Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización
CORRESPONDENCIA ENTRE MANUEL APARICI Y SOR CARMEN
DURANTE SU LARGA Y PENOSA ENFERMEDAD
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de febrero de 1959
«Estimada hija en el Señor:
»Ya ves, que aun sin poder celebrar la Santa Misa, desde el 15 de marzo del 1957 estoy impedido, vivo y siento la paternidad espiritual del sacerdocio de Cristo que en su infinita bondad me participó. Tal vez este pensamiento, aún en ese hondón del alma que nada tiene que ver con la sensibilidad, es el que me ha mantenido en esta Misa de veinte meses en la que yo era la hostia victimal; como cuando celebraba sentía que cooperaba con Él a que fuerais reengendradas para Él todo el Cuerpo Místico Suyo, así ahora que Él era el único celebrante y yo la hostia, sentía también esta mística cooperación.
»Me ha hecho ahondar en el conocimiento de Su Bondad manifestada en fidelidad y amor; me vio tan cobarde y ruin, tan poco decidido a hacer yo, pese a haberle pedido tanto la cruz, que hizo Él: me la envió, y como tanto la había pedido, por decencia, no podía protestar y acepté y di gracias; y su Amor, ¡Ah su Amor ... ! Ya había alguna vez vivido como en relámpago aquella expresión de Antonio: “Yo Dios mío me noto muy mal, pero a ti te noto muy bien”; pero ahora, por Su Bondad, han sido meses y meses en los que, como un día le dije a Pepe, recordaba el “no tengo parte del cuerpo que no me duela” y unido a esto la impotencia para rezar, sequedad, sensación de abandono y tentaciones de creerme rechazado por Él; sólo la fe, oscura, gélidamente fría y la comunión diaria, de la que nunca me privó su Amor, era mi sostén y el director espiritual.
»Todo esto terrible, pero magnífico, porque en la fe conocía que Cristo retornaba a vivir en mí una parte infinitamente pequeña de los terribles dolores, oscuridades, abandonos y desamparos a los que gozosa y libremente se entregó por amarnos. Y como vivía su dolor en mí, también vivió, aunque la sensibilidad no se enterara de la noticia de su Amor. Y al notarlo, al conocerlo, no salía de mi asombro: ¡Cómo Tú amas así ... a esta piltrafa, toda llagas en el cuerpo y en el alma ... ! Y entonces, entonces (y esta es la correspondencia a ti y a tus hijas tan amadas todas de Cristo) ahondaba más en la vivencia de aquellas palabras previas a la Consagración del pan: “Qui pridie quam pateretur, accepit panem in sanctas ac venerabilis manus suas ... deditque discipulis suis ac venerabiles manus suas et elevatis oculis in coelum ad te Deum Patrem suum omnipotenten tibi gratias agens benedixit, fregit”, que Él me hizo desear fueran el esquema de mi vivir en Él.
»¿Comprendes ... ? Antes de padecer –accepit panem in sanctas, ac venerabiles manus suas–: Getsemaní, toma a peso a toda la humanidad, tú y yo y todos, que ve “masa perditionis” dirá el Apóstol: Tedio, pavor, hastío, repugnancia. “Si es posible que pase de mí este Cáliz”; pero Cristo no se para aquí –como por desgracia tanto apóstol de ahora que sólo piensa en la salvación de los hombres– “elevatis oculis in coelum ad te Deum Patrem” y ve que el Padre nos ama tanto, tanto “ut sic Deum dilexit mundum ut Unigenitum Filium suum daret” ... ¿Comprendes?, ¿Comprendes ...? Es de locura que el Padre ame así, deslumbra su Bondad; y entonces “benedixit”, vuestro vivir y el mío, complementándose: Bendiciendo y alabando al Señor y voceando y predicando sus Caridades y Bondades; la glorificación de Dios y sólo después de esto: de haber empezado a conocer en la fe y la luz de los dones el Corazón de Dios, puede venir lo otro: la alabanza y la predicación concrucificado con Cristo, “deditque discípulos” dándose así, inmolado, a los hombres.
