El Coordinador Diocesano de la diócesis de Tenerife del Área de Pastoral Social ha enviado nota para la reflexión en el Adviento de 2008 aludiendo a la Campaña de “Austeridad para compartir” que se promovió en la pasada Cuaresma.
NOTA DEL ÁREA DE PASTORAL SOCIAL
DE LA DIÓCESIS NIVARIENSE – ADVIENTO 2008
Con una mirada serena y realista a la sociedad actual, desde nuestra fe en Dios Padre de todos y sin caer en catastrofismos, no pueden pasar inadvertidos estos contrastes:
700.000 millones de dólares se van a entregar a los Bancos en Estados Unidos para evitar su ruina. Nuestro Gobierno prepara también un plan de ayuda a Bancos y Cajas para apoyarles en esta situación de crisis. A la vez: 800 millones de personas están en el umbral de la pobreza sobreviviendo con un dólar diario; el paro en España se ha disparado; miles y miles de familias viven la angustia de unas cargas hipotecarias que sobrepasan sus posibilidades económicas; crece la demanda de personas empobrecidas en busca de atención social; siguen arribando a nuestras costas personas en busca de un futuro mejor…
Los países ricos son cada vez más ricos y los países pobres, son cada vez más pobres. Esta “brecha” se repite en el interior de cada país, se repite entre nosotros: los colectivos más débiles sufren en mayor grado las consecuencias de la crisis…
Ante esta situación, desde el Área de Pastoral Social de nuestra Diócesis, queremos ofrecer esta reflexión que nos sirva a todos de llamada de atención y de invitación a la esperanza en este tiempo de Adviento. Y lo hacemos desde la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia.
LA CRISIS FINANCIERA Y ECONÓMICA TIENE SU RAÍZ EN LA AMBICIÓN, EN LA AVARICIA, EN EL AFÁN DE TENER.
Es lícito y necesario el servicio de la banca y del comercio y, también, el uso del dinero. Sin embargo, la Palabra de Dios condena la acumulación de bienes a costa de empobrecer a los hermanos y manifiesta cómo la codicia conduce al robo: lleva al comerciante a especular y hacer dinero de todo (Am 8,5-6), a acaparar propiedades (Am 5,12), a explotar a los pobres (2R 4,1) negando incluso el salario merecido (Jr 22,13). Jamás debemos perder de vista que los bienes de la tierra deben estar al servicio de todas las personas y de futuras generaciones y que nadie es dueño absoluto de ellos.
Los países ricos han demostrado tener la capacidad de crear bienestar material pero, a menudo, lo han hecho a costa de la dignidad de las personas y del desarrollo de todos los pueblos, especialmente de las más débiles. Hay que poner a la persona en el centro de toda la economía mundial.
LA ACTUAL COYUNTURA NOS INVITA A TODOS A REVISAR NUESTRO ESTILO DE VIDA.
En la pasada Cuaresma, lanzábamos la campaña “Austeridad para compartir” que sigue vigente hoy y más apremiante que nunca: “los ricos debemos vivir más sencillamente para que los pobres puedan sencillamente vivir”:
- necesitamos abrir los ojos para informarnos y saber analizar la realidad sin dejarnos manipular;
- es preciso tener un corazón sensible ante el hermano solo y desamparado, víctima de un sistema basado en el afán del lucro como valor absoluto que quiere acallar las conciencias;
- es urgente promover y favorecer un estilo de vida que respete los derechos de los más desfavorecidos, que propicie un consumo responsable y respetuoso con la naturaleza, que potencie el tejido social comunitario y la participación en la vida social.
EN ESTE TIEMPO DE ADVIENTO, LOS CRISTIANOS ESTAMOS LLAMADOS A ALZAR LA CABEZA PORQUE SE ACERCA LA LIBERACIÓN:
Cristo, el Señor de la vida y de la historia, nos invita a velar, a renunciar al sueño de la noche, a luchar contra la pereza. Invitación expresada en la liturgia de este tempo: “Tengan los ojos abiertos y el corazón consolado” sabiendo que “es dulce la espera cuando los signos son ciertos”.
NI COMPROMISO SIN FE, NI FE SIN COMPROMISO.
Para nosotros, desde la fe en Jesucristo que encarna el sueño secular de una humanidad que se enfrenta a la dura realidad del pecado y sus consecuencias, la crisis ha de ser un reto que active nuestra confianza en el mensaje que nos trae Jesús: el Amor y la Vida tienen la última palabra. Y para que esto se haga realidad, es preciso que aportemos nuestra parte, atestiguando nuestra esperanza y participando activamente en la transformación de este mundo, con nuestro estilo de vida y nuestra forma de vivir y de actuar, acordes con los valores del Reino de Dios...
La Laguna, Adviento de 2008