 1990. En ésta el Santo Padre nos ofrece una visión de conjunto de las tareas y deberes que les corresponde a dichas instituciones católicas, bastante más amplias que las expuestas en la “Sapientia christiana”, específicamente para las facultades eclesiásticas. Antes de las normas generales el Papa dedica 49 párrafos a explicitar dichas tareas y deberes.
Juan Pablo II explicita desde el inicio su punto de vista. En el mundo de hoy, caracterizado por unos progresos tan rápidos en la ciencia y en la tecnología, las tareas de la Universidad Católica asumen una importancia y una urgencia cada vez mayores. De hecho, los descubrimientos científicos y tecnológicos, si por una parte conllevan un enorme crecimiento económico e industrial, por otra imponen ineludiblemente la necesaria correspondiente búsqueda del significado, con el fin de garantizar que los nuevos descubrimientos sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Si es responsabilidad de toda Universidad buscar este significado, la Universidad Católica está llamada de modo especial a responder a esta exigencia: «Su inspiración cristiana – escribe el Santo Padre – le permite incluir en su búsqueda, la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnología en la perspectiva total de la persona humana».
Las universidades católicas no pueden no estar comprometidas en la difusión de la llamada cultura católica. Ésta, según Juan Pablo II, tiene cuadro características: 1) Una inspiración cristiana por parte, no sólo de cada miembro, sino también de la Comunidad universitaria como tal; 2) Una reflexión continua a la luz de la fe católica, sobre el creciente tesoro del saber humano, al que trata de ofrecer una contribución con las propias investigaciones; 3) La fidelidad al mensaje cristiano tal como es presentado por la Iglesia; 4) El esfuerzo institucional a servicio del pueblo de Dios y de la familia humana en su itinerario hacia aquel objetivo trascendente que da sentido a la vida.
A la luz de estas características es evidente que en una universidad católica, «los ideales, las actitudes y los principios católicos penetran y conforman las actividades universitarias según la naturaleza y la autonomía propias de tales actividades». «En una palabra –explica el Santo Padre –, siendo al mismo tiempo Universidad y Católica, ella debe ser simultáneamente una comunidad de estudiosos, que representan diversos campos del saber humano, y una institución académica, en la que el catolicismo está presente de manera vital».
Evidentemente Juan Pablo II más allá de los escritos dedicados explícitamente a las facultades eclesiásticas y a las universidades católicas ha hablado sobre la educación varias veces a lo largo de su pontificado. Se podría afirmar que la educación fue un tema central de su magisterio. Memorable, en relación al tema de la educación, fue por ejemplo su discurso a la UNESCO en 1980. En éste Juan Pablo II afirmaba que «el hombre vive una existencia auténticamente humana gracias a la cultura» y más adelante que «es a través de la cultura que el hombre llega a ser hombre, accede más plenamente al “ser que le es propio”» y destaca más adelante como al origen de está preocupación no se encuentra una idea sino más bien el hecho de que «el valor humano de la persona está en directa y esencial relación con su ser y no con su tener».
Para el Santo Padre «la cultura es aquello a través de lo cual el hombre, en cuanto hombre, se hace más hombre, "es" más, accede más al "ser".
En esta concepción fuerte, la cultura hay que entenderla como la conciencia crítica de aquello que realiza el hombre en cuanto ser, es decir, como experiencia de plenitud de lo humano en todas sus dimensiones.
Y por eso la cultura es la fuente de la educación. En el discurso ya citado a la UNESCO Juan Pablo II afirmaba que «la primera y esencial tarea de la cultura en general, y también de toda cultura, es la educación» y que «la educación consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda "ser" más y no sólo que pueda "tener" más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que "tiene", todo lo que "posee", sepa "ser" más plenamente hombre»
Extracto de DOSSIER FIDES “La Congregación para la Educación Católica” publicado por Agencia Fides el 27 de Febrero de 2008
La historia de un dicasterio dedicado a la educación
La Congregación para la Educación católica es una de las nueve Congregaciones de la Curia Romana.
La jurisdicción de este dicasterio se extiende a los seminarios, a las casas de formación de los institutos religiosos y seculares (excepto a los destinados a la formación del clero misionero y del clero de las Iglesias de rito oriental, que dependen respectivamente de la autoridad de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y de la de las Iglesias Orientales), a las Universidades Pontificias, a las Universidades, a las Facultades y a los institutos de educación superior dependientes de un eclesiástico, a las escuelas y a los institutos de formación dependientes de la autoridad eclesiástica.
Antiguamente la vigilancia sobre los seminarios le correspondía a la Congregación Consistorial, y a ésta se le sumó la “Congregatio pro Universitate Studii Romani” instituida por el Papa León X para presidir la Universidad de Roma (La Sapienza).
Con la Constitución Apostólica “Immensa aeterni Dei” del 22 de enero de 1588 el Papa Sisto V extendió su autoridad a todas las universidades del mundo católico y, en particular, a aquellas de origen eclesiástico (Bolonia, Paris, Salamanca), pero esta Congregación fue desapareciendo gradualmente.
En 1824 el Papa León XII instituyó la “Congregatio Studiorum” inicialmente con la intención de que se ocupase de todas las escuelas de los Estados Pontificios para después, desde 1870 (cuando dejo de existir el Estado de la Iglesia), dedicarse a las universidades pontificias. El Papa Benedicto XV en 1915 separó de la Congregación Consistorial la sesión que se ocupaba de los seminarios y la unió a la Congregación de Estudios, dando vida a la Congregación para los Seminarios y las Universidades de Estudios.
Con la Constitución Apostólica “Regimini Ecclesiae Universae” del 15 de agosto de 1967, el Papa Pablo VI le atribuyó el nombre de Congregación para la Instrucción Católica.
Bajo el pontificado de Juan Pablo II, con la Constitución Apostólica “Pastor Bonus” del 28 de junio de 1988, asumió la actual denominación de Congregación para la Educación Católica.
La Congregación está actualmente constituida por 31 miembros entre Cardenales, Arzobispos y Obispos. El Prefecto, nombrado el 15 e noviembre de 1999 por Juan Pablo II, es el Cardenal polaco Zenon Grocholewsky. El Secretario es S.E.R. Mons. Jean Louis Brugues, dominico francés, nombrado por Benedicto XVI el 10 de noviembre de 2007. El Subsecretario es Mons. Angelo Vincenzo Zani.
ZENIT publica las palabras que pronunció el sábado, 25 de octubre de 2008, Benedicto XVI al término de la comida, en el atrio del Aula Pablo VI, en el Vaticano, con los participantes en el Sínodo de los Obispos.
Queridos hermanos en el Episcopado y en el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas:
El Sínodo está a punto de terminar, pero el camino juntos bajo la guía de la Palabra de Dios continua. En este sentido, seguimos estando siempre en "sínodo", en camino común hacia el Señor bajo la guía de la Palabra de Dios.
El Instrumentum laboris hablaba de la polifonía de las Sagradas Escrituras. Y me parece que podemos decir que ahora, en las contribuciones de este Sínodo, hemos escuchado también una bella polifonía de la fe, una sinfonía de la fe, con tantas contribuciones, también de parte de los delegados fraternos. Así hemos sentido realmente la belleza y la riqueza de la Palabra de Dios.
Ha sido también una escuela de la escucha. Nos hemos escuchado unos a otros. Ha sido una escucha recíproca. Y, precisamente escuchándonos unos a otros, hemos aprendido mejor a escuchar la Palabra de Dios. Hemos tenido experiencia de cómo es verdad la palabra de san Gregorio Magno: la Escritura crece con quien la lee. Sólo a la luz de las distintas realidades de nuestra vida, sólo confrontándonos con la realidad de cada día, se descubren las potencialidades, las riquezas escondidas de la Palabra de Dios. Vemos que en la confrontación con la realidad se abre de modo nuevo también el sentido de la Palabra que nos ha sido dada en las Sagradas Escrituras.
Así nos hemos enriquecido verdaderamente. Hemos visto que ninguna meditación, ninguna reflexión científica, puede por sí misma sacar de esta Palabra de Dios todos los tesoros, todas las potencialidades que se descubren solo en la historia de cada vida.
No sé si el Sínodo ha sido más interesante o edificante. En cualquier caso, ha sido conmovedor. Nos hemos enriquecido en esta escucha recíproca. Al escuchar al otro, escuchamos mejor al mismo Señor. Y en este diálogo de la escucha aprendemos la realidad más profunda, la obediencia a la Palabra de de Dios, la conformación de nuestro pensamiento y de nuestra voluntad al pensamiento y a la voluntad de Dios. Una obediencia que no es un ataque a la libertad, sino que desarrolla todas las posibilidades de nuestra libertad.
He llegado ya al momento de agradecer a todos aquellos que han trabajado para el Sínodo. No podría ahora nombrar a todos los que han trabajado, porque ciertamente olvidaría a muchos. Pero agradezco a todos el gran trabajo que han hecho: los presidentes delegados, el relator con su secretario adjunto, todos los relatores, los colaboradores, los técnicos, los expertos, los auditores y auditoras, de los que hemos aprendido cosas conmovedoras. Un agradecimiento cordial a todos. Estoy un poco inquieto, porque me parece que hemos violado el derecho humano de algunos al descanso nocturno y también al descanso del domingo, porque son realmente derechos fundamentales. Debemos reflexionar sobre cómo mejorar en los próximos Sínodos esta situación. Quisiera decir gracias ahora también a la empresa que nos ha preparado esta maravillosa comida y a todos los que nos la han servido. Gracias por este don.
Ahora debemos empezar a elaborar el documento postsinodal, con la ayuda de todos estos textos. Será también esta una escuela de la escucha. En este sentido permanecemos juntos, escuchamos todas las voces de los demás. Y vemos que sólo si el otro me lee la Escritura, yo puedo entrar en la riqueza de la Escritura. Tenemos siempre necesidad de este diálogo, de escuchar la Escritura leída por otro desde su perspectiva, desde su visión, para aprender juntos la riqueza de este don.
A todos auguro ahora un buen viaje, y gracias por todo vuestro trabajo.
[Texto extraído de L'Osservatore Romano, traducción de Inma Álvarez]
El Delegado Diocesano de la Salud de Tenerife envía una serie de pautas a tener en cuenta en la parroquias y arciprestazgos en relación con la Pastoral de la Salud.
Misión fundamental de los animadores-responsables arciprestales (sacerdote y laico).
.1.—Se deben sentir responsables de que este servicio de la Iglesia funcione en el Arciprestazgo, en todas las parroquias.
2.—El sacerdote responsable debe animar ¿majaderamente? a los compañeros sacerdotes que no tengan grupo para que, al menos elijan una persona a la que encarguen este servicio. Y ayudarla a que, durante un tiempo prudencial, busque más personas que no estén en otras actividades, para que se incorporen a pastoral de la salud.
3.—A fin de conseguir que haya comunicación fluida es importante que cada parroquia tenga su responsable de pastoral de la salud. Y los responsables tener los teléfonos de todos los responsables parroquiales.
4.—Garantizar que al comenzar el curso haya un plan para el arciprestazgo con fechas, actividades y personas que se encargan de las mismas. Este curso, con rellenar las hojas que les dimos desde la Delegación, se podría conseguir un plan concreto.
5.—Los responsables arciprestales, sacerdote y laico, se deben reunir con una cierta frecuencia para ver cómo va la marcha, animar o corregir lo que haga falta.
6.-Garantizar que los equipos tengas los materiales que necesiten para formarse. Para ello mantener una relación fluida con la Delegación. (Móvil de Ismael 699.444.941).
7.—Cuando haya alguna actividad arciprestal o de zona, o diocesana animar a todos a participar. Eso ayuda mucho a la gente.
8.—En los arciprestazgos donde haya religiosos/as que trabajen en el campo de la salud, es necesario encontrar la manera de incorporarlos a dicha pastoral que tan propia les es y que tan buen trabajo realizan. Una de las formas es invitarles siempre a los encuentros que haya.
9.—Seguir a través de visitas, llamadas o por el medio que sea, la marcha de Pastoral de la Salud en cada parroquia, a fin de poder buscar con ellos las soluciones a los problemas que se vayan presentando. Y animarlos continuamente. Siempre, claro, contando e informando al párroco correspondiente.
10.—Sería bueno que se programaran las reuniones que se consideren convenientes a lo largo del año con los responsables parroquiales a fin de preparar las actividades (Pascua del Enfermo...) y seguir la marcha del grupo.
Un saludo y ¿ ¡ buen trabajo! ! Jesús nos acompaña
El Delegado de Pastoral de la Salud de Tenerife se dirige a los sacerdotes al comenzar el curso 2008-2009 con la siguiente reflexión:
Estimados hermanos:
Hace unos días escuchábamos a Natanael decirle a Jesús: "Tú eres el Hijo de Dios"( Juan 1, 49). Qué bueno tener la conciencia que el mismo Dios está entre nosotros haciendo lo que desea para nuestro bien. Y lo hemos visto amando, especialmente a los que nadie ama, animando (llenando de ánima) a los des-animados, y sanando toda herida del cuerpo y del alma: "...anunciaba la Buena Noticia del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo..." (Mateo 4, 23ss)
Después será el mismo Natanael/Bartolomé el que se sentirá enviado por Jesús a seguir sus mismos pasos. El será cuerpo que va, pero el Espíritu de Jesús ha sido derramado en él, y a través de él, el mismo Jesús seguirá haciendo su buen trabajo, para que todos "tengan vida en abundancia" (Juan 10, 10).
Nos lo dice San Pablo y lo sabemos: "Ustedes forman el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro de ese cuerpo" (1 Corintios 12, 27). Cuerpo vivo, habitado por el mismo Espíritu de Jesús, para ir por la vida haciendo como Él, más aún, dejando que El siga haciendo a través de nosotros.
Y ahora comenzamos el curso pastoral: hacer, o colaborar con Jesús para que El siga haciendo en este curso de gracia lo que desea para todos.
A nosotros nos toca esa área de trabajo tan querida por Jesús, a la que dedicó tanto tiempo y en la que puso lo mejor de si mismo: los enfermos.
A LOS ARCIPRESTES
Ya saben que es misión vuestra el distribuir las responsabilidades de las distintas áreas de trabajo entre los compañeros del arciprestazgo. Que no falte el responsable de Pastoral de la Salud. Yo necesitaría saber quién es el elegido para coordinarnos.
A LOS RESPONSABLES ARCIPRESTALES
A los elegidos y comprometidos en esta tarea les pediría que valoren, como lo hizo el mismo Jesús, el trabajo de animación y coordinación de Pastoral de la Salud en el arciprestazgo.
Es necesario, porque si no, por experiencia, no sale, el hacer la programación arciprestal y parroquial, poniendo fechas y lugares de las distintas actividades. Con el deseo de ayudar les envío una hoja para la programación. parroquial y arciprestal.
Pónganse en contacto conmigo (699.444.941), cuenten conmigo en todo lo que necesiten, yo haré lo que pueda.
Si me necesitan y quieren, yo podría ir a cada arciprestazgo o vicaría para la reunión de programación. Ustedes convocan y yo iré. Es por eso de la experiencia.
Hay cosas que no deben faltar en la programación: la Pascua del Enfermo (este año, con motivo del décimo aniversario del Sínodo, será el V domingo de Pascua), el encuentro en Febrero de los agentes de pastoral de la salud (en tomo al 11 de Febrero, día del Enfermo), la revisión del trabajo....
A LOS ASILOS, LAS RESIDENCIAS DE ANCIANOS, HOGARES...
Sería muy conveniente que también tuvieran programado, ya desde el principio, las distintas actividades que van a tener con los residentes. Una reunión con los capellanes podría ser un buen momento para hacer la programación.
NUEVOS AGENTES DE PASTORAL DE LA SALUD
Todos sabemos que es la base sobre la que se cimenta el buen trabajo de Pastoral de la Salud. Esto nos exige hacer un esfuerzo especial por animar a personas cualificadas para que se formen y hagan realidad el sueño de que, en cada parroquia, haya un equipo de Pastoral de la Salud. Y es que, sin eso, la Parroquia no sería testigo de Jesús. Para iniciarlos, pueden contar también conmigo y con la Delegación.
Ismael, en nombre de la Delegación.
Y nada más por el momento. ¡Animo! Y cuenten con nosotros.
ZENIT publica las palabras que pronunció Benedicto XVI al rezar la oración mariana del Ángelus desde la plaza de San Pedro del Vaticano, el domingo 26 de Octubre de 29008, al final de la misa con la que ha concluido la Asamblea General del Sínodo de los Obispos.
Queridos hermanos y hermanas,
con la Celebración eucarística en la Basílica de San Pedro se ha concluido esta mañana la XII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, que ha tenido por tema "La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia". Toda Asamblea sinodal es una experiencia fuerte de comunión eclesial, pero esta aún más porque en el centro de atención se ha puesto lo que ilumina y guía a la Iglesia: la Palabra de Dios, que es Cristo en persona. Y hemos vivido cada jornada en escucha religiosa, advirtiendo toda la gracia y la belleza de ser sus discípulos y servidores. Según el significado original del término “iglesia”, hemos experimentado la alegría de ser convocados por la Palabra, y especialmente en la liturgia, nos hemos encontrado en camino dentro de ella, como en nuestra tierra prometida, que nos hace pregustar el Reino de los cielos.
Un aspecto sobre el que se ha reflexionado es la relación entre la Palabra y las palabras, es decir, entre el verbo divino y las escrituras que lo expresan. Como enseña el Concilio vaticano II en la constitución Dei Verbum (n. 12), una buena exégesis bíblica exige tanto el método histórico-crítico como el teológico, porque la Sagrada Escritura es Palabra de Dios en palabras humanas. Esto comporta que todo texto debe ser leído teniendo presente la unidad de toda la Escritura, la viva tradición de la Iglesia y la luz de la fe. Si es verdad que la Biblia es también una obra literaria, es más, el gran código de la cultura universal, es también verdad que ella no debe despojarse del elemento divino, sino que debe leerse en el mismo Espíritu en que se compuso. Exegesis científica y lectio divina son por tanto ambas necesarias y complementarias para buscar, a través del significado literal, el espiritual, que Dios quiere comunicarnos hoy.
Al término de la Asamblea sinodal, los Patriarcas de las Iglesias Orientales han lanzado un llamamiento, que hago mío, para llamar la atención de la comunidad internacional, de los líderes religiosos y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad sobre la tragedia que se está consumando en los países de Oriente, donde los cristianos son víctimas de intolerancia y de crueles violencias, asesinados, amenazados y obligados a abandonar sus casas y a vagar en busca de refugio. Pienso en este momento sobre todo en Irak e India. Estoy seguro de que las antiguas y nobles poblaciones de esas naciones han aprendido, en el curso de siglos de convivencia respetuosa, a apreciar la contribución que las pequeñas pero laboriosas y cualificadas minorías cristianas dan al crecimiento de la patria común. Éstas no piden privilegios, sino que sólo desean seguir viviendo en su país junto con sus conciudadanos, como han hecho siempre. A las autoridades civiles y religiosas interesadas pido que no ahorren esfuerzo alguno para que la legalidad y la convivencia civil sean de nuevo restablecidas y los ciudadanos honestos y leales sepan que pueden contar con una adecuada protección por parte de las instituciones del estado. Auguro también que los Responsables civiles y religiosos de todos los países, conscientes de su papel como guía y referencia para las poblaciones, hagan gestos significativos y explícitos de amistad y de consideración hacia las minorías cristianas o de otras religiones, y se haga de la defensa de sus derechos legítimos una cuestión de honor.
Estoy contento también de señalar ante vosotros, aquí presentes, lo que he anunciado poco antes de la Santa Misa: en octubre del próximo año tendrá lugar en Roma la II Asamblea Especial del Sínodo para África. Antes de eso, si Dios quiere en el mes de marzo, es mi intención viajar a África, visitando en primer lugar Camerún, donde entregaré a los obispos del continente el Instrumentum laboris del Sínodo, y después Angola, con ocasión del 500º aniversario de la evangelización de ese país. Confiamos los sufrimientos arriba recordados, como también las esperanzas que todos llevamos en el corazón, en particular las perspectivas del Sínodo de África, a la intercesión de María Santísima.
[Después del Ángelus, a los peregrinos de lengua española]
Doy mi cordial bienvenida a los participantes de lengua española en esta oración del Ángelus. Al final de los trabajos del Sínodo de los Obispos, sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, invito a todos, como San Pablo nos dice en la lectura de hoy, a acoger con fe la Palabra del Señor para que, con la alegría del Espíritu Santo, deis testimonio del Dios vivo y verdadero a todos los hombres. Muchas gracias y Feliz domingo.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]
(De Fuente de la Guancha)
CARITAS ARCIPRESTAL ORGANIZA ALMUERZO BENÉFICO
14 de Octubre
El coordinador arciprestal de Caritas Don Lorenzo Díaz se ha dirigido por medio de carta a todos los sacerdotes del Arciprestazgo de Icod pidiendo colaboración por el éxito del Almuerzo con fines benéficos a favor de caritas. Nos dice: “En Caritas hacemos un enorme esfuerzo para que los últimos y no atendidos reciban lo que necesitan, pero sin olvidarnos que esos, en parte, se lo debemos a todos aquellos que colaboran con esta labor”. El almuerzo tendrá lugar el día 9 de Noviembre a las 13,30 en el restaurante Quemahierro de Icod.
BODA EN LA GUANCHA
18 de octubre de 2008
En la mañana del sábado 18 de octubre, rodeados de familiares y amigos, contrajeron matrimonio canónico los jóvenes Guillermo José González y González, natural y vecino de Icod, y Natalia González López, natural y vecina de La Guancha. Fueron sus padrinos Fernando González Hernández, padre de la contrayente, y Marquesa González González, madre del contrayente. La ceremonia la presidió el sacerdote Ismael Pérez González, primo del novio.
BODA EN LA GUANCHA
18 de Octubre
En la tarde del sábado y en la Misa vespertina contrajeron matrimonio los jóvenes Zebenzui Méndes González, natural y vecino de Tacoronte, y Fátima Rodríguez González, natural y vecina e nuestra parroquia. Fueron sus padrinos Antonio Díaz Socas y Judit Doble Abad.
CELEBRACIÓN DEL ROSARIO EN SAN JOSÉ
18 de octubre
En la tarde-noche del sábado 18 de Octubre se reunió un grupo de fieles de la parroquia de San José para la celebración anual de Ntra. Sra. del Rosario. Se tuvo primero la Santa Misa y a continuación una procesión con la imagen rezando el rezo del Rosario por las calles cercanas al templo.
BAUTISMOS EN LA GUANCHA Y SAN JOSÉ
19 de Octubre
Sólo dos niñas recibieron el Bautismo en este mes de Octubre: Una en La Guancha y otra en San José: Ainara y Reyes. El descenso de la natalidad se va notando en nuestras parroquias.
RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DEL CRISTO DEL CALVARIO
24 de Octubre
Con esta fecha la restauradora Candelaria García Díaz recogió la imagen del “Cristo del Calvario” para proceder a su restauración. En el informe presentado anteriormente se lee: “Los tejidos que forman la articulación de los hombros se encuentran desgarrados y con pérdida de material ya que se han ido degenerando con el paso del tiempo volviéndose acartonados y quebradizos. A este deterioro propio del material ha que sumarle la manipulación que sufren cada año durante los preparativos de la Semana Santa al descender la imagen y colocarla tumbada con los brazos cruz dos sobre el cuerpo a modo de Cristo Difunto”.
El presupuesto asciende a 2340 €. El párroco lo ha comunicado a la parroquia y ha pedido a los fieles colaboración económica.
RENOVACÍON CARISMÁTICA CATÓLICA CANARIA ANUNCIA XVI ASAMBLEA REGIONAL
25 de Octubre
La Renovación Carismática Canaria celebrará los días 7, 8 y 9 de Noviembre su XVI ASAMBLEA REGIONAL en el Parque San Francisco del Puerto de la Cruz en Tenerife. El lema que acompañará será: “Tengan unos con otros los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Flp 2,5). Contará con la presencia de Phillipe Madre, diácono católico desde 1982, teólogo y médico diplomado en Psiquiatría, fundador de la Obra Madre de Misericordia en 1982 cuya vocación es rescatar a las personas cuya dignidad de vida ha sido violada, menospreciada… Así como con Diego Carmelo, sacerdote de nuestra Diócesis desde 1982, que estudió en Roma Teología Dogmática.
Un cartel y un díptico recordarán este acontecimiento.
Se ha recibido en la parroquia cartel, díptico y carta desde el Equipo Regional de la Ranovación Carismática anunciando próximo asamblea regional.
RENOVACÍON CARISMÁTICA CATÓLICA CANARIA
Santa Cruz de Tenerife a 25 de Octubre de 2008
Estimados /as Hermanos /as en Cristo:
Este año vamos a celebrar la XVI Asamblea Regional de la Renovación Carismática Católica Canaria bajo el siguiente lema: “Tengan unos con otros los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Flp 2,5), y tendrá lugar los días 7, 8 y 9 de Noviembre de 2008, en el Parque San Francisco, en el Puerto de la Cruz.
En esta ocasión vamos a contar D. M. con la presencia y enseñanzas de Phillipe Madre: Diácono católico desde 1982. Teólogo y médico diplomado en Psiquiatría, profundizando en estudios relacionados con la Psicología y la Espiritualidad. Fundador de la Obra Madre de Misericordia en 1982 cuya vocación es rescatar a las personas cuya dignidad de vida ha sido violada, menospreciada…
Así como con Diego Carmelo, sacerdote de nuestra Diócesis desde 1982, que estudió en Roma Teología Dogmática, teniendo su primera Parroquia en La Zarza y que ha sido Conciliario de la R.C.C.C., y de Cursillos de Cristiandad. En la actualidad es párroco de la Iglesia de san Benito en La Laguna.
Sería grato para nosotros contar con usted durante nuestro Asamblea y especialmente en el acto penitencial del sábado día 8 a las 12,00 h en el que Dios y los hermanos necesitamos tanto su presencia y servicio.
Confiando en Nuestro Señor Jesucristo esperamos encontrarnos pronto y disfrutar juntos de las bendiciones que Dios, por su gracia, derramará en esta Asamblea sobre nosotros, sus hijos.
Agradecemos de antemano su asistencia y colaboración.
Un saludo cordial
El Equipo Regional y el Asesor Espiritual.
ZENIT Publicamos el llamamiento de paz que han emitido los padres orientales al concluir el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios.
"Cristo es nuestra paz" (Efesios 2, 14)
En el año jubilar del apóstol Pablo, el Santo Padre Benedicto XVI nos ha reunido en Sínodo con los obispos representantes de toda la Iglesia católica.
Expresamos profundo reconocimiento al Papa por haber elevado siempre, rápida e incansablemente la súplica a Dios y la voz a favor de los hermanos y de las hermanas de Oriente. Siguiendo su ejemplo, también nosotros, como discípulos de Cristo, padres y jefes de las Iglesias Orientales Católicas, renovamos la imploración a Dios y hacemos un llamamiento a todos parra que se confirme todo intento de favorecer por doquier la paz en la libertad, en la verdad y en el amor.
Experimentamos en el corazón un estremecimiento por los sufrimientos de tantos hijos e hijas nuestros de Oriente: niños y jóvenes; personas en dificultad extrema por razones de edad, salud y esenciales necesidades espirituales y materiales; familias que sienten cada vez más la tentación del desaliento por el presente y el futuro. Y sentimos el deber de hacernos intérpretes de sus expectativas justificadas para que se garantice pronto una vida digna en una fecunda convivencia social.
¡La paz es obra de la justicia! Es un imperativo del que no podemos y no queremos eximirnos. Pedimos, por este motivo, en particular para Tierra Santa, cuna de Cristo Redentor, para el Líbano, Irak y la India la paz en la justicia, de la que es garantía una libertad religiosa real.
Estamos cerca de quienes sufre por la fe cristiana y de todos los creyentes a quienes se les impide la profesión religiosa. Rendimos homenaje a los cristianos que han perdido recientemente la vida en la fidelidad al Señor.
Ante el Papa y los padres sinodales, alentados por su fraternidad, presentamos una vibrante petición:
--A los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad para que respeten y acojan al otro en la vida cotidiana, acercándose a quienes se encuentran en la necesidad, ya sean cercanos o lejanos.
--A los pastores y a los responsables religiosos para que prediquen esta actitud, apoyando y multiplicando las iniciativas de mutuo conocimiento, de diálogo y de ayuda.
--A la comunidad internacional y a los hombres de gobierno para que garanticen a nivel legislativo la verdadera libertad religiosa, superando toda discriminación y ayuda a cuantos están obligados a dejar la propia tierra por motivos religiosos.
Que se cumpla el auspicio del Papa Benedicto XVI: "Que las Iglesias y los discípulos del Señor permanezcan allí donde les ha colocado por nacimiento la divina Providencia; allí donde merecen permanecer por una presencia que se remonta a los inicios del cristianismo. A través de los siglos se han caracterizado por un amor incontestable e inseparable a la propia fe, al propio pueblo y a la propia tierra" (Benedicto XVI durante la visita a la Congregación para las Iglesias Orientales, 9 de junio de 2007).
"Cristo es nuestra paz". Esta palabra divina trae consuelo y esperanza y apremia a buscar nuevos caminos de paz, que encuentren eficacia en la Bendición de Dios. Espacio a la paz, nosotros, pastores de Oriente, deseamos que pueda ser el humilde pero apremiante llamamiento que ponemos en manos del Santo Padre, dando gracias a Dios y a quienes lo acogerán con benevolencia.
Que intercedan por este don los santos apóstoles Pedro y Pablo, y los mártires, encontrándonos junto a sus memorias romanas. Que sea nuestra poderosa abogada la santísima Madre de Dios. Que la Reina de la Paz haga llegar nuestra preocupación, nuestros esfuerzos y nuestras oraciones a Cristo, Señor y Dios, Príncipe de la Paz.
Vaticano, 24 de octubre de 2008
Tarcisio Bertone,
cardenal secretario de Estado
Leonardo Sandri,
cardenal prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales
William Joseph Levada,
cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidente delegado del Sínodo
George Pell,
cardenal arzobispo de Sydney, presidente delegado del Sínodo
Odilo Pedro Scherer,
cardenal arzobispo de Sao Paulo, presidente delegado del Sínodo
Nikola Eterovic,
arzobispo, secretario general del Sínodo de los Obispos
Nasrallah Pierre Sfeir,
cardenal patriarca di Antioquía de los Maronitas
Emmanuel III Delly,
cardenal patriarca di Babilonia de los Caldeos
Varkey Vithayathil,
cardenal arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-malabares
Antonios Naguib,
patriarca de Alejandría de los Coptos
Gregorios III Laham,
patriarca de Antioquía de los Greco-melquitas
Nerses Bedros XIX Tarmouni,
patriarca de Cilicia de los Armenios
Mar Basileos Cleemis Thottunkal,
arzobispo mayor de Trivandrum de los Siro-malancares
Fouad Twal,
patriarca de Jerusalén de los Latinos
Jules Mikhael Al-Jamil,
procurador del patriarcado de Antioquía de los Sirios
Dionisio Lachovicz,
representante del arzobispo mayor de Kiev-Halyc (Ucrania)
Florentin Crihalmeanu,
representante del arzobispo mayor de Fagaras si Alba Iulia (Rumanía)
Traducción de Jesús Colina
Comentario a las lecturas del domingo treinta del Tiempo Ordinario – A, publicado en Diario de Avisos el domingo 26 de Octubre de 2008 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos.
Muéveme, en fin, tu amor
DANIEL PADILLA
Todos reconocían la desconcertante sabiduría de Jesús, sin duda. Sin embargo, los fariseos, los saduceos, etc., andaban siempre haciéndole preguntas capciosas: "¿Es lícito pagar tributo al César?", "Una mujer casada sucesivamente con siete hermanos, ¿con cuál de ellos vivirá en el `más allá'?" ¡Eran terribles! ¡Qué paciencia!
Pero, prescindiendo de ese "morbo", la verdad es que la pregunta que le hace hoy el doctor de la ley es bien importante: "¿Cuál es el primer mandamiento?”
Porque, démonos cuenta. Los judíos andaban atrapa-dos en un laberinto de leyes. ¡613 constituían la tela de araña de su Ley! Dicen que 365, en atención a los días del año y 248 recordando los huesos del cuerpo humano. Como para volverse locos. ¡Era, ya lo comprenderán, como caminar por un campo de minas!
La sabiduría popular de siempre nos ha dicho que "el que mucho abarca, poco aprieta" y que "hay que temer al hombre de un solo libro". Efectivamente, una de las más frustrantes sensaciones que va teniendo el hombre de hoy es la de estar metido en tantos quehaceres y compromisos, que, a la hora de la verdad, no llega a fondo a ninguno. Si algún calificativo le cuadra a este ciudadano de principios del siglo XXI es el de la "superficialidad", ya que le toca mariposear en todo, sin profundizar en nada. No iba descaminada, por tanto, la pregunta del perito en leyes: "¿Cuál es eI primer mandamiento?" Y Jesús le di-jo: "Amar a Dios sobre todas las cosas". Palabra de Dios. No hacía falta que hubiera añadido más. Y punto.
Porque amar, conseguir que el móvil de todas nuestras acciones sea el amor, es ir llegando a la esencia del cristianismo. ¿Seré yo el número "uno" porque hable magistralmente "proclamando el evangelio a todas las gentes"? No, amigos míos, si no lo hago desde el amor. ¿Seré el más perfecto si "distribuyo mis bienes a los pobres"? Tampoco, si es una acción llamativa que no procede del amor. ¿Llegaré al ideal más alto, si "arrojo mi cuerpo a las llamas"? ¡Que no, amigos, que no! Todo eso no vale nada, si no lo mueve el amor. Francisco de Asís lo entendió muy bien. Por eso le decía a Fray León, cuando, ateridos de frío, en medio de la nieve, llegaban a Santa María de los Ángeles: "Si ahora, al llegar, el portero no nos recibe, sino que nos apalea y nos arroja a la nieve, y nosotros lo sufrimos por amor de Cristo bendito, escribe que en eso está la verdadera alegría".
Por ahí van los tiros. Por eso, hay que proveerse de grandes dosis de ese néctar maravilloso. Con él hay que rociarlo todo. Y así, no vayan al trabajo por "obligación", sino por amor. No den limosna por "aquietar la conciencia", sino por amor. No vayan a misa "porque está mandado", sino por amor. No se priven de tal acción "porque es pecado y el pecado es causa de condenación", sino porque el pecado no cabe dentro de las reglas del amor. Vayan identificándose, en fin, con los sentimientos del poeta del célebre soneto:
"No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera... ".
Eso: "Muéveme, en fin, tu amor". Esa es la ley. Lo demás es lo de menos.
Día 26 de Octubre
XXX Domingo del Tiempo Ordinario
La gran enseñanza
Posiblemente nunca nos admiremos bastante de la virtud de Cristo que le impulsa a amar siempre. En toda circunstancia busca el bien que lo demás. Un bien, por otra parte, que tiende a la vida eterna para el hombre. En esta escena que hoy consideramos, a partir de sus palabras que nos ofrece san Mateo, no parece preocuparse Jesús de si el doctor de la ley, le preguntó para tentarle. Le interesa, por encima de todo, dejar claro para siempre de qué se trata de modo decisivo para los hombres. De amar a Dios, responde con palabras del Deuteronomio que todo israelita conocía de memoria. Diríamos que su deseo de amarnos, de favorecernos, mucho antes de cualquier mérito humano, le hace no tener en cuenta las ofensas que recibe, de tanto como nos quiere.
Todo hombre siente insatisfaccion en la vida presente, por grande que sea su bienestar. Tenemos reiterada experiencia, de la ineficacia de los esfuerzos –sólo humanos– para lograr esa plenitud de vida a la que tendemos por naturaleza, como un deseo inevitable desde lo más profundo de nuestro ser. Una y otra vez intentamos satisfacernos siguiendo ese deseo innato, buscando tal vez lo que más nos deleita en el momento o aquello que pueda enriquecernos más..., pensando en un futuro delicioso. Tratamos de evitar todo lo que se opondría al logro de esos objetivos, sobre todo, el sufrimiento... Sin embargo, siempre es inútil. Aunque consigamos satisfacer nuestros precisos deseos de autocomplacencia, esa plenitud tan ansiada no llega. Siempre deseamos más o se nos imponen circunstancias indeseables que no podemos evitar.
En la Ultima Cena, abre Jesús su Corazón a los Apóstoles y se dirige a Dios Padre con las siguientes palabras: Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado. Soló Dios, encarnado para nuestra salvación, tiene la respuesta definitiva al enigma de la completa felicidad humana. No está –nos dice– en buscar algo para nosotros, como una cosa más de las necesarias, convenientes o simplemente apetecibles que podríamos echar de menos. Esa vida plena tan ansiada –eterna la llama Jesús con toda precisión- sólo se consigue buscándole a Él. He aquí la gran enseñanza divina, la respuesta definitiva al interrogante del hombre de suyo insatisfecho en esta vida: la máxima plenitud humana consiste en conocer a Dios y amarle por encima de todo. Se tratará, pues, de aplicarnos cada uno la lección recibida y, con la esperanza de esa vida eterna, que pronto se insinúa en el alma como un ideal accesible, casi sin querer, manifestaremos también a nuestro alrededor nuestra experiencia, inigualable para muchos.
A sus discípulos: a todos los que nos sabemos hijos de Dios, ha confiado la tarea de extender la salvación hasta el último rincón del planeta: id, pues, y haced discipulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Con lo que esta misión, que de modo expreso nos encomienda Jesucristo, queda convertida en una parte de lo que quiere que aprendamos de Él. Difundir el Evangelio, enseñando a otros la doctrina de Jesucristo, se hace imprescindible para alcanzar, no sólo la vida eterna al abandonar este mundo, sino la mayor felicidad posible en esta vida, pues el Señor –todo Amor– no nos pide algo si no es para nuestra felicidad: el ciento por uno en esta vida, nos tiene dicho.
Jesucristo es el único camino para la salvación eterna. Los hombres no pueden entrar en comunión con Dios si no es por medio de Cristo. Esta mediación suya insustituible y universal, lejos de ser obstáculo en la marcha del hombre hacia Dios, es la vía ideal establecida por Dios mismo. Al querer Dios que le amemos, espera que lo hagamos como hombres, manifestando adhesión a la persona de Jesucristo que es Dios y es hombre. Amar a Dios sobre todas las cosas, supone, pues, verdadero afecto, cariño real, como el que tenemos a las personas que más amamos, y es también seguimiento eficaz, cumplimiento dócil de su voluntad, con fortaleza si fuera preciso, para que no se quede aquel afecto en apariencia de amor, en simple sensiblería.
La tarea apostólica incumbe a todos. Como cristianos, cada uno hemos escuchado: ... enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. La misión de evangelizar a todos los pueblos y naciones, se halla inscrita en la misma esencia de la Iglesia y compromete profundamente a cada bautizado. Por eso, con independencia de las circunstancias concretas en las que cada uno se desenvuelva, el corazón de un cristiano ha de abrirse a las necesidades de la Iglesia universal, y de modo particular a los esfuerzos por implantar y desarrollar la fe de Cristo en los lugares donde aún no se halla radicada. Esta tarea no es para algunos destinados a ello, está incluida en el amor que Dios nos pide a todos.
Son muchos, por otra parte, los que trabajan y sirven a las almas desde antiguo, en países alejados del propio, haciendo de este servicio una profesión; pero todos, por la Comunión de los Santos –con nuestra oración–, podemos y debemos llegarnos a esos lugares. Sin olvidar que, también en tierras de vieja tradición cristiana, habrá siempre la necesidad de una nueva evangelización, que encienda más a las almas en amor de Cristo. Tal vez sea ésta la primera manifestación necesaria del segundo precepto de la Ley: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Quien desea el bien para los demás, quiere para ellos, como para sí mismo, lo mejor. Y lo mejor es, como venimos diciendo, amar a Dios sobre todas las cosas.
Pidamos a Santa María, feliz de sentirse amada por Dios y de poder amarle, nos conceda de la Trinidad Beatísima, como Omnipotencia Suplicante que es, la gracia de desear esa misma felicidad suya, para que hagamos, también, muy felices a otros.
El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Chilena ha realizado un llamamiento por medio de un Mensaje a empresarios, trabajadores, autoridades y dirigentes políticos, a aportar su mayor esfuerzo para evitar que la crisis económica mundial golpee a los más pobres y a los trabajadores.
FE Y SOLIDARIDAD EN TIEMPOS DE PRUEBA,
A EJEMPLO DE SAN ALBERTO HURTADO
MENSAJE DEL COMITÉ PERMANENTE DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
1. Recordando una “hora de gracia para Chile”
Con gran alegría la Iglesia celebra hoy el tercer aniversario de la canonización del Padre Alberto Hurtado, un gran regalo de Dios para nuestra Patria, como también lo han sido la canonización de Teresa de Los Andes y las beatificaciones de Laura Vicuña y Ceferino Namuncura. En un país de memoria frágil, nos hace bien revivir ese hermoso acontecimiento que es parte del patrimonio histórico de Chile y que se tradujo en la fiesta memorable que se vivió en la Plaza de San Pedro y en todo nuestro país, en octubre del año 2005. Los acontecimientos de la hora presente nos demuestran que es necesario y bueno hacer un alto en el camino para valorar el legado de este santo de la fe y “padre de la Patria”, como lo llamó el entonces Presidente de la República.
2. La necesaria consecuencia de los líderes
El Padre Hurtado no se quedó en declaraciones, homilías ni en discursos. Los hizo y muy bien. Aunque sus escritos remecieron a la Iglesia y al país, estaba convencido de que “el mundo está cansado de discursos (…) Quiere hechos, quiere obras, quiere ver a los cristianos que encarnan como Cristo la verdad en su vida”. Hoy, cuando la opinión pública clama a sus dirigentes una mayor consecuencia entre el decir y el actuar, el ejemplo de este sacerdote santo que pone en práctica lo que cree es un testimonio elocuente que urge resaltar. En vísperas de las elecciones de alcaldes y concejales, un proceso de la más alta trascendencia para la vida de las personas y sus comunidades, es saludable para nuestra convivencia democrática que los electores puedan discernir, libremente y en conciencia, los proyectos y personas que mejor se acercan a sus ideales y valores, que mejor traducen sus propuestas en acciones, y que con mayor coherencia trabajan en favor del bien común. Quiera el Señor que los comicios transcurran en plena normalidad, y que el Compromiso de Amistad Cívica que los partidos políticos firmaron junto al Arzobispo de Santiago en el mes de agosto, se traduzca en una jornada pacífica, sin triunfalismos ni revanchismos, por el mayor bien y progreso de todos.