»Sigamos viviendo así: contemplando toda la miseria humana, la nuestra y la de todos, pero no nos paremos aquí, esto desalienta y enciende en enemistad hacia los hombres, levantemos por Cristo nuestra mirada al Padre y entonces después de haber subido con Cristo al Padre para emborracharnos con el Amor del Padre y del Hijo, dejémonos retornar por el Espíritu Santo a los hombres hechos fuego de amor para Bien decir: a Dios con su alabanza y a los hombre, que Dios es nuestro Padre.
»Creo que van contestadas unas cuantas preguntas; hasta hace pocos días no podía casi escribir, todo me producía una fuerte fatiga respiratoria y cardíaca. Desde hace quince días con un cambio providencial de médico, que vio que estaba intoxicado a fuerza de medicinas y me las suprimió casi todas, empecé a mejorar; y ya ves que escribo una larga carta.
»Contento con lo de Córdoba [José Manuel de]; pero ... viene poco; y de Pepe, pues le escribí al Sr. Cardenal por si al finalizar el curso pudiera concedérmelo como un futuro sucesor, importante es lo que hace en Salamanca; pero el treinta por ciento de los filósofos y teólogos de los Seminarios de España llegó a ellos por la gracia que Dios les concedió a través del apostolado del Consejo Superior de la Juventud a quien orienta y ayuda; pero además los sacerdotes se van hermanando en equipos a través de la vocación de Consiliarios y hay muchos hogares santos ...; orad para que se haga la voluntad de Dios.
»De mi archivo, no sé dónde para; cuando me estaba muriendo me trasladaron a lo que era mi despacho, amontonaron papeles no sé dónde y algunos los tiraron; y en los breves intervalos de mejoría no tuve fuerzas para buscar y menos para ordenar.
»Y nada más, pues me fatigo. Sólo que en los dos años y nueve meses de enfermedad nunca me sentí defraudado, Él me dio la paz de confiar en su Amor. Seguir orando amadas hijas del Carmelo y en espera de poderos bendecir pronto en la Santa Misa, aunque sea sentado, cuyo permiso ya tengo, aunque no fuerzas, os bendice a la Priora y a toda la Comunidad vuestro siervo en el Señor y Capellán» [1].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de fecha 28 de septiembre de 1959
«Estimada en Cristo Jesús, Madre Carmen Teresa:
»Comienzo hoy esta carta, que no sé cuando la terminaré pues depende de las visitas, de que me canse, de que me llegue el tiempo y Dios sabe.
»En primer lugar felicito a mi abogada, madrina de oraciones o como la llamen, a la Rvda. Comunidad y a sí misma, pues mucho deben poder sus oraciones ante Dios cuando han conseguido que el Señor me fuerce amorosamente a tratar de hacer 18 días de Ejercicios.
»Por experiencias sabes que cuando el alma se deja recoger por el Señor siempre se encuentra bien. ¿Abrasado en amor?, no. ¿Hambriento y sediento de abrasarme?, sí. Por eso mi cielo es la Santa Misa, sólo en Ella y por Ella se satisface mi sed: ofrecer a la Trinidad Santísima la reparación perfectísima de alabanza, oración y obediencia de Cristo Cabeza y miembros, Iglesia Triunfante, Purgante, Militante. Porque hermana Carmen Teresa, la herida que debe sangrarnos en el alma, a vosotras hermanas del Carmelo y a nosotros sacerdotes del Altísimo, es la glorificación que hemos robado a Dios con nuestros pecados y nuestros fallos, la glorificación que resta y roba a Dios los pecados de nuestros infelices hermanos de toda la tierra; pero para esta herida el único bálsamo es Cristo; Cristo ofreciéndose en la cruz y en la Misa; pues Él lo reparó todo superabundantemente y uniendo nuestro deseo al suyo, restituiremos a Dios la alabanza, aún mejor que si hubiéramos sido en todo fieles, pues a la adoración perfectísima de Cristo que hacemos nuestra por el amor y deseo de alabanza perfecta de la Trinidad Santísima, se une una mayor humildad en nosotros, ya que ahora ninguna alabanza salida de nosotros nos contenta, si no se cobija en la alabanza perfecta de Cristo y de la Iglesia, porque hemos empezado a descubrir el abismo de nuestra nada y miseria y ese conocernos pecadores pone en nuestra alma aquella “exclamación admirativa con crecido afecto” de que habla San Ignacio en la meditación de los pecados propios.
