Palabras de Mons. Dr. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero y Gran Canciller de la Universidad Católica de Santiago del Estero en el acto de Asunción de las Nuevas Autoridades Académicas. (AICA)
(27 de agosto de 2009)
Con gran alegría -como Gran Canciller de la Universidad Católica de Santiago del Estero- participo de este acto académico con ocasión de la asunción de las nuevas autoridades académicas de esta alta casa de estudios.
Una vez realizada la Profesión de fe y el juramento de fidelidad del nuevo Rector comenzará una nueva etapa de la vida comunitaria de la Universidad.
Sí, una nueva etapa. Esta no implica cambiar lo que hasta el momento, y con gran esfuerzo, se venía realizando; sino proponerse nuevos desafíos académicos en los que se concentrarán todos los esfuerzos de cada una y cada uno que son parte de la comunidad universitaria.
Por supuesto, que una nueva etapa implica seguir mirando al pasado con una memoria purificada. Estoy convencido que encontraremos muchos motivos para elevar nuestros corazones a Dios, en agradecimiento, por tantos beneficios obtenidos. Y también se necesitará la mirada de fe, propia del cristiano, para descubrir en los acontecimientos negativos, la voluntad salvífica, de Dios, que no quiere el mal, ni el pecado, pero lo permite para que aprendamos a sacar bienes mayores. ¡Todas las cosas son para bien! expresará el Apóstol San Pablo.
Esa memoria del pasado nos impulsará a tener muy en cuenta el deseo de aquellos primeros laicos católicos, comprometidos con el Evangelio, que decidieron poner en marcha, en este querido Santiago del Estero, esta Universidad Católica, para el bien de la Iglesia, y de toda la provincia.
Hace pocos días atrás releía la Historia de la Iglesia de Santiago del Estero escrita por José Néstor Achával y editada por esta universidad, donde recordaba la idea fundadora: “fue compartida por muchos que teníamos el anhelo de un Santiago mejor, o de cambiar a nuestro Santiago, programando su desarrollo” .
La mirada también debe estar en el futuro. Se acercan dos importantes acontecimientos. Por un lado, junto a toda la Nación Argentina, celebraremos el bicentenario 2010-2016, del nacimiento de nuestra patria. Por otro lado, la Universidad se prepara a festejar su jubileo, con motivo de los 50 años de vida académica. Por eso los invito a apostar, con nuevas fuerzas, por una educación integral de la persona, desde el humanismo cristiano, para seguir construyendo un Santiago más justo, solidario y fraterno.
Es importante que ustedes, como nuevas autoridades, no olviden que la UCSE además de la enseñanza, de la investigación y de los servicios comunes a todas las universidades, por compromiso institucional, aporta también a su tarea la inspiración y la luz del mensaje cristiano. “El objetivo de toda educación genuina es el de humanizar y personalizar al hombre, sin desviarlo, antes bien, orientándolo hacia su fin último que trasciende la finitud esencial del hombre”.
En un acto central de una Universidad de Europa, su Gran Canciller expresó a toda la comunidad universitaria unas ideas acerca de la mentalidad laical que me parecen muy oportunas transmitírselas a ustedes, queridas autoridades, que hoy comienzan esta nueva etapa institucional.
Esta mentalidad laical implicará “ser lo suficientemente honrados, para pechar con la propia responsabilidad personal; ser lo suficientemente cristianos, para respetar a los hermanos en la fe, que proponen -en materias opinables- soluciones diversas a la que cada uno de nosotros sostiene; ser lo suficientemente católicos para no servirse de nuestra Madre la Iglesia, mezclándola en banderías humanas” .
Por último, queridos hermanos y hermanas, el aliento y la confianza de la Iglesia que peregrina en Santiago del Estero los acompañe en el arduo trabajo diario de cada uno de ustedes. Y recuerden que la Iglesia diocesana y nuestra querida provincia -tantas veces postergada- necesitan del testimonio y de la contribución competente, libre y responsable de cada uno de ustedes.
Mons. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero
Buenos Aires, 31 Ago. 09 (AICA)
Consorcio de Médicos Católicos
El Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires expresó “su total desconcierto y tristeza” ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ante un caso concreto de tenencia de drogas, y consideró que la resolución es “intempestiva, inoportuna, insólita y sobre todo injusta. Es realmente paradójico que haya sido firmada por unanimidad por quienes son responsables de administrar Justicia. La Justicia debe basarse en la razón que hace defender la verdad. Siempre debe promover la libertad, para ayudar a buscar el bien. Si la Justicia no está de acuerdo con la verdad y con el bien, no es Justicia”.
Firman el comunicado, los doctores Alejandro Nolazco, Carlos Abel Ray y Antonio Catalán Pellet.
Texto del comunicado
El Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires por unanimidad de los socios reunidos en sesión especial, expresa su total desconcierto y tristeza ante la reciente Resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ante un caso concreto de tenencia de drogas despenalizó a los acusados y declaró inconstitucional un artículo de la ley sobre drogadicción que pena a los que poseen droga, aún en pequeñas cantidades.
Decimos desconcierto porque es inadmisible que el más alto tribunal de justicia de la Nación, no tenga en cuenta los profundos valores que se están atacando, cuando se resuelve que tener droga es algo que no tiene importancia y que no debe ser penado. Desde luego, el tenerla es para consumirla. Consumirla es muy dañoso para la salud física y psíquica de quien la ingiere, la fuma o se inyecta. Debe importar entonces a la sociedad y a los tribunales que la representan -y la deben defender- que no se permita algo que es perjudicial para la persona.
Se dice que una mínima cantidad de droga, en especial de marihuana, no hace daño al que la consume. Es verdad. Pero los médicos y los especialistas en el tema sabemos bien que se comienza con poco, pero siempre se va aumentando la dosis. Se precisa cada vez más droga -u otra droga de mayor impacto emocional- para lograr el mismo o mayor efecto. La droga va enfermando cada vez más al adicto, quien siempre debe buscar drogas más fuertes y excitantes para sentirse mejor. Su empleo reiterado y en dosis cada vez mayores terminan al final, dañando muy gravemente al adicto en su cuerpo, en su mente y en su voluntad y con el tiempo, lo lleva a la muerte.
Se dice que debe respetarse la autonomía de las personas y que quien quiere hacer algo, comer algo, fumar algo o inyectarse algo dañoso, tiene derecho a decidir lo que le parezca mejor. Este concepto es equivocado. La autonomía de las personas es un bien valioso y desde luego debe promoverse y defenderse. Pero la autonomía tiene un límite. No es un principio absoluto. Por eso es que por razones de pura ley natural, no está permitido el suicidio, ni la asistencia o incitación al suicidio. Incluso nuestro Código Penal sanciona a quien así lo hace.
Se dice que los ciudadanos elijen su conducta, pero se olvidan que justamente donde más droga, marihuana, paco o cocaína hay, es en los bolsones de pobreza y en las villas llenas de indigencia y miseria que rodean a las grandes ciudades. Allí los niños y los jóvenes se hallan a merced de los narcotraficantes que les regalan la droga con tal de que la vendan y puedan ellos obtener pingües ganancias. La Resolución despenalizadora de la Suprema Corte es una agresión –tal vez no querida – a los chicos y a las familias más desposeídas.
Por otra parte -y es muy importante- quien posee droga es porque la compró y se la compró a alguien que está al servicio o está esclavizado por un narcotraficante, quien es el que la vende y gana mucho con ello. Se dice que de esta manera se despenaliza la compra de la droga –porque no hay que criminalizar al consumidor- pero que se va a seguir persiguiendo y penalizando severamente su venta. Esto es un absoluto sofisma. Es decir, es expresar algo que parece cierto –compra si, venta no- pero que es una gran mentira. Quien compra la droga está ayudando al negocio de quien la vende. Todo es un círculo vicioso. Si no hubiera quien la comprara, no habría quien la vendiese.
Se dice que esto es de estricta justicia y de respeto absoluto a los valores proclamados por la Constitución Nacional. Pero además de los argumentos personales de daño al consumidor que hemos mencionado, hay algo más tremendamente importante. La resolución despenalizadora de la Corte Suprema atenta contra el bienestar general de la población que defiende nuestra Carta Magna. La drogadicción tan difundida y en aumento en nuestra sociedad es responsable del aumento de la criminalidad. Es responsable del aumento de los casos de violaciones y asesinatos y del aumento de la gravedad, ensañamiento, violencia y brutalidad de las lesiones que se producen en los secuestros, asaltos, salideras bancarias, robos y atentados a la propiedad. Al drogadicto no le basta con robar, quiere además dañar, hacer sufrir y lesionar severamente a las victimas, dejándoles daños irreparables, sea niño, anciano o mujer y si está embarazada mejor.
Agregamos además -como punto importante a destacar- que dadas las condiciones sanitarias públicas de nuestro país y bajo las circunstancias actuales, es imposible brindar atención de excelencia en los hospitales públicos al que consume, siendo las entidades privadas pagas e insuficientes para lograr este objetivo. Esto, condena al que consume a la grave pena de seguir siempre en ese mal camino.
Todo lo anterior lo decimos como médicos que estudiamos, vivimos y actuamos para defender la salud de la población, sobre todo de los inocentes niños y jóvenes en riesgo. Nos interesa todo aquello que prevenga las enfermedades y sobre todo que fomente la salud física, psíquica y espiritual. Y por ello nos oponemos firmemente a lo que daña a nuestros sanos y enfermos.
Como médicos católicos, agregamos a lo anterior, que la tradición judeocristiana nos enseña a defender los Principios básicos de la civilización. “No matarás” es un Mandamiento de la Ley de Dios. La despenalización de la tenencia de droga es un camino hacia la muerte de los más débiles. Cristo en las Bienaventuranzas nos enseñó que son “Bienaventurados los pobres, los tristes, los que lloran, los que padecen persecución por la justicia”. La despenalización de la droga –con sus tan graves consecuencias personales y sociales- es una amenaza y una muy severa agresión justamente a esos que deberían ser nuestros protegidos.
Por todo ello -como dijimos al comenzar esta Declaración- la Resolución de la Corte Suprema nos produce tristeza. Es intempestiva, inoportuna, insólita y sobre todo injusta. Es realmente paradójico que haya sido firmada por unanimidad por quienes son responsables de administrar Justicia. La Justicia debe basarse en la Razón que hace defender la Verdad. Siempre debe promover la Libertad, para ayudar a buscar el Bien. Si la Justicia no está de acuerdo con la Verdad y con el Bien, no es Justicia.
Informes: [email protected] .+
Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(29 de agosto de 2009)
DESPENALIZACIÓN DE LA DROGA
Hemos asistido a un fallo de la Corte Suprema en el que se despenaliza la tenencia y el consumo personal de droga. El fallo pone el acento no tanto en lo nocivo de la droga, sino en la defensa de las acciones privadas que deben ser respetadas según la Constitución. Este dictamen, que no tiene el alcance de una ley sino sólo la interpretación de inconstitucionalidad frente a un caso particular, ha abierto el debate, sobre todo pensando que puede estar próximo el envío al Congreso de un proyecto para sancionar una Ley sobre el tema. Si bien el fallo de la Corte tiene el límite de referirse a la interpretación de un caso particular, es un antecedente de alto valor jurídico.
La postura de la Iglesia ha sido clara. Partimos de una afirmación simple y de fácil constatación: la droga es sinónimo de muerte, que se ha convertido en un flagelo. A partir de ello concluimos que todo lo que acerque o haga más fácil su consumo es nocivo. En este sentido no hay que acercar la droga sino alejarla. Lo vemos de modo especial respecto a los jóvenes, que son la presa fácil del avance de la droga. El testimonio negativo de las madres de estos chicos es por demás elocuente, incluso no se podría decir tan rápidamente que no afecta a terceros, ellas lo niegan. Cuando frente a esta realidad leemos las conclusiones de la Corte nos parecen alejadas de la misma, o que se piensa en un primer mundo donde los parámetros de salud, educación, presencia del Estado dan un marco que garantiza la vida y la salud de la gente. Incluso en este supuesto no deja de ser un peligro y mal social el tema de la droga.
Por otra parte, el meta mensaje que este fallo trasmite no es un logro constitucionalista, sino algo más simple: “la droga ahora es legal”, es decir, hay permiso jurídico para el consumo, es legal. El auge del consumo al amparo de este fallo no va a ser el del adulto responsable de sus actos, sino de los jóvenes que son un mercado creciente en manos de redes de adultos que hacen negocio con su fragilidad. Es más, van a aparecer nuevos pequeños traficantes entre los mismos jóvenes. No creo que deba considerarse un acto contra mi libertad que la sociedad, a través de sus leyes, defina, penalice y ponga límites a un flagelo que avanza, destruye y mata. Penalizar lo que atenta claramente contra la salud, insisto de modo especial entre los jóvenes de nuestros barrios carenciados, no significa negar la libertad sino pensar en el bien común. Además, si bien el derecho a la tenencia de drogas para uso personal no habilitaría de suyo su venta, sin embargo este fallo podría aparecer suavizándola socialmente.
Penalizar la tenencia no significa que haya que criminalizar a la persona que consume y es adicta, todo lo contrario, a ella hay que ayudarla con todos los medios posibles, incluso con la internación. Al que hay que castigar y poner preso es al traficante. Esta ayuda al drogadicto, como la pena al traficante supone la presencia de un Estado con decisión política que movilice los recursos necesarios para enfrentar esta situación. Creo que una posible ley de despenalización, si se considera e instrumenta este fallo como su primer paso, es un camino peligroso y alejado de la realidad. Cuando veo la actitud y el cambio de opinión como de legislación de otros países frente al tema de la droga, temo que tengamos cierto complejo que nos impida mantener posiciones claras que imponga límites. Creo que es necesario, por ello, distinguir el alcance de este fallo “in casu”, de lo que sería una ley de despenalización. Hay en esto una responsabilidad del poder legislativo.
Deseándoles un buen fin de semana en compañía de sus familias y amigos, reciban de su Obispo mi afecto y oraciones junto a mi bendición.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Disertación de monseñor Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján, y presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social, en en la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA). (AICA)
(27 de agosto de 2009)
1. Introducción
Agradezco sinceramente la posibilidad de participar de este encuentro con ustedes, hombres y mujeres que trabajan en el ámbito de la comunicación social. No es un trabajo más, todos los que están aquí lo saben bien, es ese tipo de trabajo que brota de una vocación, que suele convertirse en una pasión, que no se circunscribe a un horario ni a una tarea sino que compromete toda la vida. Estas breves palabras sólo pretenden presentar los temas para abrir el diálogo que vamos a tener a continuación.
Quisiera en esta noche compartir algunas reflexiones tomando como punto de partida el mensaje del Papa Benedicto XVI, que en la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de este año se ha dirigido una vez más a todos los comunicadores. Sus palabras nos invitan a reflexionar sobre las nuevas tecnologías y las nuevas relaciones humanas que nacen a partir de ellas y creo que pueden ser muy útiles para iluminar los desafíos de los comunicadores sociales en nuestro país.
2. Son un don
El Papa comienza diciendo que las nuevas tecnologías "son un verdadero don para la humanidad y por ello debemos hacer que sus ventajas se pongan al servicio de todos los seres humanos y de todas las comunidades, sobre todo de los más necesitados y vulnerables" . No es una cuestión menor escuchar en boca de un Papa que las nuevas tecnologías que tanto nos sorprenden son un regalo de Dios. Lejos están los tiempos en los que desde la Iglesia muchos se manifestaban en una actitud recelosa ante los medios de comunicación, ahora el Papa los presenta así, nada menos que como algo que Dios ha regalado a la humanidad.
Y cuando recibimos un regalo no sólo nuestro corazón se muestra agradecido, los regalos también nos comprometen. Ante un don de Dios los creyentes se preguntan ¿Para qué Dios me ha dado esto? ¿Qué espera de mí? Y notemos que se trata de un obsequio “para toda la humanidad”, no para algunos. Por eso inmediatamente Benedicto XVI señala que esas tecnologías tienen que estar al servicio de todos. Quienes tienen en sus manos la posibilidad de utilizar estos medios no pueden olvidar este desafío: se nos ha confiado un don que está destinado a todos, y, hay que subrayarlo siempre, especialmente a los más débiles.
Es por esto que desde la visión de la Iglesia más que propietarios somos administradores. Se nos han confiado unos dones que Dios ha destinado a la humanidad en su conjunto y que ha puesto en nuestras manos para que estén al servicio del bien común. Este es el punto de partida de nuestra responsabilidad. La razón por la cual los medios están al servicio la comunidad no es sólo teórica, ni se origina primeramente en un ordenamiento jurídico o en consideraciones filosóficas, es muy concreta y diría estremecedora: muchos hermanos nuestros no tienen lo necesario para vivir y están "afuera" en todos los sentidos de la palabra, excluidos de una sociedad en la que "sobran" y muchas veces sin hogar y sin un lugar donde dormir y sin los alimentos necesarios. Ese es el motivo claro e inapelable para dejar de lado las mezquindades y afrontar con convicción y entusiasmo el desafío de construir el bien común. Esto es así en todos los países y es especialmente urgente en nuestra Patria.
3. Para construir la Patria
Los medios de comunicación, ustedes lo saben bien, tienen un papel irreemplazable en la construcción de una Nación justa en la que haya sitio para todos. Cada línea que se escribe, cada palabra que se dice, cada imagen que se genera, pueden contribuir, o no, a edificar entre todos esa sociedad justa a la que aspiramos. Para lograrlo no es necesario dar solamente "buenas noticias" ni desfigurar la realidad para disimular los conflictos y la inmensidad de los desafíos que tenemos por delante. No se trata de eso sino de algo más difícil y apasionante: presentar las dificultades, en ocasiones dramáticas, con actitud constructiva e iluminadora sin caer en la tentación del golpe de efecto fácil, muchas veces más rentable, ni en la búsqueda de ventajas personales o de grupo.
Pero hay otro esfuerzo al que somos urgidos por la responsabilidad que tenemos. Hay situaciones completamente nuevas que esperan respuestas. El año pasado los Obispos de la Argentina decíamos "la nueva cuestión social, abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran un sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios. Los nuevos fenómenos a menudo afectan a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido de la vida, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social. Ello se manifiesta, por ejemplo, en el crecimiento del individualismo y en el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios. Nos preocupan especialmente las graves carencias afectivas y emocionales. Contemplamos un gran anhelo de encontrar razones para la existencia."
4. Nuestra Misión
Estimados amigos, no estamos solamente ante el inmenso desafío de la distribución de la riqueza y de una justicia y unas instituciones que aseguren la dignidad de cada uno, la cuestión es aún más profunda: estamos ante una transformación social que afecta todas las relaciones humanas y el sentido mismo de la vida y la comunidad. Están en juego cuestiones como el valor de la vida, la familia, el cuidado de los niños, la educación, el respeto de los valores más elementales. Los medios de comunicación están en el centro de esa problemática y por eso los hombres y las mujeres que tienen responsabilidades en ellos se encuentran ante un excepcional compromiso. Podemos "hacernos los distraídos" y mirar solamente nuestros intereses; podemos vivir esta situación como una carga que se arrastra con pesar; o podemos asumirla como una magnifica misión que nos pone a la altura de tantos grandes periodistas y comunicadores que han dejado huellas imborrables en la construcción de sus comunidades. Sin dudas a esto estamos siendo convocados y la respuesta que seamos capaces de dar pondrá de manifiesto la belleza y la importancia de la vocación del comunicador.
Día a día nos llaman la atención las novedades tecnológicas, en muchos casos son verdaderamente deslumbrantes y el Papa dice en su mensaje que ni su popularidad ni su rápida difusión entre los usuarios deben sorprendernos. Pero al hacer esa observación no pone el acento en las características extraordinarias de los nuevos instrumentos, sino que la razón de esa rápida difusión la encuentra en el corazón del hombre. Nos dice que las tecnologías de la comunicación nos atraen y nos cautivan porque el ser humano está hecho para la comunicación y busca incesantemente la manera de establecer nuevas formas de entrar en comunión con sus semejantes. "Este anhelo de comunicación y amistad tiene su raíz en nuestra propia naturaleza humana y no puede comprenderse adecuadamente sólo como una respuesta a las innovaciones tecnológicas. Cuando sentimos la necesidad de acercarnos a otras personas, cuando deseamos conocerlas mejor y darnos a conocer, estamos respondiendo a la llamada divina, una llamada que está grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y de la comunión" .
5. Relaciones nuevas
El deseo de estar en contacto y el instinto de comunicación, son en el fondo manifestaciones actuales de la tendencia fundamental y constante del ser humano a ir más allá de sí mismo para entrar en relación con los demás. En realidad, cuando nos abrimos a los otros, realizamos una de nuestras más profundas aspiraciones y nos hacemos más plenamente humanos. Pero, además, en las personas con las que nos relacionamos buscamos ayuda, palabras y gestos de orientación y, a veces, consuelo. Una humanidad perpleja ante sí misma parece volcarse hacia los medios de comunicación en busca de respuestas que no encuentra en su entorno. Especialmente los jóvenes utilizan las nuevas tecnologías que han abierto caminos para el diálogo entre personas de diversos países, culturas y religiones. El nuevo espacio digital, llamado ciberespacio, permite encontrarse y conocer los valores y tradiciones de otros. Los grandes medios de comunicación en muchas ocasiones ceden su lugar en ese nuevo continente digital en el que las redes sociales permiten una interacción constante y personal.
Esta transformación de la comunicación humana trae consigo una buena noticia: cada día está más claro que nadie puede crecer y desarrollarse en soledad. Necesitamos hablar, escuchar, pensar y hacer juntos. Nadie tiene todas las respuestas, ningún grupo y menos aún una sola persona, puede erigirse como el depositario de un único pensamiento válido. Los comunicadores tienen entonces un aporte extraordinario para hacer a la sociedad: generar espacios de encuentro, espacios honestos de un diálogo sincero para la búsqueda del bien, la verdad y la belleza. Lugares en los cuales sea posible la libre expresión de las ideas y los sentimientos y queden de manifiesto el valor de cada persona, de la libertad en democracia y de la riqueza cultural y espiritual de nuestro pueblo. Espacios para rescatar y comunicar la memoria y la belleza de nuestros héroes, de nuestros próceres y de nuestros santos.
6. Nuestra intención como Iglesia
Nos acercamos al bicentenario de la Patria. Desde los primeros días de su historia la Iglesia caminó junto a todos los hombres de buena voluntad que han habitado este suelo y eso es lo que con humildad deseamos seguir haciendo. Queremos caminar junto a ustedes hombres y mujeres de la comunicación en esta hora de grandes y difíciles transformaciones. Valoramos mucho la tarea en la que están empeñados y la consideramos de máxima importancia para la sociedad. Sabemos de los sacrificios, esfuerzos y riesgos que implica. Creemos que en la tradición de la Iglesia hay muchos tesoros que pueden poner luz en las dificultades de estos tiempos y deseamos ofrecerlos con humildad.
Pero, por encima de todo llevamos en nuestro corazón la fe en Jesús de Nazaret y nuestro amor a Él. Creemos que escuchando sus palabras y contemplando sus gestos, podemos aprender a comunicarnos mejor, podemos descubrir una nueva forma de encontrarnos y hacer realidad ese deseo que nos urge desde el corazón: construir juntos una Patria de hermanos en dónde haya un lugar para cada argentino.
Mons. Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján
Por su parte, el presbítero Alvaro Izurieta y Sea, capellán del Hospital Enrique Tornú, presidió una misa en la que se bendijeron las manos de parteras y obstetras. (AICA)
Texto completo de la homilía
Desde el Santuario venimos a llevar el mensaje de la vida, que Dios quiere la vida, la hizo linda. Dice la Biblia que cuando nos hizo a nosotros, nos hizo a imagen y semejanza de Dios, somos de la familia de Él, tenemos el rostro de Él, y a su vez, esa vida que nos dio, es la que nosotros anunciamos, la que ustedes en esta imagen de San Ramón van llevando a las casas, van anunciando la fe, la vida, el camino de la vida y así vamos a través del mensaje de fe; vamos ayudando a que crezca eso que se llama la cultura de la vida; pero lo más importante de la humanidad, es esa cultura de la vida en contra de lo que Juan Pablo II y Benedicto XVI denunciaron, la cultura de la muerte. Ustedes son los que salen a este mundo donde en todo el mundo hay tantos casos de cultura de la muerte, como diciendo esto es mejor, esto es lo que hace feliz, esto es lo que a uno lo plenifica.
La cultura de la vida, el mensaje de la vida ¿Qué es el mensaje de la vida? Son cosas muy sencillas, son cosas prácticas, son cosas muy sencillitas. Decir que la vida vale la pena, es decir, desde el primer momento en que un chico y una chica han concebido tiene vida y está el soplo de Dios ahí. Que los nueve meses que está en sala de esperas, la panza de la mamá, hay que cuidar a la mamá y al chico porque está la vida ahí, y cuando nace no hay que terminarla después de la primera semana cuando vamos a saludar a la mamá y después que Dios te ayude, sino que hay que acompañar el crecimiento de ese chico para que crezca sano, para que tenga buena educación y no le falte comida, que tenga principios de valores morales y después acompañarlo durante toda su existencia y cuando se enferma, al enfermo acompañarlos en su dolor, en su enfermedad, hospitales lindos, limpios donde no falta nada, donde se lo atiende bien al enfermo, eso es vida, eso es mensaje de vida. Y cuando están viejitos cuidarlos con mucho amor a los abuelos. Los abuelos son la sabiduría de la vida, a veces lamentablemente habrá que alejarlos de este mundo por exigencia de trabajo, algo, pero en cuanto se pueda conviene tenerlos cerca y si los tengo que alejar es ir a verlo lo mas posible, eso es cultura de la vida, al cerrarles los ojos y entregarlo a la vida, pues esto es lo que hacen ustedes, meter todas estas cosas en la cabeza y en el corazón de la gente
¿Se animan a hacerlo? Si, si, hay que mostrar la cara, pongan la cara y digan que esto es cultura de la vida, esto es vida, todo lo contrario a esto es cultura de la muerte; si alguien ve que alguna de estas cosas falta, díganle que no, que por ese camino no se va a ninguna parte, que por ese camino se fracasa siempre. Luego un escritor inglés que decía no usar la palabra “cultura de la muerte” porque en aquella época todavía no se había enseñado, pero el decía que en algunas familias, en algunos países, que en algunos pueblos se practica la filosofía del verdugo, cabeza que sobra, cabeza que molesta, cabeza que vuela.
Claro cuando uno piensa que la vida molesta, la vida es linda pero la vida molesta siempre, ese día me decía un papá que tiene su primera nena y que tanto él como su mujer, duermen dos horas por noche porque la criatura le salio gritona. La vida es bella pero tiene algo de molestia, algo que exige de mi un sacrificio, en un hogar uno ve esas mujeres, esos hombres, que tienen sus padres moribundos y se pasan sentados noches tomándoles de la mano para que sientan el cariño y al día siguiente a trabajar y otra noche en blanco y a trabajar, molesta pero eso es vida, pero no se puede transitar por el anuncio de la vida, por la cultura de la vida si no es como dijimos en el salmo, en la presencia del señor.
No se puede llevar la cultura de la vida sino estamos entroncados con Jesús como los ramos de la uva de la vid, al tronco; si uno tiene la sabia de Jesús, la fuerza de Jesús que es el Maestro de la Vida, el se definió así, yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ¡Yo soy la vida! Jesús nos tiene que contagiar este ardor, este entusiasmo por anunciar la vida. Piensen ustedes que dan ese mensaje de la vida, cuanta felicidad están sembrando en aquellos corazones que aceptan el mensaje; pero piensen también que eso no lo hacen solo ustedes, lo hace Él, los que están bien agarrados a Jesús. Yo voy a anunciar la vida, y estoy toda la mañana con una persona y anuncio la vida, todos contentos y a la salida me encuentro con una vecina y me pongo a sacarle el cuero a la otra, ya estoy anunciando la muerte, entonces cuidado con las contradicciones, si anunciamos la vida vivamos como Jesús quiere, coherentemente, que todo sea vida. Yo les agradezco lo que hacen, sigan así contagien vida, este es el mensaje que necesitamos, el mensaje de Dios, vayan por las huellas de Jesús, no se van a equivocar, son las huellas de la vida, porque Él es el Camino y es la Vida.
San Ramón nos fortalezca en esta tarea tan hermosa que tienen, que así sea.
ZENIT Ofrecemos a continuación el texto en español de la Carta Apostólica de Juan Pablo II con ocasión del 50º aniversario del comienzo de la segunda guerra mundial, y que, veinte años después, L'Osservatore Romano ha vuelto a publicar.
A mis hermanos en el episcopado,
a los sacerdotes y a las familias religiosas,
a los hijos e hijas de la Iglesia,
a los gobernantes,
a todos los hombres de buena voluntad.
La hora de las tinieblas
1. «ME HAS ECHADO EN LO PROFUNDO de la fosa, en las tinieblas, en los abismos» (Sal 88 [87], 7). ¡Cuántas veces este grito de dolor ha surgido del corazón de millones de mujeres y de hombres que, desde el 1° de septiembre de 1939 hasta el final del verano de 1945, se enfrentaron con una de las tragedias más destructoras e inhumanas de nuestra historia!
Mientras Europa se encontraba aún bajo el impacto de los actos de fuerza realizados por el Reich, que habían llevado a la anexión de Austria, al desmembramiento de Checoslovaquia y a la conquista de Albania, el primer día del mes de septiembre de 1939, las tropas alemanas invadían Polonia por el Oeste y, el 17 del mismo mes, la Armada roja lo hacía por el Este. La derrota del ejército polaco y el martirio de un pueblo entero iban a ser preludio de la suerte que muy pronto tocaría a numerosos pueblos europeos y, a continuación, a muchos otros en la mayor parte de los cinco continentes.
En efecto, desde 1940, los Alemanes ocuparon Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y la mitad de Francia. Durante este período, la Unión soviética, agrandada ya por una parte de Polonia, realizó la anexión de Estonia, Letonia y Lituania y quitó Besarabia a Rumania y algunos territorios a Finlandia.
Después, como un fuego destructor que se propaga, la guerra y los dramas humanos, que la acompañan inexorablemente, iban rápidamente a desbordar las fronteras del «viejo Continente» para llegar a ser «mundiales». Por un lado, Alemania e Italia llevaron los combates más allá de los Balcanes y en África mediterránea y, por otro lado, el Reich invadió bruscamente Rusia. Los Japoneses, por fin, destruyendo Pearl-Harbour, empujaron a los Estados Unidos de América a la guerra al lado de Inglaterra. Terminaba el año 1941.
Hubo que esperar el año 1943, con el éxito de la contraofensiva que liberó la ciudad de Stalingrado del yugo alemán, para que se produjera un cambio en la historia de la guerra. Las fuerzas aliadas por un lado y la tropas soviéticas por el otro lograron derrotar a Alemania, a costa de encarnizados combates que, desde Egipto hasta Moscú, provocaron horribles sufrimientos a millones de civiles indefensos. El 8 de mayo de 1945 Alemania se rindió sin condiciones.
Pero la lucha continuó en el Pacífico. Para acelerar el final, a primeros de agosto del mismo año se lanzaron dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Al día siguiente de este hecho espantoso Japón se rindió a su vez. Es el 10 de agosto de 1945.
Ninguna guerra ha merecido tanto el apelativo de «guerra mundial». Además fue total, pues no podemos olvidar que a las operaciones terrestres se sumaron combates aéreos y combates navales en todos los mares del mundo. Ciudades enteras fueron objeto de destrucciones despiadadas, sumiendo a poblaciones aterrorizadas en la angustia y la miseria. Roma misma estuvo amenazada. La intervención del Papa Pío XII evitó que la Ciudad fuera un campo de batalla.
Este es el cuadro sombrío de los hechos que recordamos hoy. Provocaron la muerte de cincuenta y cinco millones de personas, dejando divididos a los vencedores y una Europa para reconstruir.
Acordarse
2. Cincuenta años después, tenemos el deber de acordarnos ante de Dios de aquellos hechos dramáticos, para honrar a los muertos y compadecer a todos aquellos que este despliegue de crueldad hirió en el corazón y en el cuerpo, perdonando del todo las ofensas.
En mi solicitud pastoral por toda la Iglesia y preocupado por el bien de toda la humanidad, no podía dejar pasar este aniversario sin invitar a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y los fieles, así como a todos los hombres de buena voluntad, a una reflexión sobre el proceso que llevó este conflicto hasta los límites de lo inhumano y de la aflicción.
En efecto, tenemos el deber de sacar una lección de este pasado, para que jamás pueda repetirse el conjunto de causas capaz de desencadenar un conflicto semejante.
Ya sabemos por experiencia que la división arbitraria de las naciones, los desplazamientos forzosos de las poblaciones, el rearme sin límites, el uso incontrolable de armas sofisticadas, la violación de los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos, la inobservancia de las reglas de conducta internacional, así como la imposición de ideologías totalitarias no pueden llevar más que a la destrucción de la humanidad.
Acción de la Santa Sede
3. El Papa Pío XII, desde su comienzo, el 2 de marzo de 1939, lanzó un llamamiento a la paz, que todos consideraban seriamente amenazada. Algunos días antes de desencadenarse las hostilidades, el 24 de agosto de 1939, el mismo Papa pronunció unas palabras premonitorias cuyo eco resuena todavía: «He aquí que vuelve a sonar una vez más una grave hora para la gran familia humana (...). El peligro es inminente, pero todavía hay tiempo. Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra[1].
Por desgracia, la advertencia de este gran Pontífice no fue escuchada absolutamente y llegó el desastre. La Santa Sede, no habiendo podido contribuir a evitar la guerra, intentó -en la medida de sus posibilidades- limitar su extensión. El Papa y sus colaboradores trabajaron en ello sin descanso, tanto a nivel diplomático como en el campo humanitario, evitando tomar partido en el conflicto que oponía a pueblos de ideologías y religiones diferentes. En este cometido, su preocupación fue también la de no agravar la situación y no comprometer la seguridad de las poblaciones sometidas a pruebas poco comunes. Escuchemos una vez más a Pío XII cuando, a propósito de lo que sucedía en Polonia, declaró: «Tendríamos que pronunciar palabras de fuego contra tales hechos y lo único que nos lo impide es saber que, si habláramos, haríamos todavía más difícil la situación de esos desdichados»[2].
Algunos meses después de la Conferencia de Yalta (4-11 de febrero de 1945) y recién acabada la guerra en Europa, el mismo Papa, dirigiéndose al Sacro Colegio Cardenalicio, el 2 de junio de 1945, no dejó de preocuparse sobre el futuro del mundo y abogar por la victoria del derecho: «Las naciones, las pequeñas y las medianas particularmente, piden que se les permita tomar las riendas de sus propios destinos. Se les puede llevar a contraer, con su pleno acuerdo y en el interés del progreso común, obligaciones que modifiquen sus derechos soberanos. Pero después de haber soportado su parte, su parte tan grande, de sacrificios para destruir el sistema de la violencia brutal, están ahora en condiciones de no aceptar que se les imponga un nuevo sistema político o cultural que la gran mayoría de sus pueblos rechazan resueltamente (...). En el fondo de su conciencia los pueblos sienten que sus dirigentes se desacreditarían si, por el delirio de una hegemonía de la fuerza, no hicieran seguir la victoria del derecho»[3].
El hombre menospreciado
4. Esta «victoria del derecho» sigue siendo la mejor garantía del respeto de las personas. Ahora justamente, cuando se piensa en la historia de estos seis años terribles, uno no puede menos que horrorizarse por el menosprecio de que ha sido objeto el hombre.
A las ruinas materiales, a la aniquilación de los recursos agrícolas e industriales de los países asolados por los combates y las destrucciones que llegaron hasta el holocausto nuclear de dos ciudades japonesas, se añadieron masacres y miseria.
Pienso particularmente en el destino cruel ocasionado a las poblaciones de las grandes planicies del Este. Yo mismo fui testigo horrorizado de ello al lado del Arzobispo de Cracovia, Monseñor Adam Stefan Sapieha. Las exigencias inhumanas del invasor de entonces afectaron de manera brutal a los opositores y a los sospechosos, mientras que las mujeres, los niños y los ancianos fueron sometidos a constantes humillaciones.
No podemos olvidar el drama causado por el desplazamiento forzado de las poblaciones que fueron echadas por los caminos de Europa, expuestas a todos los peligros, en busca de un refugio y de medios para sobrevivir.
Debe hacerse una mención especial de los prisioneros de guerra que, aislados, ofendidos y humillados, pagaron también, después de las asperezas de los combates, otro pesado tributo. Hay que recordar, por fin, que la creación de gobiernos impuestos por los invasores en los Estados de la Europa central y oriental estuvo acompañada por medidas represivas y también por una multitud de ejecuciones para someter a las poblaciones reacias.
Las persecuciones contra los judíos
5. Pero de todas estas medidas antihumanas, una de ellas constituye para siempre una vergüenza para la humanidad: la barbarie planificada que se ensañó contra el pueblo judío.
Objeto de la «solución final», imaginada por una ideología aberrante, los judíos fueron sometidos a privaciones y brutalidades indescriptibles. Perseguidos primero con medidas vejatorias o discriminatorias, más tarde acabaron a millones en campos de exterminio.
Los judíos de Polonia, más que otros, vivieron este calvario: las imágenes del cerco de la judería de Varsovia, como lo que se supo sobre los campos de Auschwitz, de Majdanek o de Treblinka superan en horror lo que humanamente se pueda imaginar.
Hay que recordar también que esta locura homicida se abatió sobre otros muchos grupos que tenían la culpa de ser «diferentes» o rebeldes a la tiranía del invasor.
Con ocasión de este doloroso aniversario, me dirijo una vez más a todos los hombres, invitándolos a superar sus prejuicios y a combatir todas las formas de racismo, aceptando reconocer en cada persona humana la dignidad fundamental y el bien que hay en la misma, a tomar cada vez mayor conciencia de pertenecer a una única familia humana querida y congregada por Dios.
Deseo repetir aquí con fuerza que la hostilidad o el odio hacia el judaísmo están en total contradicción con la visión cristiana de la dignidad de la persona humana.
Las pruebas de la Iglesia católica
6. El nuevo paganismo y los sistemas afines se ensañaban, ciertamente, contra los judíos, pero atentaban igualmente contra el cristianismo, cuyas enseñanzas habían formado el alma de Europa. A través del pueblo del cual «también procede Cristo según la carne» (Rm 9, 5), llega el mensaje evangélico sobre la igual dignidad de todos los hijos de Dios, que era menospreciada.
Mi predecesor, el Papa Pío XI, había sido claro en su encíclica «Mit brennender Sorge», al decir:
«Quien eleva la raza o el pueblo, el Estado o una forma determinada del mismo, los representantes del poder o de otros elementos fundamentales de la sociedad humana (...) como suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y los diviniza con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado y querido por Dios»[4].
Esta pretensión de la ideología del sistema nacionalsocialista no exceptuaba a las Iglesias y a la Iglesia católica en particular que, antes y durante el conflicto, conoció, también ella, su pasión. Su suerte no fue seguramente mejor en las regiones donde se impuso la ideología marxista del materialismo dialéctico.
No obstante, hemos de dar gracias a Dios por los numerosos testigos, conocidos y desconocidos, que -en aquellas horas de tribulación- tuvieron la valentía de profesar intrépidamente su fe, supieron levantarse contra la arbitrariedad atea y no se plegaron ante la fuerza.
Totalitarismo y religión
7. En el fondo, el paganismo nazi así como el dogma marxista tienen en común el ser ideologías totalitarias, con tendencia a trasformarse en religiones substitutivas.
Ya mucho antes de 1939, en algunos sectores de la cultura europea, aparecía una voluntad de borrar a Dios y su imagen del horizonte del hombre. Se empezaba a adoctrinar en este sentido a los niños, desde su más tierna edad.
La experiencia ha demostrado desgraciadamente que el hombre dejado al solo poder del hombre, mutilado de sus aspiraciones religiosas, se transforma rápidamente en un número o en un objeto. Por otra parte, ninguna época de la humanidad ha escapado al riesgo de que el hombre se encerrara en sí mismo, con una actitud de orgullosa suficiencia. Pero este riesgo se ha acentuado en este siglo en la medida en que la fuerza armada, la ciencia y la técnica han podido dar al hombre contemporáneo la ilusión de ser el único señor de la naturaleza y de la historia. Esta es la presunción que encontramos en la base de los excesos que deploramos.
El abismo moral en el que el desprecio de Dios, y también del hombre, ha precipitado al mundo hace cincuenta años nos ha llevado a experimentar el poder del «Príncipe de este mundo» (Jn 14, 30) que puede seducir las conciencias con la mentira, con el desprecio del hombre y del derecho, con el culto del poder y del dominio.
Hoy nos acordamos de todo esto y meditamos sobre los límites a los que puede llevar el abandono de toda referencia a Dios y de toda ley moral trascendente.
Respetar el derecho de los pueblos
8. Pero lo que es verdad para el hombre lo es también para los pueblos. Conmemorar los acontecimientos de 1939 es recordar además que el último conflicto mundial tuvo por causa la destrucción de los derechos de los pueblos así como de las personas. Lo recordaba ayer, al dirigirme a la Conferencia episcopal polaca.
¡No hay paz si los derechos de todos los pueblos -y particularmente de los más vulnerables- no son respetados! Todo el edificio del derecho internacional se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad.
Hoy es esencial que situaciones como la de Polonia de 1939, asolada y dividida según las preferencias de invasores sin escrúpulos, no vuelvan a producirse más. No se puede evitar, a este respecto, pensar en los países que todavía no han obtenido su plena independencia, así como en aquellos que corren el riesgo de perderla. En este contexto y en estos días hay que recordar el caso del Líbano, donde fuerzas aliadas, siguiendo sus propios intereses, no dudan en poner en peligro la existencia misma de una nación.
No olvidemos que la Organización de las Naciones Unidas nació, después del segundo conflicto mundial, como un instrumento de diálogo y de paz, fundado sobre el respeto de la igualdad de los derechos de los pueblos.
El desarme
9. Pero una de las condiciones esenciales para «vivir unidos» es el desarme.
Las terribles pruebas sufridas por los combatientes y las poblaciones civiles, durante el segundo conflicto mundial, deben apremiar a los responsables de las naciones a procurar que se pueda llegar sin tardar a la elaboración de procesos de cooperación, de control y de desarme que hagan impensable la guerra. ¿Quién osaría justificar todavía el uso de las armas más crueles, que matan a los hombres y destruyen sus obras, para resolver las discrepancias entre Estados? Como ya tuve ocasión de decir «la guerra es en sí irracional y [...] el principio ético de la solución pacífica de los conflictos es la única vía digna del hombre»[5].
Por esto hemos de aceptar favorablemente las negociaciones en curso para el desarme nuclear y convencional, así como la total prohibición de armas químicas y otras. La Santa Sede ha declarado repetidas veces que considera necesario que las partes lleguen por lo menos a un nivel mínimo de armamento, compatible con sus exigencias de seguridad y defensa.
Estos pasos prometedores no tendrán, sin embargo, posibilidad de éxito si no están apoyados y acompañados por una voluntad de intensificar igualmente la cooperación en otros campos, especialmente los económicos y culturales. La última reunión de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, celebrada recientemente en París sobre el tema de la «dimensión humana», ha registrado el deseo, expresado por países de las dos partes de Europa, de ver instaurado en todas partes el régimen del Estado de derecho. Esta forma de Estado se muestra, efectivamente, como la mejor garantía de los derechos de la persona, incluidos el derecho a la libertad religiosa, cuyo respeto es un factor insustituible de paz social e internacional.
Educar a las jóvenes generaciones
10. Aleccionados por los errores y las desviaciones del pasado, los Europeos de hoy tienen ya el deber de transmitir a las jóvenes generaciones un estilo de vida y una cultura inspiradas por la solidaridad y la estima del prójimo. A este respecto, el Cristianismo, que ha forjado tan profundamente los valores espirituales de este Continente, debería ser una fuente de inspiración constante: su doctrina sobre la persona, creada a imagen de Dios, ha de contribuir al nacimiento de un humanismo renovado.
En el inevitable debate social, en que se enfrentan concepciones distintas de la sociedad, los adultos deben darse ejemplo de respeto recíproco, sabiendo reconocer siempre la parte de verdad que hay en el otro.
En un Continente de tantos contrastes, es necesario que las personas, las etnias y los países de cultura, creencia o sistema social diferentes, aprendan a aceptarse mutuamente.
Los educadores y los medios de comunicación social juegan a este respecto un papel primordial. Desgraciadamente, hemos de constatar que la educación sobre la dignidad de la persona, creada a imagen de Dios, no está ciertamente favorecida por los espectáculos de violencia o depravación difundidos muy a menudo por dichos medios de comunicación social: las jóvenes conciencias en formación son desorientadas y el sentido moral de los adultos queda embotado.
Moralizar la vida pública
11. La vida pública, ciertamente, no puede prescindir de los criterios éticos. La paz se consigue ante todo en el terreno de los valores humanos, vividos y transmitidos por los ciudadanos y los pueblos. Cuando se disgrega el tejido moral de una nación hay que temer cualquier cosa.
La memoria vigilante del pasado debería conseguir que nuestros contemporáneos estuvieran atentos a los abusos siempre posibles en el uso de la libertad, que la generación de esta época ha conquistado a costa de tantos sacrificios. El frágil equilibrio de la paz podría verse comprometido si en las conciencias se despertaran males como el odio racial, el menosprecio de los extranjeros, la segregación de los enfermos o de los ancianos, la exclusión de los pobres, el recurso a la violencia privada y colectiva.
A los ciudadanos les toca saber distinguir entre las proposiciones políticas que se inspiran en la razón y en los valores morales. A los Estados corresponde velar para que se eviten las causas de exasperación o de impaciencia de tal o cual grupo desfavorecido de la sociedad.
Llamamiento a Europa
12. A vosotros, hombres de Estado y responsables de las naciones, os repito una vez más mi profunda convicción de que el respeto de Dios y el respeto del hombre son inseparables. Constituyen el principio absoluto que permitirá a los Estados y a los Bloques políticos superar sus antagonismos.
No podemos olvidar, en particular, a Europa donde ha surgido este terrible conflicto y que, durante seis años, ha vivido una verdadera «pasión» que la ha arruinado y dejado desamparada. Desde 1945 somos testigos y operadores de loables esfuerzos encaminados a su reconstrucción material y espiritual.
Ayer, este Continente exportó la guerra: hoy, le toca ser «artesano de paz». Confío en que el mensaje de humanismo y de liberación, herencia de su historia cristiana, pueda fecundar todavía a sus pueblos y siga resplandeciendo en el mundo.
¡Sí, Europa, todos te miran, conscientes de que siempre tienes algo que decir, después del naufragio de aquellos años de fuego: la verdadera civilización no está en la fuerza, sino que es fruto de la victoria sobre nosotros mismos, sobre las potencias de la injusticia, del egoísmo y del odio, que pueden llegar a desfigurar al hombre!
Exhortación a los católicos
13. Al concluir, deseo dirigirme muy particularmente a los pastores y a los fieles de la Iglesia católica.
Acabamos de recordar una de las guerras más sangrientas de la historia, nacida en un Continente de tradición cristiana.
Esta constatación debe estimularnos a un examen de conciencia para ver cómo es la evangelización de Europa. El hundimiento de los valores cristianos, que favoreció los errores de ayer, tiene que hacernos estar atentos sobre la manera en que hoy se anuncia y se vive el Evangelio.
Observamos, por desgracia, que en muchos campos de su existencia el hombre moderno piensa, vive y trabaja como si Dios no existiera. Ahí está el mismo peligro que ayer: el hombre dejado en poder del hombre.
Mientras Europa se prepara para recibir un nuevo semblante, ya que ha habido un desarrollo positivo en algunos países de su parte central y oriental, y los responsables de las naciones colaboran cada vez más para la solución de los grandes problemas de la humanidad, Dios llama a su Iglesia a dar su propia contribución para la llegada de un mundo más fraterno.
Junto con las otras Iglesias cristianas, a pesar de nuestra unidad imperfecta, queremos repetir a la humanidad de hoy que el hombre no es auténtico si no se acepta ante Dios como criatura; que el hombre no es consciente de su dignidad si no reconoce en sí mismo y en los demás la señal de Dios que lo ha creado a su imagen; que no es grande sino en la medida en que su vida es una respuesta al amor de Dios y se pone al servicio de sus hermanos.
Dios no desconfía del hombre. Cristianos, tampoco nosotros podemos desconfiar del hombre, porque sabemos que es siempre más grande que sus errores o sus faltas.
Al recordar la bienaventuranza pronunciada en otro tiempo por el Señor: ¡«Bienaventurados los que trabajan por la paz»! (Mt 5, 9), queremos invitar a todos los hombres a perdonar y a ponerse al servicio los unos de los otros, por Aquel que, en su carne, una vez ha dado en sí mismo «muerte a la Enemistad» (Ef 2, 16).
A María, Reina de la Paz, confío a esta humanidad, encomendando a su materna intercesión la historia de la que somos actores.
¡Para que el mundo no conozca nunca más la inhumanidad y la barbarie que lo ha asolado hace cincuenta años, anunciamos sin cansarnos a «nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación» (Rm 5, 11), prenda de la reconciliación de todos los hombres entre sí!
¡Que su Paz y su Bendición estén con todos vosotros!
Notas
[1] Radiomensaje, 24 de agosto de 1939: AAS 31 (1939), pp. 333-334.
[2] Actes et Documents du Saint Siège à la seconde guerre mondiale, Librería Edittrice Vatiicana, 1970, vol. 1, p. 455.
[3] AAS 37 (1945), p. 166.
[4] 14 de marzo de 1937: AAS 29 (1937), pp. 149 y 171.
[5] Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 8 de diciembre de 1983, n. 4: AAS 76 (1984), p. 295.
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ZENIT publica la intervención que dirigió Benedicto XVI el domingo, 30 de Agosto de 2009, a mediodía a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo con motivo del Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas:
Hace tres días, el 27 de agosto, celebramos la memoria litúrgica de Santa Mónica, madre de San Agustín, considerada modelo y patrona de las madres cristianas. Sobre ella, su hijo nos da muchas informaciones en el libro autobiográfico “Las confesiones”, obra maestra entre las más leídas de todos los tiempos. Aquí aprendemos que San Agustín bebe el nombre de Jesús con la leche materna y fue educado por su madre en la religión cristiana, cuyos principios mantendrá impresos en él también en los años de desliz espiritual y moral. Mónica no deja nunca de rezar por él y por su conversión, y tuvo el consuelo de verlo volver a la fe y recibir el bautismo. Dios recompensa las oraciones de esta santa mamá, a la que el obispo de Tagaste había dicho: “Es imposible que un hijo de tantas lágrimas se pierda”. De hecho, San Agustín no sólo se convirtió, sino que decidió abrazar la vida monástica y, al volver a África, fundó él mismo una comunidad de monjes. Conmovedores y edificantes son los últimos coloquios espirituales entre él y su madre en la tranquilidad de una casa de Ostia, a la espera de embarcarse para África. En aquel momento, Santa Mónica se convertía, para su hijo, en “más que madre, la fuente de su cristianismo”. Su único deseo había sido durante años la conversión de Agustín, a quien en ese momento veía orientado incluso hacia una vida de consagración al servicio de Dios. Podía por tanto morir contenta y efectivamente murió el 27 de agosto del 387, a los 56 años, después de haber pedido a los hijos no preocuparse por su sepultura sino acordarse de ella, donde quiera que se encontrara, en el altar del Señor. San Agustín repitió que su madre lo había “engendrado dos veces”.
La historia del cristianismo está llena de innumerables ejemplos de padres santos y de auténticas familias cristianas que han acompañado la vida de generosos sacerdotes y pastores de la Iglesia. Piénsese en los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, ambos pertenecientes a familias de santos. Pensamos, muy cerca de nosotros, en los cónyuges Luigi Beltrame Quattrocchi y Maria Corsini, que vivieron entre el final del siglo XIX y la mitad del 1900, beatificados por mi venerado predecesor Juan Pablo II en octubre de 2001, coincidiendo con los veinte años de la Exhortación Apostólica Familiaris consortio. Este documento, además de ilustrar el valor del matrimonio y las funciones de la familia, solicita a los esposos un particular compromiso en el camino de santidad, que, sacando gracia y fuerza del sacramento del matrimonio, les acompaña a lo largo de toda su existencia (cf. N. 56). Cuando los cónyuges se dedican generosamente a la educación de los hijos, guiándoles y orientándoles en el descubrimiento del plan de amor de Dios, preparan ese fértil terreno espiritual en el que florecen y maduran las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Se revela cuán íntimamente están ligadas y se iluminan mutuamente el matrimonio y la virginidad, a partir de su común arraigo en el amor esponsal de Cristo.
Queridos hermanos y hermanas: en este Año Sacerdotal oramos para que, “por intercesión del Santo Cura de Ars, las familias cristianas se conviertan en pequeñas iglesias, en las que todas las vocaciones y todos los carismas, dados por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorados” (de la oración del Año Sacerdotal). Nos obtenga esta gracia la Virgen María, que ahora juntos invocamos.
[Después del Ángelus]
El próximo martes, 1 de septiembre, se celebrará en Italia la Jornada para la salvaguarda de lo creado. Es un acontecimiento significativo, de relevancia también ecuménica, que este año tiene como tema la importancia del aire, elemento indispensable para la vida. Como lo hice en la Audiencia general del miércoles pasado, exhorto a todos a un mayor compromiso por la tutela de lo creado, don de Dios. En particular, animo a los países industrializados a cooperar responsablemente por el futuro del planeta y para que no sean las poblaciones más pobres las que paguen el mayor precio del cambio climático.
[Después, el Papa saludó en varios idiomas a los peregrinos. En francés, dijo:]
Acojo con gozo a los peregrinos de lengua francesa reunidos para la oración del Ángelus. La liturgia de este domingo nos invita a escuchar con atención la Palabra de Dios para mantenernos fieles en la puesta en práctica cada día. Ella es para nosotros fuente de sabiduría, de luz, de inteligencia y de vida. Vamos entonces a tomar tiempo para acoger esta Palabra y para meditarla para que ella pueda arraigarse en lo más profundo de nuestra vida cotidiana. Entonces nuestra existencia podrá dar fruto y expresar el amor de Dios por todos. ¡Que el Señor os acompañe cada día de vuestra vida!
[En inglés, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de habla inglesa y visitantes en este Ángelus, incluyendo a los seminaristas de primer año del Colegio Pontificio Norte Americano. Que vuestro tiempo aquí en Castel Gandolfo y en Roma os haga profundizar en vuestra comprensión integral de nuestra fe y fortalezca en vosotros el deseo de ser coherentes de palabra y obra, siguiendo el corazón y la mente de nuestro Señor. ¡Para cada uno de vosotros aquí presentes y vuestras familias, invoco la bendición del Dios de la paz y la alegría!
[En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en especial a los fieles de la Diócesis de Tortosa. En el evangelio proclamado este domingo vemos cómo la gente, asombrada ante las palabras y los hechos de Jesús, decía de Él: "Todo lo ha hecho bien". Pidamos por intercesión de la Virgen María poder gozar igualmente de una experiencia viva y real del misterio y de la Persona de Cristo, que nos colma de su amor y su vida a través de la liturgia, la Palabra Divina y la oración. Muchas gracias y feliz domingo.
[Traducción del original italiano realizada por Patricia Navas
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
(De Fuente de la Guancha)
PROGRAMA DE LAS FIESTAS PATRONALES 2009
5 de Agosto
Ya circula por cada casa del pueblo el programa de las Fiestas Patronales 2009 que tiene como portada una bella fotografía de la imagen de la Esperanza en las andas de madera. En el interior nos encontramos, además del horario de los actos religiosos y profanos desde el 7 al 22 de Agosto, un Saluda de la Señora Alcaldesa y del Párroco, el pregón del pasado año y un escrito sobre datos históricos de las prendas y alhajas y las andas de la imagen. Todo ello acompañado de fotografías a todo color de fiestas anteriores. En las páginas centrales se encuentran las fotos de las candidatas a Reina de la Cosecha 2009.
VIAJE A SUIZA
30 DE Julio al 7 de Agosto
“Suiza Maravillosa” era el título que Viajes Dream Tours había dado a la excursión parroquial a Suiza en los días 30 de Julio al 7 de Agosto de 2009. Y no se equivocó. Realmente maravillados regresaron los treinta componentes del grupo. El pasar de un cantón a otro, de un pueblo a otro, era ir de sorpresa en sorpresa por sus bellezas naturales: lagos, ríos, cascadas, montañas, valles, árboles, cultivos de viñedos y de maíz, pueblos medievales… Se tuvo la oportunidad de oír el ruido ensordecedor de las cataratas del Rhin, visitar las impresionantes cascadas-glaciar de Trummelbach en el interior de la montaña y únicas de Europa accesibles al público, caminar por la bella localidad de Murrem, recorrer por una pasarela de 1400 metros la garganta de Aareschlucht, pasear en barco en el lago de los cuatro cantones, contemplar desde Interlaken el pico nevado de Jungfrau, extasiarnos en la pintoresca ciudad de Gruyeres con su arquitectura medieval y su castillo, famosa por sus quesos, donde degustamos el Fondeu, comida típica. Nombres como Ginebra, Berna, Unteraegeri, Zurich, Lucerna, Meiringen, gruyeres y Laussanne permanecerán mucho tiempo en su recuerdo. Muy emotiva fue la Eucaristía en la abadía de Einsiedeln junto a la capilla de la Virgen Negra.
El regreso por Barcelona fue ocasión de una visita de dos horas y media a Monserrat, con su Monasterio y Santuario donde se dan encuentro la espiritualidad y la cultura en un marco natural y singular. Todos pudieron rezar y pasar ante la venerada imagen morenita y algunos se llegaron hasta la Cueva Santa.
COMIENZO DE LAS FIESTAS PATRONALES A LA ESPERANZA
8 de Agosto
Con el tradicional traslado de la imagen de Ntra. Sra. de La Esperanza desde el Camarín hasta el templo parroquial dieron comienzo las fiestas patronales 2009. Este año el traslado se realizó en el día llamado “Bajada de las Hayas” que quiere recordar de manera festiva con grupos folklóricos y parrandas a los porteadores que antiguamente bajaban las ramas desde el monte para engalanar el pueblo por las fiestas. La Virgen recibió el homenaje de las danzas y la ofrenda de flores, frutos y coplas.
QUINARIO PREPARATORIO PARA LAS FIESTAS
10 al 14 de Agosto
Desde el lunes 10 de Agosto hasta el 14 tendrá lugar el Quinario Preparatorio para la celebración de las Fiestas Patronales. A las 18,30 horas de cada día se rezará el Santo Rosario y a las 19,00 dará comienzo la Eucaristía con la ofrenda-homenaje de los niños, jóvenes, cofradía, enfermos y familiares y mayores. Este año con motivo del “Año Sacerdotal” se han propuesto unos temas de reflexión sobre el sacerdocio toda vez que festejar a María es festejar a la Madre de los sacerdotes. Mirar a María es encontrarse con Jesús, sumo sacerdote, y con los sacerdotes que actúan “in persona Christi”.
CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES A NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA
15 y 16 de Agosto
Con la procesión de la imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza hacia el barrio de la Asomada el lunes 16 de Agosto dieron por concluidas las fiestas patronales de este año 2009 en lo que a los actos religiosos se refiere. Han sido dos días intensos de celebraciones religiosas, sobre todo el domingo, día central y principal, con Misa y Procesión en la mañana y Rosario y procesión en la tarde. El lunes presidió la Eucaristía el Sr. Vicario de la Zona Norte Don Carlos González Quintero y dirigió la homilía el canónigo Don Prudencio Redondo Camarero. En todo momento han participado las autoridades locales y el lunes, además, se hicieron presentes el Sr. Consejero de Medio Ambiente del Cabildo, el Director General de Infraestructuras del Gobierno Canario y señores concejales de los ayuntamientos de Icod, San Juan de la Rambla, Los Realejos y La Orotava. La Banda de Música del municipio “La Esperanza” acompañó las procesiones. Ver años anteriores: Agosto 2008, Agosto 2007, Agosto 2006 …
OCTAVA DE LAS FIESTAS PATRONALES
23 de Agosto
No menos concurrido que el día principal estuvo el templo parroquial en la Octava de las Fiestas Patronales. Se trató de una ceremonia sencilla de acción de gracias donde, después de terminada la Eucaristía, se cantó la Salve junto a la imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza con la presencia del Mayordomo y el grupo de personas que le ayudan en el arreglo floral. Una vez terminado el canto se procedió al traslado de la imagen desde las andas hasta el camarín. Favoreció la solemnidad la celebración del bautismo de cinco niños: Aroney, Adriá, Adriano, Ana Yanira y Anoney, y la concurrencia de familiares y amigos de los padres.
Comentario a las lecturas del domingo veintidós del Tiempo Ordinario publicado en el Diario de Avisos el domingo 30 de Agosto de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”
La higiene del corazón
DANIEL PADILLA
Una lectura precipitada del Evangelio de este domingo podría darnos una visión equivocada de Jesús. Los fariseos se quejaron a Jesús de que "sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos". Pero Jesús, llamando hipócritas a aquellas gentes, les increpó con palabras de Isaías: "Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí". ¿Qué pretende Jesús? Porque parece que los fariseos tenían razón. La más elemental higiene parece exigir, efectivamente, que nos lavemos las manos antes de sentarnos a la mesa, algo imprescindible en nuestro contexto cultural. También es algo hermoso observar las buenas costumbres de la tradición, surgidas de la lógica y de la convivencia. Por otra parte, el mismo Jesús observaba las costumbres heredadas. Así, aquel día en que la mujer pecadora lavó sus pies en casa de Simón el leproso. Mientras Simón pensaba temerariamente sobre aquella escena, Jesús le dijo llana y directamente: "Simón, al recibirme en tu casa, no me has lavado los pies. En cambio, esta mujer, desde que ha entrado, no ha cesado de lavarme los pies". Finalmente, en la última cena, con una evocación indudable de los lavatorios judíos, "se levantó de la mesa, se ciñó una toalla y tomando una jofaina y una jarra, les lavó los pies a sus discípulos". No. No condena Jesús las abluciones. Condena que podamos quedarnos en la mera exterioridad de los gestos, sin que broten del interior y lo transformen. Por eso, a la inversa, alabó otros gestos. La actitud humilde del publicano, por ejemplo. Pero no porque estuviera allá, al fondo, sin atreverse a levantar los ojos. Sino porque se sentía, de verdad, pecador. También alabó la diminuta limosna de aquella mujercita viuda -dos moneditas-. Pero, porque retrataban la absoluta "entrega" de aquella "pobrecita de Yavé". Jesús, resumiendo, quería gestos sinceros, eficaces. Por esa razón defendió a sus discípulos. Quizá fueran un poco descuidados en su figura exterior. Caminantes de caminos polvorientos, no podían ser "árbitros de la elegancia". Pero eran limpios de corazón. Pedro, Juan, Felipe, eran niños grandes, con fuerte dosis de candor. ¿Cómo no iba Jesús a excusarlos? Poco tiempo pasará y un hombre importante, Pilatos, después de ensuciar al máximo su corazón condenando a Jesús, pidió solemnemente un lavabo y "se lavó las manos" ante la vista de todos. ¿He ahí el modelo? No. Fue un gesto externo y teatral, que no le purificó de nada. Un novelista inglés pintó a Pilatos, ya de mayor, levantándose cada noche, obsesivamente mordido por los remordimientos, para lavarse una vez y otra vez las manos. Es muy dara la moraleja de hoy, amigos. Nuestra religión y nuestra liturgia han mantenido bellos gestos de purificación y de limpieza, empezando por el bautismo. Son gestos vivos, ricos en significado, llenos de tradición. ¡Qué expresivos los golpes de pecho al rezar "yo confieso"! ¡Pero sólo si resuenan en mi interior!
Comentario que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, sobre la excarcelación de acusados por la masacre de Acteal, en Los Altos de Chiapas (sureste de México), acaecida en 1997, en la que perdieron la vida 45 personas, incluidos niños y mujeres embarazadas.
VER
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó, alegando irregularidades en los procesos penales, la excarcelación de 20 indígenas tsotsiles, a quienes se ha acusado de participar en la masacre de 45 niños, mujeres y ancianos, que oraban pacíficamente por la paz el 22 de diciembre de 1997, en Acteal, todos ellos miembros de la Organización Civil "Las Abejas". Están en revisión otros casos del mismo hecho execrable, y, por tanto, es probable que otros más sean liberados. La Suprema Corte se lava las manos diciendo que no declara inocentes a los excarcelados, sino sólo que su proceso estuvo viciado por varias deficiencias jurídicas.
Este hecho ha suscitado muchos comentarios. Agrupaciones protestantes que han defendido a los inculpados, pues la mayoría de éstos no son católicos, aplauden la decisión. Otros condenan y descalifican el "sistema de justicia" en el país. Unos exigen juicio y castigo a los autores intelectuales de gobiernos pasados. Otros prevén venganzas y nuevos crímenes, si retornan los liberados. ¿Qué nos toca como Iglesia? ¿Qué pide el Evangelio?
JUZGAR
Siempre condenaremos el asesinato de los 45 inocentes de Acteal, que nunca aceptaron el camino de las armas, ni de uno ni de otro de los grupos antagónicos de la región, sino que se definieron y se mantuvieron como luchadores pacifistas por la justicia. Oraban y ayunaban por la paz de la región. Hasta la fecha, sus deudos piden verdad y justicia, pero no abogan por la venganza y la violencia. Por decisión sostenida en su fe, no tienen armas, ni confían en ellas. Siempre nuestra diócesis los acompañará en su demanda de justicia, no sólo porque son católicos, sino porque no puede haber paz estable sin verdad y sin justicia. El conflicto, lo reiteramos, no fue religioso, sino netamente político e ideológico.
Los responsables de este crimen no deben quedar libres e impunes. Si algunos de los ahora liberados son culpables, debe haber procedimientos jurídicos para que sean nuevamente juzgados y encarcelados. Y si son inocentes algunos de los actualmente presos, es de justicia que adquieran su libertad. Sin embargo, el juicio de la Suprema Corte no avala la inocencia de los liberados. Una cosa es la inconsistencia jurídica de un juicio, y otra que haya o no culpabilidad. Puede haber inocencia jurídica, pero culpabilidad real. Los deudos de las víctimas afirman que la mayoría de los que salieron libres, participaron directamente en la masacre. Su testimonio es vivo y real; se conocen.
¿Y qué decir de los autores intelectuales? Que es mucho más grave su culpa. Los que planearon y ordenaron este crimen, aunque nunca pisen la cárcel, y aunque presuman de ser inocentes, no podrán vivir tranquilos. Pueden engañar a los hombres y burlar las leyes, pero no a sí mismos ni a Dios. La sangre inocente siempre reclamará justicia. Es de justicia que se esclarezca hasta qué punto las más altas autoridades federales y estatales planearon y decidieron el crimen. Si se comprueba su responsabilidad, directa o indirecta, han de ser enjuiciados.
ACTUAR
Debe seguirse esclareciendo la verdad, como base para ejercer la justicia. Sin verdad, no hay justicia y se cometen muchas injusticias. Sin verdad, pueden andar libres los realmente culpables, o permanecer en la cárcel quienes nada tuvieron que ver. Sin embargo, lo lamentable es que algunas autoridades judiciales no dan fuerza jurídica a las declaraciones de los deudos de las víctimas, que ya se cansaron de dar pruebas en contra de los liberados.
Sienten que no les hacen caso por ser pobres.
Todos debemos seguir luchando por la verdad y la justicia, evitando venganzas y nuevas divisiones, que dañan tanto a las comunidades. Desde lo que nos enseña Jesús, exhortamos al perdón y a la reconciliación, desde lo profundo de los corazones de todas las partes, siempre sobre los cimientos de la verdad y la justicia, para que haya una paz duradera y estable. Este es un proceso y hay que trabajar mucho el interior y la fe de las personas. Que el Espíritu Santo nos conceda sabiduría y fortaleza, para discernir la verdad y practicar la justicia.
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio". (AICA)
(23 de agosto de 2009)
“¿Ustedes también quieren irse?”
Evangelio según San Juan 6, 60-69
Estamos en el centro de sus enseñanzas: Cristo provoca una ruptura; hay un signo de contradicción. Hay gente que cree y hay gente que no cree. La Palabra de Jesús es muy fuerte. Él es el “pan vivo”, el pan de vida. Esto es importantísimo como lo dice el Señor, pero ahí está la libertad personal donde algunos lo aceptan y otros se van.
Jesús no sale a convencer a los que se van; no les dice “¡eh, muchachos, jóvenes, vengan y entiendan, no se vayan, por favor!” No los convence porque quiere que los convenza la fuerza de la verdad, y la verdad tiene fuerza por sí misma. Esto es muy importante.
