Carta a Mi Amigo Teófilo del Padre Antonio María Hernández del Hogar Santa Rita de El Puerto de la Cruz, publicada en la revista “COMO LAS ABEJAS” número 45, Mayo-Junio 209.
Mi buen amigo Teófilo, paz y bien,
Me has dejado hondamente emocionado con tu preciosa carta, toda ella elaborada desde lo más profundo de tu corazón. Ciertamente toda tu vida es un gran misterio y no sé que te tendrá Dios reservado. A mí, me vibra de tal modo la palabra "madre", tantas veces pronunciada por ti, que conmueve todo mi ser y llena para mí, el amor más grande, que atesora mi corazón. Sólo Dios es más grande que mi madre y siempre he dicho, que el ser que en la Tierra es más parecido a Dios, es sin duda, la madre. Tú has exaltado el concepto de "madre", con el amor indiscutible de tu madre. Cuando yo digo que soy hijo de tres amores, es como hablar de las tres partes de un trípode, que son necesarias las tres: Dios, mi padre y mi madre. Tú me hablas de "dos madres", y parece como si el "trípode" se cayera por falta de una pata; pero, está clarísimo, que esa pata que le falta al trípode de tu vida personal, la ha sustituido con creces, como tú has expresado muy bien, el cariño, preocupación y cuidado de tus abuelitos, y quizá también el amor de tus tíos, que nunca te han menospreciado, ni mirado "como el bicho raro" de tu familia. Además, el amor de tu madre y su dedicación, en exclusiva, a todo el proceso de tu vida, haciendo, a la vez, de padre y madre, y llevando sobre sus hombros el peso total de la responsabilidad de tu vida, es sencillamente, digno del más alto honor.
Sé que el que más ha sufrido, con esta historia, eres tú, y también tu santa madre. Recuerdo cuando ocurría todo, como me cuentas, que tu madre tenía casi que estar ocultando su embarazo, y escondiéndose por el miedo al "qué dirán", de la gente, que siempre está atenta a la última noticia y quizá, con una actitud un tanto hipócrita, discriminatoria hacia una "madre soltera" y diciendo de ella barbaridades injustas. A mí se me cae la cara de vergüenza, el tener que oír estas cosas tan desagradables.
Para entenderte a ti, mi buen Teófilo, hay que vivir en carne propia los desprecios, las críticas nefastas, los comentarios duros, que habrás tenido que escuchar, a lo largo de toda tu vida sobre tu madre. Tú, quizá, en el tiempo de tu infancia, a lo mejor, no lo notaste tanto, por la dedicación tan grande de tu madre en tu vida y también por la ayuda de tus abuelitos, que han actuado, ciertamente, como avales reales de esa tercera pata del trípode de tu vida personal. Es evidente que un tanto por ciento muy elevado de tu educación, se debe a la dedicación de tu madre, que ha actuado contigo como padre y madre a la vez. La vida de tu madre está tan vinculada a tu vida que, en verdad, está totalmente engarzada en la tuya, fundidas ambas vidas en un solo todo, dependiendo directamente de Dios, la misma organización de tu vida personal.
Sé que por mucho que te diga, para poder entenderte y comprenderte, hay que estar en tu lugar. La vida de una persona es muy compleja; pero la tuya, en concreto, se ha sostenido, por lo que tu vida personal ha significado, para la vida de tu madre, que para ti, es vinculante. Tú has mencionado, que tú eres hijo de "dos amores", porque no conoces el amor de padre, ni tu padre ha influido en tu vida, y estás marcado por la grandeza, sin duda, de tu buena madre. Aunque mucha gente al mirarte, pensara en tu vida, no la entendería. Sólo se dedican a juzgar y a meterse con tu madre, y con lo que ha hecho en su vida, poco entendible; pero has de comprender, mi buen Amigo Teófilo, que la gente, en general es muy dura y tantas veces un tanto cruel y no le importa crucificar, hacer sufrir, acomplejar y amargar la vida a la persona más noble y más indefensa como lo es una madre.
