Domingo, 04 de enero de 2009

Tríptico recibido en la parroquia explicando los pormenores del IV Centenario del Voto a San Vicente Mártir que se venera en la ermita del mismo nombre de la parroquia de La Concepción de Los Realejos.

 

QUÉ CELEBRAMOS

 

En el año 2009 se cumple el IV Centenario del Voto solemne hecho por el vecindario del antiguo Realejo de Abajo, de la Villa de Los Realejos, ante la Divina Providencia por mediación de San Vicente Mártir, para agradecer la protección del venerado Santo sobre el pueblo durante la horrible epidemia de la "Peste de Landres" que segó tantas vidas en el norte insular. El Voto, firmado ante el escribano público Juan Alonso Romero, prometía declarar festivo el día 22 de enero de cada año, y acudir oficialmente a la ermita del Santo Mártir, junto al Calvario, y participar en la misa y procesión, ocupándose también del cuidado y atenciones del santuario. Y esto se ha cumplido, invariablemente, año tras año, hasta el presente. Porque, además, para mejor honrar la piadosa memoria del entrañable "San Vicente", se le ha reconocido Copatrono del Pueblo.

 

Pero no es sólo este buen recuerdo lo que se pretende conmemorar en este IV Centenario; tampoco es una fiesta más, aunque la anunciemos con alegría. Es, realmente, un acontecimiento religioso; un reconocimiento público de la Fe con la que actuaron nuestros antepasados y nos la trasmitieron, y en ella hemos sido criados y formados.

Esa consideración es sin duda lo que ha merecido por parte de la Iglesia la declaración de Año Jubilar, y el Papa Benedicto XVI, a ruegos de nuestro Obispo Bernardo, lo ha enriquecido con Indulgencia Plenaria. Se inicia, Dios mediante, el 22 de enero de 2009 y se clausura el 22 de enero de 2010.

 

AÑO JUBILAR, UN AÑO ESPECIAL

 

La historia de la antigüedad bíblica (Levítico c. 25) nos habla de un AÑO DE JUBILEO para el pueblo israelita, celebrado cada cierto número de años, que se consideraba año de perdón, año de la gracia del Señor, especialmente dedicado al honor de la gloria de Dios y al cumplimiento de su voluntad por el pueblo.

 

Para el cristianismo, el Año de Jubileo, Año Jubilar, es un tiempo de conversión al Señor, una oportunidad singular que deben aprovechar los miembros de la Iglesia, para congraciarse entre sí como hermanos y volverse sinceramente hacia Dios. Ese es el "júbilo" de nuestras vidas, en la convivencia y la caridad: reconociéndonos objeto de las bendiciones del Señor, que nos dispensa generosamente su misericordia, mediante la reconciliación con Jesucristo, como nos 10 propone la Santa Madre Iglesia.

 

ESTE JUBILEO ha de ser para todos nosotros:

 

 

* Un llamamiento especial desde la Fe para convertirnos de corazón a Dios.

* Una oportunidad de encuentro personal con Jesucristo y de reconciliación con los hermanos.

* Una exhortación repetida a la escucha de la Palabra de Dios para saber aceptar la voluntad del Padre.

* Una mirada a nuestro pasado histórico y a nuestro futuro, para encontrarnos con la Historia de la Salvación en la esperanza de los hijos de Dios, guiados por la protección tutelar del Mártir San Vicente.

* Una respuesta de gratitud a la Divina Providencia, que acogió la súplica ferviente de nuestros antepasados, y nos permite a nosotros emularlos en pos de su trayectoria.

 

EL OBJETIVO FUNDAMENTAL, en definitiva, es la renovación interior de los fieles cristianos, en la que los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía son el punto de partida y llegada de todo Año Jubilar, porque constituyen el medio normal instituido por Jesucristo para alcanzar la Gracia sobrenatural y el perdón de los pecados. Por eso se nos facilita aún más por parte de la Iglesia la posibilidad de procurar nuestro encuentro de conversión con Dios y los hermanos, y la práctica de la piedad y otras virtudes cristianas. La principal de las ayudas que la Iglesia ofrece a los creyentes en un Año Jubilar es la Indulgencia Plenaria.

 

LA INDULGENCIA (de indultar)

Es la remisión válida ante Dios de la pena temporal (daño, secuela) debida por los pecados, ya perdonados en cuanto ala culpa, pero de lo cual los creyentes deben curarse o purificarse, cumpliendo ciertas condiciones determinadas por la Iglesia. Es decir, se trata de obtener (tras alcanzar el perdón sacramental) la reparación o liquidación del mal causado por el pecado. Si la remisión es de todas las penas, se denomina Indulgencia Plenaria; si sólo mitiga parte de las penas, se llama Indulgencia Parcial.

 

DÍAS APTOS PARA LA INDULGENCIA

 

En este Año Jubilar de San Vicente, los días válidos para lucrar la Indulgencia Plenaria, son los que siguen:

Día 22 de enero de 2009, "Apertura del Año Jubilar" (Fiesta litúrgica de San Vicente).

— Todos los 4°s domingos de cada mes, desde el mediodía del sábado anterior.

— Una vez, el día que elija libremente cada fiel.

Día 22 de enero de 2010, "Clausura del Año Jubilar".

Fuera de los días señalados, la Indulgencia será Parcial.