Jesús nos da su Palabra y nos invita a salir de nosotros mismos para seguirlo a Dios y superar una visión “carnal”, para poder vivir en el espíritu, en la fe; para poder superar y no cerrarse en el tiempo ni en la contingencia de la vida; sino apuntar sobre lo eterno, lo definitivo, lo absoluto.
Al provocar la ruptura y ser signo de contradicción, Cristo exige una respuesta decisiva y a la vez precisa: un sí o un no. Quiere que, de alguna manera, uno elija y nosotros también tenemos que decidir y elegir. Prefiero que nos equivoquemos, prefiero que tomemos la decisión, a no ser mediocres o vacilantes, o dubitativos. La Palabra es luz, es un misterio de la fe y es tajante como una espada. A nosotros, como cristianos, al recibir la Palabra de Cristo se nos invita a elegirlo y seguirlo; y no sólo seguirlo sino también imitarlo.
Es necesario ser educado en el pensamiento de Cristo. Muchas veces nosotros, los cristianos, no gastamos la energía en la educación del Evangelio; en la educación de la doctrina de Cristo; en la educación de los valores; en la educación del fortalecimiento de lo humano. Hay que seguir trabajando para educarse, para incorporar, para alimentarse y para vivir la historia como Él y con Él.
Por eso es importante juzgar la vida desde Él; elegir y amar como Él; esperar y enseñar como Él nos enseña; a vivir en Él, en comunión con el Padre y el Espíritu Santo.
Queridos hermanos: la pregunta que hace Jesús, “¿ustedes también se quieren ir?”, tiene la respuesta de Simón Pedro: “¡Tú tienes palabras de vida eterna y hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios!” Escuchemos la pregunta, ¿se quieren ir?, y que nos animemos a dar una respuesta.
Que Simón Pedro sea nuestra ayuda y nuestro referente.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Homilía de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma para el 21º Domingo durante el año. (AICA)
(23 de agosto de 2009)
Las ideologías de cualquier signo usan al pobre bajo el manto de combatir la pobreza. Acontece que quienes acumulan dinero temen a la pobreza porque se sienten inseguros en sus riquezas. Por otro lado cuando se llega al poder con afán de poder y no de servir se usa la pobreza para conquistar adeptos incondicionales con “dádivas” a los necesitados. En cambio, cuando la pobreza es asumida como virtud dispone al corazón humano para la generosidad del amor solidario. Esto es verdad; pero corre el riesgo de quedarse en una simple abstracción sobre la pobreza. Jesús nunca habló de la “pobreza” pero, sí de los pobres como personas humanas con nombre y apellido. Los pobres ocuparon el centro de su preocupación por el Reinado de Dios en el pueblo.
Para ser cristiano-cristiano, fiel discípulo de Jesús hay que vivir con suma atención a lo que Jesús dijo e hizo. Es preciso, tomar el Evangelio como manual permanente de nuestra vida diaria en todas las dimensiones de la cotidianidad de nuestra existencia. “Creer en Jesús y convertirnos a su Evangelio” no es una frase para oírla en una ceremonia cuaresmal. Es como una consigna que moviliza, instante a instante, al que quiera considerarse “cristiano”, es decir, seguidor de Jesús en todos los “rincones” de la propia persona y en todas las estructuras de la sociedad. Tanto más en la Argentina post-cristiana que estamos viviendo, en la que reina una gran confusión sobre el tema de la “pobreza”, es necesario clarificarlo con el Evangelio en la mano para encarar la situación de marginación y exclusión de millones de argentinos.
Entonces, todos en la Iglesia como pueblo de Dios que peregrina un país que transita una de sus mayores contradicciones de su historia porque siendo sumamente rico lo disfrutan unos pocos a costa de la indigencia de muchos, hemos de abrir los ojos para abrir el corazón. No es exageración retórica ni slogan político o ideológico ni un programa televisivo. Se trata de bajarse de autos y tanto más de aviones… y fijarse en rostros tristes y demacrados… al borde de muerte prematura debilitados por falta de alimento en un País que puede satisfacer, hay que repetirlo una y mil veces- 350.000.000 de estómagos humanos…
¿Cómo no va a ser un “escándalo” social y político? Y hasta “religioso” si seguimos no escuchando el clamor de hambrientos argentinos y peor aún si tranquilizamos nuestra conciencia aceptando promesas, vengan de donde vengan, esperando que otros calmen alguna tempestad social que perturbe nuestro buen pasar…
Por eso, los obispos argentinos venimos levantando la voz, para alertar a la Iglesia–Comunidad de seguidores de Jesús, en primer lugar y a quienes tengan buena voluntad -sean gobernantes o no– para que cada uno, desde sus posibilidades, reparemos el “pecado social” que atenta contra el amor de Dios en una gravísima indiferencia a hermanos y hermanas carenciados. Y en esta situación límite que nos urge a un compromiso pastoral heroico se hace incomprensible que haya miembros de la Iglesia Católica que piensen en intenciones de política partidista la voz evangelizadora del Papa y los Obispos cuando intercedemos por los pobres en la Argentina. No, esto es un infundio. Hace décadas y de diversas formas, venimos bregando por una justicia social largamente esperada. Porque queremos ser fieles a Jesús y su Evangelio y dar la buena noticia a los pobres conforme a las mismísimas palabras programáticas de Jesús al comienzo de su vida pública: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres…”[1] Que otra buena noticia se puede dar al pobre sino pan, techo, salud, educación, trabajo, recreación, y DIOS… Es decir, hacerlos pasar de una simple ayuda a que sean capaces de construir su propia historia. Por esto, clamamos por políticas desde los pobres a todos, no en contra de nadie sino a favor de todos…
Notas
[1] Lucas 4,18
Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
([email protected])
Buenos Aires, 28 Ago. 09 (AICA)
Ante el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que declara la inconstitucionalidad de la ley que reprime la tenencia de drogas para el consumo personal, la Corporación de Abogados Católicos, cuyo presidente es el doctor Alberto Solanet, manifestó su “profunda preocupación por el mensaje que dicha sentencia transmite a la comunidad y a los niños y adolescentes en particular”. Manifiesta además su preocupación, “más que la solución jurídica de un caso, la extensión de una postura permisiva frente al consumo de drogas, funcional al narcotráfico que aparece dominando vastas estructuras, e inhibidora de una acertada respuesta del Estado, que es el verdadero problema en cuestión”.
A continuación, el texto completo del mensaje
Por la Vida
Ante el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre la inconstitucionalidad de la norma que reprime la tenencia de drogas aun para consumo personal, la Corporación de Abogados Católicos expresa su profunda preocupación por el mensaje que dicha sentencia transmite a la comunidad y a los niños y adolescentes en particular, respecto de los cuales existe una seria responsabilidad educativa por parte del Estado y de la sociedad en su conjunto.
Los maestros del derecho han enseñado que la ley no tiene solamente una fuerza coactiva, sino también una función directiva o docente, pues enseña qué es lo justo y qué es lo injusto, y en definitiva, qué es bueno y que es malo. Esta función ha sido olvidada en el fallo referido, y se corre el riesgo de instalar aún más el criterio de “droga libre” en un cuerpo social ya corrompido por el narcotráfico.
No ignoramos la complejidad del tema, ni las particularidades del caso concreto bajo decisión de la Corte Suprema, ni los matices que cada uno de los votos introduce en la extensa – y por momentos forzada- justificación de la decisión de inconstitucionalidad. Tampoco dejamos de lado el principio que sostiene la comisión pastoral del Episcopado, con la amplísima mayoría de los especialistas, en cuanto que el adicto no es en tanto que tal un delincuente, y que debe ser tratado como un enfermo.
Pero refirmamos, con dicha comisión y con el sano sentir común de nuestro pueblo que “La droga, sinónimo de muerte, es un mal y al mal no se le hacen concesiones” y que “facilitar el consumo no es bueno, es malo, y va en contra del principio fundamental de que el hombre ha sido creado para la vida y no la muerte”.
Preocupa en consecuencia, más que la solución jurídica de un caso, la extensión de una postura permisiva frente al consumo de drogas, funcional al narcotráfico que aparece dominando vastas estructuras, e inhibidora de una acertada respuesta del Estado, que es el verdadero problema en cuestión.
Preocupa aun más, que este fallo se constituya en aval de otros, dictados por algunos tribunales federales, que desincriminan la tenencia de importantes cantidades de drogas bajo pretexto de consumo personal.
Esperamos que el Congreso Nacional, recientemente votado por los ciudadanos, tenga el valor cívico de sostener en las leyes de la República el mensaje correcto. Una vez más, Vida y Muerte se enfrentan y contraponen, y tomamos claro partido por la Vida.+
El cardenal Bertone dijo que Benedicto XVI no da “marcha atrás”.
Ciudad del Vaticano, 28 Ago. 09 (AICA)
El card. Bertone saluda al Papa
El cardenal Tarcisio Bertone SDB, secretario de Estado y el más cercano colaborador de Benedicto XVI, desmintió los rumores promovidos por medios de comunicación que aseguran su intención de dar "marcha atrás" en el camino de aplicación del Concilio Vaticano II.
En una entrevista concedida a “L’Osservatore Romano”, el cardenal Bertone aclara los debates surgidos por revelaciones de supuestos documentos, desmentidos por la Santa Sede, interpretados como una vuelta atrás por parte del Papa, sobre todo en materia litúrgica.
"Para comprender las intenciones y la acción de gobierno de Benedicto XVI es necesario remontarse a su historia personal -una experiencia variada que le permitió pasar por la Iglesia conciliar como auténtico protagonista- y, una vez elegido Papa, al discurso de inauguración del pontificado, al que dirigió a la Curia Romana el 22 de diciembre de 2005 y a los actos precisos que quiso y firmó (en ocasiones pacientemente explicados)", comienza diciendo el purpurado.
"Las demás elucubraciones y rumores sobre presuntos documentos de marcha atrás son pura invención, según un cliché presentado continuamente con obstinación".
El cardenal cita "algunas instancias del Concilio Vaticano II que el Papa promovió constantemente con inteligencia y profundidad de pensamiento".
En particular, "la relación más comprensiva instaurada con las Iglesias ortodoxas y orientales, el diálogo con el judaísmo y con el islam, con una recíproca atracción, que suscitaron respuestas y profundizaciones como nunca antes se habían registrado, purificando la memoria y abriéndose a las riquezas del otro".
"Y, además, me agrada subrayar la relación directa y fraterna, así como paterna, con todos los miembros del colegio episcopal en las visitas ad limina y en las demás numerosas ocasiones de contacto".
"Hay que recordar la práctica que ha emprendido de intervenciones libres en las asamblea de los Sínodos de los Obispos con respuestas puntuales y reflexiones del mismo pontífice".
"No olvidemos tampoco el contacto directo instaurado con los superiores de los dicasterios de la Curia Romana con los que restableció periódicos encuentros de audiencia".
La reforma, una cuestión de corazón
Por lo que se refiere a la "reforma de la Iglesia" el cardenal considera "que es sobre todo una cuestión de interioridad y santidad". Por este motivo, asegura, el Papa se concentra en recordar "la fuente de la Palabra de Dios, la ley evangélica y el corazón de la vida de la Iglesia: Jesús, el Señor conocido, amado, adorado e imitado".
Por este motivo está preparando en estos momentos el segundo volumen de su libro "Jesús de Nazaret".
Por lo que se refiere a las intervenciones del Papa sobre la Curia Romana, el cardenal explica que, en lo que lleva de pontificado, Benedicto XVI "realizó setenta nombramientos de superiores de los diferentes dicasterios" vaticanos, sin contar a obispos y nuncios en el mundo.
En este sentido, anuncia para muy pronto "nombramientos importantes" en los que estarán representadas "las nuevas Iglesias: África ya ofreció y ofrecerá excelentes candidatos", afirma.
El purpurado advierte sobre el error de atribuir al Papa todos los problemas que experimenta la Iglesia en el mundo y todas las declaraciones de sus representantes.
"Una correcta información -recuerda a los periodistas- exige que se atribuya a cada cual (‘unicuique suum’) la propia responsabilidad por los hechos y las palabras, sobre todo cuando éstos contradicen abiertamente las enseñanzas y los ejemplos del Papa".+
Meditación que ha escrito el padre Pedro García, misionero claretiano, conocido evangelizador en América Central, sobre el Evangelio de este domingo (Marcos 7,1-23), vigésimo segundo del Tiempo Ordinario.
El Evangelio de Marcos que nos trae este domingo es curioso y nos enseña una lección, aparentemente muy elemental, pero que tiene una gran repercusión en la vida del hombre, especialmente del cristiano.
Todo empieza por culpa de los mismos escribas y fariseos, maestros de Israel, cuyas prácticas religiosas --rigurosas, infantiles y hasta ridículas muchas veces, inventadas por ellos mismos, o recibidas de sus antepasados--, chocaban con la libertad sana, ecuánime y seria que Jesús practica con sus discípulos.
Jesús se atiene a la Ley, mientras que los escribas y fariseos desvirtúan la Ley con sus añadiduras tan divertidas... Así es que empiezan por preguntarle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos -no se atreven a decirle: empezando por ti mismo-, comen con manos impuras, sin lavarse antes, rompiendo así la tradición de los mayores?".
Podía seguir inmediatamente la respuesta de Jesús, pero Marcos -que escribe en Roma para los romanos que no conocen las costumbres de Israel- añade un inciso muy simpático: "Y es que los fariseos, y todos los judíos amaestrados por ellos, no comen si no se lavan antes las manos hasta el codo, y al volver del mercado no comen sin haber asperjado los alimentos. Y conservan otras muchas costumbres, como lavar bien los vasos, jarras, vajilla de cobre y hasta los divanes".
Como ven que Jesús no hace cuestión de semejantes tonterías, le preguntan casi furiosos: "¿Por qué tus discípulos comen con manos inmundas, sin hacer caso a la tradición de los mayores?".
La respuesta de Jesús va a ser contundente: "¿Y por qué vosotros, por conservar esas costumbres de los hombres, os pasáis por alto el mandato de Dios? Sois un pueblo que honra a Dios con los labios, pero el corazón lo tenéis bien lejos de Dios".
Jesús no quiere seguir discutiendo. Prefiere volverse a los discípulos y a la gente sencilla que le rodea, para enseñarles una verdad muy profunda.
"¡A ver si me entienden todos bien! Nada de lo que entra en el hombre le hace malo, sino lo que sale del hombre lo mancha y lo hace malo de verdad. Porque, a ver: ¿dónde nacen las cosas malas que hacen los hombres? ¿Nacen dentro o fuera del hombre? ¿No es verdad que dentro? Porque de dentro, o sea, del corazón, salen todas las malas intenciones: las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, la deshonestidad, la envidia, la calumnia, la soberbia, la necedad. ¿De dónde salen todas estas acciones sino del corazón? ¡Todos estos actos malos, y no el comer sin lavarse las manos, son los que manchan de verdad a una persona!..."
Jesús no había estudiado sicología en ninguna universidad. Pero Jesús, el formador del corazón del hombre, y observador muy atento siempre, ganaba en sicología a cualquier profesor...
Efectivamente, podemos considerar cada acción que hacemos como una criatura que nace de nosotros. La hemos concebido en nuestra mente y gestado en nuestro corazón. Le hemos dado mil vueltas antes de llevarla a la práctica. Hemos mirado los pros y los contras. Realizarla es como darla a luz. Nace la criatura que nosotros hemos concebido voluntariamente.
Entonces, viene la sinceridad con nosotros mismos.
¿Una acción buena? Ha tenido una gestación muy feliz dentro de nuestra cabeza y de nuestro corazón.
¿Una acción mala? Ha tenido, por desgracia también, una gestación muy larga. Por lo mismo, somos responsables de nuestras acciones, de las buenas como de las malas...
Es muy cierto aquel principio de sicología y de moral aplicado a los males que una persona comete y de los cuales nos habla Jesús en este Evangelio tan grave: "Nadie se hace malo de repente. Empiezan por cosas muy pequeñas los que caen después en cosas muy graves".
¿Por dónde se comienza? Normalmente por un simple pensamiento: "¡Qué bien que me iría hacer eso!...". Ya está dentro el germen del mal. Después, viene el darle vueltas y más vueltas ilusionándose por ello: "¿Y si lo hiciera?". Finalmente, viene el realizarlo: "¿Y por qué no lo voy a hacer? ¡Pues, claro que sí!". Este es el proceso de lo que hoy nos habla Jesús. ¡De dentro, de dentro ha venido todo el mal!....
Ahora, si se quiere prevenir el mal, o rectificar después de cometido el disparate, vendrá el volverse a la razón y, sobre todo, al mismo Jesucristo.
A la razón, primeramente. Y aquí nos vienen los versos del poeta latino: "¡Al tanto con los principios! La medicina llega tarde cuando los males han crecido mucho por haber retrasado el remedio...". Al pensamiento y al deseo hay que atajarles el camino cuanto antes.
Si miramos ahora a Jesucristo, nos viene sin más a la memoria lo de San Pablo: "Tened los mismos sentimientos que el Señor Jesús". Hoy, nos gustaría traducir este consejo del Apóstol con una expresión como ésta: "¡Un trasplante de corazón!". Que desaparezca de nuestro pecho ese corazón nuestro tan lleno de imperfecciones, para meter dentro, en sustitución, el mismo Corazón de Cristo. Éste sí que sería remedio de remedios...
¡Señor Jesucristo!
El mundo padece de muchos males, es cierto, y Tú diagnosticas acertadamente su origen más profundo. ¿Por qué no nos cambias el corazón? ¿Por qué los tuyos -nosotros, al menos- no pensamos como Tú, no amamos como Tú, no somos puros y bondadosos y generosos como Tú, para no producir más que obras buenas que sanearían el mundo?... Jesucristo, cirujano divino, ¡cámbianos el corazón!
Missione Redemptor hominis no envía el siguiente artículo publicado en el sitio www.missionerh.it
CUANDO LOS MASS MEDIA SUSTITUYEN
A LA IGLESIA
En estos días, se está haciendo una intensa propaganda a un folleto titulado: "¿Sabe usted si Dios lo ama?".
La afirmación de la libertad religiosa (garantizada también por el art. 24 de la Constitución de la República del Paraguay) fue solemnemente proclamada por el Concilio Vaticano II con estas palabras: "El ejercicio de la religión, por su propio carácter, consiste sobre todo en actos internos, voluntarios y libres, con los que el hombre se ordena directamente a Dios; estos actos no pueden ser mandados ni prohibidos por un poder meramente humano. Sin embargo, la misma naturaleza social del hombre exige que este exprese externamente los actos internos de religión, que se comunique con otros en materia religiosa, que profese de modo comunitario su religión" (Dignitatis humanae, 3).
Teniendo presentes estas premisas, para que no haya malentendidos, examino el folleto en cuestión, limitándome a tres observaciones que me parecen fundamentales.
El movimiento que ha lanzado este folleto se llama Family Radio, y parece estar dotado de fuertes recursos económicos. En efecto, transmite sus programas en el mundo entero por medio de ondas cortas, AM y FM, Internet, transmisiones vía satélite, televisión y material impreso. Todo esto para estimular la lectura de la Biblia, rezando por la obediencia a la palabra de Dios. Gratuitamente se ofrecen dos libros que muestran "que hemos llegado al final de la era de la iglesia". Se establecen fechas precisas: "El rapto de los creyentes ocurrirá el 21 de mayo de 2011 y este mundo cesará de existir el 21 de octubre de 2011". De todo esto "hay mucha evidencia bíblica".
Dios habla en el silencio
Mi primera observación consiste en el hecho de que la palabra de Dios no está presente en el viento fuerte y violento, que hiende los montes y parte las rocas, ni tampoco en el terremoto o en el fuego, sino en el "murmullo de una suave brisa" (cf. 1Re 19, 11-13).
Cuanto más ricos, estrepitosos y ruidosos son los medios que utilizamos, tanto más se aleja de nosotros el Señor.
A los que piden milagros o buscan el saber, debemos tener el coraje de proclamar a un Mesías crucificado: escándalo y locura, pero, esta debilidad y locura de Dios es más fuerte que los hombres (cf. 1Cor 1, 17-25).
No olvidarlo es importante también para nosotros que, muchas veces, transformamos nuestras celebraciones en un concierto rock o en un show, donde los aplausos, los gritos y los movimientos descompuestos nos ponen en el centro, y hacen que desaparezca el Único que es Centro Salvador y Cabeza de nuestra historia, frente al cual cada rodilla debe doblarse.
Cómo nace la Biblia
En un texto con el título muy significativo: "¿Quién o qué es Family Radio?", se dice: "La Biblia en su totalidad es la palabra de Dios; así que, en las lenguas originales en que fue escrita la Biblia, cada palabra provino de la boca de Dios, y consecuentemente, nunca debe ser alterada y debe ser obedecida".
Esta concepción de inspiración recuerda la misma que tienen los musulmanes con respecto al Corán.
Para ellos, el Corán es la "palabra de Dios", escuchada, aprendida y transmitida por Mahoma.
La mera idea de que Mahoma pueda ser autor del Corán es juzgada blasfema.
Mahoma es considerado, por tanto, el que registra las palabras en su memoria para después recitarlas delante de sus seguidores.
De esta concepción se deducen varias consecuencias:
a. Si el Corán ha "descendido", no hay ninguna posibilidad de interpretación crítica o histórica.
b. Es también considerado inadmisible distinguir en el Corán partes fundamentales y accesorias, verdades eternas y verdades contingentes, ligadas a los usos y costumbres de un contexto histórico y cultural particular.
c. Los musulmanes tampoco aceptan hablar de "fuentes" del Corán, porque Allah no tiene otra fuente que a sí mismo.
Al contrario, en el pensamiento católico, según cuanto afirma el Concilio Vaticano II, "en la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y solo lo que Dios quería" (Dei Verbum, 11).
Biblia e Iglesia
En el folleto, del cual estoy hablando, se insiste en que "la era de la iglesia ha terminado". Y "los verdaderos creyentes deben dejar a su iglesia". "La Biblia enseña que en el tiempo presente, cuando estamos tan cerca del fin de los tiempos, es fuera de la iglesia donde Dios está salvando a una gran multitud de personas". "Mientras tanto, continúe cada uno escuchando a Family Radio".
Ahora bien, se debe decir que esta postura es coherente con lo que está presente en mi observación sobre la inspiración bíblica. Se trata, al fin, de un acto de fe absoluta en un libro caído del cielo. Para salvarse, el hombre no tiene otra posibilidad que escuchar diligentemente Family Radio. De hecho, "Dios está hablando a cadáveres espirituales".
Para los católicos, al contrario, también después del pecado original, el hombre no es un títere, y es propio de él la opción de responder al Dios que sigue amándolo y llamándolo.
Por eso, la Biblia, como palabra de Dios, es incomprensible fuera de una lectura eclesial.
Todo esto lo explica muy bien el entonces Card. Ratzinger, cuando escribe: "La Biblia, en cuanto forma y norma fundamental de toda predicación, es palabra de la Iglesia, y por tanto solo en contexto eclesiástico es comprensible como tal Biblia. Querer situar a la Biblia en contraposición a la Iglesia es en definitiva una ficción: pues ya en su nacimiento es una expresión de la fe común. La inspiración, lo vemos cada día más claro, no es un proceso individual y carismático, sino esencialmente eclesial y espiritual, enmarcado dentro del proceso total de la tradición, la historia de las formas y la redacción. Esa tradición que cristaliza en la Biblia se origina únicamente en el proceso comunitario de una fe compartida y apoyada mutuamente, de una fe entroncada en la historia de Israel y en el cambio que en esa historia produce Jesús. Y el proceso es nuevamente el mismo en la formación del canon como un acontecimiento eclesial: escucha, observación y discusión crítica comunitaria de fragmentos de la más variada literatura. El sujeto humano de la Biblia es la Iglesia; y ella es simultáneamente el lugar donde se da el paso del espíritu humano al 'pneuma', al espíritu del cuerpo comunitario de Jesucristo" (J. Ratzinger, Palabra en la Iglesia, Sígueme, Salamanca 1976).
Espero que folletos como estos despierten a la Iglesia de nuestro país, para que tome una postura cada vez más firme con respecto a una pastoral de la inteligencia, sin separación entre fe y razón.
E. G.
Cobertura de la procreación artificial, un claro ejemplo de injusticia
Buenos Aires, 27 Ago. 09 (AICA)
Procreación artificial
El Servicio a la Vida, del movimiento universitario Fundar, iformó que el Congreso Argentino tiene en estudio al menos 16 proyectos de ley para la regulación de las técnicas de procreación humana artificial, que entre otros aspectos incorporan la inclusión de estas prácticas al sistema de salud (obras sociales, medicina prepaga) a través de su inclusión en el Programa Médico Obligatorio.
La organización considera que esa inclusión “configura un abuso del derecho y un claro ejemplo de injusticia en la asignación de recursos en salud”, por entender que “existiendo otras más urgentes necesidades básicas no cubiertas, no deberían destinarse fondos a estas técnicas que conllevan tan graves ofensas contra la dignidad de la persona por nacer y sus derechos fundamentales”.
Las iniciativas parlamentarias se refieren además a la regulación de las técnicas, abordando los siguientes problemas: el comienzo de la existencia de la persona; la finalidad de las técnicas; las técnicas autorizadas (intra o extracorpóreas); las personas que podrán utilizar las técnicas; los requisitos para su realización (fundamentalmente consentimiento informado y fracaso de las terapias -último recurso-); la autorización o prohibición de la “donación” de gametos (técnicas heterólogas); la autorización o prohibición de la crioconservación de embriones y las normas para resolver la situación de los embriones crioconservados; el límite en el número de óvulos a ser fecundados; la prohibición de algunas técnicas como la clonación, la generación de híbridos, entre otras; las sanciones administrativas y penales por conductas contrarias a la persona y sus derechos fundamentales; y la autoridad de aplicación de la ley.
Fundar sostiene que una futura ley en este sentido debe tener los siguientes lineamientos centrales: Reafirmación de la personalidad del embrión humano desde el primer momento de su existencia; prohibición de las técnicas de fecundación artificial; penalización de las técnicas extracorpóreas; Prohibición de la crioconservación; tipificación del delito de homicidio prenatal; prohibición de la fecundación "heteróloga", y normas penales ante nuevas formas de amenaza a la vida y delitos vinculados con la eugenesia, como la clonación, la generación de híbridos, etc.
Informes: [email protected] o www.movimientofundar.org .+
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el vigésimo primer domingo durante el año. (AICA)
(23 de agosto de 2009)
“La Biblia y el calefón”
En Campo Viera este domingo se está realizando el encuentro de los catequistas, y la infancia misionera de las dos Diócesis, de Oberá y Posadas. Dicho encuentro servirá para acrecentar la comunión y formación, buscando respuestas adecuadas para evangelizar en nuestro tiempo y cultura. Esta necesidad de asumir un camino de formación y discipulado de la persona de Jesús, busca asumir tanto el documento de Aparecida, como las “Orientaciones pastorales” propuestas en el Sínodo de 2007. Las parroquias, áreas, comisiones pastorales, movimientos y otras comunidades durante este año están realizando Asambleas y encuentros, para buscar acciones concretas que asuman las orientaciones sinodales. Fuertemente está presente el tema de acentuar la formación y el discipulado, con respuestas más orgánicas y eclesiales.
Como observación necesaria tenemos que afirmar que nuestro pueblo realmente tiene una gran religiosidad, pero esta no siempre es suficientemente cristiana, y por lo tanto debemos buscar caminos para evangelizarla. En el documento de la Conferencia Episcopal Argentina, “Navega mar adentro”, se señala la necesidad de evangelizar “la búsqueda de Dios”. Si bien “el secularismo actual concibe la vida humana, personal y social, al margen de Dios y se constata incluso una creciente indiferencia religiosa. No obstante se percibe una difusa exigencia de espiritualidad que requiere canales adecuados para promover el auténtico encuentro con Dios” (29)
El texto del Evangelio de este domingo (Jn. 6,60-69), puede ayudarnos a entender que no todos los caminos promueven un auténtico encuentro con Dios. Es más, a muchos les cuesta comprender la fe que Jesucristo nos enseña. El texto de San Juan, capítulo seis, se sitúa al final de una larga enseñanza del Señor sobre el pan de vida: “Yo Soy el pan de vida bajado del cielo. El que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan, que yo daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo” (51). Esto escandalizó a muchos de sus discípulos que lo abandonaron porque decían “esta doctrina es inadmisible”. Jesús les preguntó a “los doce”, ustedes también me van a abandonar y Pedro tomando la iniciativa, le dijo a Jesús: “Señor ¿a quién iremos? tu tienes palabras de vida eterna…” (69).
Todos debemos sentir la necesidad de asumir este camino de discipulado o de formación permanente. Debemos agradecer que nuestra gente tenga una fuerte religiosidad y deseos de búsqueda de Dios. Pero es cierto que la religiosidad si no asume un camino de maduración en la fe puede quedar anclada en meras devociones, promesas de un mundo feliz, ligth, que solo son burbujas engañosas, o bien rituales vaciados de compromisos con la vida y hasta con el riesgo de generar desequilibrios afectivos y sicológicos. La fe que nos enseña Cristo, como nos lo dice el texto bíblico de este domingo es una enseñanza y un camino exigente. La fe para los cristianos está ligada al misterio de la Encarnación y de la Pascua. Entre las tantas propuestas religiosas podemos percibir que no son un camino adecuado para un auténtico encuentro con Dios, aquello que nos señala el documento Navega mar adentro: “Además, existen grupos seudo religiosos y programas televisivos que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno, fuertemente orientada a la búsqueda de bienestar y sin experiencia de que significa adorar a Dios. Ocurre, por lo general, que sorprendidos en su buena fe, y poco formados por la Iglesia, algunos cristianos entran en círculos difíciles de abandonar cuando la desilusión o la mentira quedan en evidencia” (31). Lamentablemente no temen manipular la religiosidad genuina utilizando para su promoción, o venta del producto, a personas ejemplares como la Madre Teresa de Calcuta o el Papa Juan Pablo II, de quienes no dicen que ellos estaban convencidos y amaban a Jesucristo y a su Iglesia, y que se oponían a posturas donde todo se mezcla, “la biblia y el calefón”, “la encarnación y la reencarnación”…
La maduración en la fe nos enseña a actuar con responsabilidad con ese don de Dios y buscar caminos para formarnos, a orar, a asumir valores, como la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad… Sobre todo a vivir el misterio Pascual y la fe eclesial, de tal manera que tengamos una espiritualidad que nos permita ser cristianos en la vida cotidiana. Es importante recordar que la fe que no se “encarna” en la vida, termina siendo una religiosidad vacía y superficial. Lamentablemente estas formas de religiosidad terminan siendo la antesala del secularismo, o provocando la indiferencia de la fe.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
Piden una visión integral para atacar el problema de las drogas.
Buenos Aires, 27 Ago. 09 (AICA)
Drogas
La Comisión Nacional de Justicia y Paz, de la Conferencia Episcopal Argentina, expresó que “quiere sumarse a los esfuerzos para reavivar la imperiosa necesidad de consensuar políticas de estado en torno al flagelo que genera la drogadependencia y al combate del narcotráfico” en el país.
A su vez, hace suyas las expresiones hechas publicas por del Equipo Nacional de Drogadapendencia del Episcopado, referentes religiosos y por el comunicado del Equipo de Sacerdotes para las Villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires sobre la última decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El organismo que preside Eduardo Serantes y cuyo asesor es monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro, reafirmó “la necesidad de una visión integral para atacar el problema de la droga en todas sus dimensiones busca incluir los desafíos de la pobreza, la educación, la defensa de la familia, la prevención, la salud, el empleo y todas las cuestiones que hacen a la dignidad humana y su correcta inclusión en la sociedad”.
La Comisión recuerda que el año pasado presentó en el Congreso de la Nación, de la mano del Foro de Habitantes a Ciudadanos, el proyecto, que ya cuenta con media sanción, para la creación del Programa Nacional de Educación y Prevención sobre el Consumo de Drogas en el Ámbito del Ministerio de Educación.
“Este programa busca realizar un aporte en el camino hacia el Bicentenario para construir un país que incluya a todos recordando la importancia de las medidas preventivas y educativas desde edades tempranas a la hora de abordar el tema de la drogadicción”, subrayó el organismo.+
ZENIT publica la conferencia que dictó el miércoles, 26 de Agosto de 2009, el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la XXX Edición del "Meeting para la Amistad entre los Pueblos" que organiza el movimiento eclesial Comunión y Liberación en Rímini.
INTRODUCCIÓN. ¿LAS PALABRAS DE SIEMPRE PARA PROBLEMAS NUEVOS?
1. Conocer implica siempre acontecimiento y el acontecimiento comporta inevitablemente novedad. Novedad para el que conoce: novedad subjetiva; y novedad para su entorno, el cercano y el lejano: novedad objetiva. Sucede, sin embargo, que el acto y el proceso de conocer está esencialmente ligado a conceptos y, sobre todo, a palabras paradójicamente antiguas, fruto intelectual, cultural y espiritual de largos, continuados y complejos procesos históricos protagonizados y conducidos por personas ¡ciertamente!; pero entrelazadas y relacionadas entre sí a través de formas diversas de unidad. Más aún, la pervivencia de las mismas palabras a lo largo del tiempo apunta a la persistencia de las realidades por ellas significadas. ¿Cómo pues atreverse intelectualmente a un estudio de viejas palabras significativas de realidades de larga historia o metahistóricas, buscando un conocimiento que implique acontecimiento y novedad para el que habla y para los que escuchan? ¿Novedad en sí misma?
2. "Iglesia, Sociedad y Política" son viejas palabras que se refieren a formas humanas de vivir, de convivir y de obrar presentes y operantes en la actualidad de la familia humana; enraizada la una, la Iglesia, en una historia bimilenaria, y las otras dos, sociedad y política, en la naturaleza misma de "lo humano" ¡en su razón de ser! Incluso la Iglesia, como una forma histórica que vertebra y expresa una dimensión de la persona humana, inherente al mismo ser del hombre, la religiosa, se halla igualmente, en su fondo antropológico, entre los elementos constitutivos del ser y de la existencia de lo humano, que trasciende espacios y tiempos. ¿Cómo aproximarse a ellas y a sus significados, hoy, con intención y voluntad de conocerlas de nuevo impulsados por el amor a la verdad y por su búsqueda? Conocerlas de nuevo, que no quiere decir, sin más, "novedosamente", sino rigurosamente en correspondencia objetiva y subjetiva con lo que sucede en el momento actual de la historia a -y en- las realidades por ellas expresadas. Es decir, situándose, primero, en el corazón mismo de la problemática que afecta a la Iglesia y a la sociedad, aquí y ahora, en este momento preciso de la historia de la humanidad; y, segundo, adentrándose "en el hacer política" del hombre contemporáneo y descubriendo "los pre-supuestos" sociológicos, culturales e ideológicos que lo determinan. Y, siempre, sin olvidar la esencial interdependencia que se da entre las tres realidades dentro del marco vivo de la unidad existencial de la persona humana. Precisamente el punto de cruce y encuentro no sólo institucional, sino, sobre todo, operativo de la trilogía "Iglesia, Sociedad y Política", es el que resulta del mismo fin que explica y justifica su razón de ser: el bien integro y pleno de la persona humana ¡de cada hombre!
3. La pretensión intelectual de llegar al conocimiento vivo de esa triple realidad -Iglesia, sociedad y política-, inextricablemente interrelacionada entre sí en función de la realización plena del hombre o, lo que es lo mismo -dicho en los términos soteriológicos de la teología católica-, de su salvación, implica, por lo tanto, acercarse a "sus problemas" en el hoy de la vida -de nuestras vidas-, aunque sea de forma esquemática, y, luego, tratar de comprenderlos como una renovada experiencia del conocimiento siempre vivo y nuevo de la verdad que nos salva, que se nos da una y otra vez como una presencia y acontecimiento de la Gracia. Sí, se trata, simultáneamente, de una experiencia de la razón iluminada por la fe y de una experiencia del corazón que ama la verdad y quiere amar en verdad ¡verdaderamente! "Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica -enseña Benedicto XVI-: amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano" (CiV, 1). Con la fuerza humilde de ese "impulso", tan bellamente explicado por el Papa en su última Encíclica "Caritas in Veritate", es posible, más aún, obligado ese acercamiento siempre antiguo y siempre nuevo a la verdad; en nuestro caso, a la verdad de "la Iglesia, la sociedad y la política".
LA IGLESIA
La historia de la palabra es bien conocida: sus raíces vetero-testamentarias, su claro y específico perfil semántico en el Nuevo Testamento y en el lenguaje del Magisterio y de la Doctrina de la propia Iglesia. El significado ha sido vivido en el pasado con distintas resonancias históricas y lo mismo sucede en la actualidad. La Iglesia la interpretan unos con categorías simplemente sociológicas y estadísticas; otros, con categorías psicológicas y culturales y, otros, con el método comparativo de la fenomenología religiosa. Entre los cristianos de las distintas confesiones tampoco hay unanimidad en su interpretación teológica. Incluso entre los católicos se ha hecho uso teológico y pastoral de la expresión "distintos modelos de Iglesia", oponiendo a veces las teorías de los teólogos a la doctrina del Magisterio. Pero, en lo que no hay duda es en el reconocimiento de una nueva actualidad, social y cultural de la Iglesia en el siglo XX de alcance universal, más allá de las claves interpretativas de "la Modernidad" y de "la Postmodernidad".
1. Mirando hacia dentro de la vida interna de la Iglesia, no habría que andar con vacilaciones al afirmar que el siglo pasado ha sido un tiempo excepcionalmente "eclesiológico", marcado por una toma creciente de conciencia del significado universal de la Iglesia en y para la historia de la salvación y para el presente y futuro de la humanidad. Se ha visto o intuido que de ella depende decisivamente el destino del hombre.
En el ya famoso diagnóstico de Romano Guardini en 1922, "un acontecimiento religioso de alcance incalculable ha comenzado: la Iglesia despierta en las almas"[1] - se detecta lo que estaba ocurriendo en los niveles más profundos de la Iglesia y de la sociedad, al menos, en Europa. Habían transcurridos escasamente cuatro años después del final de aquella inmensa e incomprensible tragedia de la I Guerra Mundial. Una joven universitaria, de familia judía, Edith Stein, se sentía cada vez más tocada y atraída por la acción de la gracia en su interior, muy turbado por la gran y eterna pregunta de la presencia de Dios en su vida. ¿Tocada ya por su llamada?. La experiencia de la conversión le llega pronto de la mano de una lectura en una noche insomne: de la lectura completa, intensa y apasionada de "El Libro de la Vida" de Santa Teresa de Jesús. Fue una experiencia de la presencia de Cristo-Jesús, desbordante de amor y, a la vez y al mismo tiempo, una experiencia de la Iglesia. No duda en ningún momento de que su camino, el camino de Jesucristo, la lleva a la Iglesia Católica.
2. El 11 de diciembre de 1925, Pío XI, un Papa excepcional para un período excepcional de la historia del siglo XX, el tiempo de entreguerras -entre la I y la II Guerra Mundial: 1919-1939- publicaba en su tercer año de Pontificado la Encíclica "Quas Primas", instaurando la Fiesta de Cristo Rey en la Iglesia y en 1943, el 29 de junio, en plena Guerra, abierto ya el frente italiano de batalla, Pío XII publicaría la Encíclica "Mystici Corporis Christi".
Esa era la gran cuestión que inquietaba y entusiasmaba a la vez a los católicos de esas décadas claves para la historia contemporánea de la humanidad. ¿Cuál era la real relación existente entre Cristo y la Iglesia? ¿Qué tenía que ver la Iglesia, organización religiosa, visible ante el mundo, aparentemente una magnitud más del engranaje del poder humano, fuertemente institucionalizada -en la mejor de las hipótesis, al servicio de fines humanamente nobles- con la verdadera experiencia religiosa del hombre? o, más específicamente dicho, ¿con su vivencia evangélica, trasmitida por la auténtica tradición cristiana? La acusación liberal a la Iglesia de pretensiones mundanas de poder se había unido desde los primeros pasos de la Ilustración racionalista a la tesis eclesiológica luterana, la más influyente en la doctrina y en la vida del Protestantismo, de que sólo la Iglesia invisible, la Iglesia del Espíritu, era de origen divino; la única, por lo demás, universal. No así la Iglesia visible, "ein rein weltliches Ding" -una cosa puramente mundana-, perteneciente al orden de las realidades temporales sujetas al poder político de cada Estado o Nación. Los Príncipes protestantes alemanes, hasta la caída de la Alemania prusiana en la derrota de 1918, se arrogarán las facultades del "Summum Episcopatum". Una acusación, la del laicismo liberal, que vendría a ser asumida y compartida en su forma más radicalizada -y, en parte, con inusitada virulencia- por los movimientos obreros, inspirados y organizados a través de la nueva y poderosa corriente política del socialismo, influenciado mayoritariamente por las ideas de Marx sobre la religión como "opio del pueblo".
La contestación a esa pregunta crucial para dar razón de la esperanza cristiana, iba a venir y vino con una fuerza espiritual extraordinaria por la vía paulina de la teología de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, renovada y rejuvenecida intelectual y existencialmente: Cristo es la Cabeza del Cuerpo de su Iglesia. La Iglesia, la única Iglesia, visible e invisible, es cu Cuerpo. La Iglesia, animada por el Espíritu Santo, es con la Palabra, los Sacramentos y el ministerio apostólico, por tanto, el instrumento de la Gracia: de la vida divina en las almas y de la santificación del mundo. El fin de la Iglesia no es otro que instaurar el Reino de Cristo en el corazón de la historia. Johann Adam Möhler, el genial Maestro de la Escuela Católica de Tubinga, había definido a la Iglesia en 1832, hacía casi un siglo, como: "la permanente Encarnación del Hijo de Dios" "el Hijo de Dios, que se muestra permanentemente de forma humana entre los hombres, que constantemente se renueva y que eternamente se rejuvenece"[2]. Es verdad que a esta tesis eclesiológica de Möhler no le faltaron pronto críticas teológicas muy agudas: la tachaban de una exagerada e insostenible identificación de Cristo con la Iglesia visible. Pero una cosa resultaba innegable: la fascinación espiritual que ejercía entonces en la renovación espiritual de la experiencia de la Iglesia en las almas. El "movimiento litúrgico", que toma también fuerza en esos años, reflejaría y robustecería, a la vez, esa nueva toma de conciencia de la realidad divino-humana de la Iglesia, explicitada y acentuada por la doctrina del Magisterio Pontificio y presente e influyente en la vida de los fieles. Dos hechos, que marcarían hitos trascendentales en la historia de la Iglesia conformando decisivamente su futuro, coadyuvaron poderosamente a este despertar en las almas de la Iglesia como el lugar divino-humano imprescindible para la presencia y el acontecimiento de Cristo en la historia: la desaparición de los Estados Pontificios con la consiguiente pérdida del poder temporal de los Papas y la codificación del Derecho Canónico como un momento emblemático en el proceso de "la espiritualización" creciente que caracteriza la historia interna del derecho canónico según Ulrich Stutz, el historiador protestante, iniciador y maestro de tantos historiadores contemporáneos del Derecho Canónico[3].
Esta especie de descubrimiento espiritual de la Iglesia por parte de los católicos en las décadas claves de la historia reciente de Europa y del mundo, incluyó también, muy significativamente el despertar de la conciencia del seglar como miembro activo y responsable de ese "Cuerpo Místico", al cual incumben tareas apostólicas específicas, propias de su vocación, dentro y fuera de la Iglesia. También el seglar ha de ser testigo del Evangelio de Cristo en el ámbito interno de la vida de la Iglesia; también ha de cooperar "pro sua parte et pro suo modo" en el anuncio eclesial al mundo de que Jesucristo Resucitado es el Redentor y Salvador del hombre. Tarea suya insustituible e indelegable: procurar el Reinado de Cristo en las realidades temporales, santificándolas. Precisamente, en este contexto de la vivencia espiritualmente honda y apostólicamente entusiasta de la Iglesia, nace y se alimenta el formidable impulso misionero que la mueve en el siglo XX a la predicación del Evangelio prácticamente en todos los rincones de la tierra y a una heroica disponibilidad martirial. El siglo XX es un siglo de mártires, como pocos lo fueron en toda la historia de la Iglesia: ¡mártires en los cinco y de los cinco Continentes!
3. Con esta inmediata prehistoria es más que explicable que al Concilio Vaticano II, -¡el acontecimiento de los acontecimientos eclesiales del siglo XX!- se le llamase y caracterizase por muchos dentro del marco de la historia de los Concilios Ecuménicos como el Concilio eclesiológico por excelencia. Y, ciertamente, aunque la temática del Concilio, que se quiso comprender y autointerpretar como "pastoral", abarque todo el abanico de aspectos a los que se extiende la misión de la Iglesia, es obligado reconocer que la doctrina sobre ella misma ocupa el lugar hermenéuticamente central. Son, sobre todo, las enseñanzas de la Constitución Dogmática "Lumen Gentium" sobre el ser y misión de la Iglesia y de la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes" sobre su relación con el mundo las que enmarcan, centran e impregnan intelectual y existencialmente todo el Magisterio Conciliar. Aquella rica experiencia doctrinal, litúrgica, espiritual, apostólica y misionera que nació y fluyó copiosamente de aquel "despertar de la Iglesia en las almas", del que hablara Guardini en 1922, se discierne, se ilumina y se completa por el Concilio Vaticano II, mirando ya al siglo XXI de nuestra Era. Dos principios teológicos especialmente iluminadores emergen de la doctrina conciliar, transparentando ese pasado apasionante de la Iglesia del siglo XX y sobre todo alumbrando la novedad del siglo XXI: 1º la Iglesia es obra de la Santísima Trinidad, nacida y fundada en la historia por Cristo, con Cristo y en Cristo para instaurar definitivamente entre los hombres el Reino de Dios; 2º la Iglesia, toda ella, visible e invisiblemente considerada, es, "por tanto, este pueblo mesiánico [que] aunque de hecho aún no abarque a todos los hombres y muchas veces parezca un pequeño rebaño, sin embargo, es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano. Cristo hizo de él una comunión de vida, de amor y de unidad, lo asume también como instrumento de redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (Cf. M. 5, 13-16)" (LG.9).
4. El agitado periodo postconciliar, no fenecido del todo, se ha visto sometido en no pocos ambientes eclesiales a una doble tentación. Tentación en último término reduccionista y rupturista del propio acontecimiento conciliar.
Se ha tratado, primero, de minimizar para la existencia cristiana el significado originario y fundante de la Iglesia como el instrumento necesario del encuentro y para el encuentro personal con Jesucristo; y, consiguientemente, como el lugar primero e imprescindible de la comunión con Él y, por ello, de los cristianos -de los bautizados- entre sí. De este modo, inevitablemente, se pierde el vital punto de partida para poder hablar de experiencia cristiana como experiencia salvadora del hombre -¡de "lo humano"!-: la realización personal de encuentro con la Persona divina del Hijo de María -"el Hijo del hombre"-, Jesucristo, el Señor, Crucificado y Resucitado por nosotros. Y, sin esta dimensión -¡digámoslo sin miedo!- la dimensión mística, es decir, la dimensión verdaderamente religiosa o la religiosamente verdadera, es imposible la experiencia cristiana.... Las crisis personales en y de la vida de fe estaban servidas. Y, como consecuencia lógica y existencialmente forzosa de ello, se producía, segundo, la tentación de reducir el sentido y el campo de la misión de la Iglesia a una acción puramente temporal, ordenada directa y propiamente a la solución pragmática de los problemas del mundo y sirviéndose de los instrumentos de este mundo, sobre todo, los del poder socio-económico y político. La fascinación intelectual y cultural, que siguió ejerciendo un Marxismo tardío de corte cultural, pensado y sentido con nostalgias existencialistas, prendió con fuerza en mentes y actitudes existenciales de una juventud nacida y crecida en familias y ambientes cristianos; una juventud, oscilante entre el hastío de tanto materialismo barato, el apego a un fácil y copioso consumismo y el ansia idealista de una salida de tanto aburrimiento y miseria espiritual.
5. Esas tentaciones no has sido totalmente superadas. Hay que tenerlas en cuenta a la hora -que ha llegado ya- de vivir la Iglesia de nuevo como el acontecimiento de la presencia de Cristo para el hombre y el mundo del siglo XXI: el primero del Tercer Milenio de la Era Cristiana. Pero mucho más han de ser apreciadas y potenciadas las formas personales y eclesiales de aplicación de la doctrina conciliar a la vida de la Iglesia del último tercio del siglo XX, inspiradas y configuradas por el Espíritu Santo a través del don de variados y riquísimos carismas y vividas fielmente en la comunión de la Iglesia. El Magisterio Pontificio de Pablo VI y de Juan Pablo II y, ahora, de Benedicto XVI -Papas excepcionalmente sensibles para lo que "los signos de los tiempos" sugieren a la Iglesia-, nos ha señalado inequívocamente el camino del futuro para su vida y misión: camino luminoso para la vivencia y la realización fiel, pastoral y apostólicamente fecunda, de la vocación cristiana, sea cual sea su forma de definición eclesial: de seglar, de consagrado y del sacerdocio ministerial. Un camino con una doble exigencia, antigua y nueva: la del necesario "mirar" de nuevo al Rostro de Cristo o, dicho con otras palabras, la de la necesidad de la oración contemplativa; y la de evangelizar de nuevo desde la vivencia honda y compartida del orar contemplativo, alimentado en la celebración y en la adoración eucarística, capaz de llegar con fuerza al hombre de nuestro tiempo, especialmente a los jóvenes, dentro y fuera de los países de tradición cristiana, y quitándoles el miedo a abrir las puertas de sus vidas ¡de su corazón! a Cristo.
LA SOCIEDAD
La sociedad es también palabra antigua: ¡muy antigua! Pertenece al patrimonio cultural universal de la humanidad. Designa un aspecto que le es esencial a la realidad integral de lo humano. El ser del hombre incluye constitutivamente relación al otro: corporal y espiritualmente. Su configuración, sexualmente diferenciada como varón y mujer, constituye la primera y fundamental expresión de la apertura trascendente que le es esencial y existencialmente inherente a la persona humana. El hombre sólo alcanza la realización plena de sí mismo en la inter-relación con los otros hombres.
1. La filosofía clásica se servirá de la palabra sociedad como de una categoría fundamental para comprender lo humano en todo su integridad. La usa y emplea refiriéndola a distintas formas de concreción de la sociabilidad innata del hombre. Matrimonio y familia destacan como la primera y básica forma de cristalización de "lo social" en la vivencia y experiencia de lo humano. El Estado, en cambio, como la última y plena. El concepto de "sociedad perfecta", en la que el hombre encuentra todos los recursos necesarios para su propio perfeccionamiento, adquiere toda su nitidez filosófica en la gran Escolástica del Medievo -en Santo Tomás de Aquino- y del Renacimiento -en la Escuela de Salamanca y en Francisco Suárez-. Los clásicos de la filosofía griega la veían plasmada en "la polis" -"la ciudad"-. Los juristas y pensadores latinos la vinculan al gran espacio económico, sociológico y político, abierto por las conquistas del Imperio Romano y de sus Legiones principalmente en el gran arco geográfico del Mediterráneo. Su pensamiento político fue evolucionando desde la visión "republicana" de "la urbs" -de la ciudad de Roma- como fórmula suficiente de realización de la sociedad perfecta, a la concepción del "Orbis" -"el Orbe"- como el marco humano y cultural de referencia para la formación de una sociedad universalmente estructurada y, por ello, insuperable en su perfección. La tradición universalista de la concepción y realización histórica de la sociedad perfecta será retomada en el Medievo europeo por el conducto histórico-espiritual de la restauración cristiana de la idea imperial romana y que pervive, profundamente modificada, hasta ir languideciendo y desaparecer por completo en los umbrales mismos de la Modernidad. Su lugar político lo ocuparán ya desde el Renacimiento los Estados Nacionales. Con su imparable curso histórico empujarán al pensamiento filosófico-político a la identificación real de la trilogía, Estado-Sociedad perfecta-Nación. Los convierten semánticamente poco menos que en términos sinónimos. Sin embargo, teólogos y juristas salmantinos de la época se propusieron integrar a la compleja multiplicidad plurinacional que se dibujaba ya claramente en los siglos XVI y XVII como el mapa geopolítico del futuro, especialmente en el Continente europeo, dentro de la unidad universal de la familia humana. Con este fin, ético-político, reformulan la vieja doctrina del "Ius Gentium" -"el derecho de gentes", desarrollando la ideas de los cultivadores del "jus utrumque" de la Edad Media con fina sensibilidad histórica para las nuevas realidades políticas de su tiempo. Sus logros fueron de orden preferentemente teórico; pero no sin efectos prácticos positivos para el nacimiento del nuevo mundo americano y la configuración socio-política de la Europa moderna y contemporánea.
2. La Ilustración concentrará sobre el Estado Nacional su reflexión filosófico-jurídica y, mucho más, su praxis socio-política. Sin embargo lo hará, tratando de integrar, bajo distintas fórmulas de justificación y explicación teóricas, la doctrina de los derechos humanos como piezas fundamentales de valor universal, en la concepción y configuración jurídica de la sociedad y, más específicamente, del Estado. En esta historia de la teoría y praxis social que nos encamina al periodo histórico nuevo de la Edad Moderna, entre los siglos XVII y XVIII, el concepto de sociedad, estrechamente vinculado al concepto de Estado en una línea progresiva de confusión con él, se mantiene aún abierto a la relación trascendente con Dios en un doble sentido: primero, en el de que a toda y a cualquier forma de inter-relación humana, en una palabra, a su sociabilidad, precede y subyace la relación con Dios, su Creador y Señor -"la religación" del hombre con Dios es la primera y fundamental forma de relación para la constitución y realización plena de su ser-; y, segundo, en el de que es también Dios el autor de la naturaleza social del hombre y, por lo tanto, el autor de su estructura y, consiguientemente, de las pautas de actuación y funcionamiento básicas, derivadas de ella. La sociedad, por tanto, si quiere organizarse en perfección, habrá de facilitar el espacio necesario de acción y de vida para que la persona humana pueda alcanzar su fin último: la vida eterna en Dios. No irá por ahí, por desgracia, la evolución laicista de la sociedad moderna y contemporánea, que tenderá cada vez más a concebirse y a realizarse al margen de Dios como principio y fin del hombre. Rechaza la doctrina y la teología cristiana sobre la sociedad y no la sustituye por ningún otro tipo de filosofía, abierto racionalmente a una comprensión de la experiencia social del hombre en la que quepan la idea y realidad trascendente de Dios. Para la doctrina social laicista, la confusión práctica -cuando no teórica- de las categorías, sociedad y Estado, deviene un instrumento dialécticamente muy útil para construir su teoría atea o agnóstica del Estado.
3. La sociedad evoluciona, sin embargo, en los siglos XIX y XX y se configura de hecho cada vez con mayor complejidad a lo interno de sí misma, tanto, dentro de los límites de las fronteras nacionales, como vista en la perspectiva de su creciente internacionalización. El fenómeno contemporáneo de "la globalización" refleja bien hasta qué límites de amplitud y complicación humana -económica, cultural, ética, espiritual y religiosa- ha llegado la sociedad actual. La concepción "romántica", tratando de identificarla con una comunidad de raza, de cultura y de historia común, ha quedado desbordada por la realidad de un mundo intercomunicado globalmente sin límites ni internos ni externos, abierto a la universalidad por la ciencia y la técnica contemporánea. Comunicación de espacios y de tiempos; comunicación informativa y formativa; comunicación e intercambio de recursos, cooperación en todos los campos de la experiencia humana... ese es hoy el horizonte sin fronteras en el que el hombre se realiza "socialmente". No es extraño que el siglo XX haya sido caracterizado, igualmente, como el siglo de "la socialización". Las fuertes tensiones causadas por la llamada "cuestión social" habían ido acumulándose a lo largo de la últimas décadas del siglo XIX. A esa situación quieren responder corrientes de un pensamiento filosófico nuevo, muy condicionado por las nuevas ciencias humanas que investigan con método empírico los aspectos más sobresalientes de la realidad social: los propiamente sociológicos, los políticos y los jurídicos. Sus soluciones están marcadas por el sello cultural y político de lo que se llamó "Socialismo", frente a la doctrina liberal nacida al calor revolucionario de la Francia de finales del siglo XVIII y desarrollada durante todo el siglo XIX con el inconfundible acento intelectual del individualismo filosófico. En una y otra teoría -aunque parezca paradójico en el caso del liberalismo político- el Estado juega una principalísima función. Esta tensa sociedad se rompe interior y exteriormente en el siglo XX. Las dos guerras mundiales documentan estremecedoramente la tragedia. En la conciencia contemporánea de la humanidad, se alzó ya con toda explicitud intelectual y existencial la pregunta por Dios y por su ley: ley natural y divina. ¿Puede subsistir la sociedad con un mínimun de integridad moral y, por lo tanto, humana sin Dios?
4. La Iglesia se hizo cargo desde el momento más álgido de la cuestión social en el paso del siglo XIX al XX de la causa de los más débiles -la clase obrera-, con su doctrina y con la firme, comprometida y decidida defensa de los derechos de la persona humana y del bien común. El Concilio Vaticano II ahonda la fundamentación teológica y explicita pastoral y apostólicamente ese compromiso incondicional con la suerte del hombre contemporáneo, sobre todo, en la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes". Compromiso manifiesto desde su propósito y confesión inicial de que "el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón" (GS. 1). El Magisterio social de Pablo VI y de Juan Pablo II, atentos a los acontecimientos que conmueven a la sociedad y a las esperanzas que la animan, explican y precisan la doctrina conciliar. Con Benedicto XVI, su actualización sorprende y edifica por la profundidad humana y teológica que encierra su diagnóstico de lo que está pasando a la familia humana de nuestros días -¿"una humanidad "post-moderna"?- y por el modelo de soluciones que propone para sus angustiosos problemas: soluciones de raíz y desde su raíz ética y espiritual. Un reto apasionante nos queda a los fieles católicos en esta encrucijada histórica de la humanidad: dar cuerpo a esa respuesta del Magisterio vivo de la Iglesia que, por ser fiel a la novedad del acontecimiento cristiano, resultará verdaderamente liberadora para nuestra sociedad y nuestros conciudadanos. El Papa nos ofrece la pista teológica para asumirla lúcida y cordialmente: "La ‹‹ciudad del hombre›› no se promueve solo con soluciones de derechos y deberes, sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo" (CiV, 6).
El compromiso social de un cristiano, asumido coherentemente hoy desde y en la caridad de Cristo, en "el sitio de la vida" que supone la sociedad contemporánea, contiene una doble y urgente tarea: la de abrir espacio público para la adoración de Dios dentro de la tupida red de intereses e instituciones individuales y colectivas de todo orden que comprenden e integran la actual sociedad, es decir, espacio público para el ejercicio expreso del derecho a la libertad religiosa; y, la de actuar e influir en la realidad secular, siempre tentada e infectada de pecado -de negación de la ley moral y de su origen divino-, de tal modo que nuestras palabras y obras sean en virtud de la caridad de Cristo como testimonio, ejemplo e instrumento para su auténtica y progresiva humanización; o, lo que es lo mismo, para su santificación. Esta es la senda más excelente para la actualización hoy del apostolado seglar según la mente del Vaticano II. La senda estrecha, además, que nos conducirá indefectiblemente, con toda seguridad, a nuestra propia santificación. Los seglares católicos ayudan así a sus hermanos, los hombres, a andar bien el camino que conduce a la salvación más allá del tiempo: ¡en la eternidad de la Gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo! Ayudan a los demás y se ayudan mutuamente.
Una y otra tarea sólo son accesibles y realizables en la comunión de la Iglesia.
LA POLÍTICA
La política es otra vieja palabra unida a la experiencia inmemorial del hombre que vive y necesita vivir ordenada y fructíferamente en sociedad. ¿Cómo va a ser posible la cooperación de todos los miembros de una sociedad en la consecución del bien común sin una dirección clara en sus objetivos, ordenada en su realización y firme y eficaz en la disposición de los medios? El simple realismo de la experiencia cotidiana de la vida enseña que no. Por ello, la respuesta fue siempre clara en todas las etapas y épocas de la historia social y cultural del hombre: no es posible sin autoridad. De aquí que la praxis política como la ciencia, el arte y la técnica de gobernar la sociedad humana plenamente constituida hayan orientado siempre sus esfuerzos principales a aclarar y dirimir la cuestión de la autoridad como el punto neurálgico, sociológica, jurídica y éticamente, de toda teoría social. Quién la ejerce y cómo la ejerce, cuál es su sujeto originario y en qué consiste su ejercicio, son otras tantas de las preguntas concretas que la filosofía y teología del derecho y del Estado y, actualmente, el estudio empírico de las llamadas ciencias humanas, se plantean bajo distintas perspectivas doctrinales y con distinto grado de intensidad en sus análisis
1. Son dos los aspectos de la cuestión que han acaparado la mayor atención de la doctrina y la preocupación existencial de las personas: los ciudadanos en la comunidad política.
Como se legitima que unos hombres puedan ejercer, como superiores de los demás, la facultad de ordenar con normas vinculantes y coactivas sus conductas y comportamientos en la vida de relación social y, a veces, hasta en la privada, y con qué "poder" cuentan para hacerlo. Las respuestas teóricas han coincidido de uno u otro modo a lo largo de la historia en los siguientes principios ético-jurídicos: el pueblo, todos los que constituyen la comunidad política, son el sujeto titular primero del poder político. Para que determinadas personas puedan ejercer legítimamente esa autoridad y poder, han de contar con la elección y la autorización de todos los ciudadanos, elaborada y expresada libremente, según métodos de representación acordados y aprobados por ellos. El poder político, con el que actúa la autoridad en la comunidad políticamente organizada, se ejerce con la aplicación legal y administrativa de los recursos del derecho y se impone, si es preciso, por la fuerza física de la que posee el monopolio social y jurídico. ¿El pueblo, sujeto inmediato de la soberanía política es, además, la instancia incuestionablemente última que legitima al titular de la autoridad política en su origen y en el ejercicio del poder que le es propio? ¿No conoce, por tanto, el pueblo ni personas ni normas superiores a las que tenga que atenerse en la constitución, organización y funcionamiento del Estado y de los órganos del poder? La respuesta, ofrecida y exigida por la antropología cristiana, fue siempre inequívoca: el origen y el fundamento de la soberanía popular reside en Dios que ha creado al hombre como ser social y con una socialidad que postula la institución del principio de autoridad y de sus órganos de ejercicio. Se trata pues de una soberanía subordinada en su origen y puesta en práctica a la ley natural: a la ley fundada en la sabiduría y en la voluntad de Dios. Las respuestas de las antropologías laicistas radicales fueron y son también siempre las mismas: la soberanía del pueblo es ilimitada; más aún, es la única fuente de legitimación ética del derecho positivo y de su aplicación coactiva; e, incluso más, la instancia última que legitima toda y cualquier ética social.
2. Otra fue la posición teórica y práctica del laicismo moderado, especialmente activo después de la II Guerra Mundial. Su concepción del principio de soberanía comprendía su limitación jurídica y ética en virtud, primero, de la vigencia previa de los derechos humanos y, segundo, a causa, de las obligaciones y exigencias derivadas del derecho internacional. En la mente de todos los que habían vivido la experiencia de los Estados totalitarios -el comunista y el nacionalsocialista- y habían sufrido las ruinas físicas, morales y espirituales de la II Guerra Mundial, no cabía la menor duda sobre la necesidad histórica de superar el positivismo jurídico y el relativismo ético por la vía intelectual y espiritual de una teoría y praxis constitucional profundamente reformadora de la concepción del poder político. Urgía arbitrar medios pedagógicos, culturales y sociales para establecer el imperativo de su limitación ética como un principio prejurídico indiscutible. Aquí se encontraba el gran reto histórico para el futuro de la humanidad: el de conseguir fórmulas eficaces de limitación ética de ese "poder", que es el poder por excelencia, "el poder político", que se mostraba cada vez más fuerte e imponente. Sus recursos -los de la fuerza- crecían sin parar: las armas atómicas, el poder mediático y psicológico, los instrumentos de la experimentación química y biológica... Sonó pronto en Europa la voz de alarma ante esta gravísima cuestión de los límites éticos al ejercicio del "poder político". ¿No estaba en juego la paz del mundo?[4]. El problema sigue vivo; incluso, agravado por el éxito de lo que Benedicto XVI ha calificado de la dictadura del relativismo. También hoy es la gran cuestión de la actual coyuntura política mundial, de cuya buena o mala solución depende, en gran medida, el futuro de la solidaridad y de la paz en cada pueblo y entre todos los pueblos que configuran la familia humana.
3. ¿Tiene "el poder político" facultad de limitar, condicionar, restringir e, incluso, negar los derechos fundamentales de la persona humana -el derecho a la vida, a la libertad religiosa, de pensamiento, de conciencia, de expresión y de enseñanza- sin que se quiebre su legitimidad ética? ¿O puede disponer sin límite moral y jurídico alguno de las instituciones básicas del matrimonio y de la familia o de la libertad básica de asociación de los ciudadanos? La contestación, subyacente a muchas de las corrientes culturales que inspiran e influyen hoy la teoría y la praxis política, es militantemente afirmativa. La respuesta de los cristianos ha de ser, en contraste, la de presencia activa y positiva en la vida pública, dirigida a superar la estatalización creciente de toda la vida social y la muchas veces simultánea desprotección de derechos fundamentales de la persona, de las familias y de los grupos sociales. Hemos de colocar en el centro mismo de la experiencia cristiana de "lo político" la aspiración y el esfuerzo para que el orden jurídico-político se ponga al servicio de la persona humana y de su realización plena como su objetivo último, decisivo para la realización del bien común. El Estado no es dueño de la sociedad y, mucho menos, del hombre. La vocación del seglar cristiano tiene actualmente una importante y urgente tarea en el campo de la acción y de la vida política: abrirla a la ética del servicio, abrirla a la experiencias de gratuidad, de libertad solidaria y subsidiaria y, sobre todo, de comunión. No, no ha sido lo más acertado confiar en las posibilidades liberadoras de una teología politizada; pero sí ha sido un acierto providencial, y lo es hoy más que nunca, el haber sabido inspirar y transformar la acción política en un servicio motivado, impulsado y configurado por la caridad. Su efecto liberador será seguro y gozoso como una novedad solo explicable y experimentable espiritualmente por la novedad de la presencia y de la virtualidad del Reino de Cristo: "un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, del amor y la paz".
NOTAS
[1] "Ein religiöser Vorgang von unabsehbarer Trageweite hat eingesetzt: Die Kirche erwacht in den Seelen". Romano Guardini, Vom Sinn der Kirche. Die Kirche des Herrn, Mainz-Paderborn 1990, 19.
[2] Johann Adam Mühler, "Symbolik oder Darstellung der Dogmatischen Gegensätze der Katholiken und Protestanten", II, 641, ss.: „So ist denn die sichtbare Kirche, von dem eben entwickelten Gesichtspunkt aus, der unter den Menschen in menschlicher Form fortwährend erscheinende, stets sich erneuernde, ewig sich verjüngende Sohn Gottes, die andauernde Fleischwerdung desselben, so wie denn auch die Gläubigen in der Heiligen Schrift der Leib Christi genannt werden".
[3] Cfr. Hans Erich Feine, Kirchliche Rechtsgeschichte. Die Katholische Kirche, Köln-Graz4 1964, VII-IX; 658, ss.
[4] Cfr. Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit. Die Macht, Mainz-Paderborn 1986, 97-99. Para Guardini "el poder se nos ha hecho problemático y no solamente en el sentido de una crítica cultural, como se había alzado cada vez con mayor fuerza frente al optimismo histórico dominante durante todo el siglo XIX y hasta su final, sino por principio: en la conciencia general entra cada vez más profundamente el sentimiento -la impresión- de que nuestra actitud en relación con el poder es falsa, incluso que nuestro creciente poder nos amenaza a nosotros mismos", pág. 98 (Traducción española del autor).
ZENIT publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el miércoles, 26 de Agosto de 2009, durante la audiencia general que concedió a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo en la que afrontó el tema de la salvaguardia de la creación.
Queridos hermanos y hermanas:
Nos acercamos ya al final del mes de agosto, que para muchos significa la conclusión de las vacaciones de verano. Mientras regresamos a las actividades diarias, ¡cómo no dar las gracias a Dios por el don precioso de la creación, que podemos disfrutar no sólo durante el período de vacaciones! Los diferentes fenómenos de degradación ambiental y las calamidades naturales, que por desgracia registran las crónicas con frecuencia, nos recuerdan la urgencia del respeto debido a la naturaleza, recuperando y valorando, en la vida de todos los días, una correcta relación con el ambiente. Se está desarrollando una nueva sensibilidad por estos temas, que suscitan la justa preocupación de las autoridades y de la opinión pública, que se expresa también con la multiplicación de encuentros a nivel internacional.
