Carta a “Mi querido Teófilo” del padre Antonio María Hernández del Hogar Santa Rita del Puerto de la Cruz publicada en la revista “Como las Abejas” Septiembre-Octubre 2008, número 41.
CARTA A MI QUERIDO TEÓFILO
Mi querido y tan recordado Teófilo. Cuánto pienso en tí, cuánto me preocupan tus preocupaciones. Cómo quisiera yo ayudarte económicamente en esta situación tan grave por la que estás, sin duda, pasando. He leído varias veces tu carta y cuanto más la leo, más difícil veo la manera de cómo ayudarte. Lo más fácil sería, por supuesto, poder liberarte de la deuda y hasta ayudarte para que recuperes el prestigio, la buena fama, que siempre has tenido.
En esta circunstancia dramática e irregular por la que estás pasando, mi buen Teófilo, ¿qué puedo hacer por ti?, ¡Dios mío! No quiero yo repetir, ni una vez, lo que todos te están diciendo en estos momentos. No quiero caer en puro decirte palabras de consuelo, o sentir pesar por ti, o compadecerte de tu situación tan irregular. También pienso cómo devolver a mi amigo Teófilo, esa alegría contagiosa que siempre ha tenido y que casi era proverbial en él, porque siempre te veía sonriente, optimista, dinámico, creativo, y ahora, lastimosamente, te veo deteriorado, triste, pesimista, derrotado, abatido, profundamente deprimido y callado. Me repito una y otra vez: "este no es el Teófilo que yo conocía. Cómo ha cambiado su modo de ser". Te veo solo, sin amigos, desahuciado, como un enfermo de cáncer terminal.
Recuerdo en estos momentos aquella escena en que los discípulos de Jesús no podían con un endemoniado y llega el Señor y le dice al Diablo: "Sal fuera, Satanás, y déjale en paz" y automáticamente, salió el demonio y el antiguo endemoniado quedó, medio muerto. Cuando los discípulos le preguntaron, que por qué ellos no habían podido sacar al demonio, El les contestó: "esta clase de demonios no sale si no es a través de la a oración". Qué puedo, pues, hacer yo por ti, mi buen Teófilo, si no es conseguirte el dinero suficiente para que salgas de este duro problema, que, aparentemente, parece un problema económico. Me pregunto yo ¿El dinero sería la solución? Consiguiendo el famoso dinero ¿volverá a ser Teófilo aquel personaje vibrante? Algo característico de mi amigo Teófilo, que parecía que estaba regalando felicidad por donde quiera que pasaba, que el estar al lado de él, era sentirse como con ganas de vivir, de luchar. Son muchas las "secuelas" que está dejando en tu vida, este terrible huracán, que ha devastado toda tu vida, ha derrumbado todas tus ilusiones y ha arrasado, hasta hacer desaparecer todo aquel montón de aparentes amigos que tenías.
¿Cómo recuperar la moral tan alta que tenías? ¡Qué ingrata es la vida, mi buen Teófilo, qué ingrata! ¿Cuántos amigos te han quedado en pie al paso de este huracán? ¡Dios mío, Dios mío! Qué lecciones nos da la vida. Recuerdas cuando te veía en las manos hasta tres móviles, un busca personas y la emisora en el coche, que era como para volverse loco. Hablando un día contigo vi cómo sonaban los tres móviles a la vez, con músicas distintas y el busca, gracias que estabas fuera del coche, porque si no, te hubieran sonado también la emisora. Eres un verdadero hombre de negocios y yo me quedaba asombrado de cómo terminaste contestando uno a uno, y ahora resulta que no te llaman ni al móvil, ni al fijo y ya no tienes el famoso busca, ni la emisora del coche, ni hay ya la cola de gente esperando para hablar contigo, ni los banqueros están detrás de ti ofreciéndote altos intereses para tu liquidez, sino por el contrario, huyen para no verse contigo y hablar con los directivos de los bancos lo tienes un tanto difícil y, me supongo, que el siguiente paso, es la aparición de los famosos "subasteros", que, con todo el respeto, son como los buitres que cuando detectan un cadáver, se juntan todos para devorarlo y dejarlo pelado hasta los huesos. Esa es la dura y triste realidad, siempre actual.
ice el refrán que "a árbol caído todo el mundo hace leña", y que "a perro flaco todo son pulgas" o "se junta el hambre con las ganas de comer" o "en tiempo de lluvia no encuentras un taxi" y tantos y tantos viejos refranes que resumen la experiencia de tanta gente, como aquello de que "nunca una desgracia viene sola", "después del burro muerto, cebada al rabo" etc., etc.