»Por hoy dejo este tema, me fatigo y emociono; mi salud, gracias a Dios mejor, celebro ya sentado dos veces por semana, he empezado a salir un poco, en coche claro es, el médico me permite dos ratos por semana; pude sacar unas tres horas de meditación, más el Oficio y la Santa Misa en la forma que he dicho, durante los Ejercicios, estar arrodillado en el reclinatorio algún rato; por cierto, envíame, si no la tienes la haces sacar, una foto de vuestro Sagrario, sin recordarlo me he trasladado en espíritu casi todos los días a él para unir mis oraciones a las vuestras; piensa que llevo casi tres años sin poder hacer la Visita.
»Ya ves, trece días interrumpida la escritura [2]; primero unas visitas, luego un pequeño retroceso: Un poco débil el corazón, descenso de tensión, total quietud, supresión de salidas y de celebración de la Santa Misa. Ya gracias a Dios voy rehaciéndome, me permite el médico celebrar mañana y luego Dios dirá.
»Me preguntas sobre la espiritualidad seglar, y creo que pensamos lo mismo; para mí no hay más que una espiritualidad cristiana, porque no hay más que un Espíritu Santo, aunque con matices distintos. Y toda espiritualidad que no sea del Espíritu de Cristo, viviendo en nosotros y dirigiéndonos y conduciéndonos, no es espiritualidad cristiana.
»El tema es inmenso, pero creo que hay equivocaciones por no tener en cuenta que una cosa es la teoría y otra la práctica; en teoría lo propio de todo grado avanzado de espiritualidad es glorificar a Dios a través de todas las criaturas. Y entonces se hace este sofisma: Es así que el seglar es el que está inmerso en todas las criaturas, luego el seglar en vez de alejarle de las criaturas hay que enfrentarle con ellas para que glorifiquen a Dios. Este movimiento de pseudoespiritualidad seglar proviene de los católicos que se consideran a si mismos intelectuales, sin acordarse que el Señor le dijo al maestro de la ley Nicodemus: “En verdad, en verdad te digo que si no renaciereis por el agua y el Espíritu Santo no podréis ver el Reino de Dios”. Esto es lo terrible, que no tienen ojos y pretenden ver y ser guías. Pues el bautismo es morir con Cristo al hombre viejo; es decir, a todos los criterios y modos de ver, y juzgar y actuar humanos, para resucitar con Él a su Vida: viendo con la fe ayudada de los dones de sabiduría, ciencia y entendimiento, juzgando con la prudencia y ciencia infusa y el don de consejo y actuando por la esperanza y la caridad con los dones de piedad, fortaleza y temor de Dios.
»(Reanudo la carta el 22). Dicho con las palabras de S. Ignacio, eso que llaman “espiritualidad” sería vivir aquella petición de la contemplación para alcanzar amor “conocimiento interno de tanto bien recibido para que enteramente reconociendo (al reconocer hay que darle su doble valor: de conocer nuevo en la novedad de la Vida resucitada de Cristo, y de gratitud subsiguiente a ese conocimiento) pueda en todo alabar, amar y servir a la Divina Majestad”.
»¿Causa de la interrupción? Pues esa pequeña crisis física y una gran crisis espiritual. ¡Qué equivocados estáis los que me creéis tan perfecto! No soy más que un alma mezquina, pecadora, cobarde …. Tantos años pidiéndole al Señor que me hiciera partícipe de su Getsemaní y su Cruz ... que cuando me lo participa me echo atrás. Ya sé que me recordarás la oración de Jesús: “Si es posible que pase de mi este Cáliz … ”. Sí, a Jesús le repugnó, pero hizo la voluntad del Padre; pero yo no la hago. Me hurto ratos, días y semanas a la cruz con lecturas frívolas.