La tierra es un don precioso del Creador, que ha diseñado su orden intrínseco, dándonos así las señales orientadoras a las que debemos atenernos como administradores de su creación. A partir de esta conciencia, la Iglesia considera las cuestiones ligadas al ambiente y a su salvaguardia como íntimamente ligadas con el tema del desarrollo humano integral. A estas cuestiones me he referido varias veces en mi última encíclica "Caritas in veritate", recordando la "la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad" (n. 49) no sólo en las relaciones entre los países, sino también entre cada uno de los hombres, pues el ambiente natural es dado por Dios a todos, y su utilización comporta una responsabilidad personal con toda la humanidad, en particular, con los pobres y las generaciones futuras (Cf. n. 48). Experimentando la común responsabilidad por la creación (Cf. n. 51), la Iglesia no sólo está comprometida en la promoción de la defensa de la tierra, del agua y del aire, entregados por el Creador a todos, sino que sobre todo se empeña por proteger al hombre de la destrucción de sí mismo. De hecho, "cuando se respeta la 'ecología humana' en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia" (ibídem). ¿Acaso no es verdad que la utilización desconsiderada de la creación comienza allí donde Dios es marginado o incluso donde se le niega la existencia? Si desfallece la relación de la creatura humana con el Creador, la materia se reduce a posesión egoísta, el hombre se convierte en la "última instancia", y el objetivo de la existencia queda reducido a una afanada carrera para poseer lo más posible.
La creación, materia estructurada de manera inteligente por Dios, está confiada a la responsabilidad del hombre, que es capaz de interpretarla y de remodelarla activamente, sin considerarse como el dueño absoluto. El hombre está llamado a ejercer un gobierno responsable para custodiarla, obtener beneficios y cultivarla, encontrando los recursos necesarios para una existencia digna para todos.
Con la ayuda de la naturaleza misma y con el compromiso del propio trabajo y creatividad, la humanidad es capaz de asumir el grave deber de entregar a las nuevas generaciones una tierra que a su vez éstas podrán habitar dignamente y cultivar ulteriormente (Cf "Caritas in veritate", 50). Para que esto se realice, es indispensable el desarrollo de "esa alianza entre el ser humano y el medio ambiente que debe ser reflejo del amor creador de Dios" (Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz 2008, 7), reconociendo que todos nosotros procedemos de Dios y que todos estamos en camino hacia Él.
Qué importantes es, por tanto, el que la comunidad internacional y los diferentes gobiernos sepan dar las señales adecuadas a los propios ciudadanos para afrontar de manera eficaz las modalidades de utilización del medio ambiente que resultan dañinas. Los costes económicos y sociales derivados del uso de los recursos ambientales comunes, reconocidos de manera transparente, deben ser asumidos por aquellos que los utilizan, y no por otras poblaciones o por las generaciones futuras. La protección del ambiente y la salvaguardia de los recursos y del clima exige que todos los líderes actúen de manera conjunta, respetando la ley y promoviendo la solidaridad, sobre todo con las regiones más débiles de la tierra (Cf. "Caritas in veritate", 50).
Juntos podemos edificar un desarrollo humano integral en beneficio de los pueblos presentes y futuros, un desarrollo inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Para que esto suceda es indispensable convertir el actual modelo de desarrollo global hacia una toma de responsabilidad más grande y compartida ante la creación: lo exigen no sólo las emergencias ambientales, sino también el escándalo del hambre y de la miseria.
Queridos hermanos y hermanas: demos gracias al Señor y hagamos nuestras las palabras de san Francisco en el Cántico de las Criaturas: " Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición... Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas".
También nosotros queremos rezar y vivir con el espíritu de estas palabras.
[El Papa saludó a continuación a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo a los peregrinos de lengua española. En particular a los grupos de las diócesis de Coria-Cáceres y Cuenca; a los Padres Franciscanos de España y a las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento; así como a los fieles de las Parroquias de Villena, La Solana y Toledo. En este tiempo de vacaciones, agradecemos al Señor el don maravilloso de la creación. Como he escrito en la Encíclica Caritas in veritate, la cuestión del medio ambiente está ligada a la del desarrollo humano integral. Cuando en la sociedad se respeta la ecología humana, se beneficia también la ecología ambiental. La creación ha sido confiada por Dios a la responsabilidad del hombre. Es posible, inspirándose en los valores de la caridad en la verdad, construir un desarrollo humano integral que beneficie a todos los pueblos y a las generaciones futuras. Muchas gracias por vuestra visita.
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Un cambio de modelo social para un continente sin cárceles. (AICA)
Luke (Paraguay), 26 Ago. 09 (AICA)
Los integrantes de la pastoral penitenciaria del Cono Sur, reunidos del 19 al 23 de agosto en Luque, Paraguay, reafirmaron “el sueño de Dios es el nuestro: un continente sin cárceles”, aunque reconocieron que “esto no es fácil, que primero debe darse con profundidad un cambio del modelo social en nuestros países de tal modo que no haya excluidos ni hermanos considerados descartables con los cuales se llenan hoy las prisiones”.
El encuentro contó con la presencia del presbítero Enrique Quiroga Civera, secretario ejecutivo del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y abrió sus deliberaciones con una reunión de juristas católicos regional, con el lema “Ser discípulo-misionero-profesional desde el Documento de Aparecida”.
Los abogados de los cinco países del Cono Sur, acompañados por otros profesionales, reflexionaron sobre el compromiso del discípulo misionero profesional en el mundo de la carcelación.
Los responsables regionales de la pastoral penitenciaria se plantearon como desafío “incidir en las políticas públicas en temas como salud, educación, trabajo, vivienda y seguridad, dirigidas a la población más vulnerable con la cual tenemos una deuda social”, y se comprometieron a “luchar proféticamente por la superación de las divisiones sociales y la exclusión, mediante el respeto a los derechos humanos, erradicando la tortura, el exterminio y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes que sistemáticamente se viven en las cárceles de nuestros países; por eso no declinamos en nuestra labor a favor de la humanización del sistema carcelario mientras él exista”.
“Vemos con claridad que necesitamos de una mayor y profunda formación de los agentes pastorales que trabajan en el mundo de la carcelación, que, insistimos una vez más, no sólo es la realidad de los encarcelados, sino también de sus familias, los grupos vulnerables de la sociedad, el personal de seguridad, los profesionales, los pos carcelados”, subrayaron.
También se plantearon como desafío “promover en la formación de los universitarios y los seminaristas el compromiso con la realidad de las cárceles, aportando una mirada desde el Evangelio, ley superior a todas las demás que no dejan de ser obra de los hombres en un momento histórico determinado”, y a trabajar en conjunto en la problemática de la pastoral carcelaria regional.
“Solos es imposible -advirtieron-, pero unidos y con la gracia de Dios toda utopía se puede concretar, por eso no vamos a desistir, vamos a trabajar con alegría y valentía, con audacia y creatividad en la misión de vivir el Evangelio en el mundo de la carcelación”.
Por último, pidieron la intercesión de María, Nuestra Señora de la Asunción, para que “nos eduque en un estilo de vida compartida y solidaria, en atención y acogida de los más pobres entre los pobres, nuestros hermanos encarcelados”.
Firmaron la declaración el presbítero Javier Ladrón de Guevara (Argentina), el padre Gunther Zgubic (Brasil), Fray Jaime Roberto Nawrath Ríos (Chile), el presbítero Luis Arias Castillo (Paraguay), Fernando Leguizamón (Uruguay), y el presbítero Enrique Quiroga Civera, secretario ejecutivo del Departamento de Justicia y Solidaridad-CELAM.+
La batalla contra la droga se gana con educación y prevención. (AICA)
Buenos Aires, 26 Ago. 09 (AICA)
La Comisión Nacional de Pastoral de Drogadependencia, de la Conferencia Episcopal Argentina, recordó que “la batalla contra la droga se gana en la educación y prevención creando fuertes vínculos sociales a través de la solidaridad y la búsqueda del bien común”, y no haciendo concesiones al “mal” de la droga, sinónimo de muerte.
Al hacer algunas consideraciones al fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la despenalización de la tenencia para el consumo de estupefacientes, el organismo eclesiástico lamentó que “se siga sin atacar las causas y vamos sólo, a través de una mirada parcial y no integral, a considerar un aspecto del problema, el jurídico”.
Tras señalar que “no caben dudas de que es necesario redoblar esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los mercaderes de la muerte", porque "no hay que darle espacio territorio al narco – negocio”, hizo votos para que “la sociedad en su conjunto se involucre para formar una verdadera red social que dé respuestas concretas a esta enfermedad de nuestro tiempo”.
Texto completo
Compartimos el ánimo de toda Institución de la República que promueva acciones para no criminalizar al adicto.
Estamos convencidos de que el adicto es un enfermo, huérfano de amor y que requiere de toda la atención y el afecto que le podamos dar.
Es lo que hacía Jesús con los enfermos de su época, no los despreciaba, los sanaba y los devolvía a la sociedad.
Abrazar a los enfermos, era un escándalo por aquel entonces. Acoger a un adicto hoy es vivir el Evangelio y hacer realidad la opción preferencial por los pobres, en este caso pobreza de amor y comprensión de una sociedad que los excluye.
Entendemos el espíritu de la mirada jurídica, pero creemos que no es facilitando el consumo, ni haciendo aparecer como que está bien lo que está mal, que vamos a superar este creciente flagelo de las drogas, particularmente en nuestros jóvenes y adolescentes.
La droga, sinónimo de muerte, es un mal y al mal no se le hacen concesiones.
Seguimos sin atacar las causas y vamos solo, a través de una mirada parcial y no integral, a considerar un aspecto del problema, el jurídico.
En este momento, donde la pobreza y la exclusión angustian a nuestra gente y en especial a los más humildes, medidas que puedan facilitar el consumo generan confusión y aparecen como a destiempo, desenfocadas de la realidad social.
Las políticas públicas deberían orientar sin dudas a desalentar el consumo de drogas. El fallo también exhorta a contar con una política de Estado que promueva la educación, la prevención y la salud. Es urgente dar pasos hacia soluciones integrales.
La droga no se combate solo con intervenciones de índole sanitaria y judicial, es necesario crear relaciones humanas ricas en valores espirituales y afectivos. Hay que buscar en la raíz de la adicción un vacío existencial, un anhelo de sentido para la vida.
El mensaje a toda la sociedad y en especial a nuestros chicos creemos que debe ser claro: “No es bueno que te drogues”. Y a los familiares y amigos de los adictos: “Estamos con vos para ayudarte”.
La Iglesia defiende la VIDA y propone educar para la salud y para la vida.
El facilitar el consumo no es bueno, es malo, y va en contra del principio fundamental de que el hombre ha sido creado para la vida y no la muerte.
No caben dudas de que es necesario redoblar esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los mercaderes de la muerte. No hay que darle espacio territorio al narco – negocio.
Pero recordando siempre que en el centro del problema está el hombre y sus vínculos. El hombre que necesita encontrar un verdadero sentido a su vida y poder vivirla dignamente con la libertad de los hijos de Dios.
Hacemos votos para que la sociedad en su conjunto se involucre para formar una verdadera RED SOCIAL que dé respuestas concretas a esta enfermedad de nuestro tiempo.
La batalla contra la droga se gana en la EDUCACIÓN y PREVENCIÓN creando fuertes vínculos sociales a través de la SOLIDARIDAD y la búsqueda del BIEN COMÚN.
En este día en que celebramos al Beato Ceferino Namuncurá, confiamos a su cariño por los humildes nuestro compromiso por los que más sufren.
Informes: www.reddevida.org o por correo electrónico [email protected] .+
Buenos Aires, 25 Ago. 09 (AICA): Ante el fallo emitido esta mañana por la Corte Suprema de Justicia, que dejó libres a cinco personas que consumían marihuana por considerar que su consumo en el ámbito privado está protegido por la Constitución Nacional, los miembros del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la arquidiócesis de Buenos Aires emitieron un comunicado en el que, si bien reconocen “buena intención de los que buscan no criminalizar al adicto”, advierten que en el caso de las familias más vulnerables, la despenalización implica “dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su derecho a la salud. La dinámica misma de la adicción, lleva muchas veces a hacer cualquier cosa para satisfacer el deseo de consumo. El próximo encuentro entre el Estado y el adicto ya no será en la enfermedad, sino en el delito que a veces nace de ella”.
El texto completo del comunicado es el siguiente:
Ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia del día de hoy, quienes integramos el Equipo de Sacerdotes para las Villas expresamos a continuación nuestra humilde opinión, que ratifica plenamente aquellas reflexiones que se hicieran públicas .
Nosotros somos respetuosos de los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Valoramos su autoridad. Además creemos en el valor de las instituciones para el crecimiento de nuestra Nación.
Por otro lado nuestra palabra sobre la despenalización no pretende ocupar el lugar que tiene la palabra de la Conferencia Episcopal Argentina sobre este tema.
Con espíritu de aportar al diálogo –ofreciendo el propio pensamiento y buscando integrar el pensamiento diferente- y no de confrontar, hicimos público nuestro documento: “La droga en las Villas: despenalizada de hecho”.
Queríamos defender a nuestros vecinos villeros -estigmatizados por tantas cosas-, afirmando que una cosa es la Villa y otra el narcotráfico. Y señalar que los primeros que sufren las consecuencias del narcotráfico son los habitantes de estos barrios humildes.
El Evangelio de Jesús nos invita a pararnos en las periferias geográficas y existenciales y desde allí mirar. Nos invita a entrar en comunión con los más pobres, y desde los pobres llegar a todos. Este camino desde los pobres a todos nos parece un programa más que valido a la hora de trazar políticas de Estado, a la hora de legislar y a la hora de juzgar.
Muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestros barrios no viven sino que sobreviven y muchas veces la oferta de la droga les llega antes que un ambiente dichoso y sano para jugar, llega antes que la escuela, o llega antes que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno. Se acortan así las posibilidades de darle un sentido positivo a la vida. “Hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en el eje inclusión-exclusión; comunión-aislamiento” (Carta pastoral de la CEA, del 20 de agosto del 2009. Nº 22)
No pretendemos que la responsabilidad frente a esta situación de desigualdad de oportunidades quede sólo en manos del Estado. La solidaridad es en primer lugar que todos nos sintamos responsables de todos. (Cf. CIV 38)
Nos preguntamos: ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que es legal la tenencia y el consumo personal? Nos parece que al no haber una política de educación y prevención de adicciones intensa, reiterativa y operativa se aumenta la posibilidad de inducir al consumo de sustancias que dañan el organismo. La experiencia de acompañar a jóvenes en el camino de recuperación y reinserción social nos ha permitido escuchar el testimonio de muchos que han empezado consumiendo pequeña cantidad de marihuana y de pronto se encontraron consumiendo drogas más dañinas aun como el paco. La vida se les volvió ingobernable. Por eso desde nuestro punto de vista las drogas no dan libertad sino que esclavizan. La despenalización a nuestro parecer influiría en el imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño.
Vemos la buena intención de los que buscan no criminalizar al adicto, es una locura criminalizar la enfermedad. Pero intentemos pararnos nuevamente desde la perspectiva de las familias más vulnerables. Sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del adicto y su familia – que pide ayuda- con el Estado es la justicia. Despenalizar en estas condiciones, es dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su derecho a la salud. La dinámica misma de la adicción, lleva muchas veces a hacer cualquier cosa para satisfacer el deseo de consumo. El próximo encuentro entre el Estado y el adicto ya no será en la enfermedad, sino en el delito que a veces nace de ella.
Usando una imagen podríamos decir entonces que la discusión sobre la despenalización corresponde a los últimos capítulos del libro y no a los primeros.
Pedimos a la Virgen de Luján, Madre del Pueblo, que cuide y proteja a sus hijos que padecen el flagelo de la droga, de fuerzas a sus familias y luz a nuestra sociedad para generar vínculos de promoción y solidaridad.
Equipo de Sacerdotes para las Villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires.
Buenos Aires, 25 de Agosto de 2009.+
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 26 de Agosto de 2009, en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H. *
Reflexión veraniega: educación
CON CIERTA FRECUENCIA se nos viene afirmando a distintos niveles de cultura y de moralidad, también a niveles políticos, esta incuestionable realidad: que la tragedia más grave de la sociedad contemporánea es la crisis de la relación educativa. En los medios informativos no faltan estos juicios: los padres cuidan a sus hijos y los maestros enseñan a sus alumnos, pero en no pocos hogares y colegios se ha perdido "el espíritu de la educación". Y una sociedad, si no sabe educar a las nuevas generaciones, no conseguirá ser más humana, por muchos que sean sus avances tecnológicos y sus logros económicos. La historia de todos los tiempos -y más en los nuestros- nos viene advirtiendo de que para el crecimiento humano, los educadores son más necesarios e importantes y decisivos que los políticos, los técnicos y economistas.
Educar no es instruir, adoctrinar, mandar, obligar, imponer o manipular. Educar es el arte de acercarse al niño, al jovencito, con respeto y amor, para ayudarle a que se despliegue una vida verdaderamente humana. Porque la educación está siempre -debe estarlo- al servicio de la vida. El verdadero educador es el que sabe despertar toda la riqueza y las posibilidades que hay en los niños. Hay un gran autor y mejor pedagogo que nos dijo: "El buen educador es el que sabe estimular y hacer crecer en los niños, no sólo sus actitudes físicas y mentales, sino también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida. Los niños, todos, tienen derecho a una cierta iniciación de la vida interior y a la reflexión personal".
Por eso, cuando en las instituciones educativas se ahoga "el gusto por la vida" y los educadores se limitan a transmitir de manera disciplinada el conjunto de materias que a cada uno se le ha asignado (asignaturas), "allí se pierde el espíritu de la educación".
Y, acercándonos a la responsabilidad de la educación cristiana, "educar es perfeccionar la obra predilecta de Dios, que es el ser humano, hasta hacerla semejante a Él" (A. Manjón). Educar es enseñar al ser humano (hombre) a ser hombre, viviendo a nivel racional y espiritual. El educando, por su condición racional y libre, sólo se educa y perfecciona por la aceptación y la ejecución inteligente y libre de la verdad, que tiene su fundamento en Dios. Y por eso, educar y formar es hacer comprender, querer y vivir la verdad y el bien, el camino señalado por Dios; y, por tanto, el que más perfecciona y ennoblece a educadores y a educandos.
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
ZENIT publica la carta que ha enviado en nombre de Benedicto XVI el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, con motivo de la sexagésima edición de la Semana Litúrgica Nacional de Italia, que se celebra en Barletta con el lema: "Celebrar la misericordia. 'Dejaos reconciliar con Dios'". La carta está dirigida a monseñor Felice di Molfetta, obispo Cerignola-Ascoli Satriano, presidente del Centro de Acción Litúrgica de Italia.
Excelencia reverendísima:
Con motivo de las sexagésima Semana Litúrgica Nacional, que se celebrará en Barletta del 24 al 28 de agosto próximo, con alegría le hago llegar a usted, a los colaboradores del Centro de Acción Litúrgica (CAL), a los relatores, y a todos los participantes el cordial saludo del Sumo Pontífice, quien desea un sereno y fecundo desarrollo del encuentro y asegura a todos un especial recuerdo en la oración.
Él expresa aprecio por el compromiso de estas décadas, en constante adhesión a la doctrina y a las indicaciones de la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium (SC), y en sabia obediencia al episcopado y a la Santa Sede para proponer el misterio de la fe, que se entrega al hombre en la Iglesia en cuanto celebrado (Cf SC, 6-7). Al mismo tiempo invita a la CAL a continuar este camino con la misma fidelidad y el mismo espíritu, ayudando a difundir entre los obreros de la viña del Señor nuevo aliento y nueva perseverancia.
En estos sesenta años, las semanas litúrgicas han ofrecido a obispos, sacerdotes, personas consagradas, expertos, responsables diocesanos, fieles que aman la liturgia, preciosas oportunidades de profundización, siempre desde una perspectiva de servicio eclesial, es decir, la de hacer crecer la comunidad en el espíritu y en la vivencia litúrgica. Ha sido posible acercarse a su centro (la Pascua, la Eucaristía), a sus articulaciones (sacramentos, Palabra de Dios, Liturgia de las Horas, Año Litúrgico), y a su relación con la vida, la cultura, el arte, la música. Gracias a la sucesión ininterrumpida de las Semanas y al trabajo de quienes las han programado y aplicado, la Iglesia en Italia, y sobre todo las diócesis en las que se han celebrado, han sacado un gran beneficio, creciendo en celo por "la plena y activa participación de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano" (SC, 14).
El tema de la sexagésima semana, "Celebrar la misericordia. 'Dejaos reconciliar con Dios'" (2 Corintios 5, 20), se hunde en este surco, llamando la atención sobre el sacramento de la Penitencia o Reconciliación, una elección particularmente oportuna ya sea por su importancia ya sea por su actualidad, 35 años después de que entrara en vigor para la Iglesia en Italia el nuevo Rito de la Penitencia, y en feliz coincidencia con el Año Sacerdotal. El objetivo de vuestro encuentro consiste en comprender todo el proceso penitencial de la vida cristiana, en el que el sacramento se integra como momento fuerte, siempre en un contexto eclesial. Será interesante verificar si más allá del cambio del rito, se ha formado una adecuada mentalidad teológica, espiritual y pastoral.
En este sentido, el Sumo Pontífice, en un mensaje enviado a los participantes en el reciente vigésimo curso con motivo del fuero interno, promovido por la Penitenciaría Apostólica, afirmaba: "En nuestro tiempo una de las prioridades pastorales es sin duda formar rectamente la conciencia de los creyentes porque... en la medida en que se pierde el sentido del pecado, aumentan los sentimientos de culpa, que se quisiera eliminar con remedios paliativos insuficientes. A la formación de las conciencias contribuyen múltiples y valiosos instrumentos espirituales y pastorales que es preciso valorar cada vez más" (Benedicto XVI, 12 de marzo de 2009). Y añadía: "Como todos los sacramentos, también el de la Penitencia requiere una catequesis previa y una catequesis mistagógica para profundizar el sacramento per ritus et preces... Además de la catequesis hace falta un sabio uso de la predicación, que en la historia de la Iglesia ha asumido formas diversas según la mentalidad y las necesidades pastorales de los fieles" (ibídem).
Junto a una adecuada formación de la conciencia moral y una madurez de vida y celebración del sacramento, se necesita favorecer en los fieles la experiencia del acompañamiento espiritual. Precisamente por este motivo, seguía observando el Papa, hoy "se necesitan 'maestros de espíritu' sabios y santos", exhortando a los sacerdotes a "mantener siempre viva en sí mismos la conciencia de que deben ser 'ministros' dignos de la misericordia divina y educadores responsables de las conciencias", inspirándose en el ejemplo del cura de Ars, san Juan María Vianney, de quien precisamente en este año recordamos el 150 aniversario de su fallecimiento (Cf. ibídem).
Su Santidad invoca la celeste intercesión de la Virgen María, Madre de Misericordia, para que la sexagésima semana litúrgica contribuya a favorecer una reanudación y renovación en la celebración de la Misericordia y en la experiencia significativa del Perdón divino, y, agradecido por el servicio que presta a la Iglesia el Centro de Acción Litúrgica imparte de corazón a su excelencia, al arzobispo de Trani-Barletta-Bisceglie y Nazaret, a los demás obispos y a los sacerdotes presentes, a los relatores y a todos los participantes una especial bendición apostólica.
Por mi parte aseguro un recuerdo en la oración, y aprovecho la oportunidad para confirmarme afectísimo en el Señor.
Cardenal Tarcisio Bertone
Secretario de Estado
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Mensaje de monseñor Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, a los catequistas de la diócesis. (AICA)
(22 de agosto de 2009)
"SER DISCÍPULO ES UN DON DESTINADO A CRECER"
Queridos catequistas de la diócesis, Querido y valorado Padre Fernando Crevatín, Delegado de Catequesis y Evangelización de la Cultura, Queridos miembros de la Junta catequística diocesana.
Tiempo atrás, más exactamente el 21 de mayo, el Padre Fernando me sugería que las intervenciones del Obispo en los más de tres años que el Señor me dio en pastorear esta diócesis fueron más bien breves en los encuentros de Catequesis. Y, lo pensé, tenía razón. Mi intención había sido siempre el priorizar la convocación comunitaria, la organización pastoral del evento, el expresarse de los propios catequistas y la formación que pudieran brindarles excelentes participantes e invitados expertos en el tema.
De hecho, me siento de verdad contento y feliz con este acontecimiento que nos congrega cada año, excelente en cuanto a la convocación, tratamiento de los temas, trabajo de conjunto, ambiente de fraternidad y culminación con la eucaristía. Recibiendo esta sugerencia a la que hice alusión, que apuntaba a una de las principales tareas del Obispo, el Padre Fernando me proponía: "¿No le gustaría este año ser el orador principal de nuestro encuentro diocesano?. Qué mejor que sea el primer catequista y maestro de la doctrina en la diócesis quien les hable a nuestros catequistas".
Por eso, aceptando con gusto esta propuesta desde la fe, vamos a hacer una breve referencia a la catequesis en el proyecto pastoral diocesano y el trabajo de comunión orgánica con las otras pastorales (con aplicación concreta en las parroquias y colegios), y principalmente a la Catequesis e iniciación cristiana a la luz del Documento de Aparecida, el cual, de los últimos tiempos, es el Documento por excelencia de la Misión; esto es, la catequesis asumida como misión, juntos en nuestro caminar, para que nuestro pueblo, en Cristo, tenga vida.
Es la razón por la que les propongo también nuestro recuerdo y renovado empeño en asumir renovadamente la misión continental, ante el «Tríptico de Aparecida» como catequistas del Pueblo de Dios.
Sabemos que la Gran Misión Continental, para la cual la Conferencia Episcopal Argentina ha dejado a las distintas diócesis el «acto inicial» ha tenido su lanzamiento en la diócesis de Zárate-Campana el día 9 de mayo, con oportunidad del término de la misión en Escobar, la celebración de las Fiestas Patronales diocesanas (por el 8 de mayo, día de la Virgen de Luján) y la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, de Belén de Escobar. Queremos ahora también profundizar sobre la misionariedad en la «catequesis» como aspecto principal, tanto desde la «dimensión misionera de toda la pastoral» como de los «gestos concretos de misión». Así queremos ver la iniciación cristiana, a la luz del Espíritu que nos impulsa a anunciar a Jesucristo, el Amor de los Amores, como Iglesia, que es su Cuerpo.
Gracias por toda su dedicación, su apostolado, incluso con sacrificio. Como Pastor de ustedes, invito a todas y a todos los catequistas de la diócesis a este encuentro del día sábado 22, en el Colegio de las Hnas. de Cristo Rey, en la ciudad de Garín, para que sea un momento de alegría y paz en la fe, y de renovado espíritu de fraternidad, en apertura amorosa a lo que el Espíritu Santo nos quiera recordar, de todo lo que Jesús dijo e hizo, para nuestra misión.
Rezo por ustedes, por todos y todas y por cada uno, para que reciban bendición y paz, y el "ciento por uno" de todo lo que dan, pues Dios ama al que da con alegría.
Mons. Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana
Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(22 de agosto de 2009)
LA POBREZA
Hemos asistido últimamente a una discusión sobre la pobreza. A ello se sumó una carta que el Santo Padre nos envió con motivo de la colecta anual de Más por Menos, en la que nos decía que había que reducir “el escándalo de la pobreza”. Este hecho, que ocupó la atención durante unos días, creo que fue bueno si sirvió para plantear la exigencia moral y política de una situación que debemos asumir. No se trata sólo de números de una estadística sino de personas, no hay pobreza hay pobres. También debemos lamentar la falta de índices objetivos que nos impiden un diálogo serio sobre esta realidad. Esto es, lamentablemente, un signo de pobreza institucional en nuestro país. Lo que no podemos negar, porque sería un acto necio e irresponsable, es que el drama de la pobreza que venía decreciendo, es cierto, pero que ha crecido últimamente. Este hecho que surge de las estadísticas, me lo dice también la gente de Caritas que tiene un contacto personal y permanente con esta realidad.
La pobreza no puede quedar librada a actos de caridad o generosidad individual o de instituciones de bien, sino que se trata de un tema que hace a la justicia social y, por lo ello, pertenece a la sociedad políticamente organizada. La caridad no puede ocupar el lugar de la justicia, sino que la presupone y perfecciona. La pobreza, por otra parte, engendra más pobreza y esto lleva a la marginalidad. Es decir, la falta de medios en la que viven muchas personas a causa de la pobreza las aísla y les impide participar de los bienes de la educación, la salud y el trabajo, disminuyendo sus condiciones psicosociales. Puede parecer exagerado afirmar, pero lo asumo como un juicio que hace el Observatorio de la Deuda Social Argentina, que la mayoría de los argentinos no logró superar las condiciones de vida de sus padres.
Este debilitamiento en las condiciones psicosociales significa que la pobreza crea dificultades en el hombre para comprender, razonar y queda sometido, por lo mismo, a las condiciones adversas de su entorno. El pobre vive un presente sin capacidad para proyectar ni planificar su propia vida, ni poder enfrentar los problemas de un modo resolutivo, como el proyectar y planificar su propia vida. Existe también una conexión perversa entre la pobreza y la falta de libertad, que hace del pobre alguien sin mayores posibilidades y muchas veces utilizado. Como vemos la pobreza deja de ser un hecho económico para ser principalmente un tema moral y político. Por ello escuchar hablar del escándalo de la pobreza es un juicio que nos duele pero nos hace bien, si sabemos reaccionar con un compromiso moral y de altura política.
Frente a esta realidad que compromete la dignidad del hombre, creo que la mejor respuesta es hablar de la necesidad y el valor de un trabajo digno. La mayor pobreza para el hombre es no tener trabajo y no poder sentirse protagonista de su propia vida y parte activa de la sociedad en que vive. La pobreza que lleva a la marginalidad hace del pobre un ser sin esperanza. Hace de él alguien que está en la sociedad pero que no siente parte de ella y va creciendo con sus propios códigos. Terminamos siendo ajenos, extraños, en nuestra propia casa. Por otra parte, la misma sociedad que los excluye luego, con cierto cinismo, lo juzga en sus fragilidades, incapacidades y consecuencias. Este hecho reclama algo más que actitudes testimoniales individuales, que siempre son necesarias porque elevan la vida moral de la sociedad, me refiero a la necesidad de planes de largo alcance que supone políticas que superan el alcance de un gobierno, porque pertenecen a la nación como Estado. Esta es otra de las pobrezas de nuestra querida Patria.
Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, la bendición de Dios que es Padre de todos.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
ZENIT publica la homilía que pronunció Benedicto XVI el 15 de agosto, en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo, el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
Con la solemnidad de hoy culmina el ciclo de las grandes celebraciones litúrgicas en las que estamos llamados a contemplar el papel de la santísima Virgen María en la historia de la salvación. En efecto, la Inmaculada Concepción, la Anunciación, la Maternidad divina y la Asunción son etapas fundamentales, íntimamente relacionadas entre sí, con las que la Iglesia exalta y canta el glorioso destino de la Madre de Dios, pero en las que podemos leer también nuestra historia.
El misterio de la concepción de María evoca la primera página de la historia humana, indicándonos que, en el designio divino de la creación, el hombre habría debido tener la pureza y la belleza de la Inmaculada. Aquel designio comprometido, pero no destruido por el pecado, mediante la Encarnación del Hijo de Dios, anunciada y realizada en María, fue recompuesto y restituido a la libre aceptación del hombre en la fe. Por último, en la Asunción de María contemplamos lo que estamos llamados a alcanzar en el seguimiento de Cristo Señor y en la obediencia a su Palabra, al final de nuestro camino en la tierra.
La última etapa de la peregrinación terrena de la Madre de Dios nos invita a mirar el modo como ella recorrió su camino hacia la meta de la eternidad gloriosa.
En el pasaje del Evangelio que acabamos de proclamar, san Lucas narra que María, después del anuncio del ángel, "se puso en camino y fue aprisa a la montaña" para visitar a Isabel (Lc 1, 39). El evangelista, al decir esto, quiere destacar que para María seguir su vocación, dócil al Espíritu de Dios, que ha realizado en ella la encarnación del Verbo, significa recorrer una nueva senda y emprender en seguida un camino fuera de su casa, dejándose conducir solamente por Dios. San Ambrosio, comentando la "prisa" de María, afirma: "La gracia del Espíritu Santo no admite lentitud" (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por Otro -"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38)-, está modelada por el Espíritu Santo, está marcada por acontecimientos y encuentros, como el de Isabel, pero sobre todo por la especialísima relación con su hijo Jesús. Es un camino en el que María, conservando y meditando en el corazón los acontecimientos de su existencia, descubre en ellos de modo cada vez más profundo el misterioso designio de Dios Padre para la salvación del mundo.
Además, siguiendo a Jesús desde Belén hasta el destierro en Egipto, en la vida oculta y en la pública, hasta el pie de la cruz, María vive su constante ascensión hacia Dios en el espíritu del Magníficat, aceptando plenamente, incluso en el momento de la oscuridad y del sufrimiento, el proyecto de amor de Dios y alimentando en su corazón el abandono total en las manos del Señor, de forma que es paradigma para la fe de la Iglesia (cf. Lumen gentium, 64-65).
Toda la vida es una ascensión, toda la vida es meditación, obediencia, confianza y esperanza, incluso en medio de la oscuridad; y toda la vida es esa "sagrada prisa", que sabe que Dios es siempre la prioridad y ninguna otra cosa debe crear prisa en nuestra existencia.
Y, por último, la Asunción nos recuerda que la vida de María, como la de todo cristiano, es un camino de seguimiento, de seguimiento de Jesús, un camino que tiene una meta bien precisa, un futuro ya trazado: la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la comunión plena con Dios, porque -como dice san Pablo en la carta a los Efesios- el Padre "nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús" (Ef 2, 6). Esto quiere decir que, con el bautismo, fundamentalmente ya hemos resucitado y estamos sentados en los cielos en Cristo Jesús, pero debemos alcanzar corporalmente lo que el bautismo ya ha comenzado y realizado. En nosotros la unión con Cristo, la resurrección, es imperfecta, pero para la Virgen María ya es perfecta, a pesar del camino que también la Virgen tuvo que hacer. Ella ya entró en la plenitud de la unión con Dios, con su Hijo, y nos atrae y nos acompaña en nuestro camino.
Así pues, en María elevada al cielo contemplamos a Aquella que, por singular privilegio, ha sido hecha partícipe con alma y cuerpo de la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. "Terminado el curso de su vida en la tierra -dice el concilio Vaticano II-, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte" (Lumen gentium, 59). En la Virgen elevada al cielo contemplamos la coronación de su fe, del camino de fe que ella indica a la Iglesia y a cada uno de nosotros: Aquella que en todo momento acogió la Palabra de Dios, fue elevada al cielo, es decir, fue acogida ella misma por el Hijo, en la "morada" que nos ha preparado con su muerte y resurrección (cf. Jn 14, 2-3).
La vida del hombre en la tierra -como nos ha recordado la primera lectura- es un camino que se recorre constantemente en la tensión de la lucha entre el dragón y la mujer, entre el bien y el mal. Esta es la situación de la historia humana: es como un viaje en un mar a menudo borrascoso; María es la estrella que nos guía hacia su Hijo Jesús, sol que brilla sobre las tinieblas de la historia (cf. Spe salvi, 49) y nos da la esperanza que necesitamos: la esperanza de que podemos vencer, de que Dios ha vencido y de que, con el bautismo, hemos entrado en esta victoria. No sucumbimos definitivamente: Dios nos ayuda, nos guía. Esta es la esperanza: esta presencia del Señor en nosotros, que se hace visible en María elevada al cielo. "Ella (...) -leeremos dentro de poco en el prefacio de esta solemnidad- es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra".
Con san Bernardo, cantor místico de la santísima Virgen, la invocamos así: "Te rogamos, bienaventurada Virgen María, por la gracia que encontraste, por las prerrogativas que mereciste, por la Misericordia que tú diste a luz, haz que aquel que por ti se dignó hacerse partícipe de nuestra miseria y debilidad, por tu intercesión nos haga partícipes de sus gracias, de su bienaventuranza y gloria eterna, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén" (Sermo 2 de Adventu, 5: pl 183, 43).
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Mensaje que han emitido los obispos de Perú al final de su 94a asamblea extraordinaria.
Los Obispos del Perú, reunidos en asamblea, como discípulos y testigos de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, luz y vida para todos, sentimos como propio cuanto sucede a cualquier ser humano, sabiendo que todos somos hermanos, hijos de un mismo Creador y Padre. De este modo, mirando a la actualidad de nuestra Patria y alegrándonos con algunos logros, observamos también hechos dolorosos a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Sin olvidar ninguno de ellos, nos hemos detenido a observar la ola de reclamos y protestas que, entre otras trágicas consecuencias, llegó al extremo de cobrarse vidas humanas, como ha sucedido recientemente en Bagua. Deploramos esa violencia y nos solidarizamos con sus víctimas, policías y civiles. Compartimos el dolor de sus familiares recogiendo el grito que una mujer wampis expresó ante un obispo de la selva: "¡Nos hemos matado entre hermanos!". Deseamos que se esclarezcan los hechos y se proceda con justicia; al mismo tiempo hacemos un llamado a la reconciliación y al mutuo entendimiento.
Todos tenemos algo que aportar para evitar nuevas desgracias y mejorar la situación.
Las autoridades deben escuchar los justos reclamos de los ciudadanos y éstos han de emplear los medios legítimos en un Estado de derecho, por las vías del diálogo y respeto mutuos, excluyendo la violencia que, lejos de alcanzar algún bien, acarrea siempre peores consecuencias. Por ello, vemos con esperanza la iniciativa de la Mesa de Diálogo entre el Gobierno y las Comunidades Amazónicas, a la vez que urgimos la efectiva participación de los representantes del Gobierno en la misma.
Por nuestra parte, mientras seguimos acompañando como Pastores a nuestros hermanos de la selva, queremos expresar una vez más que la paz es el fruto de la justicia, y que el fin de toda actividad humana es y ha de ser siempre el bien integral de todas y cada una de las personas. Hacemos nuestras las palabras del Papa Benedicto XVI en su última encíclica:
"La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un ordenamiento a las realidades humanas. El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos, aun cuando no se realice inmediatamente, aun cuando lo que consigamos nosotros, las autoridades políticas y los agentes económicos, sea siempre menos de lo que anhelamos. Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande" (Caritas in veritate, n° 78).
Finalmente, encomendamos el Perú a la protección del Señor de los Milagros y a la intercesión de la Virgen María para que podamos vivir como hermanos, buscando juntos el bienestar de todos, con especial atención hacia los más pobres y necesitados.
Mensaje que ha enviado el padre José María Abella CMF este lunes tras haber sido reelegido superior general de la congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos).
Queridos hermanos:
El Capítulo General me ha pedido que continúe en el servicio de animación de la vida de la Congregación como Superior General durante los próximos seis años. Agradezco de todo corazón la confianza que me han mostrado los Capitulares y espero que tanto ellos como todos vosotros me acompañéis durante este nuevo sexenio con vuestra oración, vuestro amor fraterno y vuestra comprensión, tal como lo habéis hecho durante los últimos seis años.
La mayoría me conocéis bien. Sabéis lo que puedo aportar y habéis podido descubrir también mis muchas limitaciones. Repito lo que os dije hace seis años cuando se me confió por primera vez esta responsabilidad: podéis contar con mi tiempo, mis energías y todo lo que pueda dar de mí durante los próximos años. Os siento cercanos y he experimentado vuestro cariño y vuestro amor a la Congregación en el abrazo fraterno que me ha dado cada uno de los Capitulares que os representan.
En el acto de la profesión de fe, he querido que la lectura fuera la misma que orientó nuestra oración al inicio del anterior sexenio: Mt 18,1-5. Este pasaje del Evangelio de Mateo, que forma parte de la catequesis sobre la comunidad que Mateo nos ofrece en el capítulo 18, nos transmite unas palabras de Jesús que presentan las actitudes necesarias en los miembros de la comunidad cristiana para que ésta sea verdaderamente signo del Reino. Ante los discípulos que discutían quién era el mayor, Jesús hizo un gesto muy hermoso. Llamó a un niño y lo puso en medio del grupo. Jesús acompañó su gesto con palabras, pero el gesto hablaba ya con suficiente claridad. La comunidad capaz de expresar la novedad del Reino es aquella en la que los "pequeños" ocupan el centro. Se sienten acogidos, acompañados, respetados y amados. Yo sueño con una Congregación que sepa vivir esa novedad del Reino y colaborar a crear una sociedad donde esa novedad sea también una realidad.
Me dispongo a asumir el gobierno de la Congregación en continuidad con lo que se ha venido realizando durante los últimos años. Recibí una herencia preciosa de los padres Gustavo Alonso y Aquilino Bocos. Ha habido una continuidad de magisterio y animación durante estos últimos sexenios que nos ha ayudado a crecer en una línea profética, que quisiera que continuara. Gustavo, Aquilino: os expreso y os expresamos, de nuevo, nuestro más sincero agradecimiento. Os pido que sigáis cercanos a quienes deberemos encargarnos del gobierno de la Congregación durante los próximos años y que nos ayudéis a acertar en nuestras decisiones con vuestra experiencia y sabiduría.
No quiero dejar de expresar mi más sincero agradecimiento a quienes han sido los colaboradores más inmediatos en el Gobierno de la Congregación durante el sexenio que acabamos de concluir. Al padre Rosendo Urrabazo, Vicario General, a Vicente, Domingo, Marcelo, Gonzalo, Mathew y José-Félix. Doy testimonio de su amor a la Congregación y de su entrega generosa a los hermanos a través de los servicios que les han sido encomendados. La evaluación que hemos hecho en este Capítulo avala esta expresión de gratitud. Gracias a todos. Es un agradecimiento que se extiende a todos los colaboradores del Gobierno General y a todos los Superiores Mayores, pues he sido muy consciente de que, solamente a través de una sólida corresponsabilidad en el Gobierno, se puede prestar un buen servicio a la Congregación.
El Capítulo debe seguir su reflexión durante las próximas semanas buscando identificar las líneas que deberán orientar nuestra vida durante los próximos seis años. Sepamos ser audaces y generosos en nuestra respuesta a la llamada de Dios que percibimos en este momento. ¿Por qué íbamos a tener miedo cuando el Señor ha prometido estar en medio de quienes se reúnen en su nombre y concede el don de su Espíritu a quienes están dispuestos a seguirle? ¿No somos hijos de Aquella que proclamó con su vida y su palabra la grandeza del Señor que es siempre fiel a su Alianza? Dejémonos acompañar por las palabras del Magnificat, un canto en el que descubrimos una síntesis maravillosa de los rasgos de la espiritualidad profética que acoge la Palabra, se deja transformar por ella y proclama, con convicción y audacia, el mensaje de salvación. Sepamos superar aquellos temores que nacen de nuestra incapacidad de pronunciar un "Sí" rotundo y confiado. Miremos al P. Fundador y seamos verdaderamente "claretianos"
Me siento en profunda comunión con todos vosotros: Obispos, sacerdotes, diáconos permanentes, hermanos, estudiantes y novicios claretianos. Agradezco vuestro cariño y vuestra oración, que me han acompañado durante el sexenio anterior. Agradezco también todas las palabras de ánimo y las críticas e indicaciones que he recibido durante este tiempo. Todas ellas son un signo hermoso de la fraternidad claretiana y me han ayudado a prestar un mejor servicio.
Quiero expresar también mi gratitud a todos los demás miembros de la Familia Claretiana y a tantas personas con quienes nos sentimos profundamente vinculados por la amistad y la comunión en la misión. Que podamos ir consolidando esta comunión al servicio de la misión evangelizadora.
Somos Hijos del Corazón de María. A su amor de Madre confío el ministerio que me ha sido encomendado. Que nos inspire siempre a todos la figura de nuestro Santo Fundador y nos anime el ejemplo de fidelidad de nuestros hermanos mártires, en cuya fiesta litúrgica iniciamos este Capítulo General. Me confío a vuestras oraciones y os prometo las mías.
Roma, 24 de agosto de 2009
Josep M. Abella, cmf.
Homilía de monseñor José María Arancibia, arzobispo de Mendoza, en la misa de ordenación de siete diáconos.(AICA)
(17 de agosto de 2009)
ORDENACIÓN DIACONAL 2009
2Cor 4,12.5-6; Ps 22; Mt 20,25-28
1. Siete varones creyentes y llenos del Espíritu
Esta frase del libro de los Hechos (6,1-7) se consideraba referida a la institución de los primeros diáconos. Me complace recordarla hoy aquí, al convocar como obispo de la Iglesia en Mendoza a otros siete varones para el ministerio diaconal. Estoy seguro que ellos han respondido a este llamado, movidos por la fe y la gracia del Espíritu Santo. Aun cuando en este momento, sienten seguramente en su corazón cierta debilidad y temor. Es propio de la reverencia que nos merecen los dones maravillosos de la gracia divina.
La situación de la primera Iglesia era diferente a la nuestra. Pero es interesante destacar algunos aspectos comunes, que mueven a la oración y a la confianza. Aquellos hombres fueron elegidos y recibieron la imposición de manos, porque: hacia falta dedicar más tiempo y energía a la predicación y a la oración; porque los pobres no eran atendidos como se esperaba. Esta diócesis, que se alegra de cumplir sus primeros 75 años, ha sentido el soplo del Espíritu que la anima desde dentro: a valorar el tesoro de la fe en Jesucristo, y a llevar la Buena Noticia del Evangelio a cuantos no lo conocen, o no tienen aún la convicción para vivirlo. Quiere profundizar la experiencia de haber conocido a Jesús, a fin de ofrecer a todos la vida que Él ha traído al mundo, y así crecer en la comunión del amor verdadero. Además, nos duele profundamente la situación grave de pobreza. En nuestro proyecto pastoral hemos reconocido un deterioro social de precio muy alto, y recogimos algunos indicadores. La fe cristiana impulsa de veras una tarea de promoción humana, pero no en cuanto es debido y necesario (cf PDP pág 52-53).
Nos alegramos entonces de tener nuevos servidores de la Palabra y de los pobres. Sus corazones serán consagrados por el Espíritu con la imposición de manos, para infundir en ellos los dones que la misión requiere. Esa es nuestra esperanza cierta. Volviendo al libro de los Hechos, es alentador leer que después de aquella ordenación: “... la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente ...” (Hech 6,7). Aunque en el mismo capitulo se narra la persecución y muerte de Esteban, que fue en primer diácono mártir de la Iglesia naciente. Entre los dones que imploramos entonces para nuestros servidores del Evangelio, pediremos la valentía, la paciencia y la perseverancia.
2. Servidores de corazón transformado por la gracia
Los mismos ordenandos han elegido el pasaje del Evangelio que fue proclamado. Es la enseñanza de Jesús sobre el servicio, que en contraste con los criterios del mundo, se convierte en camino seguro para llegar a ser grande, y para tener la primacía entre muchos. Una lección bien conocida y hasta repetida, que en realidad aprendemos poco a poco, y sólo conseguimos alcanzar con la gracia de Dios.
Me resulta interesante ubicar esta enseñanza de Jesús en su contexto. Dos discípulos acababan de pedirle ocupar un lugar importante en su reino. Ambición entendible en su concepción de un Mesías político. Pero Jesús había anunciado ya por tres veces que debía pasar por la pasión y la muerte. Tuvo que decirles que no entendían lo que pedían. Y les hizo prometer que compartirían libremente su cáliz. Aunque sabemos por el mismo Evangelio, que pudieron acompañar al Señor, recién después de haber sido perdonados y sanados de su cobardía y traición.
En el pasaje siguiente del Evangelio, Jesús sana a dos ciegos que le ruegan con insistencia un milagro. En la lectura meditada del texto, se interpreta que los dos ciegos representan de algún modo a los dos discípulos que querían un lugar destacado. Ahora, sin embargo, no tienen esas pretensiones, sino piden con insistencia ser curados y poder ver. Sólo entonces podrán seguirle y servirlo como se lee en el último versículo del relato.
Estoy seguro que al acompañar a estos nuevos diáconos, todos deseamos y esperamos que tengan como modelo de servicio al mismo Jesús, y no pretendan más que imitarle. Por eso a la luz de la Palabra meditada, pedimos para ellos una sanación interior, que les permita conocer el proyecto de Dios sobre las personas y comunidades, y así prestar su servicio a la manera del Señor. El obispo Policarpo escribía en el siglo II: los diáconos “caminen conforme a la verdad del Señor, que se hizo diácono de todos” (Ep. 5,3)
3. El testimonio de san Pablo anima y consuela
La primera lectura nos ha ofrecido el testimonio de Pablo, que ama intensamente su ministerio y quiere ser coherente con él. Por eso se entrega sin reservas a sus exigencias. A ello lo mueve reconocer que ha recibido su vocación como don de la misericordia de Dios. No es una decisión suya, ni un mandato humano. ¿Cual es el centro de su vida y misión? El mismo Jesucristo, luz venida al mundo para que haya vida en abundancia. En Él se ha manifestado el poder de Dios Creador y Redentor. Y la luz que Él hace brillar en los corazones permite reconocer la gloria de Dios en el rostro de Cristo. Convicción paulina sobre la centralidad de Cristo en su vida de creyente y de apóstol, que resulta en verdad digna de admiración y valioso ejemplo para todos.
Su vocación es tan apreciada por él, que Pablo la considera un “tesoro”. Aunque la grandeza del ministerio contrasta con la realidad humana que él experimenta en sí mismo: débil, frágil, quebradiza. Así comprendemos la paradoja “llevamos este tesoro en vasijas de barro” (2 Cor 4,7). Pero la expresión no solamente constata un hecho, sino es una convicción de fe: en la fragilidad y debilidad del hombre, significada por el barro, se pone de manifiesto y actúa verdaderamente la fuerza de Dios. Todos los mensajeros del Evangelio debemos saber que nuestras limitaciones y sufrimientos, aún los aparentes fracasos y hasta nuestra misma muerte, están ordenados por Dios para generar vida; ya sea para los mismos servidores, como para los destinatarios de la evangelización y para la Iglesia entera.
4. Entrega confiada a María
En este año jubilar diocesano, elevo con ustedes esta suplica confiada a María, patrona nuestra, para que estos nuevos siete diáconos vivan desde hoy llenos de los dones maravillosos del Espíritu Santo. El pueblo contesta después de cada estrofa: Santa María, ruego por nosotros!
María, maestra de fe,
que con tu obediencia a la Palabra
has colaborado de modo eximio en la obra de la redención,
haz fructuoso el ministerio de los diáconos,
enseñándoles a escuchar y a anunciar con fe la Palabra.
María, maestra de caridad,
que con tu plena disponibilidad al llamado de Dios,
has cooperado al nacimiento de los fieles en la Iglesia,
haz fecundo el ministerio y la vida de los diáconos,
enseñándoles a entregarse al servicio del Pueblo de Dios.
María, maestra de humildad,
que con tu profunda conciencia de ser la servidora del Señor,
has sido llena del Espíritu Santo,
haz que los diáconos sean dóciles instrumentos de la redención de Cristo,
enseñándoles la grandeza de hacerse pequeños.
María, maestra del servicio oculto,
que con tu vida normal y ordinaria llena de amor,
has sabido secundar de manera ejemplar el plan salvífico de Dios,
haz que los diáconos sean servidores buenos y fieles,
enseñándoles la alegría de servir en la Iglesia con ardiente amor.
Mons. José María Arancibia, arzobispo de Mendoza
Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú, en la misa por las Fiesta Patronal Diócesis de Puerto Iguazú. (AICA)
(23 de agosto de 2009)
FIESTAS PATRONALES
En primer lugar quiero referirme al acontecimiento de gracia que significó para Misiones la creación de la Diócesis de Oberá y que implicó para nuestra diócesis de Puerto Iguazú una redistribución jurisdiccional. En la víspera de la consagración episcopal de Monseñor Arenhardt dirigí por correo cartas a las comunidades que pasaban a formar parte de la nueva diócesis: las parroquias de San Vicente de Paul y de San Juan Neuman de San Vicente y la parroquia de Cristo Rey de El Soberbio. En esta misa entregaré personalmente una carta de bienvenida a representantes de las comunidades eclesiales de Puerto Rico y Capioví que se incorporan a la diócesis. A estas comunidades quiero decirles que son ustedes bienvenidos y que los recibo con gran alegría y gozo. La providencia del Señor hace que hoy formemos parte de la misma familia.
Hoy la liturgia nos remite a la figura de la Santísima Virgen. El libro del Apocalipsis nos habla de un gran signo: “una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza (Ap. 12, 1) y más adelante nos dice que “la mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones” (Ap. 12,5). La Primera Carta a los Corintios nos dice que Cristo resucitó y que todo fue sometido bajo sus pies. La salvación y el designio de Dios tuvo lugar por la fe de una mujer, una adolescente casi, que permitió en la fe que se hiciera realidad el proyecto de Dios. En el Evangelio de Lucas resuena con fuerza el “feliz de ti por haber creído que se cumpliría lo que te fue anunciado de parte del Señor” (Lc. 1, 45.1tra ido que desde mprometidas que tratan de ayudar bra sino dar incluso de lo que necesitan.). He aquí el paradigma de la salvación: por un lado el anuncio de la Palabra, la iniciativa amorosa de Dios y por otro la respuesta libre en la fe, la colaboración generosa a la gracia, que hacen posible la obra de Dios en el mundo.
Nos hemos reunido en la casa de la Virgen con ocasión de la fiesta patronal diocesana. Nos acompañan dos advocaciones marianas: la imagen de la Patrona de la Diócesis, Santa María del Iguazú, y la imagen de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de la ciudad de Puerto Iguazú, ya que en Julio no pudimos celebrar públicamente su fiesta por el tema de la gripe. Hoy providencialmente ambas imágenes nos acompañan en este día en que también quiero proponer el comienzo oficial en la diócesis del Año Sacerdotal que la iglesia católica vivirá en todo el mundo durante el año 2009 y hasta junio del 2010.
Qué mejor oportunidad para iniciar el Año Sacerdotal que a los pies de la Virgen, pidiendo por las vocaciones sacerdotales, pidiendo perdón por la fragilidad de quienes hemos sido llamados a tan grande vocación y al mismo tiempo pedir por la santidad y los frutos de nuestro sacerdocio. El Papa Benedicto XVI en su carta a los sacerdotes pide una clara consagración a Dios y un fuerte testimonio evangélico en el mundo. Para esto hace falta un Sí libre y generoso de parte del sacerdote a imitación de la Virgen María, pero también es necesaria mucha oración de parte del Pueblo al que ellos tienen que servir. Así como la Virgen acompañó a Jesús a lo largo de todo su ministerio, así los fieles deben acompañar y cuidar a sus sacerdotes, deben respetarlos y amarlos. Es providencial que el Santo Padre nos llame a todos a revalorizar la importancia de la misión del sacerdote, misterio de la presencia real de Cristo en la Iglesia y en la historia. Y esto es así porque sin sacerdote no hay Eucaristía y sin Eucaristía no hay Iglesia. A veces escuchamos que algún sacerdote deja el ministerio. Yo les digo que cada vez que un sacerdote abandona su ministerio es la iglesia la que sufre, es la Iglesia la que –de algún modo- se marchita. Todo el Pueblo de Dios es responsable de sus sacerdotes. Cada sacerdote es ciertamente el primer responsable de cuidar su propia vocación, pero también a cada fiel se le pedirá cuentas de cuánto cuidaron a sus sacerdotes, de cuánto rezaron por ellos, por su conversión, por su fidelidad y por su santidad. Así como también Dios pedirá cuentas a todos aquellos que alejaron a un sacerdote de su oficio sagrado.
La Virgen María al decir Sí al mensaje del ángel se convirtió en la madre de Cristo, el sumo sacerdote. El plan de Dios en la Encarnación se armonizó con el Sí libre de la Virgen y allí se gestó la salvación del mundo. A partir de ese Sí de la Virgen, la maternidad de María y el sacerdocio de Cristo se unieron en íntima relación. A partir de allí María está íntimamente unida al sacerdocio ministerial instituido por Jesucristo en su Iglesia. María es Madre de todos pero lo es de un modo especial del sacerdote ministro. Por esta razón es que hoy, delante de la Virgen Madre, queremos dar comienzo al Año Sacerdotal. También hoy los sacerdotes de la diócesis renovarán sus promesas sacerdotales y el Pueblo de Dios –delante de la Virgen- se comprometerá a cuidar a sus sacerdotes, al tiempo que consagrarán a ella sus propias vidas.
La Virgen Santísima desempeñó su papel de madre no sólo en la generación física de Jesús, sino también en su formación moral. En virtud de su maternidad, educó al niño Jesús de modo adecuado para su posterior misión sacerdotal. ¿Quién mejor que ella podría iluminar hoy a los ministros de su Hijo, para que descubran las riquezas de su sacerdocio y para actuar en conformidad con su misión sacerdotal?
María fue asociada de modo único al sacrificio sacerdotal de Cristo, compartiendo su voluntad de salvar el mundo mediante la cruz. Ella vivió la cruz. Ella estuvo al pie de la cruz. Ella fue la primera persona y la que con mayor perfección participó espiritualmente en la oblación de Cristo sacerdote. Por eso es que Ella puede acompañar a los sacerdotes y otorgarles la gracia necesaria para responder desde la oblación espiritual que el sacerdocio implica. Sobre todo puede otorgarles la gracia de la fe, de la esperanza y de la perseverancia en las pruebas para participar más generosamente en la ofrenda redentora que realizan cada día con sus propias manos en la Santa Eucaristía.
En el Calvario Jesús confió a María una maternidad nueva cuando le dijo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn 19, 26). Allí María era designada madre de todos, pero de un modo especial madre del sacerdote, madre de Juan, el discípulo amado. Jesús dijo a Juan: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27). En su evangelio, Juan subraya que "desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Es decir que el discípulo respondió inmediatamente a la invitación de Cristo y tomó consigo a María. Para todo sacerdote, acoger a María en su casa significa hacerle un lugar en su vida y estar unido a ella diariamente con el pensamiento, con el corazón, con los afectos y con toda las dimensiones de su ser.
¿Qué debe pedir el sacerdote a María? Sobre todo la gracia de saber recibir el don del ministerio con amor agradecido, apreciándolo plenamente como ella lo hizo en el Magnificat. Debe pedir la gracia de la generosidad para entregar su vida a ejemplo de María. Debe pedir la gracia de la pureza y la fidelidad en el compromiso del celibato, siguiendo el ejemplo de la Virgen fiel. Debe pedir la gracia de un amor fuerte, de un corazón que sea capaz de amar con la medida de Cristo.
Todo sacerdote debe tener presente que en las dificultades de la vida y de la vivencia de su sacerdocio, puede contar con la ayuda de María. Les pido de una manera muy especial en este día a mis hermanos en el sacerdocio que alimenten en sus vidas la devoción a María y aprendan de ella las grandes lecciones de fe para vivir el ministerio, para cuidar el tesoro que Dios nos ha confiado y que nosotros llevamos pobremente en la vasija de barro, que es nuestra propia persona. Les pido aquí en este santuario a todos los fieles que se encomienden a la Virgen, que se consagren a ella, que consagren a las familias y a la diócesis a su maternal amor. Pero sobre todo les ruego que pidan por nosotros, los sacerdotes, para que la Virgen Madre interceda para que podamos obtener las gracias para perseverar en fidelidad, para crecer en santidad y entrega, para el bien de la Iglesia de Iguazú.
El lema de este año de la Colecta Más por Menos organizada por la Conferencia Episcopal Argentina es “Más solidaridad por menos exclusión”. La pobreza material es una realidad que implica muchas exclusiones que siempre terminan menoscabando la dignidad de las personas. Para disminuir la pobreza hacen falta soluciones técnicas, proyectos políticos que busquen las mejores soluciones. Pero sobre todo hace falta más solidaridad. Hacen falta muchos corazones solidarios y generosos, sobre todo en estos momentos en que muchas personas no pueden satisfacer sus necesidades mínimas. Ser solidarios no sólo desde la oración y desde la preocupación, sino desde la generosidad concreta. Próximos a la colecta nacional Más por Menos los invito a que sean generosos ese domingo pero también les pido que desde ya se acerquen cada semana a las sedes de las Cáritas parroquiales para dar, no lo que a cada uno le sobra, sino dar incluso de lo que necesitan, porque compartir significa entregar cosas pero también y sobre todo significa entregarse. Demos de lo nuestro para que otros no se sientan excluidos de la mesa familiar.
Por último quisiera dedicar unas palabras a los seminaristas. Quiero poner a los pies de María Santísima todo el proceso formativo de estos futuros pastores: su espiritualidad, su maduración comunitaria, pastoral y académica, la maduración de su personalidad y que crezcan en la capacidad de relacionarse con todo tipo de personas en contacto directo con la realidad. Pero sobre todo pido a la Santísima Virgen la gracia de que los seminaristas vayan configurando poco a poco su corazón a imagen de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Que la Virgen, nuestra Madre, nos escuche, nos proteja y nos bendiga. Amén.
Mons. Marcelo Raúl Martorell, obispo Puerto Iguazú
Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia para el vigésimo primero domingo durante el año.(AICA)(23 de agosto 2009)
“Muchos de sus discípulos
se alejaron de él”
I. La fe como opción fundamental
1. El sermón del Pan de Vida muestra una tensión entre los oyentes y Jesús. Los primeros quieren reducirlo a la figura de un milagrero que les asegure el pan gratuitamente: “Querían apoderarse de él para hacerlo rey” (Jn 6,15). Jesús, por su parte, desea despertar en ellos el apetito del pan verdadero: “Este es el pan bajado del cielo… El que coma de este pan vivirá eternamente” (v. 58).
En cierto modo, la tensión se da durante toda la vida del discípulo hasta que llegue a serlo plenamente cuando se abrace con el Maestro en la gloria. Entre tanto, esa tensión sufre vicisitudes. La más dramática es el momento de la opción fundamental de la fe, que le llega a todo hombre en la vida.
2. La lectura del Evangelio de hoy es clara al respecto. Después de escuchar a Jesús, “muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo (Jn 6,66). Ante esa situación dolorosa, Jesús les plantea a los Doce: “¿También Uds. quieren irse?” (v. 67). Una opción semejante había planteado Josué a los israelitas antes de morir: “Elijan hoy a quien quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados… Yo y mi familia serviremos al Señor” (Jos 24,15).
3. La acción pastoral consiste en ayudar a todo hombre a hacer su opción fundamental de fe. Opción que se plantea abiertamente en algunos momentos: en el bautismo de un adulto, en la confirmación de los adolescentes, en la celebración del matrimonio, en los votos religiosos, en la ordenación sacerdotal. Pero, de hecho, se la vive momento a momento y se manifiesta en pequeños gestos, que el pastor y los agentes pastorales han de saber detectar. Una mamá que va a la secretaría parroquial a preguntar por la catequesis de su hijo posiblemente esté haciendo su opción de educar en la fe. Igualmente, el señor que viaja desde lejos para ser padrino de bautismo de su ahijado. O unos novios que se acercan a averiguar por su casamiento.
II. “Los que han dejado la Iglesia”
4. El abandono de muchos de los discípulos de Jesús, nos plantea hoy otro abandono que le duele a la Iglesia: el de los católicos que la dejan para unirse a otros grupos religiosos. Los Obispos latinoamericanos se han referido a ello en Aparecida (DA 225-226). Según mi memoria, es la vez primera que, un documento de esta envergadura, aborda el problema con elemental seriedad, intentando hacer una introspección: ¿qué pasa en la Iglesia para que muchos de sus hijos la abandonen? Se habla de millones en América Latina. Sería muy útil conocer el estudio sobre el que se ha basado Aparecida para plantear el problema. Y no sólo sobre el número de los que abandonan, sino sobre los motivos del abandono. Demasiado tiempo hemos perdido en explicaciones banales del fenómeno. Una muy común decía que las sectas eran fruto del imperialismo norteamericano para dividir a América Latina y poder manejarla más fácilmente. Suponiendo que ello fuese cierto, olvidábamos preguntarnos: ¿por qué el imperialismo sería más fuerte que la alegría de vivir la fe cristiana en el seno de la Iglesia Católica?
III. “Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”
5. La lectura de los Evangelios nos muestran situaciones en que los mismos apóstoles de Jesús son obstáculos para que la gente se encuentre con él: “Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros” (Lc 9,49). A veces muestran un falso celo religioso que, en vez de acercar a la gente a Jesús, la aparta de él. Por ejemplo, cuando Santiago y Juan, al ver que los samaritanos no los dejaban pasar por su territorio para ir hacia Jerusalén, le proponen a Jesús: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?” (Lc 9,54). O cuando impiden que los niños se acerquen a Jesús: “Le presentaban los niños pequeños para que los tocara; pero, al ver esto, los discípulos los reprendían” (Lc 18,15).
6. Viniendo a nuestra realidad: ¡cuántas discusiones inútiles, a lo largo y ancho de la República, en torno a la catequesis de los niños, donde lo que menos importa es el niño, la catequesis, y la fe y el amor a Jesús! ¡Cuánta ceguera sobre las situaciones difíciles en que viven muchos de nuestros niños y adolescentes, sobre las que alertaron las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización! (LPNE 53). ¡Cuánto desconocimiento sobre fenómenos sociales que afectan a nuestros niños, como la migración del campo a la gran ciudad y la deserción escolar, que hacen difícil su posterior catequesis y alfabetización!
IV. El escándalo de la pobreza y la marginación religiosa
7. Con ocasión de la Colecta de Caritas se encendió una disputa en los medios relativa a la frase del Papa sobre el “escándalo de la pobreza”. Y lo es. Pero no olvidemos la pobreza más grave, denunciada por las Líneas Pastorales: “La marginación religiosa del pobre es la más grave en orden a su dignidad y a su salvación, mucho más grave que la marginación económica, política o social. Es misión específica de la Iglesia atenderlos espiritualmente” (32).
Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia
DOMINGO 22 DEL TIEMPO ORDINARIO – B
30 de Agosto de 2009
Que el Señor, que nuevamente nos reúne este domingo y nos llena de alegría y de paz, esté con todos vosotros.
En todo el mundo, gente como nosotros, cristianos y cristianas igual que nosotros, se reúne hoy para celebrar la Eucaristía. Gente muydiferente, con formas de actuar muy distintas de las nuestras. Hoy podríamos comenzar nuestra celebración teniendo presente esta gran diversidad que nos enriquece a todos.
Nosotros venimos aquí con nuestras vidas, nuestras ilusiones y nuestras penas. Y, en lugares muy lejanos de aquí, otra gente también se dispone a celebrar la Eucaristía, con vidas diferentes, con ilusiones y penas distintas. En comunión, en profunda comunión con toda la Iglesia, comencemos el encuentro de este domingo.
A. penitencial: En silencio, pongámonos ante Dios y pidámosle perdón y gracia. (Silencio)
Tú, que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú, que has venido a llamar a los pecadores: CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: SEÑOR,TEN PIEDAD.
1. lectura (Deuteronomio 4,1-2.6-8): Al final del camino por el desierto, a punto el pueblo de entrar en la Tierra Prometida, Moisés les recuerda la alianza que Dios ha hecho con ellos y les invita a serle fieles. Porque este es el camino de la vida.
2. lectura (Santiago 1,17-18.21 b-22.27): Hoy comenzamos a leer, en la segunda lectura, una carta que nos habla de nuestra vida concreta. Una carta que nos habla de cómo tenemos que actuar.
Antes del evangelio (Marcos 7,1-8a.14-15.21-23): Después de haber leído el evangelio de Juan durante algunos domingos, hoy retomamos la lectura del de Marcos. Escuchemos cómo Jesús reprende a los fariseos y maestros de la Ley porque no actúan según los criterios de Dios.
Plegaria universal: Presentemos al Padre nuestras peticiones. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.
Oremos por nuestro obispo ; oremos por los sacerdotes y diáconos y por todos los que tienen alguna responsabilidad en la comunidad cristiana. OREMOS.
Oremos por los enfermos y por los que los cuidan, tanto en casa como en los hospitales. OREMOS.
Oremos por las entidades que trabajan al servicio de una mejor vida colectiva, como las asociaciones de vecinos, los grupos de música o de teatro, los centros infantiles o juveniles. OREMOS:
Oremos por los turistas que este año han visitado nuestro país; oremos por la gente que hemos conocido o reencontrado este verano. OREMOS.
Oremos por nosotros, y por toda nuestra comunidad parroquial. OREMOS:
Escucha, Padre, nuestras plegarias, Tú que eres la fuente de todo bien. Te lo pedimos unidos a tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Padrenuestro: Como Jesús nos ha enseñado, ahora, antes de comulgar, nos atrevemos a decir:
CPL
Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”. (AICA)
(Sábado 22 de agosto de 2009)
LA IMPORTANCIA DE LA CATEQUESIS
“El 21 de agosto es el Día del Catequista. Pocos saben de esta fecha. Seguramente sí saben los catequistas que la celebran con alegría y con veneración”.
