Comentario a las lecturas del domingo quinto de Pascua – B publicado en el Diario de Avisos el domingo 10 de Mayo de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
El que a buen árbol se arrima
DANIEL PADILLA
El hombre, esta criatura débil que soy yo, sabe, desde su instinto y su razón, que, para hacer algo, necesita también apoyarse en algo. O mejor: en "alguien". Desde la pragmática filosofia popular se nos ha dicho: "Al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Y la propia experiencia, al descubrirnos la limitación de nuestras fuerzas, nos demuestra que necesitamos ayuda: apoyarnos, cobijarnos, entroncarnos, injertarnos...
De esto nos habla Jesús hoy: "Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece unido a la vid, así ustedes, si no permanecen en mí".
De "unión con Cristo" se trata, pues, amigos. De una unión que puede tener, escalonadamente, diferentes grados.
1. Unión de tipo intelectual. Nos gusta tu doctrina, Señor. Y tu pensamiento. Hay muchos que se han acercado a ti por la belleza de tu evangelio, por la coherencia de tu mensaje, por la grandeza de tu doctrina sobre el amor. Sí, existe la atracción del pensamiento intelectual. Ilustres escritores han pasado por el mundo suscitando ilusión y nos han enganchado con el núcleo de su doctrina o la garra de su expresión. Dicen que la Biblia en general, y los evangelios en particular, son el libro más vendido. Son muchos, por tanto, los unidos a Dios, y a Cristo, por este vínculo intelectual. Pero tengo para mí, Señor, que, cuando tú dices: "permanezcan en mí", no te contentas con esta adhesión meramente doctrinal. De no sé qué escritor francés leí que había escrito páginas bellísimas sobre la eucaristía; pero que "no comulgaba".
2. Unión de la voluntad y el amor. Hay personas que se hacen amar. Y hay vicisitudes y contingencias en la vida de algunos seres que nos impulsan a quererlos. Así, dar un "pésame" o una "felicitación" pueden ser ya diferentes maneras de estar junto a las personas. Hoy está de moda la palabra "solidaridad". Y de verdad que existen seres con los que hay que solidarizarse, aunque no sea nada más que por lo duramente que les ha tratado la vida.
3. Pero el "permanezcan en mí" de Jesús se refiere a una unión más honda y profunda. Es una unión interior, vitalista, que pone en marcha toda la teoría de los vasos comunicantes. Unos vasos comunicantes que ponen en circulación, desde "la vid", que es Jesús, hasta "los sarmientos", que somos nosotros, esa realidad espiritual, transformante y divina que llamamos "gracia" y que nos capacita para producir "frutos de vida".
Es una unión que comprende en sí las otras uniones: la del pensamiento, por la que aceptamos "la Palabra"; la de la voluntad, por la que amamos a alguien al cual llamamos "Corazón de Jesús, muy digno de ser amado", y ésta de la "savia interior que nos une a la vid" y que nos proporciona el agua de la verdadera fuente: "que bien sé yo la fonte do mana y corre"... decía emocionado Juan de la Cruz, "aunque era de noche...".
San Pablo estaba tan conmovido con este misterio de nuestra inserción en Cristo, que, al explicarlo, agota todas las imágenes: "vestirnos de Cristo", "vivir en Cristo", "comulgar con Cristo", "injertarnos en Cristo", "ser Cristo", "estar en Cristo...". Y no contento, se pone a decirnos que "somos un cuerpo, en el que Él es la cabeza y nosotros los miembros". Y, rizando el rizo, todavía añade: "Vivo yo, pero no yo, sino Cristo en mí".
Resumiendo: "Sin Él, ¡nada!".