Información sacada del programa de “Coronación Canónica de Nuestra Señora del Socorro” (16, 17, 18 y 19 de Octubre de 2008) en escrito del párroco de San Pedro de Güimar exponiendo las “RAZONES HISTÓRICAS-SOCIALES Y PASTORALES PARA LA CORONACIÓN”
RAZONES HISTÓRICAS-SOCIALES Y PASTORALES PARA LA CORONACIÓN:
EL EPISODIO DE LA APARICIÓN
Comienzo por exponer el referente histórico y pastoral donde quiero fundamentar mi argumentación para la Coronación de Nuestra Señora De El Socorro.
Para ello he acudido al Dr. D. Octavio Rodríguez Delgado, amigo y cronista oficial de la Ciudad de Güímar, investigador incansable del acontecer histórico-religioso y social de esta Ciudad. El texto que sigue es obra de D. Octavio, al que quiero agradecer su generosidad, esfuerzo, cariño y dedicación para con este acontecimiento.
"Al igual que sobre el lugar y la fecha, sobre el episodio mismo de la aparición también han existido controversias y distintas interpretaciones. ¿Cómo llegó hasta aquella solitaria playa?, ¿qué sucedió realmente cuando fue descubierta en la playa por los Guanches?, son incógnitas que probablemente nunca serán despejadas.
Con respecto a la aparición de la Virgen del Socorro el ilustrado sacerdote Ireneo González manifestaba en 1884, que: "Sobre este asunto es particular la torpeza de los historiadores que han querido recargar demasiado de circunstancias aquel acontecimiento para hacerlo más maravilloso, así como la de los que han pretendido desfigurarlo para que aparezca demasiado vulgar", y tras refutar ambas opiniones concluía: "¿Cómo, pues, fue introducida? Siempre quedará esto oculto por el velo del tiempo". '
No obstante, el profesor Antonio Rumeu de Armas sostenía que los misioneros franciscanos andaluces del convento de Fuerteventura, ansiosos de propagar la religión de Cristo entre los indómitos guanches de Tenerife, se acercaron en una barca, una noche de media luna, a la playa güimarera de Chimisay, depositando sigilosamente sobre la negra arena, en un improvisado pedestal, la bella imagen esculpida por un tallista anónimo'. El milagro se operó poco después, al ser conducida por los guanches, con el mencey a la cabeza, a la rústica cueva de Chinguaro, para admiración pública de sus devotos enamorados.
Dadas a conocer las anteriores manifestaciones, a continuación reconstruimos el emocionante episodio de manos de la pluma mejor informada, la del dominico P. Espinosa:
"Apareció en un lugar desierto y muy seco, a la orilla de la mar, junto a una playa de arena que tendrá media legua de largo, a la boca de un barranco, sobre una piedra: donde, por memoria dente aparecimiento, pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y un poco adelante fundaron una pequeña ermita que llamaron del Socorro. El cómo fue descubierta y apareció pasa así:
Yendo dos naturales por aquella costa repastando su ganado, habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado, que por la playa iba derramado, a la boca del barranco, se espantó y, no queriendo pasar, remolinaba. El uno de los pastores, creyendo que su ganado se espantaba porque sentía gente y pensando que fuesen algunos naturales que le querían robar y saltear su ganado, como lo tenían por costumbre de hurtarse unos a otros, para certificarse pasó adelante, y mirando hacia aquella parte del barranco, vido la santa imagen que estaba en pie sobre una peña. Y como persona que de semejantes visiones estaba desusada, no sin pavor se la puso a considerar, y parecióle (porque tenía un niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y color.
Y porque entre ellos era costumbre que, si topaban alguna mujer a solas y en lugar solitario, no la hablaban, porque incurrían en pena de muerte, le hizo señas para que se apartase, porque su ganado que remolinaba tuviese lugar de pasar. Pero como la imagen no hiciese movimiento alguno, ni respondiese palabra, amohinóse el pastor y acudió a sus acostumbradas armas, que eran piedras y, asiendo de una, levantó el brazo, yendo a desembrazar para hacer su tiro, se le quedó, yerto y extendido sin poderlo rodear.
El otro compañero, habiendo visto lo que pasaba, y no quedando escarmentado, cobrando atrevimiento de que no había mudamiento ni voz y de que, aunque hablaban al bulto o imagen, no respondía, quiso hacer nueva experiencia, aunque a costa suya, y de ver si era cosa viva; y llegándose cerca con más miedo que vergüenza, tomó una tabona, que es una piedra prieta y lisa como azabache, que, herida una con otra, se hace en rajas y queda con filo como navaja, con que sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra, se llegó a la santa imagen para quererle cortar un dedo de la mano, por satisfacer a su ignorancia y ver si sentía; y poniendo el dedo de la imagen sobre el suyo y comenzando a cortar en él, hallóse el necio burlado, porque la herida se daba a sí propio en sus dedos, sin hacer daño a la mano de la santa imagen. Y siendo aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez, más caíale a cuestas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas que él propio sin querer se daba, y los de la santa imagen quedaron libres y sanos, sin señal alguna.'"
