VATICANO - “AVE MARIA” por mons. Luciano Alimandi - ¿Quién podrá jamás separarnos de Él?
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El tiempo pascual nos permite contemplar el infinito espacio del amor misericordioso de Dios que, gracias a la Resurrección de Jesús, se abre ante nosotros. Las tinieblas del pecado y de la muerte han huido, expulsadas por la luz gloriosa del Señor que ha venido a renovarnos, a iluminarnos y a impulsarnos en el camino de la conversión. ¡El “Resucitado de los muertos”, “el Viviente”, “El cordero Pascual” es el Señor Jesús! Él, en virtud de la Resurrección, quiere sacarnos de nuestros vacíos existenciales, causados por nuestro egoísmo y por el pecado. ¡Cristo, muriendo ha vencido a la muerte y nos ha dado la vida!
El Santo Padre Benedicto XVI enseña, junto a toda la Iglesia, que el núcleo fundamental de nuestra profesión de fe es la resurrección de Cristo. Si creemos en Él, en su potencia gloriosa, nuestra vida se transformará en un canto de victoria. “Queridos hermanos y hermanas, acojamos la invitación del Apóstol; abramos el corazón a Cristo muerto y resucitado para que nos renueve, para que nos limpie del veneno del pecado y de la muerte y nos infunda la savia vital del Espíritu Santo: la vida divina y eterna. En la secuencia pascual, como haciendo eco a las palabras del Apóstol, hemos cantado: ‘Scimus Christum surrexisse a mortuis vere’ —sabemos que estás resucitado, la muerte en ti no manda. Sí, éste es precisamente el núcleo fundamental de nuestra profesión de fe; éste es hoy el grito de victoria que nos une a todos. Y si Jesús ha resucitado, y por tanto está vivo, ¿quién podrá jamás separarnos de Él? ¿Quién podrá privarnos de su amor que ha vencido al odio y ha derrotado la muerte?” (Benedicto XVI, homilía del Domingo de Pascua, 12 de abril 2009).
El perdón de Jesús, su paz, y su incondicional amor por nosotros no son parte del reino de las fábulas sino más bien del Reino de los cielos ya presente en la tierra y viviente en la Iglesia. Ahora, el Reino de Cristo, en virtud del bautismo, vive también en cada alma y se desarrolla en ésta en la medida en que las virtudes, empezando por la fe, la esperanza y la caridad, crecen en él al responder a la gracia divina.
El cristiano es un peregrino ya que su adhesión al Evangelio no se realiza una vez por todas, sino día a día, en una dinámica de conversión, con sus altos y sus bajos pero proyectada siempre hacía adelante. El caminante algunas veces se cansa y cae, pero se vuelve a poner de pie inmediatamente y se dirige hacía la meta de su vida: la santidad que Dios quiere donarle cuando cruce el umbral de la Vida Eterna. La santidad, es decir, la total transformación en Jesús, es la única verdadera realización de la existencia humana que Dios nos ha dado para hacernos beatos, un día en el Cielo, como Él.
Sin el deseo de un cambio de vida progresivo que es la esencia de la conversión cristiana, no se puede participar de los dones pascuales, frutos del Espíritu Santo, que son el signo de un camino de santidad: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22). Dones íntimamente ligados a la acción del Espíritu Santo en nosotros.
San Pedro, después de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, afirma claramente que la llamada fundamental del Evangelio es: “arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados” (Hechos 3, 19).
¿Cómo podría el Espíritu Santo actuar en una persona que no quisiera convertirse en su concreta existencia humana? Estaría en contradicción con el Evangelio de Jesús.
Es por eso que la Sagrada Liturgia nos hace invocar del Padre una auténtica renovación de vida: “Oh Dios, que abres las puertas de tu reino a los hombre renacidos del agua y del Espíritu Santo, incrementa en nosotros la gracia del Bautismo, para que libres de toda culpa podamos heredar los bienes que nos has prometido” (Colecta del martes de la III Semana de Pascua). Respondió Jesús: “El que no nazca de agua y de Espíritu — afirma Jesús a Nicodemo— no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3,5). La conversión es, por lo tanto, un verdadero renacer espiritual y está centrada en la fe en Cristo resucitado y en la caridad.
“Convertíos y creed en el Evangelio”. Está conversión es creer en la potencia del Evangelio, es decir en todo lo que Jesús enseño y trasmitió. Pero no se puede creer en su palabra si no vivimos lo que Él nos pide: “Quien dice: ‘Yo le conozco’ y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. (1Juan 2, 3-5).
Aprendamos en este tiempo pascual que sin la caridad “somos como bronce que suena o címbalo que retiñe, no somos nada y nada nos aprovecha” (Ver 1Corintios 13, 1-3). Por lo tanto tenemos una inmensa necesidad del Espíritu Divino para ensanchar los espacios angostos de nuestro corazón, para dejar que sea Él quién guíe nuestras decisiones e infunda sus justas inspiraciones, defendiéndonos de los ataques del Maligno: “sin tu fuerza, el hombre es nada, nada está sin culpa”. Cuan cierto es esto que invocamos de Él con esta celebre secuencia de Pentecostés.
Junto a la Virgen, a los Apóstoles, a los santos y a los beatos de la Iglesia, con la asistencia de los Ángeles, encontramos cada día el tiempo y la manera de reservar un momento para invocar el Espíritu Santo sobre nosotros y sobre la Iglesia. Quién se apela a Él no restará desilusionado. “Espíritu Santo ven a habitar mi corazón. Atráeme a Ti, o Espíritu, verdadero Dios, con tu potencia. Concédeme la caridad y santo temor. Custódiame de cualquier pensamiento malvado. Caliéntame e inflámame con tu dulcísimo amor, de manera que cualquier peso me parezca ligero” (Santa Caterina da Siena). (Agencia Fides 29/4/2009; líneas 67, palabras 1013)
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Boletín 335
- El próximo viernes, primero de mayo, a las 17 horas, el Obispo ordenará en la Sede Catedralicia a dos nuevos diáconos, Rubén Herrera, natural de Valle Guerra y a Víctor Fernández, de Tacoronte.
- Esta semana se ha presentado el programa oficial de los actos pastorales con ocasión de la Visita de la imagen de la Virgen de Candelaria a La Laguna, prevista para el próximo 9 de mayo. El recorrido que realizará la imagen acompañada por los peregrinos, será de 23 kilómetros, aproximadamente, y tendrá una duración de 13 horas. Está programado que la Morenita parta sobre las 7:30 horas desde su Basílica, tras celebrar la Eucaristía. El recibimiento oficial de la ciudad se realizará en la plaza del Adelantado
- Los servicios informativos de COPE Tenerife llevarán a cabo un programa especial que comenzará a las 6:00 horas, con el fin de transmitir en directo cada momento de la peregrinación de la imagen de la Virgen hasta La Laguna. A lo largo de toda una jornada por las antenas de COPE Tenerife irán desfilando las distintas realidades de la diócesis, al tiempo que se realiza el seguimiento informativo de la marcha de la imagen de la Patrona.
- La Vicaría General está enviando a todas las parroquias y ámbitos pastorales el díptico informativo sobre el próximo Encuentro Diocesano conmemorativo del Sínodo. En el mismo se recoge un mapa de las actividades y los horarios de las mismas.
- Por otro lado, seguirán desarrollándose encuentros insulares para celebrar el décimo aniversario de la clausura del primer Sínodo Diocesano Nivariense. Ahora es el turno de La Gomera, isla que llevará a cabo esta iniciativa el próximo 9 de mayo en San Sebastián.
- El jueves, 30 de abril, a las 19:00 horas, será reabierta, tras ser objeto de obras de rehabilitación, la parroquia de San Joaquín, en Fasnia. El acto comenzará en la fachada del templo con la recepción de la obra. Posteriormente, el Obispo Bernardo Álvarez presidirá la Eucaristía.
- Dos grupos de niños, uno de la Guancha y otro de la parroquia del Cardonal, participarán los días 2 y 3 de Mayo en el III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera a celebrar en Madrid bajo el lema: "Hoy y mañana ¡Somos misioneros". Concretamente, de La Guancha se trasladarán a la capital española, cuatro niños, acompañados por dos animadores de la parroquia. Por su parte, del Cardonal irá un grupo de doce personas, de las cuales, seis son niños. Entre los objetivos del Encuentro figuran conseguir que los más pequeños se comprometan en una acción misionera, para dar respuesta al lema de Infancia Misionera: “Los niños ayudan a los niños”.
- Los movimientos especializados de Acción Católica para la evangelización del mundo obrero, Mujeres Trabajadoras Cristianas, HOAC y JOC, en la celebración del 1º de mayo, día Internacional del trabajo, han realizado un comunicado en el que expresan que “nos sentimos cercanos a tantos compañeros y compañeras de trabajo, junto con los cuales vivimos con angustia y preocupación este momento de incertidumbre laboral, acentuado por la crisis económica mundial”.
- Diferentes enclaves de nuestra diócesis se preparan para la Fiesta de la Cruz. Los habitantes de la capital tinerfeña, el Puerto de La Cruz, el barrio de la Cruz Santa, en Los Realejos, así como Santa Cruz de La Palma y Las Breñas son algunos de los puntos donde se podrán contemplar estas tradicionales cruces enramadas.
- Coincidiendo con la festividad de San Marcos, el Arciprestazgo de Santa Cruz de La Palma celebró el Jubileo de los Niños en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, Breña Alta, Templo Jubilar de San Pablo para nuestra isla. Desde la mañana se congregaron en la plaza de la Iglesia niños de las diversas parroquias acompañados de sus catequistas y muchos de sus padres y madres que también peregrinaron a ganar el Jubileo. Tras realizar diversos juegos y dinámicas de presentación, los niños, divididos en grupos según su edad, participaron en diversas actividades como un concurso interactivo sobre San Pablo, una proyección explicativa de la figura del Apóstol, o la realización de un mural por parte de lo más pequeños. Se finalizó con la Eucaristía presidida por Gabriel Benítez, párroco de La Encarnación.
- Esta semana, en La Palma, tuvo lugar una reunión de la Comisión Preparatoria de la Bajada de la Virgen de Las Nieves en la que estuvieron presentes el vicario general, Domingo Navarro, el rector del santuario de Las Nieves, Pedro Manuel Francisco de las Casas, el párroco de El Salvador, José Francisco Concepción Checa y los arciprestes de La Palma. La reunión sirvió para estudiar los actos catequéticos que se llevarán a cabo en la Bajada de la Virgen de Las Nieves que tendrá lugar durante los meses de julio y agosto de 2010, así como la búsqueda de un lema y la elección de un cartel eclesial.
- - El pasado domingo en Tegueste tuvo lugar la festividad en honor a San Marcos. Los actos dieron comienzo con la celebración de la solemne eucaristía, presidida por Domingo Navarro, vicario general de la Diócesis. Posteriormente salió la imagen de San Marcos y dio comienzo la romería. También, en otros enclaves como Agulo o Icod de los Vinos celebraron a este santo patrón.
- Los pastores de El Hierro rindieron homenaje el pasado fin de semana a la Virgen de Los Reyes en su fiesta tradicional. En la Dehesa comunal se vivió una jornada festiva que recordó la cercanía de la Bajada de la Virgen. Sonaron pitos, tambores y chácaras, tal y como se repetirá en la madrugada del 4 de julio, cuando los bailarines de Sabinosa tomen la imagen en la piedra del Regidor y comience el recorrido por el largo Camino de la Virgen hasta Valverde. Será la LXVII edición de la Bajada.
- Por otro lado, ya está prestando sus servicios la oficina de información al público con motivo de la LXVII edición de la Bajada de la Virgen de Los Reyes. De esta forma, la oficina, situada en el centro de Valverde, se ha convertido en punto de información permanente sobre el transcurrir de las fiestas. La misma estará abierta hasta el 1 de agosto.
- El Gobierno de Canarias ha concedido de forma directa una subvención específica a la Compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl para los gastos derivados del programa denominado "Prestación de Servicios de Atención a las Personas Mayores y Discapacitadas en la Residencia Casa San Vicente de Paúl", por un importe de 160.410,77 euros. Esta Residencia presta un servicio especializado que incide en la atención integral de las personas residentes, mayores y con discapacidad, que incluye alojamiento permanente, manutención, cuidados personales y sanitarios, atención psicológica, rehabilitación y otras actividades socioculturales, tendentes a favorecer el mayor grado de autonomía posible, su integración social y una calidad de vida más normalizada.
- La tradicional rogativa de la Virgen de la Encarnación, patrona devocional de Adeje y alcaldesa honoraria del municipio, tuvo lugar el pasado domingo, con presencia de peregrinos llegados desde todos los barrios de la villa. La imagen fue portada a hombros por todo el recorrido habitual hasta la ermita de San Sebastián. La última parada tuvo lugar en El Humilladero, donde la Virgen se encontró con la imagen de San Sebastián. Desde ese punto, ambas imágenes recorrieron juntas el último tramo del trayecto hasta la ermita, donde se celebró la misa de romeros.
-La parroquia de San Fernando, en Somosierra ha hecho una invitación a toda la comunidad para que aquellas personas adultas que lo deseen, se sumen a las catequesis que ya han empezado a impartir varios miembros de la tercera Comunidad Neocatecumenal de la parroquia de El Pilar.
- Centenares de fieles se congregaron en el entorno de la Cueva del santo Hermano Pedro, en El Médano, para asistir a la eucaristía presidida por el obispo Bernardo Álvarez quien estuvo acompañado por los sacerdotes del arciprestazgo. Durante la homilía, el prelado destacó la labor del Hermanito y señaló que su vida debe ser ejemplo para todos los cristianos.
- El domingo 24 de mayo, a las once y media de la mañana, Gladys Rodríguez será consagrada en el Orden de las Vírgenes en una celebración que presidirá el Obispo en el Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, en La Palma.
DOMINGO 4 DE PASCUA / B
3 de mayo de 2009
La gracia, el amor y la paz de Jesús resucitado estén con todos vosotros.
Jesús resucitado nos convoca de nuevo aquí, como comunidad, en torno a su mesa. Él está presente en medio de nosotros. Él va delante de nosotros como el pastor que guía a su rebaño. Él nos muestra el camino, él nos enseña a vivir, él nos ama a cada uno personalmente. Y él, con una entrega total, da la vida para que nosotros tengamos vida.
Por todo esto, con alegría, empezamos esta Eucaristía de Pascua. Con ganas de vivir cada día más unidos a Jesús.
Aspersión: Renovemos ahora nuestro compromiso bautismal. Para que la novedad de la Pascua llene totalmente nuestra vida.
1. lectura (Hechos 4,8-12): El apóstol Pedro es conducido ante los dirigentes religiosos de Israel, los cuales le interrogan sobre la curación de un enfermo. Y Pedro, lleno de Espíritu Santo, les anuncia la Buena Noticia de Jesús. Escuchemos esta buena noticia que se dirige también a nosotros.
Salmo (117): Con las palabras del salmo, afirmemos nosotros la misma fe que Pedro ha anunciado: Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular.
2. lectura (1 Juan 3,1-2): Escuchemos ahora las palabras de la carta de san Juan, unas palabras que nos han de llenar de alegría.
Credo breve, cantado
Oración universal: A Jesús resucitado, nuestro pastor y nuestro guia, orémosle diciendo: JESÚS RESUCITADO, ESCÚCHANOS.
Para que la Iglesia sea siempre luz de esperanza y de amor para los pobres y los débiles. OREMOS:
Para que aumenten entre nosotros las vocaciones sacerdotales y religiosas. OREMOS:
Para que todos los que se sienten llamados a la vida sacerdotal o religiosa respondan con generosidad y con un espíritu de servicio como el de Jesús. OREMOS:
Para que nuestros gobernantes trabajen con toda su voluntad para que los que se están quedando sin trabajo encuentren salidas dignas a su situación. OREMOS:
Para que los enfermos recobren la salud. OREMOS:
Para que estas fiestas de Pascua nos reafirmen en la fe y en la esperanza. OREMOS:
Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración, y derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.persión por toda la iglesia con un canto bautismal o con nuevas estrofas del canto de entrada (Misal, pág. 1096)
Padrenuestro: Unidos a nuestro buen pastor, Jesús resucitado, nos atrevemos a decir:
Invitación a la comunión: Este es el Cordero de Dios, Cristo Jesús, el vencedor de la muerte, que se nos da como alimento de vida eterna. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Despedida: Anunciad a todos la alegría del Señor resucitado. Hermanas y hermanos, podéis ir en paz.
CPL
Se ha recibido en la parroquia el Programa de la Visita de la Imagen de Nuestra Señora de Candelaria a la Ciudad de La Laguna del 9 al 22 de Mayo de 2009, con la carta pastoral del obispo diocesano "María, vida y esperanza nuestra". Lo colocamos a continuación
VISITA DE LA VIRGEN DE CANDELARIA A SAN CRISTÓBAL DE LA
LAGUNA, 9-22 DE MAYO DE 2009
ITINERARIO DE LA VENIDA DESDE CANDELARIA A LA LAGUNA
Día 9 de Mayo de 2009
Lugares y actos previstos durante el trayecto desde Candelaria a San Cristóbal de La Laguna.
6:30 Celebración de la Eucaristía en la Basílica de la Virgen de
Candelaria.
7:15 Salida de la Venerada Imagen e inicio de la peregrinación por las calles de la Villa Mariana hasta el puente de Caletillas y subida a la carretera del Sur hasta
Barranco Hondo.
9:15 Acto de acogida en honor de la Virgen en Barranco Hondo.
11:00 Acogida de la Virgen en El Chorrillo y bienvenida del Ayuntamiento del Rosario.
Barranco Grande
11:40 En El Humilladero, acto de bienvenida del Ayuntamientode Santa Cruz de Tenerife
13:40 Acto de acogida de las parroquias del Arciprestazgo de Taco, en el Cruce de Taco.
16:15 Visita de la Virgen a los enfermos del Hospital Universitario
17:10 En el Cruce de la Cuesta, acto de acogida de las parroquias del Arciprestazgo.
20:15 Cambio de carro procesional en la Plaza de Santo Domingo de La Laguna.
20:45 PLAZA DEL ADELANTADO: Acto oficial de bienvenida a la ciudad de San Cristóbal de LaLaguna. Bienvenida del Sr. Alcalde y Celebración de la Palabra presidida por el Sr. Obispo.
22:00 LLEGADA A LA PARROQUIA DE LA CONCEPCIÓN, SANTA IGLESIA CATEDRAL (sede provisional). Final del itinerario.
VISITA DE LA VIRGEN DE CANDELARIA A
SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA
9-22 DE MAYO DE 2009
PARROQUIA MATRIZ DE NTRA. SRA. DE LA CONCEPCIÓN
SEDE PROVISIONAL DE LA S. I. CATEDRAL
CELEBRACIONES COMUNES EN LOS DÍAS LABORABLES
Del lunes 11 al viernes 22 de mayo
(Excepto sábados y domingos)
- 07:00 hs.- Rezo de Laúdes y celebración de la Eucaristía.
Vida Consagrada.
- 09:00 hs.- Eucaristía Capitular
- 10:30 a 11:45 horas.- Visita de colegios
- 12:00 hs.- Rezo del Ángelus retransmitido por la COPE
- 13:00 hs.- Celebración de la Eucaristía
- 17:00 hs.- Rezo meditado del Santo Rosario.
- 18:00 hs.- Celebración de la Eucaristía.
CELEBRACIONES ESPECIALES
Domingo 10 de mayo:
- Celebraciones de la Eucaristía: 08:00 hs., 09:15 hs., 11:00 hs., 12:00 hs., 13:00 hs., 17:00 hs. 18:30 hs. y 19:30 hs.
- Celebración de la Eucaristía con los Enfermos. 13:00 hs.
- Celebración de la Eucaristía en la que el Sr. Obispo conferirá Ministerios. 17:00 hs
- 20:00 hs.: Celebración de la Pastoral de los Sordos
Lunes 11 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración de las parroquias de San Benito Abad, San Lázaro, Ntra. Sra. de Coromoto y Ntra. Sra. del Carmen.
Martes 12 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración con las parroquias de San Juan Bautista, Santo Domingo de Guzmán, Ntra. Sra. del Rosario de Fátima, Ntra. Sra. de Las Mercedes.
Miércoles 13 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración de las parroquias de Ntra. Sra. de la Esperanza, San Miguel de Geneto, San Bartolomé, San Francisco de Paula.
Jueves 14 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración de las parroquias del Arciprestazgo de Tegueste.
Viernes 15 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
-19:00 hs.: Homenaje del mundo del deporte.
- 20:00 hs.: Celebración con las parroquias del Arciprestazgo de la Cuesta.
Sábado 16 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 18’30 hs.: Celebración de la Eucaristía en el 50º aniversario de Manos Unidas.
- 20’00 hs.: Celebración con las Hermandades, Cofradías y Esclavitudes.
Domingo 17 de mayo:
ENCUENTRO DIOCESANO
DÉCIMO ANIVERSARIO DEL SÍNODO DIOCESANO
- Celebraciones de la Eucaristía: 08:00 hs., 09:15 hs., 11:00 hs., 12:00 hs., 13:00 hs. 19’30 hs.
- 16’00 hs.: Salida de la imagen de Ntra. Sra. de la Candelaria a la Plaza de La Concepción y celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo Diocesano, con motivo del Encuentro Diocesano
Nota: Se edita un programa especial para este día.
Lunes 18 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Homenaje del mundo de la cultura a la Virgen de la Candelaria.
Martes 19 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración con las parroquias del Arciprestazgo de Taco.
Miércoles, 20 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 20:00 hs.: Celebración con la Vida Consagrada.
Jueves, 21 de mayo:
- Horario común de los días laborables.
- 18:00 hs.: Celebración con las parroquias de Ntra. Sra. de la Concepción y Ntra. Sra. de los Remedios.
- 20:00 hs.: Celebración de la Pastoral de Jóvenes, Vocaciones y Seminario Diocesano.
Viernes, 22 de mayo:
- Por la mañana permanece el horario común de los días laborables.
- 18:00 hs.: Celebración de la Eucaristía
- 19:00 hs.: Salida de la imagen de Ntra. Sra. de Candelaria desde el templo de Ntra. Sra. de la Concepción en procession hasta la Plaza del Cristo.
- 20:30 hs.: Solemne Concelebración de la Eucaristía presidida por el Obispo Diocesano y despedida oficial de la Virgen de Candelaria.
A continuación, inicia su regreso a su Basílica de Candelaria.
ITINERARIO DE VUELTA
DESDE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA A CANDELARIA
22 DE MAYO DE 2009
Lugares y Actos previstos durante el trayecto desde San Cristóbal de La Laguna a Candelaria
23:30 Acto en el Colegio de Las Dominicas (Cambio de trono). Rotonda del Padre Anchieta.
01:00 Acto en el Campo de Fútbol de San Miguel de Geneto.
03:00 Acto en El Sobradillo
03:45 Acto en el Cruce de El Tablero.
05:45-06:00 Acto de recibimiento en Barranco Hondo
07:30 Acto en el Cruce de Las Caletillas (Casa de Acogida)
07:45 Acto en el Cruce de Aroba (Cambio de Trono)
11:00-12:00 Desde el Puente de Candelaria hasta la Basílica.
Recibimiento de la Venerada Imagen.
ZENIT Ofrecemos a continuación el texto completo de la intervención del Papa Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 29 de Abril de 2009 a los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas:
El patriarca Germán de Constantinopla, del que quisiera hablar hoy, no pertenece a las figuras más representativas del mundo cristiano oriental y sin embargo su nombre aparece con una cierta solemnidad en la lista de los grandes defensores de las imágenes sagradas, redactada en el Segundo Concilio de Nicea, séptimo ecuménico (787). La Iglesia griega celebra su fiesta en la liturgia del 12 de mayo. Él tuvo un papel significativo en la compleja historia de la lucha por las imágenes, durante la llamada crisis iconoclasta: supo resistir válidamente a las presiones de un Emperador iconoclasta, es decir adversario de los iconos, como fue León III.
Durante el patriarcado de Germán (715-730) la capital del imperio bizantino, Constantinopla, sufrió un peligrosísimo asedio por parte de los sarracenos. En aquella ocasión (717-718) se organizó una solemne procesión en la ciudad con la ostensión de la imagen de la Madre de Dios, la Theotokos, y de la reliquia de la Santa Cruz, para invocar de lo Alto la defensa de la ciudad. De hecho, Constantinopla fue liberada del asedio. Los adversarios decidieron desistir para siempre de la idea de establecer su capital en la ciudad símbolo del Imperio cristiano y el reconocimiento por la ayuda divina fue extremadamente grande en el pueblo.
El Patriarca Germán, tras aquel acontecimiento, se convenció de que la intervención de Dios debía considerarse una aprobación evidente de la piedad mostrada por el pueblo hacia los santos iconos. De parecer completamente distinto fue en cambio el emperador León III, que precisamente ese año (717) fue entronizado como emperador indiscutido en la capital, en la que reinó hasta el 741. Tras la liberación de Constantinopla y tras una serie de victorias más, el emperador cristiano empezó a manifestar cada vez más abiertamente la convicción de que la consolidación del Imperio debía comenzar precisamente por una reordenación de las manifestaciones de la fe, con particular referencia al riesgo de idolatría al que, a su parecer, el pueblo estaba expuesto con motivo del culto excesivo a los iconos.
De nada valieron las referencias del patriarca Germán a la tradición de la Iglesia y a la efectiva eficacia de algunas imágenes, que eran reconocidas unánimemente como "milagrosas". El emperador se hizo cada vez más inamovible en la aplicación de su proyecto restaurador, que preveía la eliminación de los iconos. Y cuando el 7 de enero del 730 él tomó postura abierta en una reunión pública contra el culto a las imágenes, Germán no quiso en modo alguno plegarse a la voluntad del emperador sobre cuestiones que él consideraba determinantes para la fe ortodoxa, a la cual según él pertenecía precisamente el culto, el amor por las imágenes. Como consecuencia de aquello, Germán se vio obligado a entregar la dimisión como Patriarca, autocondenándose al exilio en un monasterio donde murió olvidado por todos. Su nombre volvió a emerger precisamente en el Segundo Concilio de Nicea (787), cuando los Padres ortodoxos decidieron a favor de los iconos, reconociendo los méritos de Germán.
El Patriarca Germán cuidaba mucho las celebraciones litúrgicas y, durante un cierto tiempo, fue considerado también el instaurador de la fiesta del Akatistos. Como es sabido, el Akatistos es un antiguo y famoso himno surgido en ámbito bizantino y dedicado a la Theotokos, la Madre de Dios. A pesar de que desde el punto de vista teológico no se pueda calificar a Germán como un gran pensador, algunas obras suyas tuvieron un cierto eco sobre todo por ciertas intuiciones suyas sobre la mariología. De él se han conservado, en efecto, diversas homilías de argumento mariano, y algunas de ellas han marcado profundamente la piedad de enteras generaciones de fieles, tanto en oriente como en Occidente. Sus espléndidas Homilías sobre la Presentación de María en el Templo son testimonios aún vivos de la tradición no escrita de las Iglesias cristianas. Generaciones de monjas, de monjes y de miembros de numerosísimos Institutos de Vida Consagrada siguen encontrando aún hoy en estos textos tesoros preciosísimos de espiritualidad.
Suscitan aún maravilla algunos textos mariológicos de Germán que forman parte de las homilías pronunciadas In SS. Deiparae dormitionem, festividad correspondiente a nuestra fiesta de la Asunción. Entre estos textos el Papa Pío XII utilizó uno que encastró como una perla en la constitución apostólica Munificentissimus Deus (1950), con la que declaró dogma de fe la Asunción de María. Este texto citó el Papa Pío XII en dicha Constitución, presentándolo como uno de los argumentos en favor de la fe permanente de la Iglesia hacia la asunción corporal de María al cielo. Germán escribe: "¿Podía nunca suceder, santísima Madre de Dios, que el cielo y la tierra se sintieran honrados por tu presencia, y tu, con tu partida, dejases a los hombres privados de tu protección? No. Es imposible pensar estas cosas. De hecho cuando estabas en el mundo no te sentías extraña a las realidades del cielo, así tampoco tras haber emigrado de este mundo te has sentido alejada de la posibilidad de comunicar en espíritu con los hombres... De hecho no has abandonado a aquellos a los que has garantizado la salvación... de hecho tu espíritu vive eternamente, ni tu carne sufrió la corrupción del sepulcro. Tu, oh Madre, estás cerca de todos y a todos proteges y, aunque nuestros ojos no puedan verte, con todo sabemos, oh altísima, que tu vives en medio de todos nosotros y que te haces presente de las formas más diversas... Tú (María) te revelas toda, como está escrito, en tu belleza. Tu cuerpo virginal es totalmente santo, todo casto, todo casa de Dios así que, también por esto, es absolutamente refractario a toda reducción al polvo. Éste es inmutable, desde el momento que aquello que en él era humano ha sido asumido en la incorruptibilidad, permaneciendo vivo y absolutamente glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta. De hecho era imposible que fuese tenida encerrada en el sepulcro de los muertos aquella que se había convertido en vaso de Dios y templo vivo de la santísima divinidad del Unigénito. Por otra parte nosotros creemos con certeza que tú sigues caminando con nosotros" (PG 98, coll. 344B-346B, passim).
Se ha dicho que para los bizantinos el decoro de la forma retórica en la predicación, y aún más de los himnos o composiciones poéticas que éstos llaman "tropos", es tan importante en la celebración litúrgica como la belleza del edificio sagrado en el que esta tiene lugar. El Patriarca Germán fu reconocido, en esa tradición, como uno de aquellos que han contribuido mucho a tener viva esta convicción, es decir que la belleza de la palabra, del lenguaje y belleza del edificio y de la música deben coincidir.
Cito, para concluir, las palabras inspiradas con las que Germán califica a la Iglesia al inicio de esta pequeña obra de arte: "La Iglesia es templo de Dios, espacio sagrado, casa de oración, convocación de pueblo, cuerpo de Cristo... Es el cielo en la tierra, donde Dios trascendente habita como en su casa y pasea en ella, pero es también imagen realizada (antitypos) de la crucifixión, de la tumba y de la resurrección... La Iglesia es la casa de Dios en la que se celebra el sacrificio místico vivificante, al mismo tiempo parte más íntima del santuario y gruta santa. Dentro de ella se encuentran aquellas verdaderas y auténticas perlas preciosas que son los dogmas divinos de la enseñanza ofrecida directamente por el Señor a sus discípulos" (PG 98, coll. 384B-385A).
Al final queda la pregunta: qué tiene que decirnos hoy este Santo, cronológicamente y también culturalmente bastante distante de nosotros. Creo sustancialmente tres cosas. La primera: hay una cierta visibilidad de Dios en el mundo, en la Iglesia, que debemos aprendr a percibir. Dios ha creado al hombre a su imagen, pero esta imagen ha sido cubierta de tanta suciedad por el pecado, que en consecuencia Dios casi no se veía más en ella. Así el Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, perfecta imagen de Dios: en Cristo podemos así contemplar también el rostro de Dios y aprender a ser nosotros mismos verdaderos hombres, verdaderas imágenes de Dios. Cristo nos invita a imitarle, a llegar a ser semejantes a Él, para que en cada hombre se transparente de nuevo el rostro de Dios, la imagen de Dios. A decir verdad, Dios había prohibido en el Decálogo hacer imágenes de Dios, pero esto era con motivo de las tentaciones de idolatría a las que el creyente podía estar expuesto en un contexto de paganismo. Sin embargo, cuando Dios se hizo visible en Cristo mediant la encarnación, se hizo legítimo reproducir el rostro de Cristo. Las imágenes santas nos enseñan a ver a Dios en la figuración del rostro de Cristo. Tras la encarnación del Hijo de Dios, se ha hecho por tanto posible ver a Dios en las imágenes de Cristo y también en el rostro de los santos, en el rostro de todos los hombres en los que resplandece la santidad de Dios.
Lo segundo es la belleza y la dignidad de la liturgia. Celebrar la liturgia en la conciencia de la presencia de Dios, con esa dignidad y belleza que deja ver un poco su esplendor, es la tarea de todo cristiano formado en su fe. Lo tercero es amar a la Iglesia. Precisamente a propósito de la Iglesia, nosotros los hombres estamos inclinados a ver sobre todo sus pecados, lo negativo; pero con ayuda de la fe, que nos hace pacaces de ver de forma auténtica, podemos también, hoy y siempre, redescubrir en ella la belleza divina. Es en la Iglesia donde Dios se hace presente, se nos ofrece en la Santa Eucaristía y permance presente para la adoración. En la Iglesia Dios habla con nosotros, en la Iglesia "Dios pasea con nosotros", como dice san Germán. En la Iglesia recibimos el perdón de Dios y aprendemos a perdonar.
Oremos a Dios para que nos enseñe a ver en la Iglesia su presencia, su belleza, a ver su presencia en el mundo, y nos ayude a ser también nosotros transparentes a su luz.
[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Hoy hablamos del Patriarca Germán de Constantinopla, conocido sobre todo por defender la devoción por los iconos e imágenes sagradas, ante la campaña iconoclasta del Emperador de Bizancio que las quería eliminar. Como no consiguió frenarlo, se vio forzado a dimitir, recluyéndose en un monasterio donde murió en el olvido. Pero su nombre fue ensalzado más tarde por el Segundo Concilio de Nicea, del año 787, en el que se reconocieron sus méritos y se ratificó la tradición de venerar las imágenes. Germán es recordado también por su atención al decoro de la retórica en la predicación, como es característico en la tradición bizantina, convencido de que la hermosura de los himnos, composiciones poéticas y homilías es tan importante en la liturgia como la belleza de los lugares en que se celebra. A él debemos algunas piezas que han marcado la piedad durante siglos y en las que también hoy puede encontrarse un tesoro de espiritualidad. Son particularmente famosos algunos textos suyos sobre la Santísima Virgen María y el misterio de la Iglesia.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los peregrinos de la diócesis de Chascomús, con su Obispo, Monseñor Carlos Humberto la Malfa. Que los esfuerzos de nuestros antepasados en la fe por transmitir, profundizar y enaltecer la verdad cristiana, nos impulsen también hoy a dar realce y brillantez a los misterios divinos que profesamos.
Muchas gracias.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA, el miércoles 29 de Abril de 2009 en la sección CRITERIOS, bajo el epígrafe “Luz en el Camino”.
En marcha el Cristianismo (IV)
LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H. *
LA VIDA
No puede esperarse ningún fruto auténtico de vida cristiana que nazca del poder, del dinero, de las influencias de los mejor situados. Y, desde luego, jamás se podrá reivindicar en nombre de Cristo privilegios, favores, recompensas, tratos de excepción. Cuando la Iglesia se ha apoyado en esta clase de recursos, tarde o temprano, ha perdido su pureza y se ha debilitado interiormente hasta perder capacidad evangelizadora. Nunca será más fácil transformar la sociedad y convertir los corazones apoyándonos sólo en influencias humanas, olvidándonos del ejemplo y de la palabra de Cristo pobre, despreciado y puesto en la cruz. Las palabras del Señor son claras y decisivas: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos". El modelo, la norma a seguir, no es que la sociedad, y mucho menos, la moda quieran dictarme, sino Cristo, el único y eterno sacerdote, que para ello ha atravesado el cielo, para alcanzar la misericordia y la gracia que nos auxilia oportunamente. Jesús se presenta bajo la figura de siervo, el siervo doliente de Yaveh. No revestido de poderes humanos. Es el sumo Sacerdote que ama y se entrega. Camina entre lo entre los hombres como uno más. Vive en humildad y servicio.
Frente a los sacrificios del Antiguo Testamento, el sacrificio de Cristo es la donación de sí mismo. En esta realidad tan humana cono divina, conoceremos las enormes posibilidades de generosidad que se encierran en nuestra condición humana. No es cuestión de sentarse a la derecha o a la izquierda, sino de beber el cáliz como Él lo bebió y bautizarse en el bautismo en que Él se bautizó con su oblación. En muchos momentos esto es ir contracorriente. La convivencia se hace difícil ante el afán desmesurado de poder y de dinero, como se dejó dominar uno de sus discípulos. Es aquí cuando nos atropellamos unos a otros y parece como si pensáramos que el fin justifica los medios. Admitimos lo que sea con tal de conseguir lo que, desde nuestro punto de vista, es lo mejor para nosotros. Todo es objeto de compraventa.
Para liberarnos de esta situación, tenemos que releer con mucha atención e intensidad las palabras de Jesús si queremos tener la luz suficiente en nuestros ojos para adoptar las actitudes de abnegación de nosotros mismos en servicio a la sociedad que estamos construyendo. En nada mejor podemos participar con nuestra existencia. Y esta participación tiene que manifestarse muy particularmente en la oración, pues el cristiano vive como ora y ora como vive. El trabajo es también oración, cuando el espíritu de oración anima el trabajo. Cuantas veces, por nuestro fallo en estos dos testimonios, incurrimos en extravíos y nos olvidamos de lo que Cristo nos ha pedido y nos sigue pidiendo: la de vivir y predicar con la conciencia clara y precisa la Nueva Noticia de que Dios ama a los seres humanos y quiere su felicidad. Que, con Él, la eternidad entró en el tiempo; y su Redención está dando fuerza y cambiando el curso de las cosas y la vida de las personas como vocación misión. Por este camino, en el tiempo, es estar en la marcha del Cristianismo.
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
Mensaje de los Obispos de Chile al término de la 97º Asamblea Plenaria celebrada del 20 al 24 de abril.
MENSAJE DE LOS OBISPOS
AL TÉRMINO DE SU 97ª ASAMBLEA PLENARIA
Para que tengan Vida en Cristo
Los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile hemos celebrado la 97ª Asamblea Plenaria en el Seminario de San Fidel, Padre Las Casas, con ocasión de la ordenación del nuevo obispo de Villarrica, Mons. Francisco Javier Stegmeier. Nuestra Asamblea se realizó en un clima de intensidad y alegría pascual alentados por la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Reconfortados por su Palabra: “¡Alégrense, no teman; yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos!” (cf. Mt 28, 19-20), hemos reflexionado sobre el mandato de ir a todo el mundo anunciando su Evangelio y fortaleciendo el compromiso de llevar a cabo en cada una de las diócesis la Misión Continental que brotó de la Conferencia de Aparecida.
Animados por el Espíritu del amor de Dios, desde estas tierras de la Araucanía, y en vísperas ya de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, convencidos de que todos los sectores de la sociedad pueden ser iluminados con la luz de la fe, deseamos ofrecer nuestra palabra de pastores que quiere ser un reflejo de la Palabra que Dios nos regala para alcanzar la madurez que como personas y comunidad nacional deseamos lograr.
La alegría misionera de la Pascua
1. Dice San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe sería vana; y seríamos los más desdichados de todos los hombres” (1 Cor 15, 14). Al inicio del tercer milenio cristiano, la Iglesia continúa celebrando la alegría pascual de la Resurrección de Cristo. Así lo hemos vivido en las comunidades parroquiales, los movimientos apostólicos y las comunidades eclesiales a lo largo de Chile y en el mundo. Es la fe celebrada gozosamente por este acontecimiento del Hijo de Dios que ha marcado la historia en un antes y un después. Al igual que las mujeres, en la mañana de la Resurrección, también la Iglesia ha escuchado el gozoso anuncio: “no tengan miedo” (Mt 28, 10); “¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lc 24, 5).
La resurrección y la vida
2. La alegría y la esperanza cristianas no esconden, sin embargo, que el Resucitado conserve las huellas de su pasión: las llagas en sus manos y el costado traspasado por la lanza. Ése es el signo más grande de solidaridad de Dios con la humanidad que se manifiesta en su Hijo Jesucristo. Desde esta convicción de fe es posible iluminar las horas más sombrías del ser humano y de la sociedad. Y es así, porque Cristo ha venido para darnos vida y vida eterna. Es la novedad del Evangelio: Cristo vino al mundo como el Señor de la vida a inaugurar y anunciar el Reino de la vida, para que todos “tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10, 10). A esta vida quiere servir la Iglesia, acompañando a los hijos e hijas de Chile en sus gozos y alegrías, pero también en sus dolores y aflicciones. Así hemos sido animados por el Papa Benedicto durante nuestra visita ad Limina: “suscitar en todos los fieles el gozo de seguir a Cristo, así como una mayor conciencia misionera que permita a toda la comunidad eclesial chilena afrontar con verdadero impulso apostólico los desafíos del momento presente”.
El servicio y promoción de la vida
3. Uno de nuestros principios y convicciones es el valor sagrado de la vida humana desde su fecundación hasta su muerte natural. Nada ni nadie puede usurpar la vocación que el Dios creador y redentor dio a cada vida humana: llegar a participar de su amor, su felicidad y su paz. Para ello nos creó y nos redimió: para hacernos partícipes de la vida eterna, pues “no hay progreso genuino si la vida peligra. No hay desarrollo si éste se alcanza a costa de vidas humanas. No hay futuro para la humanidad si el hombre pretende situarse por encima de la vida” (Documento “En camino al Bicentenario”, ECB, 21).
4. Nos preocupa, por lo mismo, que en el contexto de las elecciones sea planteado un tema de tanta gravedad como el falsamente llamado “aborto terapéutico”. Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae declara enfáticamente que “el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente” (EV 62). Queremos reiterarlo: la Iglesia, discípula del Evangelio de la Vida, se opone a toda intervención que busque la eliminación de la vida en gestación, y lo hace también por el testimonio concreto de creyentes e instituciones de Iglesia que acompañan en su drama a mujeres que han sido inducidas a esta práctica deshumanizante. No queremos que esta doble injusticia, contra el ser humano en gestación y contra la mujer herida en su conciencia y en sus sentimientos, se verifique en nuestra legislación. Tratándose de la defensa de la vida, el ideal democrático es solamente tal cuando reconoce y tutela la dignidad de toda persona humana (cf. EV 21-22). Un cristiano debe ser un artesano y testigo de la cultura de la vida y está llamado a defender y privilegiar siempre la vida sin exclusión.
En comunión y solidaridad, ante la crisis económica
5. Desde la fe en Cristo resucitado, Señor de la vida, surge un aspecto esencial para quienes anhelamos vivir las crisis actuales en clave cristiana. Debemos manifestar una preocupación especial por la vida de los pobres. Tampoco escapa a nuestra solicitud la realidad que vive la inmensa mayoría de la clase media de nuestro país. Desde nuestras diócesis conocemos muy bien cómo la crisis está afectando a muchos sectores de sus familias y habitantes. El cierre de fuentes de trabajo, la cesantía que ello significa, el derrumbe emocional de quienes están en esa situación, los tan dolorosos efectos en la vida familiar, la congelación de estudios superiores, la incertidumbre, son sólo algunos dramáticos efectos. Pero la crisis financiera mundial, cuyas nefastas consecuencias percibimos a diario, tiene un origen mucho más grave, que dice relación con el extravío de los valores éticos y la consecuente vida moral. El Papa Benedicto XVI lo dijo con claridad en su encuentro con los sacerdotes de Roma: “Al final, se trata de la avaricia humana como pecado o de la avaricia como idolatría. Nosotros debemos denunciar esa idolatría que se opone al Dios verdadero y que falsifica la imagen de Dios a través de otro dios, el dios dinero”. Queremos invitar a nuestras comunidades a actuar solidariamente, y a los chilenos todos a cuidar responsablemente las fuentes de trabajo. Apelamos a la creatividad y a la responsabilidad social del Estado, de los empresarios y de los mismos trabajadores, para no perder fuentes de trabajo y promover nuevos puestos laborales. Hacemos también un llamado a los docentes de nuestras Universidades y centros de estudios a estudiar en profundidad la actual crisis y a buscar propuestas para una economía que respeten las nociones de equidad, justicia y bien común, y abra camino a los pobres para que vivan conforme a su dignidad humana.
El Chile del Bicentenario
6. La vida de Cristo también arroja una luz a las próximas conmemoraciones del Bicentenario de Chile que estarán precedidas por las elecciones presidenciales y parlamentarias. Hemos invitado hace ya algún tiempo a establecer mesas de esperanza. Queremos ir al reencuentro del “alma de Chile”. El Bicentenario nos halla en medio de una amplia discusión valórica que abarca los campos de la vida personal y social, y que compromete el futuro de nuestra convivencia, ya que “forman parte de un tránsito cultural de proporciones. Aquí están en juego principios y convicciones fundamentales” (cf. ECB 6). Los cristianos “tenemos el deber de desarrollar el diálogo, ofreciendo el pleno testimonio de la esperanza que está en nosotros. No debemos temer que pueda constituir una ofensa a la dignidad del otro lo que, en cambio, es anuncio gozoso de un don para todos, y que se propone a todos con el mayor respeto a la libertad de cada uno” (Juan Pablo II, Carta Apostólica “Novo millennio ineunte”, 56).
Consideramos que nuestra patria no puede renunciar a los grandes valores sobre los cuales se ha construido: la centralidad de la familia, fundada en el matrimonio; la dignidad de toda vida humana; la solidaridad con los pobres; el derecho y deber de los padres de educar a sus hijos; la libertad religiosa, y otros valores que la Iglesia declara irrenunciables.
La fuerza del creyente empeñado en el servicio público
7. A los cristianos que actúan en política queremos exhortarlos a “ofrecer el testimonio de su fe, sabiendo que los principios evangélicos que profesan serán siempre los que sostengan las decisiones que ellos tomen” (ECB 38). La misma exhortación que nos dirigió el Santo Padre en nuestra Visita ad Limina, la hacemos extensiva a los católicos presentes en las más variadas actividades de la vida: “cultivar una intensa vida interior y de fe profunda” en el “trato íntimo con el Maestro en la oración”. Solamente desde allí podrán madurar las mejores iniciativas para responder a los tiempos presentes, a las necesidades espirituales y materiales de los chilenos con iniciativas generosas y proyectos esperanzadores. De nuestra parte, nos comprometemos a acompañarles en su importante tarea, a la luz de la enseñanza social de la Iglesia.
Otras realidades objetos de nuestra solicitud pastoral
8. Durante la Asamblea Plenaria hemos reflexionado también acerca de otros temas de la realidad nacional: el cuidado del medio ambiente y el aporte que pueden y deben hacer los cristianos. Esperamos más adelante ofrecer un Documento de trabajo que ayude en la sensibilidad y compromiso por el cuidado del mundo creado, en especial de la vida humana y su desarrollo en la familia y la sociedad.
9. Hemos tenido muy presente la situación de las comunidades indígenas, la identidad y cultura de los pueblos originarios, sus tierras y sus derechos, que deben ser salvaguardados en un marco de diálogo y rechazo a la violencia. Su vocación mayoritaria es de auténtica paz.
10. No escapan a nuestra preocupación pastoral los errores y las fragilidades de todos nosotros y tampoco algunas situaciones moralmente inaceptables por parte de sacerdotes y que dejan tanto dolor en sus víctimas, así como en la comunidad nacional. Nos duelen profundamente. Las reprobamos, ya que se apartan claramente de nuestra vocación y misión a la que, gracias a Dios, sirve de modo abnegado la inmensa mayoría de sacerdotes de nuestra Iglesia
11. A la Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, le pedimos que nos acompañe en hacer fecundo en nuestra patria el Evangelio de la vida, para llegar a ser una tierra de hermanos.
LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
Padre Las Casas, 24 de abril de 2009.
Los Obispos de Bolivia han emitido un Mensaje al termino de la 87 Asamblea Plenaria celebrada del 23 al 28 de abril.
MENSAJE FINAL DE LA LXXXVII ASAMBLEA DE OBISPOS DE BOLIVIA
“Ustedes serán mis testigos... hasta los confines de la tierra” (Hech. 1,8)
La Buena Noticia de Jesucristo
En los días de Semana Santa y Pascua, miles y miles de bolivianos a lo largo y ancho del país hemos vivido con intensidad y fervor religioso el misterio de Jesús el Hijo de Dios, quien por amor ha dado la vida por nosotros y ha sido resucitado por el Padre. ¡Jesucristo sigue vivo y está con nosotros!: Es la gran noticia que ha cambiado la historia y la vida de la humanidad, y la fuerza transformadora que renueva a cuantos la reciben y acogen.
En la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte se apoya la esperanza de una vida diferente, nueva y libre de las ataduras del mal. Los discípulos experimentaron esta realidad cuando el Señor Resucitado se hizo presente y compartió con ellos, les instruyó y les envió con este mandato: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15).
Este mandato se prolonga a lo largo del tiempo y se renueva en nuestros días en la comunidad eclesial, que se lanza a su misión con gozo, confiando no en sus propias fuerzas sino en la promesa del Señor:” Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20) y en el don del Espíritu Santo (cf. Jn 20,22).
La Misión Permanente
Como seguidores de Jesús, en comunión eclesial, queremos cumplir humilde y fielmente este mandato de anunciar la Buena Noticia a nuestro pueblo. El año 2007 los Obispos de América Latina, reunidos en Aparecida, convocaron a las Iglesias del Continente a ponerse en estado de misión, asumiendo el proyecto de la Misión Permanente. En nuestro país, bajo el lema “Discípulo misionero: escucha, aprende y anuncia”, queremos emprender el camino que nos lleva al encuentro personal con Cristo y a la conversión, para revitalizar la vida de Dios en cada cristiano y en todas nuestras comunidades.
El Señor confía este encargo a todos los bautizados y comunidades eclesiales, en el ambiente donde cada uno vive, en la familia, en el trabajo y en las organizaciones sociales. Llevar el mensaje de Jesús Resucitado es la tarea permanente de todos. Es necesaria una fuerte conmoción que despierte de su indiferencia a tantos cristianos y los lleve a una vida más auténtica, personal y comunitaria.
Los fieles laicos: testigos de la fe
En el contexto actual, en el que se está queriendo dar una nueva configuración a Bolivia con criterios y posiciones enfrentadas, los laicos cristianos, en especial los que tienen responsabilidades en la conducción del país, no deben temer dar un testimonio claro de su fe en Dios, que guía los destinos de cada persona y de toda la sociedad. Fe que se manifiesta en el amor a Dios y a los hermanos, en un comportamiento ético y moral, conforme a la palabra y al estilo de Jesús, con la responsabilidad de transmitirla a través de su testimonio de vida, cooperando así en la construcción del Reino de Dios.
Nuestro pueblo es cristiano, quiere seguir siendo cristiano y lo expresa de muchas maneras: en la confianza en Dios, la oración y religiosidad popular, su participación en la vida de la Iglesia, dentro y fuera del templo, la caridad fraterna y en el compromiso por la promoción humana, la justicia y la paz. Al respecto, en nuestro mensaje de marzo del 2008 hemos expresado nuestro acuerdo con un Estado laico, que respete el derecho de elección y el ejercicio de la religión, la consecuente aportación a la vida social y la recíproca autonomía entre Iglesia y Estado: “Ambos están al servicio del bien común y de la vocación personal y social de los ciudadanos. El laicismo, en cambio, discrimina y margina a quien tiene una convicción religiosa y de hecho se convierte en una especie de religión”.
Solidarios con los pobres
Nos duele profundamente la situación de pobreza en que se encuentra mucha gente y que sigue siendo un problema fundamental en nuestro país. Tememos que pueda empeorar todavía por la crisis económica y financiera internacional. Como Iglesia, que ha hecho la opción preferencial por los pobres en fidelidad al Evangelio, seguiremos, con renovado esfuerzo, sirviendo a los hermanos y sectores más pobres y vulnerables, a través de centros educativos, hospitales y postas médicas, hogares para niños y personas abandonadas, comedores populares y tantas otras obras sociales que se llevan a cabo en todo lugar donde está presente la Iglesia.
La opción por los pobres nos motiva a impulsar la promoción humana y el desarrollo integral de toda persona. Este servicio nace del mandato del amor al prójimo, porque los pobres tienen derecho a experimentar el amor de Dios en la caridad fraterna y exige además el compromiso constante de trabajar para implementar estructuras que garanticen la justicia y la equidad.
Superemos la violencia
Este empeño es particularmente urgente al constatar el clima de creciente incertidumbre e inseguridad, a causa de la violencia, la agresividad, la falta de respeto a la vida y a la dignidad de las personas y sus pertenencias, el desprecio a la normatividad institucional…: hechos de los que somos testigos casi a diario. Lamentamos tener que referirnos a un suceso que nos atañe de cerca. Es el caso del atentado al domicilio del Señor Cardenal, atentado que es también contra su persona y la misma Iglesia. Protestamos enérgicamente y exigimos un pronto esclarecimiento de lo sucedido, para que no vuelvan a ocurrir hechos semejantes en contra de ninguna persona. Agradecemos tantos signos de cercanía de personas e instituciones llegados en estos días al Señor Cardenal y, de manera especial, las palabras de aliento y solidaridad del Santo Padre Benedicto XVI, expresadas en el mensaje que él ha enviado y ha sido conocido oficialmente en nuestra Asamblea.
Avanzar en la superación de estas situaciones implica acoger el mensaje de Cristo Resucitado: “La paz esté con ustedes”; paz basada en la verdad, la reconciliación, el perdón y la concordia. Mensaje que nos abre a la esperanza y nos urge a instaurar un clima de serenidad y transparencia, en espíritu democrático y con un dialogo constructivo, de manera particular teniendo en cuenta que estamos entrando en el proceso que culminará con las elecciones políticas de fin de año. El pueblo espera que este acontecimiento, tan importante para la vida del país, no sea perturbado por el engaño y la mentira, la confrontación violenta y los insultos y los intereses particularistas en contra del bien común.
Testigos de la Resurrección
La fe en Cristo Resucitado pide convertirnos en sus testigos, nos hace mensajeros de la esperanza, artífices de comunión y constructores de una sociedad solidaria, justa y fraterna, en la que todos nos sintamos unidos y corresponsables para hacer de Bolivia la casa común que protege y acoge sin distinción y discriminación a todos sus hijos. Invitamos a todos a que pongan lo mejor de sí mismos y se unan a esta desafiante y esperanzadora tarea.
Que María Santísima, primera misionera, reunida con los apóstoles y discípulos en el Cenáculo en la espera del Espíritu Santo, nos anime y acompañe para anunciar y testimoniar al Resucitado, en la Misión Permanente que acabamos de iniciar en unión con todas nuestras Iglesias hermanas que peregrinan en América Latina.
Cochabamba, 28 de abril de 2009.
Los Obispos de Bolivia
Lectio divina para el cuarto domingo de Pascua -B, 3 de Mayo de 2009, ofrecida por la Delegación Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Tenerife.
4º Domingo de Pascua – Ciclo B
3 de Mayo de 2009
Lectura del Evangelio según San Juan: (10,11-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre”.
Palabra de Dios.
Lectio: ¿Qué dice el texto bíblico en su contexto?
El marco literario en que Juan ha colocado este texto es el siguiente: La autoridad religiosa judía ha abierto una investigación para examinar el caso del ex-ciego de nacimiento (Cfr. Jn 9). El veredicto condena a este hombre a no ser discípulo de Moisés (Cfr. Jn 9, 34). En realidad el condenado es Jesús. Por eso aparece seguidamente Jesús condenado a la autoridad judía “si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero como decís: vemos, vuestro pecado permanece” (Cfr. Jn 9, 39-41). En el cap. 10 Jesús razona ese veredicto; la parábola del Buen Pastor es, pues, fundamenta un veredicto contra la autoridad judía.
Jesús basa su veredicto en Ez. 34 (capítulo muy conocido para los judíos). El profeta comienza denunciando a los jefes de Israel como a falsos pastores del rebaño de Dios. Con su proceder injusto han destrozado el rebaño. Por eso Dios los destituye de su cargo y El en persona toma la guía, reúne las ovejas dispersas y restablece con ellas una relación de mutua confianza. Todos estos elementos los ha recogido Juan en 10, 11-18 introduciendo la equipa ración Yahweh-Jesús. En esta equiparación radica precisamente el escándalo de los judíos (Cfr. Jn. 6, 42; 7, 26-27). Jesús toma la guía, reúne las ovejas, crea un clima abierto de mutua confianza.
Hay, sin embargo, algunas que no quieren aceptarle (sobre todo las autoridades religiosas judías) porque piensan que es absurdo que una persona de carne y hueso como Jesús pueda ser a la vez Dios. Éste y no otro es el problema que se les planteó a los judíos con Jesús (Cfr. Jn. 6, 42; 7, 26-27). Problema que ha continuado a lo largo de la historia con relación a Jesús, lo cual ha llevado erróneamente en muchas ocasiones a "espiritualizar" su persona.
Las novedades que introduce Jn respecto al texto de Ez son, fundamentalmente, dos: 1. La relación de conocimiento y amor entre el Padre y el Hijo; 2. El amor de Jesús a sus ovejas es la única razón de ser de Jesús. Es un amor total y absoluto, cuya expresión es la aceptación soberanamente libre del veredicto dictatorial que lo condena a muerte (Cfr. Jn. 15, 13).
“Yo soy el buen Pastor” (Jn 10, 11) Jesús se presenta aquí como verdadero pastor, pero todo el capítulo 10 de Jn es una enseñanza sobre Jesús como pastor, y constituye una verdadera síntesis del misterio de la salvación.
“El buen Pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11) Ofreciendo su vida por el rebaño, el buen pastor realiza varias profecías mesiánicas: Ez 34, Zac 11, 16 y Jer 23, 1 oponían ya, en efecto, al pastor que arriesga su vida por sus ovejas y a los profesionales que viven de la carne de su rebaño y son negligentes al darle los cuidados más elementales. Cristo no se contenta con procurar al rebaño cuidados exteriores: El da su vida. Aludiendo quizá la expresión "dar su vida" a Is 53, 10 (El ofrece su vida en expiación), el tema del buen pastor se encontraría así aclarado por el del Siervo paciente.
“El asalariado (...) venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa” (Jn 10, 12) El asalariado es todo lo contrario del buen pastor. En vez de dar la vida por las ovejas, vive de ellas. Por eso las abandona a su suerte cuando llega el peligro. Si bien, toda la perícopa (Jn. 10, 1-18) es como un alegato en el que el autor razona el pastoreo de Jesús frente a las pretensiones de pastoreo de los guías religiosos, el texto no solamente hace alusión a los fariseos del tiempo de Jesús o a los que se presentaron como Mesías y llevaron al pueblo al matadero. “Asalariados”, falsos pastores, demagogos de toda clase los hubo entonces y los hay ahora.
“Yo soy el buen Pastor (...) yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10, 14-15) Si bien, “asalariados” hay muchos, no ha habido ni puede haber otro que sea el buen pastor. En el contexto pascual en el que la proclamamos, la expresión "Yo soy" de Jesús, apunta ya al Resucitado. Nadie puede ocupar su lugar, nadie puede sustituirlo. El "Buen Pastor" no tiene sucesores, pues vive y sigue siéndolo hoy. Los “pastores” en la Iglesia sólo pueden hacer presente o visible el servicio de Cristo dando la vida por las ovejas de Cristo, como Él hizo.
“Conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre” (Jn 10, 14-15) El tema del conocimiento mutuo se encuentra ya en el Antiguo Testamento, donde da cuenta de la preocupación de Dios por apacentar El mismo a sus ovejas (Cfr. Ez 34, 15). El tema del “Buen Pastor” aborda las relaciones entre Jesús y los suyos haciendo ver que el conocimiento mutuo no es ni de tipo psicológico, ni un conocimiento entre maestro y discípulo, sino que es un conocimiento de amor, basado en las relaciones del Padre con Jesús. Por eso mismo, toda relación entre los que creen debe tener como base un amor real.
“Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer” (Jn 10, 16) Ya la antigua profecía (Cfr. Is 60-61) había intuido que el mensaje de la Palabra, el don de Dios, no podía quedar reducido a las estrecheces históricas de un pueblo. Jesús muestra con claridad que su don al hombre ha llevado dicha universalidad a las últimas consecuencias. Jesús no concibe al grupo de los que creen como un “coto cerrado”, sino que, con su entrega, inaugura la nueva comunidad mesiánica: igual para todos y todos iguales. Un ideal que hay que construir.
“Habrá un solo rebaño, un solo Pastor” (Jn 10, 16) Juan piensa aquí, sin duda, en el cumplimiento de la profecía de Jer 23, 3 anunciando que las ovejas "de todos los países" serían "reunidas".
“Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente” (Jn 10, 18) Jesús hace un acto de radical generosidad con el hombre al que considera hermano de verdad: el dueño de la vida da su vida en favor de los que quiere. La muerte del pastor no es explicable solamente como un fatal desenlace o como un juego de fuerzas y de intereses: es consecuencia de su opción por las ovejas, por todas las ovejas. Por eso es el Buen Pastor a quien el Padre ama.
“Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre” (Jn 10, 18) La actitud de Jesús es de ofrenda de la propia vida por el amor a todos, obedeciendo la voluntad del Padre. No es la actitud del que obra por “beneficencia” sino, sencillamente, de quien ofrece lo que más quiere por el amor que tiene a otro. De tal modo es radical la entrega que esta muerte adquiere una dimensión salvadora, un valor absoluto.
Meditatio: ¿Qué me dice Dios a mí a través de la lectura?
El razonamiento del pastoreo de Jesús arranca de un símil tomado de la vida no metafórica de los pastores: la llegada del lobo (Cfr. Jn 10, 12). En una situación así, la capacidad de desprendimiento en beneficio de las ovejas da la medida exacta del pastor, probando al que realmente es del que sólo aparentaba serlo. Lo central en Jesús es la capacidad de desprendimiento en beneficio de las ovejas. Jesús desarrolla los tres criterios que establecen a sus ojos la verdadera autoridad: el buen pastor da su vida por su rebaño, vive en comunión y conocimiento mutuo con él (cosa que puede hacer porque vive en comunión con el Padre), se preocupa de su unidad y de la recolección de las ovejas perdidas.
En Jn encontramos el contraste entre los guías religiosos judíos y Jesús. Los primeros están interesados en el cumplimiento de la ley (Cfr. Jn 8, 1-11; 9, 13-34), llegando a proclamar “esta gente que no conoce la Ley son unos malditos” (Cfr. Jn 7, 49) mientras que el interés de Jesús es otro: "Conozco a mis ovejas y las mías me conocen" (Cfr. Jn 10, 14). A conocer la ley Jn opone conocer a las ovejas. La dinámica del conocimiento de la ley es la separación, la expulsión, la excomunión de las personas (Cfr. Jn. 9, 22.34); la del conocimiento de las ovejas es la entrega de la propia vida en beneficio de ellas (Cfr. Jn 10, 15. 17). De todas las ovejas, no sólo de las judías.
S. Juan introduce aquí un nuevo contraste: al exclusivismo opone la universalidad. Las "otras ovejas que no son de este redil" (Cfr. Jn 10, 16) son todos aquéllos que no son judíos de nacimiento o por adopción y que en el cuarto evangelio quedan englobados bajo la denominación de "griegos". El autor está preparando la gran fiesta pascual de Jn. 12, 20-36, donde se nos dice que unos griegos quieren ver a Jesús. Será entonces cuando resuene solemne lo siguiente: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre" (Jn 12, 23). Será, en efecto, entonces cuando se habrá hecho "un solo rebaño con un solo pastor" (Cfr. Jn 10, 16). Como luego proclamará S. Pablo: "Ya no hay más griego ni judío, circunciso ni incircunciso...: no, lo es todo y para todos Cristo". (Cfr. Col 3, 11).
La figura del pastor fue todo un símbolo en Israel y en el contexto histórico-cultural en el que vivió. En diversos pasajes del A.T. se da el nombre de pastores a los reyes y jefes de los pueblos. Las relaciones de Yahweh con su pueblo Israel se ilustran con imágenes tomadas de la vida de los pastores. Ante la corrupción de los "pastores" de Israel, sean reyes o sacerdotes, se alza la voz de los profetas, quienes anuncian que, al fin, Dios mismo se hará cargo del rebaño o que suscitará de la estirpe de David un buen pastor que rija con justicia a su pueblo (Jer 23, 1-6; Ez 34, 23; 37, 24). Cuando Jesús dice que es el buen pastor, se refiere a estas profecías y se presenta como el Mesías prometido; pero un pastor que no mantiene una relación de dominio sobre las ovejas.
La idea de un pastor que parte a la búsqueda de sus ovejas es corriente en el Antiguo Testamento (Cfr. Ez 34), donde caracteriza de una manera especial las relaciones entre Dios y su pueblo: no es nunca la oveja la que parte a la busca del pastor, sino a la inversa. En otros términos, incluso aunque la religión de la fe parece una búsqueda de Dios, no es en realidad más que una iniciativa divina, una revelación. Es menos un camino que conduce al hombre a Dios, que un camino que lleva a Dios hacia el hombre. Jesús es el Buen Pastor porque ha sido enviado por Dios a la búsqueda de los hombres. La imagen del pastor puede parecer anticuada en una cultura técnica e industrial, pero su mensaje no puede perderse: Dios ha terminado por encontrar al hombre porque ha venido allí donde el hombre le buscaba.
Oratio: ¿Qué me hace decirle a Dios esta lectura?
El Señor es mí pastor, nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
Y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
(Sal. 22,1-6)
Contemplatio: Pistas para el encuentro con Dios y el compromiso.
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas.
Yo conozco a las mías y las mías me conocen.
Y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
LA IMAGEN DEL CRISTO DEL CALVARIO VUELVE A SU ERMITA
1 de Abril
La restauradora Candelaria García ha devuelto la imagen del Cristo del Calvario a su ermita. La imagen sufría desperfectos en la articulación de los brazos a la altura de los hombros encontrándose desgarrados y con pérdida de material ya que se trata de un crucificado con el que se realiza el descendimiento para procesionar luego como “Señor Difunto”.
Estos deterioros han sido subsanados con éxito además de los que sufre cada año durante los preparativos para Semana Santa.
BENDICIÒN DEL SOL PARA LA IMAGEN DE LOS DOLORES
3 de Abril
Antes de la celebración de la Santa Misa, el viernes que antiguamente se denominaba “de Dolores”, el párroco bendice el SOL que llevará la imagen de la Virgen de Los Dolores en las procesiones de Semana Santa. Está hecho de metal plateado y ha sido adquirido por la Cofradía de la Santa Pasión de La Guancha.
BENDICIÓN Y PROCESIÓN DE LOS RAMOS
5 de Abril
Desde muy temprano el Camarín de la Virgen de nuestra iglesia fue llenándose de niños para participar con trajes hebreos en la Procesión de los Ramos. A las diez de la mañana se traslada de manera informal la imagen del Señor del Burro hasta la ermita del Calvario donde se bendicen los palmos y se procede a la procesión, acompañada de la Bande de Música “La Esperanza”,· hasta llegar al templo parroquial done tuvo lugar la Santa Misa.
SEMANA SANTA EN LA GUANCHA
5 al 12 de Abril
La Semana Santa en nuestra parroquia se desarrolló conforme a los horarios que se habían programado. El tiempo acompañó de modo que todas las procesiones se pudieron realizar. Muy emotiva fue la procesión de la mañana del Viernes Santo El Encuentro con el ejercicio del Via Crucis. Este año el domingo de Resurrección se añadió la Procesión del Santísimo Sacramento por las calles contiguas a la iglesia.
CUATRO NIÑOS DE LA GUANCHA PARTICIPARÁN EN EL III ENCUENTRO MISIONERO DE MADRID
16 de Abril
Cuatro niños y dos animadores de nuestra parroquia se trasladarán a Madrid para participar en el III Encuentro Nacional de Niños de la Obra Pontificia de Infancia Misionera que se celebrará el 2 y 3 de Mayo en la Casa de Campo, con el lema "Hoy y mañana ¡Somos misioneros".
Se trata de un Encuentro festivo y formativo en el que cerca de 10.000 niños de todas las diócesis españolas compartirán su amistad con Jesús, entre ellos y con todos los niños del mundo. El evento es organizado por la Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias, con la colaboración de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española junto con las Delegaciones diocesanas de misiones, las Instituciones misioneras de la Iglesia, la Delegación diocesana de Infancia y Juventud de la diócesis de Madrid, las Juventudes Marianas Vicencianas, Cristianos sin Fronteras y otras Instituciones educativas como FERE y CONFER.
Entre los objetivos del Encuentro figuran conseguir que los niños se comprometan en una acción misionera, para dar respuesta al lema de Infancia Misionera: “Los niños ayudan a los niños”; Vivir con intensidad la celebración festiva de un Encuentro con los niños de otras diócesis y comunidades cristianas; Presentar a los niños la realidad de los cinco continentes para que se den cuenta de que en el mundo hay otros niños que participan de las mismas ilusiones que ellos, pero que en su mayoría carecen de las mismas oportunidades; Promover la implicación de familias, catequistas, sacerdotes y educadores en la formación misionera de los niños.
RENOVACIÓN DE LA PROMESAS DEL BAUTISMO DE LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNIÓN EN LA GUANCHA Y EN SAN JOSÉ
19 de Abril
Ya es tradicional en nuestras parroquias de La Guancha y de San José reunir a los niños de Primera Comunión de cada año en la Misa Dominical de la Octava de Pascua a la que se invita también a sus padres y padrinos de Bautismo para renovación de las Promesas del Bautismo. El rito es muy sencillo: después de la Homilía un niño lee el Acta de su Bautismo y todos, después de hacer la señal de la cruz, alrededor de la Pila Bautismal con las velas encendidas responden a las preguntas del sacerdote, quien finalmente asperge con el agua bendecida a los niños y a la asamblea.
Con esta celebración se pretende que los niños se hagan conscientes de la correlación que hay entre su bautismo y su Primera Comunión.
Treinta y ocho fueron los niños en La Guancha y veinticinco en San José.
VISITA DE LA IMAGEN DE NUESTRA. SEÑORA. DE CANDELARIA A LA LAGUNA
22 de Abril
La Oficina de Prensa del Obispado de Tenerife envía la siguiente información: “Todo se está ultimando para la Visita de la imagen de la Virgen de Candelaria a La Laguna el próximo 9 de mayo, con un recorrido aproximado de 23 kilómetros y una duración de 13 horas. Está previsto que la Morenita parta sobre las 7:30 horas del día 9 de mayo de su Basílica. La próxima semana se presentará oficialmente los actos pastorales con ocasión de este traslado de la imagen de la Patrona, así como el dispositivo que requiere este acontecimiento. Igualmente, ya ha comenzado a repartirse la carta pastoral que escribió el Obispo con ocasión de esta visita y el programa general de este acontecimiento”.
En la cartelera de nuestra parroquia ya se puede ver el Cartel anunciador y se distribuye ya la Carta Pastoral de nuestro Obispo.
DÍA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
24 de Abril
Se acerca el cuarto domingo de Pascua y con él el “DÍA MUNDIAL DE ORACION POR LAS VOCACIONES” con el lema “Sé de quien me he fiado”. Se nos invita especialmente ese día a orar por las vocaciones y se nos recuerda que esta oración ha de acompañar nuestra existencia cristiana. Jesucristo necesita sacerdotes, religiosos y laicos que, comprometidos en la misión de su Iglesia, lleven al mundo su buena noticia de la salvación. La Conferencia Episcopal española ha puesto a nuestra disposición diversos materiales para su celebración: Mensaje del Papa, Guión litúrgico, Lectio, Oración con jóvenes, Oración con niños, Oración para cada día, Cartel, Hoja de pedido
Oración de Benedicto XVI por las víctimas del terremoto en Italia
Te confiamos nuestros seres queridos a Ti Señor, sabiendo
que a tus fieles Tu no les quitas la vida sino que la transformas,
y en el mismo momento en que es destruidas
la morada de este exilio nuestro en la tierra,
Te preocupas de preparar una eterna e inmortal en el Paraíso.
¡Padre Santo, Señor del cielo y de la tierra,
escucha el grito de dolor y de esperanza,
que se eleva de esta comunidad duramente probada por el terremoto!
Es el grito silencioso de la sangre de madres, de padres, de jóvenes
y también de pequeños inocentes que sube de esta tierra.
Han sido arrancados del afecto de sus seres queridos,
acógelos a todos en tu paz, Señor, que eres el Dios-con-nosotros,
el Amor capaz de dar la vida sin fin.
Te necesitamos a Ti y a Tu fuerza,
porque nos sentimos pequeños y frágiles frente a la muerte;
Te pedimos, ayúdanos, porque solamente Tu apoyo
puede hacernos volver a levantar e inducirnos a retomar juntos,
cogiéndonos confiados uno a otro de la mano, el camino de la vida.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Salvador,
en el que brilla la esperanza de la feliz resurrección. ¡Amén!
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]
ZENIT Ofrecemos a continuación el discurso completo que el Papa Benedicto XVI pronunció el martes 28 de Abril de 2009 ante los damnificados por el terremoto de los Abruzos, en el campamento provisional que hay instalado en la localidad italiana de Onna, la más afectada por la tragedia.
¡Queridos amigos!
He venido en persona a esta vuestra tierra espléndida y herida, que está viviendo días de gran dolor y precariedad, para expresaros del modo más directo mi cordial cercanía. He estado junto a vosotros desde el primer momento, desde cuando he sabido la noticia de esta violenta sacudida del terremoto que, en la noche del pasado 6 de abril, provocó casi 300 víctimas, numerosos heridos e ingentes daños materiales a vuestras casas. He seguido con aprensión las noticias compartiendo vuestra consternación y vuestras lágrimas por los difuntos, junto con vuestras trepidantes preocupaciones por lo que habéis perdido en un momento. Ahora estoy aquí entre vosotros: quisiera abrazaros con afecto uno a uno La Iglesia entera está aquí conmigo, junto a vuestros sufrimientos, partícipe de vuestro dolor por la pérdida de familiares y amigos, deseosa de ayudaros a reconstruir las casas, iglesias, empresas destruidas o gravemente dañadas durante el seísmo. He admirado el valor, la dignidad y la fe con la que habéis afrontado también esta dura prueba, manifestando una gran voluntad de no ceder ante las adversidades. No es, de hecho, el primer terremoto que conoce vuestra región, y ahora como en el pasado, no os habéis rendido, no habéis perdido el ánimo. Hay en vosotros una fuerza de ánimo que suscita esperanza. Muy significativo al respecto es un dicho querido a vuestros ancianos: "Aún hay muchos días detrás del Gran Sasso".
Llegando hasta aquí, a Onna, uno de los centros que ha pagado un alto precio en términos de vidas humanas, he sobrevolado en helicóptero este valle y me he dado cuenta aún más de la entidad de los daños causados por el terremoto. Si hubiera sido posible, habría deseado llegar a cada pueblo y a cada barrio, ir a todos los campamentos y encontrar a todos. Me doy perfecta cuenta de que, a pesar del empeño de solidaridad expresada desde todas partes, son muchas y cotidianas las molestias que comportan vivir fuera de casa o en los automóviles, o en las tiendas, aún más a causa del frío y de la lluvia. Pienso también en tantos jóvenes obligados bruscamente a medirse con una realidad dura, en los chicos que han tenido que interrumpir la escuela con sus amistades, en los ancianos privados de sus costumbres.
Se podría decir, queridos amigos, que os encontráis, en cierto modo, en el estado de ánimo de los dos discípulos de Emaús, de los que habla el evangelista Lucas. Tras el trágico acontecimiento de la cruz, volvían a casa desilusionados y amargados, por el "final" del Jesús; pero, a lo largo del camino, Él se acercó y se puso a conversar con ellos. Aunque no lo reconocieron con los ojos, algo se despertó en sus corazones: las palabras de aquel "Desconocido" volvieron a encender en ellos ese ardor y esa confianza que la experiencia del Calvario había apagado.
He aquí, queridos amigos: mi presencia entre vosotros quiere ser un signo tangible del hecho que el Señor crucificado está resucitado y no os abandona; no deja sin escuchar vuestras preguntas sobre el futuro, no está sordo al grito preocupado de tantas familias que lo han perdido todo: casas, ahorros, trabajo y a veces también vidas humanas. Ciertamente, su respuesta concreta pasa a través de nuestra solidaridad, que no puede limitarse a la emergencia inicial, sino que debe convertirse en un proyecto estable y concreto en el tiempo. Animo a todos, instituciones y empresas, para que esta ciudad y esta tierra vuelvan a resurgir.
El Papa está aquí, entre vosotros, para deciros también una palabra de consuelo sobre vuestros muertos: ellos están vivos en Dios y esperan de vosotros un testimonio de valor y de esperanza. Esperan ver renacer esta tierra suya, que debe volver a adornarse de casas y de iglesias, bellas y sólidas. Y precisamente es en nombre de estos hermanos y hermanas por lo que hay que empeñarse nuevamente en vivir recurriendo a lo que no muere y que el terremoto no ha destruido: el amor. El amor permanece también más allá del límite de esta precaria existencia terrena nuestra, porque el Amor verdadero es Dios. Quien ama vence, en Dios, la muerte y sabe que no pierde a aquellos a los que ha amado.
Quisiera concluir estas palabras mías dirigiendo al Señor una oración particular por las víctimas del terremoto.
Te confiamos nuestros seres queridos a Ti Señor, sabiendo
que a tus fieles Tu no les quitas la vida sino que la transformas,
y en el mismo momento en que es destruidas
la morada de este exilio nuestro en la tierra,
Te preocupas de preparar una eterna e inmortal en el Paraíso.
¡Padre Santo, Señor del cielo y de la tierra,
escucha el grito de dolor y de esperanza,
que se eleva de esta comunidad duramente probada por el terremoto!
Es el grito silencioso de la sangre de madres, de padres, de jóvenes
y también de pequeños inocentes que sube de esta tierra.
Han sido arrancados del afecto de sus seres queridos,
acógelos a todos en tu paz, Señor, que eres el Dios-con-nosotros,
el Amor capaz de dar la vida sin fin.
Te necesitamos a Ti y a Tu fuerza,
porque nos sentimos pequeños y frágiles frente a la muerte;
Te pedimos, ayúdanos, porque solamente Tu apoyo
puede hacernos volver a levantar e inducirnos a retomar juntos,
cogiéndonos confiados uno a otro de la mano, el camino de la vida.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Salvador,
en el que brilla la esperanza de la feliz resurrección. ¡Amén!
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
“Para que las Iglesias católicas de reciente fundación, agradecidas al Señor por el don de la fe, estén dispuestas a participar en la misión universal de la iglesia ofreciendo su disponibilidad a predicar el Evangelio en todo el mundo”.
Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre para el mes de mayo 2009
Ciudad del vaticano (Agencia Fides) - El Señor Jesús envió a los Apóstoles a predicar el evangelio al mundo entero. Como fruto de la vitalidad de su Palabra y de la potencia de su gracia, el Reino se ha ido extendiendo poco a poco por todo el mundo. El Dios Trinitario ha comenzado a vivir en los corazones de muchos hijos suyos que habitaban en tierras donde nunca se había oído hablar del único Salvador del mundo: Jesucristo.
Gracias al trabajo que muchos misioneros han realizado entregando generosamente su vida, la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, ha ido creciendo y haciéndose presente en muchos lugares del planeta, buscando con celo materno a los hijos que habitaban los cuatro confines de la tierra. Como fruto de esta presencia, se han ido estableciendo nuevas diócesis, jóvenes Iglesias, en cuya vida esta presente el misterio de la Iglesia universal.
El Papa invita a estas jóvenes Iglesias a mostrarse agradecidas por el don de la fe. Ciertamente la fe, es el don más grande que Dios nos hace. Ésta no es solamente la aceptación de un conjunto de verdades intelectuales o de un sistema ético. La fe hace posible entrar en comunión de vida con Dios, vivir su vida divina. S. Juan nos asegura que “creyendo, tendremos vida en su nombre” (cfr. Jn 20, 31). Esta comunión de vida que brota de la fe, se fundamenta en el amor. Creer es conocer el amor personal que Dios tiene por mí. De ahí que la verdadera fe, como amor verdadero que es, no puede quedarse en silencio. El amor, como el bien, es diffusivum sui, exige ser comunicado por su propio ser. Esto fundamenta que una Iglesia que vive la alegría de su fe, una Iglesia joven con la frescura del amor por Jesucristo, necesite ser también misionera, extendiendo a otros el Dios-amor que ha conocido. Hablando de S. Pablo, decía Benedicto XVI: “En el camino de Damasco había experimentado y comprendido que la redención y la misión son obra de Dios y de su amor. El amor a Cristo lo impulsó a recorrer los caminos del Imperio romano como heraldo, apóstol, pregonero y maestro del Evangelio” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2008).
El Decreto Ad gentes dice en el número 20, hablando de las Iglesias de reciente fundación: “Para que este celo misional florezca entre los nativos del lugar es muy conveniente que las Iglesias jóvenes participen cuanto antes activamente en la misión universal de la Iglesia, enviando también ellos misioneros que anuncien el Evangelio por toda la tierra, aunque sufran escasez de clero. Porque la comunión con la Iglesia universal se completará de alguna forma cuando también ellas participen activamente del esfuerzo misional para con otros pueblos”.
Todos debemos recordar la parábola de la viuda que echó sólo dos pequeñas monedas en el cepillo del Templo. Ella, nos asegura el Señor, “ha echado más que todos” (cfr. Mc 12, 43). De ahí que sea necesario cultivar un generoso espíritu misionero. Cada Iglesia es responsable del crecimiento de toda la Iglesia universal.
Es cierto que las Iglesias de vieja raigambre en la fe, han contribuido a la extensión del Evangelio con mucha generosidad en el pasado. Quizá sea necesario hoy, sacudirse la comodidad, los complejos y los miedos ante una sociedad secularizada, y renovar también el espíritu evangelizador.
Demos gracias a Dios por la vitalidad y generosa floración de vocaciones en las Iglesias jóvenes. Ellas constituyen un testimonio de la eterna juventud de Dios y de la fuerza del Espíritu Santo.
Pidamos a María, en este mes a ella dedicado, que nos acompañe en la oración. Recogidos con Ella en el cenáculo a la espera de un nuevo Pentecostés en el amor, oremos para que la Iglesia de Cristo, de la que Ella es imagen consumada como Madre-Virgen, siga engendrando hijos “en el Hijo” por la fe y el bautismo. (Agencia Fides 28/4/2009)
Saludo del Nuncio Apostólico a la Asamblea de obispos
Eminentísimo Presidente de la CEB, Señor Cardenal Julio Terrazas Sandoval,
Excelentísimos Monseñor Vice-Presidente y Monseñor Secretario General,
Excelentísimos Monseñores Arzobispos y Obispos,
Reverendo Padre Secretario Adjunto de la CEB,
Reverendos Hermanos en el Sacerdocio, Hermanas y Hermanos en el Señor Jesucristo.
El Verbo viene a visitarnos en estos días en Cochabamba, como visitó a sus Discípulos para confiarles la misión de evangelización. El Padre repite lo que dijo a los discípulos: “escúchenlo”. Sí porque “… sus palabras no pasarán… son espíritu y vida1... Solo Él tiene palabras de vida eterna” (Jn 6,68).
La Providencia ha preparado esta visita del Redentor y el inicio de la Misión con la gracia y la alegría de la Audiencia Pontificia del 10 de noviembre del año pasado, en la que el Santo Padre Benedicto XVI meditaba la parábola del sembrador, que recoge y esparce2 la semilla divina que San Justino, refiriéndose a su fase germinal, llama spermata tou logou.
Aquellas palabras invitan al “שמע”, a grabar el Logos en lo profundo del corazón y de la vida3, a desarrollar la capacidad de escucha del corazón (efshomea).
Este es el discipulado del Siervo de Dios: “el Señor cada mañana abre mi oído y no he puesto resistencia, cada mañana despierta mi oído para que yo escuche como discípulo” (Is 50,4). Esta enseñanza es muy cercana al salmo 40, que los rabinos llaman, acertadamente, salmo del Siervo del Señor (אֲדֹנָי מִי): “tú no has querido ofrenda ni sacrificio, pero me has abierto el oído”. Antes que el diálogo, el culto o el sacrificio, Dios desea la apertura del oído, “entonces he dicho: he aquí que vengo para cumplir tu Palabra, palabra que llevo en el fondo del corazón” (Sal 40,8).
El Santo Padre Benedicto XVI ha exhortado a que la fe sembrada en Bolivia se alimente y refuerce4, la semilla debe entrar en la profundidad de un corazón bello y bueno (καρδίᾳ καλῇ καὶ ἀγαθῇ) (Lc 8,15), sin rutina ni superficialidad5.
Otro aspecto del “efshomea” es “cómo” escuchar. Escuchar es obedecer, dado que “שמע” es “audire” y “ob-audire”. Escuchar, obedecer, anunciar en toda su integridad el designio de Dios6, contra toda dispersión y disipación7.
Para el Santo Padre Benedicto XVI, la prioridad es nutrirse de la Palabra8: la Palabra es alimento y el profeta ha devorado esta Palabra (Jeremías es el primero que ha tenido que comer el libro, lo mismo Ezequiel y pensemos en Juan en el Apocalipsis). La palabra es el alimento que Dios da (salmo 81: si Israel me escuchara, yo lo alimentaré, abre tu boca y yo la llenaré).
La Misión busca evitar que suceda lo que anunciaba Amós: vendrán tiempos en los que habrá hambre en el país, hambre de la Palabra de Dios, pero no hallarán la Palabra de Dios porque cuando la he dado no la han escuchado9.
La continua referencia a la Economía Trinitaria, en la que está centrada la Alocución Pontificia de 10 de noviembre pasado, ayuda a comprender cómo la Trinidad ilustra la dinámica de la escucha. En el cuarto Evangelio resulta significativo que se habla de las relaciones entre las Personas de la Santísima Trinidad en términos de escucha. Para San Juan, en la Κοινωνία trinitaria, la escucha es un elemento fundamental.
Jesús dice: “Padre te doy gracias porque me has escuchado… Yo sé que siempre me escuchas”, y agrega que el Hijo está oyendo continuamente al Padre: “el que me ha enviado es veraz, y lo que yo les digo es lo que he oído de Él” (Jn 8,26). No dice “lo que el Padre me ha dicho”, sino que pone de relieve el “ob audire”, el “שמע”. “Los llamo amigos porque todo lo que oí del Padre se los he dado a conocer” (Jn 15,15). Privilegia la escucha sobre el decir o el hacer10. Lo mismo dice del Espíritu Santo: “cuando venga el Espíritu de la Verdad no hablará de sí mismo, sino que les comunicará lo que ha escuchado de mí”.
Si la Trinidad es la forma de la Iglesia y de la misma persona humana, la existencia, la verdadera existencia, es vida de escucha: Los rabinos decían que Dios ha hecho al hombre con una boca y dos oídos... para escuchar el doble de lo que se habla. Ustedes, Sucesores de los Apóstoles, Guías de la Santa Iglesia de Dios en Bolivia, saben que Salomón había pedido “dame un corazón que sepa escuchar” y añadió “para gobernar a mi pueblo”, porque para él la virtud de las virtudes del que guía es precisamente la sensibilidad de la escucha, que orienta hacia la comunión.
El primado de la escucha hace posible el diálogo, el encuentro personal con Él… el alimento que en la Palabra y en la Eucaristía se vuelve profunda experiencia interior11. El “Logos” de Dios se encuentra con el “logos” humano y se convierte en “dia-logos”. La Iglesia es por tanto maestra del diálogo, y lo es a partir de Cristo. En efecto, es Cristo “nuestra paz” (cfr. Ef 2,14), el principio único del cosmos (Jn 1,3), la verdad divina, el eterno “Logos”, en quien todo “dia-logos” en el tiempo encuentra su último y verdadero fundamento.
La Iglesia encarna esta verdad “cristiana” y por tanto dialógica que está en la raíz de la existencia humana, del cosmos, de la historia12. Como ha recordado el Santo Padre Benedicto XVI, mencionando la séptima epístola del Pseudo-Dionisio Areopagita, en un tiempo de acérrimas polémicas y crisis después del Concilio de Calcedonia, el verdadero espíritu de diálogo ha sido el de buscar la verdad en la Verdad misma, en Cristo: que reluce y hace caer los errores. Diálogo de verdad, en la caridad13.
Entonces, ¿de dónde nace el diálogo, de dónde nace el amor de la Iglesia?
Lo ha dicho claramente el Santo Padre Benedicto XVI: “de la escucha dócil de la Palabra divina nace el amor al prójimo y, con él, el servicio desinteresado a los hermanos… y... en Bolivia… la comunidad eclesial ha dado muestra de tener, como el buen Samaritano, un gran “corazón que ve” al hermano en dificultad y, a través de innumerables obras y proyectos, acude solícitamente en su ayuda”14. La Iglesia de Bolivia sabe que “el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en que creemos y que nos impulsa a amar”15.
Amadísimos Hermanos, pido al Señor que me permita estar en medio de vosotros como testigo de esperanza y servidor de la comunión; de la esperanza que "no defrauda", porque se fundamenta en el amor de Dios y de la comunión eclesial que nace, se anima y se fortalece en la adhesión de la Iglesia boliviana a la Cátedra de Pedro.
Oración que ha compuesto el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, para encomendar a la Virgen de Guadalupe al país por la epidemia de influenza.
Santa María de Guadalupe:
A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta epidemia
que ha venido a afectar nuestra nación.
Cúbrenos con tu manto,
líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades
y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
y en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentran en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia
de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo
para hallarle sentido redentor
y salir de esta adversidad fortalecidos
en la fe, la esperanza y el amor.
AMÉN
ZENIT publica la homilía que pronunció en el tercer domingo de Pascua Benedicto XVI, 26 de Abril de 2009, con motivo de la celebración eucarística que presidió en la plaza de San Pedro, durante la que proclamó cinco nuevos santos: Arcangelo Tadini, (1846-1912), sacerdote y fundador de la congregación de las Hermanas Operarias de la Santa Casa de Nazaret; Bernardo Tolomei (1272-1348), abad, fundador de la Congregación de Santa María del Monte Oliveto de la Orden de San Benito; Nuno de Santa María Álvares Pereira (1360-1431), religioso de la Orden de lo Carmelitas; Gertrude Comensoli (1847-1903), virgen, fundadora del Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento, Caterina Volpicelli (1839-1894), virgen, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón.
[En italiano]
Queridos hermanos y hermanas:
En este tercer domingo del tiempo pascual, en el centro de nuestra atención, la liturgia pone una vez más el misterio de Cristo resucitado. Victorioso sobre el mal y la muerte, el autor de la vida, que se inmoló como víctima de expiación por nuestros pecados, "no cesa de ofrecerse por nosotros, de interceder por todos; inmolado, ya no vuelve a morir; sacrificado, vive para siempre." (Cf. Prefacio Pascual III) Dejémonos inundar interiormente por el resplandor de este gran misterio, y con el salmo responsorial, imploremos: "Resplandezca sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro".
La luz del rostro de Cristo resucitado resplandece hoy sobre nosotros en particular a través de los rasgos evangélicos de los cinco beatos, que en esta celebración son inscritos en la lista de los santos: Arcangelo Tadini, Bernardo Tolomei, Nuno de Santa María Álvares Pereira, Gertrude Comensoli y Caterina Volpicelli. Con gusto me uno al homenaje que les rinden los peregrinos, aquí reunidos de varias naciones, a los que con gran afecto dirijo un cordial saludo. Las diferentes vicisitudes humanas y espirituales de estos nuevos santos nos muestran la renovación profunda que, en el corazón del hombre, realiza el misterio de la resurrección de Cristo; misterio fundamental que orienta y guía toda la historia de la salvación. Por este motivo, la Iglesia nos invita siempre, y particularmente en este tiempo pascual, a dirigir nuestra mirada a Cristo resucitado, realmente presente en el Sacramento de la Eucaristía.
En la página evangélica, san Lucas refiere una de las apariciones de Cristo resucitado (24,35-48). Precisamente al inicio del pasaje, el evangelista anota que los dos discípulos de Eamús, al regresar de prisa a Jerusalén, contaron a los once cómo le habían reconocido "al partir el pan" (versículo 35). Y mientras narraban la extraordinaria experiencia de su encuentro con el Señor, "se presentó en medio de ellos" (versículo 36). A causa de esta imprevista aparición a los apóstoles, quedaron atemorizados y asustados, hasta el punto de que Jesús, para tranquilizarles y evitar todo titubeo y duda, les pidió que le tocaran --no era un fantasma, sino un hombre de carne y hueso-- y les pidió después algo para comer. Una vez más, como sucedió a los dos de Emaús, en la mesa, mientras come con los suyos, Cristo resucitado se manifiesta a los discípulos, ayudándoles a comprender las Escrituras y a volver a interpretar los acontecimientos de la salvación a la luz de la Pascua. "Es necesario --dice-- que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí" (versículo 44). Y les invita a mirar hacia el futuro: "se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones" (versículo 47).
Cada comunidad revive esta experiencia en la celebración eucarística, especialmente en la dominical. La Eucaristía, el lugar privilegiado en el que la Iglesia reconoce "al autor de la vida" (Cf. Hechos 3, 15), es la "fracción del pan", como es llamada en los Hechos de los Apóstoles. En ella, a través de la fe, entramos en comunión con Cristo, que es "sacerdote, víctima y altar" (CF. Prefacio Pascual V). Nos reunimos a su alrededor para hacer memoria de sus palabras y de los eventos contenidos en la Escritura; revivimos su pasión, muerte y resurrección. Al celebrar la Eucaristía, comunicamos con Cristo, víctima de expiación, y en Él encontramos el perdón y la vida. ¿Qué sería nuestra vida de cristianos sin la Eucaristía? La Eucaristía es la herencia perpetua y viva que nos dejó el Señor en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, en la que tenemos que profundizar constantemente para que, como afirmaba el venerado Papa Pablo VI, pueda "imprimir su inagotable eficacia en todos los días de nuestra vida mortal" (Insegnamenti, V [1967], p. 779). Alimentados por el Pan eucarístico, los santos que hoy veneramos llevaron a cumplimiento su misión de amor evangélico en los diferentes campos, en los que actuaron con sus peculiares carismas.
Largas horas pasaba en oración ante la Eucaristía san Arcangelo Tadini, quien teniendo en cuenta siempre en su ministerio pastoral a la persona humana en su totalidad, ayudaba a sus parroquianos a crecer humana y espiritualmente. Este santo sacerdote, hombre de Dios, dispuesto en toda circunstancia a dejarse guiar por el Espíritu Santo, estaba al mismo tiempo disponible para acoger las necesidades urgentes del momento y encontrar remedio. Asumió por este motivo muchas iniciativas concretas y valientes, como al organización de la Sociedad Obrera Católica del Mutuo Socorro, la construcción de la fábrica hilandera, de la casa de asistencia para obreras, y la fundación, en 1900, de la Congregación de las Hermanas Obreras de la Santa Casa de Nazaret, con el objetivo de evangelizar el mundo del trabajo, compartiendo el cansancio y siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. Cuán profética fue la intuición carismática de don Tadini y cuán actual permanece hoy su ejemplo, en una época de grave crisis económica. Él nos recuerda que sólo cultivando una constante y profunda relación con el Señor, especialmente en el Sacramento de la Eucaristía, podemos ser capaces de brindar la levadura del Evangelio a las diferentes actividades laborales y a cada ámbito de nuestra sociedad.
También en san Bernardo Tolomei, iniciador de un singular movimiento monástico benedictino, destaca el amor por la oración y por el trabajo manual. Vivió una existencia eucarística, totalmente dedicada a la contemplación, que se traducía en humilde servicio al prójimo. Por su singular espíritu de humildad y de acogida fraterna, los monjes le reeligieron abad durante veintisiete años consecutivos, hasta la muerte. Además, para asegurar el porvenir de su obra, obtuvo de Clemente VI, el 21 de enero de 1344, la aprobación de su nueva congregación benedictina llamada de Santa María del Monte Oliveto. Con motivo de la gran epidemia de peste del año 1348, dejó la soledad del Monte Oliveto para visitar el monasterio de san Benito en Puerta Tufi, en Siena, y asistir a sus monjes enfermos, y murió contagiado él mismo por la enfermedad, como auténtico mártir de la caridad. El ejemplo de este santo es para nosotros una invitación a traducir nuestra fe en una vida dedicada a Dios en la oración y total entrega al servicio del prójimo, con el impulso de una caridad dispuesta incluso al sacrificio supremo.
[En portugués]
"El Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque" (Salmo 4, 4). Estas palabras del salmo responsorial expresan el secreto de la vida del beato Nuno de Santa María, héroe y santo de Portugal. Los setenta años de su vida se enmarcan en la segunda mitad del siglo XIV y en la primera mitad del siglo XV, en los que aquella nación consolidó su independencia de Castilla y se extendió después en los océanos --por un designio de Dios--, abriendo nuevas rutas para propiciar la llegada del Evangelio de Cristo hasta los más lejanos confines de la tierra. San Nuno se sintió un instrumento de esta voluntad superior y se enroló en la Milicia de Cristo, es decir, en el servicio de testimonio que todo cristiano está llamado a dar en el mundo. Sus características son una intensa vida de oración y la confianza absoluta en el auxilio divino. A pesar de ser un óptimo militar y un gran líder, no permitió que sus dotes personales se opusieran a la acción suprema que procede de Dios. San Nuno se esforzaba por no poner obstáculos a la acción de Dios en su vida, imitando a Nuestra Señora, de la que era sumamente devoto, y a quien atribuía públicamente sus victorias. En la última fase de su vida se retiró al convento del Carmelo, que se había construido por orden suya. Me siento feliz al poder presentar a toda la Iglesia esta figura ejemplar, marcada por una vida de fe y de oración en contextos aparentemente poco favorables a la misma, prueba de que en cualquier situación --incluso de carácter militar o bélico-- es posible actuar y realizar los valores y principios de vida cristiana, sobre todo si ésta se pone al servicio del bien común y de la gloria de Dios.
[En italiano]
Una particular atracción por Jesús presente en la Eucaristía advirtió desde niña santa Gertrude Comensoli. La adoración del Cristo eucarístico se convirtió en el objetivo principal de su vida, casi podríamos decir la condición habitual de su existencia. Ante la Eucaristía santa Gertrude comprendió su vocación y misión en la Iglesia: dedicarse sin reservas a la acción apostólica y misionera, especialmente a favor de la juventud. Nació así, en obediencia al Papa León XIII, su Instituto para traducir la "caridad contemplada" en el Cristo Eucarístico, en "caridad vivida", dedicándose al prójimo necesitado. En una sociedad desorientada y muchas veces herida, como la nuestra, santa Gertrude indica como punto firme de referencia el Dios que en la Eucaristía se hizo nuestro compañero de viaje a una juventud como la de nuestros tiempos, en búsqueda de valores y de sentido para la existencia. Nos recuerda que "la adoración debe prevalecer sobre todas las obras de caridad", porque del amor por Cristo muerto y resucitado, realmente presente en el Sacramento eucarístico, mana esa caridad evangélica que nos impulsa a considerar hermanos a todos los hombres.
Testigo del amor divino fue también santa Caterina Volpicelli, quien se esforzó por "ser de Cristo, para llevar a Cristo" a cuantos encontró en Nápoles a finales del siglo XIX, en un tiempo de crisis espiritual y social. También para ella el secreto fue la Eucaristía. A sus primeras colaboradoras les recomendaba cultivar una intensa vida espiritual en la oración y, sobre todo, en el contacto vital con Jesús eucarístico. Esta es también hoy la condición para continuar la obra y la misión por ella iniciada y dejada como herencia a las Esclavas del Sagrado Corazón. Para ser auténticas educadoras de la fe, deseosas de transmitir a las nuevas generaciones los valores de la cultura cristiana, es indispensable, como le gustaba repetir, liberar a Dios de las prisiones en las cuales lo han confinado los hombres. Solamente en el Corazón de Cristo la humanidad puede encontrar su "morada estable". Santa Caterina muestra a sus hijas espirituales y a todos nosotros el camino exigente de una conversión que cambie de raíz el corazón, y se traduzca en acciones coherentes con el Evangelio. Es posible así poner las bases para construir una sociedad abierta a la justicia y a la solidaridad, superando ese desequilibrio económico y cultural que todavía permanece en gran parte de nuestro planeta.
Queridos hermanos y hermanas: demos gracias al Señor por el don de la santidad, que hoy resplandece en la Iglesia con singular belleza en Arcangelo Tadini, Bernardo Tolomei, Nuno de Santa María Álvares Pereira, Gertrude Comensoli y Caterina Volpicelli. Dejémonos atraer por sus ejemplos, dejémonos guiar por sus enseñanzas, para que también nuestra existencia se convierta en un canto de alabanza a Dios, siguiendo las huellas de Jesús, adorado con fe en el misterio eucarístico y servido con generosidad en nuestro prójimo. Que nos permita realizar esta misión evangélica la maternal intercesión de María, Reina de los Santos, y de estos nuevos cinco luminosos ejemplos de santidad que hoy veneramos con alegría. ¡Amén!
[Traducción del original italiano y portugués realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT publica las palabras que Benedicto XVI dirigió a los peregrinos al rezar el domingo, 26 de Abril de 2009, la oración mariana del Regina Coeli, tras proclamar cinco nuevos santos.
Al concluir esta solemne celebración, deseo dirigir un cordial saludo a todos vosotros que habéis querido venir personalmente para rendir homenaje a los nuevos santos. Expreso, ante todo, mi reconocimiento a la delegación del Gobierno italiano y a las demás autoridades civiles, en particular, a los alcaldes y los prefectos de las ciudades de los cuatro compatriotas elevados hoy al honor de los altares.
Saludo a la delegación del Orden de Malta. Con gran afecto, doy las gracias a los numerosos peregrinos provenientes de muchas partes de Italia. Deseo que esta peregrinación, vivida en el signo de la santidad y apoyada por la gracia del Año Paulino, pueda ayudar a cada uno a "correr" con más alegría y empuje hacia "la meta" final, hacia "el premio que Dios nos llama a recibir desde lo alto en Cristo Jesús" (Cf. Filipenses 3, 13-14).
En este contexto, me gusta mencionar también la Jornada de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que se celebra hoy. A los cincuenta años de la muerte del fundador, el padre Agostino Gemelli, deseo que la Universidad Católica sea siempre fiel a sus principios inspiradores para seguir ofreciendo una formación válida a las jóvenes generaciones.
[A continuación, el Papa saludó en portugués, inglés, francés, alemán, español y polaco a los peregrinos. En español, dijo:]
Saludo con afecto a los fieles de lengua española presentes en esta celebración. Que Cristo, Buen Pastor, afiance en nosotros la alegría por haber recobrado, a través de su Resurrección, nuestra adopción filial y nos llene de esperanza en nuestro caminar hacia la Vida Eterna. Confiamos esta intención a la protección maternal de la Santísima Virgen María y a la intercesión de los cinco nuevos santos, que hoy he propuesto a la veneración de la Iglesia Universal. Feliz Pascua y Feliz Domingo.
[Luego, volvió a hablar italiano para concluir con estas palabras:]
Elevemos ahora nuestra filial oración a la Virgen María, que observó plenamente la Palabra de Dios, de manera que su amor en ella fue verdaderamente perfecto (Cf. 1 Gv 2,5a). Regina Caeli...
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Documento sobre el flagelo de la droga escrito por sacerdotes que trabajan en las villas de emergencia de la ciudad de Buenos Aires.
Queridos Hermanos: Queremos compartir con ustedes un documento que elaboramos sobre el flagelo de la droga en las Villas. Tal vez alguna cosa sea de
utilidad para otros barrios. Muchas gracias por su cercanía, ayuda y oración. Equipo de sacerdotes para las Villas de emergencia.
Miles de mujeres y de hombres hacen filas para viajar y trabajar honradamente, para llevar el pan de cada día a la mesa, para ahorrar e ir de a poco comprando ladrillos y así mejorar la casa. Se va dando así esa dinámica linda que va transformando las Villas en barrios obreros. Miles y miles de niños con sus guardapolvos desfilan por pasillos y calles en ida y vuelta de casa a la escuela, y de esta a casa. Mientras tanto los abuelos, quienes atesoran la sabiduría popular, se reúnen a la sombra de un árbol o de un techo de chapa a compartir un mate o un tereré y a contar anécdotas. Y al caer la tarde muchos de todas las edades se reúnen a rezar las novenas y preparar las fiestas en torno a las ermitas levantadas por la fe de los vecinos.
La contracara, el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada desde hace años, quizás con más fuerza desde el 2001. Entre nosotros la droga está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir sin ser prácticamente molestado. Habitualmente ni la fuerza pública, ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos chicos que tienen veneno en sus manos.
Ante la confusión que se genera en la opinión pública con la prensa amarilla que responsabiliza a la Villa del problema de la droga y la delincuencia, decimos claramente: el problema no es la Villa sino el narcotráfico. La mayoría de los que se enriquecen con el narcotráfico no viven en las Villas, en estos barrios donde se corta la luz, donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común ver cloacas rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la Villa -como zona liberada- resulte funcional a esta situación.
La vida para los jóvenes de nuestros barrios se fue tornando cada vez más difícil hasta convertirse en las primeras víctimas de esta despenalización de hecho. Miles arruinados en su mente y en su espíritu se convencieron que no hay posibilidades para ellos en la sociedad.
Por otra parte profundamente ligado al tema de la droga se da el fenómeno de la delincuencia, de las peleas, y los hechos de muerte violenta ("estaba dado vuelta"). Esto nos hace tomar conciencia de otro gran tráfico que hay en nuestra sociedad que es el tráfico de armas, y que visualizamos como fuera de control. Cuando vemos muertes causadas por menores adictos, también nos preguntamos ¿quién es el que pone el arma en manos de los menores? De este espiral de locura y violencia las primeras víctimas son los mismos vecinos de la Villa.
La destrucción pasó como un ciclón por las familias, donde la mamá perdió hasta la plancha porque su hijo la vendió para comprar droga. Estas familias deambularon por distintas oficinas del Estado sin encontrar demasiadas soluciones año a año. Toda la familia queda golpeada porque su hijo está todo el día en la calle consumiendo. Asombra ver como ese niño que fue al catecismo, que jugaba muy bien en el fútbol dominguero, hoy "está perdido". Causa un profundo dolor ver que esa niña que iba a la escuela hoy se prostituye para fumar "paco".
La despenalización de hecho generó inseguridad social. La raíz de la inseguridad social hay que buscarla en la insolidaridad social [1]. A poco que nos pongamos a la luz de Palabra de Dios, descubrimos que como sociedad no nos hemos movilizado suficientemente ante el hecho dramático del hambre de los niños, que da lugar a adolescentes débiles física y mentalmente. Con madres y padres angustiados sin trabajo o changas mal remuneradas. A los que les resulta más difícil entusiasmar a sus hijos con actividades en clubes y cursos o cualquier otra forma positiva de ocupar el tiempo, ya que no cuentan con el apoyo y el dinero necesario. Se generan así situaciones infrahumanas aprovechadas a su vez, por los gananciosos distribuidores de droga.
Como sacerdotes y vecinos de estas barriadas humildes, sentimos la llamada evangélica de acompañar a aquellos niños, adolescentes y jóvenes que en gran cantidad se encuentran en este infierno de la droga y a la vez de exhortar a la conversión a los que pisotean la dignidad de los mismos de esta inescrupulosa manera, avisándoles que Dios y la Virgen les van a pedir cuentas.
Ahora escuchamos hablar de despenalizar en el derecho el consumo de sustancias. Nos preguntamos: ¿ministros y jueces conocen la situación en nuestros barrios? ¿Han dialogado con el hombre común de la Villa? ¿Se han sentado a elaborar con ellos proyectos liberadores -la droga esclaviza- o simplemente se piensa en implementar recetas de otras latitudes? [2]
¿Cómo decodifican nuestros adolescentes y jóvenes el mensaje: se puede consumir libremente, por ejemplo cocaína?
Algunas propuestas
Cuando un cura se acerca y saluda a los chicos y chicas que están en los pasillos de consumo, en esos lugares de tristeza y desesperación, recibe generalmente preguntas y pedidos de este tipo: "¿Dios a mí me ama?" "¿Me voy para arriba o para abajo?" "Padre me da la bendición de Dios". "¿No me ayuda a salir de este lugar?, no aguanto más esta vida"...
Apoyándonos en el Evangelio de Jesús nosotros creemos que cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita, ninguna vida está de sobra.
Por eso nos resistimos a mirar esta realidad social desde los papeles de las estadísticas, desde los fríos números. Desde esta perspectiva un adolescente que comienza hoy a consumir paco, es sólo uno más. ¿Qué importancia tiene esto si no afecta a los números y estadísticas que aletargan nuestra conciencia y nuestro compromiso? Tal vez esta mirada se inquieta si los números crecen demasiado, nada más.
Nosotros queremos intentar mirar la realidad desde el corazón de Dios. Es que Dios no quiere que ninguno de sus hijitos se pierda, para todos quiere una vida plena.
Por eso sin ser expertos en la materia, aunque con cercanía diaria con esta realidad, acercamos algunas propuestas-intuiciones en base a las cuales estamos trabajando. De hecho en varias Villas venimos transitando distintos caminos de prevención, recuperación y reinserción; de acuerdo con cada realidad y con las posibilidades que contamos.
Prevención
No hay que ser ingenuos, la tríada hambre-criminalidad-droga es demasiado fuerte. Frente a esta dramática situación tenemos que tomar conciencia de que hay que realizar un trabajo de prevención sistemático y a largo plazo.
Nos parece que se trata principalmente de crear ámbitos de contención y escucha de nuestros niños, adolescentes y jóvenes -en este sentido no es menor todo lo que se haga para fortalecer a sus familias-. Ámbitos de recreación y de construcción de un proyecto real para su vida. La verdad es que se logra poco con el no a la droga sin un fuerte sí a la vida.
Muy unido al tema del consumo de droga, tal vez como una de sus grandes causales esta la falta de sentido, de un horizonte hacia el cual caminar. El aburrimiento, el tedio, el no tener que hacer, van minando la pasión por la vida y donde no hay pasión por ella, aparece la adicción. El gran trabajo de prevención nos parece que tiene que tener como eje el mostrar que la vida tiene sentido. Por eso nos parece que las adicciones son principalmente enfermedades espirituales, sin negar obviamente su dimensión biológica y psicológica.(3) Una persona espiritualmente saludable está convencida de que la vida merece vivirse, le encuentra sentido a lo que hace, tiene la "alegría de vivir".
Nuestro país tiene una enorme deuda social. "La deuda social es también una deuda existencial de crisis de sentido de la vida: se puede pensar legítimamente que la suerte de la humanidad está en manos de quienes sepan dar razones para vivir" [4].
El sentido de la vida se adquiere por "contagio", los valores se descubren encarnados en personas concretas, por eso, la importancia fundamental de generar en nuestros barrios líderes positivos que puedan trasmitir valores vividos por la fuerza de su testimonio.
Tenemos por otro lado que aprovechar los ámbitos que existen y que son naturalmente lugares de prevención, como por ejemplo la escuela. La escuela es el principal mecanismo de inclusión. Quienes se van de la escuela pierden toda esperanza ya que la escuela es el lugar donde los chicos pueden elaborar un proyecto de vida y empezar a formar su identidad. En la actualidad, la deserción escolar no suele dar lugar al ingreso a un trabajo sino que lleva al joven al terreno de la exclusión social: la deserción escolar parece significar el reclutamiento, especialmente de los adolescentes, a un mundo en el que aumenta su vulnerabilidad en relación a la violencia urbana, al abuso y a la adicción a las drogas o al alcohol. Si bien la escuela puede no lograr evitar estos problemas, la misma parece constituir la última frontera en que el Estado, las familias y los adultos se hacen cargo de los jóvenes, en el que funcionan, a veces a duras penas, valores y normas vinculados a la humanidad y la ciudadanía y en el que el futuro todavía no ha muerto." [5]
Por eso no hay que quedarse en el mero demandar cosas a la escuela en general y a los docentes en particular, sino que hay que apoyar decididamente su fundamental labor. La educación es un camino real de promoción por eso son necesarias más escuelas y mayor presupuesto para educación en los barrios más pobres de la ciudad.
Nos parece conveniente proponer la posibilidad de que se dicte una materia específica de prevención de adicciones ya desde la primaria, tal vez desde el preescolar. No nos referimos a esa prevención que explica el tipo de drogas, o como se consumen etc. Nos parece más conveniente un tipo de prevención que transmita a los chicos que tenemos vida y esta vida es sagrada y por eso tenemos que aprender a cuidarla. Hay material elaborado a partir de experiencias en zonas de alta vulnerabilidad social que se puede utilizar [6]. Si fuera necesario, la delicadeza del tema amerita un proyecto de ley en la legislatura que al aprobarse posibilite el dictado de la misma.
El abordar la tarea de la prevención de las adicciones requiere un trabajo hecho con esperanza, con la confianza audaz de que es posible crear ámbitos sanos y dichosos que ayuden a curar las heridas. "A quienes dicen 'trastornos precoces efectos durables' se les puede responder que los trastornos precoces provocan efectos precoces que pueden durar si el entorno social y familiar los convierte en relatos permanentes." [7]
Mirar con esperanza esta difícil situación que vivimos en nuestros barrios nos aleja de una mirada fatalista. Por otro lado nuestra fe católica nunca dijo que algunos están predestinados a vivir bien y otros a la miseria. Nuestra fe lee esta situación como una situación de pecado que clama al cielo y que llamamos pecado social. Esta situación de injusticia se contrapone al proyecto de amor del Buen Dios. Con humildad pidamos perdón al Señor por nuestra complicidad manifestada de tantas maneras y pidámosle la gracia de poner todo lo que esté de nuestra parte para transformar esta dolorosa realidad.
Recuperación
Cuando las estadísticas nos dicen que son demasiados niños, jóvenes y adultos que fuman pasta base, tengamos por seguro que llegamos tarde. La pregunta es: ¿queremos seguir llegando tarde? Son personas, seres humanos que mueren o quedan con una vida hipotecada. Por ellos hay que hacer algo ya. Aunque sólo salvemos a uno.
Pedagogía de la presencia [8]
El primer paso es acercarse a los chicos, no esperar a que estos golpeen las puertas de nuestras instituciones. Este primer paso es a la vez una afirmación de la dignidad de estas chicas, de estos chicos, del valor sagrado de sus personas; no son vidas que 'estan de sobra', que molestan, o que afean nuestros barrios. Este primer paso es acercar el corazón. Corazón que se acerca es corazón que ve y se deja tocar por este doloroso grito y por eso se pone a su escucha. El hábito de la escucha no es algo común en nuestros días y es esencial para un verdadero encuentro. Si escucháramos más, seguramente el nivel de violencia que vivimos bajaría notablemente
Ponerse a la escucha no es buscar que rápidamente acaten las pautas sociales. A veces queremos que rápidamente cumplan normas, que respeten derechos para entrar en sociedad, cuando como sociedad no les hemos respetado sus derechos más elementales.
Acercarse, caminar los barrios, escuchar, encontrarse es el primer paso imprescindible.
Adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos
La burocracia expulsa, pone trabas (excesivas entrevistas y requisitos), en definitiva pone en riesgo la vida de muchas personas. Además muchas veces la realidad de los procesos de recuperación está marcada por los números-dinero (becas por un año, ese sería el tiempo de recuperación), dejando a un segundo plano los procesos personales.
Por consiguiente teniendo en cuenta el proceso de cada persona hay que discernir que camino de recuperación proponerle: atención ambulatoria en un centro de día; internación en una comunidad terapéutica, etc.
Por otro lado es necesario adaptarse a la realidad de los más pobres. Por ejemplo se da el caso de mamás que consumen y no tiene con quién dejar a sus hijos; hay que plantearse entonces la posibilidad de que ingresen juntos en un mismo lugar.
Hay que poner el centro de nuestro esfuerzo en adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos; creando ámbitos que rompan las cadenas invisibles que esclavizan a nuestros adolescentes y jóvenes.
Hoy vivimos la cultura de la imagen. De muchas maneras se busca tener cautiva nuestra mirada. Si esto se logra en gran parte se adueñan de nuestra vida.
A veces se busca transmitir la idea de que: 'estamos trabajando fuertemente en la lucha contra la droga'. Es así que por ejemplo se abre un solo centro de recuperación para toda una ciudad y se empapela la misma para dar una buena imagen. Si se da imagen de algo que no es, que en realidad se está haciendo insuficientemente, no solo se corre el riesgo del autoengaño, sino que quedan vidas en el camino.
En relación a esto último hay una responsabilidad grande de los publicistas y de los medios de comunicación en general, valga como ejemplo este verano: Por un lado la propaganda de una bebida alcohólica en la playa que al parecer era sinónimo de plenitud y alegría, por otro lado la realidad de la violencia como consecuencia del exceso de alcohol en muchos jóvenes en la costa.
Tal vez esto sea una llamada de atención para que veamos que como sociedad estamos dejando muy solos a nuestros adolescentes y jóvenes. No les enseñamos qué hacer frente al aburrimiento, la tristeza, la bronca o la soledad, etc. No les mostramos que no hay que encontrar "algo" para combatirlas sino encontrar a "alguien" con quien compartir y hablar de lo que les pasa. Hablar y compartir con "alguien" que los puede ayudar es lo contrario a la adicción.
El mundo adulto no puede ausentarse, no puede desproteger a los niños/as y adolescentes. La justicia debe proteger a esos chicos que tienen su libertad muy condicionada; prueba de ello es que dinero que consiguen va a parar a aquellos que no les importa nada de sus vidas y les ponen veneno en sus manos. La justicia tiene que tenderle la mano a esas mamás que desesperadas no saben cómo ayudar a sus hijos.
Pensar en el después del camino de recuperación
No alcanza con el pago de una beca de tratamiento. Hay jóvenes que no pueden volver a sus barrios -cerca de su casa se compra y se consume libremente droga- se da una suerte de factor cuasi-biológico que favorece la recaída en el consumo. La no conveniencia de la vuelta al barrio es señalada reiteradamente por muchas familias que los aman y acompañan. Tenemos que ir tejiendo con ellos una propuesta de real reinserción social. Desde el elemental derecho a la identidad, o sea que accedan a sacar su documento, hasta una salida laboral y un lugar para vivir con dignidad.
Sabemos también que muchos jóvenes que hoy están privados de su libertad han cometido delitos a causa del consumo de droga. En ese caso hay que replicar las experiencias que tratan su adicción; utilizándose así positivamente el tiempo en prisión para que al salir puedan reinsertarse en la sociedad. De alguna manera este también es un trabajo de prevención.