3. La verdadera riqueza: el servicio a los pobres
San Alberto tenía muy claro que “el pobre es Cristo que carga su cruz, y como a Cristo debemos amarlo y ampararlo. Debemos tratarlo como a un hermano, como ser humano”. Para san Alberto, la opción preferencial por los pobres es una opción genuinamente eclesial que remonta a Dios y a Cristo mismo.
Nos decía el Padre Hurtado: “la misión de los ricos es servir a los pobres”. “Y en la Iglesia Santa, la Iglesia de los pobres, los ricos también tienen entrada con un pasaporte: el servicio a los pobres”. ¡Qué lección más contundente para aquellos que, ante el altar de un mal entendido “progreso”, exaltan la riqueza como un triunfo, el prestigio como ideal y el poder como la principal ambición! La crisis financiera internacional, que también manifiesta sus efectos en Chile, nos da suficientes pruebas en este sentido y bien vale la pena una consideración particular al respecto.
4. En tiempos de crisis, construir sobre roca firme
Aunque los pastores no somos, necesariamente, expertos en ciencias económicas, la Iglesia es maestra en humanidad al enseñarnos el amor de Dios. La referencia evangélica con que el Santo Padre Benedicto XVI ha meditado en torno a la incierta situación de las finanzas mundiales resulta muy iluminadora para nuestros días. Porque cuando el afán del lucro y la acción especulativa sin límites se imponen en los mercados, la persona humana está construyendo su casa sobre arena. “Quien construye su vida sobre estas realidades, sobre la materia, sobre el éxito, sobre todo lo que es apariencia, construye sobre arena. Únicamente la Palabra de Dios es el fundamento de toda la realidad, es estable como el cielo y más que el cielo; es la realidad”, ha dicho el Papa.
Sabemos que nadie es inmune a estas crisis, pero al mismo tiempo valoramos los pasos previsores que la institucionalidad de nuestro país ha venido dando y que le permiten enfrentar de mejor modo sus consecuencias. De un modo especial saludamos la iniciativa del Gobierno al invitar a los principales actores nacionales a actuar unidos en esta situación de crisis mundial. Trabajar en unidad y colaboración es, sin duda, un camino para construir sobre “roca firme”. En efecto, la buena voluntad y la disposición de todos a un diálogo honesto, con altura de miras y espíritu constructivo, posibilitan acuerdos sobre las principales decisiones nacionales y evita al país enfrascarse en la enemistad y en largas y estériles polémicas que debilitan la amistad cívica y defraudan la confianza ciudadana.
Si bien la prudencia aconseja adoptar un sano realismo en estas situaciones, no quisiéramos que una lógica fatalista termine instalando el miedo entre los agentes y los procesos económicos. La experiencia, lamentablemente, nos demuestra que los más perjudicados por estas crisis terminan siendo los grupos más vulnerables de la sociedad, los pobres, los predilectos de Jesús. En ese sentido, hacemos un ferviente llamado a todos los empresarios y emprendedores de nuestra patria, y a todos los trabajadores: necesitamos valorar, cuidar y promover nuestras fuentes de empleo, dignificar el trabajo, hacerlo cada día mejor, comprender que un trabajo bien hecho y dignamente remunerado es el sustento de la familia, el pilar de nuestra sociedad. Valoramos el apoyo que se quiere dar a las Pymes, donde encuentra empleo la mayor parte de los trabajadores, y pedimos respetuosamente a empresarios y trabajadores, así como a las autoridades del Ejecutivo y del Parlamento, aportar su mayor esfuerzo para impedir, en todo cuanto nos sea posible, la pérdida de fuentes laborales.
5. Solidaridad y justicia, hoy más que nunca
Los cristianos estamos llamados a exaltar la solidaridad y la justicia como virtudes urgentes de verificar en nuestro tiempo. No se trata de una simple motivación hacia una actitud asistencial. El Padre Hurtado nos deja una tarea que no podemos eludir: se trata sobre todo de hacer justicia pues la caridad construye sobre la base de la justicia. Por ese motivo, tres años después de su canonización, a todos nos duelen las injusticias sociales, los hechos de corrupción y valoramos todas las acciones destinadas a dignificar a los más pobres y a hacerlos sujetos de nuestra historia. En estos tiempos en que las proyecciones económicas tambalean, estos énfasis deben ser reforzados. Porque “sin justicia social no puede existir democracia integral”.
6. ¿Qué haría Cristo en nuestro lugar?
La vida del Padre Hurtado se explica por su amor apasionado y vehemente por Jesucristo. Si una palabra tuvo permanentemente en sus labios fue precisamente la de Cristo. Él era su único anhelo y su principal energía. “Apóstol de Jesucristo” lo llamó su gran amigo, Monseñor Manuel Larraín, en sus exequias. Y en pocas palabras lo resumió el Santo Padre durante su homilía en la Misa de Canonización: “En el amor y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado”.
La pregunta central y reiterada del Padre Hurtado, también hoy, en vísperas del Bicentenario de nuestra Independencia, es: “¿qué haría Cristo si estuviera en mi lugar?”. Es una pregunta relevante, una invitación que despierta las grandes potencialidades del corazón humano: encarnar a Cristo en el trabajo, en la familia, en las relaciones afectivas, en el estudio, en la profesión, en la vida deportiva, en la vida cultural, en la vida social. Y no nos cabe duda que seguiría defendiendo a los pobres, promoviendo la vida plena para todos y liberándonos de tanta esclavitud personal y social. Y por supuesto, en esas mismas tareas encontraríamos también hoy a San Alberto Hurtado.
Al Padre Hurtado le tocó vivir la cultura de la sobriedad y del ahorro. A nosotros, acostumbrados a vivir en medio de la cultura del consumo y del individualismo, y ante un escenario de incertidumbre globalizada: ¿qué haría Cristo si estuviera en mi lugar?
Ante sus ojos y los nuestros está un progreso que no alcanza para todos, están las oportunidades que se reparten de manera desigual, los modelos diversos de vida familiar, de desarrollo de la sociedad y de la persona humana: ¿qué haría Cristo si estuviera en mi lugar?
Que la Virgen María, a quien el Padre Hurtado llamaba cariñosamente "la Mamita", nos haga mirar a Jesús y le pida a Él que fije en nosotros su mirada. Que Ella nos proteja a todos y nos haga discípulos misioneros cada vez más fieles de su Hijo Jesucristo.
EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la CECh
† Gonzalo Duarte García
Obispo de Valparaíso
Vicepresidente
† Card. Francisco Javier Errázuriz Ossa
Arzobispo de Santiago
† Ricardo Ezzati Andrello
Arzobispo de Concepción
† Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago
Secretario General
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Sabiduría y pastoralidad. También en las homilías.
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Sínodo sobre “La Palabra de Dios en la vida y en la Misión de la Iglesia”, ya en sus últimos días, ha levantado, tanto a nivel mediático cuanto en el ámbito de las discusiones mismas entre los Padres y en los círculos de estudio, el muy delicado tema de la predicación de la y en la Iglesia, particularmente con respecto a la homilía.
Teniendo como premisa que el carisma de la predicación no es concedido a todos, y que los “crisóstomos” no se improvisan (y parecería que no abundan), la predicación homilética reviste una importancia fundamental al interno de la actividad misionera de la Iglesia y del ejercicio del “munus docendi”, la tarea de enseñar. La homilía (reservada exclusivamente a quien está revestido del orden sagrado), junto a la más amplia Liturgia, en la que es pronunciada, es uno de los puntos de “máxima visibilidad” de la Iglesia, y es necesario cuidar su cualidad, para no presentar a los hombres un rostro parcial, distorsionado o desfigurado de Cristo y de Su Esposa.
Quien pronuncia la homilía, humildemente, es consciente de ser portador, por gracia sobrenatural, de la “verdadera sabiduría”, de la verdad del mundo, que salva al mundo y responde a todas las necesidades del hombre de todo tiempo. La fe personal en Cristo Resucitado, la experiencia de una real y visible realización humana, la confianza en la acción misteriosa del Espíritu en los corazones humanos y en la eficacia de la Palabra de Dios, son características de todo predicador “sabio y pastoral”, es decir portador de una verdad que responde al hombre. En este sentido la “sabiduría” que se debe predicar no es la sabiduría humana, cambiante, incierta y débil, sino la sabiduría divina, cuya fuerza no viene de los hombres sino de Dios mismo; y la “pastoralidad” no es condescendencia timorata con los gustos o las modas del tiempo, las varias sensibilidades o incluso los errores o los pecados.
La homilía es “pastoral”, cuando “guía a las ovejas”, no cuando las dispersa, cuando es capaz de mostrar toda la racionalidad del acto de fe y la correspondencia con los más profundos deseos del corazón del hombre, manteniéndose ajena de todo espiritualismo, aunque siendo profundamente espiritual, y de todo racionalismo inmanentista, aunque siendo profundamente racional.
Como ha recordado el Santo Padre en el n. 6 de la Encíclica “Spe Salvi”: “el Evangelio lleva la verdad que los filósofos deambulantes habían buscado en vano […] Cristo: Él nos dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre. Él nos indica el camino y este camino es la verdad. Él mismo es ambas cosas, y por eso es también la vida que todos anhelamos. Él indica también el camino más allá de la muerte; sólo quien es capaz de hacer todo esto es un verdadero maestro de vida”. De esta “sabiduría”, de esta certeza, debe partir toda homilía católica.
La pastoralidad consiste en mostrar la relación de la fe con la vida, evidenciando cuanto la vida es iluminada, dilatada en su respiro, haciéndose “más vida”, gracias a la fe. “La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente; la fe nos da algo. Nos da ya ahora algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una ‘prueba’ de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro ‘todavía-no’. El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras” (“Spe salvi” n. 7). (Agencia Fides 23/10/2008; líneas 41 palabras 629)
Tomado del "DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA"
La memoria de los difuntos en la piedad popular
256. Al igual que la Liturgia, la piedad popular se muestra muy atenta a la memoria de los difuntos y es solícita en las oraciones de sufragio por ellos.
En la "memoria de los difuntos", la cuestión de la relación entre Liturgia y piedad popular se debe afrontar con mucha prudencia y tacto pastoral, tanto en lo referente a cuestiones doctrinales como en la armonización de las acciones litúrgicas y los ejercicios de piedad.
257. Es necesario, ante todo, que la piedad popular sea educada por los principios de la fe cristiana, como el sentido pascual de la muerte de los que, mediante el Bautismo, se han incorporado al misterio de la muerte y resurrección de Cristo (cfr. Rom 6,3-10); la inmortalidad del alma (cfr. Lc 23,43); la comunión de los santos, por la que "la unión... con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe; antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales": "nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor"; la resurrección de la carne; la manifestación gloriosa de Cristo, "que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos"; la retribución conforme a las obras de cada uno; la vida eterna.
En los usos y tradiciones de algunos pueblos, respecto al "culto de los muertos", aparecen elementos profundamente arraigados en la cultura y en unas determinadas concepciones antropológicas, con frecuencia determinadas por el deseo de prolongar los vínculos familiares, y por así decir, sociales, con los difuntos. Al examinar y valorar estos usos se deberá actuar con cuidado, evitando, cuando no estén en abierta oposición al Evangelio, interpretarlos apresuradamente como restos del paganismo.
258. Por lo que se refiere a los aspectos doctrinales, hay que evitar:
- el peligro de que permanezcan, en la piedad popular para con los difuntos, elementos o aspectos inaceptables del culto pagano a los antepasados;
- la invocación de los muertos para prácticas adivinatorias;
- la atribución a sueños, que tienen por objeto a personas difuntas, supuestos significados o consecuencias, cuyo temor condiciona el actuar de los fieles;
- el riesgo de que se insinúen formas de creencia en la reencarnación;
- el peligro de negar la inmortalidad del alma y de separar el acontecimiento de la muerte de la perspectiva de la resurrección, de tal manera que la religión cristiana apareciera como una religión de muertos;
- la aplicación de categorías espacio temporales a la condición de los difuntos.
259. Esta muy difundido en la sociedad moderna, y con frecuencia tiene consecuencias negativas, el error doctrinal y pastoral de "ocultar la muerte y sus signos".
Médicos, enfermeros, parientes, piensan frecuentemente que es un deber ocultar al enfermo, que por el desarrollo de la hospitalización suele morir, casi siempre, fuera de su casa, la inminencia de la muerte.
Se ha repetido que en las grandes ciudades de los vivos no hay sitio para los muertos: en las pequeñas habitaciones de los edificios urbanos, no se puede habilitar un "lugar para una vigilia fúnebre"; en las calles, debido a un tráfico congestionado, no se permiten los lentos cortejos fúnebres que dificultan la circulación; en las áreas urbanas, el cementerio, que antes, al menos en los pueblos, estaba en torno o en las cercanías de la Iglesia – era un verdadero campo santo y signo de la comunión con Cristo de los vivos y los muertos – se sitúa en la periferia, cada vez más lejano de la ciudad, para que con el crecimiento urbano no se vuelva a encontrar dentro de la misma.
La civilización moderna rechaza la "visibilidad de la muerte", por lo que se esfuerza en eliminar sus signos. De aquí viene el recurso, difundido en un cierto número de países, a conservar al difunto, mediante un proceso químico, en su aspecto natural, como si estuviera vivo (tanatopraxis): el muerto no debe aparecer como muerto, sino mantener la apariencia de vida.
El cristiano, para el cual el pensamiento de la muerte debe tener un carácter familiar y sereno, no se puede unir en su fuero interno al fenómeno de la "intolerancia respecto a los muertos", que priva a los difuntos de todo lugar en la vida de las ciudades, ni al rechazo de la "visibilidad de la muerte", cuando esta intolerancia y rechazo están motivados por una huida irresponsable de la realidad o por una visión materialista, carente de esperanza, ajena a la fe en Cristo muerto y resucitado.
También el cristiano se debe oponer con toda firmeza a las numerosas formas de "comercio de la muerte", que aprovechando los sentimientos de los fieles, pretenden simplemente obtener ganancias desmesuradas y vergonzosas.
260. La piedad popular para con los difuntos se expresa de múltiples formas, según los lugares y las tradiciones.
- la novena de los difuntos como preparación y el octavario como prolongación de la Conmemoración del 2 de Noviembre; ambos se deben celebrar respetando las normas litúrgicas;
- la visita al cementerio; en algunas circunstancias se realiza de forma comunitaria, como en la Conmemoración de todos los fieles difuntos, al final de las misiones populares, con ocasión de la toma de posesión de la parroquia por el nuevo párroco; en otras se realiza de forma privada, como cuando los fieles se acercan a la tumba de sus seres queridos para mantenerla limpia y adornada con luces y flores; esta visita debe ser una muestra de la relación que existe entre el difunto y sus allegados, no expresión de una obligación, que se teme descuidar por una especie de temor supersticioso;
- la adhesión a cofradías y otras asociaciones, que tienen como finalidad "enterrar a los muertos" conforme a una visión cristiana del hecho de la muerte, ofrecer sufragios por los difuntos, ser solidarios y ayudar a los familiares del fallecido;
- los sufragios frecuentes, de los que ya se ha hablado, mediante limosnas y otras obras de misericordia, ayunos, aplicación de indulgencias y sobre todo oraciones, como la recitación del salmo De profundis, de la breve fórmula Requiem aeternam, que suele acompañar con frecuencia al Ángelus, el santo Rosario, la bendición de la mesa familiar.
ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. – predicador de la Casa Pontificia –, a la liturgia del domingo XXX Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de octubre de 2008.
Éxodo 22, 20-26; 1 Tesalonicenses 1,5c-10; Mateo 22, 34-40
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
“Amarás al prójimo como a ti mismo”. Añadiendo las palabras “como a ti mismo”, Jesús nos ha puesto delante un espejo al que no podemos mentir; nos ha dado una medida infalible para descubrir si amamos o no al prójimo. Sabemos muy bien, en cada circunstancia, qué significa amarnos a nosotros mismos y qué querríamos que los demás hicieran por nosotros. Jesús no dice, nótese bien: “Lo que el otro te haga, házselo tú a él”. Esto sería aún la ley del talión: “Ojo por ojo, diente por diente”. Dice: lo que tú quisieras que el otro te hiciera házselo tú a él (cf. Mt 7, 12), que es muy distinto.
Jesús consideraba el amor al prójimo como “su mandamiento”, en el que se resume toda la Ley. “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,12). Muchos identifican el entero cristianismo con el precepto del amor al prójimo, y no están del todo desencaminados. Pero debemos intentar ir un poco más allá de la superficie de las cosas. Cuando se habla del amor al prójimo el pensamiento va en seguida a las “obras” de caridad, a las cosas que hay que hacer por el prójimo: darle de comer, de beber, visitarlo; es decir, ayudar al prójimo. Pero esto es un efecto del amor, no es aún el amor. Antes de la beneficiencia viene la benevolencia; antes que hacer el bien, viene el querer.
La caridad debe ser “sin fingimientos”, es decir, sincera (literalmente, “sin hipocresía”) (Rm 12, 9); si debe amar “verdaderamente de corazón” (1 Pe 1,22). Se puede de hecho hacer caridad o limosna por muchos motivos que no tienen nada que ver con el amor: por quedar bien, por parecer benefactores, para ganarse el paraíso, incluso por remordimientos de conciencia. Mucha caridad que hacemos a los países del tercer mundo no está dictada por el amor, sino por el remordimiento. Nos damos cuenta de la diferencia escandalosa que existe entre nosotros y ellos, y nos sentimos en parte responsables de su miseria. ¡Se puede tener poca caridad, también “haciendo caridad”!
Está claro que sería un error fatal contraponer entre sí el amor del corazón y la caridad de los hechos, o refugiarse en las buenas disposiciones interiores hacia los demás, para encontrar una excusa a la propia falta de caridad actual y concreta. Si encuentras a un pobre hambriento y entumecido de frío, decía Santiago, ¿de qué sirve decir “Pobre, vé, calientate, come algo”, pero no le das nada de lo que necesita? “Hijos míos, añade el evangelista Juan, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad” (1 Jn, 3,18). No se trata por tanto de subestimar las obras externas de caridad, sino de hacer que éstas tengan su fundamento en un genuino sentimiento de amor y benevolencia.
Esta caridad del corazón o interior es la caridad que todos y siempre podemos ejercer, es universal. No es una caridad que algunos -los ricos y sanos- pueden solamente dar y otros -los pobres y enfermos- pueden solo recibir. Todos podemos hacerla y recibirla. Además es muy concreta. Se trata de empezar a mirar con nuevos ojos las situaciones y las personas con las que vivimos. ¿Con qué ojos? Es sencillo: los ojos con que quisiéramos que Dios nos mirara a nosotros. Ojos de excusa, de benevolencia, de comprensión, de perdón...
Cuando esto sucede, todas las relaciones cambian. Caen, como por milagro, todos los motivos de prevención y hostilidad que nos impedían amar a cierta persona, y ésta empieza a parecernos por lo que es en realidad: una pobre criatura humana que sufre por sus debilidades y límites, como tú, como todos. Es como si la máscara que todos los hombres y las cosas llevan puesta en el rostro cayeran, y la persona nos apareciera como lo que es realmente.
[Traducción por Inma Álvarez]
Artículo publicado en la revista "Iglesia Nivariense" de la Diócesis de Tenerife, número 86, OCTUBRE 2008.
EUCARISTÍA: ACCIÓN DE GRACIAS
Salvador Pérez
Si hiciésemos una encuesta entre los que nos consideramos cristianos tal vez descubramos que frecuentemente acudimos a Él cuando tenemos problemas –una muerte, una enfermedad, el paro, ...– pero también podemos des-cubrir que olvidamos el expresarle a Dios nuestro agradecimiento.
No tiene desperdicio una página en Internet donde a la pregunta de ¿por qué ir a misa el domingo? recogía trece razones –podríamos poner muchas más– por las cuales muchos de los que nos consideramos cristianos no van a misa, a la eucaristía, a esa acción de gracias que solemos olvidar.
Hay opiniones para todos los gustos: pereza, no tengo ganas, me aburro, es siempre lo mismo, desinterés, no tengo tiempo, otros planes mejores, dudas de fe, estoy peleado con Dios, hay gente que va y luego se porta mal, llevarle la contraria a mis padres, el cura me cae mal... expresiones diversas, que reflejan la falta de formación religiosa existente y la necesidad de la eucaristía en la vida del cristiano.
Es gratificante ver matrimonios que acuden a esa cita con Jesús, acompañados de sus hijos, matrimonios a los que tal vez participar en la eucaristía les ha supuesto tener que organizar su fin de semana, reservando tiempo para acudir a la eucaristía.
Tal vez les supondrá renunciar a levantarse más tarde, durante la semana han de levantar a los hijos,
preparar desayunos, llevarles al colegio, a la guardería...
Matrimonios que aprovechan el fin de semana para hacer la compra, poner la lavadora, planchar, ir a la playa o al monte, dialogar con la familia, pero que dentro de sus planes la participación en y de la eucaristía ocupa un lugar importante.
Padres que participan y se interesan en y por la catequesis de sus hijos, con lo cual recuerdan no solo lo aprendido en la suya sino que también se forman en cristiano frente a las nuevas situaciones de estos tiempos –aborto, eutanasia, parejas de hecho, divorcio, etc– conociendo lo que opina el magisterio de la Iglesia al respecto.
Hoy más que nunca, máxime por los continuados ataques contra la Iglesia, necesitamos el confortable dialogo con Dios, apoyándonos en la eucaristía y en un grupo, bien sea en un Movimiento Apostólico o en la Parroquia, evitando que el consumismo y el materialismo existentes nos ahoguen, nos arrastren.
Artículo publicado en el Boletín “Misioneros Javerianos, número 445, OCTUBRE 2008.
ENTRE NOSOTROS
COMPARTIENDO UNA ILUSIÓN
SALVADOR DAIANA – ALEGRÍA Y DON E SÍ MISMO
1956-1987
El P. Salvador ha sido misionero con «el pie sobre el acelerador», han dicho de él. Murió en un coche, mientras corría a un encuentro con los pobres. El P. Salvador tenía prisa por amar, por hacer, por testimoniar el Evangelio. Tal vez se daba cuenta de que tenía poco tiempo.
El P. Salvador había nacido en Cerdeña, en Arduali, el 17 de julio de 1956, tenía un hermano y tres hermanas y su padre trabajaba en Bélgica como minero, eran tiempos de emigración.
Primeras inquietudes
Salvador comienza sus estudios y los compagina con la ayuda en casa ya que había que arrimar el hombro. Durante el tercer curso de primaria se encuentra. en la escuela, con un misionero que cuando pregunta en el aula ¿queréis ser misioneros'? encuentra la respuesta afirmativa de Salvador. Después de dos años de contactos, por carta, con el misionero y de su participación a un campamento vocacional, Salvador ingresa, en 1967, en el seminario me-nor que los javerianos tienen en Cerdeña.
Formación
Salvador pasa unos años en el seminario menor, estudia, trabaja y hace apostolado con dedicación y entusiasmo; desde pequeño ha tenido una clara inclinación por trabajar por los demás.
En 1978, Salvador llega a Ancona para hacer el noviciado, hace su primera profesión y pasa a Parma para los estudios de teología. Durante la teología trabajará en una parroquia de Parma, con los jóvenes, éstos mantendrán la relación con Salvador hasta su muerte. En septiembre de 1982 es ordenado sacerdote.
La misión
En octubre de 1983, el P. Salvador es destinado a Brasil, más concretamente a Amazonas; llegado allí lo destinan a Bujarú donde aprenderá portugués. Una vez escribe: «Ahora vivo en una pequeña comunidad internacional javeriana. Mi vida transcurre, normalmente, sentado en la mesa acompañado de libros: diccionario, gramática, libros de lectura..., me estoy empeñando fuertemente en el aprender la lengua...». Según va pasando el tiempo y
la legua va entrando, Salvador se dedica a colaborar en la parroquia que tiene un radio cíe unos cincuenta kilómetros, con 150 comunidades de base, donde, en la medida de lo posible, comparte la vida de la gente, anima grupos, atiende a los jóvenes.
Entre los Kaiapó
Terminado el período de aprendizaje de la lengua, el P. Salvador es destinado a Xingú, donde trabajará, con otros javerianos, entre los indios Kaiapó. Salvador escribe entonces: «Soy uno de los pocos afortunados que trabajarán en Xingú, la única zona pastoral indigenista en la que trabajan los ,javerianos. Tendré que comenzar de nuevo: otra lengua, otras costumbres...». La salud del P. Salvador no es buena y es trasladado a Altamira.
Altamira
Altamira tiene unos sesenta mil habitantes, la mayoría provenientes del sur de Brasil, mandados por el gobierno para re-poblar Amazonas; aquí, donde el clima es peor que en el sur, muchos enferman y mueren, las condiciones de vida son pésimas en medio de la selva, sin infraestructuras sanitarias, ni escolares, ni de ningún tipo.
A este respecto los obispos brasileños escriben: «En lugar de las transformaciones prometidas (para la gente que llega del sur a Amazonas) el inmovilismo y la indecisión en el plano social, politico y económico, han terminado por generar inseguridad y perplejidad, agravando los problemas como la miseria, el mantenimiento de salarios de hambre, la creciente violencia en las zonas campesinas, el crecimiento de los sin-tierra y el expolio de los indios...».
Contra esta situación los obispos de Brasil luchan desde siempre; contra esta situación de pobreza, injusticia y violencia comenzará a luchar el P. Salvador.
Pronto comienzan los problemas para el P. Salvador que, después de Pascua, en una carta escribe: «La Pascua ha sido un período duro, de mucho trabajo, visitas, reuniones, viajes...; por otra parte los problemas se agrandan y enquistan: los ricos explotan, cada vez más, a los pobres. La cosa está muy caliente, con frecuencia nos llegan amenazas, hasta el obispo está amenazado de muerte, pero la gente está con nosotros y es interesante y esperanzador ver al pueblo caminando unido y reivindicando sus derechos...».
El final
La voz de la Iglesia, obispo, sacerdotes y creyentes, resultaba cada vez más molesta... Era el 16 de octubre de 1987, en Basil Novo, no lejos de Altamira, un grupo de campesinos protesta y se manifiesta frente a la sede del Gobernador. El obispo de Xingu, Mons. Kráutler (del que hablamos en la página 4 de este número), siempre de parte de los pobres y muchas veces amenazado de muerte, decide ir a estar con ellos y celebrar la Eucaristía; con él van también el P. Mateo, la laica Sonia y el P. Salvador. Parten los cuatro en coche, conduce el obispo, en el kilómetro 23 de la transamazónica el coche se encuentra delante un camión contra el cual se empotra: el obispo, el P. Mateo y Sonia están heridos, el P. Salvador ha muerto en el acto, ha muerto como vivió: con el pie en el acelerador. ¿Accidente o atentado contra el obispo incómodo? El obispo siempre hablará de accidente premeditado, pero nunca las autoridades abrirían una investigación. n
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Entrevista publicada en la revista "Iglesia Nivariense" de la diócesis de Tenerife, número 86, OCTUBRE 2008.
JOSÉ CERVANTES: DE LA ESCRITURA A LA CARIDAD
Pepe Cervantes es un cura, un sacerdote diocesano de Murcia, que, traspasado por el sentido de la llamada, derrama su vida entre clases de Sagrada Escritura y de Griego, y en la labor de "padre" de una Casa para chicos de la calle en Bolivia. Las dos orillas unidas por una misma vida y por el servicio a los favoritos de Dios.
¿Pero, quién es Pepe Cervantes?
Soy un sacerdote misionero de la diócesis de Cartagena y me dedico a trabajar por el Reino de Dios y su justicia, por haber sido cautivado por la persona de Jesús, el Señor de mi vida. Vivo mi vocación sacerdotal con una gran alegría y llevo a cabo mi tarea misionera en estos momentos en dos ámbitos diferentes pero complementarios. Actualmente trabajo desde Febrero hasta Septiembre en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) como vicario en la Parroquia de Cristo Misionero y como director del proyecto Oikía, un centro de acogida para niños de la calle en el barrio "Plan 3000" de esa ciudad. Allí también soy profesor de Exégesis del Nuevo Testamento en el Seminario Arquidiocesano de San Lorenzo en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Esta misma función docente la ejerzo en el Instituto Teológico San Fulgencio (Murcia-España) donde estoy desde Octubre hasta Enero. Llevo este plan de vida desde hace seis años.
¿Qué papel tiene en su vida la Sagrada Escritura?
Hace 28 años que soy sacerdote y desde el origen de mi vocación descubrí que la palabra de Dios y particularmente el Evangelio era una Palabra potente para transformar el mundo empezando por cambiar a cada persona. Junto con otras personas responsables de la iglesia, cuando estaba en el seminario, antes de ser sacerdote, fui descubriendo que la mejor forma de servir a Dios era dedicarme por completo a él y la mejor manera de entregarle mi vida era ponerla a servicio de los demás, dándoles lo mejor que yo he recibido en la vida, esto es, dar a conocer a Jesucristo, transmitir su mensaje y dedicar todas mis fuerzas, mi tiempo, mis energías, mis facultades y capacidades personales a este objetivo prioritario en mi vida. Por eso, además me he dedicado a estudiar especialmente la Biblia, y el Evangelio sobre todo, a nivel de investigación, con el fin de conocer cada vez más a Jesucristo y su palabra y poder difundirla...Esto es ser misionero y lo ejerzo de múltiples maneras, como profesor cuando enseño a los alumnos, como predicador en las homilías de la misa, como investigador cuando estudio en profundidad los textos griegos y hebreos de la Biblia, como escritor cuando difundo lo que investigo a través de mis libros, de la revista que dirijo o de los artículos periodísticos.
Pero la palabra de Dios se transmite sobre todo con el testimonio de nuestra vida, especialmente en el servicio a los pobres del mundo y por eso, en la madurez de mi vida, desde hace seis años, estoy haciendo compatible mi trabajo como profesor y estudioso de la palabra de Dios con mi trabajo como misionero en Bolivia.
¿Por qué la necesidad de ir a Bolivia? ¿Por qué Bolivia?
Cuando maduré la idea de trabajar en la misión busqué uno de los países más pobres de Latinoamérica. Empecé trabajando en la Parroquia de Hombres Nuevos, en el barrio del Plan 3000 de Santa Cruz de la Sierra. Y ahora estoy como vicario coadjutor en ese mismo barrio, pero en la parroquia de Cristo Misionero, por encargo de mi Obispo, el Cardenal de Bolivia, Mons. Julio Terrazas. Ya sabes que a los curas nos cambian de vez en cuando.
¿En qué momento nace en ti el deseo de trascender las aulas y hacer de la calle un aula?
Yo he tenido siempre la ilusión de ir a trabajar como misionero en un país del tercer mundo. Todo empezó con la historia de un chico que me encontré en la calle y creo que allí se inició un nuevo camino en mi vida para atender este fenómeno social de los niños de la calle. "No tengo a nadie en el mundo", ésa fue la expresión de un muchacho de la calle que me hizo tomar conciencia de lo que Dios me pedía.
Cuando un miércoles regresaba a la casa en la que vivo en el Plan 3000 de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), me encontré a un muchacho joven, que estaba tirado por el suelo. Tenía la cara pegada a la arena, medio durmiendo: cualquiera habría dicho que estaría borracho, su boca parecía mor der el polvo. Al verlo, me acerqué para preguntarle qué le pasaba. Apenas podía contestar, era como si no supiera hablar. Le pregunté por su nombre y me lo dijo. No estaba borracho, sino hambriento. Dice que tiene diecisiete años y, conmocionado, revienta entre gemidos: "No tengo a nadie en el mundo". Unas lágrimas inmensas como puños llenaron sus ojos.
En Bolivia hay miles niños en la calle, que viven como este amigo mío. Ellos deambulan por los centros de abasto. Por abandono de sus padres o por ser víctimas de la violencia doméstica están en la calle. El 80% de ellos consumen clefa (pegamento) y algunos se vuelven alcohólicos. La calle es su modo de vida, su morada y su libertad.
¿Por qué el nombre de Oikía?
El nombre del proyecto OIKÍA tiene su origen en el Nuevo Testa-mento y en los Evangelios. Oikía es una palabra griega que significa CASA, HOGAR, FAMILIA. El sentido del este nombre es el objetivo de todo el Proyecto: Es una Casa de Acogida para niños de la calle y es una institución educativa de la Iglesia Católica
¿Cómo es posible que combine todas las actividades que desempeña, (como sacerdote, misionero o profesor) a la vez?
Yo creo que hace falta, en primer lugar, la ayuda de Dios para poder afrontar tantos problemas humanos y tantas tareas, pero el Espíritu de Dios me ayuda a seguir adelante, en medio de muchísimas dificultades, y él es la fuente inagotable de mi alegría y de mi entrega a los demás. En segundo lugar, hace falta la luz de la razón para saber organizarme el tiempo, las fuerzas, los trabajos y para que tanto trabajo no me desborde ni me cree ansiedad. Al mismo tiempo tener una gran confianza en Dios y una gran humildad.
¿Se considera viviendo dos vidas o tan sólo una que cambia? ¿O quizás no es tan distinta?
Creo que ya he respondido a esa pregunta con las anteriores. Yo sólo vivo una única vida, concentrada en Dios y al servicio de los más pobres.
Resumen del Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios publicado el viernes 24 de Octubre de 2008.
Queridos Hermanos y Hermanas "en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo" (1 Cor 1, 2-3). Con el saludo del Apóstol Pablo -en este año dedicado a él- nosotros, los Padres Sinodales reunidos en Roma para la XII Asamblea General del Sínodo de los Obispos con el Santo Padre Benedicto XVI, os dirigimos un mensaje de amplia reflexión y propuesta sobre la Palabra de Dios que está en el centro de los trabajos de nuestra asamblea.
Es un mensaje que encomendamos, ante todo, a vuestros pastores, a los tantos y tan generosos catequistas y a todos aquellos que los guían en la escucha y en la lectura amorosa de la Biblia. A vosotros en este momento deseamos delinearos el alma y la sustancia de ese texto para que crezca y se profundice el conocimiento y el amor por la Palabra de Dios. Cuatro son los puntos cardinales del horizonte que deseamos invitaros a conocer y que expresaremos a través de otras tantas imágenes.
Tenemos ante todo la Voz divina. Ella resuena en los orígenes de la creación, quebrando el silencio de la nada y dando origen a las maravillas del universo. Es una Voz que penetra luego en la historia, herida por el pecado humano y atormentada por el dolor y la muerte. Ella ve también al Señor en marcha junto con la humanidad para ofrecer su gracia, su alianza, su salvación. Es una Voz que desciende luego en las páginas de las Sagradas Escrituras que ahora nosotros leemos en la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo que fue donado como luz de verdad a ella y a sus pastores
Además, como escribe San Juan, "la Palabra se hizo carne" (1, 14). Y aquí entonces aparece el Rostro. Es Jesucristo, que es Hijo del Dios eterno e infinito, pero también hombre mortal, ligado a una época histórica, a un pueblo y a una tierra. Él vive la existencia fatigosa de la humanidad hasta la muerte, pero resurge y vive para siempre. Él es quien hace que sea perfecto nuestro encuentro con la Palabra de Dios. Él es quien nos devela el "sentido pleno" y unitario de las Sagradas Escrituras por las que el Cristianismo es una religión que tiene en el centro una persona, Jesucristo, revelador del Padre. Él nos hace entender que también las Escrituras son "carne", es decir, palabras humanas que se deben comprender y estudiar en su modo de expresarse, pero que custodian en su interior la luz de la verdad divina que sólo con el Espíritu Santo podemos vivir y contemplar.
Es el mismo Espíritu de Dios que nos conduce al tercer punto cardinal de nuestro itinerario, la Casa de la palabra divina, es decir, la Iglesia que, como nos sugiere San Lucas (Hch 2, 42) está sostenida por cuatro columnas ideales. Tenemos "la enseñanza", es decir, leer y comprender la Biblia en el anuncio hecho a todos, en la catequesis, en la homilía, a través de la proclamación que implica la mente y el corazón. Tenemos luego "la fracción del pan", es decir, la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. Como aconteció aquel día en Emaús, los fieles son invitados a nutrirse en la liturgia en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Una tercera columna está constituida por las "oraciones" con "himnos y cánticos inspirados" (Col 3, 16). Es la Liturgia de las Horas, oración de la Iglesia destinada a ritmar los días y los tiempos del año cristiano. Tenemos también la Lectio divina, la lectura orante de las Sagradas Escrituras capaces de conducir, en la meditación, en la oración, en la contemplación al encuentro con el Cristo, palabra de Dios viviente. Y, por último, la "comunión fraterna" porque para ser verdaderos cristianos no basta con ser "aquellos que oyen la Palabra de Dios" (Lc 8, 21). En la casa de la palabra de Dios encontramos también a los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad, si bien no plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra divina.
Llegamos así a la última imagen del mapa espiritual. Es el camino sobre la que se encauza la palabra de Dios: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes...y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" ... "lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados" (Mt 28, 19-20; 10, 27). La Palabra de Dios debe correr por los caminos del mundo que hoy son también los de la comunicación informática, televisiva y virtual. La Biblia debe entrar en las familias para que padres e hijos la lean, con ella recen y sea para ellos una antorcha para sus pasos en el camino de la existencia (cf. Sal 119, 105). Las Sagradas Escrituras deben entrar también en las escuelas y en los ámbitos culturales porque, durante siglos, fue el punto de referencia capital del arte, de la literatura, de la música, del pensamiento y de la misma ética común. Su riqueza simbólica, poética y narrativa hace de ellas un estandarte de belleza sea para la fe que para la misma cultura, en un mundo con frecuencia marcado por la fealdad y por la indignidad.
La Biblia, sin embargo, nos presenta también el soplo de dolor que sale de la tierra, sale al encuentro del grito de los oprimidos y del lamento de los infelices. Ella tiene la cruz en el vértice donde Cristo, solo y abandonado, vive la tragedia del sufrimiento más atroz y de la muerte. Precisamente por esta presencia del Hijo de Dios, la oscuridad del mal y de la muerte está irradiada por la luz pascual y por la esperanza de la gloria. Pero sobre los caminos del mundo marchan con nosotros también los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad aunque no sea plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra de Dios. A lo largo de los caminos del mundo encontramos con frecuencia hombres y mujeres de otras religiones que escuchan y practican fielmente los dictados de sus libros sagrados y que con nosotros pueden edificar un mundo de paz y de luz porque Dios quiere que "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tim 2, 4).
Queridos hermanos y hermanas, custodiad la Biblia en vuestras casas, leedla, profundizad y comprended plenamente sus páginas, transformadla en oración y testimonio de vida, escuchadla con amor y fe en la liturgia. Cread el silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y conservad el silencio después de la escucha, porque ella continuará a habitar, a vivir y a hablaros. Haced que resuene al comienzo de vuestro día para que Dios tenga la primera palabra y dejadla resonar en vosotros a la noche para que la última palabra sea de Dios.
"Os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia" (Hch 20, 32). Con la misma expresión que San Pablo en su discurso de adiós a los jefes de la Iglesia de Éfeso, también nosotros, los Padres Sinodales, confiamos los fieles de las comunidades esparcidas sobre la faz de la tierra a la palabra divina que es también juicio y sobre todo gracia, que es cortante como una espada pero que es dulce como el panal de miel. Ella es potente y gloriosa y nos guía por los caminos de la historia con la mano de Jesús que vosotros como nosotros " aman a nuestro Señor Jesucristo en la vida incorruptible" (Ef 6, 24).
[Traducción del original italiano distribuida por la secretaría general del Sínodo de los Obispos]
Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios publicado el viernes, 24 de Octubre de 2008
A los hermanos y hermanas «paz ... y caridad con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en la vida incorruptible». Con este saludo tan intenso y apasionado san Pablo concluía su Epístola a los cristianos de Éfeso (6, 23-24). Con estas mismas palabras nosotros, los Padres sinodales, reunidos en Roma para la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos bajo la guía del Santo Padre Benedicto XVI, comenzamos nuestro mensaje dirigido al inmenso horizonte de todos aquellos que en las diferentes regiones del mundo siguen a Cristo como discípulos y continúan amándolo con amor incorruptible.
A ellos les propondremos de nuevo la voz y la luz de la Palabra de Dios, repitiendo la antigua llamada: «La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas en práctica» (Dt 30,14). Y Dios mismo le dirá a cada uno: «Hijo de hombre, todas las palabras que yo te dirija, guárdalas en tu corazón y escúchalas atentamente» (Ez 3,10). Ahora les propondremos a todos un viaje espiritual que se desarrollará en cuatro etapas y desde lo eterno y lo infinito de Dios nos conducirá hasta nuestras casas y por las calles de nuestras ciudades.
I. LA VOZ DE LA PALABRA: LA REVELACIÓN
1. «El Señor les habló desde fuego, y ustedes escuchaban el sonido de sus palabras, pero no percibían ninguna figura: sólo se oía la voz» (Dt 4,12). Es Moisés quien habla, evocando la experiencia vivida por Israel en la dura soledad del desierto del Sinaí. El Señor se había presentado, no como una imagen o una efigie o una estatua similar al becerro de oro, sino con "rumor de palabras". Es una voz que había entrado en escena en el preciso momento del comienzo de la creación, cuando había rasgado el silencio de la nada: «En el principio... dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz... En el principio existía la Palabra... y la Palabra era Dios ... Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada» (Gn 1, 1.3; Jn 1, 1-3).
Lo creado no nace de una lucha intradivina, como enseñaba la antigua mitología mesopotámica, sino de una palabra que vence la nada y crea el ser. Canta el Salmista: «Por la Palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el aliento de su boca todos sus ejércitos ... pues él habló y así fue, él lo mandó y se hizo» (Sal 33, 6.9). Y san Pablo repetirá «Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean» (Rm 4, 17). Tenemos de esta forma una primera revelación "cósmica" que hace que lo creado se asemeje a una especie de inmensa página abierta delante de toda la humanidad, en la que se puede leer un mensaje del Creador: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos; el día al día comunica el mensaje, la noche a la noche le pasa la noticia. Sin hablar y sin palabras, y sin voz que pueda oírse, por toda la tierra resuena su proclama, por los confines del orbe» (Sal 19, 2-5).
