PRONUNCIAMIENTO ANTE ALARMANTE REALIDAD DEL NARCOTRÁFICO EN NUESTRO PAÍS
En los últimos días hemos percibido un mayor flujo de información en torno al incremento de la narcoactividad en Costa Rica, tanto en el consumo, como en el tráfico de la droga.
Al mismo tiempo, se constata cómo nuestro país - por su privilegiada ubicación geográfica - dejó de ser un “corredor o pasillo” hacia el Norte, para convertirse en un eslabón más del nefasto negocio de distribución internacional, almacenamiento, venta y consumo local de drogas que, además de teñir de dolor y luto a cientos de familias costarricenses, se han constituido en generadores de ilegalidad, corrupción, violencia, criminalidad, desintegración familiar e inestabilidad social.
Antes que enfatizar las causas, ya de por sí conocidas o, simplemente, señalar culpables, es nuestra responsabilidad como ciudadanos y como Pastores de la Iglesia en Costa Rica, apoyar todas las iniciativas y las acciones que ataquen el problema desde su raíz pues, la Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones. 1
Así, hoy nuestra preocupación se dirige especialmente en tres direcciones: la prevención, el acompañamiento y el apoyo a las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia.
En cuanto a la prevención, insistimos en la educación en valores que deben guiar a las nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad, el valor del trabajo honesto y de la dignidad humana de los hijos de Dios.
Con respecto al acompañamiento, la Iglesia, como Madre, está al lado de las víctimas de este flagelo para ayudarles a recuperar su dignidad y vencer esta enfermedad. Finalmente, sobre el apoyo a la erradicación del problema, imbuidos del espíritu profético, denunciamos la criminalidad de los narcotraficantes que comercian con tantas vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas expresiones.2 En este sentido y, sin dejar de lado la responsabilidad que recae en todos los ciudadanos de luchar contra este mal que nos afecta, los Obispos queremos reafirmar lo declarado en Aparecida: "Es responsabilidad del Estado – en primer término- combatir, con firmeza y con base legal, la comercialización indiscriminada de la droga y el consumo ilegal de la misma." 3
El Santo Padre Benedicto XVI, en su visita a Brasil, aprovechó el encuentro con jóvenes drogadictos en recuperación para llamar la atención de quienes han hecho del narcotráfico su modus vivendi: "Digo a los que comercializan la droga que piensen en el mal que están provocándoles a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los segmentos de la sociedad: Dios se los va a cobrar. La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta manera.”
Sobre este particular, insistimos en la necesidad de aplicar coherentemente las normas existentes, a la vez de retomar el valor de la acción preventiva y reeducativa, especialmente, de nuestros niños y jóvenes. 4
En una Nación en la que, mayoritariamente, nos declaramos cristianos, nuestra identidad y vocación nos debe llevar a anteponer los principios evangélicos a cualquier participación en una actividad que, por lucrativa que sea, claramente, denigra al ser humano y ofende gravemente a Dios.
De forma particular, en este mes en el que la Iglesia en Costa Rica centra su atención en la juventud, invocamos la especial protección de María, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles para que, este sector tan importante de nuestra población, se decida a seguir la propuesta que Cristo les hace: vivir la auténtica libertad, mediante “La conversión: camino del joven hacia la vida”, que es el lema que hemos elegido.
Dado en la Sede Episcopal, el 6 de julio de dos mil nueve
Los Obispos de Costa Rica
Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Arzobispo Metropolitano de San José
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Monseñor Guillermo Loría Garita
Obispo diocesano de San Isidro de El General
Vice- presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Monseñor Óscar Fernández Guillén
Obispo diocesano de Puntarenas
Secretario General
Monseñor José Rafael Quirós
Obispo diocesano de Limón
Monseñor Osvaldo Brenes
Obispo diocesano de Ciudad Quesada
Monseñor José Francisco Ulloa Rojas
Obispo diocesano de Cartago
Monseñor Ángel Sancasimiro Fernández
Obispo diocesano de Alajuela
Monseñor Vittorino Girardi Stellin
Obispo diocesano de Tilarán
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1 Cf. Documento de Aparecida Nº 422
2 Ídem
3 Ídem, Nº 425
4 Ídem, Nº 423