Por último ponemos bajo la protección y el cuidado de la Virgen de Luján, Madre de nuestro Pueblo, a las familias que en nuestros barrios sufren el flagelo de la droga.
--José María Di Paola, Carlos Olivero, Facundo Berretta y Juan Isasmendi, de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
--Guillermo Torre y Martín Carrozza, de la Villa 31.
--Gustavo Carrara, Adolfo Benassi y Joaquín Giangreco, de la Villa 1-11-14.
--Jorge Tome y Franco Punturo, de la Villa 20.
--Sebastián Sury y José Nicolás Zámolo, de la Villa 15.
--Pedro Baya Casal y Martín De Chiara, de la Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
--Nibaldo Valentín Leal, de la Villa 6.
--Sergio Serrese, de la Villa 19.
Enrique Evangelista, de la Villa 26.
--Jorge Torres Carbonell, de la Villa Rodrigo Bueno.
Equipo de Sacerdotes para las villas de emergencia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 25 de Marzo de 2009
Notas:
[1] - Cf. Mons. Miguel Esteban Hesayne. Jesús, el Reino y la inseguridad. Homilía del 32º domingo durante el año (9/11/ 2008)
[2] - Mons. Jorge Lozano: "Hemos escuchado con preocupación a algunos funcionarios manifestándose abiertamente por la despenalización del consumo de drogas. Se argumenta que no se quiere criminalizar al adicto, ponerlo en el mismo nivel de delito que al narcotraficante. Excelente intención. Pero ¿se logra el propósito andando ese camino? ¿La legislación actual penaliza al consumidor? No. La ley 23.737 establece que cuando la tenencia es para uso personal y hay una "dependencia física o psíquica" de la sustancia, el juez puede imponer una "medida de seguridad curativa, consistente en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación por el tiempo necesario", por lo que deja en suspenso la pena que le pudiera corresponder. Considera al consumidor como una persona enferma (no un delincuente) y manda a proveerlo de un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación. La despenalización del adicto ya está en vigencia." Artículo periodístico publicado en el Diario La Nación sobre la posible despenalización del consumo de drogas para consumo personal. (29/12/ 2008)
[3] - Nos parece muy iluminador el trabajo de López Rosende Juan Manuel. Huérfanos de amor. Trastornos psicológicos y espirituales. Editorial Dunken. Buenos Aires, 2008.
[4] - CEA. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. (2010-2016) Nº 25
[5] - Card. Jorge Mario Bergoglio S. J. Carta pastoral sobre la niñez y adolescencia en riesgo. (1/10/2005 )
[6] - Por ejemplo: Aldo Tamai- Claudia Betancour. Promoción de la Salud para niños en edad escolar. Estrategias para la prevención de adicciones y otras situaciones de riesgo en edad escolar. Editorial Guadalupe. Buenos Aires, 2007.
[7] - Cyrulnik Boris. La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia. Granica. Buenos Aires, 2001. Pag. 92. Del mismo autor se puede leer obras como: "El amor que nos cura"; "Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida."
[8] - Gomes Da Costa Antonio Carlos. Pedagogía de la presencia. Losada - UNICEF Argentina. Buenos Aires, 1995.
Exhortación de los obispos de Venezuela sobre convivencia democrática emitida con motivo de la XXXIX asamblea extraordinaria plenaria de la Conferencia Episcopal.
1. Los Arzobispos y Obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana queremos compartir con los católicos, los creyentes de otras confesiones y las personas de buena voluntad, algunas reflexiones que puedan ser útiles para el discernimiento de la situación del país.
2. Estamos celebrando la gran fiesta de la Pascua de Resurrección, fiesta de la vida y de triunfo sobre la muerte, que nos impulsa a transformar nuestra vida y a afianzar nuestro compromiso en la construcción de una sociedad fraterna, inspirados por la luz y fuerza de Jesucristo Resucitado.
3. Con la Iglesia de América Latina y el Caribe hemos iniciado la realización de la Misión Continental (14-01-09) con la que nos proponemos renovar nuestro compromiso, para que todos los bautizados nos hagamos auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo y llevemos el mensaje de su Evangelio a todo el pueblo venezolano para que en Él tenga verdadera vida.
Nuestras inquietudes en el momento presente
4. La referencia que hacemos frecuentemente sobre temas relacionados con la vida social y política de nuestro país obedece al derecho y deber que tenemos de buscar el bien de toda la sociedad venezolana, en el seno de la cual son muchas las voces que alertan sobre la gravedad del momento que está viviendo nuestra nación y denuncian problemas que amenazan nuestra convivencia democrática. Sobre todo en los últimos meses se han polarizado más las posiciones y desde el poder se toman decisiones que están al margen o en contra del espíritu y la letra de la Constitución, ley fundamental de la República, reflejando así una mayor radicalización del proceso revolucionario.
5. Reconocemos que en estos años se han hecho esfuerzos reales para lograr la inclusión de los sectores más excluidos; pero también se han multiplicado las actuaciones que generan o refuerzan la exclusión de otros sectores, al ir reduciendo o negando espacios de participación y ciudadanía. Los Obispos, fieles al Evangelio, que proclama bienaventurados a los que "construyen la paz" (Mt 5,9), hemos apostado, y seguimos apostando, por un país en el que quepamos todos y nos respetemos todos, se busque la superación de las desigualdades escandalosas que nos han caracterizado, se supere la falta de oportunidades que muchos han padecido, y en el que todos encuentren la posibilidad de un ejercicio responsable de su libertad sin temores ni amenazas. No es posible lograr entendimiento ni tener paz en una nación en la que un gobierno pretenda imponer a la fuerza su proyecto de país a toda la población, más aún cuando tal pretensión ha sido rechazada electoralmente, como sucedió en Venezuela en el Referéndum del 2 de diciembre de 2007.
6. Nos preocupa que diversos actores de la sociedad desconozcan la voluntad popular, expresada en las elecciones regionales de noviembre de 2008, e impidan o coarten la acción de autoridades elegidas legítima y democráticamente por el pueblo. De esa manera se entorpece la existencia de una sociedad plural y se generan dudas sobre la validez y eficacia del voto en los comicios electorales.
7. Aumentan las críticas a la creciente arbitrariedad en la administración de justicia, en la que no se trata a las personas desde su condición de ciudadanos, iguales ante la ley, sino por su adhesión ideológica o militancia política. Es inaceptable jurídica y éticamente que no se siga el debido proceso, que se apliquen medidas diferentes según el grupo al que se pertenezca, que se difame y condene a las personas antes de ser juzgadas, que se sentencie basados en argumentos que no tienen relación directa con las acusaciones y se condene sin pruebas fehacientes, que se apliquen penas desproporcionadas que manifiestan retaliación política.
8. Los frecuentes conflictos laborales revelan una aguda crisis económica y social, agravada por la crisis financiera mundial. En los últimos años en Venezuela el valor del trabajo humano ha sufrido un notable deterioro. Se ha substituido en forma masiva el empleo por el trabajo informal, contratado y temporal, y por la ocupación sin derechos. La estabilidad laboral ha sido substituida por la subcontratación, inclusive en la administración pública. No se puede confundir el empleo con un subsidio mensual aportado por el Gobierno, ni con estar subcontratado por el Estado sin estabilidad laboral, sin derecho a organizarse, sin contratación colectiva y sin poder ejercer el derecho a la huelga. Ciertamente ha crecido la ocupación, el asistencialismo y el trabajo informal, pero ha caído el empleo estable, productivo y de calidad. El desempleo es una de las principales causas de la pobreza generalizada y de la delincuencia. Ante la cercanía del 1º de Mayo, día del trabajador y fiesta de San José Obrero, como Pastores exhortamos a los responsables del mundo laboral a buscar caminos que conduzcan a la dignificación de los trabajadores y de sus familias.
9. El derecho que tiene la ciudadanía a una información veraz se ha visto mermado por una progresiva escalada de intervenciones oficiales que se propone limitar la autonomía de los medios de comunicación. Para ello se aplican criterios diversos: unos para los medios oficiales o afectos al proceso, y otros para los demás. A medida que se implante tal hegemonía, se irá reduciendo la democracia.
10. Este conjunto de situaciones, que pone de relieve una progresiva identificación de partido-gobierno-estado, al mismo tiempo que propicia la exclusión y refuerza la polarización y división del país, produce una crisis en el sistema democrático. La democracia supone separación de poderes, pluralidad de pensamiento e igualdad de condiciones Más allá de los discursos, la democracia debe caracterizarse, sobre todo, por el interés real a favor de la gente y por la solución efectiva y justa de sus problemas diarios.
Propuestas
11. Estas inquietudes nos afectan como ciudadanos, porque sentimos la responsabilidad de participar, con muchos otros, en la construcción de una sociedad más justa; como cristianos, porque aspiramos a que el Reino de Dios se haga cada vez más presente en nuestra patria venezolana por la promoción y vivencia de valores auténticos, tal como el Señor Jesús nos enseñó con sus palabras, y de los que nos dio ejemplo con su vida.; y como pastores, porque queremos ser fieles a la misión recibida de animar y confirmar a nuestros hermanos en la fe, sostenerlos en la esperanza y crecer en el amor, para que sean fermento de justicia y de paz.
12. Mirando hacia el futuro reiteramos la exigencia de racionalidad, a la hora de plantearse soluciones para los problemas, y la necesidad de adoptar una actitud de colaboración crítica que se rija y oriente por la búsqueda del bien común. Expresamos también la convicción de que el evadir la propia responsabilidad resulta la peor vía, pues no conduce al logro de metas y aspiraciones.
13. Exhortamos una vez más a todos a proponer caminos de entendimiento y de consenso que nos permitan mejorar, corregir y crecer, generar esperanza, y animar los cambios profundos que se deben producir en las personas y en las instituciones, aun a sabiendas de las dificultades y límites. ¡Venezuela tiene futuro!, y debemos construirlo entre todos. Para ello es indispensable que todos reconozcamos la existencia de los que no están con nosotros, de los que piensan distinto.
14. Es necesario restaurar o fortalecer el Estado de Derecho. Como Pastores nos sentimos comprometidos a defender todos los derechos humanos, a contribuir decididamente a la erradicación de la pobreza en la sociedad venezolana, y a promover la defensa de la vida y cuanto eleve el valor y la dignidad de la persona. En estos objetivos debe hacerse concreta la solidaridad con todos y la búsqueda de paz y justicia social.
15. Es indispensable que en el centro de intereses y discusiones se ponga la vida cotidiana de la gente, la solución de sus problemas e inquietudes, antes y por encima del discurso meramente ideológico, que pospone y aleja las soluciones. El diálogo y la superación de la desconfianza entre las varias corrientes de pensamiento favorecerán la construcción de políticas adecuadas.
Conclusión
16. Estas inquietudes, que descubrimos en la vida del pueblo venezolano, las ponemos en manos de nuestra Madre, María de Coromoto. Invitamos a todos a confiar en Ella, y a pedirle que nos anime a ser discípulos y misioneros de su Hijo en esta hora en que nuestro país reclama la colaboración de todos para impulsar un futuro de mayor esperanza y unidad en el país.
Con nuestra bendición
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA
Caracas, 23 de abril de 2009
Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización.
...... nos dice BARTOLOMÉ RIUTORT.
Unos ocho o nueve años antes de empezar los Cursillo de Cristiandad se celebró una Peregrinación Nacional al Pilar de Zaragoza donde surgió o había surgido mientras se preparaba la peregrinación, un movimiento ascético peregrinante en virtud del cual los participantes en aquella peregrinación se comprometían para que fuera realidad la promesa que en 1933 hiciera Manuel Aparisi al Pape Pió XI. El motivo fue que Su Santidad había publicado una encíclica o carta pastoral (no recuerdo) en la que decía que el mundo estaba profundamente enfermo y que hacía falta una cristiandad ejemplo y guía para este mundo profundamente enfermo. La Juventud de A.C. recogió las palabras del Papa y se comprometió para convertirse en esta cristiandad ejemplo y guía y así el entonces Presidente Nacional Manuel Aparisi postrado ante el Sumo Pontífice y después de celebrarse un solemnísimo Vía Crucis en el Coliseo Romano dijo:
"Queremos ser esta Cristiandad ejemplo y guía que vuestra Santidad reclama y prometemos peregrinar ante la Virgen del Pilar primero y después en un Año Santo Compostelano llevar 100. 000 jóvenes en gracia ante la tumba del Apóstol y hacer de nuestras vidas un continuo caminar de santidad hacia DIOS llevando con nosotros a los hermanos.
El Papa contestó ¿sabéis lo que pedís? Hizo la misma respuesta que a Juan y Santiago cuando a instancias de su madre pedían un trono a la derecha y otro a la izquierda. ¿Podréis beber el cáliz que esto preparado? Manuel Aparici no dudó un momento y respondió con el ¡¡PODEMOS!! La empresa era grande y requería pecho para afrontarla. La Juventud de A.C. se puso una meta un tanto lejana pero se caminó con tesón; la espiritualidad peregrinante cuajó en ella y surgió la consigna de los cien mil en Gracia y para Santiago santos.
Esta espiritualidad abrió mella en la Juventud mallorquína y así estuvo representada ya en el Via-Crucis de Roma (Gabriel Carlos Cortés de Agrícola Mallorquína podría hablar de ello, estuvo en Roma junto con otros, había una fotógrafía en el Consejo Diocesano y podía verse a la juventud en aquellas fechas y al Cárdenal Gomá en cabeza con la Cruz penitencial dentro del Coliseo.
Desde entonces hasta el verano de1948 el movimiento ascético de la Juventud de A.C. se centra en la idea del "Para Santiago santos con los 100,000. Y quiso el Señor que madurara la idea y se hizo la Peregrinación. La meta estaba ya casi alcanzada el movimiento fue general en las filas de A.C., pero al terminar la meta ¿iba a acabarse todo? ¿Después de Santiago qué? Debía fermentar y concretarse en algo todo el movimiento peregrinante, no tanto natural pero si espiritual; el hecho de ir a Santiago era ya lo de menos si se había logrado la peregrinación del espíritu y fue cuando surgió algo que se llevaba muy dentro , hacer de cada hombre, de cada joven, un templo del Espíritu Santo, que en todas las líneas de la sociedad se viviera Cristo se sintieran todos hijos de Dios por la Gracia que desde el primero al último ciudadano, hombre de cualquier raza o nación, se sintieran todos hijos de Dios, pero de verdad, hacia falta que la doctrina y el estilo de Cristo llegara genuinamente a todos los rincones, ¿CÓMO HACERLO? Las filas de A.C. se nutrían de los que sentían la llamada del apostolado y la idea de llevar y caminar a Santiago; las estrofas del himno eran subyugantes por sí "llevar almas de joven a Cristo... La espiritualidad de Santiago se consiguió con los Cursillos de guías y adelantados de peregrinos y se conseguía inyectar nueva savia en las filas de quienes militábamos en A.C, y así se consiguió preparar unos cuadros para que la peregrinación a Santiago se llevara a buen fin. Repito que no dejaba de preocupar la idea de que después de Santiago no se podía colgar el bordón de peregrino y a vegetar. Se debía hacer algo; claro que no se podía hablar de peregrinar de nuevo pero sí de un eterno peregrinar de todos los que estaban fuera de la línea de Cristo, pesaba sobre todos esta imponente misión pero qué haremos, diremos qué vengan todos y cuando hayan venido qué diremos, pues que vamos a decir: “QUE VIVAN EN GRACIA”, que es lo único que vale la pena.
Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización.
…. Nos dice BARTOLOMÉ RIUTORT
El texto de Bartolomé Riutort (Bibiloni lo escribe terminando en «d», Riutord), que adjunto (Doc. 1), me ha sido facilitado por D. Jaime Capó. Sin embargo, dicho texto está puesto en Internet: http://www.cursillos.net/Bartolomé.htm y está escrito con «t» y no con «d». De él han bebido, que yo sepa, D. Jaime y Fray Servando García Rubio, O.S.A. (quien no cita a Riutort) [1] y, por supuesto, cuantos hayan acudido a Internet.
En enero de 1953 –escribe Guillermo Bibiloni [2], es decir Bonnín [3]– Riutort sustituye en la Presidencia del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción de Mallorca a Andrés Rullán, quien a su vez había sustituido en la misma a Eduardo Bonnín en febrero de 1951, año en que Eduardo asume la Vocalía de Cursillos.
El texto que facilito consta de dos partes perfectamente diferencias; antes y después de la Peregrinación a Santiago. Mi comentario versa sobre la primera parte. Sobre la segunda véase el Doc. 2 también adjunto: Capítulo XVI de la Segunda Parte del trabajo de investigación y análisis ya enviado: ¿después de Santiago, qué? Esta es la pregunta que se hacían muchos.
En esta primera parte nos dice Riutort que «se celebró una Peregrinación Nacional al Pilar de Zaragoza donde surgió o había surgido mientras se preparaba la peregrinación un movimiento ascético peregrinante […]».
Afirmación ésta que NO ES CORRECTA.
1. «Los frutos obtenidos en aquella peregrinación [la de marzo de 1934 a Roma] movieron al Consejo Central –declara Manuel Martínez Pereiro– A CONSIDERAR LAS VENTAJAS DE LA IDEA PEREGRINANTE E INSISTIR EN ELLA. El Tercer Congreso que, conforme a lo acordado en el Segundo de Santander, había de celebrarse en Santiago de Compostela era la gran oportunidad para poner en práctica aquella decisión del Consejo, entre otras razones porque teníamos tres años por delante para prepararlo sobre todo en el orden espiritual» [4].
2. La Ponencia impartida por el entonces Consiliario de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia en el Congreso Nacional celebrado en Noviembre de 2003 con motivo del Centenario del Nacimiento del Siervo de Dios Manuel Aparici con el título «Ideal Peregrinante y Vanguardia de Cristiandad: Unidad en la fe de los Pueblos Hispanos» trató del «El Ideal Peregrinante: su desarrollo histórico» (Ideal surgido muchos años antes que tuviera lugar la Peregrinación al Pilar); «Éste fue el Ideal de Manuel Aparici»; «Un ideal que permanece vivo» y «El Ideal Peregrinante, hoy»; ponencia que envié tiempo atrás.
Seguidamente afirma «que en virtud de la cual los participantes en aquella peregrinación se comprometían para que fuera realidad la promesa que en 1933 hiciera Manuel Aparisi [que también escribe D. Jaime. En realidad: Aparici] al Papa Pío XI. El motivo fue que Su Santidad había publicado una encíclica o carta pastoral (no recuerdo) en la que decía que el mundo estaba profundamente enfermo y que hacía falta una cristiandad ejemplo y guía para este mundo profundamente enfermo […]».
Esta afirmación TAMPOCO ES CORRECTA.
1. Esa promesa, según los documentos que he manejado como Director del Secretariado Manuel Aparici, Notario Adjunto del Tribunal Eclesiástico de su Causa de Canonización, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus y Vicepostulador de la Causa Manuel Aparici, no se la pudo hacer al Santo Padre en 1933 porque en dicho año el Siervo de Dios no estuvo en Roma. Tampoco se la pudo hacer en 1934 y 1936, cuando si estuvo, porque el Santo Padre no pidió esa «cristiandad ejemplo y guía para un profundo profundamente enfermo» hasta 1937, concretamente el 14 de marzo de 1937, fecha de su Encíclica «Mit Brennender Sorge». Estas fueron sus palabras: «Una Cristiandad en que todos los miembros vigilen sobre sí mismos, que deseche toda tendencia a lo puramente exterior y mundano, que se atenga seriamente a los preceptos de Dios y de la Iglesia, y se mantenga, por consiguiente, en el amor de Dios y en la solícita caridad para el prójimo, podrá y deberá ser ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo, que busca sostén y dirección, si es que no se quiere que sobrevenga una enorme catástrofe o una decadencia indescriptible».
Manuel Aparici, «una gloria y corona de la Diócesis de Madrid, singular y deslumbrante» [5], un día, respondiendo a la llamada del Papa, «capitaneó» a toda una generación juvenil en un largo peregrinar de doce años, que culminó en la gran cita ante el Apóstol Santiago en 1948, la mayor peregrinación llegada nunca a Compostela, meta de perenne peregrinación para impulso y sostén de un renacimiento cristiano [6], en cumplimiento del voto de peregrinar para llevar almas de jóvenes a Cristo y hacer de España la soñada Vanguardia de una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo», urgida por S.S. el Papa Pío XI. LA FRASE LE IMPRESIONÓ Y LA TOMÓ COMO BANDERA.
Con su ardoroso espíritu apostólico, fue su máximo propulsor. Cuando convocaba a los Jóvenes de Acción Católica a peregrinar les convocaba para que aspirasen al espíritu ardiente de los Hijos del Trueno como estilo de vida.
2. El objeto de la Peregrinación al Pilar era –en efecto– lograr que la Juventud de Acción Católica Española fuera “una Cristiandad en que todos los miembros vigilasen atentos sobre sí mismos [...]” [es decir, que se convirtiera, con la ayuda de Nuestra Señora, en Vanguardia de Cristiandad Hispana], mientras que el de la de Santiago era iniciar con las Juventudes de Acción Católica de Hispanoamérica una actuación común que tendiera a hacer de la Hispanidad esa Cristiandad.
«[…] Y así –sigue diciendo– el entonces Presidente Nacional Manuel Aparisi […].
Asimismo, esta afirmación TAMPOCO ES CORRECTA.
En 1933 Manuel Aparici no era todavía Presidente Nacional. Era Vicepresidente. Fue nombrado Presidente por la Jerarquía el 14 de septiembre de 1934.
La primera vez que Manuel Aparici estuvo en Roma fue en marzo de 1934. En este año se celebraba el Año Jubilar de la Redención. Esta peregrinación de 1000 jóvenes estuvo presidida por Mons. Gomás, acompañado del Obispo de Santander Mons. Eguino Trecu. Manuel Aparici, aunque todavía Vicepresidente actuaba como Presidente en funciones. El titular no pudo asistir.
«La peregrinación fue impresionante, de gran contenido espiritual, de mucha austeridad; de fervor extraordinario; a mí me parecía aquel tren un templo circulante donde no existía más que oración. Manuel Aparici cuidó del espíritu de todos los que iban en la peregrinación, tanto durante el viaje como en las horas que se vivieron en Roma, que fueron pocas porque las posibilidades no lo permitían» [7].
Todos volvieron muy alegres y reconfortados de la peregrinación. Ésta da conciencia a la Juventud de Acción Católica de su unidad y fortaleza, ya que aquellos Centros Parroquiales primitivos aparecen, en el Coliseo de Roma, como una juventud peregrina que Mons. Gomá ve desde la cruz central como algo excepcional, una manifestación de espíritu cristiano verdadero, con un estilo seglar y joven, auténtico y sobrenatural.
El Siervo de Dios vuelve a Roma 1936. El 28 de enero de este año se trasladó a Roma acompañado del Vocal de Peregrinaciones del Consejo, Javier Aznar. Les recibió el Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado, y luego Papa Pío XII, que aprueba y bendice el proyecto y les alienta en su labor en España y de la misión de la Juventud de Acción Católica Española en la tarea de la Hispanidad.
Es más, les hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre para con los pueblos de América y Filipinas que había engendrado a la fe de Cristo, diciéndoles que las madres nunca tienen cumplida su misión, que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica Española.
Y el l de febrero de 1936, eran recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI –era la segunda vez que recibía a Manuel Aparici en audiencia especial– a quien le expusieron el proyecto de la gran peregrinación juvenil de 100.000 jóvenes a Santiago de Compostela para 1937.
Le dice: «Las almas huyen del Señor; por todas partes la apostasía y el materialismo aumenta; allí en España tenemos un sepulcro casi olvidado entre sombras de paganía; pero él guarda los restos de un Apóstol. ¡Padre! déjanos que convoquemos junto a sus cenizas a las Juventudes de Acción Católica de las Españas. Allí aprenderemos su lección. Y las Juventud de Acción Católica de la Hispanidad será un solo apóstol. Se llenará de tu angustia por las almas y se aplicará del todo a tu servicio».
El Santo Padre acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y para el Congreso.
Un año después de que el Papa le diera su bendición para tan ambicioso proyecto, el 14 de marzo de 1937, éste promulga –repetimos– la Encíclica «Mit Brennender Sorge» por la que urge una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo».
Puede pensarse: ¿Acaso el ofrecimiento de Manuel Aparici al Papa Pío XI, de hacer de las Juventudes Católicas del Mundo Hispánico un sólo apóstol, sugirió en la mente del Santo Padre la idea de una «Cristiandad ejemplar»?
En todo caso, si entonces Manuel Aparici aspiraba a que España y los pueblos hispanos formasen la Vanguardia de aquella Cristiandad ejemplar urgida por el Papa Pío XI, hoy, cuando la mitad de los fieles católicos son de habla hispana, constituye una exigencia el que la Comunidad católica iberoamericana se esfuerce por ser de verdad Vanguardia de nueva Evangelización, esa nueva Evangelización a que nos urgía Juan Pablo II.
[1] «Cursillos de Cristiandad. Una respuesta al Espíritu». Secretariado Nacional de Cursillos de Cristiandad de España. Edición 2003, p. 21.
[2] «Historia de los Cursillos de Cristiandad. Mallorca, 1944-2001». Primera edición: abril 2002, p. 231 (en adelante HCC).
[3] «[…] Se cita a Bibiloni –escribe D. Jaime–. Era condiscípulo de mi hermano y coincidimos en el seminario. Sólo había dos cursos de diferencia. Fue sacerdote, trabajó en Perú y se secularizó, viviendo ejemplarmente su vida cristiana de casado. Nunca estuvo en un cursillo. Se le encargó -no gratis- que escribiera el libro. Personalmente hablé con él y le recriminé que dijera cosas que no eran exactas. Me confesó que lo escrito era lo que le habían relatado; y quien se lo había relatado o dictado era Eduardo […]».
Por su parte, Ismael Sahún, administrador de la página web Cursillos y Cursillistas y de la Fundación, libros, me decía por su E-Mail del 3 de enerote 2007 lo siguiente: «Tal como yo lo veo estos libros [entre ellos el de Guillermo Bibiloni] están supervisados, cuando no escritos, por Eduardo Bonnín [...]».
[4] C.P. pp. 52-81.
[5] José Díaz Rincón (Su carta de fecha 14 de diciembre de 2002).
[6] «Para el cristiano nunca es posible el descanso, la vida es siempre misión: para el joven de Acción Católica, para toda la juventud española [...]; la realización de la alta misión que el Señor nos confía: la vuelta de todos los hombres a Dios» (SIGNO de fecha 13 de agosto de 1939).
[7] José Ángel Ayala Galán (C.P. pp. 95-116).
Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización.
LA HISTORIA: ALGO MÁS QUE HECHOS YUXTAPUESTOS
Tomado del Libro "Cursillos de Cristiandad
El Mensaje, el origen, una Experiencia
Escrito pon Mons. Jaime Capó (1989)
A sólo treinta y nueve años de distancia, ya resulta difícil acercarse a los orígenes de Cursillos. Cursillos de Cristiandad, en su corta pero fecunda vida, han sido objeto de cariños y de odios. Se ha escrito con afán de convalidar adaptaciones y también deformaciones. Se han querido justificar actitudes agresivas e injustas. En ocasiones ha movido la pluma la debilidad vanidosa de quienes pretenden un protagonismo que no tuvieron, o no lo tuvieron como dicen. Los escritos anteriores al 1955, reflejan el pensamiento original.
En 1955 el ataque a tos cursillos empieza a tomar forma oficial. El Pontificado de Mons. Enciso, como Obispo de Mallorca, constituye una etapa de persecución dolorosa e incomprensible. El Obispo actuó de buena fe.
Por una parte, la Nunciatura lo empujaba a actuar así, y, por otra, sacerdotes amigos suyos, que en Mallorca habían ocupado cargos de confianza durante el Pontificado de Mons. Hervás, y habían tenido que ausentarse de la diócesis, reforzaron la actitud crítica de Mons. Enciso con acusaciones e informaciones inexactas.
Una pastoral imprudente y desafortunada puso en sabática los Cursillos en Mallorca; sabática que se extendió desde el año 1955 a 1958. Es lógico que la pastoral de Mons. Enciso provocara escritos, oficiales y privados, contradictorios. Estas circunstancias redujeron el protagonismo del grupo de iniciadores de los Cursillos. La demanda de prudencia, silencio y espera, hizo que se dejara a la responsabilidad jerárquica de Mons. Hervás la representatividad de los Cursillos.
Los que amaban los Cursillos preferían el silencio, a discutir criterios que no hubieran aceptado plenamente, si no hubiera estado en juego la existencia misma de los Cursillos. Así el Manuel de Dirigentes pasó a ser la CARTA MAGNA de tos Cursillos. El grupo de los iniciadores se dispersó. Los Cursillos empezaron a extenderse rápidamente por todo el mundo. No se mantuvo fidelidad en todas partes a la esencia de los Cursillos. Se confundió el método con el mensaje; se adaptó lo inadaptable.
En las reuniones continentales o mundiales, aparece la tensión, fruto del esfuerzo para que se acepte, como bueno y auténtico, lo que "en casa" se cocina. Para llegar al pensamiento original, hay que pasar por este desierto, que empieza a agrandarse a medida que los Cursillos avanzan en el mundo. En muchas partes, tos llamados Cursillos de Cristiandad se han distanciado de lo que son y quisieron ser.
Antes de la peregrinación a Santiago
En el libro "DOCUMENTACIÓN PARA UN ESTUDIO", recogí una entrevista con Bartolomé Riutort. Es un testigo de importancia excepcional. Fue presidente de la Juventud de Acción Católica en los años en que nacieron los Cursillos. Su testimonio resume la prehistoria y nacimiento de los Cursillos. Es importante la referencia que hace Riutort a la entrevista de Manuel Aparici, presidente entonces, y después Consiliario Nacional de la Juventud de Acción Católica Española.
El Papa Pío XI, había manifestado su profunda preocupación por "el mundo profundamente enfermo", y había señalado que hacía falta "una cristiandad ejemplo y guía para el mundo". Manolo Aparici - Riutort ubica esta entrevista en el año 1933- postrado ante el Papa le dijo que "la Juventud quería ser cristiandad, ejemplo y guía, que Su Santidad reclamaba", y prometía peregrinar a Zaragoza ante la Virgen del Pilar, y después, en un Año Santo Compostelano, llevar ante la tumba del Apóstol Santiago 100,000 jóvenes en gracia. El Papa preguntó si serían capaces de beber este cáliz. Manolo Aparici contestó, sin titubeos, "PODEMOS".
Nota del remitente, no del autor del artículo: Ver Doc. 2 y Doc. 3.
Unos ocho o nueve años antes de que nacieran los Cursillos de Cristiandad, se llevó a cabo la peregrinación al Pilar de Zaragoza. La otra meta era peregrinar 100,000 jóvenes en gracia a Santiago. La preparación de estas peregrinaciones creó una ascética o espiritualidad peregrinante. "LA GUIA DEL PEREGRINO" es herencia de aquellas horas e ilusiones apostólicas.
En 1948 se hizo la magna peregrinación a Santiago. Más de 80,000 jóvenes acudieron a la cita. La meta estaba alcanzada, pero ¿después qué? La inquietud sembrada por la peregrinación, y por el espíritu peregrinante en que se había vivido durante años, convirtió la pregunta ¿después qué? En angustia e ilusión apostólica.
La entrevista de Riutort señala la prehistoria. Desde el año 40 existía en la Juventud de Acción Católica de España un ilusionado dinamismo apostólico. Se intensificó la formación de dirigentes. Se organizaron cursillos de Jefes de Peregrinos. De todos los Centros parroquiales mandaban los jóvenes más entregados. Fueron años de preparación, ilusión y exigencia.
EL PLAN DEL CURSO 1947-48, proyectado por la Juventud de Acción Católica de Mallorca, señala como OBJETO: "hacer llegar a todos los ámbitos juveniles el sentido espiritual de nuestra peregrinación a Santiago: que todos los jóvenes católicos se sientan peregrinos de santidad".
En el apartado "ACCIÓN" se lee: "se bendiga una imagen de la VIRGEN DE LLUCH que será llevada a Santiago por los peregrinos. Se traerá a pie desde Lluch, permaneciendo una semana en cada pueblo para llegar y estar la última semana en la Catedral." Este propósito fue recogido por el Obispo, Mons. Hervás, y el año 1948 fue proclamado AÑO MARIANO. La Virgen recorrió toda Mallorca. Los jóvenes de Acción Católica la acompañaron sin desfallecer. Ella llegó a Santiago y regresó a Mallorca. Desde la capillita de los locales de Acción Católica, mantuvo el espíritu peregrinante que había madurado en el Santuario de Luch.
Esta es la Virgen, morena, que en nuestra capilla de la Casa de Cursillos de Aguas Buenas (Puerto Rico) recuerda constantemente que somos peregrinos.
Después de la peregrinación a Santiago
1. Para entender el espíritu que animaba la Juventud de Acción Católica al regreso de Santiago, basta leer el contenido y captar el estilo con que Mons. Hervás, Obispo entonces de Mallorca, hablaba a los jóvenes de Acción Católica. En diciembre del año 1948, durante la Asamblea General, decía el Obispo: "Es santo el que quiere serlo. Y vosotros lo queréis ser. Es peregrino el que comienza el camino de la peregrinación. Y vosotros lo habéis comenzado, viviendo la Gracia de Dios que, fieramente, ante este mundo corrompido y corruptor, estáis dispuestos a conservar y defender."
Y proseguía el Prelado: "Cuántos jóvenes hay por estas tierras, por estos pueblos y por estas calles, que el día que conocieran la grandeza del ideal evangélico, se entregarían totalmente, más generosamente todavía que vosotros!"
El Obispo esbozada cuatro consignas prácticas a aquellos jóvenes, en cuyo corazón latía el coraje santo que, en menos de un mes, los llevaría a realizar el primer cursillo... de CRISTIANDAD. Señalaba el Obispo:
1 ro. No dormirse en los laureles de lo conseguido.
2do. No dejarse ganar por el celo del infierno.
3ro. Podemos lograr lo que intentemos con tal que nos apoyemos en la gracia.
4to. Enamorarse de Cristo, porque cuando hay amor no se siente fatiga.
Al final de su parlamento se refirió a la Virgen. El año 1948, como se indica anteriormente, se convirtió en el Año Mariano. El Obispo destaca la participación de los jóvenes en esta gesta: "Vosotros hicisteis la insinuación de que la Virgen de Lluch recorriera los pueblos de Mallorca. Se empezó la empresa a título de prueba. Y salió Ella. Y cuando Ella sale, lo vence todo. Los pueblos van enloqueciendo a su alrededor. Y este hecho se está repitiendo en todo el mundo. Es que el mundo va a salvarse por María. Y a esto, mis queridísimos jóvenes, habéis de colaborar vosotros en lo que queda del Año Mariano. Hagámonos dignos de este beneficio del cielo..."
2. Más allá de lo esperado por los hombres, Dios tenía preparado que, a las pocas semanas, se hiciera un cursillo, que resultó ser el primer CURSILLO DE CRISTIANDAD. La historia anterior al cursillo del 7 de enero de 1949 explica suficientemente el título de este apartado. Es absurdo pensar que se intentó un cursillo idéntico a los celebrados antes de la peregrinación. En la celebración de este cursillo entraron elementos y motivaciones nuevas. Las motivaciones nuevas estaban determinadas por el hecho de que era el primer cursillo a realizarse DESPUÉS de la peregrinación a Santiago.
Los cursillos anteriores se caracterizaban por una mística peregrinante cara a llevar a Santiago 100,000 jóvenes en gracia. Esta mística no desapareció después de Santiago. La Guía del Peregrino, como manual de preces utilizado en Cursillos de Cristiandad y los símbolos en ella empleados, lo testifican. Pero el reto era distinto. El Obispo, en el discurso al que antes me referí, había señalado una ruta a la inquietud de aquellos jóvenes: "Dirigios a todos los jóvenes en todos los caminos. Que nadie quede fuera del radio de vuestra acción. Predicad con el ejemplo, con la palabra, con la simpatía, con vuestra gracia; predicad a los jóvenes todos. Os están esperando".
Si la peregrinación a Santiago fue un reto que impulsó a los dirigentes a una acción eficaz y sacrificada, el regreso de la peregrinación se convirtió en otro reto no menor. De la misma forma que se preparó la peregrinación mediante cursillos, así podría estimularse el espíritu apostólico de los dirigentes, volcando su inquietud hacia la conquista de toda la juventud.
3. Se trataba de un cursillo dirigido, fundamentalmente, a los que ya pertenecían a la Acción Católica. El nombre que se le da al Cursillo fue el mismo o similar al nombre que se habían designado los cursillos anteriores a la peregrinación. En PROA se habla de este cursillo en un pequeño recuadro como de un "cursillo de formación y apostolado". En el libro que publiqué en 1968, titulado "DOCUMENTACIÓN PARA UN ESTUDIO", hay una entrevista esclarecedora con D. Guillermo Payeras. Dice así: "D. Sebastián Gaya, Consiliario entonces de la Juventud Acción Católica y Secretario-Canciller del Obispado me Hamo y me dijo que tenía que ir y dar unas lecciones de vida espiritual y unas meditaciones, y que Juan Capó estaría también en el retiro. Me encontré allí para colaborar. Ellos me dirían de qué se trataba. No pensé si era un cursillo nuevo o uno más. Di todos los rollos y todas las meditaciones. Fueron las mismas que ahora se dan. Unos días antes de empezar me reuní con D. Juan Capó. La reunión tuvo lugar en mi casa. Esta noche don Juan se quedó en casa para dormir. Por la tarde estuvo presente también don Jaime, entonces subdiácono, ya que estaba de vacaciones de Navidad. Preparamos el orden de las lecciones, y, de manera decisiva, don Juan orientó el enfoque de estos rollos hacía una visión totalitaria del "ser cristiano0. Creo que esto fue la gran gracia. Con este enfoque, ya desde aquel momento, se apuntó intencionadamente, al núcleo del ser cristiano. Hoy lo llaman "lo fundamental cristiano".
En el librito que publicó mi hermano Juan, titulado "PEQUEÑAS HISTORIAS DE LA HISTORIA DE LOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD", escribe: "Igual que se organizaban cada año dos tantas de ejercicios por el Consejo Diocesano, se programaban también estos cursillos. Se trataba de esto...Uno más y resultó otro". A continuación añade: "recuerdo el asombro de lo que se había conseguido y la afirmación que mantuvimos siempre sobre la radical novedad de lo que había sucedido en San Honorato en enero de 1949".
Comentario a las lecturas del domingo tercero de Pascua – B publicado en Diario de Avisos el domingo 26 de Abril de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
Tus signos son tu contraseña
DANIEL PADILLA
Señor Resucitado! Te necesitábamos así: deshaciendo dudas, infundiendo ánimos, recordando cosas, y, sobre todo, repitiendo "gestos". Sí. Repitiendo gestos de tu etapa anterior. Para que, los que tendemos a "huir hacia Emaús" a las primeras de cambio, podamos reconocerte, como aquellos discípulos "al partir el pan". Necesitamos que "nos enseñen tus manos y tus pies, para que veamos que eres tú en persona". Necesitamos verte "sentado a nuestra mesa comiendo un trozo de pez asado". Así nos convencerás de que "no eres un fantasma ya que los fantasmas no tienen cuerpo y huesos, como tú tenías". Necesitamos oírte decir: "La paz sea con vosotros, palpad y ved". Sí. Te necesitamos siempre así, cercano, dispuesto a repetir tus gestos expresivos cuantas veces sea menester. Te lo diré más claro, Señor: yo -nosotros- no sabríamos prescindir ya de los "signos", de las "señales", porque toda nuestra vida ha estado y está tejida de esa mímica entrañable. Pienso en mi infancia. Apenas habíamos cenado y ya mi madre se levantaba a preparamos la cama. Aquel gesto significaba "cama acogedora, noche confortable". Una vez acostado, ella me daba un beso y apagaba la luz. Yo entendía aquel doble gesto. Quería decir: "Cercanía, tranquilidad". Si por casualidad, soñando, tenía pesadillas, el apresurado abrazo de nuestra madre simbolizaba "la huida de todos los fantasmas". Lo mismo pasaba con todos los "gestos" de mi padre. Su recia mano, con las que nos cogía y aupaba y sus pisadas firmes eran "seguridad y garantía". Cuando nos animaba a estudiar, yo entendía que mi padre, por encima de todo, quería inculcarme otra más capital escala de valores. Sí. Los hombres necesitamos símbolos, porque "acaban realizando lo que significan". Eso es lo que hiciste, después de resucitar, con los apóstoles. Y eso es lo que seguirás haciendo, ya para siempre, con tu Iglesia: repetir tus gestos, "mostrarle tus manos y tus pies", "sentarte a comer con ellos un poco de pescado". Por eso, me entusiasma la liturgia de la Vigilia Pascual cuajada de "signos". Bendecíamos el fuego. Y yo pensaba: "Eso tengo que ser: fuego, calor, contagio de entusiasmo"; porque "Tú viniste a traer fuego a la tierra y lo que quieres es que arda". Pusimos el "cirio pascual" en sitio preeminente. Y yo renové mi propósito de esparcir esa "luz", porque "Tú eres la luz del mundo y el que te sigue no anda en tinieblas". Leíamos después lecturas y lecturas. Y yo, para mis adentros, decía: "Tu palabra me da vida; confío en Ti, Señor; tu palabra es eterna, en ella esperaré". Y cuando nos adentramos, por fin, en la eucaristía y yo tomé el pan y el vino entre mis manos, me daba cuenta de que empezaba a repetir tu signo más hermoso y definitivo: el de "partir el pan", el de reproducir "tu muerte y tu resurrección", el de saber que "tu carne es verdadera comida y tu sangre es bebida", el de celebrar que "el que coma de este pan, vivirá eternamente". Sí.
Día 26 de Abril
III Domingo de Pascua
A pesar todo, esperanza
El evangelio de la Santa Misa nos presenta hoy, en un primer momento, a los apóstoles atemorizados tras la muerte del Señor, desconocedores aún de su resurrección. Todavía Jesús no se había aparecido resucitado a los once que se sienten derrotados, fracasados, con la impresión de que no había valido la pena seguir a Cristo. Los dos de Emaús habían tenido ya la experiencia del encuentro con Jesús y, vueltos incluso a Jerusalén, lo contaban a los demás; pero seguramente, a pesar de todo, después de la muerte del Señor y habiendo sido enterrado; después de tres días de triunfo de sus enemigos y muy conscientes de su culpabilidad, habiéndole abandonado; pensarían los Apóstoles que el fracaso de Cristo y el de ellos mismos era definitivo e irremediable, y otros razonamientos no tenían sentido.
Muchas veces habían contemplado los milagros del Señor. Sin embargo, todos esos prodigios, por grandes que hubieran sido, parecían haber fracasado. ¿Llevarían razón los judíos que se burlaban frente a la Cruz? Salvó a otros, y a sí mismo no puede salvarse, declaraban con desprecio. Y ahora, los días transcurridos desde viernes anterior parecían darles la razón: Jesús había sido tan sólo una ilusión, un ideal demasiado hermoso para ser cierto en un mundo lleno de discordias, de rivalidades, de egoísmos; en el que triunfaban –como siempre– los poderosos, los poderosos de siempre, los que contaban con abundantes medios materiales o con influencia política y social.
Bienaventurados los pobres (...), los mansos (...), los que lloran (...), los que pasan hambre y sed (...), los misericordiosos (...), los limpios (...), los pacíficos (...), los que padecen persecución (...). Esa doctrina de Jesús había llenado de esperanza, de ilusión a muchos: los débiles podrían triunfar por encima de los poderosos, si amaban a Dios y acogiéndose en Él. Pero estando muerto y enterrado Jesús, el desengaño parecía tan evidente como su desaparición de entre los vivos. Sin duda, Jesús y su enseñanza habían aparecido como una bocanada de aire puro y fresco en la atmósfera contaminada y viciosa de un mundo judío, olvidado ya casi completamente de la ley del Señor y obsesionado con el cumplimiento de preceptos ridículos. De todas formas su brusca desaparición, tan notoria y humillante, parecía confirmar la autoridad –de siempre, por otra parte– de los escribas y fariseos, aunque fueran, de hecho, los impulsores eficaces e interesados de esas prácticas en ocasiones tan vacías.
El desánimo en los apóstoles de Jesús no podía ser mayor. Sin embargo, no consintió Jesús que permanecieran en ese estado demasiado tiempo. Él mismo vino en su ayuda, como cuando tuvieron miedo en el lago por la tempestad. Y esta vez, glorioso ante ellos confirmando con su presencia el triunfo que echaban de menos, volvía a ser para sus discípulos el de siempre. Y fueron de nuevo actuales la seguridad que sentían con Él y la admiración que se había despertado en ellos tantas veces con ocasión de los grandes milagros. Deseaba Jesús que quedaran bien persuadidos de que era Él mismo: el mismo que había sido tan injustamente humillado y muerto. Deseaba que comprendieran cómo todo había sucedido en cumplimiento de las Escrituras que desde el tiempo de los Patriarcas se referían a Él. Quería, en fin, mostrarles, con la evidencia de su muerte y su resurrección la prueba más definitiva de su divinidad.
Ya no tenían dudas. En adelante confiarían plenamente en la palabra y el poder de Jesús, muerto y resucitado; porque ellos mismos, en persona, eran testigos para siempre de su muerte y de su resurrección. El propio Jesús les hace considerar la gran realidad de la que son testigos: Vosotros sois testigos de estas cosas. Y una vez más les recuerda el sentido de su presencia, como Hijo de Dios, en el mundo de los hombres: su pasión, muerte y resurrección –y antes su enseñanza– habían sido para nuestra salvación. Ellos, los discípulos que Él había escogido, quedaban con la misión de dar testimonio por todas partes de lo que habían visto y oído. Sobre los apóstoles recayó la tarea de difundir entre la gente que el Creador del mundo ha querido ser el Padre de los hombres; y de persuadir a todos que es responsabilidad de cada uno arrepentirse de lo que no es conforme a su voluntad en la vida personal y convertirse a Él.
La madre de Jesús y madre nuestra, Santa María, es la primera testigo –y la más eficaz– de la salvación que quiso Dios traer al mundo: mi alma proclama la grandeza del Señor (...), su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen, proclama gozosa. Y también nosotros, apoyados en su intercesión ante Dios en favor de sus hijos, queremos ser testigos gozosos del Evangelio de Jesucristo.
NOVEDADES FLUVIUM
Mensaje de Monseñor Francisco Pérez, Arzobispo de Pamplona-Tudela y Director de OMP en España, para JORNADA DE LAS VOCACIONES NATIVAS (26 de Abril de 2009), bajo el lema "¡Han sido llamados ¡Ayúdales!"
¡Han sido llamados ¡Ayúdales!
En el camino de la vocación la certeza mayor es el encuentro con la persona de Jesucristo. No hay auténtica vocación si este encuentro no se realiza. Recordemos que a San Pablo fue lo único que lo tumbó y lo convirtió en apóstol. El que apuesta por Jesucristo se convierte en peregrino en busca del sentido de la vida y, ante el misterio, descubre el rostro de Cristo. La Iglesia siempre ha dado mucha importancia a las vocaciones de especial consagración, y les ha considerado como aquellos que hacen visible en la Iglesia y en el mundo los rasgos característicos de Jesús, virgen, pobre y obediente.
En el sentimiento más profundo de todos existe el deseo de valorar y respetar la dignidad de la persona humana, favoreciendo la libertad y la justa autonomía. Pero “no podemos olvidar que cuando la libertad se hace arbitraria y la autonomía de la persona se entiende como independencia respecto al Creador y respecto a los demás, entonces nos encontramos ante formas de idolatría que no sólo no aumentan la libertad sino que esclavizan” (El servicio de la autoridad y la obediencia, Instrucción de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Roma, 11 de mayo de 2008).
Los consejos evangélicos de pobreza, virginidad y obediencia son una respuesta y un reto ante las circunstancias de increencia y de falta de amor que actualmente se dan respecto al sentido de la vida. No provocan frustración en las personas que los viven, sino todo lo contrario: son manifestaciones de auténtica libertad. La libertad es un estado armónico que hace posible que la vida humana se realice sin ataduras y sin esclavitudes. Parece mentira que en la mentalidad actual muchos piensen que la ejercitación de la libertad es dar a los propios deseos y a las propias pasiones más importancia que a las potencialidades virtuosas que anidan en su corazón. La mayor esclavitud es la del que piensa, al estilo de los hedonistas, que su vida no tiene otro fin que el “vivamos y gocemos que mañana moriremos”; si así lo hace, el ser humano realiza en su vida una experiencia ficticia que nunca le llevará a la profunda felicidad.
Los consagrados no son personas extrañas a la experiencia humana, son personas que han descubierto una llamada de especial consagración por amor a Cristo y a la humanidad; no huyen de la sociedad como si lo de acá no les importara. Pisan el suelo de la realidad, pero con la mirada hacia arriba. Son signos vivos de aquello a lo que después de esta vida todos estamos llamados. Mientras pisan con fe firme el tiempo denso de la historia terrena, ya se van ejercitando para mostrar con alegría y amor a ellos mismos y a los demás lo que será la eterna bienaventuranza.
Este modo de vivir es un reclamo para la sociedad; de ahí que entienda lo que me decía una joven religiosa que se dedica a los pobres abandonados y de modo especial a los que se recogen por las calles de las ciudades masificadas: “Cada persona es un don que me reclama para lo que estoy creada: para amar. Su vida es tan importante como la mía y, al menos con mis manos de acogida, he de mostrarle que existe otra forma de vivir y otra forma de hacernos felices. El amor me exige ser pobre, obediente y virgen. Hice una carrera universitaria y me había convertido en un personaje rifado por todos por las cualidades que eran presentes en mi profesión. Un día comprendí que la llamada de Cristo no era sólo para mí, sino para los demás, y me hice religiosa. Soy feliz porque mi vida no está instrumentalizada para conseguir éxitos en la sociedad, sino que es un reclamo permanente para mostrar el fin al que estamos llamados: la eterna felicidad. No se puede entender si no se tiene presente la llamada de Alguien que se fijó en mí: Jesucristo”.
La misión no es un acto de pura generosidad, sino una obediencia continuada que supone la entrega de uno mismo para que el Evangelio de Cristo se haga vivo y presente entre los seres humanos de cualquier cultura y raza. Vivir la misión implica siempre ser enviados, y tanto el que envía como el que es enviado no lo hacen por cuenta propia, sino por la buena salud de la comunidad, que tiene como punto de referencia a Jesucristo, enviado del Padre para hacer su voluntad. Existe el peligro de reducir la misión a una profesión que se ejerce con vistas a la propia realización y que, por consiguiente, uno desempeña por cuenta propia; sería un grave error, puesto que la característica del misionero es que no va en nombre propio, sino en nombre de Jesucristo y en comunión con la Iglesia.
Los consejos evangélicos son la vestimenta del misionero, y gracias a ellos se pueden realizar las condiciones de la misión: a) Atentos a los designios que vienen de Dios. No sería una auténtica misión si no hay un anuncio explícito y testimonial de la persona de Jesucristo, de su mensaje y de las enseñanzas de la Iglesia; para poderlo realizar se requiere la obediencia, escucha permanente de los soplos del Espíritu. No hay cabida para los propios deseos y planes, por muy excelentes que estos sean. Hay que atender y vigilar para que nada se haga por cuenta propia. b) Desprendimiento de uno mismo y de sus bienes, que marca la identidad de la misión, puesto que en ella no hay pertenencia propia. La expropiación de uno mismo para ser totalmente de Cristo es el signo más evidente de la pobreza, que posteriormente se convertirá en la fácil tarea del compartir. La pobreza no es falta de posesiones, sino que estas van dadas y compartidas por amor a Dios y a los hermanos. c) La pureza de corazón y la rectitud de intención van marcando los caminos de la misión, que tiene como finalidad dejar pasar la fuerza de Dios, aun en medio de las debilidades humanas. Cristo desde la cruz muestra que la castidad nace de un corazón indivisible, puesto que nadie tiene mayor amor que el que entrega la vida por los demás. Así sólo se puede entender la virginidad y la castidad según las vocaciones.
Un año más celebramos la Jornada de las Vocaciones Nativas, las cuales, desde su entrega generosa, van mostrando el rostro de la misión; que esta llamada tenga por parte nuestra también una respuesta generosa con la oración y con la colaboración solidaria y económica, para que nadie se pierda en el camino de su vocación, sino que todas encuentren nuestro apoyo y fraterna amistad.
Por Monseñor Francisco Pérez
Arzobispo de Pamplona-Tudela y Director de OMP en España
Lectio divina para la XLVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2009 a celebrar el 3 de Mayo de 2009 – IV Domingo de Pascua, publicada por CEE y enviada con los materiales para su celebración.
SÉ DE QUIÉN ME HE FIADO
XLVI JORNADA MUNDIAL DE
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
3 mayo 2009 – IV Domingo de Pascua
Ambientación
Orar por las vocaciones. A eso se nos invita en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Orar, orar y nada más que orar. Orar suplicando a Dios que conceda a su Iglesia vocaciones religiosas, sacerdotales y laicales comprometidas con el Evangelio. Orar agradeciendo el don de la vocación recibida. Orar para que aquellos que han sido llamados y han respondido con generosidad perseveren y hagan fructificar la gracia que Dios ha depositado en ellos. En nosotros. Orar con y en la Palabra para entender el sentido de toda vocación cristiana.
Lectura atenta del texto bíblico (Lectio)
El texto que vamos a proclamar ha resonado siempre de un modo especial en todos aquellos que han sido llamados a ejercer un ministerio en el seno de la comunidad eclesial. Algunas de las sentencias que el fragmento contiene se han convertido en lemas o motivos inspiradores: reaviva el don de Dios que te ha sido conferido; sé en quién he puesto mi confianza. Este último es precisamente el lema que se nos propone en la jornada de este año. Conscientes de que el Espíritu colma de dones a su Iglesia y de que el contenido de estas frases tiene que ver también con nuestras vidas,
• Proclamación de 2 Tim 1, 1-14.
• En un momento de silencio volvemos a leer el pasaje. A continuación, consultamos las notas que comentan el pasaje en nuestra biblia y leemos los siguientes párrafos que pueden ayudarnos a comprender mejor el texto.
El texto que acabamos de proclamar marca el inicio de la Segunda carta a Timoteo. La misiva, breve y entrañable, pertenece al grupo de escritos denominado cartas pastorales, y está dirigida a Timoteo, un íntimo colaborador de Pablo (Flp 2, 22) y pastor señero de los inicios de la Iglesia. El carácter íntimo de la carta se pone de manifiesto en este texto en el que el apóstol de los paganos no oculta sus sentimientos y recuerdos personales al mostrar a su colaborador y amigo la estrecha relación que le une. En este cálido contexto, Pablo exhorta a Timoteo a cumplir la misión apostólica que por la imposición de las manos le ha sido confiada.
La cuestión de si esta carta fue escrita de puño y letra por Pablo, así como del resto de las denominadas pastorales, no está resuelta entre los exegetas. Sin embargo, no hay duda de que los temas abordados en ella corresponden plenamente al pensamiento de Pablo. Al respecto resulta sumamente elocuente el mensaje central del pasaje que acabamos de proclamar, donde el autor enumera los temas fundamentales de la predicación paulina. La buena noticia, el Evangelio, que hay que proclamar a los cuatro vientos, es que Dios nos ha salvado y nos ha dado una vocación santa, no por nuestras obras, sino por la gracia que nos ha sido dada desde la eternidad en Jesucristo y que se nos ha manifestado ahora en la aparición de nuestro Salvador, Jesucristo, que ha destruido la muerte y ha hecho irradiar la vida y la verdad.
Pablo sabe que este es el mensaje principal de la predicación cristiana. Él mismo ha sido constituido apóstol (heraldo, apóstol y maestro) para anunciar la promesa de la vida que está en Jesucristo, para extender esta noticia de salvación a todos los hombres siendo fiel al depósito de la fe; es decir, transmitiendo este mensaje central que a su vez ha recibido sin alteración o modificación alguna. Previendo el final de su vida y ministerio apostólico, sufriendo en propia carne las consecuencias de ser testigo fiel del Evangelio que proclama, escribe a Timoteo movido por la preocupación de que esa hermosa tradición siga sustentando la esperanza de la comunidad cristiana como norma, en la fe y el amor de Jesucristo y con la fuerza del Espíritu Santo que habita en nosotros. El mismo Pablo se ha encargado de elegir colaboradores que, por la imposición de las manos, garanticen la continuidad de la transmisión de esta tradición. Es el caso de Timoteo, a quien pide que reavive el don de Dios recibido para cumplir con fidelidad esta preciosa y delicada misión.
Las dificultades que el apóstol ha de enfrentar no son nimias. A Pablo le ha llevado a los más diversos sufrimientos; sufrimiento apostólico, debido a la incomprensión de la predicación por parte de muchos, y sufrimiento personal (rupturas, encarcelamientos, rechazo). La experiencia de Pablo, así como de tantos otros que han dado su vida por el Evangelio, nos enseña que este es un signo de contradicción ante el cual no se puede permanecer indiferente. El Evangelio, que en muchas ocasiones hace sufrir a quien lo proclama, es también causa de una alegría profunda y duradera que procede del saberse amado y reconocido por Dios. Por eso, el apóstol es capaz de afirmar con una sinceridad desgarradora: sé en quién he puesto mi confianza, sé de quién me he fiado. Esta confianza en Dios, para muchos ingenua, es el cimiento de toda vida y vocación cristiana. Este es el mensaje que, en último término, pretende transmitir a Timoteo a lo largo de toda la carta.
Nos dejamos interpelar por la Palabra (Meditatio)
• Dios nos ha salvado y nos ha dado una vocación santa. La experiencia fundamental del cristianismo nos habla de salvación. Por la muerte y resurrección de Jesucristo, hemos sido reconciliados con Dios y llamados a vivir en el ámbito de su amor como hijos adoptivos suyos. En esto consiste la vocación a la santidad a la que Dios nos llama a todos los cristianos sin excepción alguna. ¿De qué modo experimento en mi vida esta llamada a la santidad? ¿A través de qué personas y acontecimientos me he sentido llamado por Dios a vivir en su amor?
• Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de ponderación. El Espíritu sigue concediendo a su Iglesia los dones y carisma que esta necesita para llevar a cabo su misión. ¿Reconozco en mí y en las personas que me rodean alguno de estos dones?
• Sé en quién he puesto mi confianza. La confianza en Dios no es ingenua; Él nos ha dado muestras suficientes para que podamos estar convencidos de que merece nuestra confianza. ¿En qué momentos o situaciones de mi vida he experimentado con más intensidad la presencia de Dios junto a mí?
• Me acuerdo de ti constantemente en tus oraciones. El apóstol Pablo, a pesar de su “activismo” apostólico, es un hombre de oración, que reza constantemente por los cristianos de las comunidades que ha fundado, especialmente por sus más estrechos colaboradores. ¿Suelo rezar por los demás? ¿Qué importancia tiene la oración por los demás en mi vida? ¿Rezo por las vocaciones en la Iglesia: por los sacerdotes, los religiosos, los laicos, los misioneros…?