2. Pero la Palabra divina también se encuentra en la raíz de la historia humana. El hombre y la mujer, que son «imagen y semejanza de Dios» (Gn 1, 27) y que por tanto llevan en sí la huella divina, pueden entrar en diálogo con su Creador o pueden alejarse de él y rechazarlo por medio del pecado. Así pues, la Palabra de Dios salva y juzga, penetra en la trama de la historia con su tejido de situaciones y acontecimientos: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor ... conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para sacarlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa ...» (Ex 3, 7-8). Hay, por tanto, una presencia divina en las situaciones humanas que, mediante la acción del Señor de la historia, se insertan en un plan más elevado de salvación, para que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tm 2,4).
3. La Palabra divina eficaz, creadora y salvadora, está por tanto en el principio del ser y de la historia, de la creación y la redención. El Señor sale al encuentro de la humanidad proclamando: «Lo digo y lo hago» (Ez 37,14). Sin embargo, hay una etapa posterior que la voz divina recorre: es la de la Palabra escrita, la Graphé o las Graphai, las Escrituras sagradas, como se dice en el Nuevo Testamento. Ya Moisés había descendido de la cima del Sinaí llevando «las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas. Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios» (Ex 32,15-16). Y el propio Moisés prescribirá a Israel que conserve y reescriba estas "tablas del Testimonio": «Y escribirás en esas piedras todas las palabras de esta Ley. Grábalas bien» (Dt 27, 8).
Las Sagradas Escrituras son el "testimonio" en forma escrita de la Palabra divina, son el memorial canónico, histórico y literario que atestigua el evento de la Revelación creadora y salvadora. Por tanto, la Palabra de Dios precede y excede la Biblia, si bien está "inspirada por Dios" y contiene la Palabra divina eficaz (cf. 2 Tm 3, 16). Por este motivo nuestra fe no tiene en el centro sólo un libro, sino una historia de salvación y, como veremos, una persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, hombre, historia. Precisamente porque el horizonte de la Palabra divina abraza y se extiende más allá de la Escritura, es necesaria la constante presencia del Espíritu Santo que «guía hasta la verdad completa» (Jn 16, 13) a quien lee la Biblia. Es ésta la gran Tradición, presencia eficaz del "Espíritu de verdad" en la Iglesia, guardián de las Sagradas Escrituras, auténticamente interpretadas por el Magisterio eclesial. Con la Tradición se llega a la comprensión, la interpretación, la comunicación y el testimonio de la Palabra de Dios. El propio san Pablo, cuando proclamó el primer Credo cristiano, reconocerá que "transmitió" lo que él «a su vez recibió» de la Tradición (1 Cor 15, 3-5).
II. EL ROSTRO DE LA PALABRA: JESUCRISTO
4. En el original griego son sólo tres las palabras fundamentales: Lógos, sarx, eghéneto, «el Verbo/Palabra se hizo carne». Sin embargo, éste no es sólo el ápice de esa joya poética y teológica que es el prólogo del Evangelio de san Juan (1, 14), sino el corazón mismo de la fe cristiana. La Palabra eterna y divina entra en el espacio y en el tiempo y asume un rostro y una identidad humana, tan es así que es posible acercarse a ella directamente pidiendo, como hizo aquel grupo de griegos presentes en Jerusalén: «Queremos ver a Jesús» (Jn 12, 20-21). Las palabras sin un rostro no son perfectas, porque no cumplen plenamente el encuentro, como recordaba Job, cuando llegó al final de su dramático itinerario de búsqueda: «Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos» (42, 5).
Cristo es «la Palabra que está junto a Dios y es Dios», es «imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación» (Col 1, 15); pero también es Jesús de Nazaret, que camina por las calles de una provincia marginal del imperio romano, que habla una lengua local, que presenta los rasgos de un pueblo, el judío, y de su cultura. El Jesucristo real es, por tanto, carne frágil y mortal, es historia y humanidad, pero también es gloria, divinidad, misterio: Aquel que nos ha revelado el Dios que nadie ha visto jamás (cf. Jn 1, 18). El Hijo de Dios sigue siendo el mismo aún en ese cadáver depositado en el sepulcro y la resurrección es su testimonio vivo y eficaz.
5. Así pues, la tradición cristiana ha puesto a menudo en paralelo la Palabra divina que se hace carne con la misma Palabra que se hace libro. Es lo que ya aparece en el Credo cuando se profesa que el Hijo de Dios «por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen», pero también se confiesa la fe en el mismo «Espíritu Santo que habló por los profetas». El Concilio Vaticano II recoge esta antigua tradición según la cual «el cuerpo del Hijo es la Escritura que nos fue transmitida» - como afirma san Ambrosio (In Lucam VI, 33) - y declara límpidamente: «Las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres» (DV 13).
En efecto, la Biblia es también "carne", "letra", se expresa en lenguas particulares, en formas literarias e históricas, en concepciones ligadas a una cultura antigua, guarda la memoria de hechos a menudo trágicos, sus páginas están surcadas no pocas veces de sangre y violencia, en su interior resuena la risa de la humanidad y fluyen las lágrimas, así como se eleva la súplica de los infelices y la alegría de los enamorados. Debido a esta dimensión "carnal", exige un análisis histórico y literario, que se lleva a cabo a través de distintos métodos y enfoques ofrecidos por la exégesis bíblica. Cada lector de las Sagradas Escrituras, incluso el más sencillo, debe tener un conocimiento proporcionado del texto sagrado recordando que la Palabra está revestida de palabras concretas a las que se pliega y adapta para ser audible y comprensible a la humanidad.
Éste es un compromiso necesario: si se lo excluye, se podría caer en el fundamentalismo que prácticamente niega la encarnación de la Palabra divina en la historia, no reconoce que esa palabra se expresa en la Biblia según un lenguaje humano, que tiene que ser descifrado, estudiado y comprendido, e ignora que la inspiración divina no ha borrado la identidad histórica y la personalidad propia de los autores humanos. Sin embargo, la Biblia también es Verbo eterno y divino y por este motivo exige otra comprensión, dada por el Espíritu Santo que devela la dimensión trascendente de la Palabra divina, presente en las palabras humanas.
6. He aquí, por tanto, la necesidad de la «viva Tradición de toda la Iglesia» (DV 12) y de la fe para comprender de modo unitario y pleno las Sagradas Escrituras. Si nos detenemos sólo en la "letra", la Biblia entonces se reduce a un solemne documento del pasado, un noble testimonio ético y cultural. Pero si se excluye la encarnación, se puede caer en el equívoco fundamentalista o en un vago espiritualismo o psicologismo. El conocimiento exegético tiene, por tanto, que entrelazarse indisolublemente con la tradición espiritual y teológica para que no se quiebre la unidad divina y humana de Jesucristo, y de las Escrituras.
En esta armonía reencontrada, el rostro de Cristo brillará en su plenitud y nos ayudará a descubrir otra unidad, la unidad profunda e íntima de las Sagradas Escrituras, el hecho de ser, en realidad 73 libros, que sin embargo se incluyen en un único "Canon", en un único diálogo entre Dios y la humanidad, en un único designio de salvación. «Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo» (Hb 1, 1-2). Cristo proyecta de esta forma retrospectivamente su luz sobre la entera trama de la historia de la salvación y revela su coherencia, su significado, su dirección.
Él es el sello, "el Alfa y la Omega" (Ap 1, 8) de un diálogo entre Dios y sus criaturas repartido en el tiempo y atestiguado en la Biblia. Es a la luz de este sello final cómo adquieren su "pleno sentido" las palabras de Moisés y de los profetas, como había indicado el mismo Jesús aquella tarde de primavera, mientras él iba de Jerusalén hacia el pueblo de Emaús, dialogando con Cleofás y su amigo, cuando «les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras» (Lc 24, 27).
Precisamente porque en el centro de la Revelación está la Palabra divina transformada en rostro, el fin último del conocimiento de la Biblia no está «en una decisión ética o una gran idea, sino en el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Deus caritas est, 1).
III. LA CASA DE LA PALABRA: LA IGLESIA
Como la sabiduría divina en el Antiguo Testamento, había edificado su casa en la ciudad de los hombres y de las mujeres, sosteniéndola sobre sus siete columnas (cf. Pr 9, 1), también la Palabra de Dios tiene una casa en el Nuevo Testamento: es la Iglesia que posee su modelo en la comunidad-madre de Jerusalén, la Iglesia, fundada sobre Pedro y los apóstoles y que hoy, a través de los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, sigue siendo garante, animadora e intérprete de la Palabra (cf. LG 13). Lucas, en los Hechos de los Apóstoles (2, 42), esboza la arquitectura basada sobre cuatro columnas ideales, que aún hoy dan testimonio de las diferentes formas de comunidad eclesial: «Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan, y en las oraciones».
7. En primer lugar, esto es la didaché apostólica, es decir, la predicación de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo, en efecto, nos reprende diciendo que «la fe por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo» (Rm 10, 17). Desde la Iglesia sale la voz del mensajero que propone a todos el kérygma, o sea el anuncio primario y fundamental que el mismo Jesús había proclamado al comienzo de su ministerio público: «el tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca. (Arrepentíos! Y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). Los apóstoles anuncian la inauguración del Reino de Dios y, por lo tanto, de la decisiva intervención divina en la historia humana, proclamando la muerte y la resurrección de Cristo: «En ningún otro hay salvación, ni existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos» (Hch 4, 12). El cristiano da testimonio de su esperanza: «háganlo con delicadeza y respeto, y con tranquilidad de conciencia», preparado sin embargo a ser también envuelto y tal vez arrollado por el torbellino del rechazo y de la persecución, consciente de que «es mejor sufrir por hacer el bien, si ésa es la voluntad de Dios, que por hacer el mal» (1 Pe 3, 16-17).
En la Iglesia resuena, después, la catequesis que está destinada a profundizar en el cristiano «el misterio de Cristo a la luz de la Palabra para que todo el hombre sea irradiado por ella» (Juan Pablo II, Catechesi tradendae, 20). Pero el apogeo de la predicación está en la homilía que aún hoy, para muchos cristianos, es el momento culminante del encuentro con la Palabra de Dios. En este acto, el ministro debería transformarse también en profeta. En efecto, Él debe con un lenguaje nítido, incisivo y sustancial y no sólo con autoridad «anunciar las maravillosas obras de Dios en la historia de la salvación» (SC 35) - ofrecidas anteriormente, a través de una clara y viva lectura del texto bíblico propuesto por la liturgia - pero que también debe actualizarse según los tiempos y momentos vividos por los oyentes, haciendo germinar en sus corazones la pregunta para la conversión y para el compromiso vital: «¿qué tenemos que hacer?» (He 2, 37).
El anuncio, la catequesis y la homilía suponen, por lo tanto, la capacidad de leer y de comprender, de explicar e interpretar, implicando la mente y el corazón. En la predicación se cumple, de este modo, un doble movimiento. Con el primero se remonta a los orígenes de los textos sagrados, de los eventos, de las palabras generadoras de la historia de la salvación para comprenderlas en su significado y en su mensaje. Con el segundo movimiento se vuelve al presente, a la actualidad vivida por quien escucha y lee siempre a la luz del Cristo que es el hilo luminoso destinado a unir las Escrituras. Es lo que el mismo Jesús había hecho - como ya dijimos - en el itinerario de Jerusalén a Emaús, en compañía de sus dos discípulos. Esto es lo que hará el diácono Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza, cuando junto al funcionario etíope instituirá ese diálogo emblemático: «¿Entiendes lo que estás leyendo? [...] )Cómo lo voy a entender si no tengo quien me lo explique?» (Hch 8, 30-31). Y la meta será el encuentro íntegro con Cristo en el sacramento. De esta manera se presenta la segunda columna que sostiene la Iglesia, casa de la Palabra divina.
8. Es la fracción del pan. La escena de Emaús (cf. Lc 24, 13-35) una vez más es ejemplar y reproduce cuanto sucede cada día en nuestras iglesias: en la homilía de Jesús sobre Moisés y los profetas aparece, en la mesa, la fracción del pan eucarístico. Éste es el momento del diálogo íntimo de Dios con su pueblo, es el acto de la nueva alianza sellada con la sangre de Cristo (cf. Lc 22, 20), es la obra suprema del Verbo que se ofrece como alimento en su cuerpo inmolado, es la fuente y la cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. La narración evangélica de la última cena, memorial del sacrificio de Cristo, cuando se proclama en la celebración eucarística, en la invocación del Espíritu Santo, se convierte en evento y sacramento. Por esta razón es que el Concilio Vaticano II, en un pasaje de gran intensidad, declaraba: «La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo» (DV 21). Por esto, se deberá volver a poner en el centro de la vida cristiana «la Liturgia de la Palabra y la Eucarística que están tan íntimamente unidas de tal manera que constituyen un solo acto de culto» (SC 56).
9. La tercera columna del edificio espiritual de la Iglesia, la casa de la Palabra, está constituida por las oraciones, entrelazadas - como recordaba san Pablo - por «salmos, himnos, alabanzas espontáneas» (Col 3, 16). Un lugar privilegiado lo ocupa naturalmente la Liturgia de las horas, la oración de la Iglesia por excelencia, destinada a marcar el paso de los días y de los tiempos del año cristiano que ofrece, sobre todo con el Salterio, el alimento espiritual cotidiano del fiel. Junto a ésta y a las celebraciones comunitarias de la Palabra, la tradición ha introducido la práctica de la Lectio divina, lectura orante en el Espíritu Santo, capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente.
Ésta se abre con la lectura (lectio) del texto que conduce a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido práctico: ¿qué dice el texto bíblico en sí? Sigue la meditación (meditatio) en la cual la pregunta es: ¿qué nos dice el texto bíblico? De esta manera se llega a la oración (oratio) que supone otra pregunta: )qué le decimos al Señor como respuesta a su Palabra? Se concluye con la contemplación (contemplatio) durante la cual asumimos como don de Dios la misma mirada para juzgar la realidad y nos preguntamos: ¿qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?
Frente al lector orante de la Palabra de Dios se levanta idealmente el perfil de María, la madre del Señor, que «conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19; cf. 2, 51), - como dice el texto original griego - encontrando el vínculo profundo que une eventos, actos y cosas, aparentemente desunidas, con el plan divino. También se puede presentar a los ojos del fiel que lee la Biblia, la actitud de María, hermana de Marta, que se sienta a los pies del Señor a la escucha de su Palabra, no dejando que las agitaciones exteriores le absorban enteramente su alma, y ocupando también el espacio libre de «la parte mejor» que no nos debe abandonar (cf. Lc 10, 38-42).
10. Aquí estamos, finalmente, frente a la última columna que sostiene la Iglesia, casa de la Palabra: la koinonía, la comunión fraterna, otro de los nombres del ágape, es decir, del amor cristiano. Como recordaba Jesús, para convertirse en sus hermanos o hermanas se necesita ser «los hermanos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8, 21). La escucha auténtica es obedecer y actuar, es hacer florecer en la vida la justicia y el amor, es ofrecer tanto en la existencia como en la sociedad un testimonio en la línea del llamado de los profetas que constantemente unía la Palabra de Dios y la vida, la fe y la rectitud, el culto y el compromiso social. Esto es lo que repetía continuamente Jesús, a partir de la célebre admonición en el Sermón de la montaña: «No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7, 21). En esta frase parece resonar la Palabra divina propuesta por Isaías: «Este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí» (29, 13). Estas advertencias son también para las iglesias que no son fieles a la escucha obediente de la Palabra de Dios.
Por ello, ésta debe ser visible y legible ya en el rostro mismo y en las manos del creyente, como lo sugirió san Gregorio Magno que veía en san Benito, y en los otros grandes hombres de Dios, los testimonios de la comunión con Dios y sus hermanos, con la Palabra de Dios hecha vida. El hombre justo y fiel no sólo "explica" las Escrituras, sino que las "despliega" frente a todos como realidad viva y practicada. Por eso es que la viva lectio, vita bonorum o la vida de los buenos, es una lectura/lección viviente de la Palabra divina. Ya san Juan Crisóstomo había observado que los apóstoles descendieron del monte de Galilea, donde habían encontrado al Resucitado, sin ninguna tabla de piedra escrita como sucedió con Moisés, ya que desde aquel momento, sus mismas vidas se convirtieron en el Evangelio viviente.
En la casa de la Palabra Divina encontramos también a los hermanos y las hermanas de las otras Iglesias y comunidades eclesiales que, a pesar de la separación que todavía hoy existe, se reencuentran con nosotros en la veneración y en el amor por la Palabra de Dios, principio y fuente de una primera y verdadera unidad, aunque, incompleta. Este vínculo siempre debe reforzarse por medio de las traducciones bíblicas comunes, la difusión del texto sagrado, la oración bíblica ecuménica, el diálogo exegético, el estudio y la comparación entre las diferentes interpretaciones de las Sagradas Escrituras, el intercambio de los valores propios de las diversas tradiciones espirituales, el anuncio y el testimonio común de la Palabra de Dios en un mundo secularizado.
IV. LOS CAMINOS DE LA PALABRA: LA MISIÓN
«Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra del Señor» (Is 2,3). La Palabra de Dios personificada "sale" de su casa, del templo, y se encamina a lo largo de los caminos del mundo para encontrar el gran peregrinación que los pueblos de la tierra han emprendido en la búsqueda de la verdad, de la justicia y de la paz. Existe, en efecto, también en la moderna ciudad secularizada, en sus plazas, y en sus calles - donde parecen reinar la incredulidad y la indiferencia, donde el mal parece prevalecer sobre el bien, creando la impresión de la victoria de Babilonia sobre Jerusalén - un deseo escondido, una esperanza germinal, una conmoción de esperanza. Come se lee en el libro del profeta Amos, «vienen días - dice Dios, el Señor - en los cuales enviaré hambre a la tierra. No de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios» (8, 11). A este hambre quiere responder la misión evangelizadora de la Iglesia.
Asimismo Cristo resucitado lanza el llamado a los apóstoles, titubeantes para salir de las fronteras de su horizonte protegido: «Por tanto, id a todas las naciones, haced discípulos [...] y enseñadles a obedecer todo lo que os he mandado» (Mt 28, 19-20). La Biblia está llena de llamadas a "no callar", a "gritar con fuerza", a "anunciar la Palabra en el momento oportuno e importuno" a ser guardianes que rompen el silencio de la indiferencia. Los caminos que se abren frente a nosotros, hoy, no son únicamente los que recorrió san Pablo o los primeros evangelizadores y, detrás de ellos, todos los misioneros fueron al encuentro de la gente en tierras lejanas.
11. La comunicación extiende ahora una red que envuelve todo el mundo y el llamado de Cristo adquiere un nuevo significado: «Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día, y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas» (Mt 10, 27). Ciertamente, la Palabra sagrada debe tener una primera transparencia y difusión por medio del texto impreso, con traducciones que respondan a la variedad de idiomas de nuestro planeta. Pero la voz de la Palabra divina debe resonar también a través de la radio, las autopistas de la información de Internet, los canales de difusión virtual on line, los CD, los DVD, los "ipods" (MP3) y otros; debe aparecer en las pantallas televisivas y cinematográficas, en la prensa, en los eventos culturales y sociales.
Esta nueva comunicación, comparándola con la tradicional, ha asumido una gramática expresiva específica y es necesario, por lo tanto, estar preparados no sólo en el plano técnico, sino también cultural para dicha empresa. En un tiempo dominado por la imagen, propuesta especialmente desde el medio hegemónico de la comunicación que es la televisión, es todavía significativo y sugestivo el modelo privilegiado por Cristo. Él recurría al símbolo, a la narración, al ejemplo, a la experiencia diaria, a la parábola: «Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas [...] y no les hablaba sin parábolas» (Mt 13, 3.34). Jesús en su anuncio del reino de Dios, nunca se dirigía a sus interlocutores con un lenguaje vago, abstracto y etéreo, sino que les conquistaba partiendo justamente de la tierra, donde apoyaban sus pies para conducirlos de lo cotidiano, a la revelación del reino de los cielos. Se vuelve entonces significativa la escena evocada por Juan: «Algunos quisieron prenderlo, pero ninguno le echó mano. Los guardias volvieron a los principales sacerdotes y a los fariseos. Y ellos les preguntaron: )Por qué no lo trajiste? Los guardias respondieron: "Jamás hombre alguno habló como este hombre"» (7, 44-46).
12. Cristo camina por las calles de nuestras ciudades y se detiene ante el umbral de nuestras casas: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). La familia, encerrada en su hogar, con sus alegrías y sus dramas, es un espacio fundamental en el que debe entrar la Palabra de Dios. La Biblia está llena de pequeñas y grandes historias familiares y el Salmista imagina con vivacidad el cuadro sereno de un padre sentado a la mesa, rodeado de su esposa, como una vid fecunda, y de sus hijos, como «brotes de olivo» (Sal 128). Los primeros cristianos celebraban la liturgia en lo cotidiano de una casa, así como Israel confiaba a la familia la celebración de la Pascua (cf. Ex 12, 21-27). La Palabra de Dios se transmite de una generación a otra, por lo que los padres se convierten en «los primeros predicadores de la fe» (LG 11). El Salmista también recordaba que «lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos contaron, no queremos ocultarlo a nuestros hijos, lo narraremos a la próxima generación: son las glorias del Señor y su poder, las maravillas que Él realizó; ... y podrán contarlas a sus propios hijos» (Sal 78, 3-4.6).
Cada casa deberá, pues, tener su Biblia y custodiarla de modo concreto y digno, leerla y rezar con ella, mientras que la familia deberá proponer formas y modelos de educación orante, catequística y didáctica sobre el uso de las Escrituras, para que «jóvenes y doncellas también, los viejos junto con los niños» (Sal 148, 12) escuchen, comprendan, alaben y vivan la Palabra de Dios. En especial, las nuevas generaciones, los niños, los jóvenes, tendrán que ser los destinatarios de una pedagogía apropiada y específica, que los conduzca a experimentar el atractivo de la figura de Cristo, abriendo la puerta de su inteligencia y su corazón, a través del encuentro y el testimonio auténtico del adulto, la influencia positiva de los amigos y la gran familia de la comunidad eclesial.
13. Jesús, en la parábola del sembrador, nos recuerda que existen terrenos áridos, pedregosos y sofocados por los abrojos (cf. Mt 13, 3-7). Quien entra en las calles del mundo descubre también los bajos fondos donde anidan sufrimientos y pobreza, humillaciones y opresiones, marginación y miserias, enfermedades físicas, psíquicas y soledades. A menudo, las piedras de las calles están ensangrentadas por guerras y violencias, en los centros de poder la corrupción se reúne con la injusticia. Se alza el grito de los perseguidos por la fidelidad a su conciencia y su fe. Algunos se ven arrollados por la crisis existencial o su alma se ve privada de un significado que dé sentido y valor a la vida misma. Como es «mera sombra el humano que pasa, sólo un soplo las riquezas que amontona» (Sal 39,7), muchos sienten cernirse sobre ellos también el silencio de Dios, su aparente ausencia e indiferencia: «Hasta cuándo, Señor? Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?» (Sal 13, 2). Y al final, se yergue ante todos el misterio de la muerte.
La Biblia, que propone precisamente una fe histórica y encarnada, representa incesantemente este inmenso grito de dolor que sube de la tierra hacia el cielo. Bastaría sólo con pensar en las páginas marcadas por la violencia y la opresión, en el grito áspero y continuado de Job, en las vehementes súplicas de los salmos, en la sutil crisis interior que recorre el alma del Eclesiastés, en las vigorosas denuncias proféticas contra las injusticias sociales. Además, se presenta sin atenuantes la condena del pecado radical, que aparece en todo su poder devastador desde los exordios de la humanidad en un texto fundamental del Génesis (c. 3). En efecto, el "misterio del pecado" está presente y actúa en la historia, pero es revelado por la Palabra de Dios que asegura en Cristo la victoria del bien sobre el mal.
Pero, sobre todo, en las Escrituras domina principalmente la figura de Cristo, que comienza su ministerio público precisamente con un anuncio de esperanza para los últimos de la tierra: «El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19). Sus manos tocan repetidamente cuerpos enfermos o infectados, sus palabras proclaman la justicia, infunden valor a los infelices, conceden el perdón a los pecadores. Al final, él mismo se acerca al nivel más bajo, «despojándose a sí mismo» de su gloria, «tomando la condición de esclavo, asumiendo la semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre ... se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz» (Flp 2, 7-8).
Así, siente miedo de morir - «Padre, si es posible, (aparta de mí este cáliz!» -, experimenta la soledad con el abandono y la traición de los amigos, penetra en la oscuridad del dolor físico más cruel con la crucifixión e incluso en las tinieblas del silencio del Padre - «Dios mío, Dios mío, ) por qué me has abandonado?» - y llega al precipicio último de cada hombre, el de la muerte -«dando un fuerte grito, expiró»-. Verdaderamente, a él se puede aplicar la definición que Isaías reserva al Siervo del Señor: «varón de dolores y que conoce el sufrimiento» (cf. 53, 3).
Y aún así, también en ese momento extremo, no deja de ser el Hijo de Dios: en su solidaridad de amor y con el sacrificio de sí mismo siembra en el límite y en el mal de la humanidad una semilla de divinidad, o sea, un principio de liberación y de salvación; con su entrega a nosotros circunda de redención el dolor y la muerte, que él asumió y vivió, y abre también para nosotros la aurora de la resurrección. El cristiano tiene, pues, la misión de anunciar esta Palabra divina de esperanza, compartiéndola con los pobres y los que sufren, mediante el testimonio de su fe en el Reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, de amor y paz, mediante la cercanía amorosa que no juzga ni condena, sino que sostiene, ilumina, conforta y perdona, siguiendo las palabras de Cristo: «Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mt 11, 28).
14. Por los caminos del mundo la Palabra divina genera para nosotros, los cristianos, un encuentro intenso con el pueblo judío, al que estamos íntimamente unidos a través del reconocimiento común y el amor por las Escrituras del Antiguo Testamento, y porque de Israel «procede Cristo según la carne» (Rm 9, 5). Todas las sagradas páginas judías iluminan el misterio de Dios y del hombre, revelan tesoros de reflexión y de moral, trazan el largo itinerario de la historia de la salvación hasta su pleno cumplimiento, ilustran con vigor la encarnación de la Palabra divina en las vicisitudes humanas. Nos permiten comprender plenamente la figura de Cristo, quien había declarado «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17), son camino de diálogo con el pueblo elegido que ha recibido de Dios «la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas» (Rm 9, 4), y nos permiten enriquecer nuestra interpretación de las Sagradas Escrituras con los recursos fecundos de la tradición exegética judaica.
«Bendito sea mi pueblo Egipto, la obra de mis manos Asiria, y mi heredad Israel» (Is 19, 25). El Señor extiende, por lo tanto, el manto de protección de su bendición sobre todos los pueblos de la tierra, deseoso de que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1Tm 2, 4). También nosotros, los cristianos, por los caminos del mundo, estamos invitados - sin caer en el sincretismo que confunde y humilla la propia identidad espiritual - a entrar con respeto en diálogo con los hombres y mujeres de otras religiones, que escuchan y practican fielmente las indicaciones de sus libros sagrados, comenzando por el islamismo, que en su tradición acoge innumerables figuras, símbolos y temas bíblicos y nos ofrece el testimonio de una fe sincera en el Dios único, compasivo y misericordioso, Creador de todo el ser y Juez de la humanidad.
El cristiano encuentra, además, sintonías comunes con las grandes tradiciones religiosas de Oriente que nos enseñan en sus Escrituras el respeto a la vida, la contemplación, el silencio, la sencillez, la renuncia, como sucede en el budismo. O bien, como en el hinduismo, exaltan el sentido de lo sagrado, el sacrificio, la peregrinación, el ayuno, los símbolos sagrados. O, también, como en el confucionismo, enseñan la sabiduría y los valores familiares y sociales. También queremos prestar nuestra cordial atención a las religiones tradicionales, con sus valores espirituales expresados en los ritos y las culturas orales, y entablar con ellas un respetuoso diálogo; y con cuantos no creen en Dios, pero se esfuerzan por «respetar el derecho, amar la lealtad, y proceder humildemente» (Mi 6, 8), tenemos que trabajar por un mundo más justo y en paz, y ofrecer en diálogo nuestro genuino testimonio de la Palabra de Dios, que puede revelarles nuevos y más altos horizontes de verdad y de amor.
15. En su Carta a los artistas (1999), Juan Pablo II recordaba que «la Sagrada Escritura se ha convertido en una especie de inmenso vocabulario» (P. Claudel) y de «Atlas iconográfico» (M. Chagall) del que se han nutrido la cultura y el arte cristianos» (n. 5). Goethe estaba convencido de que el Evangelio fuera la «lengua materna de Europa». La Biblia, como se suele decir, es «el gran código» de la cultura universal: los artistas, idealmente, han impregnado sus pinceles en ese alfabeto teñido de historias, símbolos, figuras que son las páginas bíblicas; los músicos han tejido sus armonías alrededor de los textos sagrados, especialmente los salmos; los escritores durante siglos han retomado esas antiguas narraciones que se convertían en parábolas existenciales; los poetas se han planteado preguntas sobre los misterios del espíritu, el infinito, el mal, el amor, la muerte y la vida, recogiendo con frecuencia el clamor poético que animaba las páginas bíblicas; los pensadores, los hombres de ciencia y la misma sociedad a menudo tenían como punto de referencia, aunque fuera por contraste, los conceptos espirituales y éticos (pensemos en el Decálogo) de la Palabra de Dios. Aun cuando la figura o la idea presente en las Escrituras se
deformaba, se reconocía que era imprescindible y constitutiva de nuestra civilización.
Por esto, la Biblia - que también enseña la via pulchritudinis, es decir, el camino de la belleza para comprender y llegar a Dios («(tocad para Dios con destreza!», nos invita el Sal 47, 8) - no sólo es necesaria para el creyente, sino para todos, para descubrir nuevamente los significados auténticos de las varias expresiones culturales y, sobre todo, para encontrar nuevamente nuestra identidad histórica, civil, humana y espiritual. En ella se encuentra la raíz de nuestra grandeza y mediante ella podemos presentarnos con un noble patrimonio a las demás civilizaciones y culturas, sin ningún complejo de inferioridad. Por lo tanto, todos deberían conocer y estudiar la Biblia, bajo este extraordinario perfil de belleza y fecundidad humana y cultural.
No obstante, la Palabra de Dios - para usar una significativa imagen paulina - «no está encadenada» (2Tm 2, 9) a una cultura; es más, aspira a atravesar las fronteras y, precisamente el Apóstol fue un artífice excepcional de inculturación del mensaje bíblico dentro de nuevas coordenadas culturales. Es lo que la Iglesia está llamada a hacer también hoy, mediante un proceso delicado pero necesario, que ha recibido un fuerte impulso del magisterio del Papa Benedicto XVI. Tiene que hacer que la Palabra de Dios penetre en la multiplicidad de las culturas y expresarla según sus lenguajes, sus concepciones, sus símbolos y sus tradiciones religiosas. Sin embargo, debe ser capaz de custodiar la sustancia de sus contenidos, vigilando y evitando el riesgo de degeneración.
La Iglesia tiene que hacer brillar los valores que la Palabra de Dios ofrece a otras culturas, de manera que puedan llegar a ser purificadas y fecundadas por ella. Como dijo Juan Pablo II al episcopado de Kenya durante su viaje a África en 1980, «la inculturación será realmente un reflejo de la encarnación del Verbo, cuando una cultura, transformada y regenerada por el Evangelio, produce en su propia tradición expresiones originales de vida, de
celebración y de pensamiento cristiano».
CONCLUSIÓN
«La voz de cielo que yo había oído me habló otra vez y me dijo: "Toma el librito que está abierto en la mano del ángel ...". Y el ángel me dijo: "Toma, devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel". Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré; y fue en mi boca dulce como la miel; pero, cuando lo comí, se me amargaron las entrañas» (Ap 10, 8-11).
Hermanos y hermanas de todo el mundo, acojamos también nosotros esta invitación; acerquémonos a la mesa de la Palabra de Dios, para alimentarnos y vivir «no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor» (Dt 8, 3; Mt 4, 4). La Sagrada Escritura - como afirmaba una gran figura de la cultura cristiana - «tiene pasajes adecuados para consolar todas las condiciones humanas y pasajes adecuados para atemorizar en todas las condiciones» (B. Pascal, Pensieri, n. 532 ed. Brunschvicg).
La Palabra de Dios, en efecto, es «más dulce que la miel, más que el jugo de panales» (Sal 19, 11), es «antorcha para mis pasos, luz para mi sendero» (Sal 119, 105), pero también «como el fuego y como un martillo que golpea la peña» (Jr 23, 29). Es como una lluvia que empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar, haciendo florecer de este modo también la aridez de nuestros desiertos espirituales (cf. Is 55, 10-11). Pero también es «viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos. Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y pensamientos del corazón» (Hb 4, 12).
Nuestra mirada se dirige con afecto a todos los estudiosos, a los catequistas y otros servidores de la Palabra de Dios para expresarles nuestra gratitud más intensa y cordial por su precioso e importante ministerio. Nos dirigimos también a nuestros hermanos y hermanas perseguidos o asesinados a causa de la Palabra de Dios y el testimonio que dan al Señor Jesús (cf. Ap 6, 9): como testigos y mártires nos cuentan Ala fuerza de la palabra@ (Rm 1, 16), origen de su fe, su esperanza y su amor por Dios y por los hombres.
Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, "Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. (La gracia con todos vosotros!" (Tt 3, 15).
[Traducción del original italiano distribuida por la secretaría general del Sínodo de los Obispos]
La Iglesia católica en Kenya expresa su gran preocupación por la situación de los refugiados internos y el fuerte aumento de los precios de los alimentos base amenazando la existencia de millones de personas, en una declaración titulada “El llanto actual de la nación" de la Comisión Episcopal “Justicia y Paz” de Kenya.
EL LLANTO ACTUAL DE LA NACIÓN
“El espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para llevar la buena nueva a los pobres, él me ha enviado a proclamar la libertad a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para liberar a los oprimidos, y proclamar un año aceptable al Señor” (Lucas 4, 18-19).
Llamados a ser testigos de Cristo realizando el mandato antes indicado, nosotros, los miembros de la Comisión Justicia y Paz, reunidos para una Asamblea General Anual (AGM) en el Centro de Conferencias de Kolping, Langata, entre el 7 y el 10 de Octubre de 2008, estamos muy preocupados por las siguientes cuestiones que están actualmente afectando a nuestra nación:
Personas desplazadas interiormente (IDPs)
Causa gran dolor pensar que nuestros propios hermanos y hermanas estén todavía refugiados en su propio país. Los campamentos como los de Afraha Stadium en Nakuru, Eldoret showground en Eldoret, Kirathimo en Limuru y Naivasha entre otros están todavía asombrando a las personas que tienen inútilmente necesidad de asistencia. Algunas tiendas de campaña están rotas especialmente después de la lluvia, los servicios de comida y salud no están en ninguna parte. Unos pocos a los que se les prometido volver a sus granjas a través de “Operación Ri Nyumbani” han sido abandonados en el camino, estableciendo nuevos campamentos de retornados que se unieron a aquellos que retornaron a sus pueblos ancestrales hospedados por parientes y buenos samaritanos.
Cargados con la responsabilidad de prestar atención especial a las necesidades de las personas interiormente desplazadas y retornados en nuestra nación, urgimos al gobierno y organizaciones pertinentes a tomar medidas y terminar el sufrimiento de aquellos Kenianos a través de intervenciones centradas en el pueblo, efectivas y eficientes.
Se debería actualizar con rostro humano la compensación prometida y su implementación.
Seguridad de alimentos
Es lamentable observar que hay personas que están muriendo de hambre en medio nuestro. Incluso aquellos con dinero no consiguen comida que comprar, porque en los pasados tres meses los precios han subido por las nubes. Un pan que costaba 20 chelines está ahora a 38 chelines. El precio de un kilo de carne se ha duplicado. Cereales como maíz han llegado a ser mercancía rara. ¿Dónde vamos como nación si no podemos alimentarnos a nosotros mismos?
En la comida, no necesitamos negociar, es un derecho básico para todo ser humano. Que el programa de los gobiernos sea que todo Keniano tenga alimentos que comer. Se deberían tomar medidas drásticas para quitar impuestos innecesarios sobre mercancías esenciales.
Leyes parlamentarias pendientes
Las leyes discutidas en el parlamento son cuestiones de gran importancia para nuestra nación. Aquellos que las discuten son pagados del dinero del contribuyente. Es desconsolador saber que tan importantes proyectos de ley son repetidos en varias sesiones parlamentarias sin alcanzar conclusión alguna. Es tiempo para decidir estar dentro o fuera de estos proyectos de ley basados en el bien común del contribuyente. Insistimos en conclusiones prácticas en los proyectos de ley siguientes:
El Proyecto de Ley de Constitución de Kenia (enmienda), 2008.
Proyecto de Ley de revisión de Constitución de Kenia, 2008.
Proyecto de ley de la Comisión Nacional Étnica y de Relaciones de raza, 2008.
Sobre esto, demandamos la implicación plena del pueblo en todos los estados del proceso del proyecto de ley. Esto se puede alcanzar por el compromiso de los representantes electos con el electorado mediante consultas continuas.
Campañas para 2012
Observando lo que aconteció correctamente desde la violencia post electoral, queremos aconsejar a nuestros representantes electos a centrarse en la construcción de la nación y a evitar descarrilar tácticas como las campañas de las elecciones 2012 que han empezado. Este es el momento de anunciar las promesas al electorado, para curar, reconciliar y reconstruir la nación.
Seguramente, con algunas personas todavía desplazadas, no existe modo de poderles pedir que os elijan durante años bajo la línea del partido. Este es el momento de madurar como verdaderos demócratas.
Comisiones
Observamos que nuestro país es famoso instituyendo comisiones de investigación sobre cada caso o problema que surge, sin implementación de las recomendaciones generadas a partir de entonces. Seguramente este es un modo muy pobre de gastar los fondos públicos sin dar visibles resultados.
En tiempos actuales, han existido unas series de reportajes de comisión que demandan implementación. Esperamos una respuesta positiva de modo que podamos forjar el camino a seguir.
Economía y desempleo
Nuestra economía ha sido un duro golpe hasta el punto que los salarios de los asalariados de ingresos bajos y medios no pueden igualar los gastos. La distancia entre los pobres y los ricos está continuamente expandiéndose. Pedimos a los expertos de nuestra economía encontrar caminos de solucionar este rompecabezas.
Es conocimiento común que en algunas áreas, los cultivos industriales como el té, caña de azúcar, y café están siendo arrancados. Esas son divisas que se están perdiendo y de ahí se está creando desempleo. Nuestros paraestatales, como Railways y Telkom entre otros, se privatizan a derecha e izquierda sin procesos claros.
Por tanto requerimos que cualquier forma de propiedad sea pública o privada respete el principio del bien común con la mirada puesta en la necesidad de los ciudadanos kenianos. La Oficina de Normas de Kenia y la Oficina de Control de Precios de Kenia deberían demostrar que están trabajando. No podemos aceptar ser una nación de vertedero de productos falsos y de paso de drogas.
Corrupción
Durante la década pasada, hemos tenido la Comisión Anti-Corrupción que esperábamos encabezara la lucha contra la corrupción y llevara adelante resultados tangibles. Por el contrario, la corrupción está en alza, evasión fiscal, doble inscripción de vehículos, venta de pobreza pública, licitación corrupta, procedimientos de obtención y eliminación son las historias de cada día.
Pronto podemos ser forzados a tener otro perro guardián anti – anti corrupción para echar fuera el desorden hecho por la comisión anti corrupción de Kenia. Es hora de que se adopten métodos de formación de la conciencia para salvar nuestra nación de la destrucción futura.
Al estar al servicio de cada ciudadano, el estado es el administrador de los recursos del pueblo que debe administrar con mirada hacia el bien común. La burocracia excesiva y empresas corruptas es contraria a esta visión.
Por tanto urgimos a nuestra autoridad política a recuperar prudentemente
su lugar de ser un instrumento efectivo y eficiente de coordinación y dirección por el que los muchos individuos y cuerpos intermedios deben moverse hacia un orden en el que las relaciones, instituciones y procedimientos están puestos al servicio del crecimiento integral humano.
Inseguridad
Nuestro país está todavía sangrando del vicio de la inseguridad. Noticias de violencia y muerte de kenianos inocentes, violación y profanación están ensordeciendo nuestros oídos. Robo de ganado y comercio de armas han llegado a ser el orden del día.
Las fuerzas de seguridad parecen estar abrumadas por el giro de los acontecimientos. Incluso criminales de corazón duro están de nuevo en las calles debido a investigaciones inadecuadas causando más daños. ¿Podemos vivir seguros en este medio interminable de inseguridad?
Pedimos a nuestra agencia de investigación del gobierno que tome su papel más seriamente y al público general a cooperar y prestar atención cuando y donde sea requerido.
Todavía sobre seguridad, pedimos a todos los responsables a investigar a fondo la deportación a Etiopía de nuestros hermanos musulmanes sospechosos de ser terroristas. Cualquier sospecha merece juicio justo antes de la condena.
Malestar en las escuelas
Al final del último periodo, por arriba de 300 (trescientas) escuelas han ido a la huelga y algunas estructuras quemadas. Tuvimos miles de estudiantes desplazados, varios mutilados e incluso pérdidas de vidas. Sin duda una triste situación. ¿Quién tiene la culpa de esto?
Nos damos cuenta que la causa ha sido dirigida como un resultado del demasiado peso académico, instrucción, abuso de drogas, ausencia de actividades fuera del currículo y un sistema de menos vacaciones, que niegan a los estudiantes una oportunidad de crecimiento y desarrollo holístico.
Pedimos a las familias inculcar los principios y valores de la vida, el mutuo respeto, el respeto por la propiedad y el cambio de conducta. La instrucción religiosa debería ser reencauzada al sistema de educación y sociedad en general.
Medio ambiente
La tierra es nuestra madre. A través del clima propicio, todos vivimos y disfrutamos de nuestro ser. Desgraciadamente, el medio ambiente está en peligro debido a la deforestación, desertificación, polución y urbanización mal planeada todos causando calentamiento global.
