Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización.
…. Nos dice BARTOLOMÉ RIUTORT
El texto de Bartolomé Riutort (Bibiloni lo escribe terminando en «d», Riutord), que adjunto (Doc. 1), me ha sido facilitado por D. Jaime Capó. Sin embargo, dicho texto está puesto en Internet: http://www.cursillos.net/Bartolomé.htm y está escrito con «t» y no con «d». De él han bebido, que yo sepa, D. Jaime y Fray Servando García Rubio, O.S.A. (quien no cita a Riutort) [1] y, por supuesto, cuantos hayan acudido a Internet.
En enero de 1953 –escribe Guillermo Bibiloni [2], es decir Bonnín [3]– Riutort sustituye en la Presidencia del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción de Mallorca a Andrés Rullán, quien a su vez había sustituido en la misma a Eduardo Bonnín en febrero de 1951, año en que Eduardo asume la Vocalía de Cursillos.
El texto que facilito consta de dos partes perfectamente diferencias; antes y después de la Peregrinación a Santiago. Mi comentario versa sobre la primera parte. Sobre la segunda véase el Doc. 2 también adjunto: Capítulo XVI de la Segunda Parte del trabajo de investigación y análisis ya enviado: ¿después de Santiago, qué? Esta es la pregunta que se hacían muchos.
En esta primera parte nos dice Riutort que «se celebró una Peregrinación Nacional al Pilar de Zaragoza donde surgió o había surgido mientras se preparaba la peregrinación un movimiento ascético peregrinante […]».
Afirmación ésta que NO ES CORRECTA.
1. «Los frutos obtenidos en aquella peregrinación [la de marzo de 1934 a Roma] movieron al Consejo Central –declara Manuel Martínez Pereiro– A CONSIDERAR LAS VENTAJAS DE LA IDEA PEREGRINANTE E INSISTIR EN ELLA. El Tercer Congreso que, conforme a lo acordado en el Segundo de Santander, había de celebrarse en Santiago de Compostela era la gran oportunidad para poner en práctica aquella decisión del Consejo, entre otras razones porque teníamos tres años por delante para prepararlo sobre todo en el orden espiritual» [4].
2. La Ponencia impartida por el entonces Consiliario de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia en el Congreso Nacional celebrado en Noviembre de 2003 con motivo del Centenario del Nacimiento del Siervo de Dios Manuel Aparici con el título «Ideal Peregrinante y Vanguardia de Cristiandad: Unidad en la fe de los Pueblos Hispanos» trató del «El Ideal Peregrinante: su desarrollo histórico» (Ideal surgido muchos años antes que tuviera lugar la Peregrinación al Pilar); «Éste fue el Ideal de Manuel Aparici»; «Un ideal que permanece vivo» y «El Ideal Peregrinante, hoy»; ponencia que envié tiempo atrás.
Seguidamente afirma «que en virtud de la cual los participantes en aquella peregrinación se comprometían para que fuera realidad la promesa que en 1933 hiciera Manuel Aparisi [que también escribe D. Jaime. En realidad: Aparici] al Papa Pío XI. El motivo fue que Su Santidad había publicado una encíclica o carta pastoral (no recuerdo) en la que decía que el mundo estaba profundamente enfermo y que hacía falta una cristiandad ejemplo y guía para este mundo profundamente enfermo […]».
Esta afirmación TAMPOCO ES CORRECTA.