“¿Porqué el 21 de agosto? Pues porque es la fiesta litúrgica de San Pío X, el Papa que gobernó la Iglesia entre 1903 y 1914 y que fue catequista toda la vida. También siendo Papa fue un auténtico catequista”.
“San Pío X, advirtió que el problema fundamental de esa época, a principios del siglo XX, era la ignorancia religiosa… ¿No es éste acaso también el problema de nuestra época?”
“Por eso el Papa escribió una encíclica que comenzaba con las palabras latinas “Acerbo nimis”, haciendo referencia a la amargura que provoca este hecho, para movilizar en la Iglesia la intención catequística, la pasión catequística y para que en todas las comunidades, diocesanas y parroquiales, existiera lo que entonces llamaba la Cofradía de la Doctrina Cristiana”.
“Desde entones la catequesis ha evolucionado enormemente y se ha constituido, en la Iglesia Católica, como un organismo importantísimo. Es una dimensión fundamental de la vida de la Iglesia”.
“Y me gustaría explicar brevemente porqué es así.”
“El proceso de evangelización tiene tres etapas. Primero es el Anuncio del Evangelio a aquellos que no creen, a aquellos que no conocen a Jesús ni están unidos a Él por medio de la fe. Una vez que ellos han creído viene el momento de educación sistemática de esa fe, de profundización y adquisición de un conocimiento adecuado de las cosas de Dios; allí es donde se ubica la catequesis. La catequesis supone, entonces, la educación en la fe de aquellos que han recibido el anuncio del Evangelio y han creído en él”.
“Una vez terminado ese proceso catequístico viene la instrucción ordinaria de los fieles a lo largo de la vida corriente de la comunidad cristiana que se hace de un modo particular en la homilía del domingo y en otros gestos y otros programas que pueden adoptarse tanto en las diócesis como en las parroquias”.
“Por eso la catequesis tiene un papel central y cualquiera que se asoma un poco a la vida concreta de la Iglesia advierte que efectivamente es así”.
“Cuando pensamos en la catequesis, por lo general, pensamos en la catequesis de los niños. Es decir, la catequesis de los niños para recibir los sacramentos que completan la iniciación cristiana. Pero la Iglesia nos está hablando, cada vez con más frecuencia, acerca de la necesidad de un itinerario catequístico permanente”.
“Existe una catequesis para preparar a los papás al bautismo de los hijos, existe una catequesis para preparar a los novios para la celebración del matrimonio cristiano, existe catequesis familiar, existe también catequesis en los colegios. Entonces más allá de la preparación para recibir los sacramentos el cristiano tiene que darse cuenta de que a lo largo de toda la vida tiene que profundizar en la fe recibida y eso se realiza siempre a través de una catequesis”
“De allí el papel importante que la Iglesia reconoce al catequista, a los catequistas, en la comunidad cristiana”.
“Por eso quiero aprovechar esta oportunidad para saludar a todos los catequistas de la Iglesia, especialmente a los que nos están viendo, con motivo de la celebración de su día”.
“Yo insisto, últimamente, en algo que me parece de máxima importancia: la catequesis no puede ser una actividad aislada, algo que los catequistas ejercen de un modo profesional en la parroquia o en la capilla, por ejemplo, sin que el resto de la comunidad cristiana se entere, sin que participe de algún modo”.
“Los catequistas tendrían que recibir siempre el apoyo de la oración de los demás fieles, la ayuda de auxiliares que les asistan para tantas tareas que van rodeando al acto catequístico mismo, como, por ejemplo, la visita a los papás, el seguimiento de los chicos que faltan a los encuentros, preparar entretenimientos para el encuentro catequístico, etc”.
“La comunidad cristiana tiene que advertir que la catequesis es en realidad una dimensión fundamental de la vida de la Iglesia y que, en grado diverso, todos somos responsables de la catequesis correctamente hecha de acuerdo al espíritu de la Iglesia, con fervor y actualizada a las necesidades concretas de los catecúmenos y catequizandos, porque de eso depende, en buena medida, el futuro de la Iglesia”.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
Renovado compromiso de la Iglesia con el problema de la droga. La Falda (Córdoba), 24 Ago. 09 (AICA)
Compromiso de la Iglesia con el problema de la droga
La Iglesia renovó su compromiso con el problema de la drogadependencia al comenzar a delinear un plan pastoral nacional integral para luchar con este flagelo, y consideró necesario “implementar una política de Estado que dé respuesta integral a esta problemática desde los aspectos jurídicos, sociales, sanitarios, educativos, económicos, etc.
“La droga es sinónimo de muerte, la Iglesia está a favor de la vida y por esa causa apoya toda iniciativa que ayude a alejar a las personas de la droga y no acuerda con propuestas que tiendan a facilitar el consumo”, advirtieron los 85 participantes –profesionales, voluntarios, sacerdotes, religiosos y laicos de 35 diócesis del país- del II Encuentro Nacional de Pastoral de la Drogadependencia, que se realizó este fin de semana en La Falda, Córdoba.
Tras considerar que urge “redoblar los esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los mercaderes de la muerte”, recordó, citando a Juan Pablo II, que es la sociedad en su conjunto la que debe involucrarse para conformar “una verdadera red social que de respuestas concretas a esta enfermedad de nuestro tiempo y preserve, sobre todo a los jóvenes, de la esclavitud de la droga”.
El responsable de la Comisión Nacional de Acción Pastoral sobre Drogadependencia, de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, destacó que esta tarea pastoral “se inscribe en el mar de la opción preferencial por los pobres”, dado que “los adictos son mal vistos por nuestra sociedad, se los margina. Muchas veces la propia familia los ha dejado de recibir.
“Hay dos actitudes comunes ante ellos: el miedo o la lástima. Ninguna de las dos ayuda al adicto. Jesús nos enseña otra: la cercanía”, enfatizó.
La Iglesia y su compromiso
Esta respuesta es realmente auspiciosa y denota la preocupación y compromiso de la Iglesia por el avance del problema de las drogas. Es una clara evolución positiva en la disposición de la Iglesia de trabajar juntos para encontrar respuestas concretas a esta problemática que angustia a la sociedad toda.
La Conferencia Episcopal Argentina considera este tema como una verdadera urgencia pastoral. Los participantes del encuentro coincidieron con esta apreciación.
Con ese propósito, el verdadero equipo de trabajo que se ha conformado en este II Encuentro, identificó 4 expresiones que sintetizan los deseos, necesidades y preocupaciones de toda la Iglesia: esperanza, aprender, hacer, la red.
En vistas al Programa Nacional, se ha trabajado por equipos que han expresado la necesidad de que la verdadera red social que constituye la Iglesia, promueva en este marco, líneas pastorales que permitan sistematizar las propuestas surgidas de las necesidades de nuestras comunidades en todo el país para dar respuestas armónicas, sin dejar de reclamar la necesidad urgente de una política de Estado integral.
Aspectos legales- despenalización
La Iglesia sostiene que la drogadependencia es una enfermedad vinculada a la persona humana.
El problema de las drogas no esta centrado en la sustancia, el centro es el hombre y sus vínculos.
En ese contexto la Iglesia sostiene que la aproximación al problema debe ser integral, para que las acciones que se implementen tengan en cuenta la característica bio-psico- social y espiritual de la enfermedad.
No es posible atender aspectos parciales del problema porque se corre el riesgo de provocar daños enormes en otros ámbitos vinculados.
Ni lo jurídico, ni lo económico, ni lo sanitario, ni ningún otro aspecto particular puede ser analizado individualmente, no es posible dividir la integralidad de la persona humana.
Es necesario implementar una política de Estado que de respuesta integral a esta problemática desde los aspectos jurídicos, sociales, sanitarios, educativos, económicos, etc.
La droga es sinónimo de muerte, la Iglesia está a favor de la Vida y por esa causa apoya toda iniciativa que ayude a alejar a las personas de la droga y no acuerda con propuestas que tiendan a facilitar el consumo.
Es necesario redoblar esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los mercaderes de la muerte.
Juan Pablo II decía: “El problema de las drogas es una tarea de todos, cada uno según su responsabilidad”.
Es entonces la sociedad en su conjunto la que debe involucrarse para conformar una verdadera RED SOCIAL que de respuestas concretas a esta enfermedad de nuestro tiempo y preserve, sobre todo a los jóvenes, de la esclavitud de la droga.
El problema de las drogas y sus dimensiones
La percepción de los participantes es que las características y magnitud del problema, provocan en los ámbitos eclesiales preocupación y angustia, pero al mismo tiempo el reconocimiento de falta de una adecuada capacitación para enfrentarlo.
Esta percepción se corrobora con el resultado de la Encuesta Nacional recientemente realizada.
Esta realidad puede llevar incluso a intentar “tercerizar” la atención del problema de forma tal que se encargue a alguna organización profesionalmente capacitada.
Esto nos debe mover a una urgente creación de espacios apropiados para que orienten a nuestras comunidades en la prevención y asistencia de las adicciones.
No puede ser el miedo ni la eventual falta de capacitación lo que no nos permita involucrarnos en esta opción preferencial por los pobres, reclamada y reafirmada por nuestros Pastores desde Aparecida.
Porque hoy los adictos son huérfanos de amor y como siempre nuestra comunidad eclesial debe ponerse al servicio de quienes mas lo necesitan.
El problema es de la sociedad toda y la Iglesia esta llamada a Evangelizar la cultura.
El desafío es muy grande, pero debemos recordar siempre las palabras de Jesús “no teman” porque el nos dará fuerza suficiente para cumplir la misión.
Así es como seremos verdaderamente “discípulos misioneros” (Aparecida)
Estrategias para implementar el Programa de acción pastoral
• Creación de un espacio diocesano
• Favorecer distintos niveles de participación
• Ajustar el diagnostico de la problemática en la diócesis y de la región
• Identificar los recursos disponibles tanto eclesiales como no eclesiales
• Apoyarse mutuamente con las diócesis de la Región Pastoral. Hacer un link de cada Región
• Apoyarse en los recursos ya existentes en la Comisión Nacional
• Utilizar al máximo posible el vinculo virtual, en particular www.reddevida.org
• Articular con organismos del Estado y la sociedad civil para trabajar juntos esta problemática.
• Priorizar la generación de espacios educativos y preventivos
Capacitación
• Necesidad de una capacitación integral para abordar el problema que contemple:
• Como contener, acompañar y orientar
• Como derivar, como usar los recursos
• Como abordar desde la espiritualidad
• Como generar una capacidad técnico-pastoral para brindar servicios asistenciales
• Como planificar, gestionar e implementar proyectos
• Tener en cuenta los distintos ámbitos: familias, escuelas, parroquias, movimientos, sociedad civil, organismos del Estado, etc.
• Recursos económicos
• Apoyo del obispo diocesano
• Promover espacios de capacitación en los ámbitos universitarios y terciarios de la Región
• Producir y distribuir material de capacitación desde la Comisión Nacional a través de la página web.
• Tener la posibilidad de subir actividades regionales a la pagina web
Estrategias de motivación
• Que cada Obispo muestre claramente su interés por el tema a través de acciones concretas según el estilo de cada diócesis: Cartas pastorales, boletines, invitaciones, espacios en los que de alguna manera se trate el tema.
• Sondear en cada parroquia a los que se vea con mayores aptitudes y aptitudes e interés por el tema.
• Difundir información vinculada con esta problemática que ayude a la concientización de los distintos ámbitos parroquiales.
• Sostener a los grupos que aun en forma muy sencilla, estén en proceso de creación de una propuesta preventivo-asistencial.
• Acentuar la responsabilidad de los laicos en la asunción de protagonismo en el desarrollo de propuestas parroquiales y diocesanas.
• Vincular con otras expresiones de la sociedad civil que se ocupan del problema o que potencialmente puedan hacerlo: organismos del Estado, municipios, escuelas, ong´s, etc.
• Vincular a expresiones diocesanas y pastorales afines, tales como: Caritas, Pastoral Social, Pastoral de la Salud, Pastoral de la Juventud, Pastoral Carcelaria, Catequesis, Acción Católica Argentina, etc.
Gesto profético
• En oportunidad del 26 de junio, difundir un documento nacional y publicarlo en la web y por todos los medios de comunicación social.
• Motivar a las organizaciones del Estado y la Sociedad Civil, para realizar actividades comunitarias por la vida en esa fecha. (26 de junio)
• Diseñar un distintivo para entrega masiva en los espacios publicaos con el lema “VOS SOS LA VIDA”.
• También producir afiches y material de difusión, publicar en la web.
• Coordinar con el Consejo Publicitario Argentino a nivel nacional para coordinar actividades que colaboren con la difusión.
• Organizar un gran evento nacional por la vida, invitando a otras organizaciones a sumarse a la propuesta como resultado de un trabajo en el tiempo que armonice voluntades, comenzar por eventos locales.
• Promover encuentros regionales, para tratar temas que por sus características sean verdaderamente convocantes para las comunidades de la región.+
ZENIT publica el mensaje que ha enviado el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, en nombre de Benedicto XVI a la trigésima edición del "Meeting por la amistad entre los pueblos", que organiza el movimiento eclesial Comunión y Liberación en la ciudad italiana de Rímini, y que este año tiene por lema "El conocimiento es siempre un acontecimiento".
A su excelencia monseñor Francesco Lambiasi,
obispo de Rímini:
Excelencia reverendísima:
Con motivo del "Meeting por la amistad entre los pueblos", que este año celebra su trigésimo aniversario, me agrada particularmente transmitirle el saludo del Santo Padre a usted y a cuantos han promovido y organizado este evento cultural, que en tres décadas ya ha sido testigo de la participación de miles y miles de hombres y mujeres, sobre todo jóvenes, y la intervención de centenares de relatores sobre la tribunas montadas en los salones de la feria de Rímini. Ayudados por expertos de las diferentes disciplinas, por artistas, autoridades religiosas, exponentes del mundo de la política, de la economía, del deporte, se han podido afrontar las cuestiones e instancias fundamentales de la existencia humana, y profundizar en las razones para ser cristianos en nuestra época. Su Santidad desea que el Meeting siga afrontando los desafíos y los interrogantes que los tiempos de hoy plantean a la fe, y respondiendo con la riqueza de la enseñanza del fallecido monseñor Luigi Giussani, fundador del movimiento eclesial Comunión y Liberación.
El tema del Meeting 2009 versa sobre el "conocimiento" que "es siempre un acontecimiento". "Acontecimiento" es una palabra con la que don Giussani trató de volver a explicar la naturaleza misma del cristianismo, que para él es un "encuentro", es decir, un dato experiencial de conocimiento y de comunión. Precisamente con la unión entre las palabras "acontecimiento" y "encuentro" es posible percibir mejor el mensaje del Meeting. La reflexión gnoseológica y epistemológica contemporánea ha sacado a la luz el papel determinante del sujeto del conocimiento en el acto mismo del conocimiento. A diferencia de los presupuestos del "dogma" positivista de la objetividad pura, el principio de indeterminación de Heisenberg ha hecho evidente cómo esto se aplica incluso en el caso de las ciencias naturales: en estas disciplinas, cuyo "objeto" parece estar regulado por invariables leyes de la naturaleza, la perspectiva del observador es un factor que condiciona y determina el resultado del experimento científico y, por tanto, del conocimiento científico como tal. La pura objetividad resulta, por tanto, una abstracción pura, expresión de una gnoseología inadecuada e irrealista.
Pero, si esto es válido para las ciencias naturales, lo es mucho más para aquellos "objetos" de conocimiento que a su vez están estructuralmente ligados a la libertad de los hombres, a sus opciones y diversidad. Pensemos en las ciencias históricas, que se basan sobre testimonios en los que convergen, como factores influyentes de su manera de comunicar la realidad que transmiten, las visiones del mundo de quien las ha compuesto y sus convicciones, a su vez ligadas a las de su tiempo, sus situaciones personales, las opciones con las que se han puesto en relación con la realidad que describen, su envergadura moral, su capacidad y su ingenio, su cultura. El estudioso tendrá que distinguir, por tanto, todo esto para comprender y evaluar el significado y la amplitud del mensaje transmitido en un contexto, actuando como si se encontrara ante una persona que no conoce todavía bien, pero que le está contando algo que considera importante. La consecuencia más relevante de esta situación es que el conocimiento no puede describirse como la grabación de un espectador desapegado. Es más, la involucración con el objeto conocido por parte del sujeto que conoce es la conditio sine qua non del conocimiento mismo. Por tanto, en la búsqueda de un conocimiento "objetivo" no hay que perseguir el ideal del desapego y la falta de involucración, que de todos modos es inútil, sino más bien la involucración adecuada con el objeto, una involucración capaz de hacer llegar a quien busca el conocimiento a su mensaje específico.
Por este motivo el conocimiento puede ser un "acontecimiento". Esto "acontece" como un auténtico "encuentro" entre un sujeto y un objeto. El hecho de que este encuentro sea necesario para que se pueda hablar de conocimiento nos lleva a ver al sujeto y al objeto no como dos grandezas que se pueden mantener recíprocamente en aséptica distancia con el fin de preservar su pureza; sino, por el contrario, como dos realidades vivas que se influencian recíprocamente precisamente cuando entran en contacto. La honestidad intelectual de quien conoce depende de ese arte consumado para "acoger al objeto" de manera que pueda revelarse a sí mismo como es verdaderamente, si bien no de una manera integral y exhaustiva. Y la acogida del objeto, la disponibilidad para la escucha que caracteriza al sujeto que conoce como verdadero amante de la verdad, se puede describir como una especie de "simpatía" por el objeto. Aquí se encuentra, como buena parte del pensamiento medieval nos ha transmitido, una particular fuerza cognoscitiva propia del amor. "Amar" significa "querer conocer" y el deseo y la búsqueda del conocimiento constituyen un empuje interno del amor como tal. Si se analiza adecuadamente, esto establece una relación imposible de eliminar entre amor y verdad. El conocimiento presupone por su naturaleza una cierta "conformación" entre el sujeto y el objeto: una intuición fundamental, ya condesada en el antiguo axioma de Empédocles, según el cual "lo semejante conoce lo semejante". El Evangelista Juan lo recuerda implícitamente, cuando escribe que cuando Dios "se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es" (1 Juan 3, 2).
Se puede preguntar si existe un conocimiento más necesario para el hombre que el conocimiento de su Creador; si hay un conocimiento descrito de manera más adecuada con la palabra "encuentro" que la relación fundamental que existe precisamente entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios. Se comprende entonces el motivo por el cual los padres de la Iglesia insistieron en la necesidad de purificar el ojo del alma para llegar a ver a Dios, inspirándose en la bienaventuranza evangélica: "Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios" (Mateo 5, 8). La racionalidad del hombre sólo puede ejercerse, y por tanto alcanzar su fin propio, que es el conocimiento de la verdad y de Dios, gracias a un corazón purificado y que ama sinceramente la verdad que busca. Purificado de este modo, el espíritu humano puede abrirse a la revelación de la verdad. Por tanto, se da un misterioso vínculo entre la bienaventuranza evangélica y las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo recogidas por san Juan: "Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu... Tenéis que nacer de lo alto".
El Santo Padre Benedicto XVI desea que estas palabras de Cristo resuenen en el corazón de los participantes en la trigésima edición del Meeting de Rímini como un llamamiento a dirigirse con confianza al Señor, acogiendo su misteriosa presencia, que es manantial de verdad y de amor para el hombre y la sociedad.
Con estos sentimientos, mientras desea pleno éxito y a este evento, imparte a su excelencia, a los responsables y a todos los participantes una bendición apostólica especial.
Con gusto uno mis augurios y aprovecho la oportunidad para transmitir mi aprecio.
Afectísimo en el Señor:
Cardenal Tarcisio Bertone
Secretario de Estado
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT publica la intervención que dirigió Benedicto XVI el domingo, 23 de Agosto de 2009, a mediodía a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo con motivo del Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas:
Desde hace algunos domingos, la liturgia nos propone reflexionar sobre el capítulo VI del Evangelio de Juan, en el que Jesús se presenta como "el pan vivo, bajado del cielo" y añade: "Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo" (Juan 6, 51). A los judíos, que discuten acaloradamente preguntándose "¿cómo puede éste darnos a comer su carne?" (versículo 52), Jesús les confirma: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (versículo 53). Hoy, vigésimo primer domingo del tiempo ordinario, meditamos en la parte conclusiva de este capítulo, en la que el cuarto evangelista refiere la reacción de la gente y la de los mismos discípulos, escandalizados por las palabras del Señor, hasta el punto de que muchos, después de haberle seguido hasta entonces, exclaman: "Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?" (versículo 60). Y desde aquel momento, "muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él" (versículo 66). Jesús, sin embargo, no suaviza sus afirmaciones, es más, se dirige directamente a los Doce diciendo: "¿También vosotros queréis marcharos?" (v. 67).
Esta pregunta provocadora no se dirige sólo a los que entonces escuchaban sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas. También hoy muchos se "escandalizan" ante la paradoja de la fe cristiana. La enseñanza de Jesús parece "dura", demasiado difícil de acoger y de practicar. Entonces hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de "adaptar" su palabra a las modas desvirtuando su sentido y valor. "¿También vosotros queréis marcharos?". Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal. Jesús, de hecho, no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le basta una primera adhesión entusiasta; es necesario, por el contrario, participar durante toda la vida en "su pensar y querer". Seguirle llena el corazón de alegría y san sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente.
"¿También vosotros queréis marcharos?". A la pregunta de Jesús, Pedro responde en nombre de los apóstoles: "Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (versículos 68-69).
Queridos hermanos y hermanas: también nosotros podemos repetir la respuesta de Pedro, conscientes ciertamente de nuestra fragilidad humana, pero confiando en la potencia del Espíritu Santo, que se expresa y se manifiesta en la comunión con Jesús. La fe es don de Dios al hombre y es, al mismo tiempo, entrega libre y total del hombre a Dios; la fe es dócil escucha de la Palabra del Señor, que es "lámpara" para nuestros pasos y "luz" en nuestro camino (Cf. Salmo 119, 105). Si abrimos con confianza el corazón a Cristo, si nos dejamos conquistar por Él, podemos experimentar también nosotros, junto al santo cura de Ars, que "nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que Él nos ama".
Pidamos a la Virgen María que tenga siempre firme en nosotros la fe, impregnada de amor, que hizo de ella, humilde muchacha de Nazaret, Madre de Dios y madre y modelo de todos los creyentes.
[Al final del Ángelus, el Papa saludó en varios idiomas a los peregrinos. En italiano, dijo:]
Se ha inaugurado hoy, en Rímini, la trigésima edición del "Meeting por la amistad entre los pueblos", que este año tiene por título "El conocimiento es siempre un acontecimiento". Al dirigir un cordial saludo a cuantos participan en esta significativa cita, deseo que sea la oportunidad propicia para comprender que "conocer no es sólo un acto material, porque [...] en todo conocimiento y acto de amor, el alma del hombre experimenta un 'algo más' que se asemeja mucho a un don recibido, a una altura a la que se nos lleva" (encíclica Caritas in Veritate, n. 77).
[En español, dijo:]
Saludo con afecto a los fieles de lengua española, y de modo particular a las religiosas Mercedarias del Santísimo Sacramento, así como a los que siguen esta oración mariana a través de la radio y la televisión. El Evangelio de hoy nos trae las palabras de Simón Pedro a Jesús: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna". A todos os invito a renovar vuestra entrega a Cristo para que, encontrando en Él la fuente de la verdadera vida, deis testimonio de su amor ante el mundo. Gracias por vuestra visita y feliz domingo.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana
Artículo que ha escrito monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de Palencia, con el título: "Cuando el sentimiento anula la razón".
A los pocos días de la muerte de Rayan, el niño fallecido por el trágico error de una enfermera en el Hospital Gregorio Marañón, Borja Montoro publicaba en el diario La Razón una viñeta gráfica, de esas que cuestionan nuestros presupuestos y ponen al descubierto nuestras hipocresías. El texto era el siguiente: "Si en lugar de haber muerto esta semana a causa de un dramático error, hubiese muerto hace un par de meses como consecuencia de un aborto, hoy nadie hablaría de esta pobre criatura".
Ciertamente, ha sido llamativo comprobar cómo la opinión pública nacional llegó a estar conmocionada por aquel suceso fortuito, al mismo tiempo que continuaba sin mayores resistencias la tramitación política de una legislación que considera el acceso libre al aborto como un "derecho".
Me permito también aducir como ejemplo otro suceso más lejano: En octubre de 1991 una niña de doce años, llamada Irene Villa, sufría junto a su madre un cruel y despiadado atentado de ETA, en el que perdió las dos piernas y tres dedos de una mano. El telediario del mediodía ofreció unas impactantes imágenes en las que Irene se intentaba levantar del suelo sin ser consciente todavía de que le faltaban las piernas. Aquellas imágenes conmocionaron la opinión pública, hasta el punto de que a las pocas horas, en lugares de notable connivencia con el terrorismo, se organizaron por primera vez, manifestaciones espontáneas contra la banda armada.
El influjo de aquellas imágenes había resultado más convincente que todos los discursos de condena de la actividad terrorista o, incluso, que los argumentos en favor de la dignidad de la vida humana... ¿Es que acaso, en los anteriores atentados terroristas, no se había derramado sangre o no se habían generado viudas y huérfanos? ¿Tendremos que reconocer, tal vez, que los argumentos racionales son incapaces de iluminar y cuestionar nuestras conciencias? ¿Tan inmaduros podemos llegar a ser, como para dejarnos dominar por nuestra emotividad -"ojos que no ven, corazón que no siente"-?
De la misma manera que el impacto de unas imágenes y su efecto emotivo pueden llevar a la opinión pública a posicionarse en defensa de unos valores éticos, también puede ocurrir -y de hecho ocurre- exactamente lo contrario. Nuestra cultura actual, calificada por muchos como de "pensamiento débil", es fácilmente manipulable. ¡Es lo que ocurre cuando el sentimiento anula la razón!
Ciertamente, la cultura de hoy se caracteriza por una notable sobreexplotación del sentimentalismo, en detrimento del uso recto de la razón. Es más, no son pocas las personas que confunden los sentimientos generosos o altruistas con la pura emotividad, como si el hecho de conmoverse o emocionarse fuese sinónimo de tener una alta sensibilidad moral.
Es verdad que solemos calificar nuestra cultura como "racionalista". Sin embargo, no queremos decir con ello que nuestra cultura utilice en exceso la razón... ¡ni mucho menos! El racionalismo de nuestros días considera verdadero sólo aquello que es experimentable y palpable, rechazando la apertura a la fe. En realidad, para que los términos no llamen a la confusión, quizás debiéramos designar a la cultura actual como "materialista" o "tecnologicista", en lugar de racionalista.
La Iglesia compagina su discurso de fe, con el recurso continuo al discernimiento racional. Como reiteradamente está remarcando en su pontificado Benedicto XVI, una de las grandes tareas de la Iglesia es reclamar la razón. Más aún, algunos han designado la pastoral de Benedicto XVI como una "pastoral de la inteligencia". En su última encíclica, "Caritas in Veritate", el Papa hace afirmaciones como las siguientes: "Sin la verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo", "La verdad libera a la caridad de la estrechez de una emotividad que la priva de contenidos relacionales y sociales, así como de un fideísmo que mutila su horizonte humano y universal" (nº 3).
Ciertamente, a pesar de lo dicho hasta aquí, queda en pie la expresión de Pascal: "El corazón tiene razones que la razón desconoce". Pero en nuestros días es necesario remarcar que no debemos confundir la emotividad con el afecto. El verdadero amor ha de ser afectuoso, pero no siempre emotivo. Y es que... ¡hay emociones que no construyen, y emociones que afianzan la afectividad en el amor! Solamente la razón será capaz de discernir entre ambas.
(ZENIT.org) Esa es una de las conclusiones del estudio realizado por el diario francés Le Monde Diplomatique y la revista La Vie. El director del Observatorio Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el sacerdote Leonidas Ortiz Lozada, presenta un breve informe sobre esta investigación.
Los cristianos
El cristianismo sigue siendo la religión mayoritaria. Según estima el estudio, pasará de 2.000 millones que tiene en este momento a 3.052 millones en el año 2050. En el cristianismo se ha dado el fenómeno de un desplazamiento desde Europa, que durante siglos tuvo el mayor número de fieles y ahora solo concentra el 25%, hacia los países en desarrollo, especialmente hacia América y Africa. Solo en América el cristianismo cuenta con más de 800 millones de fieles, 275 en América del Norte y 530 en América Latina y El Caribe. En el campo cristiano, el protestantismo evangélico es el que cuenta con un mayor crecimiento.
En otras regiones del mundo, el cristianismo crece de manera diferente. En el África se está dando un rápido crecimiento; ya, en este momento, cuenta con 300 millones de fieles sobre una población de 800 millones. En la India, aunque sigue siendo minoritario, el cristianismo goza de una gran capacidad de convocatoria y se afianza en amplios sectores de la población. En la China, en medio de un entorno político hostil, es muy minoritario, pero se está viviendo un lento crecimiento con una gran calidad en su práctica de fe. Finalmente, como dato que hace reflexionar, en los lugares de Tierra Santa, cuna del cristianismo, la fe en Jesucristo ha ido disminuyendo por los conflictos y luchas de poder en la región.
Los musulmanes
Los musulmanes que tiene unos 1.200 millones alcanzará en el 2050 la suma de 2.229 millones de fieles, constituyéndose así en la religión que proporcionalmente crecerá en mayor número, si no cambian las condiciones políticas y religiosas. Están concentrados especialmente en cuatro países: Indonesia, Pakistán, India y Bangladesh. Allí está casi la mitad de los musulmanes. En el África, la tercera parte de la población es musulmana: en la parte occidental, el 46% de la población pertenece al Islam; en la parte oriental el 30%; y en las partes central y austral, apenas el 2%. En Europa viven cerca de 16 millones de musulmanes, con tendencia al crecimiento por la ola migratoria de los últimos años. Y en Estados Unidos, 4 millones.
Los hindúes
El hinduismo que tiene unos 800 millones llegará a tener unos 1.175 millones en el 2050, más o menos la sexta parte de la humanidad. Se concentra en la India y en el Nepal. También tiene, aunque minoritaria, una presencia significativa en Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka.
Los budistas
El budismo pasará de 325 millones a 425 en el 2050. No tiende a crecer numéricamente, aunque algunas de sus prácticas tengan acogida en Occidente.
Los judíos
El judaísmo que tiene 13 millones llegará a 17 millones en el 2050. No es una religión que trate de atraer nuevos prosélitos, ya que, para la ley judía, para que un niño sea considerado judío debe nacer de madre judía. Han aumentado los matrimonios mixtos entre los judíos.
A manera de conclusión
"Lo religioso que se creía desaparecido, siempre estuvo allí", dice Dominique Borne, Presidente del Instituto Europeo de Ciencias de las Religiones, refiriéndose a la situación de los países donde se vivía el socialismo real. Ante la desaparición del ateísmo oficial y militante, comenzó a aparecer la religiosidad de estos pueblos. El aporte que pueden dan las religiones a la paz y al desarrollo de los pueblos puede ser muy grande y significativo, si se hace un diálogo abierto y constructivo entre las grandes corrientes religiosas del mundo.
Nota final
Los resultados de la investigación fueron publicados bajo el título "El Atlas de las Religiones" y con el subtítulo "Las claves del mundo que viene".
La obra hace una presentación histórico doctrinal y presenta una ubicación geográfica de las diferentes religiones. Luego, le da una mirada panorámica al tema religioso, desde la óptica de la demografía, de las redes interreligiosas por la paz y desde la participación de la mujer. Plantea igualmente algunas situaciones coyunturales, fruto de fundamentalismos e intolerancias, como los conflictos del Medio Oriente, los enfrentamientos entre católicos y protestantes, la división entre sunitas y chiítas y los hechos terroristas del 11 de septiembre. Finalmente, analiza la presencia de las religiones en cada uno de los continentes, deteniéndose en algunos países.
VER
Quien más, quien menos, todos estamos resintiendo los graves problemas de la economía nacional. Como nuestro mercado depende en gran medida de las exportaciones a los Estados Unidos, y este país sufre una notable recesión, se han cerrado varias empresas, se han despedido trabajadores, han disminuido las remesas de los migrantes, el gobierno hace recortes al gasto social, el dinero no alcanza.
No faltan quienes, o carentes de una visión más global, o achacando esta situación a los actuales gobernantes, acusándolos de incapaces o faltos de sensibilidad social, no admiten que esta debacle económica es un fenómeno mundial, que trasciende nuestras fronteras y que no es culpa de un partido político, de una corriente ideológica, de un gobierno local, sino que es algo que está más allá de los controles de un país, de un gobernante, de una clase política. Por otra parte, algunos se autoproclaman como los únicos salvadores, los únicos que tienen la solución para cambiar este desorden en las finanzas. Se creen la única alternativa que podría lograr un presente y un futuro confiables.
JUZGAR
El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Caritas in veritate, al analizar ese fenómeno, dice que, hace años, "la actividad económica y la función política se movían en gran parte dentro de los mismos confines y podían contar, por tanto, la una con la otra. La actividad productiva tenía lugar predominantemente en los ámbitos nacionales y las inversiones financieras circulaban de forma bastante limitada con el extranjero, de manera que la política de muchos estados podía fijar todavía las prioridades de la economía y, de algún modo, gobernar su curso con los instrumentos que tenía a su disposición. En nuestra época, el Estado se encuentra con el deber de afrontar las limitaciones que pone a su soberanía el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional, caracterizado también por una creciente movilidad de los capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales. Este nuevo contexto ha modificado el poder político de los estados" (24).
Es sorprendente "el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización... Es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge. Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana" (33).
Es un hecho que "las actividades económicas no se limitan a territorios definidos, mientras que las autoridades gubernativas siguen siendo sobre todo locales" (37). Por ello, "ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres" (67).
ACTUAR
Se necesita un nuevo orden mundial, una nueva estructura económica internacional, un nuevo sistema financiero, que trascienda los gobiernos locales y que ayude a construir justicia y solidaridad. Sin embargo, mientras esto se va construyendo, cada quien hemos de hacer lo que nos toca y no reducirnos a lamentos y acusaciones. Hay que cuidar el propio trabajo, o buscar actividades laborales y productivas sencillas, sin pretensiones de elevados salarios. Dios da de comer a los pájaros, pero no en el nido; tienen que salir a buscar desde temprano y durante el día; así, no se mueren de hambre. Cuidemos el trabajo y evitemos gastos superfluos. Podremos salir adelante.
Homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú, para el XX domingo durante el año. (AICA)
(16 de agosto de 2009)
“Que tu comida me de vida Señor”
Seguimos meditando, como hace dos domingos, el discurso del “Pan de Vida” (Jn. 6, 51-59) que hoy se presenta explícitamente en términos sacramentales: Carne y Sangre de Cristo dadas en alimento a los hombres. El libro de los Proverbios (Pr. 9, 1-6) anticipa esta figura en la forma de una matrona, la sabiduría, que invita a un banquete a los más desprovistos de ésta: los jóvenes inexpertos y los ignorantes. “Vengan a comer mi pan y el vino que he mezclado” (Ib. 5). El pan y el vino son sinónimos de la sabiduría entregados a los invitados como consejos y obras sabias. Permite que el lector cristiano vea en la sabiduría -como insinúa la liturgia del día- una prefiguración del pan y del vino eucarístico ofrecido por Cristo a todos los creyentes.
Al afirmar Jesús que “el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn. 6, 51), manifiesta la intención de llevar el don de sí a los hombres hasta dejarles en comida su carne y su sangre. Es la presencia viva de Jesús, desde su encarnación hasta su muerte que -como una prolongación mística de todo su ser- se hace presente. La misma carne tomada por el Verbo en su encarnación para ser ofrecida a Dios como oblación en la Cruz continuará siendo sacrificada místicamente en el Sacramento Eucarístico y ofrecida a todos los creyentes como alimento que da vida.
Los judíos se estremecieron ante tal proposición con una justa lógica ¿Puede un semejante comer la carne de otro? Jesús no se retracta. Por el contrario dice y afirma con más fuerza: “os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna…mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (Ib. 53-55).
Jesús no da explicaciones, sólo afirma y pide la fe. Quien no cree en él, no aceptará el misterio que acaba de anunciar. Y la fe que pide ha de ser una fe viva e incondicional, sin subterfugios ¿Cuántos creyentes que han recibido el don de la fe toman a la Eucaristía con ligereza y superficialidad, inventando sobre ella relaciones que Jesús nunca manifestó o comiéndolo sin tener preparado el corazón o bien simplemente como si fuera un trozo de pan que nos brinda amistad? Pero esto no es lo que Jesús nos manifestó.
La Eucaristía es el Cristo vivo que cumple su promesa: estaré con vosotros hasta el fin. Hay que postrarse ante Él, pedir una fe viva, profundizar en la oración las palabras del Señor, adorar su Sacramento, comer de Él con temor y temblor y con el corazón lleno de amor. Y entonces después de haber comido y bebido, comprenderemos las palabras del Señor: “el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre. Del mismo modo el que me come vivirá por mí” (Ib. 56-57).
La Eucaristía está destinada a nutrir al cristiano, para que esté siempre unido a Él, para que pueda “imitarle” y “servirle” en el camino de la vida, para que pueda tener el corazón lleno de su amor y amar como Él nos amó. Ya no vivimos para nosotros mismos sino para Cristo, y en Cristo vivimos para los hermanos y para la vida eterna. La Eucaristía es la fuerza de la justicia, del amor y de la paz en el corazón del hombre y que se difunde al mundo en el que vive, a su ambiente y a su vida cotidiana. Solo así podremos los cristianos -los que creemos que Cristo habita en nosotros por la Eucaristía- ser en el mundo testimonios vivos de la realidad inefable del misterio eucarístico. La Palabra se hace carne y vida en nosotros por el misterio de Cristo que viene a vivir en nosotros.
Que María, Virgen y Madre, nos acerque a Jesús Eucarístico con amor y con fe.
Mons. Marcelo Raúl Martorell, obispo Puerto Iguazú
Homilía de monseñor Luís Stöckler, obispo de Quilmes para el vigésimo domingo durante el año. (AICA)
(16 de agosto de 2009)
COMER SU CARNE
“¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”, discutían los judíos entre sí. La insistencia de Jesús, quien reafirma lo que había dicho, señala que se trata aquí de una verdad fundamental: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.” La Vida eterna es en el evangelio de San Juan el término, cuyo equivalente en los otros evangelios es el Reino de Dios. Es decir, que no pertenece al Reino quien no come la carne del Señor.
En la historia se han presentado, no pocas veces, tendencias de espiritualizar el mensaje cristiano y dar a los signos exteriores solamente un valor simbólico. El mismo evangelio de San Juan ya es una respuesta a una corriente que consideraba todo lo material como corrupto y que por lo mismo no aceptaba tampoco que Dios se haya hecho realmente hombre. La Iglesia, en cambio, siempre ha afirmado la encarnación real del Hijo de Dios. Por eso la Eucaristía es el núcleo central de sus asambleas; en ella se prolonga la encarnación y está presente Jesucristo en su naturaleza divina y humana, con su alma y su cuerpo, con su carne y su sangre
Al acercarnos al altar y recibir la comunión expresamos nuestra fe en la doble presencia de Cristo: en el pan consagrado y en la comunidad; recibimos su cuerpo sacramental y somos su cuerpo místico. El apóstol Pablo nos habla de este pan diciendo: Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque participamos de ese único pan (1 Corintios 10, 17). Solo reciben el cuerpo de Cristo quienes ya lo son. Sobre esta relación insoslayable entre eucaristía y comunidad y su implicación en nuestra vida, hace San Agustín la siguiente reflexión: “Nosotros recibimos ahora un alimento visible; pero una cosa es el sacramento y otra muy distinta la virtud del sacramento. ¡Cuántos hay que reciben del altar este alimento y mueren en el mismo momento de recibirlo! Por eso dice el Apóstol: Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y de beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación (1 Corintios 11, 28-29). ¿No fue para Judas un veneno el trozo de pan del Señor? Lo comió, sin embargo, e inmediatamente que lo comió entró en él el demonio. No porque comiese algo malo, sino porque, siendo malo él, comió en mal estado lo que era bueno. Estén atentos, hermanos; coman espiritualmente el pan del cielo y lleven al altar una vida de inocencia. Antes de acercarse al altar acuérdense de lo que dijeron: Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. ¿Perdonas tú? Serás tú también perdonado. Acércate con confianza que es pan, no veneno. Pero examínate para ver si es verdad que perdonas. Pues, si no perdonas, mientes y tratas de mentir a quien no puedes engañar. Puedes mentir a Dios, lo que no puedes es engañarlo” (Comentario al evangelio de San Juan 26, 11).
Entendemos así que nuestra participación en la Santa Misa no es una formalidad legalista, sino constitutiva para nuestra vida. El Señor, al asumir nuestra condición humana, la ha sanado, y nos ha manifestado cómo debemos vivir en nuestra interioridad y como miembros de la comunidad. Al recibirlo dignamente, nos hace capaces de seguir su ejemplo; porque nos asegura: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él.” Como San Agustín en aquel entonces, invita la Iglesia también hoy: “¡Vean lo que reciben, y reciban lo que son!”
Mons. Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes
Comentario a las lecturas del domingo veintiuno del Tiempo Ordinario – B publicado en el Diario de Avisos el domingo 23 de Agosto de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”.
Palabras de amor, palabras
DANIEL PADILLA
Adónde iremos, Señor, si tú tienes palabras de vida eterna?". Lo dijo Pedro de todo corazón. Yo no sé si le salió "de su carne y de su sangre" o "se lo reveló el Padre que está en los cielos". Sólo es que me entusiasma su frase. Y quisiera emplearla como "estilo" de mi vida y como explicación de mi vocación cristiana. Uno ha recorrido ya muchas etapas. Y, repasando los vaivenes de su vida, uno se da cuenta de que ha caminado siempre envuelto en palabras, penetrado por las palabras, orientado-desorientado por las palabras, azuzado, escandalizado, acariciado, abrumado, halagado, engañado, confortado, desanimado, impresionado, amado por las palabras. Y uno, a su vez, ha lanzado a los cuatro vientos, como bandadas de palomas, miles de palabras, "¿palabras de amor, palabras...?" Mucho me temo que simplemente palabras, palabras, palabras. Podríamos dibujar una estrella con muchas puntas, dentro de la cual estaría cada uno de nosotros. En cada punta pondríamos, por grupos, el tipo de palabras según la influencia que han ejercido en nosotros. Pero, para no alargar la relación, consignemos los cuatro puntos cardinales desde los que nos han influido las palabras. Norte-Luz. ¿Cómo no reconocer las palabras orientadoras de mis padres en mi infancia y siempre, las palabras educadoras de mis profesores, las palabras del saber y de la belleza de mis libros que ahí están en mi biblioteca ansiosos de venir a mis manos? Sí, he de reconocer que he recibido muchas palabras de luz, de orientación, de formación de criterios para mi vida. Sur-Oscuridad. Pero no es menos cierto que han llegado palabras desorientadoras que me oscurecían el camino. ¡Cuánta palabra hipócrita y mentirosa! ¡Cuánta propaganda de lo efímero, de lo "no" necesario como si fuera necesario! Vivimos en el mundo de la información. Y, sin embargo, reinan las desinformación, la deformación, la malformación, la antiformación. Este-Amor. He recibido, lo confieso con gratitud, muchas palabras de afecto, de ternura, de comprensión, de aliento, de solidaridad, de prudente alabanza. He recibido igualmente palabras que han conformado mi sensibilidad, la noble reacción de mis sentimientos. Me glorio de impresionarme y admirarme, de saber reír y llorar, de emocionarme. Oeste-Desamor. Pero me han llegado también palabras, como vientos fríos, que querían endurecer mi alma. Palabras de cinismo y de burla, palabras de crítica despiadada, palabras incitadoras al odio, a la apatía, al endurecimiento personal: "Allá cada cual con su problema. tú, a lo tuyo". El mundo de la competitividad en que vivimos fabrica hombres duros, ejecutivos eficaces, que vayan por la vida como máquinas, dejando a un lado los sentimientos. Luz y sombra, amor y desamor. He aquí las cuatro esquinas que han encuadrado mi vida. Pero resulta que yo también, como Pedro, me encuentro con Alguien que me dice: "Mis palabras son espíritu y vida". Alguien que viene a mí como Palabra de Dios.
Conferencia de monseñor Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes, en la Congreso Nacional de Juventud Rural Confederada 2009, llevado a cabo en el predio de la Sociedad Rural de Corrientes. (AICA)
(14 de agosto de 2009)
Los valores y un nuevo estilo de liderazgo
Necesitamos “refundar” los valores
El marco de justificación de este Congreso, en el punto donde se refiere a la misión, se propone la tarea de “refundar los valores que necesitamos todos como sociedad, y cada uno como ciudadano”. Tomemos el término refundación en la amplia acepción de recuperar o reconstruir, significado que habitualmente damos a ese concepto. Se trataría, pues, de recuperar los valores. ¿De qué valores estamos hablando? Para responder a esta pregunta, me voy a basar en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI, 197), donde se retoman los cuatro valores esenciales de la Constitución conciliar Gaudium et Spes (GS, 26) y la Encíclica Pacem in Terris del Papa Juan XXIII, ellos son: la verdad, la libertad, la justicia y el amor.
Estas cuestiones, que están en la raíz de nuestra existencia, que se colocan abajo a fin de que sirvan de fundamento para la vida, surgen con especial fuerza cuando el ser humano y la sociedad toda atraviesan períodos de cambios, que afectan la totalidad de su existencia. Entonces, la cuestión del fin y del sentido de la vida se vuelve absolutamente fundamental. Y a propósito de este planteo crucial, Paul Ricoeur veía una doble característica de la existencia actual: una claro predominio de la razón científica y una pérdida de sentido existencial. Y concluye: “La falta cada vez mayor de fines, en una sociedad que aumenta sus medios es, sin duda, la fuente más profunda de nuestro descontento”. Por eso, es importante que nos volvamos a plantear el tema de los valores y de los fines, o mejor todavía, de los bienes más altos, a los cuales adherir y que pueden dar verdadero sentido y dirección a nuestra vida.
Ante todo, el hombre tiende a vivir en la verdad. Esto tiene un importante significado en las relaciones sociales: la convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad es ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad. La tendencia natural del ser humano hacia la verdad constituye un principio general y esencial, presente en las diversas cosmovisiones humanas.
La pregunta que siempre inquieta el espíritu humano es si la persona puede alcanzar la verdad, o si por el contrario, irremediablemente tendría que conformarse con las verdades parciales y subjetivas. Detrás de esta pregunta está el misterio de la trascendencia del ser humano. Si éste no tuviera la posibilidad de alcanzar la verdad, es decir de trascenderse a sí mismo, le quedaría como único camino construir relaciones parciales con sus semejantes, fundadas en acuerdos sujetos a la inconsistencia y erosión del tiempo.
Al respecto, el pensamiento de la Iglesia considera que “nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderlas” (DSI, 198).
“Solamente el desarrollo de lo verdadero es un verdadero desarrollo” afirmó John Herny Newman. Y la verdad tiene que ir unida al bien y a la belleza para reconocerla como verdad. Al respecto, Benedicto XVI advierte en su reciente encíclica Caritas in Veritate que sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales .
La sed de verdad está tan radicada en el corazón del hombre que tener que prescindir de ella comprometería la existencia . En ese mismo sentido afirma el Papa actual que nunca es anacrónica la confianza en buscar la verdad y en encontrarla. Es justamente ella la que mantiene al hombre en su dignidad, rompe los particularismos y unifica a los hombres, más allá de los límites culturales, por su dignidad común .
Junto con la verdad, la libertad es otro de los valores esenciales. Jesús fue categórico al respecto: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8,31-32). La verdad no es primeramente un conjunto teórico de formulaciones, sino una persona y la persona es esencialmente relación. Así se comprende la palabra de Jesús cuando afirma: “Yo soy la Verdad” (Jn 14,6). En encuentro con él hace libre a la persona. En ese sentido, el Dios cristiano, no es un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta la cruz. Cuando el discípulo llega a la comprensión de ese amor de Cristo «hasta el extremo», no puede dejar de responder a este amor si no es con un amor semejante: «Te seguiré a donde quiera que vayas» (Lc, 9,57)” . “La libertad es, en el hombre, signo eminente de la imagen divina y, como consecuencia, signo de la sublime dignidad de cada persona humana (…) No se debe restringir el significado de la libertad, considerándola desde una perspectiva puramente individualista y reduciéndola a un ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía personal (…). La libertad existe verdaderamente sólo cuando los lazos recíprocos, regulados por la verdad y la justicia, unen a las personas.
La libertad, por otra parte, debe ejercerse también como capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo, cualquiera que sea la forma en que se presente, como capacidad de desapego afectivo de todo lo que puede obstaculizar el crecimiento personal, familiar y social. La plenitud de la libertad consiste en la capacidad de disponer de sí mismo, con vistas al auténtico bien, en el horizonte del bien común universal (DSI, 200).
La justicia, según Santo Tomás, consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido (ST, I-II, q. 6). La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener (DSI, 202). Hay que tener en cuenta que la justicia no es una simple convención humana, porque lo que es “justo” no está determinado originariamente por la ley, sino por la identidad profunda del ser humano (Sollicitudo rei Socialis, 40). La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: “Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor”.
El amor, como el valor supremo, nos abre a la llamada “vía de la caridad”. La caridad, a menudo limitada al ámbito de las relaciones de proximidad, o circunscrita únicamente a los aspectos meramente subjetivos de la actuación a favor del otro, debe ser reconsiderada en su auténtico valor de criterio supremo y universal de toda la ética social (…) De todas las vías, incluidas las que buscan y recorren para afrontar las formas siempre nuevas de la actual cuestión social, la «más excelente» (1Cor 12,31) es la vía trazada por la caridad (DSI, 204). Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad (DSI, 205).
“Toda sociedad elabora un sistema propio de justicia –recuerda el Papa en su reciente encíclica–, sin embargo, la caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo», lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es «inseparable de la caridad», intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima» ”.
La caridad presupone y trasciende la justicia: esta última ha de completarse con la caridad . Si la justicia es “de por sí apta para servir de “árbitro” entre los hombres en la recíproca repartición de los bienes objetivos según una medida adecuada, el amor en cambio, y solamente el amor es capaz de restituir al hombre a sí mismo (DSI 206).
No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia: «La experiencia del pasado y nuestros tiempos demuestra que la justicia por sí sola no es suficiente y que, más aún, puede conducir a la negación y al aniquilamiento de sí misma (…) La justicia, en todas las esferas de las relaciones interhumanas, debe experimentar, por decirlo así, una notable “corrección” por parte del amor (DSI 206).
Ninguna legislación, ningún sistema de reglas o de estipulaciones lograrán persuadir a hombres y pueblos a vivir en la unidad, en la fraternidad y en la paz; ningún argumento podrá superar el apelo de la caridad (…) La caridad debe mostrarse como inspiradora no sólo de la acción individual, sino también como fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos. En esta perspectiva la caridad se convierte en caridad social y política: la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une (DSI 207).
La obra de misericordia con la que se responde aquí y ahora a una necesidad real y urgente del prójimo es, indudablemente, un acto de caridad; pero es un acto de caridad igualmente indispensable el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria, sobre todo cuando ésta se convierte en la situación en que se debaten un inmenso número de personas y hasta de pueblos enteros, situación que asume, hoy, las proporciones de una verdadera y propia cuestión social mundial (DSI 208).
En Caritas in Veritate leemos que “la acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana. En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones[5], dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras” .
Resumiendo: la convivencia humana resulta ordenada, fecunda en el bien y apropiada a la dignidad del hombre, cuando se funda en la verdad; cuando se realiza según la justicia, es decir, en el efectivo respeto de los derechos y en el leal cumplimiento de los respectivos deberes; cuando es realizada en la libertad que corresponde a la dignidad de los hombres, impulsados por su misma naturaleza racional a asumir la responsabilidad de sus propias acciones; cuando es vivificada por el amor, que hace sentir como propias las necesidades y las exigencias de los demás e intensifica cada vez más la comunión en los valores espirituales y la solicitud por las necesidades materiales. Estos valores constituyen los pilares que dan solidez y consistencia al edificio del vivir y del actuar: son valores que determinan la cualidad de toda la acción e institución social (DSI, 205).
Pero para que la convivencia humana pueda orientarse hacia el bien de todos, se necesitan hombres y mujeres con vocación de servicio, honestos y coherentes; es decir, personas rectas, amantes de la verdad, de la justicia, de la libertad y del amor. Esta convicción empieza en el interior de cada uno y debe constituirse en proyecto de vida personal, que implica una tarea responsable, disciplinada y perseverante. Ningún líder puede eximirse de este esfuerzo personal que exige, por sobre todas las cosas, mucha humildad. Las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace son consecuencia, por una parte, de la debilidad propia del ser humano y, por otra parte, de la soberbia. Cuando la debilidad no es reconocida y asumida con humildad, se contamina rápidamente con la soberbia. Esta situación se torna particularmente grave cuando sucede en las personas que tienen responsabilidad de liderazgo en la comunidad.
Contradicción entre lo que se dice y lo que se hace: un saldo desfavorable
En los individuos y en las comunidades las crisis inciden en forma tal que repercuten en toda su realidad. Todos los ámbitos de la existencia humana padecen sus efectos. Sin embargo, no hay que imaginar que esa situación sobrevenga por una suerte de fatalidad. La crisis la provocamos los seres humanos y, en principio, no por algún error de método, sino más bien por una razón que hay que buscarla en ese centro frágil que permite que la persona logre su maduración y equilibrio. San Pablo, al referirse a la fortaleza que sostiene la vida del cristiano, es decir, su madurez en Cristo, dirá que “llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios” (2Cor 4,7).
Veamos la fragilidad humana con un ejemplo extremo y por ello muy aleccionador. Hace algunos años, pudimos leer en los periódicos un breve comentario sobre una nueva película, cuyo título era “La lenta caída de un hombre en el infierno de sí mismo”. La nota explicaba que la representación se basaba en un hecho real y que el protagonista está actualmente preso en Francia. En 1993 asesinó a su mujer, sus dos hijos y a sus padres. Quiso suicidarse pero le falló “el tiro final”. Las razones de su proceder, continuaba la explicación de la nota, pueden buscarse en la mentira en que vivió toda su existencia. Para conformar a sus padres les mintió y declaró ser médico, cuando aún no había terminado sus estudios, algo que nunca hizo. Volvió a mentir para informar su ingreso a la Organización Mundial de la Salud y mientras se pasaba días enteros encerrado en hoteles y en autos, simulando viajes de su profesión, gastaba todo el dinero de las cuentas de sus padres y suegros, que habían puesto en él a un “seguro” administrador de sus bienes. “Peor que ser descubierto, es no ser descubierto” es la leyenda que abre el filme.
Estamos en presencia de un drama humano, que tiene en la base un grave desorden espiritual y moral, cuyas consecuencias tanto en el individuo como en la sociedad suelen ser trágicas. Es preciso tomar en serio la mentira y el engaño y caer en la cuenta de que practicadas, sea a nivel individual o de la sociedad, conducen al aislamiento y la desintegración, es decir, al infierno de sí mismo. Un pueblo o un individuo que mienten se vuelven violentos. De todos modos, aun cuando la realidad que vivimos a diario confirma un aumento de agresividad, no obstante, en el documento “Hacia un Bicentenario”, se constata que hay “muchos signos nos hacen pensar que está por nacer un país nuevo, aunque todavía no acaba de tomar forma”. Se percibe una mayor conciencia de la gravedad de la situación, por eso mantenemos la esperanza de que no nos va a tocar lo peor: que es “no ser descubierto”. Esperamos que, a pesar de nuestra demorada celeridad en ver la realidad, nos demos cuenta a tiempo que es mucho mejor para todos ser coherentes, justos y rectos, que lo contrario.
La coherencia en la persona debe ser transversal
Parto del presupuesto de que la gran mayoría de los que estamos aquí somos bautizados en alguna iglesia cristiana. No creo equivocarme si digo que un número importante están bautizados en la Iglesia Católica; que muchos tomaron la primera comunión y que no pocos están confirmados. Tampoco pienso estar lejos de la realidad si supongo que los que están casados, lo han hecho la primera vez en una ceremonia religiosa.
Sin embargo, no creo equivocarme si digo que la mayoría (mayoría significa por lo menos la mitad más uno) de ustedes no son practicantes de la religión que dicen profesar. Entiendo como no practicantes a aquellos que habitualmente no van a misa los domingos y que no se confiesan y comulgan una vez por año, como lo pide la Iglesia. Sin embargo, pienso que entre ustedes habrá muy pocos que se definan como ateos, tal vez ninguno. Si este somero perfil religioso se aproxima a la realidad, tendría que decir que la mayoría de los que estamos acá somos una especie de creyentes no practicantes. ¿Qué quiere decir esto y cuáles son sus consecuencias?
Ser creyente y no practicante es algo así como decir “creo en Dios, pero lo hago a mi manera”, o “creo en Dios, pero no me hablen de práctica comunitaria”. Comprendo que en algunas ocasiones nos refugiemos en estas frases, porque tal vez hayamos tenido una mala experiencia de integración en la comunidad cristiana, algún conflicto con el cura o ambas cosas. Sin embargo, me gustaría que profundizáramos un poco más ese perfil de “creyentes no practicantes”.
¿Se puede ser creyente y no practicante? ¿Se puede ser creyente y practicante “a mí manera”? ¿Se puede creer en Dios y no estar integrado a una comunidad? Poder, se puede, pero en ese caso estaríamos en presencia de una fe disociada, y como en toda disociación, hay más ilusión que realidad y mucha pérdida de capacidad para transformar la realidad. Digamos que a una fe disociada y débil, corresponde también una esperanza agónica y una caridad-solidaridad carente de impulso vital.
Veamos la cosa desde otra perspectiva. Preguntémonos qué pasaría si uno dijera “soy argentino pero no me interesa la comunidad”. Parece obvio concluir que estaríamos ante un argentino con una integración muy deficiente en la sociedad. Con individuos así sería muy difícil construir un pueblo o pensar con ellos en clave de participación y responsabilidad ciudadana. En todo caso, individuos así necesitarían una especie de terapia cívica intensiva, consistente, ante todo, en ayudarles a recuperar la propia dignidad, educarlos para el ejercicio responsable de su libertad y enseñarles a desarrollar la capacidad de participar activamente en la comunidad. La dirigencia política tiene en este campo una tarea enorme y urgente.
Alguno podría pensar que una cosa es la dimensión cívica o social de la persona y otra cosa es su dimensión religiosa, y que ésta sería, en todo caso, una cuestión privada. Sin entrar en este tema, baste decir que el límite entre lo público y lo privado nunca puede justificar una conducta incoherente. No se puede decir o hacer una cosa en público y otra distinta y contradictoria en privado, porque una conducta así es contraria a la verdad. Si el individuo engaña, es decir actúa contrariamente a la verdad, no se puede esperar como resultado una persona recta. Y si se tratara de un dirigente, ¿qué transparencia de intereses podría caber en la mente de una persona que miente? Y si un líder no tuviera experiencia personal de fidelidad a la palabra dada, ¿cómo podrá conducir a la comunidad hacia una mayor responsabilidad y participación? Un individuo disociado interiormente es muy difícil que pueda llevar adelante un proyecto integrador, inclusivo y solidario. Porque, si no lo puede llevar a cabo en su propia vida, ¿cómo podría conducirlo en la comunidad?
Esta disociación entre la actuación pública y privada, entre lo que pienso y digo, entre lo que digo y después hago, se ha transformado en cultura, es decir en un modo de ser y de hacer, que nos tiene paralizados y con esa angustiosa sensación de que no estamos yendo hacia ninguna parte. El documento Navega Mar Adentro, del Episcopado Argentino, afirma que “son evidentes las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace” (n. 22), por eso no es extraño que también constate que “lo común es que no nos integramos con entusiasmo a emprendimientos comunitarios que suponen trabajar en equipo, formular proyectos en común y superar individualismos” (n. 25). Esta dificultad es consecuencia de esa disociación entre realidad y fantasía, entre lo que uno cree ser y lo que realmente es. Para trabajar en equipo, es decir, para participar activa y responsablemente en un proyecto común, en cualquiera de los niveles de asociación (familia y sociedad), es necesaria una decisión siempre renovada por la coherencia de vida, por la humildad y por la perseverancia.
Comparto con ustedes esta reflexión porque estoy convencido sobre la importancia que tiene la coherencia de vida para todas las personas, en particular para el cristiano que, además, debe esforzarse por ser también un buen ciudadano. El dirigente tiene la obligación de permanecer en una continua disciplina personal que tienda a la coherencia entre su vida privada y su función pública, entre sus compromisos religiosos y la actuación política, en una palabra, entre los diversos niveles de expresión y actuación que tenemos las personas.
Václav Havel, fue el presidente de la República Checa, que gobernó la transición del sistema soviético hacia la democracia. Al asumir el gobierno dijo entre otras cosas: “Lo peor es que vivimos en un medio moral podrido. Estamos moralmente enfermos, porque nos hemos acostumbrado a decir algo diferente de lo que pensamos. Hemos aprendido a no creer en nada, a no reparar el uno en el otro, cada uno se ocupa de sí mismo. Nociones tales como amor, amistad, compasión, humildad o perdón han perdido dimensión y profundidad; y para muchos de nosotros significan una peculiaridad psicológica, las interpretamos como mensajes errantes de otros tiempos, un poco ridículas en la era de los ordenadores y los cohetes espaciales”. Y en otro pasaje advirtió que “Hoy nuestro peor enemigo está representado por nuestros propios defectos: la indiferencia por los asuntos de la comunidad, la vanidad, la ambición, el egoísmo, las pretensiones personales y la rivalidad. La batalla principal aún nos espera en este campo”. Estas afirmaciones tienen una enorme actualidad para el tiempo presente que vivimos en nuestro país.
Un nuevo estilo de autoridad: liderazgo y servicio
En el Documento del Episcopado Argentino Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad, nos encontramos con la pregunta sobre qué estilo de liderazgo necesitamos hoy. La respuesta parte reconociendo, ante todo, el fundamento de todo poder y de toda autoridad: contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos (n. 20).
A continuación, se constata una carencia de nuevos estilos de liderazgo, tanto sociales y políticos, como religiosos y culturales. Al mismo tiempo se advierte la notable ausencia en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.
En consecuencia, se afirma que es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común. E inmediatamente retoma el fundamento sobre el cual, el verdadero dirigente, deberá construir su liderazgo: el testimonio personal. ¿Qué significa construir el liderazgo sobre la calidad de testigo que debe distinguir al dirigente? La respuesta es: coherencia y ejemplaridad. Si no hay coherencia, tampoco podrá haber ejemplaridad. La ausencia de estos elementos en el dirigente influye negativamente en el crecimiento de la comunidad. Es decir, una comunidad no puede desarrollarse si sus dirigentes no son coherente y ejemplares, tanto en su vida privada como en la función pública. Por eso, en este punto, el documento señala cuáles son los valores propios de los auténticos líderes: “la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso concreto por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida” (n. 20).
Por último, encontramos palabras de aliento para “los líderes de las organizaciones de la sociedad a participar en “la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política”. Les pedimos que se esfuercen por ser nuevos dirigentes, más aptos, más sensibles al bien común, y capacitados para la renovación de nuestras instituciones. También queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios. Y a los educadores, comunicadores sociales, profesionales, técnicos, científicos y académicos, que se esfuerzan por promover una concepción integral de la persona humana. A todos ellos, les pedimos que no bajen los brazos, que reafirmen su dignidad y su vocación de servicio constructivo. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es recuperar el valor de toda sana militancia (n. 23).
Nadie niega que la tarea principal del dirigente político consiste en llevar adelante una gestión adecuada y justa del bien común. En ese sentido, el Santo Padre afirmó hace poco que todo programa de desarrollo debe tener presente, junto al crecimiento material, el crecimiento espiritual de la persona, dotada precisamente de alma y cuerpo. Y este crecimiento espiritual hace posible que haya hombres rectos en la política y la economía, que se comprometan con la justicia y que estén sinceramente atentos al bien común .
En la última encíclica, el Papa Benedicto XVI, advierte que sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento. Encerrado dentro de la historia, queda expuesto al riesgo de reducirse sólo al incremento del tener. Y un poco más adelante aclara que el progreso humano exige una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado. Por lo demás, sólo el encuentro con Dios permite no ver siempre en el prójimo solamente al otro, sino reconocer en él la imagen divina, llegando así a descubrir verdaderamente al otro y a madurar un amor que es ocuparse del otro y preocuparse por el otro .
El ejemplo de un gobernante: Santo Tomás Moro
Para finalizar reflexión, comparto algunas frases que el Papa Juan Pablo II pronunció el día que nombró a Santo Tomás Moro Patrono de los Políticos y Gobernantes: “En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral” .
Mons. Andrés Stanovnik OFMCap, arzobispo de Corrientes
Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9. (AICA)
(16 de agosto de 2009)
DÍA DEL CATEQUISTA
El catequista, testigo y servidor que cultiva la fe de los niños
El 21 de Agosto, fiesta de San Pío X, celebramos el Día del Catequista. Quiero invitarlos a valorar y agradecer en este día la tarea del catequista, porque es un testigo y servidor que cultiva la fe de nuestros niños. A la fe se la trasmite, pero por ser algo vivo se la debe cuidar y hacer crecer. Estamos hablando de alguien que es esencial en la vida de la Iglesia, incluso en la sociedad. Una comunidad se mantiene viva cuando hay cauces de transmisión de valores, de cultura, en nuestro caso del contenido y la vivencia de la fe. Ante todo es importante recordar que los primeros catequistas para sus hijos son sus propios padres. Si bien podemos hablar de una delegación de los padres a los catequistas de la parroquia, esto no significa que ellos pierdan su condición de primeros catequistas. Por el contrario, lo correcto es decir que el Catequista colabora con la responsabilidad primera de los padres. Esto aparece muy claro en la catequesis familiar, donde la catequesis tiene su primer anclaje en la fe y la vida de los padres.
Aceptando esto como una verdad primera de la catequesis, quiero detenerme a considerar la persona del Catequista. Quién es? Lo conocemos, es una mujer, un hombre, un joven tal vez, que dedica parte de su tiempo a acompañar este camino de crecimiento en la fe, tanto de los niños como de sus padres. Alguien que se ha preparado, que ha estudiado y se pone al servicio desde la Iglesia. Como vemos es un servidor, que asume la misión de la Iglesia para acompañar y dar crecimiento a la fe de nuestros niños, e iniciarlos en la vida de la comunidad cristiana. Lo decíamos al principio, no es sólo un trasmisor de contenidos religiosos sino un testigo vivo de lo que trasmite. Ellos forman parte de esa silenciosa riqueza en la Iglesia, que viven con generosidad el don de la fe recibida. Cuánta alegría me da al verlos con sus chicos, y a veces con los padres, cuando visito las parroquias con ocasión de las confirmaciones.
Para definir al Catequista he hablado de misión de la Iglesia, de testigo y servidor, de crecimiento en la fe e iniciación en la comunidad. En otras palabras, el Catequista es alguien que ha comprometido su vida con el Evangelio y desde la comunión de la Iglesia al servicio de sus hermanos. Por ello los veo como quienes han asumido como ideal de su vocación cristiana, un camino de compromiso eclesial y de santidad. Si bien su corazón se mueve por la gracia del Espíritu Santo que los lleva a predicar a Jesucristo y no buscan otra recompensa, sin embargo, no debemos olvidar nuestro deber de gratitud para con ellos, esto les hace bien, pero sobre todo nos hace bien a nosotros. La gratitud es un signo de grandeza espiritual. Qué bueno que en este día tengamos una palabra de cercanía y reconocimiento hacia quienes tanto bien hacen con su entrega generosa al servicio de nuestros niños.
Pidiéndole al Señor para que todos nuestros catequistas vivan en este día la alegría de trasmitir y cultivar la fe de nuestros niños, les hago llegar junto a mis oraciones mi bendición de Padre y amigo en el Señor Jesús y Nuestra Madre de Guadalupe.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Roma (Italia), 21 Ago. 09 (AICA)
Monseñor Claudio María Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, afirmó que las tecnologías digitales con sus aplicaciones en Internet que configuran la sociedad actual, deben promover y defender, por encima de todo, la naturaleza y dignidad del ser humano, asegurando su adecuado desarrollo a través de la comunicación real, la verdadera amistad y el diálogo honesto.