Estamos en peligro de extinción. Los pozos naturales se están secando. Nuestros ríos han llegado a ser arena cosechando minas. Nuestras montañas han perdido la vegetación natural y las especies equivocadas de árboles han sido importadas en el esfuerzo de reforestación. ¡Este es un plan seguro de importar agua un día!
Pedimos al público general a respetar y conservar el medio ambiente. Nuestras selvas naturales no sólo deberían ser conservadas sino que deberían ser amadas también.
Las comunidades e instituciones locales deberían afrontar programas de conservación medio ambiental a través de la plantación de especies de árboles autóctonos.
Como verdaderos agentes de transformación que procuran el sustento de las generaciones presentes y futuras, todos nosotros como partícipes a todo nivel de nuestro derecho de responsabilidad desde la familia hasta el estado o nación, somos instruidos del cuidado de la creación y tenemos la responsabilidad de asegurar que sus beneficios o frutos estén disponibles para todos. Esta responsabilidad también mira hacia esto: que la integridad de la creación sea protegida y que no abusemos y no explotemos la creación.
Conclusión
Nosotros los comisionados de la Justicia y Paz católicas estamos comprometidos a recordar a la nación y a todos los responsables que la implementación de los puntos de arriba deberían ser cumplidos con el espíritu de reconocer que somos creados a la imagen y semejanza de Dios. Por tanto, tenemos la responsabilidad de proteger, cuidar y promocionar la dignidad humana.
“Como la tierra produce sus plantas, y como un jardín hace brotar sus semillas, del mismo modo el Señor Dios hará que la Justicia y la alabanza florezcan ante todas las naciones” Isaías 61, 11.
Firmado
Peter Kairo Arzobispo Presidente de KEC-CJPC; Zacchaeus Okoth Arzobispo Vice-Presidente.
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Mons. Ndlovu, presentó una relación sobre la situación del país en el encuentro entre la Conferencia Episcopal de Zimbabwe y la Conferencia Episcopal del África Austral que se llevó a cabo del 8 al 11 de septiembre en Pretoria (Sudáfrica).
ASAMBLEA DE ZCBC CON SACBC
Discurso por el Arzobispo R.C. Ndlovu
Presidente de ZCBC
8 al 11 de Septiembre de 2008. Pretoria
Introducción
Gracias por invitarme a dar una actualización de acontecimientos en Zimbawe, que están constantemente cambiando, como el índice de inflación. Lo sólo constante es que todo parece estar yendo en la dirección equivocada, donde no deberíamos estar demasiado.
Desearía basar mi presentación sobre la posición adoptada por nuestra Conferencia en la firma del memorandum de entendimiento entre Z.A.N.U. P.F. y las dos formaciones del MDC, que tuvo lugar el 21 de Julio de 2008.
En esa declaración sobre el MOU, señalamos que la crisis en Zimbabwe es una la que fue causada por exclusión de poder y del derecho del pueblo a participar en el proceso que afecta a sus vidas y de los beneficios de crecimiento y desarrollo. Desde los tiempos coloniales hasta los tiempos de la post independencia, los gobiernos han fracasado al facilitar la construcción de una sociedad que sea respetuosa de la dignidad de todas las personas y garantice seguridad, justicia y paz. En cambio, la exclusión económica, política y social ha alentado el desarrollo del racismo, etnicidad negativa, discriminación de género y pesimismo de la juventud. El fracaso de liderazgo nacional ha minado posibilidades reales de crear una nación justa y pacífica caracterizada por el respeto de la vida humana, propiedad y dignidad humana. También ha fracasado en facilitar curación genuina y reconciliación después de la lucha de liberación. Esto por lo que Zimbabwe hoy día se caracteriza por la falta de empatía y solidaridad social. Pedimos que la nación descubra estas virtudes sociales de modo que la nación se pueda curar, reconciliar y ser una. (Juan 17, 21)
Antecedentes
A lo largo de los años, hemos visto a nuestra nación hundirse más y más en crisis económicas, políticas y sociales. Económicamente, nuestra crisis tuvo su origen en el hecho de que heredamos una economía formal que estaba construida para servir a pocas personas. El crecimiento marginal que recibimos después de la independencia no se sostenía y no beneficiaba a nadie. Con la introducción de los programas de ajuste estructural, con la corrupción y mala administración, nuestra economía formal empezó a disminuir y cada vez más la gente fue forzada a unirse a la economía informal que no fue captada por todas nuestras políticas y soporte de desarrollo. Hoy día nuestra economía formal ha llegado a ser cada vez más informatizada. La economía formal que ha disminuido para funcionar al 13% está contabilizando crecimiento negativo. Mientras unos pocos se están beneficiando de la situación, la mayoría están marginalizados, excluidos, pobres y sufriendo.
Políticamente, Zimbabwe ha llegado a ser una sociedad profundamente dividida, desigual donde aquellos que están en el poder trabajan para proteger sus privilegios privatizando instituciones y procesos del estado nacional. La imparcialidad y el carácter nacional del poder ejecutivo, del judicial, y el legislativo se han colocado en una situación comprometida. Hemos visto a los jueces, a los magistrados, la policía, el ejército y las otras fuerzas de seguridad tomar más y más posiciones de partido político a expensas de la seguridad y libertad de los ciudadanos. Con la profundidad de la crisis política, hemos visto el crecimiento de un leguaje de odio en los medios y en reuniones políticas culminando en intimidación, abuso sexual, violación y espantosas matanzas de ciudadanos. Esto se ha hecho peor por la co-opción de la comunidad y de los líderes tradicionales y del fomento de milicias no estatales, y de los comités organizados ad hoc para demonizar a los conciudadanos y para reducir la libre actividad política.
Socialmente, la nación ha sufrido profundas experiencias traumáticas resultantes de crisis políticas y económicas. La dignidad y seguridad social de las personas ha sido minada por la pobreza y marginación. Los naturales lazos humanos de respeto y confianza entre la gente se han subvertido al ponerse los hijos contra sus padres, los ciudadanos contra los ciudadanos. La nación está en este momento profundamente herida física, sociológica y socialmente. Se ha maltratado a padres y se ha violado a mujeres por compañeros de edad de sus hijos y nietos. Los niños se han involucrado y experimentado niveles de violencia que no tienen precedentes. Familias y comunidades por tanto se han dividido y la solidaridad humana natural destruida.
Memorandum de Entendimiento de 21 de Julio de 2008
Nosotros, como los Obispos Católicos de Zinbabwe, hemos seguido estos desarrollos con profundo interés y preocupación. Hemos rezado por esta cuestión y reflexionado en orden a ofrecer nuestro consejo, a contribuir a la solución de la crisis y a ofrecer esperanza para nuestra nación. En el pasado hemos colaborado con el Consejo de las Iglesias de Zimbabwe, la Sociedad Evangélica de Zimbabwe y con otras personas de buena voluntad al facilitar el desarrollo de una visión nacional a través del documento de discusión, El Zimbabwe que deseamos. En ese documento ofrecemos estos mismos valores, virtudes y principios morales que pensamos puedan ser la base de los procesos que se nos enfrentan hoy día. Previamente recomendamos el cese de hostilidades y divisiones y el inicio de procesos por el diálogo nacional, reconciliación y curación. Es en este contexto que acogemos los desarrollos que han ocurrido durante las últimas semanas culminando en la firma del Memorandum de Entendimiento entre la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (Frente Patriótico) y las Dos Formaciones del Movimiento Por Cambio Democrático. Pensamos que el encuentro de nuestros líderes nacionales para discutir las posibilidades de diálogo nacional es la mejor cosa que ha sucedido a este país durante años. Esperamos que los líderes sean serios cuando dicen que se dedican a sí mismos “a poner fin a la polarización, divisiones, conflicto e intolerancia que han caracterizado las políticas de nuestro país” y que ellos están “decididos a construir una sociedad libre de violencia, miedo, intimidación, odio, patrocinio, corrupción y fundados en la justicia, imparcialidad, apertura, transparencia, dignidad e igualdad”. Esperamos que nuestros líderes aprecien que todo el país está ansioso de ver una solución de la crisis y el principio de alguna transformación fundamental de nuestro país dentro de una sociedad justa caracterizada por crecimiento pro-desarrollo del pobre.
Para que los actuales desarrollos sean sostenibles necesitarán ser mucho más globales de lo que han sido hasta el momento. Necesitarán ser transparentes y ser apoyados por todo el pueblo de Zimbabwe, especialmente aquellos que han sido tratados brutalmente, marginados y empobrecidos. Por tanto, mientras pensamos que las negociaciones en curso son positivas, también pensamos que pudieran ser más globales para mejorar su legitimidad y aceptación. Las siguientes son nuestras sugerencias para ese proceso que tiene lugar.
Demandas inmediatas
El Memorandum de Entendimiento que ha sido firmado por el Presidente y el Primer Secretario de ZANU-PF, Ce. Robert G. Mugabe y el Presidente de las dos formaciones MDC lideradas por Mr. Morgan R. Tsvangirai y Mr Arthur G.O. Mutambara ha comprometido las partes a unas cuestiones muy específicas. A la luz de tales compromisos, inmediatamente deberíamos ver cambios fundamentales en la conducta de partidos políticos, agentes de la ley, los medios, y comunidades locales. Bajo la Sección 10. m Medidas provisionales, los Representantes se han comprometido a establecer “una declaración condenando la promoción y uso de la violencia y llamar por la paz en el país y se tomarán las medidas necesarias para asegurar que las estructuras e instituciones que la controlan no están comprometidas en la perpetuación de la violencia”. Hasta el momento, estas declaraciones no se han establecido. En la medida que conocemos, no todas las instituciones de violencia han sido desmanteladas. Algunos actos de violencia política se están todavía cometiendo. Aunque los partidos se han comprometido a sí mismos a “asegurar que la leyes sean aplicadas equitativamente y con justicia a todas las personas sin tener en cuenta su afiliación política. Aunque los partidos se han comprometido a “asegurar que la ley sea aplicada equitativamente y con justicia independientemente de la afiliación política”, miembros de algunos partidos están todavía detenidos y algunos están siendo acosados por ayudar a algunos partidos políticos. Esto necesita pararse inmediatamente. Aunque ha habido un acuerdo para que los partidos “trabajen juntamente en asegurar la seguridad de cualquier persona desplazada y su retorno seguro a casa y para que las organizaciones humanitarias y sociales de bienestar sean capaces de dar tal asistencia según pueda requerirse”, es todavía difícil e imposible en algunas áreas para la iglesia impartir tal ayuda a las personas desplazadas. Todavía se debe abandonar el discurso de odio en la radio, televisión y en los periódicos. Urgimos a los Representantes, especialmente a aquel que controla las instituciones del estado y las instituciones paraestatales, a actuar inmediatamente en conformidad con el acuerdo del MOU.
A la luz el espíritu del MOU urgimos que se lleve a cabo inmediatamente lo siguiente:
. Se debe parar inmediatamente toda intimidación y violencia. Si ocurriera, se debería perseguir con rapidez de acuerdo con la justicia transparente y parcial.
. Se deberían desmantelar todas las instituciones no-estatales de violencia.
. Todos los prisioneros políticos se deberían someter a investigación y liberados inmediatamente – no son para que se les ofrezca una amnistía porque no han sido acusados de ningún crimen.
. Debería cesar inmediatamente el discurso de odio y el lenguaje de odio y de acuerdo con el MOU, e inmediatamente cada partido debería promover un leguaje de respeto y diálogo.
. Liberación urgente del espacio de los medios y promoción de libre acceso a ese espacio por todos los partidos e interesados.
.Asistencia a todas las personas internamente desplazadas y garantía de su seguridad para que sean capaces de volver a sus casas.
. Levantamiento inmediato de la prohibición sobre las actividades de ONGs y otras organizaciones de la sociedad civil para permitir a Iglesias y organizaciones de la sociedad civil a actuar libremente en orden a ayudar a las personas en diversas áreas de necesidad y ayudar en controlar el progreso de los Partidos al llevar a cabo el MOU.
. Reparación de las pérdidas provocadas como un resultado de violencia motivada políticamente.
La Iglesia y la sociedad civil
La Iglesia y muchas personas de buena voluntad en organizaciones no gubernamentales y sociedad civil han trabajado generalmente muy duro para ayudar a resolver las crisis de Zimbabwe. Estas personas e instituciones tienen recursos, estructuras, y habilidades que pueden hacer frente al proceso de transformación. Se necesitará crear espacio para que ellos participen e influyan en la forma y contenido de los procesos. Como obispos católicos desearíamos ver el ensanchamiento de representación y consulta de los más responsables en la crisis de Zimbabwe. El constituido Reference Group, el SADC Facilitator y las partes de negociación y sus equipos técnicos deberían ser accesibles y ser capaces de oír las preocupaciones de la Iglesia, de la sociedad civil y espacialmente de los pobres y marginados.
Como la Iglesia, no nos hemos librado de las restricciones, sospechas y violencia que se ha desarrollado en nuestro país. Sin embargo, pensamos que tenemos un papel importante y legítimo que jugar en los diversos estadios del proceso de transición de nuestro país. Primeramente, como las negociaciones están en proceso, esperamos ser libres para presionar, influir y observar el proceso de negociación. En segundo lugar, intentamos mantener que los Partidos responsables de los acuerdos en orden a animar a las partes mantengan sus compromisos. En tercer lugar, intentamos colaborar con nuestros socios en Zinbabwe y otros países, especialmente en Sudáfrica para presionar libremente y abogar por cuestiones que aseguren un pueblo éticamente centrado que tome seriamente las voces de los ciudadanos ordinarios, especialmente mujeres y los jóvenes.
Prioridades económicas
Urgimos a los negociadores reconocer la urgencia de prioridades económicas. Necesitarán crear un medio ambiente en el que la producción pueda empezar a tener lugar y la estabilidad de la economía establecida. Necesitamos crecimiento económico que sea auténticamente inclusivo y a favor de los pobres. El desarrollo está en facilitar el crecimiento y la realización de las vidas individual y comunitaria de las personas. Nuestras políticas económicas nacionales deberían estimular y ayudar el crecimiento de la economía inclusiva y animar auténticamente la participación universal en la economía. Urgimos a las partes de negociación adoptar un acercamiento de los derechos humanos al desarrollo que prioriza las necesidades de la economía nacional destacando la necesidad por políticas económicas que saquen a las personas de la pobreza y acceda sinceramente a los servicios básicos como derechos. Esto necesita adecuadas auditorías nacionales de las instituciones del estado, poniendo especial atención a la necesidad de mantener el equilibrio de los respectivos papeles del estado y a aquel del sector privado. Alentamos la transparencia y la aplicación de la norma de la ley en el sector económico y el abandono de la politización innecesaria y negativa de las actividades económicas. Esto asegurará el final de la corrupción, patrocinio y arbitrariedad y animará la institucionalización de la participación ciudadana en la economía. Con este espíritu, el proceso de reforma de la tierra estaría completo y las incertidumbres en la propiedad estarían resueltas justa y transparentemente.
Nos damos cuenta que las negociaciones presentes están mirando hacia el acuerdo e inclusión políticas. Urgimos a los negociadores a fijarse en las necesidades económicas de la nación y a vigilar contra el perpetuar instituciones innecesarias y antieconómicas motivadas políticamente y estructuras en una oferta de acomodar los miembros de sus partidos políticos respectivos. Por tanto, las partes de la negociación deberían trabajar para eliminar las instituciones y posiciones innecesarias que son una sangría en el fisco. Esto significaría hacer más eficiente el gabinete y concertar citas y decisiones basadas en la ley.
Prioridades políticas
Urgimos a los negociadores reconocer inmediatamente la necesidad por un nuevo espíritu y cultura políticos. En este nuevo espíritu, se necesitará respetar las diferencias claras entre el “partido gobernante” y el gobierno e instituciones del estado. Se debería establecer el papel propio del estado como un bien común nacional accesible a todos los ciudadanos. Las instituciones del estado necesitarán ser profesionalizadas y fortalecidas de modo que no estén demasiado subordinadas a los caprichos de individuos políticamente poderosos o a los intereses de grupos poderosos a expensas de la mayoría. Por tanto alentamos a los Partidos a ver el MOU como un camino hacia un sistema político que sea inclusivo, democrático y justo. Las profundas divisiones y heridas que el pueblo ha padecido al paso de los años hacen imprescindible que el proceso de transformación del sistema del gobierno político no se debería apresurar y no se debería hacer superficial. Por tanto pensamos que los negociadores no deberían precipitarse en establecer un gobierno de unidad nacional. Más bien, deberían ponerse de acuerdo en un convenio transicional, que en 18 meses o menos, llevara hacia la construcción de una nueva Constitución que sería entonces la base para nuevas elecciones que sean libres y justas. En el documento “El Zimbabwe que queremos”, señalamos en colaboración con otros, que “Los intereses primordiales en un proceso de reforma constitucional deberían ser para crear un marco orgánico y propicio para un buen gobierno. No hay necesidad de empezar de cero. Existe material constitucional bastante extenso para permitir una comisión razonablemente grande y representativa o un equipo para redactar el borrador de una constitución que pueda ser puesta a un referendum nacional. Lo que es de suma importancia es estar de acuerdo en la composición de tal comisión o equipo”. Creemos que es importante para los negociadores estar de acuerdo sobre el proceso de iniciación del escrito de una nueva constitución en la que los derechos socio-económicos estén explícitamente garantizados. Queremos aún así hacer esta misma recomendación que hicimos antes porque creemos es razonable y la más adecuada.
La reforma de las instituciones del Estado debería ser una importante prioridad política. Tales reformas incluirían separación clara del estado de los partidos, reforma de la magistratura y garantía de independencia de la magistratura a todo nivel. Las estructuras del Estado serían accesibles a todos los ciudadanos. Todos los agentes de la ley y las fuerzas de seguridad se deberían profesionalizar y todo aparato de terror patrocinado por el estado se debería desmantelar. Instituciones del estado tales como la policía, ejército, Oficina de Registro General, Organización Central de Inteligencia, Grain Marketing Board, el Banco de Resevas de Zimbabwe entre una gran cantidad de otras se deberían reformar y restringir a sus papeles profesionales.
Nuestros compromisos
Como Iglesia en Zimbabwe, reconocemos que no somos el estado ni pretendemos ser parte de esa institución. Sin embargo, como en el pasado desearíamos comprometernos a colaborar y a complementar el trabajo del estado en el desarrollo. En este aspecto, nos comprometemos a lo siguiente:
- Emergencia y ayuda humanitaria: Continuaremos jugando nuestro papel de movilizar recursos y nuestras instituciones para ayudar a aquellos en necesidad y participar en el desarrollo de la nación. Estamos comprometidos a la especie de desarrollo que mejora las vidas de todas las personas y combina el crecimiento económico con la erradicación de la pobreza, desigualdades, injusticias y la promoción de la paz.
- Curación, reconciliación y rehabilitación nacional: Nos comprometemos a promover la curación, reconciliación y rehabilitación nacional. Reconocemos que este proceso será difícil dadas las muchas víctimas de la violencia y humillación representada por operaciones como Gukurahundi, Murambatsvina, los caóticos aspectos de la redistribución de la tierra y la violencia engendrada por las diversas elecciones llevadas a cabo en el país. La Buena Nueva de la Biblia ofrece el mensaje que es adecuado para nuestra nación en este momento de su historia.
- Nuestras instituciones, personal y escritos se comprometerán a contribuir a las necesidades de nuestra nación en este momento. La Iglesia como portadora del amor de Dios es el instrumento a través del cual Dios reconcilia la humanidad y a toda la creación consigo y de todos los seres humanos de uno a otro superando las divisiones raciales, étnicas y de género.
- Ética nacional – valores, virtudes y principios: Nos comprometemos a combatir la vieja cultura de la división, violencia y muerte y a alentar una nueva cultura del amor, solidaridad y vida. Como la Iglesia, enseñaremos los valores del Evangelio, las virtudes y los principios porque sabemos que sin Dios no podemos experimentar la paz. (“Paz os dejo, mi propia paz os doy, una paz que el mundo no puede dar” Juan 14, 27).
- Responsabilidad para pueblo: Continuaremos alentando transparencia y responsabilidad para pueblo de Zinbabwe. Por tanto esperamos que la nueva cultura política que se haga permita a las organizaciones de la iglesia y sociedad civil ayudar a fortalecer estos valores observando y presionando a las autoridades responsables a vivir conforme a sus compromisos. Creemos que cualquier gobierno democrático y liderazgo nacional responsable apreciará este papel de la iglesia y de la sociedad civil.
Solidaridad humana: La Iglesia es capaz de enseñar y vivir el valor de solidaridad nacional e internacional. Una vez que la legitimidad adecuada se establezca en nuestro gobierno, usaremos nuestras relaciones internacionales y redes para alentar la rehabilitación de Zimbabwe dentro de la comunidad internacional.
Oración: Continuaremos pidiendo la gracia de Dios y animando a todos los ciudadanos a seguir rogando por el proceso que ha empezado de modo que termine con el establecimiento de un Zimbabwe justo y pacífico y que todo el pueblo se reconcilie y llegue a ser uno.
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Texto original en inglés:
http://www.fides.org/eng/documents/ZCBC_SACBC_2008.doc
Carta Pastoral de Su Eminencia el Cardenal Jhon Njue, Arzobispo de Nairobi y Administrador Apostólico de la Diócesis de Marnag´a.
Mis queridos sacerdotes, Religiosos, cristianos y pueblo de buena voluntad en la Archidiócesis de Nairobi y de la Diócesis Católica de Muranga, la gracia y la paz del Señor esté con vosotros. Con esta carta quiero dar gracias a Dios por todo el trabajo y actividades de evangelización y desarrollo humano que estáis asumiendo en esta nuestra querida nación de Kenia. Vuestra voz y vida de testimonio nos da valor para seguir adelante.
Como podéis recordar, todos hemos pasado por momentos duros cuando nuestro país se convirtió en un campo de batalla y en semanas fue desgarrado por la violencia. Gracias a Dios y a nuestro espíritu de reconciliación, la sensatez está poco a poco volviendo.
Las cuestiones perturbadoras
Otra cuestión perturbadora está surgiendo lentamente en medio nuestro, y que es el Proyecto Parlamentario sobre la legalización del aborto. Conocéis la posición de la Iglesia Católica en esta cuestión. Ahora, os pido a permanecer firmes y defender la vida de los niños no nacidos. Decid, gritad en voz alta esto: El aborto es la interrupción deliberada del embarazo matando al niño no nacido e indefenso. Tal acción directa, querida, sea como fin o como medio, es gravemente contraria a la ley moral y a la enseñanza católica. El aborto es matar una persona inocente y Dios dice, “No matarás” (Éxodo 20, 13). El vientre de una madre se supone ser el lugar más seguro donde el niño, apenas concebido, se sentirá más seguro y amado. No hay ninguna vía para que ayudemos a una sociedad que destruye al no nacido que ha sido creado como don gratuito de Dios a la comunidad.
El mal del aborto
Permaneced firmes contra este mal del aborto. El aborto no es simplemente la extracción de algunos tejidos del cuerpo de la mujer. El aborto es la extracción de una cosa viva que llegará a ser humana si le es permitido permanecer dentro del cuerpo de la mujer. El aborto es la destrucción de un niño no nacido. El embarazo es el período para que esta nueva vida humana madure, no sólo para que llegue a ser humano. Él es ya humano. Esto por lo que la Iglesia considera el aborto la muerte de un ser humano, y por que el Concilio Vaticano Segundo lo llamó “crimen atroz”. Os recuerdo todo para mantener el mayor respeto por la vida humana, desde el momento de la concepción. Incluso bajo amenaza. Nunca uséis vuestro conocimiento para hacer lo que es contrario a las leyes de la humanidad.
No existe tal cosa
Para el Dios Todopoderoso, no existe tal cosa sino un “niño no querido”. Cada uno es hecho a Su imagen y semejanza y es únicamente parte del plan divino. Si existiera una mujer en cualquier lugar que no quiera su hijo, intento convencerla para que no obstante permita que su niño viva. Un gran número de personas quieren ese niño como hace la Iglesia. Amamos ese niño desde el momento que es concebido.
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabo, porque ¡maravillosamente me hiciste! ¡Maravillosas son tus obras! Lo sé muy bien.
Pena para el aborto
La Ley actual de la Iglesia establece: “Una persona que procure un aborto, si éste se produce, incurre en excomunión automática” (Canon 1398). Este incluye cualquier persona humana que a sabiendas tiene el aborto y cualquiera que asiste por voluntad propia y directamente, tal como el doctor, la enfermera y otros. Debe quedar entendido que en el análisis final la excomunión es la elección del individuo; no es elección de la Iglesia.
Personas en la vida política
La Iglesia ha llamado a la política un “arte difícil pero noble”. Soy consciente de las enormes presiones sobre aquellos que sirven al pueblo en medio de corrientes constantemente cambiantes, y demandas de diversas circunscripciones electorales que pueden ser a veces completamente irreconciliables. Sin embargo, todos los titulares políticos de oficina, candidatos para oficina pública deberían tener claro su compromiso de trabajar contra la legislación que ayuda el aborto e incluso aceptar derrota política, si fuera tal el resultado, antes que sacrificar la vida humana.
Católicos que tienen una oficina pública
Aquellos de vosotros que seáis católicos y tengáis posiciones de responsabilidad pública deberíais distinguiros por vuestro sentido de integridad. Vuestras acciones deberían ser constitutivas de vuestra fe y de los principios morales enseñados por la Iglesia en la que os proclamáis miembros. En el desempeño de vuestras responsabilidades públicas, debéis mantener la moralidad pública y promover el orden público y la paz. Debéis trabajar a favor de las leyes y políticas públicas que sostienen la vida humana y promover el bien común. Debéis trabajar duro para asegurar el cuidado prenatal para todas las mujeres. Debéis trabajar para corregir injusticias y todas las situaciones de mal que amenaza la dignidad humana y los derechos humanos. Debéis tener una especial preocupación por los desfavorecidos y desprotegidos. En esto deberíais ser sensibles a las oportunidades que tengáis de iluminar y persuadir a otros como respuesta de la propia moral a los muchos problemas de nuestros días.
Personas de buena voluntad
Este es el momento oportuno para vosotros católicos de entrar constructivamente en el debate público. Para esa materia debéis estar informados, argüir racionalmente y mostrar respeto por aquellos que tienen opiniones diferentes, mientras al mismo tiempo evidenciando la inquebrantable convicción que cada niño no nacido tiene derecho a la vida. Una voz, una persona alargando la mano, puede literalmente marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Trabajad en vuestras parroquias, casas, oficios, campos y por las calles para crear una atmósfera que diga al mundo que vosotros sois seguidores de Cristo, comprometidos, como él estuvo comprometido, a la sacralidad de toda vida humana. “El laico ejerce su apostolado… en el mundo como en la Iglesia, en el orden temporal así como en el espiritual… el laico, que es a mismo tiempo fiel y ciudadano, tiene una sola conciencia; es por ésta que se debe guiar continuamente en ambos órdenes” (Decreto sobre el Apostolado de los Laicos, núm 5).
El verdadero amor es el camino
La respuesta final al aborto se encuentra en un entendimiento del amor. No existe probablemente término que nosotros usemos más sin excesivo rigor que amor… el amor no viene y va como el viento. El amor es paciente, el amor es amable, no es celoso, (el amor) no es presuntuoso, no es exagerado, no es maleducado, no busca su propio interés, no es irascible, no se obsesiona con la injusticia, no se alegra del mal, sino que se alegra con la verdad. Todo lo soporta, cree todo, espera todo, y lo soporta todo. El amor nunca pasa (1 Cor 13, 4-8). Cuando vivimos en el amor, salimos de nuestro egoísmo y estamos siempre preparados para dar. Nuestro Señor Jesús nos dice que no hay mayor amor que dar nuestras vidas por nuestros amigos.
Obviamente, el amor de Dios requiere que cumplamos sus mandamientos. Estos Mandamientos todavía significan hoy día en el Tercer Millenium lo que siempre significaron: Intimidades sexuales fuera del matrimonio y por placer son malas. Si nosotros amamos a los jóvenes no dudaríamos de enseñarles esto. Nunca debemos subestimarles. Los jóvenes están preparados mucho más a ser buenos que lo que los adultos se dan cuenta. Pero los adultos deben establecer los estándares. Los adultos deben ser muy claros en sus propios pensamientos que la lujuria no es amor, y que, con la ayuda de los sacramentos, la pureza es posible.
Finalmente, si enseñamos un amor verdadero de vida, la vida del no nacido, de los mayores, de los inválidos, ciegos, y de los sordos y retrasados, si nosotros enseñamos que Dios ama cada vida que Él ha creado, deberíamos contribuir a terminar con el aborto. El Dios de amor ha dado a los seres humanos la capacidad increíble a participar en su creación. Llamamos a esa participación “procreación”. El Dios de amor nunca intentó que los seres humanos mataran seres humanos. El amor es siempre creativo, nunca destructivo. Eso es por lo que el amor hace caminar al mundo.
Presentar un millón de firmas por los niños
Este es el momento oportuno para invitar a todos vosotros a tomar parte nuestros pasos preliminares a resistir legislaciones ilegales. El legalizar el aborto no tiene lugar en las culturas y tradiciones africanas. Pido a todos las parroquias, capellanías, comunidades religiosas, cristianos y personas de buena voluntad a empezar presentando firmas de modo que después de reunirlas en sus millones nos movamos a la petición a las autoridades competentes a parar esta campaña de discusión de cómo matar los niños no nacidos.
Esta es nuestra imparable cruzada de defensa del niño durante los dos próximos meses. Radio Wumini, anuncios de Iglesia, pósters y el National Mirror, os mantendrán informados acerca del avance.
Vamos a unirnos para curar a Kenia nuestra nación. Este es el momento de reconstruir lo que fue dañado, y no de gastar el tiempo planeando aniquilar niños inocentes. Que podamos abrazar esta lucha con coraje y mirar nuestro futuro con esperanza.
Os imparto mis bendiciones apostólicas.
Vuestro pastor el cardenal John Njue, Arzobispo de Nairobi y Administrador Apostólico de Murang´a
28 de Septiembre de 12008
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
MD 2008 (13) 31
Mensaje de Mons. Barrantes, Arzobispo Metropolitano de San José y presidente de la Conferencia Episcopal en un encuentro con los diputados católicos del país.
MENSAJE DE MONS. BARRANTES A DIPUTADOS CATOLICOS
Señoras y señores diputados:
Nos dice la Palabra del Señor: "¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos en armonía!" (Salmo 133)
Quiero agradecer profundamente la respuesta generosa que ustedes han tenido para compartir este momento de comunión en el Señor, pues El es el Único que puede fundar sobre bases firmes la realidad de una auténtica comunión fraterna.
Como ciudadano, quisiera reconocer y agradecer el trascendental trabajo, no pocas veces silencioso que, en el cumplimiento del mandato del Pueblo, ustedes realizan como legisladores. Retomo las palabras del Apóstol Pablo, cuyo año estamos celebrando, para pedirles: "No se cansen de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos." (Gálatas 6,9)
Como nos enseña el Concilio Vaticano II la participación de los laicos en la vida publica es un derecho y un deber al que, de ningún modo pueden abdicar.
Como Pastor, quisiera instarles a no sucumbir en su lucha diaria por el bien del ser humano y a ser fieles imitadores de Santo Tomás Moro, "Patrono de los políticos", ejemplo imperecedero de coherencia moral, el cual, desde la función pública se constituyó en modelo creíble, mostrando el camino de la verdad, sin abandonar "la constante fidelidad a la autoridad y a las instituciones" que lo distinguía, y atestiguando con su vida y su muerte que "el hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral" .
No es mi tarea como Obispo plantear soluciones concretas -y menos todavía medidas únicas- para el desempeño de las funciones temporales, que Dios ha dejado al juicio libre y responsable de cada uno de ustedes. Jamás pretenderíamos como Iglesia equipararnos al poder político y menos aun, eliminar la libertad de opinión de las y los diputados católicos sobre cuestiones contingentes. Sin embargo, en cumplimiento de nuestro deber de maestros de la fe, llamados a instruir e iluminar la conciencia de los fieles, sobre todo de los que están comprometidos en la vida política, para que su acción esté siempre al servicio de la promoción integral de la persona y del bien común, creemos firmemente que en su existencia no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida 'espiritual', con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida 'secular', esto es, la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura. El sarmiento, arraigado en la vid que es Cristo, da buenos frutos en cada sector de la acción y de la existencia. Así se evita la ruptura entre la fe y la vida.
Por tal razón, he querido compartir con ustedes, en primer lugar, algunos principios morales que inspiren sus decisiones políticas y fortalezcan su compromiso cristiano en la salvaguarda, la tutela y la promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y fundamentada en su unidad y estabilidad en la Revelación Divina, la ley natural y nuestra legislación, de modo que a esta institución no puedan ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas puedan recibir, en cuánto tales, reconocimiento legal.
Por otra parte, miro con especial desvelo la promoción de una serie de leyes contra la vida que, con ambigüedad conceptual, pretenden entronizar y justificar el aborto. En línea de continuidad con la enseñanza de la Iglesia, como nos enseñara el Papa Juan Pablo II, quienes se comprometen directamente en la acción legislativa tienen la «precisa obligación de oponerse» a toda ley que atente contra la vida humana.
Justamente, en esta perspectiva, les manifiesto mi preocupación por algunos proyectos de ley que están en trámite en la Asamblea Legislativa y que ustedes conocen pues, hay aspectos en los mismos que, abiertamente, atentan contra la familia y la vida humana, tal como se las entiende desde la fe cristiana y se refleja en nuestro ordenamiento jurídico.
1. El proyecto de ley 16182 que es una reforma al Código de Familia. En esta pretendida reforma se amplía la unión de hecho de un hombre y una mujer a la unión de hecho que nace del encuentro de "dos voluntades", sin distinguir de que sujetos se trata.
2. El proyecto de ley 16 792 que pretende mediante la reforma constitucional del artículo 21, quitar el carácter de respeto absoluto a la vida humana.
3. El proyecto de ley 16390 que reforma el Código de Familia y otras leyes que proponen legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo y otorgarles los mismos derechos del matrimonio. Cuando se lee el texto y su articulado se desprende que es una homologación de derechos de estas personas a los de los cónyuges, lo cual es a la luz de la jurisprudencia de suyo inconstitucional.
4. El proyecto de ley 16.887 que Reforma la Ley General de Salud, para incluir un capítulo de derechos sexuales y reproductivos.- En el mismo, el proyecto separa la sexualidad de la reproducción humana y dispone que cada ser humano es dueño absoluto de su propio cuerpo. Como consecuencia de ese libertinaje sexual propuesto, se promueve todo método de anticoncepción, la esterilización, la anticoncepción de emergencia y el aborto. Igualmente, se le garantiza a los adolescentes la confidencialidad lo que significa que se violan los derechos de los padres de educar a sus hijos.
5. El proyecto de ley 16970, Ley para la Prevención y Eliminación de la Discriminación, que pretende "normalizar" estilos de vida en contra de los valores cristianos. En este proyecto se promueve que la sociedad costarricense acepte modelos de vida, que se apartan de nuestros valores y de la identidad cristiana.
6. El proyecto 16978 que modifica el Código Penal, aumentando las penas por discriminación sobre orientación sexual. Esta ley crea el delito de discriminación por orientación sexual y pretende criminalizar a todo el que opine en forma contraria a las políticas propuestas por estos organismos. Este hecho es grave pues, en principio, este proyecto pretende inhibir toda opinión contraria.
Como podemos ver, el común denominador de estos proyectos son los "derechos sexuales". Quisiera recordarles que la Iglesia está a favor de un sano goce de la sexualidad humana pero, en estos proyectos, con el término "derechos sexuales" se quiere imponer una concepción de la persona reducida a lo erótico, sin que esté acompañado por el amor "ágape".
Tal y como lo manifestara en mi mensaje en la "Marcha por la familia" el pasado 31 de agosto; son ustedes queridos diputados y diputadas los primeros que, en conciencia, están llamados a objetar la realización de cualquier programa político o la aprobación de una ley que contenga propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral. Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los legisladores católicos se hace más evidente y gravemente necesario. Nuestra fe en Jesucristo "camino, verdad y vida" (Jn 14,6), exige de nosotros el esfuerzo a favor de la cultura de la vida y el compromiso para construir la civilización del amor.
Queridos legisladores y legisladores: la política es un ejercicio muy noble, pues es el uso del poder legítimo para la consecución del bien común de la sociedad. Su trabajo supone el ejercicio diario de virtudes. Les invito para que ejerzan la actividad política con verdadero espíritu de servicio. Sus intervenciones han de respetar y promover siempre a la persona humana en sus diversas exigencias espirituales y materiales. Sigan siendo defensores del derecho a la vida de todo ser humano desde su concepción hasta la muerte natural. Así mismo, defiendan la familia en su unidad e integridad y no permitan que se suplante a la familia basada en el matrimonio entre varón y mujer. Hagan del Mensaje de Cristo la guía en su pensamiento y en su vida. Cuando surjan los miedos, las incertidumbres y los interrogantes, recuerden que Jesucristo es el Dios de la historia y que su Evangelio es la luz que ilumina nuestro camino.
Mientras imploro la bendición de lo Alto, les aseguro mi permanente plegaria por ustedes.
+Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Arzobispo Metropolitano de San José
VATICANO - “AVE MARÍA” por mons. Luciano Alimandi - Dad a Dios lo que es de Dios
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Dad a Dios lo que es de Dios” (Mc 12,17). Cuando el Señor Jesús exhorta a “dar a Dios lo que es de Dios”, no está pidiendo poco. En efecto es solamente “dando que se recibe” y esto vale ante todo en nuestra relación fundamental con Dios: para donar al hombre todo de Sí, Dios pide al hombre que ponga en Sus manos lo que él es. Cuantas veces las Sagrada Liturgia que celebramos guía nuestros corazones y nuestras mentes a implorar este “admirable intercambio”: nosotros damos a Dios nuestra pobreza, para que Él nos done Su riqueza.
A Dios pertenece no solamente una parte de nosotros, sino la totalidad de nuestro ser. En una lectura verdaderamente profunda de la existencia humana, que es posible sólo a la luz de la fe en Dios Padre, nos damos cuenta de que al Señor de la Vida pertenece toda la vida.
Mirando la vida, no se puede pensar que pertenezca al Señor solamente una parte de ella, como si cuando se es niño es lógico confiarse y donarse al Señor, mientras que llegado a grande uno se siente “capaz” de vivir en una especie de “autonomía” de Dios.
En efecto, no pocas veces así se piensa y se vive, ¿pero la vida, ese soplo de vida que corre dentro de cada uno de nosotros, desde el primer hasta el último instante de la existencia terrena, no nos lo dona el Dador de la Vida, no es acaso Él quien nos mantiene en la existencia continuamente? “Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras su soplo, y expiran y a su polvo retornan. Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Sal 103, 29-30).
La vida, toda la vida humana y sobrenatural, es un gran misterio, porque fluye directamente de Dios, que es la Fuente de la vida: “en ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz” (Sal 35,10).
Dios, sin embargo, nos ha donado la vida junto con la libertad, por lo que el hombre, cada hombre, es totalmente libro de dar o no dar, a Dios, aquello que Le pertenece. Venciendo el propio egoísmo, entrando en sí mismo, el hombre puede reconocer que, sin Dios, es nada, que la vida tiene un sentido sólo si es vivida junto a Él.
Un verdadero creyente no podrá sino repetir con San Pablo: “¿qué tengo que no lo haya recibido? Y si lo he recibido, ¿a qué gloriarme cual si no lo hubiera recibido?” (1Cor 4, 7). Estas palabras valen ante todo para la misma existencia humana. Hemos recibido de Dios la capacidad de pensar y de querer, de desear y de amar, de imaginar y de proyectar… estos extraordinarios talentos no son nuestro “producto”, ni son “hijos de la casualidad”, sino que nos los ha dado Él. La invitación de Jesús es clara: “da a Dios lo que es Suyo”. No te apropies de aquello que no te pertenece, sino ofrécelo a Aquél que te lo ha dado.
En la parábola de los diez talentos (Mt 25,14-30), Jesús exhorta a sus discípulos a mantenerse vigilantes en esta vida, haciendo fructificar todos los talentos que han recibido de su “Dueño”. Estos talentos deben regresar a las manos de Quien los ha donado, para que la vida alcance la meta divina. “Reconoced que el Señor es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto” (Sal 99,3). La vigilancia, junto con la oración, es de absoluta importancia para mantenerse en la verdad, para reconocer todo aquello que Dios nos dona, que Su Divina Providencia nos confía aquí abajo.
Santa Teresa de Jesús, en su magistral obra “El Castillo Interior”, dice claramente que la “puerta del castillo”, es decir de la propia alma, “es la oración”: “pues pensar que hemos de entrar en el cielo y no entrar en nosotros, conociéndonos y considerando nuestra miseria y lo que debemos a Dios y pidiéndole muchas veces misericordia, es desatino” (Castillo Interior, Moradas Segundas, n. 11).
Por esto es necesario, como nos dice Jesús, “rezar siempre sin desfallecer” (Lc 18,1), con la consciencia viva de que Dios es nuestro Padre, “cuando oréis, decid: Padre…” (Lc 11,2), es decir reconociendo la verdad fundamental de nuestra existencia humana: Dios es mi Padre, porque me dona Todo en Su Hijo Jesús, que ha venido y viene por obra del Espíritu Santo, por medio di María.
Abramos, es más, abramos de par en par las puertas de nuestro corazón, de toda nuestra existencia a Cristo, como ha exhortado indómito el Siervo de Dios Juan Pablo II, que pronunció por primera vez estas palabras, hace treinta años, en plaza San Pedro, el 22 de octubre de 1978: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid, y aun de par en par, las puertas a Cristo! A su salvadora potestad abrid los confines de los Estados, los sistemas económicos al igual que los políticos, los amplios campos de cultura, de civilización, de desarrollo. ¡no tengáis miedo! Cristo sabe lo que hay dentro del hombre. ¡Sólo Él lo sabe!” (Agencia Fides 22/10/2008; líneas 54 palabras 855)
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h. publicado en EL DÍA el miércoles 22 de Octubre en la sección “Criterios” bajo el epígrafe “Luz en el Camino”
Luz en el Camino Fernando Lorente, o.h.