Qué dura es la soledad, qué duro tiene que ser el ver cómo desaparecen como por encanto todos los amigos, cómo la gente olvida tan fácilmente los favores que le han hecho. ¡Cuánto bien has hecho tú en tu vida! Venían hacia ti los publicistas, los de las comisiones de fiestas y con todos colaborabas para la publicidad, para el programa, los juegos, los trofeos, siempre listo para echar una mano. ¿Cómo todo el mundo se ha olvidado de todo el bien que le has hecho? ¡Qué ingrata y olvidadiza es la gente, en general!
En esta amarga hora por la que, sin duda, estás pasando, creo para mí, que lo peor de todo es que has perdido la confianza en Dios. Tienes de Dios un concepto raquítico y equivocado. Ciertamente, para moverte dentro del mundo de Dios, es necesaria la Fe, y la Fe no puedo dártela yo, es un regalo de Dios. Por otra parte si vemos las cosas, desde Dios, es rigurosamente cierto, que está pensando en ti, que le preocupan tus preocupaciones, que le lleva de cabeza este problema tan fuerte por el que estás pasando. Yo pienso que debes hacer un esfuerzo por salir a la calle, no encerrarte a cal y canto en tu casa, como me dice tu mujer. Cuánto me gustaría que cambiaras esa cara, que no trasmitas con la mirada la sensación de un hombre derrumbado y acabado.
Dios existe, mi amigo Teófilo, aunque tú no creas en El y, si existe, tiene que ser bueno y por tanto tiene que quererte, como un padre quiere a un hijo, sin distinción y sólo por el mero hecho de que eres su hijo. Esto que te estoy diciendo, no es una receta final que te doy, para dejar aparcado tu problema. Es sencillamente un convencimiento. Háblale a Dios, aunque tú creas que i estás hablando al vacío, grítale donde nadie te oiga y dile í0h Dios!, si existes, ayúdame, aunque no lo merezca. Yo quiero creer, Señor. Yo quiero creer. Dame fuerzas Señor. Ilumina mi camino. Échame una mano, Señor. Y dirígete al cielo mira por encima de las estrellas y acude también a tantos seres queridos como tienes tú arriba. Ellos están vivos. Con la desesperación no consigues nada. Siéntate a hablar con cada proveedor, con cada persona a la que le debes y mira qué posible solución puede haber. Siempre se ha dicho que "la gente hablando se entiende", por favor Teófilo, hazme el favor de levantar ese ánimo y no le des el gusto a tantos, desgraciadamente, que hasta se sentirán felices viéndote fracasado y arruinado.
Yo tengo la esperanza de que esta situación tuya se arregle, aceptando por tu parte, de que no vayas a tener tan pronto el negocio tan boyante como en tiempos pasados. Pensándolo serenamente, para vivir en este planeta Tierra, y ser un poco feliz, creo que no hace falta tanto. A veces, somos nosotros mismos los que complicamos las cosas. Sin embargo, este momento duro de tu vida, te está sirviendo para depurar amistades y constatar de que tienes alrededor tuyo "un montón de adulones", que han desaparecido porque sólo les unía a ti los intereses personales.
Dime mi sufrido Teófilo, cuántos amigos de verdad tienes en estos momentos, cuántos están arriesgando algo de su dinero, cuántos siguen al lado tuyo tratando de buscar posibles soluciones y "mojándose" ellos mismos. Todos tienen miedo que le falles, que no puedan recuperar su dinero. ¡Qué hipocresía hay en la vida! Has tocado fondo y has descubierto la cruda realidad, ahora no tengas miedo, parte del mismo. Estás vivo, tienes salud. Has lo que puedas con los trabajadores, diles la verdad y si no puedes tanto, puedes cuanto. "Pero no pierdas los papeles, ni arruines tu salud. Vete paso a paso y ten como al mejor aliado al buen Dios, que seguro que quiere ayudarte, si tú le dejas, si crees en El aunque no lo veas, piensa que no hay mal que dure años".
Antonio María Hernández Hernández