Comentario a las lecturas del domingo cuarto de Cuaresma publicado en Diario de Avisos el domingo 22 de Marzo de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
En una noche oscura
DANIEL PADILLA
En una noche oscura, con ansias en amores...". No. No parece que fuera un itinerario místico de amor el que recorrió aquella noche Nicodemo al buscar a Jesús. Peor las palabras de Jesús que hoy leemos, y que son el final de aquel largo coloquio -"lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en Él tenga Vida Eterna"-, denotan que Nicodemo, por un proceso de curiosidad intelectual, o por un toque de la "gracia", empezó a caminar "desde la noche" hasta el océano insondable de la Luz. Juan tiene un especial cuidado en resaltar eso: un hombre principal de los judíos vino a Jesús "de noche". ¿Qué quiere decirnos? ¿Quizá que eligió la noche por mera precaución, para que no le vieran otros fariseos? ¿Acaso que buscó la noche, por ser más propicia para un encuentro profundo, lento, sin interrupciones? ¿O, simplemente, que Nicodemo "vivía en la noche", y, al saber de Jesús, intuyó que junto a Él podría llegar a "la Verdad"? Eso parecen indicar sus palabras: "Rabí, sabemos que vienes de Dios, porque nadie puede hacer esos signos que Tú haces". Lo cierto es que ahí empezó todo. Y Jesús -punto primero-, sin excesivas contemplaciones, situó la conversación en un plano inesperado: "No podrás entender el Reino de Dios si no renaces de nuevo". (Y ahí vemos a Nicodemo, que ha ido a Jesús con el bagaje intelectual de las viejas leyes rabínicas, con los argumentos sabios de su razón, con su experiencia de la vida. Pero le dicen que para llegar a la "verdad" eso vale poco, y que "es necesario renacer de nuevo". Lo mismo le ocurrió a la samaritana que se sentía segura en el pozo de Jacob: "El agua que yo te daré hará crecer en ti un manantial que salte hacia la vida eterna". También sus compañeros de secta, tan enamorados de su templo, escucharon decir a Jesús: "Destruyan este templo y lo levantaré en tres días". Cosas parecidas oyeron los comensales de la multiplicación de los panes: "Les daré a comer mi cuerpo; les daré a beber mi sangre". ¿Qué quería decir? ¡Era un lenguaje insólito, ya lo ve Nicodemo! ¡Ahí se las vio en ese "renacer"!). Por eso -punto segundo- preguntó: "¿Cómo puede ser eso?" Y Jesús te lo fue explicando: "Hay que renacer por el agua y el Espíritu. Porque lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del espíritu, es espíritu". (Ya lo ves Nicodemo. No sólo existe la vida material, en la que "se nace, se crece y se muere". Hay otra vida superior, a la cual "se nace", en la cual "conviene crecer", y sobre todo se puede "sobrevivir", ya que se trata de "vida eterna". ¿Lo entiendes, Nicodemo?). Y -punto tercero-, ese "renacer" supone "morir" de alguna manera, dejar atrás nuestros esquemas y suficiencias humanas, y unirnos por la fe a Aquel que, con su muerte, nos trajo esa Vida: "El Hijo del Hombre tiene que ser elevado, para que todo el que crea en Él, tenga la Vida". (Tengo una curiosidad, Nicodemo. También en aquella "otra noche" repentina, que surgió a la hora de nona de la cruz, saliste tú de casa con José de Arimatea "para pedir el cuerpo de Jesús y enterrarlo". Al descolgarlo, ¿te acordaste de lo que Él te dijo: "El Hijo del Hombre tiene que ser elevado para que tengan vida"?