La tolerancia como valor y como excusa
EL CORRER de los años me viene demostrando que dialogar, aunque sea por escrito, con personas cultas y educadas, en servicio a los demás, con una sana tolerancia, es siempre fuente de enriquecimiento. Ya nos dijo M. Gandhi: "La regla de oro de la conducta humana es la mutua tolerancia, ya que nunca compartimos todos las mismas ideas".
A todas las personas, que les falte esta actitud de comprensión, que es el máximo signo de la verdadera tolerancia, como valor de servicio con los demás, no les bastan la cultura ni la sabiduría por más dotadas que estén de ellas. Fácilmente abordan, sin suficiente argumentación, la relación que hay entre "fundamentalismo" y "tolerancia".
Repasando algunos recortes periodísticos de hace algunos años (1993), me encuentro con una referencia de un político-ministro, activo entonces en el poder , expresada en estos términos, dirigiéndose a los católicos.
"Los que estáis creyendo en la superioridad de la verdad revelada por Cristo tenéis la tentación de querer imponerla a la fuerza". Nuestro político pretende basar tal opinión en comportamientos del pasado, por los cuales ya el propio Juan Pablo II había solicitado reiteradamente perdón. Aquí no es deseable –ni yo lo deseo– entrar en el historicismo, ni siquiera en la miseria en que suelen caer los que creen en él. Debemos conformarnos con pedir que, para analizar el pasado, se estudien el contexto y el comportamiento de todas las partes. En todo caso, hemos de preferir el presente.
Hoy, los que somos creyentes en Cristo, incluso los que somos calificados de integristas por identificarnos con Juan Pablo II, no estamos reclamando la vuelta a un Estado en el que se acose a los no creyentes o a los que viven con arreglo a otros credos. Nuestra lucha no va dirigida a lograr que la policía encarcele a nadie por haber faltado a misa.
Nuestra batalla es la de ahora –y siempre– conseguir que en la sociedad actual se respeten los derechos humanos –nueva versión del antiguo derecho natural–. Si esos derechos pueden ser violados amparándose en el respeto a la ética individual o a lo dictado por las mayorías, estamos ante la corrupción del concepto de tolerancia y ante la degradación de la democracia.
La sociedad más tolerante necesita también límites que no se pueden franquear impunemente, de lo contrario estaremos sometidos a la ley del más fuerte, a la ley de la selva. Esos límites no deben ser los que impongan una ética confesional, sino los que emanan de una ética de consenso, que hoy se resumen en los derechos fundamentales. Y aquí está la situación cívica más contradictoria, emanada del comportamiento de bastantes de nuestros políticos que tanto alardean de sentirse democráticos.
Los que estamos contra una ley abortista –ansiada hasta el tope por el gobierno socialista en España– no es sólo porque se vulnere el quinto mandamiento de la ley de Dios, sino porque se conculca el derecho a la vida. Y aquí no basta ni bastará nunca, con la aplastante mayoría para quitarnos la razón, pues, como dijo el gran escritor Anatole France (1844-1924): "Una necedad sostenida por treinta millones de bocas, no deja de ser una necedad". Pero lo tristemente lamentable es que hoy muchos de los que se las dan de tolerantes utilizan ese noble concepto para justificar la muerte de los inocentes: a unos no dejarles nacer con el aborto; y a otros, tampoco dejarles vivir con la eutanasia.
¿Qué civilización nos están ofreciendo muchos de nuestros políticos al amparo de la democracia y con un rechazo a la misma Constitución? "Todos tenemos derecho a la vida y a su integridad" (art. 15). Pero lo más curioso también es que quienes somos acusados por lo que se hizo en la Edad Media estemos en la vanguardia de la defensa de los derechos humanos. ¿Quiénes son los tolerantes? ¿Quiénes los fundamentalistas?: ¿los que defienden la vida o los que invocan el poder de las mayorías para condenar a muerte a los seres más inocentes y más débiles? ¿Si no se respeta el derecho a nacer, para qué sirven los demás derechos? ¿Cabe mayor crisis moral-política y con mayor urgencia de solucionarla, además de la crisis económica, que tanto se está cuestionando?
REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
38201. La Laguna. Tenerife.
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Boletín 307
ZENIT publica la carta que ha escrito Alejo II, patriarca de Moscú y de todas las Rusias, a Benedicto XVI, en respuesta a la misiva que le había hecho llegar el Papa a través del cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles, durante una visita a Moscú el miércoles 1 de octubre.
Santidad:
Deseo darle las gracias cordialmente por la carta que me ha enviado a través de su eminencia el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles, durante su visita a Moscú. En respuesta a las afectuosas palabras de su mensaje, también yo quiero expresar mi sentimientos de profundísima estima y sincera benevolencia.
Me alegran las crecientes perspectivas de desarrollo de buenas relaciones y una positiva cooperación entre nuestras dos Iglesias. La sólida base de esto está en nuestras raíces comunes y en nuestras posiciones convergentes sobre muchas cuestiones que hoy afligen al mundo.
Estoy convencido de que la revelación más grande del Evangelio, "Dios es amor" (1 Juan 4, 8) debería convertirse en una orientación vital para todos aquellos que se consideran seguidores de Cristo, pues sólo a través del testimonio de este misterio podemos superar la discordia y la alienación de este siglo, proclamando los valores eternos del cristianismo al mundo moderno.
Santidad, de todo corazón le deseo buena salud y la ayuda de Dios en su ministerio.
Con amor fraterno en el Señor,
Alejo II
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias
[Traducción del original ruso realizada por Zenit]
ZENIT ofrece a continuación el texto íntegro de la catequesis pronunciada el miércoles 22 de octubre de 2008 por el Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas,
en las catequesis de las semanas anteriores hemos meditado sobre la “conversión” de san Pablo, fruto del encuentro personal con Jesús crucificado y resucitado, y nos hemos interrogado sobre cuál fue la relación del Apóstol de los gentiles con el Jesús terreno. Hoy quisiera hablar de la enseñanza que san Pablo nos ha dejado sobre la centralidad del Cristo resucitado en el misterio de la salvación, sobre su cristología. En verdad, Jesucristo resucitado, “exaltado sobre todo nombre”, está en el centro de todas sus reflexiones. Cristo es para el Apóstol el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todo esfuerzo que él hace para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo. Y se trata de un Cristo vivo, concreto: el Cristo -dice Pablo- “que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2, 20). Esta persona que me ama, con la que puedo hablar, que me escucha y me responde, éste es realmente el principio para entender al mundo y para encontrar el camino en la historia.
Quien ha leído los escritos de san Pablo sabe bien que él no se preocupa de narrar los hechos sobre los que se articula la vida de Jesús, aunque podemos pensar que en sus catequesis contaba mucho más sobre el Jesús prepascual de cuanto escribía en sus cartas, que son amonestaciones en situaciones concretas. Su tarea pastoral y teológica estaba tan dirigida a la edificación de las nacientes comunidades, que era espontáneo en él concentrar todo en el anuncio de Jesucristo como “Señor”, vivo ahora y presente en medio de los suyos. De ahí la esencialidad característica de la cristología paulina, que desarrolla las profundidades del misterio con una preocupación constante y precisa: anunciar, ciertamente, a Jesús, su enseñanza, pero anunciar sobre todo la realidad central de su muerte y resurrección, como culmen de su existencia terrena y raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el Apóstol, la resurrección no es un acontecimiento en sí mismo, separado de la muerte: el Resucitado es el mismo que fue crucificado. También como Resucitado lleva sus heridas: la pasión está presente en Él y se puede decir con Pascal que Él está sufriendo hasta el fin del mundo, aún siendo el Resucitado y viviendo con nosotros y para nosotros. Esta identidad del Resucitado con el Cristo crucificado, Pablo la había entendido en el camino de Damasco: en ese momento se reveló con claridad que el Crucificado es el Resucitado y el Resucitado es el Crucificado, que dice a Pablo: “¿Por qué me persigues?” (Hch 9,4). Pablo estaba persiguiendo a Cristo en la Iglesia y entonces entendió que la cruz es “una maldición de Dios” (Dt 21,23), pero sacrificio para nuestra redención.
El Apóstol contempla fascinado el secreto escondido del Crucificado-resucitado y a través de los sufrimientos experimentados por Cristo en su humanidad (dimensione terrena) llega a esa existencia eterna en que Él es uno con el Padre (dimensión pre-temporal): “Al llegar la plenitud de los tiempos -escribe- envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Gal 4,4-5). Estas dos dimensiones, la preesistenza eterna con el Padre y el descendimiento del Señor en la encarnación, se anuncian ya en el Antiguo Testamento, en la figura de la Sabiduría. Encontramos en los Libros sapienciales del Antiguo Testamento algunos textos que exaltan el papel de la Sabiduría preexistente a la creación del mundo. En este sentido deben leerse pasajes como el del Salmo 90: “Antes que los montes fuesen engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre tú eres Dios” (v. 2); o pasajes como el que habla de la Sabiduría creadora: “Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra” (Pr 8, 22-23). Sugestivo es también el elogio de la Sabiduría, contenido en el libro homónimo: “Se despliega vigorosamente de un confín a otro del mundo y gobierna de excelente manera el universo” (Sb 8,1).
Los mismos textos sapienciales que hablan de la preexistencia eterna de la Sabiduría, hablan de su descendimiento, del abajamiento de esta Sabiduría, que se ha creado una tienda entre los hombres. Así sentimos resonar ya las palabras del Evangelio de Juan que habla de la tienda de la carne del Señor. Se creó una tienda en el Antiguo Testamento: aquí se indica al templo, al culto según la “Torah”; pero desde el punto de vista del Nuevo Testamento, podemos entender que ésta era solo una prefiguración de la tienda mucho más real y significativa: la tienda de la carne de Cristo. Y vemos ya en los Libros del Antiguo Testamento que este abajamiento de la Sabiduría, su descenso a la carne, implica también la posibilidad de ser rechazada. San Pablo, desarrollando su cristología, se refiere precisamente a esta perspectiva sapiencial: reconoce a Jesús la sabiduría eterna existente desde siempre, la sabiduría que desciende y se crea una tienda entre nosotros, y así puede describir a Cristo como “fuerza y sabiduría de Dios”, puede decir que Cristo se ha convertido para nosotros en “sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención” (1 Cor 1,24.30). De la misma forma, Pablo aclara que Cristo, igual que la Sabiduría, puede ser rechazado sobre todo por los dominadores de este mundo (cfr 1 Cor 2,6-9), de modo que se crea en los planes de Dios una situación paradójica: la cruz, que se volverá en camino de salvación para todo el género humano.
Un desarrollo posterior de este ciclo sapiencial, que ve a la Sabiduría abajarse para después ser exaltada a pesar del rechazo, se encuentra en el famoso himno contenido en la Carta a los Filipenses (cfr 2,6-11). Se trata de uno de los textos más elevados de todo el Nuevo Testamento. Los exegetas en gran mayoría concuerdan en considerar que esta perícopa trae una composición precedente al texto de la Carta a los Filipenses. Este es un dato de gran importancia, porque significa que el judeo-cristianismo, antes de san Pablo, creía en la divinidad de Jesús. En otras palabras, la fe en la divinidad de Jesús no es un invento helenístico, surgido después de la vida terrena de Jesús, un invento que, olvidando su humanidad, lo habría divinizado: vemos en realidad que el primer judeo-cristianismo creía en la divinidad de Jesús, es más, podemos decir que los mismos Apóstoles, en los grandes momentos de la vida de su Maestro, han entendido que Él era el Hijo de Dios, como dijo san Pedro en Cesarea de Filipo: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). Pero volvamos al himno de la Carta a los Filipenses. La estructura de este texto puede ser articulada en tres estrofas, que ilustran los momentos principales del recorrido realizado por Cristo. Su preexistencia la expresan las palabras “siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios”(v. 6); sigue después el abajamiento voluntario del Hijo en la segunda estrofa: “se despojó de sí mismo tomando condición de siervo” (v. 7), hasta humillarse a sí mismo “obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (v. 8). La tercera estrofa del himno anuncia la respuesta del Padre a la humillación del Hijo: “Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre” (v. 9). Lo que impresiona es el contraste entre el abajamiento radical y la siguiente glorificación en la gloria de Dios. Es evidente que esta segunda estrofa está en contraste con la pretensión de Adán que quería hacerse Dios, y contrasta también con el gesto de los constructres de la torre de Babel que querían edificar por sí solos el puente hasta el cielo y hacerse ellos mismos divinidad. Pero esta iniciativa de la soberbia acabó con la autodestrucción: así no se llega al cielo, a la verdadera felicidad, a Dios. El gesto del Hijo de Dios es exactamente lo contrario: no la soberbia, sino la humildad, que es la realización del amor, y el amor es divino. La iniciativa de abajamiento, de humildad radical de Cristo, con la que contrasta la soberbia humana, es realmente expresión del amor divino; a ella le sigue esa elevación al cielo a la que Dios nos atrae con su amor.
Además de la Carta a los Filipenses, hay otros lugares de la literatura paulina donde los temas de la preexistencia y del descendimiento del Hijo de Dios sobre la tierra están unidos entre ellos. Una reafirmación de la asimilación entre Sabiduría y Cristo, con todas las consecuencias cósmicas y antropológicas, se encuentra en la primera Carta a Timoteo: “Él ha sido manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los Ángeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo, levantado a la gloria” (3,16). Es sobre todo en estas premisas que se pude definir mejor la función de Cristo como Mediador único, sobre el marco del único Dios del Antiguo Testamento (cfr 1 Tm 2,5 en relación a Is 43,10-11; 44,6). Cristo es el verdadero puente que nos guía al cielo, a la comunión con Dios.
Y finalmente, solo un apunte a los últimos desarrollos de la cristología de san Pablo en las Cartas a los Colosenses y a los Efesios. En la primera, Cristo es calificado como “primogénito de todas las criaturas” (1,15-20). Esta palabra “primogénito” implica que el primero entre muchos hijos, el primero entre muchos hermanos y hermanas, ha bajado para atraernos y hacernos sus hermanos y hermanas. En la Carta a los Efesios encontramos la bella exposición del plan divino de la salvación, cuando Pablo dice que en Cristo Dios quería recapitularlo todo (cfr. Ef 1,23). Cristo es la recapitulación de todo, reasume todo y nos guía a Dios. Y así implica un movimiento de descenso y de ascenso, invitándonos a participar en su humildad, es decir, a su amor hacia el prójimo, para ser así partícipes de su glorificación, convirtiéndonos con él en hijos en el Hijo. Oremos para que el Señor nos ayude a conformarnos a su humildad, a su amor, para ser así partícipes de su divinización.
[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
Como hemos visto en las catequesis de las pasadas semanas, San Pablo no se preocupó tanto de contar los hechos aislados de la vida de Jesús, sino de anunciar a la comunidad naciente a Cristo como el "Señor", vivo y presente entre nosotros. Él es el mismo, encarnado, crucificado, resucitado y vivo. Para comprender esto hay que tener en cuenta la idea de la Sabiduría preexistente al mundo de la cual habla el Antiguo Testamento. Cristo, en su condición de Hijo, es coeterno con el Padre. Con su Encarnación, sin dejar de ser Dios, adquiere ciertamente algo que no tenía, la condición humana hasta hacerse siervo, para rescatarla y salvarla. Con su glorificación, Cristo, que es "fuerza de Dios y sabiduría de Dios", es también para nosotros sabiduría justicia santificación y redención (cf. 1 Co 1,25.30). Otra formulación de la cristología paulina exalta el primado de Cristo sobre todas las cosas, el "primogénito" de los que aman a Dios y han sido llamados a ser imagen de su Hijo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de Argentina, España, México, Panamá, Perú y otros Países latinoamericanos. Invito a todos a contemplar el plan de salvación que San Pablo nos muestra con hondura, y al que nos exhorta a participar uniéndonos íntimamente a Cristo.
Muchas gracias.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]
La Delegación Diocesana de Tenerife nos comunican la celebración de unas Jornadas Diocesanas de Liturgia en el Seminario Diocesano, los días 14 y 15 de Noviembre de 2008.
DELEGACIÓN DIOCESANA DE LITURGIA
INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOGÍA DE LAS ISLAS CANARIAS
DIÓCESIS DE SAN CRISTOBAL DE LA LAGUNA
Jornadas Diocesanas de Liturgia
“CANTAD AL SEÑOR, BENDECID SU NOMBRE”
(Salmo 95,2)
El canto litúrgico a los 40 años de la “Musicam Sacram”
Seminario Diocesano
14 y 15 de noviembre de 2008
Director de las jornadas
D. Teodomiro Álvarez García, sacerdote de la Diócesis de León. Director de la coral Isidoriana de León. Profesor de música del Seminario y Consultor de música de la Comisión Episcopal de Liturgia
14 de noviembre
18´30. Canto litúrgico y celebración del Misterio
Glorificación de Dios que “se viste de belleza y majestad” y nos salva en Cristo.
El canto: un elemento “significativo” en la celebración litúrgica.
La voz de Cristo resuena en su Iglesia.
Logros y retos a los 40 años de la Instrucción Musicam sacram.
19´30. La Iglesia, Pueblo sacerdotal, alaba a su Señor
¿Qué sentido tiene cantar hoy? Un ministerio importante
Cuándo, y qué cantar. Acentuar el carácter comunitario y festivo de toda celebración erre litúrgica.
Criterios en la programación de los cantos.
15 de noviembre
10.00. La participación de los Coros en la Celebración
Importancia y necesidad. Función del coro y momentos.
Alternancia con los demás “agentes” del canto. Repertorio.
Formación litúrgica de sus componentes.
Dificultades. Reticencias y búsqueda de consenso.
Presentación de partituras…
11´45. El animador del canto litúrgico.
Un ministerio importante y recomendado.
Selección y ensayo de cantos.
Conocimiento y amor a la comunidad.
Una dirección dinámica.
Formación técnica y sensibilidad litúrgica.
16´00. Evangelización y canto litúrgico.
La liturgia evangeliza… … celebrando.
Textos confesantes (e informantes) de la fe, con un ropaje musical de calidad.
El Misterio de Cristo, cantado en los distintos tiempos litúrgicos.
El silencio de escucha.
Dignidad en la interpretación.
Del canto en común, a la vida en fraternidad.
17´00. Taller de Canto.
Mejorar el canto en las celebraciones: Tarea cotidiana e ineludible:
Repaso de nociones fundamentales.
Voz y canto.
Corrección de defectos más comunes.
Vocalización. Articulación. Afinación. Fraseo. Expresión.
Tesituras. Ritmo.
Cómo analizar un canto
Ejercicios prácticos.
Trabajo sobre algunas partituras.
Preparación de los cantos para la Eucaristía.
Lugar de las Jornadas
Seminario Diocesano de La Laguna
La Verdellada
Matrícula:
15 euros, que se abonarán en la Secretaría de las Jornadas a la hora de la entrega del material.
Opción de créditos del ISTIC: 1,5 créditos que se abonará en la secretaría del centro, al retirar el certificado.
Inscripción e información:
ISTIC
Tf: 922 252540 de 9:00 a 13:00 y de 16:00 a 20:00 horas
DELEGACIÒN DE LITURGIA
http://delegaciones.obispadodetenerife.es/Liturgia/
ó al teléfono: 609 226552 de 16:00 a 18:00 horas
Destinatarios:
Religiosos / as, seminaristas, equipos de animación litúrgica, agrupaciones corales, grupos de oración, alumnos del ISTIC, agentes de pastoral y toda persona interesada en profundizar en esta dimensión de la liturgia.
Nota: No están previstos los almuerzos en la jornada.
ZENIT ofrece a continuación la reflexión del Papa durante el rezo del Santo Rosario en el Santuario de Pompeya, en la tarde del domingo, 19 de Octubre de 2008, como conclusión de su visita a este santuario italiano. El texto ha sido publicado por el diario vaticano L'Osservatore Romano en su edición de hoy.
Venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio
queridos religiosos y religiosas,
queridos hermanos y hermanas
Antes de entrar en el Santuario para recitar junto con vosotros el santo Rosario, me he detenido brevemente ante la urna del beato Bartolo Longo, y rezando me he preguntado: “Este gran apóstol de María, ¿de dónde ha sacado la energía y la constancia necesarias para llevar a cumplimiento una obra tan imponente, conocida ya en todo el mundo? ¿No es precisamente del Rosario, acogido por él como un verdadero don del corazón de la Virgen?”, Sí, ¡ha sido precisamente así! Lo atestigua la experiencia de los santos: esta popular oración mariana es un medio espiritual precioso para crecer en la intimidad con Jesús, y para aprender, en la escuela de la Virgen Santa, a cumplir siempre su divina voluntad. Es contemplación de los misterios de Cristo en unión espiritual con María, como subrayaba el siervo de Dios Pablo VI en la exhortación apostólica Marialis cultus (n. 46), y como después mi venerado predecesor Juan Pablo II ilustró ampliamente en la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, que hoy vuelvo a entregar a la Comunidad pompeyana y a cada uno de vosotros. Vosotros que vivís y trabajáis aquí en Pompeya, especialmente vosotros, queridos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos comprometidos en esta singular porción de la Iglesia, estáis llamados a hacer vuestro el carisma del beato Bartolo Longo y a llegar a ser, en la medida y en los modos que Dios concede a cada uno, auténticos apóstoles del Rosario.
Pero para ser apóstoles del Rosario, es necesario tener experiencia en primera persona de la belleza y profundidad de esta oración, sencilla y accesible a todos. Es necesario ante todo dejarse conducir de la mano de la Virgen María a contemplar el rostro de Cristo: rostro alegre, luminoso, doloroso y glorioso. Quien, como María y junto a Ella, custodia y medita asiduamente los misterios de Jesús, asimila cada vez más sus sentimientos, se conforma a Él. Me gusta, al respecto, citar una hermosa consideración del beato Bartolo Longo: “Como dos amigos -escribe-, que se tratan a menudo, suelen conformarse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida con la Comunión, podemos llegar a ser, en cuanto sea capaz nuestra bajeza, parecidos a ellos, y aprender de estos grandes ejemplos a viir humilde, pobre, paciente y perfecto” (I Quindici Sabati del Santissimo Rosario, 27 ed., Pompei, 1916, p. 27: cit. en Rosarium Virginis Mariae, 15).
El Rosario es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista, podría parecer una oración que acumula palabras, y por tanto difícilmente conciliable con el silencio que se recomienda justamente para la meditación y la contemplación. En realidad, esta cadenciosa repetición del 'Ave Maria no turba el silencio interior, sino que lo busca y alimenta. De la misma forma que sucede con los Salmos cuando se reza la Liturgia de las Horas, el silencio aflora a través de las palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de sentido último que trasciende las mismas palabras y junto a a ellas habla al corazón. Así, recitando las Ave Maria es necesario poner atención para que nuestras voces no “cubran” la de Dios, que siempre habla a través del silencio, como “el susurro de una brisa ligera” (1 Re 19, 12). ¡Qué importante es entonces cuidar este silencio lleno de Dios, tanto en la recitación personal como en la comunitaria! También cuando es rezado, como hoy, por grandes asambleas y como hacéias cada día en este Santuario, es necesario que se percoba el Rosario como oración contemplativa, y esto no puede suceder si falta un clima de silencio interior.
Quisiera añadir otra reflexión, relativa a la Palabra de Dios en el Rosario, particularmente oportuna en este periodo en que se está llevando a cabo en el Vaticano el Sínodo de los Obispos sobre el tema: “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”. Si la contemplación cristiana no puede prescindir de la Palabra de Dios, también el Rosario, para ser oración contemplativa, debe siempre emerger del silencio del corazón como respuesta a la Palabra, sobre el modelo de la oración de María. Bien mirado, el Rosario está todo entretejido de elementos sacados de la Sagrada Escritura. Hay ante todo la enunciación del misterio, hecha preferiblemente, como hoy, con palabras tomadas de la Biblia. Sigue el Padrenuestro: al imprimir a la oración un movimiento “vertical”, abre el alma de quien recita el Rosario en una justa actitud filial, según la invitación del Señor: “Cuando rezáis decid: “Padre...” (Lc 11, 2). La primera parte del Avemaría, tomada también del Evangelio, nos hace cada vez volver a escuchar las palabras con que Dios se ha dirigido a la Virgen a través del Ángel, y las bendiciones de la prima Isabel. La segunda parte del Avemaría resuena como la respuesta de los hijos que, dirigiéndose suplicantes a la Madre, no hacen otra cosa que expresar su propia adhesión al diseño salvífico revelado por Dios. Así el pensamiento de quien reza está siempre anclado en la Escritura y en los misterios que en ella se presentan.
Recordando, finalmente, que hoyo celebramos la Jornada Misionera Mundial, quiero recordar la dimensión apostólica del Rosario, una dimensión que el beato Bartolo Longo vivió intensamente tomando de él inspiración para realizar en esta tierra tantas obras de caridad y de promoción humana y social. Además, él quiso que este Santuario se abriera al mundo entero, como centro de irradiación de la oración del Rosario y lugar de intercesión para la paz entre los pueblos. Queridos amigos, ambas finalidades, el apostolado de la caridad y la oración por la paz, deseo confirmar y confiar nuevamente a vuestro compromiso espiritual y pastoral. A ejemplo y con el apoyo de vuestro venerado Fundador, no os canséis de trabajar con pasión en esta parte de la viña del Señor por el que la Virgen ha mostrado predilección.
Queridos hermanos y hermanas, ha llegado el momento de despedirme de vosotros y de este santuario. Os agradezco la calurosa acogida y sobre todo vuestras oraciones. Agradezco al arzobispo Prelado y Delegado Pontificio, a sus colaboradores y a todos los que han trabajado para preparar de la mejor manera mi visita. Debo dejaros, pero mi corazón queda cercano a esta tierra y a esta comunidad. Os confío a todos a la Beata Virgen del Santo Rosario, y os imparto de corazón a cada uno de vosotros la Bendición Apostólica.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT ofrece a continuación el texto completo de la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI el domingo, 19 de Octubre de 2008, en la plaza del Santuario de Nuestra Señora de Pompeya.
¡Queridos hermanos y hermanas!
Siguiendo las huellas del Siervo de Dios Juan Pablo II, he venido de peregrinación hoy a Pompeya para venerar, junto a vosotros, a la Virgen María, Reina del Santo Rosario. He venido, en particular, para confiar a la Madre de Dios, en cuyo seno el Verbo se hizo carne, la Asamblea del Sínodo de los Obispos que se está celebrando actualmente en el Vaticano, sobre el tema de la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, Mi visita coincide también con la Jornada Misionera Mundial: contemplamos en María a Aquella que ha acogido en sí el Verbo de Dios y lo ha dado al mundo, rezaremos en esta Misa por cuantos en la Iglesia gastan sus energías en servicio del Evangelio en todas las naciones. ¡Gracias, queridos hermanos y hermanas, por vuestra acogida! Os abrazo a todos con afecto paterno y os agradezco por las oraciones que desde aquí eleváis incesantemente al Cielo por el Sucesor de Pedro y por las necesidades de la Iglesia universal.
Dirijo, en primer lugar, un cordial saludo al arzobispo Carlo Liberati, Prelado de Pompeya y Delegado Pontificio para el Santuario, y le agradezco las palabras con que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos. Mi saludo se extiende a las autoridades civiles y militares presentes, de modo especial al Representante del Gobierno, al Ministro para los Bienes Culturales y al Alcalde de Pompeya, quien a mi llegada ha querido dirigirme deferentes expresiones de bienvenida en nombre de todos los ciudadanos. Saludo a los sacerdotes de la Prelatura, a los religiosos y religiosas que ofrecen su servicio cotidiano en el Santuario, entre quienes quiero mencionar a las Hermanas Dminicas Hijas del Santo Rosario de Pompeya y los Hermanos de las Escuelas Cristianas; saludo a los voluntarios que trabajan en los distintos servicios y a los apóstoles llenos de celo de la Virgen del Rosario de Pompeya. ¿Y cómo olvidar, en este momento, a las personas que sufren, los enfermos, los ancianos solos, los jóvenes en dificultad, los encarcelados, a cuantos viven en duras condiciones de pobreza y malestar social y económico? A todos y a cada uno de ellos quisiera asegurar mi cercanía espiritual y hacerles llegar el testimonio de mi afecto. Cada uno de vosotros, queridos hermanos y habitantes de esta tierra, y también vosotros que estáis unidos espiritualmente a esta celebración a través de la radio y la televisión, os confío a María y os invito a confiar siempre en su apoyo materno.
Dejemos ahora que sea Ella, nuestra Madre y Maestra, quien nos guíe en la reflexión sobre la Palabra de Dios que hemos escuchado. La primera lectura y el Salmo responsorial expresan la alegría del pueblo de Israel por la salvación dada por Dios, salvación que es liberación del mal y esperanza de vida nueva. El oráculo de Sofonías se dirige a Israel, a quien se dirige con los apelativos de “hija de Sión” e “hija de Jerusalén”, y a quien invita a la alegría: “¡Alégrate... grita de gozo... exulta!” (Sof 3, 14). Es el mismo saludo que el ángel Gabriel dirige a María, en Nazaret: “Alégrate, llena de gracia” (Lc 1, 28). “No temas, Sión” (Sof 3, 16), dice el Profeta; “No temas, María” (Lc 1, 30), dice el ángel. Y el motivo de confianza es el mismo: “El Señor, tu Dios, en medio a tí/ es un salvador poderoso” (Sof 3, 17), dice el Profeta; “el Señor está contigo” (Lc 1, 28), asegura el Ángel a la Virgen. También el cántico de Isaías concluye así: “Canta y exulta, tu que vives en Sión / porque grande es en medio de ti el Santo de Israel” (Is 12, 6). La presencia del Señor es fuente de gozo, porque donde está Él, el mal es vencido, triunfan la vida y la paz. Quisiera subrayar, en particular, la estupenda expresión de Sofonías, que dirigiéndose a Jerusalén dice: el Señor “te renovará con su amor” (3, 17). Sí, el amor de Dios tiene este poder: de renovarlo todo, a partir del corazón humano, que es su obra maestra y donde el Espíritu Santo obra mejor su acción transformadora. Con su gracia, Dios renueva el corazón del hombre perdonando su pecado, lo reconcilia e infunde en él el empuje hacia el bien. Todo esto se manifiesta en la vida de los santos, y lo vemos en particular en la obra apostólica del beato Bartolo Longo, fundador de la nueva Pompeya. Y así abrimos en esta hora también nuestro corazón a este amor renovador el hombre y de todas las cosas.
Desde sus inicios, la comunidad cristiana ha visto, en la personificación de Israel y de Jerusalén en figura femenina, un significativo y profético acercamiento a la Virgen María, la cual es reconocida precisamente como “hija de Sión” y arquetipo del pueblo que “ha encontrado gracia” a los ojos del Señor. Es una interpretación que encontramos en el relato evangélico de las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11). El evangelista Juan saca a la luz simbólicamente que Jesús es el esposo de Israel, del nuevo Israel que somos nosotros en la fe, el esposo venido a traer la gracia de la nueva Alianza, representada por el “vino bueno”. Al mismo tiempo, el Evangelio resalta también el papel de María, que al principio es llamada “la madre de Jesús”, pero a quien el Hijo mismo llama “mujer” -y esto tiene un significado muy profundo: implica de hecho que Jesús, para maravilla nuestra, antepone a la parentela el vínculo espiritual, según el cual María personifica a la esposa amada del Señor, es decir, el pueblo que él se ha elegido para irradiar su bendición sobre toda la familia humana. El símbolo del vino, unido al del banquete, vuelve a proponer el tema de la alegría y de la fiesta. Además el vino, como las otras imágenes biblicas de la viña y de la vid, alude metafóricamente al amor: Dios es el viñador, Israel es la viña, una viña que encontrará su realización perfecta en Cristo, del cual nosotros somos los sarmientos; el vino es el fruto, es decir, el amor, porque precisamente el amor es lo que Dios espera de sus hijos. Y oremos al Señor, que dio a Bartolo Longo la gracia de traer el amor a esta tierra, para que también nuestra vida y nuestro corazón traigan este fruto de amor y renueven así la tierra.
Al amor exhorta también el apóstol Pablo en la segunda lectura, tomada de la Carta a los Romanos. Encontramos delineado en esta página el programa de vida de una comunidad cristiana, cuyos miembros han sido renovados por el amor y se esfuerzan en renovarse continuamente, para discernir siempre la voluntad de Dios y no reacer en el conformismo de la mentalidad mundana (cfr. 12, 1-2). La nueva Pompeya, aunque con los límites de toda realidad humana, es un ejemplo de esta nueva civilización, surgida y desarrollada bajo la mirada maternal de María. Y la característica de la civilización cristiana es precisamente la caridad: el amor de Dios que se traduce en amor al prójimo. Entonces, cuando Pablo escribe a los cristianos de Roma: “Con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor (12,11) nuestro pensamiento se dirige a Bartolo Longo y a tantas iniciativas de caridad llevadas a cabo por él hacia los hermanos más necesitados. Empujado por el amor, fue capaz de proyectar una nueva ciudad, que surgió en torno al Santuario Mariano, casi como irradiación de la luz de su fe y esperanza. Una ciudadela de María y de la caridad, no aislada del mundo, no, como suele decirse, una “catedral en el desierto”, sino inserta en el territorio de este Valle para rescatarlo y promoverlo. La historia de la Iglesia, gracias a Dios, está rica de experiencias de este tipo, y también hoy se encuentran muchas en todas partes del mundo. Son experiencias de fraternidad, que muestran el rostro de una sociedad distinta, puesta como fermento dentro del contexto civil. La fuerza de la caridad es irresistible: ¡es el amor el que verdaderamente mueve el mundo!
¿Quién habría podido pensar que aquí, junto a los restos de la antigua Pompeya, habría surgido un Santuario mariano de alcance mundial? ¿Y tantas obras sociales dirigidas a traducir el Evangelio en servicio concreto a las personas más en dificultad? ¡Donde Dios llega, el desierto florece! También el beato Bartolo Longo, con su conversión personal, dio testimonio de esta fuerza espiritual que transforma al hombre interiormente y lo hace capaz de hacer grandes cosas según el designio de Dios. La circunstancia de su crisis espiritual y de su conversión aparece hoy de grandísima actualidad. Él, de hecho, en el periodo de sus estudios universitarios en Nápoles, influenciado por filósofos inmanentistas y positivistas, se había alejado de la fe cristiana convirtiéndose en un anticlerical militante y dándose también a prácticas espiritistas y supersticiosas. Su conversión, con el descubrimiento del verdadero rostro de Dios, contiene un mensaje muy elocuente para nosotros, porque por desgracia estas tendencias no faltan en nuestros días. En este año Paulino me gusta subrayar que también Bartolo Longo, como san Pablo, fue transformado de perseguidor en apóstol: apóstol de la fe cristiana, del culto mariano y, en particular, del Rosario, en el que encontró una síntesis de todo el Evangelio.
Esta ciudad refundada por él es por tanto una demostración histórica de cómo Dios transforma el mundo: recolmando de caridad el corazón de un hombre y haciendo de él un motor de renovación religiosa y social. Pompeya es un ejemplo de cómo la fe puede obrar en la ciudad del hombre, suscitando apóstoles de caridad que se ponen al servicio de los pequeños y de los pobres, y que actúan para que también los últimos sean respetados en su dignidad y encuentren acogida y promoción. Aquí en Pompeya se entiende que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Aquí el genuino pueblo cristiano, la gente que afronta la vida con sacrificoi cada día, encuentra la fuerza de perseverar en el bien sin descender a compromisos. Aquí, a los pies de María, las familias encuentran o refuerzan la alegría del amor que las mantiene unidas. Oportunamente, por tanto, tuvo lugar hace exactamente un mes, en preparación de mi visita, una “peregrinación de las familias por la familia”, para confiar a la Virgen esta célula fundamental de la sociedad. ¡Que la Virgen Santa vele sobre cada familia y sobre todo el pueblo italiano!
Este Santuario y esta ciudad continuan estando vinculados sobre todo a un don singular de María: la oración del Rosario. Cuando, en la célebre pintura de la Virgen de Pompeya, vemos a la Virgen Madre y a Jesús Niño que entregan las coronas respectivamente a santa Catalina de Siena y a Santo Domingo, comprendemos en seguida que esta oración nos conduce, a travñes de María, a Jesús, como nos enseñó también el querido Papa Juan Pablo II en la carta Rosarium Virginis Mariae, en la que se refiere explícitamente al beato Bartolo Longo y al carisma de Pompeya. El Rosario es oración contemplativa accesible a todos: grandes y pequeños, laicos y clérigos, cultos y poco instruidos. Es vínculo espiritual con María para permanecer unidos a Jesús, para conformarse a Él asimilar sus sentimientos y comportarse como Él se ha comportado. El Rosario es “arma” espiritual en la lucha contra el mal, contra toda violencia, por la paz en los coraziones, en las familias, en la sociedad y en el mundo.
Queridos hermanos y hermanas, en esta Eucaristía, fuente inagotable de vida y de esperanza, de renovación personal y social, damos gracias a Dios porque en Bartolo Longo nos ha dado un testigo luminoso de esta verdad evangélica. Y volvemos una vez más nuestro corazón a María con las palabras de la Súplica, que dentro de poco recitaremos juntos: “Tú, Madre nuestra, eres nuestra Abogada, nuestra esperanza, ten piedad de nosotros... Misericordia para todos, oh Madre de misericordia”.. Amén
[Traducción del italiano por Inma Álvarez
© Libreria Editrice Vaticana]
Artículo publicado en Boletín "Misioneros javerianos", número 444/ AGOSTO-SEPTIEMBRE 2008
MISIÓN, VÍCTIMAS Y CRUZ (I)
P. Carlos Collantes
«Dios de la venganza... resplandece. Levántate, juzga la tierra, paga su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, Señor, los culpables, hasta cuán-do triunfarán los culpables?... Trituran, Señor, a tu pueblo, oprimen a tu heredad... y comentan: "Dios no lo ve..."» (S 93). Fragmentos de un salmo, de un grito contra la injusticia. Sabemos que la «venganza» de Dios es su justicia salvadora y que, siendo un grito-oración del Antiguo Testamento, no es una palabra definitiva, ni última; la última es Jesús, justo injustamente ajusticiado y que muere perdonando. Un modo «divino» de vengarse.
En el artículo anterior he escrito sobre las exigencias de la misión en relación con la eucaristía —jueves santo—. En este artículo y los siguientes reflexionaremos sobre la misión y la cruz —viernes santo—, dura realidad en la que viven inmersos muchos pueblos. Ya hemos escrito sobre las relaciones entre la misión y la justicia, queremos abordar ahora la relación misión y cruz, misión y víctimas, misión y dolor, asunto delicado. En el credo confesamos que Jesús bajó a los infiernos; ¿a qué infiernos? No pretendemos explicar lo inexplicable, el problema del mal y del sin-sentido, sólo acoger con dolor creyente el escándalo del empobrecimiento de los países del Sur; acercarnos a la cruz, expresión suprema de realidades fuertes: de la tremenda injusticia humana, de la asombrosa encarnación de Dios, de su descenso a los infiernos del sin-sentido, de los pueblos crucificados, del dolor de todas las víctimas, de un amor entregado hasta las últimas con-secuencias, de la vulnerabilidad e impotencia de Dios, impotencia que salva.
Víctimas
Dios ni ha creado ni quiere el sufrimiento. Y nunca podrá querer ni legitimar el sufrimiento provocado por tanta injusticia. Ese Dios que «sufre» distingue entre opresores y oprimidos tomando partido por estos últimos; el testimonio de la Biblia es unánime y no deja lugar a dudas. Conviene no confundir entre verdugos y víctimas, Dios se identifica sólo con las víctimas, con los oprimidos; aunque los verdugos sean también hijos suyos. Desde las víctimas quiere salvar también a los verdugos. Jesús muere en la cruz para salvar también a quienes le crucifican, su muerte es en beneficio de todos pero poniendo a cada uno en su lugar. Nuestra historia es común, aunque no es la misma para todos, existe la historia de las víctimas, historia contemplada desde el sufrimiento encajado por ellas, y está la historia de los opresores. Sabemos quien escribe la historia, al menos la historia oficial: los vencedores. Y adivinamos quienes hacen los relatos de lo que sucede hoy en nuestros días: los que tienen y controlan poderosos medios de comunicación para difundir su «versión» de nuestro vivir cotidiano, su versión, sus intereses... y sus mentias. La injusticia y su duro cortejo: empobrecimiento, sufrimiento, opresión, malnutrición, hambre... inunda sobre todo los países del Sur condenando a millones de personas a mal-vivir, a veces a morir.
La misión que es anuncio de buena nueva, de vida abundante y plena, de liberación no puede permanecer indiferente y ajena —nunca lo ha he-cho— a realidades tan duras que desafían con dureza al evangelio que anunciamos y en el que creemos. El empobrecimiento afecta a personas y a pueblos enteros. Los pobres son personas de carne y hueso con quienes intentamos ser solidarios, pero la pobreza es también una realidad estructural y política, hay mecanismos «perversos» que generan empobrecimiento y sufrimiento y detrás de los mecanismos hay personas y grupos poderosos que deciden en función de sus intereses. Baste pensar en una situación que estamos viviendo estos meses: esa perversa y cruel especulación que, tras la crisis de las hipotecas basuras y buscando ganancias para sus dineros, se «refugia» en los mercados de materias primas haciendo aumentar el precio del petróleo y de los alimentos. Mercaderes de la muerte que se enriquecen extendiendo la pobreza. ¿Cabe mayor maldad que especular con la comida de los pobres? A nosotros nos cuesta más llenar el depósito del coche o comprar la leche en el supermercado; a otros les cuesta sobrevivir. Un problema para nosotros, una tragedia para ellos.
Empobrecidos
Hace tiempo que nuestra forma de mirar la realidad ha dejado de ser ingenua: los pobres no caen llovidos del cielo, la pobreza de los empobrecidos está provoca-da por causas y decisiones humanas, y la misión —como la cruz de Jeús— pretende desvelar y denunciar esas causas ocultas. Hay muchas personas y asociaciones que lo denuncian, no es patrimonio nuestro, de los cristianos. No hay pobres sino empobrecidos, personas y pueblos colectivamente despojados de sus riquezas. Son los ricos, con sus intereses, sus multinacionales, sus leyes —su OMC y su FMI—, su insolidaridad, quienes crean a los empobrecidos. La existencia de pobres y ricos no es un fenómeno natural y jamás podemos pensar que responde a no sé que extraña voluntad de Dios. Se-ría una blasfemia afirmarlo o justificarlo. Es un fenómeno histórico, producido por voluntades humanas, por los intereses de unos pocos, disfraza-dos de intereses generales, unos pocos que se han ido apropiando de las riquezas de todos.
