Comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala ante las circunstancias actuales el país.
"He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)
Los Obispos de Guatemala, ante las circunstancias actuales del país y en ejercicio de nuestra misión pastoral que implica el anuncio y la denuncia profética desde nuestra fe cristiana, manifestamos:
1. Nos preocupa, como a todos los ciudadanos guatemaltecos, la actual situación del país, marcada por un clima de tensión, confrontación y polarización, consecuencia de las seculares desigualdades sociales, culturales, étnicas y económicas, de la falta de ética y de la prevalencia del interés individual y egoísta de muchos.
2. Nos alarma y nos duele también el aumento de atentados y muertes violentas, clara manifestación de que se ha perdido el sentido sagrado de la vida. Este valor primordial queda subordinado e instrumentalizado para conseguir propósitos a veces inconfesables y hasta criminales.
3. Nos indigna la situación de impunidad, con que se trata de cubrir las continuas acciones criminales de todo tipo, que refleja la ya muchas veces mencionada debilidad del sistema de justicia en nuestro país. Demandamos que el Ministerio Público y el Organismo Judicial respondan ante los retos actuales y que la CICIG cumpla con su cometido de manera eficiente y con la necesaria colaboración de los ciudadanos.
4. Como todos los ciudadanos exigimos, que las organizaciones y órganos competentes del estado guatemalteco hagan un particular esfuerzo para lograr investigaciones imparciales y transparentes que aclaren todos los crímenes y lleven a debido proceso a los responsables de los mismos. Como hemos dicho siempre, queremos que se conozca la verdad. Asimismo subrayamos que la atención a las necesidades básicas de la población (salud, vivienda, trabajo, educación y atención a la problemática agraria y ambiental) sigue siendo el imperativo para atacar de raíz los males que aquejan al país.
Como dijo Su Santidad el Papa Juan Pablo II en su primera visita a Guatemala: “Para evitar cualquier extremismo y consolidar una auténtica paz, nada mejor que devolver su dignidad a quienes sufren la injusticia, el desprecio y la miseria” (Juan Pablo II, homilía Guatemala 7 de Marzo 1983). Por eso los que creemos en Cristo y ponemos en El nuestra esperanza no podemos permanecer indiferentes y temerosos ante los acontecimientos que angustian a la nación, sino debemos manifestar nuestra decisión de enderezar el rumbo de nuestra historia con fe, valentía, unidad y fraternidad. No ponemos nuestra esperanza en la violencia de las armas sino en la fortaleza que nos viene de Dios y nos anima al exacto cumplimiento de nuestros deberes, a la solidaridad y al amor fraternal.
5. Pedimos a la ciudadanía que afronte la situación del momento actual con cordura, sentido del bien común y no violencia.
6. La oración fervorosa y continua por nuestra patria es parte importante con la que los creyentes podemos contribuir al futuro y al bienestar de nuestro país. El esfuerzo humano debe ser sostenido por la gracia divina, a la que nos dispone la oración sincera y confiada. La fuerza del Espíritu Santo que el Señor ha dado a su Iglesia, es el fundamento de nuestra esperanza. Y en nuestro esfuerzo por reconstruir a Guatemala, contamos con la protección maternal de María.
Guatemala, 4 de junio de 2009.
X Pablo Vizcaíno Prado
Obispo de Succhitepéquez-Retalhuleu
Presidente de la
Conferencia Episcopal de Guatemala
X Gonzalo de Villa, S.J.
Obispo de Sololá-Chimaltenango
Secretario General de la
Conferencia Episcopal Guatemala