»Soledad, abandono, inutilidad para quien tuvo vocación a vida activa, es tan extraño y nuevo que desconcierta.
»Ya sé, ya sé que Él me llama a esta nueva vocación de mayor intimidad con Él, pero este sabor me deja tan árido y seco como antes. Calibro y mido un poco lo que debieron suponer para Jesús mis olvidos y abandonos, por lo que a mí me duele. Treinta años tratando de vivir para los amados de Jesús y ahora no tendría quien me ayudara a Misa (dos veces por semana) si no fuera por el conserje del Consejo que me envía a su sobrino.
»Y como soy cobarde, en vez de abrazarme gallarda, apasionada y alegremente a la cruz en la que Cristo está expirando de amor e invitándome a amar: Pies clavados, la cabeza inclinada, brazos y manos extendidos y el pecho abierto; me hurto a Ella.
»Lo único que aún queda, por la misericordia del Señor, en mi alma es una confianza inconmovible en su Amor; Él me la conserve.
»En fin Hermana Carmen Teresa, termino. Envíame la foto que te pido y seguir orando por mí y sigue escribiendo porque tus cartas rompen, de cuando en cuando, mi soledad.
»Encomendándome a las fervorosas oraciones de esa Venerable Comunidad, las bendice con todo afecto en el Señor» [3].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen sin fecha (¿1959?)
«En Cristo Jesús estimada Madre Carmen:
»Unas líneas para dar las gracias a la Rvda. Comunidad por su bondad al querer ser instrumento de Dios para acariciar mi alma; cuando me revestía se realizaron sus palabras: “Mi yugo es suave y ligero el peso mío” pues vosotras, amadas hermanas en el Señor, representando al Cuerpo Místico de Cristo, me ayudáis y me ayudaréis a llevar el peso de este admirable Sacerdocio de Cristo que Él, en su inefable bondad, se dignó participarme, y así por vuestra ayuda y la de todos los santos hará que lleve de tal forma ese yugo bendito que consiga su gracia.
»Aún no he visto las casullas, tienen que hacerme hueco en una cómoda y he preferido no deshacer el paquete; pero así cuando las vea volveré a escribir.
»Mis crisis, tristezas, tedios, soledades empiezan, por la bondad de Dios, a no ser sólo mías, sino de Cristo en mí, que vuelve a pasarlas para enamorarme más y más de su Amor infinito. Yo no sé si amo a Dios, creo que sí, pues, mis tristezas nacen de ser ingrato, inconstante y cicatero con Él; pero cada día me maravillo y asombro más de lo que el Padre nos ama y con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y le doy gracias porque me eligiera sacerdote y me permita celebrar la Santa Misa dos veces por semana, una vez superado el último bache en la salud. Por cierto que los domingos viene el bueno de Agustín Losada con un par de amigos a ayudarme; ¡no saben el consuelo que me dan!, pues me hacen más presente a la Juventud bien amada de Cristo, a la que amé y serví, hasta enfermar, durante 30 años de mi vida y me sirven, como aquellos dos mancebos que sujetaban los brazos de Moisés, para tratar de mantener la postura de cruz que Él me pide, ya que fue ese amor de Cristo a los jóvenes que Él empezó a revelarme un día de la Inmaculada de 1929, lo que me fue clavando a su cruz. Pedir hermanas para que Él me dé valentía y generosidad para perfeccionar esta crucifixión, a fin de que por mi culpa no dejen de conocer su Amor los jóvenes de España.
