Comentario a las lecturas del domingo décimo sexto del Tiempo Ordinario – B publicado en Diario de Avisos el domingo 19 de Julio bajo el epígrafe “DOMINDO CRISTIANO”.
Tres paradojas
DANIEL PADILLA
Es muy breve el pasaje evangélico de hoy. Pinta Marcos el momento en que "los apóstoles -después de haber sido enviados por Jesús-, volvieron a reunirse con él y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado". Muy breve, en efecto. Pero, en su brevedad, contiene muy aleccionadoras enseñanzas. Podrían resumirse en tres paradojas:
1. Encarnarse-aislarse. El mismo Jesús que les envió a mezclarse entre la gente, a ir de pueblo en pueblo, de casa en casa, a "encarnarse" en la Humanidad con vocación de simiente, a convertirse en fermento en medio de la masa, a acomodarse al máximo en cada sitio por donde pasaran, ese mismo Jesús les aísla ahora y les lleva a "un lugar tranquilo, porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer". Se me antoja que el apóstol que empieza ha de aprender muy pronto este difícil y necesario movimiento que va desde "la compañía" hasta "la soledad", del estar rodeado de "ruido" a estar rodeado de "silencio", de "estar" en el mundo, pero sin "ser" del mundo, de ser "misionero" pero siendo "contemplativo", de ser "contemplativo" pero siendo "misionero". Y del ejercicio de esta antinomia, tenemos que aprender esta otra:
2. Trabajo-descanso. El ciudadano de la ciudad secular y el cristiano comprometido en el Reino ha de estar dispuesto a ir a "trabajar en la viña, a la hora de tercia, y a la de sexta, y a la de nona". No se nos ha dado "un talento" para "meterlo debajo de la tierra". Entre otras razones porque "la mies es mucha" y porque "todos los miembros somos necesarios para el funcionamiento del cuerpo de Cristo". Y, en este sentido, ¡bendita Marta, la "atareada", porque nos enseñó a trabajar sin descanso en las tareas de la casa! Pero Jesús nos dijo que "había que descansar un poco". Por eso alabó a María, la hermana de Marta, que se buscó aquel dulce descanso a los pies de Jesús. Yo no sé si valoramos en su justo medio la necesidad del descanso físico y psíquico. Vivimos en un mundo neurotizado, irritado, ajetreado, siempre al borde de la bronca y la violencia. Y una de las causas de esta situación es, no lo duden, el no conjugar suficientemente "trabajo" con "descanso", "ajetreo" con "relax". Hasta nuestras mismas vacaciones se convierten en un auténtico cóctel de cansancios y barullos.
3. Grupos-multitud. O, si prefieren, "minorías" y "muchedumbres". Me gusta este Jesús del evangelio de hoy que, por una parte, les decía a los apóstoles: "Vengan ustedes solos" y, por otra "sentía lástima de aquella multitud, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma". Y me gusta este Jesús porque es necesario que sepamos enfocar pastoralmente nuestra actividad con los "grupos" y nuestra atención a la "gran comunidad". Dedicarnos a los primeros con perjuicio de la segunda puede tener mucho de elitismo y de falta de prudencia pastoral. Refugiarse en lo "multitudinario" por aquello de que "todos somos Pueblo de Dios", privado de un cultivo oportuno a quienes se sienten llamados a un grupo específico, puede ser igualmente desacertado.