• Esa fe que tuvo primero tu abuela Loida y tu madre Eunice. En hogares verdaderamente cristianos, es más fácil que surjan vocaciones para la Iglesia.
¿Pongo de mi parte para que en mi familia, en mi comunidad parroquial o religiosa se respire un ambiente cristiano? ¿Me preocupo por la vocación de los miembros de mi familia natural, apostólica o religiosa?
La Palabra nos pide una respuesta (Oratio)
Dios, nuestro Padre, ha querido llamarnos a la santidad, a formar parte de su misterio de amor, invitándonos al seguimiento de su Hijo Jesucristo en las circunstancias ordinarias de nuestra vida. El Espíritu nos ha concedido los dones y la gracia necesaria para responder con audacia y generosidad a esta respuesta.
Sacerdotes, religiosos, laicos… Todos somos llamados una y otra vez a reavivar el don del bautismo y a entregar con confianza nuestra vida por el Reino. Demos gracias a Dios porque ha querido hacernos partícipes de su amor, por habernos ofrecido la salvación.
• Proclamamos de nuevo.
• Compartimos nuestra oración desde lo que la Palabra de Dios nos ha sugerido.
• Terminamos el encuentro proclamando el Salmo 138 o con un canto vocacional.
Ideas para la homilía de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2009, sugeridas en el guión litúrgico para su celebaración. (CEE)
Sugerencias para la homilía
• Celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El lema de la jornada es una conocida frase de Pablo: Sé de quién me he fiado. Dios nos ha dado muestras más que suficientes para fiarnos de Él. A través de Jesucristo nos ha mostrado la vocación última a la que nos llama: ser hijos suyos, como nos recuerda la segunda lectura.
• No solamente nos ha señalado el horizonte último y a la vez inmediato de nuestra vida, sino que nos ha enseñado el verdadero sentido de nuestra humanidad:
el ser para los demás. Es el principio rector de la vida de Jesús, buen Pastor que da la vida por las ovejas, que se nos propone como principio rector también en el seguimiento de Jesús, en nuestra vida cristiana.
• Todos los cristianos estamos llamados a concretar esta actitud fundamental en una vocación específica. El Señor sigue suscitando vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales que se comprometan con la misión de su Iglesia de anunciar a todos los hombres la buena noticia.
• El Papa nos invita en el mensaje que envía a la Iglesia con motivo de esta jornada de oración a orar incesantemente al Señor, el dueño de la mies, para que suscite vocaciones en su Iglesia. Nos pide que oremos, confiando en Dios que tiene la iniciativa en toda llamada vocacional, en todos los ámbitos y espacios eclesiales:
en las familias y en las parroquias, en los movimientos y grupos apostólicos, en las comunidades religiosas, en las diócesis.
• Nos pide especialmente que oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas. En este particular momento, la Iglesia necesita hombres y mujeres que, con generosidad y confianza, entreguen su vida a Dios y a sus hermanos.
• María es el modelo de toda vocación cristiana. Ella, que confió en Dios y respondió con generosidad a su llamada, nos enseña hoy a confiar y a responder a la llamada que Dios nos hace.
Guión Litúrgico para la XLVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebrará el 3 de Mayo de 2009, IV Domingo de Pascua, enviado con los materiales para la celebración y publicados por CCE.
SÉ DE QUIÉN ME HE FIADO
XLVI JORNADA MUNDIAL DE
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
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Nos hemos reunido en este Cuarto Domingo de Pascua para celebrar la Eucaristía, banquete de los bautizados y memoria del misterio de salvación que emana de la muerte en cruz y la resurrección de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. En este día en que el Evangelio nos presenta a Jesús como Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, la Iglesia nos invita a orar por las vocaciones y nos recuerda que esta oración ha de acompañar nuestra existencia cristiana. Jesucristo necesita sacerdotes, religiosos y laicos que, comprometidos en la misión de su Iglesia, lleven al mundo la buena noticia de la salvación. En la celebración eucarística descubrimos el sentido de toda vocación cristiana. Vivámosla, por tanto, con atención y entrega solidaria con Jesús que se hace presente en la Palabra y el sacramento del altar.
Monición a las lecturas
Jesús, el buen Pastor que da la vida por las ovejas, nos ha salvado. Por su vida, muerte y resurrección, hemos alcanzado la salvación. Una salvación que tiene que ver con el aquí y el ahora de nuestras vidas y que hemos de proclamar a todos los hombres. Es el mensaje que tratan de transmitirnos las lecturas de este día.
Escuchémoslas con atención.
Comentario vocacional a las lecturas
La primera lectura (Hch 4, 8-12) nos recuerda que Jesús –a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos– es el único Salvador.
Es el mensaje que Pedro comunica a los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley, quienes le están interrogando, pero que en realidad va dirigido a todo aquel que lo quiera acoger, pues es el mensaje central de la predicación cristiana: Jesucristo es el Señor, que nos ha salvado por la muerte y resurrección.
La curación del paralítico de nacimiento (Hch 3, 1-11) ha sido, en realidad, obra de Jesucristo: por su nombre, se presenta este sano ante vosotros. Decir por su nombre es como decir por su persona, por su intervención. En el tiempo de la Iglesia, tras la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, los cristianos somos llamados a prolongar el mensaje evangélico mediante palabras y obras, reconociéndose portadores, instrumentos elegidos, de una noticia cuyo origen no está en nosotros mismos sino en la noticia proclamada: Jesús, el Señor. Cada uno, desde la vocación específica a la que hemos sido llamados –sacerdotes, religiosos y laicos–, participamos en la misión de la Iglesia de anunciar el evangelio de la salvación. Como instrumentos, actuamos siempre en nombre de Jesús.
La segunda lectura (1 Jn 3, 1-2) nos habla de la vocación común a la santidad a la que todos los cristianos, sin excepción, hemos sido llamados. ¡Somos hijos de Dios!, proclama maravillado el autor de 1 Jn. Esta afirmación que emana de la experiencia personal de salvación acontecida en Cristo es la que empuja a los primeros cristianos a proclamar el Evangelio, a hacer partícipes a todos los hombres de esta noticia fundante. Todas las vocaciones en la Iglesia encuentran en esta vocación común su raíz y fundamento. Por el Bautismo, hemos recibido el Espíritu que nos hace clamar ¡Abba! (Rm 8, 15-16; Gal 4, 6). Cada uno, desde nuestra vocación específica, estamos llamados a renovar constantemente esta experiencia de filiación adoptiva acontecida en nuestro bautismo, y a discernir en las ocupaciones ordinarias el modo en que esta cualidad de hijos que ya nos acompaña se ha de hacer presente y operante en nuestro comportamiento y actitudes cotidianos.
El evangelio (Jn 10, 11-18) nos presenta a Jesús como buen Pastor que da la vida por las ovejas. La imagen entrañable del pastor, tan querida en la tradición veterotestamentaria, es asumida por el evangelista para dar cuenta del misterio de la vida de Jesús, el buen Pastor que ha de guiar al Pueblo de Dios (Ez 34, 1- 31). No es un pastor cualquiera: es un pastor que da la vida por las ovejas. Este dar la vida no se ha de entender únicamente en un sentido material, como anuncio del final trágico de la muerte en cruz, sino sobre todo como una actitud fundamental que dominó la entera existencia de Jesús: la pro-existencia, o sea, el vivir por y para los demás.
Esta es la actitud que Jesús invita a asumir a todos sus seguidores; el núcleo de toda experiencia vocacional en la Iglesia. Sacerdotes, religiosos y laicos: todos estamos llamados a hacer de nuestra vida una oblación constante, una entrega generosa, sin límites, a los demás.
Sugerencias para la homilía
• Celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El lema de la jornada es una conocida frase de Pablo: Sé de quién me he fiado. Dios nos ha dado muestras más que suficientes para fiarnos de Él. A través de Jesucristo nos ha mostrado la vocación última a la que nos llama: ser hijos suyos, como nos recuerda la segunda lectura.
• No solamente nos ha señalado el horizonte último y a la vez inmediato de nuestra vida, sino que nos ha enseñado el verdadero sentido de nuestra humanidad:
el ser para los demás. Es el principio rector de la vida de Jesús, buen Pastor que da la vida por las ovejas, que se nos propone como principio rector también en el seguimiento de Jesús, en nuestra vida cristiana.
• Todos los cristianos estamos llamados a concretar esta actitud fundamental en una vocación específica. El Señor sigue suscitando vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales que se comprometan con la misión de su Iglesia de anunciar a todos los hombres la buena noticia.
• El Papa nos invita en el mensaje que envía a la Iglesia con motivo de esta jornada de oración a orar incesantemente al Señor, el dueño de la mies, para que suscite vocaciones en su Iglesia. Nos pide que oremos, confiando en Dios que tiene la iniciativa en toda llamada vocacional, en todos los ámbitos y espacios eclesiales:
en las familias y en las parroquias, en los movimientos y grupos apostólicos, en las comunidades religiosas, en las diócesis.
• Nos pide especialmente que oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas. En este particular momento, la Iglesia necesita hombres y mujeres que, con generosidad y confianza, entreguen su vida a Dios y a sus hermanos.
• María es el modelo de toda vocación cristiana. Ella, que confió en Dios y respondió con generosidad a su llamada, nos enseña hoy a confiar y a responder a la llamada que Dios nos hace.
Preces
Con la confianza puesta en el Dios, convencidos de que hoy sigue llamando y que nos da la gracia necesaria para responder, elevemos nuestras súplicas:
• Por el Papa y nuestros obispos, para que, a ejemplo del buen Pastor, guíen a tu Iglesia por la senda del Evangelio. Roguemos al Señor.
• Por los sacerdotes, a quienes has llamados a colaborar en la tarea de guiar y apacentar al rebaño, para que, siendo fieles al don recibido, entreguen con confianza su vida por el Pueblo de Dios. Roguemos al Señor.
• Por los religiosos, para que sean signo transparente del Reino de Dios y, con su entera existencia, nos muestren a todos los cristianos nuevas formas de seguir a Jesús, nuestro Salvador. Roguemos al Señor.
• Por los laicos, para que en medio de las circunstancias ordinarias de sus vidas construyan el Reino de Dios y muestren al mundo el esplendor del Evangelio. Roguemos al Señor.
• Por los misioneros, para que no se cansen de proclamar el Evangelio en aquellos lugares donde más se necesita escuchar tu voz. Roguemos al Señor.
• Por todos aquellos que, habiendo recibido una particular llamada de Dios, se preparan para responder con mayor generosidad al don recibido en nuestro seminario, en los noviciados y grupos apostólicos. Roguemos al Señor.
• Por los jóvenes, para que, abriendo un espacio en su corazón a las continuas llamadas que la realidad les hace, sepan interpretarlas, guiados por el Espíritu, como una llamada de Dios a comprometerse de un modo específi co en la misión de la Iglesia. Roguemos al Señor.
• Por todos nosotros, para que con la gracia de Dios respondamos con generosidad y entrega a la misión que el Señor nos confía. Roguemos al Señor.
Acoge, Padre, estas súplicas que confiados en tu bondad y misericordia te presentamos. Haz que encontremos el profundo sentido de toda vocación y que tu Iglesia se forje en la respuesta generosa de sus miembros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
LA JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
«Sé de quién me he fiado»
Sólo Dios puede dar la fe
pero tú puedes dar tu testimonio
Sólo Dios puede dar esperanza
pero tú puedes devolverla a tu hermano
Sólo Dios puede dar el amor
pero tú puedes enseñar a amar
Sólo Dios puede dar la paz
pero tú puedes sembrar la unión
Sólo Dios puede dar la fuerza
pero tú puedes animar al desanimado
Sólo Dios es el camino
pero tú puedes señalarlo a los otros
Sólo Dios es la luz
pero tú puedes hacer que brille a los ojos de todos
Sólo Dios es la vida
pero tú puedes hacer que florezca el deseo de vivir
Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible
pero tú puedes hacer lo posible
Sólo Dios se basta a sí mismo
pero prefiere contar contigo.
−Cristianos de Campinas−
Se ha recibido desde la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional con motivo de la Jornada Mundial e Oración por las Vocaciones la siguiente comunicación:
Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional - www.covtenerife.org
A los sacerdotes, consagrados y laicos sensibles con la pastoral vocacional:
Agradecer a todos los que, invitados por nuestro Obispo, participaron en la peregrinación por las vocaciones a Garachico. Ha sido una gracia inmensa de gran repercusión incluso fuera de nuestro país, que no solo se puede medir por los miles de peregrinos que respondieron de toda la Diócesis… Estamos seguros que Dios bendecirá la oración, el esfuerzo y participación de manera abundante.
Se acerca la XVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, instituida en 1964 por Pablo VI y celebrada cada año el domingo del «Buen Pastor». Este año coincide con el día 3 de mayo. Ya hemos adelantado la celebración diocesana con la peregrinación vocacional a Garachico. Ahora viene la celebración parroquial que pretende:
sensibilizar a toda la comunidad cristiana de que cada uno, en el amor de sus padres, ha sido llamado por Dios a la vida para
– ser realmente su hijo;
– crecer en su amistad;
– compartir su propia felicidad;
– y colaborar estrechamente con Él en la obra de la salvación, algunos desde las vocaciones de especial consagración.
Agradecer al Señor que sostenga a cuantos ejercen ya algún ministerio en la Iglesia;
Rogar al dueño de la mies que nos siga regalando las vocaciones sacerdotales, religiosas y apostólicas que la humanidad necesita hoy.
Dicha Jornada se ha enmarcado de igual manera en el año paulino, escogiendo como lema el versículo: «Sé de quién me he fiado» (2 Tim 1, 12) que sintetiza magistralmente la motivación que ha utilizado el papa Benedicto XVI para desarrollar el tema sobre «la confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana».
Rezar de forma confiada e ininterrumpida por quienes Dios ha escogido a su servicio es la garantía –asegura el Papa− de que puedan fructificar y multiplicarse todas las demás gracias divinas.
Los materiales para esta JORNADA no se envían ya que no tenemos recursos económicos y a veces se tiran los materiales, no se utilizan, o no se reparten. Los que tengan sensibilidad vocacional los pueden bajar de las páginas web del Obispado y de la Delegación de Pastoral Vocacional:
Deseándote una PASCUA llena de la alegría del Resucitado que contagie a otros a seguir a Jesús, recibe un cordial saludo del equipo de la Delegación a la vez que te agradecemos todo el empeño, oración y cariño que pones por la pastoral vocacional.
“Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”
Francisco Ignacio Hdez. Rivero.
Delegado Diocesano de Pastoral Vocacional
VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA de don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - La Iglesia vive en las personas
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La Iglesia vive en las personas y quién quiere conocer a la Iglesia, comprender su misterio, debe considerar a las personas que han vivido y viven su mensaje, su misterio". Así comenzaba el Santo Padre Benedicto XVI la audiencia General del miércoles 21 de abril, mostrando una vez más, cuál es el extraordinario realismo de su modo de entender y, sobre todo, de vivir el Cristianismo, es decir el encuentro con el acontecimiento, la Persona de Cristo.
Aquellos que continúan aferrados a una lectura de este pontificado embridada entre "conservadurismo" y "progresismo", entre "nuevo" y "antiguo", entre "italiano" y "latino", entre "rotura" y "continuidad", muestran que no comprenden realmente, no sólo la grandeza teológica de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, sino, en realidad, la naturaleza misma del Cristianismo.
La fe en Jesús de Nazaret Dios y Cristo se caracteriza exactamente por la victoria sobre toda pre-comprensión ideológica y por la continua viva presencia del Resucitado en su Cuerpo, que es la Iglesia que, precisamente "vive en las personas”. El hecho de que la Iglesia viva en las personas, conlleva la necesaria pregunta sobre come puede, hoy, el hombre del siglo veintiuno, encontrar realmente a Jesucristo, sin que un tal encuentro sea una fuga sensible o espiritualista o, lo que es igual, una reducción racionalista del Misterio. Ambas, sea la fuga como las reducciones, no son adecuadas al hombre que es un ser razonable y a la vez, capaz de experimentar auténticos sentimientos; no son adecuados a lo que la Biblia llama "el corazón" del hombre, es decir ese conjunto de exigencias y evidencias que constituyen su núcleo esencial, con el que comparar todo lo que ocurre en la vida.
La respuesta al "cómo" poder hoy encontrar realmente a Cristo, y conocer a la Iglesia que "vive en las personas”, se puede encontrar en la siempre poco comprendida coincidencia en el Cristianismo, de contenido y método.
Como ha recordado el Santo Padre en la reciente alocución a la Plenaria del Clero: "En el misterio de la encarnación del Verbo, en el hecho de que Dios se haya hecho hombre como nosotros, se encuentra tanto el contenido como el método del anuncio cristiano" (16 de marzo de 2009).
He aquí porque “la Iglesia vive en las personas"! Porque la encarnación no es sólo una realidad dogmática que se refiere al hombre-Dios Jesús de Nazareth, sino que es al mismo tiempo, el método mismo con el que el Señor ha querido revelarse y, continua revelándose en el tiempo del Espíritu y de la Iglesia, siempre con el mismo método: pasando a través de lo humano.
Una humanidad que ciertamente no goza de las prerrogativas de la santa humanidad de Cristo Señor, inmune de toda huella de pecado, pero que, sin embargo, puede, profundamente transformado por la gracia santificante, continuar "impresionando” y fascinando a los hombres de nuestro tiempo por el nuevo juicio y el nuevo modo de acción en la realidad, que el encuentro con Cristo determinan. Es el misterio siempre nuevo de la humanidad cambiado por la gracia que, siempre descubrimos, corresponde el profundo deseo de cada uno y encuentra, también entre los más lejanos, un favor y una acogida en los que, siempre, surge la pregunta: " Pero ¿quién es ése?”. ¡Una tal pregunta es el principio de la fe! Una fe que es posible gracias a la conciencia que contenido y método, en el y del Cristianismo, coinciden porque la Iglesia “vive en las personas". (Agencia Fides 23/4/2009)
Mensaje inaugural del Cardenal Julio Terrazas, Presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, en la 87 Asamblea Plenaria de Obispos que dio comienzo el 23 de Abril de 2009.
MENSAJE INAUGURAL DEL CARDENAL TERRAZAS A LOS OBISPOS DE BOLIVIA
Muy apreciados hermanos Obispos:
Permítanme comenzar esta Asamblea expresando mi gratitud sincera al Dios de la vida, contemplado en estos días en la luminosidad de Cristo Resucitado. El Señor me concede una vez más compartir con todos Uds., pastores responsables del caminar de nuestra Iglesia en Bolivia, esta extraordinaria experiencia de comunión. Sean bienvenidos a esta cita de fe que la viviremos en nuestra casa renovada y más acogedora.
Desde la última Asamblea se han sucedido acontecimientos que han marcado no solo la vida de nuestro pueblo sino también a la Iglesia. Acontecimientos con luces y sombras, algunos de ellos desconcertantes como los de estos últimos días, que perfilan nuevos retos para el país y la misión evangelizadora de la Iglesia.
En mi vida personal me ha tocado también experimentar el misterio de muerte y resurrección del Señor. Gracias a todos Uds. y a sus Iglesias particulares por la oración y tantos signos de fraterna solidaridad, sea en ocasión de mi delicado estado de salud, como en el impacto del atentado, lastimosamente aun no clarificado. En todo ello los gestos y expresiones de solidaridad de parte de Uds. y de tantas otras personas e instituciones, me han hecho experimentar la presencia reconfortante del Señor.
Al inicio de nuestra octogésima séptima Asamblea me complace dar a bienvenida, en nombre del episcopado boliviano, a S.E. Mons. Giambattista Diquattro, Nuncio Apostólico en Bolivia. Por primera vez tiene la oportunidad de compartir nuestros anhelos y búsquedas pastorales para bien del Pueblo de Dios en Bolivia. Confío que a lo largo de los próximos años tenga Ud. una labor fructífera en la misión que le ha encomendado el Santo Padre Benedicto XVI. Que a través suyo se escuche la palabra iluminadora del Papa, se lo aprecie y se reconozca el gran afecto que tiene por nuestro país.
Los Obispos recordamos con gratitud la delicada deferencia durante la Visita ad Limina de noviembre pasado, en la que nos escuchó y animó a no desmayar en nuestra labor apostólica. Transmítale, Señor Nuncio, nuestros sentimientos de gratitud y de profunda adhesión por sus constantes orientaciones y su dedicado servicio, no siempre comprendido y a veces vilipendiado por quienes buscan debilitar la comunión eclesial.
El dinamismo vivificador del Resucitado me lleva a agradecer a muchos hermanos Obispos que han consagrado su alma, vida y corazón al Señor, a su Iglesia y a los pueblos que han servido. Son jubileos que nos llenan de alegría a todos:
Felicidades a ustedes hermanos Obispos presentes en esta aula y, en especial, a los eméritos y ausentes a quienes acompañamos con nuestra amistad.
Una palabra especial para nuestro hermano Obispo Mons. Adalberto Rosat, palabra que expresa nuestro reconocimiento y admiración por su pastoreo largo y fecundo en la Iglesia de Aiquile. Nos alegra saber que nuestro joven hermano Mons. Jorge Herbas tomará con gran dedicación la guía de dicha Prelatura. Que el Señor bendiga su entrega pastoral.
Saludo asimismo a los representantes de la Conferencia Boliviana del Clero Diocesano, de la Conferencia Boliviana de Religiosos y Religiosas y al Consejo Nacional de Laicos. También al Rector y equipo formador del Seminario Nacional San José, por su esforzada labor en preparar a nuestros sacerdotes, corno actuales y valientes testigos de la resurrección.
No puede faltar una mención especial llena de afecto a las hermanas Iglesia de Hildesheim y Tréveris. Que el año jubilar de nuestra amistad, que estamos celebrando, nos lleve a profundizar y acrecentar la hermandad pregonera de la paz y justicia, signos del Reino de Dios.
Nos hemos propuesto para estos días: la adecuación de las estructuras de nuestra Conferencia, para que respondan de manera más ágil y coordinada a los nuevos desafíos que nos plantea la sociedad actual. Así nuestros servicios reflejarán la preocupación apostólica de la Iglesia, vivida en comunión y corresponsabilidad.
Corno segunda tarea, tenemos que ultimar los detalles para el lanzamiento la Misión Permanente, recogiendo con entusiasmo el llamado de Aparecida, que nos lleva a vivir procesos de conversión personal, pastoral y eclesial. Que cada bautizado haga suyo el mandato del Señor: ‘Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15), haciendo realidad su ser discípulo misionero.
Bajo el lema: ¡Bolivia, escucha, aprende y anuncia! la misión deberá llegar a todos los rincones del país. Ser misioneros aquí y ahora significa dar testimonio de nuestra fe en el único Señor Jesucristo, con la firme convicción de que a Dios, nadie lo arranca de nuestro corazón, ni de nuestra vida, ni de nuestro pueblo. Significa también cultivar los valores humanos y cristianos, auténtica fuerza espiritual de nuestra gente, base de una convivencia social pacífica, caracterizada por la defensa de la vida, la justicia, la verdad, la libertad y la honestidad.
Una tercera tarea que nos espera es mirar con “los ojos del Padre” la realidad integral del país en la que nos toca construir el Reino del Señor. Hemos visto como, desde distintos ámbitos, se han buscado y se buscan caminos nuevos, recurriendo a métodos no siempre claros e incluso violentos.
En medio de todo esto resalta la profunda aspiración de nuestro pueblo de vivir en paz, construida a través del diálogo y el entendimiento. A estos anhelos se oponen los últimos acontecimientos que han conmovido y desconcertado la opinión pública. Nadie en Bolivia puede admitir ni estar de acuerdo con la corrupción abierta, el aumento desmesurado de la comercialización de la droga y de hechos que apuntan a un terrorismo organizado.
Por el bien de este pueblo y para despejar sospechas y dudas que crean más tensión y división en el país, pedimos que con cordura, objetividad y transparencia se clarifiquen los hechos y se tomen las medidas correspondientes de acuerdo a las leyes vigentes. Solo de esta manera Bolivia podrá salir de ¡as garras del miedo, de la sospecha infundada y asegurar el respeto de los derechos humanos fundamentales.
No puedo terminar sin reconocer y agradecer la extraordinaria presencia de nuestro pueblo en las celebraciones de Semana Santa. Los fieles en todas las regiones del país han manifestado una fe cristiana profunda y sincera, que nos abre a la esperanza de que sabremos asumir la responsabilidad de evitar los abismos de odio y separación, de cultivar la capacidad del perdón y de reconciliarnos en la alegría y paz de Cristo Resucitado.
Pongo en las manos de nuestra Madre, la Virgen María, primera discípula y misionera de Jesús, todo el trabajo que realizaremos en estos días.
Mensaje Final de los Obispos de México al pueblo de Dios al termino de la 87 Asamblea Plenaria celebrada 20 al 23 de abril de 2009 y cuyo tema central ha sido la Renovación pastoral de parroquias.
MENSAJE FINAL
A TODOS LOS MIEMBROS DEL PUEBLO DE DIOS
QUE PEREGRINA EN MEXICO
“El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he enseñado”
(Jn 14,26). “Los llenará de fortaleza y serán mis testigos” (cfr Hch 1,8).
Queridos hermanos:
1.- Alentados y fortalecidos por el acontecimiento histórico que vivimos a los pies de la Morenita del Tepeyac al renovar la Consagración de nuestra Patria al Espíritu Santo, consagración que, por primera vez, hicieron nuestros hermanos Obispos el 12 de octubre de 1924, iniciamos nuestra LXXXVII Asamblea Ordinaria con la ilusión de discernir el camino de renovación pastoral de nuestras parroquias, a la luz del documento conclusivo de la Quinta Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida y en el impulso de la Misión Continental en México, a fin de ofrecer pautas de acción susceptibles de ser utilizadas en las Provincias Eclesiásticas y en las Diócesis.
2.- En esta tarea contamos con la valiosísima participación de la mayoría de los Vicarios de Pastoral de nuestras Diócesis, quienes, con su experiencia en la operatividad de los Planes Diocesanos de Pastoral, enriquecieron nuestra reflexión en torno a la realidad actual de nuestras Parroquias y a las perspectivas futuras para que, esta institución clave en la vida de toda Diócesis, se convierta cada vez más en un centro poderoso de irradiación de la vida en Cristo, donde se formen con mayor eficiencia los auténticos discípulos de Cristo y desde donde se impulse una misión permanente que llegue al corazón de todos los hombres y mujeres y los transforme, que busque a los alejados y los anime a dejarse conquistar por el Cristo vivo que, amorosamente, les sale al encuentro.
3.- No ignoramos, ni mucho menos pasamos por alto, las luces y las sombras que caracterizan a esta institución tan importante en la vida pastoral de la Iglesia. Ya en nuestra Carta Pastoral del año 2000, “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”, anotábamos la urgencia de llevar a cabo una reflexión sobre la situación que viven las parroquias en nuestra nación e invitábamos a todos a una verdadera renovación partiendo del principio fundamental de que las parroquias tienen que seguir siendo primariamente comunidades eucarísticas, células vivas de la Iglesia, casa y escuela de la comunión.
4.- Al mismo tiempo constatábamos los retos particulares que entonces, como ahora, poseen las parroquias insertas en comunidades rurales e indígenas que, entre otras cosas, no pueden quedarse al margen del sufrimiento de los pobres; retos que siguen exigiendo una respuesta pastoral inculturada. Insistíamos también, y ahora lo reiteramos, en los grandes desafíos que presentan las parroquias en las zonas urbanas con sus estructuras pastorales que ya resultan inadecuadas y en las cuales la eficacia de la acción pastoral se ve notablemente reducida. ¿Qué hacer para que estas parroquias sean más sensibles a las condiciones históricas, culturales y sociales de su entorno e irradien los principios de la Doctrina Social de la Iglesia?
5.- Hacemos nuestra la invitación del Documento de Aparecida a emprender una valiente acción renovadora de nuestras Parroquias para que sean de verdad espacios de una auténtica iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, en las que los laicos tengan parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales en favor de toda la comunidad, en las que los movimientos y organizaciones apostólicas no sólo encuentren el espacio propicio para enriquecer a los demás con sus carismas propios y con el testimonio de vida de sus miembros, sino que también sean parte integral del dinamismo de la vida parroquial.
6.- Teniendo en cuenta el papel primordial que desempeña el párroco en la institución parroquial, como representante personal del Obispo, al mismo tiempo que valoramos el esfuerzo, la dedicación, la entrega generosa y el valioso testimonio de santidad de tantos sacerdotes que gastan su vida en el variado mosaico de parroquias de nuestra Patria, los invitamos a todos, a los Párrocos de ahora y a los Párrocos del mañana, a emprender la renovación de nuestras Parroquias con entusiasmo, con alegría, con un corazón nuevo que se asemeje al corazón del Buen Pastor, conscientes de que la renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella, que los convierta en promotores y animadores de una auténtica conversión pastoral de todos sus miembros.
7.- Esta hermosa empresa, que es de todos, nunca la podremos llevar a término con nuestras solas fuerzas. Para ello, contamos con la garantía con la que Cristo alienta a sus discípulos enviados en misión: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
Al concluir los trabajos de nuestra LXXXVII Asamblea Plenaria, reiteramos nuestra adhesión al Santo Padre Benedicto XVI, asegurándole nuestra cercanía espiritual en esta hora difícil de su pontificado y agradeciéndole la convocatoria al Año Sacerdotal. Al mismo tiempo, encomendamos el presente y el futuro de nuestras parroquias a Santa María de Guadalupe. Con la confianza puesta en su maternal protección estamos seguros de lograr transformarlas en verdaderas escuelas de discípulos y misioneros de la vida en Cristo.
Por los Obispos de México
+ Carlos Aguiar Retes + José Leopoldo González González
Arzobispo de Tlalnepantla Obispo Auxiliar de Guadalajara
Presidente de la CEM Secretario General de la CEM
Homilía pronunciada en la mañana del jueves 23 de Abril de 2009 por el Papa, durante la Eucaristía celebrada en la Capilla Redemptoris Mater con los miembros de la Comisión Central Organizadora del VI Encuentro Mundial de las Familias.
Queridos amigos:
Hace poco, hemos dicho en el Salmo responsorial: «Bendigo al Señor en todo momento; su alabanza está siempre en mi boca» (Salmo 33). Lo alabamos hoy por el VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado felizmente en la Ciudad de México el pasado mes de enero, y a cuya organización y desarrollo ustedes han participado de diversos modos. Se lo agradezco de corazón. Saludo también cordialmente a los señores cardenales Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, y al Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, que preside esta peregrinación a Roma.
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles hemos escuchado de labios de San Pedro: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29). Esto concuerda plenamente con lo que nos dice el Evangelio de Juan: «El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo, no verá la vida» (Jn 3,36). Así, pues, la Palabra de Dios nos habla de una obediencia que no es simple sujeción, ni un simple cumplimiento de mandatos, sino que nace de una íntima comunión con Dios y consiste en una mirada interior que sabe discernir aquello que «viene de lo alto» y «está por encima de todo». Es fruto del Espíritu Santo que Dios concede «sin medida».
Queridos amigos, nuestros contemporáneos necesitan descubrir esta obediencia, que no es teórica sino vital; que es un optar por unas conductas concretas, basadas en la obediencia al querer de Dios, que nos hacen ser plenamente libres. Las familias cristianas con su vida doméstica, sencilla y alegre, compartiendo día a día las alegrías, esperanzas y preocupaciones, vividas a la luz de la fe, son escuelas de obediencia y ámbito de verdadera libertad. Lo saben bien los que han vivido su matrimonio según los planes de Dios durante largos años, como alguno de los presentes, comprobando la bondad del Señor que nos ayuda y alienta.
En la Eucaristía Cristo está realmente presente; es el pan que baja de lo alto para reparar nuestras fuerzas y afrontar el esfuerzo y la fatiga del camino. Él está a nuestro lado. Que Él sea el mejor amigo también de quien hoy recibe la primera comunión, trasformando su interior para que sea testigo entusiasta de Él ante los demás.
Prosigamos ahora nuestra celebración eucarística invocando la amorosa intercesión de nuestra Madre del cielo, Nuestra Señora de Guadalupe, para que recibamos a Jesús y tengamos vida y, fortalecidos con el pan Eucarístico, seamos servidores de la verdadera alegría para el mundo. Amén.
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ZENIT nos ofrece el discurso que Benedicto XVI dirigió el jueves, 23 de Abril de 2009, a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica, a quienes recibió en audiencia con motivo de su reunión plenaria anual.
Señor cardenal, excelencia,
queridos miembros de la Pontificia Comisión Bíblica:
Me alegra acogeros una vez más al término de vuestra anual asamblea plenaria. Agradezco al señor cardenal William Levada su discurso de saludo y la concisa exposición del tema que ha sido objeto de atenta reflexión en el curso de vuestra reunión. Os habéis reunido nuevamente para profundizar un argumento muy importante: la inspiración y la verdad de la Biblia. Se trata de un tema que afecta no sólo a la teología, sino a la misma Iglesia, porque la vida y la misión de la Iglesia se fundan necesariamente sobre la Palabra de Dios, la cual es alma de la teología y, al mismo tiempo, inspiradora de toda la existencia cristiana. El tema que habéis afrontado responde, además, a una preocupación que llevo particularmente dentro, ya que la interpretación de la Sagrada Escritura es de importancia capital para la fe cristiana y para la vida de la Iglesia.
Como usted ha ya recordado, señor presidente, en la encíclica Providentissimus Deus el papa León XIII ofrecía a los exegetas católicos un nuevo aliento y nuevas directivas en el tema de la inspiración, verdad y hermenéutica bíblica. Más tarde Pío XII en su encíclica Divino afflante Spiritu recogía y completaba las enseñanzas precedentes, exhortando a los exegetas católicos a llegar a soluciones en pleno acuerdo con la doctrina de la Iglesia, teniendo debidamente en cuenta las positivas aportaciones de los nuevos métodos de interpretación desarrollados en aquellos momentos. El vivo impulso dado por estos dos pontífices a los estudios bíblicos, como usted ha dicho también, ha encontrado plena confirmación y ha sido ulteriormente desarrollado en el Concilio Vaticano II, de modo que toda la Iglesia ha sacado y sigue sacando beneficio. En particular, la Constitución conciliar Dei Verbum ilumina aún hoy la obra de los exegetas católicos e invita a pastores y fieles a alimentarse más asiduamente en la mesa de la Palabra de Dios. El Concilio recuerda, al respecto, ante todo, que Dios es el Autor de la Sagrada Escritura: "Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia" (Dei Verbum, 11). Dado que todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos aseguran que debe considerarse afirmado por el Espíritu Santo, invisible y trascendente Autor, en consecuencia, se debe declarar que "los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación" (ibid., 11).
Del planteamiento correcto del concepto de inspiración divina y verdad de la Sagrada Escritura derivan algunas normas que afectan directamente a su interpretación. La misma constitución Dei Verbum, tras haber afirmado que Dios es el autor de la Biblia, nos recuerda que en la Sagrada Escritura Dios habla al hombre a la manera humana. Y esta sinergia divino-humana es muy importante. Dios habla realmente a los hombres de modo humano. Para una recta interpretación de la Sagrada Escritura es necesario por tanto investigar con atención qué han querido afirmar verdaderamente los hagiógrafos y qué ha querido manifestar Dios a partir de las palabras humanas. "Las palabras de Dios de hecho, expresadas con lenguas humanas, se han hecho similares al lenguaje de los hombres, como ya el Verbo del eterno Padre, habiendo asumido las debilidades de la naturaleza humana, se hizo similar a los hombres" (Dei Verbum, 13). Estas indicaciones, muy necesarias para una correcta interpretación de carácter histórico-literario como primera dimensión de toda exégesis, requieren además una unión con las premisas de la doctrina sobre la inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura. De hecho, siendo la Escritura inspirada, hay un máximo principio de recta interpretación sin el cual los escritos sagrados quedarían como letra muerta, sólo del pasado: la Sagrada Escritura debe ser "leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu mediante el cual ha sido escrita" (Dei Verbum, 12).
Al respecto, el Concilio Vaticano II indica tres criterios siempre válidos para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme al Espíritu que la ha inspirado. Ante todo es necesario prestar gran atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura: sólo en su unidad es Escritura. De hecho, a pesar de lo diferentes que sean los libros que la componen, la Sagrada Escritura es una en virtud de la unidad del diseño de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón (cfr. Lc 24, 25-27; Lc 24, 44-46). En segundo lugar es necesario leer la Escritura en el contexto de la tradición viva de toda la Iglesia. Según un dicho de Orígenes, "Sacra Scriptura principalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta" es decir, "la Sagrada Escritura está escrita en el corazón de la Iglesia antes que en instrumentos materiales". De hecho la Iglesia lleva en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios y es el Espíritu Santo quien le da la interpretación de ella según su sentido espiritual (cf. Orígenes, Homiliae in Leviticum, 5, 5). Como tercer criterio es necesario prestar atención a la analogía de la fe, es decir, a la cohesión de las verdades de fe individuales entre ellas y con el plano completo de la Revelación y de la plenitud de la economía divina contenida en ella.
La tarea de los investigadores que estudian con diferentes métodos la Sagrada Escritura es la de contribuir, según los mencionados principios, a la comprensión más profunda y a la exposición del sentido de la Sagrada Escritura. El estudio científico de los textos sagrados es importante, pero no es por sí sólo suficiente, pues tendría en cuenta sólo la dimensión humana. Para respetar la coherencia de la fe de la Iglesia el exegeta católico tiene que estar atento a percibir la Palabra de Dios en estos textos, dentro de la misma fe de la Iglesia. Ante la falta de este imprescindible punto de referencia, la investigación exegética quedaría incompleta, perdiendo de vista su finalidad principal, con el peligro de quedar reducida a una letra meramente literaria, en la que el verdadero Autor, Dios, deja de aparecer. Además, la interpretación de las Sagradas Escrituras no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe confrontarse siempre, ser integrada y autentificada por la tradición viva de la Iglesia. Esta norma es decisiva para precisar la relación correcta y recíproca entre exégesis y magisterio de la Iglesia.
El exegeta católico no se siente sólo miembro de la comunidad científica, sino también y sobre todo miembro de la comunidad de los creyentes de todos los tiempos. En realidad, estos textos no han sido entregados sólo a los investigadores o a la comunidad científica "para satisfacer su curiosidad y o para ofrecerles argumentos de estudio y de investigación" (Divino afflante Spiritu, EB 566). Los textos inspirados por Dios han sido encomendados en primer lugar a la comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la vida de fe y para guiar la vida de caridad. El respeto de esta finalidad condiciona la validez y la eficacia hermenéutica bíblica. La encíclica Providentissimus Deus recordó esta verdad fundamental y observó que, en vez de obstaculizar la investigación científica, el respeto de este dato favorece su auténtico desarrollo. Una hermenéutica de la fe corresponde más a la realidad de este texto que una hermenéutica racionalista, que no conoce a Dios.
Ser fieles a la Iglesia significa, de hecho, enmarcarse en la corriente de la gran Tradición que, bajo la guía del Magisterio, ha reconocido los escritos canónicos como Palabra dirigida por Dios a su pueblo y nunca ha dejado de meditarlos y de descubrir sus inagotables riquezas. El Concilio Vaticano II lo confirmó con gran claridad: "todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios" (Dei Verbum, 12). Como nos recuerda la mencionada constitución dogmática, existe una inseparable unidad entre Sagrada Escritura y Tradición, pues ambas procede de una misma fuente: "La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de amor y reverencia" (Dei Verbum, 9). Como sabemos, esta frase "con un mismo espíritu de amor y reverencia" fue creada por san Basilio, y después fue recogida por el Decreto de Graciano, por la que entró en el Concilio de Trento y después en el Vaticano II. Expresa precisamente esta inter-penetración entre Escritura y Tradición. Sólo el contexto eclesial permite a la Sagrada Escritura ser entendida como auténtica Palabra de Dios, que se convierte en guía, norma y regla para la vida de la Iglesia y en crecimiento espiritual de los creyentes. Esto, como ya he dicho, no impide de ninguna manera una interpretación seria, científica, pero abre además el acceso a las dimensiones ulteriores de Cristo, inaccesibles a un análisis sólo literario, que es incapaz de acoger en sí el sentido global que a través de los siglos ha guiado a la Tradición de todo el Pueblo de Dios.
Queridos miembros de la Comisión Pontificia Bíblica, deseo concluir mi intervención formulando a todos vosotros mi agradecimiento personal y mi aliento. Os doy las gracias cordialmente por el comprometido trabajo que realizáis al servicio de la Palabra de Dios y de la Iglesia, mediante la búsqueda, la enseñanza y la publicación de vuestros estudios. A esto añado mi aliento en el camino que todavía queda por recorrer. En un mundo en el que la investigación científica asume una importancia cada vez mayor en numerosos campos, es indispensable que la ciencia exegética se coloque a un nivel adecuado. Es uno de los aspectos de la enculturación de la fe que forma parte de la misión de la Iglesia, en sintonía con la acogida del misterio de la Encarnación. Queridos hermanos y hermanas: el Señor Jesucristo, Verbo de Dios encarando y divino Maestro que ha abierto el espíritu de sus discípulos a la comprensión de las Escrituras (Cf. Lucas 24, 45), os guíe y apoye en vuestras reflexiones. Que la Virgen María, modelo de docilidad y obediencia a la Palabra de Dios, os enseñe a acoger cada vez mejor la riqueza inagotable de la Sagrada Escritura, no sólo a través de la investigación intelectual, sino también de vuestra vida de creyentes, para que vuestro trabajo y vuestra acción puedan contribuir a que sea cada vez más resplandeciente ante los fieles la luz de la Sagrada Escritura. Al mismo tiempo que os aseguro el apoyo de mi oración en vuestro empeño, os imparto de corazón, como prenda de divinos favores, la bendición apostólica.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez y Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
La Delegación Diocesana de Tenerife ante la próxima celebración de la Pacua del Enfermo 2009 se dirige a todos los responsables parroquiales de la Pastoral del Enfermo del modo siguiente:
DIÓCESIS DE TENERIFE
Pastoral de la Salud
FELIZ PASCUA
ASUNTO: Celebración de la Pascua del Enfermo 2009.
Estamos en Pascua. Estamos en un proceso de resurrección. Ya nos lo decía San Pablo: "ya que han resucitado con Cristo... Porque han muerto: y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios" (Col. 3).
Los que tenemos la suerte de creer sabemos que nuestra vida no está en manos de un destino ciego. Sabemos que nuestra vida está en manos del Padre que nos ama, aunque a veces no sintamos su presencia y tengamos la impresión, como también la sintió Jesús, de que el Padre nos ha abandonado. Esta confianza de que nuestro destino es la resurrección, esta confianza de que la muerte, que nos amenaza, ya ha sido vencida, y precisamente por quien nos ama hasta el extremo, nos tiene que hacer mensajeros de esta buena noticia para aquéllos que, "por miedo a la muerte, se pasan la vida como esclavos" (Hebreos 2, 15). Cristo es la garantía de que todo esto es verdad.
PASCUA DEL ENFERMO
Son los enfermos y los ancianos, los que se sienten inseguros por el dolor y por la amenaza de la muerte, los que más necesitan de nuestro anuncio, de nuestra Buena Noticia. Sería una grave omisión quedarnos con la Luz que se nos ha dado "para alumbrar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte" (Lucas 1, 79).
Para este anuncio y para que la Palabra se haga vida en ellos es para lo que se organiza la Pascua del enfermo.
Este año el VI domingo de Pascua cae el 17 de Mayo. Y, como todos saben, ese día ha sido reservado en la Diócesis para celebrar el X aniversario del Sínodo. Por eso, se les invita a que busquen la fecha que vean más conveniente para celebrar con nuestros hermanos enfermos su Pascua. Habrá que conseguir que se sientan en esa dinámica de muerte y resurrección inaugurada por el Señor Jesús.
¿Podría ser el domingo anterior? ¿Podría ser el día de la Ascensión? El día de Pentecostés parece también un día muy apropiado. Si se celebra el sacramento de la unción de los enfermos, sería celebrar el Espíritu en acción, haciendo hoy la salvación que Jesús hacía ayer. Ya verán.
Lo que sí es importante es que no deje de celebrarse. Ellos lo necesitan y nosotros debemos servirles.
Es IMPORTANTE que los párrocos y los agentes de pastoral de la salud se reúnan para concretar todo lo referente a la celebración.
¿Sugerencias?
--La experiencia de algunos aconseja que es un buen momento para celebrar el Sacramento de la Unción de los Enfermos, como Sacramento de Vida, porque nos vincula con Jesús, el que murió y resucitó, porque nos llena del Espíritu que lo llenó de fortaleza y lo levantó de la muerte.
--Avisar, contactar con los enfermos y sus familias con tiempo suficiente, pues a ellos no les es fácil trasladarse improvisadamente. Tener coches previstos para los que no tengan medio de transporte. Sería deseable tener prevista alguna silla de ruedas etc.
--Que, si es posible, ellos participen en todo lo que puedan: lecturas, ofrendas, peticiones, oraciones...
--Tener algún detalle con ellos, algo que lleven a la casa como recuerdo.
--Y, como no, si es posible, tener una pequeña fiesta con ellos. Se lo merecen y lo agradecen mucho.
Seguro que a ustedes se les ocurrirán muchas cosas buenas para hacer. Sería bueno que nos comunicaran la experiencia, a fin de, desde la Delegación, poderla comunicar a los demás. Así ganaremos todos, y ganarán ellos, que es lo que importa.
Y, como está cerca ya el final del curso, les recuerdo lo importante que es REVISAR lo hecho y no hecho, el cómo se hizo para aprender de la experiencia a hacerlo mejor el próximo curso.
Con afecto,
Ismael, Jorge Andrés y Delegación de P. Salud
ZENIT nos ofrece el texto íntegro de la carta del Papa al cardenal Giacomo Biffi, a quien ha enviado como Legado suyo a la ciudad italiana de Aosta, para las celebraciones del IX centenario de la muerte de san Anselmo. (Abril 2009)
Al señor cardenal Giacomo Biffi
Enviado especial a las celebraciones del IX Centenario
de la muerte de san Anselmo
En vista de las celebraciones en las que usted, venerado hermano, tomará parte como mi Legado en la ilustre ciudad de Aosta para el IX centenario de la muerte de san Anselmo, que tuvo lugar en Canterbury el 21 de abril de 1109, me es grato confiarle mi especial mensaje en el que deseo subrayar los aspectos destacados de este gran monje, teólogo y pastor de almas, cuya obra ha dejado una huella profunda en la historia de la Iglesia. La fecha constituye de hecho una oportunidad que no hay que perder para renovar la memoria de una de las figuras más luminosas de la tradición de la Iglesia y en la propia historia del pensamiento occidental europeo. La ejemplar experiencia monástica de Anselmo, su método original al meditar sobre el misterio cristiano, su sutil doctrina teológica y filosófica, su enseñanza sobre el valor inviolable de la conciencia y sobre la libertad como adhesión responsable a la verdad y al bien, su apasionada obra de pastor de almas, dedicado con todas las fuerzas a la promoción de la "libertad de la Iglesia", no han dejado nunca de suscitar en el pasado el más vivo interés, que el recuerdo de su muerte está felizmente volviendo a encender y favoreciendo de diversos modos y en diversos lugares.
En esta memoria del "Doctor magnífico" -como es llamado san Anselmo- no puede no distinguirse de modo particular la Iglesia de Aosta, en la que nació, y que justamente se complace en considerarlo su hijo más ilustre. Aun cuando dejó Aosta en el tiempo de su juventud, él siguió llevando en la memoria y en el corazón un conjunto de recuerdos que nunca dejaron de resurgir en su conciencia en los momentos más importantes de su vida. Entre estos recuerdos, tenía un lugar particular ciertamente la imagen dulcísima de su madre, y la majestuosa de los montes de su Valle, con sus cimas altísimas y perennemente cubiertas de nieve, en las que él veía prefigurada, como un símbolo emocionante y sugestivo, la sublimidad de Dios. A Anselmo -"un muchacho crecido entre las montañas", como lo define su biógrafo Eadmero (Vita Sancti Anselmi, i, 2) - Dios aparece como aquello respecto a lo que no es posible pensar en algo más grande: quizás en esta intuición suya no era extraña la mirada dirigida desde su infancia a aquellas cumbres inaccesibles. Ya desde niño creía que para encontrar a Dios era necesario "subir a la cumbre d ella montaña"(ibid.). De hecho, cada vez se iba dando más cuenta de que Dios se encuentra a una altura inaccesible, situada más allá de los objetivos que el hombre puede alcanzar, desde el momento en que Dios está más allá de lo pensable. Por esto el viaje en busca de Dios, al menos en esta tierra, no terminará nunca, sino que será siempre pensamiento y anhelo, riguroso procedimiento del intelecto y petición implorante del corazón.
La intensa ansia de saber y la innata propensión a la claridad y al rigor lógico empujaron a Anselmo a las scholae de su tiempo. Se dirigió al monasterio de Le Bec, donde vio satisfecha su inclinación por la dialéctica, y sobre todo se encenderá en él la vocación claustral. Detenerse en los años de la vida monástica de san Anselmo significa encontrar a un religioso fiel, "constantemente ocupado solo en Dios y en las disciplinas celestes" -como escribe su biógrafo- hasta el punto de alcanzar "una altura tal en la especulación divina, de ser capaz, por el camino abierto por Dios, de penetrar y, una vez penetrados, de explicar los problemas más oscuros, y anteriormente insolubles, sobre la divinidad de Dios y nuestra fe, y de probar con razones claras que cuanto afirmaba pertenecía a la segura doctrina católica" (Vita Sancti Anselmi, i, 7). Con estas palabras su biógrafo explica el método teológico de san Anselmo, cuyo pensamiento se encendía e iluminaba en la oración. Él mismo confesó, en una de sus famosas obras, que la inteligencia de la fe es un acercarse a la visión, a la que todos anhelamos, y de la que esperamos gozar al final de nuestra peregrinación terrena: "Quoniam inter fidem et speciem intellectum quem in hac vita capimus esse medium intelligo: quanto aliquis ad illum proficit, tanto eum propinquare speciei, ad quam omnes anhelamus, existimo" (Cur Deus homo, Commendatio). El Santo miraba a alcanzar la visión de los nexos lógicos intrínsecos al misterio, a percibir la "claridad de la verdad", y por ello a notar la evidencia de las "razones necesarias", íntimamente subyacentes al misterio. Un intento ciertamente audaz, sobre cuyo éxito se detienen aún hoy los expertos de Anselmo. En realidad, su búsqueda del "intelecto (intellectus)" dispuesto entre la "fe (fides)" y la "visión (species)" proviene, como fuente, de la misma fe y está sostenida por la confianza en la razón, mediante la cual la fe en cierta medida se ilumina. El intento de Anselmo es claro: "elevar la mente a la contemplación de Dios" (Proslogion, Proemium). Permanecen, en todo caso, programáticas para toda investigación teológica sus palabras: "No intento, Señor, penetrar tu profundidad, porque de ninguna manera puedo comparar con ella mi inteligencia; pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino que creo para llegar a comprender (Non quaero intelligere ut credam, sed credo ut intelligam)" (Proslogion, 1).
En Anselmo, prior y abad de Le Bec, descubrimos algunas características que definen ulteriormente su perfil personal. Impacta ante todo, en él, el carisma de experto maestro de vida espiritual, que conoce e ilustra sabiamente las vías de la perfección monástica. Al mismo tiempo, uno se queda fascinado por su genialidad educativa, que se expresa en ese método del discernimiento - él lo llamaba via discretionis (Ep. 61) - que es el estilo un poco de toda su vida, un estilo en que se aúnan la misericordia y la firmeza. Es peculiar, finalmente, la capacidad que demuestra al iniciar a los discípulos a la experiencia de la auténtica oración: en particular, sus Orationes sive Meditationes, ávidamente solicitadas y muy usadas, que han contribuido a hacer de tantas personas de su tiempo "almas orantes", así como el resto de sus obras, que se han revelado como un precioso coeficiente para hacer de la Edad Media una época "pensante" y, podemos añadir, "concienciada". Se diría que el Anselmo más auténtico se encuentra en Le Bec, donde vivió treinta y tres años y donde fue muy querido. Gracias a la maduración adquirida en semejante ambiente de reflexión y de oración, el pudo también en medio de las sucesivas tribulaciones episcopales declarar: "No conservaré en el corazón rencor alguno contra nadie" (Ep. 321).
La nostalgia del monasterio lo acompañará durante el resto de su vida. Lo confesó él mismo cuando se vio obligado, con su vivísimo dolor y el de sus monjes, a dejar el monasterio para asumir el ministerio episcopal al que no se veía adecuado: "Es notorio a muchos -escribió al Papa Urbano II - qué violencia se me ha hecho, y cuánto he sido reacio y contrario, cuando fui nombrado como arzobispo en Inglaterra, y cómo expuse las razones de naturaleza, edad, debilidad e ignorancia, que se oponían a este encargo y que rechazan y detestan absolutamente las tareas seculares, que no puedo llevar a cabo sin poner en peligro la salvación de mi alma" (Ep. 206). Con sus monjes se confió en estos términos: "He vivido durante treinta y tres años como monje -tres años sin cargos, quince como prior y otros tantos como abad- de manera que todos los buenos que me ha conocido me querían, ciertamente no por mis méritos sino por la gracia de Dios, y más me querían los que me conocían mas íntimamente y con mayor familiaridad" (Ep. 156). Y añadía: "Habéis venido muchos a Bec... a muchos de vosotros os tenía un afecto tan tierno y suave que cada uno podía tener la impresión de que a nadie amaba en mayor medida" (ibid.).
Nombrado arzobispo de Cantebury y comenzado así su camino más atribulado, aparecerán en toda su luz su "amor por la verdad" (Ep. 327), su rectitud, su rigurosa fidelidad a la conciencia, su "libertad episcopal" (Ep. 206), su "honradez episcopal" (Ep. 314), su trabajo incansable por la liberación de la Iglesia de los condicionantes temporales y de las servitudes a cálculos no compatibles con su naturaleza espiritual. Son ejemplares, al respecto, sus palabras al rey Enrique: "Respondo que ni en el bautismo ni en ninguna otra ordenación mía he prometido observar la ley o la costumbre de vuestro padre o del arzobispo Lanfranco, sino la ley de Dios y todos los órdenes recibidos" (Ep. 319). Para Anselmo primado de la Iglesia de Inglaterra vale el principio: "Soy cristiano, soy monje, soy obispo: quiero por tanto ser fiel a todos, según la deuda que tengo con cada uno" (Ep. 314). Desde este punto de vista no duda en afirmar: "Prefiero estar en desacuerdo con los hombres que, de acuerdo con ellos, estar en desacuerdo con Dios" (Ep. 314). Precisamente por esto se siente dispuesto también al sacrificio supremo: "No tengo miedo de derramar mi sangre, no temo ninguna herida en el cuerpo ni la pérdida de los bienes" (Ep. 311).
Se comprende cómo, por todas estas razones, Anselmo conserve aún una gran actualidad y una fuerte fascinación, y cuán provechoso es revisar y republicar sus escritos, y además volver a meditar sobre su vida. He sabido por tanto con alegría que Aosta, con motivo del IIX centenario de la muerte del santo, se está distinguiendo por un conjunto de oportunas e inteligentes iniciativas -especialmente con la cuidadosa edición de sus obras- intentando hacer conocer y amar las enseñanzas y los ejemplos de este ilustre hijo suyo. Le confío a Usted, venerado hermano, la tarea de llevar a los fieles de esta antigua y querida ciudad de Aosta la exhortación a mirar con admiración y afecto a este gran conciudadano suyo, cuya luz sigue brillando en toda la Iglesia, sobre todo allí donde se han cultivado el amor por la verdad de la fe y el gusto por su profundización a través de la razón. Y de hecho, la fe y la razón - fides et ratio - se encuentran en Anselmo admirablemente unidas. Con estos sentimientos envío de corazón a través suyo, venerado hermano, al obispo, monseñor Giuseppe Anfossi, al clero, a los religiosos y a los fieles de Aosta y a cuantos tomen parte en las celebraciones en honor del "Doctor magnífico" una especial Bendición Apostólica propiciadora de copiosas efusiones de favores celestiales.
En el Vaticano, 15 de abril de 2009
BENEDICTUS PP. XVI
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
VATICANO - “AVE MARIA” por mons. Luciano Alimandi - El amor que perdona
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Resucitado, Jesús dio a los suyos una nueva unidad, más fuerte que antes, invencible, porque está fundada no en los recursos humanos, sino en su divina misericordia, que los hizo sentir a todos amados y perdonados por Él. Es por ello el amor misericordioso de Dios el que une firmemente, hoy como ayer, a la Iglesia y hace de la humanidad una sola familia; el amor divino, que por medio de Jesús crucificado y resucitado nos perdona los pecados y nos renueva interiormente. Animado de esta íntima convicción, mi amado predecesor Juan Pablo II quiso dedicar este domingo, el segundo de Pascua, a la Divina Misericordia, e indicó a todos a Cristo resucitado como fuente de confianza y de esperanza, acogiendo el mensaje espiritual transmitido por el Señor a santa Faustina Kowalska, sintetizado en la invocación “¡Jesús, confío en tí!” (Benedicto XVI, Regina Caeli del 19 de abril de 2009).
Como afirmó el Santo Padre en el día del cuarto aniversario de su elección como Sumo Pontífice, es la Divina Misericordia la que nos hace sentir a todos amados y perdonados por el Señor. El don más grande que brota del Sacrificio salvífico de Cristo para toda la humanidad, es precisamente la manifestación de su amor misericordioso que perdona. Este amor, esencia de la Santísima Trinidad se infunde como don de gracia en los corazones de todos los que se abren a la fe en el Señor Jesús, que ha muerto y resucitado por nosotros. Con el “Jesús confío en Ti”, se expresa el acto fundamental del cristiano, el de la confianza incondicionada en el Redentor.
El misterio de la Divina Misericordia es el corazón del anuncio cristiano y debe por ello impregnar toda la predicación de los ministros sagrados, a los cuales el Señor mismo, por medio de una humilde religiosa polaca, Santa Faustina Kowalska, hizo una promesa extraordinaria: “Di a mis Sacerdotes que los pecadores endurecidos se enternecerán por sus palabras cuando ellos hablen de mi Misericordia ilimitada y de la compasión que tengo por ellos en mi corazón. A los Sacerdotes que proclamen y exalten Mi Misericordia, les daré una fuerza maravillosa, unción a sus palabras y conmoveré los corazones a los que ellos hablen” (Diario, 1521).