 

LOS REQUISITOS

 

Obligatoriamente (excepto los impedidos: enfermos y ancianos, que pueden unirse a alguna celebración en la Ermita a través de la radio o la TV, si es retransmitida) hay que acudir a visitar a San Vicente en Los Realejos. Esto es: hacer peregrinación de algún modo y participar en alguno de los actos de piedad y culto de dicha iglesia. Esta peregrinación puede hacerse de manera individual, o mejor en grupo. Se aconseja organizar peregrinaciones de grupos parroquiales, familiares, de empresa, de cofradías y hermandades, de asociaciones y de amigos, etc. (Conviene se consulte previamente para concertar día).

 

- La peregrinación propiamente dicha consistirá en un corto traslado a pie,

desde un lugar próximo a la plaza (que estará señalado con anterioridad en las calles San Vicente, sur, y Princesa Dácil, norte, por la Organización del Año Jubilar) hasta la Ermita: el recorrido debe hacerse despacio, con respeto y carácter religioso; con cánticos y moniciones para preparar el encuentro espiritual que se pretende hacer.

 

- Dentro de la Ermita, primeramente debe dedicarse unos minutos a saludar a Jesús Sacramentado. Y participar (si se coincide con las horas programadas) en la celebración de la Misa del Peregrino.

 

Si no se coincide con esta celebración eucarística, u otro ejercicio piadoso de los previstos en la Ermita, debe hacerse oración por las intenciones del Papa y las necesidades de esta Iglesia Diocesana, rezar el Padrenuestro, el Credo, y alguna plegaria a la Virgen María, y la invocación al Mártir San Vicente, venerando su reliquia.

 

- La Confesión y la Comunión, ambas, o una u otra, pueden hacerse en el día mismo de la ocasión elegida para lucrar la Indulgencia, o bien 15 días antes o después.

 

- Dicha Indulgencia Plenaria, puede aplicarla cada uno por sí mismo, o por sus difuntos como sufragio.

 

- Al respecto, conviene recordar que en Cristo y por medio de Cristo la vida del cristiano está unida con un vínculo misterioso a la vida de todos los demás cristianos. No sólo el amor sobreabundante de Cristo nos salva a todos, sino que nos incluye en su acción salvífica de tal forma que podemos, como dice San Pablo, completar en la carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo que es la Iglesia (Colosenses 1, 24). Así entendemos el gran misterio de nuestra asociación con el Salvador a su obra redentora. Por eso, entre todos los fieles puede haber un maravilloso intercambio de bienes espirituales, por el cual la santidad de uno beneficia a los otros.

 

IMPORTA SUBRAYAR que, junto a los explicados requisitos, hay que añadir, como el fruto adecuado del Jubileo, estos compromisos:

 

*Fortalecimiento de la fe personal.

 

* Testimonio cristiano siempre.

 

* Consolidación de la piedad familiar.

 

ORACIÓN DEL AÑO JUBILAR

 

Dios Todopoderoso, que infundiste al diácono San Vicente el espíritu de fortaleza, que le hizo ministro fiel en tu servicio y vencedor valiente en cl martirio. Te damos gracias porque hace cuatrocientos años, en tu providencia amorosa, te serviste de San Vicente como protector frente a la enfermedad de la peste que amenazó a nuestro pueblo.

 

Padre Santo, confiados en tu amor misericordioso, igual que nuestros antepasados a lo largo de cuatro siglos, por intercesión de San Vicente, te suplicarnos nos protejas de los males que nos amenazan en nuestro tiempo. Líbranos del poder del pecado que nos hace sordos de tu Palabra y nos arrastra a vivir al margen de tus mandamientos, y que nos hace egoístas e indiferentes ante el sufrimiento de los demás.

 

Danos la salud del alma y del cuerpo para que, a ejemplo de San Vicente, podamos amarte con un corazón limpio y servir al prójimo con diligencia y generosidad. Te pedimos por quienes son víctimas de las guerras, el terrorismo y la violencia. Ten compasión de quienes se sienten solos y desamparados, de los que sufren a causa de las enfermedades, de la pobreza y el hambre. A todos nosotros danos un corazón grande para amar y para estar siempre disponibles e ir en ayuda de quienes nos necesitan compartiendo con ellos nuestros bienes.

 

Dios de bondad, fuente de todo bien, por los méritos e intercesión de San Vicente, protege a todas las familias para que sean verdaderas iglesias domésticas, en las que se custodie el tesoro de la vida y de la fe, y donde se enseñe y practique el amor fraterno, ilumina a nuestras autoridades para que acierten en sus decisiones y promuevan los valores morales y sociales, ayúdales a trabajar por el progreso material y espiritual ele todos, especialmente de los más pobres y necesitados. Ayuda a todos los católicos a ser sal y luz para los demás, que seamos auténticos testigos de Cristo en todas las facetas de nuestra vida, siendo instrumentos de paz, de alegría y de esperanza para todos.

 

Padre nuestro, atráenos hacia Cristo, Nuestro Señor y Salvador, y haz que cuantos te invocarnos en este Año Jubilar de San Vicente, guiados por su ejemplo y con la ayuda de su intercesión, caminemos juntos hacia Ti en la unidad del Espíritu Santo.

 

AMÉN.

 

Oración redactada por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis Nivariense
Mons. Bernardo Alvarez Afonso


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