Carta del Foro Arquidiocesano de Acción Católica (FAAC) de la Arquidiócesis de San José de Costa Rica a los señores diputados del país pidiéndoles que preserven y defiendan el matrimonio auténtico entre un hombre y una mujer y la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.
CARTA DE LOS MIEMBROS DE ACCIÓN CATÓLICA
PARA LOS SEÑORES DIPUTADOS
San José, 22 de Noviembre 2008
Señores (as) Diputados (as)
Asamblea Legislativa
Estimado señores (as):
El Foro Arquidiocesano de Acción Católica (FAAC) nació en julio del 2007, cuando un grupo de laicos de diferentes grupos apostólicos junto con el Departamento de Grupos Apostólicos de la Arquidiócesis de San José, se dio la misión de participar con la visión desde la fe y los valores cristianos fundamentales, en las realidades temporales, es decir los diferentes ambientes de la vida cotidiana.
La Iglesia Católica es vista muchas veces por los medios de comunicación costarricenses de manera parcial, pues únicamente consideran al Magisterio como la fuente de opinión ante los grandes temas nacionales y comunales. El FAAC junto con la gran cantidad de movimientos somos también fuente de reflexión y de análisis que desde nuestra perspectiva cristiana.
El artículo 75 de la Constitución de la República de nuestro querido país estableció que la “Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres” . Este artículo introduce los valores cristianos en la visión de país para que todos los costarricenses y en especial los diputados quienes por voluntad popular de un pueblo en su gran mayoría cristiano, promulguen leyes desde esa perspectiva.
Los cristianos y en especial los católicos no debemos temer de expresar nuestra fe e inspirados por las palabras de nuestro recordado Juan Pablo II de “no temer” y de recordarnos “¡Cuán importante es, pues, el compromiso de los creyentes con vistas a esa misión de evangelización y de auténtico testimonio cristiano!” . Así pues, los exhortamos a dar una gran importancia a este deber, sobre todo en los proyectos de ley que en este momento se encuentran en la corriente legislativa en relación con la familia y el respeto a la vida.
El matrimonio entre un hombre y una mujer son la base de trasmisión de los valores desde hace miles de años y la Iglesia ha venido orientándonos en este aspecto a la luz de las escrituras.
De esta manera el catecismo en su numeral 1603 establece que "La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio... un vínculo sagrado... no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio" (GS 48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. "La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" (GS 47,1) Es por esto que el matrimonio entre hombre y mujer debe continuar siendo la base de la sociedad costarricense en que la presencia de una madre y un padre, sea el ideal de la convivencia de la familia para la preservación de esos valores basados en el amor de Dios por nosotros y la Misericordia Encarnada que es Cristo.
Ha sido ampliamente demostrado científicamente que la vida humana empieza con la concepción, nuestra constitución política en su artículo 21 y los fallos de la Sala Constitucional así lo establecen, sin embargo en los últimos años se ha manifestado en la sociedad una “cultura a favor de la muerte y el libertinaje” en la que cada ser humano es libre de hacer con su cuerpo lo que desee.
Quisiéramos traer unas palabras del Papa Benedicto XVI en su encuentro con el Movimiento por la Vida de Italia el lunes 12 de mayo de 2008, que sirva de inspiración para las decisiones legislativas, “no se puede por menos de reconocer que defender la vida humana se ha vuelto hoy prácticamente más difícil, porque se ha creado una mentalidad de desprecio progresivo de su valor, confiado al juicio de cada persona. Como consecuencia, se ha derivado un respeto menor a la misma persona humana, un valor que está en la base de toda convivencia civil, por encima de la fe que se profesa.
Ciertamente, son muchas y complejas las causas que llevan a decisiones dolorosas como el aborto. La Iglesia, fiel al mandato de su Señor, por una parte, no se cansa de reafirmar que el valor sagrado de la vida de todo hombre tiene sus raíces en el designio del Creador; y, por otra, estimula a promover toda iniciativa en apoyo de las mujeres y de las familias para crear condiciones favorables a la acogida de la vida, y a la tutela de la institución de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Haber permitido recurrir a la interrupción del embarazo no sólo no ha resuelto los problemas que afligen a muchas mujeres y a muchos núcleos familiares, sino que ha abierto una herida ulterior en nuestras sociedades, por desgracia ya agobiadas por profundos sufrimientos.
Por eso, es necesario unir los esfuerzos para que las diversas instituciones pongan de nuevo en el centro de su acción la defensa de la vida humana y la atención prioritaria a la familia, en cuyo seno la vida nace y se desarrolla. Es preciso ayudar a la familia con todos los instrumentos legislativos, para facilitar su formación y su obra educativa, en el difícil contexto social actual.”
Igualmente los documentos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe de Aparecida, en su capítulo IX, la familia es uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y la vida es un regalo gratuito de Dios, que debemos cuidar desde la concepción, en todas sus etapas y hasta la muerte natural sin relativismos.
Señoras y señores diputados, estamos en un momento crucial de la vida del país, en la que Ustedes tienen bajo su responsabilidad la preservación de los valores cristianos de respeto a la vida humana y de la familia. Nosotros los impulsamos a que hagan un llamado a su conciencia la del resto de los legisladores, para que nuestra Costa Rica sea ejemplo para el mundo de promover y promulgar leyes que confirmen en nuestra democracia los principios éticos y morales más altos.
De ustedes con nuestra más alta consideración y estima nos suscribimos muy atentamente,
MIEMBROS DE ACCIÓN CATÓLICA