Al iniciar su reflexión publicada en L'Osservatore Romano, el Arzobispo resalta cómo el mundo digital cambia cada vez más y fue incidiendo en la forma en la que se configuran las relaciones humanas. Ante esta realidad, que llevó al Papa a llamar a los jóvenes "generación digital", ha de reconocerse que "estas tecnologías son un don para la humanidad, pero deben estar al servicio de todos los seres humanos y de toda la comunidad".
Al señalar que estas realidades poseen "grandes posibilidades y grandes límites", el presidente del mencionado dicasterio afirma que cuando el Papa "expresa su aprecio positivo por las nuevas tecnologías no es un ingenuo, pues no olvida las dificultades y problemas que estas tecnologías pueden crear".
Tras relatar una experiencia reciente en Islandia en donde en una reunión de laicos del Consejo de Europa los participantes se preguntaban qué debe hacerse con los menores para protegerlos de los peligros de Internet, monseñor Celli explica tres aspectos fundamentales que han de tenerse en cuenta para vivir una adecuada "cultura de la comunicación", a partir del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
La primera referencia, "es el valor de la persona humana. El Papa también para este propósito no es ingenuo y sabe muy bien qué cosas circulan en las grandes redes de la comunicación. Por ello dice que se debe tener cuidado con palabras e imágenes degradantes para el ser humano, cerrar el ingreso a lo que alimenta el odio y la intolerancia, lo que agrede la belleza y la intimidad de la sexualidad humana".
"La segunda dimensión es el diálogo entre personas de países, cultura y religiones diferentes. Un diálogo que no es un esconder quiénes somos, porque no sería eso algo respetuoso para con la persona con la que dialogamos. Pero es un diálogo atento y respetuoso que busca sinceramente la verdad. Creo que el hombre puede encontrar la plenitud de su vida, sabiendo que la vida no es una línea recta por donde caminar, sino un continuo itinerario para buscar lo verdadero, lo bueno y lo bello".
Al hablar de la tercera dimensión del mensaje, la amistad, monseñor Celli explica que "en el nuevo vocabulario de las redes digitales es un término que se contrabandea fácilmente".
Seguidamente el Arzobispo se refirió a la presencia de Benedicto XVI en Youtube e indicó que "el Papa deseaba estar presente en un diálogo respetuoso de los hombres que se encuentran, no para confundirse, no para diluirse, ni anularse; sino para que su presencia sea un momento sincero de diálogo".
"Nuestras amistades crecen en nuestro caminar como seres humanos. No podemos banalizar el concepto de amistad porque es una de las riquezas más grandes de la que el ser humano puede disponer", concluyó.+
Día 23 de Agosto
XXI Domingo del Tiempo Ordinario
También hoy necesitamos la fe
La enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún sigue siendo actual. Aquel día Nuestro Señor había revelado claramente el misterio de la Eucaristía y eso provocó el estupor de muchos. Al no comprender que pudiera darles a comer su propio cuerpo bastantes le abandonaron. Se trataba ciertamente de una afirmación asombrosa. Pero, ¿acaso no era también sorprendente que hubiera alimentado con muy pocos panes y unos peces a una multitud? ¿Y qué decir de los leprosos limpiados, de los ciegos que recobraron la vista o de los muertos resucitados? Aquellos prodigios no habían provocado el enojo de la gente como lo provocó su enseñanza en la sinagoga de Cafarnaún: nadie le abandonó por verse libre de un mal.
Ya entonces, como hoy, la gente se subleva, no tanto contra lo incomprensible cuanto contra lo molesto. Lo incomprensible, por extraño a lo razonable que pareciera, se aceptaba, incluso muy pacíficamente y con agrado, si iba acompañado de algún bien sensible para los espectadores. En alguna ocasión, incluso –cuando alimentó a los cinco mil hombres milagrosamente–, quisieron proclamarlo rey. Pero ese entusiasmo por Jesús no se debía a que le hubieran reconocido, por fin, como Mesías, sino, como afirmó el mismo Jesús, porque habían comido hasta saciarse. En cambio, cuando con la autoridad de que le investían tantos prodigios en favor del pueblo, quiere hacerse respetar y que acepten sus enseñanzas, útiles para la salvación eterna de ese mismo pueblo, entonces ya –como no esperimentan un beneficio inmediato– no le aceptan. En esas ocasiones más bien quisieron despeñarlo, apedrearlo, matarlo.
También en nuestros días es demasiado frecuente, por desgracia, encontrar personas que rechazan francamente el cristianismo y la figura misma de Jesús de Nazaret, porque su doctrina no se adecua a sus gustos. En bastantes casos es desautorizada, sin querer entrar en si es de origen divino y, por tanto, tendrían que reconocerla como autoridad indiscutible. La desautorizan, sin intentar mostrar su falta de autoridad y verdad, con sólo señalar que no está de acuerdo con sus criterios. Posiblemente no se dan cuenta, pero con esa actitud pretenden convertirse en dioses, señores del bien y del mal.
Sin duda estamos convencidos de que lo más cómodo, lo más sencillo, lo que nos podría traer más beneficios materiales, no es precisamente lo más justo, lo bueno. Reconozcamos, entonces, que lo que halaga al propio yo no puede ser criterio irefutable de conducta. No se tratará, desde luego, de mortificar sistemáticamente todo lo que agrada. Pero reconozcamos que a veces lo agradable no es bueno y es preciso contar con otro criterio, aparte del gusto, para que la conducta sea realmente cristiana, como deseamos. Criterio al que decidiremos atenernos siempre, independiente de si nos gusta. Únicamente así nos sentiremos libres de la coacción interior de actuar habitualmente por capricho.
Los cristianos aceptamos que Jesucristo es Dios todopoderoso y con una bondad sin medida, pues lo reconocemos autor de infinidad de prodigios en favor de los hombres. A algunos, que se dicen cristianos, les cuesta reconocer que no pierde Jesús su majestad ni su bondad infinitas, cuando, con señorío, manifiesta su autoridad sobre los hombres, exigiendo modos de conducta contrarios a sus opiniones. Lo lógico sería pensar que así como busca lo mejor para el hombre por medio de sus milagros, del mismo modo desea lo mejor con sus preceptos. Por otra parte, la autoridad de que le invisten sus prodigios debería ser garantía de toda otra actividad suya.
Reconoce san Juan que, así como hasta ese día tuvo muchos seguidores –recordemos que le seguía por millares–, a partir de entonces, cuando les manifestó que debíamos alimentarnos de su misma vida: con su cuerpo y con su sangre, muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él. Necesitaban comprender. Como no les parecía razonable –es dura esta enseñanza, protestaban–, como no podían medir a Dios con el chato metro de su inteligencia, seguramente pensaron que en un instante Jesús había perdido toda su autoridad.
No es demasiado distinta la actitud de algunos cristianos de nuestros días a la de aquellos primeros seguidores de Cristo. Muy posiblemente no se plantean como cristianos dudas acerca del misterio de la Eucaristía, que Jesús anunció aquel día en la sinagoga de Cafarnaún. Pero es posible que igual que aquellos que se echaron atrás y ya no andaban con él, porque no tuvieron fe en sus palabras, también algunos que hoy se dicen cristianos acaban rechazando de hecho a Cristo y al Cristianismo, porque no quieren aceptar con fe las enseñanzas de la Iglesia, que no entienden o les incomodan.
Si nos sabemos en camino hacia otra Patria, que es la Vida Eterna para siempre, queramos contemplar cada circustancia de este mundo sólo con los ojos de la fe. Así miraba María, nuestra Madre, cada detalle, cada persona, cada momento triste o feliz. Que tampoco nosotros queramos engañarnos, porque con la luz de la inteligencia sólo, no llegamos a captar las más grandes verdades: las que se conocen por la fe y porque Dios nos las quiso revelar.
Carta pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental aprobada por la 153ª Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina. (20 de agosto de 2009) (AICA)
MISIÓN CONTINENTAL
A los sacerdotes, diáconos, comunidades religiosas, fieles laicos
1. El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor. Cada uno de nosotros sabe lo que es “evangelizar” y lo que implica esta vocación en la Iglesia. Pues “anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (DA 30).
2. Pero es cierto que siempre en la Iglesia hay una novedad. Y la novedad está dada por los desafíos que nos marca el tiempo presente, la época que estamos viviendo. Esta es la maravilla de la presencia del Espíritu en la Iglesia. El Espíritu siempre sopla para encontrar lo nuevo en lo ordinario, renovando lo cotidiano, porque es Cristo el que hace nuevas todas las cosas: “yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is. 43, 19).
3. Y lo que hay de nuevo es el Espíritu, que sopla en este tiempo en la Iglesia de nuestro Continente. ¿Y qué nos dice el Espíritu? ¿Qué nos viene soplando? La necesidad de renovar (hacer nuevo) nuestro estilo evangelizador. Alcanzar un renovado estilo misionero, pues “la fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre la Eucaristía como fuente y cumbre de toda actividad misionera” (DA 363). La Iglesia en América Latina, reunida en el Santuario de Aparecida en mayo de 2007, nos viene a decir que la novedad está en definir la identidad cristiana desde la única vocación de discípulos y misioneros de Jesucristo.[1]
4. Uno podría entender que son dos vocaciones distintas: que uno es primeramente discípulo y después, si se siente llamado, será misionero. Como si esta última fuera una segunda vocación, y en todo caso, optativa. Sin embargo Aparecida intenta que los cristianos descubran que por el bautismo tenemos una única vocación discipular y misionera al mismo tiempo, que el discipulado nos lleva a la misión y la misión nos modela como discípulos. Sin negar un camino pedagógico, pero descubriendo la unidad de una misma vocación de discípulos misioneros, como dos caras de una misma moneda.
5. Este es el gran desafío en este tiempo. Cómo renovar nuestras opciones pastorales desde la perspectiva misionera, transmitiendo que hay una sola vocación de discípulos misioneros. Y este desafío es para las comunidades diocesanas, parroquiales y para todas las áreas y ámbitos pastorales. Como decíamos en Navega mar adentro: “Tenemos por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria.” (NMA 70).
6. Mucho se habló en torno a la Vª CG en Aparecida, sobre la implementación de una Misión Continental. Parecía que iban a surgir orientaciones concretas para un camino misionero en todo el continente. Pero, en una acertada decisión, no apareció junto al Documento Conclusivo, ningún esquema metodológico que ayude a implementarla al mismo tiempo, de la misma manera y orgánicamente en todo el continente.
7. La propuesta de Aparecida es más audaz, va más allá de una misión programática aunque no la excluye. La Misión que propone Aparecida no está limitada en el tiempo, sino pensada de forma tal que después que se inicie continúe, que sea una misión permanente. No se trata de programar una serie de acciones, aunque no lo descarta, sino el comienzo de algo con proyección indeterminada.
8. Por tal motivo fue madurando una acentuación en la necesidad de una “conversión pastoral” y un estilo misionero en toda actividad pastoral ordinaria. Esto no significa que no se hagan gestos misioneros concretos, pero queda claro que la Misión Continental no debe terminarse en ellos.
9. Por lo tanto hablar de Misión Continental es decir al mismo tiempo dos cosas:
§ trabajar en una “conversión pastoral” que lleve a un estado de misión permanente, a partir de la pastoral ordinaria,
§ y realizar misiones organizadas que encarnen y hagan visible este renovado estilo misionero.
10. Esto permite que cada Iglesia particular pueda adecuar su camino misionero vinculándolo con las prioridades pastorales que se vienen trabajando. Así la misión no aparece como punto de partida sin tener en cuenta el camino anterior, sino que viene a potenciar y renovar lo que se está haciendo. [2]
11. Destacamos que el comienzo de este camino misionero renovado, coincide con la proclamación del Año Sacerdotal, convocado por Benedicto XVI, y siguiendo el testimonio del santo Cura de Ars. Esta iniciativa ya está dando sus frutos de gozoso fervor en los sacerdotes, compartido plenamente con los fieles laicos.
12. Igualmente tenemos en cuenta que el anuncio de la verdad de Jesucristo es y será siempre “signo de contradicción”. Hoy abundan modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre. Anunciar integralmente a Jesucristo en nuestros días exige coraje y espíritu profético, conscientes que la fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual.
En continuidad con “Navega mar adentro”
13. Esta urgencia de renovar la identidad cristiana haciéndola discipular misionera, Aparecida la vincula con un cambio interior, presentado como conversión pastoral. [3] ¿Qué se entiende por conversión pastoral? No hay dudas que si hablamos de “conversión”, este término está vinculado a “errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes”[4] pastorales que hay que abandonar para que la transmisión del Evangelio sea más fecunda.
14. La conversión pastoral se expresa en la firme intención de asumir el estilo evangélico de Jesucristo en todo lo que hacemos. Estilo que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad, la pobreza, la bondad y la atención a las necesidades de los demás. (cfr. Mt 10, 5-10) Por este motivo la conversión pastoral tiene que tocar la pastoral ordinaria, empezando por la parroquia, las capillas, las comunidades, la catequesis, la celebración de los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanales, etc. Y es allí, en nuestra tarea pastoral ordinaria, donde debemos reconocer que hay “estructuras caducas” y que es necesario abandonarlas, para favorecer la transmisión de la Fe.
15. En la tarea pastoral ordinaria la gran “conversión pastoral” pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es un tema “relacional”. Importa el vínculo que se crea, que permite transmitir “actitudes” evangélicas. Como Jesús en el encuentro con el ciego de Jericó, que lo llamó, le abrió un espacio para que compartiera su dolor, le devolvió la vista, y así finalmente, en un vínculo nuevo, el ciego “lo siguió por el camino” (cfr. Mc 10, 46 – 52)
16. La Iglesia ha ido acentuando esta característica pastoral. Con la llegada del Tercer Milenio, Juan Pablo II sorprende a todos convocando a la Iglesia a un “camino programático pastoral”[5] sostenido por una espiritualidad de comunión que lleva a la santidad. El modelo está en las relaciones trinitarias que fundamentan una eclesiología de comunión. En ella el prójimo “es un don para mí”,[6] ya que me transmite el resplandor de amor trinitario que esconde su corazón. La riqueza del hermano enriquece al evangelizador. Por eso en esta etapa evangelizadora más que hablar de “destinatarios” de la misión, tenemos que pensar en “interlocutores” con los cuales encontrarnos para testimoniar a Cristo en un diálogo e intercambio enriquecedor.
17. La pastoral, entonces, parece desarrollarse en lo vincular, en las relaciones, para que los programas pastorales no terminen siendo “máscaras de comunión”. Aquí importa en primer lugar lo que es previo a cualquier programa o acción. Antes de la organización de tareas, importa el “como” las voy a hacer, el modo, la actitud, el estilo. Así entonces las tareas son herramientas de un estilo comunional, cordial, discipular, que transmite lo fundamental: la bondad de Dios.
18. Los obispos en Argentina así lo entendimos también y el documento pastoral “Navega mar adentro”, del año 2003, sigue el camino inspirado por Juan Pablo II en la intención de “hacer de la Iglesia casa y escuela de comunión” (NMA 83). El documento de Aparecida continúa con esta perspectiva, dándole una dimensión misionera, ya que todo agente pastoral transmite la fe a partir de la propia persona. Cada cristiano está llamado a dar testimonio de la bondad de Dios con sus propias actitudes, siguiendo las enseñanzas del Apóstol: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2, 5).
19. La misión lleva al encuentro personal para transmitir a Cristo. La misión es relación, es vínculo. No hay misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir a nadie.
20. En esta cercanía misionera Aparecida confirma la importancia y la valoración de la religiosidad popular. Camino privilegiado en América latina que nos lleva a descubrir lo que ya hay de Dios en el corazón de nuestros pueblos, “el precioso tesoro de la Iglesia Católica en América Latina”.[7]
Nuevo punto de partida
21. Para saber cuál tiene que ser el estilo misionero que debemos implementar hay que partir de una mirada de la realidad con espíritu de Fe y descubrir algunos elementos esenciales. Como la cuestión social, que “abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia” (HB 25). O el “crecimiento del individualismo y el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios” (HB 25).
22. Por este motivo no sorprende que la Vª CG tenga como telón de fondo el desafío de ayudar a plenificar la vida, a tener una vida más digna, bajo el lema “para que los pueblos en Él tengan Vida”. Y hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en el eje inclusión – exclusión; comunión – aislamiento. Y este pasa a ser el horizonte primero de la misión.
23. El Papa Benedicto XVI presenta estos desafíos y da pistas de reflexión en el discurso inaugural[8]. Y dice: ¿Qué nos da Cristo realmente? ¿Por qué queremos ser discípulos de Cristo? Porque esperamos encontrar en la comunión con él la vida, la verdadera vida digna de este nombre, y por esto queremos darlo a conocer a los demás, comunicarles el don que hemos hallado en él.[9] En un tiempo donde la sociedad, en su conjunto, se ha vuelto impersonal, competitiva y, a veces hasta despiadada… la gente busca y necesita de lugares de acogida y de confianza.
24. Esta necesidad y reclamo parece ser respondido por Benedicto XVI al dar el marco de la Vª CG en el Discurso inaugural, cuando dice: “Todavía nos podemos hacer otra pregunta: ¿Qué nos da la fe en este Dios? La primera respuesta es: nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás. En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9).”
25. De esta manera la tarea de la Misión Continental en nuestro país puede concretarse en una pastoral de la Fe.[10] Una Fe que ayuda a dignificar la Vida en Cristo desde una experiencia concreta de inclusión y comunión. Teniendo en cuenta que “La relación que une al discípulo-misionero con Jesús no es, en primer lugar, de orden intelectual, sino la adhesión a su Persona por la fe.”[11]
Acciones destacadas.
26. En continuidad con el camino metodológico de “Navega mar adentro” presentamos finalmente algunas acciones destacadas para este tiempo de renovación misionera que están en estrecha vinculación con las del documento pastoral.
a) Alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica y diocesana, en especial desde la Parroquia[12]
27. Para que la Misión no quede sólo en un gesto misionero, el gran desafío es el de renovar la pastoral ordinaria desde un nuevo estilo misionero. Para ello es fundamental poner la mirada en la Parroquia como institución pastoral privilegiada en la tarea evangelizadora. Dice el Documento de Aparecida: “La renovación de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión.”(DA 172)
28. Debemos retomar con energía el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias. Cada parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados (NMA 72). Para esto es fundamental acoger cordialmente a quienes se acercan a nuestras comunidades. Será una ocasión para ofrecer el rostro cordial de la Iglesia y aprovecharlas como lo que son: encuentros privilegiados para la evangelización (NMA 90, a.). Como la misión comienza en el gesto cordial y cercano para dar testimonio personal de Cristo debemos hacer de la Iglesia «casa y escuela de comunión» (NMA 83).
b) Priorizar una pastoral misionera desde la catequesis de iniciación
29. Es conocida por todos la mayor dificultad que hay hoy en la transmisión familiar de la Fe. En algunas regiones o ciudades, muchos niños llegan a la catequesis sin saber hacer la señal de la cruz y se difiere el bautismo de los niños por variados motivos (NMA 90).
30. Así uno puede encontrar, en algunos barrios no cercanos a un templo parroquial o capilla, muchos niños sin bautizar. Y si no hay bautismo no está el vínculo primero y más simple con la Iglesia que es la pertenencia a ella como una familia (NMA 77).
31. Por eso hay que pensar en cómo encarar una decidida pastoral bautismal, donde la invitación, a partir del anuncio del Kerygma, sea la de ofrecer el bautismo para quien no lo tiene o invitando a no diferirlo por más tiempo en los niños pequeños.
32. La novedad misionera debe estar en agregar a la preparación pre-bautismal, una pastoral post-bautismal, donde la Iglesia haga visible que se hace cargo de los hijos que engendra. Que este camino post-bautismal oriente y acompañe a la culminación de la catequesis de iniciación en la Confirmación y Eucaristía (NMA 73). Esta pastoral bautismal debe atender también la celebración litúrgica del sacramento, donde se experimente de verdad que es la comunidad eclesial quien recibe a sus nuevos miembros.
33. La novedad misionera de esta pastoral con ocasión de la catequesis de iniciación, también está en el desafío de sostener a lo largo de la vida la conciencia de la vocación bautismal de discípulos misioneros, ayudando a desarrollar el potencial misionero que hay en cada bautizado (NMA 76).
34. Si el objetivo central de la catequesis de iniciación es llevar a las personas a un verdadero encuentro con Jesucristo y a una inserción en la vida de la comunidad, para ello el primer espacio de encuentro con El será el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa.[13]
c) Promover el compromiso misionero hacia una sociedad justa y responsable. Pastoral Familiar y Doctrina Social de la Iglesia.
35. Los obispos en Argentina hemos decidido también tener el Bicentenario (2010 – 2016) como meta y objetivo evangelizador. La Misión Continental en Argentina no puede estar separada de este acontecimiento, teniendo en cuenta que su celebración se da en un espacio de tiempo de 6 años. Esto permite trabajar desde la Doctrina Social de la Iglesia en un camino formativo y de compromiso con la construcción de la sociedad y en especial poniendo énfasis en la pastoral familiar y educativa, como se prioriza en Navega mar adentro (NMA 97; HB 32).
36. La misión, desde esta perspectiva, debe ayudar a revertir la carencia importante de participación de los cristianos, y la ciudadanía en general, como agentes de transformación de la vida social, económica y política del país, alentando el paso de habitantes a ciudadanos responsables (HB 34).
37. La misión es, también, salir “como buenos samaritanos, al encuentro de las necesidades de los pobres y los que sufren y crear las estructuras justas que son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad” (DA 537) y desde aquí proyectar, “como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos”. (HB 5)
d) Expandir procesos misioneros permanentes
38. Junto con la renovación misionera de la pastoral ordinaria, habrá que extender la presencia misionera, al modo de un proceso permanente, incluyendo aquellas acciones puntuales que ayuden a encender y mantener vivo el ardor misionero. No podemos contentarnos con esperar a los que vienen. Por tanto, imitando al Buen Pastor que fue a buscar a la oveja perdida, una comunidad evangelizadora se siente movida continuamente a expandir su presencia misionera en todo el territorio confiado a su cuidado pastoral y también en la misión orientada hacia otros pueblos (NMA 90, b).
39. Este es el ámbito que más reclama una pastoral de conjunto diocesana. Es el obispo junto a todo el presbiterio, los religiosos y religiosas, y los fieles laicos, quienes deciden cuáles van a ser las características de esta misión ya que es un servicio a la Iglesia toda, a la diócesis. Todos tienen que participar con gestos misioneros comunes: parroquias, comunidades eclesiales de base,[14] movimientos laicales, comunidades educativas en todos sus niveles, pastorales específicas, grupos de lectura orante de la Palabra de Dios siguiendo el itinerario de la Lectio Divina,[15] etc.
40. Para hacer visible esta opción misionera puede ayudar tener gestos y signos compartidos, como ser:
- el tríptico obsequiado por el Papa Benedicto XVI en Aparecida, acompañado de una sencilla catequesis sobre su simbología de fe;
- la oración de la Misión Continental preparada con textos del magisterio de Benedicto XVI en Aparecida;
- el logo utilizado en Aparecida puede seguir siendo distintivo para los misioneros y para los subsidios que se preparen para esa labor;
- a estos signos pueden asociarse otros actos inspirados y simultáneos relacionados con solemnidades litúrgicas, como Navidad, Pascua o Pentecostés, o fiestas Marianas.
Conclusión
41. Aparecida provoca una revisión del estilo evangelizador. Redescubre que la misión (relación con el otro para compartir la fe en Cristo) es fundamental en la identidad cristiana, dando prioridad a las actitudes y al estilo evangelizador.
42. Por ello es necesario un camino de “conversión pastoral”, buscando cambiar el modo de transmitir el Evangelio reconociendo que el Espíritu Santo está en el origen de todo camino de Fe.
43. Hoy más que nunca se espera de todo agente evangelizador la conciencia de esta vocación de discípulos misioneros. El vínculo con Jesús en la dimensión discipular se hace vínculo misionero con los hermanos para presentarles el amor y la bondad de Dios.
43. Teniendo en cuenta la presencia de la Iglesia y sus enseñanzas en la construcción de nuestra patria y en el horizonte de la celebración de su Bicentenario (2010 – 2016) nos encomendamos a nuestra madre, la Virgen de Luján, para renovar nuestro compromiso misionero y transmitir el Evangelio de Cristo para “que todos en Él tengan Vida”.
153ª Reunión de la Comisión Permanente
Buenos Aires, 20 de agosto de 2009
en memoria de San Bernardo
Siglas:
DA: “Aparecida. Documento Conclusivo.”
CELAM, Mayo de 2007.
Oficina del Libro de la CEA
HB: “Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”
Conferencia Episcopal Argentina, Noviembre de 2008.
Oficina del Libro de la CEA
NMA: “Navega mar adentro”
Conferencia Episcopal Argentina, Mayo de 2003.
Oficina del Libro de la CEA
Notas
[1] Aparecida. “Documento Conclusivo”. CELAM, Mayo de 2007. “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida- (Jn 14, 6); Oficina del Libro de la CEA, Buenos Aires, 2007.
[2] “Valoramos el camino pastoral que realizan las Iglesias particulares con sus nuevos planes y proyectos. Por ello, agradecemos la entrega generosa de los sacerdotes y diáconos, nuestros principales colaboradores, de los consagrados y consagradas, de los agentes pastorales y de todas las comunidades cristianas. Con ustedes deseamos seguir abiertos al impulso del Espíritu, que nos viene de Aparecida, para renovar el entusiasmo de ser discípulos misioneros de Jesucristo. De la mano de María, fiel discípula y servidora, queremos llevar vida plena a nuestro pueblo.” Declaración de los obispos al término la 95ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. (Pilar, 12 de abril de 2008)
[3] Aparecida. “Documento Conclusivo”. Nº 365 y ss.
[4] Juan Pablo II, “Tertio millennio adveniente”, Nº 33; 1994.
[5] Juan Pablo II, Carta Apostólica “Novo milenio ineunte”, Nº 42, párr. b; 2001,
[6] Idem, Nº 43, párr. b.
[7] Aparecida “Documento Conclusivo”, Nº 258 – 265.
[8] “En el mundo de hoy se da el fenómeno de la globalización como un entramado de relaciones a nivel planetario. Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo. Como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
En América Latina y el Caribe, igual que en otras regiones, se ha evolucionado hacia la democracia, aunque haya motivos de preocupación ante formas de gobierno autoritarias o sujetas a ciertas ideologías que se creían superadas, y que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad, como nos enseña la doctrina social de la Iglesia. Por otra parte, la economía liberal de algunos países latinoamericanos ha de tener presente la equidad, pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales.” (cfr. Benedicto XVI, “Discurso Inaugural”, nº 2, párr. 2-3)
[9] cfr. Benedicto XVI, “Discurso Inaugural”, nº 3, párr. 4
[10] “La MISIÓN debe encarar la “pastoral de la fe” y está centrada en torno a tres ejes: la predicación, la catequesis, la piedad popular. A su vez la Misión debe tener dos ejes transversales: la animación bíblica de toda la pastoral, una fuerte espiritualidad mariana.” Mons. Luis Villalba, “Navega mar adentro – Aparecida y la Misión Continental”, Presentación en la 95ª Asamblea Plenaria, abril 2008.
[11] Idem.
[12] Cfr. Aparecida, “Documento Conclusivo”, Nº 170 – 177.
[13] Cfr. Aparecida, “Documento Conclusivo”, Nº 246.
[14] Aparecida, “Documento Conclusivo”, Nº 178-179
[15] Aparecida, “Documento Conclusivo”, Nº 249
Meditación que ha escrito el padre Pedro García, misionero claretiano, conocido evangelizador en América Central, sobre el Evangelio de este domingo (Juan 6, 60-69), vigésimoprimero del Tiempo Ordinario - B.
Llevamos cuatro domingos -y cinco con el de hoy- pensando en la Eucaristía, preanunciada con la multiplicación de los panes y prometida por Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm. La Liturgia de la Iglesia no hace nada semejante con ninguna otra página del Evangelio. ¿Por qué esta insistencia?...
Pues, sencillamente: porque la Iglesia sabe que en la Eucaristía tiene la fuente de donde dimana toda su vida, y sabe también que toda la vida de sus hijos -la de todos nosotros- debe desembocar siempre en la Eucaristía. O comulgamos y tenemos la vida de Dios, o no comulgamos y la vida de Dios está en nosotros casi agónica, si no muerta del todo...
El Evangelio de hoy nos hace ver el desenlace de aquella dramática discusión de Jesús con sus rivales en la sinagoga, cuando les aseguró: "Yo soy el pan bajado del cielo. Y si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre no tendréis vida en vosotros".
Esta página nos declara la actitud de todos ante la Eucaristía, hoy como entonces. A los escribas y fariseos, que llevaban la voz cantante en la sinagoga, les oímos decir: "Pero, ¿cómo puede éste darnos a comer su carne y a beber su sangre? ¡Esto es un imposible!...".
Otros -y esto es lo peor, porque éstos son discípulos-, que dicen lo que leemos hoy: "¡Qué duro y repugnante es este lenguaje! ¿Quién lo va a entender y aceptar?...".
Finalmente, a los incondicionales que no dudan, como Pedro, el cual nos pondrá en los labios la última palabra de este drama.
Jesús está triste, vamos a hablar así. Se esperaba la reacción negativa de los jefes judíos. Pero no podía pensar que los suyos le iban a negar su adhesión y la fe. Por eso se queja ahora: "¿Esto que os he dicho os escandaliza? Pues, ¿qué diríais si me vieseis subir al cielo, donde estaba antes?".
Jesús les tiende una mano, para que no les falle la fe y no se consuma la ruptura, porque entonces están perdidos, y les dice y aconseja: "No hagáis caso de las apariencias. El Espíritu es quien da la vida, y os pido que juzguéis no según la carne, sino según el Espíritu. Mis palabras son espíritu y vida".
Judas, el que dentro de un año lo va a traicionar y entregar, es el primero en meter cizaña entre el grupo. Jesús se da cuenta, lo mira escrutador, y dice a todos disimulando con delicadeza: "¿Cómo es que hay algunos entre vosotros que no creen?..."
¡A ver si Judas y otros se dan por aludidos!... Jesús pasea entre ellos su mirada dolorida, y continúa: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí y creer en mí, si mi Padre no lo atrae".
Todo es obra de la gracia de Dios, que exige respuesta nuestra, que exige fe.
Aquellos discípulos disidentes no quieren dar esta respuesta a la palabra de Jesús, y se marchan despectivos, aunque Judas sigue en el grupo, pero cada vez más receloso y alejado espiritualmente.
Al ver Jesús cómo se le marchan, se dirige a los Doce, que están pensativos: "¿También vosotros os queréis ir y dejarme solo?".
Menos mal que Pedro toma la palabra decidido, y responde en nombre de los compañeros fieles con unas palabras que expresarán la fe de la Iglesia en todos los siglos por venir: "¡Señor! ¿Y a quién vamos a ir? A nadie fuera de ti. Pues solo Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído que tú eres el santo y el enviado de Dios".
Cualquiera que sabe leer el Evangelio se da cuenta de que la popularidad de Jesús cae vertiginosamente en Galilea. Si le llegan hasta tomar por un alucinado y un loco. ¡Mira que ya es algo demasiado eso de decir que va a dar de comer su carne y beber su sangre!...
Éste es el doloroso Evangelio de hoy. Y somos nosotros los que podemos decir a
Jesús como Pedro y con la primera Iglesia: "¡Señor, creo!"..., igual que podemos decirle con mucho retintín, como los incrédulos de la sinagoga: "¡Eso, eso...!".
Ante el misterio de la Eucaristía no hay más razones que valgan sino la fe ciega en la
palabra de Jesús: "¡Creo, y basta!... ¡Lo dice Jesucristo, y tengo bastante!... No veo nada, ¡pues, mucho mejor! Mayor gloria le doy a Cristo y mayor mérito tengo yo... Si los otros dicen que esto no es más que un recuerdo de Jesús, yo me atengo a su Palabra, que me dice categóricamente y sin más explicaciones : 'Esto es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre...'".
Sin embargo, el mejor acto fe será siempre la asiduidad en participar del sacrificio del Altar, en recibir la Comunión, y en adorar al Señor en el Sacramento, donde permanece por nosotros con presencia continua.
La Santa Misa, la Sagrada Comunión, la Visita y la Hora Santa son el apogeo de la fe. No hay miedo de que falle nunca el que hace de la Eucaristía el centro de toda vida espiritual...
¡Señor Jesucristo!
¡Gracias porque te nos diste de modo tan admirable, y porque te quedaste entre nosotros de manera tan amorosa!
Danos a todos una fe viva en el Sacramento del amor. Que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana, la Comunión nos sacie el hambre que tenemos de ti, y el Sagrario se convierta en el remanso tranquilo donde nuestras almas encuentren la paz...
Documento final de la Reunión europea sobre la Pastoral del Turismo a 40 años del Directorio "Peregrinans in terra", que ha tenido lugar en Roma el 29 y 30 de abril de 2009 por iniciativa del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El amplio documento está articulado en tres capítulos: Acontecimiento, Conclusiones y Recomendaciones.
Colocamos en este lugar el tercer capítulo RECOMENDACIONES (desde el número 47 hasta el 76)
DOCUMENTO FINAL
III. Recomendaciones
47) Como miembros efectivos y activos de la Iglesia, los cristianos viven también en el "mundo del turismo", con la evidente conciencia de su fe, de acuerdo a cada una de las competencias y las diferentes condiciones de vida. Por lo tanto, los laicos también deben hacer presente la identidad y naturaleza de la Iglesia misionera. Enviada a un mundo secularizado, muchas veces indiferente, la Iglesia pide a sus hijos e hijas un auténtico compromiso creciente en el espacio público en el caso del turismo.
48) Cuanto más profunda, más madura es la fe tanto más incisiva y urgente llega a ser la misión. Esta fe también dicta las normas de comportamiento en la situación turística. Esto no es sólo una cuestión de "reordenamientos externos " o ajustes a las prácticas éticas buenas, sino dar un nuevo sentido aquí a "la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Aquellos que han entrado en verdadero contacto con Cristo no pueden guardarlo para sí mismos, tienen que proclamarle. Una nueva difusión apostólica es necesaria, que sea vivida como compromiso cotidiano de las comunidades cristianas y grupos" (Juan Pablo II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, N ° 40).
49) La Iglesia está, pues, llamada a abrir las puertas de su inmenso patrimonio cultural-religioso para responder a las necesidades por el sentido de las personas hoy.
Celebración de los "misterios" de la salvación
50) En la cumbre de toda la acción pastoral y, por tanto, también en el turismo, está la celebración eucarística, especialmente en el Día del Señor. Toma tal valor central que deja ver la Iglesia local. No se deben tampoco descuidar las celebraciones de los "sacramentos" y devociones o aniversarios religiosos de acuerdo con las costumbres locales, porque éstos son de importancia considerable para la participación de los fieles, su edificación espiritual, y su acercamiento a los "misterios divinos".
51) Las celebraciones deben caracterizarse por un estilo muy particular, tono y calidad porque en el turismo revelan el misterio de Dios celebrado en un ambiente festivo, apacible, pero también en el contexto de una comunidad abierta donde personas de diferentes orígenes, sensibilidades y tradiciones están presentes. Expresan la alegría de ser "el pueblo elegido del Señor, de su conquista, sacerdocio real".
52) Por otra parte, la liturgia que se celebra se convierte en el espejo de una comunidad cristiana. Es verdaderamente el "icono" de la "presencia divina" en ese territorio, el centro de su fe, el alma viviente de su testimonio. Por lo tanto, mucho cuidado se debe poner a la celebración litúrgica, a su preparación y ejecución. No hay ningún compromiso pastoral más decisivo que el "tiempo litúrgico" en comparación a él todo el resto está subordinado.
53) Las Diócesis deberían ofrecer ayuda material (para los domingos) tal vez con algunas imágenes del patrimonio artístico local, proponiendo itinerarios a los “lugares del espíritu”, y desarrollando la producción de "las canciones y la música" de un carácter litúrgico o meditación.
54) La Iglesia sin duda no cambia su esencia y la naturaleza en el turismo. Ella siempre está llamada a dar testimonio de la presencia del "misterio" de Dios en referencia a la vocación trascendente del hombre, como una llamada a su destino final. En todo caso, es la "forma" de Iglesia, su "ser-en-el turismo", que necesita ser revelado de una manera elocuente, atractiva y persuasiva.
55) Considerando la actitud del diácono Felipe, que fue tenido en cuenta durante la asamblea, la "formación", especialmente de los laicos, debe reforzarse con el fin de ofrecer conocimientos sobre los textos que siguen planteando cuestiones cuando se está lejos de Jerusalén y no entendemos todo, pero tenemos preguntas interiores. Por lo tanto, una mayor apertura espiritual en el sector del turismo llama a las personas como Felipe, que son formadas en una forma sólida y saben dar auténticas respuestas cuando las preguntas son sinceras. La formación de los laicos es un desafío que no debe ser descuidado en el nuevo milenio en el que el turismo puede ser un areópago de verdadera predicación. Es necesario conocer el Evangelio de una manera estructurada a fin de proclamarlo en el momento justo cuando la fuente de agua aparece, como hizo Felipe.
Co-responsabilidad en la Iglesia local
56) En la pastoral del turismo, la cooperación es esencial porque la comunión supone el ardor de todos. En la Iglesia primitiva, emerge una co-responsabilidad fundacional sin la cual el Cristo Resucitado hubiera permanecido oculto. Hoy en día Pentecostés se celebra de nuevo en las Iglesias locales siempre que haya personas que están abiertas a su viento y se dejan conducir a través de los caminos que el mismo Espíritu abre o abre de nuevo. El turismo puede conducir a oír la ligera brisa del Espíritu, un nuevo viento pero que nadie sabe de dónde viene o adónde va (cf. Jn 3,8).
57) El Directorio (1969) y las Directrices (2001) proponen algunas tareas de las Iglesias locales, las comisiones y los departamentos, porque la vocación al apostolado pertenece a todos, no sólo a unas pocas iluminadas personas. Es posible "proclamar el Evangelio" como un nuevo sentido de viajar a ser descubierto en belleza e inmensidad. Es necesario para cada comunidad, especialmente para los más implicados en este ámbito, tener esta tarea en el corazón y considerarla una prioridad. Esto implica que sea creada una red de co-responsabilidades y se incluya en los planes de la pastoral.
Hospitalidad, el don de ser útil a los demás
58) Abrirse a otro, a otra persona, es un don y también un deber. Esto se hace en el don fundamental de la Eucaristía, pero se concreta en la acogida de los que están de visita, pasando y yendo... El verdadero horizonte de ese don de ser útil a los demás no puede morir en las comunidades y puede constituir una diaconía nueva porque hoy, además de servir en las mesas de los más pobres y más débiles, servir en las mesas de los turistas también parece evidente. Pueden ser adinerados e incluso presuntuosos, pero también pueden mostrar signos de indigencia, necesidades y deseos insatisfechos. Suelen utilizar más el idioma analógico y buscar lo que está más allá de las piedras, ventanas de cristal y tumbas que visitar. Ellos también se encuentran entre aquellos a los que habla Jesús en Mateo 25: tienen hambre y sed, incluso los que buscan los mejores bares y eligen los hoteles de lujo. La hospitalidad es un derecho humano que pone a la persona que recibe en la tarea de escuchar y servir. Esto no es una promesa a hacer un intercambio o mucho menos un pretexto para tomar ventaja. Es necesario volver a leer la propia dignidad en la dignidad que se confiere a otro a quien visitamos o que nos visita.
Una tarea de discernimiento
59) Hay un solo paso de la hospitalidad al discernimiento ya que es una buena manera de dar testimonio de la vida del Señor por aquellos que acogen y hacen meritoria la hospitalidad al recibir como si estuvieran recibiendo al Señor.
60) Para el discernimiento es importante abrir nuestros corazones a la hospitalidad. Encontraremos desapego, frialdad, lugares incómodos, situaciones con intolerables asimetrías, miseria, preguntas sin respuestas en las noches más oscuras, búsquedas que están fuera de lugar, deseos incontrolados, y una búsqueda de la oscuridad ... en los que damos la bienvenida. Sin embargo, la hospitalidad puede conducir al discernimiento personal del camino equivocado, a la pregunta que se ha desactivado, a la búsqueda inhumana, al umbral de la miseria. Discernir no es correr el riesgo de lo que está candente o considerar a alguien que tiene otros deseos en menos y miserable. Discernir es estar dispuesto, en el diálogo, a decir lo que es esencial, a mostrar el centro, a cambiar el rumbo cuando podemos distinguir las marcas de otro supuesto: el de la Resurrección. Las situaciones son cambiantes y los caminos del Señor son insondables. La diaconía de discernimiento es similar a la de un pedagogo: apunta más a un tono fraterno en lugar de a un juicio apresurado.
61) El turismo es un fenómeno humano y como tal es una realidad multifacética, transversal con elementos ambivalentes. En su pastoral, sin embargo, la Iglesia está llamada a subrayar de manera particular los valores positivos que el turismo trae consigo "naturalmente", antes que promover deprimentes diagnósticos.
62) El hombre está llamado a la salvación en cada momento de su vida y así también en los momentos de recreo, deporte y turismo. La Teología pastoral debe, pues, estudiar el misterio del hombre que se reveló plenamente sólo en Cristo, incluso en un contexto específico como éste.
63) La Iglesia quiere sinceramente unir su contribución específica al compromiso de las instituciones civiles y asociaciones que están relacionadas con el turismo en los niveles local, nacional, regional y en todo el mundo.
64) En cuanto a la reducción de la pobreza en el mundo, al menos se recomiendan también dos áreas de atención gracias al turismo. Por un lado, el aumento de las inversiones financieras, elevación de los niveles de servicio, y promoción del aprendizaje y la formación (por ejemplo, a través de estudiantes de turismo). Por otro, se recomienda la salvaguardia de los recursos no renovables (petróleo, agua y energía) así como tener cuidado de no quitar la tierra de la agricultura o el trabajo en general a través del turismo.
65) Se sugiere prestar atención a la información y a la elección de servicios, además de promocionar formas de turismo religioso. Especial atención también debería prestarse - favorecer la solución de las posibles dificultades burocráticas - a las distintas áreas de permisos de entrada en los diferentes países.
66) Dado que "las vacaciones" no significan abandonar la vida de uno como creyente, se propone combinar elementos religiosos con los momentos de ocio más tradicionales y promover la utilización de estructuras eclesiales, como conventos o casas religiosas como alojamiento para las vacaciones también.
67) Se deben poner en práctica acciones pastorales sociales que contrasten y superen, en el mundo del turismo las diversas formas de injusticia, explotación y discriminación. Los servicios turísticos no deben ser planificados y preparados exclusivamente en términos materiales ni mucho menos ser medidos y subordinados a la lógica de los ingresos brutos, beneficios de corto alcance.
68) Son esperadas todas las acciones posibles para que puedan contribuir a hacer del turismo un factor insustituible de auto-educación personal, tolerancia mutua y aprendizaje de las legítimas diferencias entre pueblos y culturas, así como su diversidad.
69) Por desgracia, el turismo todavía no ha entrado en los planes pastorales de muchas diócesis y Conferencias Episcopales. Se recomienda que esto debería hacerse. La pastoral del turismo, de hecho, debería considerarse parte integrante, una parte esencial e integral (plan general de pastoral) de la pastoral eclesial. No hay ningún elemento que le afecte ligeramente o que pueda ser dejado de lado. También se desprende de la forma de pensar de los Sumos Pontífices que la pastoral del turismo debe ser "ordinaria", a pesar de que es específica y, por lo tanto no es de importancia secundaria. Teniendo esto en cuenta nos ayudará a continuar con nuestro trabajo apostólico, incluso si los resultados no se ven inmediatamente.
70) Profundamente preocupados por algunos signos brutalmente consumistas y marcadamente anti-sociales que corrían el riesgo de frustración y de disipación de los verdaderos valores intrínsecos en las actividades turísticas, la WTO elaboró un Código de Ética Mundial para el Turismo, propuso los temas y comenzó iniciativas para luchar contra la pobreza, la explotación de los menores, el turismo sexual y todas las formas de violencia y discriminación. Aunque han pasado diez años desde la publicación del Código, su aplicación efectiva parece ser difícil. Es necesario estar familiarizado con ello y tener la fuerza y constancia para ponerlo en práctica.
71) Se espera que el turismo religioso también figure entre las prioridades de los distintos ámbitos nacionales e internacionales de las instituciones civiles. Debe ser valorado en su función de promover la paz, especialmente en Europa, debido a su legado desde las grandes guerras. Una de las cuestiones más importantes en el turismo es la seguridad. Las distintas motivaciones de los viajes, especialmente cuando son de carácter religioso, lo hacen que sea necesario para ofrecer diferentes tipos de hospitalidad.
72) También es necesario establecer estrecha colaboración con las agencias de turismo para que sus guías tengan preparación suficiente, no sólo desde el punto de vista "humanista", sino también desde el punto de vista "religioso". La colaboración entre la Iglesia y los organismos civiles es posible e incluso necesaria. Una sana forma de cooperación ayudará a ambas partes en el respeto de cada una de las tareas.
Algunas áreas de esta cooperación serán los programas para abrir los monumentos religiosos que no pueden ser visitados normalmente, las exposiciones temporales de arte sacro y sobre temas, eventos festivos, la utilización de los edificios eclesiásticos para hospitalidad, la publicación de guías, etc
73) La colaboración es posible e incluso necesaria entre la Iglesia y los otros operadores económicos en el sector turístico, incluyendo hoteles, guías locales, operadores turísticos o gestores de transporte. Al final, esta cooperación es para beneficio de todos. Es importante tener buenas relaciones con los hoteleros. Los párrocos deben conocer los directores de hotel en la zona, mostrarles su voluntad de servir, ofrecer la información pertinente, etc. Un sector importante es el de los guías locales. También representan la cara del lugar que se visita y ofrecen explicaciones sobre los monumentos, la historia, etc. Esto puede ser útil o tener un efecto negativo en los turistas.
74) Los profesionales de turismo deben contribuir a satisfacer la sensibilidad cultural y espiritual de los turistas y permitir el ejercicio del culto religioso que deseen durante sus viajes. Un esfuerzo creativo directo es necesario para proponer iniciativas que favorezcan la calidad de las visitas para las que la hospitalidad y el dar el auténtico sentido cristiano del lugar visitado y los objetos admirados son importantes, posiblemente con la participación de una comunidad viva de acogida.
75) El arte cristiano es capaz de ofrecer el mensaje del Evangelio en su idioma propio. En las relaciones con los visitantes, debe hacerse todo lo posible para utilizar un lenguaje sencillo, comprensible. Es necesario comunicar sin el objetivo inmediato de convencer por respeto a la persona que nos visita. Naturalmente, la alegría de ser creyentes ha de ser manifiesta y en esto los guías también pueden ser de gran ayuda. Otras "nuevas formas" en el área de turismo religioso, puede ser twinships, viajes de grupos musicales, etc.
76) La dimensión ecuménica e interreligiosa del turismo también debe ser considerada. Se propone a los agentes de pastoral católica no olvidar crear momentos ecuménicos junto con las comunidades locales visitadas (diaconía ecuménica se ha hablado). Al mismo tiempo, el necesario encuentro con la Iglesia Católica local debe tenerse en cuenta, sobre todo si se encuentra en una situación de minoría o perseguidos.
Rome, 22/V/2009
ACONTECIMIENTO
CONCLUSIONES
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Texto completo del Documento final, in inglés
http://www.fides.org/eng/documents/Final_document.doc
Documento final de la Reunión europea sobre la Pastoral del Turismo a 40 años del Directorio "Peregrinans in terra", que ha tenido lugar en Roma el 29 y 30 de abril de 2009 por iniciativa del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El amplio documento está articulado en tres capítulos: Acontecimiento, Conclusiones y Recomendaciones.
Colocamos en este apartado el segundo capítulo CONCLUSIONES (desde el número 15 hasta el 46)
DOCUMENTO FINAL
II. Conclusiones
15) Una observación cuidadosa del turismo contemporáneo abre un interesante horizonte en el cambio antropológico y cultural en proceso en Europa. Esto tiene lugar en un contexto de libertades democráticas e individuales, creatividad subjetiva, permisividad, y relaciones multilaterales que desarrollan y entrelazan tipos de experiencias que describen el modo de convivencia conocido como "sociedad líquida".
16) En este sentido, el fenómeno expresa una "innovación" que está totalmente estructurada y alineada en la post-modernidad. Incluso si es de una "variación" de la clásica figura del "Homo Viator", el turismo presenta hoy múltiples y diferenciadas, breves y sofisticadas formas de movilidad que, al final, han demostrado ser muy difícil de entender de una forma unitaria.
17) En consecuencia, el turismo es testimonio de la enormidad y la generalización de las transformaciones socio-culturales, pero también pone de manifiesto la amplitud de los acontecimientos inquietantes producidos por la alienación moderna y en muchos lugares por la generalización del bienestar. Por lo tanto se presenta como una alternancia de la vida dentro del fenómeno más amplio de "tiempo libre" y "vacaciones" de masas.
18) La Iglesia es también apelada por el turismo como un fenómeno social y cultural que puede dar lugar a nuevos estilos de vida y responder a las nuevas expectativas de la persona humana. Más específicamente, sin embargo, la llamada que se hace a la Iglesia tiene que ver con una triple tarea esencial: "evangelizar a toda criatura", "reunir al pueblo de Dios que está disperso" en el nombre de Jesucristo, y ofrecer áreas y "significados" de bien, vida digna a los turistas.
19) La Iglesia, el misterio de la presencia salvífica de Dios, se expresa en la historia y en la sociedad, haciéndose responsable de las condiciones de vida real de las personas y adoptando los instrumentos que la hacen visible en el contexto donde está encarnada. De hecho, la Iglesia vive en el mundo como el "signo sensible y eficaz de Dios vivo". Esto sucede al anunciar el Evangelio, proponer la fe, y al hacer que los sacramentos de la fe estén disponibles. Esta tarea inalienable y universal de la Iglesia hace la acción de la Iglesia distinta de la de los organismos humanitarios, sociales y culturales.
20) Sobre la base de la naturaleza sacramental de la Iglesia, que se deriva de Cristo y participa en el sacramento primordial de Cristo, su acción pastoral se constituye como una oferta gratuita de la salvación en el momento actual y en el espacio vital de la historia. De hecho, "la Iglesia es siempre una Iglesia del tiempo presente. Ella no considera su patrimonio un tesoro del pasado, sino una poderosa fuente de inspiración para seguir adelante en los siempre nuevos caminos en la peregrinación de la fe "(Juan Pablo II, Discurso, Reims, 22 de septiembre de 1996).
21) El Cuidado Pastoral intenta encontrar la forma de dar cuerpo y visibilidad al misterio que la Iglesia proclama con el fin de que sea creíble para la gente de hoy y sea vivido, testificado y practicado en los diferentes ámbitos de la vida. Por lo tanto, la acción pastoral presupone la fe y es funcional a la proclamación de la fe, a pesar de que utiliza los medios de comunicación típicos de la cultura actual y las condiciones de vida.
22) En este sentido, el cuidado pastoral del turismo sólo puede ser una "pastoral misionera", expresión tipológica y necesaria de una Iglesia ad extra. Sus características se tomarán del medio ambiente en que trabaja de acuerdo con sus tiempos y experiencias y expresará formas de compromiso coherentes con una Iglesia que es viva, confiada, emprendedora y creativa, pero siempre fiel.
23) Desde la perspectiva del compromiso de la Iglesia en el mundo del turismo, la información sobre la identidad, la calidad y la cantidad de este fenómeno en un territorio resulta ser decisiva y constituye un "marco de referencia" que incluye todos los datos útiles. Si la naturaleza y la coherencia del turismo varían, entonces la información "técnica" sobre el fenómeno es aún más pertinente y necesario a fin de crear una bien fundada, orgánica y duradera iniciativa pastoral.
24) Consciente de la esfera de acción en la que se coloca para proclamar y vivir la fe, la esperanza y la caridad, la Iglesia debe también ser un signo en el terreno turístico. Desde esta perspectiva, la pastoral del turismo no es "opcional". Hace un llamamiento a una tarea objetiva, importante sin la cual la misión primordial de la Iglesia en los distintos ámbitos de la realidad humana sería inexistente.
25) La "atención" Pastoral a todos los sujetos implicados en el turismo - es decir, aquellos que disfrutan de él, sufren sus consecuencias, y trabajan en él - revela la paternidad universal de Dios, que quiere llegar a todos los hombres, estén donde estén, en su designio de amor. Esto no significa exclusión sino inclusión, no seleccionando sino integrando, no marginando, sino estando en el centro del movimiento provocado por el fenómeno del turismo. En este sentido, algunas cristalizaciones concretas pueden esbozar el marco general de la pastoral del turismo.
Persona y comunidad
26) En la Carta apostólica Novo millennio ineunte (cf. núms 29-41 del capítulo III, titulado "Caminando de nuevo desde Cristo"), al comienzo del tercer milenio, Juan Pablo II con sabiduría pastoral hace una doble invitación a la Iglesia: por un lado existe la necesidad urgente de poner los programas dentro del "único programa del Evangelio", por el otro, la necesidad de injertar las intervenciones del cuidado pastoral específico sobre "el mayor y más exigente desafío de la actividad pastoral normal" (Cf. NMI 29). También señala más específicamente el deber de proclamar a Cristo de forma que pueda "llegar a las personas, modelar las comunidades, y tener una influencia profunda e incisiva en la vivencia de los valores del Evangelio para llevarlos a la sociedad y la cultura" (ibíd.).
27) Se hace hincapié en la "persona" y la "comunidad", que se consideran los principales puntos de referencia en el reto de "tener una incisiva influencia" en las conciencias y crea las condiciones para concretar el testimonio en la sociedad. De ello se deduce que la pastoral del turismo se convierte en sólida si se centra en la "persona del turista" y la "comunidad turística" en el contexto de la cultura local. Apuntar al corazón de "las personas" a través del cuidado pastoral significa responder a las "necesidades" y "deseos" de la gente en su complejidad original y evolutiva. Centrándose en la "comunidad" significa insertar la acción pastoral en la especificidad antropológica y religiosa del territorio, de acuerdo con su tradición viva de la fe.
28) Como siempre, también en el contexto espacio-tiempo del turismo, la Iglesia local es esencialmente y ante todo realizada a través de tres maneras bien conocidas universalmente que la caracterizan, de acuerdo con la tarea de proclamar la Palabra (Kerygma y catequesis), celebrar el misterio de la salvación (Sacramentos y Liturgia), y servir las vidas de las personas (diaconía y la caridad).
29) En su inter-relacionado dinamismo, estas maneras expresan y significan el compromiso pastoral total. También define las "razones", "formas", "objetivos" e "instrumentos" de la presencia de la Iglesia en el mundo del turismo. Por lo tanto, esto se manifiesta en cercanía cordial y fraterna a la gente, apoyo en su camino de fe, compartiendo las propuestas de solidaridad, y a través de unas adecuadas y significativas opciones pastorales que pueden consolidar la pertenencia espiritual y eclesial.
30) En el mundo del turismo, la Iglesia local da prueba de su capacidad clave para dar la bienvenida. Esta consiste principalmente en estar disponible siempre y en cualquier evento con un estilo que sea sensible, preocupado y fraternal desde los diferentes puntos de vista y en las diferentes actividades. De esta manera surge una comunidad que está abierta a los forasteros y sabe cómo dar la bienvenida en las formas más adecuadas, al servicio de un carácter cultural, social y recreativo y la integración interétnica al acompañar la oferta de la fe con su experiencia vivida.
Proclamación, catequesis, comunicación, cultura
31) En cuanto a la comunicación en primer lugar, se necesita una inversión adecuada en la "comunicación" de la Iglesia local en la zona turística. De acuerdo con las diferentes iniciativas propuestas por las necesidades pastorales, la comunicación debe distinguirse por su propia especialización que hace uso de instrumentos profesionales y recursos humanos competentes. Inmersa en una sociedad de la información y desviada por las sugerencias que más distraen, más dispares, la Iglesia debe ser consciente de que la calidad de la comunicación es decisiva desde la "predicación" para hacer publicidad de las actividades promovidas. Por otra parte, la simple ayuda material puede ayudar a poner en marcha experiencias que maduren poco a poco los métodos del trabajo pastoral y de una verdadera tradición de la Iglesia local en este sentido.
32) Hoy en día el desarrollo de los medios de comunicación, junto con el extraordinario desarrollo del turismo y los viajes, hace que sea imperativo preguntar acerca de la capacidad de las diversas culturas hacia la apertura. ¿Favorece su encuentro la creación de una conciencia de humanidad? Contestamos sí espontáneamente. ¿Pero de qué utilidad es esta toma de conciencia si el desarrollo de los medios de comunicación no es acompañado por el desarrollo real de la comunicación interpersonal? Lamentablemente, el hombre contemporáneo está solo en la "muchedumbre solitaria". Es cierto, sin embargo, las diferencias culturales entran en contacto hoy día, porque hombres y mujeres de diferentes culturas entran en contacto. Pero su diálogo es a menudo limitado a los aspectos exteriores de las cosas - lo pintoresco, lo exótico - y no va a los valores ocultos que son su esencia y componen su belleza.
33) La cultura en el fenómeno actual del turismo muestra a menudo preguntas del hombre contemporáneo sobre el sentido y así la relación entre la demanda turística y la oferta cultural se convierte inmediatamente en importante. Hoy se sabe que el turismo siente la necesidad de calificar su oferta precisamente en lo que respecta a los aspectos culturales, porque la sed de conocer y adquirir sentido es urgente, incluso si está bajo la apariencia de desinterés superficial o de una carrera para divertirse.
34) Como hijos de su propia cultura, los viajeros, turistas, evitan el encuentro / choque con hijos de otra cultura. En caso de que inicien un diálogo con ello, acuerdan dejarse cuestionar por los elementos que pueden enriquecer su patrimonio intelectual, espiritual y cultural. Esto puede llevarlos a poner en cuestión algunos comportamientos, las consideraciones a priori e incluso creencias que influyen en su vida cotidiana.
35) Un "nuevo acercamiento" por parte de la Iglesia a los turistas parece más relacionado con el estilo, la calidad y los instrumentos de su acción, que con el contenido del "programa" pastoral. Por supuesto, hay algo "nuevo", porque las expectativas de "el hombre como un turista" cambian, las motivaciones y ocasiones difieren, y los tiempos y formas concretas son diversificados. Por lo tanto, el "enfoque" de hoy pide la comprensión de la realidad y la agilidad en la adaptación creativa.
36) En cualquier caso, los lugares turísticos están a menudo impregnados por el elemento religioso cuyos vestigios son de la mayor importancia e inevitables a lo largo de la trayectoria seguida por los turistas. De esta manera, los lugares más famosos y muchos otros de menor importancia, los santuarios dispersos en las ciudades y pueblos, las ermitas y otros muchos espacios cuestionan a los turistas en relación con el aspecto "espiritual". En el fondo, esta es una señal de que un cierto crecimiento espiritual existe en el turismo como un fenómeno. No podemos pasar por estos lugares, contemplar los iconos y aprender la historia de los monumentos sin cuestionarnos a nosotros mismos por dentro, por lo general en forma más o menos formal (y esto puede dar lugar a la conversión espiritual que transforma la vida tocándola en su interioridad).
37) El fenómeno turístico puede revelar una evolución en la conciencia de humanidad acerca de la experiencia del tiempo y del trabajo, una evolución que también puede hacer posible el crecimiento espiritual. Por lo tanto, un turista combina las dos coordenadas de tiempo / espacio que son connaturales a él, a fin de liberarse de sus límites habituales, para sentirse más como un hombre o una mujer y para restaurar el vigor con el tiempo y el espacio que conforma su historia.
38) En este sentido, podemos hablar de una nueva conciencia acerca del ser de alguien, que es capaz de elegir, de un "lugar" de decisión, y también de un ser que trabaja con los deberes sociales que construyen el espacio y el lugar donde uno puede gozar de mayor libertad. De esta manera, aunque sujeto a la ambigüedad, el turismo puede facilitar el acceso a los nuevos procesos espirituales y a una nueva interpretación de la experiencia terrenal mediante la conexión de trabajo y tiempo libre en una "nueva conciencia humana".
39) La belleza, aunque fragmentada, puede ser una plataforma para el encuentro espiritual, especialmente en los lugares visitados por los turistas, si se trata de un icono, un lugar natural o un fascinante objeto artístico. Estas aperturas son posibles a causa del arrobamiento a que dan lugar o de la luz interior que irradian en el ansioso corazón del admirador.
La opción ecológica
40) Aquí la calidad de vida parece ser una tarea sin fronteras, porque la Tierra es la cuna común de todos los seres humanos. La biodiversidad encontrada es un beneficio universal, y, en una lógica de responsabilidad, corresponde a todos promover respetuosamente una "cultura verde" (como se subraya en el último mensaje para el Día Mundial del Turismo del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes). Esta elección es aún más importante porque las amenazas a los ecosistemas son muy graves. No sólo está en juego la supervivencia en este vientre materno común (que es a veces devastado por las criaturas y manipulado de acuerdo con intereses particulares), sino también el futuro del patrimonio, el futuro de las generaciones venideras con las que se debe hacer un pacto de solidaridad ahora en el presente. La mejor actitud es la propuesta de Jesús: "Haz a otros lo que quisieras que ellos hagan por ti" (Mt 7:12 y CF. Lc 6:31). Sobre la base de la igualdad fundamental de la dignidad personal, se hace necesario un pacto que esté basado en la solidaridad, la esperanza y movido por la incomparable belleza de la naturaleza que debe ser protegida y preservada.
El turismo mantiene la memoria viva
41) Como un portador de valores y una fuente de energías espirituales, el patrimonio artístico y cultural puede ser también un monumento a los conflictos culturales y un lugar de discordia, así como un vehículo de los valores humanísticos. Si una identidad cultural del pueblo manifiesta su particularidad, al mismo tiempo aspira a lo universal aportando lo mejor de sí misma, y esto se debe a que sus raíces están en la naturaleza humana. Por lo tanto, una cultura es verdaderamente humana cuando incluye la apertura a otras culturas, a lo universal. Es precisamente esta apertura a lo universal que hace que el diálogo intercultural sea posible.
42) Además de ser una experiencia vital, el turismo también tiene una dimensión humana que necesita ser discernida desde un punto de vista teológico. Por esta razón, la Iglesia rechaza las actitudes de inseguridad preconcebida o la sospecha ciega en relación con el turismo.
Los recursos ofrecidos por la Iglesia
43) La Iglesia adopta el fomento de los recursos con la intención de la purificación y bendición de las aspiraciones de la sociedad contemporánea a través de una tarea de evangelización y promoción humana. Esta es una inmensa, agotadora tarea: es la "preocupación de todas las Iglesias".
44) La atención del turismo no es sólo dirigida a "viajeros" en el sentido tradicional, sino también a aquellos que por diversas razones no pueden viajar lejos de su lugar de residencia durante un tiempo. La Iglesia también se ocupa de ellos porque el amor y el conocimiento local sobre el patrimonio son una lección de que es válida para todos. Educar para viajar, pero sobre todo para las relaciones y para mejorar el patrimonio artístico y cultural son razones que justifican cualquier acción pastoral.
45) El turismo está relacionado con todos los eventos humanos porque el hombre y las comunidades humanas deben ser el centro de todas las actividades turísticas. Por esta razón, estas actividades se describen hoy como áreas privilegiadas para el encuentro y el crecimiento de los individuos, familias y comunidades porque Turismo y Tiempo Libre son los "nuevos areópagos" de la evangelización, si bien el turismo se considera también un "derecho para todos" (art. 7 del Código de Ética para el Turismo).
46) El turismo, en cualquier caso, deberá ser respetuoso con la cultura, las tradiciones y el patrimonio ambiental de las comunidades locales de acogida. Por lo tanto, debe ser condenada cualquier práctica que explota los seres humanos de cualquier forma, así como las acciones que dañen el patrimonio cultural y ambiental.
Rome, 22/V/2009
ACONTECIMIENTO
RECOMENDACIONES
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Texto completo del Documento final, in inglés
http://www.fides.org/eng/documents/Final_document.doc
Documento final de la Reunión europea sobre la Pastoral del Turismo a 40 años del Directorio "Peregrinans in terra", que ha tenido lugar en Roma el 29 y 30 de abril de 2009 por iniciativa del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El amplio documento está articulado en tres capítulos: Acontecimiento, Conclusiones y Recomendaciones.
Colocamos en primer lugar el primer capítulo EL ACONTECIMIENTO (desde el número 1 hasta el 14)
DOCUMENTO FINAL
El Acontecimiento
1) El Cuidado Pastoral del Turismo Hoy, 40 años después del Directorio "Peregrinans in Terra" fue el tema de la Asamblea Europea que tuvo lugar en Roma del 29-30 abril de 2009 por iniciativa del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. Esta fue la cuarta asamblea de los Obispos Promotores y de Directores Nacionales de la Pastoral del Turismo en Europa después de las celebradas en 1999, 2001 y 2006.
2) Durante estos dos días - en las oficinas del Dicasterio en Palazzo San Calisto - las personas encargadas en 20 países europeos (Bélgica, Bielorrusia, República Checa, Chipre, Francia, Georgia, Grecia, Inglaterra, Italia, Malta, Moldavia, Polonia, Portugal, Rumania, Rusia, Escandinavia, República Eslovaca, España, Suiza y Hungría) se reunieron para compartir sus ideas y experiencias con el fin de desarrollar un proyecto de pastoral en este tema. Varios expertos y representantes de la Iglesia en el plano continental (SECAM por África y Madagascar, CELAM por América Latina, PECO por Europa, y CPCO por el Oriente Medio) han contribuido a profundizar y ampliar el estudio.
3) El tema y la fecha de la Asamblea se había elegido precisamente con ocasión del cuadragésimo aniversario del Directorio General para la Pastoral de Turismo, Peregrinans in terra, que se publicó el 30 de abril de 1969. Este documento representa el primer fruto maduro de un proceso llevado a cabo por la Iglesia con respecto al fenómeno creciente del turismo que después de la Segunda Guerra Mundial pasó de ser el beneficio exclusivo de una élite a un fenómeno de participación de las masas. En ese momento, la Iglesia sugirió seguir espiritualmente al turismo y evangelizarlo. Posteriormente, las reflexiones propuestas por Peregrinans in terra, después de haber sido debidamente desarrolladas, se han tomado de nuevo en las Directrices para la Pastoral del Turismo, que el Pontificio Consejo publicó en 2001.
4) La Asamblea Europea ofreció también la ocasión de presentar el documento titulado: Magistero Pontificio e Documenti della Santa Sede sulla pastorale del turismo (dal 1952 al 2008) [Magisterio Pontificio y Documentos de la Santa Sede sobre la Pastoral del Turismo, desde 1952 a 2008]. Esta colección se ha preparado por el dicasterio a través de los años y se completó en formato de disco compacto en dos versiones: una en italiano, y la otra en el idioma original de los textos. Constituye un valioso testimonio al compromiso en el ámbito del turismo a "hacer la presencia maternal de la Iglesia sentida más y más", y para fomentar el conocimiento sobre los múltiples aspectos del fenómeno del turismo y su pastoral específica.
5) El Arzobispo Antonio María Vegliò, Presidente del Pontificio Consejo, inauguró los trabajos de la Asamblea el miércoles, 29 de abril. Su Excelencia explicó que durante los dos días de la reunión la intención era en primer lugar revisar la historia de la pastoral del turismo repensando el pasado, mirando el presente, y centrando la atención en el futuro. Tras recordar brevemente el compromiso de la Santa Sede de seguir el fenómeno de la movilidad humana en general y en particular el turismo, el Presidente señaló las tareas del Consejo Pontificio en el ámbito de esta pastoral específica: en relación con el turismo en general, el turismo a lugares cristianos, y el turismo de los fieles. El único sello que el arzobispo quiso dar fue "sobre todo una reunión de ‘trabajo compartido’, un compromiso compartido, donde todos, desde su particular percepción y la experiencia personal, puedan contribuir a favorecer una respuesta clarificativa de la Iglesia".
6) A continuación, el Arzobispo Secretario, H.E. Agostino Marchetto, tomó la palabra. Señaló cómo las preocupaciones pastorales y la atención en esta área han cambiado a lo largo del arduo y largo camino seguido por la atención eclesial del turismo. De hecho, si en la década de 1950 se prestó atención a ayudar a los turistas a cumplir con el domingo y el con el precepto del día santo y la posible influencia negativa del fenómeno en la moral de los fieles, ahora han surgido otras sensibilidades que incluyen el cambio climático y la ecología, la ética en el turismo, la lucha contra la pobreza y la explotación sexual de mujeres y menores, y la solidaridad de base, turismo social y responsable. También hay un compromiso renovado con el fin poner de relieve la dimensión cristiana de muchos lugares turísticos y el cuidado pastoral "ordinario" de los fieles en vacaciones. Luego, al referirse a los textos que figuran en el Magisterio Pontificio y Documentos de la Santa Sede sobre la Pastoral del Turismo, el Arzobispo Marchetto presentó algunas ideas recurrentes en el pensamiento de la Iglesia: el turismo como una experiencia vital, la actitud positiva pastoral hacia esta realidad multifacética y transversal, el turismo como un espacio para la misión eclesial, la pastoral del turismo debe considerarse una parte integral del cuidado pastoral eclesial integrado, y la buena voluntad de la Iglesia a unir su propia contribución específica a los esfuerzos de las instituciones civiles y asociaciones en este sector.