En todo corazón humano hay un profundísimo anhelo de libertad, que Dios ha puesto en el ser del hombre, creado a su imagen y semejanza. Es impensable una felicidad, un amor que no esté bajo el signo de esta libertad. Cuando éramos niños, el gozo habitaba en nuestro corazones porque éramos libres: libres de nosotros mismos, del mundo y de la experiencia voluntaria y personal del pecado. Se saboreaba el sabor típico de la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Todos tenemos necesidad de la Divina Misericordia para volver a ser libres para amar a Dios y a los hermanos. Solo la misericordia de Dios tiene efectivamente el poder de liberarnos de nuestros pecados, que nos obstaculizan el camino a la felicidad. Jesús, precisamente el día de su Resurrección, apareciéndose a los Apóstoles en el cenáculo, ha querido transmitir, por medio de ellos y de sus sucesores, a todos los sacerdotes el poder inmenso de absolver los pecados mediante el sacramento de la reconciliación (cfr. Jn 20, 19-23).
No es ciertamente casualidad que precisamente en los tiempos fuertes del Año litúrgico, ya sea el Adviento con la Navidad, ya sea la Cuaresma con la Pascua, los fieles cristianos perciban la necesidad particular de ir a confesarse, como si fueran atraídos misteriosamente por el misterio inefable de la misericordia divina. A la misma Faustina Kowalska, a propósito de la confesión, Jesús le indica una verdad muy consoladora: “Di a las almas dónde deben buscar los consuelos, esto es en el tribunal de la Misericordia. Allí se realizan los más grandes milagros que se repiten continuamente. Para obtener este milagro no es necesario hacer peregrinaciones a tierras lejanas ni celebrar ritos externos solemnes, sino que basta con ponerse con fe a los pies de uno de mis representantes y confesarle la propia miseria, y el milagro de la Divina Misericordia se manifestará en toda su plenitud. Incluso si un alma fuese como un cadáver en proceso de descomposición y no existiese humanamente ninguna posibilidad de resurrección y todo estuviese perdido, no sería así para Dios: un milagro de la Divina Misericordia resucitará esta alma en toda su plenitud. ¡Oh! ¡Infelices los que no aprovechan este milagro de la Divina Misericordia! ¡Lo invocaréis en vano, cuando sea demasiado tarde!” (Diario, 1448).
Qué gran gozo recuperar la libertad perdida con el pecado. De esclavos volvemos a ser libres, de muertos, vivos... Por ello los que tienen la experiencia de una verdadera conversión, por medio del perdón incondicional del Padre, sienten que “renacen” a una vida nueva. Cuántas veces, de los labios de los conversos – y todos estamos llamados a serlo cada vez más – se ha recogido la exclamación: “¡me he convertido en otro!” Sí, cuando la libertad para el bien, la belleza y la verdad, se vuelve una vez más la compañera de nuestra vida, cuando existe la libertad del vicio y del pecado – que nos empuja a hacer el mal que no queremos y a no hacer el bien que deseamos -, entonces el gozo acompaña una vez más la libertad y el corazón experimenta la felicidad de haber vuelto libre para Dios, el Sumo Bien.
La Divina Misericordia es la vía de acceso a la verdadera libertad del hombre. Es su misma vida de gracia que, en virtud del perdón implorado y concedido, reabre al pecador la puerta de la verdad: verdad sobre Dios, sobre sí mismo, sobre el mundo. Con su resurrección el Señor nos ha regalado, en la Divina Misericordia, la posibilidad de que sean perdonados todos los pecados, si solo se lo pedimos humildemente a Él. Cada vez que acudimos a recibir el Sacramento de la Reconciliación entramos en contacto vivo con el misterio de la misericordia divina y, por medio del sacerdote que nos concede la absolución, encontramos el mismo amor que perdona, experimentado y recibido por los Apóstoles en el Cenáculo el día de la Pascua: “a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados” (Jn 20, 23). ¡En esta palabra de Jesús se encuentra el espacio inmenso del amor misericordioso de Dios por nosotros! (Agencia Fides 22/4/2009; líneas 69, palabras 1063)
Diócesis de San Cristóbal de la Laguna. Tenerife.
Vicaría General
C/ San Agustín, 28 38201 LA LAGUNA. TENERIFE.
I. CANARIAS. ESPAÑA. TFNO. 922-314972-74 - 258640 fax: 922. 256362
23 de Abril 2009
Queridos hermanos y hermanas:
Pronto recibirán el díptico informativo definitivo sobre las actividades que se realizarán en el Encuentro Diocesano con motivo de la conmemoración del X aniversario del Sínodo, que tendrá lugar el 17 de Mayo en la Laguna.
En primer lugar conviene que tengamos presente su objetivo:
Queremos dar gracias a Dios por los beneficios que el Espíritu ha suscitado en la vida de nuestra Iglesia Diocesana durante estos diez años a través de su concreción en los tres Planes Diocesanos de Pastoral que sucesivamente se han desarrollado.
Al reflexionar sobre su aplicación desde cada una de las delegaciones diocesanas, que tratarán de reflejar la recepción del Sínodo en una exposición en la Plaza del Adelantado y en el Archivo Histórico, queremos sentir la invitación a dar un nuevo impulso y trabajar con mayor entusiasmo, a dejar que “arda nuestro corazón” para continuar avanzando por los caminos que marcó el Sínodo, considerando aquellos aspectos que hay que seguir:
· Renovando en las personas e instituciones de nuestra Iglesia particular,
· Acrecentando en la comunión eclesial y la corresponsabilidad de tod@s
· Impulsando en la misión para ANUNCIAR y HACER MEMORIA DE JESUCRISTO RESUCITADO.
En segundo lugar, para el mejor desarrollo del mismo conviene que tengamos en
cuenta lo siguiente:
1. El encuentro está planteado como una jornada, el domingo 17 de Mayo, que comenzaría a las 10 horas y se prolongaría hasta las 16 horas, momento en que culminaríamos con la Eucaristía en la sede Catedral (Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción). Sugerimos que empecemos el Encuentro acercándonos a los PUNTOS DE INFORMACIÓN que estarán ubicados en la Plaza del Adelantado (esquina con el Ayuntamiento) y Plaza de la Catedral (esquina con la Carrera). Aquí recogeríamos la guía definitiva, gorras, pegatina… y cuanta orientación precisemos.
2. Intenta ser una fiesta en la calle que dé la oportunidad, a nosotros mismos, de conocer mejor la vida de nuestra Iglesia Diocesana y compartir una jornada festiva con los herman@s de toda la Diócesis, con ratos de oración, reflexión, teatro, música, ocio, arte, comida, eucaristía… Que, también, nos de a conocer, “como un escaparate” que muestre, un poco más, la vida de la Iglesia Diocesana.
Sería más que conveniente que, junto a las actividades lúdicas en las que queramos y podamos participar, no dejemos de visitar la exposición de la Plaza del Adelantado (recepción del Sínodo en nuestras delegaciones pastorales) y el Archivo Histórico (el rostro de la Diócesis) y de participar en la eucaristía.
3. Cada persona, grupo o parroquia ha de organizar luego su propia jornada hasta que nos reunamos todos para la Eucaristía a las 16h. No es un día para cargar mucha comida. Sugerimos un bocadillo, y poco más, para que podamos llevarlo con nosotros y solventar, con nuestro grupo, la comida en cualquier parque o plaza de La Laguna.
4. El plan de seguridad requiere que sepamos las guaguas que vendrán a la Laguna, si las mismas se quedan durante todo el Encuentro o no, el número de personas aproximadas, información que hemos de facilitar -con la debida antelación- a las autoridades responsables de la seguridad y con objeto de indicarles, en su caso, dónde aparcarían. Por ello les ruego que tan pronto como lo sepan, se nos comunique, bien a Yolanda (Información del Obispado: 922258640) o bien a la Vicaría General (Oscar Guerra (Secretario) Antonio P. Morales o Domingo Navarro (Vicarios).
Las guaguas nos dejarán, entrando por la vía de Ronda en la Calle Quinteras (Lateral de la Casa Anchieta, Sede provisional del Obispado) y se aparcarán en el Paseo Oramas (Campo Manzanilla), de donde partiremos por la tarde, tras la Eucaristía, sobre las 17,30 - 18 horas.
5. Los que proceden de El Hierro, La Gomera, La Palma, conviene igualmente que nos informen sobre el número de personas, con objeto de considerar, tanto la comida como la posible estancia para quien lo requiera. Para esto último la persona de contacto será Mercedes Brunetto (922258640 (Obispado) o
696660482).
6. Oremos por el Encuentro y animemos a nuestra gente a hacerse presentes en el mismo. Nos vemos el 17 de Mayo.
Recibe un saludo fraterno.
Antonio Pérez y Domingo Navarro
Vicarios Generales.
Desde la Secretaría General del Obispao de Tenerife se nos remite folleto para difusíón con los horarios de los diversos actos con motivo del X Aniversario del Sínodo Diocesano a celebrar el 17 de Mayo de 2009 en La Laguna.
X Aniversario del Sínodo Diocesano
HORARIOS
EUCARISTÍA 16:00 HORAS
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO: DE 10:00 HORAS A 15:30 HORAS
CONCIERTO DE MÚSICA MODERNA:
11:00 HORAS - 12:30 HORAS - 14:30 HORAS
CUENTACUENTOS Y TÍTERES:
11:30 HORAS - 13:00 HORAS - 15:00 HORAS
VIDA DE LA DIÓCESIS: DE 10:00 HORAS A 15:00 HORAS
MUSEO DE ICONOS: DE 10:00 HORAS A 15:30 HORAS
EXPO-VOCACIONAL: DE 10:00 HORAS A 15:30 HORAS
CELEBRACIÓN DE LA PALABRA: DE 10:00 HORAS A 15:00 HORAS
TEATRO EN LA CALLE:
10:45 HORAS – 13:00 HORAS
EL ROSTRO DE LA DIÓCESIS: DE 10:00 HORAS A 15:30 HORAS
MUSICALES:
OBRA: “FRANCESCO” 10:45 HORAS
OBRA: “TESTIGOS” 12:30 HORAS
GUARDERÍA-LUDOTECA: DE 10:00 HORAS A 15:00 HORAS
CELEBRACIÓN PENITENCIAL: DE 10:00 HORAS A 15:00 HORAS
EXPO: “IMÁGENES DE MARÍA” DE 10:00 HORAS A 15:00 HORAS
--San Cristóbal de La Laguna--
17 DE MAYO DE 2009
¡¡No dejes que te lo cuenten!!
REDACCIÓN DE "IGLESIA NIVARIENSE"
C. San Agustín, nº 28
38201. La Laguna. Tenerife.
Tfno. 922-314961 / Fax. 922-256362
e-mail: [email protected]
Boletín 334
- El próximo primero de mayo, a las 17 horas, el Obispo ordenará en la Sede Catedralicia a dos nuevos diáconos, Rubén Herrera, natural de Valle Guerra y a Víctor Fernández, de Tacoronte.
- La noche del lunes, 20 de abril, se inauguró la XX edición de los Encuentros en la Cultura y el XVIII Congreso Internacional Diálogo fe-cultura, bajo el título: “La existencia humana: salud y enfermedad”. Tras las palabras de bienvenida del Director del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC), sede de Tenerife, Juan Pedro Rivero, la Ponencia Inaugural correspondía a la Dra. Nuria Calduch que disertó sobre “Un diálogo personal terapéutico (Mc 5,23ss)”. Posteriormente, el Rector de la Universidad de La Laguna, Eduardo Domenech, inauguró las distintas exposiciones.
- Los movimientos especializados de Acción Católica para la evangelización del mundo obrero, Mujeres Trabajadoras Cristianas, HOAC y JOC, en la celebración del 1º de mayo, día Internacional del trabajo, han realizado un comunicado en el que expresan que “nos sentimos cercanos a tantos compañeros y compañeras de trabajo, junto con los cuales vivimos con angustia y preocupación este momento de incertidumbre laboral, acentuado por la crisis económica mundial”.
- Este sábado se celebra en El Hierro la más antigua fiesta conocida en honor a la Virgen de los Reyes. Se trata de la llamada fiesta de los Pastores.
- Todo se está ultimando para la Visita de la imagen de la Virgen de Candelaria a La Laguna el próximo 9 de mayo, con un recorrido aproximado de 23 kilómetros y una duración de 13 horas. Está previsto que la Morenita parta sobre las 7:30 horas del día 9 de mayo de su Basílica. La próxima semana se presentará oficialmente los actos pastorales con ocasión de este traslado de la imagen de la Patrona, así como el dispositivo que requiere este acontecimiento. Igualmente, ya ha comenzado a repartirse la carta pastoral que escribió el Obispo con ocasión de esta visita y el programa general de este acontecimiento.
- El Boletín Oficial de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife ha publicado que el Cabildo de Tenerife ha convocado un concurso para contratar a una empresa que redacte el Plan Director del Santuario lagunero del Cristo, cuyo presupuesto base de licitación es de 66.666,67 euros. Con la redacción de este esperado proyecto, se procedería a la rehabilitación del Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, la zona en la que se encuentra el convento ocupada en la actualidad por los franciscanos y el resto del inmueble ocupado por la Esclavitud del Cristo, así como los bienes muebles y un estudio arqueológico del lugar en el que se encuentran ubicados dichos edificios.
- Dos grupos de niños, uno de la Guancha y otro de la parroquia del Cardonal, participarán los días 2 y 3 de Mayo en el III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera a celebrar en Madrid.
- La necesaria restauración de la Ermita de la Patrona de La Gomera, hará permanecer más tiempo a la Imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe en el Templo Parroquial de La Asunción. La conveniencia de hacer la restauración en este momento se produce por la dificultad que ocasionaría la presencia de la Imagen de Guadalupe y por consiguiente de los peregrinos que acudirían al lugar.
- La paz y la alegría son dos regalos pascuales, señaló el Obispo, Bernardo Álvarez, durante la Eucaristía celebrada en el transcurso del Encuentro de Pascua de todos los católicos palmeros, celebrado durante hoy domingo en el Paso. El Prelado señaló que una fe nacida de la experiencia de Jesucristo Resucitado lleva a vivir los retos y desafíos presentes con valentía y a poner a disposición de todos los bienes de cada uno. No me refiero, indicó, “sólo a los bienes materiales, sino también a los espirituales”. Sobre ellos –prosiguió- recae una “hipoteca social” que ha de llevarnos a considerarnos administradores de los mismos”.
- El encuentro sirvió para conmemorar el aniversario del Sínodo. Al mismo estuvo destinada la reflexión que a primera hora de la mañana realizó el arcipreste de los Llanos, Juan Fernando Lorenzo Matías. El cual recordó que tuvieron que pasar 176 años desde el nacimiento de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna para que se convocase el primer sínodo diocesano.
- Matías sostuvo que en este singular acontecimiento de la Iglesia, participaron 54 personas de la isla de La Palma. Aquella experiencia – dijo el arcipreste- “hemos de reavivarla”. Soy muy consciente –prosiguió- “que estamos en tiempos difíciles, pero apasionantes. Hoy, más que nunca, vale la pena ser testigo de Jesucristo en medio del mundo. Estos son tiempos para cristianos auténticos, para seguidores fieles”. Por ello, poniendo como ejemplo al Apóstol S. Pablo, pidió a los presentes venidos de todos los rincones de la isla, “invocar su fe, su vigor y entrega al servicio de la iglesia, hoy y aquí, y en el ahora de nuestra isla y de nuestra diócesis para de este modo hacer una correcta memoria de este décimo aniversario del Sínodo Nivariense.
- Siguiendo con el Aniversario del Sínodo, la celebración diocesana está requiriendo un esfuerzo suplementario de preparación que precisa de la cooperación de todos los que vayan a asistir a fin de coordinar todas las cuestiones de su organización. En este sentido la Vicaría General se está dirigiendo a todos los ámbitos pastorales recordando algunas cuestiones importantes en el sentido señalado.
- La Iglesia Católica y el Gobierno de Canarias modificarán el convenio que firmaron en el año 1992 para conservar los Bienes de Interés Cultural (BIC) de carácter eclesiástico con el objetivo de incorporar a los cabildos insulares en el acuerdo. Así lo explicó a Europa Press la directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Aránzazu Gutiérrez, antes de la reunión de la Comisión Mixta entre la Comunidad Autónoma y la Iglesia Católica (las dos diócesis canarias) que se celebró en Lanzarote.
- Con una importante participación, se realizó la cuarta Ruta del Santo Hermano Pedro, en un recorrido de 16 kilómetros por los montes de Vilaflor, hasta El Médano. En la cueva, convertida en un santuario, se reunieron alrededor de 1.500 personas que celebraron la eucaristía presidida por el vicario episcopal territorial del Sur, Fernando Delgado. El viernes 24 de abril, día del Santo Hermano Pedro, en la cueva se celebrará otra misa que presidirá el obispo Bernardo Álvarez.
- “Los dos mundos del Santo Hermano Pedro y su reliquia viviente, el árbol de Esquisúchil”, es el título de un libro editado por Juan Francisco Delgado Gómez que será presentado el 23 de abril en el Cabildo de Tenerife. Esta obra reúne datos inéditos que descubren numerosas curiosidades sobre la vida y obra del santo de Vilaflor.
-La situación económica sigue haciéndose notar en los servicios que presta Cáritas. Así, estos días hemos conocido que la Cáritas de la capital tinerfeña ha visto incrementado en un 30% sus demandas de ayuda durante el primer trimestre de 2009. Otro tanto sucede con la Cáritas arciprestal de Los Llanos de Aridane, que ha visto duplicarse esas solicitudes en tres meses.
- El convento de las Carmelitas descalzas de El Sauzal recibió el pasado con agradecimiento el cruceiro que a partir de ahora habitará en su patio, ese que se asoma al océano y que linda con la montaña. Acompañadas por las hermanas de esta congregación, los autores de esta pieza Ana Ruiz y Regis Chaperon explican que esta gran cruz de piedra de más de dos metros de altura sigue el estilo de las cruces gallegas en las que por un lado aparece la imagen de la Virgen y por otro el de Cristo.
- El área de pastoral de la salud de La Gomera, en coordinación con el centro de humanización de la salud de los Padres Camilos, en Madrid, ha organizado las VII Jornadas de Pastoral de la Salud. En esta ocasión, y atendiendo al año de oración por la vida, el tema que se abordará de la mano de Elena Parada, psicóloga y master en Bioética, será la bioética. Las jornadas tendrán lugar durante los días 24,25 y 26 de abril.
- Los pastores y los guíos de los distintos grupos de bailarines de la Virgen de Los Reyes se reunieron en el centro cultural de San Andrés con representantes de la Comisión Mixta. Por cierto, esta Comisión ha editado dos nuevas Hojas Informativas en la que se aborda, precisamente, el papel de los pastores de la Virgen, así como de los mayordomos y camareras.
- Por otro lado, ha sido inaugurada una oficina de información al público con motivo de la LXVII edición de la Bajada de la Virgen de Los Reyes, el próximo 4 de julio. La oficina, situada en el centro de Valverde, servirá de punto de información permanente sobre el transcurrir de las fiestas hasta el 1 de agosto, día de La Subida.
- El Cabildo Catedral y el Obispado de Tenerife han adjudicado a la empresa Víctor Rodríguez e Hijos las obras que permitirán realizar el desmontaje de las cubiertas de la Catedral de La Laguna. En este sentido, el deán del templo lagunero, Julián de Armas, explicó que "se ha tenido en cuenta la seguridad, el plazo de ejecución, la oferta económica y la disponibilidad de la empresa para trabajar con la dirección facultativa de la mesa de adjudicación".
- El pasado 28 y 29 de marzo se celebró en la Casa de la Iglesia un encuentro al que asistieron treinta y cinco jóvenes con edades comprendidas entre trece y dieciséis años. En su organización participaron miembros del Movimiento de Familias Cristianas, Hombres Nuevos, Savia Nueva y el sacerdote Juan Antonio Guedes. El objetivo principal de esta iniciativa fue potenciar la vida familiar en cada hogar.
- El domingo 24 de mayo, a las once y media de la mañana, Gladys Rodríguez será consagrada en el Orden de las Vírgenes en una celebración que presidirá el Obispo en el Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, en La Palma.
Estracto de DOSSIER FIDES “La virginidad de María y su significado en nuestro tiempo” de Especial FIDES – 25 de Marzo de 2009
La virginidad del cuerpo
La Iglesia siempre ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, y sin intervención humana. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, la virginidad de María manifiesta “la iniciativa absoluta de Dios en la encarnación” (n. 503). Jesús es el nuevo Adán que inaugura la nueva creación. El Hijo de la Virgen María viene directamente de Dios y todos aquellos que quieren ser sus hermanos y hermanas, han de ser regenerados desde lo alto. La participación en la vida divina no proviene “de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios” (Jn 1,13).
Hoy nos vemos enfrentados a una suerte de fijación en relación con el sexo, bastante fuerte y, no pocas veces, enfermiza. Quisiéramos superar las tendencias de un presunto cristianismo del pasado, adversario de la corporeidad, y buscamos gustar plenamente del amor, también en su dimensión sexual. Pero por ese mismo sendero muchas veces se termina faltando el respeto a la dignidad del cuerpo humano. En la Encíclica Deus caritas est, el Papa Benedicto XVI escribe a propósito: “El modo de exaltar el cuerpo, como se puede constatar hoy en día, es engañoso. El eros degradado a puro ‘sexo’ se vuelve comercio, una especie de ‘cosa’ que se puede comprar y vender, más aún, el hombre se vuelve y producto comerciable. No es éste el gran “sí” que el hombre ha de dar a su cuerpo”.
El hombre, compuesto de alma y cuerpo, puede alcanzar la felicidad y el verdadero amor sólo si está listo para “un camino de ascenso, de renuncias, de purificación y de sanación” (n. 5). La virtud que nos guía en esta vida es la castidad. Esta virtud nos ayuda a no dejarnos dominar por las pasiones, y a integrar en nuestra vida la sexualidad que, como don precioso de nuestro Creador, hace parte de nuestro ser hombre o mujer.
Todo bautizado está llamado a la castidad. Para los esposos estos significa vivir cada día el amor sincero y permanecer fieles el uno al otros hasta la muerte. Están llamados a “poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios (1Ts 4,4s). La castidad matrimonial implica también el “no” a la contracepción, en fidelidad a la doctrina de la Humane Vitae del Papa Pablo VI, y la elección de métodos naturales de regulación de la natalidad, en caso hubiera motivos serios para no tener más hijos. Dicha disposición hace que el amor de los esposos se vuelva más fuerte y sincero. Las parejas que viven la castidad matrimonial ofrecen un gran aliento a las personas célibes, solteras o viudas para vivir la abstinencia, y pueden incluso ayudar a los prometidos a reservar para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de cariños propias del amor conyugal.
Los grupos y movimientos que invitan a vivir la amistad con Jesús y a buscar la castidad y la continencia (como por ejemplo True Love Waits), pueden constituir una veradera ayuda para los jóvenes. También la consagración a María, difundida en algunos países, fortalece a los jóvenes en su compromiso de practicar con alegría la virtud de la castidad. Debido a que hoy en día los hijos, mediante los medios de comunicación y en la escuela, incluso ya en la escuela materna, están sumergidos de información no pocas veces unilateral sobre la sexualidad, quisiéramos pedir a los padres que pongan mucha atención en este aspecto de la educación y que hablen con ellos de estos temas cuando sea oportuno.
Más que nunca, hoy en día se necesita el testimonio de personas que viven el celibato y la virginidad. En todos los tiempos el Señor se escoge hombres y mujeres que renuncian libremente —“por el reino de los cielos” (Mt 19,12)— al gran bien del matrimonio, donando todo su amor a Cristo y poniéndose al servicio del prójimo como padres y madres espirituales. Su vida es un don de Dios para la Iglesia y un fuerte signo para el mundo. Si los sacerdotes y las personas consagradas viven su vocación con alegría, ejercitan una gran influencia en los hombres y son, por así decir, un signo de que en Cristo se encuentra la verdadera y definitiva felicidad.
ZENIT nos ofrece el contenido de la catequesis pronunciada el miércoles, 22 de Abril de 2009, por Benedicto XVI a los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro con motivo de la audiencia general del miércoles, dedicada a presentar la figura monje Ambrosio Auperto (s. VIII)
Queridos hermanos y hermanas:
la Iglesia vive en las personas, y quien quiere conocer a la Iglesia, comprender su misterio, debe considerar a las personas que han vivido y viven su mensaje, su misterio. Por ello hablo desde hace tanto tiempo, en las catequesis del miércoles, de personas de las que podemos aprender qué es la Iglesia. Hemos comenzado con los Apóstoles y los Padres de la Iglesia, y hemos llegado poco a poco hasta el siglo VIII, el periodo de Carlomagno. Hoy quisiera hablar de Ambrosio Auperto, un autor más bien desconocido: sus obras de hecho se habían atribuido en gran parte a otros personajes más conocidos, desde san Ambrosio de Milán a san Ildefonso, sin hablar de aquellas que los monjes de Montecassino han considerado deber reivindicar a la pluma de un abad suyo del mismo nombre, que vivió casi un siglo más tarde. Prescindiendo de alguna breve nota autobiográfica inserta en su gran comentario del Apocalipsis, tenemos pocas noticias ciertas sobre su vida. La atenta lectura de las obras de las que poco a poco la crítica ha ido reconociendo su paternidad permite sin embargo descubrir en su enseñanza un tesoro teológico y espiritual precioso también para nuestros tiempos.
Nacido en Provenza de una familia distinguida, Ambrosio Auperto -según su tardío biógrafo Juan- fue a la corte del rey franco Pipino el Breve donde, además del cargo de oficial, desarrolló de alguna forma también el de preceptor del futuro emperador Carlomagno. Probablemente en el séquito del Papa Esteban II, que en el 753-54 había acudido a la corte franca, Auperto llegó a Italia y pudo visitar la famosa abadía benedictina de san Vicente, en las fuentes del Volturno, en el ducado de Benevento. Fundada a principios de aquel siglo por los tres frailes beneventinos Paldo, Tato y Taso, la abadía era conocida como oasis de cultura clásica y cristiana. Poco después de su visita, Ambrosio Auperto decidió abrazar la vida religiosa y entró en aquel monasterio, donde pudo formarse de modo adecuado, sobre todo en el campo de la teología y la espiritualidad, según la tradición de los Padres. Hacia el año 761 fue ordenado sacerdote y el 4 de octubre del 777 fue elegido abad con el apoyo de los monjes francos, mientras que le eran contrarios los longobardos, favorables al longobardo Poton. La tensión de trasfondo nacionalista no se calmó en los meses sucesivos, con la consecuencia de que Auperto el año después, en el 778, pensó en dimitir y marcharse con algunos monjes francos a Spoleto, donde podía contar con la protección de Carlomagno. Con ello, con todo, las disensiones en el monasterio de san Vicente no cesaron, y algún año después, cuando a la muerte del abad que sucedió a Auperto fue elegido precisamente Poton (hacia el 782), el conflicto volvió a encenderse y se llegó a la denuncia del nuevo abad ante Carlomagno. Éste envió a los contendientes al tribunal del Pont´fiice, el cual los convocó en Roma. Llamó también como testigo a Auperto, que sin embargo durante el viaje murió repentinamente, quizás asesinado, el 30 de enero del 784.
Ambrosio Auperto fue monje y abad en una época marcada por fuertes tensiones políticas, que repercutían también en la vida interna de los monasterios. De ello tenemos frecuentes y preocupados ecos en sus escritos. Él denuncia, por ejemplo, la contradicción entre la apariencia espléndida de los monasterios y la tibieza de los monjes: seguramente con esta crítica tenía en mente su propia abadía. Para ella escribió la Vida de los tres fundadores, con la clara intención de ofrecer a la nueva generación de monjes un término de referencia con el que confrontarse. Un objetivo similar perseguía también el pequeño tratado ascético Conflictus vitiorum et virtutum ("Conflicto entre los vicios y las virtudes"), que tuvo gran éxito en la Edad Media y que fue publicado en 1473 en Utrecht bajo el nombre de Gregorio Magno, y un año después en Estrasburgo bajo el nombre de san Agustín. En él Ambrosio Auperto pretendía amaestrar a los monjes de modo concreto sobre cómo afrontar el combate espiritual día a día. De modo significativo aplica la afirmación de 2 Timoteo 3,12: "Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones", ya no a la persecución externa, sino al asalto que el cristiano debe afrontar dentro de sí por parte de las fuerzas del mal. Se presentan en una especie de disputa 24 parejas de combatientes: cada vicio intenta atraer al alma con sutiles razonamientos, mientras la virtud respectiva rebate estas insinuaciones siurviéndose sobre todo de palabras de la Escritura.
En este tratado sobre el conflicto entre vicios y virtudes, Auperto contrapone a la cupiditas (la codicia) el contemptus mundi (el desprecio del mundo), que se convierte en una figura importante en la espiritualidad de los monjes. Este desprecio del mundo no es un desprecio de la creación, de la belleza y de la bondad de la creación y del Creador, sino un desprecio de la falsa visión del mundo presentada e insinuada por la codicia. Ésta insinúa que el "tener" sería el sumo valor de nuestro ser, de nuestro vivir en el mundo pareciendo importantes. Y así falsifica la creación del mundo y destruye el mundo. Auperto observa también que la avidez de ganancias de los ricos y de los poderosos de la sociedad de su tiempo existe también dentro de las almas de los monjes, y escribió por ello un tratado titulado De cupiditate, en el que, con el apóstol Pablo, denuncia desde el principio la codicia como la raíz de todos los males. Escribe: "Desde el suelo de la tierra diversas espinas agudas brotan de varias raíces; en el corazón del hombre, en cambio, los pinchazos de todos los vicios proceden de una única raíz, la codicia" (De cupiditate 1: CCCM 27B, p. 963). Relieve este que, a la luz de la presente crisis económica mundial, revela toda su actualidad. Vemos que precisamente desde esta raíz de la codicia ha nacido esta crisis. Ambrosio imagina la objeción que los ricos y los poderosos podrían aducir diciendo: pero nosotros no somos monjes, para nosotros no valen ciertas exigencias ascéticas. Y él responde: "Es verdad lo que decís, pero también para vosotros, a la manera de vuestra vida y en la medida de vuestras fuerzas, vale el camino angosto y estrecho, porque el Señor ha propuesto sólo dos puertas y dos vías (es decir, la puerta estrecha y la ancha, la vía angosta y la cómoda); no ha indicado una tercera puerta o una tercera vía" (l. c., p. 978). Él ve claramente que los modos de vivir son muy distintos. Pero también para el hombre de este mundo, también para el rico vale el deber de combatir contra la codicia, contra el deseo de poseer, de aparecer, contra el falso concepto de libertad como facultad de disponer de todo según el propio arbitrio. También el rico debe encontrar el auténtico camino de la verdad, del amor y así de la vida recta. Pooor tanto Auperto, como prudente pastor de almas, sabe al final decir, al final de su predicación penitencial, una palabra de consuelo: "He hablado no contra los ávidos, sino contra la avidez, no contra la naturaleza, sino contra el vicio" (l. c., p. 981).
La obra más importante de Ambrosio Auperto es seguramente su comentario en diez libros al Apocalipsis: éste constituye, después de siglos, el primer comentario amplio en el mundo latino al último libro de la Sagrada Escritura. Esta obra fue fruto de un trabajo de muchos años, desarrollado en dos etapas entre el 758 y el 767, por tanto antes de su elección como abad. En el prólogo, indica con precisión sus fuentes, cosa que no era normal en absoluto en la Edad Media. A través de su fuente quizás más significativa, el comentario del obispo Primasio Adrumetano, redactado hacia la mitad del siglo VI, Auperto entra en contacto con la interpretación del Apocalipsis que había dejado el africano Ticonio, que había vivido una generación antes de san Agustín. No era católico: pertenecía a la Iglesia cismática donatista; era sin embargo un gran teólogo. En este comentario suyo vio sobre todo reflejado en el Apocalipsis el misterio de la Iglesia. Ticonio había llegado a la convicción de que la Iglesia era un cuerpo partido en dos: una parte, dice él, pertenece a Cristo, pero hay otra parte de la Iglesia que pertenece al diablo. Agustín leyó este comentario y sacó provecho de él, pero subrayó fuertemente que la Iglesia está en las manos de Cristo, sigue siendo su Cuerpo, formando con Él un solo sujeto, partícipe de la mediación de la gracia. Subraya por tanto que la Iglesia no puede ser nunca separada de Jesucristo. En su lectura del Apocalipsis, similar a la de Ticonio, Auperto no se interesa tanto por la segunda venida de Cristo al final de los tiempos, sino a las consecuencias que se derivan de su primera venida para la Iglesia del presente, la encarnación en el seno de la Virgen María. Y nos dice una palabra muy importante: en realidad Cristo "debe en nosotros, que somos su Cuerpo, cotidianamente nacer, morir y resucitar" (In Apoc. III: CCCM 27, p. 205). En el contexto de la dimensión mística que pertenece a todo cristiano, él mira a María como modelo de la Iglesia, modelo para todos nosotros, porque también en nosotros y entre nosotros debe nacer Cristo. Siguiendo a los Padres que veían en la "mujer vestida de sol" del Ap 12,1 la imagen de la Iglesia, Auperto argumenta: "La beata y pía Virgen.... a diario da a luz nuevos pueblos, de los cuales se forma el Cuerpo general del Mediador. No es por tanto sorprendente si ella, en cuyo bendito seno la Iglesia misma mereció ser unida a su Cabeza, representa el tipo de la Iglesia". En este sentido Auperto ve un papel decisivo en la Virgen María en la obra de la Redención (cfr también en sus homilías In purificatione s. Mariae y In adsumptione s. Mariae). Su gran veneración y su profundo amor por la Madre de Dios le inspiran a veces formulaciones que de alguna forma anticipan las de san Bernardo y de la mística franciscana, sin desviarse sin embargo a formas discutibles de sentimentalismo, porque él no separa nunca a María del misterio de la Iglesia. Con buena razón por tanto Ambrosio Auperto es considerado el primer gran mariólogo de Occidente. A la piedad que, según él, debe liberar al alma del apego a los placeres terrenos y transitorios, él considera que debe unirse el profundo estudio de las ciencias sagradas, sobre todo la meditación de las Sagradas Escrituras, a las que califica de "cielo profundo, abismo insondable" (In Apoc. IX). En la hermosa oración con la que concluye su comentario al Apocalipsis subrayando la prioridad que en toda búsqueda teológica de la verdad corresponde al amor, se dirige a Dios con estas palabras: "Cuando eres escrutado intelectualmente por nosotros, no eres descubierto como eres verdaderamente; cuando eres amado, eres alcanzado".
Podemos ver hoy en Ambrosio Auperto una personalidad vivida en un tiempo de fuerte manipulación política de la Iglesia, en la que el nacionalismo y el tribalismo habían desfigurado el rostro de la Iglesia. Pero él, en medio de todas estas dificultades que conocemos también nosotros, supo descubrir el verdadero rostro de la Iglesia en María, en los Santos. Y supo así entender qué quiere decir ser católico, ser cristiano, vivir de la Palabra de Dios, entrar en este abismo y así vivir el misterio de la Madre de Dios: dar de nuevo vida a la Palabra de Dios, ofrecer a la Palabra de Dios la propia carne en el tiempo presente. Y con todo su conocimiento teológico, la profundidad de su ciencia, Auperto supo entender que con la simple búsqueda teológica Dios no puede ser conocido realmente como es. Sólo el amor lo alcanza. Escuchemos este mensaje y oremos al Señor para que nos ayude a vivir el misterio de la Iglesia hoy, en este nuestro tiempo.
[Después de los saludos, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
Ambrosio Auperto nació en el siglo octavo, en Provenza, en el seno de una familia distinguida. En la corte de Pepino el Breve fue preceptor del futuro Emperador Carlomagno. Posteriormente, viajó a Italia e ingresó en el monasterio benedictino de San Vicente, en el ducado de Benevento, del que, tras ser ordenado sacerdote en el año setecientos sesenta y uno, fue elegido abad. Por tensiones internas, dimitió de este encargo poco después. Murió el 30 de enero del setecientos ochenta y cuatro. Es autor de obras de alto contenido teológico, ascético y moral, la más importante de las cuales fue un comentario en diez volúmenes al libro del Apocalipsis. Durante mucho tiempo, sus escritos se atribuyeron a otras personas, como San Ambrosio de Milán o San Ildefonso de Toledo. Por su profundo amor a la Madre de Dios y sus luminosas reflexiones, es considerado como el primer gran mariólogo de Occidente. El legado espiritual de este autor lo convierte en un auténtico maestro de vida cristiana e invita a ahondar en sus preciosas enseñanzas.
Saludo con afecto a los fieles de lengua española procedentes de España y otros países latinoamericanos, en particular a los peregrinos de México, acompañados por los Cardenales Norberto Rivera Carrera y Ennio Antonelli, que colaboraron en la organización del Sexto Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en el mes de enero pasado. Que su estancia en Roma los confirme en la fe de los Apóstoles y los aliente a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, que con su resurrección ha vencido el pecado y la muerte y nos alienta a ser testigos de la verdad del Evangelio que cambia nuestras vidas. Muchas gracias.
[Después de los saludos en idiomas, dijo en italiano:]
Deseo dirigir finalmente una palabra especial a los jóvenes del Centro Internacional San Lorenzo, que recuerdan hoy el 25 aniversario de la entrega de la Cruz del Año Santo a los jóvenes del mundo. Era de hecho el 22 de abril de 1984, cuando al final del Año Santo de la Redención el amado Juan Pablo II confió a los jóvenes del mundo la gran cruz de madera que, por su propio deseo, había sido puesta ante el altar mayor de la Basílica de San Pedro durante aquel especial año jubilar. Desde entonces, la cruz fue acogida en el Centro Internacional juvenil San Lorenzo, y desde allí comenzó a viajar por los continentes, abriendo los corazones de tantos chicos y chicas al amor redentor de Cristo. Esta peregrinación suya prosigue aún, sobre todo en preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, hasta el punto de que ahora se la conoce como "Cruz de las JMJ". Queridos amigos, os confío de nuevo esta cruz. Continuad llevándola a todo lugar de la tierra, para que también las próximas generaciones descubran la Misericordia de Dios y reaviven en sus corazones la esperanza de Cristo crucificado y resucitado.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Homilía en la toma de posesión como Arzobispo de Valencia de Monseñor Carlos Osoro Sierra, el sábado 18 de Abril de 2009.
Excelentísimo y Reverendísimo Señor Nuncio de Su Santidad.
Querido D. Agustín.
Eminentísimos y Reverendísimos señores Cardenales.
Queridos hermanos en el episcopado.
Estimados sacerdotes y diáconos de esta Archidiócesis y de Oviedo y Santander.
Queridos seminaristas. Queridos miembros de la Vida Consagrada.
Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana y Honorables Consellers.
Molt Excel.lent Presidenta de les Corts Valencianes.
Señor Delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana.
Excelentísima Señora Alcaldesa de Valencia y miembros de la corporación municipal.
Autoridades civiles, militares y académicas de Valencia, del Principado de Asturias, y de Cantabria.
Hermanos y hermanas todos en el Señor.
Gracias a todos los que estáis aquí presentes: mis queridos hijos y hermanos de Valencia. Con vosotros vengo a vivir y a ser vuestro pastor y hermano. En el camino de mi ministerio episcopal no puedo olvidar a la Diócesis de Orense y de recordar a Santa María Madre y a todos los cristianos de aquella tierra gallega que me ayudaron y me enseñaron a vivir mis primeros pasos en el ministerio episcopal.
Asturias ha sido mi segundo lugar de servicio y aprendizaje: queridos hermanos de Asturias, sacerdotes, religiosos y laicos, he vivido el ministerio episcopal intensamente con vosotros durante siete años; gracias por haberme dado algo de vuestro corazón lleno de riqueza. Tenéis un corazón muy grande (grandón decimos en Asturias), con él me habéis enseñado a vivir el Evangelio, el mismo que desde hace muchos siglos descubrieron, vivieron y transmitieron los asturianos; en ese corazón siempre hay un hueco para el otro, sea quien sea. Gracias por haberme ayudado a encontrarme más con Jesucristo en su Iglesia.
Queridos hermanos de Cantabria, queridos hermanos que venís del pueblo donde nací para este mundo y para Dios, Castañeda. A todos vosotros, queridos paisanos, os debo el haber conocido a Jesucristo en aquella tierra y haber aprendido a amar a la Iglesia; el haberme incorporado a la Iglesia de Jesucristo desde el nacimiento, el haber sido llamado al ministerio sacerdotal y al episcopal siendo miembro de aquel presbiterio diocesano; junto a vosotros tengo un recuerdo especial para mis padres que ya fallecieron y para mis hermanos y sobrinos que me acompañan hoy. Gracias de corazón a todos: orensanos, asturianos y cántabros.
Germans i germanes, fills molt estimats en Jesucrist, Nostre Senyor, vull que les meues primeres paraules com a Pastor vostre arriben als vostres oïts en la llengua que molts de vosaltres haveu escoltat als braços de les vostres mares. Al dirigir-me a vosatros així, ho faig amb la clara convicció i voluntat que el Senyor m’ha enviat a València per a ser pastor segons el cor de Crist i amb vosaltres anunciar-lo a tots el hòmens, i així mostrar, rescatar i reafirmar a Jesucrist que està en l’arrel de la vostra cultura i les vostres tradicions. Sé, com vosatros, que anunciar a Jesucrist no es fa des d’una transmissió memoritzada i gelada, ja que no és una doctrina. Ell és una persona, per això este anunci es fa fonamentalment amb el testimoni de la pròpia experiència de l’encontre amb Jesucrist, que té la força d’obrir els cors dels hòmens al contacte amb la Veritat. Aquella mateixa experiència que va fer valents a Pere i a Joan quant digueren: “Nosaltres no podem deixar de parlar d’allò que hem vist i sentit”, i que va fer al Sanedrí haver d’expressar-se d’esta manera: “és evident per a tots els habitants de Jerusalem, que ells han realitzat un senyal manifest i no podem negar-ho” (Fets 4, 13-21).
Demaneu al Senyor que jo visca així entre vosaltres i d’esta manera, amb el presbiteriat diocesà, que ho expresse amb la meua vida als seminaristes, futurs sacerdots i col·laboradors. Ajudeu-me vosatros, els sacerdots, a ser testimoni fidel de Déu, ací i ara, ja que l’home hui té fonamentalment ànsia de trobar la Veritat, de viure en la Veritat, de buscar la Veritat. Es per açò, perquè vos vull dir des de l’inici del meu ministeri que sols units a Jesucrist, sols amb Ell, l’arxidiòcesi de València trobarà el seu present i el seu futur i viurà amb passió la missió d’anunciar l’Evangeli.
Vull ser amb vosaltres pastor sant, perquè per a santificar-vos he vingut i desitge junt amb vosatros complir la missió que el Senyor encomana a l’Església. Ho vull fer a l’estil i manera dels meus predecessors, entre els que es troben grans sants i hòmens de fe i força evangelitzadora. Recorde ara als darrers arquebisbes D. Marcelino Olaechea Loizaga, el servent de Déu D. José Maria Garcia Lahiguera, D. Miguel Roca Cabanellas i D. Agustín Garcia-Gasco i Vicente, que hui m’acompanya i m’anima com a verdader pare i germà. Gràcies, D. Agustin.
Vengo como pastor de esta archidiócesis. El Señor Jesús eligió de entre sus discípulos a Doce para que estuvieran con Él. La elección de los Doce fue un acto de amor querido libremente por Jesús en unión profunda con el Padre y con el Espíritu Santo. Hoy doy gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo porque aquel don espiritual de los comienzos ha llegado hasta nosotros mediante la imposición de las manos, es decir, la consagración episcopal, que otorga la plenitud del sacramento del orden. Así a través de los Obispos y de los presbíteros que les ayudan, el Señor Jesucristo, aunque sentado a la derecha de Dios Padre, continúa estando presente entre los creyentes. Doy gracias al Santo Padre el Papa Benedicto XVI, a quien de un modo especial Valencia se ha vinculado con su presencia entre nosotros con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, porque al nombrarme vuestro arzobispo, nos hace ver cómo el Buen Pastor no abandona a su rebaño, sino que lo custodia y protege mediante mi ministerio y en virtud de la participación ontológica en su vida y su misión, haciendo posible que se desarrolle de manera eminente y visible el papel de maestro, pastor y sacerdote. Actuaré en su nombre en el ejercicio de las funciones que comporta el ministerio pastoral porque he sido constituido como vicario y embajador suyo (cf. LG 21; 27).
Vengo en nombre de Jesucristo a quitar los miedos, a dar esperanza y a ser testigo de cómo hay que vivir en el amor. “Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado….. Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena… Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos” (Mc 16, 6b; 9-10). Esto fue lo que el mensajero de Dios dijo a las mujeres y lo mismo nos dice a nosotros: Jesús no es un personaje del pasado. Él vive y, como ser viviente, camina delante de nosotros; nos llama a seguirlo a Él, el viviente, y a encontrar nosotros el camino de la vida. Vemos junto a Cristo resucitado con ojos de esperanza a esta humanidad. Es verdad que, resucitando el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero lo ha vencido en su raíz con la superabundancia de la gracia. A la prepotencia del mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la muerte. Por eso nos dijo, “que os améis unos a otros como yo os he amado”(Jn 13, 34).
Queridos hermanos sacerdotes: en la Pascua nos alegramos de que Cristo no ha quedado en el sepulcro. Su cuerpo no ha conocido la corrupción; pertenece al mundo de los vivos y no al de los muertos. Su muerte fue un acto de amor. No estamos tristes y llorosos como los primeros discípulos que, ante el anuncio de la resurrección, tuvieron dificultades para creer. Nosotros creemos no sólo porque aceptamos una doctrina, sino que creemos por habernos encontrado con Jesucristo muerto y resucitado. En la última cena, Él anticipó la muerte y la transformó en el don de sí mismo. Su comunión existencial con Dios era concretamente una comunión existencial con el amor de Dios y este amor es la verdadera potencia contra la muerte. Es más fuerte que la muerte. De ahí que la resurrección sea como un estallido de luz, una explosión del amor que inaugura una nueva dimensión del ser, de la vida, en la que también ha sido integrada la materia, de manera transformada y a través de la cual surge un mundo nuevo.
Ayudadme a entregar de primera mano esta experiencia que quita y elimina los miedos y da siempre esperanza. En nuestra existencia diaria son muchas las ocasiones que tenemos para comunicar de modo sencillo y convencido nuestra fe a los demás. Os lo digo a vosotros los sacerdotes y a los diáconos. Por eso os digo que siempre nuestros encuentros despierten la fe, la esperanza y el amor en los demás. Ayudadme a hacer verdad el mandato del Señor a los discípulos: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”(Mc 16, 15)
Queridos seminaristas: habéis sido llamados a proclamar la Buena Nueva a toda la creación. Sois para mí siempre el don más grande que Dios regala a su Iglesia para que se mantenga en la esperanza y dé esperanza al mundo. Permitidme hacer esta afirmación después de haber proclamado el Evangelio que hemos escuchado: la Pascua constituye el corazón del cristianismo. Por eso en vuestra formación es esencial el encuentro con Jesucristo crucificado y resucitado. Os aseguro que sin esta experiencia personal y comunitaria, sin una íntima amistad con Jesús, la fe es superficial y estéril, la esperanza desaparece y el amor es inconstante. Eliminad los miedos. No busquéis seguridades más que en Cristo. Vuestra vida, para que contagie a otros jóvenes que se incorporen con vosotros al anuncio del Evangelio, ha de fundarse en no querer ofender al otro, en el miedo de destruir por culpa propia las bases del amor. Queridos seminaristas, mirad, quien ama a Dios sabe que únicamente existe una amenaza real para el hombre: El peligro de perder a Dios mismo. Quien aparta a Dios de su vida para liberarse del verdadero miedo, entra en la tiranía del miedo sin esperanza.
Queridos miembros de la vida consagrada: seguid dando un sí total a Jesucristo con el que aproximáis el cielo a la tierra. Monasterios contemplativos, religiosos de vida activa, institutos seculares, sociedades de vida apostólica, vírgenes consagradas y otras formas de consagración en la Iglesia: anunciemos la Buena Nueva a todos los hombres. Que cada día penetre más ese sí de Jesucristo en vuestra vida, de tal manera que regenere vuestra alma. Que vuestro yo esté en Él y así podáis decir con San Pablo: “No vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. Es entonces cuando se realiza el misterio del Cuerpo de Cristo, tal y como lo expuso San Juan Eudes en su tratado sobre el corazón de Jesús: “Te ruego que pienses que Jesucristo es tu verdadera cabeza y que tú eres uno de sus miembros. Él es para ti lo que la cabeza para sus miembros, todo lo que es suyo es tuyo: espíritu, corazón, cuerpo, alma, todo. Lo puedes utilizar como si fuera tuyo…Tú eres para Él como un miembro para la cabeza, que desea intensamente adoptar todas tus capacidades como si fuesen suyas” (F. Cayré, Patrologie et histoire de la
théologie III, París 1950, pp. 81-85). Espero de vosotros, queridos hermanos y hermanas, ayuda en el anuncio del Evangelio en nuestra tierra de Valencia.
Queridos hermanos laicos, cristianos todos: la Iglesia es nuestra casa. Ésta es nuestra casa. En la Iglesia católica tenemos todo lo que es bueno, todo lo que es motivo de seguridad y de consuelo. Deseo deciros que quien acepta a Cristo, “camino, verdad y vida” en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad en ésta y en la otra vida. Vale la pena ser fieles, vale la pena perseverar en la propia fe. Pero la coherencia en la fe necesita de una sólida formación doctrinal y espiritual, ya que así contribuimos a la construcción de una sociedad más justa, más humana y más cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica, incluso en su versión reducida, titulada Compendio, ayuda a tener nociones claras sobre nuestra fe. Los laicos debéis tomar una nueva conciencia de vuestra misión particular en el seno de la única misión de la Iglesia: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”. Comprometeos en la edificación de una sociedad justa, solidaria, fraterna. Sed mensajeros de la Buena Nueva de Jesús. Contribuid a la venida del Reino de Dios. Santificad el mundo e infundid el espíritu del Evangelio. Servid al bien común y conoced la doctrina social de la Iglesia. Afrontad la tareas diarias en los campos político, económico, social y cultural. Cuidemos los movimientos apostólicos y las nuevas comunidades surgidas en estos años como un don privilegiado del Espíritu Santo a la Iglesia, como nos ha dicho el Papa Benedicto XVI, para así responder de manera eficaz a los desafíos de nuestro tiempo. El Espíritu Santo quiere la multiformidad de los movimientos al servicio del único Cuerpo que es la Iglesia.
Antes de terminar, permitidme tener tres recuerdos muy especiales.
Uno, para las familias cristianas que se ven muy amenazadas por motivos diversos. La Iglesia debe poner todos los medios a su alcance para ayudar a las familias que constituyen la célula fundamental de toda sociedad sana. Creedme familias cristianas: sin la confianza en Dios, sin la confianza en Cristo, que nos da también la capacidad de la fe y de la vida, la familia no puede sobrevivir. Hagamos todo lo que favorezca a la familia: círculos familiares, catequesis familiares, enseñar la oración en familia, pues donde se hace oración juntos, está presente el Señor y está presente la fuerza que puede romper la esclerocardía, la dureza del corazón, que es el verdadero motivo del divorcio.
Otro recuerdo va para los niños con quienes el Señor tuvo y expresó un cariño singular. Desde que soy obispo he tenido una relación especial con vosotros. Os he escrito una carta cada mes para expresaros que en el origen de todo ser humano está presente Dios Creador. Por eso tenemos el deber de acogeros como hijos que sois, no sólo de unos padres, sino también de Dios, que os ama por vosotros mismos y os llama a la filiación divina. Os ayudaré y estaré a vuestro lado para que la dimensión trascendente crezca cada día más en vuestro corazón, y, como el Señor, pediré a quienes os rodeen: “dejad que los niños se acerquen a mí”.
Y por último un tercer recuerdo para los jóvenes. Siempre ha estado vinculado mi ministerio a los jóvenes. Siendo obispo creí un deber mantener una correspondencia permanente con vosotros. En vosotros he visto siempre al joven a quien tanto quiso Jesús y que nunca le abandonó. Me refiero al Apóstol San Juan. Cuento con vosotros en el anuncio del Evangelio, como contó Jesús con San Juan e invoco para vosotros al Espíritu Santo, Espíritu de fortaleza y de testimonio, para que os haga capaces de proclamar el Evangelio sin temor hasta los confines de la tierra.
Que la Mare de Déu dels Desamparats os enseñe a acoger la Palabra de Dios, a conservarla y a meditarla en vuestro corazón como lo hizo Ella durante toda su vida.
Germans i germanes, Jesucrist es farà present ara entre nosaltres. En el Sant Sopar, al llavar els peus als seus deixebles, ens deixà el manament de l’Amor: “Com jo vos he estimat, així estimeu-vos també vosatros els uns als altres” (Jn 13,34). Això sols es possible units a Ell, com els sarments al cep (Jn 15,1-8). Així va decidir Ell mateix quedar-se en mig de nosaltres en l’Eucaristia, per a que poguérem permanéixer amb Ell.
Quan ens alimentem amb fe del seu Cos i de la seua Sang, el seu amor passa a nosaltres i ens fa capaços per a donar la vida pels nostres germans i no viure sols per a mosatros mateixos. És des d’ací, des d’on naix l’alegria cristiana, l’alegria de l’amor i de ser volguts. En esta alegria està la Fe, l’Amor, i l’Esperança.
La Dona eucarística per excel·lència és Maria, a Ella com un desemparat la invoque per que intercedisca per nosaltres i ens faça viure el misteri de l’Eucaristia. Mare de Déu dels Desemparats, prega per mosatros!
Invoquem també al mateix temps la intercessió dels sants que ací sempre invoqueu: sant Vicent Màrtir, sant Vicent Ferrer, santo Tomás de Villanueva, sant Juan de Ribera, Sants i Santes de Déu, màrtirs del segle XX de València, pregueu per nosaltres ara i sempre. Amén.
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 22 de Abril de 2009 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “Luz en el Camino”.
LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H. *
En marcha el cristianismo (III)
CUANDO aceptamos a Cristo aceptamos un cuerpo de ideas, de doctrina que incide en un estilo personal de comportamiento. Quien opta por Cristo sabe que se arriesga a una lucha permanente por mantener en orden la propia casa, haciendo que las pulsaciones instintivas que nos inclinan al mal estén sometidas al superior criterio de la conciencia individual. La cercanía del mal se da por supuesto y, por lo mismo, también la presencia de la lucha si no se quiere claudicar.
En este contexto, cuánto importa, hay que entender bien para ambientar y asegurar los frutos del comportamiento personal y comunitario con la petición consagrada de Cristo: "No nos deje caer en la tentación". Jesús predijo el odio pensando en todos los que habían de creer por la predicación de los apóstoles. La persecución es, pues, una herencia de Cristo.
No olvidemos que es mucho lo que significa el mundo de la obra de la creación. Toda ella es buena, como don de Dios para el servicio de la Humanidad. Para S. Juan (Jn. 15,18-21), este mundo es sinónimo de las fuerzas del mal. En este sentido, ningún discípulo de Cristo, de todas las épocas, puede pertenecer a este mundo, aunque debe trabajar en él para transformarlo y devolvérselo santificado a Dios.
Se anuncia que a la vocación de amor de los discípulos corresponderá el odio por parte de aquellos mismos a quienes se ama. La razón es que el mal no soporta delatores. El bien es para el mal una presencia molesta y por eso se persigue. Todo mensajero divino tiene que enfrentarse con el mal y delatarlo. La reacción es el odio y la persecución. En la parábola de los viñadores homicidas se describe la actitud del mundo -de ese mundo de la mentira, del egoísmo, de la hipocresía- con los enviados de Dios (Mt.21). Los profetas denunciaron la idolatría, la injusticia, la opresión, la infidelidad. Murieron violentamente. El último profeta del Antiguo Testamento fue Zacarías. El primero de Nuevo Testamento fue el Bautista, que murió decapitado. Cristo, el heredero, se enfrentó con el supremo mal y sufrió la suprema ignominia. No olvidemos las palabras de Cristo: "No es el discípulo más que su maestro"; "si a mí me han perseguido también os perseguirán".
Demos a nuestra vida cristiana la dimensión triunfal de un ejército de conquistadores que gozan en saber que están sostenidos por la gran pasión por Cristo y la segura esperanza del triunfo. Seamos valientes en decir a Cristo: "Te amo siempre porque me cuesta siempre". Esto sí es participar y estar en la marcha del Cristianismo.
* Capellán de la clínica de S. Juan de Dios
Lectio divina para el tercer domingo de Pascua - B, 26 de Abril de 2009, ofrecida por la Delegación Diocesana de Lilurgia de la Diócesis de Tenerife.
Lectura del Evangelio según San Lucas: (24, 35-48)
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros”. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo”.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: “¿Tenéis ahí algo que comer?” Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse”.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su Nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto”.
Palabra de Dios.
Lectio: ¿Qué dice el texto bíblico en su contexto?
El Evangelio de Lucas finaliza con una aparición a los once, seguida de lo que podríamos llamar las últimas palabras de Jesús antes de la ascensión. Son tres escenas que tienen lugar aparentemente el mismo día, pero, según el parecer de los Hechos, el período hasta la ascensión se prolongó a lo largo de cuarenta días.
La primera parte del presente relato está orientada a resaltar este carácter real del resucitado (Cfr. Lc 24, 36-43) . El nuevo Jesús no es ninguna invención espiritual del grupo cristiano. Una vez asegurada la certeza de la Resurrección encontramos en los versículos finales como una anticipación de los temas típicos de la predicación en el libro de los Hechos, testimonio de las Escrituras (Hch 2,23-32; 4,10-11), exhortación a convertirse (Hch 2,38; 3,19) y función de los once como testigos (Hch 2,32; 3,15).
Igual que vimos en el texto del domingo pasado de S. Juan (Cfr. Jn. 20, 19-31), tampoco a Lucas le interesan el cómo y el modo de la llegada de Jesús al Cenáculo; lo importante es el hecho: Jesús está ahí, expresando deseos de paz. Lucas no habla de miedo al esta exterior, sino de miedo ante la presencia de Jesús. Lo que le interesa es la identidad del Resucitado. ¿Quién es? ¿Es el mismo Jesús de antes de morir? ¿Resucitado y Jesús son la misma persona? Además, Lc hace hincapié en los “once” (doce en Hechos) porque sólo ellos cumplen la condición de ser testigos oculares del Resucitado; esta misma será la condición que se pedirá posteriormente para sustituir a Judas en el grupo de los Doce (Cfr. Hch 1, 21-22) y son, por lo tanto, los únicos que ofrecen la garantía incuestionable para poder creer que el Resucitado y Jesús son la misma persona. Desde el comienzo de su obra (Cfr. Lc 1, 1-4) Lucas habla de testigos oculares, de investigación cuidadosa, de solidez de lo recibido. Con su tratamiento del problema, Lucas echó la base sobre la que se apoya nuestra fe.
