Buenos Aires, 31 Ago. 09 (AICA)
Consorcio de Médicos Católicos
El Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires expresó “su total desconcierto y tristeza” ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ante un caso concreto de tenencia de drogas, y consideró que la resolución es “intempestiva, inoportuna, insólita y sobre todo injusta. Es realmente paradójico que haya sido firmada por unanimidad por quienes son responsables de administrar Justicia. La Justicia debe basarse en la razón que hace defender la verdad. Siempre debe promover la libertad, para ayudar a buscar el bien. Si la Justicia no está de acuerdo con la verdad y con el bien, no es Justicia”.
Firman el comunicado, los doctores Alejandro Nolazco, Carlos Abel Ray y Antonio Catalán Pellet.
Texto del comunicado
El Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires por unanimidad de los socios reunidos en sesión especial, expresa su total desconcierto y tristeza ante la reciente Resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ante un caso concreto de tenencia de drogas despenalizó a los acusados y declaró inconstitucional un artículo de la ley sobre drogadicción que pena a los que poseen droga, aún en pequeñas cantidades.
Decimos desconcierto porque es inadmisible que el más alto tribunal de justicia de la Nación, no tenga en cuenta los profundos valores que se están atacando, cuando se resuelve que tener droga es algo que no tiene importancia y que no debe ser penado. Desde luego, el tenerla es para consumirla. Consumirla es muy dañoso para la salud física y psíquica de quien la ingiere, la fuma o se inyecta. Debe importar entonces a la sociedad y a los tribunales que la representan -y la deben defender- que no se permita algo que es perjudicial para la persona.
Se dice que una mínima cantidad de droga, en especial de marihuana, no hace daño al que la consume. Es verdad. Pero los médicos y los especialistas en el tema sabemos bien que se comienza con poco, pero siempre se va aumentando la dosis. Se precisa cada vez más droga -u otra droga de mayor impacto emocional- para lograr el mismo o mayor efecto. La droga va enfermando cada vez más al adicto, quien siempre debe buscar drogas más fuertes y excitantes para sentirse mejor. Su empleo reiterado y en dosis cada vez mayores terminan al final, dañando muy gravemente al adicto en su cuerpo, en su mente y en su voluntad y con el tiempo, lo lleva a la muerte.
Se dice que debe respetarse la autonomía de las personas y que quien quiere hacer algo, comer algo, fumar algo o inyectarse algo dañoso, tiene derecho a decidir lo que le parezca mejor. Este concepto es equivocado. La autonomía de las personas es un bien valioso y desde luego debe promoverse y defenderse. Pero la autonomía tiene un límite. No es un principio absoluto. Por eso es que por razones de pura ley natural, no está permitido el suicidio, ni la asistencia o incitación al suicidio. Incluso nuestro Código Penal sanciona a quien así lo hace.
Se dice que los ciudadanos elijen su conducta, pero se olvidan que justamente donde más droga, marihuana, paco o cocaína hay, es en los bolsones de pobreza y en las villas llenas de indigencia y miseria que rodean a las grandes ciudades. Allí los niños y los jóvenes se hallan a merced de los narcotraficantes que les regalan la droga con tal de que la vendan y puedan ellos obtener pingües ganancias. La Resolución despenalizadora de la Suprema Corte es una agresión –tal vez no querida – a los chicos y a las familias más desposeídas.
Por otra parte -y es muy importante- quien posee droga es porque la compró y se la compró a alguien que está al servicio o está esclavizado por un narcotraficante, quien es el que la vende y gana mucho con ello. Se dice que de esta manera se despenaliza la compra de la droga –porque no hay que criminalizar al consumidor- pero que se va a seguir persiguiendo y penalizando severamente su venta. Esto es un absoluto sofisma. Es decir, es expresar algo que parece cierto –compra si, venta no- pero que es una gran mentira. Quien compra la droga está ayudando al negocio de quien la vende. Todo es un círculo vicioso. Si no hubiera quien la comprara, no habría quien la vendiese.
Se dice que esto es de estricta justicia y de respeto absoluto a los valores proclamados por la Constitución Nacional. Pero además de los argumentos personales de daño al consumidor que hemos mencionado, hay algo más tremendamente importante. La resolución despenalizadora de la Corte Suprema atenta contra el bienestar general de la población que defiende nuestra Carta Magna. La drogadicción tan difundida y en aumento en nuestra sociedad es responsable del aumento de la criminalidad. Es responsable del aumento de los casos de violaciones y asesinatos y del aumento de la gravedad, ensañamiento, violencia y brutalidad de las lesiones que se producen en los secuestros, asaltos, salideras bancarias, robos y atentados a la propiedad. Al drogadicto no le basta con robar, quiere además dañar, hacer sufrir y lesionar severamente a las victimas, dejándoles daños irreparables, sea niño, anciano o mujer y si está embarazada mejor.
Agregamos además -como punto importante a destacar- que dadas las condiciones sanitarias públicas de nuestro país y bajo las circunstancias actuales, es imposible brindar atención de excelencia en los hospitales públicos al que consume, siendo las entidades privadas pagas e insuficientes para lograr este objetivo. Esto, condena al que consume a la grave pena de seguir siempre en ese mal camino.
Todo lo anterior lo decimos como médicos que estudiamos, vivimos y actuamos para defender la salud de la población, sobre todo de los inocentes niños y jóvenes en riesgo. Nos interesa todo aquello que prevenga las enfermedades y sobre todo que fomente la salud física, psíquica y espiritual. Y por ello nos oponemos firmemente a lo que daña a nuestros sanos y enfermos.
Como médicos católicos, agregamos a lo anterior, que la tradición judeocristiana nos enseña a defender los Principios básicos de la civilización. “No matarás” es un Mandamiento de la Ley de Dios. La despenalización de la tenencia de droga es un camino hacia la muerte de los más débiles. Cristo en las Bienaventuranzas nos enseñó que son “Bienaventurados los pobres, los tristes, los que lloran, los que padecen persecución por la justicia”. La despenalización de la droga –con sus tan graves consecuencias personales y sociales- es una amenaza y una muy severa agresión justamente a esos que deberían ser nuestros protegidos.
Por todo ello -como dijimos al comenzar esta Declaración- la Resolución de la Corte Suprema nos produce tristeza. Es intempestiva, inoportuna, insólita y sobre todo injusta. Es realmente paradójico que haya sido firmada por unanimidad por quienes son responsables de administrar Justicia. La Justicia debe basarse en la Razón que hace defender la Verdad. Siempre debe promover la Libertad, para ayudar a buscar el Bien. Si la Justicia no está de acuerdo con la Verdad y con el Bien, no es Justicia.
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