»Recordando mi gratitud en Cristo, unido a vuestras oraciones ante ese Sagrario en el que sigo clamando “Sitio”, te bendice y bendice a toda la Rvda. Comunidad con la bendición más fervorosa, su siervo en Cristo y Capellán» [4].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de fecha 25 de noviembre de 1959
«Muy estimada en Cristo Jesús:
»Nueva acción de gracias al Señor y a las hermanitas del Palomar de Fuenterrabía por el delicado obsequio de los ornamentos sagrados; son de un gusto litúrgico exquisito; los bendije con facultad delegada por el Sr. Obispo, D. José María, y los estrené: el domingo el verde y hoy el rojo; ya te decía en mi anterior que me ayudarían a conocer la certeza de las palabras de Jesús: “Mi yugo es suave y ligero el peso mío”, y, efectivamente, me ayudan a vencer el miedo a mi indignidad, pues sois para mí, amada Comunidad del Carmelo, como un pequeño sensible al Cuerpo Místico de Cristo, y cuando me revisto para celebrar me parece que no me revisto tan sólo de los sacrificios y oraciones de la Rvda. Comunidad que los cosió y bordó tan primorosamente, sino con el precioso mérito de las virtudes y santidades de Cristo y de su Cuerpo Místico, la Santa Iglesia. Entonces, aunque sigo confuso y avergonzado por mi indignidad, por complacer a la Santísima Trinidad, que se goza de Cristo se ofrezca por Amor de sus sacerdotes, me atrevo a acercarme al altar de Dios, de ese Dios que es nuestra alegría desde la juventud.
»Pero no deben desorientarte mis cartas con relación a mí mismo; soy algo “ni frío ni caliente”; en las cartas como en los discursos sale lo mejor que puso el Señor en nosotros: el ideal de santidad que nos invita a alcanzar, pero ya basta hablar del ideal, sin realizarlo o al menos dejarle a Él que lo realice.
»Es verdad que Dios ama divinamente, pero estoy tan poco atento a las manifestaciones de su amor; el vuelo de mi alma se parece al de la perdiz y la codorniz, que dan unas cuantas aletadas rápidas y toman tierra otra vez.
»De lo del Sagrario lo estoy pensando, pues tendría que hacer bastante cambio de habitaciones y como cualquier cosa me produce fuerte fatiga, temo una recaída, por eso me parece mejor esperar a ver si una pequeña mejoría, que ahora se inicia, consolida, y entonces pueda meterme en esos pequeños trotes sin fatigas.
»Reiterando mi gratitud por todas las bondades de esa Rvda Comunidad para conmigo, las bendice cordialmente en el Señor su siempre affmo. en Cristo y Capellán» [5].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de fecha 17 de febrero de 1960
«Amada en Cristo Madre Carmen Teresa de Jesús, Priora del Palomarcico de Fuenterrabía:
»Con la ayuda de Dios voy a tratar de contestar a tu carta de Madre Priora; es decir Madre portavoz o amanuense de esa Santa Comunidad de Carmelitas Descalzas, que nuestro amorosísimo Padre celestial ha querido darme como ángel de consuelo y confortación en el Getsemaní de mi vida.
»Si el Señor me hace consideraros así, ¿cómo tus cartas pueden producirme empacho o enojo? Todo lo contrario, pues la letra, las voces, las casullas podrán ser de la Priora o de la Comunidad, pero el espíritu que las anima y vivifica es el de la Divina Paloma que anidó en las almas que Él eligió para desposarlas consigo en ese santo palomar. Me consuelan y confortan tus cartas; si al Señor, que era el Santo de los Santos, le alentó y confortó el ángel que el Padre le envió ¿cómo a mí que soy un pobre pecadorcillo (pues ni aún soy grande) no me han de consolar las pruebas de amor que Dios me da por medio de sus santas monjitas?
»¿Por qué entonces tardo tanto en contestar? Por varios motivos: la máquina no la domino y me cansa, a mano también soy lento y me cansa, alguna que otra visita que se entrecruzan y, sobre todo, porque estoy –como dicen– bajo de forma y perezoso para reaccionar; y claro es, como no he perdido el sentido de la responsabilidad, al escribir tengo que cuidar de no perjudicar ningún alma de las que el Señor ama; y como por otra parte tengo que enfrentarme conmigo mismo y al enfrentarme comprendo que Jesús me está pidiendo mucho que no le doy, pues retraso el escribir para retrasar el enfrentarme, pues si me enfrento no tendré más remedio que rendirme totalmente a las exigencias de su Amor; por eso ahora en la Septuagésima escribo para reanimar mi vida al conjuro de sus divinas palabras: “He aquí que subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre, le azotarán, escupirán y darán bofetadas, y lo entregarán a los gentiles y le darán muerte; y resucitará”; pues pese a todo: a las lecturas frívolas, a las desganas, a la falta de ratos de oración, si Él me preguntara tendría que decirle como San Pedro: Tú sabes que te amo.
