Comentario a las lecturas del domingo sexto de Pascua – B publicado en el Diario de Avisos el domingo 17 de Mayo de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
Salud se escribe con mayúscula
DANIEL PADILLA
La mejor lotería es la salud", solemos decir resignadamente el día 22 de diciembre, después de comprobar que el. "gordo" ha pasado de largo por nuestra casa. "¡Ay, la salud! ¡No nos damos cuenta de lo que vale hasta que la perdemos!", decimos otras veces. Sobre todo, cuando los achaques van ganando batallas en nosotros. Y es verdad. La salud es un don inestimable, único, más valioso que las perlas. Jesús apostó fuerte por la salud. Y mil vicisitudes de su vida pública se inscribieron rompiendo lanzas contra la enfermedad: "Al atardecer le traían los enfermos y El les curaba de sus enfermedades", afirma el evangelio. Pero la salud, para Jesús, abarcaba varios niveles:
1. El nivel fisico. Las enfermedades del cuerpo. Paralíticos, leprosos, ciegos, sordomudos..., eran la cohorte constante que le asediaba. Y Jesús se dejaba querer: "No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos". Su objetivo no fue, sin embargo, convertirse en un médico rural, de familia, un cirujano ambulante. Seguramente muchos se fueron de su lado sin recobrar la salud. Pero lo cierto es que se acercó a los enfermos, convivió con ellos, se solidarizó con sus dolores. Y, lo que es más, "asumió nuestros dolores". Ya que, una noche, pasó a engrosar el número de los "heridos". Unas heridas de las que ya no se repuso.
2. El nivel psíquico. ¿No han observado esa "obsesión" con la que se acercaba a todos?: "La paz sea con ustedes", repetía. Sabía que muchos de los sufrimientos del hombre nacen de la perturbación de la conciencia, de ese desequilibrio que existe en el hombre entre lo que debe hacer y lo que hace, de nuestra falta de coherencia. Y Jesús aquietaba a los espíritus atormentados: "No temas, soy yo". Tengo para mí que muchos trastornos psicológicos, que antes encontraba su terapia adecuada en el confesionario, andan hoy "por ahí...", buscando terapias.
3. La salud del alma. Ahí quería llegar: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". Recuerden. Le traían un paralítico y le decía: "Tus pecados son perdonados". Antes de dar vida a sus piernas quería poner en movimiento su alma.
Hoy, día en que la Iglesia diocesana celebra el décimo aniversario de nuestro primer sínodo, se nos quiere recordar estas cosas. Y se nos dice, por enésima vez, que el papel de la Iglesia ha de ser el mismo que el de Jesús, ya que "Jesús es la salud, la vida, el camino, la verdad". "¿No ardía nuestro corazón" en la experiencia de la presencia del Señor? Con este fin se manifiesta bien claramente las tareas de nuestra diócesis: que todos tomemos conciencia del valor y sentido del evangelio que nos da la salud. Que defendamos con urgencia todo lo que favorezca la vida y erradiquemos todo lo que la pueda dañar. Que sepamos asumir, en fin, cuando llegue el caso, la enfermedad y el dolor, sabiendo que pueden convertirse en trampolín de una salud superior y que nos entusiasmemos en anunciar a Jesucristo con obras y palabras, mediante el testimonio de nuestra vida. Y, dentro de este clima, la Iglesia diocesana nos plantea unos serios interrogantes: nuestra sociedad que va alcanzando cotas insospechadas en el campo del progreso científico-técnico, ¿cómo puede ver con indiferencia la humillación humana bajo el rostro del avance implacable de la idolatría, el egoísmo o la inmoralidad, en formas antiguas y nuevas como la ignorancia, la contaminación, la droga, el alcohol, el aborto, la pobreza o el paro?