Poder y mentiras
Algunos son insaciables, capaces de provocar guerras para quedarse con el control de los recursos, con el poder real. iCuántas mentiras «conscientes» han rodeado la guerra de Irak! Después de tanta guerra y tanta muerte, después de una «paz» llena de bombas, hambre y más muerte, Irak va abrir sus enormes reservas petroleras a la codicia de las multinacionales. iCuánta muerte y cuánta cruz! ¡Cuánto grito y cuánta blasfemia! ¿Por qué... y hasta cuándo, Dios? ¿No era eso lo que querían? Primero invaden un país, después siembran caos y destrucción y al final se quedan con su petróleo. Y otras guerras más crueles, consciente y voluntariamente silenciadas, la guerra del «coltán»... 4 millones de muertos. El Congo. Insaciables y «anónimos», ocultos detrás de multinacionales sin alma.
Y hay quien no duda en utilizar la religión como tapadera legitimadora para ocultar sus intereses y su inhumanidad. Mientras Bush y su camarilla invadían Irak comenzaban algunas reuniones —nos cuentan— con un momento de oración ¿para tener hilo di recto con Dios? o ¿para ocultar la verdad de sus intenciones e intentar engañar a media humanidad? ¿Blasfemias disfrazadas de oración'? Si la religión fue acusada en tiempos pasados de hacer el juego a los poderosos, de haber sido utilizada para legitimar in-justicias, o para calmar y acallar el deseo legítimo, evangélico de justicia con promesas de un futuro feliz en el cielo para todos los desheredados, es algo que no podemos seguir permitiendo.
María, Juan y algunas mujeres, lo más valiente de la Iglesia naciente, es-tuvieron junto a la cruz; estamos invitados —como Iglesia— a estar solidariamente junto a los crucificados. La implicación en la transformación de la realidad, en la liberación de los oprimidos, responde ala voluntad de Dios que quiere para todos sus hijos e hijas una vida digna. n
«¿Hasta dónde, ricos, os dejaréis llevar por vuestro loco egoísmo? ¿Queréis poseer vosotros todo el planeta? Los bienes del mundo pertenecen a todos: ¿quién os autoriza a monopolizar para vosotros el derecho de propiedad? La naturaleza nada sabe de ricos; ella nos hace a todos pobres. Cuando salimos del vientre materno estamos desnudos, no tenemos nada. Y cuando bajamos a la fosa es imposible que nos podamos llevar a ella nuestras propiedades. Sobre el ataúd del rico hay el mismo montón de tierra que sobre el ataúd del pobre. Aquel trozo de tierra, que antes no bastaba para la codicia del rico, ahora es incluso demasiado para albergar su cuerpo». (S. Ambrosio de Milán)
«¿Quién,
quién quiere apagar mi canto, mi canto de música y de piedra —alarido y guijarro?
¿No puedo golpear ahora con él, ahora, ahora mismo en la puerta de la injusticia y del tirano, en el pórtico del silencio
y las tinieblas?
¿No puedo golpear ahora con él en el claustro callado del cielo, en el pecho mismo de Dios... para pedir una rebanada de luz? » (León Felipe, «Ganarás la luz»)
Extracto de DOSSIER FIDES “El Pontificio Consejo para la Cultura” publicado por Agencia Fides el 31 de Mayo de 2008
La historia del Pontificio Consejo para la Cultura
El origen del “Pontificium Consilium de Cultura”, Pontificio Consejo para la Cultura, se remonta al Concilio Vaticano II. El Concilio, efectivamente, destacaba –dedicando a ello una sección entera de la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes”–, la importancia fundamental de la cultura para el pleno desarrollo del hombre, los múltiples vínculos entre el mensaje de la salvación y la cultura, el recíproco enriquecimiento de la Iglesia y de las diversas culturas en la comunión histórica con las diversas civilizaciones (Gaudium et Spes, 53-62).
El Papa Pablo VI, recogiendo el fruto de los trabajos de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Evangelización, celebrada en el otoño de 1974, en la Exhortación Apostólica “Evangelii nuntiandi” escribió: “l Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna” (EN n.20).
Recogiendo la rica herencia del Papa Pablo VI, del Concilio Ecuménico Vaticano II y del Sínodo de los Obispos, Juan Pablo II creó en 1982 el Pontificio Consejo para la Cultura (Carta autógrafa al Cardenal Secretario de Estado, 20 de mayo de 1982). Con la Carta Apostólica en forma de Motu proprio “Inde a Pontificatus”, del 25 de marzo de 1993, Juan Pablo II unión el Pontificio Consejo para el Diálogo con los no creyentes (fundado en 1965 por Pablo VI) con el Pontificio Consejo para la Cultura, para formar un único organismo que lleva el nombre de Pontificio Consejo para la Cultura.
Objetivos y tareas
El Consejo Pontificio de la Cultura es el Dicasterio de la Curia Romana que auxilia al Sumo Pontífice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral, para bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, en lo que respecta al encuentro entre el mensaje salvador del Evangelio y las culturas; el estudio de los graves fenómenos de la ruptura entre el Evangelio y las culturas; de la indiferencia religiosa e increencia; las relaciones de la Iglesia y de la Santa Sede con el mundo de la cultura. Para ello, promueve en particular el diálogo con las diversas culturas de nuestro tiempo, a fin de que la civilización del hombre se abra cada vez más al Evangelio, y cuantos cultivan las ciencias, las letras y las artes se sientan reconocidos por la Iglesia como servidores de lo verdadero, lo bueno y lo bello.
El Consejo Pontificio de la Cultura, además, sigue y coordina la actividad de las Pontificias Academias y mantiene contactos periódicos con la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, buscando una recíproca colaboración.
El Consejo tiene encomendadas las siguientes tareas:
- Promover el encuentro entre el mensaje salvífico del Evangelio y las culturas de nuestro tiempo, a menudo caracterizadas por la increencia o la indiferencia religiosa, para que éstas se abran cada vez más a la fe cristiana, creadora de cultura y fuente inspiradora de las artes, las ciencias y las letras. (Cf. Motu Proprio Inde a Pontificatus, art. 1).
- Manifestar la solicitud pastoral de la Iglesia frente a los graves fenómenos de ruptura entre el Evangelio y las culturas. Promover, por tanto, el estudio del problema de la increencia y de la indiferencia religiosa presente de formas diversas en los distintos ambientes culturales, indagando sus causas y consecuencias, en lo respecta a la fe cristiana, con el intento de proporcionar una ayuda adecuada a la acción pastoral de la Iglesia en la evangelización de las culturas y la inculturación del Evangelio. (Cf. Ibid., Art. 2).
- Favorecer las relaciones entre la Iglesia y la Santa Sede con el mundo de la cultura, promoviendo oportunas iniciativas en el ámbito del diálogo entre la fe y la cultura, y el diálogo intercultural. Seguir las iniciativas emprendidas por otras instituciones de la Iglesia y ofrecer la propia colaboración a los organismos correspondientes de las conferencias episcopales (Cf. Ibid., Art. 3).
- Entablar diálogo con los que no creen en Dios o no profesan religión alguna, siempre que estén abiertos a una sincera colaboración. Organizar y participar en encuentros de estudio en este campo por medio de expertos (Cf. Ibid., Art. 4).
- Seguir y coordinar la actividad de las Academias Pontificias (Cf. Ibid., II, y Carta autógrafa de fundación), salva siempre la autonomía de los respectivos programas de investigación, a fin de promover una investigación interdisciplinaria y dar mayor resonancia a la obra de éstas (Normas para la renovación de las Academias Pontificias, n° 7).
- Compartir las preocupaciones culturales de los dicasterios de la Santa Sede; realizar proyectos comunes con otros organismos de la Santa Sede, a fin de facilitar la coordinación de sus tareas en la evangelización de las culturas, y asegurar la cooperación de las instituciones culturales de la Santa Sede (Cf. Carta autógrafa de fundación).
- Dialogar con las conferencias episcopales, las conferencias de superiores y superiores mayores, con el fin de hacer que toda la Iglesia pueda beneficiarse de las iniciativas, investigaciones, realizaciones y creaciones que permitan a ésta una presencia activa en el propio ambiente cultural (Cf. Ibid.).
- Colaborar con las organizaciones internacionales católicas, universitarias, históricas, filosóficas, teológicas, científicas, artísticas, intelectuales, y promover la recíproca cooperación (Cf. Ibid.).
- Seguir la acción de los organismos internacionales que actúan en el campo de la cultura, la filosofía, las ciencias de la naturaleza y del hombre, y asegurar una eficaz participación de la Santa Sede en los foros internacionales que se ocupan de estos asuntos, principalmente la UNESCO y el Consejo de Europa (Cf. Ibid.).
- Seguir la política y la acción cultural de los diversos gobiernos del mundo (Cf. Ibid.).
- Facilitar el diálogo entre la Iglesia y la cultura en la universidad y centros de investigación, especialmente a través de centros culturales católicos, organizaciones de artistas, de especialistas, investigadores y estudiosos, y promover encuentros significativos mediante estos espacios culturales (Cf. Ibid.).
- Acoger en Roma a los representantes de la cultura interesados en conocer mejor la acción de la Iglesia en este campo y en hacer a la Iglesia beneficiaria de su experiencia, ofreciéndoles en Roma un lugar de encuentro y diálogo (Cf. Ibid.).
DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO / A
26 de octubre de 2008 El Dios del amor esté con todos vosotros. La palabra que escuchamos todos los domingos, y la Eucaristía de Jesucristo, nos muestran el camino que debemos seguir: el amor y el servicio a Dios y a los hombres. Tu eres la fuerza para caminar. CRISTO, TEN PIEDAD. Tú eres la salvación y la vida de la humanidad entera. SEÑOR, TEN PIEDAD.
1. lectura (Éxodo 22,21-27): Prestemos especial atención a esta primera lectura. Después de la liberación de la esclavitud de Egipto, Dios habla a su pueblo y le da sus leyes. Unas leyes que, en el texto que leemos hoy, hablan de dinero, de economía, del modo de hacer negocios. Escuchemos lo que piensa Dios de todo eso. Y preguntémonos si es lo mismo que pensamos nosotros, y si es lo mismo que piensa nuestra sociedad.
Los cristianos, a menudo, caemos en la tentación de perder el tiempo preocupándonos por lo que es secundario y descuidando lo esencial, lo decisivo de nuestra fe. Demasiado a menudo olvidamos que, si no vivimos a fondo el amor, y el amor a los pobres, todo lo demás pierde sentido.
A. penitencial: Ahora, en silencio, ante Dios, pidamos perdón por nuestros pecados.
Tú eres la luz para todos los pueblos. SEÑOR, TEN PIEDAD.
2. lectura (1 Tesalonicenses 1,5c-10): Escucharemos ahora unas palabras de san Pablo en las que habla de una comunidad cristiana que él había convertido. Habla de su testimonio de fe. Y es un ejemplo para todos nosotros, un estímulo para nuestro propio testimonio.
Oración universal: Presentemos al Padre nuestra oración, unidos a Jesucristo, nuestro Señor y Mesías. Oremos diciendo: TE ROGAMOS, ÓYENOS.
Por la Iglesia católica, y por los cristianos de todas las Iglesias. OREMOS:
Por los responsables de las distintas actividades de nuestra parroquia, y por los responsables de la pastoral diocesana. OREMOS:
Por nuestros gobernantes, y por los políticos detodos los partidos. OREMOS:
Por las entidades y organizaciones que trabajan por la paz y la justicia en el mundo. OREMOS:
Por las personas que son maltratadas y tienen que vivir en angustia constante. OREMOS:
Por nosotros, y por nuestros familiares y amigos. OREMOS:
Dios de misericordia, origen y fuerza de todo amor, recibe estas peticiones, y todas aquellas que lleva-mos en nuestro corazón. Para que vivamos como hijos tuyos y sigamos el camino que nos enseñó Jesucristo, nuestro Señor.
Despedida: Que, en todo lo que hagamos durante esta semana, Dios nos haga la gracia de ser fieles al gran mandamiento del amor.
CPL
Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008
LA MISIÓN EN AMERICA LATINA
El Tercer Congreso Misionero Americano CAM 3
Si en el 2007 fue la V Conferencia General de Aparecida, sin duda alguna el mayor acontecimiento a nivel eclesiástico vivido en este año 2008 ha sido el Tercer Congreso Misionero Americano CAM 3 que tuvo lugar en Quito (Ecuador) del 12 al 17 de agosto, con el tema “La Iglesia en discipulado misionero” y el lema “América con Cristo: escucha, aprende y anuncia”.
En una entrevista concedida a la Agencia Fides en junio del 2006 por el P. Timoteo Lehane, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Ecuador afirmaba que en este Congreso “queremos dar gran atención a las Iglesias particulares para ver como pueden responder al desafío de la nueva evangelización. Buscar nuevos métodos y enfoques para trabajar con los jóvenes”. “América - continuaba el P. Timoteo,- debe apoyar la misión universal de la Iglesia, debe retomar la propuesta misionera desde su pequeñez, su pobreza y martirio. Las iglesias particulares deben darse cuenta de su responsabilidad. Esta conciencia misionera comienza a despertarse, hay ya muchos sacerdotes jóvenes en los que se despierta este espíritu misionero, así como muchos jóvenes y laicos que desean ir de misiones. También tiene un papel muy importante en este sentido las nuevas Congregaciones autóctonas que quieren ser misioneras y los nuevos movimientos que comienzan a se muy numerosos en América. Hay que concienciar también a los Obispos que América debe proyectarse hacia el mundo. Europa respondió al llamamiento misionero en su momento, ahora le toca el turno a América. (Ver Fides 27/6/2006).
Y en otra entrevista de junio del 2007 decía al respecto que “aunque América tiene una gran experiencia de animación misionera con todos los Congresos Misioneros que ha realizado, debe sin embargo, dar más pasos para ser más misionera, para salir de sus fronteras. América será misionera desde la pobreza, la pequeñez y el martirio y tendrá que ir definiendo como se va a realizar esto”. Por ello consideraba que el fruto principal de este Congreso debía ser “consolidar el caminar misionero de América y que muchas diócesis se comiencen a reconocerse como misionera y mucha gente tome más conciencia de su compromiso misionero en la Iglesia”. (ver Fides 4/6/2007)
Unos días antes de la celebración del congreso los restos Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las misiones paso por todas las diócesis del país y han permanecido hasta el final del evento. En total han estado ocho semanas en el país. Durante la Eucaristía de clausura del Congreso el día 17 de agosto tuvo lugar el lanzamiento de la Gran Misión Continental.
La preparación del Congreso
Desde aquel 30 de noviembre de 2003 en que el Cardenal Antonio González Zumárraga, en nombre de la Iglesia del Ecuador aceptó en Guatemala, en la misa de clausura del CAM 2 comla7 la sede del CAM 3 comla8, siempre estuvo pendiente de cada paso organizativo en función del Congreso Americano Misionero. En abril de 2004 la Asamblea Plenaria del episcopado Ecuatoriano le nombró Presidente de la Comisión Central del CAM 3 comla8, y desde entonces, junto al p. Timoteo Lehane, svd. Coordinador General del evento y a Osvaldo Fierro Terán, Secretario Ejecutivo del mismo, estuvo apoyando todas y cada una de las acciones emprendidas tanto para la organización como para la ejecución de la serie de actividades que se desprendían a diario para articular el caminar del ecuador y de América hacia el CAM 3 comla8. (El Card. Antonio González Zumárraga
Los tres ejes centrales que han centrado el camino de preparación del Congreso son:
- Reavivar el acontecimiento de Pentecostés en las Iglesias particulares para que todo el Pueblo de Dios sea invitado a "recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirse con confianza al futuro" en la responsabilidad histórica de la Iglesia anunciando el Evangelio (NMI 1)
- Impulsar con renovada imaginación y creatividad la Nueva Evangelización en el contexto de un mundo globalizado, que tenga el nuevo " ardor " de los discípulos del Señor, generador de "un entusiasmo incontenible en la tarea de anunciar el Evangelio" e implemente nuevos "métodos " para la Evangelización (SD 28-30)
- Propiciar que las Iglesias particulares de América se abran a la Misión Ad Gentes donde Cristo y su Evangelio no es conocido y donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras para encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros " (RM 31.33).
El objetivo principal del CAM 3 era que “todas las Iglesias particulares que peregrinan en América reconozcan su corresponsabilidad en la evangelización y en la misión ad gentes”. Se busca además formar discípulos misioneros del Evangelio de la vida y la esperanza, comprometer a las familias cristianas en la misión evangelizadora; fomentar la dimensión misionera de la parroquia.
Para estructurar el proceso de preparación y la celebración del CAM 3, con el apoyo de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, se conformaron las Comisiones nacionales: Central, Ejecutiva, Teológica, Económica, Metodológica y en la arquidiócesis de Quito se estructuró de manera especial la Comisión de la Sede (ver Fides 4/6/2007).
Simposios de Misionología Internacional
En el camino de preparación se realizaron dos Simposios de Misionología Internacional para profundizar en la temática del CAM 3 y recoger los aportes de los participantes para elaborar el Instrumento de Trabajo de preparación al CAM 3.
El Primer Simposio de Misionología se realizó en Quito del 1 al 5 de agosto del 2006 y participaron invitados de toda América relacionados con la acción misionera de la Iglesia: los presidentes de los departamentos de Misiones de las Conferencias Episcopales, delegados del CELAM, Obispos Misioneros, los Directores Nacionales de Obras Misionales Pontificias, los superiores provinciales de algunas congregaciones misioneras que trabajan en el Ecuador, los vicarios generales de las Iglesias Particulares del Ecuador, representantes de movimientos laicales y juveniles e invitados especiales.
Los objetivos generales de este Primer Simposio eran tres: reflexionar y profundizar la visión misionológica frente al mundo de hoy; preparar los contenidos del Instrumento de Trabajo para el CAM 3 y preparar el aporte en clave misionera, para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Las ponencias durante el Simposio están estructuradas según los tres ejes temáticos en torno a los cuales giraba el contenido del Instrumento de Trabajo: Pentecostés, Discipulado, Evangelización. Entre ellas destacan: “Pentecostés: La novedad del Espíritu Santo en Pentecostés”; “Pentecostés: El Espíritu Santo en el mundo de hoy”; “Discipulado: A la Escuela Permanente de Dios y sus designios”; “Discipulado: A la escucha permanente del mundo de hoy”; “Evangelización: La misión de los Hechos de los Apóstoles”; “Iglesia: Comunidad evangelizadora en el mundo de hoy”.
El Segundo Simposio Internacional de Misionología como preparación al CAM 3 se celebró también en Quito del 30 de julio al 3 de agosto del 2007 con el titulo “Antropología y Pastoral de la Misión”. El objetivo general del Simposio es reflexionar sobre la Antropología y la Pastoral de la Misión para dar un aporte a la presentación del CAM3 y la gran Misión Continental
Los temas generales de este Simposio fueron "Nuestro discipulado misionero hoy", “Llevados por el Espíritu nos encontramos en la misión” y “Nuestra Iglesia de hoy: desde una identidad discípula y misionera”
Durante la celebración de este Segundo Simposio fue presentado ante las delegaciones de 17 países de América que participaron el Instrumento de Trabajo del CAM 3, fruto de tres años de trabajo de la Comisión Teológica del CAM 3. El Instrumentum fue presentado por Mons. Julio Terán Dutari, Presidente de la Comisión Teológica y el P. Santiago Ramírez, miembro de la misma. El Documento, que fue enviado a todos los Obispos Presidentes de todas las Conferencias Episcopales en América para su estudio y reflexión, estaba en estrecha relación con el documento final de Aparecida y estaba articulado en cinco capítulos que llevan por título: “La Iglesia en discipulado misionero”, “Nuestra vida misionera en América desde los CAMS-COMLAS”, “Discipulado: Comunidad discípula de Jesús”, “Pentecostés: Comunidad llevada por el Espíritu” y por último, “Evangelización: Comunidad misionera para la humanidad”.
En el mes de noviembre del 2006 el Cardenal Antonio González Zumárraga, Presidente del CAM3 solicitó al Santo Padre una oración para el Congreso, que fue presentada oficialmente en el mes de agosto del 2007, durante la celebración del Segundo Simposio Internacional de Misionología. Tanto a nivel nacional como internacional la oración se convirtió en un valioso instrumento de animación para la preparación del Congreso.
Carta Misionera de los Obispos de Ecuador
Del 23 al 27 de abril del 2007 se realizó la Asamblea Plenaria del Episcopado Ecuatoriano, dedicada a la Dimensión Misionera de la Iglesia Particular (ver Fides 21/4/2007). Durante la misma Mons. Raúl Vela, Arzobispo de Quito y anfitrión del CAM 3 realizó una presentación general del Congreso. Se analizó además el borrador de la Carta Misionera como parte importante en el proceso preparatorio.
Los Obispos de Ecuador presentaron la Carta Misionera durante la celebración de su Asamblea Plenaria del 15 al 19 de octubre 2007, para animar la Iglesia del Ecuador hacia el Tercer Congreso Misionero CAM3 y hacia la Gran Misión Continental, renovando el seguimiento entusiasta de Jesucristo como discípulos y misioneros.
Comienzan los Obispos realizando una breve descripción de la perspectiva histórica de la Misión en Ecuador, país donde las misiones “empezaron en los albores de la Conquista, bajo la protección de la Virgen María, a cuyo patrocinio siempre ha encomendado la Iglesia su acción misionera”. “Con profundo espíritu de fe, sacrificio heroico y entrega generosa - continúan los Obispos - los misioneros instruían y educaban a los indígenas en la fe católica y realizaban a favor de ellos diversas acciones humanitarias”. Pero la labor misionera también tiene sus sombras que hay que reconocer. Entre estas sombras señalan los Obispos que falta todavía “promover y formar la conciencia misionera a todo nivel. No se ha logrado responder con una adecuada evangelización a la cultura secularista y laicista. También necesitamos mayor apertura y generosidad: estamos acostumbrados a recibir y nos cuesta dar desde nuestra pobreza. Por ello, el Ecuador tiene muy pocos misioneros ‘ad gentes’”.
La Iglesia es la continuadora de la misión evangelizadora de Jesucristo. Para ello “es necesario suscitar un nuevo anhelo de santidad entre los misioneros y en toda la comunidad cristiana, particularmente entre aquellos que son los colaboradores más íntimos de los misioneros”. La Obra de la evangelización, afirman los Obispos, “es tarea esencial de toda la Iglesia, que, en sus distintos niveles es depositaria de la misión salvífica de Cristo. La Iglesia no puede renunciar a realizar su misión, tanto entre los ya bautizados como entre los que todavía no han oído hablar de Cristo”. Esta misión es para comunicar vida, afirman los Obispos, vida que “se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad”. En efecto, “los que más disfrutan de la vida son los que, dejando ciertas seguridades y comodidades, se entusiasman por comunicar la vida a los demás”, continua el texto. Buscando además ser fieles a las orientaciones y exhortaciones de Aparecida, los Obispos del Ecuador asumían el compromiso de llevar a cabo una Gran Misión a realizarse en cada una de las jurisdicciones eclesiásticas del país
Concluyen los Obispos la Carta Misionera invitando a todos “a actualizar y personalizar la misión o envío de Cristo. El imperativo evangelizador que Jesucristo hace a la Iglesia universal, lo hace también a la Iglesia particular y, dentro de ella, a cada parroquia, a cada párroco, a cada fiel cristiano. La respuesta depende de todos y de cada uno”.
Congresos Misioneros Diocesanos y Nacionales
En varias Iglesias Particulares del Ecuador se han llevado a cabo Congresos Misioneros Diocesanos como parte vital del proceso que se desarrolla en cada Iglesia particular así como diversos Congresos Misioneros en todos los países de América Latina, entre ellos Venezuela (9 - 13 abril); Bolivia (16 - 20 abril); Ecuador (2 - 3 mayo); Brasil (1 - 4 mayo); Uruguay (5 mayo); El Salvador (16 - 18 mayo); México (30 - 31 mayo); Costa Rica (31 mayo); Paraguay (11 - 13 junio) y República Dominicana (17 - 20 julio).
La celebración del CAM 3
Según los datos suministrados en el Congreso ha habido un total de 3110 participantes; 1219 misioneros de los 5 continentes que se han alojado en casas de familias quiteñas, así como también, 955 misioneros nacionales; 94 invitados especiales entre los que se encuentran: Presidentes de Conferencias Episcopales, Generales de Congregaciones Religiosas, Provinciales, Delegados de Comunidades Religiosas, Autoridades Eclesiales, Ponentes, Comentaristas y otros invitados. En el CAM 3 han participado también Su Exc. Mons. Robert Sarah, Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y el P. Vito del Prete, PIME; Secretario General de la Pontificia Unión Misionera. Los participantes provenían de los siguientes países de Europa: Italia, España, Alemania, Polonia, Suiza, Portugal; de América: Colombia, Brasil, Honduras; de África: Etiopía; de Asia: Indonesia y de Oceanía: Papua Nueva Guinea. Ha habido delegaciones de 33 países, entre ellos 80 Obispos, 465 sacerdotes, 250 religiosos, 22 diáconos, y 664 laicos. Del Ecuador participaron 21 obispos, 133 sacerdotes, 307 religiosos, 21 diáconos, 87 seminaristas y 816 laicos. En representación del Santo Padre Benedicto XVI fue enviado el Cardenal Nicolás López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo (Republica Dominicana) y Primado de América Latina.
Cuatro cardenales, más de 100 obispos de toda América, (entre ellos las principales autoridades de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, y obispos y delegaciones de varias conferencias episcopales del continente) parte de Europa y África, 600 sacerdotes del mundo entero, y 16.000 asistentes, reunidos en el Coliseo General Rumiñahui de la ciudad de Quito, celebraron la Eucaristía de Apertura del Tercer Congreso Americano Misionero CAM3 presidida por el delegado pontificio, el Cardenal Nicolás de Jesús López.
Su Santidad Benedicto XVI envió un mensaje que fue leído durante la ceremonia por medio del cual se hacia presente a través de su Enviado Especial, mostrando su “cercanía espiritual y gozo al saberles unidos en un mismo sentir y en un mismo pensar con miras a que las comunidades eclesiales de América se renueven mediante la conversión al Señor Jesús, que tuvo siempre como alimento hacer la voluntad de Dios, su Padre”. En el Mensaje el Santo Padre consideraba el Congreso como “una oportunidad incomparable que el Espíritu Santo brinda para profundizar en la experiencia importante que supuso la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, así como en el programa evangelizador que de allí emanó, dando de este modo un paso más en el impulso del ardor misionero en América”.
También afirmaba que es precisamente el Señor, el verdadero Maestro quien “los iluminará para que, dando cabida en sus corazones a su mensaje de amor y redención, vayan y den frutos de santidad copiosos y duraderos”.
A continuación recordaba que en el marco del Congreso tendría lugar el solemne inicio a una “Misión continental”, durante la cual “las distintas Iglesias particulares en América Latina y el Caribe van a intensificar su quehacer, para que el Señor sea cada día más conocido, amado, seguido y alabado en esas benditas tierras”. “Queridos hermanos y hermanas – continua el Santo Padre - con mansedumbre y fortaleza, con la caridad que el Espíritu Santo ha derramado en nuestro interior, les animo a compartir con otros este tesoro, pues no hay riqueza mayor que gozar de la amistad de Cristo y caminar a su lado. Merece la pena consagrar a esta hermosa labor nuestras mejores energías, sabiendo que la gracia divina nos precede, sostiene y acompaña en su realización”. Y recuerda a todos que el servicio más importante que podemos brindar “es el anuncio claro y humilde de Jesucristo, que vino a este mundo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia”.
El Papa hace referencia a continuación al tríptico que ha ofrecido a cada uno de los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Latinoamérica y el Caribe en el que aparece Cristo glorioso que, con sus brazos abiertos, acoge a todos pues “Él nos precede en el camino de la vida y nos ayudará a aspirar a la santidad, de modo que se despierte en cada bautizado el misionero que lleva dentro de sí y se venza la vacilación o la mediocridad que a menudo nos asalta”.
Posteriormente, el Arzobispo de Quito, Monseñor Raúl Vela Chiriboga saludó a todas las delegaciones que asisten al Tercer Congreso Misionero y con una oración pidió a Dios que cuide "de nuestra Patria, el Ecuador, porque estamos en una situación delicada", expresó, en alusión a la confrontación gubernamental por los cuestionamientos realizados por la jerarquía de la iglesia católica al proyecto de nueva constitución que fue sometida a referéndum el 28 de septiembre pasado.
Durante el Congreso ha habido tres ponencias principales a cargo de Su Em. el Cardenal Oscar Rodríguez Arzobispo de Tegucigalpa, el miércoles 13 de agosto de 2008, con el tema: “Discipulado; Comunidad discípula de Jesús”; Su Exc. Monseñor Luis Augusto Castro Arzobispo de Tunja, Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, el jueves 14 de agosto de 2008, con el tema: “Pentecostés: Comunidad llevada por el Espíritu” y su Exc. Mons. Edwin Krautler, Obispo de Xingú (Brasil) el viernes 15 de agosto de 2008, con el tema: “Evangelización: Comunidad misionera para la humanidad”.
Se han realizado también varios foros misioneros. Cada uno de los foros será preparado por los diferentes países que participarán en el CAM 3: Misión Ad Gentes en el mundo de Hoy (Congregaciones misioneras); Misión y Familia (Puerto Rico); Misión y globalización (Uruguay); Misión, Exclusión y migración (Brasil); Misión y Laicado (Venezuela); Misión y Juventud (El Salvador); Misión, actividad y dignidad humanas (Colombia); Misión, Culturas y Pueblos (Bolivia y Ecuador); Misión y Ecología (Chile y Panamá); Misión y Medios de Comunicación Social (Bolivia); Misión, Ecumenismo y diálogo intereligioso (Chile); Misión, educación y mundo intelectual (México); Espiritualidad Misionera (Argentina); Misión y fundamentalismo religioso (Perú); Misión y mujeres (Paraguay y Santo Domingo); Misión, ciencia y tecnología (Estados Unidos) (Agencia Fides 31/3/2008)
Declaración final
Al termino de los trabajos del Tercer Congreso Misionero CAM 3 se difundió una declaración final, en la que se muestran dispuestos a anunciar el Evangelio, construir un mundo fraterno, justo y solidario y ser colaboradores del Espíritu en la construcción del Reino.
La declaración se articula en 17 puntos que toca diversos aspectos de la misión de la Iglesia. Recuerdan en primer lugar que la misión ad gentes es “Misión para la humanidad” y muestran su compromiso de “asumir con entusiasmo y corresponsabilidad eclesial la Misión Ad Gentes que implica una conversión personal y el cambio de estructuras pastorales para que el Evangelio llegue a todos”. Dentro de esta misión “urge una opción fuerte por la formación y acompañamiento de las familias cristianas para que sean evangelizadoras y misioneras con su vida, fidelidad y comunión”, por ello se buscará revitalizar la Pastoral Familiar y apoyar experiencias de familias misioneras Ad Gentes.
Otro punto importante es la migración y exclusión que constituyen “un desafío de primera categoría, palpable en la situación de niños, mujeres, hombres y familias que viven atropellos en sus derechos”. Se debe pues promover la cultura de la dignidad humana.
Respecto al laicado se manifiesta la necesidad de formación integral espiritual, pastoral y misionera, que les haga corresponsales de la Gran Misión Continental. Así mismo los jóvenes asumen el Proyecto Misionero Americano.
“Como Iglesia valoramos y respetamos a los pueblos indígenas y afro descendientes del continente, asumimos la urgencia de reconocer sus espacios, expresiones y tradiciones para que tengan su lugar en la sociedad y en la Iglesia”, continúa la Declaración.
Otro punto importante son la misión y los medios de comunicación para “responder a las nuevas situaciones históricas, sociales y eclesiales, comunicando el amor de Dios y la Buena Nueva del Reino con una comunicación testimonial, coordinada e integrada en la pastoral ordinaria”.
Los misioneros también se comprometen en el campo de la educación para “crear, con los actores del ámbito educativo, espacios de formación y diálogo profético para ser testigos de la Buena Nueva del Reino en el mundo contemporáneo”.
También los religiosos y religiosas, están llamados a ser Discípulos Misioneros “con sólida espiritualidad trinitaria de la acción entre los más pobres y diferentes; con un corazón indiviso y solidario que ama a todos; encarnados en cada cultura de manera desprendida, abiertos a la Misión y al envío Ad Gentes”.
“Misioneros de América. Hoy, al concluir el CAM3 comla8, Jesús nos envía a ser testigos de todo lo que hemos escuchado, aprendido y anunciado hasta los últimos confines de la tierra”, concluye la Declaración Final. (Agencia Fides 1/9/2008)
Mensaje del CAM 3 a la humanidad Familia de Dios
También se difundió al termino del Congreso el “Mensaje del CAM 3 a la humanidad, Familia de Dios” en el que se recuerda que “es el Espíritu el que nos impulsa a sentir con Asia, África, Europa y Oceanía; a querer compartir nuestra fe y hacer juntos el camino del Reino”. Los misioneros reafirman además su deseo de permanecer siempre como discípulos y “seguirle dejando atrás situaciones establecidas, redes, barcas, padres, tierra, todo; estructuras, éxitos y estilos que establecen y dan seguridad”. En efecto, “la centralidad de Cristo en nuestra vida de discípulos es la raíz de la identidad misionera, crea y renueva constantemente la comunión fraterna y sostiene el compromiso en la transformación del mundo por medio del servicio misionero”.
En una misión que va a contracorriente de la sociedad es necesario asumir “el reto del crecimiento de la pobreza que afecta a la mayoría de la población mundial y que es consecuencia de la expansión de estructuras y sistemas socioeconómicos y políticos injustos”.
La Misión, continua la declaración, se sitúa en el corazón del mundo, por ello “miramos a la sociedad entera en sus aspiraciones, proyectos, humanismo y sed de Dios. Nos duele verla sufrida por la crisis del modelo económico y social, por la crisis ecológica, cultural y democrática; más aún por la pobreza, la exclusión, la violencia y la persecución”.
Ante esta situación, los misioneros recuerdan que no hay recetas concretas “sino la confianza en el Señor, el corazón abierto y dar razón de nuestra esperanza a la luz del Evangelio”. “Estamos convocados a comprometernos con nuestra iglesia y sociedad, colaborando en definir y realizar etapas, prioridades y metas de esta historia; a vivir la solidaridad, el compartir y la gratuidad vividas por la comunidad misionera”.
Concluyen manifestando su deseo de “ponerse con la Iglesia en estado permanente de misión”, “ser servidores entre los pobres, consuelo y fortaleza del corazón” y “dar vida a toda la humanidad, comunicar la belleza y el vigor de Jesús, reconciliar y unir a la familia humana”. (Agencia Fides 1/9/2008)
Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008
LA MISIÓN EN OCEANIA
Una mirada a la misión en Oceanía en el 2008 nos lleva a mirar el gran evento que fue la XXIII JMJ de Sydney (15-20 de julio de 2008) que, dada su colocación geográfica en Australia, permitió a miles de jóvenes de Asia Oriental y de las áreas del Pacífico participar por primera vez en un extraordinario encuentro juvenil, centrado en el tema “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo”.
Precisamente de un grupo de jóvenes de un pequeño archipiélago del Pacífico, las islas Fiji, salió una definición que expresa plenamente el clima que se vivió: la extraordinaria experiencia de la JMJ fue “un tsunami de fe y de alegría”. Se trata de una experiencia que los jóvenes están llamados a comunicar a su Iglesia local, sobre todo a sus coetáneos, para ser así fermento de evangelización y dar testimonio de la fuerza del Espíritu Santo, recibido en la JMJ.
Los 596 jóvenes peregrinos de las Fiji –un número altísimo si se considera al pequeño archipiélago del Pacífico– que participaron en la JMJ de Sydney fueron acogidos sobre todo por las familias de los ciudadanos de las islas Fiji emigrados a Australia, habiendo podido, de esta manera, respirar un cierto aire de casa durante su estadía en la gran capital australiana. Los jóvenes se beneficiaron con el “Pilgrim Partnership Support Program” (“Programa de colaboración entre peregrinos”), lanzado por la JMJ en mayo del 2007 para garantizar a los jóvenes más pobres, sobre todo en Oceanía, poder participar en el más grande evento para jóvenes en el mundo.
“Fueron días memorables. Es un buen momento para ser católicos. Miles de jóvenes felices hicieron a su vez feliz al resto de la población. Los habitantes de Sydney, católicos y no católicos, acogieron cordialmente a los peregrinos y se pusieron a disposición para acogerlos y ayudarlos. Veo a una ciudad floreciente”: con estas palabras el Card. George Pell, Arzobispo de Sydney, hizo un balance de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud. El Arzobispo manifestó toda su alegría y satisfacción por un evento muy bien logrado, que hizo de Sydney por algunos días “el centro del mundo”, dando un notable impulso al mensaje cristiano en Oceanía.
El Card. Pell agradeció a los peregrinos, a los voluntarios, al gobierno australiano, que apoyaron e hicieron posible el evento de la JMJ, pero también a los ciudadanos de Sydney por la acogida brindada a Benedicto XVI y a los jóvenes de todo el mundo. Todos pusieron algo de sí mismos para que “el dedo de Dios escribiese un nuevo capítulo de la historia de Australia”.
Entre los números citados por el Card. Pell: 400 mil peregrinos presentes en la Misa conclusiva en el hipódromo de Randwick; jóvenes de 170 nacionalidades participaron en la JMJ; 8 mil voluntarios se encargaron de la parte logístico-organizativa. El Arzobispo destacó cómo el encuentro de Randwick ha sido la más grande reunión en las historia Australiana.
Otro record se verificó en las transmisiones telemáticas: además de la página web oficial en 4 lenguas www.wyd2008.org, entre las más visitadas del mundo, otros servicios de web-video, retransmitieron las imágenes del Centro Televisivo Vaticano que seguían al Papa, así como de las más grandes agencias internacionales y de varios enviados al lugar mismo de la JMJ. La página www.mydcrossmedia.org, producto de la convergencia de algunos medios católicos, hizo su propio aporte proporcionando gran cantidad de links. La JMJ de Sydney pasó también por “Youtube” que, con más de 3 mil páginas activas, se ha revelado como un formidable medio de evangelización en los nuevos mass-media.
Entre las comunidades más remotas que han participado, se debe destacar a un vivaz grupo de 48 jóvenes de la polinesia, de la pequeña isla de Wallis, perteneciente a la “Colectividad de Wallis y Fatuna”, territorio francés en el Pacífico Sur, a la mitad entre las islas Fiji y Samoa.
El estar en Sydeny fue un sueño hecho realidad también para 410 jóvenes de las Islas Salomón: un paso importante, vivido con esperanza y entusiasmo, y que será para siempre una experiencia inolvidable. Los jóvenes vivieron un periodo de preparación de más de un año, en el que pudieron también establecer relaciones de apoyo y amistad con sus coetáneos australianos.
Entre las figuras que los jóvenes de Oceanía pudieron conocer mejor durante el seminario se pueden mencionar a Santa María Goretti y al Beato Pier Giorgio Frassati, entre los patrones de la JMJ, que se convertirán en punto de referencia cierto para todos los jóvenes.
De la vecina Nueva Zelanda más de 10 “kiwi”, como son llamados los jóvenes neozelandeses, tomaron parte en la JMJ de Sydney: un resultado extraordinario para la Iglesia de Nueva Zelanda que, en las ediciones pasadas, había llevado a la JMJ cien peregrinos como máximo. La JMJ en dicho continente ha dado una fortísima inyección de confianza y de entusiasmo a los jóvenes neozelandeses que, en los dos años precedentes, han organizado numerosas iniciativas de misión para involucrar a sus coetáneos en la JMJ.
La JMJ del 2008, con la participación de indígenas de todos los archipiélagos de Oceanía, tuvo un aspecto y un corazón de estilo no sólo australiano, sino globalmente Pacifico.
Finalmente, se señala una reciente campaña de la Iglesia australiana sobre temas de la defensa de la vida: a inicios de octubre miles de fieles católicos, de cristianos de otras confesiones y de personas pertenecientes a movimientos y asociaciones de la sociedad civil marcharon por las calles de Melbourne participando en la “Jornada de Oración por la Vida”, lanzada por la Iglesia local para decir “no” a la nueva ley sobre el aborto que se discutió en el Parlamento del estado de Vittoria (Australia Meridional). Dicha ley permite la interrupción voluntaria del embarazo en las 24 primeras semanas de gestación.
Cristianos de numerosas Iglesias vivieron un solemne momento de oración al interior de la Catedral de San Patricio, guiados por el Arzobispo de Melbourne, Mons. Denis Hart, quien destacó: “Todos somos hermanos y hermanas que comprendemos y estimulamos el inmenso don de la vida. Queremos dar testimonio del valor único que tiene cada vida humana, sin distinción, desde la concepción hasta la muerte natural”.
Los fieles oraron especialmente por todas las madres, por todos los niños no nacidos, víctimas de la manipulación humana, destacando que las comunidades cristianas están listas para poner en acción todos sus recursos y energías, para ayudar a sostener concretamente a las mujeres que tienen alguna dificultad, de cualquier naturaleza, psicológica o económica, para llevar adelante un embarazo.
El Arzobispo subrayó también que la reforma del sistema no podrá de ninguna manera obligar a las estructuras hospitalarias católicas a realizar abortos, que la doctrina cristiana considera homicidios: una ley de esta naturaleza, afirmaron los presentes, sería “moralmente repugnante”. La ley, explica la Iglesia, debe prever de cualquier manera una posible “objeción de conciencia” para médicos que no deseen practicar el aborto. (PA) (Agencia Fides 18/10/2008).