»José Manuel [de Córdoba] sigue viniendo, incluso me preguntó si tendría inconveniente en dirigirle; yo le contesté que probaríamos, con plena libertad de dejarme si no convenía a su alma, ya que por eso no se iba a enfriar nuestra amistad.
»Me duele el poco aprecio que se hace hoy de los mártires.
»La comencé en la Vigila de Pentecostés, pero visita de familiares me impidió terminarla y hoy feria tercera la continúo.
»Como te decía antes espero inaugurar el Oratorio en este mes. Un grupo de ex-jóvenes que actuaron conmigo como Rectores de Cursillos de Militantes de Cristiandad me lo regalan; tuve hace unos días pintores, ayer acuchilladores y volverán mañana, y espero que en esta semana traigan los cortinajes de fondo y el Altar, y todo esto me tiene un poco ocupado y algo fatigado, aunque gracias a Dios sin que la mejoría se resienta.
»Termino para no diferir más la salida de ésta.
»Con todas mis bendiciones para esa Venerable y amada Comunidad queda siervo vuestro en Cristo Jesús» [6].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de fecha 24 de febrero de 1960
«Amada en Cristo, Madre Priora:
»Esta vez no estará quejosa tu Reverencia de tardanza en contestar. Seguramente mi carta anterior se cruzó con la tuya que recibo hoy.
»Esta viene a ser contestación de la anterior. No daba noticias de mi salud; ésta me permite celebrar ya tres veces por semana, sentado, claro es, pero ya es un avance; el médico no espera mejoría hasta que me haga la punción abdominal, ya que dice que tengo una scitis (hidropesía) residual que es lo que me produce la fatiga y que por la vía normal no eliminaría o tardaría tres o cuatro años. Espero que en abril me pinchen y si Dios quiere, mejorar.
»De salud del alma también estoy mejor. Jesús me urge, siento que quiere que esta Cuaresma viva muy unido a Él; estoy empezando otra vez las meditaciones y consideraciones del mes de Ejercicios de San Ignacio y ruego la ayuda de mis monjitas de Fuenterrabía, mías, porque son de Cristo y Él también quiere hacerme todo y sólo suyo, aunque le ponga pegas y más pegas. Y también tendré especialmente presente a esa amada Comunidad durante la Santa Cuaresma.
»Bien haces siguiendo el consejo de San Ignacio para cuando el alma se encuentra en consolación ...
»Yo me encuentro como quien perdió la hacienda; hay que reconstruirlo todo: hábitos de oración, examen, lecturas, etc., pero, pese a todo, tengo alegría y paz; confío en que Él, en cuanto me vea empezar a corresponder a su gracia, lo hará todo.
»En fin, creo que vuestras reglas en Cuaresma os impiden la correspondencia, entonces hasta el Aleluya de Pascua.
»Saludos a mi Capellana y encomendándome a esa Comunidad las bendice en el Señor» [7].
Carta de Manuel Aparici a Sor Carmen de fecha 10 de mayo de 1960
«Carísima en Cristo Madre Carmen:
»Unos renglones para acusar recibo de la última y darle noticias mías.
»Hoy, por la infinita bondad del Señor, he recibido la bendición con el Santísimo, después de casi tres años de no poder visitar físicamente un Sagrario. Esto quiere decir que estoy mejor, llevo ya unas cuantas salidas y hoy, en taxi, me fui al Seminario para asistir y tomar parte en el ejercicio de las flores. ¡Qué bueno es el Señor! Él y su Madre me llevaron con su gracia hasta este Sagrario y esta Capilla en la que tantísimas veces me manifestó su Amor, con su presencia en la Eucaristía, en mis superiores, en los hermanos, en los libros, Él me hizo sentirme como en el vientre virginal de la Iglesia para que nuestra Madre me gestara como nueva criatura que recibiera el sacerdocio santo de su Esposo.