Además, a Lucas le interesa resaltar la ciudad: para él, Jerusalén significa el final de una etapa y el comienzo de otra. Así, en Jerusalén, en la tarde-noche del domingo de Resurrección, dos discípulos acaban de llegar de Emaús y están contando a los once y a sus acompañantes que han visto a Jesús. En esa situación se hace presente el Resucitado. Únicamente nosotros, como lectores, conocemos de entrada su identificación, pero para los protagonistas del texto la identificación es lenta y costosa, y sólo se produce tras dos demostraciones corporales de Jesús. A continuación, el centro de atención se desplaza de Jesús a la relación existente entre Jesús y las Escrituras. En lo que son sus últimas palabras en el tercer Evangelio, Jesús declara que las Escrituras tienen su culminación y cumplimiento en él, en su pasión y resurrección al tercer día, posibilitando de esta manera que la conversión y el perdón no sean una oferta restringida a unas pocas personas, el pueblo judío, sino oferta abierta y disponible para todo el mundo.
“...contaban los discípulos lo que les había pasado (...) cuando se presenta Jesús” (Lc 24, 35-36) Tras su encuentro con el resucitado, los dos de Emaús han ido a contar su experiencia a los once y demás compañeros. Todavía están hablando los dos cuando vuelve a hacerse presente Jesús. En esta ordenación de los hechos que hace Lucas parece haber una intencionalidad que va más allá del simple interés cronológico, más o menos artificial: la comunidad cristiana va a surgir como tal comunidad a partir de una experiencia común de la realidad del resucitado.
“Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos” (Lc 24, 36) Como había desaparecido repentinamente de la vista de los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24, 31), también ahora se presenta Jesús repentinamente en medio de los once y de los que están con ellos. Jesús no está ya sometido a las leyes del espacio y del movimiento en el espacio. El modo de existir del resucitado no es ya el modo de existir del Jesús terrestre. La resurrección de Jesús y su aparición en figura corporal es cosa que sobrepasa la capacidad de comprensión humana. Ni siquiera viendo y oyendo su saludo de paz logran los discípulos convencerse de que es él.
“Jesús (...) les dice: “Paz a vosotros” (Lc 24, 37) Los discípulos de Emaús han vuelto presurosamente a Jerusalén para contar a todo el grupo lo que les ha sucedido en el camino y cómo conocieron a Jesús "al partir el pan". Pero, antes de abrir la boca, los otros les dicen a coro: "El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Pedro" (Cfr. Lc 24, 34; 1 Cor 15, 5). Por fin les dejan hablar. Pero, súbitamente, unos y otros se quedan mudos ante la presencia del Señor, que les saluda: "Paz a vosotros". Aunque todos tenían noticias de la resurrección por el testimonio de Pedro y de los de Emaús, la presencia de Jesús les sorprende.
“Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma” (Lc 24, 37) Bajo la tremenda impresión de los acontecimientos del viernes, entre el miedo a los judíos y la esperanza alimentada con las primeras noticias de aquel domingo, estos hombres no acaban de creer a causa de la inmensa alegría lo que ven con sus propios ojos. Jesús les tranquiliza y les convence de que es verdad lo que están viendo y de que no se trata de ningún fantasma. La presencia de Jesús en medio de los discípulos no es una ilusión de éstos; de ahí la insistencia en los aspectos de mirar, palpar al Resucitado y el hecho de comer ante ellos.
“Le ofrecieron un trozo de pez asado” (Lc 24, 42) El Resucitado se presenta con su cuerpo glorificado (S. Pablo dice "espiritualizado" (Cfr. 1 Cor 15,44), esto es, sometido a la acción del Espíritu que es la fuerza de Dios que opera la resurrección); y aún tiene menos lógica que pueda ingerir alimentos. De todas formas, el sentido de esta afirmación es que el Señor vive verdaderamente, y lo que los discípulos han visto no es una simple "visión". Jesús no pertenece al mundo de los muertos, sino que es el Viviente que tiene un contacto real con el grupo de los discípulos con los que comparte la Mesa y la Palabra.
“Él lo tomó y comió delante de ellos” (Lc 24, 43) Los discípulos han reconocido como Resucitado a aquel Jesús a quien ya conocían anteriormente; aquel que murió bajo Poncio Pilato y que ahora vive para siempre. Una aparición puede constituir un fenómeno psicológico y por eso necesita el evangelista resaltar la corporalidad del Jesús aparecido y la realidad física de su encuentro con los apóstoles. Por eso les deja que palpen su carne y por eso come con ellos. La predicación de la primera comunidad cristiana aludía a estas comidas con el Resucitado precisamente para alejar el peligro de volatizar el cuerpo de Jesús y dejarlo reducido a algo puramente espiritual. "A éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con el después que resucitó de entre los muertos" (Cfr. Hch 10, 40-41), predica Pedro en casa de Cornelio.
"Todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse" (Lc 24, 44). El "tener que" no es predeterminación mental ni necesidad física. Se trata de captar y profundizar en el sentido de los acontecimientos y de la historia la cual tienen una finalidad. Lc concibe toda la historia anterior al resucitado como un proceso que culmina en este Resucitado y a partir de El se expande al mundo entero (no sólo a los judíos) en términos de novedad (conversión) y de gracia (perdón de los pecados). El texto es una invitación a ver en los acontecimientos finales acaecidos a Jesús la culminación de un proceso abierto mucho tiempo atrás y del que tenemos constancia a través del A.T. Pero Lucas se cuida mucho de reducir el proceso histórico de salvación a los estrechos límites de un solo pueblo, el judío. La historia de la salvación es una aventura que repercute en todos los pueblos. La expresión se refiere a la totalidad del género humano. Jerusalén es el final de la etapa limitada o reducida y el comienzo de la etapa abierta o universal. Jesús representa el coronamiento y el cumplimiento de las promesas históricas del Dios de Israel, pero representa también la satisfacción de las exigencias y de las esperanzas más audaces en el corazón de cada criatura humana.
“Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras” (Lc 24, 45) Este es el don pascual que Jesús hace en el relato de los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24, 13-32). Los discípulos comprenden ahora que su Maestro no ha sucumbido ante
Contemplatio: Pistas para el encuentro con Dios y el compromiso.
Lo habían reconocido al partir el pan.
¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?
Todo lo escrito acerca de mí tenía que cumplirse. Vosotros sois testigos de esto.
Reflexión para el tercer domingo de Pascua - B (Lucas 24, 35-4) de José Antonio Pagola, remitido por la Delegación de Enseñanza de Tenerife.
CREER POR EXPERIENCIA PROPIA
No es fácil creer en Jesús resucitado. En última instancia es algo que sólo puede ser captado y comprendido desde la fe que el mismo Jesús despierta en nosotros. Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la alegría que Jesús infunde, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su resurrección.
Algo de esto nos viene a decir Lucas al describirnos el encuentro de Jesús resucitado con el grupo de discípulos. Entre ellos hay de todo. Dos discípulos están contando cómo lo han reconocido al cenar con él en Emaús. Pedro dice que se le ha aparecido. La mayoría no ha tenido todavía ninguna experiencia. No saben qué pensar.
Entonces «Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros”». Lo primero para despertar nuestra fe en Jesús resucitado es poder intuir, también hoy, su presencia en medio de nosotros, y hacer circular en nuestros grupos, comunidades y parroquias la paz, la alegría y la seguridad que da el saberlo vivo, acompañándonos de cerca en estos tiempos nada fáciles para la fe.
El relato de Lucas es muy realista. La presencia de Jesús no transforma de manera mágica a los discípulos. Algunos se asustan y «creen que están viendo un fantasma». En el interior de otros «surgen dudas» de todo tipo. Hay quienes «no lo acaban de creer por la alegría». Otros siguen «atónitos».
Así sucede también hoy. La fe en Cristo resucitado no nace de manera automática y segura en nosotros. Se va despertando en nuestro corazón de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi sólo un deseo. De ordinario, crece rodeada de dudas e interrogantes: ¿será posible que sea verdad algo tan grande?
Según el relato, Jesús se queda, come entre ellos, y se dedica a «abrirles el entendimiento» para que puedan comprender lo que ha sucedido. Quiere que se conviertan en «testigos», que puedan hablar desde su experiencia, y predicar no de cualquier manera, sino «en su nombre».
Creer en el Resucitado no es cuestión de un día. Es un proceso que, a veces, puede durar años. Lo importante es nuestra actitud interior. Confiar siempre en Jesús. Hacerle mucho más sitio en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades cristianas.
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS.
Despierta la fe en el Resucitado. Pásalo
26 de abril de 2009
ZENIT nos ofrece el discurso del Papa a los miembros de la familia franciscana, durante la audiencia concedida el sábado, 18 de Abril de 2009, en Castel Gandolfo, con motivo del "Capítulo de las Esteras", con el que la Orden ha celebrado el octavo centenario de la aprobación pontificia de su Regla.
Queridos hermanos y hermanas de la familia franciscana:
Con gran alegría os doy la bienvenida a todos vosotros, en esta feliz e histórica fecha que os ha reunido: el octavo centenario de la aprobación de la "protorregla" de san Francisco por parte del Papa Inocencio III. Han pasado ochocientos años, y esa docena de frailes se ha convertido en una multitud, diseminada en todas partes del mundo, y hoy dignamente representada, aquí, por vosotros. En los días anteriores os habéis dado cita en Asís en lo que habéis querido llamar el "Capítulo de las Esteras", para evocar vuestros orígenes. Y al término de esta extraordinaria experiencia habéis venido junto al "Señor Papa", como diría vuestro seráfico fundador. Os saludo a todos con afecto: los frailes menores de las res obediencias, guiados por los respectivos ministros generales, entre los cuales agradezco al padre José Rodríguez Carballo por sus corteses palabras; a los miembros de la tercera orden, con su ministro general; a las religiosas franciscanas y a los miembros de los institutos seculares franciscanos; y, sabiéndolas espiritualmente presentes, a las hermanas clarisas, que constituyen la "segunda orden". Estoy contento de acoger a algunos obispos franciscanos; y en particular al obispo de Asís, el arzobispo Domenico Sorrentino, que representa a la Iglesia local, patria de Francisco y de Clara y, espiritualmente, de todos los franciscanos. Sabemos qué importante fue para Francisco el lazo con el obispo de Asís de entonces, Guido, quien reconoció su carisma y lo apoyó. Fue Guido quien presentó a Francisco al cardenal Juan de San Pablo, el cual después lo presentó al Papa favoreciendo la aprobación de la Regla. Carisma e institución son siempre complementarios para la edificación de la Iglesia.
¿Qué deciros, queridos amigos? Ante todo deseo unirme a vosotros en la acción de gracias a Dios por todo el camino que os ha hecho realizar, colmándoos de sus beneficios. Y como pastor de toda la Iglesia, quiero darle gracias por el precioso don que vosotros mismos sois para todo el pueblo cristiano. Desde el pequeño arroyo manado a los pies del monte Subasio, se ha formado un gran río, que ha dado una contribución notable a la difusión universal del Evangelio. Todo tuvo inicio desde la conversión de Francisco, el cual, a ejemplo de Jesús, "se despojó a sí mismo" (cfr Fil 2,7) y, desposando a la Señora Pobreza, se convirtió en testigo y heraldo del Padre que está en los cielos. Al Pobrecillo se pueden aplicar literalmente algunas expresiones que el apóstol Pablo refiere a sí mismo y que me gusta recordar en este Año Paulino: "He sido crucificado con Cristo, y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,19-20). Y aún: "En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gal 6,17). Francisco recalca perfectamente estas huellas de Pablo, y en verdad puede decir con él: "Para mí la vida es Cristo" (Fil 1,21). Ha experimentado el poder de la gracia divina y está como muerto y resucitado. Todas las riquezas precedentes, todo motivo de orgullo y seguridad, todo se convierte en una "pérdida" desde el momento del encuentro con Jesús crucificado y resucitado (cfr Fil 3,7-11). Dejarlo todo se convierte en algo casi necesario para expresar la sobreabundancia del don recibido. Éste es tan grande, que requiere un despojamiento total, que aún así no es suficiente; merece una vida entera vivida "según la forma del santo Evangelio" (2 Test., 14: Fuentes Franciscanas, 116).
Y aquí llegamos al punto que se coloca en el centro de nuestro encuentro. Lo resumiré así: el Evangelio como regla de vida. "La Regla y vida de los frailes menores es ésta, es decir, observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo": así escribió Francisco al principio de la Regla sellada (Rb I, 1: FF, 75). Él se comprendió totalmente a sí mismo a la luz del Evangelio. Esto es lo que fascina de él. Ésta es su perenne actualidad. Tomás de Celano refiere que el Pobrecillo "llevaba siempre a Jesús en el corazón, a Jesús en los labios, a Jesús en los oídos, a Jesús en los ojos, a Jesús en las manos, a Jesús en el resto de los miembros... Es más, encontrándose muchas veces de viaje y meditando o cantando a Jesús, se olvidaba de que estaba de viaje y se detenía para invitar a todas las criaturas a alabar a Jesús" (1 Cel., II, 9, 115: FF, 115). Así el Pobrecillo se convirtió en un Evangelio viviente, capaz de atraer a Cristo a los hombres y mujeres de todo tiempo, especialmente a los jóvenes, que prefieren la radicalidad a las medias tintas. El obispo de Asís, Guido, y después el Papa Inocencio III reconocieron en el propósito de Francisco y de sus compañeros la autenticidad evangélica, y supieron animar su empeño en vista también del bien de la Iglesia.
Surge espontáneamente aquí una reflexión. Francisco habría podido no ir a ver al Papa. Muchos grupos y movimientos religiosos se estaban formando en aquella época, y algunos de ellos se contraponían a la Iglesia como institución, o por lo menos no buscaban su aprobación. Seguramente una postura polémica hacia la Jerarquía habría procurado a Francisco no pocos seguidores. En cambio, él pensó en seguida en poner su camino y el de sus compañeros en las manos del obispo de Roma, el sucesor de Pedro. Este hecho revela su auténtico espíritu eclesial. El pequeño "nosotros" que había empezado con sus primeros frailes lo concibió desde el inicio dentro del gran "nosotros" de la Iglesia una y universal. Y el Papa reconoció esto y lo apreció. También el Papa, de hecho, por su parte, habría podido no aprobar el proyecto de vida de Francisco. Es más, podemos imaginar que entre los colaboradores de Inocencio III alguno debió aconsejarle en este sentido, quizás precisamente temiendo que aquel grupito de frailes se pareciera a otras agregaciones heréticas y pauperistas del tiempo. En cambio, el romano pontífice, bien informado por el obispo de Asís y por el cardenal Juan de San Pablo, supo discernir la iniciativa del Espíritu Santo y acogió, bendijo y animó a la naciente comunidad de los "frailes menores".
Queridos hermanos y hermanas, han pasado ocho siglos y hoy habéis querido renovar el gesto de vuestro fundador. Todos vosotros sois hijos y herederos de esos orígenes. De aquella "buena semilla" que fue Francisco, conformado a su vez con el "grano de trigo" que es el Señor Jesús, muerto y resucitado para dar mucho fruto (cfr Jn 12,24). Los santos vuelven a proponer la fecundidad de Cristo. Como Francisco y Clara de Asís, también vosotros empeñaos en seguir siempre esta misma lógica: perder la propia vida a causa de Jesús y del Evangelio, para salvarla y hacerla fecunda en frutos abundantes. Mientras alabáis y agradecéis al Señor, que os ha llamado a formar parte de una tan grande y bella "familia", permaneced en la escucha de lo que el Espíritu le dice hoy a ésta, a cada uno de sus componentes, para seguir anunciando con pasión el Reino de Dios, tras las huellas del padre seráfico. Que todo hermano y toda hermana custodie siempre un alma contemplativa, sencilla y alegre: volved a partir siempre de Cristo, como Francisco partió de la mirada del Crucificado de San Damián y del encuentro con el leproso, para ver el rostro de Cristo en los hermanos que sufren y llevar a todos su paz. Sed testigos de la "belleza" de Dios, que Francisco supo cantar contemplando las maravillas de la creación, y que le hizo exclamar dirigiéndose al Altísimo: "¡Tú eres belleza!" (Alabanza de Dios altísimo, 4.6: FF, 261).
Queridísimos, la última palabra que quiero dejaros es la misma que Jesús resucitado entregó a sus discípulos: "¡Id!" (cfr Mt 28,19; Mc 16,15). Id y seguid "reparando la casa" del Señor Jesucristo, su Iglesia. En los días pasados, el terremoto que de los Abruzos dañó gravemente muchas iglesias, y vosotros de Asís sabéis muy bien lo que esto significa. Pero hay otra "ruina" que es mucho más grave: ¡la de las personas y las comunidades! Como Francisco, empezad siempre por vosotros mismos. Seamos nosotros en primer lugar la casa que Dios quiere restaurar. Si sois siempre capaces de renovaros en el espíritu del Evangelio, seguiréis ayudando a los pastores de la Iglesia a hacer cada vez más hermoso su rostro de esposa de Cristo. Esto es lo que el Papa, hoy como en los orígenes, espera de vosotros. ¡Gracias por haber venido! Ahora id y llevad a todos la paz y el amor de Cristo Salvador. Que María Inmaculada, "Virgen hecha Iglesia" (cf. Saludo a la Beata Virgen María, 1: FF, 259), os acompañe siempre. Y os sostenga también la bendición apostólica, que imparto de corazón a todos vosotros aquí presentes y a toda la familia franciscana.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en tres idiomas. En español dijo:]
Saludo con afecto a los queridos Hermanos y Hermanas de la Familia Franciscana, provenientes de los países de lengua española. En esta significativa conmemoración, os animo a enamoraros cada vez más de Cristo para que, siguiendo el ejemplo de Francisco de Asís, conforméis vuestra vida al Evangelio del Señor y deis ante el mundo un testimonio generoso de caridad, pobreza y humildad. Que Dios os bendiga.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
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Abril de 2009
Queridos hermanos y hermanas:
Ya tenemos ahíel Encuentro X ANIVERSARIO DEL SINODO DIOCESANO: 17 de Mayo de10 a 16h(Eucaristía)Pronto recibirán la guía.
Les invito a que oremos por el desarrollo del mismo. Les adjunto un modelo de peticiones por si nos vienen bien para ello.
Recuerdo, especialmente a los Arciprestes, que los faroles que se van haciendo presentes en las parroquias de los 17 Arciprestazgos, han de estar en el Obispado (Vicaría General o en la Catedral) antes del Encuentro.
Animemos y programemos la participación de nuestras parroquias, colegios, fieles, agentes de pastoral, alumnos, militantes…
Recibe un saludo fraterno.
PETICIONES PARA AÑADIR UNA A LA ORACION DE LOS FIELES DE TODAS LAS MISAS hasta el domingo 17 de mayo, X aniversario del Primer Sínodo Diocesano.
1.- Para que Cristo Resucitado aliente el caminar de nuestra Iglesia Diocesana desde la Renovación, Comunión y Misión a la que nos llama el X aniversario del Primer Sínodo Diocesano. Oremos.
2.-Para que nuestra Iglesia Diocesana que se prepara para conmemorar el X Aniversario de nuestro Primer Sínodo salga fortalecida en esta Pascua y sea testigo del Resucitado en todas las realidades sociales y eclesiales. Oremos
3.-Por todos los que nos sentimos discípulos y testigos del Resucitado, para que el X Aniversario de nuestro Sínodo Diocesano fortalezca nuestra adhesión efectiva y afectiva a nuestra Iglesia Diocesana con sus logros y retos.
4.- Para que el Espíritu Santo, que alienta a la Iglesia en todos los tiempos a vivir y llevar la alegría del Evangelio, fortalezca nuestra comunión y reavive nuestra conciencia misionera con la celebración del X Aniversario del Primer Sínodo Diocesano el próximo domingo 17 de mayo. Oremos
Homilía del nuevo arzobispo de Nueva York el Reverendísimo Timothy M. Dolan durante las Vísperas Solemnes y Recepción en la Catedral de San Patricio de Nueva York el martes de la Octava de Pascua, 14 de Abril de 2009.
HOMILÍA DEL REVERENDÍSIMO TIMOTHY M. DOLAN
DESIGNADO ARZOBISPO DE NUEVA YORK
VÍSPERAS SOLEMNES Y RECEPCIÓN EN LA IGLESIA CATEDRAL
CATEDRAL DE SAN PATRICIO
NUEVA YORK
14 de Abril de 2009
¡Gracias a todos por abrirme la puerta y dejarme entrar cuando toqué! ¡Seguro que es bueno estar en casa con todos ustedes!
Al mirarles con afecto y profundo agradecimiento a ustedes buena gente que me acaban de abrir la puerta y me han dejado entrar, abrazo a los eminentes cardenales – especialmente a mi estimado predecesor, Cardenal Edward Egan – a los hermanos Obispos, al Arzobispo Sambi y al Arzobispo Migliore, a los hermanos sacerdotes, diáconos, y seminaristas, a los religiosos y religiosas, a los representantes de cada vicaría en esta rica archidiócesis, a los líderes parroquiales, a los estimados compañeros civiles y ecuménicos, a mi querida mamá, familia, a los amigos fieles de St. Louis, DC, Kansas City, Baltimore, Milwaukee, Roma, Irlanda, Australia – a los hermanos y hermanas todos:
Gracias por abrir la puerta lo suficientemente amplia incluso para que yo entrara.
¡Gracias por la bienvenida tan calurosa como vuestro nuevo pastor!
¡Gracias por hacerme sentir ya como en casa!
¡Gracias por permitirme entrar en vuestras vidas!
¡Estoy muy contento de que ustedes estén aquí! Y seguro que los latidos del corazón permanecen en casa haciendo nuestra declaración de la renta de última hora, ¿no?
Ustedes se dan cuenta de la afirmación que estamos haciendo esta tarde. Al empezar mi ministerio apostólico como vuestro nuevo pastor, no hay nada más efectivo, más adecuado, más poderoso que podamos hacer que rezar, rezar como la Iglesia. El Papa Benedicto XVI nos exhorta repetidamente que todo proyecto, toda iniciativa, debería empezar con la adoración – rogando a Dios sin el cual no podemos hacer nada, con el que todo es posible, poniendo humildemente nuestros sueños, miedos, esperanzas, y confianza en sus manos omnipotentes. Eso estamos haciendo esta tarde.
Una palabra especial de saludo a nuestros amigos judíos, ahora al concluir la Pascua, y, en especial un abrazo a nuestra querida comunidad Latina por ser obsequio y promesa para esta Arquidiócesis.
¡Gracias, por encima de todo, a cada uno, por abrir las puertas de vuestros corazones al Señor Jesucristo!
Él es, por supuesto, el que se encuentra en el portal de cada alma y de suaves golpes. La pregunta más importante de la vida llega a ser entonces si vamos a abrir la puerta de nuestra existencia y dejarle entrar, para recibir la luz incomparable, el amor, la misericordia, y la amistad, o si permanecerá cerrada en la oscuridad, ensimismamiento, pecado, y el aislamiento.
Así San Pedro en la oración de esta tarde de la Palabra de Dios nos exhorta a “Volver al Señor!”
También el sucesor de San Pedro, Juan Pablo el Grande, inspiró al mundo cuando nos desafió, en su primera Misa como Papa, a “abrir de par en par las puertas a Cristo”.
También el Papa Benedicto XVI, en su Misa inaugural, nos invitó a “abrirnos a la amistad con Jesús”.
Uno de mis ejemplos favoritos de Jesús es aquel conocido de Él permaneciendo de pie fuera de la puerta de una casa simple, golpeando suavemente. En el segundo grado de la Escuela Infantil en San Ballwin, Missouri, mi maestra, Hermana Mary Daly Bosco, que esta tarde, vigorosa desde Irlanda, acaba de leer nuestro pasaje de la Escritura de San Pedro, nos pidió mirar de cerca esa imagen y ver si notamos algo extraño. "Sí," Carolyn Carey finalmente levantó su mano y dejó escapar, "no hay ningún tirador de puerta!"
"Bien", señaló la hermana Bosco, “porque Jesús no puede abrirla y no puede empujarla solo. Él nos espera pacientemente que le abramos la puerta de nuestros corazones y le invitemos a quedarse con nosotros".
Esa lección sola, Mamá, valía la pena todos los sacrificios que tú y Dad hicisteis para enviarnos a cinco niños a la escuela católica.
Porque esa es la última cuestión, al final lo único que realmente cuenta: ¿Nos abriremos en la fe, la esperanza y el amor a Dios que toca suavemente a la puerta de nuestro ser, pidiéndole que viva con nosotros? ¿O el miedo, la auto-absorción, y la oscuridad nos mantendrán encerrados en nosotros mismos?
La Iglesia está en su cima, fiel a su misión, cuando invita a las personas a abrir la puerta y pedirle a Jesús que entre. Esa es precisamente la invitación que esta Arquidiócesis de Nueva York ofrece; esa es la propuesta que la Iglesia hace al mundo. Como Bernini explicó la enorme columnata que rodea la Plaza de San Pedro, "Esas son las armas de la Madre Iglesia que alarga la mano para abarcar a todos los pueblos!"
Esta es la “teología de invitación” expresada por el siervo de Dios, Juan Pablo II.
Dios nos invita… nunca obliga… Dios nos invita a creer en Él, a confiar en El, a aceptarle. Dios nos invita a que le permitamos ser el Señor de nuestra vida; y cuando lo hacemos, nuestras vidas no son nunca las mismas; nuestras vidas durarán para siempre!
Jesús, Su hijo, es la invitación encarnada, al invitarnos a una vida de significado, utilidad, la vida al máximo, la vida que nunca termina. Permitirle entrar es la verdadera libertad, el comienzo de una aventura en fidelidad. Vivir en la verdadera libertad de Cristo no es fácil. Se requiere fidelidad y virtud heroica. En nuestra celebración de hace unos días de la Semana Santa y Pascua, recordamos reverentemente la liberación divina del pueblo de Israel desde la esclavitud en Egipto - que nuestros vecinos judíos están ahora celebrando al concluir la Pascua - y recordamos cómo, durante el Éxodo, Dios nos dio el don de los Diez Mandamientos, para que este pueblo recién liberado dejara atrás los hábitos de los esclavos. Cuando la Iglesia proclama la verdad moral sobre la dignidad de la persona humana, nos ayuda a todos vivir libres.
Lamentablemente, solemos trágicamente decir no a la invitación de Dios, más dramáticamente en el acontecimiento sombríamente recordado hace cinco días, el Viernes Santo.
Pero tenemos un Dios que no tomará el no como una respuesta, como la Pascua lo demuestra definitivamente.
¡Y ahora Cristo está a la puerta y toca, y la Iglesia nos empuja a abrirle e invitarle a entrar!
Pero, ustedes conocen todo esto, porque esta venerable Iglesia de Nueva York ha estado haciéndolo durante 201 años!
Mis hermanos sacerdotes, ustedes son los que "abren la puerta a lo sagrado" a través de la Palabra y los Sacramentos. ¡Ustedes lo hacen tan fielmente y tan generosamente! Estoy tan orgulloso de llamarles "hermanos"; estoy muy impresionado de ser el hermano mayor de un presbiterio conocido por su celo y devoción. Les doy las gracias, hermanos sacerdotes, por continuar siendo agentes de la invitación divina, y a ustedes comprometo mi vida y amor!
Mujeres consagradas, hermanas religiosas que habéis hecho votos, hermanos, sacerdotes, durante siglos ustedes han abierto las puertas a Cristo identificado con los enfermos, los inmigrantes, los atribulados, los olvidados, y a millones de nuestros niños en nuestras escuelas espléndidas, y que han rezado con lealtad sin cesar con y para la Iglesia, esta archidiócesis les debe mucho. Por favor, manténganse abriendo la puerta a Jesús;
Nuestros diáconos, sus cónyuges fieles, nuestros colaboradores pastorales laicos leales, por favor, seguid mostrando por vuestras vidas de servicio y la alegría que permitir a este Jesús a la puerta es una elección que uno nunca lamenta;
Querido pueblo de Dios, fieles católicos de esta archidiócesis, ustedes de hecho son las "piedras vivas" que hablan por Pedro esta tarde, quienes dan una sonrisa, una voz, un abrazo, un corazón al cuerpo místico de Cristo que nosotros llamamos la Iglesia, al amaros fielmente en el matrimonio, obedeced la "ley del don", cuidando de vuestros hijos, que toman la identidad del Bautismo, Eucaristía, la Confirmación tan en serio, y que nunca fallan en abrir la puerta al Jesús que invita y llama a las puertas de vuestros hogares, parroquias, escuelas, oficinas, granjas, fábricas y profesiones. Gracias por vuestras vocaciones, por sentir la llamada universal a la santidad.
Siendo realistas, sin embargo, debemos confesar que hay mucho merodeando ahí para mantenernos “abriendo la puerta” a Jesús!
Hay pecado, miedo, y tristeza que nos mantienen bloqueados interiormente, manifestados en tantos problemas y preocupaciones: el escándalo de los abusos sexuales del clero y el cuidado por los ofendidos; los desafíos del fortalecimiento de nuestras parroquias, escuelas y alcance de la caridad; las amenazas al matrimonio, la familia, al no nacido y la frágil vida humana en todas las etapas; la necesidad de vocaciones. La lista es larga e inquietante.
Hay tanto dentro de mí, no me importa admitir que tenía miedo de abrir la puerta totalmente a Él, al mantener la cadena, abierta sólo una grieta, y oír que Él me invita a servir a él y a su Iglesia como Arzobispo de Nueva York! Yo interiormente le respondí:
“Vete, Señor! No soy tu hombre! Mi español es pésimo y mi inglés no mucho mejor!”
"Estoy aún enfadado con Nueva York por llevarse a Favre y Sabbathia desde nosotros en Wisconsin!"
"Los Yankees y los Mets por encima de los Cardenales y los Brewers? ¡Olvídalo! "
"¡Siguiendo a las personalidades de Hughes, Hayes, Spellman, Cooke, O'Connor, y Egan! Suena como la banda de McNamara, y no estoy para ser parte de ella!
Temor; indignidad; ansiedad; déjame a los queridos mocosos, cervezas, y las brisas frescas del verano del lago de Milwaukee donde yo estoy seguro y en casa.
Pero Él tenía su sandalia en la puerta y no permitía que le dejara fuera, mientras yo oía el susurro del que dice,
“Timothy, no tengas miedo!”
“Mi gracia es suficiente…”
“Nunca invito a uno a una tarea sin darle la fuerza para hacerla!”
“Estoy contigo todos los días”
“Abre y déjame entrar…”
Recordé las palabras que Juan Pablo II habló en las Naciones Unidas: "No debemos tener miedo del futuro. No es casualidad que estemos aquí. Todo ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Aquel que es el origen de todo lo que existe. Tenemos en nosotros la capacidad de la sabiduría y la virtud heroica. Con estos dones, y con la ayuda de la gracia de Dios, podemos construir. . . una civilización digna de la persona humana, una verdadera cultura de libertad, una cultura de la vida. "
Y esta tarde, cuando ustedes abrieron las puertas de bronce a mi llamada, y vi una Iglesia, una archidiócesis, que ha estado abriendo las puertas a Cristo durante 201 años, ¡estoy contento, le escuché y solté la cadena!
Es tan grande estar con ustedes. "Dad gracias al Señor porque Él es bueno! Porque su misericordia permanece para siempre ".
(Traducción particular no oficial desde el Inglés)
Texto en inglés:
http://www.archny.org/news-events/news-press-releases/index.cfm?i=12036Homilía del Reverendísimo Timothy M. Dolan en la Misa de Toma de Posesión que tuvo lugar el 15 de Abril de 2009 en la Catedral de San Patricio en Nueva York. (En Español)
HOMILÍA DEL REVERENDÍSIMO TIMOTHY M. DOLAN
DÉCIMO ARZOBISPO DE NUEVA YORK
MISA DE TOMA DE POSESIÓN
CATEDRAL DE SAN PATRICIO
15 de Abril de 2009
“La Iglesia misma empieza”
“¡Este es el día en que actuó el Señor!
¡Alegrémonos y estemos contentos! ¡Aleluya!”
“Ha resucitado como dijo, ¡Aleluya! ¡Aleluya!”
“Jesucristo ayer y hoy, el principio y el fin,
Alfa y Omega.
Todo tiempo le pertenece
Y todas las épocas,
A Él la gloria y el poder! ¡Amén!”
Sean todos ustedes bienvenidos aquí, en esta “Catedral de magnificencia adecuada,” como el Arzobispo John Hughes, cuya cruz llevo hoy, la denominó, la que ha sido tan afectuosa, abarcando el hogar espiritual de incontables millones de personas.
Gracias, gracias a todos ustedes por el apoyo tan personal al empezar este ministerio apostólico en la Archidiócesis de Nueva York.
Gracias a ustedes, eminentes cardenales, porque con vuestra presencia rendís homenaje a la vibrante Iglesia en Nueva York. Un especial afecto al Cardenal William Baum, el deán de nuestros cardenales americanos, al Cardenal William Levada de Roma, al Cardenal Marc Ouellet, Arzobispo de la Ciudad de Quebec, y, desde luego, a su Eminencia el Cardenal Edward Egan, gracias por su liderazgo estos pasados nueve años, y, como los discípulos en el camino de Emaus pidieron al Señor, por favor “¡Quédate con nosotros”!”
Arzobispo Pietro Sambi, nuestro nuncio papal, y Arzobispo Celestino Migliore, nuncio papal para las Naciones Unidas;
Mis hermanos Obispos, nuestros queridos obispos auxiliares de la archidiócesis, de todo el Estado de Nueva York, de todos los Estados Unidos, y aquí, incluso desde Italia, Australia, Canadá, Puerto Rico, y de Irlanda, cuya fraternidad significa tanto;
Mis queridos hermanos sacerdotes, especialmente aquellos de esta archidiócesis, que en este momento tienen un reclamo especial en mi corazón;
diáconos y seminaristas;
mujeres y hombres consagrados; representantes distinguidos de otras venerables familias de credo, respetados líderes civiles y políticos, amigos especiales que me habéis sido tan fieles de St. Louis, Roma, DC, Kansas City y de la maravillosa archidiócesis de Milwaukee. . . y a todo el pueblo de Dios, hijos de nuestro Padre y hermanos y hermanas en el Señor.
Tal vez no debería ser tan halagado porque tantos estén aquí. . . después de todo, todo el mundo quiere "tomar refugio en el día del impuesto!"
Mi querida familia… cuando le dije a Mamá que el Papa Benedicto XVI me había designado Arzobispo de Nueva York, yo comenté “Mamá, de todo lo que Dios me da en la vida, su regalo más grande para mí es que sea hijo de Bob y de Shirley Dolan". Quiero decir eso. Y estoy tan feliz que Mamá esté aquí esta tarde. . . sobre todo porque hay un se vende en Macy!
¡Gracias a todos ustedes!
Pero, espero que entiendan, tan agradecido como estoy a todos ustedes, que hay otro reclamo en mi gratitud que se eleva por encima de todo el resto.
¡Por encima de todo, por encima de todo, alabo a Dios, nuestro Padre, por resucitar a su Hijo Jesucristo de entre los muertos! ¡Porque "Cristo ha resucitado! ¡Él está verdaderamente resucitado! ¡Dad gracias al Señor porque Él es bueno!¡Porque su misericordia permanece para siempre! "
Porque esto no lo es todo sobre Timothy Dolan, o todo sobre los cardenales y obispos, o sobre los sacerdotes y hermanas, o incluso sobre la familia y amigos queridos.
No... esto es todo sobre dos personas: Él y ella... esto es todo sobre Jesús y su Esposa, la Iglesia. En efecto, como de Lubac preguntó, "¿Qué sabría yo de de Él sin ella?"
La Resurrección, la Pascua, es el fundamento mismo de nuestra fe, de nuestra esperanza, de nuestro amor. Todo en la Iglesia comienza cuando, al igual que aquellos dos discípulos en el camino de Emaús esa primera Pascua, reconocemos a Jesús como resucitado de entre los muertos. La Iglesia misma comienza.
La Resurrección de Jesús es tan fundamental para nuestra fe que la celebramos cada Domingo en la Misa. En mi primer día como arzobispo sueño que podemos recuperar el Domingo como el Día del Señor, basados en nuestra fidelidad a la Misa dominical, nuestra comida semanal familiar con Jesús resucitado.
Al dar gracias a Dios por la Resurrección de Cristo, damos gracias a Dios por la Iglesia. Como "Jesús es el rostro humano de Dios", según nos recuerda a menudo el Papa Benedict XVI, la Iglesia es el rostro humano de Jesús.
Para nosotros los católicos, Cristo y la Iglesia son una sola cosa.
El triunfo, la vida, la luz, la misericordia, la resurrección, la salvación que explotó la mañana de Pascua cuando Jesús resucitó de entre los muertos continúa en su Iglesia, una extraordinaria familia espiritual que reúne a hombres y mujeres de toda nación, raza, idioma, y el origen en un tapiz de fe para respirar.
El poder de Cristo resucitado se muestra – ¡Cristo se muestra a sí mimo! - en la extraordinaria comunidad que es la Iglesia.
El amor de Dios para nosotros es tan personal, tan apasionado, tan intenso que ha dado a su Hijo unigénito para nuestra salvación. Y cuando Dios Padre resucitó a su Hijo de entre los muertos, Él puso su sello de aprobación divina sobre su obra de arte, el proyecto humano, en las mujeres y hombres hechos a su imagen y semejanza, lavados limpios por la sangre de su Hijo en Viernes Santo, destinados a pasar la eternidad a su lado, y nos aseguró, "¡El mal, el horror, la mentira, el odio, el sufrimiento y la muerte del pasado Viernes no prevalecerán! La bondad, la decencia, la verdad, el amor y la vida tendrán la última palabra".
Ese es el mensaje de Pascua que es confiado a la Iglesia para que lo viva y lo cuente. Porque, créanlo o no, la muerte y resurrección de Jesús continúa en su Iglesia.
Esa es la historia de estas extraordinarias hectáreas de la viña del Señor de la Iglesia que llamamos la Arquidiócesis de Nueva York. Ahora en su tercer siglo, el Cristo resucitado ha estado y sigue vivo aquí. Permítanme contar algunas de las formas:
- En la acogida dada a innumerables inmigrantes, al igual que incluso a mis propios tatarabuelos, que vinieron y siguen viniendo a este país a través de esta ciudad con poco o nada de valor terreno, pero aferrados tenazmente a esa "perla de gran precio”, su fe, para encontrar en la Iglesia, aquí la contrapartida espiritual de la Señora Libertad, la Santa Madre Iglesia, que los acogió, los abrazó, los asentó, enseñó a sus hijos, y mantiene esa fe viva.
[Español:] Hoy agradecemos a Dios por la gracia de nuestros hermanos y hermanas Latinas, cuya presencia es una gran bendición en esta arquidiócesis. A ustedes, hermanos y hermanas, prometo dar mi amor, mi corazón, mi energía. Su fe Católica, viva y fervorosa, es una luz para todos nosotros.
- El Cristo resucitado está vivo aquí en la Iglesia en y a través de sus sacerdotes. Mi hermanos sacerdotes: ¡ustedes son la niña de mis ojos! Significáis todo para mí. Sin ustedes, no puedo hacer nada. En ustedes veo todavía a San Isaac Joques, al Venerable Félix Varela, a Isaac Hecker, a Luchador Padre Duffy, a Fulton J. Sheen, a Richard John Neuhaus, a Avery Dulles; en ustedes veo a hombres que siguen el poder de la resurrección en el altar, en el confesionario, en el aula, con los enfermos, en los que buscan, y en los pobres. Siempre les he admirado desde lejos, pero hoy por primera vez puedo decir, "mis hermanos sacerdotes” de la Arquidiócesis de Nueva York, - mi admiración, profundo agradecimiento y amor inquebrantable a ustedes;
- El Cristo resucitado está vivo en los religiosos, hombres y mujeres consagrados, en los que Elizabeth Ann Seton, Francisco Javier Cabrini, y Michael Judge encontraron los más dignos herederos, porque ustedes continúan dando la carne de la Palabra en vuestra simplicidad de vida, caridad, y obediencia.
- El increíble pero suave poder de la Resurrección de Cristo continúa en la Iglesia de Nueva York en su pueblo fiel, mujeres y hombres que aman a su Iglesia a pesar de sus heridas, que saborean su llamada bautismal, confían en la gracia y la misericordia de la oración y de los sacramentos, viven como esposos y esposas comprometidos, madres y padres, generosas personas solteras, y que llevan a la persona, las enseñanzas, y la invitación de su Señor a la familia, comunidad, parroquia, y a la plaza pública, continuando el legado de esos líderes laicos como Pierre Toussaint, Dorothy Day, y el gobernador Al Smith.
- Cristo es uno con su Iglesia en esta archidiócesis al obedecer a su último mandato de enseñar, al pedir a Dios por el premio de nuestras célebres escuelas católicas, a cuyo florecimiento comprometo mis mejores esfuerzos y apoyo, y nuestros prometedores programas de evangelización y de catequesis.
- La Resurrección de Jesús continúa en nuestro apostolado por los que luchan, por los que buscan, y por los marginados, como miles de aquellos más cercanos al Sagrado Corazón de Cristo - los hambrientos, los sin techo, los enfermos, atribulados, y los inmigrantes – que encuentran consuelo y ayuda en nuestras cáritas católicas de beneficencia y en la asistencia sanitaria. Somos conscientes de la observación del anterior alcalde Ed Koch de que la Iglesia Católica es el pegamento que mantiene a esta ciudad unida... y, y... la Resurrección continúa, ya que su Iglesia continúa abrazando y protegiendo la dignidad de cada persona humana, la santidad de la vida humana, desde el pequeño bebé en el vientre materno hasta el último momento del paso natural a la vida eterna. Como el Siervo de Dios el Cardenal Cooke Terrence escribió, "La vida humana no es menos sagrada o digna de respeto porque es pequeña, no-nacida, pobre, enferma, frágil o discapacitada". Sí, la Iglesia es una madre amorosa que tiene un gusto por la vida y sirve a la vida en todas partes, pero puede convertirse en una protectora "mamá oso" cuando la vida de sus inocentes, indefensos cachorros se ve amenazada. Todos en esta mega-comunidad es un alguien con un destino extraordinario. Todo el mundo es alguien en quien Dios ha invertido un amor infinito. Por esta razón, la Iglesia llega a los no nacidos, al sufrimiento, al pobre, a nuestros mayores, a los física y emocionalmente deficientes, a aquellos capturados en la web de adicciones.
- Jesucristo resucitado permanece vivo en esta archidiócesis cuando la Iglesia colabora con los respetados vecinos y amigos de otras familias cristianas, nuestros hermanos y hermanas judíos mayores en la fe, quienes concluyen hoy la Pascua y tienen nuestros mejores deseos, y con nuestras comunidades religiosas Islámicas y Orientales, cuando la Iglesia disfruta de la única concordia ecuménica e interreligiosa de esta mayor comunidad de Nueva York; y cuando la archidiócesis colabora con nuestros líderes políticos, cíviles, culturales, y empresariales, por tanto muy bienvenidos hoy aquí, en todas las nobles perspectivas que avanzan hacia el bienestar y dignidad humana. Hace siete años y medio, el 11 de septiembre de 2001, los neoyorquinos dieron una lección de coraje extraordinariamente generoso al mundo. Desinteresados agentes de policía, bomberos, y personal médico de emergencia, salvaron vidas, y muchos dieron las suyas. Su sacrificio fue un testimonio ecuménico, interreligioso cívico del valor de cada persona humana. Ustedes nos enorgullecieron, y ahora qué orgulloso estoy ahora de colaborar con todos ustedes en ese mismo espíritu;
- y, quizá sobre todo, Cristo sigue presente en su Iglesia cuando el pueblo susurra oraciones, adora en la Misa dominical, lucha con el pecado y continúa la virtud, tiene hambre de la Palabra de Dios y del Sacramento, y se da cuenta de que, por mucho que amemos Nueva York, no tenemos aquí la casa para siempre, porque nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos.
¿Y qué, les pregunto, tiene que dar la Iglesia? ¿Tiene poder e influencia, propiedad y prestigio? ¡Olvidadlo! Esos días han pasado, si es que alguna vez existieron en absoluto.
La Iglesia en cambio toma el vocabulario que Jesús mismo utilizó en aquellos días después que resucitó, cuando hablamos de "una paz que Él nos da",
de "alimentar mis ovejas",
de “enseñar a las naciones".
La Iglesia no tiene otro tesoro que su fe en el Señor, que no es malo en absoluto, cuando nos encogemos de hombros y decimos con Pedro y Juan en los Hechos de los Apóstoles, “Plata y oro no tenemos, pero, lo que tenemos, lo damos: ¡… Jesucristo…!
Ahora, permítanme traer esto a casa al sugerir que todos nosotros tomemos un pequeño paseo hasta... el camino hacia Emaús
Vean, les mencioné que la Iglesia continúa no solo la resurrección sino también la muerte de Jesucristo. Hemos estado justamente a través de una letanía de caminos que la resurrección de Jesús irradia en la Iglesia en esta histórica archidiócesis. Pero seríamos ingenuos si se pasara por alto la muerte, ¿no es verdad?
Porque de hecho, no sólo la Resurrección, sino la cruz, la muerte, de Cristo continúa:
- Cuando somos tentados al cansancio en nuestras tareas de servicio y caridad;
- Cuando continuamos con realismo curando las profundas heridas infligidas por el terrible escándalo, el pecado, y el delito de abuso sexual de menores, nunca indecisos a la hora de mendigar el perdón de Dios y de las víctimas sobrevivientes y de sus familias, comprometidos a continuar la reforma, renovación, y alcance que el Papa Benedicto nos animó el año pasado, cuando, entre muchas otras cosas, nos instó en esta misma catedral, "a responder con esperanza cristiana a los continuos desafíos [de] esta dolorosa situación ..."
- La cruz está ahí cuando nuestros pueblos están cada vez más agobiados bajo la aflicción y la incertidumbre financiera.
- Cuando presiones sobre la familia cobran su peaje, o cuando la Iglesia es ridiculizada por su enseñanza sobre la santidad del matrimonio;
- Cuando luchamos por mantener nuestras parroquias y escuelas sanas, y reconocer que necesitamos una nueva cosecha de vocaciones para el sacerdocio, diaconado, vida religiosa, y fieles, para toda la vida, para matrimonio que da vida;
Escasez y recortes, personas disparatadas en la Iglesia o incluso dejándola, y nuestra aparente incapacidad para hacer creíble el mensaje del Evangelio ahí fuera...
... ¿no somos a veces quizás como los dos discípulos abatidos en el camino de Emaús? Estaban tan absorbidos en sus propios problemas, tan tristes en su conclusión errónea de que aquel en el que habían depositado su confianza estaba muerto, tan impresionados por la vergüenza, el escándalo, y el desprecio del pasado Viernes... que no reconocen a Jesús cuando Él caminaba verdaderamente junto a ellos!
Yo les digo a ustedes, mi hermana y hermano ahora discípulos en el camino de Emaús, no nos volvamos hacia dentro de nosotros mismos, de nuestras preocupaciones, de nuestras cargas, de nuestros miedos; sino volved más bien hacia Él, el camino, la verdad, y la vida , aquel que nos dijo una y otra vez, "No tengan miedo!", quien nos aseguró que él "estaría con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo", y que nos prometió que "ni siquiera las puertas de infierno prevalecerán ", aquel que Juan Pablo el Grande llamó,"la respuesta a la pregunta planteada por cada vida humana", y reconocerlo de nuevo en su palabra, en la “fracción del pan", en su Iglesia.
Permitidle que él "se acerque a nosotros" como Él hizo a aquellos dos discípulos, se acercó a ellos, porque, dicho simplemente, iban por mal camino, y los envió de vuelta corriendo a Jerusalén, donde Pedro estaba, donde los apóstoles estaban, donde la Iglesia estaba.
Durante tres semanas en julio de 1992, estuve en peregrinación en Israel. Tuve un maravilloso guía franciscano que me aseguró que vería todos los lugares sagrados en Tierra Santa. El día antes de que yo marchara, preguntó, "¿Hay algo dejado que usted quiera ver?"
“Sí”, le dije “desearía recorrer el camino de Emaús”
“Eso no podemos hacerlo”, me dijo, “Vea, nadie conoce realmente donde está actualmente esa aldea de Emaús, por eso no hay tampoco camino hacia Emaús”.
Sintiendo mi decepción, señaló, "Tal vez eso es parte de la providencia de Dios, porque ahora podemos hacer cualquier viaje que emprendamos un viaje a pie por el Camino de Emaús".
Mis nuevos amigos de esta gran archidiócesis, ¿querrían unirse a su nuevo pastor en una "aventura en la fidelidad", transformando el Staten Island Expressway, la Quinta Avenida, Madison Avenue, Broadway, el FDR, el Major Deegan, y el Estado de Nueva York Thruway en el Camino de Emaús, presenciando un auténtico "milagro en la calle 34" y convertirla en el camino de Emaús?
Porque, atrévanse a creer, que:
Desde Staten Island a Sullivan County
Desde the Bowery, a el Bronx, a Newburgh,
Desde White Plains a Poughkeepsie…
Él está caminando verdaderamente junto a nosotros.
“¿Por qué buscamos al que vive entre los muertos?”
“Porque Él está resucitado como Él dijo, aleluya, aleluya!
“Den gracias al Señor porque Él es bueno, porque su misericordia permanece para siempre”
(Traducción particular no oficial desde el Inglés)
Texto original en Inglés:
http://www.archny.org/news-events/news-press-releases/index.cfm?i=12039
DOMINGO 3 DE PASCUA / B
26 de abril de 2009
Que la paz y el amor de Jesús resucitado estén con todos vosotros.
Jesús resucitado nos ha convocado aquí. Nosotros no le vemos, pero creemos en él y por eso nos reunimos todos los domingos en torno a su mesa, y por eso también queremos dar testimonio de su amor y de su vida plena.
Vale la pena creer en Jesús, vale la pena amar como Jesús nos amó, vale la pena confiar en Dios Padre como Jesús confió. Por eso celebramos la Eucaristía: para unirnos más profundamente a él y para llenarnos del mismo Espíritu que le movía a él.
Aspersión: Comencemos la celebración recordando nuestro bautismo, aquel momento en que entramos a formar parte de la comunidad de los seguidores de Jesús
Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado y, por la celebración de esta Eucaristía, nos haga dignos de participar en el banquete de su Reino. Amén.
2. lectura (1 Juan 2,1-5a): Como segunda lectura de los domingos de Pascua, este año leemos la primera carta de san Juan. Es una exhortación a seguir a Jesús en concreto, con hechos y no sólo con buenas palabras.
Oración universal: A Jesús, nuestro pastor y nuestro guía, orémosle diciendo: JESÚS RESUCITADO, ESCÚCHANOS.
Para que la Iglesia dé siempre testimonio de renovación, de diálogo, de desprendimiento de todo poder. OREMOS:
Para que las familias cristianas crezcan día tras día en el camino de la fe, la esperanza y el amor. OREMOS:
Para que el amor hacia los necesitados, los enfermos, los marginados, los inmigrantes, sea el principal distintivo de los que nos profesamos cristianos. OREMOS:
Para que los monjes y monjas, y los religiosos y religiosas, vivan con mucha fe y esperanza su vocación. OREMOS:
Para que todos nosotros seamos, con nuestra palabra y nuestra manera de vivir, testigos de Jesús resucitado. OREMOS:
Señor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que vivamos con mucha alegría estas fiestas de Pascua. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Padrenuestro: Jesús nos da la paz. Jesús nos invita a su mesa. Y unidos a él, llenos de su Espíritu, podemos orar al Padre con toda confianza. Por eso, siguiendo su enseñanza, nos atrevemos a decir:
Invitación a la comunión: Este es el Cordero de Dios, Jesucristo, el vencedor de la muerte, que se nos da como alimento de vida eterna. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Despedida: Anunciad a todos la alegría del Señor resucitado. Hermanas y hermanos, podéis ir en paz.
CPL
XCIII Asamblea Plenaria: Discurso Inaugural del Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio Mª Rouco Varela, Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CE)
Comenzamos los trabajos de la XCIII Asamblea Plenaria de nuestra Conferencia Episcopal inmediatamente después del segundo Domingo de Pascua. Les dirijo a todos mi más cordial saludo, que quiere ser el mismo del Señor resucitado: la paz con vosotros.
Hoy damos, en particular, la bienvenida a un nuevo miembro de nuestra Asamblea: el recientemente consagrado obispo auxiliar de Barcelona, Mons. D. Sebastián Taltavull Anglada; y saludamos al obispo electo de Jerez de la Frontera, Mons. D. José Mazuelos Pérez.
Felicitamos y acompañamos con nuestra oración a los Hermanos a quienes se ha encomendado una nueva Sede en este último tiempo: al señor obispo de Málaga, Mons. D. Jesús Catalá Ibáñez; al señor Arzobispo de Valencia, Mons. D. Carlos Osoro Sierra; al señor obispo electo de Alcalá de Henares, Mons. D. Juan Antonio Reig Plá y al señor arzobispo electo de Toledo, Mons. D. Braulio Rodríguez Plaza.
Al señor cardenal D. Agustín Gacía-Gasco y Vicente y al señor obispo Mons. D. Antonio Dorado Soto, les agradecemos sus largos años de ministerio y les deseamos un fecundo tiempo de servicio a la Iglesia como eméritos.
Encomendamos al Señor el eterno descanso del Hermano fallecido en estos meses: Mons. D. José María Larrauri Lafuente, obispo emérito de Vitoria.
I. La Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en España
El Domingo de Ramos Benedicto XVI celebró la solemne liturgia del día en una plaza de San Pedro abarrotada de fieles de todo el mundo, entre los que era fácil ver y oir a varios miles de jóvenes de Madrid y de toda España que, al final de la misa, ante el Papa y ante sus obispos, recibieron de manos de jóvenes australianos la gran cruz de madera que ha presidido las Jornadas Mundiales de la Juventud desde la primera fuera de Roma - en Buenos Aires - hasta la última, celebrada en Sydney el año pasado.
El Papa dijo entonces: “Comienza así el camino de preparación hacia el próximo encuentro mundial de los jóvenes, que tendrá lugar en Madrid en agosto de 2011 y para el cual ya he señalado el tema: <arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe> (Col 2, 7). Esta entrega del testigo asume un valor altamente simbólico, con el que expresamos nuestra inmensa gratitud a Dios por los dones recibidos en el gran encuentro de Sydney y por los que querrá concedernos en el de Madrid” [01].
Vuelve, pues, de nuevo a España la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. De hecho, ya fue venerada solemnemente el Viernes Santo en la Celebración de la Pasión del Señor en la Catedral de la Almudena y, a continuación, recorrió procesionalmente el centro de Madrid portada por jóvenes y acompañada por muchos miles de madrileños. La Cruz había venido a España en otra ocasión, para la IV Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Santiago de Compostela en 1989. Pero entretanto ha recorrido varias veces el mundo entero y las Jornadas se han convertido en un acontecimiento mayor de la pastoral juvenil en toda la Iglesia.
En efecto, la iniciativa del Siervo de Dios Juan Pablo II ha ido adquiriendo carta de ciudadanía en el orbe católico. Las jornadas son una ocasión privilegiada para el encuentro de los jóvenes con Cristo, tanto de aquellos que ya le siguen, insertos en diversas realidades eclesiales y que se benefician de ese gran acontecimiento universal en torno al Papa para profundizar en su entrega al Señor y decidir su vocación, como de aquellos otros que, más o menos alejados de la Iglesia, son gratamente sorprendidos por la fe viva y contagiosa de sus coetáneos e impulsados, de este modo, a la conversión a Dios. Las Jornadas Mundiales de la Juventud son hoy un instrumento apostólico de primer orden.
La experiencia ha ido haciendo madurar el modo de concebir y de preparar las Jornadas. Como evocan las palabras del Papa que acabo de recordar, la cita mundial de los jóvenes católicos no es sólo un momento de fiesta reducido a unos días verdaderamente intensos. Se trata más bien de una peregrinación o camino espiritual que no cesa y que exige también una preparación remota - además de la próxima y organizativa - en la que se han de implicar los sacerdotes, los educadores y catequistas, los responsables del apostolado seglar y, en definitiva, toda la comunidad cristiana en los años anteriores al encuentro. Luego, también será necesario recoger los frutos cosechados y ayudar a los jóvenes a proseguir en el camino del espíritu y de la verdad.
Con la ayuda de Dios, la tercera semana de agosto de 2011 Madrid se convertirá en “un lugar radiante de fe y de vida, donde jóvenes de todo el mundo festejan a Cristo con entusiasmo” [02]. Así lo preveía el Papa el pasado Lunes Santo en la audiencia concedida a los jóvenes peregrinos españoles. Es necesario que aprovechemos esta ocasión providencial con una preparación esmerada, en plena sintonía con el Consejo Pontificio para los Laicos. Los dos años y medio que faltan para agosto de 2011 hemos de ponerlos bajo el signo de esa Cruz que ya ha comenzado a peregrinar en Madrid simbólicamente, lo hará de modo efectivo en esa misma archidiócesis el próximo 14 de septiembre y, desde el 26 de abril de 2010, recorrerá las demás diócesis de España portada por los jóvenes católicos. Hemos de invitar y animar a los jóvenes con nuestras palabras y con nuestro ejemplo a abrazarse a la Cruz, adorándola y haciéndola suya en el camino de sus vidas. Los jóvenes nos animarán también a nosotros - como han hecho en tantas ocasiones - a ponernos cada vez con mayor empeño apostólico a su servicio, cuando les veamos aceptar la Cruz y asumir “su peso, como el Cireneo, para participar en lo único que puede redimir a toda la humanidad”, según les pedía el Papa a los que peregrinaron a Roma; y cuando les veamos - como también les deseaba el Papa - hacerse cada vez más dignos de ella, sin avergonzarse nunca de ese signo supremo del amor [03].
En el camino de la preparación, celebración y aprovechamiento pastoral posterior de la Jornada Mundial de la Juventud jugarán un papel decisivo los sacerdotes, educadores y monitores. Por eso resulta también providencial la reciente iniciativa del Papa de convocar un Año sacerdotal.
II. Año sacerdotal
Benedicto XVI, en el discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación del Clero, del pasado 16 de marzo, anunció su decisión de convocar un “Año sacerdotal”, que tendrá lugar desde el próximo 19 de junio hasta el 19 de junio de 2010. La ocasión la proporciona la conmemoración del 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney (1786-1859), patrono de los párrocos, a quien el Santo Padre califica de “verdadero ejemplo de pastor al servicio del rebaño de Cristo” [04]. Un sacerdote, prácticamente de nuestros tiempos, canonizado en 1925.
Ante la Congregación para el Clero, el Papa iluminó con concisas y clarividentes palabras “la identidad misionera del presbítero en la Iglesia, como dimensión intrínseca del ejercicio de los tria munera”. Sus reflexiones apuntaron hacia “la indispensable tensión hacia la perfección moral, que debe existir en todo corazón auténticamente sacerdotal”. Porque, aunque sea verdad que la pura eficacia sacramental de la acción de los sacerdotes no depende de su situación existencial, sin embargo, la eficacia de su ministerio “depende sobre todo” de su tensión hacia la perfección espiritual.
La misión del presbítero, marcada por tal tensión espiritual, se lleva a cabo en la Iglesia. Se caracteriza, por tanto, por una cuádruple dimensión: eclesial, de comunión, jerárquica y doctrinal, que “es absolutamente indispensable para toda auténtica misión y sólo ella garantiza su eficacia espiritual”.