7) El Rev. José Brosel, persona encargada del sector de la pastoral del turismo en el Pontificio Consejo, ilustró la parte técnica de la colección editada por el Dicasterio que está a disposición de la Prensa Vaticana en CD.
8) El Dr. Francesco Frangialli, ex Secretario General de la Organización Mundial del Turismo presentó un informe sobre el “Turismo de Hoy: Situación y Desafíos”. Explicó cómo después de un largo período de gran desarrollo durante el cual las llegadas internacionales de turistas pasaron de 50 millones en 1950 a 924 millones en 2008 (de los cuales 488 millones se encontraban en Europa), las cifras han llegado a un punto muerto debido a la crisis económica y financiera. Con la crisis, la industria del turismo mundial está experimentando un tipo diferente de crecimiento: es más moderado, sólido y responsable. En la situación actual, los líderes de la industria y la WTO tienen que hacer frente a nuevos desafíos. Agregó que el turismo ha creado enormes riquezas y millones de puestos de trabajo, pero, al mismo tiempo, a menudo ha hecho daño a las comunidades de acogida y a las condiciones ambientales de las zonas visitadas.
9) Siguió una intervención sobre “Ética y Turismo: el posible reto” por el Dr. Norberto Tonini, Presidente de la Oficina Internacional del Turismo Social y miembro titular del Comité Mundial de Ética para el Turismo. Dijo que durante los últimos años, en nuestra sociedad post-moderna la cuestión ética, aparece repentinamente hasta el punto que no se podía ignorar por el grande y complejo mundo del turismo. Añadió que un documento importante para abordar esta cuestión es el Código de Ética Mundial para el Turismo. Invitó a los gobiernos nacionales y locales, a las empresas y los operadores del sector, así como a las comunidades de acogida a considerar la actividad turística no solo importante para la economía, sino también una gran oportunidad para el desarrollo individual y colectivo de toda la humanidad.
10) El experto de España, Sr. Alberto Bosque Coello, Gerente de Ventas de Investigación de la Sociedad para la Promoción Turística del Distrito de Castilla y León, destacó en su discurso la necesaria colaboración entre los organismos civiles y de la Iglesia en el ámbito del turismo religioso. Entre los ámbitos de esta colaboración, mencionó el programa para abrir los monumentos religiosos que normalmente no pueden ser visitados, exposiciones ocasionales de arte sacro, actos festivos, la utilización de los edificios eclesiásticos para hospitalidad, la publicación de guías, etc. Dijo que la colaboración es posible y útil con otros operadores económicos en el sector, en particular hoteleros, guías locales, los agentes turísticos o gestores de transporte. Respetando las competencias específicas, esta colaboración ayudará a todos y hará una mejor hospitalidad posible. El Sr. Bosque también examinó la distinción entre los diferentes tipos de turismo religioso, de acuerdo con el lugar de destino y las motivaciones del viajero.
11) El segundo día de la Asamblea, el jueves, 30 de abril, se dedicó a la reflexión sobre la respuesta pastoral de la Iglesia a las manifestaciones contemporáneas del turismo. El Rev. Prof. José da Silva Lima (Universidad Católica de Portugal) insistió en un aspecto específico e hizo una amplia reflexión sobre “cómo el turismo puede ser útil para el crecimiento espiritual: hacia una evaluación positiva del turismo y su pastoral”. Para alcanzar el objetivo propuesto, en la primera parte de su intervención señaló seis posibles sub-temas: la búsqueda como una oportunidad para el crecimiento, el fenómeno turístico como una evolución de la conciencia de la humanidad, la atracción ejercida por la dignidad del aspecto ritual, la belleza como la base para el encuentro espiritual, la grandeza del patrimonio artístico como un paso hacia una contemplación más elevada y, por último, la utilidad de la formación para todos los implicados en el turismo. En la segunda parte de su informe, Fr. Lima ofreció algunas sugerencias para la pastoral del turismo: la importancia del acompañamiento, la co-responsabilidad de la Iglesia local, la hospitalidad, el discernimiento, la opción ecológica y, sobre todo, la opción a favor del amor.
12) A continuación, el Rev. Jean-Marie Laurent Mazas del Pontificio Consejo para la Cultura presentó en profundidad la relación entre el turismo y la multiculturalidad y también hizo referencia a la 30ª Jornada Mundial del Turismo 2009 con su tema "Celebrando la Diversidad del turismo". Esta es otra ocasión para destacar el valor de la legítima diversidad y la autenticidad del turismo en un mundo globalizado y para destacar la importancia actual de la pastoral familiar. Hizo hincapié en que una cultura es verdaderamente humana cuando incluye la apertura a otras culturas y esto presupone la superación de la indiferencia y el relativismo cultural con el fin de descubrir los valores ocultos en las culturas encontradas. Un reto para los profesionales del turismo es ayudar a los visitantes a ir más allá del aspecto pintoresco de las cosas.
13) El Obispo de Fidenza (Italia), H.E. Carlo Mazza, anteriormente a cargo de la pastoral del turismo en Italia (Conferencia Episcopal Italiana), destacó en su presentación que para una visión cristiana, una evolución positiva de la relación Iglesia-fe-turismo se necesita que identifique las razones para este encuentro necesario y exigente. Por lo tanto, se deben identificar los "fundamentos" que justifiquen el compromiso de la Iglesia en el "mundo" y, en particular, en el mundo del turismo, y las implicaciones de la fe, la ética y la vida según el Espíritu. Señaló que en la crisis del turismo, se deben proteger algunas de las prioridades, como la proclamación del Evangelio, la centralidad de la Eucaristía en el Día del Señor, la exposición de obras de arte, la belleza de la creación, fraterna hospitalidad, compañía y fiesta, la solidaridad y la sencillez de la vida. Estos son los valores en la base de "convivencia" de un turista cristiano.
14) Después, se dio a los participantes la oportunidad de realizar breves informes sobre sus actividades, dificultades y proyectos, aunque se reserva el tiempo necesario para los grupos de estudio por idiomas: Francés, Inglés e Italiano.
Al término de la reunión, los participantes aprobaron las siguientes conclusiones y recomendaciones.
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
Rome, 22/V/2009
(Traducción particular no oficial desde el inglés)
Texto completo del Documento final, in inglés
http://www.fides.org/eng/documents/Final_document.doc
Artículo publicado por Agencia Informativa Católica de Argentina (AICA)
No hay explicación científica para tilma de Guadalupe
El doctor Adolfo Orozco, experto investigador de la Tilma en la que está grabada la imagen de la Virgen de Guadalupe que se le apareció a San Juan Diego hace 478 años, señaló que el estado extraordinario de conservación de esta reliquia sagrada "está completamente fuera de todo tipo de explicación científica".
En su conferencia durante el Primer Congreso Internacional Mariano sobre la Virgen de Guadalupe que se celebró en Phoenix, organizado por los Caballeros de Colón, el experto explicó que "todas las telas similares a la de la Tilma que fueron colocadas en ambientes húmedos y salinos como el que rodea a la basílica no duraron más de diez años".
Una pintura que copia la imagen de Guadalupe hecha en 1789 confirma este hecho. "Esta imagen fue pintada con las mejores técnicas de su tiempo, la copia era hermosa y estaba hecha con una tela bastante similar a la de la Tilma original. Además, también estaba protegida con un vidrio desde que fue colocada allí", dijo.
Sin embargo, "ocho años después, esta copia tuvo que ser desechada porque estaba perdiendo los colores y las fibras se iban rompiendo. En contraste –precisa Orozco– la Tilma original ya había estado siendo expuesta por 116 años sin ningún tipo de protección, recibiendo todos los rayos infrarrojos y ultravioletas de decenas de miles de velas que estaban cerca de ella; y estaba expuesta a la humedad y el aire salino que rodea al templo".
Una de las características más interesantes de la Tilma, prosigue, "es que la parte de atrás de esta tela es rugoso y poco lisa; mientras que la parte de adelante (donde está la imagen de Guadalupe) es ‘tan suave como la seda’ como señalaban los pintores y científicos en 1666; y confirmó luego casi cien años después, en 1751, el pintor mexicano Miguel Cabrera".
Tras comentar que la Tilma está hecha de las fibras del Agave, Orozco relató dos hechos que tienen que ver directamente con su conservación. El primero ocurrió en 1785 cuando un trabajador accidentalmente derramó un líquido compuesto por 50% de ácido nítrico en la parte derecha de la tela. "Está fuera de una explicación natural el hecho que el ácido no destruyera el tejido; y que no dañara las partes coloridas de la imagen", precisó.
El segundo, dijo luego, se relaciona con la explosión de una bomba cerca de la Tilma en 1921, que ocurrió a 150 metros de ella y que destruyó todos los vidrios en ese radio. Sin embargo, dijo el experto, "inesperadamente, ni la Tilma ni el vidrio común que la protege fueron dañados o se rompieron". Lo único afectado fue un Cristo de hierro que terminó doblado.
"No hay explicación para el hecho que las ondas expansivas que rompieron los vidrios de 150 metros a la redonda no hayan destruido el que cubría la Tilma. Algunos dicen que el Hijo, con el crucifijo que sí fue afectado, protegió la imagen de Su Madre. Lo cierto es que no tenemos una explicación natural para este hecho", concluyó.
El doctor Adolfo Orozco es físico e investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autonómica de México desde 1970. Publicó 13 trabajos en revistas internacionales de su área de investigación: rayos cósmicos, geomagnetismo e historia de la ciencia; y presentó 42 trabajos en Congresos Nacionales e Internacionales sobre su especialidad. Fue socio fundador y secretario general del Centro Mexicano de Sindonología de 1983 a 1998, que dirige desde 1999. Es miembro del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, desde septiembre 2004.+
ZENIT publica la intervención de Benedicto XVI pronunciada ante los peregrinos congregados este miércoles, 19 de Agosto de 2009, en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo sobre "san Juan Eudes y la formación del clero".
Queridos hermanos y hermanas:
Se celebra hoy la memoria litúrgica de san Juan Eudes, apóstol incansable de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, quien vivió en Francia en el siglo XVII, siglo marcado por fenómenos religiosos contrapuestos y también por grandes problemas políticos. Es el tiempo de la guerra de los Treinta Años, que devastó no sólo gran parte de Europa central, sino que también devastó las almas. Mientras se difundía el desprecio por la fe cristiana por parte de algunas corrientes de pensamiento que entonces eran dominantes, el Espíritu Santo suscitaba una renovación espiritual llena de fervor, con personalidades de alto nivel como la de Bérulle, san Vicente de Paúl, san Luis María Grignon de Montfort y san Juan Eudes. Esta gran "escuela francesa" de santidad tuvo también entre sus frutos a san Juan María Vianney. Por un misterioso designio de la Providencia, mi venerado predecesor, Pío XI, proclamó santos al mismo tiempo, el 31 de mayo de 1925, a Juan Eudes y al cura de Ars, ofreciendo a la Iglesia y al mundo entero dos extraordinarios ejemplos de santidad sacerdotal.
En el contexto del Año Sacerdotal, quiero detenerme a subrayar el celo apostólico de san Juan Eudes, en particular dirigido a la formación del clero diocesano. Los santos son la verdadera interpretación de la Sagrada Escritura. Los santos han verificado, en la experiencia de la vida, la verdad del Evangelio; de este modo, nos introducen en el conocimiento y en la compresión del Evangelio. El Concilio de Trento, en 1563, había emanado normas para la erección de los seminarios diocesanos y para la formación de los sacerdotes, pues el Concilio era consciente de que toda la crisis de la reforma estaba también condicionada por una insuficiente formación de los sacerdotes, que no estaban preparados de la manera adecuada para el sacerdocio, intelectual y espiritualmente, en el corazón y en el alma. Esto sucedía en 1563; pero dado que la aplicación y la realización de las normas llevaban tiempo, tanto en Alemania como en Francia, san Juan Eudes vio las consecuencias de este problema. Movido por la lúcida conciencia de la gran necesidad de ayuda espiritual que experimentaban las almas precisamente a causa de la incapacidad de gran parte del clero, el santo, que era párroco, instituyó una congregación dedicada de manera específica a la formación de los sacerdotes. En la ciudad universitaria de Caen, fundó el primer seminario, experiencia sumamente apreciada, que muy pronto se amplió a otras diócesis. El camino de santidad, que él recorrió y propuso a sus discípulos, tenía como fundamento una sólida confianza en el amor que Dios reveló a la humanidad en el Corazón sacerdotal de Cristo y en el Corazón maternal de María. En aquel tiempo de crueldad, de pérdida de interioridad, se dirigió al corazón para dejar en el corazón una palabra de los salmos muy bien interpretada por san Agustín. Quería recordar a las personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes, el corazón, mostrando el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. El sacerdote debe ser testigo y apóstol de este amor del Corazón de Cristo y de María.
También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios con una vida totalmente "conquistada" por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios. El Papa Juan Pablo II, después del Sínodo de 1990, emanó la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, en la que retoma y actualiza las normas del Concilio de Trento y subraya sobre todo la necesaria continuidad entre el momento inicial y el permanente de la formación; para él, para nosotros, es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los sacerdotes, y es también el punto central para que la "nueva evangelización" no sea simplemente un eslogan atractivo, sino que se traduzca en realidad. Los cimientos de la formación del seminario constituyen ese insustituible "humus spirituale" en el que es posible "aprender a Cristo", dejándose configurar progresivamente por Él, único Sumo Sacerdote y Buen Pastor. El tiempo del seminario debe ser visto, por tanto, como la actualización del momento en el que el Señor Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a predicar, les pide que se queden con Él (Cf. Marcos 3,14). Cuando san Marcos narra la vocación de los doce apóstoles, nos dice que Jesús tenía un doble objetivo: el primero era que estuvieran con Él, el segundo que fueran enviados a predicar. Pero al ir siempre con Él, realmente anuncian a Cristo y llevan la realidad el Evangelio al mundo.
En este Año Sacerdotal os invito a rezar, queridos hermanos y hermanas, por los sacerdotes y por quienes se preparan a recibir el don extraordinario del sacerdocio ministerial. Concluyo dirigiendo a todos la exhortación de san Juan Eudes, que dice así a los sacerdotes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad" (Coeur admirable, III, 2).
Con este espíritu, cantamos ahora juntos el Padrenuestro en latín.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo a los peregrinos de lengua española. En particular a la Parroquia de San Nicolás de la Villa de Córdoba. Celebramos hoy la fiesta de san Juan Eudes, apóstol incansable de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María y entregado totalmente a la formación del clero diocesano. La adecuada preparación del sacerdote es el punto de partida de una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los presbíteros. Durante este Año Sacerdotal, os invito a rezar por los sacerdotes para que configurándose cada vez más con Cristo, Buen Pastor, sean testigos en el mundo de la infinita misericordia de Dios. Muchas gracias.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Editorial de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en la primera edición del periódico diocesano.
(agosto de 2009) (AICA)
"La Iglesia está viva y tiene algo que decir”
Es una alegría inmensa poder ofrecer este periódico diocesano a todas las comunidades y a todos los fieles. Y ya que estamos en tiempo de comunicación, en tiempo de información, es muy importante que haya una comunicación oficial, una comunicación de la misma Iglesia en la que todos estamos llamados no sólo a informarnos, a leer, a interesarnos, a conocer el pensamiento de nuestra Iglesia diocesana, sino también a aportar desde nuestros lugares dando a conocer los movimientos diocesanos, las actividades, los pensamientos; mostrando así que la Iglesia está viva y tiene algo que decir, algo que compartir y algo que expresar.
El obispo va a utilizar este espacio para comunicarse pensando en las realidades de nuestra diócesis. En las familias, en los fieles, en los sacerdotes, en los seminaristas, en los diáconos permanentes y sus familias, en las religiosas y en el querido pueblo fiel, para animarlos, para comunicar el entusiasmo, para sostenerlos en aquellas instancias arduas y difíciles que todos atravesamos. Hoy es un tiempo de tremendos desafíos y retos que cada uno tiene, pero más que nunca debe poder encontrar y dar razones de nuestra esperanza.
Los desafíos
Un elemento es la perplejidad frente a la invasión de problemas que golpean a diario nuestras mentes y nuestras conciencias. Un problema central es la falta de objetividad que tenemos frente a la realidad, frente a los acontecimientos. Hoy más que nunca hay una sensibilidad, una susceptibilidad de lo individual, de lo que le pasa a uno, de lo que sufre uno, de lo que vive uno o de lo que experimenta uno. Pero más que nunca hay que hacer el esfuerzo de dar un paso más adelante, más hacia arriba, hacia aquello que es objetivo y aquello que es verdad.
En su primera encíclica social, el Papa Benedicto XVI nos habla de la “caridad en la verdad” y yo aconsejo su lectura personal. Y si queremos transmitir algo, si queremos vivir el desarrollo de los pueblos, si queremos crecer en solidaridad, tenemos que estar atentos a la justicia y al bien común, pero fundamentalmente con la presencia del Evangelio pues sin el Evangelio hay letra muerta. El Papa cita en esta encíclica a Populorum Progressio y habla de la necesidad de recurrir al Evangelio que es la fuente viva e inspiradora de toda acción humanitaria y de todo comportamiento ético y social.
La objetividad en la verdad y la verdad a la que debemos acceder, es objetiva.
Por lo tanto todos somos llamados e interpelados, convocados y a la vez enviados. Tenemos que percibir el llamado interior de nuestra vocación a ser discípulos y testigos del Evangelio. Para ser auténticamente cristianos, debemos experimentar una conversión personal y a la vez eclesial para ser capaces de responder a estos tiempos como luz del mundo y como sal que da gusto a las cosas de la tierra. Esto específicamente es el Evangelio, y en forma coherente debemos dar la respuesta.
Otro elemento es el pensamiento. Lo más difícil es tener tiempo para pensar. Para pensar y pensar bien, no sólo inmediatamente, sino pensar a corto, mediano y largo plazo. El pensamiento iluminado por la fe es algo esencial; es la razón que quiere entender y el entendimiento de la fe que hace comprender la razón. Las dos realidades de una persona están comprometidas en un punto integral. Integral porque es en la totalidad de la persona. No somos sólo materia o sólo espíritu, sino que somos materia espiritualizada donde la persona humana tiene un alcance en lo humano y en lo trascendente. Lo trascendente da la garantía para vivir lo humano. “Si lo humano no se abre a la trascendencia se torna inhumano”, dice el Papa en su encíclica Cáritas in veritate
Actitud crítica
Aprovechar este espacio para que en nuestras comunidades sepamos alimentarnos de cosas que sean sustanciosas, objetivas, reales y podamos salir, “safar”, de lo que es el mundo mediático que no sólo golpea sino que repercute en nuestros comportamientos y en nuestra vida social y familiar. Es importante tener una actitud crítica para ejercer el señorío del discernimiento, el señorío de la persona humana. Una persona que no sabe discernir, o que no sabe criticar la realidad de este mundo para poder sopesarla, fácilmente va a ser tragada por los patrones vigentes que están en la sociedad, en el mundo
Pero esta actitud crítica nos debe llevar a la concreción para no quedar sólo en el mundo de las ideas sino de la realidad. Esta realidad debe ser sostenida por la fe. Saber que Dios está presente en lo cotidiano de nuestra vida y la caridad nos lleva a realizar cada cosa por su amor, en el amor concreto a nuestros hermanos. La magnitud de los problemas nos exige concretar en aquello que podemos y debemos hacer sin transferir la responsabilidad a otros. Una vez más decimos que la caridad es concreta y no abstracta.
La fuerza interior que todos tenemos que tener es el Espíritu de Dios. Es el Espíritu “que hace nuevas todas las cosas”; es el Espíritu que hace nuevos los huesos quebrantados y debilitados; es el Espíritu que es capaz de salvarnos a nosotros y al mundo, pero sin el Espíritu de Dios nada podemos hacer. Jesús nos dice en el Evangelio de San Juan “sin mí nada pueden hacer” (Jn 15,5).
Importancia de la identidad
Iniciamos este tiempo de comunicación y participación, tiempo de identidad -porque si no tenemos identidad no podemos dialogar ni seriamente participar- y desde lo nuestro lo vivimos, lo experimentamos, lo comunicamos y lo participamos. Por lo tanto, una acción muy importante en nuestra vida es el diálogo en la verdad, la identidad en la verdad y participar en todas las cosas que el Señor nos pide a través del Evangelio, que la Iglesia misma -como docente que es- nos enseña el camino para alcanzar a Cristo y para vivir en la plenitud de nuestra madurez. Es decir la vocación cristiana donde está presente la gracia, donde está presente la amistad con Jesucristo y donde el pecado, de alguna manera, tiene muy poco lugar en la vida de un cristiano y mucho más en un consagrado.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el décimo noveno domingo durante el año.
(9 de agosto de 2009) (AICA Documentos - Monseñor Juan Rubén Martínez)
“Pan partido para los pobres”
El Evangelio de este domingo (Jn. 6, 41-51), nos sigue relatando la multiplicación de los panes. Por un lado la preocupación del Señor “por el gentío que acudía a él” porque no tenían para comer. Pero también este relato tiene una referencia directa al tema eucarístico y es en este texto de San Juan que el Señor nos dice: “Yo Soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo les voy a dar, es mi carne para la vida del mundo…” (51). En la raíz del relato está la mirada compasiva del Señor a la multitud porque estaban como ovejas sin Pastor. Es una mirada que parte del Amor. La eucaristía y toda la realidad que implica el pan compartido y la solidaridad social necesitan fundamentarse en una comprensión correcta del amor. El Papa Benedicto XVI tanto en su primera encíclica “Dios es Amor”, como en otras reflexiones coloca el tema de la caridad, como una clave para responder a los desafíos de la evangelización en este inicio del siglo XXI. En la primera sesión de la V Conferencia de América Latina y el Caribe, realizada en Aparecida, el Papa dice que América Latina no tiene que ser solo el Continente de la Esperanza, sino también el Continente de la Caridad.
La acción evangelizadora de la Iglesia, desde la caridad, el amor donado y Pascual de Jesucristo, el Señor, se interesa e implica en toda la realidad humana, y por lo tanto en la cuestión social. El Papa en su última encíclica “Caritas in Veritate” (La caridad en la verdad), señala esto en la introducción: “La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según enseña Jesús, es la síntesis de toda la ley (Mt. 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es solo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas…” (2).
El pasado 7 de agosto hemos celebrado a “San Cayetano”. Fiesta tan querida por nuestro pueblo y que expresa la valoración del trabajo que tiene nuestra gente, porque desde un trabajo digno se puede ganar el pan de cada día, y esto ayuda a tener paz en las familias y en la sociedad. Ante esto no es extraño que la doctrina social de la Iglesia acentúe y priorice “el trabajo como clave de la problemática económica y genuino generador del capital. Así como la preocupación en la expresión de la Iglesia, cuando señala el “flagelo de la pobreza” especialmente causada por la desocupación o bien, la precariedad laboral, donde tantos viven con changas pasajeras y sin cobertura social alguna.
El documento de Aparecida señala algunas de las causas que generaron la actual crisis en la que aún estamos sumergidos y nos señala también la responsabilidad de la empresa en una sociedad que busque madurar la responsabilidad social. El texto de mayo de 2007 nos dice: “La actual concentración de rentas y riquezas se da principalmente por los mecanismos de sistemas financieros. La libertad concedida a las inversiones financieras favorece al capital especulativo, que no tiene incentivos para inversiones productivas de largo plazo, sino que busca el lucro inmediato en los negocios con títulos públicos, monedas y derivados. Sin embargo, según la Doctrina Social de Iglesia, “el objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no solo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Al contrario, la pura acumulación, aún cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de una auténtica felicidad humana”. La empresa está llamada a prestar una contribución mayor en la sociedad, asumiendo la llamada responsabilidad social-empresarial desde esa perspectiva” (69).
En este domingo que hace referencia al texto bíblico de la multiplicación de los panes, nos permite recordar el consejo del Papa en la encíclica Sacramentum Caritatis: “Nuestras comunidades cuando celebran la Eucaristía han de ser cada vez más concientes de que el Sacrificio de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse “pan partido” para los demás, y por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno… En verdad la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo” (88).
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
Reflexiones de Monseñor Víctor Selvino Arenhardt, Obispo de Oberá, al tomar posesión de su Diócesis
(15 de agosto de 2009) (AICA)
tomar posesión de la Diócesis
Que linda fiesta: se nota el empeño que han puesto en preparar y organizar todo esto. Gracias porque están aquí. En primer lugar al Sr. Nuncio Apostólico que acaba de ponerme esta mochila que llevaré el resto de mi vida…, a los demás obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas y todos los hermanos que han venido de sus respectivas parroquias y capillas de esta nueva Diócesis como así también de otras partes de la provincia, especialmente agradezco el acompañamiento de la gente de la Catedral de Posadas.
Gracias por la presencia de las autoridades de los tres poderes de la Provincia de Misiones, a las autoridades municipales, las fuerzas de seguridad, etc.
Gracias a los que no pudieron venir pero que se unen a esta celebración a través de la radio y la televisión y nos acompañan con su oración.
Pero sobre todo, muy por encima de todo mi más profunda gratitud al Señor, porque en definitiva esta fiesta es obra Suya, ha sido Él quien ha querido que haya una tercera diócesis en esta provincia; y por eso un obispo más: y… bueno… me tocó a mí…: antes que ustedes debo creer yo… y me pregunto ¿qué habré hecho? O ¿qué vieron en este cura para pueblos y colonias que nació allá por el 48 en medio del monte detrás de un tacuapisal…?
Cuando veía llegar esto, confieso sinceramente, me resistí. Pero ya está: las cosas del Señor cuando llegan sobrepasan cualquier resistencia y no admiten retorno… Las manos están puestas en el arado y el Reino del Señor sólo admite mirar hacia delante… y aquí está la nueva diócesis y su gente de la cual siempre me sentí uno más, en definitiva mi fe creció y maduró entre ustedes. Pero hoy me toca ser su obispo y les digo de corazón que para mí no es un merecimiento, una recompensa u honor… sino, simplemente, un nuevo llamado y un envío del Señor y de la Iglesia para que, con corazón de discípulo, pueda anunciarles el mensaje del Señor Resucitado que nos ama y quiere compartir su vida con cada uno: niños, ancianos, jóvenes, enfermos, desocupados, excluidos, minusválidos, presos, aborígenes, obreros rurales, agricultores, chacareros, etc… y ayudarles a descubrir la infinita riqueza del Amor del Padre que nos quiere como hijos y nos llama a vivir como hermanos entre nosotros para formar esa gran familia de los hijos de Dios que es la Iglesia, la que queremos que sea casa y escuela de comunión para que nos contenga a todos.
Para hacer realidad esto potenciaremos todo lo que vienen haciendo en las parroquias. Además aterrizaremos las propuestas del Primer Sínodo de la Diócesis de Posadas en el cual la mayoría de las parroquias estuvieron representadas. Amén de todo lo que el Señor y la Iglesia, oportunamente nos pidan.
Estaré junto a ustedes y podrán contar conmigo… No habrá privilegios. No me dejaré atrapar por Oberá, y les recuerdo que la diócesis si bien empieza en Oberá, va hasta San Vicente, el Soberbio y baja hasta San Javier…
Creceremos al ritmo de la Semilla de mostaza o de la levadura en la masa, no buscando protagonismos a los ojos del mundo. ¡No!, sino confiando en la Gracia y la fuerza del Espíritu Santo y sabiendo que aún con la pobreza de recursos, el Reino florece en la sencillez de lo cotidiano. Confiemos en el poder inquebrantable de la Fe, obedezcamos lo que el Señor y la Iglesia nos mandan… y sirvamos desde la Fe para hacer un mundo mejor.
Todo al amparo de María de la Asunción del Acaraguá y Mbororé, cuya imagen ya estuvo visitando los montes de la costa del Uruguay desde 1628 y con la intercesión y protección de San Antonio de Padua, el Patrono a prueba de fuego.
Mons. Víctor Selvino Arenhardt, obispo de Oberá
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA, el miércoles 19 de Agosto de 2009, en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H”. *
Reflexión veraniega: personalidad y misión
ACTUALMENTE, los creyentes nos encontramos en un tiempo de búsqueda de la personalidad de Cristo y la identidad del cristiano. Y de la conquista de esta meta se sigue una praxis de la fe mejor para la Iglesia y la sociedad.
Cristo, según S. Marcos, en medio de su vida pública, formula a sus discípulos un interrogante crucial: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Aquí no se trata de una pregunta vanidosa, sino de una ocasión para manifestarnos su verdadera personalidad y misión. Como respuesta de la gente de entonces, los discípulos le contestan que todos le tienen por un profeta comparable a los mejores. También hoy, los más diversos grupos, incluso los no creyentes, colocan a Cristo en la distinción de los personajes más importantes de todos los tiempos. Pero ¿es sólo eso Cristo?, ¿uno más, aunque el primero, en el panteón de los prohombres y en recuerdo de los profetas religiosos? Nada de eso. Y S. Pedro, voz de Dios y de la Iglesia, así lo expresa: "Tú eres el Mesías". Es el enviado definitivo, la palabra última de Dios a la Humanidad, por ser la palabra eterna del Padre.
Desde entonces se viene proclamando en la Iglesia por el testimonio de su fieles creyentes a todo el mundo la figura auténtica de Cristo, histórica y de la fe, la verdadera dimensión de su personalidad divina y humana: "El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sacerdotes y letrados y ser ejecutado".
Jesús no busca directamente la pasión y la cruz. Pero, al mismo tiempo, no huye cobardemente de la acción de amo que lo llevará al calvario. Y acepta la muerte como fruto de su fidelidad y como misión asignada por el Padre.
También los cristianos, tras aceptar ese mesianismo paciente de Cristo, debemos ser parte activa en su vía crucis: "El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga".
Jesús no propugna abnegación antihumana, sino que sigamos su ejemplo. Es decir, que carguemos con la cruz diaria del cumplimiento del deber, encajando con garbo la oposición ajena y podando el egoísmo propio para que no nos impida armonizar el sano amor a nosotros mismos con el amor, la justicia y la generosidad con los demás.
Aquí se trata de que los cristianos de todas las circunstancias y en todos los tiempos sepamos responder sencillamente a estas preguntas: ¿quién es hoy Jesucristo para mí? ¿Qué lugar ocupa en mi vida? ¿Qué relación hay entre él y yo? ¿Qué hago por conocerlo y darlo a conocer y seguirle y animar a que los demás también lo sigan?
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
Carta que ha enviado el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, en unión con sus obispos auxiliares, con motivo de la Ley de Educación promovida por el gobierno. La misiva ha sido leída en todas las iglesias de Caracas este fin de semana, 15 y 16 de agosto de 2009.
A los venerables sacerdotes, a los diáconos, religiosos y religiosas, y a todos los fieles católicos de la Arquidiócesis de Caracas: ¡Salud y paz en el Señor!
1. Recientemente ha sido presentada para su discusión en la Asamblea Nacional una nueva propuesta de Ley de Educación, distinta al proyecto aprobado en primera discusión en el año 2001, con planteamientos muy controversiales, y en la que no se contempla la enseñanza religiosa en las escuelas. Ante este hecho, sin entrar en otros aspectos conflictivos de la propuesta, y dado que la dimensión trascendente y religiosa es un elemento fundamental de la persona humana, queremos subrayar algunos puntos de suma importancia.
2. El artículo 6 de la propuesta dice textualmente: "El Estado mantendrá en toda circunstancia su carácter laico en materia educativa, preservando su independencia respecto a todas las corrientes y organismos religiosos. Las familias tienen el derecho y la responsabilidad de la educación religiosa de sus hijos e hijas de acuerdo a sus convicciones y en conformidad con la libertad religiosa y de culto, prevista constitucionalmente"
3. La propuesta omite expresamente lo contemplado en el artículo 50 de la actual Ley Orgánica de Educación, el cual permite que se imparta educación religiosa en las escuelas públicas de educación básica a los alumnos cuyos padres así lo soliciten. Además, calificados personeros del Gobierno han manifestado en varias ocasiones su determinación de eliminar la enseñanza religiosa en las escuelas. De todo lo dicho se desprende que la educación religiosa escolar quedaría fuera de todas las escuelas, tanto públicas como privadas, estén dirigidas o no por instituciones vinculadas a la Iglesia católica o a otras instituciones religiosas.
4. Ante este peligro es preciso hacer algunas consideraciones: El hecho de que el Estado venezolano sea "laico", es decir, no confesional, pues no impone o promueve ninguna religión en particular, es algo positivo, y permite la práctica de la libertad religiosa y la libertad de culto. Pero esto no justifica que el Estado omita su obligación de permitir y posibilitar el ejercicio de los derechos de los ciudadanos, entre otros, los derechos religiosos. El Estado debe permitir y hacer posible la enseñanza religiosa en las escuelas. Esto no va contra la "laicidad del Estado", y no violenta los derechos de nadie, sino que posibilita el ejercicio del derecho a la enseñanza religiosa escolar a los alumnos de cualquier religión.
5. Por otra parte, el artículo 59 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra ese derecho al establecer que: "El padre y la madre tienen el derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa de acuerdo con sus convicciones". La posibilidad de ejercer ese derecho queda mermada al omitir lo contemplado acertadamente en el artículo 50 de la Ley Orgánica de educación vigente. Además, la religión ha sido enseñada en las escuelas públicas de Venezuela desde tiempo inmemorial, y forma parte de nuestra identidad nacional. De manera que la enseñanza religiosa escolar es un derecho adquirido, y de acuerdo a la progresividad de los derechos que postula la actual Constitución en su artículo 19, no puede eliminarse.
6. La enseñanza de la religión es muy beneficiosa para la población, pues, fortalece la práctica de una conducta moral fraterna y solidaria. Recordemos la enseñanza del Libertador: "La Moral sin la Religión carece de su fundamento". Una educación integral, que responda a todas las exigencias del ser humano, no puede excluir el aspecto trascendente y religioso de las personas. La educación religiosa escolar tiene que ver con los derechos de las familias, con la concepción trascendental y religiosa de la gran mayoría de los venezolanos, y con los beneficios de la formación religiosa de los ciudadanos.
7. Por todo lo dicho, pedimos formalmente a la Asamblea Nacional que incluya la posibilidad de impartir la educación religiosa en el currículo y en el horario escolar de acuerdo a las convicciones de los padres o madres de los alumnos de Educación Básica. Así se respetarán los derechos adquiridos de los alumnos a ser educados en la religión de sus padres, y los derechos de la Iglesia a continuar la enseñanza religiosa, impartida desde tiempo inmemorial en las escuelas de educación primaria, tanto públicas como privadas.
8. Igualmente, dada la naturaleza, la gravedad e importancia de la educación para todo el país, pedimos formalmente a la Asamblea Nacional que difiera para la segunda quincena de septiembre la discusión de esa nueva propuesta de ley, a fin de promover la adecuada participación de los diversos actores del hecho educativo, y se pueda lograr el necesario consenso sobre algo tan importante como la educación.
9. Queridos hermanos: Dios es importante para Venezuela. ¡No se puede sacar a Dios de las escuelas! Ante la seria posibilidad de que la educación religiosa sea eliminada del horario escolar en todas las escuelas, tanto públicas como privadas, también las de instituciones de la Iglesia, es preciso que tomemos conciencia de la necesidad e importancia de la enseñanza religiosa en el horario escolar. De manera democrática y pacífica defendamos nuestros derechos religiosos y exijamos que se mantenga la normativa legal que actualmente los protege. El conocimiento y la enseñanza de nuestra fe es una gravísima obligación y un derecho fundamental de los católicos, de cada familia, y de toda la comunidad eclesial. Tomemos conciencia de ello, cumplamos nuestros deberes, y defendamos nuestros derechos.
10. Invocamos sobre todos ustedes la protección maternal de la Stma. Virgen de Coromoto, madre del Divino Maestro, Nuestro Señor Jesucristo. Con nuestra bendición episcopal,
Cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas; monseñor Saúl Figueroa Albornoz, monseñor Luis Tineo Rivera; monseñor Jesús González de Zárate, obispos auxiliares; monseñor Fernando Castro Aguayo, obispo auxiliar electo.
Carta que ha enviado el cardenal Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, el 10 de agosto, fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir.
Queridos diáconos permanentes:
Cada vez con más fuerza la Iglesia descubre la inestimable riqueza del diaconado permanente. Cuando los obispos llegan a la Congregación para el Clero, en ocasión de las visitas "ad limina", se comenta, entre otros, el tema del diaconado y los prelados muestran su agrado y su esperanza ante vosotros, diáconos permanentes. Todo esto nos llena de inmensa alegría. La Iglesia os da las gracias y, a su vez, reconoce vuestra entrega y vuestro trabajo ministerial. Al mismo tiempo, quiere alentaros para que caminéis por el camino de la santidad personal, para que viváis una intensa vida de oración y de espiritualidad diaconal. A vosotros se puede también aplicar aquello que el Papa ha dicho a los sacerdotes en ocasión del Año Sacerdotal: "favorecer esa tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual, de la cual depende sobre todo la eficacia de su ministerio" (Discurso del 16 marzo 2009).
Hoy, en la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir, quisiera invitaros a dos reflexiones. Una sobre vuestro ministerio de la Palabra, la otra sobre la Caridad.
Todavía permanece el grato recuerdo del Sínodo sobre la Palabra de Dios, que se celebró durante el pasado octubre. Nosotros, ministros ordenados, hemos recibido del Señor, a través de la mediación de la Iglesia, el encargo de predicar la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra, anunciando la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, su Palabra y su Reino a toda creatura. Esta Palabra - como afirma el Mensaje final del Sínodo - tiene su voz, la Revelación; su rostro, Jesucristo; su camino, la Misión. Conocer la Revelación, adherirse incondicionalmente a Cristo, como discípulo fascinado y enamorado, partir con Jesús y con El hacia la Misión..., es cuanto se espera de nosotros y, de un modo totalmente sin reservas, de un Diácono permanente. De un buen discípulo nace un buen misionero.
El ministerio de la Palabra, que en san Esteban, diácono y mártir, los diáconos tienen un gran modelo, pide a los ministros ordenados un esfuerzo constante para estudiarla y hacerla propia al mismo tiempo que se proclama. La meditación, a modo de "lectio divina", esto es, de lectura orante, es hoy en día el camino aconsejado para entender, hacer propia y vivir la Palabra de Dios. Al mismo tiempo, la formación intelectual, teológica y pastoral es un desafío que dura toda la vida. Un cualificado y actualizado ministerio de la Palabra depende mucho de esa profunda formación.
Permanezcamos a la espera, en un futuro próximo, del documento del Santo Padre sobre las conclusiones del citado Sínodo. Deberá ser recibido con apertura de corazón y con el deber de una futura profundización.
La segunda reflexión versa acerca del ministerio de la Caridad, tomando como gran modelo a San Lorenzo, diácono y mártir. El diaconado tiene sus raíces en la organización eclesial de la caridad en la Iglesia primitiva. En Roma (s. III), durante el periodo de las grandes persecuciones, aparece la figura extraordinaria de San Lorenzo, archidiácono del Papa San Sixto II y fidelísimo administrador de los bienes de la comunidad. Sobre San Lorenzo así se expresa nuestro amado Papa Benedicto XVI: "Su solicitud por los pobres, el generoso servicio que dio a la Iglesia de Roma en el sector de la asistencia y de la caridad, la fidelidad al Papa que le empujó a seguirlo en la prueba suprema del martirio y el heroico testimonio de sangre pocos días después, son hechos universalmente conocidos" (homilía en la basílica de San Lorenzo, 30 noviembre 2008). Es conocida también la afirmación sobre San Lorenzo: "La riqueza de la Iglesia son los pobres". Los asistía con gran generosidad. He aquí un ejemplo todavía actual para los Diáconos permanentes. Debemos amar a los pobres en manera preferencial, como Jesucristo. Ser solidarios con ellos. Buscar construir una sociedad justa, fraterna, pacífica. La reciente carta encíclica de Benedicto XVI, "Caritas in veritate" (La caridad en la verdad) sea nuestra guía actualizada. En tal encíclica el Santo Padre afirma como fundamental principio: "La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia" (n.2). Los Diáconos se identifican muy especialmente con la caridad. Los pobres son uno de los ambientes cotidianos y objeto de su solicitud sin descanso. No se entendería un Diácono que no se comprometiese en primera persona en la caridad y en la solidariedad hacia los pobres, que, de nuevo, hoy se multiplican.
Queridos diáconos permanentes, Dios os bendiga con todo su amor y os haga felices en vuestra vocación y misión. Saludo con respeto y admiración a las esposas y a los hijos, de quienes sois esposos y padres. A todos ellos la Iglesia da las gracias por la multiforme colaboración, que prestan al ministerio diaconal. Además, el Año Sacerdotal nos invita a manifestar nuestro afecto a los queridísimos sacerdotes y a rezar por ellos.
Homilía de monseñor Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero, en la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María
(15 de agosto de 2009) (AICA)
Solemnidad de la Asunción de la santisima Virgen María
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, el hijo de la Virgen María
Celebramos hoy la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María a los Cielos. Fue el Papa Pío XII, quien el 1 de noviembre de 1950 definió este dogma. Estas son las palabras que resumen esta fiesta: “la Inmaculada Madre, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”[1].
Con esta liturgia, la Iglesia nos invita a mirar a la Madre de Dios y Madre nuestra. María es la imagen y la primera realización de aquello que todos los fieles, por la gracia de Dios, llegarán a ser. La Iglesia –nos dice el Concilio Vaticano II- ha alcanzado en la Virgen María la perfección”.[2]
Las lecturas de esta Eucaristía no nos dicen nada acerca de la muerte y posterior asunción de la Virgen María, ya que las Sagradas Escrituras no dan ninguna información sobre las circunstancias de este acontecimiento en la vida de Nuestra Señora. En cambio resaltan la maternidad de María en contraste con la realidad del pecado y de la muerte. Ella es la Madre de Dios.
El libro del Apocalipsis, en referencia a esto, nos dice: “la mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro”. Por su parte el Evangelio de la Misa, nos presenta la visita de María a su prima Isabel, en la región montañosa de Judá Allí Isabel recibe a la Virgen con estas profundas palabras: ¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a visitarme?
Del llamado que Dios hizo a María para ser la Madre de su Hijo Único, se desprenden todos los títulos y prerrogativas marianas. Como Jesucristo, Dios y hombre verdadero, quiso tenerla a su lado, en Cuerpo y alma; y como podía hacerlo, luego efectivamente lo hizo. Las palabras del salmo de la Misa se pueden aplicar a este misterio: “una hija de reyes, -María- está de pie a tu derecha, es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.
Como decía anteriormente, la fiesta nos invita a mirar a María, modelo de la Iglesia, modelo para cada uno de nosotros, discípulos-misioneros de su Hijo Jesucristo.
Los obispos en Aparecida, nos presentan a María como la primera discípula, y por tanto también la primera misionera, ya que son dos realidades de una misma medalla, que no se pueden separar en la vida de los fieles cristianos.
Cuando les escribí la carta pastoral invitando a la Coronación Pontificia, remarcaba el espíritu misionero de Nuestra Madre María, a través de las escenas que los Evangelios nos presentan de la vida de Ella. Estos pasajes nos dan pistas de como nosotros, que queremos identificarnos más con Jesucristo, y que a la vez queremos poner nuestro esfuerzo para ser sus testigos, debemos aprovechar todas las ocasiones para sembrar el Mensaje de Salvación.
En las Bodas de Caná se resalta ese corazón maternal de María, que ve las necesidades y actúa en consecuencia. Busca la solución de algo material, como es la falta de vino, en su Hijo Jesús: “hagan lo que El les diga”. En la lectura del Evangelio de hoy vemos como María lleva la Alegría a sus parientes, y a la vez se hace servidora. María lleva siempre, no su persona, sino el Consuelo, con mayúsculas, su Hijo Jesucristo. Es a Él a quien debemos poner en el centro, y no tanto nuestra persona, cualidades o virtudes. Es él quien ha empezado la obra buena, y es El quien la llevará a su término. Pongamos a Cristo en la cumbre de nuestra existencia[3], de la vida de los demás, sin excluir a nadie, y de todas las actividades nobles y buenas.
“La misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño. La Iglesia sabe, por revelación de Dios y por la experiencia humana de la fe, que Jesucristo es la respuesta total, sobreabundante y satisfactoria a las preguntas humanas sobre la verdad, el sentido de la vida y de la realidad, la felicidad, la justicia y la belleza. Son las inquietudes que están arraigadas en le corazón de toda persona y que laten en lo más humano de la cultura de los pueblos. Por eso, todo signo auténtico de verdad, bien y belleza en la aventura humana viene de Dios y clama por Dios.”[4]
El Prefacio de la Misa de la Asunción de la Virgen nos invita a rezar a la Virgen Madre Dios, anticipo e imagen de la perfección que alcanzará la Iglesia, recodándonos que Ella es garantía de consuelo y de esperanza para el pueblo que peregrina en la tierra[5]
Los trípticos que se entregará en esta Misa, no buscan ser un adorno más para nuestros hogares, o para nuestros altares familiares, sino una invitación personal a acercarnos, a través de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, a su Hijo Jesucristo. Asimismo, éstos deben ir acompañados, con la preocupación y la ocupación de las necesidades, espirituales y materiales, que puedan estar atravesando casa una de las familias, que los reciban.
María está junto a su Hijo, en el Cielo, con una oración antigua, le pedimos a Ella “hable cosas buenas de nosotros” a Jesús. Que hable bien de nuestra querida Diócesis de Santiago del Estero; que nos consiga las gracias que cada uno de nosotros necesita; que nos ayude a ser verdaderos discípulos-misioneros del Consuelo, para llevar a todos, la única solución a todos los problemas, Jesucristo, el Consuelo que acuna entre sus brazos. Así sea.
Notas
1. Cfr. DH 3900-3904. PIO XII, Munificentissimus Deus, 1-XI-1950.
2. CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, 65.
3. Cfr. MISAL ROMANO, Prefacio La Gloria de María elevada al Cielo, 733.
4. Documento de Aparecida, n.394
Mons. Francisco Polti, obispo de Santiago del Estero
Artículo de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú publicado en el Diario Rumbo Sur (AICA)
(14 de agosto de 2009)
¿PLANETA TIERRA O PLASTILANDIA?
Hace unos días se publicó una noticia en un diario de tirada nacional acerca de “una isla de basura”* que navega por el océano Pacífico. Lo alarmante de la isla es su extensión y composición. Tiene una superficie semejante a la mitad del territorio de la Argentina. Sí, leíste bien. La composición de aquella formación: fundamentalmente plásticos (botellas, bolsas, cascos, pelotas y todo tipo de descartables, aerosoles, jeringas…). Son materiales no biodegradables. Invito al lector a buscar fotos de esta espantosa formación de desperdicios.
También quisiera hiciéramos un simple ejercicio de imaginación. Si eso es lo que “aparece”, lo que “emerge”, ¿cuánto más será lo que está enterrado en tierra firme? Hay toneladas de basura que cotidianamente se vuelcan en pozos, para luego taparlos. Se los llama “rellenos sanitarios”. Mucha de esa basura es material no degradable y que contamina las napas de agua: pilas, baterías, celulares, carcasas de televisores, de radios, botellas plásticas, bolsas de supermercado…
Hace unas décadas, cuando veíamos en zonas industriales las chimeneas de las fábricas largando mucho humo, identificábamos esas imágenes con el progreso. Sin saberlo, se construyeron —construimos— gigantes con pies de barro. Se vivió —vivimos— en esa especie de ilusión no ingenua de afirmar en los hechos que talar, extraer, volcar, contaminar, no trae problemas, porque la Naturaleza vuelve “sola” a su estado original. Una suerte de imaginación de un Planeta in-destructible, in-agotable.
¿Agua?, “siempre va a haber”. ¿Petróleo?, “hay reservas para rato”. ¿Peces?, “siempre van a estar, se reproducen solitos”. ¿Bosques?, “hay bastantes, ¿qué importa un poco menos?” ¿Montañas?, “hay muchas, qué interesa dinamitar algunas”. ¿Glaciares?, “hay de sobra, y éstos están tan lejos que quién se va acordar si hoy están y mañana no”.
No se quiere —no queremos— percibir la diferencia entre talar con hacha o con motosierra, cavar con pala o con topadora, pescar con anzuelo o con dinamita. Se mantiene una idea de la reacción de la naturaleza como si utilizáramos herramientas del siglo XIX pero le avanzamos con tecnologías del siglo XXI. Algunas alteraciones provocadas al ambiente son irreversibles. El Planeta no es infinito. Así es. Lo que llevó miles o millones de años formarse maravillosamente como equilibrio ecológico, una vez destruido no se recompone con buena voluntad o “maquillaje paisajístico”. La pérdida de biodiversidad al talar bosque nativo, dinamitar glaciares, depredar los mares, no tiene marcha atrás. Ojalá fuera distinto.
El afán industrializador y consumista del sistema económico imperante provoca cambios en la temperatura del planeta, alteraciones en la capa de ozono, derretimiento de hielos llamados eternos, contaminación permanente de agua potable, entre otros males y daños. Y mientras miramos para otro lado, informes científicos inobjetables están siendo sistemáticamente desoídos, tildados de exagerados o desacreditados por empresarios y gobernantes en las últimas décadas. Y un “detalle”: los compromisos de Protocolos Internaciones no fueron suscriptos por todos los países. Es más, los Estados que más calentamiento provocan son los menos interesados en solucionar las consecuencias.
Negligencia, injusticia, ambición, abuso de poder, prepotencia, son los motivos. No hay otros. Frente al límite del Planeta, no se piensa en consumir menos o planificar mejor la energía disponible, sino que se pretende obtener energía de los sembrados, con el riesgo de dedicar menos superficie a la producción de alimentos incrementando su costo, y seguir aumentando las causas del calentamiento global. Necesitamos como humanidad recuperar “racionalidad” en el modo de organizarnos.
El agua vale más que el oro.
La vida más que el dinero.
La humanidad más que el sistema económico.
El Papa Benedicto XVI, hace pocos meses en su Encíclica Social, decía: “La Iglesia tiene una responsabilidad con respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”. (CIV 51)
Los más pobres son los que más sufren la degradación de la naturaleza. Beben agua contaminada, respiran sustancias tóxicas, habitan en lugares inhóspitos para la vida digna. “El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa.” (íd).
Una parte de la humanidad está dislocada, y tiene en sus manos el timón del barco. A esta velocidad y en este rumbo no tenemos un viaje apacible por delante. El afán de dinero y más dinero ha hecho entrar al mundo del Hemisferio Norte en una voracidad consumista. Sin embargo, el Planeta tiene lo necesario para la vida digna de la humanidad, pero no soporta que unos pocos vayan abusando de lo que es de todos, y dejen migajas sucias para el resto. “Por tanto los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional”. (íd).
Tenemos que ser conscientes de la grave responsabilidad que nos cabe respecto del tiempo presente y mirando hacia el futuro.
El día del amigo se celebra el 20 de Julio por ser la fecha en que el hombre puso pie por primera vez en la Luna y plantó bandera. Reconozco que este motivo para celebrar la amistad siempre me resultó un poco superficial. Propongo ahora que se realice una expedición y que se plante aquella misma bandera en la Isla de la Basura junto a otras de los países que más consumen y degradan el ambiente. La fecha en que esto suceda se la podrá recordar anualmente como día del “no-amigo”, o del perro del hortelano, o del cerdo consumista y depredador.
Escuchemos a los científicos. Escuchemos la voz de la naturaleza, sepamos “leer” lo que nos dice. Escuchemos a nuestros hermanos más pobres. Escuchemos a Dios.
Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú
La Iglesia dice que hay que hacer más para combatir la pobreza (AICA)
Buenos Aires, 18 Ago. 09 (AICA)
Comisión Ejecutiva del Episcopado
El vocero de la Conferencia Episcopal Argentina, presbítero Jorge Oesterheld, señaló esta mañana que el Gobierno nacional hizo "mucho" para combatir la pobreza, pero aclaró que "no alcanzó" para resolver la situación de millones de argentinos, por eso reclamó redoblar los esfuerzos en este sentido.
El portavoz explicó que los obispos toman en cuenta la información que suministra el Barómetro de la Deuda Social de la UCA, que ubica la proyección de la pobreza “cerca del 40 por ciento”, aunque advirtió que “sean cuales sean las cifras, es un escándalo igual”.
El presbítero Oesterheld anunció que la Comisión Episcopal de Pastoral Social, cuyo titular es monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro, informará esta tarde sobre “el tema de la pobreza, que preocupa” a los obispos que participan de la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, que preside el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.
El portavoz episcopal insistió en que “lo importante” es tomar como eje el documento “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)”, de noviembre del año pasado, en el cual el Episcopado alentaba al diálogo para “buscar consensos sobre políticas de Estado para paliar la pobreza”. Texto completo
“La postura de los obispos es unánime”, dijo en relación al mensaje del papa Benedicto XVI reclamando esfuerzos para combatir la “pobreza escandalosa” en el país, que desató un fuerte debate sobre esta problemática.
Temario
Las sesiones en la sede de Suipacha 1032, comenzaron hoy y concluirán el jueves 20 de agosto por la tarde.
Las deliberaciones se abrieron con un intercambio pastoral sobre la realidad del país, y proseguirán con un balance de las actividades realizadas y por realizar en el marco del Año Sacerdotal, y las acciones para llevar adelante la Misión Continental en cada diócesis.
La veintena de prelados se abocará a realizar nombramientos en las comisiones en las que está organizado el Episcopado, y también escucharán informes de comisiones episcopales: Catequesis, Pastoral Social, entre otras.
Por último, los obispos prepararán el temario para la 98ª Asamblea Plenaria, prevista del 9 al 14 de noviembre.
Más detalles por correo electrónico [email protected] o en la página de Internet www.cea.org.ar .+
ZENIT publica el documento que ha escrito monseñor Nicolás Cotugno, S.D.B., arzobispo de Montevideo Y Presidente de la Comisión para la Familia de la Conferencia Episcopal del Uruguay con el título: "Es grave aceptar la adopción de niños por parejas homosexuales".
1. El tema de la adopción de niños por parte de uniones homosexuales no es un tema de religión, de filosofía o de sociología. Es algo que refiere esencialmente al respeto de la misma naturaleza humana. Aceptar la adopción de niños por parejas homosexuales es ir contra la misma naturaleza humana, y consiguientemente es ir contra los derechos fundamentales del ser humano en cuanto persona.
A propósito de esta problemática, se expidió la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, en el año 2003, afirmando: "La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad. Los intentos de posibilitar legalmente la adopción de niños en el contexto de las relaciones homosexuales añade un elemento de gran peligrosidad.
No puede constituir una verdadera familia el vínculo de dos hombres o de dos mujeres, y mucho menos se puede a esa unión atribuir el derecho de adoptar niños privados de familia».
2. La Convención sobre los Derechos del Niño (ley 16137) dispuso que "en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, se atenderá el interés superior del niño" (art 3). En otra norma se dice que incumbirá a los padres o en su caso a los representantes legales la responsabilidad de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño" (Art. 18).
No se respeta el interés superior del niño cuando lo que se prioriza es el interés del que adopta, pues en estos casos se "instrumentaliza" o "cosifica" al niño en función del deseo o el querer de otros y no se atiende realmente lo que éste necesita.
En definitiva, los niños no pueden ser utilizados como instrumento para la reivindicación de derechos de unas personas, de un grupo; ni la adopción es una institución que pueda regirse por criterios de conveniencia política. Además, realmente se les discrimina causándoles serios daños, ya que pueden ser adoptados por padres naturales.
Deberíamos más bien ocuparnos y preocuparnos por una ley de adopción que agilice los trámites de adopción por padres naturales. En efecto, existen muchas parejas naturales que estarían en condiciones de adoptar y es por este lado, entre otros, por donde debe y puede venir la solución. Los niños no necesitan sólo alimento y cariño, sino y especialmente, formación y proyección como personas en una familia natural. Los niños naturalmente necesitan del referente como padre y como madre y no se tiene el derecho de suplirle esta necesidad natural. La naturaleza humana exige para un correcto desarrollo de su personalidad que los niños cuenten con modelos de identidad masculina y femenina.
3. Quienes libremente optaron por una vida de relación homosexual asumieron tener un estilo de vida ajeno a la procreación y al poder ser padres. Quien desecha la causa no puede pretender el efecto natural de la misma. No obstante, aceptar la adopción de niños por parejas homosexuales, otorgaría a quienes decidieron por su estilo de vida no ser padres el derecho de serlo, priorizando así sus intereses a los de los niños. Y esto no es admisible desde ningún punto de vista.
Corresponde aclarar que este cuestionamiento no está referido a los homosexuales como personas, quienes - como tales - merecen el máximo respeto. En el Catecismo de la Iglesia Católica se ha dispuesto (Art. 2358) que los homosexuales "deben ser recibidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto de ellos, todo signo de discriminación injusta". Con no menor claridad se ha afirmado que ello no obstante, "reconocerles los derechos como persona no supone legitimarlos o asimilarlos a que constituyan una familia" o que se atribuyan la función de padres.
No permitir la adopción a los homosexuales no supone ninguna forma de discriminación. Si no conformo una relación natural de hombre y mujer no puedo pretender engendrar, educar y formar a un hijo. Y esto no es discriminación, pues no se trata desigual a los iguales sino que se marcan diferencias entre desiguales. Nadie puede ser injustamente discriminado, pero sí diferenciado en atención a su situación real. La discriminación es trato desigual no justificado, pero si existe justificación no hay discriminación. Aquí hay plena justificación para denegar la función de padres a quienes naturalmente lo han desestimado por su opción y estilo de vida.
Los niños son las personas más vulnerables, son los más pobres y necesitados de nuestra sociedad, dignos de cuidados y protecciones especiales. Es deber de la familia humana y de la misma sociedad, defenderlos y promoverlos en sintonía con sus derechos fundamentales y en armonía con las exigencias propias de la naturaleza humana.
ZENIT publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el 12 de agosto de 2009 durante la audiencia general que concedió a los peregrinos en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
Queridos hermanos y hermanas:
Es inminente la celebración de la solemnidad de la Asunción de la santísima Virgen, el sábado próximo, y estamos en el contexto del Año sacerdotal; por eso deseo hablar del nexo entre la Virgen y el sacerdocio. Es un nexo profundamente enraizado en el misterio de la Encarnación. Cuando Dios decidió hacerse hombre en su Hijo, necesitaba el "sí" libre de una criatura suya. Dios no actúa contra nuestra libertad. Y sucede algo realmente extraordinario: Dios se hace dependiente de la libertad, del "sí" de una criatura suya; espera este "sí". San Bernardo de Claraval, en una de sus homilías, explicó de modo dramático este momento decisivo de la historia universal, donde el cielo, la tierra y Dios mismo esperan lo que dirá esta criatura.
El "sí" de María es, por consiguiente, la puerta por la que Dios pudo entrar en el mundo, hacerse hombre. Así María está real y profundamente involucrada en el misterio de la Encarnación, de nuestra salvación. Y la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo, desde el inicio estaba orientada al don de sí mismo, a entregarse con mucho amor en la cruz a fin de convertirse en pan para la vida del mundo. De este modo sacrificio, sacerdocio y Encarnación van unidos, y María se encuentra en el centro de este misterio.
Pasemos ahora a la cruz. Jesús, antes de morir, ve a su Madre al pie de la cruz y ve al hijo amado; y este hijo amado ciertamente es una persona, un individuo muy importante; pero es más: es un ejemplo, una prefiguración de todos los discípulos amados, de todas las personas llamadas por el Señor a ser "discípulo amado" y, en consecuencia, de modo particular también de los sacerdotes.
Jesús dice a María: "Madre, ahí tienes a tu hijo" (Jn 19, 26). Es una especie de testamento: encomienda a su Madre al cuidado del hijo, del discípulo. Pero también dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27). El Evangelio nos dice que desde ese momento san Juan, el hijo predilecto, acogió a la madre María "en su casa". Así dice la traducción italiana, pero el texto griego es mucho más profundo, mucho más rico. Podríamos traducir: acogió a María en lo íntimo de su vida, de su ser, "eis tà ìdia", en la profundidad de su ser.
Acoger a María significa introducirla en el dinamismo de toda la propia existencia -no es algo exterior- y en todo lo que constituye el horizonte del propio apostolado. Me parece que se comprende, por lo tanto, que la peculiar relación de maternidad que existe entre María y los presbíteros es la fuente primaria, el motivo fundamental de la predilección que alberga por cada uno de ellos. De hecho, son dos las razones de la predilección que María siente por ellos: porque se asemejan más a Jesús, amor supremo de su corazón, y porque también ellos, como ella, están comprometidos en la misión de proclamar, testimoniar y dar a Cristo al mundo. Por su identificación y conformación sacramental a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, todo sacerdote puede y debe sentirse verdaderamente hijo predilecto de esta altísima y humildísima Madre.
El Concilio Vaticano II invita a los sacerdotes a contemplar a María como el modelo perfecto de su propia existencia, invocándola como "Madre del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles, Auxilio de los presbíteros en su ministerio". Y los presbíteros -prosigue el Concilio- "han de venerarla y amarla con devoción y culto filial" (cf. Presbyterorum ordinis, 18).
El santo cura de Ars, en quien pensamos de modo particular este año, solía repetir: "Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir, de su santa Madre" (B. Nodet, Il pensiero e l'anima del Curato d'Ars, Turín 1967, p. 305). Esto vale para todo cristiano, para todos nosotros, pero de modo especial para los sacerdotes.
Queridos hermanos y hermanas, oremos para que María haga a todos los sacerdotes, en todos los problemas del mundo de hoy, conformes a la imagen de su Hijo Jesús, dispensadores del tesoro inestimable de su amor de Pastor bueno.
¡María, Madre de los sacerdotes, ruega por nosotros!
[Al final de la audiencia, el Santo Padre saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos peregrinos de lengua española. Agradezco vuestra visita y os saludo muy cordialmente, en particular a los jóvenes de la Comunidad Misionera de Villaregia, venidos de Perú y México. Pido al Señor que la estancia en la sede de Pedro sea una ocasión para alentar el compromiso de ser verdaderos testigos del Evangelio en el mundo de hoy, como lo fueron los primeros Apóstoles que nos transmitieron con su palabra y su ejemplo de vida el mensaje salvador de Jesucristo.
[© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO – B
23 de Agosto de 2009
El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma de alegría y de paz, esté siempre con todos vosotros.
Sed bienvenidos, hermanas y hermanos, a celebrar la Eucaristía. En pleno tiempo de verano, con el calor y el ambiente de vacaciones para muchos, nos reunimos como cada domingo, convocados por el Señor. Los que no están aquí con nosotros porque han salido de vacaciones, sin duda que también celebrarán hoy la Eucaristía con las comunidades de los lugares donde se encuentren.
El mismo Señor que nos convoca nos alimentará con el pan de la Palabra y con su Cuerpo entregado por nosotros. Dispongámonos a vivir con intensidad este encuentro entre nosotros y con el Señor.
A. penitencial: Comencemos poniéndonos ante Dios, y pidiendo perdón portantas veces que nos desviamos del estilo de vida del evangelio (silencio).
Tú, que eres el camino que conduce al Padre. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la verdad que ilumina los pueblos. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que eres la vida que renueva el mundo. SEÑOR, TEN PIEDAD.
Dios misericordioso tenga piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
1. lectura (Josué 24,1-2a.15-17.18b): En esta primera lectura, escuchemos cómo el profeta Josué pregunta al pueblo a qué dios quieren adorar. Y ellos hacen una opción, una elección, un compromiso: todos responden que quieren adorar sólo al Dios de Israel, su Señor.
2. lectura (Efesios 5,21-32): En esta segunda lectura, san Pablo habla de la unión del hombre y la mujer como una imagen de la unión de Jesucristo con la Iglesia. Cierto que habla con la mentalidad propia de su tiempo, pero sobre todo debemos fijarnos en la profundidad de esa unión, fundamentada en un amor tan grande que convierte a los dos en una sola cosa.
Oración universal: Con confianza, presentemos ahora nuestras oraciones al Padre que nos ama, y digámosle: ESCÚCHANOS, SEÑOR.
Para que la Iglesia de todo el mundo, edificada sobre la fe de los apóstoles, dé testimonio de Jesús, el Hijo de Dios vivo. OREMOS:
Para que los cristianos, en medio de una sociedad plural y llena de propuestas diversas, seamos capaces de vivir nuestra fe en Dios yen Jesucristo con firmeza y convicción. OREMOS:
Para que en todos los matrimonios las relaciones entre los esposos se basen siempre en el amor y el respeto. OREMOS:
Para que el tiempo de verano nos ayude a encontrar momentos de paz, de meditación, de oración, para profundizar en nuestra fe. OREMOS:
Para que todos nosotros hagamos de esta celebración un encuentro real y profundo con el Señor. OREMOS:
Escucha, Padre, las oraciones que te hemos presentado con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padrenuestro: Unidos a Jesús, y tal como él mismo nos enseñó, dirijámonos al Dios del cielo diciendo:
Invitación a la comunión: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este pan vivirá para siempre". Dichosos los invitados a la mesa del Señor.
CPL
ZENIT publica las palabras que dirigió Benedicto XVI el domingo 9 de agosto de 2009, al rezar la oración mariana del Ángelus junto a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
Queridos hermanos y hermanas:
Como el domingo pasado, también hoy --en el contexto del Año sacerdotal que estamos celebrando-- nos detenemos a meditar sobre algunos santos y santas que la liturgia recuerda estos días. Excepto la virgen santa Clara de Asís, ardiente de amor divino en la oblación diaria de la oración y de la vida comunitaria, los demás son mártires, dos de los cuales fueron asesinados en el campo de concentración de Auschwitz: santa Teresa Benedicta de la Cruz -Edith Stein-, quien, nacida en la fe judía y conquistada por Cristo en edad adulta, se hizo monja carmelita y selló su existencia con el martirio; y san Maximiliano Kolbe, hijo de Polonia y de san Francisco de Asís, gran apóstol de María Inmaculada.
Encontraremos también otras figuras espléndidas de mártires de la Iglesia de Roma, como san Ponciano Papa, san Hipólito sacerdote y san Lorenzo diácono. ¡Qué admirables modelos de santidad nos propone la Iglesia! Estos santos son testigos de la caridad que ama "hasta el extremo" y no tiene en cuenta el mal recibido, sino que lo combate con el bien (cf. 1 Co 13, 4-8). De ellos podemos aprender, especialmente los sacerdotes, el heroísmo evangélico que nos impulsa a dar la vida por la salvación de las almas, sin temer nada. ¡El amor vence a la muerte!
Todos los santos, pero especialmente los mártires, son testigos de Dios, que es Amor: Deus caritas est. Los lager nazis, como todo campo de exterminio, se pueden considerar símbolos extremos del mal, del infierno que se abre en la tierra cuando el hombre se olvida de Dios y se pone en su lugar, usurpándole el derecho de decidir lo que es bueno y lo que es malo, de dar la vida y la muerte. Por desgracia, este triste fenómeno no se circunscribe a los campos de concentración. Estos son, más bien, el ápice de una realidad amplia y difundida, a menudo con confines poco claros. Los santos que he recordado brevemente nos hacen reflexionar sobre las profundas divergencias que existen entre el humanismo ateo y el humanismo cristiano; una antítesis que atraviesa toda la historia, pero que al final del segundo milenio, con el nihilismo contemporáneo, ha llegado a un punto crucial, como grandes literatos y pensadores han percibido, y como los acontecimientos han demostrado ampliamente.
Por una parte, hay filosofías e ideologías, pero también cada vez más modos de pensar y de actuar que exaltan la libertad como único principio del hombre, en alternativa a Dios, y de ese modo transforman al hombre en un dios, pero es un dios equivocado, que hace de la arbitrariedad su sistema de conducta. Por otra parte, tenemos precisamente a los santos, que, practicando el Evangelio de la caridad, dan razón de su esperanza; muestran el verdadero rostro de Dios, que es Amor, y, al mismo tiempo, el auténtico rostro del hombre, creado a imagen y semejanza divina.
Queridos hermanos y hermanas, pidamos a la Virgen María que nos ayude a todos -en primer lugar a los sacerdotes- a ser santos como estos heroicos testigos de la fe y de la entrega hasta el martirio. Este es el único modo para ofrecer a las instancias humanas y espirituales, que suscita la crisis profunda del mundo contemporáneo, una respuesta creíble y exhaustiva: la de la caridad en la verdad.