»¡Qué vida aquella! Continuamente las saetas del amor Divino herían mi pobre alma para renovarla incendiándome en el ansia de ese día de la ordenación en el que empecé a ofrecerle a Dios el propio Hijo de su Amor para amarle como Él merece ser amado, con el Corazón Santísimo de su Hijo y en Él, con Él y por Él, con el de Nuestra Santísima Madre y el amor de todos sus santos del cielo y de la tierra. Y hoy por la infinita bondad del Señor ese Sacramento del Orden, por el que me participó sus poderes sobre su Cuerpo Físico y Místico, me permite ofrecerle sacramentalmente por mis propias manos, corazón, entendimiento y voluntad ungidos con la gracia que exige el carácter sacerdotal. Yo, gracias a Dios, estoy más convencido (sin falsas modestias) de mi pequeñez, no por criatura, sino por mis pecados, infidelidades, regateos, indiferencias de horas, de días ante su sed; pero también cada día creo más en su Amor y me duele amarle tan poco y sólo ofreciéndole su propio Amor manifestado en María y su Iglesia y su Amor oculto … que encierra su Divino Corazón que bastaron a inflamar en amor a todas las humanidades posibles en esos 400.000 millones de nebulosas con sus 400.000 millones de soles cada una y que aún quedaría intacto, se pueden pacificar un poco las ansias que Él posee.
»Así es mi vida: un continuo desear, pero siempre con las manos vacías, y no teniendo propio más que miserias las ofrezco al Padre lo que Él me dio su propio Hijo y en su Corazón refugio de pecadores mi miseria.
»Trataré de redactar para la querida Comunidad de Carmelitas de Donamaría unas notas para el retiro el Domingo 29 Infraoctava de la Ascensión; tal vez resulte un poco largo, pues aunque “servata proportione” quisiera imitar a San Juan “lo que vivimos y palpamos y tocamos con nuestras manos del Verbo de la Vida eso es lo que os anunciamos para que tengáis unión con nosotros y nuestra unión sea en el Padre y en su Hijo Jesucristo. Y os escribimos para que tengáis gozo y vuestro gozo sea completo” y trataremos algo de la Resurrección y Ascensión como aceptación y estipendio del Padre del sacrificio de su Hijo, Pentecostés como estipendio anticipado de la Trinidad por las Misas que Cristo-Sacerdote celebraría a través de los tiempos por manos de sus sacerdotes, y con la cooperación de su pueblo fiel y María porque es mucho para vosotras y para mi pensar, era Ella siempre, pero aún más en el mes de mayo.
»Ana María te enviará la copia de unas notas de uno de los Retiros que di a mis jóvenes en el Año Mariano, las encontré y por si le eran útiles se las dejé para que sacara copias y una os la enviara por si también os podían servir para algo.
»Y ahora para daros otra alegría os pido seis purificadores y un amito; no urgen pues tengo seis, pero están un poco pasaditos y amitos tengo dos, pero uno es el de mi ordenación que quisiera reservar para las solemnidades.
»Y nada más por hoy pues tengo que dedicarme a ponderar en mi corazón todas esas cosas que el Señor me ha hecho barruntar para nuestro día de Santo Retiro.
»Encomendándome a las oraciones de esa Comunidad queda su siervo in Corde Jesus.
»P/S. Comenzada el 10, terminada el 12» [8].
[1] C.P. pp. 1812-1815.
[2] Empieza la carta el día 28 de septiembre y la reanuda el día 10 del mes siguiente.
[3] C.P. pp. 1816-1821.
[4] C. P. pp. 1810-1811.
[5] C.P. pp. 1822-1823.
[6] C.P. pp. 1824-1827.
[7] C.P. pp. 1818-1829.
[8] C.P. pp. 1830-1833.