La misión es eclesial porque todo sacerdote sabe que no se anuncia a sí mismo, sino que, a través de su propia humanidad, es Otro quien quiere darse al mundo. “Dios es la única riqueza que, en definitiva, los hombres desean encontrar en un sacerdote”.
La misión del presbítero se realiza “en comunión” no tanto a causa de determinados aspectos de visibilidad social, por más relevantes que sean, cuanto porque tal socialidad eclesial “deriva esencialmente de la intimidad divina, de la cual el sacerdote está llamado a ser experto, para poder llevar, con humildad y confianza, las almas a él confiadas al mismo encuentro con el Señor”.
La misión implica una esencial dimensión doctrinal porque exige no sólo conocimientos teológicos rigurosos, sino también una formación espiritual permanente. En esta formación hunde sus raíces el ministerio sacerdotal y ha de ser “llevada a cabo en comunión con la Tradición eclesial ininterrumpida, sin rupturas ni tentaciones de discontinuidad. En este sentido - prosigue el Papa - es importante fomentar en los sacerdotes, sobre todo en las generaciones jóvenes, una correcta recepción de los textos del concilio ecuménico Vaticano II, interpretados a la luz de todo el patrimonio doctrinal de la Iglesia”.
La misión del presbítero se inserta en la constitución jerárquica de la Iglesia porque “como Iglesia y como sacerdotes anunciamos a Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado, soberano del tiempo y de la historia, con la alegre certeza de que esta verdad coincide con las expectativas más profundas del corazón humano”. Pues bien, “la centralidad de Cristo trae consigo la valoración correcta del sacerdocio ministerial, sin el cual no existiría la Eucaristía ni, por tanto, la misión ni la Iglesia misma”. En este sentido - pone de relieve el Papa - si se piensa en “nuevas estructuras” u organizaciones pastorales, no deben ser “pensadas para un tiempo en el que se debería <prescindir> del ministerio ordenado, partiendo de una interpretación errónea de la debida promoción de los laicos, porque en tal caso se pondrían los presupuestos para la ulterior disolución del sacerdocio ministerial y las presuntas <soluciones> coincidirían dramáticamente con las causas reales de los problemas actuales relacionados con el ministerio”.
El Papa no olvida recordar que, en todo ello, “también parece urgente la recuperación de la convicción que impulsa a los sacerdotes a estar presentes, identificables y reconocibles tanto por el juicio de fe como por las virtudes personales, e incluso por el vestido, en los ámbitos de la cultura y de la caridad, desde siempre en el corazón de la misión de la Iglesia”.
El Año sacerdotal significa, sin duda, una gracia, una oportunidad providencial y una llamada a nuestra responsabilidad de Obispos para que, con sentimientos y entrañas de pastores y de hermanos, abordemos, a la luz de la fe y de la riquísima doctrina del Concilio Vaticano II y del magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, la situación humana y espiritual de nuestros sacerdotes. Todo parece indicar que nos encontramos ante una hora decisiva para la renovación de lo que la exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis llama “pastoral presbiteral”.
A las generaciones de tantos beneméritos sacerdotes que han permanecido fieles a su vocación y a las promesas del día de su ordenación sacerdotal - tantas veces de modo heroico - han seguido nuevas generaciones de sacerdotes, que brotan en número creciente, con las que de nuevo sigue alumbrando la esperanza. He ahí un reto para nosotros, obispos diocesanos, y desde luego, también para nuestra Conferencia Episcopal; un reto que nos urge por igual y sin demora posible. Del aumento de las vocaciones sacerdotales y del consiguiente rejuvenecimiento de nuestros presbiterios depende decisivamente la posibilidad humana, espiritual y apostólica de la evangelización de nuestra sociedad y de sus jóvenes generaciones; evangelización fecunda en frutos dentro y fuera de la Iglesia.
III. El don de la Vida y el derecho de todos a vivir
Uno de los campos de la vida social donde urge evangelizar de nuevo es el de la conciencia acerca del don inestimable de la vida de cada ser humano y del derecho de todos a vivir, desde el momento de la concepción de un nuevo individuo de la especie humana hasta su muerte natural.
Es conocida la certera sentencia del filósofo Julián Marías, que pensaba que “la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final” [05], refiriéndose al siglo XX. En efecto, el crimen del aborto ensombrece desde siempre la historia de la humanidad. Pero ha sido precisamente en el siglo pasado cuando amplios sectores sociales han empezado a considerar públicamente que eliminar a los que van a nacer no sería algo de por sí reprobable y cuando tal mentalidad ha encontrado eco en legislaciones que han dejado de proteger de modo adecuado el derecho de todos a vivir.
El Siervo de Dios Juan Pablo II acuñó la expresión “El Evangelio de la vida”, en especial en la Carta encíclica del mismo nombre, firmada el 25 de marzo de 1995, poniendo vigorosamente de relieve todas las exigencias éticas que se desprenden del mensaje y del testimonio de Jesucristo, en quien Dios mismo, por la encarnación del Hijo, se ha unido en cierto modo a cada hombre, confirmando de modo inaudito el carácter sagrado de la vida de todo ser humano.
También España se vió inmersa en las últimas décadas en el mencionado proceso de deterioro de la conciencia moral en lo que toca al valor sagrado de la vida humana. Desde la legislación despenalizadora de 1983, la situación ha ido empeorando tanto en la práctica como en las leyes. Ante esta situación, los Obispos españoles y la Conferencia Episcopal nunca hemos dejado de anunciar el Evangelio de la vida en su integridad y de denunciar las leyes injustas, proponiendo la doctrina de la Iglesia con absoluta independencia de las cambiantes coyunturas políticas. Ya en 1974 hubo una intervención pública, aconsejada por ciertos debates del momento. Las declaraciones e instrucciones al respecto se produjeron luego sucesivamente en 1983, varias en 1985, 1991, 1994, de nuevo varias en 1998, dos en 2000 y una 2001 [06].
Muestra especial de cómo la enseñanza fiel y la práctica personal, privada y pública, de lo que exige el Evangelio de la vida a todo cristiano ha estado en el centro de nuestro interés y de nuestras preocupaciones pastorales en todos estos años ha sido la Instrucción Pastoral de esta Asamblea Plenaria publicada en abril de 2001 bajo el título de La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad.
No queremos ni podemos cejar en este empeño de proclamar el Evangelio de la vida en toda su belleza y con todas sus consecuencias. Su presupuesto antropológico y existencial imprescindible es el Evangelio de la familia, como queda de manifiesto en la mencionada Instrucción Pastoral. La labor de nuestra Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida aparece así en toda su importancia y actualidad pastoral.
Predicar el Evangelio de la vida y de la familia y ponerlo en práctica en la vida personal y social no es hacer política en el sentido estricto de esta palabra. Se trata más bien de procurar por medios legítimos el reconocimiento efectivo de aquellos valores éticos fundamentales que trascienden, preceden y sustentan la misma acción política, en particular, cuando se pretende conformar la vida en sociedad de acuerdo con los principios de un Estado democrático de derecho.
Juan Pablo II enseñaba a este respecto: “Si, por una trágica ofuscación de la conciencia colectiva, el escepticismo llegara a poner en duda hasta los principios fundamentales de la ley moral, el mismo ordenamiento democrático se tambalearía en sus fundamentos, reduciéndose a un puro mecanismo de regulación empírica de intereses diversos y contrapuestos” [07].
No faltan entre nosotros quienes, al menos de hecho, parecen querer reducir la democracia a tal mecanismo empírico de regulación de intereses, cuando afirman que las leyes deben representar simplemente una especie de denominador común de las diversas opiniones e intereses presentes en la sociedad, aun cuando lo que esté en cuestión sea nada más y nada menos que el derecho fundamental a la vida de los más débiles e inocentes, como son los que van a nacer. Se puede reconocer, con Juan Pablo II, “un cierto aspecto de verdad en esta valoración”, pero no se puede dejar de afirmar también con él que “sin una base moral objetiva ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable, tanto más cuanto que la paz no fundamentada sobre los valores de la dignidad humana y de la solidaridad entre todos los hombres es a menudo una paz ilusoria. En efecto, en los mismos regímenes participativos la regulación de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso. En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía” [08].
La advertencia la hacía Juan Pablo II no contra la democracia, sino precisamente en favor de ella. No es verdad que la democracia pueda funcionar bien como mero juego de mayorías y minorías con independencia de su sustrato ético, es decir, del reconocimiento y del respeto efectivo de los derechos fundamentales. Cuando la crisis de la conciencia moral en la sociedad afecta a un bien tan decisivo como es la vida humana y el derecho a la misma, no es de extrañar que la crisis moral pueda extenderse y de hecho se extienda a otros aspectos de la existencia de las personas y de las sociedades [09].
Debemos recordar de nuevo el derecho fundamental e inalienable de los padres y de las escuelas en colaboración con ellos a educar a sus hijos en los principios morales y religiosos que libremente asumen y cultivan. El Estado no puede ignorar tal derecho básico si no es cegando las fuentes de la sustancia moral capaz de configurar y de alimentar al sujeto moral y, en definitiva, al ciudadano responsable. Se violan los derechos de los padres y de las escuelas cuando se impone legalmente a todos una determinada visión antropológica y moral, es decir, una formación estatal de las conciencias. Así no se favorece la generación y el cultivo de la sustancia moral prepolítica que sea capaz de vitalizar las instituciones sociales y políticas. Otra cosa sería la oferta de una formación jurídica básica sobre las Declaraciones de los Derechos Humanos o sobre la Constitución Española. En esta perspectiva podría hallarse una solución a los graves problemas planteados por la llamada “Educación para la ciudadanía”. Los que siguen preocupándonos tanto acerca del estatuto de la asignatura y de los profesores de Religión católica, también podrían resolverse con voluntad de diálogo y de responder al ejercicio de un derecho fundamental que los padres reclaman ejercitar año tras año de modo masivo y con toda razón [10].
IV. La crisis económica
Pero la crisis de la conciencia moral afecta no sólo a los campos de derechos fundamentales como el derecho a la vida y el derecho a la educación, sino también al derecho al trabajo. Bastantes y cualificados especialistas consideran que las muy graves dificultades que padece nuestra economía, en el marco de una crisis de carácter mundial, también tienen que ver con una crisis global de naturaleza ética.
Nuestra última Asamblea Plenaria, ante lo excepcional de la situación, determinó apoyar a nuestras Cáritas diocesanas destinando para tal fin el 1% del Fondo Común Interdiocesano. Se trataba, ante todo, de un gesto para alentar el trabajo de tantos voluntarios que dedican su tiempo y sus personas a esta imprescindible labor eclesial, manifestación del amor de Cristo por los más necesitados; y para estimular la generosidad de todos en un momento en el que surgen por doquier nuevas necesidades como consecuencia de antiguas y nuevas carencias producidas por el paro, al parecer incontenible, y especialmente perjudicial para nuestros hermanos inmigrantes.
En los meses transcurridos desde entonces la situación ha ido empeorando y nuestras comunidades eclesiales - parroquias, comunidades de vida consagrada, movimientos y asociaciones apostólicas - han de atender a un número cada vez mayor de personas y familias necesitadas de alimento, vestido, dinero para pagar alquileres e hipotecas de viviendas y otras deudas improrrogables que ponen en peligro la misma subsistencia de las familias. La fina red de la solidaridad cristiana, fruto del amor fraterno, ha llegado también a la búsqueda de puestos de trabajo y a la atención a los pequeños empresarios y trabajadores autónomos, que han visto peligrar la base del propio mantenimiento y el de sus familias.
El ya próximo Día Nacional de la Caridad, en la Solemnidad del Corpus Christi, nos proporciona una nueva oportunidad de la gracia para intensificar y hacer más efectivo el esfuerzo de Cáritas y la generosidad de tantos hijos e hijas de la Iglesia que tan admirablemente se vuelcan en el servicio y en la ayuda a los necesitados. Ésta es la primera y más elemental respuesta de la Iglesia y de cada uno de los bautizados a las situaciones de pobreza y de dolor producidas por la crisis económica. ¡Es la respuesta de la caridad cristiana, que se alimenta del amor del mismo Cristo! Pero no pocos de los fieles reclaman, con toda razón, que la caridad llegue también a expresarse en el discernimiento de las causas éticas, tanto individuales como sociales, que han provocado la situación de crisis. Apelan a una actualización de la Doctrina Social de la Iglesia para ayudar a superar el lamentable estado de cosas actual a través de la conducta personal renovada y del compromiso activo con la sociedad y la comunidad política en la búsqueda sincera y desinteresada del bien común.
Hay noticias acerca de una posible nueva encíclica del Papa que versaría sobre doctrina social. Las dos encíclicas que ha publicado - Deus caritas est y Spe salvi, que prolongan con viveza el magisterio de Pablo VI y el de Juan Pablo II, en el contexto del la abundante y sugerente enseñanza del Concilio Vaticano II - permiten ya aclarar criterios y extraer conclusiones ético-sociales y ético-jurídicas que habremos de ofrecer a nuestros conciudadanos como un servicio de amor cristiano.
En cualquier caso, se puede sostener también ya que sin un cambio profundo de mentalidad y de actitudes, a la luz de una conciencia moral rectamente formada, es decir de una verdadera conversión personal y social, difícilmente se remontará esta grave crisis, cuyas dimensiones y horizontes se muestran tan inciertos e imprevisibles.
Será muy difícil superar esta crisis, de tan hondas raíces morales y humanas, sin el respeto de los imperativos espirituales y morales de la sobriedad y de la austeridad de vida; de la aceptación del sacrificio personal, compartido por todos, en aras del bien común; de la concepción y realización del trabajo como un derecho, pero también como un deber generosa y creativamente practicado; y sin una regulación normativa jurídica y administrativamente eficaz de la vida económica y financiera que proteja mejor a las instituciones estatales, a las financieras y a las empresas de conductas gravemente egoístas e inmorales, tantas veces estimuladas por generalizados patrones de vida marcados por el ansia del enriquecimiento fácil y rápido [11]. Sólo así se podrá restablecer la tan invocada y ansiada confianza social.
Como Iglesia y como católicos, nuestra responsabilidad es muy grande en estas circunstancias de tanto dolor para hermanos nuestros y de tanta incertidumbre respecto a la salida de la crisis. Hemos de dar ejemplo y abrir el camino a la conversión, tanto con nuestra vida personal y familiar, como en la social e institucional. Si siempre es obligado el compromiso de los católicos en la vida pública, en esta hora histórica lo es mucho más. Nuestro primer y principal recurso doctrinal y existencial es el del Evangelio de Jesucristo, crucificado y resucitado para nuestra salvación y la del mundo entero; es decir, el abrirnos al don del Espíritu Santo y a la Gracia del Amor.
Conclusión
El 11 de octubre de este año, antes por tanto de nuestra próxima Asamblea Plenaria, Benedicto XVI canonizará en Roma a dos nuevos santos españoles: el Hermano Rafael y el Padre Coll. Ambos son bien conocidos. Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), el joven monje cisterciense, a través de sus escritos, cristalina y original traducción al lenguaje y al mundo del siglo XX de las inquietudes místicas de nuestros clásicos de la Edad de Oro. Francisco Coll y Guitart (1812-1875), a través de su obra, las Hermanas Dominicas de la Anunciata, y por su ejemplo de celo apostólico en una Iglesia necesitada de renovación y vigor apostólico y en un mundo descristianizado que no ha dejado de ser el nuestro. Nos encomendaremos en Roma a su valiosa intercesión. Y les encomendamos también hoy los trabajos de nuestra Asamblea. Que nos guíe la estrella de María, la Madre de la Iglesia.
No quiero terminar sin reiterar expresamente nuestra sincera y cordial adhesión al Papa Benedicto XVI, a su persona y a su magisterio. Ya lo hizo así el Comité Ejecutivo de nuestra Conferencia hace algunas semanas. Al comenzar esta Plenaria de primavera expresamos de nuevo nuestro afecto y nuestro apoyo al Papa.
[01] Benedicto XVI, Ángelus del Domingo de Ramos, 5 de abril de 2009.
[02] Benedicto XVI, Discurso a los jóvenes de la achidiócesis de Madrid (España) venidos a Roma para la recepción de la cruz para la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, 6 de abril de 2009.
[03] Cf. Ibid.
[04] Benedicto XVI, Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero, 16 de marzo de 2009.
[05] Julián Marías, Diario ABC, 10 de septiembre de 1992.
[06] Cf. Conferencia Episcopal Española, La vida humana, don precioso de Dios. Documentos sobre la vida 1974-2006, Edice, Madrid 2006. Además de las intervenciones mencionadas, que se refieren al aborto en sí, se pueden encontrar también en esta misma publicación otros documentos de la Conferencia Episcopal referentes a la reproducción artificial y a la utilización y destrucción de embriones humanos en la investigación y en las aplicaciones clínicas, publicados en los años 1988, 2002, 2003, 2004 y 2006.
[07] Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitae 70.
[08] Ibid.
[09] Cf. LXXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de España, 23 de noviembre de 2006, números 17 y 52-56 (“Democracia y moral”).
[10] Cf. LXXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de España, 23 de noviembre de 2006, n1 18 y 63-64; y Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Declaración La Ley Orgánica de Educación (LOE), los Reales Decretos que la desarrollan y los derechos fundamentales de padres y escuelas, 23 de febrero de 2007 y Nueva Declaración sobre la Ley Orgánica de Educación (LOE) y sus desarrollos: profesores de religión y “Ciudadanía”, 20 de junio de 2007.
[11] Cf. LXXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de España, 23 de noviembre de 2006, n1 14 y 57-59 (“El servicio al bien común”).
Queridos Hermanos Cardenales, Arzobispos y Obispos,ZENIT nos ofrece el texto completo del comunicado hecho público el pasado viernes 17 de abril por la Santa Sede, en relación con la protesta oficial elevada por el Parlamento belga en relación con las declaraciones del Papa a los periodistas que le acompañaron durante el vuelo a Camerún y Angola, el pasado mes de marzo.
El Embajador del Reino de Bélgica, con instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha informado al Excmo. monseñor Secretario para las Relaciones con los Estados de la Resolución con la que la Cámara de los Representantes de su propio país ha pedido al gobierno belga que “condene las declaraciones inaceptables del Papa con ocasión de su viaje a África y que proteste oficialmente ante la Santa Sede”. El encuentro tuvo lugar el 15 de abril c.m.
La Secretaría de Estado toma acto con pesar de este paso, inusual en las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el reino de Bélgica. Deplora que una Asamblea Parlamentaria haya creído oportuno criticar al Santo Padre, sobre la base de un extracto de entrevista truncado y aislado de su contexto, que ha sido utilizado por algunos grupos con un claro intento intimidatorio, casi para disuadir al Papa de expresarse sobre algunos temas, cuya relevancia moral es obvia, y de enseñar la doctrina de la Iglesia.
Como se sabe, el Santo Padre, respondiendo a una pregunta sobre la eficacia y el carácter realista de las posturas de la Iglesia en la lucha contra el Sida, declaró que la solución es la de investigar en dos direcciones: por una parte en la humanización de la sexualidad, y por otra, en una auténtica amistad y disponibilidad hacia las personas que sufren, subrayando también el empeño de la Iglesia en ambos ámbitos. Sin esta dimensión moral y educativa la batalla contra el Sida no será vencida.
Mientras, en algunos países de Europa, se desencadenaba una campaña mediática sin precedentes sobre el valor preponderante, por no decir exclusivo, del profiláctico en la lucha contra el Sida, es confortante constatar que las consideraciones de orden moral desarrolladas por el Santo Padre han sido entendidas y apreciadas, en particular por los africanos y por los verdaderos amigos de África, así como algunos miembros de la comunidad científica. Como puede leerse en una reciente declaración de la Conferencia Episcopal Regional del África del Oeste (CERAO): “Estamos agradecidos por el mensaje de esperanza que [el Santo Padre] ha venido a entregarnos en Camerún y Angola. Ha venido para animarnos a vivir unidos, reconciliados en la justicia y la paz, para que la Iglesia en África sea ella misma una llama ardiente de esperanza para la vida de todo el continente. Y le agradecemos por haber vuelto a proponer a todos, con matices, claridad y perspicacia, la enseñanza común de la Iglesia en materia de pastoral con los enfermos de Sida”.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]
ZENIT publica la conferencia que dictó el padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., el 15 de abril de 2009, en el Capítulo de las Esteras celebrado en Asís con motivo del VIII Centenario de la aprobación de la Regla de san Francisco.
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap.
"Observamos la Regla que hemos prometido"
Asís, 15 de abril de 2009 - Capítulo de las Esteras
en el VIII Centenario de la aprobación de la Regla de san Francisco
1. El carisma en el estado naciente
Mi reflexión empieza con una pregunta: ¿qué recordamos exactamente en este año 2009? No la aprobación de la "Regla que hemos prometido", que es la Regla Bulada, sino la aprobación oral, por parte del Papa Inocencio III, de la primitiva regla, perdida, de san Francisco. Dentro de catorce años, en 2023, se celebrará el centenario de la Regla Bulada y en esa ocasión, podemos estar seguros, se hablará a todo campo de ella y de su importancia. Este año tenemos una oportunidad única para remontarnos al carisma franciscano en su nacimiento, por así decirlo, "en el estado puro". Es un kairòs para toda la orden y el movimiento franciscano; no podemos dejar que pase en vano.
Los sociólogos desde hace tiempo han evidenciado la fuerza y el carácter irrepetible de un movimiento colectivo en su "statu nascenti". Al hablar de los estados de efervescencia colectiva, Durkheim escribió: "El hombre tiene la impresión de estar dominado por fuerzas que no reconoce como propias, que le arrastran, que él no controla... Se siente transportado de una forma distinta de aquella en la que se desarrolla su existencia privada. La vida aquí no es sólo intensa, sino que es cualitativamente diferente" [1]. Para Max Weber, el nacimiento de tales movimientos está ligada a la aparición de un jefe carismático que, rompiendo con la tradición, arrastra a sus seguidores en una aventura heroica y produce en quien le sigue la experiencia de un renacimiento interior, una "metanoia", en el sentido de san Pablo [2]. La perspectiva de estos autores es sociológica; no explica por sí sola los movimientos religiosos, pero en cambio ayuda a entender su dinámica.
Según Francesco Alberoni son los momentos del origen de las religiones, de la reforma protestante, de la revolución francesa o bolchevique; nosotros podemos añadir sin duda: y del movimiento franciscano. Existe, según Alberoni, una evidente analogía entre el nacimiento de estos movimientos y el fenómeno del enamoramiento [3]. Eso fue, en todo caso, de lo que se trató para Francisco y para sus seguidores: de un enamoramiento.
Hay flores que no se reproducen plantando de nuevo su semilla o un brote de la planta, sino sólo a partir del bulbo que, misteriosamente, se despierta y vuelve a germinar en primavera. Así sucede, entre los que conozco, con los tulipanes y las calas. Creo que también la orden franciscana necesita recomenzar del bulbo. Y el bulbo es la primitiva intuición, o mejor inspiración ("El Señor me reveló..."), que Francisco de Asís tuvo en 1209 y que presentó a Inocencio III.
La enorme ventaja de esta fase del carisma franciscano, respecto a la disposición jurídica de 1223, es que esta última se resiente mucho más de las contingencias históricas y de las exigencias jurídicas del momento que la regla primitiva y es por lo tanto menos trasladable a nuestro tiempo. En ésta el movimiento se ha convertido ya en institución, con todos los añadidos, pero también las pérdidas que tal paso implica. Francisco -observa Sabatier- hallará en las normas eclesiásticas, recibidas en la Regla definitiva, "las directivas que darán una forma precisa a ideas intuidas vagamente, pero encontrará en ella también las estructuras en las que su pensamiento perderá algo de su originalidad y fuerza: el vino nuevo se meterá en odres viejos" [4]. Sin restar nada al valor inestimable de la Regla definitiva, es a aquel primer momento originario al que debemos remitirnos si, como se lee en la Carta de los Ministros Generales para este encuentro, deseamos afrontar con éxito "el desafío de la refundación".
Para fortuna nuestra, el contenido de la regla primitiva es una de las cosas mejor conocidas y menos controvertidas de toda la historiografía franciscana, a pesar de que su texto se perdiera. En su bula de aprobación de la Regla de 1223 "Solet annuere", el Papa Honorio III escribe: "Os confirmamos con la autoridad apostólica la Regla de vuestra orden, aprobada por nuestro predecesor el Papa Inocencio, de feliz memoria, y aquí transcrita". Se diría, de estas palabras, que se trata siempre de la misma Regla, sólo "transcrita", esto es, puesta por escrito. Pero sabemos que no es así. Sin ánimo de cargar las tintas, como ha hecho un filón bien conocido de la historiografía franciscana, y hablar de la Regla definitiva como de algo arrancado a Francisco, más que deseado por él, no hay duda de que llovió mucho entre las dos fechas. ¡Y mucho ha llovido también desde la primitiva regla!
Del tenor de esta primitiva regla estamos informados directamente por Francisco, quien escribe en el Testamento: "Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor Papa me lo confirmó".
Escribe Celano: "Viendo el bienaventurado Francisco que el Señor Dios le aumentaba de día en día el número de seguidores, escribió para sí y sus hermanos presentes y futuros, con sencillez y en pocas palabras una forma de vida y regla, sirviéndose, sobre todo, de textos del santo Evangelio, cuya perfección solamente deseaba. Añadió, con todo, algunas pocas cosas más, absolutamente necesarias para poder vivir santamente" [5].
Las "pocas palabras", puestas por escrito, comprendían sin duda los textos evangélicos que habían impactado a Francisco durante la famosa lectura del evangelio en una Misa y, por lo tanto, los pasajes sobre el envío en misión de los primeros discípulos por parte de Jesús, con las instrucciones de no llevar "ni oro, ni plata, ni pan, ni bastón, ni calzado, ni túnica de repuesto" [6]. Se piensa, no sin razón, que parte de estos textos son los que se contienen en el capítulo primero de la Regla no bulada.
Con todo, éstas no eran más que ejemplificaciones parciales. El propósito verdadero de Francisco se contiene en la expresión que se volverá a encontrar en todos los estadios sucesivos de la Regla y que el santo recalcará en el Testamento: "vivir según la forma del santo Evangelio". El propósito es un retorno sencillo y radical al evangelio, o sea, a la vida de Jesús y de sus primeros discípulos. Justamente los Ministros generales han dado a su carta de convocatoria de este capítulo el título "Vivir según el Evangelio".
2. Carismáticos itinerantes
En esta primera fase, Francisco no analizó los contenidos de su elección: esto es, qué aspectos del Evangelio se proponía revivir. Siguiendo su instinto del "sine glossa", lo tomó en bloque, como algo indivisible. En cambio hoy nosotros podemos destacar algunos contenidos concretos de su opción, basándonos en lo que le vemos emprender antes y después del viaje a Roma y del encuentro con el Papa. Podemos hablar de las tres "P" de Francisco: predicación, plegaria [oración], pobreza.
Lo primero que se pone a hacer Francisco es ir él mismo y enviar a sus compañeros por las aldeas y los pueblos a predicar la penitencia, exactamente como había oído que hacía Jesús. Jesús intercalaba la predicación con los tiempos de oración: de noche, de día, cuando amanecía, al caer la tarde; de la oración partía y a la oración volvía después de sus recorridos; lo mismo hace ahora el pequeño grupo reunido en torno a Francisco. La oración era el espléndido remate de todas las actividades del día. Todo ello acompañado de un estilo de vida pobre en el sentido más inclusivo de la palabra, o sea, hecho de pobreza material radical, pero también de pobreza espiritual, o bien de sencillez, humildad, alejamiento de los honores: cosas todas que más tarde Francisco recogerá en el nombre de "Menores", dado a sus frailes.
Hay que poner de relieve un dato importante: esta primitiva experiencia es enteramente laical. El gran historiador Joseph Lortz afirmó con fuerza: "El centro más íntimo de la piedad del santo católico, Francisco de Asís, no es clerical" [7].
La intuición de Francisco halla una singular confirmación en la orientación más reciente de los estudios sobre el Jesús histórico. Ha llegado a ser bastante común definir el grupo de Jesús y de sus discípulos, desde el punto de vista de la sociología religiosa, como "carismáticos itinerantes", aunque el modo con el que algunos entienden esta calificación no carece de pocas reservas [8]. "Carismáticos" indica el carácter profético de la predicación de Jesús, acompañada de signos y prodigios; "itinerantes" su carácter móvil y el rechazo a establecerse en un lugar fijo, confirmado por la expresión de Jesús: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8,20). "¡Carismáticos itinerantes!": no se podría encontrar una definición más adecuada para el primitivo grupo reunido en torno a Francisco.
3. De Francisco a Cristo
Es momento ahora de intentar pasar a la actualidad para ver qué podemos aprender de este principio de los inicios del movimiento franciscano. El primer peligro, o ilusión, a evitar es el de poder reproducir en las formas externas y concretas la experiencia de Francisco. La vida y la historia son como un río: jamás vuelven atrás.
Los intentos de reformas franciscanas en los que prevalece la atención a los rasgos externos de lo franciscano en el imaginario popular pueden atraer en el momento las simpatías de la gente que admira instintivamente el anticonformismo y un cierto estilo hippie, o bien tiene nostalgia de cierto pasado pre-conciliar, pero no resisten a la prueba del tiempo y de la vida. Lo que se debe reencontrar es la linfa de la que ha nacido el árbol, no replantar en la tierra su ramaje.
Debemos ante todo situarnos en la perspectiva adecuada. Cuando Francisco miraba atrás, veía a Cristo; cuando nosotros miramos atrás, vemos a Francisco. La diferencia entre él y nosotros está toda aquí, pero es enorme. Pregunta: ¿en qué consiste entonces el carisma franciscano? Respuesta: ¡en mirar a Cristo con los ojos de Francisco! El carisma franciscano no se cultiva mirando a Francisco, sino mirando a Cristo con los ojos de Francisco.
Cristo es todo para Francisco: es su única sabiduría y su vida. Antes de convertirse en una visión teológica en san Buenaventura y Scoto, el cristo-centrismo fue una experiencia vivida, existencial e irreflexiva de Francisco. No hay tiempo ni necesidad de multiplicar las citas. Al final de la vida, a un hermano que le exhortaba a que le leyeran las Escrituras, Francisco respondía: "(...) estoy ya tan penetrado de las Escrituras, que me basta, y con mucho, para meditar y contemplar. No necesito de muchas cosas, hijo; sé a Cristo pobre y crucificado" [9].
Estamos en el año paulino y es sumamente instructiva una comparación entre la conversión de Pablo y la de Francisco. La una y la otra se trataron de un encuentro fulminante con la persona de Jesús; ambos fueron "alcanzados por Cristo" (Flp 3,12). Ambos pudieron decir: "Para mí, vivir es Cristo" y "Ya no soy yo quien vivo; es Cristo quien vive en mí" (Flp 1,21; Ga 2,20); ambos pudieron decir -Francisco en un sentido más fuerte todavía que Pablo-: "llevo sobre mi cuerpo las estigmazas de Jesús" (Ga 6,17). Es significativo que los textos de la Liturgia de las Horas y de la Misa de la fiesta de san Francisco estén tomados en gran parte de las cartas de Pablo.
La famosa metáfora de las bodas de Francisco con la Señora Pobreza, que ha dejado huellas profundas en el arte y en la poesía franciscana, puede ser desviadora. El enamoramiento no es de una virtud, aunque fuera la pobreza; el enamoramiento es de una persona. Las bodas de Francisco fueron, como las de otros místicos, un esponsalicio con Cristo. La respuesta de Francisco a quien le preguntaba si quería tomar mujer: "Tomaré la esposa más noble y bella que jamás hayáis visto", normalmente se interpreta mal. Del contexto se deduce claramente que la esposa no es la pobreza, sino el tesoro escondido y la perla preciosa, o sea, Cristo. Comenta Celano: "La esposa es la verdadera religión que abrazó, y el tesoro escondido es el reino de los cielos, que tan esforzadamente él buscó" [10].
4. Una predicación franciscana renovada
A la luz de estas premisas procuremos ver cómo podríamos realizar hoy estos tres aspectos fundamentales de la primitiva experiencia franciscana que he evidenciado: predicación, plegaria [oración] y pobreza.
A propósito del primero, la predicación, habría que plantearse ante todo una cuestión inquietante: ¿qué lugar ocupa actualmente la predicación en la orden franciscana? En una predicación a la Casa Pontificia, brindé en una ocasión reflexiones que creo que pueden servirnos también aquí. En las iglesias protestantes, y especialmente en ciertas iglesias nuevas y sectas, la predicación lo es todo. En consecuencia, a ello se encaminan y encuentran modo natural de expresarse los elementos más dotados. Es la actividad número uno en la Iglesia. En cambio ¿quiénes son los que se reservan a la predicación entre nosotros? ¿Dónde van a parar las fuerzas más vivas y válidas de la Iglesia? ¿Qué representa el oficio de la predicación, entre todas las posibles actividades y destinos de los jóvenes sacerdotes? Me parece vislumbrar un grave inconveniente: que se dediquen a la predicación sólo los elementos que quedan después de la elección por los estudios académicos, por el gobierno, por la diplomacia, por la enseñanza, por la administración.
Hablando a la Casa Pontificia dije: hay que devolver al oficio de la predicación su puesto de honor en la Iglesia; aquí añado: hay que devolver al oficio de la predicación el lugar de honor en la familia franciscana. Me ha impresionado una reflexión de De Lubac: "El ministerio de la predicación no es la vulgarización de una enseñanza doctrinal en manera más abstracta, que sería respecto a aquella anterior y superior. La predicación es, al contrario, la enseñanza doctrinal misma, en su forma más elevada" [11]. San Pablo, el modelo de todos los predicadores, ciertamente anteponía la predicación a cualquier cosa, y todo lo subordinaba a ella. Hacía teología predicando, y no una teología de la que otros dedujeran después las cosas más elementales para transmitir a los fieles en la predicación.
Los católicos estamos más preparados, por nuestro pasado, para ser "pastores" que "pescadores" de hombres; esto es, estamos más preparados para apacentar a las personas que han permanecido fieles a la Iglesia que para traer a ella a nuevas personas, o para "repescar" a las que se han alejado. La predicación itinerante elegida por san Francisco para sí, responde precisamente a esta exigencia. Sería una lástima si ahora la existencia de iglesias y grandes estructuras propias hiciera también de nosotros, franciscanos, sólo pastores y no pescadores de hombres. Nosotros, franciscanos, somos "evangélicos" por nacimiento y por vocación; no debemos permitir que la predicación itinerante, en ciertos continentes -como América Latina-, la lleven a cabo sólo las modernas Iglesias "Evangélicas" protestantes.
Asimismo habría que hacer observaciones importantes sobre el contenido de nuestra predicación. Se sabe que la primitiva predicación franciscana estaba completamente centrada en el tema de la "penitencia"; hasta el punto que el primitivo nombre que se dieron los frailes fue el de "penitentes de Asís". Por predicación penitencial se entendía entonces una predicación enfocada en la conversión en el sentido del cambio de costumbres, por lo tanto de carácter moral. Fue el mandato que dio Inocencio III a los frailes: "Id con el Señor, hermanos, y, según Él se digne inspiraros, predicad a todos la penitencia" [12]. En la Regla definitiva este contenido moral se especifica: los predicadores deben anunciar "los vicios y las virtudes, la pena y la gloria" [13].
En este punto, un retorno mecánico al origen sería fatal. En una sociedad impregnada toda de cristianismo, el tema de las obras constituía el aspecto sobre el que era más natural y urgente insistir. Hoy ya no es así. Vivimos en una sociedad que en muchos países ha pasado a ser post-cristiana; lo más necesario es ayudar a los hombre a llegar a la fe, a descubrir a Cristo. Por eso no basta con una predicación moral o moralista; se necesita una predicación kerigmática dirigida al corazón del mensaje, que anuncie el misterio pascual de Cristo. Con este anuncio los apóstoles evangelizaron el mundo pre-cristiano y con tal anuncio podemos confiar en re-evangelizar el mundo post-cristiano.
Francisco, y gracias a él también en parte sus primeros compañeros, lograron evitar este límite moralista en su predicación. En él vibra con toda su fuerza la novedad evangélica. El evangelio es de verdad evangelio, o sea, buena nueva; anuncio del don de Dios al hombre antes aún que respuesta del hombre. Dante recogió bien este clima, cuando dice de él y de sus primeros compañeros:
"Su concordia y sus felices semblantes,
su maravilloso amor y la dulzura de sus miradas
fueron causa de santos pensamientos". [14]
Habían hallado -dicen las fuentes- el tesoro escondido y la piedra preciosa, y querían darlo a conocer a todos [15]. El aire que se respira alrededor de Francisco no es el de ciertos predicadores franciscanos posteriores, especialmente en el período de la Contrarreforma, del todo centrada en las obras del hombre, austera y aflictiva, pero de una austeridad más cercana a la de Juan Bautista que a la de Jesús. La imagen misma de Francisco se altera gravemente en este clima. Casi todos los cuadros de esta época le representan en meditación con una calavera en la mano, ¡a él, para quien la muerte era una hermana buena!
Así que sigamos también nosotros, franciscanos, predicando la conversión, pero demos a esta palabra el sentido que le daba Jesús cuando decía: "Convertíos y creed en el evangelio" (Mc 1,15). Antes de Él, convertirse quería decir siempre cambiar de vida y de costumbres, volver atrás (¡es el sentido del hebreo shub!), a la observancia de la ley y de la alianza quebrantada. Con Jesús ya no quiere decir volver atrás, sino dar un salto adelante y entrar en el reino que ha venido gratuitamente entre los hombres. "Convertíos y creed" no son dos cosas separadas, sino la misma cosa: ¡convertíos, esto es, creed en la buena nueva! Es la gran novedad evangélica y Francisco la acogió instintivamente, sin esperar a la teología bíblica del momento.
5. Una oración franciscana
El segundo elemento que caracteriza la primitiva experiencia de Francisco, como hemos visto, es una intensa vida de oración. En esta fase inicial, la oración franciscana es, como la predicación, una oración carismática. Más adelante, con la clericalización de la orden, el oficio divino se convertirá en la base de la oración de los frailes, pero al inicio no había breviarios ni otros libros. Oraban espontáneamente, como sugería el Espíritu, solos o juntos. Un capítulo de las Florecillas ha conservado un recuerdo de esta oración sin libros de Francisco y de sus compañeros [16].
¿Cómo reencontrar en nuestras comunidades algo de aquella oración espontánea, originaria? Antes de ser la oración de la primitiva comunidad franciscana, fue la oración de la primitiva comunidad cristiana. Pablo escribía a las comunidades: "Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lengua, una interpretación" (1 Co 14,26); y también: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor" (Ef 5,19).
Pues digámoslo: la oración común de las comunidades tradicionales corre peligro de reducirse fácilmente a lo que Isaías definía "nociones enseñadas por los hombres", un "honrar con los labios mientras que su corazón está lejos de Él" (Cf. Is 29,13-14). Ciertamente no debemos despreciar la oración litúrgica, pero es necesario sostenerla y mantenerla viva con otros tipos de oración; por sí sola no basta. Conocemos sólo dos tipos de oración: la oración litúrgica y la oración personal. La oración litúrgica es comunitaria, pero no espontánea; la oración personal es espontánea, pero no comunitaria. Se necesita una oración que sea al mismo tiempo comunitaria y espontánea, y esto es lo que llamamos oración carismática -no quién sabe qué extrañas formas de oración-.
Ésta permitiría, en determinadas circunstancias o dentro de la oración litúrgica misma -cuando está consentido-, momentos de auténtico compartir espiritual entre hermanos. De otra forma existe el riesgo de que compartamos todo en nuestras comunidades, excepto nuestra fe y nuestra experiencia de Jesús. Se habla de todo menos de Él.
El Espíritu Santo ha devuelto a la vida este tipo de oración carismática; es la fuerza de casi todas las nuevas comunidades y movimientos eclesiales del post-concilio. Podemos abrirnos a esta gracia sin traicionar en lo más mínimo nuestra identidad; es más, manifestándola. Cuando en la Iglesia apareció la renovación evangélica de Francisco y de las órdenes mendicantes en general, todas las órdenes preexistentes se beneficiaron de esta gracia, viendo en ella un desafío para redescubrir su propia inspiración evangélica de sencillez y pobreza. Lo mismo deberíamos hacer nosotros, órdenes tradicionales, ante los nuevos movimientos suscitados por el Espíritu en la Iglesia.
La oración carismática es esencialmente una oración de alabanza, de adoración, ¿y quién, más que Francisco, ha personalizado este tipo de oración? Un teólogo jesuita, antiguo profesor en la Gregoriana, Francis Sullivan, definió a Francisco de Asís como "el mayor carismático de la historia de la Iglesia". La renovación de la orden franciscana se presenta constantemente ligada, en su historia, a la renovación de la oración; ha partido casi siempre de casas de retiro y de oración.
6. Ser "para los pobres" y "ser pobres"
En cuanto al tercer elemento, la pobreza, diré sólo algo que ayuda a situar el ideal franciscano de la pobreza en la historia de la salvación y de la Iglesia y a ver cómo, también en este punto, Francisco lleva a cabo una vuelta al evangelio.
A propósito de la pobreza, el paso del Antiguo al Nuevo Testamento marca un salto de calidad. Se puede sintetizar así: el Antiguo Testamento nos presenta a un Dios "para los pobres"; el Nuevo Testamento a un Dios que se hace Él mismo "pobre". El Antiguo Testamento está lleno de textos sobre el Dios "que escucha el grito de los pobres", que "se apiada del débil y del pobre", que "defiende la causa de los infelices", que "hace justicia a los oprimidos" [17]; pero sólo el Evangelio nos habla del Dios que se hace uno de ellos, que elige para sí mismo la pobreza y la debilidad: "Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por vosotros" (2 Co 8,9). La pobreza material, de ser un mal a evitar, adquiere el aspecto de un bien a cultivar, un ideal a perseguir. Ésta es la gran novedad que trae Cristo.
De este modo se aclaran ya los dos componentes esenciales del ideal de la pobreza bíblica, que son: ser "para los pobres" y ser "pobres". La historia de la pobreza cristiana es la historia de la diferente actitud ante estas dos exigencias.
Una primera síntesis y un equilibrio entre las dos instancias se alcanzó en el pensamiento de hombres como san Basilio y san Agustín, y en la experiencia monástica por ellos emprendida, en la cual, a la pobreza personal más rigurosa, se une una solicitud semejante por los pobres y los enfermos -que se concreta en instituciones adecuadas que servirán, en algunos casos, como modelo para las futuras obras caritativas de la Iglesia.
En la Edad Media, asistimos a la repetición de este ciclo en otro contexto. La Iglesia, y en particular las antiguas órdenes monásticas, bastante enriquecidas en Occidente, cultivan ya la pobreza casi sólo en la forma de la asistencia a los pobres, a los peregrinos, o sea, gestionando instituciones caritativas. Contra esta situación, a partir del comienzo del segundo milenio, se alzan los llamados movimientos pauperísticos que ponen en primer plano el ejercicio efectivo de la pobreza, el retorno de la Iglesia a la sencillez y pobreza del Evangelio.
El equilibrio y la síntesis se realizan, esta vez, por las órdenes mendicantes y en especial por Francisco, quien se esfuerza por practicar, a la vez, un despojo radical y una atención amorosa a los pobres, los leprosos, y sobre todo por vivir la propia pobreza en comunión con la Iglesia, no contra ella.
Con todas las cautelas del caso, podemos tal vez percibir una dialéctica análoga también en la época moderna. La explosión de la conciencia social el siglo pasado y del problema del proletariado rompió de nuevo el equilibrio, impulsando a poner entre paréntesis el ideal de la pobreza voluntaria, elegida y vivida en el seguimiento de Cristo, para interesarse en el problema de los pobres. Sobre el ideal de una Iglesia pobre, prevalece la preocupación "por los pobres" que se traduce en mil iniciativas e instituciones nuevas, sobre todo en el ámbito de la educación de los niños pobres y de la asistencia a los más abandonados. También la doctrina social de la Iglesia es producto de este clima espiritual.
Fue el Concilio Vaticano II el que volvió a poner en primer plano el discurso sobre "Iglesia y pobreza". En la Constitución sobre la Iglesia se lee, al respecto: "Como Cristo efectuó la redención en la pobreza y en la persecución, así la Iglesia es llamada a seguir ese mismo camino... Cristo fue enviado por el Padre a evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos, para buscar y salvar lo que estaba perdido; de manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo" [18]. En este texto se reúnen las dos cosas: ser pobres y estar al servicio de los pobres.
Estos desarrollos también nos interpelan a los franciscanos de hoy. No deberíamos cometer el error de volver a la pobreza como se concebía, en las órdenes religiosas, antes de Francisco, y en la Iglesia universal antes del Vaticano II, o sea, casi sólo como ser "para los pobres", promover iniciativas sociales. A los franciscanos no nos basta con una "opción preferencial por los pobres"; se necesita también una "opción preferencial de la pobreza".
El significado concreto de esto varía de un lugar a otro, y no es mi intención aventurarme en sugerencias prácticas. Sólo digo que comparto la preocupación expresada por mi Ministro general, el padre Mauro Jori, en su reciente carta titulada: "¡Reavivemos la llama de nuestro carisma!", en la que denuncia el peligro, presente en ciertos ambientes, de transformar la opción de la pobreza de san Francisco en una opción de riqueza y de promoción social, que separa de la gente común más de lo que lleva a compartir su tenor de vida.
7. Nuestra situación en la Iglesia
Ahora desearía intentar ver cómo se situó Francisco respecto a la Iglesia de su tiempo y como, con su ejemplo, debemos situarnos los franciscanos de hoy. De las relaciones de Francisco con la Iglesia jerárquica tenemos, como es sabido, dos visiones opuestas: la de la historiografía oficial de la orden, del Francisco "vir catholicus et totus apostolicus", y la de los Espirituales de entonces, hecha propia por Sabatier, que habla de un conflicto más o menos latente y de instrumentalización de Francisco por parte de la jerarquía.
De esta última, por razones obvias de espectacularidad, es de la que se han apropiado en general las películas sobre Francisco. Todos recuerdan la frase que un cardenal pronuncia, con un guiño, en la cinta de Zeffirelli "Hermano sol, hermana luna", después que Inocencio III ha acogido a Francisco: "He aquí un hombre que hablara a los pobres y los llevara de nuevo a nosotros". Hasta la reducción televisiva de hace dos años sobre Francisco y Clara, por otro lado no exenta de valor, se acomoda a tal estereotipo.
La historia raramente transcurre en blanco y negro; con frecuencia prevalecen las medias tintas. Las intenciones humanas, incluso de los responsables de la Iglesia, no son siempre unívocas y puramente espirituales, especialmente en un tiempo como el de Inocencio III, en el que el Papa era la realidad política más visible del mundo occidental. Pero ¿por qué pensar que el Papa y los cardenales intentaran sólo reconquistar a las masas para sí, y no también para Jesucristo y el evangelio? A la interpretación "malévola" de la actitud de la jerarquía podemos, con buenas razones -también históricas-, oponer una interpretación "benévola". La Iglesia jerárquica se da cuenta de que no puede, dado el papel que desempeña en el mundo, llegar directamente a las masas populares en ebullición y ve en Francisco y en Domingo los instrumentos para esta necesidad urgente de la Iglesia frente a la agresividad de los movimientos heréticos.
Contamos con una confirmación de esta intención pastoral y no política de la actitud de Inocencio III, en el origen de la devoción de Francisco por la Tau. En el profeta Ezequiel leemos:
"La gloria del Dios de Israel se levantó de sobre los querubines sobre los cuales estaba, hacia el umbral del templo. Llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba en la cintura; y el Señor le dijo: ‘Pasa por la ciudad, por Jerusalén y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se comenten en medio de ella'" (Ez 9, 1-4).
En el discurso de apertura del Concilio Lateranense IV en 1215, el anciano Papa Inocencio III retomó este símbolo. Habría querido -decía- ser él mismo aquel hombre "vestido de lino que tenía la cartera de escriba en la cintura" y pasar personalmente por toda la Iglesia marcando una Tau en la frente de las personas que aceptaban entrar en situación de verdadera conversión [19].
Evidentemente no podía hacerlo en persona, y no sólo porque era anciano. Escuchándole, oculto entre la multitud, se piensa que estaba también Francisco de Asís; es cierto, en cualquier caso, que el eco del discurso del Papa llegó hasta él, que acogió el llamamiento y lo hizo suyo. Desde aquel día empezó a predicar, todavía con mayor intensidad que antes, la penitencia y la conversión, y a marcar una Tau en la frente de las personas que se acercaban a él. La Tau se convirtió en su sello. Con ella firmaba sus cartas, la dibujaba en las celdas de los frailes. San Buenaventura pudo decir tras su muerte: "la misión que tuvo fue de llamar a los hombres al llanto y al luto (...) y a grabar en la frente de los que gimen y se duelen el signo Tau" [20]. Por esto a veces Francisco fue llamado "el ángel del sexto sello": el ángel que lleva, él mismo, el sello del Dios vivo y lo marca en la frente de los elegidos (Cf. Ap 7,2 s.).
Francisco asumió la tarea que la Iglesia jerárquica no podía llevar a cabo, ni siquiera mediante su clero secular. Lo hizo sin espíritu polémico o apologético. No polemizó ni con la Iglesia institucional, ni con los enemigos de la Iglesia institucional; con nadie. En ello su estilo es distinto hasta de su contemporáneo Domingo.
Nos preguntamos: ¿qué dice todo esto respecto a nosotros? Por motivos diferentes a los de entonces (¡pero no del todo!), también hoy las masas se han apartado de la Iglesia institucional. Se ha creado un foso. Mucha gente ya no es capaz de llegar a Jesús a través de la Iglesia; hay que ayudarla a llegar a la Iglesia a través de Jesús, recomenzando desde Él y del evangelio. No se acepta a Jesús por amor a la Iglesia, pero se puede aceptar a la Iglesia por amor a Jesús.
He aquí una tarea precisamente de los franciscanos. Estamos en una posición única para hacerlo. Nos predispone a este papel la herencia de nuestro padre Francisco, el inmenso patrimonio de credibilidad que adquirió en toda la humanidad. Su intuición de una fraternidad universal que se extiende a todas las criaturas, acompañada de la opción de la minoridad, hacen de él y de sus seguidores los hermanos de todos, los enemigos de nadie, los compañeros de los últimos. La elección del Papa Juan Pablo II en cuanto Asís, como lugar de encuentro de las religiones, y otras iniciativas innumerables, son una señal de esta vocación de los hijos de Francisco.
La condición para poder desempeñar esta tarea de puente entre la Iglesia y el mundo es tener, como Francisco, un profundo amor y fidelidad a la Iglesia y un profundo amor y solidaridad con el mundo, sobre todo con el mundo de los humildes. Un medio no desdeñable es asimismo nuestro sayal franciscano. A través de él, Francisco se hace presente también visiblemente a los hombres de hoy. Si la gente nunca nos ve con el hábito, ¿cómo puede identificarnos como hijos de Francisco? Estoy convencido de que si los franciscanos dejaran de llevar sistemáticamente el hábito religioso en público, aún cuando se encuentran en países cristianos y católicos, privarían al mundo de un gran don y a sí mismos de una gran ayuda. Con su hábito, Francisco -como dice de Abel la carta a los Hebreos- "defunctus adhuc loquitur": "aún muerto, habla todavía" (Hb 11,4). Tengo de ello una prueba personal, en la ayuda que encuentro en el hábito durante mi servicio en televisión.
8. Un nuevo Pentecostés franciscano
¿Cómo poner por obra todas las propuestas evocadas y las todavía más numerosas que sin duda surgirán de las intervenciones siguientes? La respuesta nos viene de la palabra pronunciada por Francisco, cercano al final de su vida: "He concluido mi tarea; Cristo os enseñe la vuestra" [21]. Esta palabra no se dirigía sólo a los presentes, sino a sus seguidores de todos los tiempos.
Estamos llamados a lo que se decía al inicio sobre el carisma franciscano: no consiste en mirar a Francisco, sino en mirar a Cristo con los ojos de Francisco. Hay algo que permanece inmutable desde Francisco hasta nosotros, sean cuales sean los cambios históricos y sociales: el Espíritu del Señor. Toda la vida del Pobrecillo, si se le presta atención, acontece bajo la guía del Espíritu Santo. Casi cada capítulo de su vida se abre con la observación: "Francisco, movido, o inspirado, por el Espíritu Santo, fue, dijo, hizo...".
En la celebración del 1.600 aniversario del Concilio ecuménico Constantinopolitano I -el concilio que definió la divinidad del Espíritu Santo-, el Papa Juan Pablo II escribió: "Toda la labor de renovación de la Iglesia, que el Concilio Vaticano II ha propuesto e iniciado tan providencialmente... no puede realizarse a no ser en el Espíritu Santo, es decir, con la ayuda de su luz y de su virtud" [22]. Esto vale más que nunca para la renovación de las órdenes religiosas.
Existen sólo dos tipos posibles de renovación: una renovación según la ley y una renovación según el Espíritu. El cristianismo -lo enseña Pablo- es una renovación según el Espíritu (Tt 3,5), no según la ley. En realidad la ley no ha logrado renovar verdaderamente ninguna orden religiosa; saca a la luz la trasgresión, pero no da la vida. Es útil y preciosa si se pone al servicio de la "ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús" (Rm 8,2), no si pretende sustituirla.
Si, como escribe santo Tomás de Aquino, también la letra del Evangelio y los preceptos morales contenidos en él matarían si no se añadiera, en su interior, la gracia de la fe y la fuerza del Espíritu Santo [23], ¿qué deberíamos decir de todas las demás leyes positivas, incluidas las leyes monásticas? "La Ley fue dada por medio de Moisés, escribe san Juan, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (Jn 1,17). Aplicado a nosotros, esto significa: las reglas fueron dadas por Benedicto, por Francisco, por Domingo, Ignacio de Loyola..., pero la gracia nos viene siempre y solo de Jesucristo.
Debemos preguntarnos qué puede significar para nosotros, franciscanos, acoger la gracia del "nuevo Pentecostés" invocada por Juan XXIII. La segunda generación franciscana se vio a sí misma como la realización de las profecías de Joaquín de Fiore sobre una nueva edad del Espíritu. Había, evidentemente, ingenuidad, si no orgullo, en esta identificación, sin contar con que la tesis misma de una tercera era del Espíritu Santo -sea o no atribuible en esta forma a Joaquín- es herética e inaceptable. Sin embargo hay algo que podemos retener de este discutido capítulo de nuestra historia: la convicción de ser una realidad suscitada por el Espíritu Santo y que está llamada a mantener viva en el mundo la llama de Pentecostés.
El primer capítulo de las Esteras se abrió el día de Pentecostés de 1221; comenzó por lo tanto con el solemne canto del Veni creator que formaba ya parte de la liturgia de Pentecostés. Este himno, compuesto en el siglo IX, ha acompañado a la Iglesia en cada gran evento del segundo milenio cristiano: cada concilio ecuménico, sínodo, cada nuevo año o siglo ha empezado con su canto; todos los santos de estos diez siglos lo han cantado y han dejado en sus palabras la impronta de su devoción y amor al Espíritu.
Con él también invocamos nosotros la presencia del Espíritu sobre este nuevo Capítulo de las esteras. Ven Espíritu creador. Renueva el prodigio obrado al comienzo del mundo. Entonces la tierra estaba vacía, desierta, y las tinieblas cubrían la faz del abismo; pero cuando empezaste a aletear sobre él, el caos se transformó en cosmos (Cf. Gn 1,1-2), o sea, en algo bello, ordenado, armonioso. También nosotros experimentamos un vacío, la impotencia de darnos una forma y una vida nueva. Mueve tus alas, ven sobre nosotros; transforma nuestro caos personal y colectivo en una nueva armonía, en "algo bello para Dios" y para la Iglesia.
Renueva igualmente el prodigio de los huesos secos que vuelven a la vida, se ponen de pié y forman un ejército numeroso (Cf. Ez 37,1 ss.). Nosotros ya no decimos como Ezequiel: "Ven, Espíritu, de los cuatro vientos", como si no supiéramos aún de dónde sopla el Espíritu. En la semana pascual decimos. "¡Ven, Espíritu, del costado traspasado de Cristo en la cruz! ¡Ven de la boca del Resucitado!".
[Traducción del original italiano por Marta Lago]
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[1] E. Durkheim, Giudizi di valore e giudizi di realtà, in Sociologia e filosofia, Comunità, Milano 1963, pp. 216 s, (cit. da F. Alberoni, Innamoramento e amore, Garzanti, Milano 198625.
[2] M. Weber, Economia e società, Comunità, Milano 1961, vol. II, pp. 431 ss. (cit. da Alberoni, ib.).
[3] Cf. F. Alberoni, op. cit. pp. 5-9.
[4] P. Sabatier, Vita di san Francesco d'Assisi, Mondadori, Milano 1978, p. 75.
[5] Celano, Vita prima, XIII, 32.
[6] Cf. Leyenda de los tres compañeros VIII, 25.
[7] J. Lordtz, Francesco d'Assisi. Un santo unico, Edizioni Paoline 1973, p. 132.
[8] Cf. G. Theissen e A. Merz, Il Gesù storico. Un manuale, Queriniana, Brescia 20032, pp. 235 ss. y la crítica di D.G. Dunn, Gli albori del cristianesimo, I,1, Paideia, Brescia 2006, pp. 71ss.
[9] Celano, Vita secunda, LXXI, 105.
[10] Cf. Celano, Vita prima, III, 7 (FF, 331).
[11] H. de Lubac, Exégèse médiévale, I,2, Parigi 1959, p.670.
[12] Celano, Vita prima, XIII, 33.
[13] Segunda Regla, cap. IX.
[14] Divina Commedia, Paradiso, XI, vv.76-78.
[15] Cf. Celano, Vita prima, III, 6-7.
[16] Fioretti cap. IX.
[17] Sobre esto tema de Dios como soberano justo que defiende a los oprimidos en el Antiguo Testamento, cf. J. Dupont, Le beatitudini, Edizioni Paoline 1976, pp.596 ss.
[18] Lumen gentium, 8.
[19] Inocencio III, Sermo VI (PL 217, 673-678).
[20] S. Buenaventura, Legenda maior, Prólogo, 2.
[21] Celano, Vita secunda, CLXII, 214
[22] Juan Pablo II, Carta apostólica "A concilio Costantinopolitano I", in AAS 73 (1981), p. 489.
[23] Tomás de Aquino, Summa theologiae, I-IIae, q. 106, a. 1-2.
ZENIT nos ofrece a continuación el discurso del Papa EL DOMINGO 19 de Abril de 2009, con motivo del rezo del Regina Coeli, con los peregrinos reunidos en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, donde el Papa se ha retirado a descansar esta semana in albis. El rezo fue seguido por miles de fieles, a través de una conexión televisiva en directo, en la Plaza de San Pedro.