[Tras rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que se unen a esta oración del Ángelus. En particular al grupo de la pastoral juvenil de Toledo, acompañado de su arzobispo. Especialmente en el Día del Señor, invito a todos a buscar en la Eucaristía el pan bajado del cielo, el alimento que perdura y da la vida eterna. Que la Santísima Virgen María interceda para que nunca falte este sustento de nuestra esperanza y nuestros esfuerzos por la paz. Feliz domingo.
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ZENIT publica la intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo, 16 de agosto de 2009, al rezar el Ángelus junto a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos ayer la gran fiesta de la Asunción de María al Cielo y hoy leemos en el Evangelio estas palabras de Jesús: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo" (Juan 6, 51). No podemos permanecer indiferentes ante esta correspondencia, que gira en torno al símbolo del "cielo": María ha sido "elevada" al lugar del que su Hijo había "bajado".
Naturalmente este lenguaje, que es bíblico, expresa con términos figurativos algo que no entra completamente en el mundo de nuestros conceptos e imágenes. Pero, ¡detengámonos un momento a reflexionar! Jesús se presenta como el "pan vivo", es decir, el alimento que contiene la vida misma de Dios y es capaz de darla a quien come de Él, el verdadero alimento que da vida, que alimenta profundamente. Jesús dice: "si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo" (Juan 6, 51).
Pues bien, ¿de quién ha tomado el Hijo de Dios su "carne", su humanidad concreta y terrenal? La tomó de la Virgen María. Dios tomó de Ella el cuerpo humano para entrar en nuestra condición mortal. A su vez, al final de la existencia terrena, el cuerpo de la Virgen fue llevado al cielo por parte de Dios e hizo que entrara en la condición celestial. Es una especie de intercambio en el que Dios siempre toma la iniciativa, pero en cierto sentido, como hemos visto en otras ocasiones, tiene también necesidad de María, del "sí" de la criatura, de su carne, de su existencia concreta, para preparar la materia de su sacrificio: el cuerpo y la sangre para ofrecerla en la Cruz como instrumento de vida eterna y, en el sacramento de la Eucaristía, como alimento y bebida espirituales.
Queridos hermanos y hermanas: lo que le sucedió a María es válido también, de manera diferente aunque real, para todo hombre y mujer, porque Dios nos pide a cada uno de nosotros que le acojamos, que pongamos a disposición nuestro corazón y nuestro cuerpo, toda nuestra existencia, nuestra carne --dice la Biblia--, para que Él pueda habitar en el mundo.
Nos llama a unirnos a Él en el sacramento de la Eucaristía, Pan partido para la vida del mundo, para formar juntos la Iglesia, su Cuerpo histórico. Y si nosotros decimos "sí", como María, en la misma medida de este nuestro "sí" tiene lugar también para nosotros y en nosotros este misterioso intercambio: quedamos asumidos en la dignidad de Aquél que ha asumido nuestra humanidad.
La Eucaristía es el medio, el instrumento de esta transformación recíproca, que tiene siempre a Dios como fin y como actor principal: Él es la Cabeza y nosotros los miembros; Él es la Vid, y nosotros los sarmientos, quien come de este Pan y vive en comunión con Jesús, dejándose transformar por Él y en Él, queda salvado de la muerte eterna: ciertamente muere como todos, participando también en el misterio de la pasión y de la Cruz de Cristo, pero ya no es esclavo de la muerte y resucitará el último día para gozar de la fiesta eterna con María y todos los santos.
Este misterio, esta fiesta de Dios comienza aquí abajo: es misterio de fe, de esperanza y de amor, que se celebra en la liturgia, especialmente eucarística, y se expresa en la comunión fraterna y en el servicio al prójimo. Pidamos a la Virgen santa que nos ayude a alimentarnos siempre con fe del Pan de vida eterna para experimentar ya en la tierra la alegría de Cielo.
[Tras rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana y a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. Que la contemplación continua del misterio de Cristo acreciente en nosotros el amor a sus preceptos y la esperanza en sus promesas, para que nuestro corazón no se deje vencer por las dificultades cotidianas sino que esté anclado en la fe en el Hijo de Dios que tiene "palabras de vida eterna". Muchas gracias y feliz domingo.
[© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor” (Sábado 15 de agosto de 2009) (AICA)
Tenemos que estar preparados para dar razón de nuestra fe
“Hoy quiero comenzar mi breve charla con una pregunta retórica pues la pienso contestar. Es esta: ¿cómo puede alimentar su fe un cristiano corriente?”
“Sabemos que la fe crece en la medida en que hacemos uso de ella. Como todas las virtudes se arraigan en nosotros en la medida que las practicamos. La fe crece por medio de la oración, porque pedimos a Dios que nos la dé y aumente, crece también a través de los sacramentos, crece porque nuestra mirada de fe intenta concretarse en todos nuestros actos, porque tratamos de obrar impulsados por la fe”.
“Pero mi pregunta se refería más concretamente al conocimiento de fe porque la fe es también y podríamos decir sobre todo, un conocimiento. La fe es un conocimiento de las cosas de Dios, de los misterios de Dios que Él nos ha revelado por medio de Cristo y nos comunica por medio de la Iglesia”.
“Entonces, podría responder la pregunta inicial diciendo que un cristiano corriente alimenta su fe en la homilía de la misa dominical. No es poco esto. Pensemos en lo que puede recibirse a lo largo de un año, sobre todo si uno tiene la suerte de asistir a una misa en la cual el sacerdote ha preparado bien la homilía y va trasmitiendo, de acuerdo a lo que las lecturas dominicales sugieren, los contenidos fundamentales de la fe aplicándolos a los grandes problemas humanos, exhortando a los fieles a la unión con Dios, a la vivencia más plena de aquello que nos constituye como cristianos. Podría, incluso, desarrollarse todo un esquema sistemático de comentarios a las verdades fundamentales de la fe”.
“Pero aún en el mejor de los casos es decir cuando efectivamente la homilía dominical sea aprovechable, queda algo que todavía debe ser completado ulteriormente y de un modo personal por cada cristiano. No podemos contentarnos simplemente con aquello que podemos recibir en la homilía de la misa dominical. Tenemos un instrumento espléndido para nuestra instrucción en las verdades de la fe: es el Catecismo de la Iglesia Católica”.
“En el Catecismo de la Iglesia Católica nos encontramos con una síntesis de lo que la Iglesia nos trasmite en nombre de Cristo. Y esto abarca no sólo el comentario al Credo, el estudio de cada uno de los Sacramentos y de todo el organismo litúrgico, la vida cristiana como encaminamiento moral de seguimiento de Cristo y del cumplimiento de los Mandamientos, la oración, el comentario del Padrenuestro, sino también cuestiones particulares que son de máxima actualidad”.
“Por ejemplo, dentro del ámbito moral hay una pequeña síntesis de la Doctrina Social de la Iglesia. El Catecismo es un libro de educación religiosa personal que tendría que estar en toda casa, en toda familia cristiana junto con la Sagrada Escritura. Con el índice del Catecismo uno puede salir de apuros cuando necesita saber cuál es la doctrina de la Iglesia sobre tal o cual tema; podemos repasar aquel punto catequístico o doctrinal cuando tenemos que responder algo a nuestros chicos, o comentar con nuestros amigos, o cuando nos ha quedado una duda a causa de alguna objeción que hemos escuchado”.
“Contamos también con el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, una síntesis doctrinal expuesta pedagógicamente con preguntas y respuestas, y respuestas, de fácil comprensión y apta para memorizar”.
“El Apóstol San Pedro, en su Primera Carta, les decía a los cristianos de entonces que tenían que estar preparados para dar razón de su esperanza. De la esperanza que es Cristo, su enseñanza, su redención. La exhortación vale también para nosotros. Debemos prepararnos para dar razón de la Verdad. Esta razón implica un conocimiento”.
“Entonces, no nos contentemos simplemente con lo que podemos escuchar cada tanto, sino apliquémonos a alimentar nuestro conocimiento de fe en estos textos autorizados por la Iglesia, y así podremos efectivamente ayudar a los demás a conocer a Cristo y a aceptar su mensaje de salvación”.
“Cuando se dice que cada cristiano debe ser discípulo y misionero de Jesucristo se nos está atribuyendo, de algún modo, esta responsabilidad. Somos los portadores de esta verdad que es necesario que pongamos a disposición y a consideración de todos aquellos que entran en contacto con nosotros”.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en la Fiesta de San Cayetano
(7 de agosto de 2009) (AICA)
san cayetano
Querida comunidad de San Cayetano, Querida parroquia de Santo Cristo, Queridos peregrinos:
Para mí es una hermosa alegría poder ser con ustedes peregrino y venir aquí, a agradecer a Dios, por la intercesión de San Cayetano.
Dada las realidades de nuestra diócesis, en el mes de septiembre este Santuario de San Cayetano va a ser parroquia. Por lo tanto tendrán autonomía propia y va a separarse de la Iglesia Madre, que la constituyó, que es la parroquia de Santo Cristo.
Hoy estamos aquí presentes, venimos como peregrinos y seguro que todos tenemos motivos. Motivos para agradecer, motivos para pedir, motivos para hacernos presente. Pero cada uno de nosotros tiene que pedirle al Señor que podamos vivir el espíritu de un fiel creyente, de un fiel cristiano, como fue San Cayetano, a quien tenemos que mirar, tomar, recibir y seguir su ejemplo, su vida.
En los tiempos que vivió nuestro santo, la Iglesia dejaba mucho que desear; había muchos problemas internos; el mundo también estaba muy mal y había enfermedades, pobreza y pestes que laceraban a las familias en todos los pueblos. Y San Cayetano, dándose cuenta del llamado que Dios le hace, dice “estoy dispuesto, porque el Señor me llama y le respondo, ¡aquí estoy! Quiero vivir algo importante, vivir del Evangelio, vivir como los primeros apóstoles de Jesucristo que vivieron todo para el Señor y todo para la Iglesia naciente”
Y San Cayetano se entregó. No murmuró. No criticó. No se peleó. No discutió. ¡Amó! Amó y se entregó. No esperaba a ver qué hacían los demás para después hacerlo él. Él se anticipaba. ¿Por qué? Porque tenía la gracia de Dios, porque Dios lo llamaba y sabía que tenía que dar una respuesta personal. Un llamado personal y una respuesta personal. Así San Cayetano se entregó totalmente a Dios, a la Iglesia y a los hombres de aquél entonces.
A tal punto fue su entrega que después, al final de su vida, estaba en Nápoles y pedía la paz entre dos pueblos que estaban peleando y matándose entre sí: el reinado de España y el reinado de Nápoles. Él no soportaba ver que hermanos diferentes, pero hermanos al fin, se estuvieran peleando por ideologías o por poderes o por vanaglorias o por superficialidades o por egoísmos. Ofreció su vida a cambio de la paz entre los pueblos. Y murió un siete de agosto, en el mismo día que se hizo la paz entre España y Nápoles, en el sur de Italia. ¿Ven?, es un hombre cabal y nosotros tenemos que tomar su ejemplo.
Sabemos que el mundo está loco, anda mal, está por cualquier lado: que los gobiernos, que las políticas, que todas las cosas están tan confusas, con tantas informaciones superficiales que van ronroneando y preocupándonos de manera excesiva. También podemos decir que nuestra realidad es distinta a lo que se nos dice.
Los diversos problemas, como el aumento de precios, la economía, la falta de trabajo en algunos ambientes; sumandos también a la pérdida, que venimos teniendo a lo largo de décadas, de la cultura del trabajo. ¡La hemos perdido, hermanos! ¡Hemos hecho las cosas mal! ¡No sé qué nos pasó, pero algo nos pasó! ¡Aumentó la violencia, la inseguridad, la droga, el paco! Pero no son solamente los niñitos que consumen, sino que siempre hay gente grande que está detrás y que tiene intereses económicos ¡tremendos! Y ahora algunos quieren despenalizar la tenencia de drogas para consumo personal ¡estamos todos locos!
Y así, como otras cosas, me parecen insensatas. ¡Es una barbaridad! Las cosas están bien y las cosas están mal. Pero a las cosas que están mal no se les responde permitiéndole que se sigan haciendo mal. Hay que tener criterio de prevención, hay que adelantarse a los males. Es evidente que estamos viviendo una época tremendamente confusa y dolorosa.
Después todo el tema de esta pandemia de la gripe, que tantas veces azotó y golpeó a otros países, también al nuestro, que mirando rápidamente nos hace decir ¡cuánto dolor hay!, ¡cuánto sufrimiento!, ¡cuánta mentira!, ¡cuántas injusticias!, ¡y cuánta falta de respeto y falta de amor a los demás, a Dios y a la verdad!
Y aquí estamos nosotros: somos fieles peregrinos, somos hijos de Dios, somos cristianos, somos católicos, hijos de Dios e hijos de la Iglesia. Y la esperanza que uno tiene es que cada uno de nosotros, cuando salga de aquí respirando la gracia y recibiendo la bendición de Dios, salga fortalecido, que tengamos paz. ¡Pero esa paz hay que producirla!, ¡entregarla a los demás!, ¡que haya en nosotros una transformación, que no quedemos igual!
¡Si vinimos con mezquindades, que no salgamos mezquinos!
¡Si vinimos con mentiras, que no salgamos mentirosos!
¡Si vinimos con infidelidades, que no salgamos infieles!
¡Que ante el encuentro con Dios, Dios provoque la transformación, la gracia, el cambio que sólo Dios puede producir en nosotros y que sólo nosotros podemos permitirle que lo realice! Porque es un encuentro personal aunque seamos muchos. Las cosas no son mágicas, no nos engañemos. Las cosas son de diálogo, de participación, de encuentro, de admiración y también de compromiso.
El Papa Benedicto XVI en su última encíclica, Caridad en la Verdad, nos dice que todos formamos parte de la familia humana y todos somos familia; y el ser familia no se da por el consenso o por el mutuo acuerdo o por los contratos, somos parte de la familia. Por eso para la Iglesia ninguna persona le debe ser indiferente. Todos nosotros estamos involucrados en esta pertenencia.
Resulta que la familia humana, de la cual nosotros formamos parte, estamos aquí porque hemos sido llamados; ¡porque Dios nos dio el don de la vida!, ¡nos dio la gracia de poder conocerlo!; y ante este tremendo y extraordinario don también hay una vocación y una respuesta.
Aquí el Papa nos dice que la vocación y la respuesta crean responsabilidad. La fe crea responsabilidad. Ser creyentes nos hace ser más responsables, nos hace ser mejores personas; nos hace hacer las cosas bien y nos hace tratarlas con verdad, con justicia, con caridad y con respeto.
Los encuentros, y el encuentro religioso con Dios, a través de estas misas de San Cayetano nos responsabilizan; y cuando volvemos a la vida cotidiana tenemos que mostrar y dar signos de haber entendido.
Mostrar y dar obras, que no son solamente palabras, son obras.
Yo no puedo decir que te quiero si te estoy pisando la cabeza.
Yo no puedo decir que te respeto si soy indiferente a tus problemas.
Yo no puedo decir que te amo si te estoy lastimando e hiriendo.
Las cosas hay que llamarlas por su nombre
Hoy nosotros, que somos pocos pero que con la gracia de Dios podemos hacer mucho, vamos a pedirle al Señor que por medio de San Cayetano nos de la fuerza y el entusiasmo de un amor incondicional a Dios. Y ese amor incondicional a Dios que también sea incondicional el respeto por los demás.
El mismo Papa, en esa encíclica, dice que “hay un sentido de solidaridad”, está muy bien y hay que desarrollarlo. Pero también hay un sentido que hay que desarrollar y no olvidar: la fraternidad; porque somos hermanos somos solidarios y no siempre los solidarios nos tratamos como hermanos. Nosotros tenemos que ser solidarios y fraternos. Vivir en comunión. Vivir en unión.
Pedimos hoy a San Cayetano por nuestra patria, por nuestras familias, que están divididas, lastimadas y agobiadas. Que nunca perdamos la razón de nuestro ser que es la fuerza de nuestra fe y la fuerza de la esperanza.
Dios nos humaniza, nos une y crea en nosotros responsabilidad. Dios está entre los hombres, con los hombres y los hombres tenemos que saber reconocer a Dios. No hay dicotomía. No hay división.
También dice el Papa que Dios debe estar presente en todos los ámbitos.
¡Debe estar en el ámbito económico!
¡Debe estar en el ámbito financiero!
¡Debe estar en el ámbito social!
¡Debe estar en el ámbito personal!
¡Debe estar en el ámbito familiar!
¡Debe estar presente en la cultura!
¡Debe estar presente en los medios de comunicación social!
Debe estar en todos lados y en todos los ámbitos, porque la realidad es que la hemos recibido y nosotros no la hemos creado. Vino de Dios, Dios nos participa y nosotros debemos responderle.
Que San Cayetano nos bendiga a cada uno. Que escuche nuestras intenciones y súplicas; que las transforme según nuestra necesidad y según nuestra capacidad de amor. También le pedimos que nos ayude a responderle. “El Señor golpea y llama y ninguno se mueve”, decía en su italiano San Cayetano.
Cristo llama y muy pocos le responden. Hoy nosotros fieles hijos de Dios y de San Cayetano sabiendo que Dios nos llama, también estemos disponibles a responderle y decirle “¡aquí estoy Señor, habla que yo te escucho; habla que yo te daré a conocer; habla que yo voy a vivir como cristiano!
Que la Virgen nos acompañe en este proceso y que San Cayetano nos bendiga a todos.
Que así sea.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio"
(9 de agosto de 2009) (AICA)
“El que come este Pan, vive para siempre”
Evangelio según San Juan 6, 41-51
Recordar:
Queridos hermanos, el lunes 10 de agosto recordamos a San Lorenzo, diácono y mártir. Es el día del diácono y vamos a rezar por los diáconos de nuestra diócesis; por los diáconos en orden al ministerio y por los diáconos permanentes. Rezamos especialmente por ellos y sus familias.
El próximo sábado 15, son las Fiestas Patronales de nuestra diócesis: Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. La Virgen nos convoca, nos invita. Como Pueblo de Dios participemos de los actos centrales, la procesión, la Misa a las 14 hs en Catedral, honrando a la Virgen, nuestra Madre, la asunta, la que fue ascendida al cielo por obra y gracia de Dios.
Evangelio:
¡Cosas extraordinarias tiene este texto del Evangelio! A veces la ignorancia, o la falta de fe, nos llevan a la murmuración. Murmurar porque uno pretende, bajo el orgullo, que uno conoce, que uno sabe y que “a uno no le van a enseñar”
Sin embargo el Señor nos dice que el camino para acceder a Cristo, para encontrarse con Cristo, es el camino de la humildad. Y Dios es el Padre que nos atrae, que nos lleva a Cristo. Eso es una gracia, eso es el amor, esa es la ternura, esa es la misericordia.
Podemos decir que no todos responden al llamado que Dios Padre hace. Pero no por eso podemos decir que nadie, o alguno solamente, están llamados. Hay un llamado universal a todos y Dios nos llama a todos aunque no todos sepamos, podamos o queremos responder.
El amor de Dios, su llamado, es universal, es para todos. También tiene, en este misterio de todos, el amor de predilección. Porque Dios nos ama de un modo predilecto a cada uno de nosotros.
Queridos hermanos, el Padre nos atrae a Cristo, y Cristo es el que conoce al Padre. Y porque Cristo conoce al Padre, él nos lo revela, nos lo muestra. ¡Cristo nos muestra el rostro del Padre! La garantía del conocimiento al Padre es el mismo Jesucristo. El Padre se nos revela en su Hijo, y el Hijo nos revela al Padre por medio de su Palabra.
El que cree en Él tiene vida eterna. Esa vida eterna, es la vida para siempre. Pero nosotros podemos decir: “si esperamos una vida para siempre, desentendámonos de las cosas de este mundo, de las realidades de este mundo.” ¡De ninguna manera! La fe en Jesucristo no nos lleva a desentendernos de las cosas de este mundo. Siempre la presencia de Dios también nos lleva, simultáneamente, a comprometernos con las realidades de la tierra y con las realidades, el destino y el sentido de todos nuestros hermanos.
Dios no nos cansa, es infatigable. Siempre nos da su Alimento, “el que come este Pan, vive para siempre.” Además este Pan, que es Cristo, se nos da en eterno sacrificio. Siempre el amor de Dios está unido a su sacrificio. Y nosotros, si queremos vivir en el amor de Dios, también pasamos por sacrificios y sufrimientos.
El sufrimiento solo, sin amor, no tiene sentido. En cambio el sufrimiento, unido y sostenido por el amor, es una sublimación, una oblación, una ofrenda que uno puede hacer, como hizo Cristo por nosotros al Padre.
Por eso los sufrimientos tienen que estar unidos al sentido, tienen que estar unidos al amor; para que nos abramos porque sabemos, perfectamente, que el sufrimiento nos puede cerrar, nos puede “achicar”, cortar relaciones con los demás. ¡Siempre hay que abrir la puerta, abrir la ventana, abrir la comunicación!, y que ¡nunca el sufrimiento nos quebrante o nos doblegue!
Recordemos siempre que es muy importante afrontar el dolor con el amor; porque el que afronta el dolor sin amor, es imposible ¡y la pérdida del amor impide la sublimación!
Que el Señor, que es Pan de Vida y es carne para la vida del mundo, lo podamos recibir y podamos entregar a los demás.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Comentario a las lecturas del domingo veinte del Tiempo Ordinario – B publicado en el Diario de Avisos, el domingo 16 de Agosto de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTINANO”.
Danos siempre de ese pan
DANIEL PADILLA
Lo sé, Señor. La multiplicación de los panes sólo fue el punto de partida. Aquel hecho hizo que las gentes te siguieran de nuevo y quisieran proclamarte rey. La multiplicación de los panes fue un "hecho de vida" que sirvió de punto de arranque para tu doctrina. Esta doctrina nos lleva a concretas enseñanzas.
Primera. El problema del hambre en el mundo no ha de solucionarse con milagros venidos de "lo alto", sino con compromisos nacidos "aquí abajo": en esa fraternidad universal que tan enfáticamente pregonamos en teoría, pero cuya práctica olvidamos. "Denles ustedes de comer", dijiste. Y esa será ya la norma. Nadie puede guardarse para sí los "cinco panes y dos peces que le han caído en suerte. El acaparamiento de las riquezas en el zurrón de unos pocos, mientras hay muchedumbres que "no tieneri qué comer y desfallecen por el camino", dama al cielo. Y, por supuesto, a la tierra. Y somos los humanos los que tenemos que realizar la multiplicación de los panes. Hay por ahí mucho zurrón escondido que, si se empleara con dinámica de justicia social, haría que "todos comieran hasta saciarse". Incluso, "con las sobras, podrán recogerse muchas canastas".
Segundo. El otro pan. Urge asimilar el discurso del "pan de vida": "Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá eternamente. Y el pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo".
Sé que no hay metáforas en tus palabras, del mismo modo que, cuando hablaste a la samaritana en el pozo de Jacob, le aseguraste que "quien bebiera de aquel pozo, volvería a tener sed", pero "el agua que tú le darías formaría en él un manantial de vida eterna", ahora a los judíos les dices: "Vuestros padres comieron el maná y murieron; pero quien coma de este pan, vivirá eternamente, porque yo soy el pan bajado del cielo". No hay metáforas, no.
Ahí andan los científicos inventando elixires, jaleas, gerovitales, hibernaciones y cirugías para tratar de prolongar la vida humana. Soñadores de eterna juventud.
Pues, sépanlo los hombres. Jesús dice: "El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come, vivirá por mí". Ya lo ven. La "Vida" de Dios, a través del Hijo, llega a nosotros.
Y, ¿la muerte? Para el que cree, "no es el final del camino". El cristiano que come este pan del cielo, ya ha entrado en la dinámica de la vida eterna. ¿Por qué tenemos, entonces, miedo a morir? Por esa filosofía del instinto que nos lleva a creer que "más vale lo malo conocido que lo bueno por conoce?'. Todo nacimiento a una situación nueva produce en nosotros un indudable sobresalto, una natural resistencia. El embrión que vive confortablemente en el seno materno, si tuviera que decidir, se opondría seguramente a abandonar aquel cálido refugio ante la oferta de vivir una vida exterior. Le parecería seguramente mucho riesgo. Máxime si el momento del desgajamiento iba a ir acompañado de violencia y dolor. Por eso tememos a la muerte. Por eso necesitamos leer y asimilar las palabras de Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en míy yo en él".
Leyenda Noruega publicada en el Boletín Bimestral número 28, JULIO-AGOSTO 2009, de los "misioneros de la tercera edad.
EL SILENCIO DE DIOS
Cuenta una leyenda noruega que el viejo ermitaño Haakon solía contemplar una antigua imagen de Cristo crucificado, al que también acudían muchas otras personas para orar y pedirle algún milagro. Un día Haakon quiso pedirle un favor:
- "Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto en la cruz".
- "Bueno, accedo a tu deseo, pero con una condición".
- "¿Cuál, Señor? Aunque sea difícil la cumpliré con tu ayuda".
- "Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, nunca dirás nada".
Haakon lo prometió y se efectuó el cambio. Nadie lo reconoció colgado en la cruz. Y él cumplió su compromiso de guardar silencio.
Un día llegó un rico y, después de orar, dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre vino después y se apropió de la cartera del rico. Y también calló cuando un muchacho se postró ante él para pedirle su ayuda antes de emprender un largo viaje.
Pero en ése momento volvió el rico en busca de su cartera. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado.
- "¡Dame la cartera que me has robado!"
- "¡No he robado ninguna cartera!".
- "¡No mientas, devuélvemela enseguida!"
- "¡Le repito que no he cogido ninguna cartera!".
Y el rico arremetió furioso contra el joven. Entonces sonó una voz fuerte: "¡Detente!"
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Era Haakon que increpaba al rico por su falsa acusación. El rico, anonadado, salió de la ermita, y también el joven. Ya a solas, Cristo se dirigió a Haakon y le dijo:
- "Baja de la cruz, no sirves para ocupar mi puesto, no has sabido callar".
- "Pero, Señor, ¿cómo iba a permitir esa injusticia?"
Jesús ocupó la cruz de nuevo y siguió hablando:
- "Al rico le convenía perder la cartera, pues en ella lleva el precio de la opresión. El pobre tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo. Y el joven que iba a ser golpeado, sus heridas le hubieran impedido realizar el viaje que le ha resultado fatal, pues acaba de naufragar el barco en el que viajaba y ha muerto. Tú no sabías nada de esto, yo sí. Por eso callo".
Muchas veces nos preguntamos: "¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué se queda callado?" En su silencio nos dice con amor:
"¡CONFÍA EN MÍ, SÉ BIEN LO QUE HAGO!"
Domingo XX del Tiempo Ordinario
Día 16 de AGosto
El Alimento para esa vida eterna
Considerábamos hace poco que Dios nos creó para una vida de relación íntima con las tres personas divinas. Esta vocación es lo verdaderamente propio del hombre, lo que tienen los hombres de peculiar y los caracteriza y eleva sobre el resto de la creación de este mundo.
Conducidos maternalmente por la Iglesia, al paso de las sucesivas celebraciones litúrgicas, vamos reflexionando sobre esta vida, que es sobrenatural, puesto que no está al alcance de nuestras fuerzas naturales. Sentimos insatisfacción por mucho que logremos de este mundo –nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti, diría Agustín de Hipona–, pero no vemos cómo lograr esa paz del espíritu, ese descanso en Dios que necesariamente anhelamos.
Como ya recordábamos, san Juan comienza su Evangelio advirtiendo a sus lectores que el Verbo Eterno se hizo hombre y que los hombres que le acogen son hechos hijos de Dios. Esta filiación divina requiere, según explicó el Señor a Nicodemo, un nuevo nacimiento, no a la vida humana sino del Espíritu. El ideal de esta vida en Dios es de hecho, no pocas veces, contrario a un ideal solamente humano. Gran parte de la enseñanza de Jesucristo se centra precismente en establecer la diferencia entre bienaventurados; es decir, los que logran la vida eterna con Dios o bienaventuranza, y los que son felices sólo según este mundo.
Después de haber predicado el Reino de Dios al que somos llamados los hombres, que no es de este mundo, Jesucristo, como primogénito de los hijos de Dios, muere en redención por los pecados de los hombres. Y al resucitar al tercer día como había anunciado, nos precede en la vida gloriosa e inmortal para la que Dios nos pensó. Una vida que actúa movida por el Espíritu Santo, según hemos considerado a menudo, y que es una permanente relación de cada uno con las personas divinas de la Trinidad.
Hoy deseemos recordarlo de modo expreso, no vayamos a acostumbrarnos a tan excelsa verdad. Y agradecemos la Eucaristía que Jesús prometió, como nos recuerda hoy la liturgia. Dios nos ama ofreciéndonos el alimento que mantiene y desarrolla la vida sobrenatural para la que nos ha elegido. Así se expresó el Señor ante cuantos le escuchaban cierto día en la sinagoga de Cafarnaún. Sólo con ese Alimento de su cuerpo sería posible vivir plenamente de acuerdo con nuestra dignidad: Si alguno come de este pan vivirá eternamente. Ese Pan, afirma, es mi carne para la vida del mundo.
¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, se preguntaban extrañados los judíos. Pero Jesús, sin entrar en explicaciones, no sólo reafirma lo que habían escuchado, sino que asegura que alimentarnos de su Cuerpo y Sangre es la única opción adecuada a nuestra condición: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Sin la Eucaristía, aunque parezca que llevamos una existencia saludable y hasta muy dichosa en ocasiones, no sería, sin embargo, nuestra vida realmente plena, aquella para la que nos hizo Dios capaces y a la que nos invita Cristo. Éste en su Evangelio, la noticia definitiva que nos debía trasmitir y por la que se hizo hombre: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.
Las palabras de Jesús no admiten otra interpretación: alimentándonos de Él llevamos una vida divina. Una vida que se asemeja más a la del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que a la de las otras criaturas que vemos junto a nosotros en este mundo. Sin hacernos dioses, lo cual sería contradictorio, Dios nos ofrece su misma vida y por eso se comprende la alegría de María, que se siente la más dichosa de las criaturas, pues, el Creador puso los ojos en Ella. Queramos considerar y valorar adecuadamente el hecho de que merecemos la atención de Dios a toda hora. ¿Procuramos ser agradecidos, conscientes de que Dios está sienpre más aún que a nuestro lado?: en El vivimos, nos movemos y existimos, afirma san Pablo.
Como niños que deben desarrollarse, deseamos alimentarnos con hambre de ese manjar celestial que nos diviniza y fortalece. Y con esa sencillez, que es propia de los pequeños, insistimos sin miedo: Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
La Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) nos participa de la siguiente noticia:
Las reliquias de Don Bosco llegan a Buenos Aires
Buenos Aires, 14 Ago. 09 (AICA)
Los días 15, 16 y 17 de agosto la basílica María Auxiliadora (Hipólito Yrigoyen y Quintino Bocayuva, Buenos Aires) recibirá, procedentes de diócesis de Santa Rosa, donde estuvieron este viernes, las reliquias de San Juan Bosco. Ese fin de semana, en el que se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del santo, se llevarán a cabo encuentros y celebraciones para homenajear su presencia.
El programa de actividades es el siguiente:
El sábado 15 a las 16.30 los grupos del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) se concentrarán en el Colegio San Francisco de Sales, para recibir las reliquias a las 17.30 que a las 18.30 saldrán en peregrinación hacia la basílica María Auxiliadora.
A las 20 el arzobispo de Mercedes-Lujan, monseñor Agustín Radrizzani SDB, presidirá la misa en la basílica.
A su término, en el colegio Pío XI, tendrá lugar un Encuentro Juvenil con Don Bosco, para mayores de 16 años.
El domingo 16 las reliquias permanecerán expuestas todo el día en la basílica de Almagro para la veneración de los fieles. Habrá misas a las 8, 8.30, 12, 17 y 19.30; esta última la presidirá monseñor Oscar Ojea, obispo auxiliar de Buenos Aires.
El lunes 17 se presentará el musical “Don Bosco” en el teatro Pío XI, con funciones a las 15 y a las 17.
A las 19.30 se celebrará la misa de despedida en la iglesia de las Hijas de María Auxiliadora.
Otras visitas
Las reliquias de Don Bosco también visitarán otras presencias salesianas que se encuentran en la arquidiócesis de Buenos Aires, de acuerdo con el siguiente cronograma:
26 de agosto: Parroquia San Juan Evangelista, Olavarría 486, La Boca (011-4301-1155 Y 4302-2194).
27 de agosto: Parroquia Santa Catalina de Siena, Piedras 1527, Constitución (4300-1731 / 2194).
1 de septiembre: Casa Inspectorial, Don Bosco 4002, Almagro (4981-2619).
2 de septiembre: Colegio León XIII, Dorrego 2124, Palermo (4771-9873 / 9874).
3 de septiembre: Nuestra Señora de los Remedios, Ameguino 1441, Parque Avellaneda (4682-3595 / 2611).
4 de septiembre: parroquia Mater Misericordiae, Moreno 1669, Congreso (4372-6159).
La peregrinación
Con motivo de celebrarse este año el 150º aniversario de fundación de la Congregación Salesiana (18 de diciembre de 1859) y en vistas a la preparación del bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco en I Becchi, Italia (16 de agosto de 1815), el Rector Mayor de los Salesianos, don Pascual Chávez, impulsó una peregrinación de los restos del santo por los cinco continentes, que comenzó este año y se extenderá hasta 2015.
Con el lema “En camino con Don Bosco”, del 18 de julio al 6 de septiembre y del 24 de septiembre al 28 de octubre, la réplica de la imagen de San Juan Bosco que contiene sus reliquias visitará las Presencias Salesianas de la República Argentina.
Esta imagen inició su recorrido el 25 de abril en Valdocco, Turín (Italia), en la basílica de María Auxiliadora. Antes de llegar a la Argentina pasó por Chile y en los primeros días de septiembre visitará la República Oriental del Uruguay; por último, concluida su peregrinación por nuestro país, partirá hacia Paraguay.
Para mayor información: www.encaminocondonbosco.com.ar .+
Mensaje de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús con motivo de las Fiestas Patronales. (11 de agosto de 2009) (AICA)
Ella nos ayuda a vivir la caridad en la verdad
En la Solemnidad de Nuestra Señora de la Asunción, festejamos nuestras fiestas patronales diocesanas. Celebramos la victoria de Dios en María, sobre el pecado y la muerte; en ella, que fue concebida, en atención a su maternidad divina, sin pecado original.
María es la mujer fiel, que creyó en el anuncio del ángel, de parte de Dios, que fue fiel hasta la cruz de su Hijo y contribuyó así en primer lugar a la salvación del mundo
Ella es la discípula perfecta, y es también, la primera misionera, porque creyó y vivió testimoniando su fe hasta el final.
La celebración de estas fiestas diocesanas, nos debe llevar a un encuentro religioso profundo, pero también a una toma de conciencia de nuestra pertenencia social, cuya incidencia debe ser concreta, pensante y activa en la iglesia y en nuestra Sociedad.
La fe, lejos de quedar reducida al ámbito individual, debe incidir en la cosa pública. Dicho de otra manera, el hombre está llamado a la comunión, no debe aislarse en la búsqueda del bienestar individual. Dios debe tener un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y en particular política. “El hombre se valoriza no aislándose sino poniéndose en relación con los otros y con Dios” (Enc. Caridad en la verdad, nº 53)
Pero, si queremos ser sinceros con nosotros mismos, debemos reconocer el deterioro creciente de esta capacidad de relación. Se va estrechando el horizonte y se va reduciendo todo al terreno de la inmediatez. La influencia de la cultura mediática, que está en su apogeo, contribuye en gran medida a esta vivencia de lo superficial y del día a día.
Este diagnóstico, por otra parte, es característico no solo de nuestros ambientes sino de toda la sociedad globalizada. Este fenómeno de rigurosa actualidad, requiere un cuidadoso discernimiento para que se convierta en humano, e integrador de las personas, de los pueblos y de las naciones.
El Santo Padre, dice en la encíclica “Caridad en la verdad”: “cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el bien, empieza a disiparse. (Caridad en la verdad nº 18)
Hoy más que nunca esta verdad es irrefutable, y está en la raíz de las dimensiones más negativas de la cultura ambiente: Y el deterioro es, lamentablemente constatable. El desprecio a la vida humana que cuestiona desde el derecho natural, primigenio, a nacer hasta la pretendida “muerte digna” que justifica la eutanasia, pasando por la manipulación de los embriones en nombre de un derecho absoluto a la investigación científica sin la imprescindible calificación ética. No hablemos de la falta de trabajo, que además de ser un derecho fundamental, se ha ido deteriorando a lo largo de décadas, acentuando perversamente el clientelismo y el deterioro de la cultura del trabajo.”El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual. El pragmatismo en los ámbitos educativos, históricos, políticos, sin ninguna referencia a la trascendencia, a la filosofía, a la formulación de valores, y a la fe. (cfr. Enc. Caridad en la verdad, nº 25)
Estas cosas y muchas otras acaban por debilitar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. (cfr. Enc. Caridad en la verdad, nº 31).
Quisiera recordar, dice el Santo Padre, a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad.
“Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”. (Enc. Verdad en la Caridad, nº 25). cfr (Con. Vat. II, “Gaudium et spes, nº. 63)
También el Santo Padre nos habla de los derechos, pero estos también tienen deberes correlativos. Por esta razón, dice el Papa, que “es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario”. Pensemos, en los abusos de poder ostentados por aquellos que están en la conducción, en la “manipulación de los recursos legales y jurídicos para perpetuarse en el poder”, (los ejemplos no faltan en América Latina) que deterioran y lesionan el verdadero sentido democrático.
Como bien se puede ver, los desafíos son grandes y graves. Por eso, hoy más que nunca, debemos pedir al Señor, por medio de la Santísima Virgen, Nuestra Señora de la Asunción, que nos de la fuerza de la fe, y la fortaleza de la esperanza, para que no “tengamos miedo” fundados en la Palabra del Señor: “Sin mi, no pueden hacer nada” (Jn 15,5) Y “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final del mundo” (Mt 28, 20).
Tenemos que volver a la verdad en la justicia y a la justicia en la caridad. El amor, no es un añadido a estas consideraciones, sino que es parte integrante de un verdadero humanismo.
Que la Virgen nos ayude hoy a vivir, convencidos y comprometidos, como verdaderos discípulos y auténticos testigos de un anuncio que no podemos callar, olvidar ni disimular.
Felices Fiestas de Nuestra querida Patrona, Nuestra Señora de la Asunción.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (8 de agosto de 2009) (AICA)
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
El próximo 15 de Agosto celebramos la Fiesta de la Asunción de la Virgen María a los Cielos. Junto con el 8 de diciembre, en que celebramos su Inmaculada Concepción, son las fiestas marianas que más han calado en la devoción de nuestro pueblo. En ellas recordamos el camino que Dios ha elegido para entregarnos a su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Esta es la riqueza de la Virgen María, y que la hace una mujer única en nuestra historia. La conciencia de esta obra de Dios en ella se convierte en un canto de alabanza y exclama: “Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora”, para concluir proféticamente: “todas la generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lc. 1, 46-49).
Hoy se cumple a través de nosotros, en nuestra generación, esa profecía de la Virgen, porque la llamamos con amor y gratitud nuevamente feliz. Ella es testigo del camino que Dios ha elegido para que sea la Madre de Jesucristo; pero ella es también testigo de otro camino, diría personal, en el que la Virgen se convierte para nosotros en un ejemplo para vivir nuestra vocación cristiana. Marcaría dos notas en este camino personal de la Virgen María, hablaría de su fe y su disponibilidad. Ella, como nosotros, tuvo que avanzar en el camino de la fe, es decir, no siempre veía claramente lo que sucedía a su alrededor y cuál era la respuesta que debía dar. Vivía de la fe, que si bien es luz y “garantía de los bienes que se esperan, (como) plena certeza de las realidades que no se ven” (Heb. 11, 1), no tiene la evidencia de lo que tocamos. La fe nos da un conocimiento que se apoya en el testimonio del mismo Dios que nos habla por su palabra, como lo hizo antes por medio de los profetas y hoy por su propio Hijo Jesucristo (cfr. Heb 1, 1). María vivió esta certeza de la fe que se apoya y alimenta en la Palabra de Dios. En este sentido nos enseña a vivir en la verdad de la Palabra de Dios.
Esta vida de fe es la clave para entender su disponibilidad hacia todo aquello que expresa la presencia de Dios. Me refiero a esa presencia que nos habla a través de circunstancias y personas que requieren de nuestra respuesta y compromiso. La disponibilidad es la actitud que no me deja indiferente frente a las exigencias de la verdad, del bien y de la justicia, que son valores que comprometen la vida cristiana. La fe que eleva al hombre y lo pone en contacto con Dios no lo encierra en sí mismo, sino que lo hace disponible y servidor. María expresa esta disponibilidad cuando se puso en camino, “partió sin demora” dice el texto, para servir a su prima Isabel que estaba embarazada (cfr. Luc. 1, 39). También cuando recibe el anuncio de que iba a ser la madre del Salvador, que aunque no comprendía totalmente todo, responde con esa disponibilidad que nace de la fe: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí lo que tú dices…” (Luc. 1, 38). Así es como María, con su vida de fe y testimonio de disponibilidad y servicio, se convierte para nosotros en un ejemplo de cómo vivir, en nuestro mundo y relaciones, la vocación de hijos de Dios.
Que este 15 de Agosto nos acerquemos a Ella con amor y gratitud de hijos para saludarla y llamarla nuevamente feliz. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones mi bendición en el Señor Jesús y María Nuestra Madre.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Información enviada por Carlos Peinó Agrelo, peregrino, cursillista, colaborador en la redacción de la Positio super virtutibus del Siervo de Dios y Vicespostulador de su Causa de Canonización.
MANUEL APARICI Y LOS MÁRTIRES DE ACCIÓN CATÓLICA:
HOMENAJE NACIONAL
A ANTONIO RIVERA Y A TODOS LOS MÁRTIRES
«Las palabras del Cardenal Primado, nos obligan a mantener entre nosotros
vivo el recuerdo y operante la virtualidad de la sangre de quienes, como
Antonio Rivera, hicieron posible que hoy haya Juventud de Acción Católica»
(SIGNO de fecha 5 de mayo de 1951).
SIGNO de fecha 5 de mayo de 1951 [1] recoge en primera página a toda plana, bajo el título «La juventud celebra la fiesta de sus mártires», el homenaje nacional que se tributó a Antonio Rivera y a todos los mártires [2].
1. Cita de amigos con Antonio
«Un gran día el domingo, fiesta de nuestros mártires. Nos habían convocado en Toledo para recordar a Antonio Rivera, y allá fuimos, dispuestos a escuchar la palabra de quienes tuvieron la dicha de conocer personalmente a “El Ángel del Alcázar”. Nuestras banderas pasearon la ciudad ... con paso de peregrinación: del palacio arzobispal a la calle de los Bécquer, de la plazuela de Santa Isabel a la cumbre del Alcázar ... Éramos jóvenes de distintas Diócesis, porque el homenaje era nacional; allí estaban trescientos de Madrid-Alcalá, otros tantos de la Diócesis-priorato –los de “Ismael de Tomelloso”– y muchos de la capital y los pueblos de la Archidiócesis Primada ... Con ellos, los representantes del Consejo Superior, de la Juventud Femenina, de las Congregaciones Marianas, de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y de las Juventudes hispanoamericanas.
»El programa era extenso, y la fatiga anduvo rondando al final de la jornada. Pero la emoción castigaba aún más duramente los cuerpos. Porque hubo lágrimas, muchas, en las caras de los jóvenes mientras se nos hablaba de Rivera, unas veces con pasión, otras con sencillez, otras con tremola emoción ... don Manuel Aparici –¡es el Aparici del 36, dijo alguien a nuestro lado al oírle!– nos electrizó pidiéndonos juramento de defender y fecundar la sangre de los mártires; don Francisco Vidal nos llevó a la misma alcoba mortuoria de Rivera para vivir en unos minutos aquellos cincuenta últimos días de su vida; don Santos, Majón, don Pelayo, cada cual en su lugar y con oportunidad varia, encadenaron la atención de todos. Porque muchos conocíamos la biografía de Antonio Rivera, pero pocos la habían meditado por aquellas calles y entre aquellos muros que el mártir tuvo en derredor suyo a la hora del apostolado del heroísmo y de la muerte. La misma presencia de los padres de Rivera, de sus familiares, puso en la fiesta del domingo una impalpable emoción, que tuvo por fuerza que traslucirse muchas veces en nuestros ojos.
»No faltaron, entremezcladas en los discursos, consignas muy actuales para la Juventud de Acción Católica de hoy. Concretamente, en orden a la exaltación de nuestro martirologio, las palabras del Sr. Obispo Consiliario General y, sobre todo, las del Cardenal Primado, nos obligan a mantener entre nosotros vivo el recuerdo y operante la virtualidad de la sangre de quienes, como Antonio Rivera, hicieron posible que hoy haya Juventud de Acción Católica».
2. Acto de afirmación en el Teatro de Rojas
«[...] En la Presidencia, con el Obispo de Eraso, las autoridades civiles y militares de la ciudad imperial, representaciones extranjeras, miembros de la Junta de Honor del Secretariado Antonio Rivera y dirigentes de las Ramas de Acción Católica. Al fondo, las banderas de la Juventud. En los palcos, numerosas personalidades de Toledo y de Madrid. comienza el acto.
»Se leen unos telegramas de Guadalajara, de Huéscar (Granada), del general Martínez Simancas, del Sr. Obispo de Málaga, del Sr. Obispo de Barcelona. Palabras de adhesión sincera, cordial, emocionada. Nos dan idea de la trascendencia nacional del acto a que vamos a asistir.
»Las primeras palabras son del Presidente Diocesano, José Luis Pérez de Ayala. Como él dice, esta es una cita de amigos que teníamos pendiente con Rivera desde hace mucho tiempo. Después improvisadamente, pues no constaba en el programa, nos habla José Gómez, Presidente de los Universitarios de Acción Católica del Ecuador. Nos trae la presencia de los hermanos de fuera de España. “Hace un mes –dice– conocí a Antonio Rivera y fui amigo de él. Después de conocerlo, le he visitado en el cementerio y allí he llorado fervorosamente, pidiéndole por la Acción Católica española, pidiéndole por mí Acción Católica ecuatoriana e hispanoamericana”. Termina su alocución citando unas altas palabras de aquel mensaje que afirmó con su sangre el protomártir de la Acción Católica mexicana González Flores: “En pie, recia Juventud [...]. Eleva sobre las bayonetas de todos los verdugos una cristiandad nueva, fortificada, rejuvene-cida [...]”.
»Pastor en la tribuna. Se congratula de la reciedumbre y el empuje de la Acción Católica de España, demostrada en este acto. Gran ocasión ésta, en la que se confirma con exactitud aquel dicho: “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Esa sangre es la de los 7.000 mártires hermanos nuestros que murieron por su amor apasionado a Cristo, y en Cristo a España y a la Juventud de Acción Católica [...]. Gracias a Antonio Rivera –continúa nuestro Presidente Nacional– y a los mártires hay hoy jóvenes de Acción Católica en Toledo y en España. Tenemos que seguir el camino inexorable de los mártires para poder anunciar la buena nueva: “Cristo ha resucitado”. Hemos de seguir el ejemplo de los mártires, invocándoles: “Rogad por nosotros, porque sabemos que estáis en Cristo”. Los Jóvenes de Acción Católica de hoy deseamos tener un ejemplo más próximo, deseamos ver exaltado al que fue Presidente Diocesano de Toledo y Vocal del Consejo Superior. Es deseo de 100.000 jóvenes de Acción Católica ver colocado oficialmente ante nosotros el ejemplo de Antonio Rivera, el santo más auténticamente de nuestros días, una vida llena de una inquietud inmensa, a pesar de los pocos años [...]. Antonio Rivera es ejemplo de lo que debemos ser en nuestra raíz última y fundamental: radicalmente insatisfechos de nosotros mismos. Concluye Pastor su Discurso mirando a la juventud del futuro. Si un joven flaquea, si un Consejo o un Centro desfallece, es porque les falta visión del panorama maravilloso que se abre a la Juventud de Acción Católica. Que Antonio Rivera sea también en esto nuestro ejemplo y el de los jóvenes que nos sucedan en la Juventud de Acción Católica.
3. En esta casa se forjó el santo, y el santo hizo al héroe
«Esta casa –dijo don Antonio Jiménez Salazar Manjón en el patio de los Bécquer– fue la cuna de la santidad y del heroísmo de Rivera. Prudente, reflexivo, de clara inteligencia y gran entusiasmo y esfuerzo era Antonio Rivera; sus dotes le llevaron pronto a la Presidencia de la Federación de Estudiantes Católicos y a la Presidencia de la naciente Unión Diocesana de la Juventud Católica. En esta casa emprendió su camino de perfección, en el que llegó a prescindir de todo aquello que fuera pasatiempo y diversión, aunque del todo legítima. Evoca el orador, que fue su amigo íntimo, confidente de sus ardores patrióticos y apostólicos, la participación de Antonio Rivera en el Alzamiento Nacional. En esta casa se forjó el santo, y el santo hizo al héroe. Y cayo, finalmente, el 20 de noviembre de 1936, como los héroes, en olor de heroísmo, y como los santos en olor de santidad».
«Con recogimiento, con atención, con casi reverencia, escuchamos las evocaciones de Antonio Rivera. Por estos mismos patios paseó él mucha veces, hablando siempre de Cristo a sus muchachos, hablando siempre Cristo por él. Aquí, en esta casa, se organizó la Asamblea del 33, aquí nació, propiamente, la Juventud de Acción Católica de la Archidiócesis Primada».
«Este es el templo donde pasó Antoñito sus cincuenta últimos días de su vida –dijo por su parte el Rvdo. Sr. D. Francisco Vidal, Consiliario de la Junta Diocesana de Toledo [3]. Aquí recibió diariamente la comunión. Aquí murió mi amigo, mi confidente, mi ayuda espiritual ... Cuatro miradas, cuatro afanes tuvo Rivera en estos cincuenta días: la primera, para el mismo, para su interior, para hacerse fiel imagen de Cristo, en perpetuo afán de perfeccionamiento. Una segunda mirada fue la apostólica soñaba en Santiago, soñaba en los Centros, en su Consejo Diocesano, en el Consejo Superior. Una tercera mirada era para los suyos ... ¡Era tan buen hijo, tan magnífico hermano, tan cariñoso, tan delicado para sus familiares! Y su última mirada, su gran mirada durante los cincuenta días de su agonía fue para el cielo. Largas pláticas, en las que traslucía su gran afán por ganar el cielo, por ver a la Santísima Virgen, por estrechar la mano a su gran amigo el Apóstol San Pablo”. don Francisco sus palabras evocando a Antonio Rivera mientras muere, lleno de dulzura y de suavidad ¡Gran ejemplo para la Juventud de Acción Católica!».
4. Estamos en un camino, el de la beatificación de Rivera,
que es siempre largo y difícil
Don Santos Beguiristain «habla en el patio del Alcázar. Le rodean las banderas de la Juventud de Acción Católica, para quien él compuso la primera biografía apasionada de “El Ángel del Alcázar”. Estamos en un camino, el de la beatificación de Rivera, que es siempre largo y difícil. Es necesario hacer memoria, que los que quedan de aquella época recuerden. Dios y la Patria encontraron en Rivera el exponente máximo de la generación española. Fue un ejemplo para nosotros. No nos basta con tener la santidad individual; es necesaria la santidad con proyección social. Vivimos nuestros ideales como si fuesen ideales muertos y hay que resucitarlos. No queremos vidas fáciles, sino victimación: que hagan memoria los españoles y que nos venga una Patria vibrante y heroica. ¡Antonio Rivera, te vamos a recordar porque te necesitamos! ¡Queremos que tu nombre sea piedra viva de esta catedral de sinceridad que quiere levantar España en el mundo!»
Cuando concluye su magistral pieza oratoria cantamos la salve. Se marcha el día, y allí, entre aquellos muros gangrenados, suenan muy bien las alabanzas a la Virgen del Alcázar. Mientras tanto, se imponen unos corbatines conmemorativos a las banderas y guiones. Y se canta otra vez, el himno de la Juventud.
5. Cumplió en todo momento como cristiano, como de
Acción Católica y como militar
«Nos habla don Pelayo Lozano, teniente coronel médico, el que amputó un brazo a Antonio Rivera en este mismo lugar: la enfermería del Alcázar del Toledo durante el asedio. Nos habla ante la lápida que conmemora el acontecimiento. Hay unos jergones en el suelo y un rayo de luz que se filtra por una aspillera, por donde entonces entraban las balas. Somos muchos, estamos apretados, incómodos, pero nos gana la emoción del orador: “Estamos en el “sancta sanctorum” del Alcázar, donde las palabras ociosas parecen blasfemias en una oración. Aquí encontraréis en cada piedra un acto de valor ... Nos habla don Pelayo de aquel soldado que él operó sin conocerle. Sólo sabía que se reunía a las tres de la tarde, invariablemente, con un grupo de defensores: hacían su oración y meditaban. El día 18 de agosto –evoca el doctor–, hacia las dos y media de la tarde, le amputé el brazo. Con nosotros, indudablemente, estaba la divina Providencia. Después al visitarle diariamente, su única queja era: “¡Cómo le estamos molestando a Vd., don Pelayo!” Antonio Rivera no dio ni una muestra de impaciencia en medio de sus agudos dolores. “Cumplió en todo momento como cristiano, como de Acción Católica y como militar”».
6. Lápida en honor de los mártires de aquel primer
Consejo Diocesano de Toledo
«En Arco de Palacio está el Consejo Diocesano de la Juventud de Toledo. Ya han llegado los jóvenes de Ciudad Real, los de Madrid–Alcalá, los representantes del Consejo Superior; y el Consiliario Diocesano de Toledo, don Eusebio Ortega ... Se va a descubrir una lápida en honor de los mártires de aquel primer Consejo Diocesano, en una fiesta familiar plena de recuerdos emocionados. D. Antonio Gutiérrez Criado, el Consiliario mártir; Antonio Rivera, el Presidente Diocesano mártir, y todos sus compañeros de apostolado que sufrieron muerte. Recuerda el orador las visitas que hiciera Rivera al Seminario, para hablar a los seminaristas, en la antevíspera de las vacaciones, de tanto jóvenes que no conocen a Cristo [...]. “Vamos a ser santos –exhorta finalmente don Eusebio– porque santos fueron ellos”. Y pide al Consejo Superior que se inicie ya el proceso de beatificación de los 7.000 mártires de la Juventud de Acción Católica. Porque es idea universal que hay muchos Riveras, muchos Llanos, muchos Sanchos ... en nuestro martirologio.
»El Presidente Nacional, Enrique Pastor, descubre la lápida. Don Manuel Aparici reza unas oraciones.
[1] Ocho años antes, el 2 de diciembre de 1943, le dice a José Rivera: «Al fin llega el momento de poder dar satisfacción al deseo que tenía de escribirte. ¡Tantas y tan grandes gracias se encuentra simbolizadas para mí en tu persona que es imposible que te olvide! En primer término, nuestros queridos hermanos mártires, entre los que descuella Antonio, hermano tuyo, en la carne y en la sangre, y mío en el afecto de un mismo Cristo a quien amar y prójimo a quien servir, y en un segundo lugar, la generación juvenil fruto de esa sangre de mártires».
[2] Un par de meses antes, en el Cursillo de Preparación de Profesores de Cursillos celebrado en el Consejo Superior los días 17 al 23 de febrero de 1951, el Siervo de Dios, como ponente, esbozaba un ensayo que algún día puede que se convierta en una verdadera obra sobre la «Historia de la Juventud de Acción Católica: Mártires» (SIGNO de fecha 3 de marzo de 1951). Fue ponente, además, de otros tres temas.
[3] Nos congregamos en el patio de la casa de los Rivera. Acabamos de visitar la habitación de Antonio y estamos emocionados. D. Francisco también, hasta el punto de que alguien creyó que no podría concluir su alocución.
Artículo publicado en el Boletín Bimestral “Misioneros Javerianos”, número 453/ JULIO-AGOSTO 2009.
ENTRE NOSOTROS
compartiendo una ilusión
LA PALABRA DE DIOS
El 14 de junio de 1919, el obispo de Parma, Guido Ma Conforti, lanza en su diócesis una campaña para difundir «las páginas divinamente sencillas y sublimes del Santo Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles». El anuncio de la Palabra de Dios estaba ya presente en su programa episcopal y en la práctica de la meditación y de la oración cotidiana. Más que discursos sobre la Palabra, él la vive y la inserta con espontánea naturalidad en sus escritos y discursos.
Mons. Conforti tenía varias expresiones significativas para describir la Palabra de Dios: «La Palabra de Dios es vida, luz, fuerza y virtud sobrehumana. Palabra de vida que ilumina las mentes, purifica los corazones y en-trena a la práctica de las más altas virtudes. La Palabra de Dios que, mejor que la conciencia humana, como espada de doble filo, penetra profundamente en las mentes y en los corazones. Libros santos, de los cuales la vida cristiana debería beber la luz y el calor que les san indispensables para su crecimiento y conservación. Principios santos, de los cuales depende la paz en el mundo...»
El Evangelio
El Evangelio, dice Mons. Conforti siguiendo a algunos exegetas de su tiempo, es por excelencia el libro de Cristo Jesús, la filosofía de Cristo, la teología de Cristo. Es la preciosa, la buena noticia de la redención, la gracia, la salud eterna del género humano que nos ha traído Cristo. El Evangelio, con respecto a otros libros inspirados, es la luz confrontada con las tinieblas, la realidad comparada con la figura, el alma con respecto al cuerpo. El Evangelio es la luz con todo su fulgor que dirige nuestra mirada hacia nuevos horizontes, dando una nueva dirección a las aspiraciones y al obrar humano. Entre todos los libros, el Evangelio es el más perfecto entre todas las ciencias, la más certera, la más sublime y eficaz, la más útil y necesaria.
El Evangelio es el libro que ha producido la más grande y saludable revolución en la sociedad, creando, en cierto modo, un nuevo mundo moral. En las páginas del Evangelio los hombres han encontrado y encontrarán la clave y el secreto para la solución de los grandes problemas que han afligido y afligirán a la humanidad».
Leer la Palabra
En los escritos de Conforti aparece el término «lección» que no se identifica con lo que ahora llamamos «Lectio»; pero que no está lejos de esta forma de acercarse a la Palabra de Dios ya que, hablando de las lecciones, se refiere a San Bernardo y a la tradición monástica.
«San Bernardo, hablando del modo de ascender hacia la perfección dice que hay tres maneras: Oración, Meditación y Lectura de la Palabra (lección). Con la lectura de la Palabra se pone el alimento espiritual en el plato, con la meditación se mastica, con la oración se convierte en carne y sangre. Santo Tomás dice que la lectura de la Palabra (lección) es como un espejo, como una amigo, un padre, es el médico».
Meditar la Palabra
«Custodiemos en el fondo del corazón la Palabra de Dios, como la tierra custodia en su seno la semilla destinada a florecer y a producir frutos, a ejemplo de María que «conservaba todas estas cosas en su corazón». De esta forma experimentaremos que la Pala-bra de Dios es vida, luz, fuerza y virtud sobrehumana».
«San Pedro Canisio, sigue diciendo Conforti, antes de hacerse apóstol del Evangelio para los demás, meditaba el Evangelio, lo encarnaba en sí mismo y la práctica del Evangelio le condujo a un alto grado de perfección cristiana. También para nosotros, queridos hijos míos, no hay otro camino para alcanzar la gloria del cielo que el de meditar y vivir la Palabra del Evangelio».
Palabra y Misión
«Él, Cristo, contrariamente a los conquistadores del mundo, no ha fundado su reino con la fuerza de las armas, sino con la Palabra que conquista las mentes y, con la fascinación del amor, vence al corazón. Por ello hoy El os repite a vosotros (está hablando a seis javeríanos que parten para misiones) las palabras que dijo a los primeros discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (MC. 16,15). La Palabra sencilla y luminosa del Evangelio es la que debéis usar, este arma es como una espada de doble filo, que penetra en lo más íntimo de los corazones, operando en ellos la transformación que sólo la virtud de Dios puede operar. Esta Palabra santa la confirmaréis con el ejemplo de una vida santa, con el ejercicio fecundo de la caridad, con el espíritu de sacrificio y con el heroísmo del martirio si a éste fuerais llamados. El apostolado es esencial en la iglesia, es la razón de su ser, lo ejercita a través de la Palabra y de la caridad y no conoce límites ni de espacio ni de tiempo.
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Artículo semanal del Padre Fernando Lorente, 0. h., publicado en EL DÍA el miércoles 12 de Agosto de 2009 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H”.*
Reflexión veraniega: la salud
A TODOS los seres humanos de buena voluntad -y más si se confiesan cristianos- lo primero que debe alentarnos, frente al enigma del sufrimiento, es la actitud sanitaria de Cristo a lo largo de su vida pública. Pretender arrancar del Evangelio las páginas que recogen las curaciones individuales y colectivas sería reducir sustancialmente el libro de la Buena Noticia.
Jesús se conmueve en presencia del dolor en la carne de seres humanos. Su corazón se compadece ante los sordos, cojos, mudos, paralíticos que se cruzan en su camino. Y pone en funcionamiento su poder curativo al servicio de los enfermos, para restituirles el oído, el movimiento, la vista, el habla, la salud y el bienestar. Realmente, Cristo pasó por la tierra haciendo el bien físico, repartiendo salud a manos llenas. Sin embargo, ¿qué significan las decenas o centenas de personas sanadas por Jesús, en comparación de los miles y millones de enfermos de su época? ¿Y qué representan sus curaciones de aquel tiempo, ante el innumerable ejército de dolientes de todos los siglos antes y después de Cristo?
En verdad, Cristo quiso limitarse a su tiempo y lugar en su labor médica: curó sólo a unos cuantos enfermos del siglo I en Palestina. Pero nos dejó su ejemplo, para que los cristianos sigamos su labor sanitaria en nuestros tiempos y geografías. Mostró su cordial interés por los pacientes y realizó unas curaciones concretas, diciéndonos con el lenguaje de los hechos. Esto es cristianismo. No sólo procurar la salvación espiritual, sino también la salud material. Por eso, el papel de la Iglesia y de los cristianos es alejar el mal de todas sus fronteras, empezando por el mal de los cuerpos humanos.
El ejemplo de Cristo, médico, es lo que ha impulsado a lo largo de veinte siglos la labor hospitalaria de la Iglesia en el mundo, entre cuyas instituciones se cuenta la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios, fundada en Granada, extendida actualmente por los cinco continentes, con este testimonio fundacional de palabras y hechos: "Nosotros, los Hermanos Hospitalarios, damos gracias al Señor por el don que hizo a su Iglesia en S. Juan de Dios. El cual, impulsado por el Espíritu Santo y transformado interiormente por el amor misericordioso del Padre, vivió en perfecta unidad el amor a Dios y al prójimo. Se dedicó por entero a la salvación de sus hermanos e imitó fielmente a Cristo (...)".
Todos los fundadores y fundadoras de instituciones hospitalarias, porque siguieron la llamada de Cristo, nos dejan este mensaje, hecho vida: "Ante cada enfermo concreto, todos, personal sanitario, familiares, amigos, hemos de tomar una conciencia más viva de que nos encontramos ante una persona que sufre en su cuerpo y en su espíritu."
* Capellán de la clínica
S. Juan de Dios
Carta a Mi querido Teófilo del Padre Antonio María Hernández del Hogar Santa Rita del Puerto de la Cruz, publicado en la revista "Como las Abejas", número 46, Julio-Agosto de 2009.
Carta a mi amigo Teófilo
iDios mío! iDios mío! iQué mal me ha dejado tu carta, amigo Teófilo!; pero has hecho bien en escribirme y compartir así un problema, a ojos vista, realmente preocupante y que, de momento, parece no tener una pronta solución, ni sé en qué va a parar todo esto. Ciertamente quizá, estábamos viviendo como "en una nube", en una economía engañosa, un tanto superficial. Estamos en unos tiempos muy difíciles. La gente empieza a hartarse de todo y empieza a no creer en promesas, porque la realidad es bien otra, y muy cruda. Tampoco sé, mi buen amigo Teófilo, en qué va a parar o a desembocar toda esta problemática real. Ciertamente yo mismo, siento angustia porque desde que tenemos los "Hogares Santa Rita", nunca hemos visto tanta gente que viene a poner "curriculum", y a pedir un trabajo. Ciertamente tiene que ser muy duro y humillante, el tener que ir de lugar en lugar, pidiendo trabajo, "en lo que sea", y a lo mejor, tocas en mil puertas y no te abren en ninguna. Tiene que ser muy triste y angustiante el llegar a la casa y ver la boca abierta de toda la familia, sin tener nada que echar en ella.
También yo, mi querido amigo Teófilo, conozco personas, que le han embargado todos sus bienes y, han tenido, que cerrar la empresa, con unas enormes deudas a la Seguridad Social, pagarés devueltos, casas hipotecadas y luego subastadas, por "cuatro perras". Son innumerables, en estos momentos, las personas que sufren las consecuencias del paro. Muchos de ellos, con el paro terminado. A mí me duele mucho. De hecho, no hemos reducido plantilla, en estos momentos de tanta crisis. Me da un poco coraje, no obstante de alguno que trabaja en Santa Rita y, no sólo no les importa el que el "Hogar Santa Rita" se hunda, sino que siembra cizaña, malestar y descontento entre los compañeros y critican, a no poder más, de la empresa y del director o gerente, en la calle y en cualquier lugar, como "en bares y fiestas". Encima siguen recibiendo un dinero de la empresa a la que critican. No agradecen el puesto de trabajo. Parece que les da igual que nos hundamos, sin darse cuenta que también se hunden ellos. iEs una lástima!
A esos tales trabajadores yo les invitaría a que nos dejen en paz y se marchen a otra empresa en la que sean más felices. No entiendo que estén en una empresa, en donde, claramente hasta odian y critican al empresario y a la empresa, que les paga el sueldo que llevan a la casa. iCuánto daño hacen en una empresa estos trabajadores que están amargados e influyen y amargan la vida al que está al lado; que pasan por el empresario, con una cara de odio, de desprecio, y provocando, aún al más santo, sin ni siquiera volver la cara para dar "los buenos días"!
Sin darme cuenta, me he desviado de tu carta, mi buen amigo Teófilo; pero no puedo evitar el que mi subconsciente me traicione. También siento una gran angustia al ver la pasividad de algunos políticos, que podrían mover con más rapidez, los permisos para comenzar el edificio del Alzheimer, parado hace más de dos años, y que crearía ahora mismo un montón de puestos de trabajo de la construcción, para edificar dicho Centro y luego crearía más de trescientos nuevos puestos de trabajo, para la puesta en marcha. Ahora mismo, sin tener los dichosos permisos, pedidos desde el mes de abril del año 2006, contrataría a más de doscientos trabajadores relacionados con la construcción para realizar en poco tiempo dicha obra.
Después de este largo paréntesis, volvamos a lo tuyo, mi buen amigo Teófilo. Sé que, realmente, es hasta lógica la actitud, un tanto pesimista, tuya y en la que estás envuelto y atormentado por tan terribles pesadillas, por las noticias que oímos cada día sobre la caída del empleo, el cierre real de tantas empresas, la regulación de empleo y despidos masivos en otras. Es alarmante y real. No es una fantasía, es ciertamente preocupante. A veces me parece, que los políticos, van por un camino y el pueblo por otro. Yo no entiendo mucho de estas cosas, sino que me tropiezo cada día con la dura realidad. Conozco demasiados empresarios que tienen la "soga hasta el cuello".
Ojalá conociera menos casos de personas angustiadas, abatidas, tristes, desesperadas, sin saber para dónde tirar, con problemas de todas las clases. Mujeres separadas que la pareja no le ayuda al mantenimiento de hijos comunes, y que tienen que hacerle frente ellas solas a una hipoteca, que los bancos le devuelven todo y no le conceden ningún préstamo, que hasta los familiares más cercanos le cierran la puerta. Luego ven que el dinero no les alcanza, para comer, pagar la luz y demás gastos propios de la casa, encima del problema afectivo-humano de la separación.
iDios mío, cuántos problemas! ¡Cuánta angustia! !Cuánta gente que está al borde de la desesperación y que no toma una medida dramática, porque aún les queda un poco de fe en Dios! iA cuánta gente le he oído!: "Padre Antonio, donde está Dios, cómo no ve tanta desgracia. Parece como si Dios, cansado de tanto oír problemas, también se desentendiera del hombre que un día creó" ¿Por qué permite Dios tanta desgracia? iQué baje de una vez Dios y vea esto? Es desesperante, angustiante, imposible el seguir así.
