Domingo, 29 de marzo de 2009

Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización



CARTAS DE MANUEL APARICI (SIENDO SEMINARISTA)

A JOSÉ RIVERA [1]

 

 

Dado que D. Demetrio Fernández González, al hablar de José Rivera, hace referencia a la carta que Manuel Aparici dirigió a D. Anastasio Granados, ofrecemos ésta íntegramente en este Capítulo.

 

         «Mi querido D. Anastasio:

         »Le recuerdo a Vd. perfectamente de los tiempos de nuestro querido Cardenal Gomá (q.s.g.h.), y por otra parte Carmelina Rivera me habló extensamente de Vd. el pasado verano.

         »Pocos datos tengo del Colegio Mayor Santiago Apóstol de Salamanca. Sé que se inauguró en noviembre, que tiene nueve alumnos escogidos y que es objeto de todo el cariño del Sr. Obispo de Salamanca y que su conveniencia y necesidad la encarecen el Sr. Cardenal y el Sr. Nuncio.

         »¿Qué se trata de hacer? Lo que el Señor quiera. Hace dos o tres años tuve una larga conversación con el Sr. Obispo de Salamanca. Me pidió mi opinión sobre la formación que se daba a nuestras vocaciones en los Seminarios y yo se la expuse con toda sencillez y sinceridad. Es como quien toma un tranvía en marcha -le dije- que en él tienes que ir apretujado e incómodo hasta el fin del trayecto. Muchísimas cosas buenas tienen los Seminarios, pero, a mi juicio y por mi propia experiencia, he visto que a estas vocaciones no se las ha atendido adecuadamente. ¿Por qué razón mi compañero de Consejo Manolo Ubeda, que siente la llamada del Señor y va a los Dominicos, tiene en ellos a uno de los mejores Padres de la Provincia como Maestro de Novicios y nosotros no habríamos de tener a un Maestro de Seminaristas? Toda esa leyenda que se está formando en torno a nosotros que no sabemos obedecer, etc., me parece una inconveniencia lógica;  si algún tanto puede apuntarse la Acción Católica Española, y especialmente la Juventud, es haber iniciado una corriente de devoción, afecto y obediencia a la Jerarquía, y resulta que ahora cuando el Señor triunfa en las almas de las que se valió para iniciar esa corriente, esos mismos jóvenes, a quienes la gracia hacía ver en el Obispo a Jesucristo, con más gracia van a tener menos fe. Total que el Sr. Obispo de Salamanca se ha decidido a hacer la Obra que era necesaria y eso es lo que se trata de hacer, todo lo que sea necesario para que los valores que el Señor puso en esas almas lleguen a su perfección dentro del espíritu sacerdotal.

         »Creo que en el próximo curso le convendrá a Pepe ir a Salamanca. Allí se quiere un grupo pequeño de aspirantes al Sacerdocio de Cristo que estén dispuestos a cooperar a la gracia hasta llegar a las cumbres de la santidad.

         »En el curso próximo también iré yo a Salamanca a terminar la Teología y a doctorarme en ella; probablemente estaré en el Colegio de Santiago, pues iré ya ordenado de Presbítero y aún no sé si mi madre se decidirá a ir conmigo a Salamanca.

         »Pero quien le puede dar todos los detalles es el Rvdo. D. Vicente Puchol Montes, que está ahora al frente del Colegio, cuya dirección es Gibraltar 12.

         »Le ruego que si algo más quiere escribirme sobre el citado Colegio me dirija su carta a mi domicilio particular, Plaza de Isabel II núm. 1, pues providencialmente no abrieron la carta que me dirigió, pues aquí ven, según mis noticias, con algún recelo al Colegio Mayor y cuando ya se han disipado los recelos con que se recibió mi vocación, no desearía que reaparecieran.

         »Rogándole me encomiende en sus oraciones, se reitera suyo affmo. en Cristo y buen amigo q.b.s.m.» [2].


