Reflexión cogida de cuaderno de Cáritas para ADVIENTO Y NAVIDAD 2008 – 2009 en relación con la fiesta del Bautismo del Señor.
HIJOS Y SIERVOS
Por el Bautismo nos incorporamos a Cristo, al Ungido. En el Bautismo recibimos también nosotros el Espíritu de Dios. Y podemos escuchar la voz del Padre: Tú eres mi hijo. Jesús nos hace partícipes de su filiación divina (cf Ga 4, 5). Es una consecuencia lógica de nuestra identificación con Cristo. «La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba, Padre! (Ga 4, 6; cf Rm 8, 14-15). Si eres hijo, eres libre, eres heredero, eres un príncipe, un semidiós.
Y si eres hijo, ya sabes cuál ha de ser tu oración: ¡Abba! Tú eres Padre. Sí, Padre. En ti confío, Padre. Nada temo, Padre. Lo que Tú quieras, Padre... Como Jesús.
SIERVO UNGIDO
No eres esclavo: «ya no eres esclavo, sino hijo» (Ga 4, 7). Pero un hijo que se forma en el servicio. No está hecho para ser servido, sino para servir. Cuan-do mira a Dios, dice: Padre. Cuando mira a los hombres, dice: hermanos. Y si son hermanos, tienen que ser queridos y ayudados.
El Espíritu es energía que te desequilibra, te rompe y te envía, para que salgas de ti mismo y vayas al encuentro del hermano. El ungido se sentirá como Jesús enviado a dar buenas noticias a los pobres, luz a los ciegos, libertad a los cautivos.