Creo que si hubo pecado, en la carrera de su vida, ya lo tiene bien expiado y que no le dé más vueltas. Lo que está, está, y lo más importante que ha ocurrido en tu vida es que, gracias a esa "irregularidad", y de la manera dolorosa como han querido juzgar tu vida, estás ahora mismo vivo y con la dignidad de un buen hijo y de un buen cristiano. Ciertamente tu vida, está marcada por el problema de tu nacimiento; pero, para Dios, tu llegada a este mundo, es lo que más le importa, ya que, independientemente de quién sea tu madre o tu padre, es El, el verdadero autor de tu vida. iCuántos casos, como el tuyo, han tenido un final feliz y maravilloso para la misma sociedad! Es el caso concreto de San Martín de Porres, —Fray Escoba—, el hermano Dominico y qué categoría tan grande adquirió su madre por salvar a su hijo de un aborto, exigido en aquel entonces, por el Padre de San Martín, porque "atentaba contra "su prestigio" y fama en las Cortes Españolas". Era como una afrenta para su alta alcurnia, y de un puesto alto en la monarquía del emperador Carlos V, y luego de su hijo Felipe II. San Martín de Porres, es uno de los clásicos ejemplos de que lo que importa es el nacimiento del hijo, y no es obstáculo, ni mucho menos, el ser hijo de madre soltera, aún para ser Santo. ¿Te acuerdas cómo amaba a su madre, San Martín de Porres? La adoraba.
Tu amor indescriptible, me recuerda a este caso maravilloso de hijo de madre soltera, como lo eres tú. Tú, amigo Teófilo, tienes la misma categoría y la misma dignidad que la de aquel que sea hijo de padre reconocido. iCuántos desprecios quizás, habrás tenido tú, a lo largo de tu vida por esta causa! Como si estuvieras marcado por el destino, para sufrir y aguantar tantas injusticias, como habrán cometido contigo y con tu madre, y ver, como una tragedia familiar, tu nacimiento. iQué maravillosa grandeza posee tu madre! Con razón casi la idolatras, es casi "como tu Dios", porque ha sido y es lo más hermoso que te ha ocurrido en tu vida, el ser hijo de esta madre concreta que Dios puso en tu camino. iQué valiente fue tu madre en un tiempo en que ser "madre soltera", era como una bajeza y que, hasta para familiares muy cercanos a ti, hubieran querido que tú no existieras! Alguna vez habrás oído de la cantidad de mujeres que se trasladaban a Londres a abortar, para que nadie se enterara del nacimiento de su hijo. Ahora desgraciadamente se está viendo como normal y no hay que ir a Londres. Se olvidan que abortar es matar a un ser indefenso que no ha hecho nada mal a nadie. Sólo que tiene derecho a nacer. Tu madre no se ha avergonzado jamás de ti, sino que, al contrario, eres su orgullo, y la razón y motivación más grande que ha tenido a lo largo de su vida, para que tú seas, ciertamente, "alguien en la vida".
En el tema de tu padre, te diría que dejases la vida correr, y que no te la compliques. Es normal que no sientas amor por él. Al fin y al cabo, nunca se preocupó por ti. Quizá, fuiste sólo el fruto de un amor pasional y sin responsabilidad. No sientas remordimientos por ver en tu padre, un hombre más de la calle. No te atormentes por esto. Sigue tu camino. Que honres con tu vida la grandeza de tu madre. No te acomplejes ni te sientas menos que nadie. Escribe con tu vida páginas bonitas de amor y esperanza. Que tu vida sea un himno a la bondad de Dios y a la ternura maternal de tu santa madre. Es tu vida, precisamente, la que levantará más el prestigio y la valía de tu madre, y no te sientas como un hijo de "segunda clase", por serlo de madre soltera, y no me gustaría que tocaras más este tema y que cuantos te oigan hablar de tu madre, tengan un concepto altísimo de la que un día no "sólo te respetó tu derecho a nacer", sino que, más aún, te ha cuidado, te ha ayudado a que hoy tengas un gran nombre en la sociedad, porque has sabido aprovechar el tiempo y has hecho producir, al máximo, los talentos que un día te dio Dios en el momento de tu venir a este mundo. Ahora que te conozco en profundidad, tengo que decirte, mi amigo Teófilo, "Bendito sea Dios mi buen Teófilo, gracias por haberte conocido".