ZENIT 0frece a continuación el discurso pronunciado hoy por el Papa Benedicto XVI durante la audiencia concedida a los participantes en el 110º Congreso Nacional de la Sociedad Italiana de Cirugía, el lunes 20 de Octubre de 2008, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
Ilustres señores
gentiles señores
Estoy contento de acogerles en esta Audiencia especial, que tiene lugar con ocasión del Congreso Nacional de la Sociedad Italiana de Cirugía. Dirijo a todos y a cada uno mi cordial saludo, reservando un agradecimiento especial al profesor Gennaro Nuzzo por las palabras con que ha expresado los sentimientos comunes y ha ilustrado los trabajos del Congreso, que tratan sobre un tema de importancia fundamental. En el centro de vuestro Congreso Nacional está esta prometedora y comprometedora afirmación: “Por una cirugía que respete al enfermo”. Con razón se habla hoy, en un tiempo de gran progreso tecnológico, de la necesidad de humanizar la medicina, desarrollando esos gestos del comportamiento médico que mejor responden a la dignidad de la persona enferma a la que se presta servicio. La misión específica que califica a vuestra profesión médica y quirúrgica está constituida por perseguir tres objetivos: curar a la persona enferma o al menos intentar incidir de forma eficaz en la evolución de la enfermedad; aliviar los síntomas dolorosos que la acompañan, sobre todo cuando está en fase avanzada; y cuidar de la persona enferma en todas sus expectativas humanas.
En el pasado a menudo se consideraba suficiente aliviar el sufrimiento de la persona enferma, no pudiendo frenar el curso del mal y mucho menos curarlo. En el siglo pasado el desarrollo de la ciencia y de la técnica quirúrgica han permitido intervenir con cada vez más éxito en las circunstancias del enfermo. Así la curación, que anteriormente era sólo una posibilidad marginal, hoy es una perspectiva normalmente realizable, hasta el punto de reclamar sobre sí la atención casi exclusiva de la medicina contemporánea. Sin embargo, surge un nuevo riesgo en este escenario: el de abandonar al paciente cuando se advierte la imposibilidad de obtener resultados apreciables. Sigue siendo cierto, en cambio, que aunque no existan perspectivas de curación, aún se puede hacer mucho por el enfermo: se puede aliviar su sufrimiento, sobre todo acompañándole en su camino, mejorando en lo posible sus condiciones de vida. No es algo que haya que minusvalorar, porque todo paciente, también el incurable, lleva en sí un valor incondicional, una dignidad digna de ser honrada. El respeto de la dignidad humana, de hecho, exige el respeto incondicional de cada ser humano, nacido o no nacido, sano o enfermo, sea cual sea la condición en que se encuentre.
Desde esta perspectiva, cobra especial relevancia la relación de confianza mutua que se instaura entre médico y paciente. Gracias a esta relación de confianza el médico, escuchando al paciente, puede reconstruir su historia clínica y entender cómo vive su enfermedad. También en el contexto de esta relación, sobre la base de la estimación recíproca y de compartir la persecución de objetivos realistas, es donde se puede definir el plan terapéutico: un plan que puede llevar a intervenciones audaces para salvar la vida o más bien a la decisión de contentarse con los medios ordinarios que ofrece la medicina. Cuando el médico se comunica con el paciente directa o indirectamente, de forma verbal o no verbal, desarrolla un notable influjo sobre él: puede motivarle, sostenerle, movilizarle, e incluso potenciar sus recursos físicos y mentales, o al contrario, puede debilitarle y frustrar sus exsfuerzos, reduciendo así la misma eficacia de los tratamientos practicados. Se debe buscar por tanto una verdadera alianza terapéutica con el paciente, haciendo uso de esa específica racionalidad clínica que permite al médico darse cuenta de cuál es el modo más adecuado de comunicar con cada paciente. Esta estrategia comunicativa buscará sobre todo sostener, siempre en el respeto de la verdad de los hechos, la esperanza, elemento esencial del contexto terapéutico. Es bueno no olvidar nunca que son precisamente estas cualidades humanas las que, más allá de la competencia profesional en sentido estricto, aprecia el paciente del médico. Quiere ser mirado con benevolencia, no solo examinado; quiere ser escuchado, no solo expuesto a diagnosis sofisticadas; quiere percibir con seguridad que está presente en la mente y en el corazón del médico que le cura.
También la insistencia con que hoy se subraya la autonomía individual del paciente debe orientarse a promover un acercamiento al enfermo que no le considere como antagonista, sino como colaborador activo y responsable del tratamiento terapéutico. Es necesario mirar con sospecha a cualquier tentativa de entrometerse desde fuera en esta delicada relación entre médico y paciente. Por un lado, es innegable que hay que respetar la autodeterminación del paciente, sin olvidar que la exaltación individualista de la autonomía acaba por llevar a una lectura no realista, y ciertamente empobrecida, de la realidad humana. Por otra, la responsabilidad profesional del médico debe llevarle a proponer un tratamiento que mire al verdadero bien del paciente, con la conciencia de que su competencia específica lo pone en grado, generalmente, de evaluar la situación mejor que el propio paciente.
La enfermedad, por otro lado, se manifiesta dentro de una historia humana precisa, y se proyecta sobre el futuro del paciente y de su ambiente familiar. En los contextos altamente tecnologizados de la sociedad actual, el paciente corre el riesgo de ser en cierta forma “cosificado”. Se encuentra de hecho sometido a reglas y prácticas que son a menudo extrañas a su forma de ser. En nombre de las exigencias de la ciencia, de la técnica y de la organización de la asistencia sanitaria, su habitual estilo de vida resulta alterado. En cambio, es muy importante no sacar de la relación terapéutica el contexto existencial del paciente, en particular a su familia. Por esto es necesario promover el sentido de responsabilidad de los familiares hacia su ser querido: es un elemento importante para evitar la ulterior alienación que éste, casi inevitablemente, sufre cuando se confía a una medicina altamente tecnologizada pero privada de una vibración humana suficiente.
En vosotros, por tanto, queridos cirujanos, recae en gran medida la responsabilidad de ofrecer una cirugía verdaderamente respetuosa con la persona del enfermo. Es un deber en sí fascinante, aunque también muy comprometido. El Papa, precisamente por su misión de Pastor, os está cercano y os sostiene con su oración. Con estos sentimientos, augurándoos el mayor éxito en vuestro trabajo, os imparto de corazón a vosotros y vuestros seres queridos la Bendición Apostólica.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]
ZENIT publica la intervención que Benedicto XVI pronunció el martes 14 de octubre durante la décimo cuarta congregación del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra. El texto ha sido transcrito posteriormente y publicado este sábado por la Oficina de Información de la Santa Sede. El Papa pronunció estas palabras a partir de unas notas que había escrito en su cuaderno.
El trabajo con motivo de mi libro sobre Jesús da la oportunidad de ver todo el bien que nos llega de la exégesis moderna, pero también permite reconocer sus problemas y sus riesgos.
La Dei Verbum 12 ofrece dos indicaciones metodológicas para un adecuado trabajo exegético. En primer lugar, confirma la necesidad de la utilización del método histórico-crítico, cuyos elementos esenciales describe brevemente. Esta necesidad es la consecuencia del principio cristiano formulado en Juan 1, 14: "Verbum caro factum est". El hecho histórico es una dimensión constitutiva de la fe cristiana. La historia de la salvación no es una mitología, sino una verdadera historia y, por lo tanto, hay que estudiarla con los métodos de la investigación histórica seria.
Sin embargo, esta historia posee otra dimensión, la de la acción divina. En consecuencia la Dei Verbum habla de un segundo nivel metodológico necesario para la interpretación justa de las palabras, que son al mismo tiempo palabras humanas y Palabra divina. El Concilio dice, siguiendo una regla fundamental para la interpretación de cualquier texto literario, que la Escritura hay que interpretarla en el mismo espíritu en el que fue escrita y para ello indica tres elementos metodológicos fundamentales cuyo fin es tener en cuenta la dimensión divina, pneumatológica de la Biblia: es decir se debe 1) interpretar el texto teniendo presente la unidad de toda la Escritura; esto hoy se llama exégesis canónica; en los tiempos del Concilio este término no había sido creado aún, pero el Concilio dice la misma cosa: es necesario tener presente la unidad de toda la Escritura; 2) también se debe tener presente la viva tradición de toda la Iglesia, y finalmente 3) es necesario observar la analogía de la fe. Sólo allí donde los dos niveles metodológicos, el histórico-crítico y el teológico, son observados, se puede hablar de una exégesis teológica - de una exégesis adecuada a este Libro. Mientras que con respecto al primer nivel la actual exégesis académica trabaja a un altísimo nivel y nos ayuda realmente, la misma cosa no se puede decir del otro nivel. A menudo este segundo nivel, el nivel constituido por los tres elementos teológicos indicados por la Dei Verbum, casi no aparece. Y esto tiene consecuencias más bien graves.
La primera consecuencia de la ausencia de este segundo nivel metodológico es que la Biblia se convierte en un libro del pasado solamente. Se pueden extraer de él consecuencias morales, se puede aprender la historia, pero el libro como tal habla sólo del pasado y la exégesis ya no es realmente teológica, sino que se convierte en pura historiografía, historia de la literatura. Esta es la primera consecuencia: la Biblia queda como algo del pasado, habla sólo del pasado.
Existe también una segunda consecuencia aún más grave: donde desaparece la hermenéutica de la fe indicada por la Dei Verbum, aparece necesariamente otro tipo de hermenéutica, una hermenéutica secularizada, positivista, cuya clave fundamental es la convicción de que lo Divino no aparece en la historia humana. Según esta hermenéutica, cuando parece que hay un elemento divino, se debe explicar de dónde viene esa impresión y reducir todo al elemento humano. Por consiguiente, se proponen interpretaciones que niegan la historicidad de los elementos divinos.
Hoy, el llamado mainstream de la exégesis en Alemania niega, por ejemplo, que el Señor haya instituido la Santa Eucaristía y dice que el cuerpo de Jesús permaneció en la tumba. La Resurrección no sería un hecho histórico, sino una visión teológica. Esto sucede porque falta una hermenéutica de la fe: se consolida entonces una hermenéutica filosófica profana, que niega la posibilidad de la entrada y de la presencia real de lo Divino en la historia. La consecuencia de la ausencia del segundo nivel metodológico es la creación de un profundo foso entre exégesis científica y Lectio divina. Y ello a veces provoca también una cierta perplejidad en la preparación de las homilías. Cuando la exégesis no es teología, la Escritura no puede ser el alma de la teología y, al revés, cuando la teología no es esencialmente interpretación de la Escritura en la Iglesia, esta teología ya no tiene fundamento.
Por eso para la vida y para la misión de la Iglesia, para el futuro de la fe, es absolutamente necesario superar este dualismo entre exégesis y teología. La teología bíblica y la teología sistemática son dos dimensiones de una única realidad, que llamamos teología. Por consiguiente, sería deseable que en una de las propuestas se hablara de la necesidad de tener presente en la exégesis los dos niveles metodológicos indicados por la Dei Verbum 12, en la que se habla de la necesidad de desarrollar una exégesis no sólo histórica, sino también teológica. Así pues, será necesario ampliar la formación de los futuros exégetas en este sentido, para abrir realmente los tesoros de la Escritura al mundo de hoy y a todos nosotros.
[Traducción del original italiano por la Secretaría del Sínodo de los Obispos
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Texto completo de la Súplica a la Reina del Santísimo Rosario de Pompeya que elevó el domingo, 19 de Octubre de 12008, Benedicto XVI en su peregrinación apostólica. La plegaria fue escrita por el beato Bartolo Longo en 1883.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Pidamos la Bendición de María
Augusta Reina de las Victorias
oh Soberana del Cielo y de la Tierra,
en cuyo nombre se alegran los cielos y tiemblan los abismos,
oh Reina gloriosa del Rosario,
nosotros devotos hijos tuyos,
recogidos en tu Templo de Pompeya,
en este día solemne,
rebosamos el amor de nuestro corazón
y con confianza de hijos
te expresamos nuestras miserias.
Desde el Trono de clemencia,
donde estás sentada Reina,
dirige, oh María,
tu mirada piadosa
sobre nosotros,
sobre nuestras familias,
sobre Italia,
sobre Europa,
sobre el mundo.
Compadécete
de los afanes y tribulaciones que amargan nuestra vida.
¡Mira, oh Madre, cuántos peligros en el alma y en el cuerpo,
cuántas calamidades y aflicciones nos apremian.
Oh Madre,
Implora para nosotros la misericordia de Tu Hijo divino
y vence con la clemencia el corazón de los pecadores.
Son hermanos nuestros e hijos tuyos
que cuestan la sangre del dulce Jesús
y entristecen su sensibilísimo Corazón.
Muéstrate a todos cual eres,
Reina de paz y de perdón.
Ave María
Es verdad que nosotros, somos los primeros que, a pesar de ser tus hijos, con los pecados volvemos a crucificar en nuestro corazón a Jesús y traspasamos y herimos nuevamente tu corazón.
Lo confesamos: somos merecedores de los castigos más duros,
pero tú recuerda que, en el Gólgota, recogiste, con la Sangre divina,
el testamento del Redentor moribundo,
que te declaraba Madre nuestra,
Madre de los pecadores,
Tú pues, como Madre nuestra,
Eres nuestra Abogada,
nuestra esperanza.
Y nosotros, gimiendo, extendemos nuestras manos suplicantes hacia ti,
gritando: ¡Misericordia!
Oh Madre buena,
ten piedad de nosotros,
de nuestras almas,
de nuestras familias,
de nuestros parientes,
de nuestros amigos,
de nos nuestros difuntos,
sobre todo de nuestros enemigos
y de tantos que dicen que son cristianos
y, sin embargo, ofenden el Corazón amable de su Hijo.
Piedad hoy imploramos
por las naciones descarriadas,
por toda Europa,
por todo el mundo,
para que arrepentido vuelva a tu Corazón.
Misericordia para todos ¡oh Madre de Misericordia!
Ave María
¡Dígnate benévolamente exaudirnos, oh María!
Jesús ha colocado en tus manos todos los tesoros de Sus gracias y de Sus Misericordias.
Tú estás sentada, coronada Reina, a la derecha de tu Hijo, resplandeciente de gloria inmortal sobre todos los Coros de los Ángeles.
Tú extiendes tu dominio, cuán extendidos los cielos, y a ti la tierra y todas las criaturas están sometidas.
Tú eres la omnipotente por gracia, tú, pues, puedes ayudarnos.
Si tú no quisieras ayudarnos, porque somos hijos ingratos y no merecemos tu amparo, no sabríamos a quién dirigirnos.
Tu corazón de Madre no permitirá ver perdidos a nosotros, a tus hijos.
El Niño que vemos en tu regazo y el místico Rosario - la mística Corona - que admiramos en tu mano, nos inspiran confianza en que seremos exaudidos.
Y nosotros confiamos plenamente en ti, nos abandonamos como débiles hijos entre los brazos de la más tierna de las madres, y hoy mismo, esperamos de ti las anheladas gracias.
Ave María
Una última gracia te pedimos ahora, oh Reina, que no nos puedes negar en este día solemnísimo.
Concédenos a todos tu amor constante y, en especial tu maternal bendición.
No nos separaremos de ti hasta que no nos hayas bendecido.
Bendice, oh María, en este momento al Sumo Pontífice.
A los antiguos esplendores de tu corona, a los triunfos de tu Rosario, por los cuales se te denomina como Reina de las Victorias, añade también éste, oh Madre: concede el triunfo de la Religión y la paz a la sociedad humana.
Bendice a nuestros Obispos, Sacerdotes y, en particular, a todos aquellos que celan el honor de tu Santuario.
Bendice en fin a todos los asociados a tu Templo de Pompeya y a cuantos cultivan y promueven la devoción al Santo Rosario.
Oh Rosario bendito de María, dulce Cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.
Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes.
Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo. Amén
SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura y esperanza nuestra:
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y, después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Traducción distribuida por "Radio Vaticano"
ZENIT publica las palabras que dirigió Benedicto XVI a mediodía del domingo, 19 de Octubre de 2008, tras celebrar la misa en la plaza del santuario de Pompeya, en el sur de Italia, antes de rezar la oración mariana del Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas:
Después de la solemne celebración eucarística y de la tradicional súplica a la Virgen de Pompeya, como todos los domingos, queremos dirigir de nuevo nuestra mirada a María con el rezo del Ángelus y a ella le confiamos las grandes intenciones de la Iglesia y de la humanidad.
De manera particular rezamos por la asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se está celebrando en Roma y que tiene por tema "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia" para que traiga frutos de auténtica renovación en cada comunidad cristiana.
El Día Mundial de las Misiones (DOMUND), que hoy celebramos, nos ofrece otra intención especial de oración. En este Año Paulino nos propone para la meditación una famosa expresión del apóstol de las gentes: ""¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! (1 Corintios 9, 16). En este mes de octubre, mes misionero y del Rosario, ¡cuántos fieles y comunidades ofrecen el santo Rosario por los misioneros y por la evangelización!
Por este motivo estoy muy contento de encontrarme precisamente aquí, en Pompeya, en el santuario más importante dedicado a la Virgen del santo Rosario. Me permite subrayar con mayor fuerza que el primer compromiso misionero de cada uno de nosotros es precisamente la oración. Rezando se prepara ante todo el camino al Evangelio; rezando se abren los corazones al misterio de Dios y se predisponen los espíritus a acoger su Palabra de salvación.
En este día, además, se da otra feliz coincidencia: precisamente hoy, en Lisieux, son proclamados beatos Louis Martin y Zélie Guérin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, declarada por Pío XI patrona de las misiones. Estos nuevos beatos han acompañado y compartido, con su oración y su testimonio evangélico, el camino de su hija llamada por el Señor a consagrarse a Él sin reservas entre las paredes del Carmelo.
Allí, en el escondimiento de la clausura, Santa Teresita realizó su vocación: "En el corazón de la Iglesia, mi madre, seré el amor" (Manuscrits autobiographiques, Lisieux 1957, 229).
Pensando en la beatificación de los esposos Martin, quiero recordar otra intención que llevo en el corazón: la familia, cuyo papel es fundamental en la educación de los hijos en un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera.
De este modo, continuando espiritualmente la peregrinación que muchas familias hicieron hace un mes a este santuario, invocamos la materna protección de la Virgen de Pompeya sobre todos los núcleos familiares del mundo, pesando ya en el VI Encuentro Mundial de las Familias, programado en la Ciudad de México para enero de 2009.
[Hablando en francés, añadió:]
En este Día Mundial de las Misiones (DOMUND), nos unimos particularmente a los peregrinos reunidos en Lisieux con motivo de la beatificación de Louis y de Zélie Martin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, la patrona de las misiones.
Con su vida de matrimonio ejemplar han anunciado e Evangelio de Cristo. Han vivido ardientemente su fe y la han transmitido en su familia y a su alrededor. Que su oración común sea fuente de alegría y de esperanza para todos los padres y todas las familias.
[Traducción del original italiano y francés por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008
MISIÓN EN ASIA: Japón, Vietnam, Camboya, Laos, Indonesia, Timor Oriental.
En el vecino Japón la comunidad católica está exultante por el gran evento que se realizará en Nagasaki el 24 de noviembre de 2008: la beatificación de 188 mártires japoneses, presidida por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
La Conferencia Episcopal del Japón ha difundido un mensaje que afirma que la Iglesia nipona busca “conservar en el corazón el significado auténtico del tesoro que nuestros antepasados en la fe nos han dejado”.
Los Obispos destacan cuán precioso es hoy en día el ejemplo de los mártires, en tiempos en que la libertad de religión está en peligro y se atenta contra la condición de la familia. Ellos murieron por defender su derecho a profesar libremente la religión cristiana, oponiendo una resistencia pacífica a sus perseguidores. “No eran activistas por los derechos humanos o militares políticos, que se rebelaban contra un régimen. Eran tan sólo personas de una fe profunda y genuina, que sacrificaron su vida por aquello en lo que creían. Los mártires nos dejan mucho para reflexionar”, afirmaron los Obispos japoneses.
De los 188 mártires, asesinados en el siglo XVII, 183 eran laicos; hay también 5 sacerdotes, entre los cuales el jesuita Petro Kibe. La causa para su Beatificación, iniciada en los años 80, concluyó el 1º de junio de 2007 con la aprobación de la Congregación para las Causas de los Santos y la firma de Benedicto XVI.
Los católicos japoneses sostienen que los ejemplos del martirio son un aliento para todos los cristianos en el país del Sol Levante, donde los católicos son una minoría (450 mil fieles locales y 550 mil inmigrantes, sobre 127 millones de habitantes). Entre los mártires del Japón reconocidos por la Iglesia están ya San Pablo Miki y sus compañeros, Grazia Hosawaka, Ludovico Ibaragi, Michael Kozaki y Takayam Ukon.
La Iglesia local expresó su gratitud a la Santa Sede por el reconocimiento a los japoneses que murieron testimoniando la fe, además de la certeza de que el evento será una oportunidad para la evangelización de los no creyentes.
Otro campo fecundo de misión para los fieles del Sol Levante está constituido por el carácter internacional de la comunidad católica del país: efectivamente, a causa del gran flujo de inmigrantes filipinos, coreanos, chinos, peruanos y sudamericanos, que llegan en busca de trabajo, hay en Japón un consistente número de católicos extranjeros: cerca de 565.000, más que los mismos fieles japoneses. Sus fuertes tradiciones católicas se pueden compartir, volviéndose ellos mismos un instrumento de evangelización. Ellos, afirma la Iglesia, representan una esperanza para la comunidad católica japonesa, en parte porque tienen muchos jóvenes y niños. La inmigración –nota la Iglesia– es un fenómeno sumamente relevante en Japón, con el cual es necesario confrontarse para hacer que produzca frutos por el bien de la evangelización.
La Conferencia Episcopal, en efecto, ha evaluado los resultados de una encuesta conducida de manera capilar, durante un año, en todos los niveles de la Iglesia japonesa en un programa denominado “Iniciativa Nacional de Evangelización”, lanzado hace algunos años, que apuntaba a revitalizar las iniciativas misioneras en el territorio. Una de ellas será la nueva iglesia inaugurada recientemente en Chofu, una zona de la capital japonesa Tokio, signo visible de una pequeña comunidad que medita, celebra y da testimonio del Evangelio de la Caridad.
La Iglesia, dedicada a San Juan Bosco es administrada por los misioneros Salesianos, ha sido consagrada el 2008 en una solemne Eucaristía presidida por Su Excelencia Mons. Pietro Okada Takeo, Arzobispo de Tokio, que expresó toda su alegría por el evento, en la esperanza de que la nueva Iglesia de Chofu pueda convertirse en un centro de irradiación del Evangelio. En el territorio parroquial se encuentran cerca de 1300 fieles que participan en la celebración de los sacramentos y siguen regularmente cursos de profundización en la Biblia. Además, se han lanzado iniciativas de solidaridad en Japón y actividades de apoyo para la misión ad gentes.
Regresando al área del sudeste asiático, otra comunidad católica exulta por el inicio del camino de beatificación de uno de sus miembros. En Vietnam, en efecto, hay mucha alegría por la apertura del proceso de beatificación del Card. Francois Nguyen Van Thuan, inolvidable apóstol y pastor de la iglesia en Vietnam, muerto el 16 de septiembre del 2002. Se ha abierto la fase diocesana de la Causa de Beatificación del Cardenal vietnamita, ex presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Pax”. La abogada argentina Silvia Correale ha sido nombrada “postuladora” del proceso, y es la encargada de recoger la documentación y escuchar los testimonios que en un segundo momento serán enviados a la Congregación para las Causas de los Santos. El Cardenal Van Thuan había llegado al Vaticano luego de haber pasado 13 años en cárceles de Vietnam, unificada bajo el control de las autoridades comunistas. Dicha experiencia tan difícil y sufrida hizo madurar en su corazón un gran testimonio de perdón evangélico y de “amor al enemigo”, que ha ejercido una gran influencia para los años sucesivos en la relación entre la Iglesia y las autoridades comunistas en el país.
Es también gracias a su ejemplo que la comunidad local se está comprometiendo cada vez más en la misión “ad gentes”: en particular los Salesianos de Vietnam, recordando la primera expedición de los misioneros salesianos enviados por Don Bosco a la Patagonia (Argentina), cada año promueven diversas iniciativas con sabor misionero, involucrando a sacerdotes, religiosos, laicos y jóvenes.
Una celebración “estrictamente misionera” se tuvo en Dalat, ciudadela de Vietnam central, donde hace cerca de 80 años llegó el Evangelio con la presencia de los primeros misioneros, que impulsaron a llevar la Buena Nueva hasta las minorías étnicas de Vietnam. Hoy la población local tiene una fe cristiana ferviente y vive las dificultades confiando en la Providencia Divina. Con ocasión del 80° aniversario de presencia misionera entre la población de la zona, la diócesis de Dalat ha querido celebrar una “Jornada de la juventud” centrada en el tema: “Ser misioneros amando y sirviendo al prójimo, en particular a los pobres y a las minorías étnicas”. Ha sido un momento de fiesta extraordinario para la diócesis, en el que participaron más de 4 mil jóvenes provenientes de diversas parroquias y asociaciones laicales animadas por ordenes religiosas presentes en la diócesis, en la que trabajan actualmente 25 congregaciones religiosas. Los jóvenes presentes expresaban con frecuencia el deseo de vivir la experiencia de comunión con todos los otros jóvenes del mundo, en la JMJ de Sydney 2008.
Otra buena noticia para el trabajo de evangelización en Vietnam viene de la diócesis de My Tho, donde la pequeña comunidad católica se ha comprometido a construir una nueva casa para la catequesis y la formación cristiana. En la diócesis de My Tho, de Vietnam del Sur, hay parroquias muy pobres, en zonas rurales o montañosas, donde los fieles frecuentemente no tienen una iglesia y se deben movilizar por muchos kilómetros para poder participar en una Santa Misa o recibir los Sacramentos. La parroquia de Vinh Hung es una de ellas: fue instituida oficialmente en el 2006 y cubre un territorio extremadamente pobre y subdesarrollado, en la frontera con Camboya. Surge en una zona donde faltan casi del todo la instrucción y a la asistencia sanitaria, donde no hay escuelas ni hospitales y los jóvenes están en su mayoría desocupados.
Viven allí cerca de 1.400 fieles que por años no han tenido la posibilidad de celebrar ni siquiera la Eucaristía dominical y no tenían un lugar donde reunirse. Hasta el 2006 recorrían cerca de 60 kilómetros para llegar a la iglesia de Moc Hoa, donde había un sacerdote y podían así participar en la Santa Misa. En el 2006 los fieles iniciaron la construcción de una pequeña capilla, erigiéndola con sus propios esfuerzos. Junto con eso han construido también una pequeña aula para la catequesis y las actividades de formación, destinadas sobre todo a jóvenes y niños.
Hoy, según las intenciones del párroco de Vinh Hung, aquella simple construcción deberá ser renovada y volverse una verdadera y propia casa de catequesis y formación. Para alegría de la comunidad local, el párroco ha ya obtenido de las autoridades civiles los permisos para construir. Todos los fieles están participando alegremente en el proyecto, poniendo cada uno su propio trabajo, sus propias habilidades, consiguiendo materiales y donando su mano de obra.
Pasando a la cercana Camboya, la comunidad católica ha tenido un gran signo de esperanza gracias a un evento histórico: se ha festejado la consagración y apertura al culto de una nueva iglesia, dedicada al Niño Jesús. Se trata de la primera nueva iglesia abierta en la capital desde el tiempo de la revolución comunista del khmer rouge. La comunidad católica camboyana (cerca de 15 mil fieles) continúa su obra, viviendo en la fe, la esperanza y la caridad, y dando testimonio del Evangelio de Cristo, poniéndose al servicio del desarrollo integral de la persona.
En el campo de la instrucción, gracias al acuerdo realizado entre la universidad Real de Agricultura y la Iglesia Católica camboyana, ha nacido en la provincia de Takeo un nuevo instituto universitario de estudios con el nombre de San Francisco de Asís. El nuevo complejo universitario comprende aulas para lecciones, una biblioteca, un laboratorio agro-alimentario y estructuras de acogida para más de 100 estudiantes. El Ministerio de Cultura camboyano agradeció a la Iglesia por su esfuerzo en el campo de la instrucción y de la formación de las jóvenes generaciones.
En efecto, los estudios de instrucción y las escuelas de formación profesional son verdaderos y propios “instrumentos de caridad”, a través de los cuales la comunidad católica contribuye concretamente al crecimiento y al desarrollo socio-cultural de los jóvenes camboyanos, poniendo así los cimientos para edificar una sociedad justa, abierta, libre, caracterizada por el respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales de la persona. Es ésta la visión que inspira el trabajo en el campo de la instrucción y de la formación de diversas congregaciones en Camboya. Dicho empeño, que se explica en la creación de nuevos institutos sobre todo el territorio nacional, caracterizados por la competencia en la oferta educativa, está siendo premiada por la población (de mayoría budista), que se dirige cada vez más hacia las escuelas católicas.
Lo demuestra el “boom” registrado en las inscripciones a los institutos dirigidos por los Salesianos, que continúan su obra en el sector, tratando de proporcionar instrucción y nuevas posibilidades de ocupación a los jóvenes camboyanos. En los meses pasados han sido cerca de 2 mil los jóvenes que, desde varias provincias camboyanas, llegaron a Phnom Penh y Sihanoukville para presentar su pedido de admisión en las dos escuelas técnicas Salesianas. Las “Don Bosco Technical Schools” de Camboya ofreces cursos de electricidad, mecánica general, mecánica automovilística, secretaría, turismo y comunicaciones sociales. Las escuelas, de acuerdo con el Ministerio de Educación camboyano, acogen a candidatos de edad comprendida entre los 16 y los 21 años, y que viven en situación de pobreza o marginación.
Los Salesianos han inaugurado también en el distrito de Siem Reap, a 300 km de Phnom Penh, otro instituto: la “Bosco Bakery School”, realizada gracias a la efectivo apoyo del “Voluntariado Internacional para la Mujer, la Educación y el Desarrollo”.
También de la pequeña Laos, llegan buenas noticias para la evangelización: una nueva ordenación sacerdotal que alegra a la comunidad católica del país (35-40 mil católicos sobre una población de cerca de 6 millones de habitantes). El p. Benedict Bennakhone Ithirath, de 35 años, Oblato de María (OMI), fue ordenado sacerdote en Pakxan, su parroquia de origen, por Mons. Jean Khamse Vithavong, Vicario Apostólico de Vientiane. El p. Bennakhone realizó sus estudios superiores en Australia, donde fue ordenado diácono el 14 de junio del 207. Con su ordenación sube a 5 el número de sacerdotes laosianos (todos Oblatos de María Inmaculada) ordenados en estos últimos dos años con el visto bueno de las autoridades laosianas, luego de tres décadas de impedimentos y ausencia de vocaciones. Según la comunidad local, parece confirmarse el nuevo curso del régimen comunista, en el poder desde 1975, que empezó a conceder tímidas aperturas al tema de la libertad religiosa sólo a partir de 1991, con la aprobación de una nueva Constitución.
Además, para ayudar a la pequeña Iglesia laosiana en su desarrollo, en el trabajo pastoral, en la formación de sacerdotes, religiosos y laicos, y para suscitar nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, los misioneros Redentoristas tailandeses también se preparan para ir a apoyar a la comunidad local, que viven en medio de dificultades, falta de medios, estructuras y personal.
Fue Su Excelencia Mons. Sommeng Vorachak, Vicario Apostólico de Savannakhet, quien invitó a Laos a los religiosos redentoristas de la provincia de Tailandia, donde ya algunos hermanos han prestado su servicio pastoral, enseñando y dando formación a algunos seminaristas. El Obispo ha expresado su deseo de una presencia estable de los religiosos en el Vicariato, que podría dar un nuevo impulso a la evangelización en el área, instaurando la familia religiosa de la Congregación del Santísimo Redentor (C.Ss.R.), compuesta de sacerdotes, religiosas y fieles laicos.
Se debe hacer, por otra parte, una consideración especial para Indonesia, país sumamente importante en el ajedrez del sudeste asiático, en el que la comunidad cristiana se confronta con una gran mayoría musulmana en la población, en las instituciones, en los partidos. En efecto, continúan los pasos –a veces fatigosos o caracterizados por obstáculos de distinta índole–, hacia la democracia en Indonesia. El país musulmán más poblado del mundo (más de 220 millones de personas, con un 85% musulmán) ha experimentado los inicios de una democracia luego de la caída del dictador Suharto, en 1998. A diez años de dicho acontecimiento, que podría ser considerados el momento de inicio del camino democrático indonesio, el país anunció las nuevas elecciones legislativas y administrativas, que se realizarán en abril del 2009. Y el testimonio cristiano es particularmente urgente en el campo político: en vista de las próximas elecciones del 2009, los cristianos indonesios han sido alentados a comprometerse y competer activamente en la vida política nacional, para promover los valores de la unidad, el pluralismo, la libertad y los derechos humanos, como afirmó el Forum de la Comunicación Cristiana, asociación ecuménica fundada en 1996, que ha reunido también a espontáneos católicos, en un convenio titulado “La política cristiana con ocasión de las elecciones del 2009”.
Las Iglesias cristianas han remarcado la importancia del compromiso público de los cristianos por construir una nación mejor, pero también para hacer contraste a las ideologías y movimientos de corte fundamentalista que son una amenaza para los principios constitucionales de la Pancasila, sobre la cual se basa la pacífica convivencia entre etnias o religiones diferentes en Indonesia. Dicha aproximación debe involucrar a todos los ciudadanos indonesios, dados que la libertad y la democracia son valores y principios comunes de los que todos deben beneficiarse.
Con ocasión de las elecciones, la Iglesia Católica de Indonesia ha tenido siempre y continuará teniendo en alto la bandera de la transparencia, del respeto por la dignidad de la persona, del diálogo interreligioso, del rechazo de cualquier tipo de fundamentalismo, de la atención al desarrollo social y económico equitativo y solidario; denunciando, por otra parte, sin titubeos, las violaciones y abusos a la libertad religiosa: de 1994 al 2007, según señalan algunas organizaciones cristianas, más de cien iglesias cristianas han sido obligadas a cerrar sus puertas a causa de las discriminaciones y de la violencia perpetradas por grupos de extremistas islámicos en relación a la población cristiana. Un fenómeno al que las autoridades políticas indonesias están llamadas a hacer frente de manera concreta, garantizando protección, tutela y libertad de culto.
Pero no obstante esto, en Indonesia, el diálogo interreligioso funciona y da frutos. Las buenas relaciones entre los líderes se han consolidado y los cristianos son bien estimados y apreciados en la sociedad, no obstante algunos episodios negativos, que no anulan el cuadro general positivo.
El marco que garantiza el diálogo es la “Pancasila”, la filosofía que está en la base del estado, zanjada por la Constitución. Es la filosofía de los cinco principios (panca = cinco, sila = principio): fe en un único Dios supremo; humanidad justa y civil; unidad de Indonesia; democracia guiada por la sabiduría; justicia social. La Pancasila indica lo que hay de bueno en cada religión, los principios comunes como la solidaridad, el respeto, la justicia y, por lo tanto, de la ayuda mutua en el camino del diálogo. La Pancasila es un instrumento para servir: sirve para reafirmar la unidad de Indonesia y el esfuerzo común de la población por el respeto y la promoción de algunos valores fundamentales, que garantizan la paz y la estabilidad.
Los creyentes en Cristo desarrollan en la nación un espíritu de fraternidad, igualdad entre comunidades de cultura, etnia y fe diferentes, como base referencial para una coexistencia pacífica.
Un capítulo que en el 2008 ha avanzado es el relativo a la pequeña Timor Oriental, la más joven nación asiática. En efecto, durante el año los líderes políticos de Indonesia y de Timor Oriental aceptaron y suscribieron el Informe Final de la “Comisión para la Verdad y la Amistad” entre los dos países, instituida en el 2005, que contiene un reporte sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por las milicias filo-indonesias sobre la población timorense, al día siguiente del voto por la independencia de Timor Oriental, en 1999.
Se trata de un paso decisivo en la historia de las relaciones entre los dos países, pues es sobre el reconocimiento de los errores del pasado que se puede establecer un ambiente de reconciliación nacional y de buenas relaciones entre los dos estados: Indonesia, ex colonizador, y el pequeño Timor Oriental, la nación más joven de Asia, proclamada República en mayo del 2002, luego de un periodo bajo la administración transitoria de las Naciones Unidas.
El Informe realizado por la Comisión informa sobre los abusos cometidos por amplios sectores del ejército indonesio que armaron a las milicias para-militares, utilizándolas en una vasta campaña de atrocidades y destrucciones, golpeando sobretodo a movimientos, grupos y familias que se habían distinguido por estar a favor de la independencia de Timor Oriental. En pocas semanas se produjeron más de mil muertos y otros cientos de personas fueron torturadas durante los enfrentamientos de 1999.
En aquella época el gobierno indonesio rechazó todas las imputaciones contra el ejército, definiéndolas como infundadas. Hoy en día el gobierno reconoce que el ejército indonesio, la policía e incluso oficiales públicos, estuvieron involucrados en graves violaciones de los derechos humanos, incluidos homicidios, violaciones, torturas, detenciones ilegales y deportaciones.
Por otra parte, el Informe nota que también las milicias pro-independencia, organizadas por los ciudadanos timorenses, fueron autoras de abusos y violaciones de los derechos humanos.
La Comisión tiene la tarea de encontrar una vía de reconciliación a través de la búsqueda de la verdad, pero sin indicar responsabilidades individuales. Los resultados del informe de la Comisión para la Verdad no tienen, en ese sentido, un valor legal y no pueden iniciar procesos penales contra los sospechosos.
Los líderes políticos de los dos países subrayaron que es necesario cerrar las cuentas con el pasado, reconociendo los errores, y mirar al futuro para construir relaciones de buena vecindad: es ésta, por otra parte, la posición que ha tenido siempre la Iglesia de Timor Oriental, la cual ha indicado que la búsqueda y la aceptación de la verdad es un paso fundamental, propedéutico, a la reconciliación.
En Timor Oriental, la tan deseada reconciliación nacional ha tenido también en el 2008 un impulso simbólico: en efecto, allí donde el Papa Juan Pablo II celebró la Santa Misa delante de una densa platea de jóvenes timorenses, el 12 de octubre de 1989, llevando un mensaje de paz y de esperanza, hoy se levanta una capilla y una estatua dedicada a él. La nueva estructura, en el suburbio de Tasi-Tolu, en la periferia de la capital Dili, fue inaugurada y bendecida por el Nuncio Apostólico en Indonesia y Timor Oriental, Mons. Leopoldo Girelli. El suburbio Tasi-Tolu es símbolo del sufrimiento del pueblo timorense. Cuando el Santo Padre visitó la isla, en 1989, Timor Oriental estaba bajo la dominación indonesia y luchaba por su libertad, obtenida luego en 1999. En aquel entonces Juan Pablo II besó por tierra la cruz, mostrando su amor y su cercanía a los sufrimientos de la población.
La erección del monumento y de la capilla pretende recordar ad sempiternam memoriam la visita de Juan Pablo II. “Este monumento quiere ser un signo de esperanza para un futuro mejor del pueblo timorense, en el que todos los ciudadanos puedan encontrar un puesto con dignidad. La justicia es un factor clave en este futuro y los timorenses están luchando por la justicia”, comentó a la Agencia Fides el p. Filomeno Jacob, sacerdote local y Director de las Obras Misionales Pontificias en Timor Oriental.
También el Nuncio Apostólico fue claro en su mensaje: “No debemos olvidar los sufrimientos del pasado, sino aprender de la memoria histórica para no repetir los errores que causaron tanto dolor y sufrimiento a los timorenses. Por ello no podemos olvidar la justicia: para los cristianos el perdón no significa impunidad. El perdón requiere justicia. La justicia es una prioridad en todo el mundo, especialmente en la amada nación de Timor Oriental”.
La justicia –continuó el Nuncio– “requiere la realización de todos los procedimientos judiciales. Requiere el respeto por los derechos fundamentales de cada individuo. Pero, al mismo tiempo, la justicia no puede estar separada del amor, de la fraternidad y de la solidaridad, factores que son promotores de la reconciliación. He ahí porqué hoy, en el mundo, justicia y reconciliación van de la mano. No puede haber una paz definitiva y auténtica sin justicia”.
Extracto de DOSSIER FIDES “Especial Jornada Misionera Mundial 2008” publicado por Agencia Fides el 19 de octubre de 2008
LA MISIÓN EN ASIA : Turquía, Pakistán, Sri Lanka, Myanmar, Filipinas, Corea del Sur.
Fenómenos económicos como la crisis alimenticia; grandes eventos eclesiales como la JMJ de Sydney o el Año Paulino; preocupantes datos políticos como el Reporte ONU sobre la corrupción en Asia: entre tales realidades, que exigen respuestas complejas y delicadas, se realizó la misión de las Iglesias asiáticas, que viven en contextos de minoría y experimentan cotidianamente la dificultad de profesar la fe cristiana y más aún llevar la Buena Nueva a cuantos aún no han recibido el anuncio. Sacerdotes, misioneros y lacios en Asia, en contextos muy diversos unos de otros –desde el Asia central hasta la meridional, desde el Extremo Oriente al Sudeste- se reúnen por la misma pasión por el Evangelio, por la misma determinación en llevar un testimonio cristiano, en dar esperanza a los pobres y a los marginados en el nombre de Jesús. Lo demuestran las experiencias y las actividades recogidas en la presente panorámica, que ofrece una idea general –necesariamente sintética- sobre los pequeños pasos que ha realizado la misión de la Iglesia en el 2008 en aquel inmenso continente asiático así como en las remotas islas del pacífico en Oceanía.
Partiendo del cercano Oriente, las comunidades cristianas en Turquía han vivido particularmente la inauguración y las actividades pastorales y culturales relacionadas al Año Paulino, iniciado el 29 de junio. La comunidad católica ha vivido y vivirá durante todo el Año Paulino un momento de gracia inolvidable: todos los fieles son invitados a vivir un año de gracia sobre los pasos de San Pablo, y anunciar a Cristo junto a él.
El Año Paulino es y será una importante ocasión para la misión de la Iglesia (los católicos somos unos 100 mil, el 0,8% de la población) en una tierra donde, en el pasado, los cristianos fueron víctimas de ataques por parte de fundamentalistas islámicos. Será también ocasión para reforzar los lazos ecuménicos y para el diálogo interreligioso. La Iglesia, en efecto, presentó la personalidad y la obra de San Pablo, poniendo el acento sobre la multiculturalidad de su mensaje: la pertenencia multicultural de Pablo lo ha hecho ciudadano del mundo, haciendo que su mensaje tenga una mayor portada universal y hable a todos los hombres de todos los tiempos y de todas las religiones. Haciendo resonar tal universalidad en medio de la población musulmana de Turquía, la Iglesia nota la sintonía que existe entre algunas de sus expresiones (cfr. Fil y Rm) y la invitación del Corán donde se lee: ‘Luchad por realizar obras buenas, todas estas regresaran a Dios’ (Corán 5, 48).
