Comentario a las lecturas del domingo veintiocho del Tiempo Ordinario – B, publicado en el Diario de Avisos el domingo 11 de Octubre de 2009 bajo el epígrafe “DOMINGO CRISTIANO”.
Sobre pobres y ricos
Daniel Padilla
Muy pronto empezó Jesús a mostrar sus preferencias: "Dichosos los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Fue en el sermón de la montaña, al comenzar su vida pública. Y muy pronto también señaló el gran peligro de la situación contraria: "¡Ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!". El pasaje evangélico de hoy es un "ejemplo al canto" de estas líneas maestras que Cristo trazó para los que quisieran emprender el camino del Reino: "No se puede servir a Dios y al dinero". Buen camino, pues, la pobreza. Peligroso camino, por el contrario, la riqueza. Y, sin embargo, la riqueza en sí misma, no es un mal. Es un bien. Dios no sólo es "rico en misericordia". Es rico en todo. Suyos son el cielo y la tierra, el tiempo y la eternidad. Él hizo el universo, "vio que era bueno", y se lo dio dadivosamente al hombre: "Sometan la tierra". Lean el Antiguo Testamento y verán que, a los que Dios ama, los colma de bienes. A Abraham le dijo Dios: "Toda esta tierra te daré para ti y tus descendientes". Por eso luego se nos dice: "Abraham era muy rico en ganado, plata y oro". En cuanto a su pueblo, recuerden lo que le dijo: "Te daré una tierra que mana leche y miel, allí no faltará de nada". Por otra parte, la Sagrada escritura consideraba las riquezas como premio a la sagacidad, al trabajo, a la audacia y a otras virtudes: "No ames el sueño, que te harás pobre. Ten abiertos los ojos y te hartarás de pan", dicen Los Proverbios. Pero cuando el hombre no se da cuenta de que las riquezas sólo son un camino para conseguir la "otra" riqueza, la única, la "perla preciosa", entonces se le desmorona toda su jerarquía de valores, y convierte en "fin" lo que sólo es un "medio". Ante ese "medio", que es el "becerro de oro", se arrodilla, después de haber fundido en él todos los ideales. Eso le pasó al joven rico. No era malo. Era bueno. Pero su corazón estaba ganado por las riquezas. Eso le pasó igualmente a aquel otro hacendado, que, después de una gran cosecha, se dijo: "Amigo, tienes bienes para muchos años; come, bebe y date buena vida". Eso mismo les pasó a aquellos tres invitados que rechazaron el convite del Señor, agarrándose a "unas yuntas de bueyes", una "finca" y una "esposa". Todos ellos pensaban que "sus riquezas" eran ya la dicha, la seguridad, el verdadero reino. No es que el rico sea más malo que el pobre. Lo que pasa es que, al saberse rico, primero cree bastarse él solo; y eso se llama orgullo. Después, prescinde de Dios, para confiar en sus riquezas; y eso es idolatría. Luego se olvida de los que "no son ricos". Y eso va contra "el amo?'. Pero sigan, ya que no suele terminar ahí: "El que tiene cinco quiere tener diez", ya lo saben. Y eso se llama "avaricia". Y el que nada en la abundancia, no se priva de nada. Y se le van pegando la lujuria, la gula, la pereza, etcétera. No es que el pobre sea más bueno, no. Lo que pasa es que, al ser pobre, siente todas las necesidades y entonces, se pone a confiar en Dios.