Cuando me cuentas que tu madre en el momento en que le presentaban tus tías a un joven apuesto e interesante, enseguida, "para que nadie se equivocara, ni se aprovechara, decía que era madre soltera, y tenía un hijo". No escondía su condición ante la sociedad. Jamás sentía vergüenza por su condición de "madre soltera". Cuando me comentabas, cómo tu madre frenaba a los jóvenes de su tiempo, a pesar de que muchos de ellos eran buena gente, me acuerdo de un amigo que tuvo que irse ha realizar su especialidad en la Universidad de Navarra. Enseguida, cuando alguna chica se fijaba en él, antes que se ilusionara con él, sin más le decía: soy un hombre casado, y luego, me decía este amigo, que algunos compañeros de la Universidad casados, se quitaban el anillo "nupcial" y se hacían pasar por hombres solteros. El pensaba: "mi mujer me está siendo fiel en mi ausencia, por tanto, en modo alguno, se merece, que yo le falle". Porque tampoco a mí me gustaría que mi mujer me sea infiel. Estoy de acuerdo en la igualdad de categoría entre hombres y mujeres y nadie es más, ni menos, sino lo que uno es ante Dios: "ni más ni menos". En la viña del Señor hay de todo; pero me encanta la honradez y transparencia de tu madre, aunque, por esta causa, perdiese la ocasión de conocer algún chico, aún en el mejor sentido de la palabra, y que le quiera de verdad, le acepte como es y también, sabiendo que tiene un hijo.
También me cuentas que tu madre, sufría muchas veces incomprensiones, cuando algunos hombres, al ver que tuvo un hijo, siendo soltera la confundían y venían a ella con mala intención, creyendo que era una mujer muy fácil, y que tu madre sentía rabia, porque no podía ofrecer su amistad a ningún hombre, porque se equivocaban y se "iban por otra parte".
Mil veces bendito, el día en que tú pusiste el pie en tierra, en este planeta. "Si no hubieras nacido, sin duda te hubiera echado de menos". También yo me siento orgulloso de que tú seas mi amigo. Hablo con gozo de ti, cada vez que tengo que mencionarte. Eres sencillamente, un campeón. Que sigas "volando muy alto", como soñabas cuando eras pequeño. Que seas un afamado deportista y un famoso aviador de "aviones supersónicos", y de aquí en adelante, sigas queriendo con locura a esa gran madre que no ha escatimado los más insignificantes cuidados para que seas "un don alguien en la vida".
Siéntete orgulloso de la madre que un día te dio a luz y jamás menciones tu condición de "hijo de madre soltera", como si fuera esta condición un deshonor. Ahora te toca a ti, con tu vida, con tu buen hacer, con tu valía personal en la sociedad en que te mueves, quien levante hasta lo infinito, la grandeza y heroísmo de tu madre. Tú eres su sol, el encanto de su vida, el motivo que le lanza a seguir adelante, y a no tener en cuenta los comentarios negativos, que ha tenido que soportar a lo largo de su vida, pues, como tantas veces te he dicho, mi buen Teófilo, tú eres, en verdad la principal razón del vivir de tu madre y lo que le ayuda y anima a seguir adelante contra viento y marea. El tema de tu padre, yo creo que lo debes aparcar y no complicar más las cosas. Deja algo en manos de Dios y creo que ese tema entra dentro de "ese algo". Adiós amigo Teófilo, adiós. Hasta siempre. No sé si me supe explicar.
Antonio María Hernández Hernández