[Antes del Regina Coeli]
Queridos hermanos y hermanas
A vosotros, aquí presentes, y a cuantos están unidos a nosotros mediante la radio y la televisión, renuevo de corazón fervientes augurios pascuales, en este domingo que cierra la Octava de Pascua. En el clima de alegría, que proviene de la fe en Cristo resucitado, deseo también expresar un “gracias” cordialísimo a todos aquellos -y son verdaderamente muchos- que han querido hacerme llegar un signo de afecto y de cercanía espiritual en estos días, tanto por las fiestas pascuales, sea por mi cumpleaños -el 16 de abril-, como también por el cuarto aniversario de mi elección a la Cátedra de Pedro, que se cumple precisamente hoy. Agradezco al Señor por la coralidad de tanto afecto. Como he tenido modo de afirmar recientemente, nunca me siento solo. Aún más en esta semana singular, que para la liturgia constituye un sólo día, he experimentado la comunión que me rodea y me apoya: una solidaridad espiritual, nutrida esencialmente de oración, que se manifiesta en mil modos. A partir de mis colaboradores de la Curia Romana, hasta las parroquias geográficamente más alejadas, nosotros católicos formamos y debemos sentirnos una sola familia, animada por los mismos sentimientos que la primera comunidad cristiana, de la cual el texto de los Hechos de los Apóstoles que se lee en este domingo afirma: “La multitud de los creyentes tenía un sólo corazón y una sola alma” (Hch 4,32).
La comunión de los primeros cristianos tenía como verdadero centro y fundamento a Cristo resucitado. El Evangelio narra de hecho que, en el momento de la pasión, cuando el divino Maestro fue arrestado y condenado a muerte, los discípulos se dispersaron. Sólo María y las mujeres, con el apóstol Juan, permanecieron juntos y le siguieron hasta el Calvario. Resucitado, Jesús dio a los suyos un nueva unidad, más fuerte que antes, invencible, porque está fundada no en los recursos humanos, sino en su misericordia divina, que les hizo sentir a todos amados y perdonados por Él. Es por tanto el amor misericordioso de Dios el que une firmemente, hoy como ayer, a la Iglesia y el que hace de la humanidad una sola familia; el amor divino, que mediante Jesús crucificado y resucitado nos perdona los pecados y nos renueva interiormente. Animado de esta íntima convicción, mi amado predecesor Juan Pablo II quiso dedicar este domingo, el segundo de Pascua, a la Divina Misericordia, y señaló para todos a Cristo resucitado como fuente de confianza y de esperanza, acogiendo el mensaje espiritual transmitido por el Señor a santa Faustina Kowalska, sintetizado en la invocación “¡Jesús, confío en tí!”.
Como para la primera comunidad, María nos acompaña en la vida de cada día. Nosotros la invocamos como “Reina del Cielo”, sabiendo que su realeza es como la de su Hijo: toda amor, y amor misericordioso. Os pido que le confiéis a Ella nuevamente mi servicio a la Iglesia, mientras con confianza le decimos: Mater misericordiae, ora pro nobis.
[Tras el Regina Coeli, dijo]
Dirijo ante todo un cordial saludo y fervientes augurios a los hermanos y a las hermanas de las Iglesias Orientales que, siguiendo el Calendario Juliano, celebran hoy la santa Pascua. Que el Señor resucitado renueve en todos la luz de la fe y dé abundancia de alegría y de paz.
Mañana comenzará en Ginebra, organizada por Naciones Unidas, la Conferencia de examen de la Declaración de Durban de 2001 contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la relativa intolerancia. Se trata de una iniciativa importante porque aún hoy, a pesar de las enseñanzas de la historia, se registran estos fenómenos deplorables. La Declaración de Durban reconoce que “todos los pueblos y las personas forman una familia humana, rica en diversidad. Ellos han contribuido al progreso de la civilización y de las culturas que constituyen el patrimonio común de la humanidad... la promoción de la tolerancia, del pluralismo y del respeto puede conducir a una sociedad más inclusiva”. A partir de estas afirmaciones se requiere una acción firme y concreta, a nivel nacional e internacional, para prevenir y eliminar toda forma de discriminación y de intolerancia. Es necesaria, sobre todo, una vasta obra de educación, que exalte la dignidad de la persona y tutele sus derechos fundamentales. La Iglesia, por su parte, reafirma que sólo el reconocimiento de la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, puede constituir una referencia segura para este empeño. Desde este origen común, de hecho, brota un destino común de la humanidad, que debería suscitar en cada uno y en todos un fuerte sentido de solidaridad y de responsabilidad. Formulo mis votos sinceros para que los Delegados presentes en la Conferencia de Ginebra trabajen juntos, con espíritu de diálogo y de acogida recíproca, para poner fin a toda forma de racismo, discriminación e intolerancia, marcando así un paso fundamental hacia la afirmación del valor universal de la dignidad del hombre y de sus derechos, en un horizonte de respeto y de justicia para toda persona y pueblo.
[En español dijo]
Saludo con afecto a los fieles de lengua española, en particular a los peregrinos de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de Murcia. En este segundo domingo de Pascua, dedicado a la Divina Misericordia, invoquemos a la Santísima Virgen María para que nos alcance la gracia de reconocer a Cristo Resucitado como la fuente de toda esperanza, que sigue actuando su misericordia en los sacramentos, especialmente en el de la Reconciliación, y en la acción caritativa de la Iglesia. ¡Feliz Pascua y Feliz Domingo!
[En polaco dijo]
Hoy, en el Domingo de la Divina Misericordia, saludo de forma particularmente cordial a los connacionales del Siervo de Dios Juan Pablo II. Fue él quien nos recordó a todos el mensaje de Cristo Misericordioso, revelado a Santa Faustina. Nos exhortó a llevarlo al mundo entero. Frente al mal que en los corazones humanos disemina tanta desolación es una tarea más que nunca actual. Intentemos ser testigos del amor misericordioso de Dios. Permaneciendo en la alegría pascual, en el día del aniversario de mi elección a la Sede de Pedro, agradezco a todos las oraciones por mí.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]
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Catequesis que Benedicto XVI pronunció el miércoles, 15 de Abril de 2009, ante los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para la audiencia general. |
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La tradicional audiencia general de los miércoles hoy está impregnada de gozo espiritual, el gozo que ningún sufrimiento ni pena pueden borrar, porque es un gozo que brota de la certeza de que Cristo, con su muerte y su resurrección, ha triunfado definitivamente sobre el mal y sobre la muerte. "¡Cristo ha resucitado, aleluya!", canta la Iglesia en fiesta. Y este clima festivo, estos sentimientos típicos de la Pascua, no sólo se prolongan durante esta semana, la octava de Pascua, sino que se extienden también a lo largo de los cincuenta días que van hasta Pentecostés. Más aún, podemos decir que el misterio de la Pascua abarca todo el arco de nuestra existencia.
En este tiempo litúrgico son realmente numerosas las referencias bíblicas y los estímulos a la meditación que se nos ofrecen para profundizar el significado y el valor de la Pascua. El via crucis, que en el Triduo sacro recorrimos con Jesús hasta el Calvario reviviendo su dolorosa pasión, en la solemne Vigilia pascual se transformó en el consolador via lucis. Podemos decir que todo este camino de sufrimiento, visto desde la resurrección, es camino de luz y de renacimiento espiritual, de paz interior y de firme esperanza. Después del llanto, después del desconcierto del Viernes santo, al que siguió el silencio lleno de espera del Sábado santo, al alba del "primer día después del sábado" resonó con vigor el anuncio de la Vida que ha derrotado a la muerte: "Dux vitae mortuus regnat vivus", "El Señor de la vida había muerto, pero ahora, vivo, triunfa".
La novedad conmovedora de la resurrección es tan importante que la Iglesia no cesa de proclamarla, prolongando su recuerdo especialmente cada domingo. En efecto, cada domingo es "día del Señor" y Pascua semanal del pueblo de Dios. Nuestros hermanos orientales, con el fin de evidenciar este misterio de salvación que afecta a nuestra vida diaria, en lengua rusa llaman al domingo "día de la resurrección" (voskrescénje).
Así pues, para nuestra fe y para nuestro testimonio cristiano es fundamental proclamar la resurrección de Jesús de Nazaret como acontecimiento real, histórico, atestiguado por muchos y autorizados testigos. Lo afirmamos con fuerza porque, también en nuestro tiempo, no falta quien trata de negar su historicidad reduciendo el relato evangélico a un mito, a una "visión" de los Apóstoles, retomando o presentando antiguas teorías, ya desgastadas, como nuevas y científicas.
Ciertamente, la resurrección no fue para Jesús un simple retorno a la vida anterior, pues en ese caso se trataría de algo del pasado: hace dos mil años uno resucitó, volvió a su vida anterior, como por ejemplo Lázaro. La Resurrección se sitúa en otra dimensión: es el paso a una dimensión de vida profundamente nueva, que nos toca también a nosotros, que afecta a toda la familia humana, a la historia y al universo.
Este acontecimiento, que introdujo una nueva dimensión de vida, una apertura de nuestro mundo hacia la vida eterna, cambió la existencia de los testigos oculares, como lo demuestran los relatos evangélicos y los demás escritos del Nuevo Testamento. Es un anuncio que generaciones enteras de hombres y mujeres a lo largo de los siglos han acogido con fe y han testimoniado a menudo al precio de su sangre, sabiendo que precisamente así entraban en esta nueva dimensión de la vida.
También este año, en Pascua resuena inmutable y siempre nueva, en todos los rincones de la tierra, esta buena nueva: Jesús, muerto en la cruz, ha resucitado y vive glorioso, porque ha derrotado el poder de la muerte, ha introducido al ser humano en una nueva comunión de vida con Dios y en Dios. Esta es la victoria de la Pascua, nuestra salvación. Así pues, podemos cantar con san Agustín: "La resurrección de Cristo es nuestra esperanza", porque nos introduce en un nuevo futuro.
Es verdad: la resurrección de Jesús funda nuestra firme esperanza e ilumina toda nuestra peregrinación terrena, incluido el enigma humano del dolor y de la muerte. La fe en Cristo crucificado y resucitado es el corazón de todo el mensaje evangélico, el núcleo central de nuestro "Credo". En un conocido pasaje paulino, contenido en la primera carta a los Corintios (1 Co 15, 3-8), podemos encontrar una expresión autorizada de ese "Credo" esencial. En él, el Apóstol, para responder a algunos miembros de la comunidad de Corinto que paradójicamente proclamaban la resurrección de Jesús pero negaban la de los muertos —nuestra esperanza—, transmite fielmente lo que él, Pablo, había recibido de la primera comunidad apostólica sobre la muerte y la resurrección del Señor.
Comienza con una afirmación casi perentoria: "Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué. Si no, habríais creído en vano" (vv. 1-2). Inmediatamente añade que ha transmitido lo que él mismo había recibido. Y a continuación viene el pasaje que hemos escuchado al inicio de nuestro encuentro. San Pablo presenta ante todo la muerte de Jesús y, en un texto tan escueto, pone dos añadiduras a la noticia de que "Cristo murió": la primera: murió "por nuestros pecados"; la segunda: "según las Escrituras" (v. 3). La expresión "según las Escrituras" pone el acontecimiento de la muerte del Señor en relación con la historia de la alianza veterotestamentaria de Dios con su pueblo, y nos hace comprender que la muerte del Hijo de Dios pertenece al entramado de la historia de la salvación; más aún, nos hace comprender que esa historia recibe de ella su lógica y su verdadero significado.
Hasta ese momento la muerte de Cristo había permanecido casi como un enigma, cuyo éxito era aún incierto. En el misterio pascual se cumplen las palabras de la Escritura, o sea, esta muerte realizada "según las Escrituras" es un acontecimiento que contiene en sí un logos, una lógica: la muerte de Cristo atestigua que la Palabra de Dios se hizo "carne", "historia" humana, hasta el fondo. Cómo y por qué sucedió eso se comprende gracias a la otra añadidura que san Pablo hace: Cristo murió "por nuestros pecados". Con estas palabras el texto paulino parece retomar la profecía de Isaías contenida en el cuarto canto del Siervo de Dios (cf. Is 53, 12). El Siervo de Dios —así dice el canto— "indefenso se entregó a la muerte", llevó "el pecado de muchos", e intercediendo por los "rebeldes" pudo obtener el don de la reconciliación de los hombres entre sí y de los hombres con Dios: su muerte es, por tanto, una muerte que pone fin a la muerte; el camino de la cruz lleva a la Resurrección.
En los versículos que siguen el Apóstol se refiere a la resurrección del Señor. Dice que Cristo "resucitó al tercer día según las Escrituras". ¡De nuevo "según las Escrituras"! No pocos exegetas ven en la expresión "resucitó al tercer día según las Escrituras" una alusión significativa a lo que se lee en el Salmo 16, donde el Salmista proclama: "No me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción" (v. 10). Este es uno de los textos del Antiguo Testamento que, en el cristianismo primitivo, se solía citar a menudo para probar el carácter mesiánico de Jesús. Dado que según la interpretación judía la corrupción comenzaba después del tercer día, las palabras de la Escritura se cumplen en Jesús, que resucita al tercer día, es decir, antes de que comience la corrupción.
San Pablo, transmitiendo fielmente la enseñanza de los Apóstoles, subraya que la victoria de Cristo sobre la muerte se produce por el poder creador de la Palabra de Dios. Este poder divino trae esperanza y alegría: este es, en definitiva, el contenido liberador de la revelación pascual. En la Pascua Dios se revela a sí mismo y revela el poder del amor trinitario que aniquila las fuerzas destructoras del mal y de la muerte.
Queridos hermanos y hermanas, dejémonos iluminar por el esplendor del Señor resucitado. Acojámoslo con fe y adhirámonos generosamente a su Evangelio, como hicieron los testigos privilegiados de su resurrección; como hizo, algunos años después, san Pablo, que se encontró con el divino Maestro de un modo extraordinario en el camino de Damasco. No podemos tener sólo para nosotros el anuncio de esta Verdad que cambia la vida de todos. Con humilde confianza oremos: "Oh Jesús, que resucitando de entre los muertos has anticipado nuestra resurrección, nosotros creemos en ti".
Me complace concluir con una exclamación que solía repetir Silvano del Monte Athos: "Alégrate, alma mía. Siempre es Pascua, porque Cristo resucitado es nuestra resurrección". Que la Virgen María nos ayude a cultivar en nosotros, y en nuestro entorno, este clima de alegría pascual, para ser testigos del Amor divino en todas las situaciones de nuestra vida.
Una vez más, ¡feliz Pascua a todos!
Alocución que pronunció el 13 de Abril de 2009, lunes de la octava de Pascua a mediodía, al rezar la oración mariana del Regina Coeli desde Palacio pontificio de Castelgandolfo junto a varios miles de peregrinos.
Queridos hermanos y hermanas:
En estos días pascuales oiremos resonar a menudo las palabras de Jesús: "He resucitado y estoy siempre contigo". La Iglesia, haciéndose eco de este anuncio, proclama con júbilo: "Era verdad, ha resucitado el Señor, aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad". Toda la Iglesia en fiesta manifiesta sus sentimientos cantando: "Este es el día en que actuó el Señor". En efecto, al resucitar de entre los muertos, Jesús inauguró su día eterno y también abrió la puerta de nuestra alegría. "No he de morir —dice—, viviré". El Hijo del hombre crucificado, piedra desechada por los arquitectos, es ahora el sólido cimiento del nuevo edificio espiritual, que es la Iglesia, su Cuerpo místico. El pueblo de Dios, cuya Cabeza invisible es Cristo, está destinado a crecer a lo largo de los siglos, hasta el pleno cumplimiento del plan de la salvación. Entonces toda la humanidad se incorporará a él y toda realidad existente participará en su victoria definitiva. Entonces —escribe san Pablo—, él será "la plenitud de todas las cosas" (Ef 1, 23) y "Dios será todo en todos" (1 Co 15, 28).
Por tanto, la comunidad cristiana se alegra porque la resurrección del Señor nos garantiza que el plan divino de la salvación se cumplirá con seguridad, no obstante toda la oscuridad de la historia. Precisamente por eso su Pascua es en verdad nuestra esperanza. Y nosotros, resucitados con Cristo mediante el Bautismo, debemos seguirlo ahora fielmente con una vida santa, caminando hacia la Pascua eterna, sostenidos por la certeza de que las dificultades, las luchas, las pruebas y los sufrimientos de nuestra existencia, incluida la muerte, ya no podrán separarnos de él y de su amor. Su resurrección ha creado un puente entre el mundo y la vida eterna, por el que todo hombre y toda mujer pueden pasar para llegar a la verdadera meta de nuestra peregrinación terrena.
"He resucitado y estoy siempre contigo". Esta afirmación de Jesús se realiza sobre todo en la Eucaristía; en toda celebración eucarística la Iglesia, y cada uno de sus miembros, experimentan su presencia viva y se benefician de toda la riqueza de su amor. En el sacramento de la Eucaristía está presente el Señor resucitado y, lleno de misericordia, nos purifica de nuestras culpas; nos alimenta espiritualmente y nos infunde vigor para afrontar las duras pruebas de la existencia y para luchar contra el pecado y el mal. Él es el apoyo seguro de nuestra peregrinación hacia la morada eterna del cielo.
La Virgen María, que vivió junto a su divino Hijo cada fase de su misión en la tierra, nos ayude a acoger con fe el don de la Pascua y nos convierta en testigos felices, fieles y gozosos del Señor resucitado.
Después del Regina coeli
En este particular tiempo de Pascua, invito a todos a imitar a los discípulos y discípulas que, yendo de sorpresa en sorpresa, tuvieron el gozo de encontrar a Cristo resucitado, vivo para siempre entre nosotros. Muchas gracias.
Comentario a las lecturas del domingo segundo de Pascua – B publicado en el Diario de Avisos el domingo 19 de Abril de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
Me caes muy bien, Tomás
DANIEL PADILLA
A mí, qué quieres que te diga, me caes muy bien, Tomás. Quizá sea por la cuenta que me trae, ya que me siento muy retratado en ti. O simplemente porque comprendo las sucesivas etapas de tu actitud. Ya lo sé desde siempre, y basándonos en las mismas palabras, te hemos llamado "el incrédulo". Y nos hemos quedado tan anchos. Pero estoy seguro que el "tono" que empleó Jesús -"no seas incrédulo"-, fue un tono afectuoso, de exquisita amistad, con una gota de ironía. Como si te dijera: "¡Vaya Tomás, te ha tocado sufrir! ¡Lo siento! ¡Ya pasó todo! ¡Ven a mis brazos, incrédulo!" Por eso, me caes bien. Y, lo repito, comprendo todos tus pasos. Primero. Tu huida. El evangelio dice sin explicaciones: "Tomás... no estaba con ellos". ¿Habías huido? ¡Qué va, por Dios, que va! Tú, simplemente, no podías soportar la cháchara de tus compañeros que repetían y repetían: "Y ahora, ¿qué hacemos?" Empezaba a invadirte una agobiante claustrofobia entre aquellas paredes. Y abriste la puerta y... saliste. Sin más. Para llorar a solas. Para seguir dando vueltas en tu cabeza a los recuerdos. Para tratar de reconstruir, sobre el propio terreno, los pasos de Jesús. Para tratar de entender cómo lo pueden dejar tan sólo. No. Tú no huiste. Segundo. Tu rabia. Lo tuyo no era falta de fe. Lo tuyo era “rabia”. (Y perdona que interprete así tus famosas palabras: "Si no meto mis dedos en las llagas... no creo".) Eso era rabia. Una rabia infinita y terrible. Una gran contrariedad. Y tus palabras fueron como esas papeletas que hacemos todos, cuando todo nos sale mal. ¡Sales un momento a rumiar las cosas con más sosiego, con más intensidad, y, en ese momento aparece Jesús. Y, encima, tus compañeros, como chicos con zapatos nuevos, te pasan la miel por los labios: "¡Hemos visto al maestro! ¡Hemos visto al maestro!". Te descentraste, eso fue todo. Y soltaste todos los disparates que se te ocurrieron. Eso es lo que solemos hacer todos cuando aquello que más queremos presenciar, al fin ocurre, ¿y nosotros? Tercero. "Señor mío y Dios mío". Pero lo que de verdad me entusiasma de ti, y me enternece, y me llena de envidia, son las palabras que tú, "estando con ellos", pronunciaste, "a los ocho días": "Señor mío y Dios mío". Son las palabras de un verdadero creyente. Son la llegada y entrega de alguien que ha recorrido un difÍcil itinerario de fe. La rendición de un luchador que se humilla sin condiciones. Son palabras que tienen el mismo carisma que el "Qué quieres, Señor, que haga" de San Pablo o aquellas de San Agustín: "¡Qué tarde te conocí, hermosura siempre antigua y siempre nueva!". Son la oración-síntesis de un alma orante. Contienen el reconocimiento de que, sin Jesús, no podemos nada de nada. "¡Señor mío y Dios mío!" ¡Qué hermoso ejercicio repetirlas cuando nos hemos pasado de rosca y deseamos volver al buen camino! ¡Qué bello decirlas esas noches que nos sentimos muy cansados y no tenemos ganas de hacer una oración larga!
Artículo publicado en la revista de la diócesis de Tenerife “Iglesia nivariense” –Abril 2009 – Nº 92 en la sección “La calle opina”.
EL ANTÍDOTO PARA LA CRISIS:
LA FRATERNIDAD
Óscar Guerra
Delegado Diocesano de Migraciones
Inmersos en una pandemia a la que los especialistas del ramo han designado como "crisis global" no es extraño que todos los "laboratorios" se afanen por buscar una vacuna que sea eficaz y lleve a paliar las con-secuencias dolorosas de una enfermedad que a todos afecta; pero que tiene, como toda epidemia, una especial incidencia en aquellos que están en situación de vulnerabilidad, más indefensos, más desprotegidos ante la magnitud de dicha enfermedad.
Nuestra Iglesia lleva muchos siglos poniendo su granito de arena ante cada "enfermedad" que va surgiendo; ahora ante este reto de dimensiones insospechadas. Este virus que a todos nos amenaza y al que podemos llamar "crisis", está afectando a muchos sectores de nuestra sociedad, de forma especial a aquellos que se encuentran más des-protegidos por tener menos garantías en sus derechos, en su estabilidad o incluso en su subsistencia; y entre ellos, no cabe duda, están muchos de nuestros hermanos inmigrantes.
Por ello, la Iglesia sigue esforzándose en hacernos caer en la cuenta de que toda enfermedad tiene su tratamiento paliativo y también, sin lugar a duda, con un poco de esfuerzo por parte de todos, una vacuna eficaz que vaya haciendo remitir los nefastos efectos que ya produce esta afección.
La respuesta paliativa y de cura que la Iglesia nos regala ante la situación actual nos viene dada por el lema con el que este año celebramos la jornada mundial de las migraciones: "Ante la crisis, comunidades fraternas". Se nos invitó, como comunidades cristianas, a reconocer con generosidad todo lo que los inmigrantes han venido aportando a nuestra sociedad y a nuestras parroquias con su trabajo y su servicio; y, también, a no cerrarnos sobre nosotros mismos en este tiempo de recesión donde ellos, los más desprotegidos, están siendo los primeros en ser abandonados a su suerte.
Esta ha sido una llamada a renovar y reforzar nuestro servicio de Iglesia en la atención a nuestros hermanos inmigrantes, refugiados y víctimas de cualquier forma de abuso o explotación y a hacerlo desde la fraternidad como signo que nos identifica. Un reto continuo que, desde la fe, se ha de transformar para nosotros en compromiso fraterno que nace, sobre todo, de la comunión con el Señor que nos ha amado hasta dar la vida por nosotros y que nos ha mandado a hacer lo mismo. Cuanto más unidos estamos a Cristo, tanto más solícitos hemos de mostrarnos con el prójimo y, cuánto más nos identificamos con ÉL, más debe llevarnos a amar y servir a nuestros hermanos.
Nadie ha dicho que sea fácil asumir que, en parte, la solución de los gran-des problemas del mundo pasa por lograr transformar nuestro entorno, por cambiar nuestros "chips" y abrirnos a la llamada que nos hace la Iglesia a la fraternidad... pero hemos de recordar que lo verdaderamente valioso no suele estar al alcance de la mano, o en palabras de Jesús: "Allí donde está tu tesoro, está tu corazón". Por lo que podemos afirmar que el antídoto lo tenemos, está en nuestro corazón, está en la fraternidad vivida y compartida; pero... ¿estamos dispuestos a producir esa vacuna que nace en nuestro interior y construir así un mundo distinto?
Estracto de DOSSIER FIDES “La virginidad de María y su significado en nuestro tiempo” de Especial FIDES – 25 de Marzo de 2009
La virginidad del corazón
Desde el primer pecado de Adán y Eva, el corazón del hombre está dividido. El pecado causa disturbios en nuestra armonía interior, en nuestra unión con Dios, con nosotros mismos y con los demás. María fue preservada del pecado original y de toda culpa personal. Toda su vida fue caridad y apertura al Señor. En el momento de su vocación se puso a disposición de Dios in ninguna reserva. No ha habido ningún momento de su vida en la que no haya vivido plenamente su “sí”. En nuestro camino de fe la santa Virgen nos ayuda a vivir una donación total y pura a Dios.
Jesús nos dice: “Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero” (Lc 16,13). Con estas palabras el Señor nos pone en guardia frente a toda forma de idolatría, de compromiso con el mundo y falsedad. El mundo no necesita de cristianos superficiales, sino de hombres y mujeres que hagan penetrar la luz del Evangelio en todos los ambientes de la vida; necesita de testigos verdaderos y creíbles. No somos sinceros si pretendemos de los otros el ejercicio de la virtud pero nosotros no somos los primeros en esforzarnos en ese sentido; o si criticamos los yerros de los demás pero no trabajamos constantemente en mejorar nuestro carácter; o si acusamos a los demás tratando de camuflar de esa manera nuestros pecados. No es justo, si los padres rezan por la fe de sus hijos, pero los obstaculizan si sienten la vocación al sacerdocio o a la vida consagrada.
Para conservar la virginidad del corazón debemos luchar contra la concupiscencia de la carne. Nos ayudan la pureza de la mirada, la disciplina de los sentimientos y de la imaginación y el rechazo de toda complacencia en pensamientos impuros que induce a alejarse del camino de los mandamientos divinos. Es también importante un sano sentido del pudor, pues éste preserva la intimidad de la persona, regula los gestos de conformidad con la dignidad de las personas y de su unión, sugiere la paciencia y la moderación en la relación amorosa, inspira las preferencias en el modo de vestir y fomenta hace crecer la virtud de la discreción. En una oración a María, la Madre Julia escribía: “Has realizado todo lo que Dios esperaba de ti.” Este debe ser también nuestro deseo: realizar todo aquello que Dios espera de nosotros, con alegría y entera donación, en la virginidad del corazón.
Alfonso Aguiló
Los hombres no nacemos felices o infelices, sino que aprendemos a ser lo uno o lo otro. Con la felicidad nadie se topa a la vuelta de una esquina. No es como la lotería, que llega un día de repente. No hay felicidad a bajo precio. Es algo que tiene que forjar cada uno, aprendiendo a ser feliz.
— Pero mucha gente piensa que es la sociedad quien te hace feliz o infeliz.
Indudablemente nuestro entorno influye en nuestra felicidad, pero la felicidad no puede considerarse como algo externo al hombre, que a uno le toca o no le toca en la lotería de la vida. Verlo así sería disponerse para caer en un conformismo victimista o en una frivolidad irresponsable.
Esos planteamientos cerrados son, además de un error antropológico, la mejor forma de perder la esperanza en la lucha diaria por mejorarnos y mejorar el mundo que nos rodea. Podemos hacer mucho por tomar las riendas de nuestra vida y ser felices.
— ¿Pero se puede ser totalmente feliz?
Total y absolutamente feliz, no. Siempre hay cosas que nos llevan a sentirnos infelices, y a veces son difíciles de explicar. Toda vida humana tiene momentos de dolor, y lo habitual es que sean frecuentes y que llenen la vida de cicatrices que van curtiendo a la persona. Cualquier biografía –apunta Enrique Rojas– está surcada por cordilleras de obstáculos y frustraciones. Asomarse a la vida ajena es descubrir sus desgarros, las señales de la lucha con uno mismo y con su entorno, pero también la grandeza del esfuerzo por salir adelante, por eso que se llama vivir. La vida es un forcejeo permanente con la adversidad.
— Pero si la vida es tan dolorosa y difícil, ¿cómo se puede ser feliz?
No debe confundirse la felicidad con algo tan utópico como querer pasar toda la vida en un estado de euforia permanente, o de continuos sentimientos agradables. Eso sería una ingenuidad. Quien pensara así, estaría casi siempre triste, se sentiría desgraciado, y su familia probablemente también.
Digo que su familia también, porque los demás notan todo eso perfectamente. Muchos padres, por ejemplo, viven con la idea romántica de que los chicos no se enteran de nada de lo que pasa en la casa, que son felices y se pasan el día riendo y jugando, disfrutando con sus cosas y ajenos a la tristeza o la alegría de la familia.
Sin embargo, detrás quizá del candor de su sonrisa, o de esa mirada preocupada, lo ven todo. Y reflexionan. Y muchos sienten una terrible soledad. Y a lo mejor no tienen con quien hablar con confianza, a quien contarle que sufren viendo el ambiente triste de sus padres y de toda su casa.
— Pero la tristeza o la alegría es algo que depende mucho de la disposición hacia ella con que haya nacido cada uno...
Cada uno nace con una cierta disposición a la alegría, con distinto humor. De acuerdo. Pero, junto a ello, para llegar a la alegría es preciso luchar por alcanzarla e incorporarla a nuestro carácter.
— Es fácil cuando uno no tiene preocupaciones...
Pero es necesario hacerlo para alejarlas. Y tendrás que superar esos bajones en el estado de ánimo, y quizá dejar alguna cosa que no es tan importante y sacar tiempo para sentarte un rato con el resto de la familia y charlar, aunque a lo mejor no te apetezca mucho. Y será el momento de hablar sobre esos detalles que tanto pueden mejorar el ambiente de la casa, esas gratificaciones mutuas que llenan de alegría el hogar.
Reflexiona sobre el talante con que afrontas las cosas negativas, y así, al conocer lo que te hace sentirte desgraciado, o lo que hace sentirse desgraciados a los demás, podréis combatirlo mejor.
Si te paras a pensar, a lo mejor caes en la cuenta de que estás esperando a circunstancias que probablemente nunca van a llegar. Piensas que serás feliz cuando no tengas esas preocupaciones, o cuando te vuelva la salud perdida, o cuando finalice aquella ocupación absorbente, o cuando sea, pero siempre queda como algo lejano. Y sabes bien que cuando pasen esas circunstancias llegarán otras, y corres el peligro de consumir tu vida esperando esa utopía.
Tienes que aprender a encontrar la felicidad en la brega normal de cada día.
Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, Cursillista, Peregrino, Colaborador en la redacción de la Positito super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici y Vicepostulador de su Causa de Canonización
HISTORIA: Una encrucijada difícil
Por Mons. Jaime Capó (1989)
1. Era necesario hacer este recorrido para ubicarnos en el momento en que se inicia los Cursillos de Cristiandad, y poder explicar la situación conflictiva que surgió, tanto con los organismos nacionales y diocesanos de A.C. como con un amplio sector del clero, sin descontar la reacción de la Nunciatura Apostólica en España y los recelos de algunos organismos vaticanos. ¡Esta es la encrucijada! Cursillos tomaron una dirección desconocida y extraña a las estructuras establecidas. El análisis de este hecho puede llevarnos a penetrar en la mente de los iniciadores, y, también, a comprender la actitud de personas que creyeron servir a la iglesia, persiguiendo al Movimiento de Cursillos. Por lo expuesto anteriormente, es fácil colegir que la A.C. estaba en su punto culminante. Se había llevado a cabo la magna peregrinación a Santiago. Los dirigentes nacionales poseían una acentuada personalidad, merecido respeto, y eran admirados por laicos, clero, Obispos y Organismos Vaticanos. Todos se esforzaban por fortalecer los "cuadros de la A.C." La A.C., teórica y reglamentariamente, lo cubría todo: mundo laboral, universitario, intelectuales, publicidad, jóvenes obreros, la familia total a través de las cuatro ramas, y los niños mediante las delegaciones del Aspirantado. El reglamento presentaba una trabazón orgánica perfecta. Todo estaba coordinado y todo estaba bajo control jerárquico. La A.C. ponía en el "mandato jerárquico" su capacidad apostólica. Se orientaba a la ESPECIALIZACION. Se procedía de acuerdo a la aplicación estríete de los reglamentos. Consideraba que las ramas juveniles tenían como primer objetivo la FORMACIÓN. El Consiliario poseía el derecho de veto en las cuestiones que rozaban la fe o la moral. Prácticamente todo.
2. Los Cursillos de Cristiandad reclaman, por exigencia táctica, otros planteamientos pastorales. Intentemos descubrir esta línea de proceder y, por tanto, de pensar a través de los hechos. Principio vital y siempre defendido por los iniciadores es la HETEROGENEIDAD versus la especialización. Los reglamentos eran una camisa de fuerza para aquellos jóvenes que querían comerse el mundo y adentrarse en todos los ambientes. Era de todos conocida la frase de que "LOS REGLAMENTOS SOLO SIRVEN CUANDO NO ESTORBAN". Suponía un ataque a la raíz misma de la fuerza reglamentada de la A.C. Los iniciadores de Cursillos no aceptaron que la FORMACIÓN fuera el objetivo preferente. Se aplicó el principio de que la ACCIÓN Y LA FORMACIÓN deben ir parejas. Los cursillistas acudían al sacerdote, voluntaria y libremente, pero no se sentían atados a un Consiliario que pudiera vetarlos. La fuerza expansiva de los Cursillos puso de manifiesto estas diferencias, y sonó la alarma en los altos mandos, laicos y jerárquicos, de la A.C. y de la Iglesia española.
3. En el tomo XXVII de la Historia de la Iglesia (2) editada por EDICEP se dedica un largo estudio a "MEDIO SIGLO DE HISTORIA DE LA IGLESIA ESPAÑOLA". En la pág. 522 se dice: "Al principio la incomprensión y el recelo fueron genéreles y, de hecho, fueron considerados una novedad peligrosa." La
perspectiva histórica da poca importancia a dos o tres años. Pero este tiempo es decisivo para el logro de nuestro propósito: conocer la mentalidad del Movimiento en sus inicios. Examinemos los hechos. En PROA de Diciembre de 1949 se publica una página titulada: "CUADRO DE HONOR DE LOS CURSILLOS".
Aparecen cuatro recuadros:
1o. CONSILIARIOS. Con nombre y apellido se indican 25 sacerdotes que han trabajado en Cursillos.
2o. RECTORES Y PROFESORES. Aparecen 12 laicos que pueden considerarse el grupo fundacional, junto con los integran el tercer recuadro.
3o. ADMINISTRADORES. Se señalan 5 seglares más.
En otro recuadro se consigna de qué parroquias o localidades, y cuántos de ellas han asistido a cursillos. En el número de marzo de 1950 se reseña la reunión que en febrero tuvieron cincuenta (50) Consiliarios en el monasterio de la Real y destaca el articulista que "CURSILLOS Y GRUPOS, DOS TEMAS QUE DESPIERTAN EL MÁXIMO INTERÉS".
En Diciembre de 1950 asistió a la ASAMBLEA GENERAL de la J.A.C. diocesana de Mallorca el que era, entonces, Consiliario Nacional [Manuel Aparici [1]]. De su discurso copio: "...he visto este fruto admirable, ese instrumento providencial, que el Señor ha puesto en vuestras manos, que son los Cursillos, y yo os aseguro, que he pedido documentos detallados y que me avisen de las fechas de los cursillos, para mandar a los jóvenes propagandistas del Consejo Superior (nacional) a que los vivan, a fin de irlos extendiendo por toda España..."
En otro aparte hace referencia al hecho de que Eduardo Bonnin dejaba la presidencia de la J.A.C. y pasaba a vocal de Cursillos del Consejo Diocesano. Copio del discurso del Consiliario Nacional [Manuel Aparici]: "Eduardo no se va, deja de ser presidente, pero se queda en el Consejo, en la Obra más querida de ese Consejo porque es la obra más querida de vuestro Obispo y que es la obra más querida de Jesucristo. La obra de los Cursillos".
Sobreabundan los documentos que prueban que los Cursillos no fueron incomprendidos en su inicio.
Conociendo a Manolo Aparici no se puede dudar de su sinceridad.
4. Llevó a Madrid inquietud e ilusión. Los hechos posteriores confirman que el Consejo Superior no compartió los sentimientos del Consiliario Nacional. En el año 1952 se desplaza a Mallorca, en ocasión de la XIII Asamblea, el presidente nacional, Enrique Pastor. PROA, en esta ocasión, solamente ofrece unos períodos "más importantes de su discurso". Habla el presidente de "sacrificios sangrantes" y señala tres grados "en que este sacrificio debe realizarse":
1o. POR EL CLERO: Establece que debe haber seglares que trabajen "con celo igual al suyo (sacerdotes), puesto que participan del suyo... para que los frutos lleguen a manos de estos sacerdotes que son los únicos que tienen derecho a recibirlos, que son los únicos que tienen derecho a presentarlos a Dios".
2o. Quiere reenfocar los Cursillos como instrumento de revitalizar la A.C., y que debe tener prioridad la reforma de las estructuras a la conquista de un compañero para llevarlo a Cursillos.
3o. Habla de un sacrificio por la Iglesia que nos haga capaces de sacrificarlo todo, hasta los cursillos, por la Jerarquía, por la sociedad y por la Iglesia.
En la Asamblea General del año 1953 el Obispo habla de que los Cursillos son blanco de contradicción. Fue en este discurso de cierre de Asamblea donde pronunció la expresión de "CURSILLOS DE CRISTIANDAD". Esta palabra formaba un todo con las siguientes. "BENDITOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD QUE TIENEN LA SUERTE DE SER «SIGNUM CUI CONTRADICETUR», BLANCO DE CONTRADICCIÓN...''
En otro aparte afronta de manera valiente la situación dolorosa de críticas acerbas y crecientes. Dice: "Como doctor de la fe y custodio de las costumbres, en comunión con la Sede Apostólica, Obispo de Mallorca por disposición de Dios, quiero esta tarde -porque creo que ha llegado el momento- daros un poco de doctrina sobre esta particular que os sirva de enseñanza y orientación. Primero no os preocupéis demasiado por lo que digan de vosotros, porque algunos hablan mal de los Cursillos o de los Jóvenes de A.C. ..."
Este discurso se publicó íntegro en enero de 1954 en PROA. Ahí surgió el nombre de Cursillos de Cristiandad. El tono y solemnidad de las palabras del Obispo dan a entender que la situación agresiva contra lo Cursillos era intensa y peligrosa. En pocos años había cambiado el sentir de católicos prominentes, de líderes por nombramiento, celosos del bien de la Iglesia, guardianes implacables de los reglamentos de la A.C. Este hecho pone de manifiesto el desarrollo de los Cursillos y la mentalidad de los iniciadores.
5o. Teniendo presente cuanto señalé respecto de la estructura férrea de la A.C., y del puesto y valor de que gozaba ante la Jerarquía, es correcto señalar que la causa del cambio registrado se debe a la APERTURA que los Cursillos de Cristiandad forzaron versus los cuadros cerrados de la A.C. En primer término, la J. de A.C. de Mallorca se abrió a la juventud con el propósito de concientizarla en su fe. No se trataba de inscribir socios en las listas de los centros de A.C. La
revitalización de la A.C. sería un efecto de la evangelización de la juventud. Enrique Pastor contrapuso, en el discurso al que me referí, el afán de los cursillos de llevar otros amigos a Cursillos con la necesidad de cambiar las estructuras. Enrique Pastor ignoraba que los iniciadores de Cursillos tenían, como criterio preferente, "vertebrar cristiandad". Bautizar la sociedad.
6o. Estos jóvenes, apóstoles activos con liderato natural, se entregaron a la obra de evangelizar a los compañeros de juerga y malicia. Pero ¿con qué mandato? No sólo no pertenecían a la A.C., sino que, por conclusión aprobada en Asamblea General, debían esperar al menos seis meses de perseverancia y acción para recibir la insignia de A.C. Para evitar imprudentes inscripciones en la A.C. se estableció que cada año todos los miembros entregarían la insignia al Consiliario quien sería libre de devolverla a quienes le pareciere oportuno.
Si al inicio de los primeros cursillos, los Consiliarios tenían una ingerencia directa en los asistentes a Cursillos, por proceder del Centro de A.C, con esta apertura la mayoría de jóvenes apóstoles de la parroquia no eran miembros de la A.C. Cursillos había realizado una apertura necesaria, fecunda, lógica... pero tuvo que pagar caro el precio de dar el primer paso.
Los iniciadores de Cursillo pudieron haberse acomodado a las exigencias de los organismos centrales. No lo hicieron. Mantuvieron sus criterios, defendieron sus ideas, comprobaron la eficacia de sus métodos, reclamaron la validez de su doctrina.
[1] Lo puesto entre corchetes [Manuel Aparici] no es del autor, sino de quien envía el documento.
Estracto de DOSSIER FIDES “La virginidad de María y su significado en nuestro tiempo” de Especial FIDES – 25 de Marzo de 2009
“Bienaventurados los puros de corazón” (Mt 5,8
La virginidad del espíritu
El diálogo entre el ángel Gabriel y María nos hace comprender cómo la fe penetraba el modo de pensar de la Virgen de Nazaret. Después de que el mensajero de Dios le ha anunciado que dará a luz a un hijo que deberá llamar Jesús (cf. Lc 1,30-33), ella pregunta: “¿Cómo es esto posible? No conozco a varón” (Lc 1,34). Esta pregunta ante todo testimonia que María no ha acogido el anuncio del ángel en un sentido puramente pasivo. La fe no sustituye el modo de pensar humano, sino que lo impulsa, hace crecer su horizonte y lo abre a los pensamientos y proyectos de Dios. Quien es creyente, pone todas las fuerzas de su espíritu al servicio del Señor. Escuchando las palabras del ángel, María es puesta en dificultad, porque, inesperadamente, se encuentra teniendo que escoger entre dos vocaciones, aparentemente contradictorias: por un lado se siente llamada a la virginidad, que le hace decir que no conoce a hombre; por otro el ángel le dice que concebirá a un hijo. En esta situación su modo de pensar puro y creyente se muestra por el hecho de que no rechaza el anuncio del ángel. No dice “¡No es posible!”. Simplemente hace la pregunta: “¿Cómo es posible?”. La palabra “cómo” expresa la virginidad de su mente. No dice un “no” sin fe al plan de Dios. El ángel viene en ayuda de la dificultad de su razón y recuerda que Isabel ha concebido un hijo en la vejez, más allá de toda expectativa humana. Esta constatación de que Dios puede hacer cosas aparentemente imposibles, le basta a la humilde Virgen de Nazaret para decir un “sí” lleno de fe, poniéndose a total disposición de Dios y de su obra.
María tenía un pensamiento simple y profundo. Su espíritu no era complicado, ni ingenuo, no era egoísta o cerrado. Estaba dirigido totalmente a Dios y no conocía ese modo de pensar y de hablar replegado sobre sí mismo, tan típico de nosotros hombres. Madre Julia escribió al respecto: “La Virgen no conoce en sí misma la consciencia analítica con los desgarros y tumultos interiores que derivan de ella como frutos amargos que le siguen. En María no hay nada que no haya alcanzado la madurez. Por el contrario, la maravillosa e infinita grandeza de su vocación y toda su colaboración con el plan de la redención como Esposa y Madre surgen de su corazón puro e inmaculado, de su vida simple de hija de Dios, de su integralidad, disponibilidad y fidelidad virginales”.
María nos enseña a combatir al “padre de la mentira” (Jn 8,44). Ella nos ayuda a no dejar entrar en nuestros pensamientos la duda, las excusas, el orgullos, los celos y la desconfianza contra Dios. La virginidad del espíritu significa que vigilamos sobre nuestro modo de pensar y no damos curso libre a nuestros pensamiento sin control. San Pablo nos exhorta a destruir “sofismas y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios”; con el Apóstol debemos decir: “reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo” (2 Cor 10,5). Hay pensamientos verdaderos y buenos que nos abren nuevos horizontes y nos dirigen a Dios, nuestro sumo bien. Pero hay pensamientos peligrosos que nos alejan interiormente de la fidelidad a la Iglesia, del amor al cónyuge o a la vocación sacerdotal o consagrada y que conducen a los hombres por caminos peligrosos. San Pablo expresa en este sentido su preocupación porque los cristianos de Corinto, en sus pensamientos, podían ser pervertidos “apartándose de la sinceridad con Cristo” (2 Cor 11,3).
La virginidad del espíritu significa dirigir continuamente el pensamiento a Dios y a su verdad. Quien tiene dicha disposición, expresión de auténtica humildad, se abre al rayo de la verdad que lo alcanza y es verdaderamente sincero en sus intenciones, en sus palabras y acciones. Con corazón puro escucha la voz de su conciencia y al mismo tiempo pone todas sus fuerzas al servicio del reino de Dios. Si somos personas de este tipo, obtenemos de Dios la sabiduría y podemos contar con su ayuda y su bendición.
“La Resurrección de Cristo y el destino final de la humanidad”
A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD
“Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda”
Muchas realidades preocupan a los seres humanos, y entre ellas destaca ante la perspectiva ineludible de la muerte, el cuestionamiento de lo que será de nosotros después de la muerte.
El destino final humano, ha sido objeto de una pregunta vital, y los más grandes filósofos a la par que las religiones tratan, de dar respuesta a esta preocupación.
Algunos filósofos griegos afirmaron que un componente del hombre, el alma no muere, sino que goza de la inmortalidad, pero que el cuerpo humano se reduce a polvo sin más horizonte. Y una creencia religiosa sostiene que al morir los seres humanos, su espíritu abandona el cuerpo y se encarna o ingresa en otro cuerpo, y así puede haber varias reencarnaciones sucesivas hasta encontrar la paz.
Es significativo observar como la filosofía griega y las creencias de la reencarnación, no le dan ningún futuro al cuerpo humano. Incluso Platón afirmó que el cuerpo era como “la caverna” que aprisiona al alma, y que la máxima liberación de ella era salir del cuerpo, y que por ello el cuerpo era despreciable.
Nos dice el Concilio Vaticano II que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22), es decir nadie ilumina tanto la realidad humana como Jesucristo. Cuando el Verbo eterno de Dios se encarnó en el seno virginal de María, todo lo humano se dignificó y elevó. Y nosotros creemos que por haber sido creados por Dios y por haber sido salvados por Jesucristo, toda nuestra realidad humana es digna y valiosa, y que en el hombre y la mujer toda su integridad, cuerpo y alma son valiosos, y que por el bautismo son sagrados. ¡Que grande es la realidad del hombre y de la mujer, gracias a Jesucristo!
Y acerca del destino final del hombre y de la mujer, Cristo también ilumina esta realidad. El verdaderamente murió y su sagrado cuerpo fue sepultado, pero El resucitó, y este es el gran Mensaje de la Pascua, Jesucristo se manifestó en su cuerpo humano en nuevas condiciones, condiciones de gloria, y a sus apóstoles les mostró sus manos y el costado con los signos de la crucifixión (cfr. Jn. 20, 20) e incluso con Tomás condescendió, en que tocara las señales dejadas en sus manos por los clavos y la herida abierta en su costado (cfr. Jn. 20, 25).
Cristo Resucitado, en sus manifestaciones pascuales, les evidenció a sus discípulos que era El, el mismo, por ello también comparte en una ocasión la comida con ellos. “tomó el pan en sus manos y lo repartió, y lo mismo hizo con los peces” (Jn. 21, 13), no era un fantasma, no era una apariencia, era El mismo resucitado. Estas manifestaciones los llenaron de inmensa alegría y de luz. Era el que habían conocido, pero glorificado “En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida mas allá del tiempo y del espacio” (CATIC 646)
Jesucristo en su admirable encarnación eleva todo lo humano y en su impresionante resurrección, nos revela que nuestro destino último no es, ni la sola inmortalidad del alma, ni mucho menos nuestro cuerpo reducido a polvo, sino que nosotros estamos llamados a resucitar gloriosos. El ha resucitado de entre los muertos, como primer fruto o primicia de quienes han muerto.
Por la gracia de Dios y nuestra colaboración lo que ha acontecido con Jesucristo, puede acontecer con todos nosotros. ¡Que grandeza del Amor divino!
Gran don es el tener la existencia y estar llamados a en definitiva, vivir para siempre. Es este el llamado de Dios, pero necesitamos observar lo que Jesucristo nos enseñó, para así resucitar a la vida eterna.
Que grande es nuestra fe, que visión tan extraordinaria tenemos del hombre y de la mujer, y que maravillosa esperanza de su destino final glorioso. Podremos experimentar como Jesús el sufrimiento, el rechazo, la traición, la vida dolorosa y la cruz, probaremos la muerte, pero en definitiva eso no es el final, nuestro destino no es terminar en un fracaso o en una tragedia o en un naufragio total, sino en vivir resucitados, glorificados.
Procuremos siempre respetar y apoyar a todas las personas; no causemos sufrimiento a los demás, no hagamos más pesada la cruz de nadie, no seamos como los que aumentaron el dolor de Cristo, seamos como el Cirineo que aligeró al Señor el peso de la cruz o como la Verónica que enjugó su sudor y heridas. ¡Que hagamos siempre el bien!
Gracias al Bautismo y sacramentos ya participamos de la vida gloriosa de Cristo Resucitado, que esta vida la desarrollemos en frutos de bondad y santidad, así resucitaremos como Cristo resucitó.
Gracias Padre por el don de Jesucristo, gracias por mostrarnos en Cristo Resucitado nuestra gloria y nuestro destino, ayúdanos a saber vivir, y en la muerte encontremos la vida en plenitud, la que nunca acaba y siempre existe en la gozosa comunión con Dios. Para ello seamos discípulos de Jesucristo, camino verdad y vida.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
+ Mario Espinosa Contreras
Obispo de Mazatlán
VATICANO - “AVE MARÍA” por mons. Luciano Alimandi - La fe de María
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.
Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas otras: ‘¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?’. Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron.
Pero él les dice: ‘No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron.
Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo’” (Mc 16, 1-7).
Las discípulas del Señor, que habían visto morir a Jesús desangrado sobre la cruz, en aquel Viernes santo – el más santo de toda la historia humana –, al amanecer del Domingo se dirigen a su tumba, nos dice el Evangelio, para ungir su cuerpo. Mientras van, se preguntan como será posible retirar la “piedra” que había sido puesta delante del sepulcro. Cuando llegan, sin embargo, encuentran el sepulcro abierto y vacío, es más, dentro se encuentra un ángel del Señor esperándolas que les anuncia un mensaje extraordinario: ¡“Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado”!
La resurrección de Cristo, así como nos la narran los evangelistas, es un evento histórico que “escapa” al control de los sentidos, arrasa con toda barrera humana, porque trasciende la realidad terrena, como nos enseña el Santo Padre: “Por tanto, la resurrección no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su ‘pascua’, su ‘paso’, que ha abierto una ‘nueva vía’ entre la tierra y el Cielo (cf. Hb 10,20). No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba. En efecto, al amanecer del primer día después del sábado, Pedro y Juan hallaron la tumba vacía. Magdalena y las otras mujeres encontraron a Jesús resucitado; lo reconocieron también los dos discípulos de Emaús en la fracción del pan; el Resucitado se apareció a los Apóstoles aquella tarde en el Cenáculo y luego a otros muchos discípulos en Galilea” (Benedicto XVI, Mensaje Pascual del 12 de abril de 2009).
Ante los ojos de las discípulas se presenta una escena paradójica: el sepulcro está vacío, como su corazón desconsolado, pero un ángel desde dentro del sepulcro anuncia que Jesús ya no está allí, porque ha vuelto a la vida. Este ángel les ayuda, así, a encontrar una fe que se había oscurecido, a subir de nuevo hacia el alto horizonte que se abre ante el creyente y lo conduce a “mirar” más allá de lo humano, a buscar verdaderamente las cosas de arriba. El Señor nos manda en ayuda a los ángeles, que nos sacan de los tantos vacíos existenciales, lugares oscuros de nuestras incredulidades, de existencias marcadas por resistencias a la gracia, y nos invitan a creer sin dudar, porque sólo a quien cree en este modo se le revela la presencia manifiesta del Resucitado.
No es la fe de los discípulos y de las pías mujeres, no es la fe de la Iglesia, la que hace presente a Jesús resucitado, pero es esta fe la que nos hace “capaces” de “encontrarlo”, de “vivirlo”, de “constatar” su actuar salvador entre los hombres. ¡Qué absurda que es la tesis que quiere hacer depender la resurrección de Cristo de la fe de los apóstoles, como si hubiese sido ésta la que lo resucitó! Un pensamiento semejante está deformado, porque es mentiroso no teniendo ningún fundamento evangélico. Los testimonios de los apóstoles nos dicen exactamente lo contrario: es Jesús resucitado que revitaliza su fe casi apagada, como sucedió con los discípulos de Emaús, con Tomás, con todos nosotros. La Resurrección de Jesús precede y hace posible la fe de los primeros, como de todos los demás discípulos del Señor hasta nuestros tiempos. Ellos han creído en un Evento que verdaderamente sucedió y no en algo que habría podido suceder. Jesús se revela a aquellos que creen en su amor, es por esto que el ángel del Señor invitó a las pías mujeres al acto de fe “ha resucitado, ya no está aquí”, como otro ángel, el arcángel Gabriel, en el día de la Anunciación invitó a María a creer que “nada es imposible para Dios” (Lc 1, 37). ¡Qué extraordinaria gracia el acto de fe cierto en Jesús: creo, sin dudar de aquello en lo que creo!
El Evangelio nos narra también que cuando Pedro y Juan corren al sepulcro, la mañana de la resurrección, después de que la Magdalena les informa que el cuerpo de Cristo ya no está, Juan, entrando primero a la tumba, viendo sólo las telas sagradas que cubrieron a Jesús, “vio y creyó” (Jn 20, 8). Juan, a diferencia de Pedro, creyó inmediatamente porque tenía el corazón más libre del mismo Pedro que había renegado a Jesús. El corazón de Juan estaba más dispuesto al impulso del amor, que le permite intuir y creer más profundamente en la fuerza de la resurrección. Este corazón era semejante al de los niños. En mi experiencia primero de catequista y luego de sacerdote, en tantos encuentros, catequesis, celebraciones con niños, no he nunca encontrado a uno que fuese ateo. El niño no tiene el corazón lleno de sí, sino que lo tiene libre como Juan.
María Santísima creyó sin ninguna duda en las promesas del Señor, por lo tanto, también que resucitaría el “tercer día” (cf. Lc 9,22), ya que era la criatura plenamente libre de sí misma. Por ello no fue al sepulcro con las pías mujeres, sino los Evangelios nos lo hubieran dicho. Las pías mujeres estuvieron bajo la Cruz con Ella, pero Ella no estaba junto a ellas en el sepulcro. ¿Por qué? La respuesta la podría intuir también un niño: para que iba a ir a la tumba del Hijo si sabía bien que estaba vacía. La Virgen encontró al Hijo resucitado, no necesitó del anunció de un ángel o de la palabra de los discípulos para creer en Él. Su fe era sólida como la roca y en la fe esperó a Jesús resucitado. Que hermoso imaginar este encuentro. Se podría suponer que fue tan hermoso que es imposible describirlo con palabras.
Juan, al final de su Evangelio, escribe que “hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran” (Jn 21,25). ¡Si se tuviera que escribir el encuentro del Resucitado con su Madre, no bastaría todo un Evangelio! (Agencia Fides 15/4/2009; líneas 71, palabras 1157)
EUROPA/ESPAÑA - III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera con el lema "Hoy y mañana ¡Somos misioneros"
Madrid (Agencia Fides) - Se va a celebrar en Madrid del 2 al 3 de mayo el III Encuentro Nacional de Niños de la Obra Pontificia de Infancia Misionera en la Casa de Campo, con el lema "Hoy y mañana ¡Somos misioneros". Se trata de un Encuentro festivo y formativo en la que cerca de 10.000 niños de todas las diócesis españolas compartirán su amistad con Jesús, entre ellos y con todos los niños del mundo. El evento es organizado por la Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias, con la colaboración de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española junto con las Delegaciones diocesanas de misiones, las Instituciones misioneras de la Iglesia, la Delegación diocesana de Infancia y Juventud de la diócesis de Madrid, las Juventudes Marianas Vicencianas, Cristianos sin Fronteras y otras Instituciones educativas como FERE y CONFER.
Entre los objetivos del Encuentro figuran conseguir que los niños se comprometan en una acción misionera, para dar respuesta al lema de Infancia Misionera: “Los niños ayudan a los niños”; Vivir con intensidad la celebración festiva de un Encuentro con los niños de otras diócesis y comunidades cristianas; Presentar a los niños la realidad de los cinco continentes para que se den cuenta de que en el mundo hay otros niños que participan de las mismas ilusiones que ellos, pero que en su mayoría carecen de las mismas oportunidades; Promover la implicación de familias, catequistas, sacerdotes y educadores en la formación misionera de los niños.
El Encuentro ha tenido varias etapas de preparación. En efecto ene l mes de febrero tuvo lugar la entrega del material y del himno del Encuentro; en Marzo se han llevado a cabo diversas reuniones catequéticas y formativas con los participantes y en este mes de abril tendrá lugar la celebración del envío desde cada una de las diócesis antes del Encuentro.
El encuentro comenzará el día 2 de mayo con la acogida y presentación del mismo a las 11.00horas. A medida que llegan se les asignará el color alusivo a un continente y se colocarán en el lugar correspondiente. Como la Infancia Misionera comenzó en España en la Basílica de la Virgen de Atocha su imagen presidirá el Encuentro. Esta Entrará solemnemente acompañada por niños con referencias a los cinco colores de los continentes. La tarde estará dedicada a conocer y encontrarse con los niños de los cinco continentes. Este conocimiento despertará en ellos el deseo de compartir su vida con otros niños. Es el modo de convertirse en "pequeños misioneros". Se procederá a presentar el proyecto de Infancia Misionera para el próximo quinquenio y los lemas correspondientes a cada año, para que los niños se familiaricen con ellos: Con los niños de Asia... buscamos a Jesús; Con los niños de África... encontramos a Jesús; Con los niños de Oceanía... seguimos a Jesús; Con los niños de América... hablamos de Jesús; Con los niños de Europa... acogemos a todos como Jesús. Se finaliza este acto con el canto del himno del Encuentro.
El Encuentro concluirá el domingo 3 con la celebración de la Eucaristía, retransmitida por TVE a las 10:30 h presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela. Antes tendrá lugar una pequeña peregrinación de los niños por la Avenida de Portugal hasta el pabellón que comenzará a las 8:30 h de la mañana. Durante la Eucaristía los niños renovarán su compromiso de ser misioneros según el lema del Encuentro: "Hoy y mañana ¡Somos misioneros"
En la presentación del Encuentro realizada ayer 15 de abril por el Arzobispo de Pamplona y Director de Obras Misionales Pontificias, Monseñor Francisco Pérez, ha afirmado que espera que éste sea un acontecimiento gozoso, no sólo desde el punto de vista cristiano y eclesial sino también social. Además, ha señalado que los