1. Esa promesa, según los documentos que he manejado como Director del Secretariado Manuel Aparici, Notario Adjunto del Tribunal Eclesiástico de su Causa de Canonización, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus y Vicepostulador de la Causa Manuel Aparici, no se la pudo hacer al Santo Padre en 1933 porque en dicho año el Siervo de Dios no estuvo en Roma. Tampoco se la pudo hacer en 1934 y 1936, cuando si estuvo, porque el Santo Padre no pidió esa «cristiandad ejemplo y guía para un profundo profundamente enfermo» hasta 1937, concretamente el 14 de marzo de 1937, fecha de su Encíclica «Mit Brennender Sorge». Estas fueron sus palabras: «Una Cristiandad en que todos los miembros vigilen sobre sí mismos, que deseche toda tendencia a lo puramente exterior y mundano, que se atenga seriamente a los preceptos de Dios y de la Iglesia, y se mantenga, por consiguiente, en el amor de Dios y en la solícita caridad para el prójimo, podrá y deberá ser ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo, que busca sostén y dirección, si es que no se quiere que sobrevenga una enorme catástrofe o una decadencia indescriptible».
Manuel Aparici, «una gloria y corona de la Diócesis de Madrid, singular y deslumbrante» [5], un día, respondiendo a la llamada del Papa, «capitaneó» a toda una generación juvenil en un largo peregrinar de doce años, que culminó en la gran cita ante el Apóstol Santiago en 1948, la mayor peregrinación llegada nunca a Compostela, meta de perenne peregrinación para impulso y sostén de un renacimiento cristiano [6], en cumplimiento del voto de peregrinar para llevar almas de jóvenes a Cristo y hacer de España la soñada Vanguardia de una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo», urgida por S.S. el Papa Pío XI. LA FRASE LE IMPRESIONÓ Y LA TOMÓ COMO BANDERA.
Con su ardoroso espíritu apostólico, fue su máximo propulsor. Cuando convocaba a los Jóvenes de Acción Católica a peregrinar les convocaba para que aspirasen al espíritu ardiente de los Hijos del Trueno como estilo de vida.
2. El objeto de la Peregrinación al Pilar era –en efecto– lograr que la Juventud de Acción Católica Española fuera “una Cristiandad en que todos los miembros vigilasen atentos sobre sí mismos [...]” [es decir, que se convirtiera, con la ayuda de Nuestra Señora, en Vanguardia de Cristiandad Hispana], mientras que el de la de Santiago era iniciar con las Juventudes de Acción Católica de Hispanoamérica una actuación común que tendiera a hacer de la Hispanidad esa Cristiandad.
«[…] Y así –sigue diciendo– el entonces Presidente Nacional Manuel Aparisi […].
Asimismo, esta afirmación TAMPOCO ES CORRECTA.
En 1933 Manuel Aparici no era todavía Presidente Nacional. Era Vicepresidente. Fue nombrado Presidente por la Jerarquía el 14 de septiembre de 1934.
La primera vez que Manuel Aparici estuvo en Roma fue en marzo de 1934. En este año se celebraba el Año Jubilar de la Redención. Esta peregrinación de 1000 jóvenes estuvo presidida por Mons. Gomás, acompañado del Obispo de Santander Mons. Eguino Trecu. Manuel Aparici, aunque todavía Vicepresidente actuaba como Presidente en funciones. El titular no pudo asistir.
«La peregrinación fue impresionante, de gran contenido espiritual, de mucha austeridad; de fervor extraordinario; a mí me parecía aquel tren un templo circulante donde no existía más que oración. Manuel Aparici cuidó del espíritu de todos los que iban en la peregrinación, tanto durante el viaje como en las horas que se vivieron en Roma, que fueron pocas porque las posibilidades no lo permitían» [7].
Todos volvieron muy alegres y reconfortados de la peregrinación. Ésta da conciencia a la Juventud de Acción Católica de su unidad y fortaleza, ya que aquellos Centros Parroquiales primitivos aparecen, en el Coliseo de Roma, como una juventud peregrina que Mons. Gomá ve desde la cruz central como algo excepcional, una manifestación de espíritu cristiano verdadero, con un estilo seglar y joven, auténtico y sobrenatural.