Según la información recogida por Fides, el clima que se respira en el Año Paulino en Turquía es bueno y la Iglesia es cautamente optimista, afirmando que existen los mejores presupuestos para vivir la fe cristiana, en comunión ecuménica y en dialogo con el mundo musulmán.
De modo especial Tarso y Antioquía serán, durante el Año Paulino, centros de irradiación de la espiritualidad paulina, lugares de infatigables y continuas peregrinaciones que se prevén desde toda Europa y otros continentes, sobre todo con la participación de jóvenes.
En Tarso permanece abierta la cuestión de la iglesia-museo dedicada a San Pablo. En el pasado, las autoridades locales ya han consentido celebraciones religiosas dentro de la estructura, iglesia en el pasado, hoy transformada en museo. La Iglesia turca ha pedido poderla utilizar de manera estable a lo largo del Año Paulino, para celebraciones litúrgicas con grupos de peregrinos, o poder construir una nueva iglesia en la ciudad.
Debe notarse también el aprecio recibido por la Carta pastoral difundida por los Obispos con ocasión del Año Paulino (cfr. Fides 28/1/2008), que tuvo un amplio eco. Ha sido acogida y recibida por las comunidades católicas locales, así como por las otras comunidades cristianas. Esta invita a los fieles de todas las religiones a trabajar juntos para construir la paz, en un esfuerzo que será aún más visible y claro a lo largo del Año Paulino.
Dirigiéndonos hacia el subcontinente índico, una situación delicada para el equilibrio político de la región es la de Pakistán. Desde el 2007 se ha venido dando un proceso de transición democrática que ha desembocado, en el 2008, en las elecciones para la renovación del Parlamento y de las asambleas provinciales, por lo tanto en la dimisión de Musharraf, seguidas brevemente por nuevas elecciones presidenciales que condujeron a Asi Ali Zardari al vértice del país. En esta fase de transición, donde la lucha con el terrorismo y grupos radicales islámicos que parece ser un punto determinante para los equilibrios internos, la Iglesia siempre ha condenado, junto a otras organizaciones de la sociedad civil y otras minorías religiosas, los actos de violencia extrema (como el atentado al Hotel Marriott en septiembre), destacando que el desprecio de la vida es un acto aberrante, que muestra la perversidad de toda ideología a la base de tales actos terroristas que afectan a personas inocentes.
En particular, la Iglesia Católica en Pakistán indica las prioridades para el país, pidiendo reformas, garantías y derechos, estabilidad política y económica. La comunidad católica destacó también recientemente la urgencia de un proceso de reformas democráticas, la lucha contra el fundamentalismo, intervención en economía para garantizar el bienestar de la población, especialmente de los más necesitados. En este cuadro permanece abierta la cuestión de las minorías religiosas, como aquella cristiana, para las cuales es necesario garantizar derechos, libertad de culto y el respeto del que gozan todos los ciudadanos.
Dirigiéndose al nuevo Presidente, la Iglesia hizo notar el peligro de la inestabilidad y la presencia de grupos extremistas que amenazan el normal desarrollo democrático de la vida social y el respeto de los derechos elementares de las personas, en un clima de intimidación y hostilidad que sufren las minorías religiosas, entre estas la comunidad cristiana. En particular en el noroeste del Pakistán los fieles son objeto de continuas violencias y amenazas, y sus vidas corren peligro cada día, atacados por grupos terroristas que arrecian en el área. La Comisión Nacional “Justicia y Paz”, al interior de la Conferencia Episcopal, ha recogido numerosos testimonios y pedidos de ayuda de las comunidades de fieles en la provincia de frontera del noroeste, lugar donde desarrollan sus actividades los grupos radicales islámicos.
Los puntos más delicados, señalados al nuevo Presidente, son: la prospectiva de las minorías religiosas en un sistema democrático; el rol, las funciones y la potencialidad de la sociedad civil en Pakistán; los derechos humanos, libertad religiosa, instrucción y ley sobre la blasfemia.
Si en Pakistán las minorías cristianas son amenazadas por grupos radicales islámicos, en la cercana India, otro “gigante regional”, el 2008 no ha sido seguramente un año feliz para estas minorías, que han sido objetivo de organizaciones radicales hinduistas promotoras de una ideología exclusivista definida “hindutva” (“hinduitat”), que quiere eliminar del país a los grupos religiosos no hinduistas.
La violencia anticristiana explotó particularmente en el estado de Orissa (donde hubo 26 muertos y miles de refugiados) y se extendió peligrosamente a otros estados de la federación. El Cardenal Varkey Vithayathil, Presidente de la Conferencia Episcopal India, condenó firmemente tales episodios de violencia afirmando: “Los ataques contra los cristianos son manifestaciones de una creciente intolerancia de algunos sectores de la sociedad que continúan desafiando los derechos constitucionalmente garantizados a los ciudadanos de esta nación. Como nación no podemos permitir instintos primitivos de conflicto y destrucción. La comunidad cristiana vive en India de modo pacífico incluso en este momento, y está expuesta a provocaciones y violencias. Esta actitud no debe ser interpretada como debilidad, sino como una opción preferencial basada en los principios del vivir civil. La comunidad cristiana continúa haciendo propio el servicio a todos los sectores de la sociedad índica, sin discriminación alguna” y sin dejarse influenciar por cuantos “con infundadas acusaciones de conversiones fraudulentas” quieren generar “una polarización social sobre la base del credo religioso”. “Como ciudadanos responsables, no sucumbiremos a esta estrategia de la división, mas continuaremos trabajando en el espíritu de Cristo, nuestro Maestro, por la unidad, la integridad y el progreso de la nación”.
La Iglesia respondió con una iniciativa no violenta, celebrando una Jornada de ayuno y oración en todas las comunidades cristianas de India por la paz en Orissa y recibiendo el apoyo y la solidaridad de creyentes de otras religiones. Y, mientras los episodios de violencia anticristiana continuaban dándose de manera preocupante en diversos estados de India, desde la diócesis de Varanasi partió hacia Orissa una misión de paz conducida por una delegación interreligiosa, formada por líderes hindúes, sikh, musulmanes, budistas y cristianos de diversas confesiones. La delegación inició una labor de reconciliación para traer paz y armonía entre la población, como dijo a Agencia Fides Su Exc. Mons. Raphy Manjaly, Obispo de Varanasi.
Se debe notar que la segunda ola de ataques anticristianos en Orissa, dada a fines de agosto del 2008, es mucho más grava que la del diciembre del 2007, más violenta e inmotivada. Esta constituye un auténtico “plan para eliminar a los cristianos de Orissa”, orquestado gracias a intereses individuales para desencadenar la violencia, como afirma Su Exc. Mons. Raphael Cheenath, Arzobispo de Cuttack-Bhubaneshwar (capital de Orissa) en un detallado reporte enviado y publicado por Agencia Fides (ver Fides /9/2008 y 30/1/2008).
Se trata, según la Conferencia Episcopal, del peor ataque hacia las comunidades cristianas en India en los últimos años, una “grave violación de los derechos humanos, de la libertad religiosa, del mismo derecho a la vida”, por lo que se pide una movilización internacional. Aún no ha sido derrotado –se afirma- el virus de la “cristianofobia” (ver Fides 2/4/2008)
No obstante las agresiones, la Iglesia en India continua anunciando el Evangelio, siguiendo en la línea de los Congresos Misioneros en Karnataka (noviembre 2007), y del que se celebrará en el mismo estado índico Gujarat (noroeste de India en noviembre del 2008) con el tema “Caminar sobre los pasos de Cristo”.
El subcontinente índico no encuentra la paz: también la isla del Sri Lanka pasa por un conflicto civil que en el 2008 ha empeorado y que ha tenido su resultado más radical y sanguinario en el enfrentamiento entre el ejército regular y los rebeldes tamil.
Ante tal conflicto civil la comunidad católica, en todas sus componentes, se ha comprometido en esforzarse por la paz y la reconciliación. Cada día numerosos sacerdotes, religiosos, misioneros y laicos, se disponen a curar las heridas frutos del conflicto y al mismo tiempo difundir así una cultura de paz. Como narró a Agencia Fides Sr. Christobel Wijesekera, de la Congregación de las Franciscanas Misioneras de María, los cristianos del Sri Lanka están comprometidos en mostrar solidaridad y asistencia humanitaria a los refugiados y a las personas víctimas del conflicto en el norte y el este del país. Numerosos miembros de diversas congregaciones religiosas trabajan en cooperación con el “Centro para la Sociedad y la Religión” existente en la capital Colombo, dirigido por el P. Rohan Silva, misionero de los Oblatos de María Inmaculada.
Durante el sangriento conflicto, los religiosos católicos continúan creando puentes de paz y de reconciliación, trabajando en colegios, centros pastorales, lugares públicos. La comunidad católica ceilandesa no deja de rezar por la paz, en una campaña que se realizada en todas las realidades eclesiales, en todos sus niveles. Los Obispos repiten que “la guerra y la violencia no son caminos para obtener una paz duradera: es necesario encontrar una solución política para la crisis”.
Frente al aumento de la violencia y de víctimas, Su Exc. Mons. Oswald Gomis, Arzobispo de Colombo, pidió a los fieles y a todos los ciudadanos de Sri Lanka perdonarse unos a otros y rezar intensamente por la paz en la atormentada nación. Los Obispos han exhortado más de una vez a construir la paz (ver Fides 15/4/2008 y 13/6/2008), declarando la propia disponibilidad y el empeño de la Iglesia, en todos sus niveles, al servicio de la paz y la reconciliación pidiendo a los rebeldes tamil que desistan a seguir sembrando violencia y alentando a las partes a retomar el camino del dialogo, en el interés por el bien común del país.
Particular importancia reviste la zona de Madhu, Santuario mariano atacado en el 2008 durante los enfrentamientos, un lugar sacro que los cristianos siempre han pedido preservar como área externa al conflicto. El Santuario fue cerrado a lo largo del 2008 y la estatua mariana fue llevada a un lugar seguro, lejano de los enfrentamientos. El Obispo de Mannar, Mons. Rayappu Joseph había pedido al gobierno de Colombo declarar el Santuario “zona desmilitarizada” para consentir el regreso de la estatua de Nuestra Señora de Madhu.
Un punto de referencia importante para la misión de la Iglesia ceilandés es el Beato Joseph Vaz, reconocido por la Iglesia como quien permitió el renacimiento del cristianismo en la isla, y considerado el “fundador” de la Iglesia ceilandesa. Una figura que el Papa Juan Pablo II definió “el San Pablo de Sri Lanka”. La Iglesia ceilandesa inició en enero del 2008 el trienio de preparación para el tercer centenario de su muerte, que se celebrará en enero del 2011. Con ocasión del Año Paulino, los Obispos han invitado a los fieles a “imitar, estudiar y seguir a estas dos grandes figuras de hombres de Dios”, mediante encuentros y seminarios a nivel diocesano, en colegios, parroquias, movimientos y asociaciones.
También las poblaciones de los estados del sudeste asiático han pasado pruebas y sufrimiento, experimentando la cercanía de la comunidad católica. En Myanmar el pueblo birmano sufrió los efectos devastadores de una catástrofe natural en el 2008: el ciclón Nargis, que el 2 y 3 de mayo azotó el sudoeste de la nación, afectando a más de 2 millones de personas. Y mientras la junta militar en el poder demoró en conceder las autorizaciones para consentir a las ONG’s internacionales traer ayuda, el trabajo de los voluntarios católicos birmanos, iniciado tempestivamente y continuado sin detenerse, dio un importante aporte para afrontar la emergencia. Muchas de las personas afectadas habrían muerto de no ser por la intervención de la Iglesia y de Caritas, que no obstante las dificultades y los pocos medios a disposición, consiguieron llevar alimentos, frazadas y medicinas a los prófugos, acogiéndolos en muchas iglesias y tratando de hacer llegar la ayuda a las aldeas más aisladas.
Tras el paso del ciclón Nargis, durante la fase de ayuda de emergencia, “el lenguaje común de la población birmana, que reúne budistas, cristianos y fieles de otras religiones, fue el de la compasión”, afirmó su Exc. Mons. Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangón. Los monjes budistas se pusieron manos a la obra salvando vidas humanas y ayudando a los sobrevivientes en aldeas cristianas; y los voluntarios católicos llevaron su ayuda, alimentos y medicinas a las personas afectadas en áreas completamente budistas.
La solidaridad no hizo distinciones de religión: todos los grupos religiosos fueron víctimas del ciclón. Todos los lugares de culto, iglesias, monasterios y templos budistas, conventos, fueron afectados por Nargis, que destruyó algunos de los lugares más sacros y famosos de la región. Muchas de las personas que sobrevivieron se dedicaron a ayudar al prójimo. En un país de mayoría budista “la compasión se desencadenó cual remedio tras el diluvio del mal. Iglesias y monasterios se han convertido en campos para refugiados, donde muchas víctimas han encontrado ayuda y consolación”, afirmó el Arzobispo.
Los voluntarios católicos han sido los primeros en auxiliar a madres que perdieron a sus hijos, en reunir a los huérfanos, en consolar a las comunidades rurales con la oración y con su sencilla presencia.
Una gran consolación para una población, que sufre a causa de las imposiciones y las limitaciones de un régimen militar opresivo, llegó en el Año Paulino de manos del Apóstol Pablo, palabras que son y serán un aliento real, un punto de referencia para la pequeña comunidad católica birmana: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gal 6,14). El paso en el que el Apóstol dice: “Nada podrá separarnos del amor de Cristo” (Rm 8,35-39) será el tema central de la vida pastoral de la Iglesia en Myanmar para los próximos años y constituye el punto de partida para la reflexión y profundización que, durante el Año Paulino, será realizado en las parroquias, comunidades católicas, movimientos y congregaciones religiosas.
Los fieles birmanos han sido invitados a tomar como modelo al Apóstol de los gentiles por la tarea de la evangelización y su total dedicación a Cristo, no obstante las persecuciones sufridas. El tema escogido por la comunidad “Nada podrá separarnos del amor de Dios” –destacó a Agencia Fides el P. Dominic Thet Tin, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Episcopal- es “un impulso para la misión de la Iglesia en Myanmar: San pablo nos exhorta a poner nuestra mirada en la gloria que nos espera y por esto a no desesperar nunca ante el dolor y el sufrimiento cotidiano”.
La población de Filipinas tuvo que afrontar otra crisis humanitaria como aquella de los estados del Asia oriental, teniendo que afrontar la terrible crisis alimenticia que afectó a numerosos países del sur del mundo. Aquella que ha sido definida la “crisis del arroz” ha sido generada por el aumento de los precios de alimentos básicos a nivel mundial, incidiendo en modo cada vez más dramático en las condiciones de vida de millones de personas en diversas naciones asiáticas. El arroz es un alimento del que depende la vida de 2,5mil millones de personas en Asia, donde se cultiva el 90% de la producción mundial. La población de Filipinas ha sido gravemente afectada por la crisis: es esta situación la Iglesia en Filipinas se ha puesto manos a la obra velozmente, poniendo a disposición todos sus recursos para vencer la crisis alimenticia. Ayuda a la red de distribución capilar del precioso alimento; aporte moral y espiritual para evitar desórdenes y asaltos; sensibilización de la opinión pública y de las instituciones para buscar medidas que resuelvan el problema: son estas las líneas de acción sobre las cuales la comunidad católica filipina, en sus diversas ramificaciones y diversos niveles, está trabajando.
La Iglesia ha puesto a disposición su capilar presencia en el territorio (con Caritas, las asociaciones y las parroquias) y, de acuerdo con el Departamento de la Agricultura, se ha comprometido en distribuir a los pobres unos 50mil sacos de arroz cada semana en diversas parroquias de Manila. El gobierno filipino ha pedido la intervención de la Iglesia para evitar especulaciones y corrupción, visto que, en el proceso de distribución del arroz, parte de los alimentos era robado antes de ser dado a los necesitados, apareciendo posteriormente en el mercado negro.
La Iglesia ha insistido en apoyar a los agricultores. Potencialmente, en efecto, Filipinas puede ser autosuficiente y cubrir la necesidad nacional de arroz, pero el gobierno debería sostener a los agricultores, ayudándolos con los fertilizantes, irrigación y transporte de productos.
Otro motivo de gran sufrimiento para la población civil fue el agudizarse del conflicto en el sur del archipiélago entre el ejército regular y grupos de guerrilleros separatistas islámicos. Los afectados han sido con frecuencia cristianos locales, marginados, empobrecidos, refugiados, e incluso raptados por grupos extremistas como Abu Sayyaf. Pero como afirmó a Fides el misionero PIME P. Sebastiano D’Ambra, que trabaja por el dialogo islamo-cristiano, las familias cristianas que viven en la zona han mantenido una actitud de no violencia, tratando de perdonar, según el espíritu del Evangelio, y construir relaciones amigables con los vecinos. El conflicto entre el ejército de Manila y los separatistas islámicos del Moro Islamic Liberation Front reinició a inicios de agosto, cuando la Corte Suprema de Filipinas rechazó el bosquejo del acuerdo (Memorandum of Agreement) sobre la extensión de la Región autónoma de Mindanao musulmana (Armm). La Iglesia local mantuvo firme su compromiso por la paz y la reconciliación, instaurando y cultivando buenas relaciones con las comunidades musulmanas, confiando especialmente a los jóvenes las iniciativas de diálogo y de encuentro.
Un país asiático donde la fe católica está muy presente en la sociedad y la misión ha dado importantes pasos en el 2008 es Corea del sur: en lo que se refiere a la misión ad gentes, se debe notar el envió de los tres primeros misioneros fidei donum de la diócesis coreana de Suwon al martirizado Sudán: se trata de don Giovanni di Dio Han Man-Sam, 36 años; don Antonio Kim Tae-ho, 39 años; don Alex Lee Seung-joon, 37 años, llamados a “vivir por el pueblo sudanés testimoniando el amor de Dios”, como exhortó Mons. Paul Choi Deong-ki, Obispo de Suwon y Presidente de la Comisión Episcopal para la Evangelización. Los tres misioneros han vivido un adecuado periodo de formación espiritual, cultural, técnica y lingüística y llevan a cabo su labor pastoral en la diócesis de Rumbek.
También los laicos católicos coreanos que viven en el extranjero representan una auténtica fuerza evangelizadora. El número de católicos coreanos que regularmente practican su fe en iglesias extranjeras es de 149.966 (de una población total de ciudadanos coreanos que cuenta alrededor de 7millones), una cifra en constante crecimiento respecto a los años pasados. Para el cuidado pastoral de los fieles coreanos de la diáspora se han instituido 165 parroquias y 170 estaciones misioneras en 61 países. Quienes se ocupan de los fieles son en total 203 sacerdotes, 39 hermanos y 131 religiosas, enviados por la Iglesia en Corea para servir pastoralmente en las iglesias frecuentadas por los fieles coreanos.
Los católicos coreanos en el extranjero dan testimonio de la gran vitalidad de la iglesia en Corea, sobre todo del rol del laicado católico coreano en la misión de la Iglesia. El laicado católico coreano es un ejemplo de vivacidad, dinamismo, madurez y capacidad de evangelizar. La Iglesia coreana está fuertemente basada en la participación y actividades del laicado, que contribuye en modo determinante en el servicio pastoral, como destacó recientemente la asamblea del Consejo del Apostolado de los laicos coreanos.
Es cuanto afirmó también una Investigación difundida por la Comisión para el Apostolado de los laicos y desarrollada por el Instituto para el Apostolado Social de Seúl. La investigación está basada en entrevistas a más de 3.100 laicos católicos de todas las diócesis coreanas y hace notar que la mayor parte de los fieles laicos han recibido los contenidos fundamentales de la fe católica a partir de las homilías en la Misa dominical. Un importante aspecto que emergió es la necesidad de una cada vez más cuidadosa y eficaz formación de los fieles laicos, no pocas veces obstaculizada por la carencia de planes pastorales apropiados. Por esto el reporte aconseja a las diócesis crear programas específicos y cursos de formación. Entre los aspectos positivos y experiencias en acto, existen diversos institutos teológicos reservados al laicado en Corea, que sirven para formar catequistas, animadores eclesiales, diáconos, ministros de la Eucaristía, personas que se ponen a disposición en la Iglesia local. Los laicos son el motor de la Iglesia coreana: su precioso aporte en todos los campos de la pastoral, hace de la Iglesia en Corea una entre las que mejor han comprendido y puesto en práctica el espíritu del Concilio Vaticano II.
En este ámbito, también las mujeres son cada vez más protagonistas en la pastoral de la Iglesia, que tiene la tarea de valorar el carisma femenino y los recursos humanos existentes en la comunidad. La Comisión para el Laicado de la Conferencia Episcopal de Corea tiene un grupo de trabajo dedicado a la presencia de las mujeres en el servicio pastoral. Numerosas mujeres están reunidas en Corea en la asociación “Catholic Women’s Organization of Korea” que promueve la presencia y la formación de las mujeres en los diversos sectores de la pastoral: catequético, litúrgico, caritativo. El movimiento trabaja para valorizar el “genio femenino”, el carisma específico de la mujer en la Iglesia coreana. Fuente de inspiración y punto de referencia es el documento “Mulieris dignitatem”, Carta Apostólica publicada en 1988 por el Papa Juan Pablo II, que destaca el rol de la mujer en la Iglesia. Mediante una difusión capilar en las diócesis coreanas, el movimiento pone en circulación a mujeres católicas, apuntando su atención a la necesidad de difundir y promover una “cultura de la vida” en la sociedad coreana, sobre todo en contraste con las nuevas disposiciones en materia de bioética.
En esta línea, en la que la Iglesia coreana está muy comprometida, se registran dos noticias de particular importancia en el 2008: como anunció el cardenal Nicholas Cheoung, Arzobispo de Seúl, la Iglesia católica en Corea instituyó la Comisión por la Vida en el 2005, que tiene la intención de instituir una Academia Internacional por la Vida que pueda unir fuerzas en Asia Oriental e impulsar la investigación sobre las células estaminales adultas.
La Iglesia católica, respondiendo a los experimentos en embriones en Corea, siempre ha denunciado la manipulación de la vida humana y la violación de la dignidad de la persona, y ha publicado las “Nuevas Líneas guías para la ética de los médicos católicos” fruto del trabajo del Instituto Católico de Bioética, en colaboración con la Comisión para la Vida.
Además en la Universidad Católica de Incheon se abrió el Centro Diocesano “Pontificio Instituto Juan Pablo II para el estudio del matrimonio y la familia”: se trata del primer paso hacia la erección oficial del instituto en territorio coreano, que será en el 2009. Una “Comisión preparatoria” verá al detalle y a nivel burocrático, técnico organizativo y pastoral, la creación del instituto, relacionándolo con las estructuras eclesiales, universitarias y civiles del territorio.
La oferta educativa del Instituto podrá ser útil para formar operadores pastorales, teólogos, laicos, médicos, profesores, catequistas, así como hombres metidos en política y personas que trabajan en el campo del voluntariado así como en otros sectores de la sociedad.
La Iglesia coreana prosigue en uno de los aspectos centrales de su misión: la ayuda y la reconciliación con los hermanos de Corea del Norte, comprometiéndose a rezar constantemente y a aumentar el flujo de la ayuda humanitaria. En los años pasados, se han realizado pasos importantes en las relaciones entre norte y sur, y se camina hacia una mejor comprensión recíproca y esto es alentador para la Iglesia que también ha dispuesto nueva ayuda humanitaria a la población de Corea del Norte. Por esto, en la novena de preparación de la Jornada del 22 de junio, fue lanzada una especial colecta de fondos para enviar nuevas cargas de alimento y medicinas a los grupos más vulnerables del norte.
Carta que ha escrito el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, con motivo del Día Mundial de las Misiones (DOMUND) que se celebra el domingo, 19 de octubre de 2008.
Este año, tras la experiencia misionera vivida en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney por muchos jóvenes madrileños allá, al otro lado del mundo, y que a tantos les ha hecho vibrar también desde aquí, ciertamente nos va a ser más sencillo a todos entender el valor de las misiones que la Iglesia realiza en todo el mundo, porque la Iglesia es, justamente, una y católica, es misionera desde lo más hondo de su ser. El Papa Benedicto XVI, ya en el mismo inicio de su Mensaje para la celebración del DOMUND de este año, recuerda que "el mandato misionero sigue siendo una prioridad absoluta para todos los bautizados", y lo explica subrayando estas bellas palabras de su predecesor Pablo VI en la Exhortación apostólica "Evangelii nuntiandi": "Evangelizar constituye la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda" (n. 4).
Cuando hemos tenido la gracia de contemplar la labor inmensa y hermosa de los misioneros, que a lo largo de tantos años, y tantas veces tan duros, han realizado en países lejanos, nuestro convencimiento de que esta experiencia no puede caer en el olvido nos ayudará, sin duda, a vivir la Jornada Mundial por las Misiones de un modo más decidido y más intenso. Los misioneros no son aventureros, ni su trabajo es fruto de una locura, o de un romanticismo ingenuo y pasajero. Son, por encima de todo, testigos de Jesucristo, que han conocido el amor de Dios, han creído en él (cf. 1 Jn 4, 16) y no pueden mantenerlo escondido, viven para el Señor, entregando a los hombres el tesoro más precioso que guardan en su corazón: la fe en Cristo Jesús. Son personas que se han encontrado con Jesús y han hecho de este encuentro toda una experiencia de vida.
Un día tuvo esta experiencia un perseguidor de los cristianos: Saulo. Vale la pena evocar su figura, como nos indica el lema de este DOMUND 2008: "Como Pablo, misionero por vocación", y como lo hace el Santo Padre en su Mensaje, subrayando que el Año Paulino "nos brinda la oportunidad de familiarizarnos con este insigne Apóstol, que recibió la vocación de proclamar el Evangelio a los gentiles, según lo que el Señor le había anunciado: Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles (Hch 22, 21)". Dios le hizo ver una nueva luz, que transformaría su vida, su forma de pensar, su corazón. Y Pablo hizo de su existencia un seguimiento a esta llamada a ser apóstol, "enviado" al mundo entero. También Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones de este mismo Año Paulino, nos invitaba a mirar de este modo al Apóstol de los gentiles: "La historia de Pablo, el mayor misionero de todos los tiempos, lleva a descubrir, bajo muchos puntos de vista, el vínculo que existe entre vocación y misión. Acusado por sus adversarios de no estar autorizado para el apostolado, recurre repetidas veces precisamente a la vocación recibida directamente del Señor (cf. Rm 1, 1; Ga 1, 11-12.15-17)". Así les dice: "Pues yo soy el último de los apóstoles, indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí" (1 Cor 15, 9-10).
La tarea de la evangelización no era para Pablo una cosa nacida simplemente de su voluntad; sabía que era un encargo, una misión recibida: "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. (...) Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas, si lo hago forzado, es una misión que se me ha encomendado" (1 Cor 9, 16-17). La misión, para él, es claramente una vocación, no añadida a la de su ser cristiano, sino enraizada en él, porque -en palabras del Concilio Vaticano II- "la vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado" (AA 2). Como Pablo, los misioneros hoy han de seguir exclamando: "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). Reconocen la debilidad de su condición humana, pero no se detienen en ello. Se fían de Dios. No son ellos los que cambian el corazón de los hombres, sino el mismo Cristo, pero Él no quiere hacerlo sin ellos. Se fían de Dios, sabiendo que uno es el que siembra, otro el que riega, pero el que da el crecimiento es sólo Dios (cf. 1 Cor 3, 5-7). Por eso no cuentan los obstáculos, por grandes que sean, como hoy sucede en un mundo dominado por el laicismo y el relativismo, y donde en tantos lugares escasean las vocaciones. Benedicto XVI lo sabe bien cuando dice en su Mensaje para este DOMUND 2008 que "es importante reafirmar que, aun en medio de dificultades crecientes, el mandato de Cristo de evangelizar a todas las gentes sigue siendo una prioridad", y que confía "en que no disminuya esta tensión misionera en las Iglesias locales, a pesar de la escasez de clero que aflige a no pocas de ellas".
"Como Pablo, misionero por vocación": he ahí el modelo a seguir. Los misioneros no se van a tierras de misión por iniciativa personal; son enviados por la Iglesia, a través de sus pastores, para llevar el Evangelio de Jesucristo a lo largo y ancho del mundo. Es el Santo Padre, para la Iglesia universal, y cada obispo en su Iglesia particular quienes envían a estos hombres y mujeres a la hermosa tarea de la evangelización "ad gentes", hasta los confines de la tierra. Y por eso, en su tarea apostólica, sienten el respaldo y el calor de la Iglesia entera. No se trata de individuos aislados, sino de cristianos que forman parte de un mismo cuerpo y que, por vocación, trabajan en la primera línea de la evangelización. Al evocar la gran figura de san Pablo, su recuerdo se transforma en acción de gracias, por tantos misioneros que han seguido, y siguen, sus mismos pasos; y se transforma también en oración de súplica al Señor, para que Él sea en todo momento y circunstancia su fuerza y su alegría, y para que "el Dueño de la mies envíe más y más obreros a su mies". Siempre, y sobre todo en el Día de las Misiones por excelencia, hemos de rezar con y por nuestros misioneros. Necesitan de nuestra oración. Cuentan con ella, y con nuestros sacrificios, que a nosotros nos hacen también sabernos y sentirnos más hondamente misioneros. Es verdad que se nos va a pedir colaboración económica con las misiones, y también esto es importante; más aún, es una expresión indubitable del amor verdadero a Cristo y a los hombres. ¡Sed generosos, sabiendo que el Señor no se deja ganar en generosidad!
En los países más lejanos, y cada día más urgentemente también en los más cercanos, aquí mismo, en España, en Madrid, es preciso anunciar, con la misma frescura de los comienzos de la Iglesia, la esperanza inmensa del Evangelio de Jesucristo, y para ello hace falta que especialmente los jóvenes respondáis con generosidad a la llamada que sin duda os hace el Señor. Concluyo mi mensaje para este DOMUND 2008, haciendo mías las palabras del Papa Benedicto XVI en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, que han de prolongarse teniendo en el horizonte la próxima Jornada Mundial de Madrid 2011, de modo que se conviertan en una cada vez más viva realidad misionera: "Oro para que esta gran asamblea, que congrega a jóvenes de todas las naciones de la tierra (Hch 2, 5), se transforme en un nuevo cenáculo. Que el fuego del amor de Dios descienda y llene vuestros corazones para uniros cada vez más al Señor y a su Iglesia y enviaros, como nueva generación de apóstoles, a llevar a Cristo al mundo".
Día 19 de Octubre
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario
Sencillez de corazón
Aprovechemos en esta ocasión las palabras mismas de Jesús que nos transmite san Mateo, para aprender un poco más esta constante enseñanza de nuestro Maestro: que es preciso ser sencillos, normales en nuestra conducta, de modo que el comportamiento sea la manifestación natural y limpia de nuestro corazón. Las apariencias no pasarán de ser eso, apariencias: un error en quienes nos ven –en todo caso–, en quienes nos oyen, permaneciendo, sin embargo, la verdad de nosotros inmutable. Mejor dicho, nuestra propia verdad sufre un detrimento, por cuanto esa actitud engañosa empeora aún más la categoría del individuo.
Se puede afirmar, entonces, que mantener una conducta de apariencias, intentando que los demás nos juzguen por encima de lo que somos y valemos tiene, sobre el interesado, una efecto verdaderamente nefasto. En la medida en que su engaño es mayor y logra con más plenitud su objetivo, en realidad su condición moral queda más y más alejada del concepto positivo que tengan que él. Posiblemente se sienta satisfecho al considerar hasta qué punto cuenta con la estima de amigos y conocidos. Ante Dios, sin embargo, es evidente la clara verdad de su condición. Como lo es, desde luego, ante su propia conciencia, que posiblemente tenga adormecida de intento, no le vaya a acusar de lo que no está dispuesto a reconocer ni a rectificar. Antes de engañar a otros se ha engañado a sí mismo.
Es la conducta que vemos descrita por el evangelista en los fariseos, que utilizan toda su astucia intentando poner a Jesús en lo que hoy podríamos llamar una "encerrona": cualquiera de las respuestas previstas por ellos merecería una cruel crítica. Si respondía, en efecto, que había que pagar el tributo, le acusarían de colaborar con el poder romano opresor; si se mostraba partidario de no pagarlo, le tendrían por un rebelde ante la autoridad civil establecida.
Nos ha concedido Dios la inteligencia y la capacidad de manifestar conceptos y realizar juicios, para que lo hagamos con rectitud, de acuerdo con la realidad, pues, de otro modo, ¿qué sentido tendría el intercambio de puntos de vista, de información, de conocimientos, si no pudiéramos contar con que es verdad lo que escuchamos? Sólo la veracidad de las personas hace posible una conversación con sentido, un diálogo inteligible que valga la pena mantener y concluir como lógica consecuencia de lo afirmado.
Pero la veracidad es primeramente decisiva en las afirmaciones que hacemos acerca de cada uno en el silencio de la propia intimidad. Es posible, además, que esas otras mentiras, en actitudes o en palabras, por dar una mejor imagen, tengan su origen más o menos consciente en la falta de sinceridad interior. Los fariseos parecía que tenían de tal modo incorporado a su conducta el afán por sobresalir en toda circunstancia, que se diría no se imaginaban otro modo de actuar. Fomentar las apariencias –claro está– les resultaba no pocas veces imprescindible para ello. Hoy nos muestra san Mateo un ejemplo de esa actitud intentando humillar a Cristo, pero son numerosos los que aparecen en los relatos evangélicos. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, que por fuera aparecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda podredumbre! De ese modo tan gráfico describe el Señor la realidad de su conducta.
Sinceridad: con Dios, con el Director, con tus hermanos los hombres. —Así estoy seguro de tu perseverancia. San Josemaría Escrivá establece como una cierta gradación en esta virtud. En efecto, una franca sinceridad con Dios, en la intimidad de la oración personal, aboca de modo necesario en claridad transparente con el director espiritual y en la ausencia absoluta de temor por manifestarnos como somos ante nuestros iguales. Antes que nada, estamos ante Dios, Padre Nuestro, que nos conoce mejor que nosotros mismos y nos quiere. Valoremos más esta presencia de Dios junto a nosotros y sabremos dar la importancia debida a las opiniones de nuestro prójimo.
¿Un medio para ser franco y sencillo?... –se pregunta asimismo San Josemaría– Escucha y medita estas palabras de Pedro: «Domine, Tu omnia nosti...» —Señor, ¡Tú lo sabes todo! Como el discípulo que se ve forzado a reconocer ante el Hijo de Dios –sin palabras– la verdad de sus negaciones, así cada uno. Queramos tener la valentía de contemplar, sin velos que puedan disimular, la verdad de nuestras intenciones, de nuestros esfuerzos, de nuestra honradez, de nuestros pecados. Pero como Pedro: frente a Jesús, que ya sabe de esa verdad y, a pesar de todo lo defectuoso, nos sigue queriendo, nos sigue ayudando para que le amemos más. Ni al discípulo retiró Jesús la confianza después del pecado, ni nos la retira a nosotros si, como Pedro, reconocemos con sencillez la verdad.
«Tota pulchra es Maria, et macula originalis non est in te!» —¡toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha original!, canta la liturgia alborozada. No hay en Ella ni la menor sombra de doblez: ¡a diario ruego a Nuestra Madre que sepamos abrir el alma en la dirección espiritual, para que la luz de la gracia ilumine toda nuestra conducta!, leemos en Surco.
—María nos obtendrá la valentía de la sinceridad, para que nos alleguemos más a la Trinidad Beatísima, si así se lo suplicamos.
Artículo de Monseñor Bernardo Álvarez Afonso, Obispo de Tenerife como motive de la coronación canónica de la Virgen Del Socorro en Güimar, publicado en el Diario de Avisos el 19 de Octubre de 2008.
Coronación de la imagen de la Virgen del Socorro
Hoy, domingo 19 de octubre, en una solemne celebración, procederemos a la Coronación Canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro en Güímar, una imagen que cuenta con la devoción de millares de fieles de todo Tenerife. La Coronación Canónica es un acto que se realiza en contadas ocasiones y solamente en aquellas imágenes de la Virgen María que son objeto de una genuina y constante devoción por parte de un gran número de fieles y con más de cien años de antigüedad. Corresponde al obispo de la Diócesis, a petición de la comunidad local, juzgar sobre la oportunidad de coronar una imagen de la Santísima Virgen, teniendo en cuenta la devoción popular que suscita y el cultivo de una vida auténticamente cristiana que se deriva de esa devoción. Con el rito de la coronación reafirma la Iglesia que "Santa María Virgen con razón es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia” (Ritual de la coronación). Por todo ello, la Virgen María es digna de modo eminente de "la corona merecida", "de la corona de la vida", "de la corona de gloria" (cf. 2Tim. 4,8; Stg. 1,12; 1Pe. 5,4). Por eso la Iglesia proclama que María ya ha sido coronada por Dios y así lo expresamos en uno de los "misterios del Rosario": la coronación de la Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado. Esta realidad es ya verdad en María y nosotros no podemos añadirle nada a la Virgen que no le haya concedido ya su Hijo Jesucristo. Sin embargo, para "coronar" física y visiblemente una determinada imagen de la Virgen, la Iglesia pi- de que goce de una devoción auténtica y profundamente arraigada, de tal modo que el lugar donde se venera sea el centro de un genuino culto litúrgico y de activo apostolado cristiano. Es precisamente esto lo que se reconoce al conceder la Coro- nación Canónica, que la devoción a la Virgen del Socorro es fuente de vida cristiana, tanto por el modo como se celebrar las distintas fiestas religiosas, como por haberse convertido en estímulo de apostolado y de crecimiento en la vida cristiana de sus devotos. Por eso, más que un acto del obispo, la Coronación Canónica es un acto del pueblo de Dios, es la expresión visible y sensible de una realidad de fe, la fe de los fieles devotos de la Virgen del Socorro que, mediante la coronación, expresan su amor y gratitud a la Virgen María y, al mismo tiempo, hacen propósito de "ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje" (Juan Pablo II). La coronación de la imagen de la Virgen María, Nuestra Señora del Socorro de Güímar, es el acto de culto en el que culmina la devoción de un pueblo a la madre de Dios, que quiere profesar su fe,, su amor, su vasallaje a la Señora y proclamarla Reina así, comprometiéndose a seguir su ejemplo en cumplimiento de la ley de Dios, en el compromiso cristiano y en el servicio de la Iglesia.
* Bernardo Álvarez Afonso es obispo nivariense.
Comentario a las lecturas del domingo veintinueve del Tiempo Ordinario – A publicado en Dios de Avisos el domingo 19 de Octubre de 2008 bajo el epígrafe “el domingo Fiesta de las Cristianos
El maniqueísmo
DANIEL PADILLA
No sé si por naturaleza, o como consecuencia de la cultura heredada, lo cierto es que todos arrastramos una marcada tendencia al maniqueísmo: por un lado lo relativo al cuerpo, por otro lo del espíritu; a ratos buscamos as cosas del cielo, a ratos las de la tierra. Y la teórica línea divisoria que queda entre los dos campos nos suele acarrear no pocos quebraderos de cabeza y bastantes dolores de corazón. Eso nos pasa también al escuchar la frase de Jesús en el evangelio de hoy. Ya recuerdan la escena. Los fariseos le tendieron una trampa preguntándole: "¿Es lícito pagar tributo al César, sí o no?" La pregunta echaba chispas por los dos costados. Según fuera la respuesta, podía declararse "rebelde contra Roma" o "traidor contra su propio pueblo". Pero su voz sonó firme y transparente: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
Parecía que el tema no tenía vuelta de hoja. Sin embargo, al "llevarlo a la práctica" hemos conseguido hacer, mil veces, guerra y división. Por una elemental razón. Porque agrandamos o achicamos el "campo del César" o el "campo de Dios" a nuestra conveniencia. Para muchos hombres, incluidos muchos creyentes, el "campo de Dios" tendría que circunscribirse a estructuras puramente espirituales, casi arcangélicas. Se concentraría en que la Iglesia y los curas nos dedicáramos a sacramentalizar a la gente por encima de todo; a practicar la oración y fomentarla entre los fieles; a presidir bodas, funerales y procesiones; a dignificar el culto. Ahora bien, eso de condenar el aborto o la eutanasia porque "creemos que es matar al inocente", eso de ir contra el divorcio porque opinamos que "lo que Dios ha unido no puede separarlo el hombre"; eso de atacar la corrupción reinante subrayando que "está manchada de robo e injusticia"; eso de defender el derecho de los padres a la objeción de conciencia, para que no sea el estado quien eduque a sus hijos en materias de fe y de moral; eso de protestar contra ciertos aspectos de la reforma educativa por entender que va contra la libertad del individuo y de la familia que tiene derecho a una educación integral, etcétera, todo eso seria meternos en el terreno del César.
Y no, amigos. La Iglesia, a la que Cristo llamaba el "Reino de los Cielos", no puede renunciar a su clara condición de "peregrina en la tierra". Por eso ha de estar plenamente encarnada. Los cristianos tenemos una doble nacionalidad: "ciudadanos del cielo" y "ciudadanos de la tierra". Por eso el Vaticano II, en las primeras líneas de su "Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual" expuso con transparencia su declaración de principios: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón".
Cuando se preocupa y habla por tanto de todos esos temas arriba mencionados, no está invadiendo subrepticiamente el terreno del César. Está en su propio terreno, ya que tiene que llevar el evangelio "a todas las gentes" y "al mundo entero". Y ese evangelio, lo mismo que Cristo, tiene una vertiente sobrenatural y una vertiente humana.
Eso sí, también tiene que lamentar y pedir perdón. Porque reconoce que, a lo largo de la historia, perdió la perspectiva. Por eso ahora, no puede añadir, a las calamidades pasadas, la de la cobardía. Tiene que predicar la verdad, aunque duela, aunque le traiga incomprensiones y cruces. Pero, eso sí, clarificando bien, sin maquetismos peligrosos y deformantes, cuál es el terreno de Dios y cuál el del César.