Comentario a las lecturas de la Fiesta del Bautismo del Señor publicado en el Diario de Avisos el domingo 11 de Enero de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
¿Quieres ser bautizado?
DANIEL PADILLA
Aunque el hombre tenga la sensación de caminar en "el silencio de Dios", la verdad es que Dios ha conseguido con el hombre un proceso de manifestaciones y epifanías. San Pablo, en frase que se ha hecho célebre, dijo: "En muchas ocasiones y de distintas maneras se manifestó Dios antiguamente, por los profetas. Últimamente lo ha hecho por medio de su Hijo". Y la liturgia de este tiempo quiere concretarnos algunas de estas epifanías.
Primera, la de Belén, en el asombro del "Dios hecho niño", "el verbo se hizo carne". Indicándonos desde el principio una línea básica del estilo de Jesús: "El que se humilla será ensalzado". Segunda, la de Nazaret: un Dios manifestado en el silencio, el trabajo diario y el amor respetuoso hacia los suyos; descubriéndonos así que la tarea de nuestra realización personal está en el "día a día" callado y fecundo. Tercera, la epifanía a los magos, como estrella que quiere guiar los pasos de todos los hombres, como esperanza que hay que cultivar en medio del desierto. Y por fin, hoy, la manifestación en el Jordán, en el umbral de la vida pública, como Palabra Eterna, que se hace "mensaje a los hombres": "Escuchadle".
Y, ¿qué quiere decir "escuchadle"? He aquí una buena pregunta. Porque el hombre tiene siempre la tentación de "oír como quien oye llover", de "ver y oír, pero... callar", es decir, de "acostumbrarse" a unas determinadas fórmulas y ritos, pero sin hacerlos "vida", de "escuchar la Palabra", pero "sin ponerla en obra". Y esa es la llamada de hoy. En la epifanía del Jordán, Cristo, al someterse al bautismo de penitencia "pasando por uno de tantos ", es inundado del Espíritu y recibe el gran respaldo de lo alto: "Este es mi Hijo, el Amado. Escuchadle". Y esa escena gráfica, con esa voz tan contundente, nos invita a unos serios planteamientos: "¿Cómo es mi actitud de "escuchar" a Jesús? ¿Qué es para mí el bautismo? ¿Acaso, un nuevo lavatorio de penitencia, como el del Jordán? ¿Quizá, una bella tradición heredada, ocasión para una fiestita familiar? ¿Un salvoconducto espiritual, "por si acaso"? La Iglesia nos enseña que hemos sido bautizados "en el nombre del Señor". Y que no es, el bautismo, una confesión de nuestros pecados, sino "una confesión en Jesús corno Mesías", una "opción por El". Y que, de esta "opción por Él, arranca todo. En primer lugar, nuestro "morir con Cristo para sepultar al hombre viejo y resucitar con Cristo para renacer a una vida nueva". Lo cual se expresaba bellamente en el antiguo bautismo de inmersión. En segundo lugar, nuestra incorporación y pertenencia al Pueblo de Dios, ya que "fuimos bautizados en un solo espíritu para formar un solo cuerpo". Y, en tercer lugar, como consecuencia de esta incorporación, "nuestro vivir cristiano en comunidad". Lo cual supone tres cosas: la "escucha de la Palabra de Dios, haciéndola proclamación y vida; la "celebración de nuestra fe" por medio de la oración comunitaria y personal, convencidos de que Dios es nuestro "¡Abbá, Padre!"; y finalmente, el "ejercicios de la caridad” en las mil formas de compromiso testimonial que se irán presentando. A todas estas cosas nos lleva el bautismo, amigos. Todo esos quería decir la vos que se oyó sobre Jesús en el Jordán: “Éste es mi Hijo, el Amado. Escuchadle”.