Ciertamente el drama es real. Yo mismo creí que era una etapa pasajera. Hoy mismo me encontré con un empresario, que, casi terminando el mes, aún no ha podido pagar la nómina y me contaba que, cuando ya había reunido un poco de dinero para pagar las nóminas, que es sin duda, su principal preocupación, le vino la devolución de unos pagarés, que ya le habían abonado en su cuenta y ahora se los vuelven a cargar a él y se queda sin aquel dinero destinado al pago de las nóminas y le rompe, desgraciadamente, todos los esquemas y los proyectos que tenía para pagar.
Me dices: Padre Antonio, ¿qué puedo hacer? ¿Para dónde me voy? No quiero ser un cobarde y huir del problema tan fuerte que se me avecina con los empleados. Las ventas han bajado. No entra dinero. Estoy entrampado por todas partes; pero si yo tiro la toalla y no le hago frente al problema, le dejo un horrible problema a mi mujer y a mis hijos. A pesar de todo, tengo aún que sonreír, cuando viene un nuevo cliente al negocio. Dios proveerá, como usted tantas veces dice.
También a mí me comentan, que yo lo tengo más fácil porque tengo fe, y me llevo con Dios. Es verdad, mi buen amigo Teófilo, que aún no he perdido la fe; pero esto no me libra de los problemas por los que pasa todo el mundo. La vida no es fácil para nadie, y este problema económico está pasando factura a toda la población, porque los unos dependemos de los otros. Me vire, para donde me vire. las noticias que oigo son alarmantes y dicen que apenas, está comenzando la crisis. Que aún vendrán tiempos peores.
No obstante, creo yo, mi amigo Teófilo, que aunque es justificable tu preocupación, y que estás nervioso, por todo aquello que se nombra a tu alrededor, de momento, tú tienes trabajo, y aún tu empresa está viva, aunque también esté afectada. Por otra parte, la fe no es monopolio de nadie y todos somos iguales de hijos ante Dios, y tenemos que pedirla una y otra vez, aún con lágrimas en los ojos; pero sin desesperarnos, sin dejarnos hundir por la incertidumbre y la tristeza. Piensa, amigo Teófilo, que "Dios se levanta cada día antes que tú, para colgarte el sol y, que tú lo puedas contemplar y disfrutar desde tu ventana". Yo no creería en un Dios que se desentendiera del hombre y se fuera a su cielo, desconectándose del hombre.
No, mi buen amigo. Dios está sensibilizado y preocupado con tu problema, con el problema de todos los seres humanos. Lo que pasa es que para Dios no existe el tiempo y tiene una gran paciencia aunque parezca que se ha olvidado de nosotros y nos ha dejado solos y embarrancados con nuestros problemas. Recuerda, cuando un día el mismo Dios exclamó: ¿Puede acaso una madre olvidarse del hijo que un día dio a luz? Pues, aunque una madre pueda olvidarse y abandonar a su hijo, yo jamás me olvidaré de ti".
Mi querido amigo Teófilo, esta es la hora de la fe, esta es la hora de la prueba, "de las k, tinieblas". Pero hemos de estar convencidos, que Dios "no pega ojo", preocupado por nuestro problema, nuestra angustia, nuestras depresiones, nuestras amarguras y tristezas. También Dios "llora por tus sufrimientos". A Dios le importa tu dolor, tu situación económica, el problema del paro, el problema de tantas personas, cuando hay hijos de por medio. Es muy fácil criticar y ver "los toros desde las gradas". Hay que bajarse al terreno y enfrentarse sin miedo con el toro. Las batallas se ganan en el campo de batalla, en medio del fuego cruzado, temblando, con un miedo humano.
Tantas veces te he dicho, mi buen Teófilo, que "Dios existe", y si existe es bueno, y si es bueno, no puede estar al margen y despreocuparse de nuestros problemas. Nos olvidamos, que no hay nadie que más nos quiera que Dios y, que Dios, tengámoslo siempre presente, es todo poderoso. El creer que Dios está oculto y que no se entera de lo que nos está pasando, es una actitud un tanto irreal e injusta. Lo que ocurre es que El lo que quiere es que nos salvemos y entremos a vivir eternamente en su cielo, y para que lo ganemos, permite el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, un revés de fortuna, la separación dolorosa de un ser querido. Nos zarandea muchas veces, bruscamente, para que estemos alerta y nos demos cuenta que aún estamos en el planeta Tierra, y no nos acomodemos y conformemos con esta vida de la Tierra, y "aspiremos a los bienes de arriba", en donde está viviendo el mismo Dios con sus Angeles y sus Santos.
Hay situaciones y momentos tan ingratos y tan desagradables en esta vida, marcada por el tiempo, que se nos hace muy difícil creer, que Dios está detrás de todo esto. Nunca jamás querrá Dios el mal. Siempre quiere el bien y el mal solamente lo permite para que saquemos un bien de él.
Venga, mi amigo Teófilo, agarra tu morral y cárgatelo sobre tus hombros y emprende nuevamente el camino y ponte al frente, sin miedo. Lidera el grupo, anima a los que te acompañan, que te vean positivo, optimista, creyendo en la solución, fiándote de Dios, que es tu mejor amigo y el que nunca te fallará. Venga, buen Teófilo, echa a caminar. Agarra la cantimplora para refrescarte. No mires para atrás, no le des más vueltas a lo que ya no tiene solución. No pierdas el tiempo en lamentar fallos, errores, meteduras de pata. Piensa sólo que Dios te quiere como eres, con tus virtudes y tus vicios, con tu amor y tu desamor.
Ten suficiente confianza en Dios, de que "tarde o temprano", saldremos de esta horrible "crisis" en que estamos inmersos. Y a ti, mi buen amigo Teófilo, que aún te siguen respetando tu puesto de trabajo, dale gracias a Dios y hazte digno de confianza, para que la empresa cuente contigo, para levantarla de nuevo y ponerla a "flote", para que continúe la travesía. No te adelantes a los acontecimientos. No precipites los problemas, y no te rompas la cabeza, por aquello, que no te ocurre a ti, de momento, y prepárate para lo que Dios quiera o permita. Gánate tu puesto de trabajo, que, realmente, para la empresa, seas imprescindible y, solamente se te acabarían tus relaciones con la empresa, sólo en caso de "cierre total". Prepárate para la vida; pero no sufras, ni te angusties, por lo que aún no ha ocurrido y, puede que no ocurra jamás. Hasta siempre.
Sitio web del "Hogar de Cristo”, de la parroquia Nuestra Señora de Caacupé (AICA)
Buenos Aires, 10 Ago. 09
El programa de recuperación de la adicción a las drogas: “Hogar de Cristo”, de la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, en Barracas, acaba de inaugurar su página web: www.sinpaco.org.
En ella se encuentra disponible toda la información sobre este programa, material informativo y de formación, información sobre organizaciones que se dedican al problema (del barrio y de otras zonas), y las distintas formas de colaborar con esta iniciativa, entre otras cosas.
La parroquia atiende pastoralmente la Villa 21-24, NHT Zavaleta y nuevos asentamientos y se ocupa de los miembros de su comunidad adictos a las drogas. Entre sus iniciativas se encuentra el Hogar de Cristo, que tiene como fin reinsertar en la sociedad a los jóvenes consumidores de “paco” específicamente y otras drogas, fortaleciendo sus virtudes para lograr un mejor nivel de vida sin consumo, trabajando y estudiando. “Para ello trabajamos en y con la comunidad. Vivimos en la Villa y conocemos a los habitantes, sus costumbres, su manera de pensar y de vivir, sus necesidades”, señalan los responsables.
El programa incluye otros proyectos, como el Centro San Alberto Hurtado y la Granja Madre Teresa de Calcuta.
Para mayor información: 4302-3643.+
Artículo seminal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado en EL DÍA el miércoles 5 de Agosto de 2009 en la sección CRITERIOS bajo el epígrafe “Luz en el Camino Fernando Lorente, o.h.
LUZ EN EL CAMINO FERNANDO LORENTE, O.H. *
Reflexión veraniega: humor
HACE UNOS AÑOS, un paciente hospitalizado en esta clínica de S. Juan de Dios, con bastante cultura y muy sano de carácter, me comentaba que "tener sentido del humor es saber ver el núcleo, el meollo de las cosas". Y al preguntarle cómo entendía él esta afirmación, me contestó: "Mire, padre Fernando, una persona sin sentido del humor es el que se queda en la costra de las apariencias externas sin profundizar en la intención que late bajo el envoltorio de las palabras o de los signos. Claro, que para vivir este espíritu -nos manifiesta nuestro antiguo y amigo paciente- tenemos que reconocer y vivir que Dios ha hecho el mundo de tal manera que Él sea centro, el núcleo y la gran intención honda que late bajo todo lo que vemos. Toda la creación es una vidriera transparente que transparenta a Dios: la montaña no es sólo montaña, sino, además, símbolo de la pureza; el copo de nieve no es sólo copo de nieve, sino, además, símbolo de la pureza.
Y ya termino, padre Fernando -pero sin salirse del tema, que me está resultando muy interesante y se lo agradezco mucho-. Por todo lo expuesto, yo llego a la conclusión de que todo ser humano debe ser un humorista dotado de un fino sentido para descubrir algo de Dios en cada cosa, profesión y en cada circunstancia. Pero, de todas formas, hay circunstancias en las que no es fácil mantener este sentido de humor y cuesta enlazar con Dios a través del dolor. Y usted, mi gran amigo, como médico y comprometido cristianamente, ¿qué me puede decir?".
Que para esas circunstancias dolorosas no queda más que imitar la fe y la confianza de los niños en sus padres. Y seguir creyendo que la medicina tiene que ser buena, aunque repugne, sólo porque me la da mi Padre. Y seguir esperando porque Dios "lo ha hecho bien todo".
"Y ahora, padre Fernando, sí termino, pero con algo que no es mío: el ser humano que está poseído de infancia espiritual lo ve todo en función de Dios, un Padre tan buenísimo que está siempre con nosotros no para prohibirnos jugar con la escopeta del desván, sino precisamente para que no nos hagamos daño cuando jugamos con la escopeta del desván (Cabodevilla).
Pero antes de terminar nuestro encuentro, yo quisiera saber algo de su humor, padre Fernando". Mi humor se reduce a una sola palabra: "Pan". ¿Y dónde está el humor en esa palabra? Pues en la "miga" y en saberla "comer". La "miga" del pan de la vida religiosa, vida cristiana, vida política, económica y de todas las profesiones. Todos estos "panes" tienen mucha "miga". Y si no sabemos comerla, nos aplastará la crisis como la estamos viviendo.
* Capellán de la clínica S. Juan de Dios
Reflexión de José Antonio Pagola para el domingo veinte del Tiempo Ordinario - B, 16 de Agosto de 2009, facilitado por la Delegación de Enseñaza de la Diócesis de Tenerife.
LO DECISIVO ES TENER HAMBRE
El evangelista Juan utiliza un lenguaje muy fuerte para insistir en la necesidad de alimentar la comunión con Jesucristo. Sólo así experimentaremos en nosotros su propia vida. Según él, es necesario comer a Jesús:« El que me come a mí, vivirá por mí».
El lenguaje adquiere un carácter todavía más agresivo cuando dice que hay que comer la carne de Jesús y beber su sangre. El texto es rotundo.« Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él».
Este lenguaje ya no produce impacto alguno entre los cristianos. Habituados a escucharlo desde niños, tendemos a pensar en lo que venimos haciendo desde la primera comunión. Todos conocemos la doctrina aprendida en el catecismo: en el momento de comulgar, Cristo se hace presente en nosotros por la gracia del sacramento de la eucaristía.
Por desgracia, todo puede quedar más de una vez en doctrina pensada y aceptada piadosamente. Pero, con frecuencia, nos falta la experiencia de incorporar a Cristo a nuestra vida concreta. No sabemos cómo abrirnos a él para que nutra con su Espíritu nuestra vida y la vaya haciendo más humana y más evangélica.
Comer a Cristo es mucho más que adelantarnos distraidamente a cumplir el rito sacramental de recibir el pan consagrado. Comulgar con Cristo exige un acto de fe y apertura de especial intensidad, que se puede vivir sobre todo en el momento de la comunión sacramental, pero también en otras experiencias de contacto vital con Jesús.
Lo decisivo es tener hambre de Jesús. Buscar desde lo más profundo encontrarnos con él. Abrirnos a su verdad para que nos marque con su Espíritu y potencie lo mejor que hay en nosotros. Dejarle que ilumine y transforme las zonas de nuestra vida que están todavía sin evangelizar.
Entonces, alimentarnos de Jesús es volver a lo más genuino, lo más simple y más auténtico de su Evangelio; interiorizar sus actitudes más básicas y esenciales; encender en nosotros el instinto de vivir como él; despertar nuestra conciencia de discípulos y seguidores para hacer de él el centro de nuestra vida. Sin cristianos que se alimenten de Jesús, la Iglesia languidece sin remedio.
José Antonio Pagola
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16 de agosto de 2009 20 Tiempo ordinario (B) Juan 6, 51-58 |
Homilía del arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, al presidir la misa central en honor de San Cayetano en el santuario del barrio porteño de Liniers, adonde acudieron miles de peregrinos a pedir y agradecer al santo patrono de la Providencia el 7 de AGosto de 2009. (AICA)
“Con San Cayetano buscamos justicia,pan y trabajo”
(7 de agosto de 2009)
El lema de este año es “Con San Cayetano buscamos justicia, pan y trabajo”. Decimos “con” San Cayetano. Buscamos la justicia, el pan y el trabajo con el Santo. No buscamos solos. San Cayetano está con Jesús. Con el Niño Jesús en brazos. Y Jesús está con nosotros. Es el Dios con nosotros. Para buscar juntos la justicia, el pan y el trabajo estamos todos juntos, compartimos la vida, los sentimientos: “Tengan los sentimientos de Jesús”, nos dice la primera lectura.
En el evangelio escuchamos que Juan el Bautista mandó a sus discípulos a preguntarle personalmente a Jesús: “¿Sos Vos el que ha de venir a salvarnos o debemos esperar a otro?” Ellos salieron a buscar a Jesús y ¿dónde lo encontraron? Lo encontraron con la gente. Jesús no estaba en un lugar inaccesible, sino metido entre la gente, bendiciendo, curando, conversando, llamando a cada uno por su nombre… El está con todos, pero especialmente con los que están con los demás, como San Cayetano. Jesús está con los que son solidarios: donde hay un pesebre –donde alguien levanta una casillita humilde para estar con su familia- allí está Jesús; donde hay alguien acompañando al que carga con una cruz, una persona enferma o necesitada, allí está Jesús; donde hay alguien sirviendo a los demás, multiplicando el pan, compartiendo el abrigo, allí está Jesús; donde están la Virgen y los Santos, que nos juntan como pueblo para rezar, allí está Jesús.
El Señor y sus Santos están con nosotros. Y están de verdad. Quiero decir que se juegan por nosotros, que nos conocen. Jesús conoce el rostro de cada uno de los peregrinos y peregrinas que estamos aquí, buscando, con San Cayetano, justicia, pan y trabajo.
Mientras hacemos la cola recordamos los rostros de nuestros seres queridos, mientras vamos agradeciendo y pidiendo, es bueno que le preguntemos a Jesús: ¿Sos Vos, Señor, nuestro único Salvador o debemos esperar a otros? Lo que pasa es que vivimos situaciones de pobreza, de falta de trabajo…, o estas enfermedades que nos afectan masivamente, la gripe, el dengue…, y que pegan más duro por la falta de justicia. Todo esto nos lleva a que le preguntemos al Señor: “Señor, ¿estás de verdad en medio de tu pueblo? ¿ Es verdad que caminás con tu pueblo? Mirá que hay gente que opina que no se puede esperar nada de nadie. Hay gente que ni siquiera se pregunta, que ya tiró la toalla. Pero es bueno hacer estas preguntas. Fijando la mirada en San Cayetano, mirando a la gente que nos acompaña, es bueno preguntarle a Jesús.
Si leemos bien el evangelio nos damos cuenta de que Jesús no respondió inmediatamente a los enviados de Juan. Se tomó su tiempo; se puso a curar a mucha gente de sus dolencias del cuerpo y también de las enfermedades del alma. Jesús devolvió la vista a muchos ciegos y la fe a muchos que andaban medio desencantados. Recién entonces, después de atender personalmente a cada uno, les respondió a los enviados de Juan: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres”.
Como siempre, Jesús responde con hechos más que con palabras: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído”. ¿Y qué han visto y oído? Han visto y oído a la gente. Jesús les hace mirar Rostros: la cara de alivio de la gente que ha sido curada, los rostros alegres de los que han recibido su Palabra, los ojos admirados de los que recuperaron la vista, la mirada digna de los que se pusieron de pie… Esos rostros valen más que mil palabras. En el rostro de esa gente ya se vislumbra la respuesta a la pregunta de Quién es Jesús. “A Jesús lo vemos en el rostro de la gente que lo quiere y que da testimonio de que Él es el que la ha confortado y salvado” (Aparecida 14). A Jesús “lo encontramos de un modo especial” en el rostro de “los pobres, afligidos y enfermos (…), de nuestros hermanos queridos que nos dan testimonio de fe, de paciencia en el sufrimiento y de constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces los más pobres y los que más sufren son realmente los que nos evangelizan!” (Aparecida 257). Cuando nos animamos a mirar bien a fondo el rostro de los que sufren se produce un milagro: aparece el Rostro de Jesús. Por eso les digo: ¡No tengan miedo de mirar los ojos de los que sufren!, verán el Rostro de Jesús y Él les transmitirá su fuerza y su paz, los confortará a ustedes al mismo tiempo que ustedes confortan a los demás; pero los rostros hay que verlos de cerca, estando con los otros. “Cuanto hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40)”. Mirando rostros el corazón se nos llena “de los sentimientos de Jesús”, como dice San Pablo. Y entonces comenzamos a buscar la justicia, el pan y el trabajo con hambre y sed de verdaderos cristianos. Porque el mundo de hoy es muy cruel: primero excluye borrando los rostros de la gente para luego no sentir nada cuando los desprecia y desecha como sobrantes (cfr. Aparecida 65). En nuestra ciudad hay gente que tiene sitio, que tiene cabida y gente que “sobra” ... y que son dejados de lado como “descarte” en verdaderos volquetes existenciales. El mundo de hoy borra los rostros reales haciendo que los veamos sólo por la TV. No es lo mismo. En la TV hay imágenes que pasan a mil. Uno ve todo y no ve a nadie. Uno ve pero no siente! Aquí en cambio, ¡qué distinto! Nos miramos a la cara. Nosotros pasamos delante de San Cayetano para que nos vea la cara. Nosotros queremos contemplar un momento su rostro y el del Niño. Esperamos horas y horas sólo para ver sus rostros y que ellos nos vean un instante a nosotros. Parece poco. Pero esta gracia nos basta. Con esta cercanía del Señor y de nuestro Santo Patrono salimos reconfortados.
Salimos llenos de fe, salimos a buscar, con San Cayetano, justicia, pan y trabajo. Salimos a buscarlo juntos y para todos. A buscarlo poniendo especial atención en aquellos “rostros sufrientes que nos duelen”, porque es una injusticia que, en nuestra Patria bendita, a tantos les falte el trabajo y el pan. No puede ser.
Quisiera que terminemos rezando aquella Oración tan linda que rezamos en la Novena del 2002:
Necesitamos ver tu rostro,
guardar las palabras de tu boca,
hablarte al oído.
Dejarnos mirar por tus ojos
y al besarte, Cristo, encontrar en ti los rasgos de tu Madre,
de tus Santos, de tu pueblo sufrido.
Queremos ver tu rostro
Dios amigo Compañero de camino.
Amén
Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
DOMINGO 20 DEL TEIMPO ORDINARIO - B
16 de Agosto de 2009
La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos vosotros.
Prosiguiendo la enseñanza del domingo pasado, Jesús, hoy, en Cafarnaún, anuncia, a los que le están escuchando, el don de la Eucaristía. Él nos invita a creer, a seguirle. Pero no sólo esto. Jesús nos promete también que se nos dará él mismo, su persona entera, como alimento de vida eterna. Participar de este alimento significa unirnos a él firmemente, profundamente.
Nosotros, hoy, estamos aquí porque creemos en lo que nos ha dicho Jesús.Y por eso queremos escuchar su Palabra y alimentarnos con el Pan y el Vino que nos unen a él para siempre).
A. penitencial: En silencio, preparémonos para celebrar la Eucaristía. (Silencio)
Tú, hombre COMO nosotros. SEÑOR,TEN PIEDAD.
Tú, pan vivo bajado del cielo. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, nuestra vida y nuestra salvación. SEÑOR, TEN PIEDAD. Gloria
1. lectura (Proverbios 9,1-6): Escuchemos, en esta primera lectura, el anuncio profético de un gran banquete al que todo el mundo está invitado. En el evangelio escucharemos que este banquete es el mismo Jesús que se nos da como alimento de vida eterna.
Salmo (33): Cantemos ahora a nuestro Dios. Alabémosle porque él nos guía y nos alimenta con su gracia y con su luz.
2. lectura (Efesios 5,15-20): Hoy san Pablo nos invita a actuar
como Dios espera de nosotros, con fe y esperanza.
Oración universal: Oremos a Dios nuestro Padre, por nosotros y por los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.
Por nuestra comunidad, y por todas las comunidades cristianas de todo el mundo. OREMOS:
Por los movimientos y grupos de jóvenes cristianos.OREMOS:
Por nuestros gobernantes, y por todos los que tienen responsabilidades en la vida pública. OREMOS:
Por los trabajadores de las empresas dedicadas al turismo. OREMOS:
Por los enfermos que no tienen a nadie que los visite. OREMOS:
Por los que nos hemos reunido en este domingo para alimentarnos del cuerpo y la sangre de Cristo. OREMOS:
Escucha, Padre, nuestras plegarias. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, que es el alimento que nos da vida para siempre, y vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Invitación a la comunión: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este pan vivirá para siempre". Dichosos los invitados a la mesa del Señor.
CPL
Palabras de SALUDA del párroco de la Guancha, Don Sebastián García, publicado en el PROGRAMA DE LAS FIESTAS PATRONALES 2009 en honor de Ntra. Sra. de la Esperanza, que se celebrarán desde 7 al 22 de Agosto.
FIESTAS DE LA ESPERANZA 2009 EN EL AÑO SACERDOTAL
Estimados feligreses
Sin duda alguna las Fiestas Patronales de La Esperanza de nuestro municipio constituyen el punto donde convergen los pensamientos de todos los guancheros de dentro y de fuera. A través de unos actos religiosos y profanos las fiestas son siembra de unidad y de vida cristiana. Aprovechando esta realidad quisiera que en el programa 2009 de nuestras fiestas de Agosto a la Virgen de la Esperanza quedara constancia del acontecimiento que está celebrando la Iglesia Universal, el “Año Sacerdotal”. Porque festejar a María es festejar a la Madre de los sacerdotes. Mirando a María nos encontramos con Jesús, sumo sacerdote, y con los sacerdotes que actúan “in persona Christi”.
El 19 de Junio de este año 2009 era inaugurado por el Papa Benedicto XVI “El Año Sacerdotal” con motivo del 150 Aniversario de la muerte del Cura de Ars, San Juan María Vianney. Son varios los motivos que presenta el Santo Padre para proclamar este Año: la continua llamada a la conversión que hace el Evangelio a los sacerdotes, y a todos los discípulos de Cristo; la necesidad de promover la santidad sacerdotal; la llamada a toda la Iglesia a tomar conciencia del valor del sacerdocio ministerial y a estimar a los sacerdotes, configurados con Jesucristo, Buen Pastor, continuadores de su misión salvadora; y la debida gratitud al Señor por su trabajo y testimonio de vida evangélica.
El sacerdote, hombre tomado entre los hombres, cristiano entre los cristianos, ministro y servidor para sus hermanos, el sacerdote hace presente la acción de Dios, desde el gran milagro de la encarnación del Hijo, en un mundo que necesita, ayer, hoy, y mientras duren los tiempos, una ayuda para vencer el misterio del pecado, para entrar en la dimensión de la gracia.
No hay Eucaristía sin sacerdotes. El Señor no puede caminar con su Pueblo si no se renueva su presencia viva, salvadora, en el altar.
Allí donde hay un sacerdote, allí donde un cristiano acoge desde la fe y el amor la invitación de Cristo a seguirlo en la Iglesia como ministro, como servidor, como “presbítero”, allí habrá Eucaristía. Gracias a ese sacerdote muchos hombres y mujeres podrán tocar, palpar, sentirse cercanos a Jesús de Nazaret.
Propongo para este año en el Quinario preparatorio para las fiestas unos temas de reflexión sobre el sacerdocio con el fin de reforzar la conciencia del don inmenso que supone el ministerio ordenado para el que lo ha recibido, para la Iglesia y para el mundo.
Palabras de SALUDA de la señora Alcaldesa del municipio de La Guancha, doña Elena Luis, publicado en el PROGRAMA DE LAS FIESTAS PATRONALES 2009, que se celebrarán desde el 7 al 22 de Agosto de 2009.
Una edición más, las fiestas de La Guancha, las fiestas en honor a nuestra Virgen de La Esperanza, nos vuelven a convocar para manifestamos tal y como somos, alegres, hospitalarios y fieles a las costumbres y tradiciones que nos apegan a nuestro pueblo.
La Guancha, se viste de gala en estos días, se transforman sus calles, la plaza cambia de imagen, se llena de luz y de colorido, para albergar los muchos actos que se programan: religiosos, culturales, deportivos, lúdicos,...
Celebremos un año más, que volvemos a estar presentes, como protagonistas de nuestra propia historia a través de éstos días de fiesta, en los que podremos disfrutar de actos tan tradicionales, como esperados: el pregón, la Bajada de Las Hayas, nuestro particular homenaje a la agricultura en la Fiesta de La Cosecha, el Festival Abruncos y no puedo olvidar, la popular Papada de Magos. Aunque de verdad, la esencia de la celebración la encontramos en los actos religiosos. Hacia nuestra venerada imagen de La Esperanza se dirigen todas las miradas a lo largo del año, pero en especial en estos días del mes de agosto. La iglesia del Dulce Nombre de Jesús, se convierte en el refugio del fiel devoto que peregrina desde todos los rincones del municipio y desde otros lugares, para visitarla, admirarla y compartir emotivos momentos de devoción.
Sobra recordar, que la situación que atravesamos, no es la que nadie desea, ni la más propicia para celebrar unas fiestas de renombre, pero no olvidemos, que las fiestas las hace grandes el pueblo, sus gentes, a través de esos ratitos de convivencia que compartimos, cargados de un ambiente de ilusión y de alegría.
Por todo esto, quiero invitar a vecinos y visitantes, a que nos regalemos un tiempo de fiesta, también en este difícil año 2009. A vivir los días en honor a la Virgen de La Esperanza como ella se merece, con alegría.
Comentario a las lecturas del domingo décimo noveno del Tiempo Ordinario – B publicado en Diario de Avisos el domingo 9 de Agosto de 2009 bajo el epígrafe DOMINGO CRISTIANO.
Cristo, nuestro viático
DANIEL PADILLA
Al pueblo de Israel le tocó vivir la experiencia del desierto. Al profeta Elías le tocó vivir la experiencia del desierto. A todos los hombres, muy especialmente a los cristianos, nos toca vivir la experiencia del desierto.
La experiencia del desierto suele tener, cuando menos, tres fases. Una primera, de alegría, de liberación, de normales ilusiones en quien empieza una nueva aventura. Una segunda, en la que llega el desfallecimiento, la angustia, a veces la desesperación, incluso el deseo de huir. Una tercera, en fin, en la que vuelve otra vez la alegría, se alcanza la serenidad y se llega a la madurez. Es la madurez que nace de "un encuentro" y de la convicción de que "Dios camina a nuestro lado".
El pueblo de Israel vivió este triple estadio. Vivió primeramente el gozo indescriptible del "éxodo". El éxodo significaba la liberación y, sobre todo, la esperanza de llegar a una "tierra de promisión". Vivió, después, conforme iba adentrándose en el desierto, momentos de desesperación, de protesta, de desconcierto, la sensación agobiante de haberse equivocado: "¡Ojalá no hubiéramos salido de Egipto!". Pero Dios le brindó finalmente la alianza, le alimentó con el maná y le dio la certeza de que Él le acompañaba y le guiaba.
Lo mismo le sucedió al profeta Elías. La liturgia de hoy cuenta su bellísima aventura. Sintió el profeta, ¡que duda cabe!, la alegría de saberse elegido, de ser destinado a una alta misión: convertirse en la "voz de Dios" para su pueblo. No le faltó sin embargo, la terrible hora de la prueba. Constatando que el pueblo era sordo a su palabra y viendo que la reina Jezabel le perseguía para matarlo, dudó de su propia vocación, del "para qué" de su mensaje. Y emprendió la huida. Y se adentró en el desierto. Y allá, en el desierto, desesperado, quiso morir. Fue la más espantosa "noche oscura" del alma. Pero fue ahí precisamente donde le vino la solución. En la llegada de aquel alimento. Es verdad que, al comerlo la primera vez, seguramente todavía con mentalidad de tierra, no experimentó ninguna mejoría y siguió deseando la muerte como única salida. Pero es verdad también que, cuando volvió a comerlo, convencido de que "el auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra", "con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb, el monte de Dios".
Hace falta pasar a la tercera fase. Es la que ofrece el evangelio de hoy. Y consiste en asumir y asimilar dos convicciones básicas, enlazadas la una con la otra. Primera, la de la Encarnación: es decir, creer que el Hijo de Dios se encarnó en Jesús para guiarnos por este desierto: "Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mf',. Y segunda, la "otra encarnación": la de este cuerpo de Cristo en el "pan de vida", en el "nuevo maná", en nuestro viático. ¿Sabían que "viático" significa alimento del camino? Cristo es, pues, nuestro viático constante y eficaz: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre".
Educación sexual: Proponen resaltar los verdaderos valores
La Plata (Buenos Aires), 3 Ago. 09 (AICA)
Educación sexual
“El Manual ‘Material de formación de formadores en educación sexual y prevención del VIH/SIDA’, elaborado por los Ministerios de Educación y de Salud de la Nación, presenta contenidos que atentan gravemente contra la dignidad e intimidad de todo ser humano”, advirtió el doctor Juan Carlos Caprile, magister y profesor de Bioética de la Universidad Católica de La Plata (UCALP). Propuso, por el contrario, “resaltar los auténticos valores de la persona humana con un sentido de trascendencia y en el marco de una educación para el amor, para acceder a un estado de salud física, psíquica y espiritual mediante acciones educativas y asistenciales coherentes”.
“Se deben evitar las relaciones sexuales a edades tempranas y fuera del ámbito del matrimonio, advirtiendo sobre los perjuicios que las mismas ocasionan resaltando el valor de la continencia”, opinó, al sumarse a la polémica suscitada por el texto oficial para formar docentes para dictar Educación Sexual.
Caprile recordó que “la sexualidad toca aspectos vinculados a la moral, la intimidad y la afectividad de las personas, por ello el Estado debe tener un claro respeto a las convicciones personales y comunitarias. Los padres de familia son los primeros educadores realizando los docentes una tarea complementaria. A ambos debe capacitárselos adecuadamente para que los contenidos brindados sean veraces, contemplando los valores humanos, sociales, éticos, espirituales y religiosos”.
Asimismo, exhortó a “evitar las relaciones sexuales a edades tempranas y fuera del ámbito del matrimonio, advirtiendo sobre los perjuicios que las mismas ocasionan resaltando el valor de la continencia”, y señaló “los aspectos nocivos de la promiscuidad sexual y la homosexualidad en las Enfermedades por Transmisión Sexual (SIDA)”.
“Con una educación sexual en valores -estimó- se debe disminuir la incidencia de los abortos resaltando el derecho y la inviolabilidad de la vida desde la concepción. Reafirmar que la auténtica familia está formada por el padre varón y la madre mujer, fomentando una procreación responsable que permita un conocimiento veraz de los perjuicios de los anticonceptivos y las ventajas de los métodos naturales de planificación familiar”.
Por último, el doctor Caprile sostuvo que es necesario “mediante una educación sexual valorizada y humanizada darle al individuo la oportunidad de integrar su sexualidad dentro de un proceso armónico de maduración, que le permita formarse y realizarse como persona”.+
Reflexión de José Antonio Pagola para el domingo diecinueve del tiempo ordinario - B, 9 de Agosto de 2009.
ATRACCIÓN POR JESÚS
El evangelista Juan repite una y otra vez expresiones e imágenes de gran fuerza para grabar bien en las comunidades cristianas que han de acercarse a Jesús para descubrir en él una fuente de vida nueva. Un principio vital que no es comparable con nada que hayan podido conocer con anterioridad.
Jesús es «pan bajado del cielo ». No ha de ser confundido con cualquier fuente de vida. En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de la vida » .
Por eso, precisamente, no es posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre ». Nadie puede sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre que lo ha enviado».
Lo más atractivo de Jesús es su capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a decir que «el que coma de este pan, vivirá para siempre».
Si, en nuestras comunidades cristianas, no nos alimentamos del contacto con Jesús, seguiremos ignorando lo más esencial y decisivo del cristianismo. Por eso, nada hay pastoralmente más urgente que cuidar bien nuestra relación con Jesús el Cristo.
Si, en la Iglesia, no nos sentimos atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial, nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos sumidos de ordinario. Nadie nos estimulará para ir más lejos que lo establecido por nuestras instituciones. Nadie nos alentará para ir más adelante que lo que nos marcan nuestras tradiciones.
Si Jesús no nos alimenta con su Espíritu de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas y desarrolladas en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros. Pero,entonces, Jesús no podrá contar con nuestra cooperación para engendrar y alimentar la fe en el corazón de los hombres y mujeres de hoy.
José Antonio Pagola
9 de agosto de 2009
19 Tiempo ordinario (B)
Juan 6, 41-51
ZENIT publica el discurso que pronunció el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., secretario de Estado, al presentar ante el Senado de la República de Italia la encíclica "Caritas in veritate", el martes 28 de julio de 2009.
Premisa
La encíclica de Benedicto XVI se abre con una introducción que constituye una densa y profunda reflexión en la que retornan los términos del título mismo, el cual vincula de forma estrecha la caritas y la veritas, el amor y la verdad. Se trata no sólo de una especie de "explicatio terminorum", de una aclaración inicial, sino que se pretenden indicar los principios y las perspectivas fundamentales de toda su enseñanza. De hecho, como en una sinfonía, el tema de la verdad y de la caridad vuelve a lo largo de todo el documento, precisamente porque, como escribe el Papa, aquí se halla "la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (Caritas in veritate, 1).
Pero -nos preguntamos- ¿de qué verdad y de qué amor se trata? No cabe duda de que precisamente estos conceptos hoy suscitan sospechas -sobre todo el término "verdad"- y se malentienden -lo cual vale sobre todo para el término "amor"-. Por eso es importante aclarar de qué verdad y de qué amor habla la nueva encíclica. El Santo Padre nos explica que estas dos realidades fundamentales no son extrínsecas al hombre o incluso impuestas a él en nombre de una visión ideológica cualquiera, sino que están profundamente enraizadas en la persona misma. De hecho, "amor y verdad -afirma el Santo Padre- son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano" (ib.), del hombre que, según la Sagrada Escritura, precisamente es creado "a imagen y semejanza" de su Creador, es decir, del "Dios bíblico, que es a la vez "Agapé" y "Lógos": Caridad y Verdad, Amor y Palabra" (ib., 3).
Esta realidad no sólo se nos manifiesta a través de la Revelación bíblica, sino que también la puede conocer todo hombre de buena voluntad que utiliza rectamente su razón al reflexionar sobre sí mismo ("La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad", ib.). Al respecto, parecen ilustrar bien esa visión algunos contenidos de un documento significativo e importante, publicado poco antes de la Caritas in veritate: la Comisión teológica internacional nos ofreció, en los meses pasados, un texto titulado "En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural". Ese documento afronta temas de gran importancia, que me permito señalar y recomendar de modo especial en este contexto del Senado, es decir, de una institución cuya función principal es la producción legislativa.
Como dijo el Santo Padre en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, durante su visita del año pasado al Palacio de cristal a propósito del fundamento de los derechos humanos: "Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos" (Discurso a la Asamblea general de la ONU, 18 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 10).
Estas consideraciones no sólo valen para los derechos humanos, sino para toda intervención de la autoridad legítima llamada a regular según la verdadera justicia la vida de la comunidad mediante leyes que no sean fruto de un mero acuerdo convencional, sino que busquen el bien auténtico de la persona y de la sociedad y por eso hagan referencia a esta ley natural.
Ahora bien, la Comisión teológica internacional, al exponer la realidad de la ley natural, explica precisamente que la verdad y el amor son exigencias esenciales de todo hombre, enraizadas profundamente en su ser. "En su búsqueda del bien moral, la persona humana se pone a la escucha de lo que ella misma es y toma conciencia de las inclinaciones fundamentales de su naturaleza" (En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 45), las cuales orientan al hombre hacia los bienes necesarios para su realización moral.
Como es sabido, "tradicionalmente se distinguen tres grandes conjuntos de dinamismos naturales... El primero, que es común a todo ser sustancial, comprende esencialmente la inclinación a conservar y a desarrollar su propia existencia. El segundo, común a todos los seres vivos, comprende la inclinación a reproducirse para perpetuar la especie. El tercero, propio del hombre como ser racional, conlleva la inclinación a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad" (ib., n. 46).
Profundizando en este tercer dinamismo que se halla en toda persona, la Comisión teológica internacional afirma que "es específico del ser humano como ser espiritual, dotado de razón, capaz de conocer la verdad, entrar en diálogo con los demás y entablar relaciones de amistad. (...) Su bien integral está tan íntimamente vinculado a la vida en comunidad, que se organiza en sociedad política en virtud de una inclinación natural y no de una simple convención. El carácter relacional de la persona se manifiesta también con la tendencia a vivir en comunión con Dios o el Absoluto. (...). Ciertamente, la pueden negar quienes no admiten la existencia de un Dios personal, pero permanece implícitamente presente en la búsqueda de la verdad y del sentido presente en todo ser humano" (ib., n. 50).
Así pues, el hombre está hecho para conocer mediante la "razón ampliada" (cf. Benedicto XVI, Discurso del 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona) la verdad en toda su extensión, es decir, sin limitarse a adquirir conocimientos técnicos para dominar la realidad material, sino abriéndose hasta encontrar al Trascendente, y para vivir plenamente la dimensión interpersonal del amor, que "no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas" (Caritas in veritate, 2).
Precisamente son la "veritas" y la "caritas" las que nos indican las exigencias de la ley natural, que Benedicto XVI pone como criterio fundamental de la reflexión de orden moral sobre la actual realidad socioeconómica: "Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral" (ib., 6). Con expresión eficaz, el Santo Padre afirma por eso que "la doctrina social de la Iglesia (...) es "caritas in veritate in re sociali", anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad" (ib., 5).
La propuesta de la encíclica ni es de carácter ideológico ni está reservada sólo a quienes comparten la fe en la Revelación divina, sino que se funda en realidades antropológicas fundamentales, como son precisamente la verdad y la caridad correctamente entendidas, o como dice la encíclica, dadas al hombre y recibidas por él, y no producidas por él arbitrariamente ("La verdad, que como la caridad es don, nos supera, como enseña san Agustín. Incluso nuestra propia verdad, la de nuestra conciencia personal, ante todo nos ha sido "dada". En efecto, en todo proceso cognitivo la verdad no es producida por nosotros, sino que se encuentra o, mejor aún, se recibe. Como el amor, "no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano"", ib., 34).
Benedicto XVI quiere recordar a todos que sólo anclándose en este doble criterio de la "veritas" y de la "caritas", inseparablemente unidas, se puede construir el auténtico bien del hombre, hecho para la verdad y el amor. Según el Santo Padre, "sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador" (ib., 9).
Después de esta premisa indispensable, en la que he querido poner de manifiesto algunos aspectos antropológicos y teológicos del texto pontificio, tal vez menos comentados en las notas periodísticas, deseo exponer ahora sólo algunos puntos, sin la pretensión de cubrir el vasto contenido de la encíclica, que, por lo demás, ya han profundizado de modo específico comentaristas autorizados, tanto en las páginas de "L'Osservatore Romano" como en otras publicaciones.
Superar antiguas y obsoletas dicotomías
Un mensaje importante que nos transmite la Caritas in veritate es la invitación a superar la ya obsoleta dicotomía entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio y moverse sobre todo por el propio interés; equivale a decir que no se es plenamente empresario si no se persigue la maximización del beneficio. En caso contrario, habría que contentarse con formar parte de la esfera de lo social.
Esta conceptualización, que confunde la economía de mercado, la cual es el genus, con una de sus species, como es el sistema capitalista, ha llevado a identificar la economía con el lugar de la producción de la riqueza (o del rédito) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma.
La Caritas in veritate nos dice, en cambio, que se puede hacer empresa también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-social. Esta es una manera concreta, aunque no la única, de colmar la brecha entre lo económico y lo social dado que una gestión económica que no incorporara en su interior la dimensión de lo social no sería éticamente aceptable, como también es verdad que una gestión social meramente redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos, a la larga no sería sostenible, pues antes de poder distribuir es necesario producir.
Hay que dar las gracias a Benedicto XVI de modo particular por haber subrayado que la gestión económica no es algo separado y ajeno a los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, que son: la centralidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común. Es preciso superar la concepción práctica según la cual los valores de la doctrina social de la Iglesia únicamente deberían encontrar espacio en las obras de índole social, mientras que a los expertos en eficiencia les correspondería la tarea de guiar la economía. Esta encíclica tiene el mérito, ciertamente no secundario, de contribuir a colmar esa laguna, cultural y política a la vez.
Al contrario de lo que se piensa, la eficiencia no es el fundamentum divisionis para distinguir lo que es empresa de lo que no lo es, y esto por la sencilla razón de que la categoría de la eficiencia pertenece al orden de los medios y no al de los fines. En realidad, hay que ser eficientes para conseguir lo mejor posible el fin que libremente se ha escogido para la propia acción. El empresario que se deja guiar por una eficiencia que sea fin en sí misma corre el peligro de caer en el eficientismo, que en la actualidad es una de las causas más frecuentes de destrucción de la riqueza, como tristemente confirma la actual crisis económico-financiera.
Ampliando un instante la perspectiva del discurso, decir mercado significa decir competencia, en el sentido de que no puede haber mercado donde no hay praxis de competencia (aunque lo contrario no sea verdad). Y no hay quien niegue que la fecundidad de la competencia está en el hecho de que implica la tensión, la dialéctica que presupone la presencia de otro y la relación con otro. Sin tensión no hay movimiento, pero el movimiento -esta es la cuestión- que produce la tensión puede ser también mortífero, es decir, generador de muerte.
Cuando la finalidad de la gestión económica no es la búsqueda de un objetivo común -como se deduciría de la etimología latina "cum-petere"- sino la "mors tua, vita mea" de Hobbes, el vínculo social se reduce a la relación mercantil y la actividad económica tiende a hacerse inhumana y, por lo tanto, en último extremo ineficiente. Así pues, igualmente en la competencia, la "doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o "después" de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente" (ib., 36).
Ahora bien, la Caritas in veritate nos ofrece el beneficio, ciertamente no pequeño, de tomar en gran consideración aquella concepción del mercado, típica de la tradición de pensamiento de la economía civil, según la cual se puede vivir la experiencia de la sociabilidad humana dentro de una vida económica normal y no fuera de ella o al margen de ella. Esta es una concepción que se podría definir alternativa, sea respecto a la que ve el mercado como lugar de la explotación y del atropello del fuerte sobre el débil, sea respecto a la que, en línea con el pensamiento anárquico-liberal, lo ve como lugar capaz de dar solución a todos los problemas de la sociedad.
Este modo de hacer empresa se diferencia de la economía de tradición smithiana, según la cual el mercado es la única institución realmente necesaria para la democracia y para la libertad. La doctrina social de la Iglesia nos recuerda, en cambio, que una buena sociedad ciertamente es fruto del mercado y de la libertad, pero que existen exigencias, atribuibles al principio de fraternidad, que no se pueden eludir ni remitir únicamente al ámbito privado o a la filantropía. Más bien, propone un humanismo de más dimensiones, en el que no se combate o "controla" el mercado, sino que se contempla como momento importante de la esfera pública -esfera que es mucho más amplia de lo meramente estatal- que, si se concibe y se vive como lugar abierto también a los principios de reciprocidad y del don, puede construir una sana convivencia civil.
A partir de la fraternidad el bien común
Abordo ahora uno de los temas presentes en la encíclica que, a mi parecer, ha suscitado cierto interés público por la novedad que implican los principios de fraternidad y de gratuidad en la gestión económica. "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano -dice Benedicto XVI-, necesita dar espacio al principio de gratuidad" (ib., 34). Hacen falta "formas económicas solidarias". En este sentido, es significativo el capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia", por lo cual "dicho pensamiento obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación". Y también: "El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz" (ib., 53-54).
La palabra clave que hoy expresa, mejor que cualquier otra, esta exigencia es la fraternidad. Fue la escuela de pensamiento franciscana la que dio a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo y que constituye el complemento y la exaltación del principio de solidaridad. De hecho, mientras la solidaridad es el principio de organización social que permite a los desiguales llegar a ser iguales en virtud de su igual dignidad y de sus derechos fundamentales, el principio de fraternidad es el principio de organización social que permite a los iguales ser diferentes, en el sentido de que pueden expresar de modo diverso su proyecto de vida o su carisma.
Lo aclaro más: las épocas que hemos dejado atrás, como el siglo XIX y sobre todo el XX, se caracterizaron por grandes batallas, tanto culturales como políticas, en nombre de la solidaridad, y esto fue algo bueno; piénsese en la historia del movimiento sindical y en la lucha por la conquista de los derechos civiles. Lo importante es que una sociedad orientada al bien común no puede contentarse con la solidaridad, sino que necesita una solidaridad que refleje la fraternidad, dado que, mientras la sociedad fraterna también es solidaria, lo contrario no es verdad necesariamente.
Si se olvida el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que decae el sentido de fraternidad y en la que todo se reduce a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes o a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de carácter público, se cae en la cuenta de por qué, a pesar de la calidad de las fuerzas intelectuales que actúan, no se ha llegado aún a una solución creíble del gran trade-off entre eficiencia y equidad. La Caritas in veritate nos ayuda a tomar conciencia de que la sociedad no es capaz de futuro si se disuelve el principio de fraternidad; es decir, no es capaz de progresar si existe y se desarrolla sólo la lógica del "dar para tener" o del "dar por deber". Por eso, ni la visión liberal-individualista del mundo, en la que todo -o casi- es intercambio, ni la visión estado-céntrica de la sociedad, en la que todo -o casi- constituye un deber, son guías seguras para poder salir del atolladero en el que se encuentran hoy nuestras sociedades.
Se plantea entonces la cuestión: ¿por qué vuelve a emerger como un río cárstico la perspectiva del bien común según la formulación que le ha dado la doctrina social de la Iglesia, después de al menos un par de siglos durante los cuales de hecho había desaparecido? ¿Por qué el paso de los mercados nacionales al mercado global, verificado durante el último cuarto de siglo, está actualizando de nuevo el discurso sobre el bien común? Anoto, de paso, que cuanto sucede forma parte de un movimiento de ideas más amplio en economía, un movimiento cuyo objeto es el vínculo entre religiosidad y performance económica. Partiendo de la consideración de que las creencias religiosas son de importancia decisiva para forjar los mapas cognoscitivos de las personas y para plasmar las normas sociales de comportamiento, este movimiento de ideas trata de investigar hasta qué punto el predominio en un determinado país -o territorio- de cierta matriz religiosa influye en la formación de categorías de pensamiento económico, en los programas de welfare, en la política escolar y así sucesivamente. Después de un largo período de tiempo, durante el cual la célebre tesis de la secularización parecía haber dicho la última palabra sobre la cuestión religiosa, al menos por lo que atañe al campo económico, lo que está aconteciendo hoy resulta verdaderamente paradójico.
No es muy difícil explicarse que haya vuelto al debate cultural contemporáneo la perspectiva del bien común, auténtica cifra de la ética católica en el ámbito socioeconómico. Como aclaró Juan Pablo ii en varias ocasiones, la doctrina social de la Iglesia no se debe considerar una teoría ética más entre las muchas que ya existen, sino una "gramática común" a todas ellas, porque está fundada en un punto de vista específico: interesarse por el bien humano. En realidad, mientras las diversas teorías éticas ponen su fundamento en la búsqueda de reglas (como sucede en el iusnaturalismo positivista, según el cual la ética deriva de la norma jurídica) o en la gestión (piénsese en el neo-contractualismo rawlsiano o en el neo-utilitarismo), la doctrina social de la Iglesia toma como su punto de Arquímedes el "estar con". El sentido de la ética del bien común explica que para poder comprender la acción humana es preciso situarse en la perspectiva de la persona que actúa (cf. Veritatis splendor, 78) y no en la perspectiva de la tercera persona (como hace el iusnaturalismo) o bien del espectador imparcial (como había sugerido Adam Smith). En efecto, dado que el bien moral es una realidad práctica, lo conoce principalmente no quien lo teoriza, sino quien lo practica: este es el que sabe identificarlo y, por lo tanto, escogerlo con certeza cada vez que está en discusión.
El principio del don en economía
Pasemos ahora a hablar del principio del don en economía. ¿Qué implica, en la práctica, acoger la perspectiva de la gratuidad dentro de la actuación económica? Benedicto XVI responde que mercado y política necesitan "personas abiertas al don recíproco" (cf. Caritas in veritate, 35-39). La consecuencia que se deriva de reconocer al principio de gratuidad un puesto de primer orden en la vida económica guarda relación con la difusión de la cultura y de la praxis de la reciprocidad. Junto a la democracia, la reciprocidad -definida por Benedicto XVI "la constitución íntima del ser humano" (ib., 57)- es valor que funda una sociedad. Más aún, también se podría sostener que la regla democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último.
¿En qué "lugares" la reciprocidad es de casa, o sea, dónde se practica y alimenta? La familia es el primero de esos lugares: piénsese en las relaciones entre padres e hijos, y entre hermanos y hermanas. En torno a la propia familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y las diferentes formas de asociaciones. ¿No es verdad que las relaciones entre los miembros de una familia o entre los socios de una cooperativa son relaciones de reciprocidad? Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente de cuán difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad. En la actualidad hay una inmensa necesidad de cooperación: precisamente por eso necesitamos extender las formas de gratuidad y reforzar las que ya existen. Las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia.
¿Cuál es la función propia del don? Hacer comprender que junto a los bienes de justicia están los bienes de gratuidad y, por consiguiente, que no es auténticamente humana la sociedad que se contenta únicamente con los bienes de justicia. El Papa habla de "la sorprendente experiencia del don" (ib., 34).
¿Cuál es la diferencia? Los bienes de justicia son los que nacen de un deber; los bienes de gratuidad son los que nacen de una obligatio. Es decir, son bienes que nacen del reconocimiento de que yo estoy unido a otro, el cual en cierto sentido es parte constitutiva de mí. Precisamente por eso la lógica de la gratuidad no se puede reducir, de forma simplista, a una dimensión puramente ética, pues la gratuidad no es una virtud ética. La justicia, como ya enseñaba Platón, es una virtud ética, y todos estamos de acuerdo en la importancia de la justicia, pero la gratuidad atañe más bien a la dimensión supra-ética de la acción humana porque su lógica es la sobreabundancia, mientras que la lógica de la justicia es la lógica de la equivalencia. Pues bien, la Caritas in veritate nos dice que una sociedad, para funcionar bien y para progresar, necesita que dentro de la praxis económica haya sujetos que comprendan qué son los bienes de gratuidad; en otras palabras, que se comprenda que es preciso hacer que en los circuitos de nuestra sociedad vuelva a fluir el principio de gratuidad.
Benedicto XVI invita a restituir el principio del don a la esfera pública. El don auténtico, afirmando el primado de la relación sobre su exoneración, del vínculo intersubjetivo sobre el bien donado, de la identidad personal sobre lo útil, debe poder encontrar espacio de expresión en todas partes, en cualquier ámbito de la acción humana, incluida la economía. El mensaje que nos deja la Caritas in veritate es pensar la gratuidad y, por tanto, la fraternidad, como cifra de la condición humana y por consiguiente ver en el ejercicio del don el presupuesto indispensable para que Estado y mercado puedan funcionar teniendo como objetivo el bien común. Sin prácticas difundidas de don, se podrá también tener un mercado eficiente y un Estado autorizado -e incluso justo-, pero ciertamente no se ayudará a las personas a realizar la alegría de vivir. Porque eficiencia y justicia, aunque vayan unidas, no bastan para asegurar la felicidad de las personas.
Las causas remotas de la crisis financiera
La Caritas in veritate analiza las causas profundas -y no sólo las causas próximas- de la crisis actual. No pretendo ahora repasarlas; me limitaré a sintetizar los tres factores principales de crisis identificados y analizados.
El primero se refiere al cambio radical en la relación entre finanzas y producción de bienes y servicios que se ha consolidado en el curso de las tres últimas décadas. Desde la mitad de los años 70 del siglo pasado, varios países occidentales han condicionado sus promesas en el ámbito de las pensiones a inversiones que dependían del aprovechamiento sostenible de los nuevos instrumentos financieros, exponiendo así a la economía real a los caprichos de las finanzas y generando la necesidad creciente de destinar a la remuneración de los ahorros invertidos en ellos cuotas de valor añadido. Las presiones sobre las empresas, derivadas de las bolsas y de los fondos de private equity, se han extendido en más direcciones: sobre dirigentes, inducidos a mejorar continuamente la performance de sus gestiones con el fin de recibir volúmenes crecientes de stock options; sobre los consumidores, para convencerlos a comprar cada vez más, aun sin poder adquisitivo; sobre las empresas de la economía real, para convencerlas a que aumenten el valor para el accionista. Así, ha sucedido que la demanda persistente de resultados financieros cada vez más brillantes ha repercutido sobre todo el sistema económico, hasta convertirse en un auténtico modelo cultural.
El segundo factor causal de la crisis es la difusión, en el ámbito de la cultura popular, del ethos de la eficiencia como criterio último de juicio y de justificación de la realidad económica. Por un lado, ello ha acabado por legitimar la codicia -que es la forma más conocida y difundida de avaricia- como una especie de virtud cívica: el greed market que sustituye al free market. "Greed is good, greed is right" (la codicia es buena, la codicia es justa), predicaba Gordon Gekko, el protagonista de la célebre película "Wall Street", de 1987.
Por último, la Caritas in veritate analiza también la causa de las causas de la crisis: la especificidad de la matriz cultural que se ha ido consolidando en los últimos decenios, por un lado, sobre la ola del proceso de globalización y, por otro, por la llegada de la tercera revolución industrial, la de las tecnologías info-telemáticas. Un aspecto específico de esa matriz es la insatisfacción, cada vez más generalizada, respecto al modo de interpretar el principio de libertad. Como es sabido, son tres las dimensiones que constituyen la libertad: la autonomía, la inmunidad y la capacitación. La autonomía implica libertad de elección: no se es libre si no se está en condición de elegir. La inmunidad, en cambio, implica ausencia de coerción por parte de cualquier agente externo. Fundamentalmente es la libertad negativa, es decir, "estar libre de". Por último, la capacitación -literalmente, capacidad de acción- implica capacidad de elección, de conseguir, al menos en parte o en alguna medida, lo que el sujeto se propone. No se es libre si nunca -o al menos en parte- se logra realizar el propio proyecto de vida.
Como se puede comprender, el desafío que hay que afrontar es hacer que coexistan las tres dimensiones de la libertad; por esta razón, el paradigma del bien común se presenta como una perspectiva muy interesante que conviene explorar.
A la luz de lo dicho se puede comprender por qué la crisis financiera no se puede considerar como un hecho inesperado ni inexplicable. Precisamente por eso, sin quitar nada a las indispensables intervenciones de regulación y a las necesarias formas nuevas de control, no lograremos impedir que surjan en el futuro episodios análogos si no se extirpa el mal de raíz, es decir, si no se interviene sobre la matriz cultural que sostiene el sistema económico. A las autoridades de gobierno esta crisis les transmite un doble mensaje. En primer lugar, que la crítica sacrosanta al "Estado intervencionista" de ningún modo puede hacer que se desconozca el papel central del "Estado regulador". En segundo lugar, que las autoridades públicas situadas en los diversos niveles de gobierno deben permitir, más aún, favorecer el nacimiento y el reforzamiento de un mercado financiero pluralista, o sea, un mercado en el que puedan actuar en condiciones de igualdad objetiva sujetos diferentes en lo que atañe al fin específico que atribuyen a su actividad. Pienso en los bancos del territorio, en los bancos de crédito cooperativo, en los bancos éticos, en los distintos fondos éticos. Se trata de entidades que no sólo no proponen en sus ventanillas finanzas creativas, sino que sobre todo desempeñan un papel complementario, y por tanto equilibrador, respecto a los agentes de las finanzas especulativas. Si en las últimas décadas las autoridades financieras hubieran eliminado los numerosos vínculos que pesan sobre los sujetos de las finanzas alternativas, la crisis actual no habría tenido el poder devastador que estamos conociendo.
Conclusión
Antes de concluir, deseo dar las gracias al presidente del Senado de la República Italiana, el honorable Schifani, por haberme permitido ilustrar a este cualificado auditorio algunos rasgos de la última encíclica de Benedicto XVI.
De algún modo, es como si volviera hoy el Santo Padre a esta sede del Senado de la República, donde el entonces cardenal Joseph Ratzinger impartió el 13 de mayo de 2004, en la biblioteca del Senado mismo, una lectio magistralis, que no se ha olvidado, sobre el tema: "Europa. Sus fundamentos espirituales ayer, hoy y mañana".
Es interesante notar cómo en aquella intervención el futuro Pontífice abordó, entre otros, algunos temas que volvemos a encontrar hoy en su última encíclica. Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de la razón profunda de la dignidad de la persona y de sus derechos: estos -dijo el entonces cardenal Ratzinger- "no son creados por el legislador, ni conferidos a los ciudadanos; "más bien, existen por derecho propio y el legislador debe respetarlos siempre, pues se le han dado previamente como valores de orden superior". Esta validez de la dignidad humana previa a toda acción política y a toda decisión política remite en definitiva al Creador: sólo él puede establecer valores que se fundan en la esencia del hombre y que son intocables. El hecho de que existan valores que no pueden ser manipulados por nadie es la verdadera garantía de nuestra libertad y de la grandeza humana; la fe cristiana ve en ello el misterio del Creador y de la condición de imagen de Dios que él ha conferido al hombre".
En la Caritas in veritate Benedicto XVI repite que "se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos" cuando "se les priva de su fundamento trascendente" (ib., 56), es decir, cuando se olvida que "Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente" (ib., 29).
También en esa lectio magistralis impartida hace cinco años, el actual Pontífice recordó que "un segundo punto en el que aparece la identidad europea es el matrimonio y la familia. El matrimonio monógamo, como estructura fundamental de la relación entre un hombre y una mujer, y al mismo tiempo como célula en la formación de la comunidad estatal, se ha forjado a partir de la fe bíblica. Este matrimonio ha dado a Europa, tanto a la occidental como a la oriental, su rostro particular y su humanidad particular, también y precisamente porque la forma de fidelidad y de renuncia aquí trazada debió ser conquistada siempre de nuevo, con muchos esfuerzos y sufrimientos. Europa no sería ya Europa si esta célula fundamental de su edificio social desapareciera o se modificara esencialmente".
En la Caritas in veritate esta advertencia se extiende hasta alcanzar una dimensión universal, podríamos decir global, y se dirige a todos los responsables de la vida pública. En ella leemos: "Se convierte (...) en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los Estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional" (ib., 44).
Ciertamente la Caritas in veritate, como afirma en su título oficial, se dirige a todos los miembros de la Iglesia católica y "a todos los hombres de buena voluntad". Con todo, me parece que, por los principios que ilumina, por los problemas que afronta y por las directrices que ofrece, este documento pontificio, que suscitó tanta expectativa antes, y después tanta atención y tanto aprecio, de modo particular en el ámbito social, político y económico, puede encontrar un eco singular en esta sede institucional que es el Senado de la República.
Estoy convencido de que, más allá de las diferencias de formación y de convicciones personales, quienes tienen la delicada y honrosa responsabilidad de representar al pueblo italiano y de ejercer por mandato suyo el poder legislativo, pueden hallar en las palabras del Papa una elevada y profunda inspiración en el cumplimiento de su misión, a fin de responder adecuadamente a los desafíos éticos, culturales y sociales que hoy nos interpelan y que con gran lucidez y plenitud nos presenta la encíclica Caritas in veritate.
Mi deseo es que este documento del Magisterio eclesial, que hoy he tratado de ilustraros, al menos en parte, encuentre en esta sede la atención que merece y así dé frutos positivos y abundantes por el bien de cada persona y de toda la familia humana, comenzando por la querida nación italiana.
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La conciencia lleva al hombre a buscar la alianza con Dios mediante un culto “lógico”, es decir con forme a la razón. ¿Qué quiere decir esto? Que el hombre está implicado con todo su ser en la relación con Él; el culto de la verdadera religión es el don de sí mismo. Una religión extraña a la existencia o evasiva no es verdadera y racional. La Constitución sobre la Liturgia del Concilio Vaticano II presupone esta autoconciencia cuando expresa su deseo de una participación consciente de los fieles en el culto. Sin embargo, parece que al afrontar la cuestión de la participación en la liturgia, raramente se parte de allí, y se cae en una especie de prisa excesiva por dictar las actitudes externas.
Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de que la conciencia se pone en funcionamiento cuando la interioridad del hombre y la verdad que proviene de Dios se encuentran, superando de esa manera la subjetividad; Pedro, gracias al encuentro con Cristo, decisivo para su madurez humana, puede afirmar su deber de obedecer más a la verdad reconocida que al propio gusto, en contraste con la autoridad constituida e incluso con sus propios sentimientos y con sus viejos lazos humanos.
El primado de la verdad, entre todas las virtudes, fue reafirmado por el Cardenal John Henry Newman, célebre teólogo inglés, en relación con el consenso social, en su “Carta al duque de Norfolk”. También en la crisis actual el hombre no ha renunciado del todo a ser “mártir” de la verdad, pero el problema está en que la idea de la verdad ha sido sustituida por la del progreso. Por ejemplo, se habla de valores éticos, pero no de la conciencia, un poco como en la disputa de Sócrates, Platón y los sofistas: los primeros creían en la posibilidad del hombre de conocer la verdad, los segundos sostenían que el hombre crea para sí mismo los criterios que rigen su vida. Ratzinger describe el problema presente en una lección tenida en la Universidad de Siena y que ha sido recogida en el mencionado libro: “En muchos ambientes hoy en día la gente ya no se pregunta acerca de lo que pueda pensar una persona. Se tiene de antemano un juicio sobre su pensamiento, en la medida en que se le puede catalogar con una de las correspondientes etiquetas formales: conservador, reaccionario, fundamentalista, progresista, revolucionario. La catalogación en un esquema formal basta para hacer superflua la confrontación con los contenidos. La misma cosa se puede ver de manera aún mas neta en el arte: lo que una obra de arte expresa es totalmente indiferente; esta puede exaltar a Dios o al diablo –el único criterio es su ejecución técnico-formal”.
Pero el hombre es tal sólo si se abre a la voz de la verdad y a sus exigencias. La búsqueda de Sócrates y el testimonio del Bautista indican que el hombre es “nativamente” capaz de la verdad, lo que constituye un límite en el ejercicio de cualquier poder, y garantiza la semejanza divina de la creatura. El progreso humano viene precisamente del testimonio que los grandes testigos de la conciencia dan de la verdad.
La fe de los sencillos, también en el actual momento crítico, está mostrando esta capacidad de discernimiento de los espíritus. En efecto, es en relación con la conciencia cristiana que se pueden entender las directivas de la jerarquía y del mismo primado del Papa, como recuerda el célebre “brindis” de Newman. La memoria concurre de manera decisiva con la conciencia para configurar el culto racional.
Quien nos hace libres para escuchar la “voz” de la conciencia es la verdad en persona, Jesucristo, quien nos ha hecho ligero el yugo (Mt 11,30); haciéndose carne, se ha hecho alimento en el sacramento, por amor, con el fin de sanarnos del pecado. La conciencia del hombre y el culto a Dios constituyen el núcleo de la libertad religiosa. En la conciencia se realiza la alianza entre el hombre y Dios, de la que le hombre tiene absoluta necesidad. (Agencia Fides 30/7/2009; líneas 47, palabras 713)
Mensaje de Mons Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M. Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana por las Fiestas Patrias
MENSAJE DEL PRESIDENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA
POR FIESTAS PATRIAS
“El Hombre es ante todo el autor, el centro y el fin de toda la vida económica-social” (Gs 63)
1. Estimados hermanos y hermanas, en el aniversario de la Patria, desde nuestra fe en Dios creador queremos reafirmar nuestra esperanza en las capacidades de los peruanos e invocamos la acción de todos para lograr un Perú que crezca en humanidad con la caridad y con la verdad.
2. Hemos pasado por un tiempo de tensiones sociales e incertidumbres, frente a lo cual ratificamos la importancia del diálogo y la inutilidad de la violencia. Como dice el Papa en su reciente Carta Encíclica “Caritas in Veritate”, la crisis nos obliga a revisar nuestro camino y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en experiencias positivas y a rechazar las negativas.
3. Tenemos que seguir caminando hacia el desarrollo que debe ser pleno e integral y se hará posible con hombres rectos y con operadores políticos y económicos que sientan en su conciencia la llamada del bien común. Por ello, invitamos a actuar en donde estemos considerando el desarrollo de todos, favoreciendo un modelo mucho más inclusivo para cerrar el camino a las desigualdades aún presentes.
4. Construyamos en nuestra sociedad la mejor equidad posible pensando en el Perú de las personas, en las que son pobres y en las que tienen el castellano como segunda lengua.
5. En nuestro caminar al progreso nunca tenemos que olvidar que el primer capital es el hombre, es decir, la persona en su integridad. Para la Iglesia esta misión es irrenunciable, como es para cada hombre
irrenunciable promover su propio progreso y el de los demás. “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).
6. En un Aniversario más de nuestra Patria, desde nuestra Fe en Dios que nos mandó: “Dominad la tierra” (Gen 1, 28), reafirmamos una vez más nuestra gran esperanza en el progreso y en el futuro del Perú.
7. Por ello se requiere también que las opciones económicas, en los cuales el Perú ha entrado exitosamente, no hagan aumentar las desigualdades que son moralmente inaceptables, como hemos dicho, y que se siga buscando como prioridad el acceso al trabajo por parte de todos.
8. La economía por sí misma, puede destruir al hombre, por eso es sumamente importante promover la responsabilidad social de las empresas y la responsabilidad de los seres humanos. En este contexto, la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, no de una ética cualquiera, sino de una ética cercana, sensible, a la persona.
9. Pero, nuestra Patria al promover el progreso y el desarrollo tiene también que optar por la vida y la familia. Y así como la ética es importante para la economía, la apertura a la vida que se debe defender siempre, está en el centro del verdadero desarrollo. Nos dice el Papa Benedicto XVI “Ninguna sociedad debe encaminarse hacia la negación y la supresión de la vida porque así no encontrará la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre” (n.28).
10. Y unido al amor a la vida está el amor a la familia que se convierte en una necesidad social e incluso económica. Debemos seguir proponiendo a las jóvenes generaciones la hermosura de la familia, el matrimonio y su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona humana. En el Perú la riqueza familiar todavía es muy grande y por eso debemos apostar por nuestras familias.
11. En estas fiestas patrias no puede faltar el saludo a todos nuestros compatriotas fuera del Perú, muchos de ellos emigrantes, que en cuanto personas, poseen derechos fundamentales inalienables y que deben ser respetados por todos y en cualquier situación. A todos ellos nuestra cercanía y oración.
12. Finalmente, con el Santo Padre, queremos reafirmar que no hay desarrollo pleno ni bien común, sin el bien espiritual y moral de las personas consideradas en su totalidad de alma y cuerpo.
13. El desarrollo de nuestro país, también es un desafío para todos los cristianos, porque el desarrollo, la defensa de la vida y de la familia necesita hombres y mujeres de Fe, capaces de levantar los brazos hacia Dios y conscientes de que el amor lleno de verdad no es el resultado de sólo el esfuerzo humano, sino que es un don.
14. Que Dios y la Santísima Virgen María nos concedan la fuerza, la esperanza y la alegría para empeñarnos en el desarrollo y el progreso de todo peruano y de todos los peruanos.
¡Felices fiestas Patrias!
+HECTOR MIGUEL CABREJOS VIDARTE, O.F.M.
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana