Comentario a las lecturas del domingo de la Ascensión del Señor – B publicado en Diario de Avisos el domingo 24 de Mayo de 2009 bajo el epígrafe “el domingo, fiesta de los cristianos”.
Usted tiene la palabra
DANIEL PADILLA
Cuando Lucas empieza a escribir los Hechos de los Apóstoles, siente la necesidad de comunicar, a "ese ilustre Teófilo", que él ya está cumpliendo el mandato de Jesús: "Id y proclamad". Por eso, dice: "En mi primer libro escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando". Es decir, Lucas entendió que los cristianos no podemos "quedarnos ahí plantados, mirando al cielo". La Iglesia no puede ser estática, contemplativa, añorante de sucesos pasados, conservadora y cerrada. Tiene que abrirse y extenderse. Tiene que poner todos los medios a su alcance para sembrar la semilla de Jesús en todos los campos: "Serán mis testigos en Judea". Y es hermoso constatar que los primeros cristianos así lo entendieron. Una vez recibido el Espíritu, se convirtieron en un río impetuoso, portador del mensaje de Jesús: "No podemos menos de predicar todo lo que hemos visto y oído". Y aunque encontraron obstáculos peligrosos, su fe y su valentía lo fueron venciendo todo: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres". Y esa es la verdad. Aunque en la Iglesia se han agazapado muchas cobardías, fallos y contradicciones, lo cierto es que ha ido poniendo en acción el bello programa que Pablo dictó a Timoteo: "Predica la palabra a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta con toda paciencia y deseo de instruir". Y eso, amigos, es muy hermoso. Cada año celebramos la jornada de los medios de comunicación social. Y, cada año, la Iglesia ha ido dando la bienvenida siempre a esos medios. Y así es. Porque, al principio, sólo existía "la palabra". La palabra limpia y clara, puro fonema salido de la criatura-hombre. Pero la palabra de la madre en casa, y del maestro en la escuela, y del sacerdote en el templo fueron portadores, mil veces, del mensaje de Jesús. Vino, después, la palabra escrita. Y la Iglesia hizo el apostolado de la prensa, del buen libro, de la editorial religiosa y estimuló al escritor que supo escribir desde la óptica de la fe. Todos podemos evocar una galería de "novelistas católicos" de nuestro tiempo, que, con el telón de fondo del evangelio, han construido sus apasionantes fabulaciones. Vinieron, después, las "ondas" y, más tarde, la "imagen". Es decir, la radio, el cine, la televisión. La Iglesia es la primera que trabaja, y sueña, y exhorta, para que, desde esos medios, con libertad y responsabilidad, se informe, se forme y se divierta, humanizando al hombre y no deshumanizándolo. En una palabra, los cristianos hemos de seguir en la tarea que Jesús nos encomendó poco antes de "ascender" a los cielos: "Id y proclamad". Es verdad que, a cada paso, se nos avisa, como en la parábola de Jesús, que "la cizaña crece junto al trigo". No es nada nuevo. Ya Pablo le advertía a Timoteo: "Vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que se rodeará de maestros a la medida de sus deseos". Por eso, no podemos "quedarnos ahí plantados mirando al cielo". O mejor tendremos que mirar al cielo y a la tierra a la vez. Al cielo, para "escuchar la palabra" que tenemos que transmitir. Y a la tierra, para acertar con eficacia en el surco. Dicho claramente: VI Dios rogando y con el mazo dando". Hasta que veamos que "ese Jesús, que se ha ido al cielo, vuelve otra vez de la misma manera a la tierra".