El Siervo de Dios vuelve a Roma 1936. El 28 de enero de este año se trasladó a Roma acompañado del Vocal de Peregrinaciones del Consejo, Javier Aznar. Les recibió el Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado, y luego Papa Pío XII, que aprueba y bendice el proyecto y les alienta en su labor en España y de la misión de la Juventud de Acción Católica Española en la tarea de la Hispanidad.
Es más, les hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre para con los pueblos de América y Filipinas que había engendrado a la fe de Cristo, diciéndoles que las madres nunca tienen cumplida su misión, que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica Española.
Y el l de febrero de 1936, eran recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI –era la segunda vez que recibía a Manuel Aparici en audiencia especial– a quien le expusieron el proyecto de la gran peregrinación juvenil de 100.000 jóvenes a Santiago de Compostela para 1937.
Le dice: «Las almas huyen del Señor; por todas partes la apostasía y el materialismo aumenta; allí en España tenemos un sepulcro casi olvidado entre sombras de paganía; pero él guarda los restos de un Apóstol. ¡Padre! déjanos que convoquemos junto a sus cenizas a las Juventudes de Acción Católica de las Españas. Allí aprenderemos su lección. Y las Juventud de Acción Católica de la Hispanidad será un solo apóstol. Se llenará de tu angustia por las almas y se aplicará del todo a tu servicio».
El Santo Padre acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y para el Congreso.
Un año después de que el Papa le diera su bendición para tan ambicioso proyecto, el 14 de marzo de 1937, éste promulga –repetimos– la Encíclica «Mit Brennender Sorge» por la que urge una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo».
Puede pensarse: ¿Acaso el ofrecimiento de Manuel Aparici al Papa Pío XI, de hacer de las Juventudes Católicas del Mundo Hispánico un sólo apóstol, sugirió en la mente del Santo Padre la idea de una «Cristiandad ejemplar»?
En todo caso, si entonces Manuel Aparici aspiraba a que España y los pueblos hispanos formasen la Vanguardia de aquella Cristiandad ejemplar urgida por el Papa Pío XI, hoy, cuando la mitad de los fieles católicos son de habla hispana, constituye una exigencia el que la Comunidad católica iberoamericana se esfuerce por ser de verdad Vanguardia de nueva Evangelización, esa nueva Evangelización a que nos urgía Juan Pablo II.
[1] «Cursillos de Cristiandad. Una respuesta al Espíritu». Secretariado Nacional de Cursillos de Cristiandad de España. Edición 2003, p. 21.
[2] «Historia de los Cursillos de Cristiandad. Mallorca, 1944-2001». Primera edición: abril 2002, p. 231 (en adelante HCC).
[3] «[…] Se cita a Bibiloni –escribe D. Jaime–. Era condiscípulo de mi hermano y coincidimos en el seminario. Sólo había dos cursos de diferencia. Fue sacerdote, trabajó en Perú y se secularizó, viviendo ejemplarmente su vida cristiana de casado. Nunca estuvo en un cursillo. Se le encargó -no gratis- que escribiera el libro. Personalmente hablé con él y le recriminé que dijera cosas que no eran exactas. Me confesó que lo escrito era lo que le habían relatado; y quien se lo había relatado o dictado era Eduardo […]».
Por su parte, Ismael Sahún, administrador de la página web Cursillos y Cursillistas y de la Fundación, libros, me decía por su E-Mail del 3 de enerote 2007 lo siguiente: «Tal como yo lo veo estos libros [entre ellos el de Guillermo Bibiloni] están supervisados, cuando no escritos, por Eduardo Bonnín [...]».
[4] C.P. pp. 52-81.
[5] José Díaz Rincón (Su carta de fecha 14 de diciembre de 2002).
[6] «Para el cristiano nunca es posible el descanso, la vida es siempre misión: para el joven de Acción Católica, para toda la juventud española [...]; la realización de la alta misión que el Señor nos confía: la vuelta de todos los hombres a Dios» (SIGNO de fecha 13 de agosto de 1939).
[7] José Ángel Ayala Galán (C.P. pp. 95-116).