A continuación, se hace referencia por primera vez a la cueva de Chinguaro, morada y despensa del mencey Acaymo, a donde se trasladaría posteriormente la imagen:
"Estos pastores admirados consultan entre sí que harían. Y determinan que será razón dar dello parte al rey de Güímar, cuyos vasallos eran y en cuyo término aparecía la santa reliquia, el cual tenía cerca de allí su morada y habitación. Cuéntanle la visión y lo acontecido, y en confirmación enseñan el uno su brazo yerto, y el otro sus dedos cortados y goteando sangre. El rey, no con menos espanto de lo que oye que deseo de ver lo que le contaban y referían, sale de su casa al Tagoror, que era el lugar do hacía su consulta y recibía los pareceres de los de su consejo. Este lugar estaba delante de la puerta de su casa, en alguna llanura, y en circuito del ala redonda puestos a poco trecho unas piedras en que se asentaban el rey y sus vasallos al sol de Dios; y este Tagoror acostumbraban todos tener delante de sus casas, mayor o menor, según la calidad y posibilidad de la persona, donde se jutnaban a sus conversaciones. Y era costumbre que, cuando algún hupésped venía, no entraban en casa, sino sentábase en el Tagoror sin hablar palabra, y cuando allí le veían salía el señor de la posada y entrábalo en ella.
Saliendo, pues, el rey de Güímar a su Tagoror o plaza de consulta, junta sus vasallos y, dándoles parte de lo acontecido, sale de la consulta que vayan luego a ver lo que era. Llegando el rey con los suyos al lugar donde los pastores decían, yendo ellos por guía, hallan la santa imagen en el propio lugar do la habían dejado y, como la novedad de las cosas inusitadas o pocas veces vistas causa admiración y espanto, y ésta lo era, quedaron fuera de sí en ver una figura de muy diferente traje que el suyo, de otro color, y que al parecer y por las señas que veían era mujer, porque tenía un pequeño niño desnudo en brazos, y causávales más espanto y admiración no ver movimiento alguno ni oir voz ni respuesta, aunque la hablaban, y ver el resplandor que de su rostro y vestidos salía, y la majestad que representaba.
Con todo aquesto propusieron de llevarla a la casa y sitio del Rey, para tenerla allá consigo; pero ninguno oso echarle mano ni llegarse a ella para alzarla, recelándose no le aconteciese lo que a los pastores. Y así mandó el rey que, pues ellos habían hecho la primera experiencia, acometiesen a hacer la segunda y le echasen mano para llevarla. Ordenábalo Dios así, para que la gloria de su madre se manifestase y en opinión y estima el pueblo gentil se confirmase. Llegan los dos pastores, el uno manco de los dedos de la mano y el otro del brazo, y en poniendo sus manos y tocando la Santa Reliquia para haberla de alzar (cosa milagrosa) quedan el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos, con grande admiración de los presentes que con voces y silbos aplaudían el hecho y gratificaban y agradecían el beneficio recibido. Cobró el rey y los suyos estima y opinión de que aquella mujer, aunque muda, debía de ser alguna cosa sobrenatural, pues tal poder tenía de quitar la salud y devolverla, y cobró juntamente con esto osadía, perdiendo el temor, aunque con respeto, y dice que es más decente cosa que él propio por sus manos y los grandes de su reino la lleven en brazos, para honrar la huéspeda que les había venido, y que ningún plebeyo llegue a ella; y así se hizo.4"
Las incidencias del dificultoso transporte de la Imagen a hombros de los naturales, dio origen a la Leyenda del Socorro, en honor de la cual se edificó una ermita, a principios del siglo XVI, bajo la advocación de Nuestra Señora del Socorro:
"[...] el rey de Güímar de quien vamos hablando, que, habiendo visto el brazo yerto y dedos cortados de los pastores, no osó él ni sus grandes (aunque lo tenían determinado y lo deseaban) llegarse a la imagen, ni alargar las manos para tocarla, temiendo no les aconteciese lo que a esotros. Pero desque vió que no sólo se dejaba la imagen tocar y tratar, mas que les había restituído su brazo y dedos, perdiendo el miedo y cobrando respeto, no consiente que otro que él y sus privados a ella se lleguen, ni que otros gocen del suave peso ni del trabajo alegre de llevarla. Y así con la más decencia que pudieron y con la mayor reverencia que supieron la llevan en brazos su camino. Mas permitiéndolo Dios así, para que todos gozasen de la piadosa carga, y la honra y trabajo fuesen común, habiendo andado espacio de un tiro de escopeta, poco más, con ser la imagen liviana y ellos hombres de muchas fuerzas, fue tanto el peso y carga que los que la llevaban sintieron, que les fué forzoso parar y pedir ayuda y socorro: y por aquesta razón, en este propio lugar, después que la isla fué de cristianos, habiendo sabido este caso, fundaron una pequeña ermita, que llamaron del Socorro, que siempre ha sido muy venerada y frecuentada, aunque no reparada, porque hoy está caída. Tan poca es la devoción de los presentes."'
La imagen fue por fin depositada en el "auchón" del monarca sureño, como refiere Espinosa:
"Pues, siendo socorridos y ayudados, tornaron a proseguir su camino, hasta llegar a las moradas del rey de Güímar, que eran como media legua, de donde la santa imagen apareció en un barranco; y el lugar de su habitación llamaban Chinguaro. Donde, en un canto de la morada, sobre unas pieles de cabras y ovejas (que otras alfombras ni doseles no tenían), la pusieron con la decencia que sabían y podían hombres que no estaban acostumbrados a reverenciar ni adorar dioses ni estatuas, ni tratar cosas divinas."6
Conviene insistir en que las incidencias del dificultoso transporte de la Imagen a hombros de los naturales desde Chimisay hasta Chinguaro, dieron origen a la tradicional Leyenda del Socorro, de gran devoción en este Valle.
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