         Carta de fecha 2 de diciembre de 1943

 

         «Querido Pepe:

         »Al fin llega el momento de poder dar satisfacción al deseo que tenía de escribirte. ¡Tantas y tan grandes gracias se encuentra simbolizadas para mí en tu persona que es imposible que te olvide! En primer término, nuestros queridos hermanos mártires, entre los que descuella Antonio, hermano tuyo, en la carne y en la sangre, y mío en el afecto de un mismo Cristo a quien amar y prójimo a quien servir, y en un segundo lugar, la generación juvenil fruto de esa sangre de mártires. No, yo no olvido ni aquellas Jornadas de Acción Católica de Aranda, cuando yo vi brillar en tus ojos la esperanza de tu vocación, ni la Semana de Estudios de 1940 en Toledo, ni las Jornadas de Presidentes de Madrid del 41, ni las de mi despedida de Valladolid, ni las palabras que cruzamos en ésa el 42, cuando los cursillos de universitarios, pues en todos los momentos yo veía crecer esa esperanza hasta que al fin Él te dio a conocer, con mirada honda y amante, de que habla San Marcos, que te quería sólo para Él.

         »Te supongo en plena luna de miel en tu vida de seminarista, respirando a pleno pulmón esa fragancia del buen olor de Cristo que se respira en todos los Seminarios de nuestra Santa Madre la Iglesia sin tiempo ni corazón suficiente para agradecerle al Señor tanto amor. Vive querido Pepe, al estilo de tu hermano Antonio, esa contemplación para alcanzar amor de San Ignacio: toda esa belleza serena y armoniosa de ese hermoso rincón de la montaña, producida por Él en los pensamientos de su Corazón, para regalar tu vista con la suave caridad de su amor; esa Comunidad de Padres y seminaristas, multitud de voluntades libres que su gracia conjugó para tu bien; las mismas armonías que en esta novena de la Inmaculada elevará hasta el cielo la magnífica Schola de ese Seminario y sobre todo ese Jesús que en la celdilla más pequeña, en el Sagrario, vela sobre nosotros día y noche, ansioso de que amanezca cada día para venir a nuestras almas y transformarnos en Él; todo eso ha de decirte que su amor es inmenso y nos rodea y asiste solícito en todos los momentos. ¡Cuánta verdad dice el Salmo: “Una hora pasada en tus atrios, oh Señor, es mejor que mil años en la morada de los pecadores”. Sé feliz, emborráchate del amor del Señor y después piensa en los que Él ama y nada saben de la ternura suya. Ahora también, como cuando Antonio y yo hablábamos, hay almas que se pueden perder si no somos fieles. Vivamos escondidos en Cristo y, dentro de él, a través de sus ojos o de la llaga de amor vivo de su costado, contemplemos esta pobre humanidad. ¡Cuánto joven comprado por Él, muere en campo de batalla lejos de Cristo! Pidámosle que, por ellos, nos haga fieles, a fin de que nuestra obras satisfagan por ellos y le alcancen la gracia de la penitencia final.

         »Ese ha de ser aquel vivir de Vanguardia de Cristiandad de que algunas veces os hablé cuando yo era vuestro Presidente y vosotros erais mis jóvenes. Vivamos así en comunión de vida y oración con nuestro Pontífice Cristo y su Vicario en la tierra, S.S. Pío XII, y haremos avanzar esa Vanguardia de Cristiandad con que soñamos para que Cristo sea amado por todos y a todos llegue la maravillosa aventura de su Amor.

         »No olvido el libro sobre tu hermano; ahora, recién terminado los Ejercicios, comenzaré a contemplar el Evangelio de San Juan, que él contempló, e iré tomando nota de lo que me enseñe el Señor, a fin de ver qué semejanza hay con las notas de Antonio.

         »Saluda muy afectuosamente a Benavent, Marcilla y demás hermanos de ésa. Al P. Nieto dile que guardo recuerdo imperecedero de las tres veces que me dio los Santos Ejercicios y que siento que el Señor oye las oraciones que eleva por mí; saluda también al P. Escudero que con tanto amor me acogió durante la guerra para que hiciera los Ejercicios y también a todos los Padres.

         »Y para ti todo el afecto en el Señor que tenía a tu hermano y  te tengo a ti. Oremus ad  invicem …. Un abrazo en Cristo» [3].

 

         Carta de fecha 11 de junio de 1946

 

         «Querido Pepe:

         »Perdona la gran demora en contestar tu carta de primeros de año. He tenido un año fuerte de estudios. Ayer terminé de examinarme, hoy empezaré los Ejercicios preparatorios a las dos últimas órdenes menores que, Dios mediante, recibiré el 15, y el 17 comenzarán las vacaciones.

         »A tus preguntas difíciles de contestar, pues requieren largo espacio, contesto:

         »Desde 1931 a 1941 me pasé todo el tiempo que estuve en el Consejo Superior diciendo que lo único que había que exigirle a un joven para ser miembro de la Acción Católica era que tuviera una aspiración firme y sincera a vivir en gracia de Dios; también fue norma de los Consejos de que formé parte y presidí el pedir a los jóvenes santidad y hasta santidad heroica. Sabía que muchos de fuera del Consejo, y aún algunos del Consejo, decían que yo no estaba en la realidad; vi muchas sonrisitas que querían significarme que era un iluso, en bocas en que no las debiera haber visto; pero cuando ofrendé mi insignia a la Virgen del Pilar en el acto que celebró el Consejo Diocesano de Zaragoza tuve la satisfacción de oír de labios de D. Hernán Cortés: “cuantos y aun compañeros del Consejo Superior de Manolo venían a decirme que le frenara en el pedir santidad a los jóvenes porque no estaba en la realidad, y ahora después de siete años tengo que decir que el que estaba en la realidad sobre el poder de la gracia era Manolo, puesto que en la Juventud de Acción Católica durante su Presidencia han florecido 7.000 mártires y 2.000 vocaciones sacerdotales”. Y ahora argumento yo, como del hecho a la posibilidad la ilación es perfecta, no hay duda de que los jóvenes de Acción Católica pueden vivir en gracia, si quienes los dirigen, seglares y sacerdotes, viven entregados a esta santa misión. ¿Cómo? Es muy largo de decir y hoy me falta tiempo. Ya lo hablaremos este verano. Hasta entonces.

         »Con todo el afecto que me mereces por ser hermano de Antonio y escogido del Señor te abraza en su Corazón» [4].

 

         Carta de fecha 12 de diciembre de 1946

 

         «Querido Pepe:

         »Al fin cumplo la promesa que te hice de escribirte. Supongo que ya sabrás por el propio José María Marín que el Sr. Cardenal le hizo Presidente Diocesano de los Jóvenes. Es un muchacho muy majo a quien la gracia llevará lejos si, como espero, corresponde a ella. A fines de verano, le vi; estuvo un largo rato hablando conmigo, incluso me expuso sus preocupaciones vocacionales. Yo le dije que por ahora se preocupara sólo de lo que Dios le pedía en aquel momento, pues que se esforzara en ser fiel a la gracia, si el Señor quería que fuera sacerdote ya se lo daría a conocer de tal forma que iría al Seminario, mientras que si no era eso lo que quería no se crearía una inquietud que le podría ser perjudicial para su propia vida interior y por consecuencia para el apostolado seglar a que Dios le llamaba entonces. Después, cuando le nombraron Presidente me escribió pidiéndome oraciones; yo le encomiendo porque siento que Jesús se goza en amarle.

         »He sabido también que tu hermana Carmen ha entrado en las Carmelitas de Fuenterrabía. ¡Buenos frutos da la muerte santa de Antonio!

         »Y a ti, mi buen Pepe, ¿cómo te va?

         »Yo espero, Dios mediante, ir el curso próximo a Salamanca; mi Obispo ha decidido que haga los grados de Teología; y allí iré, Dios mediante.

         »Doy gracias al Señor por esta decisión de mi Sr. Obispo, puesto que me servirá para ahondar en mi formación y, por tanto, en lo que considero que es la gracia fundamental de nuestra vocación. Pues si las palabras que el Señor dirigió a sus Apóstoles han de tener realidad en nosotros “Sicut me misit Pater, et ego mitto vos”. Nosotros hemos de alcanzar por la oración y el estudio un hondo conocimiento de la Caridad Divina que resplandece en todo el misterio de Cristo; pues ese conocimiento, al par que nos haga anhelar la ordenación sacerdotal por la cual podremos ofrecer en correspondencia de amor a nuestro Dios el Amor de su propio Hijo, es el que nos llevará a anunciar su Amor de una forma semejante a la suya; es decir, concrucificados con Él a fin de que los hombres conozcan su Amor y se hagan uno con nosotros en la acción de gracias y en el gozo y la paz de la fruición de su Amor, aunque sea bajo velos de fe.

         »Termino ya porque el estudio me reclama. Que en las próximas Navidades nazcas más y más para Él, por el rocío de su gracia te desea con un fuerte abrazo tu siempre affmo. en Él.

»P/S. Mis saludos a los PP. Nieto y Escudero» [5].


Carta de fecha 12 de enero de 1947, Fiesta de la sagrada Familia

 

«Querido Pepe:

         »Ya ves que cumplo tu deseo de que te escribiera pronto, aunque largo no podrá ser.

         »Aún no me he ordenado de subdiácono; Dios mediante recibiré el subdiaconado el 22 de marzo; el diaconado el 31 de mayo y el presbiterado el 8 de junio, si Roma me concede la dispensa para ordenarme a fin de 3º de Teología. No lo digas porque no quiero que se haga ruido en torno a mi ordenación.

         »¿Qué pienso sobre nuestro futuro apostolado sacerdotal? Tú sabes perfectamente que toda mi vida espiritual quiso el Señor fundamentarla en la doctrina del Cuerpo Místico; pues bien, así concibo nuestra futura actuación: con relación a mi Obispo, la misma adhesión, amor y subordinación que mi mano tiene para con mi mente; en relación con mis comiembros de sacerdocio, pues, claro es, amor, solidaridad y ayuda semejante a la que hay entre los miembros de mi cuerpo.

         »Tú también sabes que nunca me gustaron los enfoques negativos de la vida cristiana y de sus virtudes; creo con el P. Vignon, profesor de la Gregoriana, que en cierto sentido, todas las virtudes morales son especificaciones de la caridad, que es la raíz de las que todas se nutren y el vínculo de perfección. Así, pues, si amamos a Dios sobre todas las cosas, estaremos apegados a Él sólo, y las criaturas las usaremos según la regla de San Ignacio del tanto cuanto, pues no tendrán otro valor para nosotros que el de su utilidad para la gloria de Dios.

         »El día que recibí la tonsura la gracia de Dios me hizo decir con toda el alma “Dominus pars hereditatis mei et calicis mei”. Y esa es mi riqueza y mi herencia: el Señor y su Cuerpo Místico. Esto quiere decir que abogo por la pobreza, pero comprendida en su aspecto positivo de poseer la infinita riqueza del amor de Cristo.

         »En cuanto a la vida en común, si la gracia nos hace ver a todo prójimo, pero muy especialmente al sacerdote, como al infinitamente amado de Jesús, ¿no serán en mi corazón todos lo fieles y muy especialmente sacerdotes, religiosos, seminaristas y novicios una gran Comunidad? Y como la verdad que está primero en la mente y baja luego al corazón, necesariamente se manifiesta en las obras, claro es que esta caridad que vive en nuestras almas llegará a concretarse en instituciones. ¿Cuáles? Ahora no lo sé. Nunca fui partidario de reglamentar a la vida, pues la vida se venga de los reglamentos. Ahora creo que es momento de dejarse llenar, con una cooperación activa y a cada paso más consciente, del Espíritu Santo, que es quien difunde la caridad en nuestros corazones, que ya llegará momento, si es designio de Dios el que tales instituciones existan, en que su gracia las inspire a las generaciones sacerdotales, jerarcas y sacerdotes, que han de vivir éstos momentos grandiosos de la historia de la humanidad.

         »Nuestra divisa debe de ser “un corazón y un alma sola con el Papa y los Obispos y con todos los sacerdotes de todos los cleros”, pues éste es el deseo de Cristo “Ut omnes unum sint”.

         »Termino. Escribo a vuela pluma. Tú no seas tan parco y tan tardón en contestar. A mí me excusa la proximidad de las órdenes que voy a recibir.

         »Saluda en mi nombre a los PP. Nieto y Escudero y a Marcilla, Moya y Collar y demás amigos de ésa.

         »Sigue encomendándome y recibe un fuerte abrazo en el Corazón de Cristo Sacerdote de tu siempre affmo. en Él» [6].

 

         Carta de fecha 11 de mayo de 1947

 

         «Querido Pepe:

         »Pese a mis buenos deseos, no me ha sido posible. Han sido el curso, buscar dinero para los hermanos, prepararme para la Santa Misa, … una carrera de obstáculos.

         »El 14 comienzo los Ejercicios de Diácono para ordenarme el 18, el 21 y 22 me examino y el 23 reanudo Ejercicios para ordenarme el 31 de Presbítero. ¡Qué piadosa y fiel es María! Como le juré en Zaragoza defender con mi vida su Mediación, ha mediado para que su Divino Hijo me conceda la inmensa gracia del sacerdocio el día en que con nuestra Santa Madre la Iglesia festejamos Su Mediación Universal de todas las gracias.

         »Cantaré mi primera Misa el día 3. Dile a los hermanos Mansilla, Valentín Gamazo, Romeu y demás, y muy especialmente a Rafael Moya y a COLLAR que como no tengo tiempo de escribirles a todos lo hago por tu medio, porque tú tienes sangre de mártir y eres hermano de mi hermano de Consejo “Él Ángel del Alcázar”.

         »Encomendadme mucho estos días para que no frustre los misericordiosos designios del Señor. Os abraza en su Corazón» [7].

 

         Carta sin fecha. De 1947 por su contenido. Manuel Aparici ya era sacerdote

 

         «Querido Pepe:

         »Siento extraordinariamente que no hayas podido hablar. Tal vez entonces nos hubiéramos entendido mejor; pero tal vez es que el Señor quiera que permanezcas un curso más en Comillas; mas si permaneces pídele a Dios que tu ascendiente sobre todos tus compañeros  se deba a que Él te haya llenado de su misma Caridad. Te digo esto porque precisamente lo que me preocupa de tus cartas es que las noto un poco faltas de caridad. Entiende bien lo que te digo:  no que faltes a la caridad, sino que aún la caridad que hay en ti es relativamente poca y por eso no resplandece en tus juicios uno de los más bellos frutos del Espíritu Santo: la benignidad. Lee y relee los versículos 4 a 7 del Cap. 13 a los Corintios: Todo eso lo obra la Caridad de Dios en nosotros; no que nosotros nos esforcemos en hacerlo, no, es que cuando el amor que Dios tiene a las almas en su Cristo mora en nuestros corazones por la fe, el Amor Divino obra en nosotros lo que es propio que Él obre. No, recuerda la psicología que has estudiado: el amor es el apetito del bien, luego a la voluntad no se le puede imperar que ame; sino que la voluntad podrá inspirar a la inteligencia sobrenaturalizada por la fe que se aplique a percibir la amabilidad de Dios in se et in nobis, en sus criaturas y en cuanto por la ayuda de la gracia descubramos la amabilidad de Dios y de los amados de Dios, ese amor divino viviendo en nosotros y rigiendo nuestra naturaleza, como complementaria de la de Cristo para que juzguemos y obremos como Él juzgó y obró.

         »Pero en fin dejemos eso. No sé aún lo que haré en Salamanca ni si el Señor querrá valerse de mi miseria para hacer algo; mas en mi carta te decía que procuraba vivir mi misión sin darle nombre y ahora, con todo el amor que Él pone en mi alma para ti, te digo: ves a Comillas o a Salamanca o a donde quieras; pero donde quiera que estés te pido que te guardes y reserves para esta misión. ¿Cuál es? Creí que la habías adivinado. Te la apuntaba en mi última carta desde el Seminario: la unión en caridad verdadera y operante de todo el clero secular y regular, hispánico y no hispánico; el “ut omnes unum si” fue la aspiración de toda mi vida desde mis primeros pasos de joven de Acción Católica. Por eso comprendí que Él me quería en el clero secular; no siendo de ninguna familia religiosa podría más fácilmente ser de todas las familias, por eso fui al Seminario de Madrid. Siendo uno de tantos, podría más fácilmente hacerme uno con ellos; por eso voy ahora a Ejercicios como preparación a mi estancia en Salamanca; en Comillas no hay más que seculares y jesuitas, en Salamanca hay de todas las Órdenes. Esto es lo que entiendo que Él nos pide a ti y a mí y a cuantos llamó al sacerdocio de entre las filas de la Juventud de Acción Católica.

         »Me dirás que esto es vago; en cierto sentido sí; en otro no, pues una oración concreta de nuestra vida de oración y sacrificio y celo, ya que hemos de aprehender lo que Él ama a todos, seculares y regulares, para ser por todos víctimas de sacrificio y de celo.

         »No tengo tiempo para más; espero empezar los Ejercicios en la próxima semana: por vosotros, por los que Él ama me voy suavemente forzado de su gracia; te tendré presente.

         »Te abraza en Cristo y te bendice» [8].

 

         Manuel Aparici había pensado en José Rivera como futuro sucesor suyo en la Consiliaría Nacional de la Juventud de Acción Católica, y así se lo había pedido al Cardenal por si podía concedérselo.



[1]  La apertura de su Proceso de Canonización tuvo lugar el 21 de noviembre de 1998.

[2]  Carta sin fecha. De 1947 por su contenido (C.P. pp. 1757-1759).

[3]  C.P. pp. 1760-1761.

[4]  C.P. pp. 1617-1618.

[5]  C.P. pp. 1749-1750.

[6]  C.P. pp. 1733-1736.

[7]  C.P. pp. 1747-1748.

[8]  C.P. pp. 1724-1727.


Publicado por verdenaranja @ 21:31  | Espiritualidad
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